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Por tratarse de una revista con carácter altruista, ni se cobra ni se
paga nada por las colaboraciones.

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SUMARIO

EDITORIAL

PREGUNTAS CON RESPUESTA

CARMEN SILVA Entrevista al Escritor


JUAN RUIZ DE TORRES
¿Hay poesía en un huevo frito?

JUAN CALDERÓN MATADOR Entrevista al Poeta


BLAS MUÑOZ PIZARRO
El que silba entre las cañas

JAVIER BUENO JIMÉNEZ (ARVIKIS) Entrevista a la Escritora


SILVIA CARPENA SÁEZ
El Beso

JUAN CALDERÓN MATADOR Entrevista al Pintor


MIGUEL DORRONSORO
La fascinación por los tacones

ARTÍCULOS

REYES CÁCERES MOLINERO


Diálogo Lorca/Dalí

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ANTONIO ENRIQUE
Una casa en Noviercas
MARCOS CALLAU VICENTE
José Antonio Labordeta,
una eterna canción de libertad
AURELIANO SÁINZ
¿Por qué todos los relojes marcan las 10 y 10?

POESÍA

JULIA GALLO SANZ


Sin Élitros Prestados
Dueños de la calle
CARMEN RUBIO
Recado para un poeta
Patio Andaluz
LUÍS ARRILLAGA
El tiempo derrotado
ISABEL MIGUEL
Se hizo la noche abrigo en mi perchero
ANA MARIA CASTILLO MORENO
La tarde y tú, conmigo
JUAN MANUEL PÉREZ ÁLVAREZ
XXII
OSWALDO ROSES
Poema que no escribe nada
ROLANDO REVAGLIATI
A León Felipe

4
FRANÇOISE ROY
El lucífugo animal nocturno
DIEGO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ
Escalofríos
Daños Colaterales
FERNANDO FIESTAS
Epitafio
ÍÑIGO LAQUERRÁ
Helado oscuro
MARCOS CALLAU VICENTE
A un barco varado en ciudad sin mar
PABLO VOLUMEN
Cuidado

NARRATIVA

ALEJANDRO MORENO ROMERO


Aquella noche
CARMEN GRACIA
Agenda interrumpida
FEDERICO FAYERMAN
Bukowski club
MARÍA DEL MAR GARRE GARCÍA
Rayos de sol
RICARDOS HERNÁNDEZ MEGÍAS
La maldición

RESEÑAS
JOSÉ IGLESIAS BENÍTEZ
Relumbres de espejuelos

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LIBROS RECIBIDOS

REVISTAS RECIBIDAS

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Raíces de Papel
Revista de la Plataforma Cultural Raíces de Papel
Nº 4 – octubre-noviembre-diciembre - 2010

Dirección:
Javier Bueno Jiménez (Arvikis) y Juan Calderón Matador

Plataforma Cultural Raíces de Papel


C/ Benito Castro, 11 2º Izq.
28028 Madrid

raicesdepapel@gmail.com
http://raicesdepapel.blogspot.com/

Ilustraciones de Portada y Contraportada: Ayesha López Rubio


http://ayesha-thelazycat.blogspot.com/
ayesha_lr@yahoo.

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EDITORIAL

Octubre ha llegado a nuestras vidas como mensajero de buenas noticias. Tras varios
meses de lectura y deliberaciones por parte de los jurados, por fin se han fallado los
certámenes literarios que habíamos convocado en colaboración con Ediciones
Cardeñoso: II Certamen de Poesía "Poeta Juan Calderón Matador" y I Certamen de
Microrrelatos sobre el Cine "Arvikis-Dragonfly". La tarea no ha sido fácil ya que la
participación ha sido abundante y reñida, dada la calidad de las obras presentadas. A la
convocatoria de poesía han respondido setenta y cinco poetas, siendo ocho los
poemarios que llegaron a la final, a la de microrrelato concurrieron ciento ochenta
narradores, de los que fueron seleccionados cuarenta y dos para publicación de sus
obras. El poemario ganador resultó ser "El que silba entre las cañas", de Blas Muñoz
Pizarro. En cuanto a la narrativa se alzó con el primer premio el microrrelato titulado
"El beso", firmado por Silvia Carpena Sáez, se concedieron dos Menciones de Honor,
una a "Corazones solitarios", de Eugenio Rey Huerta, y la otra a "The birds", de José
Daniel Palma LLera. Ambos libros, publicados por Ediciones Cardeñoso, serán
presentados en Madrid el día 12 de noviembre, coincidiendo con la entrega de premios.
Desde aquí queremos felicitar a los ganadores y seleccionados, y, por supuesto, animar
a todos aquellos que en esta ocasión no lo han conseguido a volverlo a intentar en
próximas convocatorias.
Y si lo expuesto anteriormente nos ha llenado de alegría y, por qué no decirlo, orgullo,
no ha sido menor la que nos ha causado la concesión del Premio Nobel a Mario Vargas
Llosa. Un galardón muy merecido y que se ha hecho de rogar, pues la candidatura del
escritor peruano llevaba varios años en danza, dando la impresión de que nunca lo
conseguiría; tanto es así que el propio Vargas Llosa creyó, al escuchar la noticia oficial
vía telefónica, que se trataba de una broma. Este reconocimiento ha llenado de júbilo a
las letras hispanas en general, y a las españolas en particular, por estar tan
estrechamente ligada a España la trayectoria literaria del escritor. Congratulaciones, don
Mario, desde la revista Raíces de Papel, por unir a su larga lista de reconocimiento este
que, hasta ahora, le faltaba.

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PREGUNTAS CON
RESPUESTA

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CARMEN SILVA

Entrevista al Escritor

JUAN RUIZ DE TORRES

¿HAY POESÍA EN UN HUEVO FRITO?

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Todos hemos tenido alguna vez un profesor que antes de entrar en su aula hacía que
repasáramos bien nuestros deberes, nuestra indumentaria y hasta nuestra sonrisa porque
temíamos, una reprimenda, un desafortunado encuentro, cualquier cosa que superase
nuestras reacciones. Pero entrábamos en el aula y no ocurría nada. El profesor impartía
una clase magistral y salíamos reconfortados de ella.
Esa es la sensación de inseguridad que siempre experimento cuando tengo por
cualquier razón que enfrentarme a don Juan Ruiz de Torres: magnífico poeta y mejor
amigo del que solo he recibido cosas gratificantes, pero Ruiz de Torres coarta, asusta,
intimida, quizá sea su sapiencia lo que te hace temer un fallo y no poder estar a su
altura.
Porque D. Juan Ruiz de torres es Dr. Ingeniero Industrial, Dr. Filología Hispánica, Lic.
Informática, Profesor universitario en España, Colombia y EE UU; experto de las
Naciones Unidas. Trabajó en I.B.M. durante muchos años, cuando todavía la
informática estaba en pañales Fundó y dirigió desde grupos de teatro profesionales y
literarios, hasta Ateneos Asociaciones de poesía… Ha publicado novela, relato,
veinticuatro poemarios, Una antología consultada y comentada plaquetas... Entre sus
publicaciones en otros géneros, están Inventario de la Poesía en Español 1951-2000
(base de datos de 4000 poetas de lengua española). Ha sido traducido a catorce lenguas.
Crítico literario, editor y director de una decena de revistas, Gestor cultural… Habla
francés, inglés, italiano, griego y ruso. Y para colmo se casa con una de las mejores
poetisas de la España actual. Díganme, queridos lectores, si después de leer este
currículo se atreven ustedes a sentarse tranquilos frente a él y preguntarle “cositas”
como por ejemplo:

Usted ha sido profesor de ingeniería mecánica, de aritmética, de economía y de


otras muchas cosas. ¿Hay poesía en un circuito eléctrico, en una raíz cuadrada, en
el PIB, o durante ese tiempo prescindió de los versos?

¿Hay poesía en un huevo frito? Mire, a estas alturas, sé que todos tienen su opinión
formada sobre este tema; yo no soy quién para enfrentar la mía contra la suya. Y sí: Hay
poesía en una raíz cuadrada; todo depende de cómo se la mire.

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Lo ve, sus respuestas son más rápidas que mis preguntas.
Usted todo lo hace a lo grande, no escribe un libro de poemas, escribe sesenta, No
estudia una licenciatura, estudia 3, o 4,No se doctora en una ciencia, se doctora en
dos. No habla un idioma, habla cinco, no le traducen a dos lenguas le traducen a
quince No figura en una antología figura en no sé cuantas, y ni siquiera se casa una
vez como hacen la mayoría de los mortales. ¿Por qué ese afán de hacer tantas
cosas?

Perdóneme pero esto no es una pregunta, sino un inventario. Esas cosas no interesan a
los lectores. Y a estas horas no se me ocurre nada escandaloso que confesar.

Confiese. Su esposa Ángela Reyes es una poetisa excepcional ¿Quién ha aprendido


más ella de usted o usted de ella?

Quizás yo le enseñé cómo es la poesía. Ella, desde luego, me enseñó cómo es la buena
poesía.

La figura de Gestor Cultural es una figura que podríamos denominar reciente. No


obstante usted ha ejercido de ello desde hace muchos años. Cuéntenos

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los Ateneos que ha creado en España y fuera de ella.

En España, ninguno: Ya estaban todos creados. Otros: En Cali, Colombia; en Santiago


de Chile; en Atenas, Grecia.

Pero además de Ateneos su vida se ha prodigado en pos de la poesía, más que de la


propia de la de otros poetas. Ha fundado revistas, asociaciones, diccionarios,
recitales...Háblenos de sus creaciones.

No me acuerdo; Me he pasado la vida haciendo cosas, fundando instituciones y


publicando libros a otros. De la utilidad de todo ello no estoy hoy nada seguro.

Cuando usted creó en España La Asociación Prometeo de Poesía, sus


componentes recitaban en calles y plazas ¿cuéntenos esa aventura?

No creo que valga la pena repetirla. La poesía no es para las calles y plazas, aunque
fuera la Plaza de Colón.

En que fechas sucedía esto y cuántos formaban las filas de Prometeo.

Supongo que se refiere a las Ferias de la Poesía, que no fueron, desde luego, las únicas
actividades de Prometeo en la calle. Todo ello, entre 1980 y 1986. ¿En Prometeo?
Éramos entonces una cincuentena, quizás más.

La Asociación Prometeo de Poesía ha viajado a diferentes países, incluso ha

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publicado un libro conjunto con poetas rusos. ¿Hay más libros conjuntos? Y viajes
a cuantos lugares han viajado los componentes de la Asociación Prometeo de
Poesía, llevando por el mundo sus poemas.

Prometeo publicó unas sesenta colecciones de poemas, o antologías, que no es lo


mismo. Prometeo ha viajado a Estados Unidos, Grecia, Italia, Portugal, Puerto Rico,
Rusia, Túnez, Yugoslavia y algún país más. Y a muchas ciudades en España.

En la Asociación Prometeo han figurado grandes poetas ¿Puede decirnos algunos


de los más valiosos? O mejor dicho de los más reconocidos.

¡Madre del Señor! No, yo no me meto a valorar a los poetas.

Según sus propias palabras sólo se sabe de memoria un poema suyo escrito en
1952 ¿Qué dice ese poema para ser único?

No he dicho que sea único. Sólo que es el único que recuerdo de memoria. Es un poema
sin importancia; no vale la pena repetirlo.

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En la primavera del 2007presentó usted el libro titulado “El bosque del tiempo”,
en sus propias palabras previas a los textos, pensaba que tal vez ese sería su último
poemario. ¿Cuántos ha escrito después?
Ninguno. He publicado una edición digital de mi poesía y un libro que recoge poemas
no publicados antes, pero escritos en su casi totalidad antes de 2007.

¿Puede el poeta marcarse su propia fecha de Jubilación o debe verter sobre el


papel todo cuanto fluye de su pensamiento hasta el fin de sus días?

Claro que el poeta puede decir "Hasta aquí", como puede decir "No volveré a viajar a la
isla de Malta".

¿Se seca el pensamiento de los poetas?

Como el de cada quisque. Cuando se seca.

A usted le he escuchado repetir muchas veces las palabras de Luis Rosales en las
que asegura que un solo verso excelente puede salvar un poema. ¿Cuál es su más
preciado verso?

Creo que dije antes que no recuerdo mis poemas. Pero, se me ocurre uno: "Derrama
sangre mi palabra, ¡Y no sé qué la hiere!" (Conste que lo he tenido que buscar).

¿Cuántos libros de poemas tiene publicados?

Poemarios, veintiocho; Plaquetas, una quincena; Antología, cinco. De ellos, tres al


alimón con Ángela Reyes y uno con ella y Alfredo Villaverde.

¿Le queda mucho inédito?

Ni un poema.

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El término minimalista, está muy asociado a su forma de ser. Tal vez por ello
puede hacer tantas cosas al mismo tiempo, porque solo acepta lo esencia ¿es así?

Seguramente el problema es que soy perezoso; por eso me conformo con poemas muy
cortitos. Eso de la esencia, no sé, no sé.

También ha creado editoriales y una biblioteca de libros de poesía que cuenta con
¿Cuántos ejemplares?

La biblioteca de poesía de la Asociación Prometeo llegó a tener unos veinte mil


volúmenes. Se cedió a la Biblioteca Regional de Madrid. La verdad es que nadie se
animaba a recibirla. Y gratis, claro.

Cuéntenos el último proyecto, el que pondrá en práctica al final del verano.

Un libro de cuentos, con demasiados cuentos

Y por último háblenos de la salud de la Asociación Prometeo de Poesía.

Bien, gracias, ¿Y la suya?

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JUAN CALDERÓN MATADOR

entrevista al poeta

BLAS MUÑOZ PIZARRO

EL QUE SILBA ENTRE LAS CAÑAS

Ganador del II Certamen de Poesía


"Poeta Juan Calderón Matador"

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Blas Muñoz Pizarro, tras ganarse la jubilación como profesor de Latín en un Instituto de
Valencia, su ciudad natal, ha retomado con fuerza la actividad como escritor,
abandonada por voluntad propia durante el periodo como docente. En los años sesenta
publica en revistas las primeras obras poéticas, en 1981 ve la luz su primer poemario
Naufragio de Narciso, pero es en 2007 cuando comienza con rigor su carrera literaria.
Desde esa fecha se han multiplicado los premios literarios, tanto en narrativa como en
poesía. Hoy nos sentamos frente a él para hablar de El que silba entre las cañas,
poemario ganador del II Certamen de Poesía "Poeta Juan Calderón Matador".

En primer lugar quiero felicitarle por este premio merecido, en reñida pugna con
75 poemarios. Tengo que decirle que estoy muy orgulloso de que su nombre se
haya unido al mío a través de El que silba entre las cañas, un título precioso para
un poemario muy sólido y bello. ¿Por qué ese título?

Gracias, Juan. Soy yo quien se siente honrado. En cuanto al nombre del libro, fue él el
que me asaltó durante una lectura de César Simón. Pensé enseguida que ése era el título
deseado. Más tarde supe por qué. Ese título abre un mundo de sugerencias sin decir del
todo su secreto; es en sí, sólo por eso, un brevísimo poema. La cita inicial acota su
sentido: el que silba es el tiempo, el tiempo entre las cañas. Muchos de estos poemas
siguen una pauta oriental al esconder en su interior una estructura de cuartetos, es decir,
de cuatro tiempos (de nuevo la palabra tiempo): sus versos son breves y aparentemente
frágiles como las cañas pintadas en las aguadas japonesas, y por ellos pasa, cantando, el
tiempo de la escritura. Entre esos versos pasaba mi propia vida mientras eran escritos y
entre ellos espero que suene la resonancia del acorde de quien los lea.

¿Cómo definiría este poemario?

Como un ejercicio de libertad y de búsqueda frente a la tiranía ineludible de la forma y


del tiempo. La cita de Wang Wei (que acompaña en el inicio a la de César Simón) viene
a decir que comienzo su escritura sin saber a dónde me dirijo. Y así fue. Hay un poema
inicial en el que me propongo hablar “de la palabra sola que florece en los labios”:
durante su escritura me sometí a un modelo de versificación que daba homogeneidad

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formal a todo el poemario, pero sin saber previamente, ante la hoja en blanco de cada
poema, qué iba a decir. Al ser terminado, era el poema, cada poema, fragmentariamente,
el que me había dicho a mí, y no a la inversa. En su conjunto, los 47 poemas del libro
expresan de ese modo, de principio a fin, un largo fragmento de mi vida interior ya que
conservan el orden de su escritura. Sólo forcé, a modo de resumen ― casi a modo de
epitafio ―, el contenido del poema final.

¿Le ha llevado mucho tiempo escribirlo?

Dos años, del 2007 al 2009, al mismo tiempo que otro libro, formalmente muy distinto,
de poemas rimados. Ambos, iniciados y terminados a la vez.

¿Qué supone para usted haber ganado este premio?

Algo esencial para un escritor: un reconocimiento. Y, también, algo no menos esencial:


la edición de una parte de mi obra.

¿Por qué decidió presentarlo a éste y no a otro certamen?

Aunque finalizado hace un año, este libro estaba pendiente de revisión. Mientras tanto
estaba embarcado en un tercer proyecto: otro libro, que terminé a finales de abril. Volví
entonces, hace cinco meses, a éste. La revisión fue rápida pues sólo alteré la disposición
formal de los versos. En mayo se cerraba el plazo de presentación de este Certamen y
no lo dudé. Me gustó que se ofreciera la edición sin premio en metálico, y me gustó que
la presentación se hiciera por correo electrónico. Pensé que detrás no habría ningún
interés extraño, al revés de como suele suceder, desgraciadamente, en muchas otras
convocatorias. En el fondo la razón es muy simple: fue el primer concurso
aparentemente fiable que se me ofreció al terminar de revisar este libro.

En estos tiempos en que cualquier persona puede mostrar su obra de forma digital,
y llegar a un amplio número de usuarios ¿Cree que los certámenes literarios siguen
teniendo interés?

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Sí. En mi caso, al menos. No basta, todavía, la presencia en la red de unos poemas para
que su calidad sea reconocida por sí sola. La resonancia de los premios sigue siendo
necesaria para ser leído, aunque esto sigue siendo relativo. Desgraciadamente, es casi
imposible que un buen poeta sin relaciones pueda recibir el reconocimiento de un
premio mediatizado por las grandes editoriales de poesía. Son más los buenos poetas
desconocidos que los mediocres sobrevalorados.

Sé que no es el primero que gana, podría decirnos cuáles han sido los otros
galardones recibidos?

Yo volví a escribir hace tres años, después de un silencio de más de veinticinco. De la


década de los 70 destacaré el Premio Nacional de Poesía “José Antonio Torres”, de
Tomelloso, que me fue concedido en 1971. En aquel jurado estaban Eladio Cabañero,
Francisco García Pavón y Félix Grande. De los veinte premios obtenidos desde mi
regreso puedo citar el Primer Premio de relatos del Concurso Literario de la UDP, de
Madrid (2007), el Premio Aula de Poesía ‘Pedro Antonio de Alarcón’, de Valdemoro
(2008), el Accésit de los Premios del Tren “Antonio Machado”, Madrid (2008), o el
Premio de Poesía “Fray Luis de León”, Madrigal de las Altas Torres (2010). En cuanto
a libros, mi obra “La mirada de Jano” fue finalista del Premio Loewe (2008) y obtuvo,
poco después, el premio bianual de Poesía “Paco Mollá” de Petrer (2008). Fue
publicada un año después (2009).

Hay personas que muestran en sus currículos una lista interminable de premios
¿Es un negocio para algunos autores esto de los concursos?

Para algunos, puede; para la mayoría, no. Se pueden ir tapando pequeños agujeros
económicos, pero sólo los poetas adscritos a las editoriales más potentes suelen ganar
los premios mejor dotados, aquellos que se publican en las cuatro más conocidas. A
veces no se guardan ni las formas.

¿Cuales son sus objetivos al concursar?

Al principio, al volver a escribir después de tantos años, concursar era un modo de


ponerme a prueba. Ahora me mueve el convencimiento de que ésta es la única forma de

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abrirme a este mundo cuya puerta cerré y que apenas he entreabierto. Mi edad no me va
a ofrecer nuevas oportunidades en este sentido si no las fuerzo.

Las editoriales son poco proclives a publicar poesía, ¿Lo ha intentado alguna vez, y
si lo ha hecho, ha recibido muchas negativas?

La autoedición o la coedición están ahí para cuando no tenga otra posibilidad. De


momento, los premios van dando salida a mi obra. No he llamado a la puerta de ninguna
editorial. Me temo que no habría respuesta.

No siempre los poetas leen a otros colegas, ¿Es usted lector asiduo de poesía?

Sí. Lo he sido en mi silencio. Y lo soy ahora. Apasionadamente.

¿Cuales son sus poetas de referencia?

¿Cómo ser breve al querer responder a esto?: Los clásicos castellanos (todos, con Juan
de la Cruz y Quevedo al frente); Rosalía, más que Bécquer; Juan Ramón y Machado;
Neruda, Vallejo y casi toda la generación del 27 (sobre todos, Cernuda); Miguel
Hernández, Gil-Albert, Valente, Claudio Rodríguez, Brines, Gamoneda..., sin excluir a
nadie: sólo exijo de un poema que sea una obra perfecta. En otras épocas (o en otro
momento) habría citado otros nombres. Omito poetas de otras lenguas para no ser
demasiado extenso (sólo citaré a Homero, Virgilio, Rilke, Kavafis, Elliot, Montale,
Valéry, Espriu o Pessoa).

¿Qué opina de esa teoría que circula por los mentideros y dice que un solo buen
verso puede salvar a un mal poema, y un solo buen poema puede sustentar a un
mal poemario?

No comparto esa opinión. Luís Felipe Vivanco (otro poeta que fue uno de mis referentes
de juventud) dice que el endecasílabo de Campoamor “...la soledad de dos en
compañía...” es uno de los mejores versos sueltos de la poesía castellana. Puede ser. De
hecho, se ha convertido en una frase famosa. Sin embargo, el poema en el que está no
tiene salvación. Transcribo solamente cuatro versos (es más que suficiente): “Sin el

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amor que encanta,/ la soledad de un ermitaño espanta./ ¡Pero es más espantosa todavía/
la soledad de dos en compañía!”. Un solo buen poema puede salvar a un autor; más aún
si se trata de una obra maestra (las “Coplas...” de Manrique, o el “Madrigal” de Gutierre
de Cetina, por ejemplo), y al ser recordado y transmitido en antologías “salvará” el
nombre del poeta, pero no correrá la misma suerte el libro del que fue sacado, si ese
libro no lo merece.

¿Qué es más importante a la hora de escribir poesía, la inspiración o el oficio?

El oficio. En el oficio incluyo la capacidad de autocrítica. Hay que sentarse a escribir y


entonces uno escribe. Y corrige. Y elimina o salva. Y lo digo yo que no escribí nada
durante años porque no quise (aunque no sepa por qué). Cuando he querido (sin saber
tampoco por qué) lo he hecho. Y me atrevo a decir que nunca hay que escribir bajo el
influjo de una emoción, tan fácil de confundir con la inspiración, porque entonces no
hay distancia, no es en realidad una e-moción sino una con-moción. Y en la conmoción
no se puede gobernar la palabra, la materia con la que se esculpe o se modela esta forma
del arte.

Sus primeros pasos en este campo se remontan a los años sesenta, luego hay un
largo silencio de, aproximadamente, cuarenta años. ¿Qué ocurrió durante ese
tiempo, se marchó la musa o fueron otras circunstancias las que lo motivaron?

No han sido cuarenta años. Hasta 1971 escribí, como hemos hecho todos en nuestros
inicios, unos doscientos poemas, más o menos imperfectos. Entre 1971 y 1973 compuse
un libro (“Naufragio de Narciso”) que publiqué en 1981. Entre esas dos fechas inicié
otro libro, complejo y difícil, que dejé inacabado exactamente en su mitad. En el año
2007 (algo más de veinticinco años después) retomé y acabé la escritura de esa obra
interrumpida, tal vez mi mejor libro hasta hoy (“La mirada de Jano”, citada antes). ¿Por
qué ese silencio? No lo sé. El libro iniciado tenía una estructura tal vez imposible para
mi capacidad de entonces, y eso pudo bloquearme. Además, ya casado y con hijos, me
planteé cambiar de trabajo y opositar. Gané las oposiciones de Latín en 1983 y me
dediqué de lleno a la enseñanza. Y así hasta el año 2007. Y no hay un por qué.

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En cualquier caso la vuelta ha sido arrolladora, pues desde el año 2007 sus laureles
no han decaído, al contrario, cada vez acumula más reconocimientos. ¿Se
arrepiente del tiempo perdido?

No. En esos veinticinco años largos no experimenté la nostalgia de la creación poética.


Profesionalmente y personalmente me he sentido completo. No he tenido ninguna
sensación de pérdida o de mutilación. Creo que seguía siendo poeta al leer poesía, cosa
que no he dejado de hacer en ningún momento. Se dice, y lo creo, que el lector es, en el
acto de lectura, un creador.

¿Nos puede recordar los títulos de sus publicaciones y decirnos de cuál de ellas se
siente más satisfecho?

Ya he contestado antes. A los dos libros citados (y, por supuesto, al premiado en su
certamen) se pueden añadir una separata titulada “De la luz al olvido” (2009), un libro
compartido con cuatro poetas amigos titulado “El limonero de Homero” (2009), nombre
de nuestra tertulia semanal, y media docena de libros, también colectivos, en los que
entidades convocantes de premios han divulgado relatos o poemas galardonados.

¿Tiene mucha obra inédita en sus cajones?

Dos libros inéditos, otro en curso, casi terminado, y una docena de poemas largos. Y,
por supuesto, muchos de los doscientos poemas escritos en mi juventud, que no he
destruido todavía por alguna razón sentimental e injustificable.

Pues le deseamos que muy pronto pueda ir dándole salida, bien sea a través de premios,
o reclamado por alguna editorial importante que quiera apostar por su magnífica forma
de escribir. Ojalá la poesía, alguna vez, recobre el lugar destacado que hace años ocupó.
Mientras llega ese momento, al que confiamos que usted colabore, le agradecemos el
tiempo que nos ha dedicado y le felicitamos nuevamente, no sólo por este logro sino por
su interesante trayectoria.

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JAVIER BUENO JIMÉNEZ (ARVIKIS)

ENTREVISTA A

SILVIA CARPENA SÁEZ

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EL BESO

Premio del I Certamen de Microrrelatos sobre el Cine


"Arvikis-Dragonfly"

La palentina Silvia Carpena Sáez es la flamante ganadora del I Certamen de


Microrrelatos sobre el Cine "Arvikis Dragonfly", una mujer joven, siempre con ganas
de aprender, como lo demuestran los ocho idiomas que habla. Ha estudiado Publicidad
y RRPP en la Universidad Pontificia de Salamanca. Ya en los primeros años de
adolescencia sintió la llamada de la literatura, consiguiendo su primer reconocimiento a
los doce años, en un certamen de periodismo patrocinado por el periódico El Norte de
Castilla.

Silvia, ¿Cómo llegaste a conocer las bases del I Certámen de Microrrelatos sobre
Cine Arvikis-Dragonfly?

A través de la Web www.guiadeconcursos.com

El microrrelato que has presentado ¿está basado en algún hecho real o experiencia
que conozcas?

No. He intentado imaginar una escena en la que la improvisación tomara forma de


guión maestro.

¿A que actores contemporáneos, o no, ves tú interpretando los personajes de esta


historia ?

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Sin duda, la protagonista sería Audrey Hepburn y él sería Milo Ventimiglia.

¿Y dirigiendo la película?

Roberto Benigni.

¿ Te has presentado por la temática del concurso, o esto ha sido indiferente?

La temática del concurso ha sido clave para que me presentara.

¿ Cuales son tus actores/actrices favoritos?

Mi actriz preferida es Audrey Hepburn y mis actores favoritos son Bruce Willis y
Roberto Benigni.

¿Y tu director/a favorito?

Alejandro Amenábar.

¿Cuantas veces al mes vas al cine?

Tres o cuatro.

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Dinos, por favor, en tu opinión, tres obras maestras indiscutibles de la historia del
cine

La vida es bella, Seven y Psicosis.

¿Cuál es la última película que has visto en un cine?

Come, reza y ama.

¿Cómo ves el futuro del Séptimo Arte?

Veo que tendrá que pasar épocas difíciles pero, sin duda, resistirá. El futuro del cine
depende de cómo sepamos sobrellevar el presente.

¿Te atreverías a escribir un guión de cine?

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¡Claro! De hecho, tengo algunas ideas para un corto (entre risas)…

Sé que también escribes poesía ¿En qué campo te sientes más cómoda en el de la
poesía o el de la narrativa?

Pues quizá hace unos años hubiera optado por responderte que me sentía mejor en el
campo de la poesía pero, en la actualidad, me encuentro más a gusto en la narrativa.

¿Qué tipo de Poesía haces, rimada, libre, verso blanco?

Hago poemas con rima asonante en los pares y generalmente me ciño a versos
octosílabos.

¿Te quedas en el relato o alguna vez afrontarás la novela?

Creo que por el momento me quedo en el relato. Soy demasiado “publicitaria” como
para extender un pensamiento hasta un número importante de páginas.

¿Cuáles son tus aspiraciones literarias?


Me gustaría tener una sección en una revista o en un periódico para poder concentrar, en
tan sólo una página, las metáforas de lo que vivimos en el día a día.

Y para terminar, ¿Que opinas de la Plataforma Cultural "Raíces de Papel y sus


certámenes literarios?

Creo que es una genial propuesta para abogar por la cultura. Iniciativas como ésta hacen
que muchos de nosotros sigamos cultivando, semilla a semilla, nuestro interés cultural.

Muchas Gracias por estas palabras que nos han acercado a tu personalidad, te
felicitamos por el premio, y te deseamos mucho éxito en todos tus proyectos; tu
juventud y buen hacer es un aval importante para conseguirlo.

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Ilustración de Enric Delpueblo

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JUAN CALDERÓN MATADOR

Entrevista al Pintor

DORRONSORO

LA FASCINACIÓN POR LOS TACONES

Tras la sonora y contundente firma "Dorronsoro" se esconde el pintor Miguel


Dorronsoro Obregón. La formación académica del artista se ubica en su Cantabria natal,
concretamente en la Escuela de Arte Eduardo Pisano, a la que está vinculado durante
diecisiete años, llegando a colaborar en la misma como profesor, labor que más tarde
traslada a la Academia Marañón-Estudios, de Torrelavega. En la actualidad reside en la
ciudad de Benidorm.

¿Dónde nació usted, Dorronsoro?

En Santander

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¿Es mucho pedir el año de nacimiento?

jajaja…para nada, 1964

Miguel, ¿qué lleva a un pintor a cambiar la luz del Cantábrico por la del
Mediterráneo?

Pues mira, te diré que fue el AMOR. Vine de vacaciones y conocí a quien hoy es mi
marido.

¿Influye el paisaje en la inspiración del artista?

Como has dicho antes “la luz”, da igual que no pintes paisajes, pero influye en tu estado
de ánimo.

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¿Dónde ha encontrado más inspiración en su tierra natal o en su nueva ubicación?

En mi tierra pintaba un poco más a “salto de mata”, es decir, además trabajaba y estaba
mucho más estresado, dormía poco para aprovechar…pero allí nacieron obras con las
que me siento muy cómodo.
En Benidorm es diferente, mi vida es otra. La paz, el sosiego, la tranquilidad, el apoyo y
la ayuda de Helmut. Creo que mi obra es mucho más madura.

Quizás sea por desconocimiento mío, pero en la obra suya que conozco no he
encontrado marinas, algo chocante en un artista tan vinculado al mar. ¿Es que no
busqué bien o es que no le atrae esa temática?

Has buscado perfectamente y no sabes cómo me gusta la pregunta. El mar me encanta,


naturalmente, es casi mi fuente de vida; Pero ocurre que artísticamente, le temo. Me
parece tan perfecto, tan inmenso y misterioso, con esa fuerza tan descomunal, con tanta
vida, con tanta muerte dentro de él, con esos indescriptibles colores…y ahora te
pregunto yo a ti…”cómo crees que un simple pintor podría plasmar todo eso en una
marina…?
Pero he de decirte que estoy en ello, pronto podré expresarlo como realmente quiero…

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¿Podríamos situar su trabajo dentro de alguna corriente pictórica? ¿Cuál sería
ésta?

Bueno…no me gusta “situar” mi pintura en ninguna, pero ¿podría ser el expresionismo?


No sé…tal vez

¿Con qué pintores se siente más identificado?

Me identifico mucho con la pintura de Kokoschka, Freud, Bacon, Valdés, los


impresionistas, Gustav Klimt (se me olvidan muchos)

Si tuviese que elegir un solo pintor de toda la historia ¿ con cuál se quedaría?

Lucian Freud

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¿Y si le preguntase el título del mejor cuadro del mundo?

jajajajja “La preguntita” se las trae, no sé…creo que diría “El Beso” de Klimt. Pero es
resumir demasiado, hay verdaderos genios de la pintura y por lo tanto obras geniales en
el mundo.

España está llena de artistas, su nómina de pintores es interminable, muchos muy


buenos; ¿Da la vaca leche para todos? ¿Es posible vivir de la pintura?

Mira, ahora mismo de la pintura pueden vivir muy pocos, eso es obvio y además lo sabe
todo el mundo, pero cuando no sabes hacer otra cosa (como es mi caso) y sientes
continuamente el deseo de expresarte mediante este medio, pues…no te queda otra.
Claro!!! Eso si puedes, te lo permite tu bolsillo o vives a duras penas. Hay que encontrar
algo “genial” que te diferencie y que tu aportación a la pintura sea un hecho, de otra
forma estamos perdidos.

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Una de sus últimas exposiciones ha tenido como temática exclusiva el universo del
calzado, ¿por qué eligió este tema tan curioso? ¿Es usted, quizás, fetichista de los
pies?

Más de los tacones que de los pies, me encantan. He estado casi dos años pintando
zapatos. Siempre he dicho que si fuera mujer llevaría unos taconazos…Creo que tienen
mucho que contar, sobre todo los que han andado tanto…y tanto

Tengo que decirle que a mí me han encantado las obras de dicha exposición,
repletas de fantasía y cromatismo. Sus cuadros incluso han dado el salto al cine, y
han aparecido en la película "No digas nada" del director Felipe Jiménez Luna,
¿cómo surgió esa oportunidad?

No la he visto, por cierto. Me lo propusieron en Torrelavega, yo trabajaba de secretario


en un Club de fútbol e iban a sacar algo con referencia a ese equipo. Vieron mi obra, les
gustó y me lo propusieron.

¿Volverá a repetir la experiencia o simplemente ha sido una anécdota en su


carrera?

Me encantaría, siempre cuando veo una película, una serie o cualquier anuncio, me fijo
irremediablemente en las paredes. Me parece una excelente forma de darte a conocer.
También me encantan las portadas de las novelas.

No quiero despedirme de usted sin felicitarle por ese Primer Premio que le han
concedido recientemente en Madrid, en el Concurso de Pintura y Arte por la
Igualdad y Contra el Racismo. ¿Le preocupan los temas sociales? ¿Los aborda con
frecuencia a la hora de crear?
Gracias. Por supuesto que me preocupan, aunque poco lucho por causas a veces tan
injustas, me solidarizo con mi pintura y expreso la tristeza y desasosiego que sienten
muchas personas en el mundo. Intento dotar a mis personajes del abatimiento y
desconsuelo que por ellos, a veces siento.

Le agradecemos le tiempo que nos ha dedicado y le deseamos éxito en su trabajo.

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ARTÍCULOS

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REYES CÁCERES MOLINERO

DIALOGO LORCA/DALI
EXPOSICION EN CAIXA FORUM

“Dalí, Lorca y la Residencia de Estudiantes”

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El otoño madrileño nos ofrece una original exposición conmemorativa del
Centenario de la Residencia de Estudiantes, organizada por la “Obra social La Caixa”
junto con la “Sociedad estatal de Conmemoraciones Culturales” y la colaboración de
la “Fundación Gala-Salvador Dalí “ y la “Fundación Federico García Lorca”.
La muestra es una mirada inédita a la relación artística entre Salvador Dalí y
Federico García Lorca. Arranca en 1922 cuando ambos estudiantes se conocen en la
Residencia y abarca hasta 1929. Son ocho años de intensa amistad y complicidad
intelectual. Tiempo en el que comparten experiencias a la luz de diversas influencias -
las vanguardias europeas- tiempo en el que son pioneros de una modernidad que más
tarde se bifurcaría en dos caminos distintos. Se trata de una relación compleja teniendo
en cuenta el potencial estético y la fuerte personalidad de los dos artistas. Durante estos
años se respetan mutuamente, se valoran y se influyen mientras cada uno va tomando
un camino diferente hacia su propio viaje artístico.

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La exposición reconstruye ese trayecto mostrando cuadros y documentos
escritos, no solo del mundo creativo de los dos protagonistas sino también de algunos
de sus coetáneos: hay piezas de Picasso, Miró, Cezanne, Le Corbussier, Giorgio de
Chirico o Ernst, entre otros. Un total de más de 300 piezas que ofrecen un retrato del
bullir estético del momento. Resultan muy ilustrativas las cartas de Lorca y Dalí,
atentos siempre a la modernidad, latente entonces especialmente en Francia e Italia y
plasmada en revistas, libros, fotografías o películas
Se concluye con un interesante documental titulado “Dialogo en la residencia”
de Manuel Gutiérrez Aragón en torno a las cartas entre los dos artistas. Una serie de
retratos, autorretratos y fotografías de estudiantes de la Residencia que consigue
reflejar con acierto y atisbar un poco el ambiente de esos años y adentrarnos en el
espíritu del centro neurálgico de la cultura española en el primer tercio del siglo veinte.
En su inicio se encuentran los orígenes de Lorca en el teatro y la música con su
deliciosa obra “El maleficio de las mariposas” que incluye figurines del pintor Rafael
Barradas. También se rastrean los primeros pasos de Dalí que llegó a Madrid para
estudiar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando pero ya poseía cierta
formación artística. Son años en los que irrumpen los diferentes istmos de las
vanguardias europeas: el cubismo, el purismo, la objetividad, el futurismo, o el
surrealismo. Lorca y Dalí se dejan impregnar de estos movimientos.

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La exposición se estructura en tres bloques temáticos cuyos títulos se han
extraído de la obra de ambos, bloques subdivididos a su vez en otros epígrafes.
El primer bloque, titulado “Residencia de Estudiantes”, comprende los años
1922-24. Es el momento del encuentro entre Federico y Salvador en la residencia, junto
con Buñuel y otros estudiantes , momento en el que se crea un punto de inflexión que
supone una alianza con la vanguardia. Esta etapa está marcada por una postura crítica
contra lo tradicional y académico, especialmente la poesía sentimentaloide, de ahí
nace el proyecto llamado “Cuaderno de los putrefactos” una serie de laminas
dibujadas por Dalí acompañadas de textos de Lorca.
Avanzamos en el tiempo y en la exposición y nos encontramos con el segundo
bloque bajo el epígrafe “Hay claridad”. Comprende el tramo temporal entre 1925 y
1928. Asistimos a la madurez artística de los dos protagonistas, inmersos en el trabajo
y en la producción de ideas nuevas, fascinados por los conceptos esenciales de regreso
al orden, el número, la proporción y la geometría, siempre bajo el paraguas de las
vanguardias. Es muy interesante la visita de Lorca a Cadaqués en 1925, invitado por
Dalí, etapa que da lugar a la producción de bellas obras de ambos. Otra idea novedosa
es la de “rehacer a Poussin según la naturaleza” o la llamada “voluntad pedagógica”
ligada a la modernidad que contrapone lo bueno y lo malo y en la que se muestran los
extremos estéticos.

Lorca escribe la “Oda a Salvador Dalí” y este le dedica el cuadro “Sant


Sebastiá”. Sus lecturas de las revistas L,Esprit Nouveau o Valori Plastici con sus
teorías en torno a lo metafísico y la “vida moderna” les conducen al dialogo y a la

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controversia. El postimpresionismo y los argumentos del fotógrafo alemán también
Franz Roth dejan huella en ambos.
Ya comienzan a asomar sus divergencias en su manera de enfocar el arte.
Aunque algunos temas son comunes su mirada es diferente: Lorca es más lírico y Dalí
se expresa con más crudeza. El proyecto de la revista Gallo impulsada por ambos
constituye el principio del distanciamiento.
Son muy gráficos y novedosos los espacios dedicados a “Marineros, mujer y
mar” que expresan las distintas interpretaciones de Federico y Salvador, así como el
llamado “Academias y claros de luna” inspirado en el manifiesto del futurista
Marinetti y su frase “Acabemos con el claro de luna” refiriéndose a la poesía.
Sorprendentemente, la luna aparece en las obras tanto de Lorca como Dalí, pero
vista con otros ojos.
El periodo entre 1928-29 supone el final de su mutua influencia estética y
culmina el alejamiento entre ambos, este bloque temático se titula Estética Fisiológica
en expresión de Lorca para referirse a Dalí. Salvador está cada vez más imbuido por
el surrealismo de André Bretón y muy inclinado hacia la obra de Jan Arp o Ernst
mientras que la estética filosófica sigue presente en la poesía y en los dibujos de Lorca.
Los puntos de convergencia en los que se habían compenetrado hasta el momento se
convierten ahora en la llamada “subjetividad radical”. El comisario de la muestra
Juan José Lahuerta ha señalado que hasta ese momento hubo entre ambos un
“decisivo dialogo artístico, no solo amistad”. En 1929 el poeta marcha a Nueva York y
Dalí se instala en Paris.
La exposición ofrece una mirada inédita y una visión transversal de las
vanguardias europeas, permanecerá en Caixa Fórum hasta el 6 de febrero para luego
viajar a Granada.

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ANTONIO ENRIQUE

UNA CASA EN NOVIERCAS


Es Noviercas una de tantas aldeas, en tierras sorianas, con el sagrado Moncayo al fondo,
que poco pueden decir al viajero que transite en dirección a Ágreda. Su silueta en el
horizonte se muestra, no obstante, inequívoca: un alto torreón cuadrangular y la torre de
su iglesia a unos cien metros; el caserío, al pie de ambos, apenas si de lejos se percibe
por lo minúsculo y espaciado, todo ello sobre una colina donde en verano el sol refulge
sobre las mieses que la circundan, creando una flama que desvirtúa los perfiles. Y sin
embargo, estamos ante uno de los enclaves literarios españoles de mayor y más
estremecedora significación humana.

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Los hechos fueron así, los hechos escuetos. Estamos en 1868, otoño. Huyendo de los
efectos revolucionarios de la Gloriosa, que le es hostil, Gustavo Adolfo Bécquer se
refugia en Noviercas, en el número 27 de la calle del Moral: una casa sórdida, de doble
planta, una ventana en la baja, dos en la primera, y otra en el sobrado, bajo el tejado con
chimenea a la derecha, según se mira. La puerta, adintelada y rústica, queda bajo la
vertical de la chimenea, la ventana del sobrado y una de las ventanas de la primera
planta: casa de piedra, angosta, primitivísima, sombría. Delante de la casa, donde hoy
transcurre la calle, había un huerto. En este huerto es fama que Casta Esteban, esposa de
Gustavo Adolfo, faenaba con el azadón las horas que las tareas domésticas le dejaban
libre. Apoyado en el flanco derecho de la casa, había un muro haciendo escuadra, y tras
él un corral. Tras de su puerta, Gustavo Adolfo, avisado de que, en su ausencia, Casta
recibe a un hombre, acecha, aprovechando que ha salido de madrugada con su hermano
Valeriano, volviéndose después sin que nadie le viera. Y allí oculto tras la puerta, ve, en
efecto, que un hombre llama a la puerta de la casa, se le franquea, y Casta y el hombre
se besan en el mismo umbral. No es una leyenda, ni un melodrama, es la página amarga
de aquel poeta que fue acusado –por Valera, nada menos- de escribir “suspirillos
germánicos”. Un hombre, en fin, atormentado, como tantos otros cuyo talento crea
disparidad con la vida. Pero que supo, a diferencia de todos ellos, sus contemporáneos,
poner la poesía al alcance del hombre de las multitudes y, simultáneamente, abrir la
perspectiva al simbolismo, del que nace toda la poesía posterior… Esto, y las secuelas
derivadas de la sífilis, que padeció.
El hombre es Hilarión Borobia, el novio que Casta dejó para casarse con Gustavo
Adolfo en mayo de1861; hombre corpulento, irascible, espeso, bronco. Le ha seguido a
Casta a Madrid, convirtiéndola en obsesión de su vida. Hilarión reta a Gustavo Adolfo
en la plaza del pueblo y por poco no le mata. Acto seguido, allí en Noviercas mismo,
Gustavo Adolfo abandona a Casta junto con los dos hijos mayores de ambos; el
pequeño, nacido en diciembre de ese mismo año de 1868, se queda con Casta. No
volverán a encontrarse hasta que Gustavo Adolfo esté próximo a morir en 1870, en el
piso de Claudio Coello, en Madrid. De los tres hijos que tuvieron, Gregorio terminará,
con el tiempo, en la cárcel, acusado de robar para mantener a su propia familia, Jorge
sienta plaza de soldado raso en Orán y su rastro se pierde en la historia, y Emilín ya no
es hijo de Gustavo, sino de Hilarión. El primogénito y el benjamín habían sido
bautizado en Noviercas, el pueblo de los padres de Casta –ella había nacido en la vecina
Torrubia del Campo-de quienes era la casa, en su iglesia parroquial de los santos Justo y

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Pastor; está al confín de la calle del Moral, con sólo ascenderla. Entre la iglesia y el
torreón se ubica la mencionada plaza pública. Allí se alzaba la fuente, donde Casta iba a
por agua. La gente del pueblo –unas trescientas almas, en la época-, cuando Emilín vino
al mundo, murmuraba que tenía toda la cara de su verdadero padre.

Bécquer había inspirado en Casta un solo poema, apenas una cuarteta de versos
forzados, pero premonitorios; en él Gustavo Adolfo se ve como “un corazón para el
amor ya muerto”, mientras que a ella la mira como la flor de un páramo: “Tú creces de

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mi vida en el desierto / como crece en un páramo la flor”. Julia Bécquer, sobrina del
poeta, hija de Valeriano, que tan cerca estuvo de ella en la infancia, nos la describe
diciendo que “era guapa, pero antipática; tenía en la cara algo trágico y desagradable”.
Pero lo cierto es que, fuera como fuese, Casta es, indiscutiblemente, la mujer de la vida
de Bécquer, y no sólo porque fuera la madre de dos de los hijos de ambos. La misma
escasez de inspiración que provocó en el poeta revela, precisa y paradójicamente, lo
cerca que estuvieron uno de la otra, tanto que no fuera preciso plasmar otros
sentimientos que los de la vida diaria. A todo esto, Gustavo Adolfo había tenido
múltiples amores y descuidaba la vida hogareña hasta extremos desesperantes para toda
mujer. En Noviercas, ella se hace cargo de todo, siempre, además, con la reticencia de
Valeriano, cuya relación con su cuñada era pésima. En la casa de marras, en una era
cercana, es fama que Valeriano trazó el famoso retrato de su hermano, el que pasará a la
historia, entre tantos, como arquetípico y definitivo. Casta, además, cuidaba de los dos
hijos de éste y su esposa Winnefred, una irlandesa al parecer insoportable también para
Casta.
A dos años de la muerte de Gustavo, Casta vuelve a casarse, esta vez con Manuel
Rodríguez Bernardo, hombre calmo, afable, recaudador de Hacienda, sin otro talento
que procurar un buen pasar a su familia. Borobia le mata a la salida de un baile de
carnaval de donde había sido expulsado, de un trabucazo, en 1873. Borobia muere poco
después en Beratón, aldea soriana donde sitúa Bécquer el escenario de su leyenda “La
corza blanca”. Es sorprendido robando su iglesia con una partida de malhechores y el
pueblo le mata allí mismo. Ya era conocido como el Rubio. Casta queda en situación de
desamparo. Conocidos eran sus sablazos a los amigos y conocidos del poeta, quienes,
finalmente, colaboran en un libro firmado por ella, titulado Mi primer ensayo. No se
resuelven sus penurias y su estado mental empeora. Casta Esteban muere en el
madrileño hospital de la Princesa víctima de horrorosas quemaduras, al prenderse en su
casa sus vestidos con el aceite de un quinqué, incendio previsiblemente intencionado.
Cuando en 1913 se rescaten de la madrileña Sacramental de San Lorenzo los restos
mortales de ambos hermanos Bécquer para trasladarlos apoteósicamente a Sevilla, nadie
se acordará de ella. Pero lo cierto había sido que Casta se casó ilusionada, con veinte
años aún no cumplidos, y la vida con Gustavo fue amargándola: sus desvíos, sus
infidelidades, su trato tantas veces displicente, como también sus numerosísimas
ausencias. Era una hija del Moncayo. Igual que la machadiana Leonor, nacida en
Almenares, a poco de aquí. (¿Qué tienen las hijas del Moncayo, que enamoran a los

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poetas andaluces?). No podía ser, la vida juntos. Gustavo sí, tuvo sus devaneos, sobre
todo con marquesitas, que le encantaban, a diferencia de las encallecidas manos de su
esposa, pero también es cierto que se desvivió porque nada les faltara, a su familia; su
correspondencia epistolar con Casta refleja un carácter benévolo, e incluso débil, de que
Valeriano le acusaba. Ninguno tuvo la culpa.
Esta casa de Noviercas está hoy en el abandono. Sobre las rejas de la ventana de la
planta baja, que da al cuarto donde el poeta acostumbraba a escribir, hay un letrero de
“se vende”. Un vecino, a mi pregunta de cómo la Diputación soriana no mete mano en
el asunto, me dice que pertenece a una señora que vive en Cataluña y que vende sólo
con la condición de quedarse con la primera planta. Uno no comprende. Un poco más
allá, siguiendo la calle que desemboca en un caminillo entre las mieses, se llega a un
paraje singular, como son todos éstos que dan con el Moncayo, desde aquí una inmensa
pirámide azul, en el centro transversal de la península, lugar sagrado donde las tribus
célticas terminaron uniéndose en sus ritos con los iberos: lugar el más simbólico de la
Hispania primitiva. Y de todo ha quedado una atmósfera poderosísima, una vibración
telúrica que todo lo impregna, de lo que Bécquer se nutrió, tanto aquí como en la
inminente Veruela. O como en esta ermita, a donde va a dar el sendero que sale de su
casa en Noviercas: Virgen de los Remedios, se llama. Y es tradición que aquí estuvieron
los cuerpos descabezados de los Siete Infantes de Lara, antes de ser trasladados a Salas
de los Infantes. Y hasta este paraje se llegaba Gustavo Adolfo con sus bártulos de
escribir, como de pintar, Valeriano. Y de aquí, de este aire, y estas espesuras
misteriosas, es la leyenda “Los ojos verdes”.
Es Noviercas. Aquí está.

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MARCOS CALLAU VICENTE

JOSÉ ANTONIO LABORDETA,


UNA ETERNA CANCIÓN DE LIBERTAD

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Aquel domingo despertó bajo un sol extremadamente pálido, sólo había que
bajar a la calle para darse cuenta. Esas calles desiertas de toda la ciudad estaban repletas
de semáforos mudos y el Ebro, que dicen siempre guarda silencio al pasar por El Pilar,
esta vez parecía no querer avanzar permaneciendo mucho más callado que de
costumbre. La razón es que había muerto un poeta, “El Abuelo” como todos lo
conocíamos, pero con él se nos había marchado mucho más que una vida, con su
marcha se esfumó la imagen del mejor espejo en el que los aragoneses nos habíamos
mirado, con él se nos fue una canción de libertad. En efecto, la libertad fue su única
bandera mientras que su palabra sincera, su eterna canción y su carisma nos hablaba del
amor a una tierra por la que luchó durante toda su vida y que defendió activamente
como Diputado en el Congreso desde el año 2000 hasta el 2008. Razones suficientes
para ser adorado por todos sus paisanos, Labordeta representó el principal referente
cultural, social, musical y político elevando así la autoestima de todos los aragoneses.
En sus actividades políticas participó en la creación del Partido Socialista de Aragón, se
presentó al Senado por Izquierda Unida y finalmente formó parte de la Chunta
Aragonesista siendo elegido Diputado por Zaragoza. Fue un pacifista acérrimo defensor
del “No a la guerra” y se manifestó en contra al Trasvase del Ebro. En sus últimos días
se le concedió la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X El Sabio, un reconocimiento del
gobierno a una vida dedicada a la defensa de la libertad y el pueblo. Licenciado en
Filosofía y Letras fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de
Zaragoza en el año 2010. Impartió enseñanza en el Instituto Nacional de Bachillerato
Ibáñez Martín de Teruel y en el Colegio Menor San Pablo.

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Su faceta como cantautor fue la más conocida siendo uno de los más
reconocidos exponentes en España, iniciando su carrera musical en 1968 con su álbum
“Andros II” y publicando veinte álbumes más durante toda su vida. En cualquier caso,
José Antonio siempre dijo que sus canciones eran poemas musicalizados y siguiendo la
estupenda referencia de su hermano Miguel Labordeta publicó doce poemarios a lo
largo de su trayectoria sin tener en cuenta todo el material inédito. Su actividad poética
es mucho más extensa pero desconocida para el gran público y además de suponer sus
comienzos nunca fue abandonada a lo largo de su vida. Esta obra poética le llevó a
convertirse en editor y posteriormente al periodismo llegando a fundar el periódico
“Andalán” que contribuyó a la formación del Aragón democrático. Después de todo
esto vendría el mundo de la canción, a priori el más conocido. Posteriormente trabajaría
con Antonio Artero en el documental “Monegros” donde ya se fraguó el germen de
“Un país en la mochila”, una famosa serie de TVE en el que José Antonio, durante
veintinueve programas, mostró al público la cara más oculta de la España más
desconocida y sus gentes. El resto de su extensa obra literaria se completa con dieciséis
obras entre novelas, cuentos, artículos y memorias.

Pero si queremos un ejemplo claro de la gran importancia que José Antonio tuvo
para todos nosotros nada mejor que la impresionante reacción de la gente, del pueblo,
tras su fallecimiento. En Aragón no había sucedido nada parecido desde la muerte de
Joaquín Costa. Desde las 18:00 horas del domingo hasta la medianoche del lunes más
de 26.150 personas de distinta índole y de diferentes partes del mundo (Estados Unidos,
Francia, Italia, Inglaterra…) visitaron la capilla ardiente del artista instalada en el

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Palacio de la Aljafería. Familias enteras se situaban en filas que llegaron a los tres
kilómetros de largo mientras no dejaban de llegar coronas de condolencia, entre otras, la
de Joaquín Sabina donde se podía leer: “Gracias por tu ejemplo”. Quizá esa sea la
clave, el ejemplo que ha dado con su vida y su lucha a todo el mundo. El momento
cumbre ocurrió cuando espontáneamente todo el personal se prestó a entonar el “Canto
a la libertad” como en una única voz, la del profundo sentimiento. Al día siguiente
hubo una emotiva despedida en la zaragozana Plaza San Felipe, en el Parque Grande
(que, a partir de ahora pasará a llamarse José Antonio Labordeta) y una multitudinaria
despedida musical al féretro a cargo de los músicos de la ciudad. Este adiós
probablemente no sea suficiente porque ningún adiós lo sería pero recordemos siempre
que José Antonio pedía ser recordado humildemente en sus propias palabras: “Como un
árbol batido, como un pájaro herido, como un hombre sin más”

En cualquier caso, aunque numerosas han sido las palabras de cariño escritas
estos días, desde aquí queremos añadir unas pocas más:

La escritora Sofía González Millán, autora del blog


miretounapoesiacadadia.blogspot.com, ha querido dedicar a la memoria de José
Antonio este emocionado texto poético:

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“Caminante que abres paso con tus versos en la tierra, entre las frondosas ramas tus
versos de tierra y agua, versos de la madrugada en libertad de tu patria. La arboleda te
sonríe, eres parte de sus ramas, aquí y allí suenan versos, versos como pajarillos,
verdes como la hojarasca, versos de Aragón, tu dama.
Tú moviste corazones, hoy los corazones hablan, sigues más vivo que nunca y presto a
pedir palabra.
Eres tú, por siempre seas, la voz frondosa del agua”.
(Sofía González Millán)

Para terminar, la escritora Marta Navarro García, autora del poemario “Ocho
islas y un invierno”, es probablemente quien mejor resume todo el sentimiento que José
Antonio Labordeta despertó en todos nosotros con su poema “En los latidos de las
palabras” publicado en un libro-homenaje titulado “José Antonio Labordeta: Creación,
compromiso, memoria”. Creo que es el mejor colofón posible para este texto que ha
pretendido ser un humilde homenaje y un necesario recuerdo.

En los latidos de las palabras

Hay ciudades que buscan sus raíces


en los latidos de las calles, en el interior de sus heridas,
ciudades que necesitan voces que rompan silencios,
mochilas que albergan pueblos desconocidos,
poetas que rompen el mármol de los días mediocres,
canciones cómplices que viajan de norte a sur.

Siempre hay países que buscan entre sus uñas


gente que anide en la dignidad sin colchones y sin mortaja,
que conozca el valor de la victoria del heno,
que escuche el grito silencioso de los ríos y sus cicatrices.
Para salir ileso de los vestíbulos de la nostalgia,
para sobrevivir a las tormentas cotidianas
hay que besar con fuerza las palabras.

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Y él,
con su gorra y su aire de piscis ciclotímico resignado,
sabe bien cómo borrar el alquitrán
y las moscas de los mundos hostiles,
sabe acallar a los guardianes de las serpientes,
sabe morder el óxido del olvido y acariciar la memoria de la nieve.

Y él,
con un embarcadero de tormentas en la voz,
ha navegado en tierras de secano sin naufragar.
Siempre con un mar de bolsillo en la mirada,
siempre con un rastro de tertulias y amigos en los tobillos.
La memoria de esta ciudad, otras veces tan ingrata, sabe bien
“que no amanece por nada”.
(Marta Navarro)

Gracias a Marta Navarro y a Sofía González por su participación e inestimable ayuda. Hasta
siempre, José Antonio. Tu canción de libertad nunca dejará de sonar en nuestra memoria.

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AURELIANO SÁINZ

¿POR QUE TODOS LOS RELOJES


MARCAN LAS 10 Y 10?

Ciertamente, todos los relojes en un momento determinado marcan esa hora, al igual
que las del resto del día, por lo que la pregunta completa sería: “¿Por qué todos los
relojes en los anuncios publicitarios marcan las 10 y 10?”.
Quizá el lector o lectora de este artículo no haya reparado en este hecho; es lógico,
estamos tan inmersos en un mundo sobresaturado de publicidad que ya no nos
detenemos casi ni a mirarlos, a menos que por necesidad tengamos que informarnos de
algún producto determinado que nos interese comprar y necesitáramos más datos.
No voy aquí a hacer la crítica tan conocida hacia la publicidad, puesto que, además de
ser profesor de imagen y diseño, he realizado numerosos trabajos dentro del cartelismo,
especialmente en campañas de tipo institucional. Reconozco que hay una publicidad
inteligente y bien hecha, que personalmente me gusta mucho; sin embargo, lo que suele
molestar es la invasión publicitaria que se produce en determinados medios,
especialmente los televisivos.

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En clase

Aparte de haber publicado libros y artículos sobre la publicidad, la suelo trabajar con
estudiantes universitarios que van a ser futuros profesores, puesto que necesitarán en el
futuro saber orientar a sus alumnos en la descodificación de los mensajes publicitarios.
Así, y de modo regular, trabajamos el diseño gráfico y la interpretación racional de los
anuncios, especialmente los que pertenecen a la publicidad estática, ya que deben
realizar los cuadernos didácticos de la publicidad.
Durante este curso, en cuarto de Psicopedagogía, un día que estaba proyectándolos en
la clase, un alumno me interroga: “Aureliano, ¿por qué todos los anuncios de relojes
marcan las 10 y 10?”. Me pareció interesante la pregunta, pues mostraba cierto interés
en ese enigma alrededor del cual se ha escrito bastante. Por mi parte, no quise darle en
ese momento ninguna aclaración que satisficiera su curiosidad, sino que acudí al largo
archivo que tengo y les proyecté una selección de anuncios de marcas de relojes con la
intención de que observándolos en la pantalla pudieran dar alguna respuesta que tuviera
una cierta lógica. Las respuestas que entonces recibí por parte de ellos eran vagas e
imprecisas, sin que pudieran justificarlas claramente.
Para que el lector o lectora pueda seguir un camino paralelo al que llevé en el aula,
muestro aquí algunos de los anuncios que proyecté en la clase.

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Veamos los cuatro primeros de las marcas Chanel, Gucci y Lotus y Thomas Sabo: todos
aparecen de manera frontal y aislados, es decir, sin que los porten ningún personaje.
Claramente se aprecia la hora de la que hemos hablado: las “10 y 10”. Si observamos
detenidamente a los tres primeros, comprobamos que el nombre se encuentra en la parte
superior de la esfera, de modo que la posición de las agujas “enmarcan” y destacan el
propio nombre del reloj. Esta sería la razón fundamental por la que se utiliza este
ángulo, de aproximadamente 120º, para el uso de la posición de las agujas en aquellos
relojes que se nos muestran de manera frontal a nuestra mirada.
Las objeciones comienzan a aparecer cuando vemos que el reloj número 4, de
Thomas Sabo, ya que tiene el nombre en el lateral derecho. Por otro lado, podríamos
preguntarnos: ¿Y por qué no podrían ser las “9 y cuarto”, con las agujas en horizontal?
o también ¿no valdría las “2 menos 10”, dado que forman el mismo ángulo? ¿Y si los
relojes los viéramos con cierta angulación?

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Como podemos observar, el cambio de la posición frontal con respecto al espectador
no afecta a la hora que se ha usado como paradigma de la mejor forma de presentación
publicitaria de los relojes. Llama la atención que en el anuncio 5, correspondiente a la
marca Gucci, el nombre en este caso se encuentra en la parte inferior de la esfera, por lo
que podría pensarse que, siguiendo la lógica del mejor enmarque, debería marcar las “8
y 20 minutos”, con un ángulo de las agujas hacia abajo; sin embargo, este ángulo, como
veremos, no es grato visualmente.
Resulta curioso que incluso en escorzos tan pronunciados para la vista del espectador,
como es el caso del anuncio 8 correspondiente a la marca Bulgari, se siga utilizando esta
hora. El colmo es el anuncio 10, de la marca Joy, en la que todos los relojes, masculinos
y femeninos presentados, marcan las “10 y 10”. ¿No sería más atrayente que
aparecieran otras horas? Lo cierto es que si se mostraran de este modo, tendríamos la
sensación de que los relojes estarían parados, puesto que para marcar horas distintas no
sería razonable posiciones diferenciadas entre unos y otros.
En ocasiones se presentan en los anuncios como si estuvieran portados por personajes
masculinos o femeninos, de los que únicamente se pueden ver las muñecas.

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En los anteriores anuncios, hemos mostrado desde la elegancia clásica de Pulsar y
Emporio Armani, pasando por otros más cercanos a la cotidianeidad, como son los de
Mandarina Duck o el de D&G, hasta la propuesta de tipo erótico de Calvin Klein (CK).
Lo más sorprendente es que en el anuncio 16 la hora se ve invertida con respecto a la
mirada del espectador, y, sin embargo, el reloj sigue marcando inexorablemente las “10
y 10”. ¿No sería mejor que marcara las “8 y 20”, de modo que el ángulo que forman las
agujas se viera hacia arriba? La respuesta la encontramos en la Gestalt o Psicología de

60
la Forma, que nos dice que independientemente de la posición en la que nosotros
veamos la presentación, pervive en la memoria la “mejor de las formas” que se han
afianzado en nuestro subconsciente.
Es frecuente, por otro lado, el que la publicidad acuda a personajes famosos para
anunciar sus productos. Esto ya no es ninguna novedad, puesto que tanto deportistas de
élite, como personajes de la gran pantalla aparecen al lado de la marca para reforzar
simbólicamente el valor del producto anunciado.

61
Sería larga la lista de los nombres famosos que asoman en los anuncios publicitarios
para promocionar marcas de relojes. Sólo por curiosidad, he traído estos ocho anuncios;
pero la lista sería muy grande. Aquí vemos a Brad Pitt, Leonardo DiCaprio, Roger
Federer, Sharon Stone, María Sharapova, Jorge Lorenzo y Fernando Alonso. Es una
pequeña muestra, pues ya sabemos que cualquier famoso puede anunciar distintos
productos, siempre que no entren en la misma marca ni el mismo personaje en nombres
de la competencia (por ejemplo: Rafa Nadal no podría anunciar Rolex, puesto que ya lo
hace Roger Federer).
¿Y qué horas marcan los relojes de los personajes famosos? Pues inexorablemente las
“10 y 10”. En esto parecen estar todos de acuerdo.

Algunas razones de peso

A la publicidad comercial no se le escapa ningún detalle que pueda favorecer la


promoción del producto anunciado y busca todos los recursos que empujen, en última
instancia, al ciudadano a la adquisición de ese producto que la marca comercializa.
El contenido de este artículo –las 10 y 10 horas- no es un juego o adivinanza que se
les haya ocurrido a los publicistas como divertimento con el que entretener al público.
No. Las razones se apoyan en que gran parte de lo que vemos, especialmente en el
campo de la publicidad, no se contempla de una manera racional y pasa al inconsciente
del observador, para resulta que esa información visual actúa en los mecanismos y
pulsiones ocultas que subyace en la mente de toda persona.

62
Como he indicado, la Gestalt o Psicología de la Forma abordó los estudios de
aquellas configuraciones que eran las más gratas para los individuos.Y en base a estos
estudios vamos a ver las razones por las que el ángulo que forman las agujas cuando
están en las “10 y 10” son las idóneas para el anuncio de relojes convencionales (no
digitales).
La primera razón, y la más fuerte de todas, es que tradicionalmente el nombre de la
marca se encontraba en la parte superior de la esfera del reloj, por lo que ayudaba a que
fuera más visible. Se optaba por la forma simétrica ya que resulta más placentera a la
vista que la asimétrica. Por ejemplo, la que comentamos y ya estandarizada es más
agradable a la vista que las “10 y cuarto”, que presenta asimetría.
Pero aquí no acaban los motivos de esta opción hacia esa hora. Existen connotaciones
visuales que nos han marcado desde la infancia y que permanecen como estructuras
profundas en nuestro inconsciente. Esto pude explicárselo a los alumnos de
Psicopedagogía que habían estudiado en cursos anteriores la evolución del arte infantil
y comprendieron bien lo que les decía a partir de comparaciones que les realizaba entre
anuncios y dibujos de los niños.
Así, podemos ver que hay una semejanza entre la forma de las agujas en esta posición
y una sonrisa, puesto que el círculo de la esfera del reloj recuerda a un rostro y las
agujas a los labios de la boca, como puede comprobarse por las semejanzas que se dan
entre el anuncio de TagHeuer y el dibujo del sol de una niña de 7 años.

63
Otras de las evocaciones agradables es a la forma de los pájaros volando que se
dibuja desde pequeños y que es una invención propia de los niños, pues es un fragmento
de los cicloides que ellos mismos trazan. Esto podemos entenderlo comparando entre el
anuncio de una marca de cervezas en el que aparece un reloj con un par de mariposas
volando y el dibujo de un niño de 5 años, en el que ha trazado un cielo lleno de pájaros
en forma de “V”.

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También hay una connotación inconsciente ligada al ámbito emocional: aquella que
la asocia con los brazos en alto y a punto de saludar o abrazar, con ciertas similitudes a
los ángulos que se forman la parte inferior de los corazones. Para que comprobemos
esta afirmación, traigo un anuncio de relojes Swatch y el dibujo de un niño de 4 años.
La forma de las pequeñas figuras con los brazos que se asemejan al ángulo de las “10 y
10” es bastante clara.

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Otra connotación visual, aunque en este caso pertenezca al mundo de los adultos, es
aquella que asocia el ángulo de las agujas con la “V” de la victoria que se hace con los
dedos índice y corazón cuando se logra un triunfo. Si miramos al anuncio 24, con
Fernando Alonso como protagonista, observaremos que el logotipo de la marca Viceroy
es precisamente una “V”, que coincide con la letra por la que comienza en nombre, pero
que hay relación con la que se forma con los dedos para remarcar el triunfo en una
competición.
Podríamos seguir hablando de más connotaciones, aunque no fueran de tipo visual.
Así podríamos preguntarnos por qué se ha adoptado la posición de las agujas marcando
las “10 y 10” y no las “2 menos 10”, cuando poseen el mismo ángulo. La razón hay que
buscarla en que, en el primer caso, alude a un avance, a “más”; en el segundo, a algo
que todavía no se ha alcanzado, a “menos”.
También, teniendo en cuenta que en nuestra cultura habitualmente puntuamos de 0 a
10, siendo la segunda la calificación más alta en los exámenes y las pruebas, la idea de
“10 y 10” connota una duplicidad de la máxima puntuación. De ahí que sea tan
frecuente que en los anuncios de relojes aparezcan deportistas, triunfadores en sus
disciplinas, como simbolización de ese triunfo o máxima puntuación repetida.
No quisiera aburrir a los lectores de este pequeño trabajo y que parezca una verdadera
obsesión la búsqueda de similitudes o connotaciones. Por ello cierro con otras dos

66
evocaciones visuales, como las de la hora y el escote femenino, en el anuncio de
Longines, o con las velas al viento en el de Corum…

¿Siempre las 10 y10?

Un dicho popular asevera que “toda regla tiene su excepción”. Así, en el archivo
publicitario que poseo hay cientos de anuncios que cumplen esta “regla” que he
comentado en estas líneas, aunque también tengo algunas excepciones.
Para entenderlo, hay que saber que dentro de las líneas que marcan las estrategias
publicitarias también se encuentran las de “llamar la atención”, “provocar”, “romper las
normas”, “ser originales”, etc. Esto es origen de algunos anuncios que desean romper
con la ya estandarizada del “10 y 10”.
Como muestra de esta “rebeldía” a la regla no escrita que preside la gran mayoría de
los anuncios de relojes, traigo este anuncio de la marca Rolex que marca las “2 menos
10”, en un intento de llamar la atención a partir de salirse de la norma.

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POESÍA

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JULIA GALLO SANZ

SIN ÉLITROS PRESTADOS

Despiertan al azar las inquietudes. Tropiezan.


Irrumpen cuando el alba somete a veredicto
los rincones que el forro trata de soslayar.

Cobija el hombre tanto desajuste de estrellas


en el cobalto propio del cielo que lo arropa,
que ve la noche azul de mineral teñida.

¿Cómo pasar la prueba sobre el cuero del mundo


-concedido de paso, a modo de alquiler-
con la clarividencia de sabernos pupilos?

Un día y otro y otro…, durante el tiempo mismo


que vivir nos otorga como préstamo-trampa,
en la anchura del plazo que se estrecha, ¡seré!

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Seré yo. Seré idea. Seré tierra acampada,
perspectiva que al ojo trata de seducir.
Y será frontispicio la entidad de mi todo.

No crecerá el herbaje mientras no eliminemos


la grama que lo ahoga. Las flores y las cruces,
el rocío en la hierba, son frutos del camino.

Habitan tantas dudas en los cauces del tiempo


que sería cruzada, propia de valerosos,
luchar con los muñones que la experiencia deja.

Conjuga laberinto Minotauro y carreras


en ambiguos tamales, sinuosos y ciegos,
porque todos llevamos el pecho corneado.

Herimos y nos hieren. Vivimos con heridas,


exhaustos por afanes de poder y avaricia;
y en estos mil pecados, llevamos penitencia.

Soliloquios de tumba conocen nuestros huesos;


de la cruz a la fecha, sendos nos igualamos:
colonos de la vida, penitentes en suma.

Portea el peso propio el hombre a las espaldas


camino de su Gólgota… ¿Para qué tanto absurdo,
tanta ignorancia, tanta, de vivir con torpeza?

Y cuando llegue el día en que nos examinen


de amor al semejante, conseguir buenas notas
en la prueba final, constituirá el indulto.

¡Ah!, si la noche arbitra solapar certidumbre,


no seré quien coarte su piadosa engañifa

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para que al sol rebrote la esperanza sin riendas.

Tan sólo la bondad, que como ajuar del hombre


contiene en sus esencias la belleza del cosmos,
puede eclipsar la pena y embridar arco iris

Se mirará ese día al espejo del túnel


buscándose la imagen en la eterna morada,
y se verá volando sin élitros prestados.

(Del libro RETROVISOR CON LLUVIA 1º Premio “Manuel Molina”


Ateneo Científico, Literario y Artístico de Alicante – 2010)

Foto de Mª Mercedes Álvarez (Flickr)

DUEÑOS DE LA CALLE

La Calle brinda
su innata condición de anfitriona.
Acoge, sin mirar, aspecto y alharaca,
despliega vericuetos, confluencias,

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ofrenda sus facha-das y guarece.
La Calle es libertad,
admite todo rol, toda cuartilla,
las hojas del otoño, excrementos de chucho,
papel de caramelo, cigarrillos.
Todo cabe en la Calle:
la verbena, la feria, el atentado,
el arte para el pueblo, los artistas,
los puestos de castañas en invierno,
el yonky sin estrellas ni futuro,
la meretriz con nómina en la esquina,
el chapero, el alcalde, la beata,
los nenes, sus canguros, los lisiados,
currantes sin su curro, los libreros.
La Calle es curativa,
despeja y distrae soledades:
Me salgo a la calle a respirar un poco, que se me cae la casa,
la memoria, los muertos, las ausencias…
Siempre es fiesta en la Calle en primavera,
en verano, rebrote de epidermis;
mas, su peor basura es el despido
que tira sus escombros ¡a la p…calle!
Todo cuestión de crisis…, o de clima.
No la ensuciemos.

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CARMEN RUBIO

RECADO PARA UN POETA


A Leopoldo de Luís

Se recogió la tarde como un cuerpo que duerme.


Tu voz lenta llegaba
ordenando la urdimbre al pensamiento.

De tu palabra supe
que todo nuestro mundo se reduce a una isla,
que se nos pierde el nombre,
que hay momentos
para olvidar -de forma intencionada-
en el andén, el fardo más pesado.

Tu voz era la arena


donde el mar siempre vuelve,
ese tren que se marcha sin dejarnos del todo.

73
Si fuera tu palabra...
No podía meter la luz en un dedal
ni calcular el aire de tu vuelo,
mas tu voz
iba dejando un rastro para encontrar la fuente,
ese color acorde en el paisaje,
quizás el breve espacio
que en nuestro tiempo somos.

PATIO ANDALUZ
(Óleo)

Un patio de baldosas.
En las tapias, la espuma
de un limonero en flor.
Una descolorida mecedora
que, sin vaivén, acuna a un anciano dormido.
-una raya de sol que se inmiscuye,
a través del ramaje, la señala-
En el portón, un lienzo a guisa de cortina.
Paz y sombra. Geranios.

Por la ventana -casi- asoma el rostro


de una mujer que corre los visillos.
Todo lo que fluía calla ahora.
Arriba, cielo o lumbre,
bate graciosamente su azul monotonía.
Tic-tac. La tijereta rural de la chicharra
va mordiendo
el mantón amarillo de la siesta.

74
LUIS ARRILLAGA

EL TIEMPO DERROTADO

Nace el sol en el pecho desgarrado


como bandera de los sueños
nacen los lirios de la sangre
en este manantial de luz y duermevela
los ojos se acostumbran al suplicio
y en las praderas de la noche
una cruz se levanta para saciar la lluvia
que descansa en la carne
hay una claridad insomne en el futuro
los siglos se acumulan en un bolsillo roto
mientras la luna culebrea
por los caminos viejos
porque el tiempo traiciona los instantes
de dicha y abandono
el tiempo derrotado en el confín del labio
cuando el frío sucumbe y los besos silencian
este dolor que yace en mi cintura.

75
ISABEL MIGUEL

Se hizo la noche abrigo en mi perchero


siendo la misma esencia de lo oscuro,
navega entre sus sombras el futuro
sin avistar ningún puerto certero.

Soledades y nieblas en mi armario


como espectros colgando insatisfechas
viven, siendo fantasmas de otras fechas
caducas ya en un viejo calendario.

He pintado paredes con la vida


y, a falta de jardín, pongo en macetas
brotes nuevos de savia contenida.

Y hacia el sol y hacia el viento abro mi casa


y, en lid contra el pasado y sus caretas,
cedo paso a la luz... y el tiempo pasa.

76
ANA MARIA CASTILLO MORENO

LA TARDE Y TÚ, CONMIGO

Tremolina de luz, besos y viento


para el mar de tu rostro oscurecido,
para ese mar lejano donde aguardas
un sol definitivo.

Te pienso en la atalaya de la encina,


vislumbrando en la tarde mi destino.
Me sé pájaro indómito, insaciable.
A tu amor me dirijo.

La tarde está sangrando. Se detiene


un instante ante mí. Yo la acaricio.
En un gemido manso se me duerme.
A tu sueño la envío.

Será cendal amante entre tus manos,


un vuelo blanco, un lírico suspiro,
eterno amanecer para tus ojos.
¡La tarde y tú, conmigo!
(del poemario "El Despertar de las Adelfas")

77
JUAN MANUEL PÉREZ ÁLVAREZ

XXII
Árbol de la trascendencia

que, junto a la blanca tapia

de la luz, del fondo surges

e invisible te levantas

por encima del tejado

de la solitaria casa

del mundo, por fuera oscura,

y por dentro iluminada.

Mensajero de oro puro,

música de las montañas,

limpio perro de silencio,

lago de agua enamorada.

Yo, a la sombra tuya canto,

patria dulce, fiel morada.

Son tu tronco el sentimiento

y tus ramas la palabra.

Surtidor de confidencias,

78
sobrenatural cascada,

vida y ley del universo

y sus sensibles pantallas.

Arlequín de los colores

y texto de mental carta,

eres la Sabiduría ,

eres alegría y alba.

Infinitas son tus hojas,

cada una una esperanza,

enunciados de un mensaje

que es el tiempo y nunca cambia.

Son tu tronco el sentimiento

y tus ramas la palabra.

Son tus labios en el viento

- cada hoja de tus ramas-

cuchillos de fría nieve

que sus silbidos desatan,

y son tus raíces profundas

capitales deseadas,

que a través de tierra oscura

nos conducen a tu patria.

Debajo de tu corteza,

la savia del sentir pasa,

hacia tus frutos verbales

que en el paladar del alma

se deshacen en delicias

y en alimento nos sacian,

79
cual sueños que verdaderos

en nuestro cuerpo se encarnan,

Son tu tronco el sentimiento

y tus ramas la palabra.

80
OSWALDO ROSES

Poema que no escribe nada

Como recuerdo
quiero la brevedad de una pequeña palabra
entre la fría soledad de los tiempos:
poco
más que eso
es la fuerza del corazón.

Como recuerdo tan sólo


quiero una lágrima hablada
por una caricia hacia la noche,
color de sangre,
color de sobreexistencia nimia.

Como una hoja de luz


caída,
caída

81
más y más para un corazón que se ha abierto
aun,
aun más antes que el mundo.

Como una gota de silencio íntimo


– ¡oh!, como un ave extraña –
que, de improviso,
aparece con su pan
de cuerpo indetenible,
de maravilla tácita o espiritual,
de libertad imaginada.

82
ROLANDO REVAGLIATI

A León Felipe

El sueño y la locura son un lagarto, León

el que nace en Zamora y sigue creciendo en

[Salamanca

el poeta maldito, el emperador león de los

[lagartos

el viento el viento el viento

es la canción lo que se ha roto

Manos de los arzobispos

raposas

y payasos que tienen la palabra

vehementes exiliados

doña Muerte y don Amor, en fin

grandes buzos y enormes pescadores

el grandísimo generalísimo se queda con todo

amaso tu decir, el salmo es tuyo

83
una obra nombrando, éstas son mis llaves

existo luego

de llorar, aullar y blasfemar

El borracho cuando se desploma

(y el mestizo)

también es un lagarto.

84
FRANÇOISE ROY

El lucífugo animal nocturno


!
El lucífugo animal nocturno (pelagia noctiluca) que en medio de ti late con
pertinaz golpeteo de pulsaciones, perdido en el universo de luz que lastima sus ojos y
descolora su pelambre, desdibuja la campana que le repica en la palma.
Ese lucífugo animal nocturno inaugura el piélago de azogue donde tus objetos
celestiales no visibles giran.
!
Alto brilla el sol, pelagia diurluca. Refulge ennegrecido en el jardín que posee tu
alma más reciente, el jardín donde yo solía darme baños de luna y en la húmeda arcilla
del cual me fuiste a enterrar.
Ahora, me persigno en los visiteos espectrales de las medusas: broto de nuevo,
despierto del suelo antes yermo, primaveral, excesiva, abandonada a la rauda
luminiscencia del imborrable sitio. No adolezco de tu ausencia.
Nupcias post-mortem de donde he de regresar carente de tu mirada de espejo,
revestida del manto capitular, embajadora de la calma, del sextante, de la destreza, de
los remotos dones que se descarrían en camino.

85
86
DIEGO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ

ESCALOFRÍOS

Llegaban camionetas envueltas en el ruido,


rugiendo por la densa tristeza de los campos.
Llegaban hombres fatigados,
prófugos del horror vivido;
hombres sin honores, sin nombre ni apellidos,
sin medallas; oscuros como escombro amontonado
camino de otro infierno inmerecido.
Llegaban sin ropa ni zapatos,
sin un caballo de cartón para aquel niño
que se escondía tras sus cerrados ojos.
Llegaban con el corazón ennegrecido.

No existía abono suficiente para ennoblecer


la tierra mancillada; no existían
regalos canjeables por miembros amputados,
no existía dulce vino, ni cerveza amarga
para celebrar victorias ni derrotas...

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Llegaban por el hueco de las sombras
dejando escalofríos entre las piedras.

(Del poemario “ La embriaguez de los salmos”)

DAÑOS COLATERALES

Cada día, los niños


juegan a la guerra sobre las cenizas
aún calientes de sus casas.
En la muda de sus dientes brotan
espadas afiladas en la oquedad de sus colmillos
y sus sonrisas diminutas no llegarán a ser de nieve.

Cada día, caudillos militares


pasean orgullosos sus heridas
por los huecos de las anchas avenidas.
Enhebran la aguja del orgullo en el aire
viciado de sus cuerpos y sacan pecho,
arremangando sus camisas para exhibir sus tatuajes.

Cada día, anónimos soldados


mutilados parten de la estación central,
desde donde se fletan trenes atestados de dolor.

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Van desvistiendo a sus esposas mientras fuman
pólvora y tabaco y los reclutas se emborrachan
con el agua oxigenada del recuerdo del cabello de sus novias.

Cada día, los carniceros de ángeles


separan los cuerpos de las plumas de las alas
en los mercados oscuros y vacíos.
Los gatos persiguen a las moscas
y las ratas andan ocupadas en roer
las ensangrentadas camisas arrojadas a las alcantarillas.

Y, de vez en cuando,
un fuerte remolino rompe el sosiego
y arrastra por el aire los corderos del rebaño
hasta los altares de mármol donde esperan,
con las cuencas de sus ojos vacías,
las calaveras de los dioses olvidados.

Sobre los duros peñascos,


donde jugaban los niños, van creciendo
algunas cruces, para hacer más duradera
la memoria de aquellos muertos que llaman
“daños colaterales”.

89
FERNANDO FIESTAS

“Yo me entrego a mi muerte,


con puñados de infancia.”
Alejandra PIZARNIK

“EPITAFIO”
Como llama de un silencio
que no apagará ninguna hoguera
quedará para la memoria
y para la eternidad
la luz de las puertas sin nombre;
quedará nuestro exilio
y cuanto hicimos juntos
como este letargo
del que nunca despertaremos.

Quedará para las ventanas


y para la voz del piano
el visillo de la promesa
no cumplida, elevada
sobre los corazones,

90
con un suspiro de piedra
que nunca se agota.

También tu perfume,
tus huellas dactilares,
la pecera y el misterio,
el olor a casa dormida,
todo quedará resumido
en baldosas y fechas.

Dibujo de Fernando Fiestas

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ÍÑIGO LAQUERRÁ

Helado oscuro

“La felicidad está en la sala


de espera de la felicidad”.
(Eduard Punset)

En el umbral el membrete.
¡Vete!

La cucaracha vestida de regalo:


ramillete de complejos o espejos
hechos añicos.
Abanicos.

Presa de pánico y arrabal,


el camino del mal
bien entendido.

92
Porque no es feliz quien puede
ni quien quiere
sino
quien
es
pera.

93
MARCOS CALLAU VICENTE

A un barco varado en ciudad sin mar


(Dedicado a Segovia)

Alejado de la pétrea huella romana


por calles empedradas donde resuena la historia

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los inciertos pasos de mi vida
me llevaron a escuchar
el imposible concierto callejero
de un piano viejo y solitario
estancado en la Plaza Mayor

Ante la dama de las catedrales


su estirado y gótico rumor
dibujó mi camino
para adentrarme en un paisaje
que, desde entonces jamás olvidaré
Caminé por el portón de San Andrés
hasta el jardín de los poetas
y una vez allí
intenté descifrar si todo aquello era real
o sólo una parte de un poema
forjado en lejano lugar o en pupila enamorada
Finalmente me detuve a escuchar
las voces de los más sabios
y ocupé mi lugar

El atardecer llegó insolente


derramado por la cuesta de San Juan
De la cruz la sombra el río descansó
y por respeto calló
ante la majestuosa estampa del Alcázar

Aquí, desde el barrio de San Marcos


mientras el ocaso descarna la ciudad
un barco nacido de un sueño antiguo
persiste varado entre dos ríos, en un paisaje sin mar
que cada noche resucita
bajo una luna lejana y una fábula medieval.

95
PABLO VOLUMEN

CUIDADO

Me quedé en la barra
esperando a que ellas bajaran,
habían ido un momento al servicio.

Una de ellas
era la nieta de mi jefa,
y son dos cosas por separado,
o te quedas sin chica esa noche
o pierdes tu puesto de trabajo.

Prefería ser un perdedor,


de lo que fuera,
de algo.

Tenía que tener cuidado,


pero el vestido blanco
que ella llevaba no lo tenía,
no tenían cuidado sus pendientes
ni sus labios pintados,
sus ojos no tenían cuidado,

96
su pelo rubio no tenía cuidado,
sus curvas no lo tenían,
ni sus caderas ni sus piernas,
tampoco sus tacones altos.

Yo iba a tomar mis precauciones,


pero a mí el cuidado
me traía sin cuidado,
yo respetaba a las abuelas,
pero era un descuidado
con las nietas.

Ella no tuvo cuidado


con sus labios,
por eso, los míos
tampoco lo tuvieron.

97
NARRATIVA

98
ALEJANDRO MORENO ROMERO

AQUELLA NOCHE

Aquella noche podíamos haberlo pasado divinamente si no llega a ser por el Chato
Ortega, que siempre la anda liando. Mira que le dijimos: “Anda, Chato, estate tranquilo
y no la líes, que todavía es temprano y para qué queremos problemas”. Pero como el
Chato Ortega, cuando se mama no rige, hasta que no se meó en la puerta de la
comisaría, no paró. Al principio creímos que con salir corriendo lo íbamos a remediar,
como otras veces, pero aquella noche tuvimos la mala suerte de que venía de frente una
lechera de la pasma y nos cortaron el paso. Cada uno tiró para un lado pero ellos eran
cuatro y, como se saben el barrio de memoria, los jodíos, nos fueron encarrilando como
ganado hasta que nos dieron el alto contra las rejas del parque, que no se pueden saltar.
Total, que al Chato Ortega se lo llevaron entre dos, el cabo Briones y el agente Galindo,
que lo habían visto mear donde no debía. El Chato iba muy manso y hacía bien porque
con Galindo, que es como una nevera, no valen coñas. De Galindo no se sabe que le
haya tocado la cara a nadie, y menos a pringaos como nosotros, que mira que es raro,
pero es que si te agarra por el cogote y te zamarrea, te cruje hasta el DNI y desde luego,
se te quitan las ganas de cachondeo para un mes.
El inspector Larrea dijo: “De estos dos me encargo yo”. Mandó al agente Ramírez a por
el coche y se nos quedó mirando al Zacarías y a mí como si nos fuese a tirar a la
papelera.

99
- Y vosotros dos, ¿qué? ¿También os gusta mear en la pared? Porque os aseguro
que os vais a mear los tres. ¡Hombre, joder, ni que fuerais críos! ¡Que ya tenéis una
edad, digo yo!

Al Zacarías, que ya debe de andar flojo de muelles, se conoce que con el sobresalto, se
le escapó un pedo, un pedo largo y quejumbroso, como la sirena de un petrolero. Y yo,
cuando lo vi al Zacarías, tan mierdecilla y tirándose aquel cacho de pedo, la verdad, que
no lo pude remediar y me entró la risa tonta. El inspector Larrea no tiene mucha mala
leche de por sí, por eso creo yo que se quedó un momento como pasmao, aguantándose
la risa.

Pero es que hay detalles que cabrean mogollón, así que le tiró un revés al Zacarías, poca
cosa, pero el Zacarías se encogió y la leche se la llevó la reja del parque. Como el
inspector Larrea es zurdo, además de la mano, se machacó el reloj contra los barrotes,
que para mí que fue lo peor. Lo cual que aprovechando que andaba doblado y con la
mano en el sobaco, echamos a correr, pero, claro, en tres segundos lo teníamos detrás.

Las cosas que no pasan en un año, hay que joderse, pasan en un minuto. Al volver la
esquina del parque, que está bastante oscura, vimos que el inspector Larrea patinaba
sobre un pie y desaparecía detrás de un banco. En un pis pas se levantó y entonces nos
quedamos cagados perdidos porque parecía que le sangraba la cara. “Verás tú si,
encima, nos van a echar la culpa a nosotros”, pensamos, a la vez, el Zacarías y yo.

Apretamos a correr pero, de repente, nos encontramos con una cosa enorme que se nos
echaba encima. “¡La pringamos, el Galindo!” dijo Zacarías, pero no había terminado de
decirlo cuando nos estrellamos contra las gigantescas tetas de Sara La Verdugona, que
seguro que iba camino del parque en busca de negocio. Al inspector Larrea le faltó un
pelo para acabar en el mismo sitio que nosotros; menos mal que frenó en seco. Sara La
Verdugona, con sus dos metros y sus noventa kilos cumplidos, casi no echó cuentas ni
del Zacarías ni de mí, pero se conoce que le pareció que Larrea iba en mal plan y como,
entre la oscuridad y la cara manchada, no lo debió de conocer, le arreó con el bolso.
Sara es de las que llevan en el bolso la maquinilla de cobrar con tarjeta, de manera que
el inspector Larrea se tambaleó y si La Verdugona no lo agarra, se desnuca.

El Zacarías y yo nos escabullimos pero, al cabo de cien metros o así, nos entró el

100
regomello de saber en qué habría acabado todo. Nos daba mucho reparo pero también
mucho morbo, así que nos metimos por una puerta del parque, que aún estaba abierta, y
escondiéndonos en el seto que hay detrás de la verja, llegamos hasta donde se
escuchaban las voces de Larrea y Sara La Verdugona:

-¡Deja que los agarre, deja tú que yo los agarre, que se van a enterar! ¡Y tú, leche, que
por poco me matas, que parece que estás tonta!

-¡Pero, hombre, Luisín, cómo iba yo a imaginar que eras tú! ¡Anda que te has puesto
bueno! ¡Tanto depósito para las cacas de los perros y mira tú para lo que sirven! ¡Tú no
te preocupes, que la toalla es lo de menos. Ahora mismo te doy con un poco de colonia
y tan ricamente!”

- ¡Colonia tuya, no, joder, colonia tuya no, que es lo único que me faltaba!

El Zacarías y yo salimos de naja, antes de que nos fuera a entrar la risa.

Ahora que lo pienso, aquella noche, bien mirado, lo pasamos pipa.

Claro que la verdad es que los jubilatas, ya, a nuestra edad, nos divertimos con
cualquier chorrada.

101
CARMEN GRACIA

AGENDA INTERRUMPIDA

¡De cuántas cosas podría hablar el ciprés del claustro si tuviera el don de la
palabra! Valentín apoyó la mano sobre su tronco y elevó la mirada hasta el final del
mismo. El cielo estaba espléndido y su cabeza, aunque menos azarada, la tenía puesta
en el hogar perdido. Dio unas palmaditas al árbol y se dirigió hacia la capilla del
monasterio.

Reinaba la armonía. Sólo las notas del canto gregoriano resonaban en el sagrado
recinto de Silos invitando al recogimiento y a la reflexión. Él las escuchaba con
devoción desde el banco de atrás en el que estaba sentado. Había pasado una semana
inolvidable junto a su amigo Manolo, monje de esta comunidad, gozando de la paz que
emanaban de los muros y habitantes. Llegó hasta allí de manos del destino. Una
llamada telefónica desencadenó el ansia de querer estar en soledad. Una vez más, las
palabras dichas en un momento de ofuscación martilleaban sus sienes.  ¡No, María,
no puede ser! , gritaba desaforadamente a su esposa que le escuchaba tensa
sentada en el sillón.  No comprendo que Dios nos haya jugado esta mala pasada.
 Desde luego, espetó, la culpa no es mía porque en mi familia no hemos tenido

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ninguna persona con taras, y ya ves, nuestro hijo es “mongólico”, y para más
“INRI”, es el único varón. La culpa y castigo tienen que ser tuya y de los de tu
parte .

Comenzó el juicio que parecían no tener fin. El Juez, al ver que no había
acuerdo en entre las partes, firmó la sentencia de separación del matrimonio. Los actos
judiciales los había emprendido Valentín García de la Parra.

Libre y señor de sus actos, el resentido galán emprendió una loca carrera a la
caza de mujeres, queriendo vengarse de la vida misma. Se sentía defraudado, engañado
y manipulado, eso sí, él era muy hombre y le parecía que en el mundo no había nacido
varón que le superara en nada.

Llegó el tercer verano de su separación y pensó que sería bueno descansar en el


pueblo y más barato porque, con la vida de “calavera” que llevaba, los dineros
desaparecían como por encanto y se marchó a pasar unos días a la casa heredada de sus
padres. El varón herido empezó a destapar los muebles cubiertos por sábanas blancas
para impedir que el polvo los deteriorara, se sirvió una copa y recorrió la casa con los
sueños a flor de piel. Hizo un alto cerca de la chimenea. Allí estaban sus libros de
escolar, junto con otros muchos que sus padres y madrina le habían regalado, pero le
sorprendió uno que hasta entonces no había visto; no tenía título alguno en el lomo y lo
cogió con curiosidad. Se sentó y empezó a leer el que resultó ser el diario de su padre;
se detuvo en la página 33: “Hoy se nos ha ido Ramón con Dios, él no se ha dado cuenta
de lo que le sucedía porque su intelecto no le daba para más, era un niño de esos que
las gentes llaman “mongólico”. Gracias Señor porque nos has dejado a su hermano
Valentín. Descanse en paz”. No salía de su estupor el señor García de la Parra. Nunca
nadie le había dicho que su hermano tuviera ese síndrome. Sólo que había muerto. En
un momento de serenidad se le hizo la luz y pensó cómo se había dejado llevar por la
ofuscación de tal manera; podría haber sido él el “tonto” y el muerto. ¡Qué poco había
valorado la vida! Ahora todo estaba claro para él. La existencia se le tornó negra y se
le rompió en mil pedazos. Su cabeza era como un molino de viento sin saber dónde

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detenerse. María no le perdonaría jamás los malos tratos que le había inferido y veía
difícil dar marcha atrás.

El día en Silos seguía su ritmo. Los monjes hacían sus oraciones. Sólo él
continuaba sumido dentro de sí mismo, aunque más sereno y con las ideas más claras.

El chirrido de un gozne mal engrasado, irrumpió en el recinto, apagando por un


instante, el espléndido Libera me, Domine.

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FEDERICO FAYERMAN

BUKOWSKI CLUB

Alterio caminó a grandes pasos por la calle de la Ballesta bajo la pluma del escritor,
hasta detenerse frente al número 5. Subió las ruidosas escaleras de madera hasta el
cuarto piso. Punto y aparte.
Derio Frey, arrastró la silla y se sirvió un güisqui del viejo mueble bar. El timbre de la
puerta sonó taciturno sobre el papel, y Alterio, acompañado de una rubia de ojos claros
y curvas cerradas entró en el salón. Él, pelo largo, cara ancha y gesto disgustado. Una
pequeña mesa llena de cuartillas y una papelera repleta de hojas arrugadas componían
junto al mueble-bar el paisaje casero. En la habitación de al lado, a través del hueco de
la puerta, se distinguía una cama arrimada a la pared bajo la ventana y una estantería,
amontonada de libros.
ooo O ooo

Alterio solía frecuentar el Bukowski Club, desde las nueve de la tarde que abrían hasta
que le invitaban a salir para echar el cierre y mostrar a los trasnochadores los artísticos

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grafitis que lo adornaban. Aquella noche de domingo había tenido que subir
nuevamente al pequeño estrado, leer otro relato de Derio y soportar los aplausos
merecidos pero no dedicados a él. Bien es cierto que Alterio, aprovechaba la voluntaria
ausencia de Derio para cambiar algunos párrafos y a veces equivocarse a propósito y
mirar de reojo al atento auditorio buscando una señal de rechazo al texto. Pero no solía
tener éxito, como mucho, los presentes aprovechaban esos lapsus para llevarse el vaso a
los labios o para pedir otro cóctel con una seña sutil al camarero.
Al fondo del Bukowski, bajo una fotografía del escritor norteamericano, Ana levantó la
botella de cerveza ofreciendo un brindis a Alterio.
-Excelente tu lectura del relato, -dijo Ana sarcástica, mientras desenredaba su pelo con
los dedos.
-Gracias por nada,-susurró Alterio tomando asiento a su lado con cara de pocos amigos.
Chocaron las cervezas. El estrado volvió a ocuparse y ambos callaron mirándose a los
ojos.
Ana encendió un cigarro y compartieron el humo, silenciosos.

Ooo O ooo

¿Queréis beber algo? –peguntó Derio, mientras se servía otro güisqui. Desde la cocina
llegaba el repiqueteo de una tapa de cacerola mal cerrada, que dejaba escapar olor a
guiso tradicional.
-Queremos hablar contigo, -contestó Alterio, rechazando la invitación y sentándose a
horcajadas en una silla frente al escritor. Queremos que nos liberes, que nos dejes vivir
nuestra propia vida. Queremos desarrollarnos sin tu tutela.
.
-Sabéis que eso es imposible, dijo Derio apagando dentro del vaso el cigarrillo que se le
había consumido entre los dedos. -Yo os he creado y os iréis solo cuando yo lo desee.
Entonces Ana extrajo una pequeña pistola de su bolso y apuntó a Derio.
-No seas absurda Ana, dijo el escritor.
Aunque le temblaba la mano, Ana disparó.

Ooo O ooo

106
Esa noche, Alterio salió del Bukowski un poco antes de las dos de la madrugada y
esperó a Ana en la calle. Cinco minutos después volvió a entrar y la buscó inútilmente
entre el humo, en la sala, en la cocina y en el aseo. Intentó preguntar por ella, pero los
clientes, concentrados en el orador, le ignoraron. Se sintió invisible, como si ya no
existiera. Como si nunca hubieran existido ninguno de los dos.
ooOooo

Una hora antes, bajo la fotografía del novelista, al fondo del Bukowski, y envuelta en
volutas de humo, una morena de uñas escarlata le miró fijamente mientras se
aproximaba. Derio frenó su silla de ruedas y alguien le acercó el micrófono. Sacó unas
cuartillas manchadas de sangre del bolsillo interior de la chaqueta y leyó su relato.
Los aplausos ahogaron el ruido que provocó su cuerpo al desplomarse sin vida.

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MARÍA DEL MAR GARRE GARCÍA

RAYOS DE SOL

Segundo premio del Certamen Literario del IES Celia Viñas. Almería

"Para May, mi gran amiga y poeta"

Cuando me llamaron por teléfono y me avisaron de que mi hija Elena estaba en el


hospital, mi mundo se vino abajo. Ella era lo único que tenía. Mi vida no ha sido fácil:
con dieciocho años me fui a estudiar lejos de casa con mi novio, Luís. Mis padres me
rechazaron. Me licencié en periodismo. Nos casamos y comenzamos la vida en común,
poco tiempo después nació nuestra hija. Sin embargo, la felicidad fue demasiado fugaz.
Cuando la niña tenía pocos meses, mi marido murió en un trágico accidente de tráfico
que me dejó rota por dentro. A partir de ese momento, me dediqué por entero a sacarla
adelante. No fue tarea fácil, estaba en una ciudad desconocida, sin el apoyo de nadie.
Apenas tenía amigos y mis padres seguían sin hablarme. Conseguí un buen trabajo en
un periódico, y hasta aquella tarde de abril, las cosas no nos fueron demasiado mal.
Elena era una niña feliz, despierta y alegre, como su padre. La miraba a ella y creía estar
viéndole reflejado en su rostro lleno de pecas. Mi hija era y siempre será la razón de mi
existencia. Por ello, aquella llamada del hospital me partió en dos. Recuerdo que caí de
bruces sobre la alfombra, haciendo añicos la fotografía enmarcada que Luís, la niña y yo
nos hicimos en el parque.

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Rápidamente, me dirigí a la clínica en taxi y comencé a buscarla desesperadamente.
Irrumpí en la sala de espera como un ciclón, y abracé con fuerza a mi amiga Sofía en
cuanto la encontré. Ella se había encargado de llevar a la niña al hospital, pues se
encontraba en su casa aquella tarde, mientras yo redactaba un importante artículo para el
periódico. Presa del dolor y la angustia quise hablar con el médico. De repente,
apareció. Era un hombre de treinta y pocos años, alto y atractivo. Pese a lo abrumada
que me sentía, algo en sus facciones me hizo recordar, pero ahora no tenía tiempo de
pararme a pensar, una sólo cosa me tenía absorbida: Mi hija. El doctor me condujo
dentro de la habitación. Rápidamente, abracé a Elena, que estaba dormida. Según las
pruebas que le habían practicado,—comenzó diciendo, mi hija padecía una enfermedad
del riñón y necesitaba un trasplante urgente. Rompí a llorar. El facultativo me tendió su
pañuelo de tela para que enjugara mis lágrimas, a pesar del llanto me fijé que tenía
bordadas las iniciales “A.F. ”. Lo miré a los ojos, unos profundos ojos castaños que
evocaban en mi interior ciertos recuerdos del pasado. No había duda, el doctor
Fernández era una persona cercana y amable. Pese a haberme conocido aquella misma
tarde, rápidamente simpatizó conmigo. Me dio varias indicaciones, y salió de la
habitación, dejándome a solas con la niña.
Elena estaba muy pálida. Gotas de sudor perlaban su frente, y sin embargo, ya no tenía
fiebre. Posé mis labios sobre sus párpados, con dulzura, y abrió lentamente los ojos. Le
costaba hablar, pero hizo un esfuerzo, y se dirigió a mí.
—Mamá…
Acaricié su frente y apreté su mano derecha suavemente. Le expliqué con delicadeza lo
que le ocurría, y rompió a llorar. La abracé aún más fuertemente, y la atraje hacia mí.
Permanecimos un buen rato así.
A pesar de su corta edad, mi hija era increíblemente fuerte y madura. Supo enfrentar la
situación con valentía, como yo siempre le había enseñado. Me pidió que no la dejara
sola en ningún momento, y yo se lo prometí con decisión. De repente, su rostro se
iluminó. Señaló la ventana, y me miró. Me di la vuelta lentamente sin soltar su mano, y
sonreí yo también. Una luz radiante acarició nuestros rostros. Cuando Elena era muy
pequeña y la llevaba al parque, siempre le decía que su padre estaba dentro del sol y nos
protegía. Los días de nublados, ella sabía que no la había abandonado, sólo que las
nubes ocultaban al astro del día, pero estaba ahí.
Los meses siguientes transcurrieron entre pruebas médicas y noches en vela. El doctor
Fernández se convirtió en un gran apoyo para mí. Durante las guardias nocturnas,

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acudía a la habitación y me ofrecía unas palabras de consuelo. Decía que mi hija parecía
una niña muy especial. Yo notaba que las dos le atraíamos increíblemente, pero no
lograba adivinar qué era.
Surgieron donantes en Valencia, Barcelona, Oviedo, San Sebastián, Sevilla… pero
ninguno compatible con Elena. La desesperación comenzaba a apoderarse de mí con
fuerza, pues no sabía qué hacer. Mi hija se mostraba más serena y optimista que yo. Una
tarde, llevaba varios meses confinada en el hospital cuidando de la niña mañana, tarde y
noche, fui al parque que solía visitar con Luís. Necesitaba pensar y alejarme de ese
lugar por unas horas. Estaba atardeciendo, pero el sol aún se prendía de los columpios y
los bancos de madera en un último intento por aferrarse a las horas del día. Anduve
lentamente por el césped, y tras dar varias vueltas, me senté en un banco. Saqué la foto
de los tres que llevaba en a cartera y se me saltaron las lágrimas. Al sacar un pañuelo
del bolso me encontré con el que el doctor me había prestado el día que ingresaron a
Elena. Con tantas ocupaciones como había tenido últimamente con mi hija, se me había
olvidado devolvérselo. Lo sostuve entre mis manos durante unos instantes,
concentrándome en su bordado. “A.F. ", pero seguía sin recordar. Sumida en mis
pensamientos, me apoyé sobre el respaldo del banco y suspiré. En ese momento,
apareció él. Me resultó extraño verle vestido de calle, sin su habitual bata blanca, pero
ahí estaba, frente a mí, ofreciéndome su mejor sonrisa, como siempre.
Él se sentó, y posó su mano derecha sobre mi hombro. Sabía que había estado llorando.
Mis ojos, aunque de un atractivo verde cristalino, estaban completamente enrojecidos.
El doctor se dio cuenta de que su pañuelo estaba entre mis manos. Al ir a devolvérselo,
me dijo que me lo quedara. Sonreí levemente y asentí en forma de agradecimiento. Bajé
la mirada mientras él me miraba. Pasamos mucho rato en silencio.
—Nunca te he dicho mi nombre de pila. Tan sólo conoces mi apellido.
—Cierto. Supongo que nunca te lo he preguntado… ya sabes todo lo que ha pasado.
—Entonces… ¿para ti siempre seré el doctor Fernández?, centró su mirada en un punto
a lo lejos.
—No, eres mucho más que eso. Acaricié su mano. Me has ayudado mucho durante todo
este tiempo.
Me miró nuevamente, y sonrió. —Y tú a mí, más de lo que te imaginas, señaló.
—Me llamo Aitor. Aitor Fernández, —continuó
Aquellas palabras hicieron que me diera un vuelco el corazón. Una idea cruzó mi mente
durante una fracción de segundo, pero no… no podía ser posible.

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—Me gusta tu nombre. Me sentí algo estúpida al decir aquello, pero él rió levemente.
—Vaya, gracias… Elisa.
—Elisa Robles. Ese es mi nombre completo.
—Es curioso que hayamos compartido tantas cosas estos meses y, sin embargo, no
conociéramos nuestros nombres.
—Simples nombres. Algo más allá de ellos, están las personas, con su pasado, su
presente…
—…Y su futuro.
Me acerqué más a él. Era increíblemente especial sentirle cerca, muy cerca de mí. Y de
nuevo, las dudas volvieron a mi mente. Aquella sensación ya la había vivido antes, pero
¿cuándo?... Necesitaba saber, conocer datos de su vida. Quería más.
—Háblame de ti, —me atreví a decir, rompiendo el silencio.
—No hay mucho que contar…, entrelazó sus dedos y suspiró. Nací en Madrid, me crié
en Valencia hasta los ocho años. Me fui a estudiar medicina a Harvard gracias a una
beca, pues aunque mi familia era bastante pudiente, desde muy joven he querido salir
adelante por mí mismo.

111
Aitor describió mi propia historia con aquella frase. Yo también me había ido lejos de
mi conservadora familia y su dinero para hacerme a mí misma sin ayuda de nadie. Mis
padres jamás lo comprendieron. Ellos querían que fuera abogada, como mi padre, y no
periodista. Deseaban verme casada con alguien que estuviese “a mi altura”. Para ellos,
Luís nunca fue suficiente para mí, pese a la elevada situación económica de su familia.
Aitor prosiguió. Mi sospecha iba en aumento, pero permanecí callada.
—Mi profesión es fundamental para mí, pero aún más lo son aquellos que realmente me
importan…
—¿La familia? –deseaba que él no estuviese en mi misma situación.
—Por supuesto. Calló y su tono de voz adquirió un tono más triste. Hace unos años,
perdí a mi hermano en un accidente de tráfico. —Para mí fue muy duro… era mi
hermano mayor. El otro conductor había consumido drogas, pero sobrevivió. Luís no
tuvo tanta suerte
Mi corazón comenzó a latir con fuerza. No. Otra vez no. No era posible. ¿Y si eran
alucinaciones mías? Mis ojos se abrieron de par en par, y agarré su mano fuertemente.
—Elisa, ¿estás bien?
—Tu hermano… comencé a balbucear, tu hermano… ¿Luís?
—Sí, Luís…
—…Fernández Segura.
Aitor me miró. Su rostro cambió por completo. Ahora, los dos comprendimos. Traté de
hablar, pero no pude. Él estaba fuera de sí. Entonces, el tiempo pareció pararse, nos
abrazamos como nunca. Aitor, el hermano de Luís, aquel que se atrevió a hablar
conmigo el día que él me presento a sus conservadores padres, estaba de nuevo junto a
mí después de tantos años. ¿Cómo no le había reconocido?
Hablamos durante largo rato. Una llamada telefónica hizo que nos marcháramos
rápidamente al hospital; habían encontrado un donante compatible con Elena. No cabía
en sí de dicha. Cuando recorrí el pasillo del hospital para conocer al futuro donante, mi
corazón, cansado por las emociones de aquella tarde, creyó paralizarse nuevamente por
un instante. Un señor mayor, de pelo algo canoso y rostro sufrido, de mediana estatura e
impecable presencia, apareció ante mí. El donante de mi hija, aquel que salvaría su vida,
se llamaba Miguel Robles… mi padre.
Elena fue trasplantada esa a primera hora de la mañana del día siguiente. La operación
fue mejor de lo esperado; no había duda de que Alberto era un gran profesional. Tras la
intervención, fui a vela. Me sentí plenamente feliz. Mi hija saldría adelante.

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Pocos días después, mi padre, ya restablecido, y yo, hablamos. Curamos las heridas del
pasado, y nos decidimos a vernos de vez en cuando. Sofía, mi gran amiga, consiguió el
número de mis padres buscando en mi agenda una tarde que fue a casa para traerme
ropa limpia al hospital. Tras aquellas palabras, nos fundimos en un sentido abrazo, los
tres. Mi pequeña Elena, que ya estaba en casa, bastante recuperada, se sumó al abrazo.
En ese momento supe que mis padres había pagado todas las facturas del hospital. Sofía
contempló emocionada la escena. Nos abrazamos.
Tiempo después Aitor y yo iniciamos una relación que devolvió la luz a nuestras vidas.
Sse vino a vivir a casa. Mi familia se llevaba genial con él, y Elena estaba encantada. De
vez en cuando, le obsequiaba con dibujos para su consulta. Siempre tuvo alma de
artista.
Miré a la foto de los tres, tenía un marco nuevo. La sostuve entre mis manos, y, al darle
la vuelta al marco, observé que tenía grabada una inscripción: “Los rayos de sol a veces
desaparecen, pero siempre están ahí. Son las nubes las que los ocultan. Ahora, el cielo
está despejado”.
Bajé al parque, y cogí a Elena en brazos. A lo lejos, Sofía, con su hija de la mano,
conversaba con mis padres en un banco. Elena se fue a jugar con ella cuando, tras darle
un beso, la dejé en el suelo. Verla correr, tan llena de vida, era el mejor regalo para mí
después de tanto sufrimiento para ambas. Saludé a Sofía y a mis padres con una sonrisa.
Papá dejó de leer el periódico. Luego supe que leía mi artículo sobre becas Erasmus
para jóvenes estudiantes. Había entendido que no podía luchar contra mis ideales, contra
quien quería ser y era. Me sentí plena y aliviada.
De repente, mientras contemplaba a mi familia, completamente sumida en mis
pensamientos, una mano tocó mi hombro por detrás. Me giré: era Aitor.
—Pensé que no vendrías. —Le dije mientras le daba un beso.
—Sabías que lo haría. —Cualquier momento aquí es más importante que una reunión
en el hospital. Con gesto risueño me cogió de la mano. Comenzamos a pasear por el
parque. El sol bañaba con sus rayos el lugar. Nuestros pasos se encaminaron hacia el
columpio en el que Elena jugaba. Nunca imaginé que aquel momento pudiera llegar a
hacerse realidad, ni en mis mejores sueños.

113
Nueve años han pasado desde entonces. Nuestras vidas han sido completamente plenas.
Aitor consiguió el puesto de director de un hospital público, y nos fuimos a vivir a
Valencia, junto al mar, con mis padres. Sofía y su hija nos visitaban en vacaciones.
Cuando mi padre se jubiló, comenzó a escribir asiduamente una columna en mi
periódico. Siendo su única hija la jefa de redacción, resultaba imposible negarle este
favor. Mi madre dejó de lado su ajetreada y superficial vida social y cambió las tardes
de compras con las amigas por asiduas visitas a la Cruz Roja, ofreciéndose como
voluntaria. Luís, mi hijo menor, está estudiando segundo de primaria, de mayor quiere
ser médico, como su padre. Y Elena, mi niña Elena, está estudiando Bellas Artes lejos,
muy lejos de Valencia. Nos visita en vacaciones y festivos. Hablamos casi a diario por
teléfono y videoconferencia. A pesar de la distancia, estamos más unidas que nunca. Es
feliz, se le nota. Está haciendo lo que le gusta, y gracias a su esfuerzo y dedicación, está
estudiando la carrera de sus sueños donde siempre quiso. Lo peor de todo esto es que
cada día la extraño más… suerte que Carlos cuida de ella. Es un buen chico. Dicen que
están saliendo, pero ella nunca me lo confirma. Se pone colorada, y comienza a reír.
Sigue conservando sus pequitas, y se siente completamente bien. Adora a su hermano
pequeño. Trata de estar unida a nosotros, pero, cuando viene a Valencia, la veo
paseando sola por la playa, bajo los rayos de sol del atardecer, buscando serenidad
dentro de sí misma. Es como su madre.

114
No sé si te estarás preguntando en este momento por qué te he contado mi historia.
Quizás, porque aquella noche, cuando ibas completamente drogado y te llevaste por
delante la vida de Luís, también te llevaste una parte de mí. Quería que supieras lo que
sufrí, y cómo la vida nos recompensó a mi hija y a mí tras la desgracia. Ignoro si estás
arrepentido o no. Sólo quería que supieras que esos rayos del sol que llevas diecinueve
años sin ver tras las rejas, son los que a mí me recuerdan a él cada día, los que me
hicieron salir adelante pese a todo, subiendo cada día un peldaño más.
—Señora, la visita ha terminado. El agente se dispuso a llevarse al preso, pero yo lo
detuve durante un instante.
—Espere un momento, se lo suplico.
El policía, sin soltar a aquel hombre, se detuvo en seco.
—En un año saldrás de aquí. Espero que, para entonces, seas plenamente consciente de
lo que hiciste y rehagas tu vida. No te guardo rencor, a pesar del gran daño que nos
causaste. El rencor envenena y anula nuestra razón.
—Sé que no sirve de nada, pero le juro que si pudiera volver atrás en el tiempo, jamás
hubiese hecho lo que hice. Era muy joven entonces, y no sabía lo que hacía. Tenía
dieciocho años entonces.
Mi corazón, liberado de rencores y sufrimiento, le perdoné.
—Deseo sinceramente que salgas de aquí y sigas un nuevo camino. Sé que, pese a todo,
lo conseguirás. No vuelvas a caer… no lo hagas.
Me miró agradecido, asintió, y se fue con el agente.
Salí de la prisión, y caminé. Me dirigí al parque. Me senté en un banco, tú ya sabes cuál.
Y entonces, cerré los ojos, me apoyé sobre el respaldo, sostuve un pañuelo bordado en
mis manos, y sentí los rayos del sol acariciando mi cara.

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RICARDO HERNANDEZ MEGÍAS

LA MALDICIÓN

(A Julia Rodríguez-Moñino,
que nacida en Extremadura
no conoce sus leyendas y supersticiones).

La noche es muy negra. Tan negra, que ni los tenues rayos de luz de las
pobres luminarias dispersas por el caserío, son capaces de traspasar tanta
oscuridad como lo envuelve.

El aire huele a tierra mojada. El ambiente está cargado de electricidad por


la última tormenta de la tarde. Dentro de la humilde vivienda se ha dormido poco
esta noche y el espacio interior está aun más cargado que el exterior y a punto de
estallar.

A las cuatro de la madrugada, el amo de la casa se ha levantado con los


ojos enrojecidos por la falta de sueño y se ha dirigido con pasos muy lentos, como
acobardado, hacia el cuartucho del final del pasillo.

116
- Padre, vamos que se nos hace tarde –exclama muy bajito descorriendo la
sucia cortina que hace las veces de puerta.

- Ya estoy listo, hijo. Yo aparejo la burra –le responde un hombre viejo y


seco como un sarmiento que se levanta, completamente vestido, del destartalado
catre con jergón de dura borra, con su raída chaqueta al hombro.

Un silencio hondo y negro como la muerte se extiende entre los dos


hombres desde ese momento.

Cuando poco tiempo después salen de la casa llevando el hombre joven la


burra del cabestro, el viejo se detiene por un instante y con ojos brillándole con
destellos de acero, abarca con su dura mirada el portal ya cerrado de la casa, en la
que sólo se escucha la queja del perro, con el que no ha contado nadie para esta
nueva jornada.

- Vamos –más bien le ordena el hijo, que impaciente y como escondido


tras el animal, espera.

La distancia hasta la ciudad es larga, muy larga, y hay que hacerla a pie.
No por muy conocida, deja de entrañar cierto desasosiego cuando el camino se
adentra por entre los altos riscos que les rodean; los dos hombres son campesinos
y llevan en su remota memoria ese miedo ancestral del hombre de campo hacia la
noche y hacia la sierra.

También la burra va inquieta y afila sus orejas o se sobresalta cuando al


paso de los tres viajeros, el cárabo levanta asustado su vuelo.

El silencio de la noche lo llenan multitud de desconocidos ruidos que bajan


desde lo alto de la sierra: una rama que se troncha señala, quizás, el paso de
alguna alimaña; la lúgubre llamada del búho; el inquietante y ubicuo llanto del
mochuelo; el tañido de algún campano o el tintineo de alguna esquila que señalan
la presencia de animales de pasto. Un aullido largo, muy largo y lejano que hace

117
rebrincar a la burra y poner los pelos de punta a los hombres, denuncia la temida
presencia del lobo por entre la espesura de los matorrales.

La negrura de la noche se ha ido suavizando hacia Oriente; una claridad


lechosa y esperanzadora para el ánimo de los caminantes, va ganando la partida.
El amanecer se descuelga desde las altas cimas entumeciendo con su rocío los
cansados miembros de los hombres que ahora caminan más deprisa.

La burra, ajena al sentir de los acompañantes, olisquea el frescor de la


humedecida hierba e intenta rumiar los tiernos tallos que nacen en las cunetas del
camino. Pero no hay tiempo aun para el descanso y el fuerte tirón de las jáquimas
le desaconseja de la momentánea parada reconstituyente.

La amanecida es un espectáculo de luces y colores en la reverdecida sierra


para unos ojos que sepan admirar tanta belleza. Pero no es este el caso. Los dos
hombres caminan en silencio, abstraídos ambos en profundos y doloridos
pensamientos, mientras que con sus ojos caídos en el suelo, parecen mirarse las
puntas de sus, endurecidos por el tiempo, borceguíes de cuero.

- Fría mañana –dice entre dientes el más joven.

118
- Sí, fría –contesta con desgana el más viejo.

Y durante mucho trecho mantienen el mismo silencio.

Cuando el sol se levanta sobre las cumbres, dueño y señor de los espacios,
calentando el aire y sacándole brillo al cuarzo del granito, ha cambiado
completamente el paisaje para los viajeros.

La sierra ha suavizado sus laderas que ahora se adornan de jóvenes


plantones de olivos, mientras que en la tierra no labrada abundan las perfumadas
flores de la jara.

Ya todo es movimiento en su entorno. La luz del sol enciende la vida de


todo cuanto les rodea. Bandadas de aves han desentumecido sus alas y vuelan
presurosas hacia sus comederos, mientras que, cercanos, se oyen los ladridos de
los perros, que obedientes al silbido de los pastores, conducen los rebaños de
ovejas.

¡Qué amanecer tan hermoso si los ánimos estuvieran predispuestos!

Nadie ama tanto al campo como quienes se han dejado durante años el
sudor sobre su superficie; ni nadie sabe apreciar con tanto rigor la belleza de sus
tonos, como quienes en cientos de amaneceres han estado atentos a los cambios
del clima. Quien vive de la tierra, ama intensamente la tierra, porque ella es el
sustento y la despensa de su casa. Por ella mata y por ella muere el campesino. Y
tanto es su amor por su tierra, que llega a adquirir su piel el mismo color y las
mismas arrugas que se contemplan en sus surcos.

Han pasado muchas horas desde que salieron de casa y ya el cansancio se


acumula en sus cuerpos. El paso se acorta haciéndose cansino, mientras que los
músculos se van endureciendo por el largo caminar. Cuando los rayos del sol se
clavan como dardos en sus endurecidas pieles y roba de sus cuerpos el agrio
sudor, deciden con sus miradas descansar bajo una frondosa encina.

119
La burra, ahora sin aparejos, trisca las frescas hierbas que crecen en las
cercanías.

Del zurrón, saca el más joven las pobres viandas que les preparó la mujer
antes de partir, pero no hay ánimos ni para tomar un bocado.

El hombre joven saca de su raído chaleco la manoseada petaca con tabaco


picado y la ofrece sin mirar a su padre, que la toma, y lentamente lía un robusto
cigarrillo. Como no tienen nada que decirse, expeliendo por la nariz dos gruesas
columnas de humo, el hombre viejo se aleja y va a sentarse sobre una piedra,
donde estático y renegrido como un roble alcanzado por el rayo, contempla la
lejana línea del horizonte por donde han venido.

Por primera vez, el hijo contempla abatido y pesaroso la querida figura del
padre, mientras que de sus endurecidos ojos se escapan dos furtivas lágrimas que,
avergonzado, limpia al momento con el sucio y sudado dorso de su mano.

Lentamente, agota hasta ahogarse la última calada de su cigarrillo, se


acerca a la venerable estatua de su padre, mientras éste disimula no haber oído sus
pasos.

120
- Padre, no haga usted más duro este momento. Usted sabe que le quiero;
que le queremos todos en casa, pero que no había más remedio que dar este paso.
No puede ser de otra manera.

- Lo sé. Y nada os reprocho. Yo también os quiero y lo comprendo. No


sufras y sigamos el camino. Tenía que ser así y así será.

- Pero es que usted, con su silencio…

- No es lo que tú piensas. Estoy así, porque viene a mi recuerdo, que hace


ya treinta años, en un día tan hermoso como éste, en esta misma piedra donde yo
ahora estoy sentado, me pidió mi padre descansar cuando lo llevaba camino del
asilo. Ya ves, la vida se repite y ahora me toca a mí pasar por este trance. Pero lo
asumo sin la más mínima queja.

Un rayo que le hubiera herido; una daga que le hubiera atravesado; una
víbora con su mortal veneno, no hubieran hecho más daño en el ánimo del hombre
joven, que ahora, descompuesto, se sienta a los pies de su padre mientras rumia
para sus adentros el dolor producido por las palabras de éste.

Mucho tiempo pasan así: el uno sentado sobre la piedra; el otro a sus pies.
Los dos, en un profundo y respetuoso silencio a la espera de tomar una decisión.

Cuando el hombre joven se levanta, lo hace con presteza, con renovadas


energías que le salen de su renegrido rostro. Se acerca a la burra; la vuelve a
aparejar; la acerca de las bridas hasta donde su padre espera y le ordena:

- Suba padre. Tenemos prisa.

El hombre viejo se asienta sobre el lomo del animal que, fustigado por el
joven, emprende la marcha.

Pero el equino no ha tomado el camino de la ciudad. Obediente a la voz de


su amo, ha emprendido la vuelta a casa.

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- Padre -le escucha decir la burra al hombre joven– hoy quiero terminar
con la maldición de esta familia. Volvamos a casa, que Dios nos dará fuerzas con
que seguir adelante. No quiero que mis hijos, ni mis nietos, tengan que pasar el
sufrimiento que yo he padecido estos días. Ni quiero con los años verme en el
pellejo de usted. Hoy termina esta desgraciada historia.

Y la burra, no sabemos si porque ha entendido las palabras de su amo, o


porque añora su cuadra y su pienso, parece que camina más deprisa que cuando
salieron.

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RESEÑAS

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JOSÉ IGLESIAS BENITEZ

RELUMBRES DE ESPEJUELOS
Manuel Pecellín Lancharro, Humanista, Filósofo y Creador

“Relumbres de espejuelos”, sacaba el sol moribundo de los berrocales


extremeños, según nos narrara, en inolvidable poema, el poeta de Guareña, Luís
Chamizo; y esa misma metáfora, sobre las luces cambiantes del crepúsculo que se
reflejan en el granito pulido por las lluvias del invierno, le sirven a Manuel Pecellín
Lancharro (Monesterio, 1944) para titular este volumen donde se recogen “Relatos.
Aforismos. Personajes”, como nos indica el subtítulo.

Obra miscelánea, como se puede colegir, e interesante en sus tres apartados que
nos muestran a un autor pleno de madurez creativa, filosófica y humanística. Y he
utilizado conscientemente estos tres adjetivos que pueden calificar respectivamente cada
uno de los epígrafes, y el resultado final del conjunto, con la suma de los tres.
Porque, como humanista, uno de los más grandes de que puede presumir
Extremadura en este último siglo, se nos muestra en toda la obra, con una agudeza de
análisis en los personajes, en los acontecimientos, en los relatos, en todo el libro, donde
va dejando claro que, como al clásico “nada humano le es ajeno”.

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Porque, filósofo, profundiza en el pensamiento propio y extraño, apunta ideas
que urgen al razonamiento, nos invita a la reflexión serena o nos conduce a
conclusiones lógicas o inquietantes.
Porque con una creatividad que a veces le desborda las emociones, nos pasea por
paisajes conocidos o visitados, nos inquieta con sus historias, o con las historias de sus
personajes, y nos divierte con unas narraciones breves, cargadas de ironía, de claridad y
de ternura. Y estas tres notas para todo el libro.

Pero podemos analizarlas parte por parte, porque cada una de ellas participa más
o menos de cada una de las características señaladas. Así, los “Relatos” recogen la parte
más “creativa” del libro, con historias, en ocasiones evocadoras de unos tiempos idos,
en ocasiones hilarantes, en ocasiones ocurrentes… Relatos que nos muestran la realidad
que fue, que es, a través de unos personajes humanísimos que, en muchos casos, están
sacados de la misma vida, pero que el autor sabe pintar magistralmente con pinceladas
cortas y precisas.
Filosofía, razonamiento, pensamiento profundo y denso, pero transparente, sobre
cosas cotidianas, sobre este duro oficio de escribir, que al fin y al cabo son sus cosas
cotidianas, o sobre la realidad diaria en este duro oficio de vivir en que ejercemos todos,
cada cual a su manera y cada cual con su papel, es el principal rasgo que puede definir a
sus “Aforismos”.
Y, por último, el humanismo con que se acerca a los “Personajes”, el
conocimiento clásico con que los afronta, con que afronta sus obras o su vida, sus
vivencias o sus anécdotas, la manera respetuosa y cercana de tratarlos, desde Averroes
al poeta Manuel Pacheco; desde el impresor Plantino o su principal cliente, Benito Arias
Montano, hasta el filósofo Nietzsche; desde Bartolomé Torres Naharro al bibliófilo y
bibliógrafo Rodríguez-Moñino, por citar únicamente algunos de los nombres que den
una idea de la vasta erudición que atesora Pecellín y que nos lega a sus lectores. Más de
medio centenar de personajes del mundo de la cultura a lo largo de la historia, desde la
Edad Media a la contemporaneidad más absoluta, recoge en este último apartado. Todo
ello con la misma prosa fluida y cuidada con que avanza desde los relatos primeros, sin
decaer en los aforismos, breves y sabrosos.

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Un libro, como vemos, interesante por demás, editado por Beturia Ediciones en
su Colección “La Quintana”, con una portada surrealista y sugerente, espléndida, del
pintor Eduardo Naranjo y un magnífico soneto de Santiago Castelo como pórtico.
Un libro, amigos, para no perderse.

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LIBROS Y REVISTAS
RECIBIDOS

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