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Resolución: 000151/2010
S E N T E N C I A Nº 151/2010
Vistos por Doña Leticia Esther Mateo Requena, Magistrado-Juez del Juzgado
de lo Penal número Cinco de esta ciudad, los presentes autos de
Procedimiento Abreviado seguidos en este Juzgado bajo el nº 144/2009 por un
presunto delito contra la ordenación del territorio, frente a DON MIGUEL
ÁNGEL RAMÍREZ ALONSO, mayor de edad, con D.N.I nº 43.761.230, natural
de Las Palmas de Gran Canaria, nacido el día 20 de marzo de 1969, hijo de
Francisco y de Olga María, sin antecedentes penales y sin que haya estado
privado de libertad por esta causa; representado por la Procuradora Sra.
Marrero Pulido y asistido por el Letrado Sr. Chaparro Cáceres; DON
BENEDICTO MARTEL HERNÁNDEZ, mayor de edad, con D.N.I nº
43.241.033, natural de Las Palmas de Gran Canaria, nacido el día 26 de mayo
de 1957, hijo de Domingo y de Dorotea, sin antecedentes penales y sin que
haya estado privado de libertad por esta causa; representado por la
Procuradora Sra. Marrero Pulido y asistido por el Letrado Sr. Sánchez Pajares;
y DON JOSÉ LUIS ALEMÁN SUÁREZ, mayor de edad, con D.N.I nº
43.245.936, natural de Valsequillo, nacido el día 21 de junio de 1955, hijo de
Miguel y de Teresa, con antecedentes penales y sin que haya estado privado
de libertad por esta causa; representado por el Procurador Sr. Muñoz Correa y
asistido por el Letrado Sr. García Martín, en los que ha sido parte el Ministerio
Fiscal, Don Javier Ródenas Molina, en la representación que la ley le asigna,
procede a dictar la presente en base a los siguientes;
ANTECEDENTES DE HECHO
HECHOS PROBADOS
FUNDAMENTOS DE DERECHO
En cuanto a los elementos del tipo penal, el artículo 319.1 del Código Penal
castiga: 1º.- a los promotores, constructores o técnico directores; 2º.- que lleven
a cabo una construcción; 3º.- no autorizada; 4º.- en suelos destinados a viales,
zonas verdes, bienes de dominio público o lugares que tengan legal o
administrativamente reconocido su valor paisajístico, ecológico, artístico,
histórico o cultural, o por los mismos motivos hayan sido considerados de
especial protección.
1) Que a las 12:55 horas del día 23 de marzo de 2004 los Agentes de la
Guardia Civil con TIP T95791C y V96110E se personaron en la finca propiedad
de RALONS, S.A, sita en el Paraje Camino a Mazapez del término municipal de
Las Palmas, procediendo a denunciar el levantamiento de muros de piedra
para bancales de tierra en unos 30 metros de longitud y apertura de una pista
para acceso a tierras de cultivo, con arranque de flora del lugar, en una longitud
de unos 250 metros, aproximadamente. Denuncia que le fue notificada a la
persona que se encontraba en el lugar, Benedicto Martel Hernández,
responsable de las obras en ese momento, quien, a requerimiento de los
Agentes, no aportó ningún tipo de licencia para las obras que se estaban
ejecutando, presentando únicamente una solicitud de calificación territorial con
fecha de entrada en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria el día 4
de marzo de 2004 y número de registro 30.084 (folio 47), siendo denunciado,
Don Miguel Ángel Ramírez Alonso. Con fecha 26 de marzo de 2004 el Equipo
Seprona procedió a poner los hechos en conocimiento de la Agencia de
Protección del Medio Urbano y Natural del Gobierno de Canarias (folio 46),
haciéndose constar en el relato de hechos del oficio remitido a dicho organismo
que los mismos consisten en el “levantamiento de muros de piedra con
hormigón, supuestamente para bancales de terreno, en una superficie lineal de
unos 30 metros con una altura sin definir al encontrarse en fase de inicio y
apertura de una pista de unos 250 metros de largo por unos 3 metros de
ancho, aproximadamente, en la que se encontraba trabajando un tractor
excavadora, con un tramo de unos 150 metros, en el cual se aprecia que se ha
procedido a la destrucción de la flora del lugar, la cual al haber sido retirada se
supone que es continuación a la existente en ambos márgenes, también se
observa en los márgenes varios acebuches podados, ignorándose cuál va a ser
la longitud final de la misma”. Añadiéndose que el lugar de los hechos se
encuentra ubicado dentro del Paisaje Protegido de Pino Santo. En el folio 123
de las actuaciones se pueden observar las fotografías realizadas por el
Seprona en la visita girada en dicha fecha, en las que se aprecia la maquinaria
utilizada, acebuche talado en parte, desmonte en la montaña, acumulación de
material, inicio de la pista construida y apertura de pista para acceso a terrenos
de cultivo adentrándose en zona poblada de vegetación. Actuaciones sobre el
terreno que encajan a la perfección en el concepto de “construcción” que
establece la jurisprudencia del Tribunal Supremo.
5) Con fecha 8 de junio de 2004 los Agentes de Medio Ambiente con número
profesional 014 y 075 se personan nuevamente en el lugar observando, pese al
requerimiento personal efectuado a Benedicto Martel Hernández y a Miguel
Ángel Ramírez, una serie de obras nuevas: 1) Muro de piedra cara vista de 60
metros de largo por 2,50 metros de altura por 0,50 de ancho; 2) Muro de
bloques forrado de lajas de 30 metros de largo por un metro de altura y 0,20
metros de ancho, con 14 columnas intercaladas de hormigón y hierro de 30
metros de largo de 0,20 metros de ancho, con 14 columnas intercaladas de
hormigón y hierro de 0,30 metros de largo por 0,20 metros de ancho y 4 metros
de altura; 3) Construcción de habitáculo en bloques y columnas de hierro y
hormigón, techado con viguetas de hierro doble T y cubierta de planchas de
fibrocemento acolchadas y 4) la construcción de muro de bloques con
columnas intercaladas cada 2,50 metros. Esta nueva denuncia, de fecha 8 de
junio de 2004, en la que se vuelve a hacer constar que nos encontramos ante
un Espacio Natural Protegido, es firmada por Don Miguel Ángel Ramírez
Alonso en prueba de su conocimiento de la misma (folio 115). Las fotografías
realizadas por los Agentes se encuentran en los folios 166 y ss de las
actuaciones y hablan por sí solas en lo que a “sustancial modificación con
vocación de permanencia de la configuración original de la zona geográfica
afectada” se refiere.
6) Que los días 10 y 15 de junio de 2004 los Agentes de la Guardia Civil con
TIP R49928I y T95791C, como consecuencia de una llamada telefónica que
comunica que se están realizando diferentes obras en la zona conocida como
La Milagrosa en el término municipal de Las Palmas de Gran Canaria, se
personan nuevamente en el lugar y observan la ejecución de las siguientes
obras (folios 6 y ss):
1) Que con anterioridad a la entrada en vigor del Plan Especial del Paisaje
Protegido de Pino Santo, la Consejería de Política Territorial, Vivienda y
Arquitectura del Cabildo de Gran Canaria, con respecto a las obras en la
parcela de referencia (Camino Masapés-La Milagrosa), dictó:
El altísimo nivel de protección del que goza el terreno sobre el que se llevaron
a cabo las construcciones por parte de Miguel Ángel Ramírez Alonso, hace de
necesaria aplicación, como se adelantara más arriba, y pese a los intentos por
evitarlo por parte de las defensas de los acusados, el subtipo agravado del
artículo 338 del Código Penal. En este sentido se pronuncia claramente la
Sentencia del Tribunal Supremo de 26 de junio de 2001 al disponer que: “El
artículo 338 citado se inserta en las Disposiciones comunes aplicables a los
delitos previstos en el Título XVI, es decir, los relativos a la ordenación del
territorio y la protección del patrimonio histórico y del medio ambiente,
estableciendo una agravación específica cuando dichas conductas afecten a
algún espacio natural protegido. Sin embargo, el tipo cualificado contra la
ordenación del territorio que se ha aplicado en este caso, 319.1, no incluye "per
se" dicha calificación agravatoria, como sí sucede en el tipo descrito en el
artículo 330 C.P. y recuerda la Audiencia, sino que se limita a castigar a los que
lleven a cabo una construcción no autorizada en suelos destinados a viales,
zonas verdes, bienes de dominio público o lugares que tengan legal o
administrativamente reconocido su valor paisajístico, ecológico, artístico,
histórico o cultural, o por los mismos motivos hayan sido considerados de
especial protección, luego la agravación implica algo cualitativamente distinto,
es decir, que el espacio natural esté reconocido y haya sido ya calificado
administrativamente como protegido, y siendo ello así debió operar la
agravante específica, pues el delito base no comporta dicha cualidad fáctica
específica. Tiene razón el Ministerio Fiscal cuando afirma que el artículo 319.1
C.P. parte de un planteamiento protector general, mientras que la agravación
reconoce un plus de protección cuando, además de los valores referidos en
aquel precepto, el espacio natural haya sido reconocido como protegido”.
En otro sentido, quizás más cercano al argumento defensivo expuesto por los
Letrados de los acusados, la Sentencia de la Sección 8ª de la Audiencia
Provincial de Cádiz, alegada y aportada por uno de ellos para fundamentar la
no aplicación del tipo agravado, dice lo siguiente: “La conducta enjuiciada,
realizada por el acusado, ha quedado subsumida en el tipo penal previsto en el
art. 319.1 del C. Penal, en tanto que éste construyó una vivienda de 68,5
metros cuadrados de superficie, así como procedió a hormigonar la zona
exterior de la misma en un perímetro de 125,7 metros cuadrados en una finca
de su propiedad, ubicada en el Parque Natural de la Sierra de Grazalema,
estando calificado dicho suelo como no urbanizable, destinado al uso agrícola
en régimen extensivo, de especial protección. Es evidente a tenor del relato de
hechos probados que la construcción fue llevada a cabo dentro del perímetro
de un Parque natural, espacio natural protegido. Ahora bien, consideramos que
esta circunstancia cuya concurrencia es necesaria para el encaje y la
subsunción de los hechos enjuiciados en el tipo penal previsto en el art. 319.1
del C. Penal, no puede ser tomada a su vez para apreciar la concurrencia del
subtipo agravado previsto en el art. 338 del C. Penal. Ello supondría una grave
y evidente conculcación del principio "non bis in idem". En la interpretación
lógica y sistemática de ambos preceptos entendemos que la afectación de la
conducta realizada por el sujeto activo a algún espacio natural protegido
exige un plus, la constatación de haber puesto en peligro grave algún
elemento esencial del equilibrio ecológico del espacio natural o lo que es
igual, que haya podido alterar gravemente el status quo del espacio
natural previo a la intervención que se cuestiona”. Pero es que incluso
acogiendo la jurisprudencia sentada por esta Sentencia, que parece más
restrictiva que la anteriormente mencionada del Tribunal Supremo a la hora de
aplicar el subtipo agravado al que venimos haciendo referencia, la conducta del
acusado Miguel Ángel Ramírez sigue encajando en dicho precepto penal, ya
que de la documental obrante en autos, en concreto del informe del Servicio de
Medio Ambiente, emitido con fecha 28 de diciembre de 2006 se deriva que la
actuación de legalizar la apertura de un nuevo camino ha transformado el
terreno (alteración de la geomorfología y arranque de árboles, arbustos y
geófitos), ha destruido valores naturales en el área, el ecosistema
potencial de la zona y el hábitat de interés comunitario-bosque de Olea, y
ha modificado negativamente las características visuales del paisaje en la
ladera de la actuación, cuando en la parcela preexiste otro camino que da
acceso a las cadenas agrícolas y edificaciones residenciales; mientras
que la actuación de legalizar la construcción de seis muros supone una
importante transformación del terreno. Concurre, por tanto ese plus al que
hace referencia la propia Sentencia alegada por la defensa de los acusados.
Sin embargo, por las razones arriba expuestas esta juzgadora no puede dar
credibilidad a las alegaciones de desconocimiento de la protección
medioambiental del terreno formuladas por Don Miguel Ángel Ramírez en su
defensa, y es que las mismas no se sostienen una vez acreditado que, como
cualquier ciudadano de nivel cultural medio, tenía conocimiento de que debía
pedir la correspondiente licencia y/o calificación territorial para iniciar la
ejecución de las referidas obras, tal y como se desprende de sus propias
manifestaciones y del hecho de que la solicitud de calificación territorial por él
formulada tiene fecha de registro de entrada anterior a la primera visita de los
Agentes del Seprona a la finca, habiendo sido requerido en multitud de
ocasiones para que paralizase las obras que se encontraba ejecutando, siendo
informado de que estaba actuando sobre un Espacio Natural Protegido. Desde
la primera inspección realizada por Agentes del Serpona el día 23 de marzo de
2004, el acusado Don Miguel Ángel Ramírez, necesariamente tuvo que
haberse informado sobre la clasificación urbanística del terreno propiedad de la
entidad RALONS, S.A de la cual él es administrador único, siendo lo contrario,
o bien expresión de una ignorancia inexcusable sólo a él imputable o bien,
siendo éste caso, pese a la negación por su parte, de un deliberado desprecio
a las normas sobre la ordenación del territorio.
Don Miguel Ángel Ramírez Alonso, en el acto del juicio, al igual que hiciera en
el periodo de instrucción, sostuvo que desconocía que la parcela sobre la que
realizó las obras que se detallan en los hechos probados de la presente se
encontraba sobre un espacio natural protegido, así como que no realizó sobre
el terreno obras de construcción, sino que se limitó a rehabilitar lo que ya
existía, razón por la cual entendía que podía hacerlo sin ningún problema. Sin
embargo, como ya se hiciera constar más arriba, las alegaciones de
desconocimiento de la clasificación del suelo por parte del promotor de la obra,
caen por su propio peso cuando haciendo un repaso de las actuaciones se
aprecia que fueron necesarias dos inspecciones por Agentes del Seprona, con
sus correspondientes apercibimientos, y dos inspecciones por Agentes
Medioambientales del Cabildo, con sus consiguientes requerimientos, para que
Don Miguel Ángel Ramírez Alonso, se dignara a paralizar las obras que estaba
realizando y que, tal y como se deduce de la contratación de la empresa
Guaydil, trató de acelerar con pleno conocimiento de que no podía seguir
actuando sobre dicho terreno. En cuanto al camino, declaró que lo único que
hizo fue limpiarlo, respetando el camino original y sin abrir uno nuevo. En
relación a las vallas, como hecho nuevo y contrario a sus primeras
manifestaciones, en las que sostuvo que la parcela se encontraba totalmente
abierta (folio 11), manifestó que cuando la compró la finca tenía una valla,
siendo que lo único que hizo fue poner una mejor. Y finalmente, en lo que
respecta a la pérgola y a la pajarera manifestó que las arregló porque si no se
arreglaban no se podía estar ahí y que los muros fueron rehabilitados porque
los mismos estaban muy deteriorados. Con respecto a los otros dos acusados,
Don Miguel Ángel Ramírez manifestó que Benedicto fue el primero que empezó
a hacer obras en la finca de su propiedad, que le enseñó el resguardo de la
solicitud de licencia que había presentado, que estuvo trabajando para él,
aproximadamente, un mes y medio y que su actuación se limitó a reparar un
muro y rehabilitar la pajarera. En cuanto a la constructora Guaydil declaró que
decidió contratarla para terminar antes la obra, que le encargó la rehabilitación
de cinco muros, que cuando contrató a Guaydil no tenía conocimiento de la
denuncia, ni la constructora tampoco, y que desde que tuvo conocimiento de la
denuncia no ha hecho nada más. Para terminar, Don Miguel Ángel en su
declaración hizo referencia a que lo que han hecho se ha ido legalizando, pero,
tal y como acaba de exponerse líneas arriba, de todas las obras iniciadas por el
acusado Miguel Ángel Ramírez, sólo se le otorgó calificación territorial para la
legalización de reparación del muro de contención correspondiente al tipo 1 y
para la sustitución del tendido eléctrico aéreo por otro subterráneo en el tramo
que discurre entre las cotas 495 y 525, esto es, en el tramo que discurre por la
parte del camino que no es ilegal.
Para terminar con el estudio del elemento subjetivo del injusto, hacer una breve
referencia a la supuesta esperanza de legalización de las obras ejecutadas que
el acusado Miguel Ángel Ramírez manifestó tener en una de sus declaraciones.
A este respecto, la jurisprudencia tiene declarado que la creencia de que la
construcción ilegal levantada podría ser legalizada en un futuro próximo, no
puede confundirse con la ausencia de dolo ni con error jurídico excluyente de la
responsabilidad penal, no pudiendo hablarse ni de error de tipo, porque la falsa
creencia de que la ilegal edificación pudiera ser autorizada no altera ni afecta a
la concurrencia de los elementos del tipo penal, que como hemos analizado
concurren en el presente caso, ni tampoco de error de prohibición que precisa
que el autor de la infracción penal ignore que su conducta es contraria a
Derecho o, expresado de otro modo, que actúe en la creencia de estar obrando
lícitamente. Como señala el Tribunal Supremo en la Sentencia 865/2005, de 24
de junio, sólo cabe hablar de error de prohibición, como excluyente de la
culpabilidad, "cuando se cree obrar conforme a Derecho, sin que tenga nada
que ver con esto el caso en que el autor del delito piense que la infracción
cometida es más leve de como en realidad la sanciona la Ley Penal o que
pudiera subsanarse en época futura" El Tribunal Supremo estima que en este
caso, el conocimiento eventual del injusto es un concepto paralelo al del dolo
eventual: "en estos casos hay culpabilidad del mismo modo que en los casos
de dolo eventual hay dolo".
Por su parte, los agentes medioambientales del Cabildo, fueron claros en sus
manifestaciones, declarando el Agente 027 que acudieron al lugar a ver si las
obras tenían las licencias administrativas, que no tenían permisos, que
requirieron a Miguel Ángel Ramírez Alonso para que paralizara las obras y que
éste se negó a firmar pero no a recibir el requerimiento. Que accedieron a la
totalidad de la finca y que vieron acebuches recientemente cortados así como
que los muros nuevos estaban a la entrada de la finca. El Agente 014, declaró
que la primera vez que fueron estaba Benedicto y luego la otra empresa. Que
Benedicto recogió a su personal y se marchó y que vio muchas columnas que
se hicieron después de abril de 2004. El Agente 075 coincidió con el anterior en
declarar que Benedicto en abril de 2004 se encontraba trabajando en el lugar y
que en junio de 2004 habían hecho muros preparados para vallar la zona.
En cuanto al otro acusado Don José Luis Alemán, como bien argumentara su
defensa en el periodo de informe, la acusación no practicó prueba alguna
tendente a acreditar que pese a su cualidad de Administrador único de la
Construtora Guaydil, el mismo participó de alguna manera en la comisión del
hecho delictivo objeto de la presente resolución. Y es que, como establece la
Sentencia de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Toledo de
fecha 26 de marzo de 2009: “cuando el sujeto activo es una persona jurídica,
habrá de acudirse al principio tradición al societas delinquere non potes
aplicando el art. 31 del Código Penal referido a los administradores de hecho o
de derecho y representantes voluntarios o legales de la persona jurídica,
entendiendo por tales las que menciona el art. 35 del Código Civil.
Pues bien, lejos de acreditarse que el acusado José Luis Alemán Suárez tenía
perfecto conocimiento de las actuaciones concretas que se estaban realizando
en la parcela propiedad de la entidad Ralons y dirigía desde su despacho la
ejecución de las mismas, de la prueba practicada en el plenario resulta que el
anterior se limitó a enviar a las obras a un responsable de su empresa, Don
Salvador González Caballero, para que se hiciera cargo de la ejecución de
mismas, coincidiendo éste con aquél en manifestar que el primero no llegó a
tener conocimiento de dónde se ubicaba la finca, ya que en ese época tenía un
promedio de 15 obras y unos 400 empleados directos y otros 200 indirectos,
teniendo que producirse un incidente muy grave para que se le comunicara
algo respecto de una obra concreta. En base a lo anterior, procede emitir un
pronunciamiento absolutorio.
El Tribunal que juzga más allá de un plazo razonable, cualquiera que sea la
causa de la demora, incluso por carencia estructurales que surgen con el
aumento del número de causas, está juzgando a un hombre -el acusado-
distinto en su circunstancia personal, familiar y social y la pena no cumple ya o
no puede cumplir las funciones de ejemplaridad y de rehabilitación o
reinserción social del culpable que son los fines que la justifican".
SEXTO.- Y en cuanto a las costas legales del procedimiento –si las hubiere-,
deberán ser impuestas al condenado, a tenor de los artículos 240 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal y 123 del Código Penal.
En atención a lo expuesto, vistos los artículos citados y demás de general
aplicación;
FALLO