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Percepción del riesgo de la gripe A


(H1N1) desde el “paradigma
psicométrico”
JUAN-IGNACIO ARAGONÉS1, FERNANDO TALAYERO2
Y PABLO OLIVOS2
1
Universidad Complutense de Madrid; 2Universidad de Castilla-La Mancha

Resumen
En la investigación de la percepción del riesgo, el paradigma psicométrico se ha venido aplicando, habitual-
mente, para analizar la percepción de un gran número de riesgos, utilizándose, en este caso, para conocer cómo se
percibe un solo riesgo: la gripe A (H1N1). En este estudio empírico se analiza la percepción que una muestra de
estudiantes universitarios españoles (N = 326) tenía de esta epidemia cuando empezó a propagarse por el país.
Tras la aplicación de un análisis de componentes principales sobre 17 características de la percepción del riesgo,
se obtuvieron cuatro dimensiones: “poder catastrófico”, “amenaza”, “control” y “conocimiento”. Un análisis de
regresión múltiple realizado posteriormente reveló que las dos primeras actúan como predictoras de la magnitud
del riesgo que se atribuye a esta epidemia. Además, se observó que estas dos dimensiones y la magnitud del riesgo
percibido estaban relacionadas positivamente con la realización de alguna acción protectora contra el contagio
de esta enfermedad.
Palabras clave: Percepción del riesgo, paradigma psicométrico, riesgo para la salud, enfermedad
infecciosa, epidemia, pandemia, gripe A (H1N1).

Influenza A (H1N1) risk perception from


“psychometric paradigm”
Abstract
The psychometric paradigm is usually applied in risk perception research to analyze risk perception in
relation with different hazards. It has been used here to study how people perceive one sole risk: influenza A
(H1N1). This empirical study tries to know how this epidemic was perceived by a sample of Spanish
university students (N = 326) when it began to spread through the country. A principal components analysis
of 17 characteristics of risk perception resulted in four dimensions: “catastrophic potential”, “threat”, “control”,
and “knowledge”. Also, a multiple regression analysis showed that the two first dimensions are predictors of
the risk magnitude attributed to this epidemic. Furthermore, these two dimensions and the risk magnitude
perceived by the participants were shown to be positively related to a protective action against this infectious
disease.
Keywords: Risk perception, psychometric paradigm, health risk, infectious disease, epidemic,
pandemic, influenza A (H1N1).

Correspondencia con los autores: Juan Ignacio Aragonés. Facultad de Psicología: Universidad Complutense de
Madrid. 28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid). E-mail: jiaragones@psi.ucm.es

© 2010 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0213-4748 Revista de Psicología Social, 2010, 25 (3), 271-282
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Los primeros casos de una gripe desconocida, inicialmente denominada


“gripe porcina”, se detectaron en marzo de 2009 en México y, poco después, en
EEUU. En abril la epidemia de gripe A (H1N1), que ya había alcanzando un
cierto protagonismo en los medios de comunicación, afectó, sobre todo, a Méxi-
co, cobrándose su primera víctima mortal en este país; y a finales de este mes
empezó a extenderse por Europa, a través de España, y por Asia, a través de
China (RTVE, 2009). Hasta el 12 de mayo, fecha en la que se inició este trabajo,
esta enfermedad infecciosa ya se había propagado a treinta países de cuatro conti-
nentes, provocando 61 muertos y 5251 infectados en el mundo (Organización
Mundial de la Salud [OMS], 2009a). Concretamente en España, cuyo primer
caso se detectó el 27 de abril, había provocado 100 infectados, aunque todavía no
había causado ningún muerto (Ministerio de Sanidad y Política Social, 2009).
En esos momentos los responsables sanitarios, que aún no disponían de una
vacuna, se centraron en aislar y tratar a los infectados y en persuadir a la pobla-
ción sobre las conductas preventivas a seguir. Un mes después, el 11 de junio,
ante la creciente y continua transmisión de la enfermedad por el mundo, la OMS
declaró el inicio de la pandemia en la que nos encontramos en el momento en
que se realiza este estudio (OMS, 2005, 2009b).
Esta situación ofrecía la oportunidad de analizar la percepción que la pobla-
ción tiene de una epidemia a la que está expuesta, y, en particular, la que tiene
cuando empieza a propagarse por su país. Además, el que la contención de la epi-
demia se centrara en promover una serie de conductas preventivas entre la pobla-
ción, aumentaba el interés por analizar una percepción que, supuestamente,
influye en que éstas sean adoptadas. Entre los problemas que plantea una epide-
mia de estas características se encuentra el de conocer cuál es la percepción de
riesgo que la población tiene de ella, de cara a mejorar la gestión que los respon-
sables de la salud pública deben llevar a cabo.
En los tratados de Psicología Social de la Salud es fácil encontrar páginas
dedicadas a cómo evitar el desarrollo de enfermedades ya implantadas en la
sociedad, lo que lleva a que aparezcan numerosas referencias a conductas relacio-
nadas con el alcoholismo, el estrés, el sobrepeso, la conducta sexual o el tabaquis-
mo, entre otras (Stroebe, 2000). Sin embargo, no abundan las referencias en
torno a enfermedades novedosas como la Gripe A (H1N1), que, aunque ha sido
definida como una amenaza para la humanidad por organizaciones como la
OMS, no se ha extendido lo suficiente entre la población mundial. Un análisis
previo, desde una perspectiva psicosocial, de una enfermedad que ha sido califi-
cada de pandemia pero que aún no ha alcanzado una elevada propagación por el
mundo, debe ser abordado teniendo en cuenta la situación de alarma transmitida
por los medios de comunicación y los organismos responsables de gestionar la
salud. Pero no es fácil encontrar trabajos en los que se estudie la percepción del
riesgo asociado a una enfermedad concreta que aún no ha empezado a desarro-
llarse. Cuando el concepto de riesgo se plantea en relación con las conductas
saludables y protectoras de una determinada enfermedad, éste hace referencia a
cómo se asume el riego de exponerse a la enfermedad, y a qué relación hay entre
dicho riesgo y el sesgo optimista (Berry, 2004).
De acuerdo con Beck (1992), en una sociedad global el riesgo no es propio de
lugares y grupos, observación que se podría aplicar al caso de la gripe A (H1N1).
Pero el término “riesgo” tiene numerosos significados en la literatura que con-
viene precisar. Según Slovic (2002), los investigadores en el área proponen cuatro
acepciones diferentes de “riesgo” (risk): el riesgo como fuente de peligro, el riesgo
como probabilidad, el riesgo como consecuencia y, el riesgo como adversidad o
amenaza. Recientemente esta variedad de significados, tanto en el leguaje colo-
quial como en el científico, muestra la polisemia del término, siendo el contexto
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el que establece, en cada caso, el significado real que se le asigna, es decir, el tipo
de riesgo al que se está haciendo referencia. Unido a este vasto concepto, aparece
otro ampliamente reconocido por la literatura psicológica y con una fuerte
implantación en el discurso social, lo que viene denominándose “percepción del
riesgo”.
No obstante, al igual que sucede con el término “riesgo”, la “percepción del
riesgo” tiene numerosas significaciones, lo que da lugar a otras tantas definicio-
nes operativas. A pesar de ello, a partir del trabajo de Yates y Stone (1992), se
puede decir que se ha llegado a un cierto consenso. Para estos autores en el con-
cepto de riesgo subyace la idea de que éste es la posibilidad de sufrir pérdidas o
daño, contemplándose tres componentes: las pérdidas, la significación de las pér-
didas y la incertidumbre asociada a las mismas. Las primeras se operativizan a
través de indicadores que se establecen en función de criterios supuestamente
“objetivos” (e.g., número de muertos). La segunda se define a partir del marco de
referencia desde donde se perciben las pérdidas y, por tanto, se encuentra someti-
da a procesos psicológicos y sociales. Finalmente, el concepto de incertidumbre
está más próximo a la idea de la probabilidad de que la pérdida se produzca. Ine-
vitablemente conceptos tan diferentes, bajo la misma etiqueta y con componen-
tes tan complejos, como los planteados en la aproximación de consenso, dificul-
tan la definición del constructo de percepción del riesgo de forma general. De
este modo, es fácil ver cómo el concepto cambia desde autores que prestan más
atención a la probabilidad (e.g. Lee, 1983) hasta los que proporcionan una defini-
ción multidimensional en la que se combinan creencias, actitudes, juicios, senti-
mientos y valores, siendo difícil configurar un modelo que articule todas y cada
una de las partes (Pidgeon, Hood, Jones, Turner y Gibson, 1992). La compleji-
dad, en unos casos, y la falta de consenso entre los investigadores, en otros, ha lle-
vado a articular numerosos discursos científicos sobre la percepción del riesgo.
Las ciencias sociales, a su vez, desde diversas aproximaciones, y dependiendo
de su background, han atendido los aspectos psicológico-individuales del cons-
tructo, para, más tarde, prestar atención a los psicosociales y, finalmente, incor-
porar los sociológicos y culturales (Puy, 1995a). El hecho de que esta área de
investigación se haya ido configurando a partir de un mosaico de conceptos y
aproximaciones tan diferentes, ha dado lugar a que se hayan abordado aspectos
parciales del problema, lo que ha dificultado la aparición de una perspectiva más
integradora (Kasperson, Kasperson y Renn, 1992). Aunque esto ha impedido
analizar la percepción del riesgo en toda su complejidad, las diversas aproxima-
ciones adoptadas han dado a conocer aspectos particulares del fenómeno de una
cierta relevancia, entre las cuales el paradigma psicométrico ha sido la más influyen-
te y la que más estudios empíricos ha generado (e.g., Bronfman y Cifuentes,
2003; Coles y Hodgkinson, 2008; Lai y Tao, 2003).
Esta aproximación ha elaborado taxonomías de riesgos para entender y prede-
cir cómo responde la sociedad ante los mismos, con el objeto de explicar porqué
la gente percibe distintos riesgos de forma diferente (Slovic, 1987; Slovic, Fisch-
hoff y Lichtenstein, 1984). El supuesto teórico fundamental del que se parte es
que los individuos perciben el riesgo subjetivamente, pudiendo estar influidos
por una gran variedad de factores psicológicos, sociales, institucionales y cultura-
les. Desde el punto de vista metodológico, se asume que una forma de conocer
cómo se percibe un riesgo es preguntar a los individuos, mediante cuestionarios,
sobre su percepción del mismo, suponiéndose, además, que éstos pueden dar res-
puestas significativas a las difíciles preguntas que sobre dicha percepción se les
haga. Finalmente, se asume que mediante cuestionarios adecuadamente diseña-
dos muchos de los factores que afectan a esta percepción, así como las interrela-
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ciones existentes entre ellos, pueden cuantificarse y modelarse (Slovic, 1992,


2002).
Precisamente, una de las características más distintivas de los estudios psico-
métricos es el método que utilizan, consistente en un procedimiento de escala-
miento diseñado para obtener medidas cuantitativas de distintos aspectos de las
percepciones, como el riesgo y beneficio percibidos. Al mismo tiempo, inspira-
dos en la teoría de la personalidad, estos estudios se proponen analizar las persona-
lidades de los riesgos, pidiendo a los participantes que valoren en varias escalas en
qué medida una serie de riesgos muy diversos tienen las características cualitativas
del riesgo (e.g., “terror”, “involuntariedad”, “potencial catastrófico”, etcétera) que
algunos autores han supuesto influyen en la percepción y en la aceptación de un
riesgo (Starr, 1969). Inicialmente, el paradigma psicométrico utilizó 18 caracte-
rísticas cualitativas de la percepción del riesgo (Fischhoff, Slovic, Lichtenstein,
Read y Combs, 1978; Slovic, Fischhoff y Lichtenstein, 1985) que, a medida que
se iba perfeccionando el método, fueron reducidas a 15 (Slovic, 1987) hasta lle-
gar a 9 (Puy, 1995b). Estos cambios se produjeron, entre otras razones, por la
dificultad que para los encuestados entrañaba evaluar un gran número de carac-
terísticas para conjuntos muy numerosos de riesgos. En la mayoría de estos estu-
dios se observa que para cada riesgo hay una serie de características cualitativas
específicas, denominado perfil de personalidad del riesgo, que se agrupan en dos
dimensiones subyacentes: “temor” y “desconocimiento”. Con estas dimensiones
se sitúan los diversos riesgos en un mapa cognitivo, representándose así, los perfiles
de personalidad de estos riesgos. Aunque diversos estudios psicométricos realiza-
dos en distintos países han agrupado las características de los riesgos en estas dos
dimensiones (e.g., Goszczynska, Tsyzka y Slovic, 1991; Karpowicz-Lazreg y
Mullet, 1993; Lai y Tao, 2003; Savadori, Rumiati y Bonini, 1998), otros han
propuesto dimensiones diferentes o incluso más de dos (e.g., Puy, 1995b).
Por otro lado, en relación con el tipo de riesgos analizados, este modelo se ha
empleado para el estudio de la percepción conjunta de varios riesgos muy hetero-
géneos (e.g., Aragonés, Talayero y Moyano, 2003), mostrando que la percepción
de cada riesgo esta influida por la categoría de riesgo a la que pertenece (Arago-
nés, Moyano y Talayero, 2008). No obstante, también se ha empleado para el
estudio de varios riesgos del mismo tipo, como los relacionados con la alimenta-
ción (e.g., Sparks y Shepherd, 1994) o la salud (e.g., McDaniels, Axelrod y Slovic,
1995; Ohtsubo y Yamada, 2007; Yeung y Morris, 2006), y para la percepción de
un único riesgo, como, por ejemplo, el asociado al síndrome agudo respiratorio severo
(SARS) (e.g., Kan et al., 2003). De forma análoga, la gripe A (H1N1) también
puede ser estudiada por el modelo psicométrico. En este caso, conviene conside-
rar un gran número de características cualitativas para, así, obtener la máxima
información posible sobre este riesgo, lo que permitiría obtener un perfil de la
enfermedad que contemple las complejas relaciones existentes entre las caracte-
rísticas cualitativas y las dimensiones subyacentes.
Otra línea de investigación ha mostrado que las conductas que el individuo
decide llevar a cabo en relación con un determinado riesgo están orientadas por
cómo el individuo percibe ese riesgo y las creencias que tiene sobre el mismo, de
tal forma que esta percepción puede modificar sus conductas hacia el mismo
(Frewer, 1999; Renn, 1991). En el ámbito de los riesgos para la salud se han lle-
vado a cabo muchos estudios que abordan esta cuestión. Así, por ejemplo, en el
caso de las enfermedades infecciosas se ha observado que la adopción por las per-
sonas de conductas eficaces para evitar el contagio está afectada por su percepción
de la enfermedad (Fung y Cairncross, 2006; Lau, Kim, Tsui y Griffiths, 2007;
Leung et al., 2004; Liao et al., 2006; Tang y Wong, 2004). Concretamente, en el
caso de la gripe A (H1N1), recientemente estudiada desde la percepción del ries-
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go, se han analizado los efectos que una serie de variables disposicionales y socio-
demográficas (e.g., ansiedad, pertenencia a grupos étnicos minoritarios) tienen en
la adopción por la agente de las conductas preventivas recomendadas por las
autoridades (Rubin, Amlôt, Page, y Wessely, 2009). En este sentido, cabe la
posibilidad de aplicar el modelo psicométrico al estudio de la percepción de esta
enfermedad, para ver en qué medida las características cualitativas mediante las
cuales es percibida por las personas predicen sus comportamientos en relación
con la misma. Además, la gripe A (H1N1) ofrece una oportunidad para estudiar
desde su origen un único riesgo de impacto mundial, permitiendo investigar, en
primer, lugar la percepción de riesgo desde el paradigma psicométrico y también
su relación con la adopción de conductas preventivas desde el comienzo de la
epidemia.
Estas consideraciones sobre la percepción de la enfermedad dieron lugar a la
formulación de los siguientes objetivos específicos para este trabajo. En primer
lugar, se tratará de identificar qué dimensiones subyacen a la percepción de la
gripe A (H1N1), a partir de las características cualitativas propuestas por el
paradigma psicométrico. En segundo lugar, se pretende conocer en qué medida
las dimensiones subyacentes a la percepción de esta enfermedad predicen los
niveles de percepción de riesgo de contagio y de muerte. Y, finalmente, se inten-
tará observar en qué medida estas dimensiones y los diferentes niveles de riesgo
de contagio y de muerte atribuidos a la enfermedad se relacionan con las conduc-
tas que los participantes adoptaron en ese momento.

Método
Participantes
En esta investigación participaron 326 estudiantes de la Universidad de Cas-
tilla - La Mancha y la Universidad Complutense de Madrid, de los cuales 16%
son varones y 86% mujeres. Su edad promedio es de 21 años (DT = 2.66).

Instrumento y procedimiento
Se utilizó un cuestionario compuesto, por un lado, de un conjunto de pregun-
tas destinadas a evaluar la percepción de la magnitud del riesgo de infectarse de
gripe A (H1N1), y de morir por gripe A (H1N1). Ambas percepciones se
midieron en una escala de 0 a 100, donde 0 = ningún riesgo, y 100 = el máximo
riesgo. Por otro lado, se incluyó la escala de Slovic et al. (1985) diseñada para
medir las características cualitativas de los riesgos. Esta escala está compuesta
originalmente por 18 ítems del tipo diferencial semántico de 7 puntos que
miden diferentes características tales como conocimiento, control y evolución
del riesgo, potencial catastrófico, gravedad de las consecuencias y temor, entre
otras. En esta investigación, al tratarse de la evaluación de un único riesgo, se
decidió utilizar el máximo número de características posible, seleccionándose 17
de ellas, tras excluir la de “Equidad” (“¿hasta qué punto las personas que están
expuestas a los riesgos son las mismas que las que perciben los beneficios?”) por
no corresponder al riesgo objeto de estudio. Se invirtieron las respuestas de cua-
tro ítems (4, 10, 11 y 17) para que sus puntuaciones pudieran evaluarse en el
mismo sentido, tal y como aparece en el trabajo original de los autores.
Por último, además de variables sociodemográficas (género y edad), se inclu-
yó también en el cuestionario un conjunto de preguntas destinadas a medir si las
personas habían ejecutado algún tipo de conducta en relación con la evitación
del contagio de la enfermedad. Las conductas fueron seleccionadas a partir de un
documento distribuido durante el mes de mayo de 2009 por la Dirección Gene-
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ral de Salud Pública y Sanidad Exterior del Ministerio de Sanidad y Política


Social de España, titulado “Consejos a los viajeros que viajen a zonas afectadas de
gripe Humana de Origen Porcino A/H1N1” (Aeropuertos Españoles y Navega-
ción Aérea, 2009).
Los estudiantes fueron contactados en las aulas universitarias, aplicándose el
cuestionario al principio de cada clase durante la segunda semana del mes de
mayo de 2009, fecha en la que Naciones Unidas ya había declarado la pandemia
y en España había alrededor de 100 casos confirmados y una amplia cobertura de
prensa diaria sobre la expansión de la enfermedad en el mundo. Cada aplicación
duró aproximadamente 20 minutos.

Resultados
Para lograr los objetivos del estudio se llevó a cabo un plan de análisis que
comienza con la identificación de las dimensiones subyacentes a las característi-
cas cualitativas de la percepción del riesgo, para lo cual se realizó un análisis de
componentes principales. Luego, con los factores identificados, se llevó a cabo un
análisis de regresión múltiple para evaluar su poder predictivo en relación con la
percepción de la magnitud de muerte y de contagio asociado a la enfermedad de
los riesgos.
El análisis de componentes principales –rotación varimax– se llevó a cabo con
las 17 características de percepción del riesgo (ver Tabla I). Se observan cinco
componentes, el primero de los cuales está compuesto por seis ítems que expli-
can el 15.4% de la varianza total y que se refieren al “poder catastrófico” con el
que se percibe el riesgo. El segundo está compuesto por tres ítems que explican
el 12.1% de la varianza y que se refieren a la “amenaza” que significa el riesgo. El
tercer factor, también compuesto por tres ítems, explica el 9.1% de la varianza y
se refiere a la percepción de “control” respecto al riesgo. El cuarto factor está
compuesto por cuatro ítems que explican el 8.7% de la varianza y se refiere al
“conocimiento” del riesgo. Se descarta un quinto factor debido a que está com-
puesto sólo por el ítem “¿Este riesgo es nuevo/novedoso, o antiguo/familiar?”
(KMO = 0.808; p < .001).
Como se indicó, a continuación se realizó un análisis de regresión múltiple
por pasos en el que se utilizó, como variables criterio, el riesgo de muerte por
esta enfermedad (M = 24.9; DT = 20.6) y el riesgo de contagio (M = 40.7; DT =
21.92), y, como variables predictoras, las puntaciones factoriales de los cuatro
componentes de percepción del riesgo arriba identificados (ver Tabla II).
El análisis de regresión muestra que, de los cuatro componentes, el “Poder
catastrófico” (β = .443; p < .01), en primer lugar, y la “Amenaza”, en segundo
lugar (β = 0,184; p < .01), son capaces de predecir el 23% de la estimación de
riesgo mundial de muerte. En igual medida, el “Poder catastrófico” (β = .376; p
< .01) y la “Amenaza” (β = .246; p < .01) explican el 20% de la estimación de
riesgo mundial de contagio por la gripe A (H1N1).
En el ámbito personal de las acciones ante la gripe A (H1N1), los participan-
tes seleccionaron aquellas conductas que habían realizado en relación con la
enfermedad. Un 70.2% de los participantes (n1 = 229) seleccionó una o más con-
ductas, tales como lavarse las manos más frecuentemente (n = 58; 25%), com-
prar mascarillas (n = 7; 3%) y antigripales (n = 5; 2%), prestar atención a los
medios de comunicación (n = 207; 90%), buscar información por Internet (N =
68; 30%), y haber cambiado algún otro tipo de conducta debido a la gripe A
(H1N1) (n = 29; 13%).
En función de estas respuestas, los participantes fueron clasificados en dos
grupos. A aquéllos que señalaron algún tipo de comportamiento de los mencio-
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TABLA I
Pesos factoriales del análisis de componentes principales con rotación varimax de los ítems de la escala de percepción del
riesgo asociado a la gripe A (H1N1)*

Ítems Componentes

Conocimiento
catastrófico

Amenaza

Novedad
Control
Poder
¿En qué medida este riesgo puede causar una catástrofe
mundial, provocando la muerte y la destrucción por todo .689 .211 -.058 .170 -.041
el mundo?
Cuando esta enfermedad aparece ¿cuál es la probabilidad .667 .252 -.054 .156 .102
de que la consecuencia sea mortal?
¿En qué medida este riesgo es una amenaza para las .651 .387 .083 .156 -.070
futuras generaciones?
¿En qué medida el riesgo de muerte es inmediato, o es .623 -.129 .131 -.168 .085
probable que la muerte ocurra después?
¿Es éste un riesgo que mata a las personas de una en una
(riesgo constante/individual), o es un riesgo que mata a un .478 .273 -.155 .016 .265
elevado número de personas a la vez (riesgo catastrófico)?
¿En qué medida vd., personalmente, tiene el riesgo de .438 .375 .181 .031 -.342
coger esta enfermedad?
¿Es éste un riesgo al que la gente no teme, o es uno al que .093 .659 -.169 -.089 .168
teme mucho?
¿En qué medida este riesgo está disminuyendo, o .220 .654 .227 .040 -.159
aumentando?
¿Cuánta gente está expuesta a este riesgo? .135 .647 .049 .153 -.031
¿Se pueden prevenir los acontecimientos desafortunados .030 -.031 .740 -.011 -.113
que conducen a este riesgo?
¿Son observables los mecanismos mediante los cuales esta -.094 .012 .582 .096 .214
enfermedad se transmite?
¿En qué medida es fácil reducir este riego? .196 .458 .564 .183 .059
¿En qué medida las personas expuestas a este riesgo lo .116 -.064 .104 .747 -.324
conocen con precisión?
¿Se expone la gente a este riesgo de forma voluntaria? -.370 .215 -.199 .558 .242
¿En qué medida conoce la ciencia este riesgo? .240 .114 .195 .465 .389
La gente que está expuesta a este riesgo, ¿en qué medida
puede, por habilidad o precaución personal, evitar la .358 .078 .278 .452 .029
muerte?
¿Este riesgo es nuevo/novedoso, o antiguo/familiar? .091 -.039 .098 -.059 .767

Valor propio 2.62 2.05 1.55 1.48 1.23

% varianza. 15.41 12.07 9.11 8.69 7.25


*Los pesos factoriales, en negrilla, indican la pertenencia del ítem a un factor principal.
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TABLA II
Análisis de regresión por pasos para predecir la magnitud percibida del riesgo asociado a la gripe A
(H1N1) a partir de las características del riesgo

Modelos y variables predictoras R2 ΔR2 F β D-W

Riesgo mundial de muertea


Modelo2 .230 .034 48.280** 1.851
Poder catastrófico .443**
Amenaza .184**

Riesgo mundial de contagioa


Modelo 2 .202 .060 40.803** 1.784
Poder catastrófico .376**
Amenaza .246**
a
Variables criterio
* p < .05. ** p < .01.

nados anteriormente se les denominó “Activos”, y a los que respondieron que no


habían hecho nada (28.8%; n2 = 94) “Inactivos”. Hubo tres participantes que no
contestaron a esta cuestión. Con estos datos se llevó a cabo una prueba de dife-
rencias de medias para comparar ambos grupos en las estimaciones que hacen de
la magnitud de riesgo de muerte y de contagio en el mundo y la probabilidad de
morir y de ser contagiado que el propio participante percibe sobre sí mismo.
Como se observa en la tabla III, los resultados obtenidos muestran que hay dife-
rencias significativas entre las estimaciones de la magnitud del riesgo de conta-
gio personal y del riesgo de muerte realizadas por los participantes “Activos” e
“Inactivos”, siendo las de los primeros superiores a las de los segundos.
TABLA III
Diferencias en la percepción de la magnitud y de las características del riesgo de la gripe A (H1N1)
según grupos de participantes inactivos (n1=94) y activos (n2=229)

Percepciones M DT T gl

Magnitud del riesgo de…


Contagio en el Mundo
Inactivos 34.45 20.94
Activos 43.42 21.77 -3.403** 321

Contagio Yo
Inactivos 15.06 17.49 -2.322* 209.106
Activos 20.38 21.30

Muerte del Mundo


Inactivos 19.86 17.51 -3.124** 209.723
Activos 27.03 21.39

Muerte Yo
Inactivos 6.64 12.04 -1.283 320
Activos 8.84 14.71
* p < .05. ** p < .01.

Para ver en qué medida las puntuaciones en percepción del riesgo resultan
significativas a la hora de clasificar a los participantes en “Activos” e “Inactivos”,
se llevó a cabo un análisis discriminante. Este análisis identificó que las dos
dimensiones que mejor discriminaban eran “Poder Catastrófico” y “Amenaza”.
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La función discriminante obtenida clasificaba correctamente al 71.5%, aten-
diendo a probabilidades previas proporcionales al tamaño de los grupos, con una
Lambda de Wilks de .96 [χ2(4, N = 323)=14.10, p < .001].

Discusión
Los resultados de esta investigación han permitido observar que cuatro
dimensiones subyacen a la percepción del riesgo de la gripe A (H1N1): el
“poder catastrófico” (e.g. ¿En qué medida este riesgo puede causar una catás-
trofe mundial, provocando la muerte y la destrucción por todo el mundo?), la
“amenaza” (e.g. ¿Es éste un riesgo al que la gente no teme, o es uno al que teme
mucho?), el “control” (e.g. ¿Se pueden prevenir los acontecimientos desafortu-
nados que conducen a este riesgo?) y el “conocimiento” (e.g. ¿En qué medida
las personas expuestas a este riesgo lo conocen con precisión?). Las dos prime-
ras están más relacionadas con los aspectos emocionales de esta percepción,
mientras que las dos últimas tienen una relación más próxima a los aspectos de
carácter cognitivo, tal y como se desprende del propio contenido de los ítems.
Además, las cuatro dimensiones guardan una estrecha relación con las dimen-
siones “temor” y “desconocimiento”, obtenidas de forma sistemática por los
estudios psicométricos (Slovic, 1987) cuando tratan de obtener el “mapa cog-
nitivo” de un conjunto de riesgos; ya que bien podría entenderse que el “poder
catastrófico” y la “amenaza” están relacionados con la dimensión “temor”, y el
“control” y el “conocimiento” con la dimensión “desconocimiento”. En inves-
tigaciones futuras debería estudiarse en qué medida estas cuatro dimensiones
se subsuman en las que tradicionalmente se han venido clasificando los riesgos
analizados.
Los resultados del análisis de regresión múltiple llevado a cabo permiten afir-
mar que el “poder catastrófico” y la “amenaza” actúan como variables predictoras
de la magnitud de riesgo percibido de la gripe A (H1N1), tanto cuando se eva-
lúa la capacidad de causar la muerte en la población mundial como su capacidad
de contagio. De estos resultados bien podría inferirse que los aspectos de carácter
emocional están más fuertemente asociados a la percepción del riesgo que los de
carácter cognitivo.
Los resultados permiten confirmar que, cuanta más magnitud de riesgo de
muerte, o de contagio, se perciba para la población mundial, mayor será la pro-
babilidad de llevar a cabo alguna acción protectora ante la enfermedad. Además,
el análisis discriminante muestra que el “Poder Catastrófico” y la “Amenaza”
–variables de carácter emocional– permiten clasificar a los participantes según la
realización o no de conductas preventivas. Estos últimos resultados apuntan en
la dirección ya sugerida por Weinstein et al. (2007), quienes concluyen que los
aspectos afectivos de la percepción del riesgo predicen mejor las conductas auto-
protectoras que las variables de carácter cognitivo.
Asimismo, se ha puesto de manifiesto que la realización de una acción pro-
tectora para evitar ser contagiado por esta enfermedad está positivamente rela-
cionada, de nuevo, con el “poder catastrófico” y la “amenaza”. Los participantes
que realizaron algún tipo de conducta de protección puntuaron significativa-
mente más alto en estas dos dimensiones que los participantes que no realizaron
ninguna.
Igualmente, este trabajo puede considerarse una contribución en cuanto a
que permite conocer, en cierta medida, las complejas percepciones que se
producen cuando surge una enfermedad tan novedosa que amenaza con
extenderse entre la población mundial y que, según la OMS, podría afectar a
un gran número de personas. Si se tiene en cuenta que entre los problemas
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280 Revista de Psicología Social, 2010, 25 (3), pp. 271-282

que plantea una epidemia de estas características está el de la adecuada ges-


tión del riesgo que deben llevar a cabo las autoridades, el conocer cómo per-
cibe el riesgo la población expuesta puede contribuir a la mejora de la comu-
nicación del riesgo a la población (Frewer, 2001; Slovic, 1986). La propia
OMS, al señalar el importante papel que en una pandemia de gripe A
(H1N1) tienen las percepciones de la gente, reconoce la dificultad de gestio-
nar este fenómeno y recomienda tener en cuenta los “complejos riesgos y
percepciones asociadas a una pandemia de gripe” a la hora de diseñar unas
estrategias comunicativas efectivas dirigidas a la población (OMS, 2009c, p.
29). A la luz de este planteamiento, y teniendo en cuenta el previsible desa-
rrollo que se atribuía a esta enfermedad en sus momentos iniciales, resulta
interesante tener en cuenta que una alta percepción del riesgo y una modera-
da ansiedad promueven conductas de autoprotección, tal y como sugiere
Leung et al. (2003) en su investigación sobre el SARS. No obstante, hay que
tener en cuenta el efecto probado por Kan et al. (2003) de que si se propor-
ciona información negativa sobre la enfermedad aumenta la percepción del
riesgo, especialmente cuando dicha información es de interés personal. Este
efecto facilita, en principio, la adopción de conductas de autoprotección,
pero, a su vez, produce un aumento en los niveles de temor y de ansiedad, lo
que dificulta la realización de dichas conductas. Sin embargo, si se propor-
ciona información positiva sobre las actuaciones del gobierno y la recupera-
ción de los casos detectados con la enfermedad, se favorece una menor per-
cepción del riesgo y, por tanto, una disminución de las conductas de auto-
protección. Los resultados de estas investigaciones deberían ser contrastados
en futuros trabajos que analicen en qué medida la combinación de las varia-
bles “riesgo” y “ansiedad” se relacionan con la realización de las conductas
autoprotectoras según el tipo de información que se proporcione a la pobla-
ción.
Como se ha puesto de manifiesto en esta investigación el paradigma psicomé-
trico puede ser útil para conocer la percepción que se tiene de un riesgo como la
gripe A (H1N1) (novedoso, reciente y variable) en el momento en que hace su
aparición. Investigaciones como ésta pueden ser un precedente para estudios
posteriores sobre otras pandemias o riesgos para la salud de características simila-
res. Sin embargo, en este caso, las alarmantes previsiones iniciales sobre el avance
de la enfermedad no se han visto confirmadas en todas sus dimensiones en el
momento actual, especialmente en la zona europea (OMS, 2010). A pesar de
ello, los resultados recogidos en esta investigación podrían ser el punto de parti-
da de otros trabajos en los que una nueva circunstancia, como la aparición de la
vacuna, implicara cambios importantes en la percepción del riesgo asociado con
esta enfermedad.

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