Sunteți pe pagina 1din 3

1

La filosofía y sus interrogantes  1.1. La explicación pre-racional: magia y mito


DOCUMENTOS UNIDAD

1. Popol Vuh (Mito maya)

Así, pues, hubo que hacer una nueva tentativa de crear y formar al hombre por el Creador, el
Formador y los Progenitores.
—¡A probar otra vez! Ya se acercan el amanecer y la aurora; hagamos al que nos sustentará y
alimentará! ¿Cómo haremos para ser invocados, para ser recordados sobre la tierra? Ya hemos
probado con nuestras primeras obras, nuestras primeras criaturas; pero no se pudo lograr que
fuésemos alabados y venerados por ellos. Probemos ahora a hacer unos seres obedientes, res-
petuosos, que nos sustenten y alimenten—. Así dijeron.
Entonces fue la creación y la formación. De tierra, de lodo hicieron la carne [del hombre]. Pero
vieron que no estaba bien, porque se deshacía, estaba blando, no tenía movimiento, no tenía
fuerza, se caía, estaba aguado, no movía la cabeza, la cara se le iba para un lado, tenía velada la
vista, no podía ver hacia atrás. Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento. Rápidamente
se humedeció dentro del agua y no se pudo sostener.
Y dijeron el Creador y el Formador: —Bien se ve que no podía andar ni multiplicarse. Que se
haga una consulta acerca de esto, dijeron.
Entonces desbarataron y deshicieron su obra y su creación. Y en seguida dijeron: —¿Cómo hare-
mos para perfeccionar, para que salgan bien nuestros adoradores, nuestros invocadores?—. Así
dijeron cuando de nuevo consultaron entre sí.
—Digámosles a Ixpiyacoc, Ixmucané, Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú : ¡Probad suerte otra vez!
¡Probad a hacer la creación! —. Así dijeron entre sí el Creador y el Formador cuando hablaron a
Ixpiyacoc e Ixmucané.
En seguida les hablaron a aquellos adivinos, la abuela del día, la abuela del alba, que así eran
llamados por el Creador y el Formador, y cuyos nombres eran Ixpiyacoc e Ixmucané.
Y dijeron Huracán, Tepeu y Gucumatz cuando le hablaron al agorero, al formador, que son los
adivinos: —Hay que reunirse y encontrar los medios para que el hombre que vamos a crear nos
sostenga y alimente, nos invoque y se acuerde de nosotros.
—Entrad, pues, en consulta, abuela, abuelo, nuestra abuela, nuestro abuelo, Ixpiyacoc, Ixmucané,
haced que aclare, que amanezca, que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos
recordados por el hombre creado, por el hombre formado, por el hombre mortal, haced que así
se haga.
—Dad a conocer vuestra naturaleza, Hunaphú-Vuch, Hunahpú-Utiú, dos veces madre, dos veces
padre, Nim-Ac, Nimá-Tziís, el Señor de la esmeralda, el joyero, el escultor, el tallador, el Señor de
los hermosos platos, el Señor de la verde jícara, el maestro de la resina, el maestro Toltecat, la
abuela del sol, la abuela del alba, que así seréis llamados por nuestras obras y nuestras criaturas.
—Echad la suerte con vuestros granos de maíz y de tzité. Hágase así y se sabrá y resultará si
labraremos o tallaremos su boca y sus ojos en madera—. Así les fue dicho a los adivinos.
ANÓNIMO
Popol Vuh: Primera parte. Capítulo II

1 ¿Qué explicación dan los mayas al origen del mundo y de los hombres?

2 Según este mito, ¿cuales son los pasos en la creación del hombre?

3 ¿En qué se parece y se diferencia este mito maya al de Prometeo?


1

La filosofía y sus interrogantes  2.1. El periodo metafísico


DOCUMENTOS UNIDAD

2. La Metafísica de Aristóteles

Libro I
Salta a la vista que la sabiduría1 es la ciencia de determinados principios y determinadas causas.
Puesto que buscamos esa ciencia, habrá que examinar de qué causa y de qué principios la sabi-
duría es ciencia. Si se tuvieran en cuenta las opiniones que comúnmente se forjan acerca del
sabio2, este asunto se tornaría más claro. Se supone que, en la medida de lo posible, el sabio
conoce las cosas sin tener en particular la ciencia de cada una de ellas; que se denomina sabio a
quien es capaz de conocer lo más difícil y lo que no es fácilmente accesible al conocimiento
humano, pues siendo el conocimiento sensible común a todos, es fácil y no tiene un ápice de
sabiduría; además, que quien posee un conocimiento más riguroso de las causas y quien es más
capaz de enseñarlas es, en cualquier género de ciencias, el más sabio. Además, entre las ciencias,
la más deseable por sí misma y, por el saber que proporciona, se considera que es en mayor
medida sabiduría que la que solo es deseable por los resultados. Y, que la ciencia dominante es
en mayor medida sabiduría que la auxiliar, pues no es competencia del sabio recibir órdenes, sino
prescribirlas. No es él quien debe obedecer, pues es el menos sabio quien debe estar sometido.
***
Así, pues, si los primeros filósofos se dieron a filosofar para huir de la ignorancia, persiguieron el
saber en consideración del conocimiento y no por su utilidad. Y lo que ocurrió da testimonio de
lo que decimos, pues se comenzó a buscar ese tipo de conocimiento tan pronto se hubieron
satisfecho todas las necesidades de la vida y todo lo relativo al bienestar y el solaz. Es obvio que
no buscamos ese conocimiento en virtud de una ulterior utilidad. Y así como llamamos libre al
hombre que tiene su fin en sí mismo, y no existe para otro, así decimos que ésta es la única ciencia
libre, puesto que es la única que tiene su propio fin.
ARISTÓTELES
Metafísica

1 sabiduría: para Aristóteles, sinónimo de filosofía.


2 sabio: para Aristóteles, sinónimo de filósofo.

1 ¿Qué características posee la filosofía para Aristóteles?

2 ¿Qué rasgos caracterizan al filósofo?

3 ¿Qué utilidad tiene la filosofía? ¿Cuál es su fin?

4 Siguiendo la opinión de Aristóteles, ¿en qué consiste ser libre?


1

La filosofía y sus interrogantes  2.2. El período gnoseológico


DOCUMENTOS UNIDAD

3. Carta del señor a la Gran Duquesa


de Toscana

De allí resulta, por consecuencia necesaria, que el Espíritu Santo, que no ha querido enseñarnos
si el cielo se mueve o si permanece inmóvil, si su forma es la de una esfera, de un disco o de un
plano, no habrá podido tampoco tener la intención de tratar otras conclusiones que con estas
cuestiones se ligan, tales como la determinación del movimiento y del reposo de la Tierra o del
Sol. Y si el Espíritu Santo no ha querido enseñarnos esas cosas, porque ellas no concernían al
objetivo que Él se propone, a saber, nuestra salud, ¿cómo podría afirmarse entonces que de dos
afirmaciones sobre esta materia una es de Fe y la otra errónea? ¿Podría sostenerse que el Espíri-
tu Santo no ha querido enseñarnos algo concerniente a la salud? ¿Podría tratarse de una opi-
nión herética, cuando para nada se relaciona con la salud de las almas? Repetiré aquí lo que he
oído a un eclesiástico que se encuentra en un grado muy elevado de la jerarquía, a saber, que la
intención del Espíritu Santo es enseñarnos cómo se va al cielo, y no cómo va el cielo.
Pero pasemos a considerar qué valor conviene asignar, en las conclusiones naturales, a las
demostraciones necesarias y a las experiencias de los sentidos, y qué autoridad les fue atribuida
por los sabios y santos teólogos; de éstos, entre otros cien testimonios, tenemos los siguientes:
«Debemos cuidarnos, cuando tratamos de la doctrina de Moisés, de no presentar como asegu-
rado lo que repugne a experiencias manifiestas y a razones filosóficas, o a otras disciplinas; en
efecto, como lo verdadero coincide siempre con lo verdadero, la verdad de los Textos Santos no
puede ser contraria a las razones verdaderas y a las experiencias alegadas por las doctrinas
humanas» (Pereirus, In Genesim, circa Principium).
Y en San Agustín leemos esto:
«Si ocurriera que la autoridad de las Sagradas Escrituras se mostrara en oposición con una razón
manifiesta y segura, ello significaría que quien interpreta la Escritura no la comprende de manera
conveniente; no es el sentido de la Escritura el que se opone a la verdad, sino el sentido que él
ha querido atribuirle; lo que se opone a la Escritura, no es lo que en ella figura, sino lo que él
mismo le atribuye, creyendo que eso constituía su sentido» (Epístola séptima, Ad Marcellinum).
Así las cosas, y puesto que, como se ha dicho, dos verdades no pueden contradecirse, es oficio
de sabios comentaristas el esforzarse por penetrar el verdadero sentido de los pasajes de la
Escritura, la que indubitablemente ha de estar en concordancia con las conclusiones naturales
cuyo sentido manifiesto o demostración necesaria hayan sido establecidos de antemano como
ciertos y seguros.
G.GALILEI
Carta del señor Galileo Galilei, Académico Linceo,
escrita a la señora Cristina de Lorena, Gran Duquesa de Toscana

1 ¿A qué período de la historia de la filosofía pertenece este texto? ¿Por qué?

2 ¿En qué basaban los estudiosos la ciencia antes de las teorías de Galileo?

3 ¿Cuestiona Galileo estas teorías? ¿En qué párrafo de este texto se hace evidente?

S-ar putea să vă placă și