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ECOS DE LA ANTIGÜEDAD

PRODUCCIÓN: RAÚL RODRÍGUEZ LUCIO


VOZ: RENE GODINEZ CASTRO

El reino Macabeo
Con la. declinación de la monarquía seleucida, el Reino Macabeo pasó de la defensiva a
la expansión imperialista casi inmediatamente. Juan Hircano ocupó territorios situados
al este del mar Muerto y luego, en 125 a. C., conquistó Idumea, a lo largo de las costas
occidentales de esta masa de agua.

La lucha judía por la libertad de conciencia puso de relieve enseguida algo. que en la
historia sucedería con frecuencia en el futuro: una vez que los defensores de una fe
conquistan su derecho a mantener sus creencias, no están en modo alguno dispuestos a
reconocer a otros el mismo derecho. Los judíos obligaron a los idumeos a aceptar el
judaísmo a punta de espada, sentando un fatal precedente del que mucha gente iba, a
sufrir en el futuro, y los mismos judíos no iban a ser los que menos sufrirían por ello.

Juan Hircano también invadid Samaria en el 129 a.C; había ocupado el monte Gerizim,
la montaña sagrada de los samaritanos. En ella estaba el templo samaritano, que Juan
Hircano destruyó fríamente, otro precedente del que iban a sufrir los mismos judíos.

En 108 a. C., Juan Hircano puso sitio a la misma Samaria, situada a 11 kilómetros al
noroeste del monte Gerizim. Era en gran parte una ciudad griega, y los samaritanos
llamaron en su ayuda a Antíoco IX Í un oscuro seleucida que muy poco pudo hacer. La
ciudad cayó en 107 a. C. Por la época en que Juan Hircano murió en 104 a. C., después
de un reinado casi uniformemente triunfal de treinta años, el Reino Macabeo, aunque
aún pequeño, era la mayor potencia militar del Este.

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Pero tuvo problemas internos. El judaísmo -nunca fue una creencia monolítica y se
dividía una y otra: vez en sectas mutuamente hostiles. Había una diferencia básica entre
los sacerdotes y los legos. Los primeros tenían en sus manos el Templo y el ritual
oficial, y se llamaban a sí mismos «sadoquim» (seguidores de Sadoc, el primer sumo
sacerdote). A través del griego, esto ha dado «saduceos» en castellano.

Los saduceos eran estrictamente ortodoxos y tradicionalistas en su concepción del


judaísmo y sólo aceptaban la ley mosaica (los cinco primeros. libros de la Biblia).
Rechazaban los agregados que habían sido tomados de creencias persas y griegos. Así,
los saduceos no creían en los ángeles, ni en la inmortalidad del alma, ni en el juicio final
y la resurrección, ni siquiera en el Mesías. Además, se aferraban a los antiguos ritos
tradicionales en los sacrificios y rechazaban toda reforma.

Bajo Juan Hircano, los saduceos lograron impedir que quienes no eran sacerdotes
sirviesen en el Sanedrín, asamblea legislativa que se reunía en Jerusalén y tomaba
decisiones en asuntos religiosos. Estos legos se llamaban coléricamente a sí mismos
«perushim» («separados», presumiblemente del Sanedrín y de toda influencia religiosa).

Esta voz, ha dado en castellano, a través del griego, «fariseos». Los fariseos aceptaban
todas las coloridas adiciones al judaísmo hechas desde el exilio: ángeles, demonios, la
vida después de la muerte y el Mesías *.

Surgió la tendencia entre los fariseos a multiplicar las minucias en el ritual y a adherir a
ellas rígidamente. Algunos de ellos, al parecer, se sentían orgullosos de su piedad,
hacían ostentación de ella, y estaban convencidos de que esto los «separaba» (otro
posible origen del nombre de la secta) de la gente ordinaria. Tales posiciones, no
características de la secta en su conjunto, fueron atacadas en el Nuevo Testamento, por
lo que -nuestra palabra «fariseísmo» ha llegado a significar «hipocresía
autocomplaciente».
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Además, había pequeñas sectas ascéticas,, la más conocida de las cuales era la de los
eseníos. (El origen de la palabra es incierto, pero puede provenir de una voz que
significaba «curador»' -quizá porque algunos de ellos eran considerados tan santos que
curaban las enfermedades por el tacto). Habitaban en comunas de las que se hallaban
excluidas las mujeres y estaban situadas a lo largo de las costas del mar Muerto, como
muchos monjes cristianos de tiempos posteriores.

Juan Hircano se alió con los saduceos, como era bastante natural. Los fariseos, después
de todo, esperaban al Mesías, y desde los días del exilio habían sostenido que el
anhelado rey ideal pertenecería a la casa de David. Los Macabeos no descendían de la
casa de David, sino que eran levitas, por lo que desde su punto de vista el mesianismo
era prácticamente una traición, y los fariseos eran potenciales traidores, todos ellos.

A la muerte de Juan Hircano I, en 104 a. C., le sucedió su hijo Aristóbulo I. Este


conquistó Galilea, y bajo su gobierno el Reino Macabeo alcanzó su máxima extensión.
También adoptó el título de rey y lo añadió. al título de sumo sacerdote.

Pero sólo rein6 un año y, en 103 a. C., le sucedió su hermano menor, Alejandro Janneo.
Durante su reinado de veintisiete años, Judea prosperó, en paz y vigorosa. El único
suceso desgraciado fue una revuelta de los exasperados fariseos, quienes reprochaban a
Alejandro su constante apoyo a los saduceos.

En verdad, no Regó a ser siquiera una revuelta, pues todo lo que hicieron los fariseos
fue arrojar cidras al rey mientras oficiaba en una de las fiestas. El exasperado monarca,
resentido por el atentado contra su dignidad, se tomó una sangrienta venganza, haciendo
matar-a muchos de los fariseos.

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Cuando Alejandro Janneo murió, en 76 a. C., dejó una esposa, Salomé Alejandro, y dos
hijos. Salomé Alejandra, una mujer de suave carácter, invirtió la política de los
anteriores Macabeos y se alió con los fariseos, Con lo que llevó la paz interna al reino.
Además, separó el Estado del Templo, haciendo sumo sacerdote a su hijo Juan Hircano
II, pero conservando para sí el poder temporal.

Mientras ella vivió, los' judíos vivieron en paz, pero se estaban acumulando nubes en el
horizonte. "los viejos adversarios”, los Tolomeos y los seleúcidas, eran un cero a la
izquierda ahora y -sólo quedaba una gran potencia en el mundo mediterráneo:, Roma.

En 133 a. C., cuando Juan Hircano I acababa de iniciar su reinado y los judíos entraban
en un período de prosperidad que duraría dos generaciones, murió el rey Atalo II de
Pérgamo, reino que se extendía por el tercio occidental de Asia Menor. Dejó su reino a
los romanos, que lo aceptaron. Así, los dominios romanos se extendieron a Asia por
primera vez. Poco a poco, otras partes de Asia Menor también aceptaron actuar como
títeres

En 88 a. C., cuando Alejandro Janneo estaba en la cúspide de su poder, el Reino del


Ponto, en Asia Menor ,occidental, declaró la guerra a Roma: fue el último intento de un
reino griego de' resistir contra los poderosos romanos. Durante un momento, el Ponto
tuvo un éxito sorprendente, pero por la época en que murió Alejandro Janneo era
evidente que había fracasado y que toda Asia Menor caería bajo la influencia romana.

Por ello era el peor momento para que los judíos se enredaran en querellas dinásticas.
Sin embargo, fue lo que ocurrió. Cuando Salomé Alejandra murió, en 67 a. C., su hijo
menor, Aristóbulo II, apoyado por los saduceos, decidió disputar el trono a su hermano
mayor. Aristóbulo logró las victorias iníciales y se apoderó del trono y el sumo
sacerdocio.

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Pero del lado de Juan Hircano Il estaba el gobernador de Idumea, Antípatro, que era él
mismo un idumeo. Era de religión judía, por supuesto, pero había una vieja tradición de
enemistad entre Judea e Idumea (que se remontaba a la época en que eran,
respectivamente, Judá y Edom) y los judíos nunca olvidaron que Antípatro era un
idumeo.

Antípatro, al hallarse de la parte perdedora, pidió ayuda externa, específicamente, a los


árabes nabateos. Estos accedieron gustosamente y pronto pusieron sitio a Jerusalén; fue
entonces Aristóbulo quien se halló en dificultades. Cuando en una guerra civil uno de
los bandos pide ayuda extranjera, es casi seguro que el otro hará lo mismo, si puede.
Aristóbulo llamó a Roma en su ayuda.

A la sazón, estaba en el Este un nuevo general romano. Era Gnaeus Pompeius Magnus,
más conocido como Pompeyo por los hispanohablantes. En 65 a. C., Pompeyo había
infligido una derrota definitiva al Ponto. Toda el Asía Menor se halló entonces bajo la
dominación romana, y aunque algunas regiones conservaron reyes locales propios, éstos
no se atrevían ni a estornudar sin permiso de los romanos.

Pompeyo se dirigió luego hacia el Sur. Por esa época, el último fragmento del antaño
poderoso Imperio Seleucida era la región Siria que rodeaba a Antioquia. Durante medio
siglo, su historia sólo había consistido en riñas entre los miembros de la casa real; por
entonces, uno de ellos llamado Antíoco XIII gobernaba la ciudad. Pompeyo puso fin a
la comedia en 64 a. C. Anexó la región a Roma con el nombre de Provincia de Siria, y
el Imperio Seleucida dejó de existir.

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Mientras estaba en Siria recibió la petición de ayuda de Aristóbulo. 'Inmediatamente


Pompeyo envió un mensajero a Judea ordenando una tregua. Luego marchó hacia Judea
al frente del ejército romano. No hubo ninguna resistencia digna de mención hasta que
Pompeyo llegó a la misma Jerusalén. Allí Pompeyo se dedicó sin prisa a poner sitio a la
ciudad, - construyendo una rampa destinada a trasladar por ella los ingenios de asedio
hasta las murallas de la ciudadela central.

Pompeyo aprovechó el Sabbath, día en que los judíos se negaban a combatir a menos
que fuesen atacados, para ubicar sin molestias los ingenios. Luego lanzó también el
ataque final durante un Sabbath.

Jerusalén cayó y el Reino Macabeo llegó a su fin. Después de menos de ochenta años de
vida y sólo un siglo después de que Matatías iniciase la revuelta contra Antíoco IV,
Judea se convirtió en una provincia romana.

Pompeyo no intervino para nada en la vida religiosa. Juan Hircano fue confirmado
como sumo sacerdote, mientras que Aristóbulo fue hecho prisionero, aunque había sido
él quien había pedido la ayuda romana. (Quizá Pompeyo pensó que Hircano era 1 una
personalidad más débil y, por ende, sería un sumo sacerdote más seguro. También
puede ser que Antípatro, el astuto idumeo, tuviese algo que ver con esa decisión.) Fue
eliminada la dominación judía sobre los samaritanos y las ciudades griegas, y sólo
permanecieron bajo el control de Jerusalén las regiones judías: Judea, Galilea e Idumea.

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Pompeyo sintió curiosidad por los extraños ritos de los judíos y penetró en el sancta
santorum, el lugar donde sólo podía entrar el sumo sacerdote, y lo hizo el día de la
Expiación. Los adversarios del judaísmo difundieron el cuento (quizá, más
burlonamente que en serio) de que los judíos, tan contrarios a la idolatría, secretamente
adoraban en el santuario a una cabeza de asno. Al parecer, Pompeyo no encontró nada,
pero, por otro lado, salió de allí indemne, para sorpresa de los judíos más piadosos.
Luego, Pompeyo volvió a Roma llevándose consigo a Aristóbulo y sus dos hijos.

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