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El diablo es estudiante

blog | 28 Febrero 2011 - 5:00am | Por Ricardo Olivero Lora

El siguente artículo lo escribí durante la huelga estudiantil del 2005, inspirado en algun@s
profesor@s y sus movidas publicitarias. Por las similitudes que tiene una parte del debate
actual en la Universidad con el de aquel entonces, lo reproduzco de manera íntegra en mi blog.

La satanización del estudiantado está de moda. Por lo menos eso


es lo que se traduce de ciertas manifestaciones hechas desde la “santa universidad”. Todas las
fuerzas conservadoras del “estatus quo” universitario: rectores, decanos y profesores, se
encuentran en una santa cruzada contra los “inmaduros” y “violentos” estudiantes.

Cual religión que se empeña en conservar lo existente y revivir el pasado, esta expedición contra
los “jóvenes infieles” ha conseguido como portavocía a unos profesores que actúan como
sacerdotes custodios de la “moral universitaria”. Predican la “verdad” académica perfumada con
un aroma de supuesto discurso poético de avanzada.

Pero después que termina la homilía docente, y pasan las horas que permiten no tener que asentir
obligatoria y religiosamente, y se puede digerir el sermón, vemos que su discurso no es tan novel
en realidad. Vemos que su “moralidad” es la misma que lleva representando rector tras rector,
administración universitaria tras administración universitaria. Vemos que el vacío en el debate
huelgario público de una no muy inteligente rectora, lo llena estos nuevos verdugos del pueblo
escogido de Río Piedras.

Veamos que dirección discursiva tienen los argumentos esbozados por nuestros queridos
profesores.

Nos dicen que los estudiantes son unos “vándalos”, “pillos”, “intolerantes”, “dictadores”,
“terroristas”, etc. Nada nuevo en la tele. Es lo mismo que dice el estado cada vez que los
estudiantes están llevando a cabo acciones que cuestionan el orden establecido. Es el mismo
discurso de “inmadurez e irresponsabilidad” que el “establishment” utiliza para reprimir y
eliminar los espacios que posee la juventud. Me trae recuerdos de Velda González abogando por
la censura del reguetón en la legislatura.

Es el mismo paternalismo que nos dice que la juventud no sabe hacer las cosas y por eso hay que
“regularlos” y sentarles pautas. Si los jóvenes no son capaces de hacer las cosas “como dios
manda”, pues mejor que se queden callados. La síntesis obligada es la sumisión: cállate y no
cuestiones. La única diferencia es que antes lo decía la rectoría, ahora lo dicen algunos
profesores, que de hecho, recibían los mismos improperios en la huelga del 81.

Nos dicen que hay agentes externos en el conflicto universitario. Repiten el desgastado y terrible
cuento de la “conspiración comunista” que busca apoderarse de la universidad, al igual que
“Pinky and the Brain”, los de los dibujos animados, intentan adueñarse del mundo. A esto se le
une la “teoría” de que los agitadores son políticos profesionales, pagados por una mano invisible,
que sólo van a la universidad a protestar, que no les gusta estudiar, visten y se presentan fuera de
los cánones estéticos dominantes y que sólo desean la destrucción de la academia. Léase la
búsqueda de la “anarquía”. Hmmm, me parece haber escuchado esto antes.

Nos dicen que la política de no confrontación ha fracasado. Que la deben eliminar e instaurar una
“mano dura” para garantizar que las clases se den cuando hayan huelgas. Ojo: pero la policía
solo entrará luego que los oficiales de seguridad (antes guardia universitaria) demuestren que no
podrán sólos con los huelguistas. Si no es esto lo que buscan, entonces, ¿qué es lo que anteponen
a la política de no confrontación? Me perdonan los compañeros docentes, pero me parece que lo
único que hay fuera de la política de no confrontación es la confrontación mayor. Por lo menos
eso es lo que nos recuerda la historia: ¿no era esta la política institucional el 11 de marzo de 1971
y el 25 de noviembre de 1981?

Resulta curioso, y sobre todo triste, que estos mal llamados “cuestionamientos” estén ausentes de
un análisis general de la crisis. No se posicionan con respecto al aumento de la matrícula;
discursan sobre la democracia deliberativa pero no hablan de la negativa de la rectora de Río
Piedras a convocar una asamblea del claustro a discutir el tema; no “reflexionan” sobre la
decisión “fast track” y a espaldas de la comunidad universitaria de la Junta de Síndicos al
aprobar en menos de una semana la certificación 70; ensordece su silencio ante la falta de
representatividad y democracia de la misma junta; no se indignan con el peligroso precedente
establecido por los investigadores que con sus acciones y discurso menosprecian las ciencias
sociales ante las “superiores” ciencias naturales, ni mucho menos con el increíble ataque a la
comunidad universitaria al solicitar la intervención de los tribunales en los asuntos universitarios.
En fin, se critica a todo el mundo, pero no dicen nada de la administración universitaria, con la
“honorable” excepción de criticarla por no romper la huelga a la fuerza.

Estos argumentos resultan tan reaccionarios y conservadores, que muy bien los podría escuchar
en WAPA Radio en la voz de Carlos Sánchez, Miriam Ramírez de Ferrer o Jorge Raschke. Estos
profesores, que muchos fueron militantes en las décadas del 70 y 80 del MST, del PSP y otros
grupos, participaron de los múltiples conflictos estudiantiles que figuran en la historia de primer
centro docente del país. Aunque les reconozco el derecho de no tener que pensar hoy igual que
antes, muchos de ellos fueron líderes de procesos de lucha que arrebataron espacios
democráticos que se disfrutan en el presente. Por eso resulta irónico que ellos ahora vomiten los
mismos ataques de los que fueron blanco antes. Si hoy existe movimiento estudiantil, se les debe
en gran medida a ellos y a sus batallas del pasado. Ayer cuestionaban lo establecido, hoy,
religiosamente, lo defienden.

Dos aclaraciones son necesarias. Primero: que no todos los que se han fajado en el movimiento
estudiantil entran en ese corillo. De hecho, me parece que la mayoría son solidarios y,
curiosamente, muchos tienen un alto sentido crítico de cómo han bregado los estudiantes.
Sentido crítico que no callan, pero siempre respetando el hecho de que son ellos los que deben
cometer sus propios errores, y no les quieren sentar pautas de cómo deben hacer las cosas, a
diferencia del paternalismo que subyace en los planteamientos de los “curas de la torre”.
Segundo: contrario al leninismo partidario de esos años, yo le reconozco la libertad a cualquiera,
dentro y fuera de las organizaciones, a diferir interna y públicamente de lo que sea. No intento
plantear que todo el que no piense igual que los estudiantes es un “rajao” o “traidor”. Pero lo que
plantean los compañeros docentes no son diferencias tácticas o estratégicas, sino ataques
frontales que se traducen en defensa de lo “institucional”.

Claro, después de más de 24 años es más fácil asumir y “ser” el discurso hegemónico, quizás
más cómodo. Algunos de estos antiguos líderes estudiantiles son los que hoy gozan de estar en
varias instancias del poder institucional. Son los que ya pueden decir arrepentidos que “aquello
fue error de juventud”. Son los que, como en toda “purga moral”, llaman al “arrepentimiento de
los pecados”, independientemente que hayan ocurrido hace mucho tiempo, y otras fueran las
“condiciones” y “circunstancias”.

* Enlace a la versión original.

Acerca del Autor


Ricardo Olivero Lora

Es estudiante de derecho en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y


miembro del Colectivo Radio Huelga, donde se le conoce como Dj. Barricada.

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