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218 EL HOMBRE EN LA LENGU EORNIA Y SENTIDO EN EL LENGUAJE 219
por mutilado de subjetivismo, por escapar a la competen° los lógicos), ya la materia de los elementos lingüísticos cuando
del lingüista. Se pensaba que sería de los psicólogos o de lo es apartado el sentido, ya la disposición formal de dichos ele-
psicofisiólogos de quienes habría que esperar algunas luces sobr mentos en el nivel lingüístico correspondiente. Oponer la forma
la naturaleza y el funcionamiento del sentido en la lengua, po al sentido es una convención trivial y cuyos términos mismos
no ocuparse el lingüista más que de lo que puede ser aprehen parecen gastados; pero si procuramos reinterpretar esta oposi-
dido, estudiado, analizado merced a técnicas cada vez más pre ción en el funcionamiento de la lengua, integrándosela y escla-
cisas y cada vez más concretas. Hoy por hoy ha sido suprimid reciéndola por ahí, recupera toda su fuerza y su necesidad; ve-
esta interdicción, pero subsiste la desconfianza y —reconozcá mos entonces que encierra en su antítesis el ser mismo del len-
moslo— no deja de estar justificada en cierta medida por el guaje, pues he aquí que de golpe nos pone en el corazón del pro-
rácter bastante vago, tenue y aun inconsistente de las nocion blema más importante, el de la significación. Antes que nada,
que se encuentran en las obras, generalmente de espíritu basta el lenguaje significa, tal es su carácter primordial, su vocación
te tradicional, que son consagradas a lo que se llama semánti original que trasciende y explica todas las funciones que garan-
A decir verdad, las manifestaciones del sentido parecen tan 11 tiza en el medio humano. ¿Cuáles son estas funciones? ¿Nos
bits, huidizas, imprevisibles, como concretos, definidos, deciri pondremos a enumerarlas? Son tan diversas y numerosas que
tibies son los aspectos de la forma. No habrá que sorprende eso sería citar todas las actividades de palabra, de pensamiento,
si de los dos términos del problema de que nos ocupamos aqu de acción, todas las realizaciones individuales y colectivas que
sólo el segundo parece concernir a la lingüística. Los filósof están vinculadas al ejercicio del discurso: para resumirlas con
no deben creer que un lingüista, cuando aborda estos prob una palabra, diría yo que, mucho antes de servir para comuni-
mas, puede apoyarse en un consenso, y que le baste con resum car, el lenguaje sirve para vivir. Si sostenemos que en ausencia
presentándolas un poco diferentes o simplificándolas, ideas qu del lenguaje no habría ni posibilidad de sociedad ni posibilidad
fueran generalmente aceptadas entre los especialistas en len de humanidad es, por cierto, porque lo propio del lenguaje es
guas, o ideas que se impusieran al analista del lenguaje. Ouie ante todo significar. La amplitud de esta definición da la medi-
ahora habla, lo hace en su nombre, y propone puntos de vist da de la importancia que corresponde a la significación.
que le son propios. La presente exposición es un esfuerzo p Surge una cuestión en el acto: ¿qué es la significación? Pero
situar y organizar las nociones gemelas de sentido y de forro ¿podrá definírsela a estas alturas sin correr de inmediato el ries-
y para analizar las funciones fuera de todo supuesto filosófic go de eircularidad? Los lingüistas aceptan esta noción hecha,
previo. empíricamente; no sé si los filósofos la habrán escrutado por
Nuestro dominio será el lenguaje llamado ordinario, el le ella misma; a decir verdad, cs uno de esos problemas inmensos
guaje común, con exclusión expresa del lenguaje poético, qu que, por atañer a demasiadas ciencias, no pertenecen propia-
tiene sus propias leyes v sus propias funciones. Se convend mente a ninguna. Sólo veo que se hayan ocupado de ello los
en que la tarea no deja de ser bastante amplia. Pero todo lo qu lógicos, muy especialmente en Estados Unidos, la escuela de
se ponga en claro en el estudio del lenguaje ordinario apro% Carnap y de °tibie. En realidad, en su preocupación de rigor
chará, directamente o no, a la comprensión del lenguaje poéti t han dado de lado todo intento de definición directa de la signi-
también. ficación; por no caer en el psicologismo han remplazado el análi-
En primera aproximación, el sentido es la noción implicada sis de la significación por el criterio objetivo de aceptabilidad, en-
por el término mismo de lengua como conjunto de procedi- sayado mediante pruebas, según unos predicados sean aceptados
mientos de comunicación idénticamente comprendidos por un; o no por el locutor. Así para Carnap la significación o, como pre-
conjunto de locutores; y la forma es, desde el punto de vista fiere decir, la intensión (opuesta a la extensión), de un predicado
lingüístico (que debe distinguirse bien del punto de vista de Q para un sujeto parlante x cs la condición general que debe sa-
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tisfacer un objeto y para que el sujeto parlante x acepte atribuir
el predicado O a este objeto y. Así la "designación significante", Diremos pues con Saussure, a título de primera aproximación,
lo que él llama significant designación, será obtenida por indaga- que la lengua cs un sistema de signos.
ción, de acuerdo con la reacción positiva o negativa del locutor, Es la noción de signo la que integra en adelante en el estudio
que aceptará o no asociar tal predicado a una serie de objetos de la lengua la noción muy general de significación. Esta defi-
variables. Ouine no opera directamente con el concepto de sig- nición ¿la plantea exactamente, la plantea enteramente? Cuan-
nificación. Utilizando un procedimiento lógico que otrora sirvió do Saussure introdujo la idea del signo lingüístico, pensaba ha-
a Russell para definir el número, pone en lugar de la significa- berlo dicho todo acerca de la naturaleza de la lengua; no parece
ción la relación de "misma significación" De suerte que la sig- haber considerado que pudiera ser otra cosa al mismo tiempo,
nificación es idéntica a la sinonimia. Este proceder, del que no sino en el marco de la oposición bien conocida que establece
tengo que ocuparme más aquí, puede ser justificado en una con- entre lengua y habla. Nos incumbe pues tratar de ir más lejos
cepción estrictamente positiva a fin de eliminar toda contamina- del punto donde Saussure se detuvo en el análisis de la lengua
ción de psicologismo. No creo que valga para el lingüista, que como sistema significante.
se ocupa ante todo de la lengua por ella misma; y, como vere- Hay que empezar por comprender todo lo que implica, en
mos, no podemos contentarnos con un concepto global como cuanto a las nociones que nos ocupan aquí —noción de sentido
el de la significación, por definir en sí y de una vez por todas. así también de forma—, la doctrina saussuriana del signo. No
El curso mismo de nuestra reflexión nos conducirá a particula- • se asombrará uno bastante de ver a tantos autores manejar ino-
rizar esta noción, que entendemos de modo muy otro que los centemente este término, "signo'', sin discernir lo que tiene
lógicos. Por atenernos de momento a lo que cada cual entien- de constreñimiento para quien lo adopta, ni a qué lo compro-
de por ello, puede darse por admitido que el lenguaje es la ac- mete en adelante. Decir que el lenguaje está hecho de signos es
tividad significante por excelencia, la imagen misma de lo que decir, primero, que el signo es la unidad semiótica. Esta pro-
puede ser la significación; todo otro modelo significativo que posición que —subrayémoslo— no está en Saussure, quizá por-
pudiéramos construir sería aceptado en la medida en que se que pensó que caía por su propio peso, y que formulamos aquí
asemejara al de la lengua en tal o cual de sus aspectos. En efec- en el umbral del examen, encierra una doble relación que hay
to, en cuanto una actividad es concebida como representación que explicitar: la noción de signo en tanto que unidad, y la no-
de alguna cosa, como "significante" de alguna cosa, surge la ción de signo como participante del orden semiótica
tentación de llamarla lenguaje; de ahí que se hable de lenguaje Toda disciplina que aspire a adquirir el estatuto de ciencia
a propósito de diversos tipos de actividades humanas, como to- debe ante todo definir sus constantes y sus variables, sus opera-
dos sabemos, de suerte que se instituya una categoría común ciones y sus postulados, y primero que nada decir cuáles son sus
a modelos variados. unidades. En las ciencias de la naturaleza, las unidades son en
Oue la lengua signifique, quiere decir que la significación no general porciones idénticas convencionalmente deslindadas en
es cosa que reciba por añadidura, o en mayor medida que otra un continuo específico; hay así unidades cuantitativas, idén-
actividad; es su ser mismo; si estuviera ausente, no sería nada. ticas y sustituibles, en cada disciplina de la naturaleza. El len-
Pero tiene también un carácter muy diferente, pero igualmente guaje es muy otra cosa, no participa del mundo físico; no cs
necesario y presente en toda lengua real, aunque subordinado algo continuo, ni idéntico, sino muy al contrario, discontinuo
—insisto— al primero: el de realizarse por medios vocales, d desemejante. De ahí que no se deje dividir sino descomponer: sus
consistir prácticamente en un conjunto de sonidos emitidos unidades son elementos básicos en número limitado, distinta
percibidos, que se organizan cn palabras dotadas de sentido. cada una de la otra, y estas unidades se agrupan para formar
este doble aspecto, inherente al lenguaje, el que es distintiv nuevas unidades, y éstas a su vez podrán formar otras más, de
nivel superior cada vez. Ahora bien, la unidad particular que
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es el signo tiene por criterio un límite inferior: este límite cs el ningún fonema dental o nasal o gutural. He aquí, pues, una
de significación; no podemos descender por debajo del signo sin selección operada, para constituir signos formales, en el inven-
afectar a la significación. La unidad, diremos, será la entidad tario de los fonemas que la lengua posee. De la misma manera,
libre, mínima en su orden, no descomponible en una unidad in- al final de las formas verbales flexionadas son admitidas sola-
ferior que sea, a su vez, un signo libre. Es pues signo la unidad mente cuatro vocales de las cinco: a e i o; jamás hay u; las con-
así definida, participante de la consideración semiótica de la sonantes son sólo tres, nn s t, y en una función especial (medio-
lengua. pasivo), r; ninguna de las numerosas otras consonantes es admi-
Una de las tesis principales de Saussure es que la lengua for- tida en esta posición. Aquí está un ejemplo de selectividad so-
ma una rama de una semiología general. Ha sido el infortunio, metida a la constitución formal del significante latino. En fran-
y será la gloria, de Saussure el haber descubierto el principio de cés podría asimismo darse con cierto número de características
la semiología medio siglo antes de tiempo. Tratando del signo que son determinadas siempre por la función de constituir una
lingüístico, abrió por adelantado el camino a una descripción parte de un significante. Así la vocal [1], escrita in- (en invisi-
de las unidades semióticas: éstas deben caracterizarse desde el ble), con una variante mecánica in- (en inédit), en la inicial de
doble punto de vista de la forma y del sentido, puesto que el una larga serie de adjetivos; esta vocal está necesariamente ahí
signo, unidad bilateral por naturaleza, se ofrece a la vez corno porque asume cierta función en cierta clase de signos; esta fun-
significante y corno significado. Quisiera proponer aquí algunas ción es la función de negación.
observaciones sobre uno y otro de estos aspectos. Hay así una serie de características que pueden ser averigua-
El significante no es sólo una serie ordenada de sonidos que das, en cada lengua, por examen atento de la estructura formal
exigiría la naturaleza hablada, vocal, de la lengua; es la forma de los significantes. Llegamos así a crear en el análisis del signi-
sonora que condiciona y determina el significado, el aspecto ficante un plano distinto del de los fonemas, es el de los com-
formal de la entidad llamada signo. Se sabe que toda forma lin- ponentes formales de significantes. Este análisis puede ser lle-
güística está constituida en último análisis por un número res- vado más adelante; permitirá establecer grandes inventarios es-
tringido de unidades sonoras llamadas fonemas; pero hay que tadísticos, que requerirán como tales un tratamiento lógico y
notar bien que el signo no se descompone inmediatamente en matemático. Cada lengua, en su organización entera, será sus-
fonemas, ni más ni menos que una serie de fonemas no com- ceptible de parecidos análisis y se pondrán así en claro esque-
pone de inmediato un signo. El análisis semiótico, diferente mas que ilustrarán la estructura propia de cada idioma. Instau-
del análisis fonético, exige que planteemos, antes del nivel de ramos pues, bajo la consideración semiótica, clases particulares
los fonemas, el de la estructura fonemática del significante. Aquí que nombramos semióticas, algo pesadamente si se quiere, a fin
el trabajo consiste en distinguir los fonemas que forman sólo de delimitadas mejor y para especificarlas en su orden propio:
parte, necesariamente, del inventario de la lengua, unidades des- semiolexemas, que son los signos léxicos libres; seiniocategore-
lindadas por procedimientos y una técnica apropiados, y aquellos mas, que son subsignos clasificadores (prefijos, sufijos, etc.)
que, simples o combinados, caracterizan la estructura formal del que vinculan clases enteras de significantes, asegurando con ello
significante y desempeñan una función distintiva en el interior grandes unidades, superiores a las unidades individuales, v final-
de esta estructura. mente semiofonemas, que no son todos los fonemas de la no-
He aquí un par de ejemplos, elegidos entre los más sencillos. menclatura corriente, sino aquellos que, como acabamos de in-
En latín, la final de una forma nominal flexionada, cualquie -
captación de lo real por nuestra lengua, en tanto que semántica. minado número de mecanismos, de esquemas de producción,
Esta distinción de lo semiótico y de lo semántico llega mucho que pueden formularse, que hasta pueden formalizarse; es a re-
más lejos que la dicotomía saussuriana de la lengua y el habla. conocerlos e inventariarlos a lo que se dedica cierta escuela de
El señor l3enveniste vuelve a encontrar el problema, ya vislum- lingüistas hoy por hoy. Pues bien, veamos, en lo concreto de su
brado por Meillet cuando distinguía la inmanencia y la tras- labor, las operaciones que practican los teóricos de la gramática
cendencia de la lengua, es decir las relaciones internas a la len- generativa: observamos que siempre se sitúan dentro de una
gua y su superación hacia alguna cosa otra. La doble lingüís- sintaxis real para fundar en razón lo que puede ser dicho y lo
tica del señor Benveniste permite comprender que el lenguaje que no puede ser dicho. Ahí está la distinción fundamental. Se
se constituye en la clausura del mundo de los signos y no obs- preguntan, por ejemplo: ¿por qué procedimiento se pasa de
tante se supera hacia lo que dicen. Al mismo tiempo que el determinada manera de decir a otra? ¿Por qué procedimiento
apuntar a la realidad al nivel de la frase, Benveniste permite puede convertirse una frase de tipo activo, transitivo, en una
resolver otro problema, el de la instancia del sujeto a su propio frase pasiva? ¿Por qué procedimiento sc trasforma una proposi-
lenguaje por medio del nombre propio, de los pronombres, de los ción asertiva en una proposición negativa? ¿Cuáles son las leyes
demostrativos, etc. Sería interesante, por lo demás, saber cómo que gobiernan esta generación?
se sitúa el señor Benycniste ante Custave Cuillaume, quien Por formales que sean estos procedimientos, expresados con
también se propuso "volver al universo" el lenguaje por medio forma axiomática, inclusive matemática, apuntan en definitiva
de la morfología del discurso. a realizaciones. No dejamos de estar en lo semántico.
Quisiera ahora plantear la cuestión siguiente a Benveniste: Quisiera precisar aquí un punto que quizá no realcé bastante.
en la perspectiva que ha abierto, ¿no habría que prolongar la Lo que participa de la necesidad idiomática, del mecanismo gra-
dualidad de la semiótica y de la semántica hasta en el orden matical. es algo distinto, que pertenece a la estructura formal
sintagmático? ¿No has' por un lado los sintagmas que son cada de la lengua v permanece fuera de lo semántico y de lo semióti-
instancia de discurso, cada vez circunstanciales y referidos a una ca por no ser significación, propiamente hablando.
situación y a un locutor singular, y por otro lado una "gramá-
tica" que permite tratar como una producción autonormada la A LA PREGUNTA DE UN CONGRESISTA ACERCA DE LAS RELACIONES
creación de un número infinito de frases? Esta vez es por el ENTRE LÓGICA Y sEruutzru;,‘, RENvENrsit RESPONDE: La necesidad
rumbo de Chomskv por donde habría que llevar la comparación 1'la justificación que los lógicos se dan a sí mismos a propósito
y la discusión. No es solamente la palabra la que puede ser de su empresa es evidentemente la noción de verdad, que condi-
abordada desde el punto de vista semiótico v desde el punto ciona los itinerarios y las divisiones instauradas en el interior de
de vista semántico, sino asimismo la frase. ¿Aceptaría usted ha- la lógica. Esta condición de conocimiento no es la condición pri-
blar de una semiótica y de una semántica de la frase? mordial para el lingüista, que analiza lo dado que cs la lengua
y que intenta reconocer sus leyes.
BENVENIST E. No me parece que la frase pueda hallar lugar en En cuanto al lugar de lo semiótico, creo que es un orden dis-
lo semiótico. El problema de la frase no se plantea sino en el tinto, que obligará a reorganizar el aparato de las ciencias del
interior de lo semántico, y es por cierto la región de la lengua hombre. Estamos, en efecto, enteramente al principio de una
a la que concierne la cuestión del señor Ricceur. Verificamos reflexión sobre una propiedad que no es aún definible de ma-
que hay., por una parte, empíricamente, frases y posibilidades de nera total. Es una cualidad inherente del lenguaje, pero que se
frases indefinidas, por otra, ciertas condiciones que rigen la ge- descubre también en dominios donde no se imaginaba que pu-
neración de las frases. Cada lengua posee sin duda alguna deter- diera manifestarse. Son conocidos los intentos actuales de orga-
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