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La vida es un Tango

Amables lectoras y lectores:

El advenimiento de las alguna vez llamadas “nuevas tecnologías” causó una profunda transformación
en la manera como -en tanto especie humana- nos hemos dado a la creación de artefactos culturales,
hechos artísticos, conocimiento científico y desarrollos sociales. Hace algunos años, hablar de
sistemas como el correo electrónico, la publicación en páginas de web, la “subida” y descarga de
archivos, o hasta la comunicación personal eran tema especializado y campo de trabajo para
solamente algunas personas en la comunidad.

Paulatinamente estas tecnologías evolucionaron, y fueron no solamente más accesibles, sino también
más simples de manejar para el gran público, en quien sin duda encontraron terreno fértil para la
invención, y para ser utilizadas en una gran variedad de alternativas para las que posiblemente no
fueron concebidas. De esta forma hemos experimentado una transición significativa desde aquellas
épocas de las “páginas web” estáticas -las cuales solamente podíamos leer, sin tener una idea clara
sobre quiénes o cómo las habían elaborado-, o bien cuando las obras musicales podían escucharse
exclusivamente en formatos limitados como el MIDI, hasta los sistemas de escritura colaborativa y las
modernas redes sociales.

Las transformaciones incitan a dejar atrás algunos medios, servicios o hasta equipos que empleemos
(en particular los que son de corte tecnológico), pero llenan la oquedad de lo que desplazan con
artilugios novedosos. Así, las prebendas que algunos sistemas recibieron son reemplazadas con las
que en su turno reciben las nuevas invenciones. Un proceso indetenible, como cuando a muchos nos
parecían imposibles la comunicación móvil, o el envío instantáneo de información al otro lado del
mundo.

No es fácil definir fechas exactas, pero si hablamos de épocas distinguibles, muchos recordaremos
ciertos años en que mencionar la palabra “Internet” era un sinónimo de conocimiento cuasi-esotérico
al cual solo pocos iniciados tenían acceso. Existían unos pocos sistemas de clasificación y búsqueda
de contenidos dentro de la red, la cual se iba extendiendo paulatina e inexorablemente, casi en un
sigilo perfecto y sin dejar huecos a su paso. Sin embargo, usar estos recursos requería un
entrenamiento inicial intenso y posiblemente, hasta estudiar cursos para poder generar las frases de
búsqueda, los criterios de selección de conceptos que se emplearían en las bases de datos para
obtener -como en un oráculo informático- la respuesta a nuestras consultas.

En la época actual, el perfil tecnológico y los recursos para usuario “común y corriente” han
simplificado en grado espectacular no solamente el acceso sino también el uso de los elementos
técnicos dentro de la red de información, la cual día tras día se expande incontenible. Muchos de
nosotros -sin saberlo- hacemos uso de las todavía así llamadas “tecnologías Web 2.0” a través de las
cuales nos hemos convertido en co-creadores de los conocimientos e ideas que se construyen en
diferentes medios, en lugar de actuar solamente como consumidores pasivos de lo que otras
personas o algunas organizaciones generan.

Estamos inmersos en los años de los “blogs” (páginas de construcción personal, sobre los temas que
a cada quien le interesan), los sistemas de “wiki” donde múltiples autores y autoras pueden crear
artículos de conocimiento en forma colectiva y los dejan a disposición libre de quien desee leerlos o a
su vez modificarlos, así como las llamadas “redes sociales” en las cuales personas de todo el mundo
se van conectando y relacionando, ya sea para interactuar libremente o bien, para intercambiar
conocimientos sobre temas específicos. De igual manera existen servicios de publicación libre donde
quienes inventamos ideas podemos ponerlas de inmediato a disposición de muchas personas, sin
más dificultad que generar una cuenta y colocar los contenidos para su acceso público.
Indudablemente, el uso de los “micro-blogs” como Twitter y otros servicios facilita el envío de
mensajes breves por la red, los que igualmente pueden comunicar el estado lo que hace su autor,
como por ejemplo: lo que sucede en alguna ciudad con problemas, en un país con manifestaciones
de ciudadanos para lograr mejor nivel de vida, o los casos públicos y noticias que se pueden
comentar y difundir al instante.

En números absolutos, México es el segundo país de Latinoamérica en el número de ciudadanos


conectados a Internet, con 23.9 millones de usuarios, por debajo de Brasil que ostenta la cifra de 67.5
millones de personas conectadas. En términos porcentuales, nuestro país ocupa la décima posición
en la cantidad de ciudadanos con acceso al servicio de la red de información. Los primeros tres
lugares están ocupados por Argentina, Uruguay, Chile, Colombia y Costa Rica. Las tasas de
crecimiento más altas durante los últimos diez años han sido para República Dominicana (5354.5%),
Paraguay (4900%) y Guatemala (3407.7%), pero el sostenimiento de los esfuerzos en estos países
ha sido insuficiente para colocarlos en una cobertura aceptable de los servicios de Internet, a
excepción de República Dominicana.

Estos significa que si bien la posición de México no es extremadamente destacada a nivel


Latinoamericano (estaríamos por así decirlo, arriba del promedio solamente), sí ofrece grandes
oportunidades para quienes usan la red como sustrato común de comunicación en diferentes
procesos humanos, institucionales y sociales. Las personas y las organizaciones tienen aún tareas
importantes por resolver en cuanto a los recursos de comunicación y soporte informático que van a
incorporar eficientemente en sus tareas diarias.

Tenemos como responsabilidad dar el siguiente salto en el uso de las redes sociales para
transformarlas desde un recurso simple para comunicar información instantánea, hacia su aplicación
en pos de las actividades profesionales y de desarrollo de nuestra región y el país. Igualmente en
cuanto al uso de los sistemas de escritura y creación colaborativa, que nos permiten en estos
momentos sistematizar el conocimiento para darle apertura hacia destinatarios que no habríamos
pensado, y que salen más allá de la cobertura que cualquier compañía editorial pudiera imaginar.

Aprender y enseñar en la red -en suma, transferir civilización a las siguientes generaciones, como
decía Lee Iacocca- es otra actividad crucial que se va transformando en nuestra sociedad, conforme
empleamos las nuevas tecnologías... pero de eso nos ocuparemos en el siguiente artículo.

Nos leeremos pronto.

Correo: jc@escuelasdelfuturo.com
http://www.facebook.com/jcgutie

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