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KENYON, FEDERIC. Libros y Lectores en Grecia Antigua y en Roma.

Buenos Aires:
Universidad, 1968.

LIBROS Y LECTORES EN LA ANTIGUA GRECIA Y ROMA

Frederic G. Kenyon

Titulo original: Books and readers in ancient Greece and Rome


Publicado: 2.ed. Oxford, Clarendon Press, 1951- 136p. (IECI)

La obra es la ampliación de tres conferencias pronunciadas por el autor(antiguo


director de la Biblioteca del British Museum) en el King´s College de Londres. No
intenta reemplazar las obras clásicas sobre el tema, sino completarlas, sobre todo para la
época en que el elemento principal fue el papiro. El descubrimiento de numerosos
papiros en Egipto, durante las dos últimas generaciones, ha dado nuevos matices al
tema. El objeto de este libro es fundamentalmente poner al alcance de los estudiosos
esos descubrimientos. El prólogo original está fechado 1932.

La obra se compone de 4 capítulos: 1. El uso de los libros en la antigua Grecia.


2. El rollo de papiro. 3. Libros y lectura en Roma. 4. El pergamino y el códice.

1. El uso de los libros en la Antigua Grecia.

El conocimiento del tema ha sido grandemente cambiado por el


descubrimiento de los papiros griegos ( y unos pocos latinos) en Egipto, en los últimos
60 años. Estos descubrimientos han permitido no solo conocer libros desde el final del
s.IV al s. VII de nuestra era, sino también estudiar la extensión de la literatura griega
en una provincia del Imperio y los hábitos de lectura de la población. Muchos de
nuestros conocimientos no datan más allá de los 50 años y no figuran aún en los
manuales de la materia.

Resumen de los principales datos del capítulo:

Ya en la cuarta dinastía se conocen tumbas y retratos de personas a las que se


califica de “escribas”. Es posible afirmar que la practica de la escritura ya existía en el
3er milenio a.C. Hay evidencias de que puede decirse lo mismo de Mesopotamia, más
aún, hay ya pruebas de escritura cuneiforme en el 4to milenio. Miles de tabletas
descubiertas en Tello, Ur y Warka muestran el uso constante de la escritura para
recibos, contratos, archivos comerciales, registros de edificios y otros usos de la vida
diaria en todo el tercer milenio AC. Y quizás antes. Los escritos con propósitos
literarios son también muy antiguos pero la clave para poder descifrarlos se ha
encontrado hace muy poco tiempo (1948). En lo que se refiere a Creta está probado el
uso común de la escritura en el 2000 a.C.

La existencia de escritura en épocas muy antiguas se ha confirmado con


descubrimientos recientes: ven Ras Shamra, en el NO de Siria, cerca de Alejandretta,
Claude Schaeffer descubrió, en 1929 y años siguientes , la biblioteca del reino
amorreo-cananita de Ugarit, en la primera mitad del segundo milenio a.C. Se han
encontrado textos cuneiformes con un alfabeto de 28 signos, referentes a la religión
de los cananitas, rival de la de Jehovah, junto con gran cantidad de textos no literarios,
en diversas lenguas y escrituras. En Bilblos, también en la costa de Siria, el sarcófago
del rey Ahiram (descubierto en 1922) tenía unas pocas líneas escritas de hebreo,
aproximadamente de la 3era centuria.

Está en la actualidad ampliamente probado que el uso de la escritura era


habitual en Mesopotamia, Egipto, Asia Menor, Siria y entre los minos predecesores de
los griegos en Creta, mucho antes de que comenzase la literatura griega. Pero esto
plantea inmediatamente una cuestión. Es posible que un pueblo de inteligencia viva,
de iniciativa rápida, de gustos literarios. Como el griego , no haya usado la escritura en
las épocas primitivas, cuando la tenían pueblos como los Minos, que lo han
antecedido?

La respuesta tiene que ser negativa. Cual es la explicación de que no haya


rastros de una época de escritura anterior a su literatura. En primer lugar, la presunción
de que los griegos no usaron tabletas de arcilla, sino piel y papiro, materiales que el
suelo y el clima de Grecia no eran aptos para conservar, cosa contraria a lo que ocurría
en Egipto.

La tradición griega señala el origen de la literatura griega en la introducción


del alfabeto por Cadmo de Fenicia, ca 1350-1300. Frente a esto hay fechas históricas
que conviene tener presentes: fin de la guerra de Troya: 1184 a 83 a.C; Homero: de
1075 a ca, 875 ( Aristóteles y otros opinan ca.975).

En que material escribían los griegos, es imposible saberlo. Podían obtener


papiro de Egipto, y por palabra de Herodoto se sabe que usaban el cuero. Pero nada
podemos afirmar. Es necesario recordar la importancia que los griegos daban a la
conversación, a la enseñanza oral. Sócrates, en el Fedro dice: “Los libros pueden ser
muy útiles para refrescar la memoria, pero son muy inferiores a la palabra hablada
como medio para la educación”. Isócrates enPhil. 25-7, admite la inferioridad del libro
frente a la palabra hablada. Y el mismo Sócrates, en Jenofonte, Mem IV, II, sostiene lo
mismo en su conversación con Eutidemo. Pero el mismo Jenofonte nos dice que
Sócrates gustaba de leer y resumir con sus amigos libros ( Mem- I,IV,14). Esto prueba
la existencia de la práctica de la lectura de libros y su consulta en bibliotecas. Pero hay
que admitir que el cuadro general que se tiene a través de Platón y Jenofonte, es el de
la instrucción oral y de la conversación, no de la lectura y el estudio privados.

Un pasaje iluminador se halla en Las ranas de Aristófanes (1114): el coro,


insitando a los poetas rivales a someter el texto a ensayos, asegura que ellos deben estar
sin el temor de no ser entendidos y apreciados (parece que eso fue lo que ocurrió
justamente en el estreno de Las ranas); alude a soldados que tienen en las manos un rollo
que es su propia copia de la obra y así pueden entenderla bien. Esta explicación prueba
que los jóvenes (los soldados) estaban habituados a manejar los libros. Finalmente, en la
Anábasis, Jenofonte ( VII,5, 14) habla de “muchos libros” perdidos en el naufragio de
un barco en la costa de Asia Menor.

De lo que ni hay ninguna evidencia es de la existencia de bibliotecas. Athenaus,


en su Deipnosophistae (1,4) se refiere a las bibliotecas de Pisístrato y de polícrates de
Samos en el siglo Vi, pero están separadas por dos siglos y medio de las siguientes de
que hay noticias, y son poco más que míticas. El ejemplo siguiente es un tal Euclides,
que podría ser identificado con el filósofo de Megaria. También incluye en la lista a
Eurípides. En esencia, esas bibliotecas no debieron ser sino pequeñas bibliotecas
privadas, con unos pocos rollos; y aún así el hecho debió ser excepcional.

La conclusión general es que al final del siglo V y en la primera parte del IV,
existían en Atenas libros en cantidad considerable, y que eran baratos y de fácil acceso.
Estaba creciendo el hábito de la lectura, pero no estaba firmemente establecido.

Cuando se pasa a la generación siguiente – de la de Platón a la de Aristóteles- el


cambio es grande. En el primer período, aunque hubiera muchos libros, no existía un
público lector. Ahora estamos en un período de lectores y bibliotecas. Aparte discusiones
sobre si Aristóteles tuvo o no tal clase de bibliotecas, lo cierto es que sus grandes obras
no se pudieron producir sin una biblioteca. Y su costumbre de poseerla fue continuada
por sus discípulos Teofrasto y Menon, e influyó profundamente en la historia literaria
De Grecia. No es aventurero afirmar que con Aristóteles el mundo griego pasó de la
instrucción oral al hábito de la lectura. No cabe duda de que la historia de las
bibliotecas griegas y greco-romanas arranca de la fundación de la de Alejandría, pero
esa fundación es posible por el cambio de hábitos que tomaron forma con el tiempo y ,
sobre todo por influencia de Aristóteles.

Con respecto al museum de Alejandría, poseemos hoy un número suficiente de


especímenes que nos permiten saber como eran y como estaban manufacturados en esa
época los libros. Sobre el número que poseía la biblioteca, los datos no pueden hoy
reconstruirse: mientras unos hablan de 100.000 a la muerte de Filadelfo, otros hablan de
700.000 en el momento del incendio de Cesar. De todos modos parece probado que
Soter transmitió a su hijo una fuerte colección, que éste fundo el Museum y transfirió a
él la colección del padre. Este “Templo de las Musas” fue la primera gran biblioteca
desde Nínive y Ugarit; fue además una Academia de ciencias y letras.

La situación en el momento en que se funda esta biblioteca era similar a las de


hoy: la cultura griega había sobrepasado las fronteras del país de origen y se había
volcadp sobre el Cercano Este y la cuenca del Mediterraneo, y absorbió a Roma no bien
esta se asomó a la cultura. La formación de la biblioteca de Alejandría, la de Pérgamo y
otras dio impulso a la formación de libros, tal como hoy la impulsa el British Museum.
La calidad de lo que producían podría haber caído desde la época de Platón y Esquilo,
pero el comercio de libros prosperaba enormemente: comentaristas, compiladores,
divulgadores, y una enorme cantidad de literatura menor, desaparecida hoy. Para
estimar los hábitos de lectura de este mundo, hay que tener presente que lo que ha
llegado hasta nosotros de la literatura en lengua griega es solamente una pequeña
fracción de lo que existió. Los descubrimientos recientes lo confirman. Es evidente que
los textos perdidos exceden notablemente en número a los que sobreviven. Cuando se
estudia lo que ha llegado hasta nosotros se comprueba además que la literatura griega
estuvo enormemente difundida en el Imperio Romano, que tuvo un lugar prominente en
la educación y que hubo un nutrido público lector. Las colecciones descubiertas en
Egipto prueban que estaban muy difundidas, sobre todo en provincias, las antologías,
útiles en las pequeñas ciudades de provincias. El período de gran diseminación de esos
textos griegos en Egipto está en las centurias 2ª y 3ª. De nuestra era, y que es la época en
que la ocupación gerco-romana en Egipto llegó a su apogeo. Durante la ocupación de
loa Ptolomeos la infiltración del pueblo griego y la diseminación de la cultura griega
crecieron sin cesar, y el climax de la cultura greco-romana en Egipto se alcanza en las
tres primeras centurias del Imperio. Estas cifras dadas para el Egipto, pueden aplicarse,
con variantes pero manteniendo sus constantes, al resto del mundo helenistico. Las
mismas causas que influyen en Egipto pesan en Siria y Asia Menor, y los resultados son
más o menos los mismos. Los principales centros –Alejandría, Antioquía, Pérgamo y
otras ciudades del Cercano Este – fueron asiento de bibliotecas y de casas de
investigaciones y la literatura griega fue la herencia natural de una población que
hablaba griego en los reinos helenísticos. Hay un hábito general de lectura que se vuelca
sobre los grandes autores, especialmente Homero, y después de él Aristóteles, Platón,
Eurípides, Meandro. Durante las tres primeras centurias del Imperio Romano se
mantuvieron esos hábitos ; después, con el reconocimiento oficial del cristianismo, se
produce una abrupta declinación de la cultura humanística. La literatura cristiana crece,
pero declina la pagana, y ambas sería finalmente sumergidas por la creciente ola del
mahometismo.

2. El rollo de papiro

Es necesario recordar que las posibilidades materiales imponen condiciones a


la literatura que se produce, del mismo modo que la literatura que se necesita impone
condiciones a las condiciones materiales. Así la demanda de volúmenes que
contuvieran las Sagradas Escrituras completas, influyó mucho en la sustitución del
papiro por el pergamino y determinó que el códice imperara desde el comienzo del
siglo IV, del mismo modo que en el III el crecimiento de la enseñanza y el interés en
las Escrituras obligó a la producción de Biblias del tamaño adecuado para el uso
personal, manuables.

Es importante saber como era el libro que usaban los griegos, sobre todo
porque la forma en que eran copiados está vinculada estrechamente a la crítica textual,
para lograr la restauración de los pasajes corruptos. Empecemos por el material.

Las sustancias usadas fueron muchas: Primero piedra, la principal materia para
las inscripciones, pero que no tiene mucho que ver con las producción de libros. Se
sabe que se escribía sobre madera que aún se usan hoy en India y otros países
cercanos; la corteza era usada en varias partes del mundo. Según Linneo, que la toma
de Tito Livio, en corteza se escribieron los antiguos registros y libros sagrados
romanos. Para escritos pequeños se usaron también metales: oro (para amuletos),
bronce, hierro y especialmente plomo. Para tabletas, la madera, natural o cubierta con
cera. En Egipto se usaron mucho el barro cocido (postsherd?) para ejercicios de los
niños en las escuelas, cartas, cuentas, borradores literarios. Para cosas más
importantes, la arcilla, universalmente usada, para documentos y obras literarias, en
Mesopotamia , Imperio Itita, Siria y Creta. Cientos de miles de ellas han salido a luz
en las excavaciones del último siglo.

Ninguno de esos materiales puede tomarse seriamente en consideración cuando


se habla de literatura griega o de la romana en el período clásico. Las tablillas de
madera eran usadas ampliamente, sin duda, para cartas y notas, pero no para producir
libros. Hay también modelos en metal, pero son amuletos imprecaciones, o
certificados de retiro para soldados romanos. Tres eran los materiales usados: cuero,
papiro, pergamino.
El cuero aparece usado a menudo en distintos tiempos y lugares. En Egipto, en
la cuarta dinastía, se escribían documentos en pieles; en Asiria se ve en los
monumentos escribas con rollos que parecen de cuero. Pero ni en Egipto ni en
Mesopotamia su uso fue general. Parece que estaba mucho más difundido en Persia.
Herodoto dice que los jonios, cuando escaseaba el papiro, usaban pieles.

Seguramente incluía entre ellos a Siria y Palestina, donde ese uso estaba
difundido. La Ley exige por ejemplo, que el Talmud esté copiado sobre rollos de
cuero. Esto ha seguido hasta hoy, además de conservarse numerosos especímenes. El
cuchillo era por eso uno de los instrumentos de sus escribas, como lo sería del monje
en la Edad Media. Por otra parte, los manuscritos del mar muerto son de cuero. Quizás
los griegos lo hayan usado también, pero no hay pruebas, y además lo habrá sido – de
serlo- en épocas muy remotas. Todas las evidencias demuestran que los griegos usaron
el papiro desde el siglo VI AC . Herodoto, en la mitad del siglo V dice, que no es
posible concebir un pueblo civilizado que escriba , salvo en caso de necesidad sobre
otro material que no sea el papiro. Puede decirse que ellos no usaron otra cosa desde
los orígenes de su literatura. Puede conjeturarse que fue lo que se usó en tiempos de
Homero , y con seguridad lo fue en los días gloriosos de su literatura y durante el
período helenístico. Así la aserción de Varrón recogida en Plinio (H.N. XIII,11) de que
el papiro fue usado como material de libros después de que Alejandro conquistó
Egipto y fundó Alejandría no es aceptable. Plinio mismo dice que hay pruebas contra
la aserción de Varrón.

El autor inicia la descripción del papiro y su fabricación, y dice que ha usado


un artículo y una obra de que es autor: The Papyrus book (en The Library ,1926) y
Ancient books and modern discoveries. Chicago, Caxton Club, 1927.

El papiro se fabrica con la médula de una planta acuática, Cyperus papyrus que
crecía en la antigüedad , en abundancia en las aguas del Nilo. No era desconocida en
otras partes del mundo, pero Egipto, y sobre todo El Delta, era el centro principal de
producción. Hoy sólo sobrevive en el alto Nilo, lejos de las fronteras de Egipto, y
esporádicamente se da en Sicilia y Siria. Teofrasto y Plinio la describen como una
planta que crece en seis pies de agua o aún menos, y que alcanza una altura de hasta
15 pies y con una raíz gruesa como el puño de un hombre. Sus diferentes partes se
usaban para distintas cosas –combustibles, cuerdas, botes, velas- pero su fama
universal se la dio el papel que con ella se fabricaba. Era un monopolio del gobierno
Egipcio, y así el papiro de Tebtunis, es un documento de la segunda centuria, que
contiene un recibo por 20000 tallos de papiro. La manufactura ha sido descripta por
Plinio (H.N.XIII, II, 12) y es ya un texto clásico. El autor se extiende largamente sobre
el tamaño de las hojas, números de líneas, columnas, tamaño de los márgenes. Indica
que al principio se dejaba un espacio grande en blanco, seguramente para evitar el
deterioro de las primeras líneas al arrollarlo. Ese espacio no llevaba nunca el titulo y
autor que iban siempre al final. Los papiros de lujo solían llevar algunos agregados,
por ejemplo una varilla para arrollarlo, que, de acuerdo con lo que han transmitido
autores latinos, solía estar adornada con saliencias de colores ( cornua, imbilici): no se
conoce ninguno. El autor ha visto algunos papiros que tenían adosada una pluma, para
arrollarlo. Algunos tenían una membrana, para protección, la cual estaba adornada con
colores. Llevaban etiquetas con el título y se guardaban en cajas ( capsa) armarios
(scrinia): han quedado algunas. Estaban escritos de un solo lado (recto) que tomaba su
nombre porque era el lugar donde las fibras corrían horizontalmente. Si seguía en el
reverso ( verso) el rollo se llamaba opistográfico. Son muy raros , y hay uno en el
British Museum. Diógenes hablando de Luciano dice que era tan pobre que tenía que
escribir de los dos lados. Otros autores hablan de usar las dos caras cuando quieren dar
a entender que la obra es una cosa excesiva, que el autor ha cometido un abuso en la
extensión . Por eso la mayoría de los papiros escritos en doble faz lo han sido en
épocas diferentes: de un lado hay una obra , de otro, otra, escrita por alguien que no
pudo conseguir un papiro nuevo, o quizás representar una forma de producción de
libros baratos: así el famoso papiro de Oxyrincho tiene una obra histórica en el verso
de un registro de tierras y el Museo Británico tiene la Epístola a los Hebreos en el
verso de una Epítome de la historia de Tito Livio. Con respecto a la extensión, ningún
libro de cierta extensión cabe en un rollo. Una idea la da el siguiente cálculo: Un rollo
de 32-35 pies puede contener uno de los Evangelios ( Mateo, Lucas) o los Hechos, o
un libro Tucítides, pero no más. También entran en un rollo dos o tres libros de la
Ilíada. A veces había que dividir los libros, y así Plinio el joven habla de las obras de
su tío: “tres libri in sex volumina propter amplitudinem divisi” , lo cual parecería
indicar que justamente lo aclaraba por no se usual. Debido a esta breve extensión no se
publicaron en la antigüedad “ obras completas”. Este tipo de ediciones apareció con el
códice. Esto explica que de muchos autores famosos, como Sófocles y Esquilo hayan
llegado hasta nosotros solo las obras famosas. Las demás dejaron de copiarse y
perecieron. Hoy podemos, con todos estos datos, describir con exactitud un rollo de
papiro: Era una pieza cl clara – en la actualidad se han oscurecido y son amarillentos-
generalmente de 9 ó 10 pulgadas de alto, formando un cilindro de una pulgada o
pulgada y media de diámetro. Abierto, mostraba una serie de columnas de unas tres
pulgadas de ancho (o más si era poesía), con márgenes de más o menos media pulgada
entre columna y columna, y en las partes superior e inferior que variaban de acuerdo
con la suntuosidad del libro. Su largo total no excedía normalmente los 35 pies y el
lector lo desenrollaba con la mano derecha y los iba enrollando con la izquierda.
Cuando no se lo usaba se lo colocaba en una caja circular sobre un estante en un
mueble, posiblemente envuelta en una funda de pergamino, con el título visible en una
etiqueta colgante. Su lectura era difícil : No se separaban las palabras- raramente se
colocaban unas comas invertibles para señalarlo- y generalmente no se usaba
puntuación, que nunca era completa y sistemática. En las obras de teatro suele usarse
el sistema de poner en paragrafos separados lo que va diciendo cada personaje, pero
no figura el nombre de estos. Nombre y título de la obra, al final. Tampoco hay
acentos. Es curioso pero la práctica de separar las palabras es posterior a la invención
de la imprenta. En resumen, el lector no contaba para nada.

En cuanto a la producción, era, lógicamente personal. La producción masiva la


traerá la imprenta. La producción individual alcanzó su mayor significación en esta
época. En la edad Media la transcripción era cosa organizada. Los scriptoria de los
monasterios tendían a desarrollar características propias. Pero en la época pre-
Alejandrina, la demanda de libros no era tan grande como para organizar un cuerpo de
escribas. Cuando la demanda aumenta, surge la evidencia de la organización. Mecenas
tuvo su propia organización de copistas. Pero esto no significó en la época
uniformidad en las prácticas. Lo más cercano a un scriptorium medieval fue quizás el
Museo de Alejandría , o quizás Pérgamo. Hubo allí estilos y escuelas de escrituras,
pero no se llego a un estilo estereotipado: la mayoría de los papiros tienen origen local
o privado. En la Edad Media, por lo contrario, la producción se centra y limita a los
monasterios, se establecen tipos de escritura que permiten reconocer una escuela, no
un individuaren el Egipto griego los libros los produce cualquiera en cualquier parte.
Algunos papiros revelan escribas magníficos que han dejado hermosos ejemplos de
papiros; otros parecen buenos artesanos, que pertenecieron probablemente a ciudades
importantes de provincias; otros parecen no-profesionales, lectores que copiaron
manuscritos para su uso personal, o a veces esclavos semi instruidos que trabajaron
bajo su dirección. El caso extremo es el papiro de Aristóteles, Azenaion Politeia,
escrito por cuatro manos distintas, una de las cuales pudo haber sido la del estudiante
que provocó la obra, otra la de una persona instruida, las otras dos de personas muy
poco educadas. El resultado de todo esto es mucha menos uniformidad que en la Edad
Media. Se pueden distinguir períodos y así se diferencia un manuscrito ptolemaico de
uno romano, uno romano de otro bizantino, y hasta lo de un siglo y otro. Pero dentro
de esto las variedades de las distintas manos son enormes. Y así el estilo es más
importante para ubicarlos que la escritura misma. El resultado es que hay papiros
griego-egipcios en los que el texto es magnifico, otros en que es pésimo. Y entre uno y
otro, mil gradaciones. Esto plantea problemas tremendos de crítica textual, de
restauración de pasajes corruptos. El error más común de una línea o varias.

3. Libros y lectura en Roma

Los orígenes de la escritura en Italia son muy oscuros. En las civilizaciones de


Terramare y Villanova , en la edad de bronce, que precedieron a la formación de
Roma, no hay trazas de escrituras. Los etruscos, que llegan a Italia en el primer
milenio a.C, llevaron o adquirieron la escritura, pero sólo se conservan algunas
inscripciones en piedras, que no han podido ser descifradas. Para los romanos, la
información comienza con los cronistas que Livio cita, y que no van más allá de la 3ªo
la 2ª centuria. Su autoridad es, además, desconocida. Hay solo tradición. Por eso, al
tratar de reconstruir los orígenes del libro romano, se trabaja sobre bases muy
inseguras.

Hay algunos datos históricos: Plinio (H.N. XIII, 13) habla de un


descubrimiento hecho en el Janículo: el sarcófago de Numa, en el que se hallaron
libros escritos en papiros. Estaban bien conservados, dice, porque estaban en una caja
de piedra y ungidos con aceite de tuya. A propósito es curioso confrontar esto con las
instrucciones que Moisés da a José para preservar los libros: “mantenerlos en orden y
ungirlos con aceite de tuya y ponerlos en baso de barro”. (Ascensión de Moisés, I 17).

Más interesante es el asunto del censo de Servio (Tito Livio, I, 42 y cf III, 3).
Si como la tradición sostenía se hizo ese censo, eso significo que los que lo
compilaron, escribían. Las alusiones a carta y escritos hechos por Tito Livio no
permiten pensar en escritos históricos antes de la tercera centuria. Los libros sibilinos
son del mismo período. Del siglo V se conserva el testimonio del envío de una misión
a Atenas para copiar las leyes de Solón y el relato de Virginio incluye una referencia a
la existencia de escuelas (Litterarum ludi) en el Foro.

Hay frecuentes referencias a Licinius Macer, que escribió en el siglo II a.C


ocupándose de los libri lini , o libros escritos sobre lienzo que se guardaban en el
templo de Moneta. Parece que fueron registros de magistrados. Plinio (H.N, XIII,2)
menciona también el lienzo como material para escribir. Hay un modelo de eso: una
momia del período antiguo griego o romano, que se conserva en el museo de Agra
tiene una larga inscripción en etrusco, en el lino que la envuelve.
De todos modos, la existencia de literatura no se puede asegurar hasta el siglo
III a.C. Y como resultado de la entrada de la influencia griega en Italia. El padre
reconocido de esa literatura es Livio Andrónico, que en realidad es un griego que fue a
Roma en 272 a. con el propósito de ser maestro para lo cual llevo los libros escolares
griegos, y los tradujo al latín: Homero principalmente. Luego escribió el mismo obras
de teatro en latín, tomadas de originales griegos. La primera historia de Roma ,escrita
en 200 a. por Fabio Pictor, a quien llama Tito Livio “scriptorium antiquissimus”, está
en griego. Lo primero que se escribe en latín son los Anales de Nevio (200 a.), las
obras de Ennius (ca. 173 a.) y los Orígenes de Catón (ca. 160 a.).Por eso de libros y
lectores en Roma no se puede hablar hasta el siglo III a.C.

Toda la cultura romana se apoyó en la griega: la cultura de las clases altas era
griega, como la enseñanza. Y así toda la literatura romana crece sobre los modelos
griegos.

A pesar de todo, no se puede suponer que el hábito de leer se difundió


rápidamente: la educación se limito a la clase alta. Con la literatura griega vinieron sus
libros, y con ellos el papiro fue familiar a los romanos, y se convirtió en el libro
estándar romano.

Los poemas de Catulo tiene la primera descripción de la aparición de libros en


Roma y se menciona particularmente a Lúculo, que parece haber tenido la primera
biblioteca importante de Roma. Parece que además la abrió generosamente a sus
amigos, especialmente a los griegos (Ver Plutarco, Lúculo, C.42). César pidió a
Varrón, según Suetonio, que coleccionara libros para una biblioteca en gran escala,
que se propuso fundar (para bibliotecas romanas v.J.W.Clarck, The care of books,
p.12-24).

Con Augusto empieza la fundación de bibliotecas. La primera mitad del siglo I


de nuestra era las bibliotecas eran ya tantas, que Séneca denuncia vehementemente el
vicio de la ostentación de libros, y dice que eran acumulados no por el saber, sino por
ostentación. Los propietarios solo ponian atención en el adorno de sus finales (frontes)
y en sus etiqueta. La biblioteca era considerada ornamento necesario tanto como un
baño (Séneca. De tranquilitate animi, c.IX). Es difícil imaginarse como podían adornar
cajas de rollos, puestas en estantes; pero hay que recordar que los rollos mismos o sus
cajas estaban ornamentados con colores y adornados con maderas finas y marfil, y que
las cajas llegaron a ser piezas de ebanistería, a veces coronadas por bustos o retratos
de los grandes autores.

Un notable ejemplo de biblioteca es la que se encontró con los libros aún en los
estantes. Apareció en las ruinas de Herculano, destruida en el 79 CA. En 1752, en
una excavación se descubrió una pequeña habitación de doce pies cuadrados, con
cientos de papiros, ennegrecidos y quebradizos, según parece no por el fuego sino por
el barro y las cenizas, y dentro de armarios . Los armarios estaban alrededor contra las
paredes, y en el centro había una mesa para consultas. Las obras eran en gran parte
filosóficas, especialmente de Epicuro y su escuela la presencia de las obras de
Philodemo, filósofo menor del siglo I, y a veces cada una en varias copias, llevó a la
conclusión de que era la casa de Philodemo o de su patrón, Piso.Los papiros fueron
desenrollados con gran trabajo, y fue gran pena que su propietario no hubiera
coleccionado obras literarias o históricas.
Los poetas de la época imperial, sobre todo Marcial y Tíbulo, traen muchas
referencias a libros. Describen rollos de papiros pulidos con piedra pómez y ungidos
con aceite de tuya, con adornos de marfil y ébano, envueltos en coberturas púrpura,
con cintas escarlatas y etiquetas. Hablan de las librerías en el Argiletum, y de los
libreros, tales como Trifón y Atrecto, que vendían las obras de Marcial, y de los avisos
de libros nuevos que se fijaban. Una copia barata se compraba por cinco a diez
sestercios. Finalmente cuentan cómo los malos libros eran devorados por los insectos
y gusanos, usados por cocineros para hacer los alimentos o por los muchachos para
escribir sus ejercicios en el verso de los rollos.

Otras alusiones hacen los autores de la época imperial a las recitaciones


públicas. Sobre todo bajo los Flavios era la mejor forma de publicidad. Se hacían en
los foros y baños públicos, o en casas privadas ante invitados. Juvenal y Petronio han
dejado descripciones de estas escenas. Tácito cuenta de un autor que alquiló un coche
y un caballo y fue reuniendo así su audiencia y Juvenal cuenta de un rico que prestó
una casa en desuso y mando a sus libertos y clientes pobres para formar una audiencia,
pero no quiso cargar con el costo de las sillas.

Pero llego el momento de la declinación del papiro. El próximo capítulo


intenta estudiar solamente el período de transición del papiro al pergamino, del rollo al
códice.

4.El pergamino y el códice

El uso de pieles y cuero ha sido ya estudiado en capítulos anteriores. El


pergamino es también cuero, pero trabajado con procesos distintos y con muy
diferentes resultados. Fue preparado generalmente con cuero de cabra, oveja y vacuno,
pero sobre todo con los animales jóvenes, es decir cabritos, corderos y terneros. El
cuero de chancho y de asno tiene cualidades derivadas de su tosquedad, pero no fue
usado mayormente. Por lo contrario algunos pergaminos finísimos, como el de los
famosos códices Sinaítico y Vaticano son de antílope, cosa que no pasa de su posición,
pues no puede ser probada. La historia de su invención fue dada por Plinio el viejo
(H.N XIII,11). Allí cuenta que la rivalidad entre Ptolomeo y Eumenes obligó a este a
procurarse un nuevo material escriptorio. Pero no dice qué Ptolomeo ni qué Eumenes.
Así unos críticos dicen que fue Eumenes II y otros Eumenes I. Como se sabe que
existió una dura rivalidad por las bibliotecas entre Eumenes II y Ptolomeo Epiphanes
(205-182 a.) , parece probable que fueran ellos los soberanos aludidos. Se dice que
Eumenes quiso sacarle a Ptolomeo a Aristófanes de Bizancio, y lo invitó a ir a
Pérgamo; en ese momento Ptlomeo lo habría tomado preso. Lo dice Suidas. Varrón es
el que habla de la prohibición de exportar papiro, que habría llevado a Eumenes a
fabricar Pergamino. La palabra griega pergaméne aparece por primera vez en el Edicto
de Diocleciano (año 301). Pero lo cierto es que las excavaciones y sus
descubrimientos no permiten sostener esta invención para Eumenes: en 1923 se
descubrió en una fortaleza romana en Dura , alto Eufrates, una colección de
pergaminos de excelente calidad y buena escritura. La época que en ellos se menciona
es la de los primeros años del reinado de Eumenes. Si ya había en esa zona alejada,
pergaminos de excelente factura, en esa época, el invento es muy anterior a ese rey.
Tampoco es cierto que el pergamino fuese un rival del papiro. Por mucho
tiempo éste conservo su papel decisivo, y durante el siglo I de nuestra era siguió
dominando y siguió siendo considerado el órgano principal y esencial de la
civilización humana y la historia.

Existió una época de transición, en que se siguió usando el papiro, pero


encuadernándolo como códice y hasta escribiéndolo de los dos lados. Fue breve, y los
primeros ejemplos son del siglo II. Su contenido es predominantemente cristiano, pues
los textos paganos seguían apareciendo preferentemente en rollos de papiro. Esto
permite deducir dos cosas: la primera, que en los orígenes el pergamino era mirado
como un material inferior; la segunda, que los cristianos fueron quienes difundieron el
códice. Los cristianos eran pobres, tenían que usar lo más barato y no podían
permitirse el lujo de contratar escribas.

En cuanto a la forma de hacer estos códices de papiro, hay una variante lógica:
no se los puede doblar como el pergamino en 2, 4, 8 ó 16 hojas. Se los dobla sólo por
la mitad. Se reunían unas 25 hojas, que, dobladas, daban 50, y se las cosía pasando el
hilo por ojales hechos a lo largo del doblez central vertical. Todo el códice era un solo
cuadernillo. Y en general el trabajo de escritura era de modesta calidad. Este códice de
papiro y el rollo mismo sucumbirán en el siglo IV ante el códice de pergamino. La
caída del papiro es bastante abrupta. Las razones no son claras: probablemente la
demanda cada vez mayor de obras extensas en un solo volumen, y en la producción en
mayor escala de pergamino. La adopción del cristianismo tubo que influir mucho:
Constantino al convertirse ordenó 50 ejemplares de las Escrituras para su capital, y
miles para el resto del Imperio. Es ésta la época en que queda establecido el texto
completo de la Biblia. Era imprescindible abandonar los rollos y sustituirlos por el
códice , que permitía tener todo el texto en un volumen. Un códice hallado con los
cuatro Evangelios y los Hechos hubiera necesitado 5 rollos. Además el códice era muy
durable, no así el papiro. Además el arrollar y desenrollar hacia la lectura mucho
menos cómoda sobre todo s había que volver atrás para releer algún pasaje. Este
defecto era especialmente notable en colecciones de leyes. En el siglo IV la victoria
del códice era total. San Jerónimo (EP.141) refiere que los papiros de la biblioteca de
Pánfilo de Cesarea, que se destruyeron, fueron sustituidos por ejemplares en
pergamino. Esto ocurría en el 350 y de esta misma época son los códices Vaticano y
Sinaítico. Y cuando ya fue posible producir códices de tal belleza, la victoria fue
definitiva. Un dato interesante es que la copia de esas dos obras maestra está hecha
como si fueran papiros, a tres columnas en el Vaticano y cuatro en el Sinaítico. Será
necesario llegar al siglo V , para que el Códice Alejandrino inicie la escritura a dos
columnas que será desde entonces normal en los grandes manuscritos en pergamino.

En la misma época el pergamino es adoptado para obras seculares.

El papiro no dejo de usarse totalmente, en especial en su lugar de origen.


Egipto sigue produciendo aún obras en pergamino hasta el siglo VI. Su calidad va
siendo cada vez peor. Ha comenzado la era de una nueva forma de libro, que será
capaz de alcanzar gran belleza y magnificencia.

Apéndice. Pasajes ilustrativos de autores latinos

Cita los pasajes, en lengua original. Tomo solo las indicaciones:


Materiales del libro en especial papiro:
Plinio, H.N.,XIII cc, 11,12.
Forma del libro:
Catulo, I, 1-6; XXII, 3-8.
Marcial, VIII, 72, 1-3; III,2.7-11;V.6,12-15;XI,I.1-2;IV, 10; X, 93.3-6.
Tíbulo, III, I. 9-14.
Final de un libro:
Marcial, XI,107. 1-2, II, 6. 1-12; IV, 89. 1,2.
Diversos temas relacionados:
Marcial, X.1.;X,59. 1-2; II, 77.5-6; VII,17.1-8; X, 2.1-4; VIII, 62; IV, 86,
6-11; III,2. 3-5; VI, 61.7,8.
Caja de libros
Catulo, XVIII, 33
Marcial, XIV, 84
Plumas:
Marcial, XIV. 38
Tabletas:
Tíbulo, IV. 7.7,8
Catulo,1.1-5
Propercio, III,28. 1-8, 19-24
Comercios de libros:
Marcial, I,66.1-12; I,117. 8-17; IV,72.1,2; I,3.1,2; XIII,3.
Libros y lectores:
Propercio , III, 9.43-6 ; III,3. 17-20.
Marcial, VI, 60.1,2; VI, 64.6-15; XI,3.1-6; IV.8.7,8; X,19.12,13,18-21.

Leyendas para regados para las Saturnalias, de Marcial(XIV, 183-95).


Este trabajo se terminó de imprimir en la Sección Impresiones y Publicaciones de la Biblioteca
Central de la Facultas de Agronomía y Veterinaria de Bs .As. en el mes de Septiembre de 1968

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