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EVALUAR LA EDUCACIÓN EN SINALOA

UNA TAREA MORALMENTE INELUDIBLE.

ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ.

La evaluación es la determinación sistemática del mérito, el valor y el significado de algo o


alguien en función de unos criterios respecto a un conjunto de normas. La evaluación a menudo se
usa para caracterizar y corregir prácticas de una amplia gama de las empresas humanas,
incluyendo la educación, la justicia, la salud y otros servicios humanos.

INTRODUCCIÓN

Como otras asignaturas que dan forma y fondo a este país, la educación ha
sido secuestrada por los intereses políticos de corto plazo por la yunta
conformada por las autoridades educativas y las dirigencias sindicales. Esta pinza
sometió a los profesores a una especie hombres y mujeres de papel; al
convertirlos en clientes a través regalos de plazas, que además podían heredarlas
a sus descendientes, entre otros gajes que los hicieron aptos para votar PRI pero
no para producir educación de calidad en las aulas. Por ello no fue casual, por
supuesto, que la formación de profesores quedara también inscrita en estos
juegos perversos, toda vez que la calidad de las instituciones importaba poco para
se obtuviera una plaza, porque estás se otorgaban por heredad, influencias o por
el pago de este favor en especie. Quizá la mejor manifestación de este muladar
son los fastos de Daniel Amador, donde todos los mentores van a rendirle pleitesía
con el símil de una frase que nos hace recordar los peores tiempos de la Quina:
“Salve, oh César; los que van a morir te saludan…”

Pero hoy el mundo se ha vuelto pequeñísimo porque las


cibercomunicaciones lo han interconectado en tiempo real. Esta tempestad ha
hecho caer nuestra cortina de nopal: las mendacidades republicanas que nos
arañan ya no pueden ser ocultadas bajo la cortina de humo de que nadie debe
entrometerse en nuestros asuntos internos, porque ello implica un acto de lesa
soberanía. Hoy por lo menos se tienen que rendir cuentas, sino aún a los
ciudadanos, sí a las agencias internacionales en las que nos hayamos inscritos
más por fuerza que por amor. Este es el caso de nuestros acuerdos con la OCCE,
para que PISA nos evalúe nuestros resultados educativos, por supuesto junto a
otros países. En esta lisa nuestros alumnos de tercero de secundaria han ocupado
el último lugar en las asignaturas de matemáticas, ciencias y comprensión lectora.
A ello debe agregarse, porque ello pinta con mayor nitidez nuestro desastre
educativo, que en las recientes pruebas para la adquisición de plazas a profesores
de nuevo ingreso, teniendo como soporte el Acuerdo por la Calidad de la
Educación, el 70% de ellos salieron reprobados, según la Revista Educación 2001,
número 172.
EVALUAR, EVALUAR PARA QUÉ
Para revertir nuestras contrahechuras educativas se requiere trascender los
perversos usos políticos que, son al final, los responsables de aquellos saldos que
hoy al menos ruborizan a las autoridades educativas. Pero ara salir de este
atolladero lamentablemente no existen atajos ni discursos grandilocuentes.
Simplemente se requiere operar con las reglas con las que operan los países
exitosos en materia educativa, como Finlandia, por ejemplo. Para tal efecto se
requiere evaluar; pero evaluar para tomar decisiones a fondo y, a veces, nada
populares. Porque si bien es cierto que recientemente hemos entrado a los
sistemas de evaluación y con ellos hemos empezado a vislumbrar nuestras
limitaciones en materia educativa; no obstante, esta indispensable práctica hasta
ahora ha carecido de consecuencias legales y administrativas para quienes son
evaluados, como para los evaluadores.
Es preciso reiterar: hoy Se trata de valuar; pero evaluar para corregir el
desastre educativo que nos impacta. Para tal efecto hoy existen sistemas de
evaluación confiables que miden el desempeño de los alumnos desde el contexto
internacional hasta llegar a los propios muros del aula. De entre ellos existen
PISA, EXCALE Y ENLACE y asimismo, las evaluaciones que hacen los profesores
en cada aula, por prescripción de los programas educativos que tienen a su cargo
en todos los niveles de Educación Básica. Por lo menos hay que evaluar y tomar
decisiones a fondo utilizando los instrumentos señalados o construyendo otros,
sobre cuatro aspectos, por sin su corrección cualquier medida de modernización
que se introduzca en el sistema educativo dormirá el sueño de los justos.
Vayamos a ellos:

LAS NUEVAS PLAZAS DEBEN COVOCARSE A CONCURSO.


1.- Para remontar una de nuestras vergüenzas, que han constituido la fama,
la fortaleza y riqueza de funcionarios y líderes sindicales; pero sobre todo porque
los niños y jóvenes deben tener en sus aulas a los mejores maestros, debe
convertirse en una política de Estado un diseño de evaluación que posea los filtros
suficientes y una transparencia a prueba triquiñuelas, para que las plazas sean
otorgadas a los más lúcidos y esforzados mentores, tanto por su preparación, sus
habilidades, como por su entrega cotidiana y capacidad de liderazgo; pero a los
profesores que hayan sido seleccionado en el examen inicialmente sólo deben
otorgárseles una plaza temporal por el lapso de un año, y solamente se les
adjudicarán definitivamente una vez que hayan pasado la prueba de un
desempeño profesional que este a la la altura de las expectativas para las que se
les contrató. No antes ni después….Para lograr este objetivo no bastará hacer
solamente una prueba escrita, sino observar con rigor metódico el trabajo de esos
profesores en el aula por expertos en la materia. Seguramente medidas como ésta
permitirían que los nuevos profesionales se prepararan a fondo desde la escuela
Normal.

EVALUAR A LOS PROFESORES EN EJERCICIO.


2.- En este caso las evaluaciones deberían servir para poner fuera de las
aulas a quienes hayan reprobado por lo menos por tres ocasiones consecutivas
ese tipo de mediciones. En el caso de las evaluaciones que se realizan en
Carrera Magisterial a los mentores para su ingreso o asenso a carrera magisterial
premian, no pocas veces con favoritismo, a aquéllos que pasan sus desgastados
filtros; pero no penalizan a quienes evidencian pésimos resultados o no se
presentan a ese tipo de evaluación. Lo mismo sucede con los resultados
personalizados que arroja ENLACE, pues las autoridades no premian a los
mejores maestros, y menos aún sancionan a los profesores que obtienen pésimos
créditos y que en las aulas se convierten en una estafa que suelen convertir en
horribles pesadillas los sueños de los niños. Quién no sabe que muchos
profesores viven una rampante impunidad. Para revertir este efecto de lesa
educación, deberá construirse una ley y sus respectivos reglamentos para que las
evaluaciones premien y castiguen el desempeño de los profesores; por ejemplo,
que los profesores que reprueben tres pruebas ENLACE queden fuera de las
aulas. En este caso como en el caso anterior, las Instituciones Formadoras de
Docentes deben tener programas remediales que, ayuden, en el primer caso, a
que los profesores obtengan su plaza definitiva y, el segundo, para incentivar y
formar a los profesores que estén a punto de perder su plaza.

EVALUAR A LOS EVALUADORES.


3.- En este tenor también deben ser evaluadas las Instituciones Formadoras
de Docentes: no es posible que estén egresando de sus aulas profesores que
reprueban, como si fuesen legión de analfabetos, los concursos para la
adquisición de plazas, como se consiga en la primera parte de este escrito. Esta
evaluación debe explorar la pertinencia de su programas, la formación de sus
profesores y sus recursos tecnológicos y la calidad de sus espacios; asimismo
debe evaluarse si es pertinente concentrar a todas estas instituciones en una
Universidad Pedagógica, para que exista un sólo mando y una sola línea que
articule los diplomados, las especialidades, las licenciaturas y el posgrado,
evitando con ello la dispersión de programas y de líneas de formación, porque ello
puede permitir la detección y corrección de los problemas que ocasionan hoyos la
endeble formación de sus egresados, tanto en lo que respecta a los de nuevo
ingreso como de los que están en ejercicio. Debe explorarse también, mediante
una rigurosa evaluación, si las instituciones formadoras de docentes deben pasar
a ser parte de la Subsecretaría de educación Básica, toda vez que su perfil de
formación está ligado fundamentalmente al encargo que tiene esta subsecretaría,
con ello se ganaría una ventajosa proximidad con los problemas y soluciones que
ocurren en ese ámbito y, por supuesto, estar en permanente contacto con sus
egresados.

PONER DE PIE LA ESTRUCTURA DE MANDO.


4.- La evaluación deben servir también para poner de pie la estructura
educativa, porque su actual contrahechura tiene bastante responsabilidad en
nuestra catástrofe educativa. Hasta ahora los únicos méritos que se requieren
para ocupar alguno de los rangos que contiene esta “pirámide”, son los puntos
que acumulan en el escalafón, en el que se privilegian los años en servicio y los
estudios realizados y, no pocas veces, el tráfico de influencias. Pero además esta
añeja estructura ha tenido históricamente una actitud ambivalente: sirve a los
líderes sindicales para sus fines políticos corporativos y, en el marco de ese
acotamiento gremial, impulsan hasta donde pueden y deben un trabajo educativo
realizado por lo general a través rutinas y admoniciones autocomplacientes. Es
preciso reiterar: este tipo de administración educativa debe ser reemplazada a
través de una rigurosa evaluación, desde los directores hasta los jefes de sector,
pasando por los asesores pedagógicos, tomando en cuenta para su renovación
que quienes deben estar al mando son los educadores con capacidad de
liderazgo y el talante para crear sinergias en materia pedagógica que permitan
crear un movimiento renovador que impacte todos los poros del sistema
educativo. Estos servidores públicos deben ser nombrados por el Secretario de
Educación Pública, y en tanto detentan el puesto deben ser servidores de
confianza, por supuesto sin demérito de su carrera escalafornaria. Por supuesto,
el desempeño de esos funcionarios será estricta responsabilidad del Secretario de
Educación Pública y Cultura.

CREACIÓN DE UN CENTRO DE EVALUACIÓN ESTATAL


Seguramente que para el efecto habrá que crear un Centro Estatal de
Evaluación puede ser una de las puntas de lanza para mejorar la educación, con
fundamentos arrojados por los datos duros, las interpretaciones y el diálogo que
aportarán las evaluaciones realizadas con rigor científico y metodológico. Junto a
ello también será fundamental la calidad, probidad e independencia de los
miembros del Centro Estatal de Evaluación, porque con ello se evitará los sesgos
que se le quieran imponer por criterios políticos desde el mismo sistema educativo
y allende a él, pero también tendrá que matizar los resultados educativos de los
profesores emanadas de las evaluaciones, por el impacto que tienen las
desigualdades económicas y culturales que ha creado nuestro sistema político.
Sobre el cómo, cuándo y hasta dónde es relativamente fácil hacerlo. Lo que
seguramente será difícil es crear una voluntad política que quiera realmente
mejorar nuestra vilipendiada educación. En fin…

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