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DESBORDES

Y CONFLICTOS ENTRE
LA CULTURA ESCOLAR Y
LA CULTURA MEDIÁTICA

Jorge A. Huergo*

El trabajo articula distintas conclusiones teóricas de in- This work articulates certain theoretical conclusions from
vestigaciones interdisciplinarias y prácticas de intervención interdisciplinary investigations and field interventions in
en espacios educativos (consideradas como instancias de in- educational contexts (considered as instances of investigative
vestigación-acción), entre ellos los escolares, realizados en action) among those considered are those conducted by the
los últimos años por el equipo del Centro de Comunicación team from the Centro de Comunicación y Educación of the
y Educación de la Universidad de La Plata, Argentina. En Universidad de la Plata (Argentina). Certain conflicts are
él se muestran algunos conflictos en la cultura escolar debi- presented of school culture due to the increasing influence of
do al crecimiento de la cultura mediática, con el fin de re- media culture, with the aim of reconsidering the sense of
plantear el sentido de “lo educativo” en esta cultura, en “educative” within media culture - interpreted as a game of
tanto juego de interpelaciones a los sujetos y de reconoci- interpellations of subjects and subjective recognition. In the
mientos subjetivos. Finalmente, se presentan algunas con- final analysis, some reflections are presented about the role of
sideraciones acerca del papel de las políticas culturales en cultural politics in times of cultural disarray.
tiempos de revoltura cultural

* Director del Cento de Comunicación y Educación y Director del Programa de Investigación


* en Comunicación y Cultura de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universi-
dad Nacional de La Plata (Argentina). E-mail: jahuergo@perio.unlp.edu.ar

88 NÓMADAS
1. Algunas señales yéndose su carácter concreto e his- Por su parte, la educación del
de la crisis de la tórico1. niño entendida como preparación
“escolarización” para, ignora y acalla las revolturas
Pese a los esfuerzos (a veces socioculturales contemporáneas:
La escolarización, como estatuto paranoides) de la racionalización una cultura de lo efímero, una ima-
moderno de la educación, se ha visto escolarizadora, como obsesión por gen del “joven” que deviene deseo
desafiada en los últimos tiempos por la claridad y la distinción frente para los adultos, una desarticulación
una completa situación de revoltura a la oscuridad y confusión de los entre “educación para el trabajo” y
cultural. En particular, los ejes de la procesos y las prácticas culturales, el mundo del empleo, una desigual-
escolarización (como el disciplina- con el desorden sociocultural dad globalizada en el mercado. Ig-
miento de los sujetos y los saberes, la emergen algunos fenómenos a los nora y acalla, además, la emergencia
racionalización de las prácticas cul- que tenemos que prestar atención. de una cultura pre-figurativa en la que
turales, la identificación de un esta- En primer lugar, el ser alguien, ca- se produce un cambio en la natura-
tuto de la infancia, el centramiento racterizado como una libertad ro- leza del proceso cultural: los pares
en la lógica escritural y en el texto, deada de objetos, se articula con reemplazan a los padres (cfr.
la misma educabilidad) se encuentran las nuevas modalidades de consu- Gutiérrez, 1974; Martín-Barbero,
en una profunda y 1996). Sobre todo, la
novedosa crisis. educación como prepa-
ración para ignora o aca-
En la actualidad el lla una revoltura en el
disciplinamiento ha “estatuto de la infan-
sufrido un corrimiento cia”. La revoltura, que
hacia novedosas for- alcanza a los sujetos de
mas relacionadas con la educación, implica
un nuevo régimen de la una crisis, corrimiento
visibilidad, por un y redefinición de lo que
lado, y con la atomiza- fue el “estatuto de la in-
ción de los cuerpos, por fancia”, no sólo origina-
otro (cfr. Piccini, da por el consumo
1999). Lo real se haya cultural de los niños
convertido en un lugar (que no se corresponde
de tránsito, un terri- con las los productos/
torio en el que el des- “Alfabetización”. La Guajira, Colombia, 1973. Leo Matiz. ofertas del mercado
plazamiento es un para niños) o por la apa-
imperativo. Vivimos bajo el imperio mo que redefinen el horizonte del pro- rición (como expresan algunos eu-
de la inestabilidad social articulada gresismo civilizatorio. En segundo lu- ropeos azorados) de los “teleniños”,
con la fluctuación y la fugacidad, gar, la creciente percepción de los sino como consecuencia de la to-
donde el mundo vivido es, en buena jóvenes como violentos, delincuen- tal depredación y precariedad
medida, el mundo visible gracias a los tes, desviados sociales o “incorre- sociocultural producida por los
artificios de la técnica, que hacen del gibles” (en el sentido de Foucault), modelos neoliberales (cfr. Barbe-
mundo un objeto de visión. El mun- lo que contribuye a tejer una rena y Fernández, 2000). En efec-
do vivido se convierte gradualmente criminalización de la juventud. Fi- to, asistimos al dramático carácter
en imagen que acontece afuera y, a nalmente, emerge la violencia socioeconómico de las culturas pre-
la vez, se integra como una secuen- como desarregladora de los proce- figurativas, donde la pobreza y el em-
cia más dentro de las escenas de lo sos escolares en cuanto acción pobrecimiento ha llevado al
privado. Incluso el otro, como exte- destructora, invasora o depreda- reemplazo del adulto por el niño y
rioridad irreductible, se desmate- dora contra las escuelas o sus ma- por el adolescente en el sostén eco-
rializa, se deslocaliza y se ve sometido teriales; como una revancha de lo nómico de la familia. Con lo que
a la estética de la desaparición, dilu- bárbaro. cambia la naturaleza del proceso

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socioeconómico: el futuro, las eda- de la educabilidad2 . Así como G. 2. Desbordes: más allá
des y las etapas se alteran y provo- Simmel pensó la socialidad como tra- de las estrategias y
can la configuración del desorden ma de diferentes relaciones e las innovaciones
cultural. interacciones condensadas en la no-
ción de “sociedad” (Simmel, 1939), En este panorama, el abordaje
El tradicional centramiento en el no es posible mantener nuestra vieja de la relación cultura escolar/cul-
texto, en el libro como eje tecno- idea de educación, tan presente en tura mediática ha sido significati-
pedagógico escolar y en el modo es- las persistentes concepciones “ban- vamente reducido por algunas
calonado, secuencial, sucesivo y carias”. El aporte de Simmel al pen- perspectivas históricas que, gene-
lineal de leer (que responde a una sar la socialidad ha de ser una huella ralmente, ponen atención al rol for-
cierta linealidad del texto y a las se- para pensar los nuevos modos de co- mativo de sujetos que ha sido
cuencias del aprendizaje por edades municación (transmisión/formación) asumido por la escuela y otras ins-
o etapas), sumado al solipsismo de la de prácticas, saberes y representacio- tituciones educativas. Pero el pro-
lectura y la escritura, ha blema no es sólo un
desencadenado una pa- problema de incorpora-
vorosa desconfianza ha- ción y uso de aparatos
cia la imagen, hacia su técnicos (viejos o nue-
incontrolable polise- vos). Tampoco es sólo
mia, hacia la oscuridad un problema de estrate-
de los lazos sociales que gias educativas y/o
desencadena y hacia la comunicacionales.
confusión de las sensi- Ambos caminos, entre
bilidades que genera otras cosas, tienden al
(Martín-Barbero, repliegue de lo escolar
1996). La crisis de la y al reforzamiento de las
lectura y la escritura, viejas obsesiones peda-
atribuida defensiva- gógicas por la claridad,
mente por la escolariza- la distinción, la veloci-
ción a la cultura de la dad y la eficiencia.
imagen, debería com-
prenderse como trans- Hablamos de “re-
formación de los modos volturas” culturales
de leer y escribir el para designar la impo-
mundo (no ya sólo el sibilidad de trazar un
texto), como des-loca- Escuela rural sueca. c. 1943, Donald Mc. Leishi mapa de un territorio
lización de los saberes y cultural revuelto. La
como desplazamiento de “lo culto” nes en la trama de la cultura, como capacidad del trazado, en fin, se rela-
por las culturas. A esto se suma el espacio de hegemonías. Un nuevo ciona genealógicamente con los in-
conflicto entre la lógica escritural y régimen de educabilidad articulado tereses de la guerra: un ejército resulta
la hegemonía audiovisual. En gene- con la tecnicidad mediática como ser la matriz de una organización y
ral las mayorías populares latino- dimensión estratégica de la cultura, de un saber basados en el estudio de
americanas han tenido acceso a la que va configurando un ecosistema la campaña, el movimiento, la colo-
modernidad sin haber atravesado un comunicativo en el cual se modifi- nia y el territorio, con el fin de forta-
proceso de modernización económi- can los campos de experiencia al rit- lecerse frente al enemigo a través de
ca y sin haber dejado del todo la mo de la configuración de nuevas implantaciones y de distribuciones,
cultura oral. sensibilidades, de modos diferentes de de divisiones y de controles espacia-
percibir y de sentir, de relacionarse les, de ordenamientos de dominios y
Las revolturas culturales actuales, con el tiempo y el espacio y de reco- de estrategias (cfr. Foucault, 1980).
permiten pensar en un nuevo régimen nocerse y producir lazos sociales. Pero un territorio cultural revuelto no

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sólo imposibilita el trazado de un polisemia y las discontinuidades pro- larse en los sistemas educativos); el
mapa sino que, además, hace pias de la imagen, a la multivocidad tercero, es el proceso de explosión de
espasmódicas y pone en suspenso a de la cultura audiovisual, al drama del diversos modos de enlazarse social-
cualquiera de las estrategias que se reconocimiento conjugado por la ex- mente y actuar más allá de las esti-
plantearan. presividad cultural y la interpelación pulaciones de los “contratos sociales”
televisiva, entre otras cosas. (modos que irrumpen descontro-
El problema no es de incorpora- ladamente en los espacios escolares).
ción de aparatos e innovaciones ni En particular, nos interesa resaltar
de capacitación tecnológica, sino de 3. Revolturas que la institucionalidad (como serie
transformación cultural. El problema culturales: cultura de anudamientos significativos) y la
es empezar por comprender que los escolar y cultura docencia (como agencia de control
acontecimientos comunicativos me- mediática simbólico) se ven permanentemen-
diados por dispositivos técnicos se te desafiados por lenguajes y discur-
insertan en un dinamismo permanen- Los desencuentros, los conflictos sos provenientes de otros campos,
te que responde a exigencias y pro- discursivos y las pugnas por el signi- como el mediático (aunque, tam-
cesos sociales, produciendo modos de ficado de la experiencia y del mundo bién, el callejero, el comunal4 , el del
comunicación, rees- mercado, etc.).
tructuraciones en las
formas de percepción y Para abordar esos
evoluciones de las ac- desencuentros y con-
ciones, las creencias y la flictos, necesitamos ha-
imaginación colectiva3. cer, al menos, dos
grandes reconocimien-
Por su parte, mu- tos. El primero es que
chas estrategias de lec- nos constituimos como
tura “crítica” de medios sujetos en y de esa cul-
y de “educación para la tura en conflicto y re-
recepción” reavivan vuelta. De hecho,
una perspectiva fun- nuestras prácticas y los
cionalista o celebran un procesos culturales pue-
sujeto autonomizado en den comprenderse en la
la lectura o recepción y, Alumnos judíos yemenitas en Jerusalém, c. 1942
dualidad, expresada por
en ciertos casos, repre- Bourdieu (1991) de la
sentan un aggiornamien- investissement: como in-
to de las características de la en el espacio escolar tienen relación mersión en la cultura y como inver-
agonizante tradición escolarizadora. con una novedosa situación de sión en ella. La totalidad de las
En especial cuando las estrategias revolturas culturales. Éstas no deben prácticas y procesos (inmersos en las
educativas de recepción (en especial percibirse, sin embargo, sólo como revolturas culturales pero, a la vez,
televisiva) pretenden recuperar el sumatorias o agregamientos de frag- momentos de inversión en esa cultu-
espacio perdido por la hegemonía es- mentos culturales superpuestos y en ra) conforman saberes y sujetos en
colar por la vía de la crítica al desor- caos, sino como emergentes de tres una época de crisis de los saberes y
den cultural, entendiéndolo como tipos de procesos: el primero, es el de sujetos preexistentes y prescriptos por
deformación, o por la vía del disci- crisis y deslegitimación de las insti- el “deber ser” (propio de equipa-
plinamiento de la entrada de una tuciones (entre ellas, la institución mientos institucionales más o menos
cultura descentrada a una concien- moderna destinada a la formación de fijos, constantes y cerrados). En se-
cia que se forme en el orden de “lo sujetos); el segundo, el de asecha- gundo lugar, necesitamos reconocer
culto”. En muchas experiencias, miento por parte de sucesivas y di- que los diferentes espacios sociales
“conciencia crítica” no es más que versas reformas políticas neoliberales emergentes (como resultante de la
rechazo a un nuevo sensorium, a la (entre ellas, las que tienden a articu- crisis de las instituciones modernas)

NÓMADAS 91
nen en la actualidad los medios
masivos y las nuevas tecnologías.
Esta cultura indica el proceso de
transformación en la producción de
significados por la existencia de esas
tecnologías y medios. La cultura
mediática, en cuanto transfor-
madora de prácticas, saberes y re-
presentaciones sociales, opera
también desde dentro de la coti-
dianidad, más allá de las situacio-
nes específicas de “recepción”,
“audienciación” o del carácter de
“público”, “consumidores” o “usua-
rios” de los sujetos, extendiéndose
Tangañica, Africa Oriental, c. 1942
a todas las formas de la vida social.

resultan formadores de sujetos y pro- conjunto de prácticas, saberes y re- Los ámbitos educativos son es-
ductores de sentidos y de saberes, presentaciones producidas y repro- cenarios de pugnas culturales que las
aunque de manera muchas veces ducidas a partir de la institución exceden; son los lugares donde di-
transitoria; lo que contribuye a per- escolar. Pero también incluye las mo- versas formas de luchas se ponen de
cibir esas instancias de formación de dalidades de comunicación y trans- manifiesto (Huergo, 1998). Así, es
sujetos y producción de sentidos y misión de saberes para poder actuar imprescindible poner atención a la
saberes como abiertas y como refe- socialmente (más allá de la escuela) autonomía parcial (o “autonomía re-
rencias relativas. que operan de acuerdo con la “lógica” lativa”) de las culturas que juegan en
escolar. En este sentido, la cultura el escenario escolar, y al papel del
Con lo que resulta imposible des- escolar es una forma de producción, conflicto y la contradicción existen-
cribir los conflictos entre cultura es- transmisión y reproducción que tien- te en el proceso de reproducción so-
colar y cultura mediática en la forma de a la organización racional de la cial. Por este camino es posible
de manipulaciones ni meramente de vida social cotidiana. La cultura comprender los modos en que tra-
procesos de reproducción. Tampoco escolar, entonces, transforma desde baja la dominación política aun
es posible sostener que exista auto- dentro la cotidianidad social, impri- cuando los estudiantes rechacen des-
nomía absoluta de ninguna de am- miendo en ella formas de distribu- de sus culturas la ideología que está
bas respecto de la otra (no basta con ción, disciplinamiento y control de ayudando a oprimirlos. En esos ca-
la percepción del paralelismo entre prácticas, saberes y representa- sos, puede observarse en perspecti-
la escuela y los medios o el desplaza- ciones aún más allá de los ámbitos va cómo la oposición que impugna
miento de la escuela por los medios), identificados como la “institución activamente la hegemonía de la cul-
por más que produzcan, en distintas escolar”. tura dominante pone en conflicto a
medidas, discursos y representaciones la reproducción, pero puede también
excluyentes y absolutas. El problema C o n e l c o n c e p t o cultura asegurar un destino de relegamien-
central para describir los conflictos mediática, en cambio, hacemos re- to a situaciones de desventaja
entre cultura mediática y cultura es- ferencia a una categoría trabajada socioeconómica. Particularmente en
colar es el de las pugnas culturales por desde la semiótica, la sociología y el escenario escolar, además, se
el sentido. otras disciplinas. Este concepto (o visualiza cómo el drama de la resis-
el de “sociedad mediatizada”) alu- tencia (emparentado con el “drama
Para avanzar, es preciso aclarar de de a un diferencial de poder: a la del reconocimiento”) está directa-
qué hablamos cuando nos referimos capacidad modeladora del conjun- mente relacionado con el esfuerzo de
a “cultura escolar” y a “cultura mediá- to de las prácticas, los saberes y las incorporar otras culturas (como la
tica”. La cultura escolar comprende un representaciones sociales que tie- mediática, la callejera, la comunal)

92 NÓMADAS
al salón de clases. Las resistencias, El desencuentro se produce, pias formas y lenguajes disponibles
en ese caso, son formas de pelea en precisamente, en las distancias y para la “lectura y escritura” del
contra de que la escuela borre las fisuras entre los saberes, prácticas y mundo. En todos los casos, las dis-
identidades; son luchas contra la vi- representaciones provenientes de tancias y los límites, construidos
gilancia y el disciplinamiento de di- los discursos diferenciales (el esco- como fronteras discursivas, permi-
versas formas de la pasión y del lar, el mediático, el callejero, el ten el refuerzo de los propios esta-
deseo. comunal, el del mercado). Por otra tutos y representaciones en pugna.
parte, cada discurso refuerza su es-
pecificidad en la medida en que Cabe aclarar, sin embargo, que
4. Carácter discursivo ubica axiológicamente a cada uno todos los agentes que contribuyen al
del conflicto cultura de los otros. Por ejemplo, para el reforzamiento, incluso consciente, de
escolar/cultura discurso escolar, el mediático está sus propios discursos y de sus campos
mediática atrapado por la cultura masiva que de significación, se apropian de los
deforma y degrada la cultura, mien- otros y los hibridan en sus prácticas,
El problema de los encuentros y tras que el callejero, en cuanto anó- aunque lo hagan pretendiendo dar
los desencuentros entre la cultura malo, contiene las marcas del continuidad a sus propios intereses6.
escolar y la cultura mediática debe desorden, el descontrol y la peligro- En este sentido, parece mucho más
comprenderse más allá de las situa- sidad social. Para el discurso difícil cualquier hibridación entre los
ciones particulares que emergen en mediático, el discurso escolar se jue- discursos escolar y callejero, lo que
los microespacios educativos y de las ga entre la conservación de lo ar- implicaría cierto reconocimiento del
coyunturas actuales. Antes bien, di- caico y la cualificación por la vía carácter ideológico de la cultura
cho problema tiene que considerarse de incorporación tecnológica (en- escolar7.
según coordenadas sociales más am- tre otras cosas)5 , y el discurso calle-
plias que han producido pavorosas jero (como en el escolar) condensa Con lo dicho, es preciso revisar
escenas de marginalidad, de injusti- series de anomalías sociales y situa- el carácter performativo8 de los dis-
cia y de depredación social, según ciones de peligrosidad o de riesgo. cursos producidos por los campos es-
tiempos históricos largos de domina- Para el discurso callejero, finalmen- colar y mediático, entre otros. Tal
ción en América Latina, que van de te, el discurso escolar contiene una cuestión contribuye, por lo demás, a
la conquista (como protogloba- falsa epistemología, inservible para hacer comprensibles las pugnas por
lización) a la globalización (como enfrentar los problemas de la vida el significado de las experiencias y de
tardoconquista). Es cierto que las cotidiana, mientras que el discurso la vida que se dan, en este caso, en el
confusiones, las distancias, los cho- mediático se articula con las pro- espacio escolar. Pero para reconocer
ques entre una y otra culturas pueda
explicarse por el clima de profundas
revolturas culturales experimentadas
en la vida cotidiana y por las
novedosas disposiciones subjetivas
producidas por diferentes equipa-
mientos culturales. Pero, también, es
evidente que el conflicto debe situar-
se en las articulaciones de la cultu-
ra, en cuanto campo de lucha por el
significado de la experiencia y del
mundo, con lo político, como pro-
ceso de configuración de distintas
manifestaciones de poder regidas
según una lógica de cooperación o
antagonismo entre voluntades
colectivas. “Niños alemanes convalecientes, en un bosque cercano a Berlín”

NÓMADAS 93
la performatividad de dichos fundamentada (Buenfil
discursos, en cuanto puestas Burgos, 1993). A partir de los
en acción de sistemas modelos de identificación
lingüísticos, necesitamos in- propuestos desde algún discur-
troducir una noción: la de so específico (sea escolar,
sistemas de sentido. En ellos mediático u otro), el sujeto se
los discursos se inscriben y, a reconoce en dicho modelo, se
partir de ellos, los sujetos se siente aludido o acepta ser lo
reconocen y se encuentran. que se le propone ser.
Los “sistemas de sentido” no
pueden comprenderse sola- Los medios (y en especial
mente como configurados la televisión) han contribuido
desde posiciones de clase so- a una proliferación inusitada
cial, articuladas con organi- de modelos de identificación
zaciones políticas (de clase). que alcanzan el orden cultu-
En América Latina, los “sis- ral11 : formas de ver, de sentir
temas de sentido” están y de actuar, agendas temáti-
constituidos por las articula- cas, modos de relacionarse y
ciones entre, al menos, tres de resolver los conflictos...
dimensiones que se imbrican 1946. Robert Doisneau Pero, además, los sentidos
y se definen mutuamente. (i) Una di- en cuanto educativo: mediáticos proliferantes no están
mensión que está constituida por la “afuera” como un objeto. Se han he-
estructuración socioeconómica: las di-
el juego de las cho cultura, se han hecho hilos en la
ferencias de clase, las fracciones o interpelaciones y los trama cultural, se han mezclado, se
sectores sociales articulados en fun- reconocimientos han resignificado, han adquirido nue-
ción de la propiedad, la distribución vos alcances, no por la acción
y el control de los recursos económi- Pensar el campo cultural como resignificadora de los individuos (de
cos estratégicos, más las condiciones educativo implica comprenderlo como las audiencias) aisladamente, sino en
de acceso a mejores condiciones de dialógico9 y, a la vez, conflictivo. virtud de todo el proceso cultural en
vida. (ii) Otra dimensión que está Pero, por sobre todo, implica enten- el que esos individuos están inmersos
relacionada con las conformaciones de derlo como campo de articulación y por el que están configurados.
las identidades culturales, que otorgan entre diferentes y sucesivas
los lineamientos u horizontes de sen- interpelaciones y los reconocimien- Por esta vía se hace posible com-
tido de pertenencia al nosotros (que tos subjetivos que ellas provocan10. prender el carácter de la lectura y de
implica el reconocimiento de las di- Para esto, necesitamos trabajar con la recepción. La “recepción” de
ferencias), vinculado además con las una noción de lo educativo que nos interpelaciones, entonces, no tiene
cuestiones nacionales o “regionales”. permita interpretar los territorios cul- tanto que ver con el orden del cono-
(iii) Finalmente, una dimensión que turales revueltos, en cuanto cimiento, de los códigos o de los men-
se configura en torno a las definiciones formadores de sujetos. Es posible sos- sajes; tiene más relación con el orden
del espacio público y sus “redefiniciones tener que “lo educativo” consiste en del reconocimiento, de las matrices
posmodernas”, lo que comprende las que, a partir de una práctica de in- y de los formatos culturales. De ma-
relaciones de nuestra sociedad con terpelación, un agente se constituye nera que las diferencias (constituidas
otras y el entrecruzamiento de estas en sujeto de educación activo incor- a través de historias de lucha mate-
con las micro, las meso y las porando de dicha interpelación algún rial y simbólica y constitutivas de
macroesferas públicas y, además, los nuevo contenido valorativo, con- nuestra identidad) no se configuran
modos particulares de resolución de ductual, conceptual, etc., que modi- en o por la recepción de interpela-
los conflictos y las contradicciones fique su práctica cotidiana en ciones, sino que se “encuentran” y se
singulares. términos de una transformación o en “reconocen” en ella (y no siempre de
términos de una reafirmación más manera armoniosa y feliz); y al reco-

5. El campo cultural
94 NÓMADAS
nocerse y encontrarse se refiguran. Y lucha por hacerse reconocer; por- nos han hablado, que han hablado
se encuentran a partir de encuentros que sea reconocida la voz y la me- por nosotros).
y de reconocimientos previos, moria, la socialidad y la
multitemporales (de allí su carácter sensibilidad, la historia y la trayec- Tanto el abordaje de las matrices
dialógico); a partir de matrices de toria de la que están hechas las di- y las tradiciones residuales en la vin-
sentido que anteceden esos encuen- ferencias en cuanto identidades. De culación entre lo educativo, lo cultural
tros y reconocimientos; matrices ya allí que el reconocimiento tenga y lo político, como la consideración
constituidas pero en permanente pro- más que ver con la telenovela, el de los espacios escolares en su com-
ceso de constitución, precisamente fútbol, el rock y la cumbia, que con plejidad, nos ha llevado a la necesi-
en esos acontecimientos de encuen- las instituciones políticas, la escue- dad de reconocer “lo educativo” en
tro y reconocimiento. la o los partidos (que muchas veces otros espacios sociales que han privi-
no hablan al pueblo del que hablan, legiado los lazos antes que la institu-
Todo producto cultural, en es decir, no trabajan para posibili- cionalidad y los contratos sociales. En
cuanto interpelador, habla al pue- tar el reconocimiento). De allí, este sentido, hemos investigado y de-
blo del que habla12 . De este modo, también, que las estrategias peda- sarrollado prácticas de aproximación
el reconocimiento trabaja en el mar gógicas deberían tener más en cuen- a diferentes espacios urbanos conside-
de la reconciliación entre la pro- ta el contar/relatar de los sujetos (las rados como “polos de identidad” o,
ducción cultural y las masas popu- identidades preexistentes al acto de mejor, de identificación14 . En esos
lares. Así, entre la fascinación, la formación), que el concientizar a los polos, los sujetos forjan sus identida-
idealización y la seducción, en el re- sujetos; deberían tener más relación des en la medida en que experimen-
conocimiento (como drama) se jue- con el reconocimiento que con el tan un sentido del nosotros, una
ga la hegemonía. “Drama del conocimiento (que muchas veces es representación de distinguibilidad (los
reconocimiento” ya que es (en el la reproducción/imposición del re- otros) y una narrativa histórica común
producto y en la recepción) una conocimiento de otras culturas, que (cfr. Giménez, 1997).

“El niño y la paloma”, c. 1960. Robert Doisneau

NÓMADAS 95
6. De las revolturas a to a los discursos de orden como en conformación de estatutos). Pero, ade-
la revolución las lecturas de los textos culturales más, con una rearticulación del len-
cultural: el desafío dominantes. En el nivel de la expe- guaje y la experiencia, con el fin de
de construir riencia, la culminación de la posición posibilitar modos de subjetividad más
políticas culturales crítica se da en distintos tipos de prác- autónomos. Es decir, al reconocer
democratizadoras ticas de resistencia y de transfor- cómo somos leídos y escritos por los
mación de las situaciones de lenguajes hegemónicos disponibles,
A partir de las interpelaciones y dominación. Pero no es posible la podemos ampliar (desde la expresión
de los modelos de identificación pro- vinculación necesaria de lecturas y de la voz y desde el combate herme-
puestos desde los distintos discursos prácticas oposicionales con experien- néutico) los horizontes de nuestras
específicos (sea el escolar, el me- cias resistenciales y transformadoras. experiencias, haciéndolas transfor-
diático, u otro) el sujeto se reconoce, Es decir, no toda oposición significa madoras o resistenciales; podemos,
se siente aludido o acepta ser lo que resistencia (cfr. Giroux, 1985); mu- también, leer y escribir la palabra y el
se le propone ser, e incorpora algún chas veces una oposición discursiva mundo de manera más autónoma.
saber, práctica o representación. Se (en el sentido de lingüística) suele
constituye como sujeto. Desde allí estar acompañada por conductas, ac- Tal vez, si retomamos la matriz
produce modificaciones en su prác- titudes y experiencias conformistas de pensamiento freireano, necesi-
tica cotidiana en términos de una (como lo han demostrado las inves- temos saltar de las revolturas hacia
transformación o en términos de una tigaciones, por ejemplo, de Paul una “revolución” cultural. Más allá
reafirmación más fundamentada. Sin Willis, 1977). De ahí que el desafío de las acciones culturales contra-
embargo, una comprensión impreci- de una pedagogía crítica de la comu- hegemónicas, lo que caracteriza a
sa de estas situaciones puede llevar- nicación no tiene tanto que ver con la revolución cultural es su capaci-
nos a conclusiones falsas, desde el la “crítica” de los medios y la cultura dad en la construcción permanen-
punto de vista político (cosa que suele mediática, sino con una desnatura- te de una cultura liberadora (cfr.
ocurrir en corrientes de los cultural lización de las representaciones Freire, 1975: 98). El territorio cul-
studies celebratorias de las posibilida- hegemónicas (por la vía de historiza- tural revuelto (en cuanto formación
des de una autonomía absoluta en la ción de los anudamientos entre social) ha sido subjetivado desorde-
resemantización de los textos, en significantes y significados y de la nadamente: en él estamos inmersos,
cuanto interpelaciones). Para ser por lo que no es fácil percibirlo
precisos, debemos distinguir entre como un objeto separado. Sin
los niveles lingüístico y experiencial embargo, parecen radicalizarse
en la constitución subjetiva y en los dos posiciones:
posicionamientos no crítico y críti-
co, una cuestión central, a mi juicio, - bien nos replegamos en una
en toda pedagogía de la comunica- cultura escolar, de naturale-
ción. En el nivel del lenguaje, un za arcaica, que reconstruye
posicionamiento no crítico se carac- incesantemente la represen-
teriza por una general aceptación de tación de separación entre
discursos de orden y por una lectura ella y el mundo de la vida y
dominante de las interpelaciones de “las” culturas (mediática,
discursivas textuales. Entretanto, en callejera, etc.), incluso al ela-
el nivel de la experiencia, este posi- borar una sutura inestable
cionamiento se caracteriza por con- frente a la tecnocultura a tra-
ductas y prácticas conformistas con vés de diversas estrategias
el sistema hegemónico. Por su lado, espasmódicas;
un pocisionamiento crítico sub-
jetivo, en el nivel del lenguaje, - bien desarrollamos diversas
desarrolla una oposición y desman- formas de lucha democrática
telamiento (desnaturalización) tan- Leonardo Bezzola que asuman un territorio cul-

96 NÓMADAS
tural revuelto, sin trazados 7. A modo de dizar el desplazamiento propuesto por
prematuros ni estrategias de conclusión: el “paradigma dialógico”, donde el
frenaje, y que reconozcan y profundizar los trabajo educativo, en todos sus sen-
subrayen la multiplicidad de desplazamientos tidos y ámbitos, es entendido como
espacios políticos que, a la proceso de liberación (transforma-
vez, conforman cultural- Los desbordes y los conflictos pro- ción, resistencia, autonomía) con los
mente modalidades de forma- ducidos por el enfrentamiento entre otros, y no para ellos. Sólo por estos
ción de sujetos y producción la cultura escolar y la cultura caminos será posible darle batalla a
de sentidos. mediática deben comprenderse en y las nuevas formas de producción de
hegemonía bajo las formas de
Vivir en una cultura las revolturas culturales.
mediática no significa re-
nunciar a la subjetivación y
a la subjetividad autónoma.
Cuando hablamos de cultu- Citas
ra mediática nos estamos 1
Para los argentinos, hay otra esté-
planteando un entorno cul- tica que posee un contenido trági-
tural (y por tanto, comuni- co. El arquetipo de nuestra
cativo/educativo) que no se posmodernidad es nada más ni nada
menos que la “desaparición de los
reduce a la interactividad cuerpos”, pero no en una forma fi-
con los medios y las tecno- gurada o virtual, sino como entra-
logías. Queremos aludir a mado del genocidio, que inauguró
una nueva forma de hacer política
una dimensión estratégica desde la resistencia: las “Madres de
para vivir la vida, donde - Plaza de Mayo”, encarnación de los
aún- es posible una acumu- cuerpos desaparecidos (de sus hijos).
2
lación narrativa (incluso a El concepto de educabilidad había
sido desarrollado por el pensamien-
partir de la escuela o de otros to realista (especialmente neoto-
escenarios micropúblicos mista) y por el pensamiento espiri-
educativos) que aspire a la tualista, como la capacidad de ser
educado, que respondía a una de las
autonomía, que aliente el preguntas fundamentales de la pe-
cuestionamiento y la resis- dagogía: ¿es posible educar?, y que se
complementaba con la capacidad de
tencia a los fundamentos de educar o educatividad. Sin embargo,
una fascinación que ha ins- no es en esta línea en que necesita-
“Primera experiencia auditiva”, Alemania. Bruno Mooser mos pensar un nuevo régimen de
tituido la tecnoutopía como
educabilidad.
ilusión de un mundo mejor. Quere- desde las articulaciones entre lo cul-
3
mos imaginar una pedagogía capaz tural y lo político. De lo que se trata, Comprender, entre otras cosas, el des-
plazamiento de la “memoria” hacia el
de quebrar políticamente las fron- en definitiva, es de profundizar los “archivo”; el creciente anudamiento
teras producidas por la hegemonía desplazamientos con el fin de ampliar entre los “hipermedios” y los “miedos”
en la cultura urbana; las transformacio-
y capaz, a la vez, de alentar la los horizontes de la autonomía, en el nes en las sensibilidades y la producción
heterotopía, construida desde las di- clima de la cultura como campo de de un “nuevo sensorium”, y el sentido
ferencias y las hibridaciones, y des- lucha por el significado. Profundizar pedagógico posible de las “redes de co-
municación” (cfr. Huergo, 2000).
de una narrativa “poscolonial” el desplazamiento de eje propuesto
4
c a p a z d e d a r c u e n t a d e l a s por el “paradigma de las mediacio- Aunque de manera prematura, estamos
en proceso de distinción conceptual
asimetrías, las injusticias y las nue- nes”, desplazamiento que va de estu- entre lo “callejero” y lo “comunal”. Ta-
vas y viejas formas de dominación, diar la comunicación como proceso les denominaciones designan dos tipos
de enlazamientos sociales, que se evi-
y de alentar una comunicación/edu- de dominación, a investigar la domi- dencian como relativamente contrarios
cación transformadora. nación como proceso de comunicación en la medida en que el imaginario he-
(cfr. Martín-Barbero, 1998). Profun- gemónico los ubica en la formación so-
cial. Si bien ambos se articulan con re-

NÓMADAS 97
México, 1943. Leo Matiz

siduos culturales no modernos (cfr. Valentino, Gladys Lopreto, Susana la formación de sujetos, saberes y re-
Huergo, 1998), por “callejero” se en- Felli, Claudia Fino (todas de lingüísti- presentaciones.
tiende cierta emergencia de lo bárbaro, ca) y Sofía Calvente (de comunica- 8
lo desordenado, lo anómalo, construi- ción), entre otros. En ella, hemos abor- El concepto de “performance” o
do como objeto de “pánico moral” “performativo” debe ser reexaminado,
dado el problema de la recepción y el
(como, por ejemplo, las bandas juveni- desanudándolo de su significado
consumo de publicaciones destinadas a
les); mientras que lo “comunal” desig- docentes de EGB en la ciudad de La tecnocrático y reconsiderándolo desde
na modos comunitarios de agruparse y un punto de partida teórico diferente.
Plata, para luego describir cómo las in-
de presentarse públicamente, por parte Tal redefinición nos permite articular el
tegran en sus prácticas educativas. Lo
de sectores perjudicados o invisibi- que hemos concluido, entre otras cosas, despliegue de rituales, gestos, lenguajes,
lizados por los modos neoliberales del con la construcción y producción de la
es que los docentes resuelven sus prác-
contrato social (como, por ejemplo, los realidad. De este modo, se hace posible
ticas habituales (en tiempos de trans-
desocupados). De cualquier modo, am- formaciones culturales) apelando a percibir cómo en los rituales, gestos y
bos son objetos de diferentes modos de lenguajes “trabajan” ideologías
saberes, representaciones y prácticas
represión. societarias y culturales. Por otro lado,
mediáticas, aunque lo hagan para refor-
zar sus intereses propios de la cultura el concepto de “performatividad” avala
la comprensión del vínculo entre la ac-
5
La investigadora Paula Morabes, a quien escolar.
ción y su sentido.
dirijo su trabajo de Beca de Formación 7
En investigaciones y prácticas coordi- 9
en la Investigación (UNLP), ha reali- La idea del diálogo (Bajtin, 1982) remi-
nadas por mi colega, la profesora Ma-
zado un relevamiento general de los te a que una configuración textual es
ría Belén Fernández, ha resultado no-
equipamientos mediáticos disponibles básicamente interdiscursiva y, por con-
table la producción de reforzamientos
en las instituciones de Educación Ge- siguiente, un fragmento de la memoria
discursivos escolares sobre la peligro-
neral Básica (EGB), en la ciudad de La colectiva. Es, en este sentido, una sedi-
sidad, la violencia y la degradación de
Plata. Esto le ha permitido comprender, mentación posible de una determinada
las culturas callejeras infantiles y juve-
entre otras cosas, el carácter articu- acumulación narrativa. En el diálogo la
niles. Otra, sin embargo, es la repre-
latorio de esos soportes o equipamientos comunidad (histórica y geográficamente
sentación escolar de la “comunidad”
con determinadas disposiciones subje- situada) habla y, en un mismo movi-
(la cultura comunal), como zona don-
tivas; pero, además, la impregnación del miento, es hablada. En el diálogo se
de emergen lazos relativamente solida-
discurso escolar por parte de requeri- expresa la cultura como campo de lu-
rios y de colaboración. Por lo cual, las
mientos vinculados con la cultura cha por el significado, en la que se re-
estrategias de relación con la comuni-
mediática. flejan una multiplicidad de valores, vo-
dad que despliegan las escuelas, apun-
ces e intenciones, con distintos grados
6
Esta cuestión la hemos observado en tan a su integración con la “comuni-
de intensidad en sus contradicciones.
una investigación que dirijo, en la que dad”; pero lo hacen sólo con el fin de
participan las profesoras Glenda reforzar (no siempre conscientemente) 10
El interjuego entre interpelaciones y
Morandi (pedagoga), Alejandra el carácter hegemónico, en crisis, en reconocimientos (o no reconocimien-

98 NÓMADAS
Albergue. Londres. Erich Auerbach

tos) en la producción de una formación 1992). De todos modos, las interpe- BUENFIL Burgos, Rosa Nidia, Análisis de
hegemónica y de la ideología, ha sido laciones (para ser performativas) no son discurso y educación, México, DIE 26,
trabajado por Ernesto Laclau (Laclau y del todo arbitrarias, sino que se produ- Instituto Politécnico Nacional, 1993
Mouffe, 1987) y por Slavoj Zizek cen asumiendo determinadas matrices
FOUCAULT, Michel, “Sobre la Geografía”,
(1992). culturales existentes y devolviéndolas
en Microfísica del poder, Madrid, La Pi-
como formato.
11
Los modelos de identificación son tam- queta, 1980
13
bién presentados como “modelos men- Además de la investigación que mencio-
FREIRE, Paulo, Acción cultural para la liber-
tales”. En este sentido, el italiano naremos en la nota siguiente, en el con-
tad, Buenos Aires, Tierra Nueva, 1975
Luciano Gallino afirma que los mode- texto de las prácticas de los estudiantes
los mentales -en cuanto representacio- que cursaron el último verano nuestra GALLINO, Luciano, “El problema MMMM
nes que de vez en vez pueden asumir cátedra de Comunicación y Educación, (Modelos Mentales Mediados por los
forma de imágenes, proposiciones o es- y con la coordinación de los licenciados Media)”, en G. Anceschi y otros,
tructuras analógicas profundas- son Pedro Roldán y Florencia Cremona, he- Videoculturas de fin de siglo, Madrid, Cá-
mayoritariamente producidos por la cul- mos realizado aproximaciones a unos tedra., 1990
tura (Gallino, 1990). Por un lado, los quince espacios socioculturales urbanos
GIMÉNEZ, Gilberto, “Materiales para una
“modelos mentales” pueden compren- de La Plata, en un trabajo que aún no
teoría de las identidades sociales”, en
derse como las únicas estructuras hemos sistematizado.
Rev. Frontera Norte, Vol. 9, Nº 18,
cognitivas disponibles; por otro, los
México, 1997.
medios difunden sin tregua modelos
mentales, en una medida y con una ca- GIROUX, Henry, “Educación: reproducción
pilaridad nunca vista precedentemen- y resistencia”, en Ibarrola, M. (comp.),
te. De este modo contribuyen a estruc- Las dimensiones sociales de la educación,
turar la identidad y el sentido de sí mis- Bibliografía México, El Caballito, 1985
mo y la comunidad, y a reestructurar el
GUTIÉRREZ, Francisco, Pedagogía de la co-
imaginario, las expectativas y las accio- BAJTIN, Mijail , Estética de la creación ver-
nes colectivas. municación, Buenos Aires, Hvmanitas,
bal, México, Siglo XXI, 1982 1974
12
Como afirma E. Laclau, refiriéndose a BARBERENA, Mariano y María Belén HUERGO, Jorge, “Las alfabetizaciones
la práctica política, la interpelación no Fernández , “Los nuevos sentidos de la posmodernas, las pugnas culturales y los
reconoce en primer término intereses y, infancia”, en J. Huergo y M. B. nuevos significados de la ciudadanía”,
luego, los representa; antes bien, ella Fernández, Cultura escolar/Cultura en Rev. Nómadas, Nº 9, Santafé de Bo-
constituye los intereses que representa mediática, Intersecciones, Bogotá, Uni- gotá (Colombia), DIUC, Universidad
(cfr. Laclau y Mouffe, 1987: 139). En versidad Pedagógica Nacional, 2000 Central, 1998
otras palabras, toda interpelación apun-
ta a la constitución de sujetos y al sos- BOURDIEU, Pierre (1991), El sentido prác- ————— “Tecnologías y educación. In-
tenimiento de la ideología (cfr. Zizek, tico, Madrid, Taurus. terrogaciones desde la trama entre cul-

NÓMADAS 99
tura y política”, en Rev. electrónica ————— “De la comunicación a la filo- SIMMEL, Georg, Sociología. Estudio sobre las
Razón y Palabra, Año 4, Nº 16, Tecno- sofía y viceversa: nuevos mapas, nuevos formas de socialización, 2 Vol., Bs. As.,
lógico de Monterrey, 2000 retos”, en M. C. Laverde Toscano y R. Espasa Calpe, 1939
Reguillo (eds.), Mapas nocturnos. Diá-
LACLAU, Ernesto y Chantal Mouffe, He- WILLIS, Paul, Learning to labor, Lexington,
logos con la obra de Jesús Martín-Barbe-
gemonía y estrategia socialista. Hacia una D. C. Heath, 1977
ro, Bogotá, DIUC-Siglo del Hombre,
radicalización de la democracia, Madrid,
1998 ZIZEK, Slavoj, El sublime objeto de la ideolo-
Siglo XXI, 1987
gía, México, Siglo XXI, 1992.
PICCINI, Mabel, “Transversalidades: De las
MARTÍN-BARBERO, Jesús, “Heredando el
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cación”, en Rev. Nómadas, Nº 5,
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Santafé de Bogotá (Colombia), DIUC,
ca y consumo cultural, México, Consejo
Universidad Central, 1996 Nacional para las Culturas y las Artes,
1999

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