Sunteți pe pagina 1din 4

Háaroún Emilio Taboada Benavente

19 de Abril del 2018


Comentario a Jorge Luis Borges, “La lotería en Babilonia”, en Cuentos completos,
Debolsillo, México, 2015.

Para el lector incauto que no ha leído algo del escritor Jorge Luis Borges, el titulo del

cuento La lotería en Babilonia podría parecer que por prejuicio versa sobre lo

extraordinario o fantástico ocurrido en Babilonia, o al menos así me pareció a mi. Si bien

ya adentrado en la lectura la idea de lo fantástico o irreal se desvanece, lo extraordinario,

por su parte, se torna en producto de lo ordinario. Y es mediante el contraste y la reflexión

de la cotidianidad de uno mismo con el cuento de Borges, la manera de vislumbrar el

maravilloso contenido filosófico y ético de la obra. Por tanto, me permitiré introducir al

lector de este escrito en el cuento para después ahondar de manera concreta en el carácter

filosófico éste.

Un hombre, tanto desdichado unas veces como afortunado otras, es quien narra la

historia de la lotería en Babilonia, que antes de llamarla lotería le atribuye el nombre de

institución. Una institución que empezó con barberos que cambiaban monedas de cobre por

rectángulos de hueso o pergamino con símbolos, y que mediante un sorteo azaroso se

proporcionaba una recompensa a los ganadores. En vista de la poca atracción de la lotería

hacía las personas, los mercaderes se vieron obligados a innovar algunas opciones que no

sólo llamaran la atención del público, sino que concedieran una ansía de seguir apostando.

Estas opciones fueron ganar más como perder más; por una parte la recompensa era mayor,

por otra, el perder convenía con pagar una multa aun mayor. Conforme al tiempo que se

acrecentaba la multa de numerosos perdedores y la incapacidad de pagar dichas multas, los

ganadores no podían cobrar su dinero, así que “La Compañía” apareció cuidando por los

intereses de los afortunados demandando a los desgraciados. El juez dictaminaba dos

castigos: una multa por lo que debían y por los intereses generados, o la cárcel. Ellos
Háaroún Emilio Taboada Benavente
19 de Abril del 2018
Comentario a Jorge Luis Borges, “La lotería en Babilonia”, en Cuentos completos,
Debolsillo, México, 2015.

elegían la cárcel con el fin de “defraudar a la Compañía”. Puesto que la tendencia hacía la

cárcel iba en aumento, en los informes del sorteo se publicaban los días de prisión y no los

costos de las multas. He ahí donde nuestro interlocutor declara que fue la aparición de

elementos no monetarios en la lotería.

Los ciudadanos babilónicos -narra nuestro interlocutor- son, como cualquier otra

persona, seres de razón, pero no por dicha razón la incongruencia de remplazar monedas de

plata o días de prisión por un número azaroso queda de lado. El incremento de números

adversos y la presencia de todo tipo de ciudadano, pobre o rico, aparecía, y confería poder

tanto a la institución como a la Compañía. Una ocasión el pueblo se enarboló por un pobre

que había robado un billete. La pena por robo y la suerte del billete dictaminaban que se le

quemase la lengua. Los pobres, por su lado, deliberaban sobre si el castigo debía de

aplicársele en causa de ladrón, los ricos, por su parte, proponían que fuera en virtud del

azar. La voluntad del pueblo ganó -continua- y con ella, el poder del público en la

Compañía y una lotería gratuita, general y secreta.

La combinación de números era difícil, así que la Compañía recurrió a “sugestiones

o magia” contra los jugadores, e inclusive los mismos jugadores dejaban en un buzón de la

Compañía opciones de recompensa o castigo. El babilonio no es especulativo, únicamente

se acata a las consecuencias del azar. Nunca generó un sistema que le permitiera ver más

allá de los hechos puesto que para él, el azar es el sistema más grande. Poco a poco el

babilonio llevó el azar a su vida cotidiana. Si el azar constituye una elección en una

situación especifica ¿por qué no habría de pertenecer a todas las decisiones anteriores a esa
Háaroún Emilio Taboada Benavente
19 de Abril del 2018
Comentario a Jorge Luis Borges, “La lotería en Babilonia”, en Cuentos completos,
Debolsillo, México, 2015.

elección? Es decir, una acto se lleva a cabo a causa del azar, y todo lo precedido a tal acto

también es parte del azar.

Como mencioné al principio de este texto “lo extraordinario pasa a ser producto de

lo ordinario”, y es que ¿hasta que punto estamos determinados por el azar y en dónde

empieza nuestra “especulación” contra dicho determinismo? Abordemos el tema desde un

ejemplo cotidiano: supongamos que compramos un boleto de lotería de un juego especifico

al vendedor que siempre está con la billetera de boletos. Supongamos también que en

primera instancia nuestro propósito es ganar el premio mayor, aun cuando vemos que el

vendedor tiene más billetes de ese mismo juego en su mano, y no somos los únicos que

compraran un boleto con anhelo por el premio. Esperanzados creemos que nuestros diez

pesos (el precio del boleto), producto de nuestro trabajo, se convertirán en un millón, o en

diez millones, o en una casa, o en la solución a todos nuestros problemas gracias al juego

que permite las mismas posibilidades para todos. Ilusos ¿no?. Existe la posibilidad de

ganar, no lo niego, pero antes de que exista una posibilidad ya se ha visto limitada por otras

posibilidades. Como lo es el hecho de que a alguien se le ocurrió comprar toda la billetera

de boletos de ese mismo juego, o tal vez ya esta enmarañado el juego a causa de la

Compañía (el Estado) de tal manera que esté predestinado el ganador, o tal vez el boleto

que compramos es falso. Como dije, existen múltiples posibilidades que determinan la

posibilidad.

¿Por qué tenemos que dejar nuestro destino al azar? Más que un simple juego de

lotería, la reflexión del cuento es la evasión de nuestra responsabilidad como dueños de

nosotros mismos. Un escape con dirección al determinismo del azar donde nos regocijamos
Háaroún Emilio Taboada Benavente
19 de Abril del 2018
Comentario a Jorge Luis Borges, “La lotería en Babilonia”, en Cuentos completos,
Debolsillo, México, 2015.

pensando en que nuestras acciones ya son predeterminadas por una “fuerza superior” de la

cual sólo somos producto. Más que un valor monetario, esos diez pesos significan y

representan el trabajo de nuestra responsabilidad hacia con nosotros, y análogamente,

nuestra libertad. Empero pierde tal valor cuando se desperdicia en infinitas posibilidades de

las cuales ya no tenemos control. Y menciono la libertad porque ¿acaso no participa de la

toma de decisiones reflexionadas y voluntarias? Nos elegimos a nosotros mismos a través

de la toma de decisiones, de la responsabilidad de nuestros actos y de las consecuencias de

éstos, o nos abandonamos como objetos a la deriva del mundo, transformando nuestra

esencia personal en múltiples posibilidades de las cuales no podemos elegir. ¿Seremos

producto del azar, empeorando cada vez más por la manipulación de la Compañía, y por el

deposito de confianza que le tenemos?

S-ar putea să vă placă și