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Luisja
Dolomitas 2007:
Crónicas desde mi bicicleta
2) 15 de julio: Gavia-Mortirolo
3) 16 de julio: Bormio-Umbrail-Stelvio
Falzarego – Alleghe
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14 de julio, sábado
Nos reunimos delante del Instituto de Llodio a las 04:45 para trasladarnos al
aeropuerto. Nadie se retrasa. El check-in en Loiu se realiza sin complicaciones. El
avión de Alitalia es una miniatura. Hay quien debe caminar con la cabeza ladeada
para poder acceder a su asiento.
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Nos hemos repartido en las dos furgonetas. Una la conduce Jose Angel,
acompañado de Jesús, Rafa, Juan, Alberto y Belén. La otra, inicialmente, la
conduce José Luis, acompañado por Juancar, José Antonio, Basaldua, Karmelo y
por mi. Las furgonetas andan muy bien, pero en el trayecto desde Milán a Edolo el
GPS ha decidido tomarse unas vacaciones. Nada grave, en cualquier caso.
Una vez instalados en el hotel, nos aguarda una dura tarea (especialmente a
José Angel): Desembalaje y montaje de las bicicletas. En total 3 horas de curro,
que unas cervezas hacen más llevadero. Es lo que tiene la alta competición.
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15 de julio, domingo
La noche transcurre apacible. Duermo de un tirón. Me despierto pronto,
quizás porque, estando más al este, aquí amanece antes que en Laudio. A pesar de
haber dormido bien, siento el cuerpo pesado y un poco perezoso. ¿Será pánico ante
lo que tenemos por delante?
Etapa del día: Edolo – Passo di Gavia – Mortirolo – Edolo (130 km)
Edolo – Ponte di Legno – Passo Gavia – Bormio – Mazzo di Valtellina – Mortirolo –
Edolo
El primer tramo del recorrido nos lleva a Ponte di Legno (unos 17 kilómetros).
La carretera tiene un firme bastante irregular y no deja de subir, a veces de
manera muy pronunciada. Por otro lado se trata de una carretera bastante
transitada (quizás al ser domingo el número de turistas y domingueros tenga algo
que ver). Descubrimos con cierta preocupación que una gran parte de conductores
no respetan la distancia de seguridad al sobrepasarnos. Habrá que habituarse
también a esto. Al ser un recorrido ascendente la carretera pone pronto a cada uno
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en su sitio. A los últimos del grupo nos lleva 1:30 llegar al comienzo de la ascensión
al Gavia (¡y todavía no hemos subido ningún puerto!).
La subida al Gavia comienza con una carretera bastante ancha, que tras 4 o
5 kilómetros se estrecha al entrar en un bosque. Cuando digo que se estrecha es
que se estrecha mucho, resulta complicado cuando se cruzan dos vehículos. La
subida es preciosa y dura a la vez. A medida que ascendemos, el bosque va
desapareciendo, dando lugar a un paisaje de praderas y roca. 3 kilómetros antes de
coronar hay que atravesar un largo túnel sin iluminar, negro como la noche y con
fuerte pendiente ascendente (las luces son imprescindibles, al menos para ser
vistos, ya que las mías no me permiten ver gran cosa). Tras el túnel se hace la luz.
Entramos en la última parte de la subida, tras una serie de bellos zigs-zags
llegamos arriba. Tiempo de ascensión (el mío): 2 horitas de nada.
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Como ocurre en otros mucos lugares hermosos y míticos, para subir al Gavia
hay que pagar un peaje. No se trata de dinero. Se trata de soportar el tráfico
motorizado, excesivo para las condiciones de la carretera y bastante molestos para
los que practicamos el cicloturismo.
Como no tenemos nada de comer estamos obligados a buscar algún bar para
avituallarnos. Finalmente, una vez pasado Bormio encontramos un pequeño bar en
una población llamada Ceppi. Nos metemos entre pecho y espalda unos deliciosos
panini de crudo e fromaggio (jamon york y queso). La amabilidad del trato también
es de agradecer.
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problemas que tuvo al cruzarse con vehículos que descendían), con un asfalto en
buenas condiciones. Personalmente, el tramo del kilómetro 2 al 8 me ha parecido
un auténtico suplicio, un suplicio que se prolonga y prolonga en el tiempo, debido a
la lentitud con la que me veo forzado a subir. Ha habido incluso un momento en
que he tenido que echar pie a tierra para recuperar un poco las fuerzas. En el
kilómetro 8 se pasa por delante de una casa con unas hermosas vistas al valle.
Delante de la casa tienen un jardín con una fuente, que los amabilísimos dueños
nos permiten utilizar. Como en este mundo hay de todo, han colocado un cartel:
“Prego de lasciare pulito”. A partir de ahí, no se si a causa del agua o de que la
pendiente se suaviza realmente, la subida se me hace más llevadera. Sigue
habiendo rampas de gran dureza, pero estas son algo más cortas que en el tramo
anterior. Empezamos a creer que lo vamos a conseguir. En el kilómetro 9 se
encuentra el monumento al pobre Pantani (más fotos). Ya sólo nos quedan los 3
últimos kilómetros. Esto está hecho. Como se puede imaginar el tiempo de subida
varía enormemente en función de las facultades de cada uno. Juan Carlos lo hizo
en 1:10. Los últimos empleamos 2 horas enteras para coronar. Los desarrollos
utilizados también son de lo más variopinto, 36 x 25, el 39 x 25 de Alberto (Dicen
que en la parte final del Mortirolo un tábano le picó, pero el pobre no encontró
sangre que chupar. No me extraña) o mi 28 X 26. Es lo más duro que he subido
nunca, aunque hay por ahí muchas “paredes” que desconozco y que no tengo
mucha ilusión por conocer.
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Tras la tempestad siempre llega la calma: Fotos en la cumbre, risas y un
descenso maravilloso hasta la puerta del hotel. Los más hábiles con la bicicleta han
disfrutado como niños.
Resumen de la etapa:
Distancia total: 129,7 km
Tiempo total: 10:30, de los cuales, en mi caso particular, 7:47 encima de la bici.
Velocidad media (no reirse): 16,6 km/h
Después de la gesta, ducha, estiramientos y una cena más que merecida. Mañana
será otro día.
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16 de julio, lunes
Hoy toca el Stelvio. La etapa de hoy incluye un traslado en furgoneta hasta
Bormio, casi 75 kilómetros y 01:30. En el recorrido descendemos el passo
dell’Aprica hasta Tirano y desde ahí ascendemos hasta Bormio, en sentido inverso
al que efectuamos ayer en bici.
Desde Bormio hasta el Umbrail pass tenemos 17km. La subida comienza con
unas rampas duras y sostenidas hasta llegar a los primeros zigs-zags o “tornanti”.
Enseguida perdemos el contacto con los “escaladores” del grupo. Incluso somos
sobrepasados por sucesivos cicloturistas de Amiens, que cargan a sus espaldas
voluminosas mochilas. Un componente de este peculiar grupo es una mujer con la
que entablamos una breve conversación. Nos cuenta que vienen desde Lyon en
bicicleta y que ¡¡¡este es el tercer puerto del día para ellos!!!.
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Al fondo de esta especie de “altiplano” llegamos al pie de una ladera, por la
que ascendemos mediante una breve sucesión de curvas de herradura hasta llegar a
una bifurcación: Continuando por la derecha, 3 o 4 kilómetros más arriba
llegaríamos al Stelvio. Nosotros continuamos por la izquierda, a 200 metros
coronamos el Umbrail pass y entramos en territorio suizo. Nos sacamos unas fotos
de recuerdo.
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(Sud Tirol) y tanto en los carteles como en la lengua hablada predomina un dialecto
germánico.
A la salida del último pueblo antes del paso, Traffoi, encontramos una
fuente a la derecha de la carretera. Las distancias entre los diversos componentes
del grupo empiezan a ser enormes y el pobre José Ignacio ha de multiplicarse para
asistirnos a todos. Esta fuente está a 11 kilómetros de Pratto. Todavía quedan 13
para coronar. ¡Y que trece!.
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contemplo lo que me aguarda: Una pared casi vertical en la un genio maligno se ha
entretenido dibujando zetas inverosímiles.
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A unos pocos metros de donde estamos sentado hay un puesto donde venden
Bratwurst. Hago que me compren un bocadillo y lo devoro. Después me tumbo al
dulce sol del Stelvio.
La etapa está siendo dura. Algunos compañeros, más sabios que yo, han
optado por terminar la ascensión en la furgoneta. Rafa y Belén vienen por detrás.
Los masajes de Juan alivian un poco las piernas y, gracias a ellos puedo
incorporarme y participar en la sesión fotográfica de rigor.
Resumen de la etapa:
Distancia total: 97 km
Tiempo total: 8:30, de los cuales, en mi caso particular, 6:40 encima de la bici.
Velocidad media: 14,6 km/h (nos vamos superando)
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17 de julio, martes
Día de traslado: Cambiamos de hotel, de pueblo y de región. Dejamos los
Alpes y nos acercamos a los Dolomitas. De Edolo a Alleghe (pronunciado álegue). El
traslado tiene su miga: Contamos con 2 furgonetas para 13 personas, 13 biciletas y
un montón de equipaje. La mayoría quiere andar en bicicleta, algunos un poco y
otros un mucho. Eso facilita las cosas a los que preferimos tomarnos una jornada de
descanso, más o menos. Una furgoneta la llevarán Jose Ignacio y Belén. La otra
Juan, José Mari y yo.
Primero hemos de subir a todos los que van a hacer la etapa (toda o una
parte) en bicicleta hasta la cima del Tonale. Luego la furgoneta de Jose Ignacio y
Belén sigue con los cicloturistas y la nuestra vuelve a Edolo (40 km) a por el resto
del equipaje. A su vez los cicloturistas se dividen en dos grupos, en función del
recorrido que vayan a hacer:
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Recorrido 1: Tonale – Mezzolombardo – Fontanefredde Kaltenbrunn - Pedrazzo –
Moena. 141 km (José Antonio, José Angel, Rafa y Jesús)
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Al llegar al hotel que habíamos reservado (Hotel Alpenrose) nos encontramos
con que no había tal reserva y no hay plazas para los trece. No nos ponemos
nerviosos. Nosotros habíamos hecho la reserva y alguien, la agencia, el
intermediario italiano o, quien fuera, había metido la pata. Llega la dueña del
hotel muy apurada y, finalmente ella se
ofrece a buscarnos alojamiento en otro
hotel de la localidad de características
similares al suyo. La verdad es que se portó
muy bien: Nos consiguió alojamiento en el
Hotel Barance (a la entrada del pueblo) y se
hizo cargo del traslado de todo el equipaje
hasta allí.
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18 de julio, miércoles
Primer día en los Dolomitas. Ligero cambio de planes (o golpe a la
“constitución”). Parte de los componentes del grupo planean visitar Venecia
mañana. Por lo que decidimos adelantar a hoy la etapa prevista para ese día. A
priori nos atrae muchísimo a todos y nadie quiere perdérsela. En la etapa de hoy
rodearemos las montañas del grupo del Sella. El tiempo, al igual que los días
anteriores, es magnífico. Tras un desayuno-buffet en el que cargamos los depósitos
a tope estamos listos para hacer frente a lo que sea.
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de fijarse en la ruta. Ya que la travesía del pueblo forma parte de la subida al
Pordoi. Desde el pueblo hasta el paso son 9 kilómetros de paisajes sobrecogedores.
Además, comparándola con los “monstruos” que hemos tenido que ascender en las
etapas precedentes, la subida de este puerto nos resulta incluso cómoda. Lo que
nos permite gozar plenamente del panorama que se abre a nuestro alrededor.
Durante la subida nos separamos bastante. Cada uno sube como puede y en
la cima deberá transcurrir media hora para que nos reagrupemos todos. En el paso
la carretera atraviesa el macizo del Sella abriéndose camino entre dos peñascos
imponentes. Tras las fotos de rigor, breve y rápido descenso hasta el cruce con la
carretera que nos llevará al Passo di Sella.
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Superado el Sella se desciende hasta otro cruce en el que tomamos la
carretera que nos lleva al Passo di Gardena. Se trata de un puerto bastante más
liviano que los dos anteriores. Aunque los parajes por los que discurre la carretera
nada tengan que envidiar a los anteriores.
Un recorrido precioso, entretenido y bastan más asequible que las dos etapas
de los Alpes. Altamente recomendable.
Resumen de la etapa:
Distancia total: 109 km
Tiempo total: 9:30, de los cuales, en mi caso particular, 6:30 encima de la bici.
Velocidad media: 16,5 km/h (¡vertiginoso!)
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19 de julio, jueves
Día libre. 6 componentes del grupo (Belén, Alberto, José Angel, Juan,
Josemari y Karmelo) han ido a visitar Venecia. Los otro 7 hemos optado por hacer
algún recorrido en bicicleta, aunque sin castigarnos en exceso (todo es poco
relativo). En cualquier caso el día vuelve a ser espléndido, bien para hacer turismo
bien para coger la bici.
José Luis, Rafa, Jesús, José Antonio, José Ignacio (por fin ha desembalado la
bicicleta) y yo hemos puesto rumbo a Caprile, con la intención de acometer el
Passo Fedaia o Marmolada.
Nosotros no teníamos muy claro a donde nos llevaba la vía alternativa, así
que, por si acaso decidimos no desviarnos de la carretera principal. Es una
ascensión sin grandes sorpresas: Largas rampas con fuertes porcentajes y pocas
curvas. Antes de atravesar un túnel se cruza un viaducto espectacular, bajo el cual
(pero muy abajo) discurre la otra vía antes mencionada. El puerto tiene 13
kilómetros muy duros, que a partir de Malga Ciapella (6 kilómetros) no dan tregua y
se hacen asfixiantes.
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Barance (al final del lago) hasta el paso, unos 22 kilómetros, hemos invertido unas
dos horas (algunos más y otros algo menos).
Sentados en una mesa del bar que hay en el alto, con una birra en la mano,
decidimos prolongar la ruta. Al fin y al cabo el día es magnífico, los paisajes
espectaculares y aún nos quedan fuerzas en las piernas. Optamos por bajar por la
otra cara de la Marmolada hasta Canazei, para desde allí subir el Pordoi por la
vertiente contraria a la de la víspera.
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Por esta vertiente la subida al Pordoi se compone de 28 tornanti. A medida
que ganamos altura una brisa fresca y ligera alivia el calor. Alcanzar la cima nos
llevará entre 1:10 y 1:30.
Resumen de la etapa:
Distancia total: 80 km
Tiempo total: 7:00, de los cuales, en mi caso particular, 4:16 encima de la bici.
Velocidad media: 18,8 km/h (¡tampoco está tan mal!)
Para cuando llegamos al hotel, Juan Carlos había llegado, se había duchado,
había comido e incluso se podía haber echado una siesta. Su recorrido ha tenido
108 kilómetros.
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20 de julio, viernes
Hoy es nuestro último día en los Dolomitas y, siendo como somos de cerca de
Bilbao, nos despedimos a lo grande:
Los cinco kilómetros que hay desde Alleghe hasta el cruce hacia Selva di
Cadore en Caprile sirven para calentar piernas. A partir del cruce comenzamos a
subir. Hasta Selva di Cadore son 5 kilómetros de ascensión continua. Selva di
Cadore es un pequeño y bonito pueblo colgado en un balcón en plena montaña.
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A partir de Selva di Cadore las cosas se ponen más serias: 10 kilómetros
rondando el 9%, con alguno por encima del 10%. En la primera parte la carretera va
ascendiendo torrente arriba, sumergida entre escarpadas paredes boscosas.
Progresivamente la carretera sigue ascendiendo y los árboles se van quedando atrás
poco a poco. A la salida del último túnel hemos de acometer una de las zonas más
duras del puerto, kilómetro y medio por encima del 10%.
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En el alto del paso, los miembros del grupo que no querían hacer el recorrido
entero emergen de la furgoneta, que hoy conduce José Angel. El descenso hasta
Cortina d’Ampezzo es rápido y con fuerte pendiente. El asfalto está bastante bien
(el Giro acaba de pasar por aquí, y eso suele notarse). Sin embargo, en la bajada
nos cruzamos con un montón de vehículos a motor (coches, motos, autocaravanas,
furgonetas, ...), que obligan a extremar la prudencia.
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Después de coronar rápida bajada al lago Misurina (5 kilómetros). Sin
embargo antes de llegar al lago nos sorprende una cuesta al 12%. Las piernas lo
resienten.
Al final del lago, a la derecha, hay una fuente en la que llenar el bidón. Unos
pocos metros más adelante, a la derecha, tomamos la carretera que lleva a las Tre
Cime di Lavaredo. El primer kilómetro es durísimo, con rampas del 16% y 18%.
Superado el primer susto llegamos a otro lago (Antorno), muy bucólico. A partir de
aquí la carretera llanea e incluso desciende (da un poco de rabia tener que
descender, sabiendo lo que nos espera). La carretera atraviesa un peaje (estamos
en una zona protegida), del que las bicicletas están exentas. Bien, así habrá menos
coches.
Finalizada la tregua, quedan los últimos 4 kilómetros, con una media del 11%
al 13%. Meto todo lo que tengo (28 x 26) y, aún así, tengo que pedalear con todo el
cuerpo. Intento controlar las pulsaciones. Mirar el cuentakilómetros es
desesperante. Los dígitos se mueven con una lentitud insoportable. Los dos
primeros kilómetros se me hacen especialmente pegajosos. La carretera asciende a
través de una larguísima rampa que no se termina nunca. No obstante, bajarse de
la bicicleta no es una opción.
Superada esta rampa, la carretera llega al pie de una ladera, por la que se
va ascendiendo mediante una serie de zigs-zags. La pendiente sigue siendo muy
dura, pero las curvas me dan un cierto respiro. Además el paisaje que se abre ante
mi es tan bello, que el sufrimiento físico pasa a un segundo plano.
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parkings en escalera. Nosotros, por supuesto, subimos al de más arriba del todo (no
vaya a ser que Juancar no nos “homologue” la ascensión).
El escenario es impresionante: Las Tre Cime, otra serie de picos, los Alpes
austriacos al fondo. Nos quedamos un buen rato admirando el paisaje y tomando
algún refresco.
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En la parte final las vistas vuelven a ser grandiosas: Más picos dolomíticos,
un teleférico. En la cima del puerto (2.105m), a la derecha asciende la carretera
que lleva al Passo Valparola (2.192m). Siendo nuestra despedida de estos parajes,
nos apetece demorarnos un poco. En el bar del paso nos sacamos unas fotos,
tomamos unas birras y disfrutamos del sol del atardecer. Son las 18:30. Sólo nos
quedan 25 kilómetros de descenso hasta Alleghe.
La bajada hasta Alleghe es una gozada: Buen asfalto, curvas francas, sin
trampas, ... Al llegar a un cruce, cerca de Andraz, se gira a la izquierda, dirección
Caprile y Alleghe. Unas cuantas pedaladas y estamos de regreso en el hotel. Son las
19:45. Un buen colofón a nuestra pequeña aventura italiana.
Resumen de la etapa:
Distancia total: 136 km
Tiempo total: 11:45, de los cuales, en mi caso particular, 7:46 encima de la bici.
Velocidad media: 17,5 km/h (¡en mi línea, supongo!)
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21 de julio, sábado
Como ya dijera Heráclito, todo fluye, nada permanece, salvo el continuo
devenir. Nuestra estancia en tierras italianas toca a su fin. Hoy emprendemos el
viaje de regreso. Primero largo traslado en las furgonetas hasta el aeropuerto de
Milan-Malpensa. Luego vuelo hasta Loiu.
Si hubiera que resumir en una palabra todas las experiencias vividas en estos
siete días, la que yo elegiría sería “inmejorable”. Inmejorable por los parajes
grandiosos que hemos tenido el privilegio de visitar. Inmejorable por todas las
circunstancias favorables que nos han acompañado: buen tiempo, gente amable y
acogedora en todos los sitios, ausencia de percances, ... Pero sobre todo
inmejorable, por el grupo de personas con las que he tenido el privilegio de
compartir estos días. Las carreteras y montañas siguen ahí, y cualquier otro día
podría haber ido a subir esos puertos, pero el hacerlo en compañía de los miembros
de este grupo es algo irrepetible y que no olvidare nunca.
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Grazie a tuti e ciao!
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