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Texto tomado del Tomo I de el libro de Historia de El Salvador.

publicado por CONCULTURA

Proceso de Independencia de El Salvador

Introducción
El 21 de septiembre de 1821 los habitantes de San Salvador recibieron con tañidos de campana y
fuegos artificiales la noticia de que seis días antes se había proclamado la independencia. La alegría
del momento no implicaba una gran sorpresa, ya que el proceso independentista fue largo y los
habitantes de la Intendencia habían participado activamente en conspiraciones en contra de las
autoridades españolas.

Este capítulo trata de la variedad de causas que explican el proceso de independencia en


Centroamérica. En los dos capítulos anteriores se han analizado las Reformas Borbónicas y las
tensiones raciales que existían en la Intendencia de San Salvador. Las Reformas Borbónicas
tuvieron éxito en promover el comercio, pero también contribuyeron a los celos entre los
peninsulares y los criollos, y al resentimiento de la gente frente a los impuestos y las
reglamentaciones comerciales. Permitieron que los criollos crearan una identidad como americanos.
Además, la presencia de la dinastía de los Borbones en España facilitó la llegada a las colonias de la
ideología de la independencia de Estados Unidos y de la Revolución francesa, la Ilustración. En
1808 la invasión de Napoleón a la Península Ibérica causó la crisis de la monarquía hispánica. Esto
favoreció la expansión del proyecto constitucional a ambos lados del Atlántico, generando nuevas
ideas y prácticas políticas. La independencia tuvo, por lo tanto, antecedentes complejos como
cambios en las ideas
y una crisis económica y política.

Los cambios en las ideas:

En el siglo XVI, Nicolás Copérnico pasó sus últimos años preocupado con la idea de que la Tierra no
era el centro del Universo. Según su teoría, la Tierra y los demás planetas giraban alrededor del Sol.
¿Cómo se relaciona la teoría del sabio polaco con la independencia de Centroamérica?
De muchas formas. La publicación del libro de Copérnico en 1543 marcó el principio de la llamada

La independencia centroamericana de España:

Revolución Científica.
Estas ideas primero cambiaron la opinión sobre la ciencia y luego pusieron en duda la autoridad de
los reyes. En la época de Copérnico la explicación de todos los problemas se buscaba en la religión.
Las opiniones más comunes se basaban en los esfuerzos de los filósofos, como Santo Tomás de
Aquino, para armonizar las enseñanzas del cristianismo con la filosofía del griego Aristóteles.
Copérnico, al decir que la Tierra giraba alrededor del Sol, fundamentaba su teoría en la observación
directa de las estrellas y no en la autoridad de la Iglesia ni de la filosofía de Santo Tomás. Poco a
poco la gente empezó a desligar sus ideas de la religión. A esto se le llama secularización del
pensamiento. El astrónomo italiano Galileo Galilei contribuyó a probar la teoría de Copérnico con la
ayuda del telescopio. Estos avances mostraban que la Biblia no explicaba los movimientos de la
Tierra ni otros aspectos de la Naturaleza. De esa manera surgió una actitud científica. Para entender
la Naturaleza era necesario hacer observaciones directas y experimentos. Sin embargo, los
científicos no abandonaron la religión. Galileo, por ejemplo, era muy religioso. Muchos científicos
creían que así como Dios había escrito la Biblia, la Naturaleza era otro libro divino que había que
leer mediante el método científico. La ciencia no interfiere en asuntos que le son ajenos. Es más, de
la misma forma que se podía usar la razón para entender las leyes de la Naturaleza, también se
podía aplicar para entender las leyes que regían las sociedades humanas. Pensadores como los
ingleses Thomas Hobbes y John Locke desarrollaron teorías políticas que explicaban que el poder
de los reyes no venía de Dios, sino que era el producto de la sociedad humana.
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En el siglo XVIII, muchos pensadores franceses que pertenecían al movimiento de la Ilustración
desarrollaron estas ideas. Entre ellos se encontraban Voltaire, Montesquieu y Rousseau. Aunque
había desacuerdos entre ellos, compartían a un nivel general una forma de pensar secular y creían
en el uso de la razón, en el progreso constante de la raza humana y en la tolerancia.

Galileo Galilei (1564-1642). Se le considera el padre de la ciencia moderna, defendió la


matematización de la naturaleza, asentó el procedimiento científico y propició, el divorcio iglesia-
ciencia.

Jean Jacques Rousseau (1712-1778). En El contrato social, Rousseau manifiesta que los seres
humanos deben establecer un pacto entre la comunidad con el individuo y del individuo con la
comunidad, desde el que se genera una “voluntad general” que es distinta a la suma de las
voluntades individuales y que se constituye en fundamento de todo poder político. Sus ideas tienen
gran influencia sobre el pensamiento moderno y la organización de los estados.

Montesquieu, por ejemplo, escribió el libro El espíritu de las leyes, en el que expone que los estados
debían estar regidos por constituciones y tener tres Poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
Gran parte de los estados modernos, incluyendo El Salvador, ponen en práctica esta idea.

Jean Jacques Rousseau, por su parte, creía que las leyes no debían ser el producto del capricho de
los reyes, sino que eran un acuerdo entre todos los miembros de la sociedad. Las leyes eran, según
sus palabras, un contrato social. Como lo más probable era que hubiera desacuerdos entre los
miembros de la sociedad, la mejor forma de escoger las leyes era a través del voto.

Estos cambios lograron muchos seguidores en Europa. En España y en las colonias americanas la
introducción de las ideas de la Ilustración estuvo vinculada con las Reformas Borbónicas.

Las dos grandes revoluciones del siglo XVIII, la independencia de Estados Unidos (1776) y la
Revolución Francesa (1789), adoptaron las ideas de la Ilustración. Estados Unidos y Francia
aprovecharon las enseñanzas políticas de Locke, Montesquieu y Rousseau para organizar sus
gobiernos: declararon que el poder provenía del pueblo y no de Dios; escribieron constituciones en
que el estado tenía tres poderes, y utilizaron el voto para decidir quién iba a redactar y promulgar las
leyes.

Una parte esencial de esas constituciones era también producto de la Ilustración: la definición de los
derechos de los ciudadanos. Aunque no siempre se hayan aplicado estos principios, la idea de que
todos los seres humanos tienen derecho a la libertad y a la igualdad se empezaba a incorporar en
las legislaciones del mundo.

Estos cambios llegaron a España y a sus colonias y contribuyeron al movimiento de la


independencia.
En la Universidad de San Carlos de Guatemala se enseñaban las ideologías de la Revolución
científica
y de la Ilustración. Eminentes maestros como el presbítero José Simeón Cañas, nacido en
Zacatecoluca (El Salvador), y Fray José Antonio Goicoechea, nacido en Costa Rica, enseñaban los
últimos adelantos de la Geometría, la Astronomía y la Geografía, El joven estudiante José Cecilio del
Valle mostró en su tesis de doctorado que estaba al tanto de las últimas teorías sobre la electricidad.
La inclinación hacia las ciencias aumentó después de la visita a la Capitanía General de la misión
científica de José Longinos Martínez y José Mariano Moziño, en la última década del siglo. El interés
de estos científicos en las diferentes especies de plantas de la colonia fue una inspiración para los
estudiantes de la Universidad.

Al igual que en Europa, el uso de la ciencia para comprender el mundo natural se pasó a las nuevas

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teorías sobre las sociedades humanas. Los profesores y estudiantes de la Universidad de San
Carlos se interesaron también en las ideas de Locke, Montesquieu y Rousseau.

A principios del siglo XIX, los estudiantes de la Universidad, en sus tesis, argumentaban que la
autoridad provenía del consentimiento de los gobernados, en lugar de venir de un rey que
gobernaba por mandato divino. Estas ideas políticas se discutieron en mayor detalle en un nuevo
periódico, la Gazeta de Guatemala, que se empezó a publicar en 1797.

No solo en la capital se discutían estas ideas: en 1805 un francés residente en Sonsonate fue
denunciado por leer en público la obra de Rousseau, e incluso el alcalde mayor de la localidad leía
las obras de los principales autores franceses. En la Universidad de San Carlos de Guatemala se
enseñaban las ideas de la Revolución Científica y de la Ilustración. Gracias a la Universidad de San
Carlos de Guatemala, a la Universidad de León, en Nicaragua, a las expediciones científicas y a las
publicaciones de la Gazeta de Guatemala, las personas educadas de la Capitanía General estaban
familiarizadas con las ideas de la Revolución Científica y de la Ilustración.

Ya iniciado el siglo XIX, la monarquía española entró en crisis con la invasión de las tropas
francesas
de Napoleón. Las autoridades interinas, una vez hecho prisionero Fernando VII, impulsaron la
creación de las Cortes para reunirse en la ciudad de Cádiz. Esta asamblea política que contó por vez
primera con diputados españoles y americanos, y cuyo inicio fue en 1810, desplegó nuevas formas
de concebir y practicar la política en las colonias americanas.

A partir de ese momento “soberanía”, “nación”, “ciudadanía” o “elecciones populares” formaron


parte del vocabulario de los grupos americanos y comenzaron a practicarse. Pero la independencia
no se limitó al cambio en las ideas. Ese acontecimiento tuvo efectos en la economía y en la política.
Además, los próceres adaptaron las nuevas ideas a sus propias experiencias y aprovecharon las
circunstancias para convertir en realidad el sueño de la independencia.

Artículo 1. Todas las personas nacen libres y con los mismos derechos. Las diferencias sociales solo
se pueden basar en la utilidad pública.

Artículo 2. El objeto de todas las asociaciones políticas es la preservación de los derechos naturales
e imprescriptibles de las personas. Esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y
resistencia a la opresión.

Artículo 3. La fuente de toda soberanía reside esencialmente en la nación. Ningún organismo ni


individuo puede ejercer una autoridad que no proceda explícitamente de ella.

Artículo 4. La libertad consiste en la capacidad de hacer todo aquello que no dañe a otros.

Artículo 5. La ley tiene derecho de prohibir solo aquellas acciones que sean dañinas a la sociedad.

Artículo 6. La leyes la expresión de la voluntad popular. Todos los ciudadanos tienen el derecho
de participar personalmente, o a través de sus representantes, en su formación. Debe ser
la misma para todos, sea para proteger o para castigar.

Artículo 7. Nadie puede ser acusado, arrestado o detenido excepto en casos que determine la
ley y de acuerdo con los procedimientos por ella descritos.

Artículo 8. La ley debe imponer solo aquellas penas que sean estrictamente evidentes y necesarias.

Artículo 9. Toda persona es inocente hasta que se le pruebe culpable.

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Artículo 10. A nadie se debe molestar debido a sus opiniones, aún en asuntos de religión, siempre
que su expresión no altere el orden público que establece la ley.

Artículo 11. La libre expresión de pensamientos y opiniones es uno de los derechos más preciosos
de las personas.

Artículo 12. Para garantizar los derechos de los hombres y los ciudadanos es necesaria una fuerza
pública; en consecuencia se establece esta fuerza para el beneficio de todos y no para la ventaja
personal de aquellos a quienes se confía.

Artículo 13. Un impuesto común es indispensable para mantener la fuerza publica y apoyar los
gastos de administración.

Causas económicas de la independencia:

Después de la Revolución Francesa, en 1789, empezó un período de inestabilidad en Europa que


duró hasta 1815. España tuvo serios problemas políticos y militares durante esta época. Por un lado,
los principios de la Revolución eran totalmente opuestos a los de la monarquía y el rey de Francia,
pariente del de España, fue ejecutado por el gobierno revolucionario francés.

Por otro lado, Francia era un país mucho más poderoso que España y ambos tenían un rival en
común: Inglaterra. A pesar de las diferencias ideológicas, el rey Carlos IV de España se sintió
obligado a buscar la paz con el país vecino. A partir de 1795 firmó una serie de tratados con el
gobierno revolucionario francés. Estos llevaron a España a declararle la guerra a Inglaterra en 1796.

La guerra interrumpió el comercio internacional, y los productores salvadoreños no pudieron vender


su cosecha de añil, que era su único vínculo comercial con el exterior. Entre 1798 y 1802 la cosecha
quedó embodegada. Durante cuatro años se dejó de percibir el pago de esas exportaciones, con los
consiguientes problemas para todos los que estaban vinculados con la producción y
comercialización del añil. Es más, como Inglaterra quería dañar económicamente a España y a sus
colonias, patrocinaba ataques de corsarios en las costas de América.

Las guerras en Europa le causaban grandes gastos al rey Carlos IV, quien tuvo que buscar apoyo
financiero en las colonias. Dos medidas en particular fueron sumamente dañinas para la economía
de la Capitanía General de Guatemala: las llamadas contribuciones patrióticas y la consolidación de
deudas.

Otra forma de obtener fondos de la colonia fue la consolidación de las deudas de la Iglesia,
ordenada
por las autoridades españolas en 1804. Esto consistía en que todos los que debían dinero a la
Iglesia tenían que pagarlo inmediatamente. Luego los delegados del rey recogían el dinero sobre el
cual pagaban intereses mientras no lo remitieran a España.

El impacto de esta medida fue muy duro en la Intendencia de San Salvador. La Iglesia Católica y
sus dependencias, como cofradías, capellanías, conventos, monasterios y escuelas, prestaban
mucho
dinero a los productores de añil. Para pagar sus deudas estos últimos se vieron forzados a pedir
prestado o a rematar sus cosechas. Más de medio millón de pesos, una suma considerable para la
época, salió de la Intendencia de San Salvador de esta forma.

La familia del criollo Manuel José Arce, por ejemplo, se vio obligada a pedir prestado a un
comerciante y al Montepío de Cosecheros de Añil para poder contribuir a la consolidación. A las
calamidades que imponía la colonia española se unieron las de la Naturaleza: una plaga de chapulín
destruyó las cosechas de 1802 y 1803. Además, el añil de la India y de Venezuela comenzó a
competir con el de El Salvador. La crisis ocasionó que muchos productores de añil salvadoreños
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perdieran sus propiedades, ya que estas pasaron a manos de sus acreedores en Guatemala. De
esta forma la poderosa familia guatemalteca de los Aycinena llegó a ser propietaria de grandes
haciendas en San Salvador.

Juan Fermín de Aycinena e Irigoyen (1729-1796). Creó toda una red de vínculos comerciales y
políticos en la ciudad de Santiago, no solo importando el tinte y otros productos a México y a Cádiz,
sino fungiendo como banco. La debilidad de España y la crisis económica crearon un ambiente
favorable para el contrabando. Con el fin de aliviar los problemas de los exportadores, entre 1797 y
1799 las autoridades coloniales permitieron el comercio con países neutrales con respecto a los
conflictos europeos, principalmente Estados Unidos. Las alianzas cambiaron después de 1808
cuando las tropas de Napoleón Bonaparte invadieron España y, en consecuencia, se permitió el
comercio con Inglaterra a partir de ese año.

La crisis económica de finales de la época colonial tuvo varias consecuencias: disminuyeron la


confianza y la dependencia con España, y aumentaron los resentimientos entre productores de añil y
comerciantes. Esta situación empeoró el descontento creado con las reformas borbónicas. Así, las
ideas de la Ilustración ofrecían abundantes justificaciones para desafiar la autoridad del rey de
España. Además otro factor precipitó la independencia e hizo imposible que los españoles pudieran
retener sus colonias: una crisis política muy profunda.

La crisis política

La crisis económica de Centroamérica se debía, en su mayor parte, a los problemas políticos de


España. Estos se agravaron cuando Napoleón Bonaparte, el nuevo emperador de Francia que
quería exportar los ideales de la revolución al resto de Europa, invadió España con sus tropas.
Después de tomar control de casi todo el país, envió al exilio al rey Carlos IV y a su hijo Fernando
VII. Colocó en el trono a su hermano José Bonaparte, a quien los españoles, que lo acusaban de ser
aficionado a los licores fuertes, le llamaban Pepe Botella.

Napoleón Bonaparte (1769-1821). Es considerado como uno de los mayores genios militares de la
Historia, habiendo comandado campañas bélicas muy exitosas, aunque con ciertas derrotas
igualmente estrepitosas.

En su Código Civil de 1807 expone los grandes logros de la Revolución Francesa:


a) Libertad individual.
b) Libertad de trabajo.
c) Libertad de conciencia.
d) Laicismo de Estado.

Estipula la abolición del régimen feudal, haciendo imposible su resurrección.

Jugaron un papel importante en la independencia: José Matías Delgado, Bernardo Arce, Manuel
José Arce, Juan Manuel Rodríguez y Pedro Pablo Castillo. Los conspiradores estaban de acuerdo
con los curas párrocos de diferentes puntos de la Intendencia. Pero los espías del nuevo Capitán
General, José de Bustamante, estaban al tanto de que algo ocurría y se dieron órdenes de que se
sacaran de San Salvador los fondos del Tesoro Real y del Consulado de Comercio.

Estos criollos san salvadoreños constituyeron redes familiares, integradas a partir de alianzas
matrimoniales. Es decir, vínculos de parentesco por alianzas económicas, geográficas y étnicas.2
Cada red familiar poseía sus propios intelectuales o ideólogos, quienes fueron fundamentalmente
religiosos, abogados, médicos, militares, agricultores arruinados o todos aquellos que por lo menos
tenían cierto nivel educativo o cultural.

Es así como los Delgado, los Aguilar, los Arce, los Fagoaga y los Lara estaban vinculados por la vía
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del matrimonio y el parentesco. Otros individuos tenían relaciones económicas, de amistad o
clientelares con aquellas familias. Sin embargo, las alianzas familiares, de amistad o económicas
fueron más allá de la ciudad de San Salvador. Incluso, había vínculos con familias como los Cañas,
en San Vicente y Zacatecoluca. De esa forma, fue posible lograr cierta unidad de opiniones durante
los días en que conspiraron algunos miembros de las principales familias en mención.

Las nuevas ideas liberales y de modernidad que en esa época llegaban del Viejo Mundo a las
colonias
americanas, les habían permitido la formación de cierta conciencia republicana. Conciencia que se
expresó en las ideas de autonomía en los años cercanos a la independencia. Así como en la época
de los intentos de creación de un gobierno federado con división de poderes y carácter
representativo, opuesto al gobierno central que había ejercido el poder durante la Colonia en el
reino.

En sus planteamientos retomaban ciertas quejas y peticiones de los sectores medios, de


mestizos,ladinos e indios, quienes igual que los criollos guardaban resentimientos contra la
aristocracia y autoridades españolas. Protestaban por el poco espacio que tenían en el ejercicio del
poder político, pues los cargos públicos a los que tenían acceso eran mal remunerados y con poca o
nula posibilidad para escalar a una mejor posición como burócratas.

El 14 de noviembre de 1811 llegó el correo a San Salvador con información acerca de la orden de
arresto, lo cual precipitó los acontecimientos. Al día siguiente era el cabildo ordinario y la gente se
congregó en la plaza mayor. La muchedumbre era tan hostil que el intendente, don Antonio
Gutiérrez y Ulloa, se vio obligado a renunciar y Manuel José Arce proclamó “ya no hay rey, ni
tributos, ni debe prestarse obediencia sino a los alcaldes”.

El intento del 5 de noviembre, prematuro y sin el apoyo de otras partes del reino, fracasó. En
diciembre llegaron a San Salvador a restaurar el orden un nuevo intendente, don José de Aycinena,
y su ayudante, don José María Peinado, ambos criollos nombrados por el Capitán General.
Los desórdenes que se dieron en diciembre de 1811 en León y Granada, Nicaragua, dos años más
tarde en Guatemala y luego nuevamente en San Salvador en 1814, dejaron en claro que el
sentimiento independentista se esparcía por Centroamérica. Los sobresaltos políticos no se daban
exclusivamente en las colonias españolas en América. En marzo de 1812, las Cortes de Cádiz
aprobaron la primera Constitución española.

EL 5 DE NOVIEMBRE DE 1811

Pedro Pablo Castillo (1780-1817). Participó activamente como preparador de líderes, organizador y
coordinador general de la revuelta y fue el vínculo de la unidad de todos los sectores en el
movimiento independentista frustrado del 5 de noviembre de 1811.

Fernando VII no quedó satisfecho con la invalidación de la Constitución de Cádiz; también quería
acabar con las rebeliones de las colonias americanas. A finales de 1819 organizó una fuerte
expedición armada para obligar a las colonias a volver al dominio de la Corona.

Estas dos medidas causaron gran descontento entre los oficiales del ejército español, quienes se
rebelaron contra el rey el primer día de 1820. Este movimiento es conocido como la Revolución de
Riego, debido a que uno de sus principales líderes fue el coronel Rafael Riego. El rey fue obligado
a restaurar la Constitución de Cádiz. Los efectos de la Revolución de Riego llegaron sin tardanza a
Centroamérica. El nuevo Capitán General era partidario de la Constitución y en julio instruyó a las
autoridades locales para que juraran cumplirla.

El movimiento independentista cobró vigor al debilitarse el poder del rey en España, pues la
inestabilidad política y económica del imperio creó una situación insostenible.
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En Venezuela se aseguraba la victoria de los ejércitos independentistas de Simón Bolívar. En
México, en febrero de 1821, Agustín de Iturbide, un oficial del ejército monárquico que había luchado
en contra del movimiento independiente de 1810, proclamó el Plan de Iguala. Este declaraba la
independencia de México bajo un plan conciliador que resultaba aceptable para aquellos que se
habían beneficiado durante la época colonial.

En Guatemala, Gabino Gaínza había reemplazado al capitán general Urrutia unos cuantos meses
antes, por lo que tuvo que enfrentarse a la crisis que estalló al tenerse noticias del Plan de Iguala.

El 21 de septiembre ya había caído el sol sobre San Salvador cuando llegó un mensajero con la
noticia de la independencia que se había proclamado en Guatemala.

LAS NOTICIAS DE LA INDEPENDENCIA LLEGAN A SAN SALVADOR

Finalmente, en una reunión de notables en el Palacio del Capitán General en Guatemala, se firmó el
15 de septiembre de 1821 el Acta de Independencia que preparó don José Cecilio del Valle.
Irónicamente, Gabino Gaínza, representante del rey de España en Centroamérica fue el primero en
firmar el histórico documento político.

Según se puede leer en el Acta del 15 de septiembre de 1821, la Independencia de Centroamérica


fue proclamada por las élites y notables de la ciudad de Guatemala y algunos de las otras provincias
del Reino para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de
hecho el mismo pueblo. En esta zona de América la emancipación política no llegó tras una guerra
de independencia o algún otro tipo de ruptura o discontinuidad colonial y tuvo más bien un carácter
preventivo, una especie de autogolpe, frente a cualquier potencial ardor popular. En 1821 ni hubo
derrocamiento de viejas autoridades ni desplazamientos al interior de los grupos dominantes. En
ese sentido, el Antiguo Régimen permaneció en pie. A partir de la independencia —y hasta finales
del siglo XIX— Centroamérica se ha caracterizado por la continuidad de redes familiares, negocios,
culturas, mentalidades, autoritarismo y fracasos de los intentos de democratización.

Por último, debe mencionarse que las élites políticas centroamericanas de principios del siglo XIX
tenían la creencia de que el colonialismo español había dejado una doble herencia de absolutismo
en el gobierno y de carencia de virtudes ciudadanas en el conjunto de la población, lo que no
posibilitaba la fundación de un régimen republicano democrático y hacía inevitable la fórmula
autoritaria. Se estimaba que el pueblo real, no el ideal de los textos constitucionales, aún no estaba
preparado para ser libre. La idea de una democracia pospuesta o postergada porque la gente aún no
estaba preparada para hacer uso pleno de sus derechos ciudadanos, se complementaba
adecuadamente con el supuesto de la existencia de metas supremas a alcanzar, frente a las cuales
todo se debía sacrificar.

La anexión a México y la segunda independencia de Centroamérica

Durante las primeras semanas de vida independiente, los dirigentes buscaron minimizar los
cambios. El nuevo gobierno central en la ciudad de Guatemala y los gobiernos locales en las
antiguas Intendencias permanecieron en manos de los mismos individuos. Gabino Gaínza pasó de
Capitán General a Jefe Político, y la Diputación Provincial con sede en la capital de Guatemala,
ampliada con unos cuantos miembros nuevos, se convirtió en Junta Provisional Consultiva.

el 5 de enero de 1822 la Junta declaró la anexión a México. Solo algunos de los 170 ayuntamientos
que respondieron rehusaron unirse a México. Tal fue el caso de San Salvador y San Vicente, entre
otros. La fragmentación política fue evidente y los ayuntamientos de la antigua Intendencia de San
Salvador tomaron sus decisiones por separado. A pesar del liderazgo del padre Delgado en la
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capital, Santa Ana y San Miguel favorecieron la anexión. Esta situación dio lugar a dos invasiones de
la provincia de San Salvador en 1822 y en 1823. Primero, el Ayuntamiento de Santa Ana decidió
unirse a Sonsonate. Esta región, como no había sido parte de la Intendencia, no dependía de las
autoridades de San Salvador. Para fortalecer a los santanecos, la Junta Provisional
en Guatemala envió al sargento mayor Nicolás Abos Padilla con tropas de Sonsonate para proteger
a Santa Ana, pero en marzo las tropas de San Salvador, comandadas por Manuel José Arce,
derrotaron a Padilla en el llano del Espino cerca de Ahuachapán. Una segunda expedición, enviada
en junio por la Junta Provisional y que llegó hasta San Salvador, fracasó cuando Arce y Delgado
organizaron una brillante defensa de la ciudad. San Salvador, pues, se había declarado en rebeldía
ante las autoridades de la ciudad de Guatemala. Mientras tanto, Agustín de lturbide, que
recientemente se había proclamado Emperador de México, había enviado al general Vicente Filísola
a asistir a los chiapanecos que querían formar parte de México.

Tras la caída de Iturbide, los dirigentes centroamericanos se vieron obligados a reconsiderar el


destino político del antiguo Reino de Guatemala. José Matías Delgado fue el primer Presidente de la
Asamblea Nacional Constituyente. Juan Vicente Villacorta participó en el primer triunvirato.

Manuel José Arce fue electo primer Presidente de la Republica y Juan Manuel Rodríguez, Jefe de
Estado. También fueron nombrados Juan Francisco Sosa como ministro de Relaciones y Antonio
José Cañas y Juan de Dios Mayorga como agentes diplomáticos en Estados Unidos y México
respectivamente.

El 1 de julio, dicho cuerpo, convertido en Asamblea Nacional Constituyente, decretó la


independencia
de las Provincias Unidas de Centro América. De un día para otro, aun aquellos centroamericanos
que en su momento respaldaron con ahínco la anexión a México, se vieron frente al reto de intentar
construir una republica independiente. Esta fue la segunda declaratoria de independencia del istmo
centroamericano, pues ratificaron su soberanía frente a España, México o de cualquier otra potencia
exterior.

La República Federal

La República Federal centroamericana, de 1824 a 1839, fue un laboratorio político en donde se


experimentaron no solo principios republicanos, como el de la soberanía popular, sino también
prácticas que habían sido heredadas del constitucionalismo español, como las elecciones. Sin
embargo, desde un inicio, el “laboratorio federal” surgió con muchos problemas. Por un lado, los
nuevos estados (San Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica) asumieron una posición
autonomista que reñía con la visión de unidad. Además, el nuevo estado de El Salvador elaboró y
promulgó su Constitución mucho antes que la Constitución Federal, por lo que declaró que era un
estado soberano. Ello contradijo el espíritu federal, pues se suponía que la soberanía, es decir, la
suprema potestad o autoridad, no residiría en cada uno de los estados de la Federación sino en la
Federación misma, en la unidad de los estados. Es decir, en El Salvador lo que no se permitía era
que prevaleciera una federación, pero sí una confederación, o sea, la unidad política de estados en
donde cada uno poseía una soberanía que estaba por encima de la suprema autoridad federativa.

SAN SALVADOR Y LA ANEXIÓN A MÉXICO

La República Federal centroamericana estuvo cimentada en la una estructura política de división de


poderes. La Constitución Federal y las estatales instituyeron cuatro Poderes. En el caso de la
federación, estos eran el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial y el Senado.

En Centroamérica no hubo guerras de independencia. La guerra civil no fue previa, sino posterior al
acto político urbano, elitista, pacífico y transaccional por el cual la Audiencia de Guatemala empezó
a

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convenirse en República Federal de Centroamérica en 1823. La República no se organizó para
mantener la integridad territorial, sino para iniciarla.

La República Federal era el resultado de un proceso de desintegración del poder administrativo


colonial. Centroamérica, en la Colonia, fue una prolongación administrativa para extraer riquezas y
obtener ingresos fiscales cada vez mayores. El orden político solo fue posible en la medida en que
los funcionarios fueron la continuación del poder de España. Cuando este comenzó a oscilar y debi-
litarse, la estructura burocrática de Centroamérica se resquebrajó.
Los criollos no pudieron retener el control político heredado. Como la Independencia solo alteró la
fidelidad a la monarquía española, fue muy difícil legitimar al nuevo Estado frente a la sociedad
centroamericana.

Centroamérica se sumergió en guerras civiles constantes y destructivas. En Guatemala, el poder de


los grandes comerciantes y los terratenientes no obtuvo la legitimidad necesaria, por lo general dada
por una victoria militar, ni tuvo la racionalidad de un nuevo orden que se construye.

El federalismo era un lujo para la República, pero también era una solución inevitable. Para
establecer un Estado nacional era necesaria la existencia de una burguesía incipiente que pudiera
hegemonizar la federación. Sin embargo, cuando las provincias rechazaron el liderazgo de
Guatemala en el proyecto federal, establecieron las condiciones para la desavenencia y la
desorganización.

El Estado federal es todo lo contrario a lo que había en Centroamérica: un territorio no definido con
grandes vacíos en el Atlántico, un sistema de comunicación interno precario y otro externo rígido y
obsoleto, mercados locales, pequeñas economías casi autosuficientes y atrasadas, localismos
irreconciliables, viejos resentimientos y desconfianzas. La dispersión regional reforzó la adscripción
física y emocional a las pequeñas ciudades y a la zona próxima. El Estado federal debía unir un
poder
fragmentado y descentralizado

Las guerras federales:

Los primeros años de la vida independiente habían sido difíciles, pero en 1824, al proclamarse las
constituciones de los estados y de la Federación, se empezaron a colocar las bases del estado en
Centroamérica. Los dos años siguientes parecían promisorios, pues se instaló un Congreso federal,
fue electo Manuel José Arce como Presidente de la Federación y se establecieron relaciones con
potencias extranjeras. Inglaterra, Estados Unidos y Holanda enviaron diplomáticos para establecer
relaciones con el nuevo país.

Normalmente se nos ha hecho creer que la disputa política en la época federal fue entre liberales
contra conservadores. Sin embargo, hoy sabemos con más precisión que la lucha fue entre
centralistas y federalistas. En la facción de los centralistas se hallaban las poderosas y antiguas
familias guatemaltecas, los conservadores, muchos liberales y republicanos.

Todos ellos coincidían en constituir una República Federal en donde el poder político y económico
residiera y se concentrara monopolizado en la capital de Guatemala.

En cambio, los federalistas, en donde se encontraban también muchos liberales y republicanos,


tenían la creencia de que el poder político debía estar distribuido entre los estados integrantes de la
República aunque hubiese un país que la dirigiera.

Lo que estaba detrás de estas posiciones era el miedo y las rencillas que tuvieron las provincias del
antiguo Reino de Guatemala con los comerciantes exportadores guatemaltecos.

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En el transcurso de estas guerras civiles, el liderazgo de los liberales pasó a Francisco Morazán,
quien demostró un gran talento militar. En 1829, logró la derrota total de las tropas federales, lo que
le permitió salir electo Presidente de la República Federal. Durante los diez años que estuvo en el
poder, Morazán contó con muy pocos recursos para desempeñar su labor y a pesar de grandes
esfuerzos la Federación terminó disolviéndose , y no ha vuelto a crearse, a pesar de los intentos
posteriores.

Terminada la primera guerra civil en 1829, el general Morazán cayó en la cuenta de la necesidad de
una definición por la fuerza. Vio con claridad que el papel del ejército, como poder fundante del
aparato del Estado, era decisivo. Pero sus esfuerzos unificadores fueron interrumpidos en 1837 y
esta vez para siempre. El alzamiento de Rafael Carrera, una extensa guerra campesina y la
insurgencia indígena y mestiza de inspiración clerical que primero derrotaron a Morazán y después a
los jefes de los estados de Honduras y El Salvador, en la batalla de La Arcada (1850), pusieron fin al
llamado ejercito federal. En su lugar; cada Estado creó su propia institución armada, tarea que
tampoco resulto fácil.

Al final Morazán terminó siendo víctima de sus propios ideales. Sus ideas no se materializaron, por
lo que gran parte del pueblo centroamericano acabó por abandonar la causa liberal. Esto favoreció a
los conservadores, que habían sido desplazados del poder en 1829 y cuyos planteamientos
terminaron por dividir a Centroamérica en cinco pequeñas naciones. Es evidente que el legado
fundamental del pensamiento de Morazán está en su propio ideario unionista centroamericano. Es
una figura importante en la historia de la ideas de Centroamérica.

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