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I intención del que habla.

Suele hacerse con fórmulas de negación


como «r1o es que sea preci§ameate un tontot, para decir «es muy
üsto». En la pi*erici,íi, en cambio dice lo que quiere decir aparen-
tando omitirio, como en «No voy a referitme ahora a su honra-
dez, sentido de la ptoporción...».
r) De las {iguras irente al recePtor, además. de al'gunas muy
áratorias c<ttto la runeesiótt, b dttbitación, las qlue
"rp..ítr."*"rrta
mZs alca¡zt¡ a la lengua literatia han sido la dPó¡blrt, esto es,
dirisir el discurso a pérsonas distintas del público habitual y en
toní exclamativo, ptr eiemplo: «Vosottas, ¡oh esttellas!, que
sabéis mi llanto». En este eiemplo ha habido t^mbrér^ PrlrlpoleJo o
atribución de cual.idades de serés animados a seres inanimados' En CAPfTrrr.o IX
estas figuras de lengua hteruria ha recogido el esquema dialógico
y argumentativo del discurso. Estructura y pngmáttca del texto lírico

1,s.Ilr*ulo \uzrn-- \lw*, 9.r. El rExro coMo ESTRUCTURA


*eo.Jo A",l \o*¿urJ L§n"n;" La mayor parte de los recursos de la lengua literaria recorridos
en el capítulo antetior afectaban a la palabn poética aislada o a la

\a&u& ,
G\**,Y4+ frase. Ttopos y figuras eran medios de ordenar las peculiaridades
semánticas, morfosintácticas y fónicas que adoptaba la el.,ocución
literaria. Pero cua¡do el lector se enfrenta con un texto literariri
percibe no tanto una suma de recursos como una clflstrgccitirr, wa
forma integtada que se p{opone como texto, esto es, una nueva
iíñidad definida como conjunto y que se halla delimitad4 por
principios no aditivos. Para I. Lotrnan (1978, 1), un texto pr€iu'
Pone una estfr¡ctuta, un límite espacio-tempotal y una ierarquía
interna en sus constituyentes. Lo más sobres¿liente ¿ primera yista
para el lector es la deümitación, sobre todo en el caso del poema
que se halla sepatado pot signos gráficos, estróficorítmicos, etc.,
muy visibles. La ta¡rativa o el drama también poseen matcas
identificadoras específicas del límite que separa el texto del no
texto. Pero la lengua literaria ptopone asimismo una conforma-
ción i¡terna que la define como di¡atr¡0. I¿ unidad discursiva o
textual no se convierte en tal por el sólo hecho de su delimitación

\-l Q-, ,¿ 4 -s( Ávt¡v P


- Cv t"cp espacial, rítmica, gráfica, etc. Debe réunir al menos las otras dos
características: configurar una esüuctura y establecer una jerarqula
interna de dependencias. Estas dos características dependen la una
de la otf¿; mejor, la ptimefa es una consecuencia de la segunda.
Una setie de tropos y/o figuras delimitadas espacialmente no crea

194 t9t
ni define un texto rii el carácter litera¡io del mismo. Obtendremos ser presentado como ritmo el discurso poético y no su resulta-
un texto cuando esa serie de recursos tenga un grado de coherexcia do gráfico... El movimiento ritmico es ante¡ior al verso. No se
y otgzniztción intetna orientada a la finalidad que le es específica. puede comprender el ritmo a partit de la línea de los versos;
por el contrado, se comprenderá el verso a pertir del impulso
Recotdat estos concePtos, tan obvios y conocidos, es ¡ecesa-
ritmico. EI verso de Puchkin «üogkim zefirom lietit» puede
rio como paso ptev.io a esta pregudta: ¿además de los tropos y leerse de dos maneras difereotes: «Liógkim zéfirom lieti» o
figuras, pueden aislarse algunas características que excedan a la bien «Liogkim zeErom iietit.
ftase y def.tnan al texto literario como una orgaailaciótt o estructura
peculiar? Esta pregunta es muy afltigua y la Retótica clásica, como
vimos, se preocupó por responde a, Pero ha seguido apareciendo Podemos combinar y analizar- a"l infinito sus sílabas, sus
como ufia constante preocupación. Se trata, pues, de aislar una re- meüdas, sus sonidos y no sabremos cómo es necesario leedo.
úca del di¡clr¡o fiterario y no de la palú¡ra o la fnse. Se trata de fiiar Pero si leemos todos los versos precedentes (del poema) cuando
algunos principios ordenadotes de la construcción textual litera- llegamos a él leeremos «Liogkim zéfirom lietit» porque el imPr so
ria. La necesidad de tal retórica de la conposiciótt discursiva fue de este poema es trocaico y no dactílico. Leemos el vetso correc-
muy bien planteada por los formalistas rusos, que atendieron a tamente porque conocemos el iap n rítn ico del cual resulta
ella tanto en sus estudios de prosa como en los rítmico-versdes 1. (págs. ro8-ro9) (rid. J. Domngtez Caparrós, 1981).
Como lo refetido a la composición nartrativ^ es objeto de un El impulso rítmico es sólo una de las múltiples manifestacio-
capítulo posterior, veamos ahora un ejemplo de dicha preocupa- nes de lt e¡trscllffa u otganización intetna que posee todo discutso
ción en los estudios de ve¡sificación fotmalistas. Nada mejor para poético. Los versos, las dmas, las figuras, los tropos sofl en
ello .que la noción de pdÍró,, 0 irrry t0 rítfi¡ico ei la que insis- cualquier caso facto¡es de una organización, de una estructura
tieron tanto Tomachevsk.i como Brik [cfr. T. Todorov (ed.); discursiva. Cuando leemos un texto literario tenemos una sefie de
196¡, págs. to1-tt4 y 115-rz6]. Ambos vieron la ¡ecesidad de üneas horizontales en un eje de contigüdad y sucesiór s¿
distinguir errtrc metro 1 ritmo. La métrtca tradicional era un estudio
-dondefónicos, morfosintácticos y semánticos
van sumando los recursos
de.l metro y se centtaba en cuantificar las medidas del verso o sus de las palabms y las frases. Pero un discurso litetatio es.también
acentos. Los formalistas, en cambio, planteaton que el metro no una línea vertical do¡d,e todos aquellos recursos se integran en
eta la causa el ritmo, sino su efecto, su resultado. Pot encima del relaciones de dependencia de unos con ottos. La Estilística ha
metro y del verso existia en el poema un ritmo definido por ellos hablado de la noción de conaergencia (dt. M. Riffaterre, ry16, y
como factor c|tstr*¡ti\|. El ff-Ietro era la ma¡era convencional de E. He rnández-Y.i sta, ry6j), según la cual los factores y fecursos
mostr¿r un movimiento que Ie es anterior. Es€ moYimiento literarios adquieten tasgos nuevos dependientes de los que les
ritmico o impulso se proponía como un patrón o sistema subya- preceden y siguen en el texto. La neorretórica habla de la necesi-
cente que crca la orgatización métrica, tonal y acentual del verso. dad de una lec-l.uta labular, ftente a la lectura lineal a que est¿mos
Dice O. Brik: habituados cuando desctibimos un texto (cfr. J. Dubo.is y otros,
ry77). En definitiva, es pteciso ¿ñadir a los ropos y figuras de la
Es necesario distinguir rigurosamente el movimiento y el palabra y ftase una nuey¿ retórica: la del discu¡so como organiza-
resultado del movimiento. §i una persona salta e¡ un terreno ción vettebmdora que cn¡za ve¡ticalmente el poema imponiendo
pantanoso y deja sus huellas, aunque esa sucesión de huellas sea un principio estructutado que explique precisamente la ¡aturaleza
regular no es,un ritmo. Los saltos tienen Iugai siendo un ritmo, peculiar de esa estructura.
pero Ias huellas que dejan en el suelo no son más que datos que Una buena patte de los recutsos fónicos, morfosintácticos y
sirven para juzgarlas. De igual manera el poema impÍeso en u¡ semánticos analizados en el capítulo anterior h¿ encontiado un
libro nó ofrece más que las húellas del movimiento. Sólo puede
Iugar teórico que los explica y übica como fenómenos con una
ptoyección discutsiva. Esta hipótesis teórica es la propuesta por
1 Ld LÍntr ¿c lr T.oda ú l4 tikrottn¿, de B. Tom¿chc*ki, recientcmente tr¡ducid¡ el
R. Jacobson, estudiada en el capítulo III de este libro. Además de
español (Akat, rgsz), psed€ ¡csult¿r en este sentido, ¡cvcladora dc esos iotereses por la
composición rítmica y narradvr. se: una hipótesis que ptetende explicar de modo teórico cuál es el

r96 197
f ¡üt
I
antltesis, etc.) cobran ahora url nuevo sentido al ser leídos de un
Pritcipil estrlctura¿or del discurso lírico2, la tesis sobre la función modo tabular o vertical. Es importante advenir que no se trata de
poética ha tenido un¿ proyección analitica concreta y se ha
ufia reordenación de los rasgos, sino de una lectura nueva, cdn
constituido en una de las vlas más intetesantes pata establecer los
consecuencias nuevas. La más importante es [a de tevelar el texto
priacipios de una ¡etótica del discutso lirico2, definido como poético como una estructura, como un discurso regido Por leyes,
dis"rrio te.otr"nte. A partir de Jakobson, el análisis de un poema si no específicas, sí definitorias.
debe contemplat el eie de la recurencia como eie coÍstrrt.tiul,
Los dos ¡¡'.odelos exPLica'ivos de la const¡ucció¡ ¡ec¡¡¡¡enie Jel
constrtutivo de su lbtma y gzranúa de la permanencia y catáctet
discurso poético más üfundidos son: r) el coaplittg o empare,a-
literul de esa fotma. Las tecumencias y los paralelismos fónicos, miento, y z) el concepto de isotopía di¡cu¡itta.
gramaticales y semánticos no etatr P^ra Jakobson, fenómenos
retóricos aislados, sino que, como estableció en su estudio Pr¿d¿
d.e la Granática I Gramática de la Poesía (cfr' R Jakobson, 1973, 9.2. Eueanr.¡arurENTos o «coUPLINGS»
pág. zz),Ia equivalencia fónica, gramatical, semántica era Promo-
S. R. Levin ProPuso en su libro, yz clásico, Ettr*ctmat lirrgüí§titds
vida a tango cot stit,.diuo de la secuencia poética' Posteriotniente, un fenómeno que otorga cohesión
efi la Poe¡la la posibiüdad de aislar
R. Jakobson insistía en que la inspiración de G' Hopkins le fue
y sopone el principio estructurador del lenguaie Poético. Este.fe-
fundamental sob¡e todo cuando éste veía que la ertrsct ra de la
nómino denominz¿o clsPling o emparejamiento es una Yersiórr
poesia eta la de un paralelismo continuo, Pata Jakobson, en fin,
ordenador¿ de la hipótesis de Jakobson sobre la tecurrencia como
€xiste (en poesla) un ¡i¡tena d.e corespondencias continuas a principio constitutivo de la secuencia poética. La ambición_ de
muchos niveles: en Ia composición y la ordenación de las Levin-es explicar los dos tasgos más definitivamente reconocidos
construcciones sintácticas, en la composicióo y ordenación de por todos a la estructura lingülstica de la poesía: en primer lugar,
las formas y categoías gfamaticales, en las de los sinó¡imos ia especial unidad entre expres.ión fotmal y cont¿nido en el
léxicos...,en fin, en las de las combinaciones de sonidos y de los lenguaje de la poesía. Esa especial cohesión intetna se debe a la
esquemas prosódicos... (R. Jakobson, r98o, pág. roz).
«existencia de unas estructutas que sofl peculiafe§ al lenguaie de
Ese sistema es el que crea el paralelismo fónico, gtamatical y la ooesía v cue eietcen una función unificadora sobr€ el texto en
semántlco, el que ordena el poema en torflo al ptincipio construc- .t iu" ,pá..'..tt, '.r,*.,o.", a las que hemos dado el nombre de
tivo de la recurrencia de elementos equivalentes' apaieamientos (ntQlings)» (pág. zz). Tales esttucturas explican,
Erl este capítulo vamos r,rl desarrollar algunas consecuencias ,iimismo, la experiencia común de que la poesía, como diio
que en la retórica discufsiva ha tenido esta tesis. Vetemos cómo Valéry, «se canéteriza por un hecho notable que, en realidad,.'la
muchos de los que en la retórica lineal u horizontal eran fenóme- define: tiende a teptoducirse en idéntica fotma y estimule la mente
nos aislados (como la aliteración, el isocolon, la atáfora, la del lector pata reconstruida en su forma originab». El discurso
poético es, pues, un discurso con especial cohesión interna (es-
2 En este capítulo, como indica ya su trtulo, voy a c€fltrálme sob¡c todo en la
recurreflcia como €¡e del üscurso lírico. I-a tesis est¡ucrutalist¿ proponc que no cs un
iructura fomal muy firerte) y con vóluntad de petmanencia.
feoómeno exclusivo de la llrica, pero es obvio quc se da en el poema con u¡¡ 6¡c¡za Ambas características Pueden explicarse por la predominancia
estrüctu!¿dora mucho m¡yo! que en l¿ prosa. Po¡ ello, la mayor pert€ de los anáfsis constructiva que en el discurso poético tienen los cot44lings. Bl
coflc¡cto§ (como los muchos sobre b¡ Chót!, ¿e Baudelaire) se han h€cho sohre poe¡nas o
textos de prosa poétic¡. El mismo R. Jakobson adviette. que
couplittg viene definido por «l¿ colocación de elementos lingüísti-
hay uaa diferencia ietátquica notablc entre el paraldismo dcl vcrso y d dc h
cos equivalentes en posiciones también equivalentes, o dicho a la
prosa. En la poesia es precisamente d vcrso quien dicta l¡ estructura misma ¿el inversa, en b utlfizació¡t de posiciones equivalentes como engaste
de elementos fónicos o semánticos equivalentes» (págs. 49-1o).
melódica y ls lepctició! de l¡ lí¡ca y las Partcs mét.iczs qü€ lÁ coñPoíer
repancn en clernentos padclos (cfr, R. Jakobcon, t98o, Pág- 106). El discutso poético se esttuctuta, Pues, Por medio del uso siste-
mático de equivalenci¿s fonéticas y semánticas (que son equivalen-
Por otra parte, en el capltulo sig¡ieotc d€ este libro analizalc alSur¡e PrinciPios
con¡auctivos dc la narración que cteo más imPortantes quc la r€cr¡rler¡ch. Con todo, la cias paradigmáticas) en posiciones también equivalentes en [a
p¡fte de cst€ capltr:lo dcdicada al coac.pto de irotoÚd pot igud e la poeúa y r le cadena sintagmática.
prosa, y su ubicación cn cste cepitulo d€b€ enteoders€^fect^
como mcrament€ co¡ve¡cional.

Í99
rg8
En esta definición [que sigue el principio lakobsoniano de la Junto a la equivalenc.ia semántica, Levin habla d.e eqaiaalenciat
función poética como proyección del principio de equivalencia Jonticaq y sigue criteiios parecidos, esto es, extralingüísticos o no
(paradigmático) de la selección sobre la combinación] intervienen fonológicos. Para Levin son equivalencias fonéticas «las formas
coriceptos que Levin ha aclarado a lo latgo de su libro. Nos que pertenecen a una m.isma clase en cuanto que coinciden en su
interesan fundamentalmente dos: r) ¿qué quiete deci¡ element'os parcelacién del continuum fonético-fisiológ.ico» (pág. 47). De este
lingüísticos o semánticos- equivalentes?; z) ¿qué modo se forman clases entre miembros que riman, aliteraciones o
-fónicos
g,ticte,Jecir Jto.ti"iotter equiuale u? Aclar¿r esios corrcePtos es ¡rece- repeticiones de somdos, el hecho de acabar dos pala§ras en una
sario porque Levin tiene un pafticulat modo de entender tanto el misma consonante, etc.
primei concepto (que define la equivalencia paradigmática) como En resumen, Lev.in entiende que hay dos modos de eqtbahncia
él segundo (que define la posición sintagmática). A ambos con- rattlral áeftnid,os por un factor extralingüístico: a) la eqritahxcia
ceptos Lr dedica el capítulo III de su libro, capítulo qüe denomina senánfica, que se da entre miembros que forman un paradigma o
«Paradigmas y posiciones». clase por aislar en continuum ufl tozo de realidad semeiante y/o
,. R"tp..tó al primer concePto hay que subrayar que cuando opuesto, y b) Ia eqriualencia fo¡tética o rec¡rrencia de rasgos fonéti-
Levin habl¿ de equivalencias paradigmáticas fónicas, sean co-fisiológicos.
-seao
semánticas- desliza un concepto de paradigma no estrictamente Para Levin, la poesía tiene ya una característica en la utiüza-
lingüístico, puesto que en la.definición de w paradigna puedele ción de equivalencias fó¡icas y/o semánticas. Pero la reiteración
intérvenir tásgos viiiblemente extral.ingüísticos Por eiemplo, al de sonidos y de signiFrcados no constituye todavia tn cotplirg.
definir una equivalencia semántica, Levin puede hablar de equiva- Éste va más aIIá de b simple recurrencia fonética y semántica-
lencia semántica en un texto entre ios términos rccbe, ltna' eslrella, Lo característico de la estructura del djscurso poético es que
nar y tienpo por las afioidades entre ellos. estas equivalencias fonéticas y semánticas se eoc.oentran JiJtcntáti-
camerte colocada¡ o sirt@das ex poticionet equiyah te¡ et la caderd, Por
Más aún, los paradigmas semánticos no han de organizarse ello es fundamental expücar este concepto de posición.
necesa¡iameote tómando como base sólo la semeianza de signi- z. La delinición de lo que soIJ posicionu eq i alerte¡ tampoco
ficado; tales pamdigmas deben orgaoizarse, y de hecho - se es muy estricta en Levin. EI habla de paradigau posicionles
otgarlizan t^-tié.t .ábt" la base de la oposicióo de qignificados cuandó se fotman equivalencias de entorno lingüístico. Los
$^8. 4t). paradignas posicionales incluyen todos los elementos susceptibles
de ser empleados en un mismo contexto o entorno lingüístico. ilal
Por ejemplo, feliz/trist{ sabio/ignotante fotmarian cl¿ses de
entofno puede estar constituido por muchos grupos de fasgós;
equivalencias porque se ordenan en torno a un eie semántico
bast¿ que exista una niz Ftja: por ejemplo, el entot¡o Esfo e¡ bvero
nocional al que I-evin no es muy estricto-, lo qub hace
-frente genetaria un paradigma consistente en an riñ0, ma casa, tn libro,
mayor la posibilidad de recutrencias o equivalencias semánticas en
etcéter¿, y todas las posibles derivaciones de esas formas. El entor-
los rcxtos.
Los rasgos que definen la equivalencia paradigmática de tipo ro es tanto el desempeño de un¿ misma función sintáctica como
semántico son, dice Levin, de naturaleza extralingüística (por ello
formar patt€ de una misma clase -morfoiógica, e incluso «las
formas feliz, banal, pueden considerarse equivalentes en cuanto
la denominá eqrivalenciz nattral ) :
todas ellas se dan en conjunción con el entomo del sufijo absttac-
Afirmamos que dos formas son semánticamente equivaleotes
to -idaór (felicidad, banalidad) (p^g. li.
en taoto que ioinciden en su parcelación del «pensamiento Levin considera que en el poema se van imbricando o v¿n
amorfo» eitetiot a toda lengua, pero utilizada por todas ellas convergiendo los paradigmas naturales (equivalencias fóoicas y
como referencia (pág. +z)- semánticas) y los paradigmas posicionales (o clases de equivalencia
por la posición .que ocupan las formas en difereqtes enunciados).
Por ello, sinónimos, antónimos, grupos de térm.inos abstrac- Cada punto de esá convetgencia.es un corplirg y el lenguaie de la
tos, etc., fotman clases de equivalencia'semántica. poesía explota sistemáticamente el engaste de las equivalencias

zoo 20r
r?" r*,
t -'rl

Aun lasacacias est¿rán desnudas


naturales en posiciones, asimismo, equivalentes' .Es más, .Levin y nevados los montes de las sierras
^capítulo
mu€stra en el V que existen unos acoplamic-ntos derivados ¡Oh mole del Móncayo blarica y tosa
de la propia foi-" .onrirr.ional en gue se -codiflca el mensaie allá, en cl cielo de Aragón, tan bellal
lírico. Él llama natril contetcion¿l a unos tlPos d€ -recurrenc'a ¿Hay zatzas florecidas
fónica en posiciones fijádas por el código convencional del met¡o, enfte las grises peñas,
la rima, etc.
y blancas margarias
eotre ia l-ina irie¡ba?
Lament¿blemente, Levin üata este problema como un asPecto Por esos c¿mpañarios
en un caPltulo aparte sin PreguntaJse Por una cuestión que a ya habrán ido llegando las cigüeñas.
nosotros ;os parel crucia.l: ¿en qué medida el cotpliry poético-en Habrá ttigales verdes
sí mismo no viene guiado o mot.i;ado por el principio- de-cgdiftc.a' y mulas pardas en las semente¡as
ción de récürtenciÁ en posiciones fiias que supone la definición y labriegos que siembran lbs ta¡dios
de lo que es v€rso, metro, rima, poema, estrofa? No me parece con las lluvias de abril. Ya las abeias
que la'natril contencion¿l r"a ,r, de la recurrencia, sino el libarán del tomillo y el romero.
"tpecto
€ntre recurrenclas tonlco-
origen mismo de esa convergencia ¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetás?
semánticas y recutrencias posicionales. Furtivos cazadores, los reclamos
Como áiemplificacióni
-couplings
of¡ezco solamente el esbozo de un de la petdiz bajo las capas luengas,
no f¿ltarán. Palacio, buen amigo.
Piesentes en el poema «A José
análisii de ios Marla
¿tienen ya ruiseñores las riberas?
Palacio», de A. Macháo. Cuando he proPuesto a mis alumnos.el
Con los primeros lirios
análisis ie los cotplittgs en este poema lo he hecho deüber¿da- y las primeras rosas de las huertas,
m€nte por dos t¿zone-s: r) porque su forma e-stróflca es bastante en una tarde azul, sube al Espino,
Ibre, áucho menos rigur;;¿ qoe rn so,,"to' La silva asonantada al alto Espino donde está su tierra,.,
parece que en principió «obliga» a menos restricciones, z) potque
iodo l"Jtot coincide en califiéar este Poema y otros de Machado Este poema es una invocación, un ruego, pero esa estructura
como de lengua)e sencillo, bastante directo, poco alambicado o. albetga otrai la interrogativa. Se ptegunta al amigo sobre .[a
retórico, Se tiatí de un Poema Poco <<arquitectónico», Perteoecien- primaveta. Tales interrogaciones, como se verá en el esquema que
te a ufl Poeta cuyo tacionalismo constructlvo parece casl n-ulo' ' sigue, adoptan dos formas: la de interrogaciones propi¿mente
Bl c;rpling es una estrucfura qlre crtl<tt la composición.toda de dichas (¿Están ya...?, ¿Tienen...?, ¿H¿y...?) y la de los futuro§ de
."a" po.rri^ liprecisamente su eficacia estética y memorabilidad, su posibilidad, .cuya función es idéntica a la de intertogación: «há-
.nom. i*paito en nuestra fetentiva, depen'len de su poderosa brán llegado..., estarán ya..., no fultatáa,...t>. Aunqüe no se escal;a
estructufa ácoplada. Veamos algunas pautas de esa esttuctura: el matiz diferenciador (esa seguridad del poeta futuros- en
la que se rememorri porque le es conocido, próximo, -los querido) es
Palacio, buen amigo, obvio que la «posiciónr» funcional y semántica es la misma, como
¿está la Primavera se Ye en esta reescfltura:
vistiendo ya las ramas de los chopos
del ¡io y los caminos? En Ia estePa ¿tienen ya..,?
del alio Duero, Primavera tarda Habrán llegado (quizás)...
¡pero es tan bella y dulce cuando
llegal"'
¿Tienen los vieios olmos Son dos momentos sucesivos de un mismo proceso. Obsérve-
algunas hojas nuevas? se, además, cómo esa idéntica posición siotáctico-funcion¿l coin-
cide a veces con una idéfltica posición rítmica (a comienzo de
r El lector cuér¡ta con €sPlefldidos modelos an¡liticos er d ProPio libto d€ Levi el verso) y estrófica (pues son momentos altemantes). Véase el
que U;¡ a cábo dicho autoi sobre ua soneto de ShekesP€a$ (op' VI) v €l ¡Pén¿ic€ de siguiente esquema.
É. ú:aro C".reter sobre un soneto de Góngora.
20,
2c2
«posiciones» funcionales idénticas. Estos dos ejes de acoplamieo-
SEMANTICA
EsrRUcruRA PoslcloN^L Y EQUIVALENCIA tos (que es uoo solo, porque los verbos apenas se -salen de la
significación del mundo del ter o esiar) ordenan toda la.construc-
C. ?rcP.
Stljeto O, dire'to cián del poema en sucesivos acgplamientos que seria proliio
las ramas de Ios analizat y que el lectot ve en el esquema
¿Está vistiendo
la primavcta
chopos del río Jrrntó a .tt" estructura, el poema --como todos los de
y los carDnos A. Machado-- es un continuo haz de paralelismos y acoplamientos
Ios vieios olmos hojas ouevas (florecidas) entre elementos. Hay tecuttencias fonéticas cofitiouas (zarzas
Tienen
flotecidas, trigales verdes, ruiseñores en . las. tiberas, ,ramas
las acacias
Estatán desnudas flo) que se nacen
del río) sobre m¡ellrDro§
hacen soDre Posicionales equivalentes:
miembros P(J§rLrurrarEü
(Estrrán) neva- los montes de las N. + Ádi. casi siemPre. Hay recurencias semánticas Por identi-
das siertas
dad y por oPosicióÁ. Tarito unas como otras se engastan en la
entre grises Peñas
H^y zazas flo¡ecidas posición N. * Adi' calificativo.
ent¡e fina hierba
(H^Y) blancas margari- En fin, esta somera Panorámica descubrirá ante el lector una
tts poderosa ;structufa de'ru*plirys que en nada perjudica, antes
pof esos cxñPa-
Habráo ido lle- las cigüeñas oarios iruor..., la eficacia estética. El póema de Machado -y dejo sin
gando
eo lás semeatef$
mencionat los co*plings de matriz convencional y muchos otros
Habrá trigales verdes Y acoolamientos- no es ya una serie de elementos de tropos y
mulas Pardas fig,-irrr, es n¡ disc,lrrl tr¿iado eo que se puede preguntar por un eie
las abelas el tomillo Y el ro' cJnstructivo fotmal; la Ptegunta amigo porque
Libarán Ya ^l -retórica
esconde seguridad- sobre la primavera en cada uno de sus
ciruelos (floreci- elementos. El po.-^ se ha fevelado como una poderosa por
Hav?
dos) ello memo¡able- estructura'
-y
violetas
Quedan?
bajo caPas luen-
No feltarán furtivos cazado-
gas
res 9.¡. IsoronÍ,TSDISCURSIVAS
fl¡iseñores
'lrenen Yaa
las dbetas El concepto de isotopía que traio a la lingüístice A' J Grei-
mas se ha áonve¡tido uno de los conceptos claves para: el
y^ t" "n
estudio de la. eJtrrtclrtre del discutso poético. Ya vimos cómo
Con este solo esquema se podrá ^Precí3rel poema
P:^*:?*
oblet:11:'z. I. Lotmafl vinculaba la estructura textu¿l a la existencia de una
Todo
,."b;;;;; l.,"- 'o'pingt ha creado' jerarquía interna de dependencias' El concePto de isolo!ía, postu-
itio"'t''n""to' de la primavera-' q"t-1:Y!^"
#fiiidH"j;de suietos irdo.n el matco de si Seaátttica e¡tr ct ral, trata Precisamente de
.p"'áo- :11:l:[ii';#1';#'i:','* :i:f:'fl:: establecet el texto como la constitución de un coniunto jerárquico
""^
eie de acoPlamientos: la recur: acacias' morttes' de significaciones. La isotopia, aI establece¡ esa v.inculación orde-
áel oaisaie afectado por ta Primavera [olmos' ntda"o ierarqubzda favoreie, en el plano de la manifestación, la
cigrie;as' trisales' mulas en ras
sementeras'
::l:;'';;;;;:;; unidad o ioñerencia semántica del discurso{. La isotopíd, como
ñ.ñ: ;i;;=i;;, .,iot.á.,
""¿'á'?;.$,til;?;:lilli1!'filiJ quedará definida después, tiene que ver sobte todo con tétminos
como coherencia, homogeneidad, Iigazón; esto es, coo el Ú^za-
::il:"x'":,':ffilll^,"*r""ix:-ll'..ál'l'""'osdesde.-er
Igual ocutre con la recurrencra do de una conexión ent¿ los elemeotos del texto en el ¡ivel se-
:;i#;il';i;i-p'i"¡" ü'o-^"o¡'
idéntica): mántico.
'semántica de los verbos 1toy"-á"'ittt"' Pto-fu"*
'es'
Habrán' uenen'
Ü"á',ieo;: ñ;'ún, Hav' habtán ido llegando' se et
Esa tecurrencia
. Cf!, A. J. Grcimzs, r97r, págs. rot y ss.

il:il--'rirrlt¿,'éiáu'o' .e',s'rz^

204
f

No se crea que estamos hablando ahora de algo muy distante a Aunque puede ser comPletada Por otras refetencias como:
la hipótesis jakobsoniana. Gteimas formuló su teoría de modo
prt"l"lo, y con otros fines, a la de la recurtencia sintagmática Un mensaje o una secuencra cualquiera del discu¡so jólo
pueden ser coasiderados como isotópicos cuando poseen uno o
iomo ptincipio constructiYo de que hablaba Jakobson Pero
varios dasemas en común (cfr. Greimas, r97r, pág. 8r);
.orno -r.ttt" A. J. Gteimas en su -Ez tomo al ¡entido (págs' 1zt'
o
,24), el concepto de isotopía se mueve en un espacio te{tico el sintagma que reúne al menos dos figums sémicas puede ser
ierl.j"t t. al Jc la i:royccción sintagmática de las equivalencias considerado como el contexto minimo que permite establecer
paraügmáticas de que habló el fo¡m¿Lista ruso. Es más, el autor una isotopia.
de la ienáttica eslrixttral, en un conocido ensayo (A J' Greimas,
de la
ry69, pág. 165) pudo valotat la función estructuradota Conviene advertir, por lo que luego se vetá, que para Greimas
rédúnd-an-ci¿ \gaiz a ta clausura (y constitución) del «discurso»' la isotopla se est¿blece como una redundancia . clasemáttca ylo
Si la comunicación üngüística comprende, de maneJa gené-
semémica, esto es, la rePetición en la manifestació¡ discursiva de
ral, una redundancia muy malcada, que puede consideratse una varias o algunas figuras de contenido o sem4s en el coniunto de
posibilidad frustmda de ganancia desde el.Punto-de vista de la sememas que forman un texto o discurso. Hay isoto!ía atando se
información, l¿ origiflalidad de los objetos,«literarios» (el da reitetación de contenido semántico que perm.ite la lectuta
tétmino es absoluta;eote impropio) puede definirse a[ parecet jerurgtizadt de un texto potque al establecerse la isotopía se
Por otra Particularidad de la comunicación: el
agotamiento estabiecen las dependencias de los sememas lesPecto a un haz, el
progr"sivá de h infotmación, correlativo a[ desar¡ollo del isotópico, que forma el discurso como corr,unto unitario y homo-
üsór"o. Est" fenómeno geneml se halla institucionalizado géneá de contenido: no quiere decir que todo texto teñga úna solá
bajo la fotma de clausura del üscurso; ésta, al detener el flujo isotopia, sino que la isotopia, aun habiendo vatias en un texto,
de i¡form¿ciooes, da una nueva significacióo a la tedundahcia
configura una línea de conexión semántica, una coherencia, un
que, en vez dé constituir una pérdida.de información, sirve por
ei conttario pzria whtilar los co¡tenidos seleccionados y clau- proyecto de lectuta. Greimas se refiete a un texto bi-isotópico
sutados. La clausura, entonces' ttansforma el discutso en iomo base del famoso chiste francés en el que, en una flesta, un
obieto estfl.¡ctutal y la historia en permanencia. invitado comenta a otro con elogios la comida, el servicio, la
hospitalidad, la belleza de las muietes, y finalmente se proíuncia
La permanencia del discurso, su trab"zón viene vinculada.de sobie la excelencia de las toilette¡. El otro iovitado contesta: «No
n r"uo I" recurtencia v ésta cobra en el texto Literario-un v¿lor sé, aún no las he visitado.» El chiste está en el iuego con la voz
"
informativo de primer ttd"ñ. l, noción de isltoPít tlmbién estA toilette¡ q]ule, en francés, sirye tarito para eriazu una isotopla del
planteada como el estudio de la coherencia discursiva, y aunqüe vestido (árrcglos y peinados de las damas) y una isotopia higiénica
i-ro nació pata expücar exclusivamente los discursos litetarios, sino (cuartos de baño). El chiste es t¿l porque establece uria ptimera
todo tipo de disiursos (incluso un sintagma puede- contener una significación homogénea: comida, invitados, belleza, toihtte¡ q:oe
isotopli), se ha mosr¿do enormemerte útil para el intento de una configutan wra" intopía. Sobre esta significación se suPerpone
teoria del discurso poético como discurso ¡ecurrentes. bruscámente un cambio de eje isotópico. Dice Gteimas: «El placet
Greimas ha dadá varias defi¡iciones de intopía, Recogeré aquf 'espititual' reside en descub¡it dos isotopías diferentes en el
Ia más citáda y completa: interior de una histotia suPuestamente homogénez.»
Coniunto de categollas semánticas teduadantes que hace 'Qe lo que se trata con este concePto es de hallat en el texto en
posibláh lectu¡a unio¡me de una histoda tal como ¡esult¿ de génetal y en el poético en Particular los posibles haces de isotopías
ias tect,¡ras parciales de los enunciados después de tesolver sus
-que roponen sus líneas de lectuta. El principio es de que el
ambigüedades (Greimas, ry71, pág. zzz)' discurso se configura como tal pot Ia existencia de un eie verte-
5 El aflálisis esúuctural hz flostrado quc td nocióo PueiE corstituir un priocipio
btador, la isotopía, que ordena una estructura mediante la recu-
int rptet¡tivo !'dioso oo sólo dc la seinánriL lingülst c¡ ytc lá Po€úcá, sino tamb¡ór eI rrencia de semas. Se habrá percibido ya que' aunque la hipótesis
mito, cooo puede versc eo A. J. GrÉimas G97r' pá§. 2t9 v 264' esttuctural es la misma, contiene este concepto difere¡cias con los

zo6 zo7
cosPlirys semánúcos. Por encima de otras diferencias de método yo Dentro de las isotopías de contenido distingue enttet iJotopíLr
pot la ^) o sea,
deitacaria dos: r) la isotopía tiene una definición lingüística y clasemática¡ (las descritas semánt.ica estructural,
semániica y no sólo extralingüística referencial, como ocurría con redundancia de categorías sémicas eo la deñnición); Ios clasemas

Ios paradigmas semánticos de Levin; 2) la isotoPí¿ lo es de (Pottier) o ¡emantic marker¡ (Katz y Fodor) que configuran signifi-
«c¿t;goíaisemánticas» (se mueve efl el plano de la sustancia del caciones comunes o camPos: por ejemplo, silla: asiento para'una
contenido); por ello permite, como veremos, el uazado de cone- persona - b¡azos t respaldo; b) iwtopías seaklógites.' son las que
xiones subyacentes ent¡e los sememas de un texto, lo que es tanto ,. propo.. estudia¡ en un discurso literario. Dentto de éstas
más valioio para el análisis de textos poéticos que a menudo d.istlngue a su vez entre: ,r) isotopías semémicas u hotizontales;
petmiten una lectuta isotópica de términos cuya convergencia de úz) isotopías metafóricas o verticales.
contenido se da en el texto pof la tc¡ualizaéió¡ de semas contex- La manifestación de sememas distintos puede establecer una
tuales que únicamente actúai en cootextos específicos. Pot ejem- isotopía semémica a poco que cada uno de estos sememas com-
plo, en un texto de V. Aleixandre es posible encofltrar una poná un sema o gruPo sémico común a las figuras nucleares de
isotopía que una al contenido semémico de los lexemas <dibro», io, o,roa sememas. Importa destacar que la reiteración sémica no
<<sombra>r, <<noche»>, por convergencia o reiteración del sema tiene por qué darse en relaciones lógicas simples. Puede estable-
se hace en la poesía amorosa, una isotopía semémica
'opacidad' o 'negatividad cognoscitiva'. Quiero decit que la ".rs.,'co-o
noción de isotopíá es tanto más valiosa cuanto menos se confunde con los sememas «llama», «amoor, <<deseo»>, «infierno», por la
(no debe hacetie) con Ia de canpo ¡emántico. Lexemas o palabras posesión del sema común 'ardor' o en el retrato femenino (des-
que nada tienen que ver en el Diccionario y cuya figura nuclear o criptivo) los distintos atibutos (oto, esttellas, aurora, petlas)
nudo sémico estl muy alejado (como «libto» y «noche») pueden configuran una isotopla. La desctipción isotópica es uná manera
en un texto concurrir en la formación de ttna itotopía pot la de ordenar más científicamente lo que en la teoÁa literaria .se
actualización de unos semas contextuales. Por ello es importante . llamaba tema de vn texto.
'' advertir que la distinción greimasiana entre inmanencia y manifes-
Rastiet hace una aplicación al poema «Salut» de Mallatmée,
t¿ción debería tenerse siempre en cueflta. No se trata de ligar donde comienza distinguiendo dos isotopías horizontales: la del
«familias de palabras», sino convergencias de contenido que se banquete y Iz de la navegación Cada una de estas isotopías es
zcttalizan e¡ una detetminada lectura del texto. Dar cuenta de esa manifestada pot un número de sememas. La de banquete agruPa
convergencia en determinados semas es dar cuenta de la coheren- salut, rien, áiume, vierge, vers, etc., y la de navegación a récit,
cia y trabazín discursiva dé ese texto. éttrile, etc. Se trata, pues, de un texto poli-isotópico, donde caben
Ftangois Rastier (t916) ha desarrollado tna difu¡dtda Sistená- várias lecturas. Es áquí donde i¡tervienen las llamtdas intopías
¡ica de li¡ irlto?ías y la aplicación de la misma a un poema de netafóricas o terticale¡ fotmadas por la conve¡gencia.de'serner"as o
Mallarmée. Pero Rastier amplía notablemente el concePto gteima- grupos de sememas pertenecientes a isoto?ías horizoátales distin-
siano al sacado del m¿rco de la semántic¿ del discurso y ProPonet Ias.'Por último, Rastier habla de ura tercera isotopía horizofltal o
la isotopía como «toda iteración de uná unidad iinguística» (pági- semémica que convive en el texto cbn las de navegación y
na r ro) que se constituye como coniurito no otdenado, no €structu- banquete. Es la isotopía de Escritura, que recoge sememas comu-
:.
rado. Rastier, a diferencia de Greimas, gerreraliza. la noción de rr". l, d. navegación (la «escritura» poética sottea los pel.igros de
"
la navegación, vive la soledad, etc.) y sememas comunes con la de
isotopía distinguiendo iunto a las intopíai de contexido (clasemáii-
ii' Banquete (verso, saludo, virgen: otiginal, coPa: tintero). Hay
cas, simiológicás) út\as isoto?ías de ex?resióx (sioticticts, prosódicas
decir que Rastier establece esta terceta isotopía sobre un
, y fonémicas). Su i¡tención es la de establecet en el texto una Que
«estilistiqa de las isotopías» o estudio de las correlaciones entre ..rnocimiento cofltextual de las connotaciones basadas en elemen-
expresión y contenido. La mayor influencia del estudio de Rastier, tos biográficos, biobibliogtáfi cos, etc.,.P\¡e'eonvieltenrsui'lectura
con todo,'se ha efercido en la sistemática de las isotopías de de «SÑt» en una lectúra motivada o ajustada a su personal
contenido (puesto que la reitetació¡ fónica, sintáctica y prosódica interpretac.ión de la poética de Mallatmée (cfr. F. Rastier, 1976,
gozaln ya áe modélos teóricos muy aquilatados por la rítmica)' págs. rz6-rz7).
20(¡
zoB
|ñ .,,¡5.
rr.t
contenidos connotados. 'Íie¡e tzz6¡ M' Arrivé
(1913' pág'
-6t)
sobre todo.a
I. Dubois v los miembros del Grupo p (especialmente .J'.M' ."""á" "oa, a la noción de intertextaalidad, referida
rtlít ".,ters. iq'71) han concedido una impottancia capital al ;;;.¿; los textos de un mismo autor Pata -d:tT {'
"ntre a utet-
.;;..;;; ¡;it"í;pí" .t .,, kbétoriqnc de la poésie (r977)' tanto que
como quertá
condiciones de legibi)idad a las isotopias connotatlvaso'.Y
Ia definición isotópica un tel?m:no
les ha servido Dara ordenat desde este concePto' - áas habla adve¡tiáo que :r.a
Peto declsrones §ubietlvas
Retórica
¿;.;;r;;l; .tüdios tropológicos en unaal anáüsis semántico iunto a de lectsra y ésta no podía evitar del todo las
un
;" ;;üi¿; " i^ in.'"stigatiói r€tórica v de
á.r-l"^ritL, po.qri lo que nunca podría postularse scría inheren-
iextás, Dubois et al. han impuest<'¡ dos rest¡iccione§ que creemos
,rii*n *trr*i q"e resolviéra los problemas- y dificultades
;;;;t;;;ttadas: r) Fiet'tt ¿ Rastiet proponen limitat el t", al des"obrirniento de las isotopías (A' J' Greimaq t97t'1p oe
Et
una
conceDto dL isotopia a una semántica del discurso
y evitat sobte na qo). lunto a unas condiciones obietivas (la redundancra
,"ri. á. *.*^9 existe en el análisis semántico de un texto
y la Propla
,Ji"-í" it.L"i¡tilo en este plano entre expresión y.contenido otros textos
án-""tu"i¿" retórica d;l Discurso en fliveles internos que .o*oaa"t .i, áel lector definida taflto con relación a
"".
;;;;-É;i;; ;h Erandes ventaias el análisis (habriamos üstinción
-d.t !^!h-' i-i.Ii..i".rt¿r¿l .orno r l, propia ubicación e interpretación del
de Ia lectura'
á.'lr'"?""a., i*.E irr, isologíás, isotaxias)' lyn.q*.! i'"*to. Por ello, ilegamos otrz vez aI concepto clave
.n el .or,t.áido e¡trc iso¡emia¡ e isolo¿ías podría iustitlcar§e
como ñ""i"á, a*.tii"íci6n de isotopías es insÁhyable el papel trsto
de la
no
áot-rtpaa,"t diferentes de las relaciones de contenido en
un texto lectura como inferencia y construcción de sentldo'
(ctr. I'. Dt,bois et 4!., 19'17, págs' 34-36)' z) Frente a. Grejmas ;;;;i;"-;";;""."¡ sin limites los fueros de la subjetividad' .sino
:;;J".;;;; co.di.iotí ntgátii^ p"ta que se pueda hablar de ;.i;;;; ;;; serie de condiciooantes que rodean y explican
irotloía. A Ia definición de Greimas, que se limita a enuncvrr una i, oercepción de"naun texto. En esta linea, me Parece-muy cpnstruc-
lsotoplas
det tlempo de
condición positiva (tedundancia sémica, así/medida tiri'a l, aportación de Umberto Eco al problema .las
una U' liga desde el
i¡o n ,i¡rl es necesario, d'ice Rastiet' añadir segunda ,.-."rf"t-* st llbro Lector h Jafuta Q91) interdePendrentes'
.Eco
"n
.á"aiaá". las relaciones si¡tácticas no pueden Poner eo orincioio i¡ofo1ía y leclara como dos fenómenos
Ért, Ü. g..,'.t á.canis*o de explicitación seménica. en ptopieda-
el proce-
;;laciJries, ".í"¡va:
á.'d.,"r*ir,".ión (equivalencia' predicación). semas
;;;t;;t ;;d"v.r,t.r. Pot "itáplo' pat" Rastier'«el<<el.-día es la ;;;1" b;i." to ^c:o)Lllza tt t'ld" .,,ott"'o todas las
En
niche, sería enunciado alótopo (no-isótopo), gero
dla es otr¿ des semánticas que un semema influye o entraña' .lo1 "^::
Tal restricctÓn negatl- roi-"t.* tas prápiedades del semema
.or" qr" l, noche>> sería enunciado isótopo' .p:t-Ttt:1 l{irtuales'
d€l lector' quren
,::
;i.l;-.;";;;; á.i*i.i¿n de isotopía que es da propiedad de decir. permanécen registradas por la enciclopedia
.orrionto. ümitados de unidades de significación que comPortan ;i;;i.il;;;á¡rpo1i., ,.,u'"ti'^¡tas a mádidaalqueleere[ desarrollo un texto'
;;;';;;;;td."tifi."ble d" semas idénticos v una ausencia de ilit;;;;"; It váva requiriendo El lector' el resto
t"-ra
---- .*af""i""t en posición sintáctica de determinación»' que ;;;;;.; expliciia la p,.t"- q"- "ttttita, v qu-eda
en un- texto
pr* .i ütámrio de un texto, el ptincipal problema. ,"Áárrai.rrn.r,t" incluido ó entrañado' Así, cuando
""Ams
nlantea la noción de irotobía es el de la manifestación
poli-isotópica que tal personaie es una/niña/' ello enttaña -ser
:;;; ;.;;;;t"ri.n. po' tl descubrimiento de i¡oÍoPí4s-u't"0'tati- "n.on,ar-ot
humano, femenino, no adulto; pero también r¡na
serle de ProPre-
tener Pulm-ones-' higa-
;;,:;; ;*i., M. Arrivé Qe71, págs' 1-s-6o) v J' culler,(teu8' dades que Permanecen anestesiadas: desde
de
-M;ñ1"," p'opati'l áel"análisis que Rastier
;;.;;J;;trt"r,, hace el á"- circulatorio, etc', hasta ser'indefenso" Muchas
q"t' tt grado de obietividad no-sólo es "oáoa,i q,r"d"n aoest"siadas y úuicamente se actualizan
Il:; i. "",,1,Tt."r.¿"á..
b,n la Moitaña ná¿ica, de T' Mann, tener Pulmones
i:oloPia.\coÍ\o
'variable, sino que inclus-o la localizaitín de alguna serla
"lgonas.
i" i. ,,*"ri rt i, en el poema «Saluor) solamené P.ued: -:,rnferida
oo¡ un lector qo. .orrára" dos cilcunstancias: el ritual
del ban-que- --lE-,,' ot-o ¿i¡",ate hebría que situar la reciene obaew¡ción de H v:l9tj"ú
L" i' tittoottancia histótica que motivó el r, g"ilp"* !",-' :r T"*p: TiT:.:"r:'":':5:h1,r"#"5:l'*"'":"ü",,x,tfr ü::
"*;i;;;;.-po
;J-;. ;i;"-" .l^ oni,e'so se¡rriótico m¿llatmeniano' En una
¡c€rc¿ der moo
..ercia instituciof,tlt¡d¡
lo ütcralio v condicionarl¡
-i, iil'iltiiá', "-*r."' l*"i" a"
"""Á cuhu¡¿ sobre
i"iiti' -¿* á"i.i-i""ao" del sem¿ dominante es cuestión de
también
lectur¡s ¡iu§tad᧠al mÉtodo'
í""irr" , li."tpota conteniilos denotados' Pero
?IO
un rasgo que acabaría apareciendo, y en el cuento de Caperucita rafite de petmanencia del texto como forma y gzrantia tambiérr
Rol la propiedad de ser indefenso se actualiza por el lector hasta de su coherencia.
constituir un dato de enorme relevancia en ei desa¡rollo de la Forma acoplada y forma redundante y cofl§truccióo textual
tfama. son fenómenoi que habrá que contemplar en adelaate juntos e
De lo que se trata, según U. Eco (1979, págs. rz¡-rz8), es de irnpücados.
«decidir de qué manera un texto pbtencialmente infinito puede
generar (o explicitar) sólo las interpretaciones que prevé sr¡ estrate-
gia». Para esta decisión, U. Eco se sirve, junto al concepto de PRACMATICA DE LA LÍRICA
9.4.
isotopía, del de topic (o tema). Ambos conceptos se telacionan,
pues el topic actuztá como marco'de la isotopía. El de topic es un 9.4.o. La mayor parte de los recutsos de Ia lengua lírica-que
instrume¡to metatextual, urr esquema abductivo que propone el ha á¡denado la poética lingüística han sido establecidos desde el
lector y que funciona como el marco de las relaciones de infeten- Dresupuesto teórico de ser el poenia un obieto lingüistico de una
cia y jetarquía de temas. Por ejemplo, en la primera parte de ilase especial, la medida de su «poeticidad» podia darle la descrip-
Caperucita Koja el topic seria: <<encuentro de una niña con el lobo ción de los recurso§ retórico-elocutivos (figuras y tropos) de ta
en el bosque». Esa macroproposición se obtiene por abstracción ordenación estructural (paralelismo, coupling isotopia, etc-), anali-
de lo sustancial en una serie de proposiciones discursivas. Para zados en las páginas que anteceden. Pero muy Pocos autores,
Eco, el topic fi1a a la vez la coherencia de u¡ texto como sts límite¡ hasta la mitad-dé Ia década de los seterta, se Preguntaron Por la
(págs. rz8-rz9). A menudo la señal del topic es explicita (el título espec.ificidad pragmática del poema, o dicho de otro modo, por la
de un texto), pero oftas veces debe ser infetida por eI lector páesía como forma especial de comunicación entte un emisor y un
mediante la observación de sememas o palabras clave reiteradas, áestinatar.io. Si volvemos al esquema de Morris (r938), que
' etcétera (cfr. T. V. Di,k, r98r). La difeiencia entre topic o isotopía establece tres Paltes de la Semiótic¿: JrTlaxzi (estudio de las
es que el ptimero es un fenómeno lragnátho (hipótesis que depen- relaciones de loi signos ente sí y dentto de los s.ignos), S¿aántim
de de la i¡iciativa del lector, qui€n se pregunta: ¿de qué se habla en (estudio de las relaciones entre el signo y el teferente por él
este texto?) en tanto que la isotopía es un fenómeno semántico- ixpresado) y Pragnática (estudio de las relaciones intre eI emisor y
r"i"ptot y á. con el cor¡texto de comunicación), observa-
(El to?ic) es un instrumento metatextu¿l que el texto puede "trbot de la lírica se han ümitado
presuponef, o biea contene¡ de modo explicito en fo¡ma de -oJqo" ior análisis de la especificidad
a los ienómenos de sintaxis, con estudios de ítmica, figur4s de
marcadores de topir; titulos, subtítulos, expresiones guia. Sobre
ordenamiento y de semántica, Pero muy pocos han abordado la
b btse del topic, el lector decide ampliar o anestesiar las propie-
. poesía como peculiar modo de comunicación, esto es,la p.ra¿náti-
dades semánticas de los lexemas en juego, estableciendo un
nivel de coherencia iriterpretativa llamada isotopía (U. Eco, ca ha t*dado en ser un comPonente de i¡terés en la indagación
r97r, pág. rlr). del discurso frico. Citaré, cómo ejemplo, dos excelentes libtos
dedicados a[ modo de ser de la lírica, el de Kibedi Yarga Q971) y
A continuació¡ U. Eco desartoila una interesante tipología de el del Groupe Mi (J. Dubois et al., ry77)- En el ptimero de ellos
l¿s diversas formas que adopta la isotopía con una interesante predomina una orientación de la lítica como maneta de ordena-
ejemplificación (págs- t11-t4). En todas ellas, la operación ció¡ titmica y en el segundo se hace una excelente indagación
prz,gmática de la determi¡ación del topic es requisito indispensable acerca de la coherencia y cohes.ión semántico-discutsiva, en lo que
para la intetpretación correcta de la isotopía. viene a constituirse una monografia sobte semántica isotópica.
En definitiva, la lengua literaria no puede desctibirse ya como Peto ninguno de los dos se Plantea el objeto áe su libto desde el
ufla surna de recursos, figuras, tropos, sino como una construcción prisma de la relación prugmáúca. Y he citado estos libros, como
estructurada en la que la relación de dependencia o jerarquía in- ejemplo, entre otros muchos de ottos autores que tampoco se lo
terna es fu¡damental. En esta jerarquia, el fenómeno de la tecu- piantean (los eqtudios de asimilación lítica-figuras retóricas de. l2
rrencia -----en los distintos niveles- se ha mostrado como su ga- ilocución' son cientos) precisamente en razbt de la calidad de los

212 211
{ ¡t'
iJ-l'
dos übros ea cuestión, que convierte la matginación
de
.la
prag- en el momento de plantearse su pragmática' puesto
".,nocimiento que emlsorr y
;;;; "" un signo de la época estrucruralista, obsesionada por la it a¿." notable mcnte en la propia idenliJicaciritt
iér-it ot de estructura de frase' "". h"..t del mismo. Ni que decir tiene la enormeque.srn resPoosa-
textuaüdad
-----n.
J"io"tque la no consideración de los aspectos de ptagmáticos en el género que nos ocuPa y esa
iiri¿'^a ¿.t Ronanlici¡no
"...oto, siquiera la natu¡aleza del
f" á.f-la¿i de la lirica ha dejado fuera del elenco rasgos de ;:;; ;óJ.;ffi""'ni p"'a' iuntearie de.la ttri*_ (uid'' ademís'
""
especificidad muchos de ellos, pero sería tambrén un error consl- |;:oñ;ñ"l; d" fociización primaria e Jilva' I9ó4''
á.'.^i tr, .,rp". previas como «superadas» o. carentes je lnteris Ñ. A. ¡,b.^*t, r9¡¡; A Fowler' r98¿;
^guraÍ
d" este-libto.han de
Ni oue decii tiene que la estructura fónico-títmica' o Ia tropolo- ¿;ii.;;;;¡;" {íá'to, timit"s á'á""b1"'
"i".'.i
otául.-" di la ambigüedad (úd' Yl' Empson'.r9¡o)' .T;il;'.-iii.-^ la bibliografia 3""'c'á1i.,-"*:-1:1j::"
como cultuta necesaria para entenoe(
i^-Lto..i.i i."tidad que la Áotivación o ¡eestructuración de
-.áf^.i.t* ;; í* á. tener en cuenta
i". adquiere en, poesía
entre significante-significado sigue.
'" que il?;i.
lo 1- «identidad»
..i.1-^úa^)
(vid, G. Genelte, ry6g recursos gramatrcales de otoe-
y ty6),los ? (1977) se ha referido al problema de la
no tanto P":ti:
i,;;¿; J;;;'" í^í,4"{ "ii.'i"'mente o de cohesión semántica de un discurso, y afirma que está suieta ' l::At:'
áaso d" la lírica sean muv visibles) t"'n".^1"1t-1:::"
;;;;di; de h isotopia, han allegado un c¿údal precioso deno rasgos
han
;;;;;;; "l de un acto de lenguaje referido a un suieto hablan-
iextuales de nzunleza sintáctica y semánt'ica que rio- sólo )i"-..]^iirr.i¿"
lirica' ' ':nsuaie no es nunca una «Parole')
de set invalidados o anulados por la pragmática de la srno to> (pág. 42,), y ese 1:::-L.-,Lffiid;áñ;';;;
un".,ábir,,.
confitmados como «condiciól» inexcusable Para el
tlPo-peculraf ",,kiFrivá sino una feallzaclon I un éstatuto institucio-
áe tela.i¿n comunicativa que en Ia lectura del texto lírico
de
se :Hljüü;;'.^i;'" v r" posibitidad
llama Stierle «discurso» frente a
establece. v como «marca» que propende a establecer
precisamente ;;1,'í-;;;". de lenguaie
;;;;;;;i.^.i¿"
---;.;.r. y no o,r" A' Garcia Berrio' 1979 v r98¡)'
¡uid' «texto» (langue)' Y añade:
priáera
La cuestión pragmática tiene que vet-con.la es sólo su
idcníiirución miima de Ia comu¡icación lítica, esto es' ¿es
la lirlca Lo que otorga una identidad al discutso noestablecc,con
peculiarcs que no - .oño"ri.i, intelia, sino más bien la relación que
Á.a" específico de relación, con lasgos y la,experiencia pÁiittnttqoe se extie¡de rirás allá del
"" f" n"Latira y el drama? El sentido común
esouema discursi"o
""t..,
'rn
¿it*i* i"¿,"iata y tá"t"to y que e§ caPaz' de orientar tanto
il-ái";;;; h er,,isión v recepción del poema,implica muc!3 io-orodo.cian .o-L l" t"tepiión del discu¡so' Precisameflte
rassos oraemáticos comunes a los del resto de los mensales a ur esquema discr¡tslvo Preexrs-
for'..t" .ef.rt"ci" o relaciónp"d"
il?;"I;;Z;;,r",,bién que. hav una especificidad quenormatlvo se sancio-
tente al discurso tot't'"io "p"'"t"t -* atguna. mldrd'a
y la
n¿ cultura-lmente, qoe adf,i"ne como url hotizonte .oÁo'on ,,uro' í'nit" i¡;;; situ¡dá ent¡e (¡bíd''
la- producción
(ttid. l. M' Pozuelo, i987, cap' II), pero respond€' asimismo' a una
individuales
;;"** f r't""i" r" q" "is,s
converger P^g 4'6)'
irt"túitiir. p.ti.lá"'¿. ""tát y'le-ctor, con actirudes de tensión dialéctica
esoecíficas nida desdeñables cttando se trata de leer o de escribir Stierle no deja de comentar cuánto hay
lo toda vez previo y la realizzción discursiva' cuánto de
;;."i;. A ; .t"ecifrcidad atenderemos en que sigue' .t;:i';;q;i un discurso se define
i,,. rasgos praqmáticos que el poema comPorte cofl otros ii""¡i"alT" *gáción' CLmo decia Baitin'
"lnrno,
é*tor"üt.r^rior"ya ian- sido recorridos en el capítulo v de esre
it."*, lát otrol ., fruto de un áialogismo'
abordar un¿ cues- "*i, i.tit ¿. §rilde ha planteado "n 'ü ¡otto' términos
que la
ilU.o. Co-" ., Jboio, sus limites me impiden
pragmática'
tión de enotme interés: cómo la idenlidad pngmáÚca de
la lilca es Arl¡¿ri-á, un discurso t géneto es una cuestión
'rirlL [a producciZn y recepción' y P"t é:tgt
se define'
i"'f""-aá*. "" parte de la poética normativa y que ésta se ha
"r*"*t j. lnsistido l"
constituido diacró-nicamente en el devenir histórico es
hotizontes üí;;;.;;;;; c,,tt., ('e7¡), 21"e han
'l 1:'
contettciorcr de lectura y
áe o|..,",i", variables que cada cültura literaria ha ido seleccio- ffi";tó" ¿á u rticá se eníú"nu" e¡ etc'' .u¡'..,as
tembién tienen una
i""iá. l,tnoción de «géneros» y los -avatares. muy lng}atf:
-te ;";;;; formales de ritmo, metáfora'
el nacimiento mismo dil llrico ha sufrido (ttid' A" Gatcia betuo' ::.ffi;;;-;;;;encional. í" ü'it" dtitt sus peculiaridades por

,si,lc.-C*r1"., ,97r, y G:. Genette, 1979) son de indispensable i:,?:iJ;;;Jot lttto'"t cre¿n determinadas convenciones
215
zt4
conoci¿as por ellos, ,r{ast¿ €I punto de 'q,ue un trozo de vulgar sia por la co¡vención de que los poemas son declaraciones sobre
prosa periodística escrita 'en una página como si fuese un poema la poesía, cuando no se les enéuentra mayor relieve. I
lítico, alternaría el valor y signifitación de sus palabras, de sus ,) Una tefcefa convención es la del esfuerzo y actitud del
espacios en blanco, etc. Para G. Genette 1969, pág- r 1o), la base lector de «salvar la resistencia que el poerna levanta contra su
de definición de la poesía lirica estátn-u¡a «acti,rud de lecrura» que inteligibilidad» (ibíd., págs- zt.{ y ss.). El proeeso lírico. flue¡za atr
todo poema impone a sus trectores, lector a una situación de cooperación contra los límites d'e Io
dificil, por más extfáño y más incómodo de su lectura que reclama
una actitud motivado¡a que, más allá o más acá de los rasgos
una atención y esfuerzo especial.
prosódicos o semánticos concede a la totalidad o parte del Junto a estas convenciones recorti.das pot J. Culler podríamos
üscu¡so esa ,presencia int¡ansitiva y eNistencia absoluta que aislar otras que afeataÁ al modo mismo, de o,rdeinarse el poemz y
^
,Elua¡d llamó eiidercia poítica. En este caso, el lenguaje poético su estatus comunicativo.
,parece revelar su auténtica «estrr¡ctura» que no es la de una r. La pimera de ellas podría definirse como refhxitidad o
Jorna partictia.r definida por sos at¡ibutos especificos, sino la impresión de que la poesía se define mejor como discurso que
de ut estado, un grado de presencia e intensidad lo que, por asi dice sobre sí mismo. K. Stiede (rgll, pág^ 41r) defi,ne e] estatuto
decirlo, se puede llevar cualquier secuencia, con tal de que se de identidad de la lírica corna antidiscurso, como transgresión de
haya creado a su alrededor ese ,zrar4erl de silercio qte lo'tisla ea los esquemas discursivos que condicionan las posibilidades ele-
medio del habla cotidiana.
mentales de orgzoizaciín del «estado del hecho» (Sachlage) y de
su atribución a la «materialidad de los hechos» (Sanchverhalt). La
Ese estado de lectura genera y se debe a una serie de conven- pggsia genera la abolición de esquemas temporales, de la lircali-
.ciones,o €xpectativas, .entre Ias que J, Culler destaca cuatio: la
dad y multiplica y actecienta, por medio de las metáforas y dIst4ry
dista¡iia e impersonalidad (que analizaremos más adelante) y las ciamiento temático, los contextos. Pero por enc.ima de este cofir-
tres siguientes: portamiento vulnerador, Stier{e destaca la fu¡ción de autorrevela-
a) La expectativa de totalidad y coherencia (J. Culler, r97¡, ción de su matetialidad textual como elemento ptedomínante, La
Págs. z4J-244), que exige de los poemas un¿ sanción de totalidad poesía lítica divttrtiriTá el texto de modo que el texto mipmp llega
autónoma, que les permite ser una unidad, una totalidad otgátttco,. a ser uf] eleme¡to de su discurso. Esta ve$iófl del autotelismo
Un final abrupto en poesía no es la qu.iebra de la totalidad, sino el jakobsoniano, en términos de «actividad discr¡tsivo> Proeocion"i
índice de una construcción con ese sentido. A diferencia de ot¡<.rs en la lírica una fxrciótt reJlexita que otorga a sus rolei, una
actos de habla que forma pá"rte de situaciones complejas, al poema significación de identidad inmanente, imposible de buscat fuér¿
se aísla como autosuflciente totalidad. del poema mismo (págs. 4r, y ss). G, Genette $969; pigs. t5z-
'rD) 'En rélación con esta convención está'aquella ottr de malor r ¡ ¡) habla de una <<poética del lenguaje» o de un estado poético
significación. que asemeja al sueño que no puede ptedicarse como «desvio« de
la «vigilia», sino como afirmación propia del écart,la r,egaciín, el
Escribir un poema es teclamat ignifitaciótt Escribir un olvido, la ilusión, la captura del lado escondido di las cosas,
poema es reclamat significación de algún tipo para la construc- donde lenguaje y experiencia, por la motivación, son lo mismo y
ción ve¡bal que producimos y el lector enfoca el poema con la
no reflejo el uno de ld oua.
suposición de que, por breve que patezca, ha de continuar por
lo. menos implícitamente riquezas potenciales que lo hagan
La aúorreflexilidal de su discurso, su inmanencia, su decirse a
di§no de atención... (ibid., pá9. za). sí mismo, ha sido rasgo que muchos autores de diferentes maneras
relevan como el pdncipal estatuto. No es que el Boema ¡o diga
iEllo hace que incluso la anécdota insignificante adquietz cosas. M. Riffaterte, que se ha opuesto repetidas veces a Ia medida
sigriificación generalizada, partícipe de un etlto¡ de simbolo de de lo real poético en térmi¡os de mimesis o de teferencialidad
mayor alcance o que el poema oscuro y nimio adquiera dimensión (cft. M. Riffaterte, ryj9, páC. zil, ha ideado el término de
de «eiemplo» de poesía oscura o trivial, se convierta en metapoe- igniJimnce, difetente tl de meanirg (significado). Este último

zt6 Lt7
,,1

f ..iü¡
:"lz;ldtia pa,rl una lectura hewí¡tica de relación poema-reali{ad. En pseudofrases, que no son frases reales auténúcas, sino rePresenta-
poesía, én cambio, lo importante es el paso del nivel del discurso ciones de frases iuténticas, pero irreales. I
d,el neadx¿ alnivel de discutso de la sigxificance, donde el texto se
contempla como unidad semántica, desartollo de una mattiz o
idea esttucturadota. La lectura poética salva y supon€ el estaüo
Lo asombroso (añade M. Bonati) es la apatición de pseudo-
f¡ases sin contexto ni situación concretos, vale deci¡ de f¡ases
de lectura heutística de significado mimético ( neaniry) pata incónicamente tepresentadas por ellos mismos, imaginadas sin
alcanzat la lectura he¡nenéuiica o relraüliv4 de la unidad de
determinación externa de su situación comunicativa. Tal es el
significación del texto ( igtiJicann ) (úd.. M. RtEf*ete, ry78' pá- fenómeno literario. Aceptar como lenguaje ales frases, atri-
ginas z- ro). büdes en general sentido, es la convención fund¿mental de la
María Corti ve la reflexittidad como la incapacidad de los üteratura como experiencia humana [M. Bonati, 196o (r98i),
enunciados del poeta pata ser extraPolados, sustituidos o página r z8l.
dos del contexto general de la ptopia producción poética, sin el
^pltta'
cual petderían Ia especificidad de su lectura. La poesía es aFtrma- M. Bonati había conseguido ya aislar el tasgo de la discursivi-
ción metasemiótica, dice que es poesía, y e[ texto poético se zación del texto, al explicar que el contexto de todo poema «es la
comunic¿ a sí mismo, revela la propia realidad material de su impllcita determinación de se¡ un poema», y nuestra comprensión
organizzciln y sv o?eruciófl ¡igrtiJicaúe es el principal de sus es el despliegue de la situación inñaflente a la frase, <<el autot no
significados (cfr, MarÍa Corti, ry76, págs. rrz-rr¡). se comunica con rlosotros por medio del lenguaje, sino que nos
z. No podria explicarse €ste rasgo pragmático de discursivi- comunica lenguafe» (pág. rz). Que la frase imaginaria signifique
zación del texto lírico si no nos refiriéramos a la poesla como inmaflentemedte su propia situación comunicativa convie¡te err
«representación imaginaria», característica genetal de toda la üter¿- absutdas las constantes refere¡cias al (€utor dice» o «el autor nos
turá, es cietto; pero que adquiete en la lítica unas notas especlfi- comunica», puesto que el hablante de las frases imaginar.ias no es
cas . Lz teoria pragmática de los «actos de lenguaie» ( speecl) act ) h^ quien expresa, sino 1o exptesado por ellas (r¡4); los locutores
establecido, como vimos en el capítulo V, un estatuto especial del poema forman parte del mismo y son inmane¡te a é1.
pzta la hterattra como actividad. S. Levin Q916) habla patz- la -yo/tú
Son representaciones de frases reales, hablar inaginaio.
poesia de una otació¡ implícita dominante que explica el tipo de Toda pragmática de la llr.ica que.quiera llegar a explicar
fuerza ilocutiva que puede tenet el poema' Esa otación es el fielmente la relación comunicativa que se origina en Ia lectura de
segmento kYo me imaginoa mí mismo en, y te invito a concebit, urr poema, ha de tener en cueflt¿ este rzsgo de frau iqaginaia picrz
un mundo en el que (yo digo que) (yo te pregunto)» (cfr. S. Le- no caer en las ingenuas representaciones vitalistas de la estillstica
vin, ry76, págs. 691o). La poesla invita (actividad perioeutiva) idealista a que nuestros estudiantes se hallan tan ptedispuestos, y
a la imaginación; es, Por t¿nto, acto de creación de mundos que Martínez Bon¿ti desmorona en su crítica al ide¿lismo de
imaginatios no sujetos, Por tanto, a las teglas de ctedibilidad que \ossler (ibíd., págs.. r4o y ss.). B. H. Smith (1978) y U. Oomen
tigen nuestras petcepciones de qué sea verdadero, reglas que el (r97¡) hao llegado a pztecida cartcternación a la de Martlnez
Iector suspende en su actividad de lectura, invitado como está por Bonati, sin conocet la teoría de éste, al afirmar que lo que el poeta
su fe poética o penetrar en ese mundo imaginatio (ibíd., pígs.71' compone no es un acto de habla, sino la tepresentación de un
74). Esta rel¿ción de acción ilocutiva que el lectot comPotta acto de habla... <<Un poema nunca se habla, siempte se recitar
convierte la comunicación poética (diríamos que no sólo lírica) en (cfr, U. Oomen, ry75, pág. q$.
un estatuto especial, ya estudi¿do en el capítulo correspondiente. y Urra vez quiciada la cuestión del hablar imaginatio, esta-
Mucho antes que las teorias ptagmáticas de los sPeech actt mos en condiciones de plantear la cuestión pragmática central de
penetr¿ran en. el ámbito filológico y ya t la altuta de 196o, las rel¿ciones entre los locutores (hablante-oyente, esctitot-lector,
F. Martínez Bon¿tihtbi^ c racterizado de modo tiguroso el estatu- yo-tú) en la comunicación poética. Si partimos de la base de que
to pragmático de la ütetatur¿ y la especial relación de su actividad la poesía es representaeión de hablat real y, por tanto, frase imagina-
comunicativa, y habló precisamente de frasu inaginariet o tipo de ria, habtemos de salv¿t las antiguas cuestiones de biografismo de
2rg 2ro
.'I
¡

((antoD que hacían buscat detrás delya poético tl y de la vida del Iírica es exptesión en el sentido de ser revelación del hablante en
poeta. Apelo al capítulo de la recepción literaria y lo que alli se el acto lingiüstico: I
dijo respecto al «lector implícito» para extraer idénticas conclusio-
nes al otro lado del canal (aid., ximisrr,o, más adelante lo dicho Podemos concebir la poesía lírica como el despliegue de Ia
'sobr€ el «pacto naffativo» en el capítulo X de este übro). Potencia lirigüistica de poaer de manifiesto, a través de algo
Sin embargo, la cuestió¡ pragmática de la relación entre lcis gue se dice (representa) algo que no se dice...; en consecuencia,
<<hablantes» en la comunicación lírica adquiere notas especiales seria así una revelacióo del se¡ fundamentalmente divetsa (y
que conviene analtzzr. 'fan ftase imaginaria es un cuento como un con posibüdades diversas) de la épica y de la filosofia que son
fundamentalmeote decir, revelar repteseotado, hablar temático
poema lírico, pero en éste la cuestión fundamental del Yo y de la
(cfr. Martínez Bonati, 196o, págs, t75-q6).
idextificacióx de la primera petsona ha adquirido ptoporciones
enormes efl Ia teoría., en parte por el peso que la histotia de las
ideas literarias ha dado al fe¡ómeno de la expresiuidad en la poesía
La situación comu¡icativa inaginaria de l¿ llrica es la de un
lírica, que el Romant.icismo vino a sancionar definitivamente. La
soliloquio por la que e_L ballante se siente a sí mismo como ser, se
cuestión del bablante poético, del yo inntamale y su situación en la
intuye como inte¡ioridad.
- Asimismo, Káte Hamburger había pdvilegiado la distintividad
c_omunicación lírica es quizá la cuestión central en 14 ¡¡ragmática
de la llrica subrayando el funcionamiento peculiar de la relación del
de este género, Al abordarla hemos de advertit sobre dos cuestio-
enunciado Iírico respecto a su enfrentamiento con la reaüdad. A
nes distintas que a menudo se cruzan en el tratamiento de la
diferencia de otros «enunciados de realidad», la lirica" no tendría la
temática del yo poético; a) Por un lado está la cuestión de Ia
función de comunicar, sino la de constituir una experiencia vivida
expresiaidad o función expresiva de la lírjca. á) Por otro lado está
insepatable de su enunciación. En l¿ lirica se rorrlpe la polaridad
el valor que en los contextos poéticos adquiere 1a relación yo-tú, ,.
suieto-objeto en el momento en que el obieto-yo lÍrico-es insepa-
esto es, el estatuto comunicativo de los participantes, ptonomina-
les o no, en la actividad ptagmática que la lectura de un poema
rable de la enunc.iación. El objeto es el sujeto:
desencadena,
a) El tratamiento de la poesía lírica como rcalizacií¡ de lz El límite que separa el enunciado Iírico del no lí¡ico no está
dado por la fo¡ma extema del poema, sino por el comporta-
función expresiva ha sido muy dilatado hasta el punto de que el
miento del enunciado en relación con el polo-objeto. El hecho
Iectot está llamado a identificar el género lírico como aquel en que de que conozcamos y probemos el poema como el campo, de
predomina la primeta persóna. La teoría de los géneros Literarios experieocia de un suieto de enu¡ciacióq (y solamente como.tal)
ha insistido desde hace mucho, pot diferentes autotes, en la identi- atiende a que su enuncíacíón no está dirigida al polo-objeto,
ficación de la lí¡ica con la primera persona, la narrativa-con l¿ sino, al contrario, a que su objeto es absorbido por la esfera de
tetcelz y el drama con la apelación al ti (uid. testimonios en la experiencia del suieto y se encuentfa en ella metamo¡foseado
P, Hernadi, r97z). (cfr. K. Hamburget, ry¡, pág. 214).
Peto esta uadición, que nos es imposible seguir ahora con
detalle, ha incidido sobre un error que Martinez Bonati denuncia: b) Unz vez planteada la situación comunic¿tiva de lz'ltricz
la predominancia del yo en la lírica, subrayada entre otros por como fundamentalmente exprésiva, tiene enolme interés analiz¿r
Jakobson y que tiene en el romanticismo alemán su fuente de la poesía en términos de los valores cofltextuales que la relación
apoyo, se ha interpretado a menudo como subjetividad temática yo-tú adquiere. Aunque la lectura ingenua tradicional ha quetido
(la poesia habl¿ sobte el hablante) o en términos de afectividad, identiFrca¡ yo: autof hombfe, el principal rasgo pragmátiio desta-
volición o actitud emotiva. Ma,rtinez Bonati replantea la cuestión cado hoy por todos los aütotes es el que Culler «distancia e
'llama
al subtayar que lo lírico es el ptedominio de la expresividad en un irñpersónalidaá». Según la convención de «d.istanc.ia e impersona-
sentido bien distinto, puesto que lo lírico no es un hablar acerca lidad», el valor de los deícticos y sus efectos origina un proceso de
del habl¿nte (es indifetente acetca de qué se hable en un poema), gerreralt<dtión según la cual el yo-tú del
gnerali<dtión del poema no remiten a un
sino la m¿nifest¿ción del habl¿r consigo mismo en soledad. La contexto extetno real, sino a un¿ situación ficticia que otorgue

220
{,¡ü'
ta".
vicevetsa. Se origina una pérdida de identidad efiradiscursiva y el
coherencia a la lectura, independientemente del teferente extetno poema adviene rura constante búsqueda de esa idefltidad pro&le-
(tid. l. Culler, r97¡, págs. 214-218). U Oomen (r971, págs. r4r) mitica del sujeto (tid. K. Stierle, ry11, páLgs. 436 y ss.).
habla de serias dificultades para la identificación del yo y del tú Igual ocuttiría con el fzl poético, que a veces tiene un referente
poéticos que puede identificat a vatias y diferentes Personas, designado por el propio texto, y aun en esos c¿sos el valor de la
ieparadas áel refetente del mundo teal e inmanentes al texto. Una teferencia se amplía pata abatczt al lector y en otros al suj€to
falta semejante del referente de Mrarrdo real provoca una multiplica- mismo (yo), en uo proceso claro de ideztifitacidtr con quien ha
ción y extensión de los roles, hasta incluso, como Yefemos, escrito. Según F. Lázato Carreter (1984, pág. 4i,
llegarse a una identifrcación del tú con el yo, en una misma
instancia, fenómeno muy peculiat de la comunicación lírica. la fue¡za ilocutiva de uaa poesía es siempre una i¡vitación al
Obviamente, esta generálización y multipücación de tefetentes lector a que asuma el mensaje como propio. Esta relación
de los deícticos depende de que la <<situación de habla» no está en ptagmáticz,,. me patece fundamental. Só[o por ello sc explica el
el poema ptefiiada como en el discurso cotidiano ni está fiiada, . relieve del lector en la comuniceción lídca.

como erl la novela, por el hablar de los petsonaies y pot la


actividad del narrador. En efecto, tamPoco en la novela los 4. La multiplicación de los contextos ¡ro se limita en la lirica
referentes son los del mundo real, pero en cambio la narración fiia a los deícticos personales, sino que se extiende a los contextos
las situacio¡es del habla inmanentes del texto, y de ese módo espaciales y temporales que sufren idéntico proceso de ger,etzliza-
tiende a eüminat su distancia respecto al actuar lingüístico cotidia- ción. El «ahora» del poema no es el ahora de cuando fue escrito,
¡o. Mientras que en la novela interesa el que R. Barthes llamó sino el ahora de cuando es leído, sus contextos originarios se
«efecto de r"alid¿d, (uid. R. Barthes, r97ob), la lírica evita a pierden para dar paso a una multiplicación y extensión de los
menudo ese efecto, pot el expediente de dejat sin fijación alguna mismos (uid. U. Oomen, zg751' pigs. 143-144i J. Criler, ry71' pár
la iituación'de habla y conseguir pot esa vía el matgen de gina 214, y K. Stietle, ry77, pág. 412).
ambigüedad, la generzlizaciór, de la expetiencia y un proceso de La extensión del lugar y el tiempo está relacionad¿ con la
identiftcación del lector (tu) con el yo lírico. extensión de lo que U. Oomen lama «espacio de perce[7ción» o
Iuri Levin (976, pág, zo6) se ha teferido a que en la llrica el totalidad de los factores que les vienen dados a los participantes a
carácter áe subjetividad f¿vorece la emetgencia de una comunica- través de la situación, l¿ cantidad de información extralingüística
ción <<ditecto» entre el lectot, el autor implícito y los petsonajes compartida por los intedocutores en el acto comunicativo (obie-
expfcitos, dándose, por el ¿fecto de getedizzción, unz adaltabili- tos comunes, acontecimientos presentes en la comunicación. de
dad de los roles que permite al lectot la proyección de la situación habla, etc.).
del poema sobre su experiencia personal o imaginada, soñada o
deseada, En la comunicación escdta no poética el hablaote tiene que
K. Qg7) bz explicado magisttalmente el fenómeno al
Stietle info¡ma¡ al destinatario de las citcunstancias en que escribe en
señalar que en poesía el estatuto del emisor y del recePtor han el caso de que quiera hacer referencia a la situación. En poesla,
favorecido la div*niúlación del texto, de modo que si el suieto de sin embargo, se mencio¡an a menudo objetos y acontecimien-
enunciación es una función del discurso en toda comunicación, tos como si vinie¡an dados pot un espacio de pcrcepción y
ocurre que en la comunicación lírica también se produce, y como si el destinata¡io fotmara pafie de dicho espacio y
viceversa: el discurso mismo llega a plantearse como función del estuviera, por tanto, familiarizado con á (U. Oomen, r97¡,
págína r41). i-
sujeto de enunciación, por lo que éste, como rol, pierde su
identidad o, mejor dicho, tol y función discursiva se funden, Pot esas vías el lectot es l.iberado de su situaeión-<<real» e'\i
adv.ienen idénticos. Esta ptoblematización de [a identidad del inttoducido en r¡n nuevo espacio perceptivo, 'qiot.rtpoia'5 .io
sujeto de enunciación hace emer§et un s*jeto lírico o rol de suieto restricciones cotrctetas que multipüca eI contexto tomunicáiivo y
ürico, que no es una entidad identificable fuem del poema mismo' lo extiende a tod¿ situación de lectura en que se cre¿ en el mundo
El discutso mismo es una función del sujeto de enunciación, y
225
222
imaginario por el que esos objetos y acontecimientos vuelven a .:,.^ lo eue F- Lázaro y María Coiti dejan claro es que esa
tener presencia. lo',')^1L¡,rr d"r^ no se identiFtca en modo alguno con el a ot
1. Algunos autores de amPlia tradición en los estudios 'll)'"*
rT'^1"
r" tradición biogtafista ha pretendido hacer corresponder
filblógicos como María Corti y 'F. Lázato lnan planteado la cues- .ttesoria de poeta- Autor (en tanto hombre empirico) y
tión de la inconveniencia. de marginar al Poeta y su intención pueden entenderse como dos
Yi)l.n ,íor" instancia creadota)'difere¡ciable
creadora de la pragmátiia del texto lí¡ico,. En, éste tiene menos v con frecuencia
{íí11*'i. ;¿*,iaad
pragmática
sentido que el tiionlo de la. estética de la recepción haya llevado a Li,r distrntos'
ocu'ltar y hacen desáparecet el sigrattm, dbl signo lirico'que' para "'*i,ri Levin (t916) ha invitado a un análisis del estatuto comu-
F'.,Lázaro (1984, págs. 45 y ss.)tse encuentra en <<el sentido cteadil- I ,-*'." a"t Doema lírico en tétminos de «la estructuta de relacio-
o-producido-en una concienci¿ individual que el poeta ¡os invita. ll*- l.', pellflajer del texto y los personaies de fuera del
a hacet nuestro>r. F. Lázaro habla de d,os tigrificaciones y dos' "r".
l'j.,^, , oropot. una tiPologia de situaciones en que hay diferen-
sentidos: :::'É";á;t d-e la r." y 2." personas: en urlas, el yo puede set
ij.*i¡.r4" con el autor; en otras, con el lector, etc. Con todo, la
Do¡ un lado está la significación. que el poeta ha cifiado co¡ ,iii¿r¿ a. tipologia habría sido mayor si I. Levin no -hubiese
la
eI rn¿terial lingüístico y el entido que ha querido darle: ha irUlr¿o .n ningún caso de
autor real, Por cuanto.el autor literario
esc¡ito las oraciones que comPoneo sus ver§os dotadqs de .iaaora Ia imagen de quien escribe, no de quien existe, forma
significación-normalm'ente Para que quietan decir q (el senú ""
,*rr. dá "n mundo imaginario y, Por tanto, no puede ser a la vez
dtr que, desea t¡ansmitir al léctor) (pág' 16). Luego está la
i-"gin, y lo imaginado. Sea cual fuere su sentido, el
significación y el sentido otorgadbs.pon el lector gFe pueden' o
Iri.n
.i.,,auror del texto lirico, aun el distinguido y llamado así por
no coincidit con los ptimeros (los dell auto!1. Estos no so¡. pafie de l0 izagiudo, de la ficció¡ literaria, es un
i, Levrn, forma
margiiratrl'es en,la, intetpretación dél poema líribo Potque §on el
sigaatan del signo; y en poesía adquieren un valot e¡o¡me en ser de PaPel, un Personaie'
taoto el poeta ha cif¡ado significación y sentido Para que sean
compartido por el lector, Que el propósito se logte o no, no es
óbice para aiendet en los estudios de semiótica Ia existencia de
tatr ptopósito (ibíd., págs. 47-a8).

María. Corti (1976), al mismo. tiempo que hablaba de una


competenci.a ¡roética, hacía, hiircapiá en el proceso prelextual' (luar
terto) , q,Je no, significa «fuera del texto)), sino una enefgia creatrva
que fuociona c;mo irP t del texto, la dinámica creadora que évita
que teflgamos del, texto una concePción estática, de hecho o
artefacto. Para Corti, una concepción dinámica exige tenel en
cuenta la energia creativa (págs. 88-89), Puesto que lo que se llama
praceso creador no es sól'o, una combi¡acióü- db: palabras, sino una
-gramática
de la visión, una- categorización especifica de la realidadl
én h que interviene el mundo dil deseo, del sueño, los estados de
conciencia y vitales ptetextuales que son Parte eselcial. en l2
definición áe 1o poéii.o (págs: ro7 y ss.), adernás d'ell interés
específico' de,ciétos índices extratextuales (cfr. págs. 18-4r) como'
los bioglálicos de ciertos autores.
-En
6.. cualquier caso, y aun incluyendo en la Pragmática de
lz litica 1a producción signihcante como Parte del hecho, comuni-

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