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Virgilio, Eneida VI, 96.
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Virgilio, op. cit., IV, 60.
el templo de Quirino el tercer trofeo[..] Vivirá ese mancebo, pero los hados no
harán más que mostrarle un momento a la tierra; la romana estirpe os hubiera
parecido, ¡oh, dioses!, demasiado poderosa si le hubieseis otorgado ese don.
»4
Pero no sólo Marcelo es exaltado en esta parte del poema, sino también
variadas figuras ilustres de la historia de Roma. Estos personajes no solo son alabados
al estar situados en los Campos Elíseos, sino que, tal como lo explica Anquises, estas
grandes figuras romanas habrían renacido desde el inframundo a partir de almas
purificadas, dando a entender que surgen de una especie de elite que habita en el
Averno.
Internamente, hay varias marcas a lo largo del relato que nos llevan al sentido de
la bajada de Eneas al Averno. Una primera marca, de carácter literal, se encuentra en
los primeros capítulos, en donde es la sombra del mismo Anquises, ya muerto, quién le
ordena a Eneas visitarlo en los Campos Elíseos:
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Virgilio, op. cit, VI, 100.
« “[...] más antes desciende a las moradas infernales de Dite, y
penetrando en lo profundo del Averno, ve, hijo, a buscarme, porque no moro
en el impío Tártaro, mansión de las tristes sombras, sino, en el ameno recinto
de los piadosos, en los Campos Elíseos”. »5
Eneas desciende al Averno no por encontrarse con su padre, sino por una
motivación más trascendental para el desarrollo de la historia: el conocimiento. El
mismo Anquises le revela en varias oportunidades que en el Averno está la verdad
sobre lo que él necesita para la fundación de Roma:
Bibliografía
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Virgilio, op. cit., VI, 97.