Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Para abordar este vasto tema, debemos considerar, primero, que Freud afirmó que
existen tres grandes fuentes de donde proviene nuestro penar, y que debido a ellas
tenemos que sacrificar nuestra satisfacciones pulsionales, a saber: la hiperpotencia de la
naturaleza, la fragilidad de nuestro propio cuerpo y la insuficiencia de las normas que
regulan los vínculos entre los seres humanos. En un momento dado, Freud, considera
este último de origen natural: la naturaleza psíquica; es también este último a la que
denominamos cultura, entidad que nos impone restricciones a nuestras exigencias
pulsionales y que nos ha proporcionado el sentimiento de culpa.
!
El ser humano llega a este mundo trayendo consigo simplemente instintos, secuencias
de comportamiento genéticos que le permiten sobrevivir. El bebé satisface su primera
necesidad, de alimentación, a través de la boca y el contacto con el pecho materno. Esta
acción es en principio con fines de auto conservación; pero debido al contacto pecho-
boca, a la satisfacción producida por la alimentación y a la erogenización del epitelio
bucal, es que por anaclisis (apoyatura de la pulsión sobre el instinto) la pulsión
(representación psíquica de los estímulos, que provienen del interior del cuerpo, en la
vida anímica) empieza a regir en el individuo. La acción de mamar ahora se convierte
en el chupeteo (acción de succionar que no tiene por fin la nutrición) donde la acción se
deslinda de la nutrición y busca la plena satisfacción, mediante un circuito de
autoerotismo (la fuente y el fin pulsional se encuentran en el mismo objeto). La
búsqueda de satisfacción se regirá hasta el fin de nuestros días.
Vemos aquí que la cultura y las propias limitaciones de nuestro cuerpo exigen que el
pecho materno se aleje del bebé; esta ausencia provoca ya nuestro primer sentimiento
displacentero. El YO que se empieza a constituir, gracias a la libido yoica (energía de la
pulsión que apega al Yo al mundo) comprende vagamente la existencia de un mundo
exterior ajeno. En esta fase sólo se entiende como exterior a la Madre o al Otro
Simbólico.
"!
La limpieza, el orden y la belleza, claros productos culturales aunque aún no
comprendidos del todo, incidirán en la vida del sujeto de aquí en adelante; sobre todo la
limpieza en esta fase. Es en este sentido que la madre en el acto de limpiar al niño de las
respectivas necesidades que produce, erogenizará la zona anal; con la que el sujeto
buscará satisfacción auto erótica mediante la expulsión y retención de heces.
El niño comprende este M.E. y la existencia de los objetos presentes en él, mediante la
investidura (depositar carga) de su libido yoica en los objetos formando la libido
objetal (fuerza pulsional de variación cuantitativa, cuando la libido yoica catectiza a los
objetos). También existe un afán de dominio hacia el mundo exterior, apreciable en la
aparición de los pares opuestos: sadismo-masoquismo y exhibición-contemplación (el
niño destruye, manipula objetos y observa a los objetos: personas).
Esta fase es crucial en relación a la intervención de la cultura, esta impone ciertas reglas
de conducta frente a algunos sucesos: el niño debe ir al baño por sí solo, debe ser limpio
y ordenado, debe llevarse bien con otras personas, etc. Se empiezan a formar los diques
psíquicos que impedirán a las pulsiones exteriorizarse sino es por la vía de la
sublimación, o reprimirán a las pulsiones. La formación reactiva y las mociones
reactivas (fuerzas anímicas contrarias) aparecen y se prolongarán en el curso de la vida,
colaborando en el desarrollo anímico del individuo, según las exigencias culturales (así
la cultura fabrica conceptos como: asco, vergüenza, etc.)
"!
En un principio llamada fase genital, pero que Freud entiende no puede ser así debido a
que el niño (hombre y mujer) no comprende la existencia, todavía, de dos genitales
específicos; sino al contrario de sólo uno: el genital masculino. Este hecho produce toda
la configuración de esta fase.
El objeto pulsional es el falo. Las zonas genitales se erogenizan vía limpieza, contacto
con el aire, ropa, masturbación, y otros. El niño es víctima de la influencia de la
seducción (que trata al niño como un objeto sexual), efectúa su primera elección de
objeto basada en una corriente sensual, que por la inaplicabilidad de los genitales por su
desarrollo, esta primera aproximación a su objeto sexual no puede efectuarse de manera
efectiva, convirtiendo al individuo en un perverso polimorfo (acudirá a todo tipo de
transgresiones, no olvidemos que los diques psíquicos están recién en formación). Esta
exteriorización sexual se convierte en una corriente tierna, por lo ya explicado
anteriormente.
½#$!
$!
Las pulsiones parciales y las zonas erógenas se ponen al servicio de un nuevo fin: la
reproducción, se puede decir que la pulsión es "altruista", en este sentido. La libido
"amortiguada" hará escoger un nuevo objeto sexual que, por la barrera del incesto, se
encontrará fuera del triángulo familiar: padre-madre-niño. Este segundo hallazgo de
objeto tendrá relación directa con el primero (de la fase fálica), tiene connotaciones
también con la pérdida del pecho materno; en sí se trata de un reencuentro.
Se tenderá a buscar al nuevo objeto sexual según las características del ser amado en la
fase fálica. Para ello, el individuo empleará nuevamente una corriente sensual para
aproximarse a l nuevo objeto, como lo hizo en un principio. Este vínculo entre el primer
y segundo hallazgo de objeto es esencial en la vida futura del sujeto por la elección de
objeto.
No olvidemos que la cultura influye, también, en la búsqueda del objeto sexual: impide
el aproximamiento al primero mediante el complejo de edipo y la barrera del incesto, y
al segundo especificando inhibiciones autoritativas para elegir un objeto del sexo
opuesto y cualquier satisfacción extra genital prohibida como perversión. En fin, la
cultura, producto humano, ha sido configurado para evitar displaceres al ser humano
provenientes de la naturaleza y las relaciones recíprocas entre hombres, pero
contradictoriamente no aporta muchas probabilidades de goce.
ü Ê %&
'
CONCIENCIA
La conciencia del hombre está compuesta por todo aquello que él conoce con lo que ha
estado en contacto a través de las experiencias adquiridas durante su vida. El mundo
externo divide la conciencia en: Subconciencia, donde están obtenidas todas las
experiencias del pasado, las cuales yacen profundamente enterradas influyendo dentro
de su naturaleza; la Conciencia, que comprende las experiencias del presente, y la
Superconciencia, o desenvolvimiento superior, por cuya adquisición el hombre está
luchando. La conciencia es propiedad única de cada corriente de vida individual, y es la
única actividad que no puede ser robada o destruida. Por lo tanto, aquello que el hombre
construye en su conciencia mediante la contemplación y esfuerzo, le pertenece para toda
la eternidad.
INCONSCIENTE
Con esta palabra podemos designar, en primer lugar, todo contenido mental que no se
encuentra en la conciencia y al que el sujeto únicamente puede acceder con dificultad.
Pero, en segundo lugar, este término también se usa para designar uno de los sistemas
del aparato psíquico: es la parte no consciente que sólo puede ser consciente con
grandes esfuerzos por parte del sujeto, y, en particular, gracias al trabajo de la terapia.
En el inconsciente se encuentran los deseos, instintos y recuerdos que el sujeto reprime
por resultarle inaceptables, fundamentalmente a causa de sus propias valoraciones
morales; es la capa más profunda de la mente y se identifica en gran medida con el ello.
Con todo, parte del super-yo también puede incluirse en el inconsciente en la medida en
que no siempre el sujeto es consciente de sus propias valoraciones morales y de la
actuación de dichas valoraciones en su vida psíquica y su conducta.
La mente no consciente puede dividirse en dos grandes regiones: lo no consciente pero
fácilmente consciente (como los recuerdos en el sentido ordinario), y lo no consciente y
difícilmente consciente por existir unas fuerzas mentales que lo impiden.
A Ê ½ %&
( %) *+
,
* ½
+
Freud pensaba que siempre existe una tensión entre el ser humano y el entorno de
este ser humano. "Existe una tensión, o un conflicto, entre los instintos y necesidades
del hombre, y las demandas del mundo que le rodea" .
Fue él quien descubrió el mundo de los instintos del hombre.
"No siempre es la razón la que dirige nuestros actos".
Con esto quiso decir, que el hombre no es tan racional como se lo habían imaginado
los racionalistas del siglo XVIII. "Son a menudo impulsos irracionales los que
deciden lo que pensamos, soñamos y hacemos´. Esos impulsos irracionales, pueden
ser la expresión de instintos o necesidades profundas. Los instintos sexuales del ser
humano, son por ejemplo, tan fundamentales, como la necesidad del bebe de chupar.
Freud demostró que esas necesidades básicas o fundamentales, pueden disfrazarse o
enmascararse, y de ese modo, dirigir nuestros actos sin que nos demos cuenta de
ello. También observó, que muchas formas de neurosis o enfermedades psíquicas,
podían tener su origen en conflictos de la infancia. Poco a poco, fue elaborando un
método de tratamiento: Excavar el camino de la conciencia del paciente, para recoger
aquellas vivencias que en alguna ocasión le originaron esos sufrimientos psíquicos.
Porque según Freud, todos los recuerdos del pasado se guardan muy dentro de
nosotros, y ahondando en nuestros recuerdos, puede que se encuentre una vivencia
desagradable, que el paciente, durante años ha intentado olvidar., pero que a pesar de
todo, ha estado oculta en el fondo corroyendo sus recurso.
Sacando a la conciencia, una experiencia traumática de este tipo, mostrándola de
alguna manera al paciente, el paciente puede acabar con ese trauma y así curarse.
Freud hace una descripción de la mente humana, y lo divide en "El Ello" "El Yo" y
"El Super Yo".
Cuando nacemos, damos salida sin inhibiciones y muy directamente a todas nuestras
necesidades físicas y psíquicas. A este principio de los instintos o de placer, es a lo
que llama "El Ello", siempre lo llevamos con nosotros, pero con el tiempo,
aprendemos a regular nuestros instintos y, con ello, aprendemos a adaptarnos a
nuestro entorno. Aprendemos a ajustar el principio de los instintos con arreglo al
principio de la realidad. Según Freud, nos construimos un "Yo" que tiene esa función
reguladora.
Ejemplo: Aunque nos apetezca una cosa, no podemos sentarnos y gritar sin más
hasta que nuestros deseos o necesidades hayan sido satisfecho. Puede suceder que
deseemos algo muy intensamente, y que ese algo el entorno, no esté dispuesto a
aceptar. Entonces puede ser que reprimamos nuestros deseo, intentamos dejarlos a un
lado y olvidarlos.
El "Super Yo". Según Freud, desde pequeños nos topamos con demandas morales de
nuestros padres, y del mundo que nos rodea. Cuando hacemos algo mal, "¡No así
no!" "¡Qué malo eres!", incluso de mayores arrastramos un eco de esas demandas y
condenas. Es como si las expectativas morales del entorno, nos hubieran penetrado
hasta dentro, convirtiéndose en una parte de nosotros mismos. Por eso "El Super Yo"
o conciencia, nos avisa cuando tenemos deseos "sucios o impropios". Pero la
conciencia del hombre, sólo constituye una pequeña parte de la mente humana,
debajo del umbral de la conciencia, está el subconsciente.
El preconsciente, son las cosas que hemos pensado o vivido, y que recordamos si nos
ponemos a pensar.
El subconsciente, son las cosas que hemos pensado o vivido, pero las hemos
reprimido. Hemos intentado olvidarlas porque eran desagradables, indecorosas o
repulsivas. Si tenemos deseos o vivencia que resultan intolerables a la conciencia, o
"Super Yo", las reprimimos en un sótano.
Este mecanismo funciona en todas las personas sanas, pero a algunos les puede
costar tanto esfuerzo mantener alejado de la conciencia, los pensamientos y
vivencias desagradables o prohibidas, que les cuesta enfermedades nerviosas. Porque
lo que se procura reprimir de esa forma, intenta volver a emerger a la consciencia por
propia iniciativa.
Freud opera con varios mecanismos de ese tipo, como las llamadas "reacciones
erróneas", en estas reacciones, decimos o hacemos cosas sin querer, que algún día
intentamos reprimir. También está la "racionalización", cuando damos a los demás y
a nosotros mismos, razones de lo que hacemos, que no son las verdaderas, porque la
verdadera razón es demasiado embarazosa para nuestra conciencia.
Otras veces proyectamos ("proyección").Transferimos a otras personas, diferentes
cualidades que intentamos reprimir en nosotros mismos. Freud pensaba que abundan
los ejemplos de estos actos inconscientes en nuestra vida cotidiana. Como olvidarse
de un nombre o lapsus, tartamudear, mover cosas casuales con las manos. Freud
opina que estos lapsus, no son ni tan casuales, ni tan inocentes, piensa que deban ser
evaluados como síntomas, porque pueden revelar los secretos más íntimos.
El arte, es no emplear demasiados esfuerzos en empujar las cosas desagradables
hacia el subconsciente, Lo sano es tener una puerta a medio abrir entre la conciencia
y el subconsciente.
Según Freud el camino real hacia el subconsciente son nuestros sueños. En 1900
Publicó La "interpretación de los sueños" y mostró que no es casual lo que soñamos.
Freud afirma que todos los sueños cumplen deseos. Nuestros subconscientes intentan
comunicarse con la conciencia a través de los sueños. Porque también cuando
dormimos, hay una severa censura que decide lo que nos podemos permitir.
Tenemos que distinguir entre el propio sueño, tal como lo recordamos por la
mañana, y el verdadero significado del sueño.
Ê %&
,
Un conflicto surge cuando una persona quiere emprender dos o más actividades que no
son compatibles entre sí. Cuando dos o más necesidades, metas o cursos de acción
incompatibles compiten entre sí, y hacen que un organismo experimente atracción por
ambas puede surgir el conflicto.
Por ejemplo:
1. Cuando queremos decir la verdad, pero tenemos miedo de ofender a la otra persona
(interno).
2. Cuando tenemos que estudiar para un examen importante, pero nos han invitado a ver
una película que queríamos ver (externo).
Puede detectarse el conflicto en lo que hablamos, en nuestra conducta y en nuestros
sentimientos. Todas las personas en algún momento de su vida han experimentado
conflictos. Éstos son parte inevitable de nuestra existencia. Hasta cierto punto los
conflictos son elementos necesarios para madurar y enriquecernos en nuestro desarrollo
como persona. Cada conflicto resuelto efectivamente representa un avance en nuestro
crecimiento y un paso firme y seguro hacia el éxito personal.
V
Quienes estudian el tema de los conflictos han identificado una serie de etapas por la
cual transitan la personas al resolver estos. Los conflictos tienen ciertas etapas
identificables, en primer lugar aparece el evento que nos crea conflicto, en segundo
lugar reaccionamos al conflicto de maneras diferentes (lo evitamos, escapamos o lo
enfrentamos) y finalmente, obtenemos el resultado.
En otras palabras las personas atraviesan por una serie de pasos cuando resuelven
conflictos; se propone el siguiente proceso:
Se han propuesto una serie de reglas que podrían ayudar en el manejo de conflicto que
es recomendable llevarlas a cabo en el siguiente orden:
1. Aceptar que el conflicto existe y hacerle frente (al evadirlo sólo estaremos
aplazándolo y tarde o temprano reaparecerá).
2. Analizar las causas del conflicto
a. Detenerse a examinar todo aquello que nos permita conocer las causas del conflicto,
de manera que podamos buscar la solución más adecuada.