Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Hombres y pastores
¿Todo está dado? No. ¿Nada está dado? No. ¿Producimos construcciones
culturales de lo que somos? Sí, sí lo hacemos. Pero nos es natural producir
cultura, nos es natural producir interpretaciones, nos es natural producir
decisiones. Cualesquiera sean los límites que la ciencia y la tecnología
permitan desplazar, no podemos desplazar todo límite. A la presencia de un
límite irreductible a nuestras decisiones, pero del que solo podemos
apropiarnos por medio de decisiones, contingencias, acontecimientos
históricos, singularidades, a ese límite denominamos “naturaleza”. Lo que
quiere decir que un ser personal humano es tal porque su límite, el límite
constituido por lo que en él es dado, es poseído desde sus decisiones y los
acontecimientos históricos, desde la sucesión de sus actos, desde la lucidez o
la opacidad de su mirada, desde el entrecruzamiento de encuentros y
desencuentros humanos que posee, desde las aperturas u obturaciones que
realiza. Si nuestra naturaleza no implicara la apertura a la oferta de la libertad,
no seríamos seres personales.
resuelto un problema técnico sobre ello. Sin embargo, nadie dice que la
libertad humana consiste en una capacidad irremediablemente orientada a la
transgresión de todo límite o a la expansión de toda frontera. En eso consiste
también la insondable capacidad de nuestra libertad: en que también debemos
decidir si debemos superar todo límite, o si debemos salvaguardar ciertos
límites, o si debemos entrecruzar diversos tipos de criterio cuando nos toque
decidir sobre si algún límite puede mantenerse para siempre. Pensar que no
tenemos posibilidad de modificación de nada implica rechazar nuestra libertad;
pensar que nuestra libertad debe asumir necesariamente todo aquello que la
tecnología me permita, implica también tomar una postura necesitarista,
puesto que equivale a pensar que necesariamente debemos superarlos a
todos. Como una especie de mito de la transgresión o el progreso indefinido.
Una segunda observación: así como las diversas culturas significan diversas
formas de asunción e interpretación de lo humano, así como ninguna puede
ser todas las formas posibles de ser hombre, tampoco ningún hombre puede
ser sin pertenecer a una cultura determinada, cualesquiera sean los procesos
de interculturalidad que se produzcan. ¿Tenemos una posibilidad de superar
los límites de nuestra cultura? Sí, abriéndonos a otras. ¿Podemos dejar de
poseer una cultura de origen? No: la poseemos con todos los procesos
interactivos o conflictivos que ésa posee.
sentido que poseemos y los más íntimos dolores que cargamos. Implica poseer
nuestro cuerpo de otra manera, poseerlo allí donde dejamos de poseer
insatisfacción.
Quizás podamos trabajar con dos criterios, tanto teórica como prácticamente:
a) el criterio de la vida, en su prolongación, profundidad y plenitud; b) el
criterio de la alteridad. ¿Por qué decimos teórica y prácticamente? Porque
quienes piensen que la heterosexualidad tiene que ver con la plenitud humana,
deben probarlo: en el nivel de la investigación biológica, en el nivel de las
ciencias sociales, en el nivel de los fundamentos de la sexualidad, en el nivel
de la generación de conocimiento, en la generación de arte. También la
alteridad: ¿cuál es la contribución de la unión heterosexual en la completitud
humana, en la generación de instituciones, en la interdisciplinariedad, en la
comprensión de los procesos, en la educación, en el desarrollo de los seres
humanos, etc.? Si el problema queda acotado sólo a la vida familiar, puede
aportar elementos de juicio, pero no son suficientes en un mundo complejo. Y
también debemos reconocer que a veces una excesiva atención puesta sobre
la vida familiar nos ha hecho permanecer relegados en muchas áreas de la
necesaria contribución a la vida sociopolítica, científica y artística. Si nuestra
posición proviene de nuestra fe, debemos acordarnos que una gran parte del
mundo no cree. Por ende, la ciencia, la reflexión y la efectiva heterosexualidad
deben volverse partes constitutivas de nuestro amor de caridad hacia los
hombres.
¿Por qué señalamos esto? Porque éste es el supuesto humano que constituye
la base de desarrollo de la sexualidad de un pastor. Un hombre, un joven que
ha decidido serlo, está decidido a no mentir. Por lo tanto, está dispuesto a
buscar la verdad: debe poder decirse a sí mismo que sueña, qué desea, qué
rechaza. No puede recibir a Dios ni a la responsabilidad sobre su pueblo si ha
decidido que puede mentir o mentirse.
f) Las conductas que son cercanas a una acción que constituye un delito o
que son tal (manoseo y abuso de menores, producción de material
pornográfico con sus imágenes, abuso y violación de mujeres y varones)
que considere que el “padrecito” hace otras cosas que son buenas; no vuelvan
a abusar de un niño o niña al decirle que tiene que comprender a quien le ha
destrozado la vida. Son quienes han destrozado la vida de un niño quienes
tienen que comprender, hasta el interior del abismo de indignidad que ello
supone, lo que realmente han hecho.
g) El anhelo de hijos.
¿Qué debe construir con todo ello? Una decisión honesta de entrega y
recepción del don de Dios sobre su vida. No podemos decir que la identidad
homosexual debe ser recibida sin más en la vida sacerdotal; tampoco nos
animamos a decir que todos deben ser excluidos. Hemos conocido casos donde
la decisión de entrega no ha podido con una profunda insatisfacción que les
vaciaba el alma e intranquilizaba todos sus vínculos. También hemos conocido
casos donde la entrega ha sido inmensa, generosa, heroica, casta. No podemos
pensar en una respuesta para todos, porque nuestro corazón sigue prendido a
los rostros y vidas de aquellos a los que no queremos ni podemos negar como
pastores.
Debido a ello, sólo nos animamos a proponer ciertos criterios Un primer criterio
posible para la formación y el desarrollo: el criterio de la intención de verdad.
Quizás debamos decir que es uno de los abismos que un formador no anhela
atravesar. Pues una cosa es acompañar a seres humanos que crecen, con la
novedad e inseguridad de la vida, con faltas de generosidad o exceso de ella,
con nostalgias y rechazos. Pero otra cosa muy distinta es llegar a aquellos
seres humanos que constituyen la crucifixión real de nuestra esperanza,
aquellos que siempre poseen un pliegue más donde se oculta un rostro que no
conocemos, aquellos cuyas palabras siempre pueden llegar al ocultamiento
sobre su propio ser y la proyección de sus males sobre el nuestro. Siempre la
formación atraviesa alguno de estos oscuros recodos de la humanidad;
siempre llega el momento dificilísimo de la decisión que acepta que tal
dimensión es posible; siempre llega alguien que nos lleva a descubrir que la
esperanza sólo puede ser sostenida por la acción de Dios.
Guarden sus debilidades en las entrañas del pueblo al que aman; ámenlo lo
suficiente como para que aquéllas y sus pecados no caigan sobre la fe y la
esperanza de los suyos; sosténganse en ellos cuando están solos, cuando el
deseo los arrastra, cuando una relación los tiene absolutamente enloquecidos.
Interpongan entre sus heridas y sus decisiones los rostros de los que esperan
por Uds. No teman pararse cuando se hayan equivocado gravemente. No dejen
de partir si consideran que su situación de vida o su psiquismo arriesga a los
suyos al abuso o la violencia. Crean, con toda el alma, con todo lo que son, en
el don gratuito de la profundidad de la vida y en la riqueza de la alteridad
humana; pero a la vez busquen razones y acontecimientos que convenzan a
los hombres sobre su valor. Reserven el juicio sobre aquellos cuya decisión se
encuentra atravesada por una intención de bien y verdad que no encuentra
caminos humanos para ser de otro modo a cómo es. Crean que muchos
pueden abrir todo el corazón y toda la vida a la gracia que viene por ellos.