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EL HALLAZGO LEONÉS DE VALDEVIMBRE

Y LOS DEPÓSITOS DEL BRONCE FINAL ATLÁNTICO


EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
e s t u d i o s y c atá lo g o s 17

Museo de León
EL HALLAZGO LEONÉS DE VALDEVIMBRE
Y LOS DEPÓSITOS DEL BRONCE FINAL ATLÁNTICO
EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
Museo de León
E l conocimiento y la valoración cada día más alta que el ciudadano tiene de nuestro patri-
monio cultural implica en muchas ocasiones la revisión de supuestos tradicionales y el
reajuste de la interpretación que se ha venido haciendo sobre bienes culturales conocidos de
antiguo. Esta tarea de búsqueda de nuevos y más precisos significados se convierte en algo
imprescindible, si, como sucede en esta ocasión, esos bienes no eran conocidos más que por
informaciones limitadas y no por una observación del original.
La Junta de Castilla y León, consciente de la importancia que tiene para el conocimiento
de nuestra historia esta labor de puesta al día de los estudios sobre los momentos menos
nítidos del pasado histórico regional, está impulsando un importante proceso de recupera-
ción, análisis y estudio de nuestros bienes arqueológicos, por cuanto conforman una parte
esencial de los tiempos más remotos de nuestra Comunidad y guardan, por añadidura, una
admirable crónica tras ellos.
Una crónica que, en esta ocasión, adquiere tintes casi de leyenda y, sobre todo, de ejem-
plaridad, habida cuenta de la generosa donación particular a la sociedad de Castilla y León
que se produjo con el depósito leonés de Valdevimbre, tras su extravío durante las ocho
décadas siguientes a su hallazgo fortuito.
La Consejería de Cultura y Turismo considera por tanto un hecho de extraordinario inte-
rés, ofrecer, dentro de su serie “Estudios y Catálogos de los Museos de Castilla y León” y
en colaboración con la Diputación Provincial de León, esta nueva publicación dedicada
al análisis y la contextualización de uno de los hallazgos prehistóricos más relevantes de
nuestra tierra, el depósito de Valdevimbre, recuperado gracias a un gesto cívico admirable
y al brillante esfuerzo de un destacado grupo de investigadores.

María José Salgueiro Cortiñas


Consejera de Cultura y Turismo
e s t u d i o s y c atá lo g o s 17

© 2007, de la edición:

Junta de Castilla y León


Consejería de Cultura y Turismo

Diputación Provincial de León


Instituto Leonés de Cultura

© de los textos: sus autores

© de las fotografías: Archivo del Museo de León, Imagen M.A.S. y otros (especificados en su caso)

Editores:
J. Celis Sánchez, G. Delibes de Castro, J. Fernández Manzano y L. Grau Lobo

Diseño editorial:
menoslobos

I.S.B.N.: 84-978-84-9718-047-4
Depósito legal: S.2005-2007

Impresión:
Gráficas Varona, s.a.
e s t u d i o s y c atá lo g o s 1 7
EL HALLAZGO LEONÉS DE VALDEVIMBRE
Y LOS DEPÓSITOS DEL BRONCE
FINAL ATLÁNTICO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
J. Celis Sánchez • G. Delibes de Castro • J. Fernández Manzano • L. Grau Lobo
e d i t o r e s

“A María Dolores Fernández-Posse, in memoriam”


ÍNDICE

Introducción
Guardar, resguardar, aguardar: el “tesoro” de Valdevimbre
L. Grau Lobo (Director del Museo de León) p. 9

Primera parte
EL DEPÓSITO DE VALDEVIMBRE

Capítulo 1
¿Para los hombres o para los dioses?
Certezas y sospechas sobre la intención de los depósitos del Bronce Final Atlántico.
G. Delibes y J. Fernández Manzano pp. 10-35

Capítulo 2
Descubrimiento (1925) y redescubrimiento (2004) de Valdevimbre: el papel reservado a este depósito en
la bibliografía española sobre la Edad del Bronce.
J. Celis, G. Delibes, J. Fernández Manzano y L. Grau pp. 36-45

Capítulo 3
Descripción y composición metálica de los objetos de Valdevimbre.
J.I. Herrán y S. Rovira pp. 46-51

Capítulo 4
Suerte, casualidad y conservación.
M. Hernández Valverde pp. 52-89

Capítulo 5
Ejercicio de tipología comparada con los bronces de Valdevimbre: ¿un escondrijo del Bronce Final
Atlántico?
G. Delibes, J. Fernández Manzano y J.I. Herrán pp. 90-105

Capítulo 6
Los bronces de Valdevimbre y la metalurgia Cogotas I.
G. Delibes, J. Fernández Manzano y J.I. Herrán pp. 106-131

Capítulo 7
El contexto cultural del depósito de Valdevimbre. El Bronce Final en el noroeste de la meseta.
J. Celis Sánchez pp. 132-167

Capítulo 8
Consideración final: el depósito de Valdevimbre y la sociedad Cogotas I.
J. Celis Sánchez, G. Delibes de Castro, J. Fernández Manzano, L. Grau Lobo, M. Hernández Valverde,
J.I. Herrán Martínez y S. Rovira Llorens pp. 168-175
Segunda parte
LOS DEPÓSITOS DEL BRONCE FINAL EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: ORÍGENES
DEL FENÓMENO, CIRCULACIÓN DE MATERIAS PRIMAS, PRODUCCIÓN DE METAL, CONTEXTO,
SIGNIFICADO Y NUEVOS HALLAZGOS

Capítulo 1
Sobre el origen del fenómeno de los depósitos en la península Ibérica: ocultaciones de objetos metálicos
de los inicios de la Edad del Bronce.
D. Brandherm pp. 176-193

Capitulo 2
El depósito de la Ría de Huelva: procedencia del metal a través de los resultados de análisis de isótopos
de plomo.
I. Montero Ruiz, M.A. Hunt Ortiz y J.F. Santos Zalduegui pp. 194-209

Capitulo 3
Los depósitos del Bronce Final en la península Ibérica: una visión arqueometalúrgica.
S. Rovira pp. 210-219

Capitulo 4
La más antigua minería metálica en tierras de León.
A. Neira Campos, E. Alonso Herrero, R. Matías Rodríguez, N. Fuertes Prieto, L. Pérez Ortíz
y F. San Román Fernández pp. 220-237

Capitulo 5
Los calderos de Lois (León) y Cabárceno (Cantabria) y su paradero subterráneo: ¿azar u oblación a la
tierra?
M.A. de Blas Cortina pp. 238-257

Capitulo 6
Depósitos “versus” oficinas de fundidor: problemas contextuales de la arqueometalurgia en Portugal.
J.C. de Senna-Martinez pp. 258-279

Capitulo 7
La presencia no accidental de un hacha de talón en un fondo de hogar en el castro del Chao Samartín
(Grandas de Salime, Asturias).
M.A. de Blas Cortina y A. Villa Valdés pp. 280-289

Capitulo 8
Hachas de talón decoradas: un fósil de la ritualidad en torno a la producción metalúrgica del Bronce
Final Atlántico.
J. Suárez Otero pp. 290-297

Capitulo 9
Un depósito metálico en el poblado del Bronce Final de Sant Martí d’Empúries.
M. Santos Retolaza pp. 298-313

Capitulo 10
Senra: historia de un depósito gallego de hachas de talón.
X.L. Armada Pita y O. García Vuelta pp. 314-329

Capitulo 11
Reivindicación de un polémico depósito del Bronce Final Atlántico: la Morterona (Saldaña, Palencia).
G. Delibes de Castro, J. Fernández Manzano, J.I. Herrán Martínez y S. Rovira Llorens pp. 330-351
GUARDAR, RESGUARDAR, AGUARDAR: El “tesoro” de Valdevimbre

Hace ocho décadas apareció un tesoro que llevaba escondido más de tres mil años... Con estas palabras
podríamos empezar un cuento infantil, una historia novelesca, un relato de aventuras. Pero nada es ficción
en ellas. Y, por si poco fuera, a ese descubrimiento sucedió otro transcurridos ochenta años en el que lo que
se había perdido de nuevo, apareció otra vez.
Hoy más que nunca perforamos o removemos, con saña insensata en demasiados casos, la tierra de un
país que parece en construcción permanente. Pero ya en la primavera de 1925 unas obras públicas modestas
dieron lugar a un hallazgo arqueológico de primera magnitud. Un pasado remoto se reencarnaba con el
lustre de un lote de metales milenarios. Por motivos que desconocemos, muy poco después ese “tesoro”
volvió a desaparecer hasta casi ochenta años más tarde.
Pero más allá del caso concreto que motivó la cita del otoño de 2005 en León, la Reunión científica que da
origen a esta publicación destinada a indagar sobre su contexto histórico, la extensa y variopinta casuística
de este gesto prehistórico, cabe interrogarse sobre la esencia misma del concepto de depósito. El diccionario
de la RAE no nos aclara suficientemente cuando, ¡en la sexta acepción!, abre la mano para proclamar que se
trata de algo colocado en sitio determinado por tiempo indefinido. Tenemos, por tanto, tres coordenadas,
las espaciales, y una incógnita, la temporal. Pero sigue siendo impreciso el objeto: ¿qué se deposita? Y, sobre
todo, el objetivo: ¿para qué?, ¿por qué?, ¿por quién y para quién?
Y es aquí donde esa noción, tan versátil como escurridiza, revela sutiles relaciones con la idea misma
de museo entendido éste como un “depósito de la memoria colectiva”, como el espacio (conocido) que
encierra un tiempo (ignorado o abierto, que tanto da). En el museo, como en un depósito más, se guardan
y resguardan objetos escogidos (por el azar o por el gusto, otra forma de azar). Objetos que acaban com-
poniendo los restos de un naufragio, álbum de fotos y cajón de los recuerdos, nuestros exvotos ofrecidos
en el altar del tiempo.
Desde un gran angular histórico, esa selección de objetos que compone lo que llamamos una colección
presenta muchos puntos de contacto con otras dos agrupaciones de objetos que codifican y caracterizan
una época o un acontecimiento: el botín de guerra y el ajuar de una tumba. En ambos casos una voluntad
colectora revela mentalidades colectivas: se apropia, ordena y exhibe aquello que se posee tras gran esfuerzo
(la guerra) o se reúne y aparta lo que se poseyó y se necesitará en el más allá.
Pero he aquí que el depósito parece contener y superar esos límites y se convierte, de alguna manera, en
un botín sin guerra, en un ajuar sin tumba. En una sencilla y directa ofrenda al tiempo, casi un homenaje
al futuro. Porque quien esconde no deposita, sólo oculta, con ánimo de regresar a remover ese escondrijo
(y así, estos depósitos, cuando sobreviven a su momento, acaban siendo ajuares, los de una tumba sin
cuerpo), mientras que quien deposita asume una condición temporal indefinida de su acto. Incluso puede
que prevea el final del mismo, la reactualización de su gesto, la violenta pero implacable recuperación del
hilo temporal suspendido en el acto de tal entrega.
El hallazgo ulterior se convierte así –¡Eureka!– en una epistemología (o serendipia) que remueve hasta
sus cimientos nuestros resortes íntimos. Recogemos la botella de un náufrago que ya no existe y miramos
a la cara al pasado. Y no importa que se trate del tesoro de Flint, el oro de Moscú, Eldorado, la olla de
monedas enterrada al extremo del arco iris o un puñado de herramientas de bronce. Sobre todo importa
decidir qué hemos de dejar nosotros en depósito para que en el futuro quienes lo encuentren no se sientan
decepcionados sino, tal como nos sucede a nosotros, admiren, indaguen y se pregunten sobre las razones
y los sentimientos de quienes lo llevaron a cabo. Para eso estamos aquí.

Luis Grau Lobo


Director del Museo de León
4
SUERTE, CASUALIDAD Y
CONSERVACIÓN

Miryam Hernández Valverde


L a increíble historia del descubrimiento de un
tesoro, de cómo desapareció en la niebla al poco
tiempo y de su estrambótica reaparición. Sus prota-
le viera. De un bocinazo le hizo doblar los riñones. La
siguiente picada la emprendió con tal rabia que la tierra
se abrió en un inesperado agujero. Parte de la cuneta se
gonistas (de ayer y de hoy): el metalurgo cíngaro, el vino abajo y quedó al aire una pequeña cueva, como la
boticario y su hija anticuaria, el capataz generoso, madriguera de un zorro, de cuyo techo colgaban raíces.
los ilusionados arqueólogos y el dibujante com- Como Jacinto se quedara parado de nuevo, aprovechó el
prometido. El embalaje precioso y la promesa al capataz para acercarse. Iba carraspeando, preparándose
fin cumplida. De cómo un viñedo de Prieto Picudo para soltar un nuevo berrido cuando la actitud del obrero
y una lata se convierten en excepcionales conte- le vino a desconcertar aún más: tenía medio cuerpo intro-
nedores para la conservación pasiva. Y en fin, de ducido en la cuneta. Al llegar a su altura Jacinto acababa

1
sorpresas, aciertos, casualidades y suerte… Mucha de salir del agujero y examinaba lo que le parecieron unas
suerte. piedras de color verde. Sacó la navaja y separó la tierra
arcillosa de una de ellas, arañando con el filo la piel de la
Nada se pierde, todo se transforma extraña piedra. El primer brillo dorado que surgió de la
limpieza bastó para convencer al capataz y al obrero de
que acababan de toparse con un tesoro…»
Los dos personajes que aquí aparecen son rea-
les: Jacinto Mateos, el descubridor, que tendría poco
más de veinte años en ese momento, y el capataz,
Este es el relato novelado de cómo se produjo el José Recio. En el punto en que se suspende el relato
descubrimiento de un depósito de bronces prehis- la historia podía haber seguido por infinidad de
tóricos en el pueblo leonés de Valdevimbre, en el cauces, los más normales tenencia y posterior venta,
lugar llamado “El Otero”1. El conjunto de piezas se que hicieran que este tesoro se hubiera perdido en
conocerá desde entonces en la bibliografía científica el mercado de antigüedades sino en la herrería de
como “el depósito de Valdevimbre”.
«En los primeros días del mes de mayo de 1925 Jacinto Ilustración 1. Localización aproximada del hallazgo (imagen tomada
Mateos se encontraba trabajando como peón en las obras de Google Earth).
de construcción del camino vecinal que habría de unir
Valdevimbre con su pueblo, Fresnellino del Monte. En
esos días el ambiente estaba caldeado por los preparati- FRESNELLINO DEL MONTE
vos de las fiestas, que remataban con el izado del mayo
durante el fin de semana. Jacinto cavaba junto a un
viñedo y pensaba, a la vista del aspecto que presentaban
las cepas, que otro año más la filoxera se estaba meren-
dando la ganancia de las uvas. Progresaba con el pico “EL OTERO”

rebajando la cuneta izquierda y sacaba sin querer las raí-


ces de la primera hilada de vides. A Celedonio Rey no le
iba a hacer ninguna gracia descubrirlo, ya tenía bastante
con la plaga y la expropiación forzosa de un trozo de su
finca para el camino como para que le anduvieran royendo
las únicas plantas de Prieto Picudo resistentes… Se ende- VALDEVIMBRE
rezó un momento para secarse el sudor bajo la boina y
posó la herramienta el tiempo justo para que el capataz

1. Según Delibes y Manzano (1982) la localización del hallazgo (ilustración n.º 1) coincidiría con el punto kilométrico 1,130 de la actual carretera
de Valdevimbre a Cembranos (CV-194-10).

El depósito de Valdevimbre 53
Fresnellino. Pero la discusión que sospechamos se A raíz del reciente ingreso en el Museo de León
generó entre Jacinto y José, por quién de los dos (año 2004) del lote de bronces junto a otros obje-
tenía el derecho de propiedad sobre los objetos, y tos relacionados con el hallazgo sabemos que el
de la que salió victorioso (cómo no podía ser de otro 6 de mayo de 1925, José Recio se desprendió del
modo) el encargado de la obra, orientó definitiva- tesoro, regalándoselo al boticario. Milagrosamente
mente el curso de los acontecimientos. se ha conservado una nota manuscrita (n.º exp.
En la sección “Gacetillas” del día 16 de mayo de 2004/18/11) en la que se lee:
La Crónica de León (por aquel entonces de periodici-
Dn Luis saviendo tiene usted interes por los ocjetos
dad semanal) un periodista anónimo da cuenta, por
encontrados en la escabacion de la Carretera seles
primera vez, del hallazgo de Valdevimbre, en una
mando iregalo para que si le sirven para algo aga
columna de veinte líneas. Por el tono que emplea en
el uso que quiera dellos
la noticia, la entrega del tesoro al boticario y juez de
S. Sm S S.
paz del pueblo, Luis García Garrido (ilustración n.º
José Recio
2), no se había aún producido por lo que la descrip-
Valdevímbre a 6 de Mayo 1925
ción de las piezas es tan imaginativa: “Nos dicen, y
parece ser cierto, que en las obras del camino veci- Está escrita a plumilla fina en tinta negra, sobre
nal de Valdevimbre, han aparecido al hacer unas un papel rectangular de hilo, en forma apaisada
excavaciones, varios objetos, al parecer antiguos, (ilustración n.º 3). El papel parece ser la mitad de un
entre los que hay algunas piezas de metal labrado, formato mayor, pues el borde inferior está rasgado
hachas, martillos, lanzas, etc. Parece ser que se ha –mide 22 cm x 13,7 cm–. Se aprecian las huellas de
hecho cargo de tales objetos el encargado de las la rejilla de secado y la marca de agua correspon-
obras, después de discutir el derecho de propiedad diente al papel timbrado del Estado: un escudo
con el obrero que dio con el hallazgo. Nos creemos monárquico con filacteria en la que se lee TIM ….
en el deber de hacer constar que, en virtud de la Ley ADO, es decir, TIMBRE DEL ESTADO (ilustración
de Excavaciones, todo lo que aparezca en el sub- n.º 4). La lectura es parcial puesto que al encontrarse
suelo, es de la absoluta propiedad del Estado”. la marca en el centro de la hoja y ser dividida, la otra
mitad quedó perdida.
Ilustración 2. El boticario de Valdevimbre, Luis García Garrido (foto:
Manuel García).
El texto se distingue por la acumulación de faltas
de ortografía, así como por el detalle de estar sobre
un tipo de papel que hubo de entregar necesaria-
mente Luis García al capataz, porque como juez de
paz tenía acceso a éste.
Por lo tanto es muy posible que la filtración
del hallazgo a la prensa fuera hecha por el propio
farmacéutico y que el hincapié puesto en la propie-
dad del Estado nos estuviera hablando de su sana
intención de depositarlo en el Museo provincial,
como se lo manifestara posteriormente a Luengo y
a Sanz Martínez (La Crónica de León del 30 de mayo
de 1925).
Ahora bien, ¿porqué no se produjo entonces la
entrega al Museo? En 1938 sabemos que todavía el
depósito seguía en poder de García Garrido, pues
en una publicación de J.M. Luengo hay un pésimo
dibujo del conjunto de Valdevimbre, que firma como
autor, del que señala “… es de la colección García
Garrido”.

54 Estudios y catálogos
Ilustración 3. Nota manuscrita de José Recio (foto: Miryam Hernández).

Ilustración 4. Sello de agua del Timbre del Estado (foto: Miryam precaria situación por la que atravesaba el Museo le
Hernández). llevara a pensar en que las piezas estarían mejor con
él. Y los años de guerra posteriores, con un campo
de concentración ocupando San Marcos y todos los
fondos amontonados junto a los presos, le afirmaran
en su postura.
Las averiguaciones realizadas hasta el momento
de la segunda reaparición del tesoro en 2004 eran
expresadas por Delibes y Manzano (1982): “Des-
conocemos las razones por las que finalmente los
materiales no fueron entregados en el Museo de
León, mas hemos podido saber que el citado señor
García Garrido tuvo un negocio de venta de antigüe-
dades en Valencia de Don Juan, el cual regentaron
sus hijas hasta hace no mucho tiempo. Pudimos
Creemos que la decisión de no desprenderse conversar en 1975 con una de estas últimas, Inés
del hallazgo se produjo de forma casi simultánea, García Tabares, quién nos confirmó la venta de todo
puesto que todos los objetos que formaban parte el “género” [sic] antes de abandonar el negocio, no
del nuevo hallazgo están fechados en 1925: la nota sabiéndonos dar noticias concretas del escondrijo
manuscrita, el periódico y la propia caja de hoja- de El Otero”. Todo ello inducía a pensar en la des-
lata, habiendo permanecido unidos como un nuevo aparición de las piezas en las procelosas aguas del
depósito desde entonces. Es posible que la difícil y mercado de antigüedades.

El depósito de Valdevimbre 55
Ilustración 5. El conjunto de trece piezas donadas al Museo de León, del diario, y además, una nota manuscrita de cesión
n.º exp. 2004/18 (foto: Imagen Mas).
de esos objetos al abuelo. Sin saberlo estaban des-
cubriendo por segunda vez el depósito prehistórico
de Valdevimbre2. Los trámites posteriores realizados
con los anticuarios con los que estaban tratando, que
les asesoraron honradamente, y la sospecha de que
las piezas eran algo especial –en La Crónica podían
leer la intención de su abuelo de donarlas al Museo
de León–, dieron de nuevo un giro insospechado
a la historia, poniendo a la familia sobre la línea
que les conduciría de forma totalmente casual y
después de algún episodio poco claro, a la persona
del arqueólogo Jesús Celis. Y de aquí al Museo de
León. Cabe imaginar la sorpresa/alegría/desmayo
de Jesús, atendiendo al teléfono a una persona que
le estaba narrando que ese conjunto de materiales
prehistóricos del Bronce Medio/Final (periodo en el
que es especialista) de el que tanto se había escrito
Hoy, gracias a la donación efectuada por un sin haber sido visto más que una vez, existía en rea-
grupo de familiares de aquel boticario (algunos son lidad y que quería depositarse en el Museo, lugar
nietos directos), podemos reconstruir parcialmente al que llegó setenta y nueve años después de su
la secuencia y detectar algunas incorrecciones en las salida de un viñedo. Calculen los lectores las proba-
fuentes informativas con las que trabajaron Delibes bilidades que esta cadena de acontecimientos tiene
y Manzano. Según Luis García Tabares (donante), su de haberse torcido y creerán ipso facto en el mantra
abuelo Luis García Garrido muere en Valdevimbre expresado por el enunciado:
en 1954, sin haber tenido nunca nada que ver con
“Nada se pierde, todo se transforma”
el mundo de los anticuarios. En cambio sus hijas sí.
Inés García Tabares tuvo una tienda en Valencia de
Ilustración 6. Última página y último anuncio de La Crónica de León del
Don Juan. Al morir en el año 2000, los herederos se
30 de mayo de 1925 (foto: Miryam Hernández).
hicieron cargo de la casa en que vivió procediendo
a liquidar la herencia, en la que había numerosas
antigüedades (principalmente mobiliario) que ven-
dieron a anticuarios del propio Valencia de Don
Juan. Fue entonces cuando, inventariando el con-
tenido de las habitaciones descubrieron debajo de
la cama una caja de hojalata. Años atrás Inés había
recibido la visita de los ladrones, en busca de joyas,
así que la familia interpretó el hallazgo como una
inocente precaución para proteger algo valioso. El
contenido de la caja, sin embargo, no eran joyas –en
el sentido estricto–: junto a un periódico leonés de
1925 encontraron un lote de antiguos objetos de
bronce que aparecían dibujados en la primera plana

2. Así pues, Inés en 1975 mintió –¿deliberadamente?– a Delibes y a Manzano, diciéndoles que había vendido el tesoro cuando siempre lo mantuvo
con ella.

56 Estudios y catálogos
Por último y para reforzar todas las casualida- se han transformado a nivel epitelial, generando
des que acerca del tesoro se han producido en estos delgados recubrimientos de óxidos y carbonatos
ochenta años transcurridos desde su aparición, hay de cobre.
que señalar que en el mismo periódico dónde se Ni la caja ni el terreno del viñedo4 resultan
describía el hallazgo en primera página –“el alfa”–, medios apropiados a priori para la preservación,
se terminaba con el anuncio de los Almacenes Palla- pero si lo han sido la permanencia constante de
rés, edificio que resulta hoy ser la recientísima sede las condiciones de humedad y temperatura. En
del Museo de León –“la omega”–. resumen, gracias nuevamente a una cadena de

2
Así, en una lectura profética hablaríamos de que casualidades –que expresadas en literatura cientí-
el círculo por fin se ha cerrado (ilustración n.º 6). fica llevaría varios tomos– los factores de alteración
se han minimizado de tal manera que los bronces
Descripción y estado de presentan un estado de conservación magnífico…
conservación del conjunto de Tanto que la restauración5 se ha limitado a una
piezas donadas al Museo actuación estándar, siguiendo un protocolo muy
habitual: limpieza mecánica con lápiz fibra de vidrio
y bisturí, obturación de los escasos focos de cloruros
presentes con óxido de plata, inhibición del bronce
Durante setenta y nueve años todas las piezas por inmersión en un baño de BTA al 3% en etanol y
metálicas han permanecido dentro de la caja de como capa de protección final se aplicó una mezcla
frutas cristalizadas, que también sirvió de pecu- de Paraloid B-72 y cera microcristalina.
liar contenedor al periódico que da cuenta de su Las particularidades de cada pieza se describen
descubrimiento y a la nota manuscrita de entrega a continuación, pero nos gustaría hacer constar
del capataz. La hojalata se ha revelado como un un detalle interesante para la interpretación del
envase eficaz para la conservación pasiva de unos conjunto, que apunta hacia la manera en que se
objetos excepcionalmente sanos: 3.200 años de constituyó el depósito. Tratándose de un conjunto
enterramiento en un medio arcilloso no mellaron cerrado, hay que suponer que todas las piezas se
su consistencia ni debilitaron la estructura metá- enterraron a la vez y que por tanto tenía que exis-
lica. En un análisis muy sencillo3 podría hablarse tir un nexo común. El hecho de ser todas metálicas
de que las diferentes aleaciones de bronce que dan y presentar diferentes estados de procesado –unas
forma a estos objetos, en un medio anaerobio y esta- están muy acabadas y otras son brutos de fundi-
ble –mantenido durante tres milenios– únicamente ción– e incluso de uso –unas nunca llegaron a

3. Y no puede ser de otra forma puesto que no hemos contado con metalografías o cualquier otro análisis que no fuera el meramente composicional
–que se interpreta en el artículo de S. Rovira Llorens en esta misma publicación, por lo que no vamos a repetirlo–.
4. Reproducimos la descripción geomorfológica de los suelos de Valdevimbre, de González Prieto (1986): ”El suelo tiene una capa arable muy
superficial de 10 a 20 cm bastante pedregosa, e inmediatamente aparece el subsuelo formado por una masa muy compacta arcillo-cascajosa
impermeable, que en la zona se conoce como “el reble”. El perfil sería:
• 0-30 cm: suelo franco-arenoso con elementos gruesos y regular pedregosidad de forma redondeada. Estructura en bloques, débil y media.
Consistencia suelta. pH igual a 6 (ácido). Pobre en materia orgánica. Regulares raíces y poca actividad microbiana.
• 30-50 cm: suelo franco-arenoso con elementos gruesos y más pedregosidad que el horizonte superior. Estructura en bloques. Consistencia
blanda. pH igual a 5,8 (ácido). Escasas raíces y poca actividad microbiológica.
• 50-100 cm: suelo arcilloso con elementos gruesos y mucha pedregosidad constituída por cantos. Consistencia dura. pH igual a 4,6 (ácido).
Sin raíces ni actividad microbiana.
• más de 100 cm: suelo arcilloso-arenoso, con muchos elementos gruesos y más pedregosidad que el horizonte superior. Estructura definida,
bloques. Consistencia dura. Sin raíces ni actividad microbiológica.
Se asientan los suelos sobre materiales del cuaternario sobre un Mioceno a profundidad variable”.
5. La intervención fue realizada por Miguel Ángel Navarro García, restaurador de Arqueología, en la primavera de 2005.

El depósito de Valdevimbre 57
Ilustración 7. Fotografía general realizada en julio de 2004, previa a la emplearse porque no estaban terminadas o eran
restauración, reproduciendo la disposición que tenían las piezas en el
defectuosas y otras se habían roto por el enman-
dibujo de M. Medina (foto: Miryam Hernández).
gue– sólo puede remitirnos a un ambiente de taller
metalúrgico. Interpretar el resto de la historia sin
más contexto es muy arriesgado, pero la teoría que
algunos investigadores defienden de la existencia
de un artesano que elaboraba, reparaba y fundía de
pueblo en pueblo podría encajar muy bien con lo
que nos están contando estos objetos.
El metalurgo itinerante es una figura que ha per-
durado en España hasta mediados del siglo pasado,
oculto en las figuras de los lañadores, compostores
de herramientas y chamarileros, y casi por para-
lelos etnográficos podría llegarse a reconstruir el
momento de la formación del depósito… Pero esto
es ya un trabajo para otros especialistas.

58 Estudios y catálogos
Punta de lanza (n.º de inv. 2004/18/1) Ilustración 9. Estado final tras la limpieza; anverso/reverso (fotos:
Miryam Hernández).
Punta de lanza de enmangue tubular en bronce. La
hoja es de alerones anchos y redondeados en la base.
El tubo, hueco y de sección pseudocircular, presenta
dos orificios circulares enfrentados para asegurar
el engaste con clavo o pasador. Filo de doble bisel
muy tendido.
La punta es prácticamente hueca salvo los últi-
mos 4,5 cm del extremo aguzado.
Dimensiones:
Longitud: 22,5 cm (astil 8,6 cm; hoja 13,9 cm)
Anchura: hoja: 4,3 cm; diámetro del astil: 2,5 cm
Anchura del filo: 6 mm
Espesor: astil: 3,5 mm; hoja: 3,5 mm
Altura del nervio central: 5 mm
Distancia de los orificios de clavo al borde: 4,4 cm Estado de conservación:
Diámetro de los orificios: 3 mm Muy bueno. Objeto entero y completo. Conserva
Peso (previo a la limpieza): 240,52 g restos de las tierras arcillosas del viñedo en el que

ANÁLISIS POR FDRX (Rovira Llorens, S. 20/Noviembre/2005)


Estado superficial Fe Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Au Pb Bi
Pátina débil 0,11 nd 84,5 nd 0,27 0,036 13,4 0,035 - 1,65 nd

Ilustración 8. Estado inicial anverso/reverso. Las flechas señalan la apareció, ya muy endurecidas y brillantes por la
nítida banda del filo (fotos: Imagen Mas).
manipulación y los intentos de limpieza a los que
se ha sometido la pieza –sin descartar la aplicación
de algún producto tipo cera de abejas pulimentada–.
En una primera observación, la pátina de malaquita
(carbonato básico de cobre), de bastante espesor y
dureza, traduce las marcas dejadas por las herra-
mientas de desbarbado del metal (limas), así como
huellas de martilleo en el enmangue –en un estudio
microscópico en profundidad se podrían identificar
las técnicas de trabajo–.
Otras erosiones y pérdidas de pátina pueden
atribuirse a los intentos precipitados e imperitos
de limpieza, que en ocasiones hicieron aflorar el
metal (ilustración n.º 11). La extensión de la cubierta
de malaquita es general, detectándose también al
interior del astil, donde la acumulación de restos
terrosos es mayor –llegando a cegar el hueco-. En
algunas zonas, el color verde de la mineralización
de cobre aparece velado por un depósito superficial
negro, muy delgado, de tenorita (óxido de cobre).

El depósito de Valdevimbre 59
Ilustración 10. Detalles del estado inicial del anverso. Señalado, uno Ilustración 11. Detalle del estado final del anverso. Pátina rozada (foto:
de los orificios para el pasador que aseguraba la lanza de madera a la Miryam Hernández).
punta (fotos: Manuel García).

Ilustración 12. Pequeñas pérdidas en el filo (foto: Miryam Her-


nández).

La fundición, muy correcta, fue hecha en molde


bivalbo, detectándose poros o rechupes en la zona
proximal del enmangue –lo que sugiere que el
molde se rellenaba por el astil y en posición ver-
tical–. El filo de la pieza (ilustración n.º 8) le da la
apariencia de no haber sido nunca usada pues no
muestra huellas de reavivado, picado o templado
–o quizá estuviera en espera de su primer reafilado Ilustración 13. Detalle del estado final del anverso: punta ligeramente
y éste no se produjo–, aunque la punta se halla embotada (foto: Miryam Hernández).
ciertamente embotada. El tratamiento metalúrgico
recibido, a priori y sin análisis metalográficos que lo
confirmen, fue el de fundición en molde con aca-
bado de forja en frío –para endurecer la aleación
y obtener los filos– y recocido del metal. La lisura
de ciertas superficies sugiere el empleo de pulido-
res de grano fino. Las pérdidas localizadas justo en
los bordes, allí dónde el metal tiene espesores cer-
canos a 0,5 mm son producto de la mineralización
del bronce y de la mayor fragilidad natural de la
zona –aunque la forja endurece el filo proporcio-
nalmente a la intensidad del trabajo, también lo

60 Estudios y catálogos
vuelve más frágil, debido a las tensiones mecáni- Regatón (n.º de inv. 2004/18/2)
cas introducidas con la deformación del grano–, Regatón6 cónico de bronce, muy alargado, de tipo
pudiendo haberse producido durante la extracción tubular rematado en punta. Presenta dos orificios
y posteriores manipulaciones. En el borde superior enfrentados para asegurar el engaste al asta de
del tubo de enmangue se localiza una escotadura madera con clavo o pasador. Teóricamente formaría
natural, residuo del proceso de fundición no elimi- conjunto con la punta de lanza n.º inv. 2004/18/1
nado del todo mediante el procesado posterior de descubierta en el mismo depósito.
la pieza, pero que hoy vemos agrandada por la falta El ahuecado de la pieza no es completo, alcan-
de un pequeño fragmento (ilustración n.º 15) –se zando sólo los 45 mm iniciales, terminándose
observa el plano de fractura sin patinar–. A 6 mm incluso por encima de los agujeros del pasador,
de distancia de esta pérdida y en paralelo existe una con lo que la función de éste resultaría inútil en tal
grieta de 1 cm de longitud que no parece interesar estado, puesto que la madera no llegaría hasta ellos.
a todo el espesor. El proceso de mineralización es Es decir, los orificios están planteados en la sección
superficial, conservando extensivamente el núcleo maciza del regatón. Ahora bien, o el enmangue del
metálico. No muestra indicios de contaminación por asta y su relación con el pasador se efectuaba de una
cloruros (atacamita, nantokita). forma original, muy diferente a como se observa en
otros paralelos, o el objeto es defectuoso.
Ilustración 14. Detalle del estado final del reverso (foto: Miryam
Hernández).
Dimensiones:
Longitud: 19,8 cm (de los cuales sólo los 4,5 cm ini-
ciales son huecos)
Anchura: máx. 2,2 cm; mín. 4 mm
Diámetro interior: 1 cm
Espesor: máx. 8 mm; mín. 2,4 mm
Distancia de los orificios de clavo al borde: 6,3 cm
Diámetro de los orificios: 4,8 mm
Peso (previo a la limpieza): 172,06 g
Estado de conservación:
Muy bueno. Objeto entero y completo. Conserva
restos de las tierras arcillosas del viñedo en el que
apareció, ya muy endurecidas y brillantes por la
Ilustración 15. Reverso (estado final): antigua laguna en el enmangue
manipulación y los intentos de limpieza a los que
(foto: Miryam Hernández). se ha sometido la pieza –sin descartar la aplicación
de algún producto tipo cera de abejas pulimen-
tada–. En una primera observación, la pátina negra
de tenorita traduce las marcas dejadas por las herra-
mientas de desbarbado del metal (limas) (ilustración
n.º 19, arriba), así como huellas de martilleo. Otras
erosiones y pérdidas de pátina pueden atribuirse a
los intentos de limpieza, que en ocasiones casi hicie-
ron aflorar el metal. La extensión de la cubierta de
tenorita (óxido de cobre) es general –aunque irre-
gular en su espesor y salpicada por acumulaciones
de malaquita–, detectándose también al interior,

6. Casquillo metálico para ser engastado en el extremo inferior de la lanza, a modo de contrapeso, recurso defensivo y/o contera.

El depósito de Valdevimbre 61
donde la acumulación de restos terrosos es mayor. hacha n.º inv 2004/18/8, lista para ser amortizada o
Siendo una pieza obtenida por fundición en molde muy retocada –si querían que funcionase–.
bivalvo –aún pueden seguirse las dos suturas longi- Grieta de 1 cm de longitud en la zona de enman-
tudinales (ilustración n.º 19, inferior)–, su factura es gue que interesa a la zona de menor espesor.
mucho menos cuidada que la de la punta de lanza, La punta aparece roma, y con el bronce metal
apreciándose irregularidades, rechupes, poros, etc. expuesto, sin poder precisar si el aplanamiento es
El hueco de inserción del asta no está centrado, sino fruto de manipulaciones posteriores a la extracción
considerablemente desplazado hacia un lado (ilus- o consecuencia de un uso del que dudamos llegara
tración n.º 18), lo que unido al curioso detalle de a producirse por las razones ya expresadas. Existen
que los agujeros del pasador quedan dentro de la focos de atacamita en coincidencia con las erosio-
zona maciza de la pieza (ilustración n.º 19, media) nes de la pátina de tenorita, aunque no tienen cariz
nos lleva a pensar en otra pieza defectuosa, como el virulento.

ANÁLISIS POR FDRX (Rovira Llorens, S. 20/Noviembre/2005)


Estado superficial Fe Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Au Pb Bi
Pátina – – 76,3 nd 0,66 0,100 16,8 0,110 - 5,96 nd

Ilustración 16. Estado inicial del anverso (foto: Imagen Mas). Ilustración 19. Detalles del estado final (fotos: Miryam Hernández).

Ilustración 17. Estado final del anverso/reverso tras la limpieza (fotos:


Miryam Hernández).

Ilustración 18. Descentramiento del orificio de inserción del asta (fotos:


Manuel García y Miryam Hernández).

62 Estudios y catálogos
Hoja de sierra (n.º de inv. 2004/18/3) Ilustración 21. Estado final del anverso/reverso (fotos: Miryam
Hernández).
Hoja de sierra acintada de bronce, con los extremos
redondeados y dos perforaciones para unirla a un
mango en forma de arco. Filo dentado de treinta y
seis dientes bastante romos –desgaste por uso–.
Dimensiones:
Longitud: 10,9 cm
Anchura: 1,6 cm
Espesor: 1 mm
Diámetro de los orificios: 3 mm
Peso (previo a la limpieza): 8,76 g

ANÁLISIS POR FDRX (Rovira Llorens, S. 20/Noviembre/2005)


Estado superficial Fe Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Au Pb Bi
Pátina débil 0,16 nd 85,5 nd 1,21 0,056 12,4 0,137 - 0,49 nd

Estado de conservación: Ilustración 22. Detalle de la perforación relacionada con el sistema de


enmangue de la sierra; anverso/reverso (fotos: Miryam Hernández).
Bueno. Objeto entero e incompleto –pequeña
pérdida en uno de los extremos perforados (ilustra-
ción n.º 24)–. Presenta una agresiva limpieza que ha
expuesto el bronce por ambas caras, desposeyéndolo
de la pátina protectora de tenorita. Potente núcleo
metálico. Ligeras ondulaciones de la superficie,
seguramente provocadas por recientes manipula-
ciones incorrectas. La sierra no pudo ser usada en el
corte de materiales metálicos, al resultar demasiado
endeble, pero sí para procesar hueso, asta o madera,

Ilustración 20. Estado inicial del anverso (foto: Imagen Mas).

como productos asociados a mangos, astas, empuña-


duras,… de armas y herramientas. En cualquier caso,
los últimos cortes causaron la deformación de varios
dientes, a los que se les formó una rebaba (ilustra-
ción n.º 23). Los dientes tienen una anchura de 2 mm
y se abrieron en la lámina con bastante regularidad,
posiblemente con un cortafrío. Podemos calcular su
altura primitiva en 2 mm, aproximadamente.

El depósito de Valdevimbre 63
La hoja está elaborada sobre una lámina obtenida filo de las armas in situ –tal como se afilan las hoces
por batido del bronce a martillo, posiblemente en o guadañas en la siega–. Tajadera o troquel para
frío –dada la ductilidad de la aleación– sin descartar embutir son los dos usos que propone Fernández
el recocido. Las perforaciones fueron hechas en frío, Ibáñez (1998-1999) y con los que estamos de acuerdo
mediante un punzón de sección pseudocircular o siempre que se actuase sobre metales o aleaciones
cuadrada con las esquinas matadas, pues dejaron la blandas –de otra manera el filo resultaría constan-
clásica rebaba (ilustración n.º 22, arriba). temente embotado–.
Es una pieza posiblemente obtenida en molde
Ilustración 23. Deformación de la cinta y eliminación parcial de la
(¿bivalvo?), que ha soportado un intenso trabajo de
pátina (foto: Miryam Hernández).
forja en frío sobre las caras del tejadillo: la lisura,
la multitud de marcas o abrasiones lineales y las
rebabas rizadas en los bordes –especialmente en
la línea de corte (ilustraciones n.os 27 y 28)– así lo
atestiguan. El resto de caras del yunque permane-
cen con la porosa textura en bruto –la del moldeo–,
aunque recibieron algo de forja.
Dimensiones:
Longitud: 4,3 cm
Altura: 5,6 cm (yunque 2,8 cm; espigo 2,8 cm)
Espesor: 2 cm (espigo: 1,5 cm)
Peso (previo a la limpieza): 187,32 g
Ilustración 24. Pérdida parcial del extremo y del orificio de enmangue
(foto: Miryam Hernández).

Ilustración 25. Estado inicial del anverso (foto: Imagen Mas).

Yunque, tas, troquel o tajadera


(n.º de inv. 2004/18/4)
Pequeño yunque de bronce que consta de una mesa
de trabajo a doble vertiente, un cuerpo rectangular
y el vástago para fijarlo al soporte de ¿madera? Por
sus reducidas dimensiones se supone que es una
herramienta de orfebre (tas), para realizar cortes o
dobleces en frío de metales nobles, aunque Luengo
(1925) aporta paralelos etnográficos para pensar que
podría haber servido para reparar (o reavivar) el

64 Estudios y catálogos
ANÁLISIS POR FDRX (Rovira Llorens, S. 20/Noviembre/2005)
Estado superficial Fe Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Au Pb Bi
Limpio 0,17 0,41 84,2 nd 0,24 0,374 14,3 0,112 - 0,23 nd

Estado de conservación: Ilustración 27. Rebaba formada en la arista medial de las mesetas de
trabajo; reverso (foto: Miryam Hernández).
Muy bueno. Objeto entero y completo. Potente
núcleo metálico que apenas ha desarrollado el
principio de mineralización. Presenta una agresiva
limpieza mecánica –que no ha dejado impronta de
las herramientas– y muy posiblemente química, a
base de ácidos débiles como vinagre, limón, etc., que
ha expuesto el bronce por las dos caras útiles de la
pieza, desposeyéndolo de la fina pátina protectora
de tenorita. Esta pátina se ve alterada zonalmente
por depósitos irregulares de carbonatos de cobre y
áreas peladas (ilustración n.º 28).
No hay evidencias de contaminación por clo-
ruros.

Ilustración 26. Estado final del anverso/reverso/lateral derecho/lateral


izquierdo (fotos: Miryam Hernández).

Ilustración 28. Huellas de uso visibles y ocultas por la pátina en la


meseta de trabajo; anverso (fotos: Miryam Hernández).

Hacha plana (n.º de inv. 2004/18/5)


Hacha plana de bronce con los bordes paralelos
en el primer tercio de su desarrollo, a partir de
donde se ensancha bruscamente para rematar en
un filo doblemente biselado, de ángulo muy ten-
dido y curvatura más bien tensa. Se trata de una
pieza especialmente bien terminada y simétrica,
de cuidada factura y acabado pulimentado, en la
que resultan muy visibles los golpes de martillo en
las caras principales (ilustración n.º 30, arriba). La
técnica de fabricación del hacha incluyó la fundición

El depósito de Valdevimbre 65
en molde, sin poder discriminar si éste fue mono o Dimensiones:
bivalvo, ya que el grado de acabado de los flancos Longitud: 11,5 cm
ha borrado toda huella de rebaba –salvo análisis Anchura: máx. 6,5 cm; mín. 2,8 cm
metalográfico que la confirme–, y un potente trabajo Espesor: 7 mm
a martillo en frío por toda la superficie, con especial Peso (previo a la limpieza): 204 g
insistencia en la zona del filo. Los tratamientos tér- Estado de conservación:
micos de recocido sólo pueden ser detectados con Muy bueno. Objeto entero y completo. Potente
metalografías, pero cabe suponerlos como estrategia núcleo metálico que apenas ha desarrollado el
de endurecimiento del filo. principio de mineralización. Conserva restos de las
Entre la multitud de finas abrasiones que refleja tierras arcillosas del viñedo en el que apareció, ya
la pátina (ilustración n.º 32, arriba) pueden detec- muy endurecidas y brillantes por la manipulación y
tarse huellas de uso, de lo que nos habla también la los intentos de limpieza a los que se ha sometido la
embotadura parcial del filo y las pequeñas mellas pieza –sin descartar la aplicación de algún producto
(ilustración n.º 33). tipo cera de abejas pulimentada–. En una primera

ANÁLISIS POR FDRX (Rovira Llorens, S. 20/Noviembre/2005)


Estado superficial Fe Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Au Pb Bi
Semilimpio 0,12 nd 85,4 nd 0,82 0,114 11,1 0,100 - 2,27 nd

Ilustración 29. Estado inicial del anverso (foto: Imagen Mas).

66 Estudios y catálogos
Ilustración 30. Estado final del anverso/reverso (fotos: Miryam Ilustración 32. Muescas realizadas para conocer la naturaleza del metal;
Hernández). anverso inicial/final (fotos: Manuel García y Miryam Hernández).

Ilustración 31. Poros de rechupe formados durante el enfriamiento de


la colada de fundición; estados inicial y final del reverso (fotos: Miryam
Hernández).

observación, la delgada pátina negra de tenorita


traduce las marcas dejadas por las herramientas
de desbarbado/afinado del metal (limas), así como
huellas de martilleo –acabado martelé (ilustración
n.º 30, arriba)–. Otras erosiones, muescas y desgastes
de pátina pueden atribuirse a los intentos de lim-
pieza, que en ocasiones casi hicieron aflorar el metal
–especialmente en los planos del filo–. La extensión
de la cubierta de tenorita es general –aunque irre-
gular en su espesor y salpicada por acumulaciones
de malaquita–. Se observan poros –gases formados
durante la colada– en los flancos y próximos al
enmangue (ilustración n.º 31, inferior).
Las evidencias de contaminación por cloruros
se manifiestan en las zonas peladas de la pátina en
forma de finos depósitos de atacamita verde claro.
Aparentemente no han progresado.

El depósito de Valdevimbre 67
Ilustración 33. Reverso: el filo antes de la limpieza (foto: Manuel Dimensiones:
García).
Longitud: 13,3 cm
Anchura: 3,5 cm
Espesor: 5 mm
Altura de los roblones: 1,1 cm
Diámetro de los roblones: 5 mm
Peso (previo a la limpieza): 41,53 g

Ilustración 34. Estado inicial del anverso (foto: Imagen Mas).

Puñal o alabarda (n.º de inv. 2004/18/6)


Puñal o alabarda incompleta, de bronce de hoja
triangular con cuatro orificios en trapecio en la
placa de enmangue, de los que sólo dos conservan
los remaches o roblones in situ. Ofrece un acusado
nervio central a lo largo de toda la hoja, lo que deter-
mina su sección romboidal (maciza). Los filos son
más acusados en los ocho últimos centímetros de la
hoja, hacia la punta, dónde parecen haberse obte-
nido por forja desde una sola cara, pues se aprecia
la banda de golpeteo.
Los roblones son cilindros de bronce cuyas caras
son manifiestamente planas (creando una pequeña
rebaba que serviría de tope) y divergentes, en ambos
casos con el mismo ángulo, lo que tiene que expli-
carse en función del diferente grosor de las cachas
de hueso/madera que constituían el mango. Esto
redundaría en un mango más ergonómico, de sec-
ción abultada, menos plana. Ilustración 35. Estado final del anverso/reverso (fotos: Miryam
Hernández).
El pequeño tamaño, falta de anchura en la hoja
y escaso peso nos lleva a considerar éste arma más
como puñal que como alabarda, a falta del recono-
cimiento del especialista.
El hecho de que el plano de rotura de la placa
de enmangue aparezca con la misma pátina que el
resto de la pieza sella el momento de la fractura,
situándolo en todo caso antes del descubrimiento
del depósito en 1925. Es posible que este puñal/ala-
barda se encontrara junto a las demás piezas porque
fuera a ser reparado por el teórico metalurgo itine-
rante –lo que apoyan los filos mellados, la punta
roma y el enmangue roto–.

68 Estudios y catálogos
ANÁLISIS POR FDRX (Rovira Llorens, S. 20/Noviembre/2005)
Estado superficial Fe Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Au Pb Bi
Limpia 0,09 nd 88,6 nd nd 0,047 10,4 0,002 - 0,80 nd

Estado de conservación: Ilustración 38. Grietas y roturas en la placa de enmangue, asociadas


a la debilidad que crea en la zona el roblón; reverso (foto: Miryam
Bueno. Objeto entero e incompleto. Potente
Hernández).
núcleo metálico que apenas ha desarrollado el
principio de mineralización. Conserva restos de las
tierras arcillosas del viñedo en el que apareció. La
pátina original (tenorita, salpicada por incrustacio-
nes locales de malaquita) ha sido eliminada en un
70% de la superficie mediante tratamientos abra-
sivos (mecánicos, principalmente), para exponer
el bronce en estado metálico. Suponemos que esta
intervención se haya realizado mientras la colección
permaneció en poder de Luis García Garrido.
En una primera observación, las marcas dejadas
por las herramientas de reafilado, transversales al filo,
son bastante visibles. La forma ligeramente cóncava
de los flancos pudiera relacionarse con el desgaste
por sucesivos usos y reavivados de los filos.

Ilustración 36. Grieta en el borde de la placa de enmangue; anverso/ Respecto a las técnicas de fabricación, bien se
reverso (fotos: Manuel García). pudo partir de la fundición en molde monovalvo,
seguido de un intenso trabajo de forja en frío por
toda la superficie, especialmente en la lengüeta y
filos –aplanado y estirado–, y acabado pulido para
terminar con la perforación en frío de los orificios de
roblón. Las rebabas generadas no fueron retiradas,
al caer dentro de la zona enmangable.
Numerosos análisis espectrométricos demuestran
la diferente aleación que presentan los roblones res-
pecto a la hoja de los puñales, siendo los primeros
más ricos en cobre o sólo de cobre, lo que evidencia
Ilustración 37. Fisura que no interesa todo el espesor; anverso/reverso
(fotos: Miryam Hernández). el uso intencional de las aleaciones y el conocimiento
de sus distintas propiedades, restando aleatoriedad
a los procesos metalúrgicos de esta época. Esta cir-
cunstancia, para nuestro caso, queda pendiente de
futuras comprobaciones.
La rotura de la pieza se produjo a la altura de la
segunda fila de roblones, justo por la mitad, en el
punto más débil del enmangue. En el puñal/alabarda
han quedado dos semicírculos correspondientes a los
orificios de inserción de los remaches, lo que permite
hablar de la existencia de cuatro roblones, original-
mente, distribuidos en forma trapezoidal.

El depósito de Valdevimbre 69
La posición marginal de los roblones conserva- su morfología podría hallarse en relación con el
dos, ubicados casi sobre el borde de la lengüeta, accidente que fragmentó el enmangue. No resulta
ha influido en que, en uno de los casos, el agujero desestabilizante para el objeto, ya que no avanza en
haya roto el perímetro y en el otro, se encuentre su espesor (ilustración n.º 37, derecha).
fragmentado y doblado en dos pestañas (ilustración Las evidencias de contaminación por cloruros se
n.º 36). Las grietas de este ejemplo son peligrosas, manifiestan en las zonas peladas de los filos de la
pues traspasan el espesor del metal, haciendo muy punta en forma de fino depósito de atacamita verde
fácil el desprendimiento de la pestaña con una leve claro. Aparentemente no han progresado.
manipulación descuidada (ilustración n.º 38). En un
Puñal (n.º de inv. 2004/18/7)
futuro tratamiento habrá de reforzarse la zona.
Puñal de bronce de hoja triangular, con tres orifi-
Otra fisura interesante es la que aparece a 3 cm
cios –es muy posible que fueran cuatro distribuidos
por debajo y en paralelo al plano de rotura, que por
en trapecio, pero el cuarto agujero es imposible
de distinguir en el perfil de rotura– en la placa de
enmangue, de los que sólo dos conservan remaches.
lIustración 39. Punta roma y filo mellado. La flecha señala huellas de
La hoja, plana y con marcados biseles perimetrales,
trabajo en el metal; anverso/reverso (fotos: Miryam Hernández).
presenta una silueta ligeramente convexa.
Los filos, muy tendidos y de 7 mm de anchura,
aparecen muy aguzados, dando la impresión de que
la pieza no tuvo uso salvo quizá aquél que propició
la rotura por el enmangue. La hoja del puñal se haya
afilada en todo su perímetro, a excepción de los 2,5
cm de la placa roblonada.
Los roblones son cilindros de bronce cuyas caras
son manifiestamente planas (creando una pequeña
rebaba, mayor en una que en otra, que serviría de
cabeza-tope) y paralelas, lo que sugiere un grosor
semejante en las cachas de hueso/madera que cons-
tituían el mango. Esto redundaría en un mango de
sección plana. Al menos en uno de los roblones se
pueden apreciar rebabas longitudinales de fundi-
ción, como si se hubiera obtenido una varilla en
molde bivalvo (ilustración n.º 44).
El hecho de que el plano de rotura de la placa
de enmangue aparezca con la misma pátina que el
resto de la pieza sella el momento de la fractura,
lIustración 40. Detalle del roblón derecho; estado final del anverso
situándolo en todo caso antes del descubrimiento
(fotos: Miryam Hernández).
del depósito en 1925. Es posible que este puñal se
encontrara junto a las demás piezas porque fuera a
ser reparado por el teórico metalurgo itinerante.
Dimensiones:
Longitud: 19 cm
Anchura: 4 cm
Espesor: 3,5 mm
Altura de los roblones: 1,2 cm y 1,3 cm
Diámetro de los roblones: 6-8 mm
Peso (previo a la limpieza): 109,47 g

70 Estudios y catálogos
ANÁLISIS POR FDRX (Rovira Llorens, S. 20/Noviembre/2005)
Estado superficial Fe Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Au Pb Bi
Pátina – – 84,1 nd 1,09 0,090 12,6 0,161 - 1,91 nd

Estado de conservación: Ilustración 42. Estado final del anverso/reverso (fotos: Miryam
Hernández).
Bueno. Objeto entero e incompleto. Potente
núcleo metálico que apenas ha desarrollado el
principio de mineralización. Conserva restos de las
tierras arcillosas del viñedo en el que apareció. La
delgada y suave pátina original de tenorita aparece
salpicada por incrustaciones locales de malaquita,
más abundantes sobre una de las caras. Cabe supo-
ner, en razón de las marcas de abrasión que presenta
la pátina, que al menos ha existido un intento de
limpieza mecánica (ilustración n.º 46). Suponemos
que esta intervención se haya realizado mientras
la colección permaneció en poder de Luis García
Garrido. El bronce metal está expuesto en los bor-
des afilados –¿peladuras de la pátina por impactos?
(ilustración n.º 45)– y algunas áreas planares. En casi
todas ellas se ha desarrollado una cubierta de ata- Respecto a la diferente morfología de la pátina
camita, que advierte sobre la presencia de cloruros formada sobre el enmangue y la formada sobre el
en la pieza. resto, claramente diferenciadas por una línea (ilus-
Ilustración 41. Estado inicial del anverso/reverso (fotos: Imagen
tración n.º 43), nos está remitiendo a la existencia
Mas). durante mucho tiempo del material de la empuña-
dura en contacto con el metal.
En una primera observación, las marcas dejadas
por las herramientas de afilado, transversales al filo,
así como por el martillo, son difíciles de ver, dado el
excelente pulimento practicado, pero con luz rasante
se ponen en evidencia.
Respecto a las técnicas de fabricación, bien se
pudo partir de la fundición en molde monovalvo,
seguido de un intenso trabajo de forja en frío por
toda la superficie, especialmente en la lengüeta y
filos –aplanado y estirado–, y acabado muy pulido
para terminar con la perforación en frío de los orifi-
cios de roblón. De éstos solo se aprecian con nitidez
tres, uno de ellos remanente en un sector de circun-
ferencia y mucho más pequeño que los otros dos
(ilustración n.º 43, derecha). Sólo tendría 3 mm de
diámetro.
Numerosos análisis espectrométricos demuestran
la diferente aleación que presentan los roblones res-
pecto a la hoja de los puñales, siendo los primeros
más ricos en cobre o sólo de cobre, lo que evidencia

El depósito de Valdevimbre 71
el uso intencional de las aleaciones y el conocimiento Ilustración 44. Se señalan las rebabas o costuras de fundición del roblón
y la fractura del perímetro; estado final (foto: Miryam Hernández).
de sus distintas propiedades, restando aleatoriedad
a los procesos metalúrgicos de esta época. Esta cir-
cunstancia, para nuestro caso, queda pendiente de
futuras comprobaciones. Sólo destacaremos que el
depósito de malaquita formado sobre alguna de las
cabezas es de grosor considerable, respecto al del
resto del puñal, lo que puede trasmitir un mayor
contenido en cobre.
La rotura de la pieza se produjo a la altura de
la probable segunda fila de roblones, justo por la
mitad, en el punto más débil del enmangue. La
forma redondeada de la placa es cierta7, pero la sen-
sación de curva se ve aumentada artificialmente por
la morfología de la rotura.
La posición marginal de los roblones conserva-
dos, ubicados muy cercanos al borde de la lengüeta
(3-4 mm), ha influido en que, en uno de los casos, el
perímetro se encuentre fragmentado y deformado
(planos de fractura no alineados) en lo que parece
Ilustración 45. Lascados de la pátina en el filo, causados por impac-
un accidente antiguo (ilustración n.º 44). En un
tos y cierta actividad salina; anverso (Fotos: Manuel García y Miryam
futuro tratamiento habrá de reforzarse la zona. Hernández).
Las evidencias de contaminación por cloruros se
manifiestan en las zonas peladas de los filos de la
punta en forma de fino depósito de atacamita verde
claro. Aparentemente no han progresado.

Ilustración 43. Línea de separación de las dos pátinas, dejada por el


contacto prolongado con el material del enmangue. Las flechas señalan
la presencia de ¿dos? orificios más para los roblones; el derecho un poco
desfigurado por la línea de rotura (fotos: Miryam Hernández).

7. Todas las publicaciones efectuadas hasta el momento describen y dibujan esta forma circular, así como reseñan que el puñal sólo tiene dos roblo-
nes. Estos errores han ido pasando de unos investigadores a otros desde el dibujo de M. Medina y la descripción de Luengo. Con la reaparición
de las piezas en 2004 el panorama cambia, haciendo que los paralelos, evolución y otras consideraciones cronológicas se vean necesariamente
modificados.

72 Estudios y catálogos
Ilustración 46. Abrasiones de la pátina por un intento de limpieza agre- paredes del molde. Por tanto, sería una pieza lista
sivo; anverso (fotos: Manuel García y Miryam Hernández).
para refundir en operaciones posteriores, que actua-
ría a modo de lingote. Forma trapezoidal. Desde la
zona proximal, los bordes, un poco cóncavos, se
distienden ligeramente hasta un filo bastante tenso.
En los flancos tiene ostensibles rebabas de fundi-
ción, prueba inequívoca de que ha sido conseguida
mediante molde bivalbo (ilustraciones n.os 49 y 50).
La forma irregular del talón, en el que se concen-
tran los poros y rechupes, sugiere que la colada se
vertía con el molde posicionado en vertical, relle-
nándose por ese extremo (ilustración n.º 51).
Dimensiones:
Longitud: 13,2 cm
Anchura: máx. 9 cm; mín. 5,2 cm
Espesor: 1 cm
Peso (previo a la limpieza): 545 g

Ilustración 47. Estado inicial del anverso/reverso (fotos: Imagen


Mas).

Hacha plana de fundición defectuosa


(n.º de inv. 2004/18/8) Ilustración 48. Estado final del anverso/reverso tras la limpieza (fotos:
Hacha plana de bronce, de fundición defectuosa. Miryam Hernández).

Se trata de un auténtico bruto de fundición (según


terminología de Rovira, en Delibes, 1999), en el que
el trabajo de forja no se llegó ni a plantear –el filo
no se marca– dados los graves defectos observados
al desmoldear. Además de la gran vacuola lateral
que arruinó la pieza, la textura irregular y porosa de
todas las superficies nos remite a la dejada por las

ANÁLISIS POR FDRX (Rovira Llorens, S. 20/Noviembre/2005)


Estado superficial Fe Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Au Pb Bi
Semilimpio – – 87,9 nd nd 0,075 11,5 0,007 - 0,54 nd

El depósito de Valdevimbre 73
Estado de conservación: distribuidos por la aleación sin haberse llegado a
Muy bueno. Objeto entero e incompleto. Potente mezclar convenientemente, así como multitud de
núcleo metálico en el que apenas existe minera- vacuolas e intrusiones de ¿carbón?, lo que no hace
lización. Conserva restos de las tierras arcillosas sino remitirnos a un proceso de colada muy defec-
del viñedo en el que apareció, ya muy endurecidas tuoso, por el que hubo de descartarse la frustrada
y brillantes por la manipulación y los intentos de pieza.
limpieza a los que se ha sometido la pieza –sin des- No parece existir contaminación por cloruros
cartar la aplicación de algún producto tipo cera de –focos inexistentes–.
abejas pulimentada–. En una primera observación
la pátina negra de tenorita resulta genérica, hete-
rogénea, de irregular grosor y salpicada por áreas Ilustración 50. Rebabas de fundición no eliminadas; molde bivalbo
(fotos: Miryam Hernández).
de malaquita. Traduce perfectamente la textura
irregular de la piel del objeto, los golpes antiguos
(ilustración n.º 52), etc. Las erosiones y pérdidas de
pátina pueden atribuirse a los intentos de limpieza
e identificación de la pieza –muescas para ver el
color del metal–, que han hecho aflorar el metal en
varios puntos.
Se observa una pérdida de cierta entidad en la
zona proximal de un flanco (ilustración n.º 53), que
ya aparece representada en el dibujo de M. Medina Ilustración 51. Poros y rechupes concentrados en el talón; reverso (fotos:
Manuel García y Miryam Hernández).
publicado en 1925 en La Crónica de León, por lo que
suponemos que la rotura y el desprendimiento del
fragmento hubo de producirse alrededor del descu-
brimiento. El borde de fractura no está patinado en
absoluto, mostrando la fundición de textura granu-
lar y muy porosa, ligeramente tapizada por cuprita.
A simple vista se aprecian nódulos de cobre puro

Ilustración 49. Detalles del estado inicial/final: rebabas de fundición Ilustración 52. Golpes antiguos en el filo; anverso (foto: Miryam Her-
en el perímetro medial de la pieza (fotos: Manuel García y Miryam nández).
Hernández).

74 Estudios y catálogos
Ilustración 53. Detalle de la zona de rotura y la gran vacuola asociada; Ilustración 54. Estado previo a la limpieza (fotos: Imagen Mas).
estado final (foto: Miryam Hernández).

2004/18/10

2004/18/9

El estado de conservación es muy bueno. Objeto


entero y completo. Potente núcleo metálico –de color
grisáceo– en el que apenas existe mineralización.
Pátina parcial de malaquita. Superficie metálica
expuesta en un 80%. Pequeño foco de cloruro de
cobre.
Dimensiones:
Longitud: 2,6 cm (espigo 0,8 cm; proto-roblón 1,8 cm)
Roblón (¿?) (n.º de inv. 2004/18/9) y resto
Anchura: 8 mm
de fundición (n.º de inv. 2004/18/10)
Peso (previo a la limpieza): 6,17 gr
El roblón es una pieza de bronce de forma cilín-
drica con un pequeño espigo. Función desconocida, Resto de fundición:
aunque pudiera interpretarse como un proto-roblón La pieza en forma de goterón amorfo, de textura
obtenido mediante fundición en molde de árbol, rugosa e irregular con orificio central, puede inter-
de ahí el espigo. Un trabajo posterior de forja, que pretarse como un resto de fundición de bronce
nunca se produjo, le daría la forma definitiva y regu- –desprendido de alguna colada–. Estado de con-
lar. La textura, porosidad del metal e irregularidad servación muy bueno. Objeto entero y completo.
de las superficies nos sitúa ante un bruto de fundición Conserva plenamente el núcleo metálico, que se
(según terminología de Rovira, en Delibes, 1999). halla revestido de una pátina delgada de tenorita,
El peso y el color grisáceo de la aleación contrasta malaquita, y algún punto de exposición del metal.
con el resto de los bronces presentes en el depósito, Dimensiones: 5 x 3,3 x 0,4 cm
de un característico color amarillento. Peso (previo a la limpieza): 12,38 g

ANÁLISIS POR FDRX (Rovira Llorens, S. 20/Noviembre/2005)


Pieza Estado superficial Fe Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Au Pb Bi
Roblón limpio nd nd 85,4 nd nd 0,053 13,2 0,115 - 1,22 nd
RESTO DE FUNDICIÓN Pátina – – 85,7 nd nd 0,027 14,1 0,003 - 0,24 nd

El depósito de Valdevimbre 75
Ilustración 55. Precinto de suscripción del párroco de Valdevimbre
Nota manuscrita (n.º de inv. 2004/18/11) y
(foto: Miryam Hernández).
periódico (n.º de inv. 2004/18/12)
La nota manuscrita se ha descrito anteriormente
(ilustraciones n.os 3 y 4) por lo que únicamente
haremos mención del estado de conservación:
objeto completo y entero, pequeños dobleces en
el perímetro y gran doblez central, causado por el
plegamiento en dos de la nota. El papel está libre
de foxing, pareciendo de una calidad aceptable, sin
lignina ni amarilleamiento.
Para su conservación se elaboró en julio de 2004
una carpeta en cartón pluma libre de ácido.
El periódico es un ejemplar completo de La
Crónica de León, del 30 de mayo de 1925 (n.º 166,
época 3ª, año IV), en el que se da cuenta en portada
del descubrimiento del depósito de Valdevimbre.
La noticia, firmada por José M. Luengo y Julián
Sanz Martínez, viene acompañada de un dibujo de Dimensiones máx.: 50 x 69 cm (el pliego abierto);
nueve de las diez piezas entregadas por el capataz 50 x 35 cm (la hoja suelta)
al farmacéutico de la localidad (falta el goterón de Estado de conservación:
fundición). El dibujo es obra de M. Medina. Bueno. Objeto completo y entero. Su principal
El periódico consta de un pliego que, doblado patología viene derivada del plegamiento en tres
en dos acoge un suelto de dimensiones ligeramente tiempos, que por su repetición causó la rotura y el
mayores (5 mm más ancho), lo que hace que sobre- debilitamiento de las zonas dobladas. El objetivo de
salga del conjunto. En total, seis páginas impresas los dobleces era que el periódico cupiera dentro de
en tintas de color negro y rojo –éste se emplea para la caja de hojalata. Otros daños menores son rotu-
la cabecera y algún enmarcado decorativo de los ras, pequeñas pérdidas y desgarros en el perímetro
anuncios–. causados por la manipulación habitual para su lec-
En la esquina superior derecha de la portada tura. Amarilleamiento asociado a la oxidación de
quedan restos del sello o precinto del envío, en las fibras leñosas de la celulosa –incremento de la
papel anaranjado y con el texto impreso y par- acidez del soporte–. Tintas estables.
cialmente perdido “Párroco de Valdevimbre” Para su mejor conservación de cara a la futura
(ilustración n.º 55)8. exposición de la pieza se practicó una intervención
El papel es muy poroso, elaborado con una básica que consistió en el desplegado y elimina-
celulosa de alto contenido en lignina, lo que le ha ción de dobleces, estirado de arrugas y reparación
proporcionado el tono acaramelado propio de la alta de desgarrones y tazados con cinta adhesiva de
acidez de este tipo de documentos. En cualquier archivo (archival bond). Se aplanó ligeramente con
caso la oxidación de las fibras se ha visto ralentizada peso y después se enmarcó. El sistema elegido fue
gracias a la ausencia de manipulación y exposición un marco convencional de DM imitando haya,
a la luz, por haber permanecido durante setenta y cristal y trasera de cartón pluma libre de ácido. El
nueve años dentro de la caja de frutas cristalizadas periódico se fijó al soporte –las tres páginas– con
(n.º inv. 2004/18/13). esquineras-sobre autoadhesivas, que permiten su
Cronología: 30 de mayo de 1925 rápida extracción.

8. Resulta curiosa la suscripción del presbítero a este periódico, cuando la prensa católica, conservadora y monárquica de la época estaba repre-
sentada por el rival Diario de León.

76 Estudios y catálogos
Caja de hojalata (n.º de inv. 2004/18/13) La técnica de impresión parece metalografía,
Caja de hojalata9 (lámina de hierro estañado por las generalizada para la estampación de la hojalata10 a
dos caras) de formato rectangular con tapa articu- partir de 1920, completada con una corla11 o barniz
lada mediante dos bisagras (ilustración n.º 59). No amarillo (ilustración n.º 61) al interior/exterior (salvo
hay soldadura, conformándose las uniones mediante la base (ilustración n.º 58). La marca del fabricante
engrapado o doblez en pestaña. La decoración apa- del envase aparece rotulada en el lateral derecho: G.
rece estampada en negro al interior, sobre la tapa, y de Andreis, M.E. Badalona (ilustración n.º 57). La
al exterior, a todo color, sobre todas las superficies caja fue utilizada originalmente para contener frutas
a excepción de la base. Los motivos principales son cristalizadas (escarchadas de azúcar) manufacturadas
un bodegón de frutas y un sirviente negro, vestido por la empresa Francisco Moreno, S.A., de Calahorra
de librea, que porta una bandeja de redundantes (La Rioja), fundada en 1902 (ilustración n.º 64). Sus
frutas. El mismo sirviente se repite de forma esque- especialidades eran las conservas finas: mermeladas,
matizada al interior. pastas de fruta, frutas confitadas y cristalizadas12.

9. Hasta 1930 toda la hojalata se producía por el proceso en caliente (inmersión de la lámina de hierro en estaño fundido). Este proceso en calien-
te dejaba mucho que desear: pérdida de estaño, discontinuidad de la película de estaño aplicada, manejo de estaño fundido, etc.; hasta que
apareció la hojalata electrolítica, que eliminaba muchos de los defectos y dificultades del proceso por inmersión en caliente.
10. La técnica metalográfica se realiza por medio de un sistema que adapta las técnicas litográficas a la impresión sobre metal (también se denomi-
na metalgrafía, cromo-litografía sobre hojalata, etc.). El color puede aplicarse previamente mezclado, realizándose en este caso una tirada de
estampación para cada color, o bien por medio de una cuatricromía, en la que se estampan sucesivamente los colores básicos y el negro con un
sistema de puntos o tramas. El color definitivo se consigue por yuxtaposición de los colores primarios. Se crea entonces una película pictórica
fina y muy uniforme que se adapta a los movimientos del soporte y es menos propensa a presentar grietas y craqueladuras. En su contra tiene
que puede ser arañada con facilidad, dejando a la vista el brillo del metal.
Si realizáramos una sección de una plancha de hojalata pintada, veríamos en ella los diferentes estratos que la componen. Sobre el estaño
encontramos una capa de preparación sobre la que se extiende la pintura que es protegida por una capa de barniz.
La plancha de hojalata no es el soporte ideal para recibir una película pictórica pues carece de una textura adecuada y no tiene porosidad.
¿Cómo se paliaba este inconveniente?, pues realizando un tratamiento especial a la hojalata y trabajando con materiales más adherentes que
los que se han usado tradicionalmente en las técnicas pictóricas convencionales. La hojalata era tratada sumergiendo las planchas en ácido
clorhídrico diluido. El ácido corroe débilmente la superficie del estaño facilitando de esta manera la adhesión de las tintas. Esta técnica se
denomina “moire metálico” y se reconoce por que produce unos dibujos irisados de apariencia nacarada.
Las tintas para la impresión litográfica tienen como principal constituyente un barniz de aceite de linaza condensado, que por sí mismo
no garantiza una buena adhesión sobre el metal por lo que se le adicionaba una resina.
La composición de la capa de preparación no difiere de la de las tintas salvo en contener una proporción mayor de resina para hacerla
más adherente. Su función es crear una capa intermedia entre el metal y la película pictórica que amortigüe los movimientos del primero, y
cuando la encontramos mezclada con albayalde o blanco de zinc, proporciona una superficie blanca en la que los tonos de las tintas no sufren
ninguna modificación. Por último, el barniz se aplicaba frecuentemente espolvoreando la plancha con goma-laca una vez seca la tinta. Luego
se metía en una estufa donde ésta se fundía.
11. La finalidad de este barniz no es sólo decorativa sino que actúa como capa protectora inerte dificultando la corrosión del metal y la acción
química entre el producto envasado y el estaño de la hojalata.
12. Francisco Moreno fundó la fábrica conservera que lleva su nombre en Calahorra, localidad en la que todavía hoy sigue establecida. Inicialmente
sus productos fueron mermeladas, confituras y jaleas, pasando a incorporar poco después todo tipo de frutas confitadas, escarchadas, rellenos
y gelatinas, artículos confiteros de lujo, etc. La marca de calidad de la primera época era “El Negrito”, reflejado en la publicidad como un sir-
viente negro vestido con chaqueta roja, gorra de plato y guantes blancos que portaba una bandeja con frutas variadas. A esta marca pertenece
la caja de frutas cristalizadas de Valdevimbre y parece que se estuvo usando largo tiempo.
Como anécdota relacionada con el caso señalaremos que antes de que la metalografía se implantara en España, la decoración de los envases
se hacía mediante impresiones de papel que se pegaban directamente a la hojalata, tal y como se ve en la pequeña película muda de Sallumart
Films titulada “Calahorra, una industria importante” filmada en la propia fábrica de Francisco Moreno en 1910 (Sallumart Films es la productora
fundada en 1910 en Zaragoza por un pionero del cine en España, Antonio de Padua Tramullas Perales. Como nota curiosa señalaremos que
a la edad de diecisiete años trabajó como operador –era electricista– en las primeras proyecciones de imágenes en movimiento en Barcelona,
efectuadas con el cinematógrafo de los hermanos Lumiere. El documental de Calahorra está rodado en 35 mm y dura 8 minutos, constituyendo
uno de los primeros trabajos realizados por su compañía, que cuenta con un catálogo de veintiocho reportajes filmados entre 1910 y 1928).

El depósito de Valdevimbre 77
Respecto al fabricante del envase, según García- esencia arquitectónica. La importancia de este edi-
Hoz (1997), se trataría de un impresor especializado ficio industrial radica en dos razones: sus fuertes
en publicidad litografiada, que tenía el estable- reminiscencias modernistas –es una obra de Joan
cimiento “Metalgráfica Española” en Badalona, Amigó i Barriga– y la exquisita rehabilitación lle-
llamado Gottardo de Andreis. Está activo al menos vada a cabo por Enric Miralles y Carme Pinós, para
desde la primera década del s. XX, registrándose
colaboraciones con jugueteros de la talla de Rico
Ilustración 57. Marca del fabricante del envase (foto: Miryam Her-
–competidor de Payá–, industrias conserveras, acei- nández).
teras, etc.
“La Llauna” era el nombre popular con el se
conocía y aún hoy se conoce la fábrica De Andreis
en Badalona. Estaba situada entre las calles de la
Industria, de Sagunto y de Eduardo Maristany,
todas junto a la vía del ferrocarril. Se construyó
entre 1906 y 1919, permaneciendo activa hasta
la década de 1980. Hoy constituye el símbolo de
los inicios de la industrialización de la ciudad de
Badalona, con la irrupción de las grandes fábricas,
al haber sido una de las pocas que sufrieron un
proceso de reconversión que no ha desbaratado su

Ilustración 56. La caja de frutas cristalizadas (foto: Miryam Hernández).

78 Estudios y catálogos
Ilustración 58. Base de la caja (fotos: Miryam Hernández).

Ilustración 59. Sistema de bisagras (fotos: Miryam Hernández).

Ilustración 60. Detalle de la tapa encastrable (fotos: Miryam Hernández).

El depósito de Valdevimbre 79
Ilustración 61. Corla o barniz (fotos: Miryam Hernández).

Ilustración 62. Marcas de vasos que han alterado el barniz (foto: Ilustración 63. Rozaduras en la policromía que exponen la imprimación
Miryam Hernández). y la capa de estaño (foto: Miryam Hernández).

transformarlo en Instituto de Bachillerato, que fue tener entre algodón a los dos objetos más pequeños
premio FAD en 1987 (ilustración n.º 65). del depósito (n.º inv. 2004/18/9 y 10).
Todos estos datos sitúan la caja en el tiempo, Cronología: contemporánea. Primer tercio del
siendo por tanto coetánea al descubrimiento de los s. XX
bronces. Durante setenta y nueve años ha servido de Dimensiones máx.: 23,7 x 12,8 x 4,9 cm
peculiar contenedor del depósito, formado por las Espesor de la chapa: 0,5 mm
diez piezas metálicas y dos documentos: el perió- Peso: 231 g
dico que da cuenta del descubrimiento y la nota del Estado de conservación:
capataz José Recio entregándolo al farmacéutico y Muy bueno. Objeto completo y entero. Pequeñas
juez de paz de Valdevimbre, Luis García Garrido. pérdidas del barniz y de la policromía por rozadu-
Dentro de la caja había otra cajita de cartón forrada ras (ilustración n.º 63). Focos de herrumbre en la
de papel charol rojo (5,3 x 3,8 x 1,9 cm) y compuesta base. Marcas circulares en la tapa (¿apoyo de vasos?)
de cuerpo y tapa encastrable, que sirvió para man- (ilustración n.º 62).

80 Estudios y catálogos
Ilustración 64. Fotografías de trabajado-
ras de la fábrica de Conservas Moreno en
los años 20. Como en todas las fábricas
de la época, la mayor parte de los traba-
jos delicados, concienzudos o pacientes
(escoger, deshuesar, embotar…) eran
hechos por mujeres, con escaso apoyo
de maquinaria (Imágenes tomadas de
http://www.franciscomoreno.com).

Ilustración 65. Fotografías de la fábrica de G. de Andreis (Badalona): en la década de los años 20 y en la actualidad, convertida en el Instituto de
Bachillerato Badalona 4, más conocido como La Llauna (la lata). (Imágenes tomadas de http://www.ifoughtthelaw.blogia.com/2005/octubre.
php).

Ilustración 66. Lata idéntica, del mismo fabricante, encontrada en el mercado de antigüedades (50 €), con la decoración interior simplificada
(fotos: Miryam Hernández).

El depósito de Valdevimbre 81
3
El no tan anónimo dibujante: Nació en Madrid en 1900. Estudió Magisterio,
Modesto Medina Bravo aunque su vocación inicial era la de haber cursado
Bellas Artes (inclinación demostrable con el legado
de fotografías, planos y dibujos que nos ha lle-
gado). Su primer destino al concluir la formación
fue León, dónde estuvo entre 1923 y 1931, traba-
De todas las figuras vinculadas al descubrimiento jando como Inspector de Primera Enseñanza de
del tesoro quizá la más ignorada hasta la fecha haya Escuelas Rurales. Parece que la principal causa que
sido la del dibujante. Porque todos los demás impli- motivó la elección de esta provincia fue su afición a
cados en la noticia del periódico eran personajes la montaña (pertenecía desde adolescente a la Real
relevantes de la vida cultural y social del León de Sociedad Española de Alpinismo Peñalara). La
aquellos años, que siguieron vinculados a la Histo-
práctica montañera se combinó a la perfección con
ria y a la Arqueología con sucesivas publicaciones.
la obligación de visitar escuelas al menos durante
Pero el ilustrador nunca era citado en los estudios
cien días al año: “…con su mochila a la espalda,
sobre el hallazgo y eso a pesar de haber produ-
la cámara fotográfica, el mapa, la brújula y el cua-
cido el único documento gráfico conocido hasta el
derno de notas, iba de un pueblo a otro, algunas
momento de la reaparición del depósito. Se llamaba
veces a caballo pero casi siempre a pie, estudiando
Modesto Medina, era un joven de veinticinco años y
la geografía leonesa in situ…” (Trigal, 1978). De
veremos cómo su obra superó en muchos aspectos
a la de los dos firmantes del artículo Luengo y Sanz esta forma reúne durante sus primeros cuatro años
Martínez. material suficiente como para publicar en 1927 Tierra
En la reciente exposición sobre las Misiones Leonesa. Ensayo Geográfico sobre la Provincia de León,
Pedagógicas, que en su segunda itinerancia ha reca- que actualmente es considerada la obra que inau-
lado en el Museo de Léon, se destaca la aportación gura la moderna Geografía en este ámbito espacial.
que hiciera a la causa Modesto Medina con su tra- Las ilustraciones y fotografías son suyas, repre-
bajo directo, sus publicaciones y sobre todo con el sentando construcciones típicas, tipos regionales,
excelente material fotográfico, del que podemos objetos característicos, mapas, etc. Se vinculará al
ver más de treinta fotografías obtenidas en muy ambiente cultural de la ciudad a través de sus cola-
diversas misiones. Destaca el interés etnográfico o boraciones en la revista Vida leonesa. Junto a otros
documental puesto en la obtención de las mismas amigos fundará la Sociedad de Alpinismo Peñalba,
así como una innegable voluntad artística que hace muchas de cuyas fotos sin firmar podemos obser-
que muchas de ellas sean estampas conmovedoras. var en la revista anterior, y participará en la recién

Ilustración 67.- Modesto Medina con unos amigos, a mediados de


1920, y con 32 años –a la derecha– (fotos: Archivo Isabel Rodríguez
Gutiérrez).

82 Estudios y catálogos
creada (1925) Sociedad de Estudios Leoneses. Pro- habían sido compañeros de Modesto en las misiones
fesionalmente estuvo vinculado durante los años 20 de la Cabrera y el Valle de Fornela, en la provincia
y 30 al movimiento renovador de la escuela según de León, Luis Vega y Rafael Álvarez, fueron pasea-
la Técnica Freinet, que fue uno de los movimientos dos –fusilados– en las tapias del cementerio de
de renovación pedagógica que más aportó a la edu- Puente Castro, junto a la ciudad de León, el 16 y el
cación española (la Guerra Civil y el comienzo de 18 de agosto de 1936 respectivamente). Como señala
la depuración franquista fue el punto final de este Otero Urtaza (2006 :106) “…la humillación intelec-
intento de innovación pedagógica). tual por la que tuvieron que pasar para sobrevivir
En 1932 marcha a trabajar a Madrid y desde aquellos que se quedaron. Mas terrible fue el caso
entonces hasta 1936 formará parte de la plantilla de de quienes sufrieron años de cárcel y luego salieron
misioneros del Patronato de Misiones Pedagógicas. con el desasosiego de vivir en un mundo que no era
Como miembro de este movimiento no fue ajeno a el suyo, como le ocurrió a Modesto Medina”. Muere
la represión del nuevo régimen totalitario (y así se en 1990, tras pasar los últimos quince años convi-
le abrió expediente de depuración). viendo con la enfermedad de Alzeihmer.
Se puede seguir su papel en las Misiones Peda- De hecho y a raíz de la primera manifestación de
gógicas, de las que formó parte junto a medio millar la enfermedad es cuando se le disparan los recuer-
de misioneros. Participó en dieciocho misiones, dos e Isabel Rodríguez empieza a conocer el legado
dos de ellas en la provincia de León: la del Valle de su tío, iniciando un trabajo conjunto de cataloga-
de Fornela se celebró entre el 26 de julio y el 4 de ción de su archivo personal en el que actualmente
agosto de 1934, siendo él y los inspectores Julián todavía está ocupada.
Sánchez Vázquez y Luis Vega Álvarez los encar- Entre las numerosas publicaciones de diversos
gados de diversas actividades relacionadas con el temas que eran de su interés destacamos las relacio-
cine –en concreto Modesto se ocupa del reportaje nadas con la enseñanza del Dibujo o aquellas que
fotográfico– y la música. Visitaron las localidades recogen ilustraciones de su mano:
de Peranzanes, Guimara, Chano, Trascastro, Faro, • “Metodología de las ciencias naturales” (1934),
Cariseda y Fresnedelo. La segunda Misión leonesa de Vicente Valls Anglés (director de la Fundación
se desarrolló en la Cabrera Baja, entre el 1 y el 10 Sierra Pambley), con ilustraciones del propio autor
de septiembre de 1934, con idénticas actividades y de Modesto Medina Bravo. Publicaciones de la
y participando el propio Modesto, Rafael Álvarez Revista de Pedagogía. Madrid.
García, el médico Pablo Cortés Reyes y el estudiante • “Metodología del dibujo” (1933), Publicaciones
de Pedagogía Francisco García Mochales. Aquí de la Revista de Pedagogía, Cuadernos de Trabajo,
visitaron Lardeira, La Baña, Losadilla, Encinedo, n.º 7. Madrid. Este trabajo tuvo segunda (1952) y
Quintanilla de Losada y Nogar. tercera reediciones (1959) en la editorial Losada, de
Encarcelado durante diez años y represaliado Buenos Aires (Argentina). En la segunda edición
interior tras la Guerra Civil, perdió su empleo en la parece que existe un capítulo dedicado a las normas
enseñanza (fue depurado en 1940, procesado con el de representación en el dibujo arqueológico.
cargo de “auxilio a la rebelión”) y tuvo que vérselas Pero la actividad de M. Medina que más nos inte-
para sobrevivir. De hecho y hasta que entra a trabajar resa documentar es la de su faceta como dibujante,
en 1941 en la editorial Espasa-Calpe aguanta dando precisamente por la circunstancia excepcional ya
clases particulares, retocando fotografías y haciendo citada de su ilustración del texto de Luengo y Sanz
muñecos de tipos populares y humorísticos. Martínez. Sin ésta eficaz plumilla que fijó exacta-
Su sobrina Isabel Rodríguez confirmó que todos mente –lo que hemos podido comprobar al tener
los desgraciados episodios relacionados con este delante los objetos: se trata de un dibujo fiel, senci-
período le marcaron el carácter definitivamente, vol- llo, pero real– las formas de las piezas del depósito
viéndolo especialmente reservado a comentar nada difícilmente se hubiera podido producir semejante
de su importante trabajo realizado durante la Repú- cantidad de artículos y referencias arqueológicas a
blica (dos inspectores de primera enseñanza que lo largo de estos ochenta años de “desaparición”.

El depósito de Valdevimbre 83
Ilustración 68. Dibujo a plumilla publicado en La Crónica, firmado por M. Medina.

La calidad de su dibujo bastó para que se hicie- de peor calidad. En este lugar afirma que es de la
ran comparaciones, se buscaran paralelos e incluso colección García Garrido. Añade con respecto al de
se llegaran a dar medidas de zonas concretas de las Medina cuatro secciones transversales: mediales
piezas en base a la escala que adjuntó. del puñal largo y del corto, de la punta de lanza
Además está la relación con el coleccionismo del final del tubo de enmangue y final del regatón.
arqueológico, como refleja J.M. Luengo en El periodo También aporta dos secciones longitudinales del
eneolítico y la edad del Bronce en la provincia de León, regatón y de la punta de lanza. Respecto al dibujo
publicado por el CSIC en 1941, en Madrid, en la del regatón, es falso, se ve que lo hizo de memoria y
Corona de Estudios, pero escrito en 1938 –por no con la pieza delante: el ahuecado real de la pieza
eso todavía dice que M. Medina era Inspector de no es completo, alcanzando sólo los 45 mm iniciales,
Enseñanza– en el que se cita a M.M. Bravo como y él dibuja un ahuecado de 9,5 cm, pasante por los
poseedor de un hacha de talón de dos asas hallada agujeros, claro…
en las cercanías de Toreno. Aquí Luengo publica un Respecto al vínculo que unía a los tres firman-
dibujo del conjunto de Valdevimbre, que firma como tes del artículo de prensa, Sanz Martínez, Luengo y
autor, indudablemente basado en el de Medina y Medina era que todos ellos fueron miembros funda-

84 Estudios y catálogos
dores de la recién constituida Sociedad de Estudios Ilustración 70. Dibujo a plumilla de Modesto Medina, publicado el 27
de abril de 1924 en el artículo “La mochila del excursionista” en el n.º
Leoneses (el 9 de mayo se da cuenta en La Crónica de
50 de la revista Vida Leonesa.
León de la formación de la Sociedad y el 23 de mayo
se publican los estatutos y la petición de adhesiones,
todo ello en fechas bien cercanas al descubrimiento),
siendo el primero su presidente. Su objetivo era el de
divulgar las obras de autores leoneses y dar a cono-
cer todos los hallazgos y actividades de la cultura
leonesa a través de la prensa. Veáse aquí un claro
ejemplo de sus actividades. Cómo entre las obliga-
ciones formuladas en sus estatutos estaba la de la
formación de un archivo fotográfico y conociendo
las mañas fotográficas de Medina nos preguntamos
si los primeros clichés obtenidos del tesoro no se
conservarán en algún sitio13.
Ilustración 69. Comparativa de la firma del artista en el dibujo anterior
con la de su ex libris.

13. Se hizo una consulta con Isabel Rodríguez, sobrina de M. Medina y actualmente depositaria de toda su obra gráfica, quién nos confirmó que
entre toda la documentación de su tío no se encontraban fotografías de piezas arqueológicas.

El depósito de Valdevimbre 85
4
La vitrina y el futuro mediante tubo fluorescente (Osram Luminux T8 L
36W/380) instalado dentro del mismo espacio que
el ajuar –punto criticable en el diseño–, lo que ha
forzado la apertura de dos huecos de aireación para
disipar el calor generado (no es luz fría). De esta
forma la necesaria estanqueidad de la cámara para
El conjunto de diez piezas de bronce se expone lograr un control óptimo de la humedad se ve muy
actualmente en una vitrina aislada, dentro del comprometida.
ámbito dedicado a la Prehistoria y con un lugar Los fluorescentes se cubren con un cajón de meta-
de preferencia, puesto que se trata de una de las crilato opalino que sirve para tamizar la luz y hace
estaciones en el modelo de visita “rápida” que de soporte de la cartela (retroiluminada).
se ha diseñado a la colección de obras maestras Respecto a la apertura de la vitrina, el sistema
del Museo. Por tanto, ya desde la concepción del elegido exige tiempo y la presencia de al menos
discurso museográfico y en coordinación con la dos personas –condición que reporta seguridad al
empresa Empty, encargada de la ejecución de las proceso pero que ignora la agobiante falta de técni-
obras de musealización, se destinó un espacio sufi- cos en los museos provinciales–: una se ocupa de
ciente para la formación de grupos alrededor de la abrir una centralita de control (acceso con código)
vitrina. Para la presentación de las piezas, dado que y apretar el botón correspondiente que libera el cie-
la visión cenital de las mismas era la que mejor fun- rre electromagnético mientras simultáneamente la
cionaba, se escogió la fórmula de la vitrina-mesa. segunda (que en ocasiones puede estar a veinticinco
Básicamente se trata de un paralelepípedo exento metros de distancia y se comunica a voces con la
de 105 cm de altura en el que se ha creado una primera) levanta con ventosas la tapa de vidrio abi-
cámara superior climatizada bajo la cual se dispo- sagrada. Una vez elevada se sostiene verticalmente
nen los diferentes controles técnicos. El diseño de con escuadras hidráulicas.
las vitrinas es obra del arquitecto Paco Partearroyo Las piezas, en este caso concreto, se han dispuesto
y, en teoría, el tamaño de los objetos de la exposi- sobre lajas cuadradas y rectangulares de caliza
ción permanente le sirvió para definir el volumen apomazada de Boñar, que formando diferentes
de los contenedores, adaptando los escaparates a agrupaciones consiguen levantar y animar el plano
cada caso concreto. Además en su concepción sí se de exposición. El recurso a este tipo de piedra como
hacen patentes los principios de discreción estética soporte, además de un guiño local en el discurso
y minimalismo –para no rivalizar en presencia con museológico, supone la neutralidad máxima desde
las piezas del Museo–, lo que combinado con la baja el punto de vista estético y de conservación para los
iluminación general de las salas, los volúmenes neu- metales: es totalmente inerte. No es raro observar
tros y la pintura negra del mobiliario hace que cada en museos y exposiciones temporales soportes de
conjunto expuesto reclame de verdad toda la aten- maderas muy vistosas que desprenden vapores áci-
ción del visitante (ilustración n.º 71). dos altamente corrosivos para los bronces, telas de
En cuanto a los materiales de construcción de lana, metales sobre los que se apoyan otros metales
la vitrina del ajuar de Valdevimbre: el bastidor del con los que formar estupendos pares galvánicos, etc.
cajón es de tubo de acero lacado y el cerramiento de Por indicaciones de los técnicos del Museo de León
DM revestido con chapa de acero pintada de negro toda la piedra empleada en las vitrinas recibió un
con barniz mate. El cierre superior es una tapa de tratamiento de encerado (cera incolora de abejas)
vidrio (laminar extra-claro 4+4), accesible mediante en la superficie de apoyo de piezas, para evitar que
cierre electromagnético para el mantenimiento inte- el polvo del corte en la cantera manchara. La cera
rior de la cámara de exposición. Las dimensiones de se pulimentó y se dejó evaporar el disolvente antes
esta son: 110 x 40 x 20 y se resuelve con paredes de de su uso en vitrina. Para estabilizar alguno de los
chapa de acero lacada en gris neutro y base de DM objetos con tendencia a girar, como por ejemplo, la
lacado en el mismo tono. La iluminación se hace punta de lanza o el regatón se fijaron sobre la piedra

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gotas transparentes de silicona que actúan de tope Ilustración 71. Vitrina-mesa en la que actualmente se exhibe el ajuar de
Valdevimbre (foto: Miryam Hernández).
e impiden, en caso de golpe accidental, que la pieza
se desplaze o caiga del soporte.
El cuerpo inferior de la vitrina está hueco y diá-
fano, a fin de alojar con comodidad los diferentes
controles técnicos: la regulación de la intensidad de
la luz, el cuadro eléctrico temporizado y el clima-
tizador. A ellos se accede desmontando un lateral
del cajón.
La conservación pasiva de los bronces se está
efectuando desde enero de 2007 mediante el con-
trol de la humedad relativa en el interior de la
vitrina, procurando en la medida de lo posible que
se mantenga a un bajo nivel constante (alrededor
del 35%). Para ello se instaló un equipo individual
de climatización –en realidad es un humidificador/
deshumidificador puesto que no trabaja en la tem-
peratura–. El aparato proporcionado por Empty
pertenece a la serie EBC 08, de la casa Sehner Gmbh
y forma parte de un conjunto de cuarenta y nueve
equipos distribuídos por las vitrinas del Museo que
todas las semanas tienen que ser revisados.
Dados los defectos de estanqueidad introducidos
por los errores de diseño del mueble, a lo largo de los
veintisiete controles efectuados hasta la fecha nunca
se han conseguido los valores ideales fijados en un
30% hR, y esto indica que las condiciones medio-
ambientales de la sala repercuten con mucha fuerza
en el interior de la vitrina… a pesar de que el calor Ilustración 72. Aparato regulador de la hR en la vitrina. La flecha señala
generado por la iluminación interior y el cierre de las toberas de salida del aire climatizado y la sonda de captación de la
electroimán contribuyen a secar el aire que se filtra. humedad ambiente (fotos: Miryam Hernández).

El depósito de Valdevimbre 87
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