DEBATIENDO EL ARTE...

por Patricia Tobaldo

FRANÇOIS DAIREAUX – Le Temps Vite – Karachi 2008 /Photographie 73,7 x 81,7

¿Qué incluir y que excluir de la categoría artística? Aunque parece existir un

consenso sobre las formas artísticas, se siguen planteando nuevas demandas
de inclusión o de exclusión, que parecen diseñadas a propósito para
desestabilizar hasta los observadores más avezados. Cuando se piensa en el
arte, inmediatamente se materializa en nuestra mente una pintura al óleo sobre
lienzo o una bella escultura tallada e el mármol o en el bronce, sin embargo
una serie de cajas de cartón apiladas en el contexto de un museo o una feria
también es arte. En lugar de melodías o acordes creados según modo y
armonía tradicionales, ejecutados en bellos teatros por orquestas coordinadas
por directores, siguiendo las notaciones de partituras, uno se puede encontrar
sobre una playa paradisíaca escuchado estridentes sonidos de “reggae” que
surgen distorsionados de un viejo transistor, pues eso también es arte. Y ¿por
qué no en vez de danzas bailadas por estilizadas bailarinas en tutú y de
puntillas? No pensamos que arte también es una danza callejera al son de una
pasa-casete.

Según Guillermo Jaime Echeverri (notable educador y ensayista) “La creación

artística se vincula con nuestra capacidad de experimentar placer, de
sorprendernos. El arte está estrechamente relacionado con el ámbito del
misterio, que es constitutivo y, por lo tanto, inseparable de nuestras vidas,
compromete nuestro sentido de la piedad, estimula la percepción de la belleza,
a veces también del dolor. Mediante su obra, el artista no hace sino explorar la
oscura aunque profunda sensación que todos experimentamos de pertenecer
al conjunto de la creación”
Existen innumerables definiciones sobre el arte, algunas ciertamente
extraordinarias, otras insatisfactorias o demasiado largas o cortas, quizás
incompletas o rebuscadas. Entonces pienso que definir el arte, más allá de su
placer estético, debería contemplar un aspecto muy importante de la creación
artística, el hecho de consolidar el espíritu de pertenencia a una comunidad, lo
que nos permite comprobar que podemos compartir sentimientos con los
demás, independientemente de las diferencias culturales.

El problema evocado en el presente artículo se centra en la falta de consenso

sobre “¿qué es el arte?”. La respuesta fácil sería que el arte es una cuestión
de gusto individual, sin embargo, mientras los artistas (verdaderos hacedores
del arte) luchan por el reconocimiento, debaten con pasión sobre la calidad
estética o sobre que tipo de obra debería incluirse en la categoría del arte, los
juicios estéticos dependen de las instituciones que dictan los cánones que
deben perdurar; sus funcionarios o representantes se dedican a establecer y
prescribir lo que esos juicios deberían ser, colaborando así a imponer un
consenso.

¿No sería más fácil aceptar que no es necesario el consenso en el arte, ya que
el arte en si mismo significa pluralidad?