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Reseña de Ricardo Salas del Libro de Jean Ladrière, L’Ethique dans l’univers de la
rationalité, Quebec, Artel-Fides, 1997.
Este libro recoge una serie de conferencias de ética que fueron redactadas en
circunstancias particulares principalmente entre los años 1990 y 1996, aunque existen
algunos otros artículos de los años anteriores sobre la temática y se divide en tres partes.
El objetivo general consiste en contribuir a la problemática de la normatividad ética en
el contexto de “la racionalidad de lo construido”.
Esto plantea un doble problema: por una parte el problema y la metodología apropiada
para la elaboración de las normas y por otra parte el problema del acuerdo intersubjetivo
sobre las reglas que se imponen a la práctica. Estos dos problemas están ligados porque
un acuerdo sobre las normas, aunque sea parcial, presupone un acuerdo sobre los
procedimientos de elaboración. En este sentido, la norma es una mediación entre la
consideración (visée) ética, en tanto que pertenece constitutivamente a la existencia
humana y las situaciones en relación a las cuales la acción debe decidir. Esto implica
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El nudo central de este libro es la acción considerada como mediación., y esto es porque
a través de la mediación ella pone concretamente en relación la determinación
fundamental que viene desde la profundidad de lo originario y que constituye el ser
humano como ser ético y estas determinaciones contingentes, históricamente situadas,
que la acción las ha suscitado construyendo el mundo de la racionalidad.
Se trata recordar en que consiste la problemática ética en tanto que tal. El capítulo 1
trata de la problemática ética en general, y lo hace en tres partes: la significación de la
expresión “dimensión ética”, en segundo lugar, qué es una problemática ética, y cuáles
son los desafíos de la ética.
• Dimensión ética.
Existe una cierta ambigüedad entre los términos “ética” y “moral”. El termino ética se
tiende a imponer en las discusiones que tratan de las orientaciones de la acción, pero en
términos generales se pueden utilizar como semánticamente equivalentes, en cualquier
caso ambas pueden ser diferenciadas. La cuestión central es la idea de “normatividad”
que está presente en ambas. La normatividad puede ser subjetiva y objetiva. El término
moral podría ser utilizado para designar el aspecto subjetivo de la normatividad de la
acción –es decir, las reglas de la acción en tanto reconocidas interiormente por el sujeto
que actúa-, mientras que el término “Etica” puede ser utilizado para designar el aspecto
objetivo, dicho de otra manera cuando la norma es la regla de la acción en tanto que es
un dato cultural..
Pero existe otra distinción que está presente en el uso actual: la ética es esencialmente
considerada por una propuesta que tiene un carácter global, pero por este mismo hecho
relativamente indeterminadas. Mientras que la moral está esencialmente constituida por
normas, relativamente precisas que son relativas a un tipo de situación bien
circunscritas. Esto se encuentra en Sí mismo como Otro de Ricoeur cuando define la
ética como la “propuesta de una vida realizada” y la moral como “articulación de esta
propuesta en normas caracterizadas a la vez por la pretensión de la universalidad y por
un efecto de limitación” (p. 202).
ética sería uno de los ejes en los que puede ser analizada la existencia en su capacidad
de iniciativa, por la que ella puede contribuir a forjarse a sí misma. Es por y en la acción
que la existencia se proyecta concretamente hacia delante de si misma, mezclando la
iniciativa con lo que viene a su encuentro y se impone a ella como un orden de realidad
que ella no ha escogi*/+do La dimensión ética es el componente de la existencia en
tanto que le proporciona los principios que deben guiar su acción.
• Problemática ética.
• Desafíos de la ética.
Pero, el juicio ético que exigen las normas morales no implican una “aplicación
mecánica de una regla”, sino que entregan orientaciones. El juicio moral se inspira de
las normas morales disponibles en la tradición del agente y críticamente fundadas en la
reflexión ética. ¿Pero cuáles son, en definitiva, los desafíos éticos?. El concepto que nos
entrega una indicación de lo que constituye la vida buena es la libertad, es decir, un
modo de operatividad caracterizado por la autonomía: un agente libre es un agente
capaz de darse a sí mismo la ley de su propia acción y actuar únicamente en función de
esta ley, es decir se trata de reconocer en sí mismo la ley que dirige la acción.
*/+El capítulo 2 plantea que la ética se concentra en dos cuestiones: los fundamentos de
la ética y la determinación concreta de normas. La segunda es lo que interesa aquí, ésta
es una problemática esencialmente práctica, a saber, busca esclarecer las condiciones de
aplicabilidad de las normas en los contextos que suscitan perplejidad hoy día.
El discurso ético tiene dos niveles: fundamentos de la ético y la ética práctica que trata
de dar orientaciones relativas a tipos determinados de situación. Pero en ambos, se
dibuja el desafío de la ética es la estructura misma de la existencia que está exigida a ser
y a su auto-realización en la corporeidad, temporalidad y alteridad. Decidiendo la figura
que se da contribuye a decidir la figura de la humanidad y de aquí su significación
universal. La cuestión ética, que define el desafío del discurso ético, es la de un juicio
que debe pronunciarse sobre lo que implica, en relación a las condiciones que le afectan,
la exigencia de auto-realización que la existencia tiene constitutivamente.
Siguiendo la distinción kantiana entre razón teórica y razón práctica, donde ésta tiene la
primacía sobre aquélla, porque el “interés” teórico de la razón es el mismo conducido
por el dinamismo fundamental que subyace la vida ética. Pero al mismo tiempo la razón
práctica requiere de principios teóricos para operar. El esfuerzo de la razón práctica
procede por un equilibrio entre intuición y reflexión. La intuición es la aprehensión
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juzgante del sentido de una situación en relación a lo que hay que hacer (=eticidad de la
situación) la reflexión y la discusión es el momento crítico que permite depurar esta
intuición y desvincularla de la relativa indeterminación en la que ella se presenta. La
intuición ética es siempre interpretativa, pero esta diversidad no es insuperable. Indica el
límite de la intuición y ella exige la crítica, en la convicción que una convergencia debe
ser buscada y que un acuerdo es en principio posible. La esperanza de esta convergencia
encuentra su justificación en la creencia de la universalidad de la ética. Si esto es así la
consciencia ética es la condición de posibilidad de la enunciación del contenido de la
ética, es decir de la producción del discurso ético. El discurso ético es un momento de la
vida ética y su efectuación es en sí mismo un acto ético.
La segunda parte de este libro su ubica precisamente desde el punto de la vista del
sujeto de la acción en tanto que efectúa la mediación entre la exigencia ética –inscrita en
la estructura de la existencia- y las determinaciones concretas en las que la existencia se
da su efectividad. En este sentido, la acción es el despliegue de una iniciativa y la fuente
de la iniciativa, en otras palabras, es la existencia misma en tanto que es capaz de
determinarse a partir de sí, a saber, la existencia como sujeto.
El capítulo 5 muestra que como la existencia es una puesta en juego de sí, la acción
comporta siempre una dimensión de compromiso. Se propone un análisis del
compromiso que clarifica el aspecto auto-implicativo de la acción. Se hace una
distinción entre conducta y acto, el primero tiene un sentido amplio y éste último un
sentido restrictivo. Una conducta de compromiso es asumir sobre nosotros una cierta
acción en curso, pero no es una acción completamente nuestra. Un compromiso-acto es
una decisión total o parcial por la que el individuo liga su futuro, y en cierta medida, la
de otros. Una decisión se hace por referencia a un término extrínseco: un valor, una
persona, una institución. Varios ejemplos se pueden dar comprometerse por la justicia,
ejército, partido político, profesión, trabajo. El más relevante es el que llama a un estado
de vida porque afecta al individuo en la totalidad de sí mismo. En todos estos ejemplos
el elemento común es una puesta en juego de sí mismo, parcial o total. En síntesis hay
una variedad de compromisos y el compromiso interpersonal es una de las formas
posibles, aunque el más fuerte. Y una segunda delimitación es que puede ser estudiado
en cuadros de referencias distintos.
Siguiendo esta analogía habría que precisar la responsabilidad en su sentido ético que se
puede precisar a partir del sentimiento del deber, porque plantea una relación a la
estructura teleológica de la acción. Peor la finalidad ética no es puramente formal
porque concierne la existencia en su totalidad. La significación ética surge desde una
efectividad de la existencia que debe instaurar por sus propios recursos una forma de
vida. Esto sólo es posible si la determinación constitutiva de la existencia es
precisamente una determinación abierta. Esta relación es lo que la tradición ha
denominado libertad razonable o razón-libertad que una posibilidad que vale para todos;
pero esta condición de universalidad sólo vale en tanto que remite a la existencia como
singularidad. La existencia es la tarea por la que la razón práctica puede advenir como
razonable. La existencia no es sólo carencia, sino que es un telos, por tanto se plantea
como exigencia.. Es esta exigencia la que se presenta y aparece como un deber que
resuena sobre la acción particular como un fin que lleva a afirmar la propia
autorrealización y la autorrealización de los otros lo que funda el deber del
reconocimiento al otro como portador singular del destino de la razón libertad. La
responsabilidad debe ser precisada en relación a tres situaciones: responsable respecto
de sí, de los otros o de un estado de cosas. El existente mismo es quien se imputa la
responsabilidad de la misión de su autorrealización pero en acciones que se deben
realizar en contextos particulares, y donde la relación al fin no es evidente. El desafío de
la acción es actuar en de una manera incierta donde se trata de dar contenidos concretos
de la exigencia de este fin. La misión ética no se impone como limitación, sino como
una petición que formularía una obligación determinada.. El existente se vuelve
dependiente de sí mismo, en la constitución de su destinación. Así es a través de la
situación que la existencia se afecta como causalidad de sí misma y como tarea a
realizarse. La responsabilidad frente a otro provoca un descentramiento radical de la
existencia, porque se trata de asumir otra existencia que me hace una llamada concreta,
que se reconoce en un sentimiento que se expresa en el sentimiento y funda una
responsabilidad. Y también la responsabilidad en relación a las cosas permite definir
una responsabilidad ecológica, no por los condicionamientos biológicos porque el
estatuto de la existencia y su telos ético están en juego. Esta dimensión remite a las dos
anteriores y define la humanidad del hombre. Esto es posible no por un modo de ser de
la presencia sino de la espera, que se ve tensionada hacia un acontecimiento siempre
diferido que es del orden de la reconciliación, donde la existencia pueda reunirse a sí
misma y donde encuentra su justificación y su ser auténtico. Algo parecido ocurre con
otro que aparece como una persona en situación a través de acontecimientos que impone
un deber que se funda en el simple acto de su existencia. . La responsabilidad implica la
idea de una llamada y de una respuesta a dar que siguiendo la terminología kantiana en
relación ‘al orden de los fines’ Pero es un Reino que está más allá de todo lo instituido
que puede surgir el cuestionamiento a la responsabilidad del existente. De aquí se puede
concluir que la responsabilidad en su sentido ético debe asegurar la articulación entre el
lado subjetivo y objetivo. Pero este orden ético es un orden a instaurar, que se instaura
en y por la acción. Esto implica que existe un aspecto de invención porque el orden
ético no comporta la determinación precisa de lo que se requiere en relación a cada
situación, se presenta como un orden que interpela, como un orden que se instaura en el
horizonte de la acción. La responsabilidad ética se mediatiza bajo la forma de
responsabilidades regionales en las situaciones intermediarias: construcción del saber,
creación estética, producción del universo de los artefactos.
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El capítulo 8 pone en evidencia una relación compleja que a la vez separa y acerca el
orden ético y el orden político, poniéndolo en relación con el orden religioso. Se inicia
el análisis indicando que lo fascinante de la política es que ella es el lugar donde las
libertades se encuentran, de aquí que no pueda reducirse como el ámbito de los medios,
sino donde los fines están presentes y se deciden. Existe un recubrimiento entre ética y
política que se deja ver en las parábolas kantianas entre un universo regido por leyes,
una ciudad de fines y un cuerpo místico; existe entonces una proximidad significativa
entre naturaleza, política y religión, pero habiendo diferencias porque ellas no se ubican
en el mismo plan. La analogía central es la ciudad de fines porque presupone una
relación de mediación: la política es el lugar donde la ética toma su figura concreta por
la mediación del derecho. Pero la política sólo puede hacerlo de un modo parcial, a
diferencia de una concepción religiosa que muestra que el hombre no puede alcanzar
por si solo, debido a la presencia y poder amenazante del mal, que exige un apoyo de
Dios, es en la vida religiosa que el orden ético encuentra su expresión plenamente
adecuada.. A partir de estas indicaciones se puede entender dos figuras antitéticas:
teocracia y secularización absoluta. Ambas interpretaciones son estrechamente
solidarias en el ámbito teórico, por ello se requiere resituar el compromiso político y el
compromiso religioso. En términos generales se puede decir que la ética es el
advenimiento de lo humano en el hombre, pero esto es aún formal e indeterminado. Es
preciso avanzar sobre la vida ética concreta, más precisamente ¿cómo el querer ser
constitutivo del ser humano puede abrirse un camino hacia la satisfacción real del voto
que lleva?. Esto obviamente no llega de un golpe sino en la particularidad de una
existencia. Lo esencial de este esfuerzo consiste en acondicionar mediaciones en el
plano de las relaciones humanas, pero es preciso distinguir entre las relaciones
realmente interpersonal donde el ser del otro es accesible, de las relaciones indirectas
que se ejercen por el intermediario de prácticas, instituciones, símbolos, obras,
proyectos colectivos, etc. Estas últimas tienen una singular ambivalencia y están
marcadas por su opacidad. La cuestión que se plantea desde un punto de vista ético es
como sobrepasar la opacidad de la vida social, de sus contradicciones y luchas. Es aquí
donde se podría encontrar la significación de lo político que es justamente esta forma de
acción colectiva en y por la que la vida social trata de hacerse valer en su vocación
ética, dicho de otro modo es la mediación entre la sociedad como naturaleza y la
sociedad como reciprocidad de los espíritus, ella no puede negar lo que hace de la vida
social un destino y que engendran el conflicto.
Lo político contribuye a encaminar a los hombres hacia su destinación ética es por una
incidencia que surge del orden político mismo, éste hace existir una cualidad que sólo
puede existir por él, es decir las relaciones humanas en tanto que mediatas en una doble
dimensión como reciprocidad de las consciencias y en tanto que mediatiza éticamente la
vida colectiva. En relación a la religión, queda en evidencia que la analogía kantiana es
imperfecta, puesto que la perfección ética es diferente de la salvación. En todo caso lo
política y la religión tienen relaciones, pero no se re recubren el uno por el otro.
Pero también el concepto de libertad puede ser un principio director de la ética ya que
como el concepto de ética se relaciona a una factualidad trascendental y a una operación
de esquematización. La existencia es fuente de sus acciones, y no excluye que sea
condicionada. Esto significa la autonomía, pero no entendido como algo arbitrario sino
reconociendo las exigencias que condicionan su despliegue auténtico, lo que se logra a
través de la libertad. La libertad está asociada a un poder de efectividad que reside en el
cuerpo. En este sentido la libertad pueda ser un principio director de la reconstrucción
filosófica de la ética en la medida que está mediatizada por la corporeidad que es el
poder efectuante de la acción. La libertad es una dimensión de la existencia y ella se
distribuye en una pluralidad de existentes y su destino se juega en la relación que estos
establecen entre ellos. , para ello es imprescindible que el reconocimiento de la libertad
sea recíproco. En este plano se puede afirmar que existen dos principios directores que
permiten fundar una ética concreta., a pesar de las diferencias que tienen uno podría
preguntarse si no hay una cierta convergencia que las reúna. La ética de la libertad se
ubica en el terreno de la subjetividad transcendental que implica la relación pero no le
da la prioridad, en cambio en la eco-ética el concepto de armonía le da la prioridad a la
relación. No son los términos que preceden la relación sino la relación que precede los
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El capítulo 11 trata de las relaciones entre la ética y el derecho tomando como caso
paradigmático los “derechos humanos” considerados a su vez en su significación
intrínseca y en tanto que afectados por la condición de historicidad de la cultura. Si se
considera la Declaración Universal de los DDHH se observa que se sobrepone una
concepción de los derechos como garantía positiva. Existen dos concepciones que se
enfrentan: una visión pesimista sobre el poder que señala que el individuo debe ser
protegido contra las intrusiones abusivas del estado; otra optimista sobre el poder en que
el individuo debe contar con el apoyo del Estado para su realización. Para que estos
derechos puedan ser exigidos se requiere una mediación institucional y jurídica, pero no
impide que se puedan producir conflictos sobre todo en el momento de su aplicación.
Lo que permite avanzar en el reconocimiento es su forma de universalidad. El universal
–tal como se ha dicho- se presenta siempre desde el funcionamiento concreto, que está
inscrita en la estructura de la acción. En este sentido, es preciso comprender la
particularidad a partir de la universalidad y no inversamente; pero se no se trata de una
justificación, sino de un resorte que da el sentido a los procederes concretos. El
conflicto apunta no al universal, sino a las modalidades concretas en las que se debe
realizar. El derecho no tiene la forma de un universal, sino de una especificación, ocupa
un puesto intermediario entre el universal puro y las modalidades concretas de la vida
social; entonces los conflictos tratan sobre el contenido del derecho y sobre las
definiciones mismas del derecho. Los que se oponen a un derecho no pueden cuestionar
el horizonte de derecho, y por esta acción, mantienen la legitimación del universal. El
desafío del conflicto es casi siempre la acción emprendida y que requiere ser justificada
en un marco histórico donde no existe una plena adecuación entre la realidad de la
acción y los principios. Esta historicidad del contenido de los derechos tiene un
despliegue de tres figuras. 1. El despliegue de una esencia implica que los derechos son
considerados como la manifestación de una esencia escondida y que se manifestaría
necesariamente en el tiempo, esta visión hace la economía de todo lo que es contingente
y supone que el desarrollo del derecho es determinado por una ley interna; esta
concepción no permite mostrar como el derecho está asociado directamente a una
civilización industrial. Se podría en cierto sentido aceptar que existe una ley de la
esencia de la sociedad, pero esta no es algo definido a priori, sino que es el producto del
entrecruzamiento de libertades, si existe esta lógica social debe considerarse como un
resultante de la acción limitada de seres humanos en contexto. 2. La Concatenación
aleatoria de momentos constituyentes es un esquema que surge en biología que permite
mostrar cómo pueden aparecer determinaciones nuevas del universal. En este caso se
trata de explicar la emergencia de la novedad que se puede comprender sea como
vinculada a los datos antecedentes de una manera puramente lógica o bien se liga a los
datos antecedentes de una manera no deductiva tel. El aporte de esta explicación es que
permite una cierta inteligibilidad a partir de la integración de términos considerados en
su conjunto, lo que parece mostrar que evolucionan en una dirección determinada. Pero
esta idea de ortogenesis tiene sus dificultades, lo que se puede mostrar es que cada
nuevo término genera nuevas posibilidades 3 La acción anticipadora de un telos
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construido animado por el deseo de dominio. Este impulso es el que lleva a intentar
remplazar los sistemas naturales por los artificiales.