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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Staff Del Libro


ñTraductoras: ñCorrectoras:
+ aLeBeNa + Angeles Rangel
+Anne Iris Heaven + Angeliitaw
+ Ckony + Kanon ♪♫♪
+ dani.shawn + Julia107
+ dham-love + Sera
+ Eli25 + Virtxu
+ **Liseth_Johanna18**
+ Marie Annabeth ñRecopilación:
+ Rihano + Virtxu
+ Silvery
+ Vampirabriin
ñdICEÑO:
+ Virtxu + Beky ӜƷ

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
indice
SINOPSIS: 5
CAPÍTULO 1 6
CAPÍTULO 2 18
CAPITULO 3 33
CAPÍTULO 4 40
CAPÍTULO 5 53
CAPÍTULO 6 66
CAPÍTULO 7 77
CAPÍTULO 9 96
CAPÍTULO 10 103
CAPÍTULO 11 113
CAPÍTULO 12 128
CAPÍTULO 13 140
CAPÍTULO 14 147
CAPÍTULO 15 167
CAPÍTULO 16 180
CAPÍTULO 17 190
CAPÍTULO 18 211
CAPÍTULO 19 227
CAPÍTULO 20 241
CAPÍTULO 21 256
CAPÍTULO 22 283
CAPITULO 23 296
CAPÍTULO 24 315
CAPÍTULO 25 327
CAPÍTULO 26 336
CAPÍTULO 27 350
CAPÍTULO 28 363
CAPÍTULO 29 374
CAPÍTULO 30 384
EPÍLOGO 389
Biografía del Autor 392
Pray for dawn 393

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

SINOPSIS:

l amanecer trae un nuevo terror a las criaturas de la noche...

Aquellos de su raza tienen miedo a Mira por el fuego letal que ella controla a su
voluntad—unun poder único entre los Nightwalkers, tanto un regalo... como una
maldición.

Los Naturi desprecian a Mira por lo que es—mientras


es mientras se preparan para el sacrificio final
que destruirá las barreras entre los mundos. Y una vez que los Naturi hayan
desencadenado, sangre, caos y horror reinaran sobre la Tierra.

Mira solo puede confiar en Danaus, el más que mortal cazador de vampiros, aunque él
ha jurado destruir a su especie. Y ahora, cuando se aproxima el día
día en el que fuerzas
titánicas se batan en duelo al amparo de la oscuridad, el destino les lleva hacia una
confrontación apocalíptica en Machu Pichu. Pero no todo está perdido, porque una
absurda carta les ha sido repartida: una pícara princesa enemiga que puede cambiar
la balanza de poder y el temeroso rumbo.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 1
Traducido por Silvery

Corregido por Virtxu

os neumáticos chirriaron.

Tomamos la esquina yendo a casi 80 kilómetro por hora, derrapando al dar la


vuelta. Me agarré contra el asiento del conductor y apreté con fuerza los
dientes, tragándome otra maldición cuando Knox apenas sí esquivó un coche
aparcado cuando nos metió a toda prisa por otra calle residencial. Un segundo grupo
de neumáticos chirriantes nos seguía de c cerca
erca por detrás mientras el Ford Mustang se
dirigía hacia nosotros aumentando la velocidad.

—¡Sácanos
¡Sácanos de la ciudad, joder! —le le grité a Knox. A esa velocidad, íbamos a golpear a
alguien y con los Naturi ganándonos terreno, no podíamos permitirnos ir más de despacio.
Teníamos que salir de la ciudad antes de que matáramos a alguien o antes de que los
polis de Savannah al final se fijaran en un par de coches precipitándose por la ciudad
a una velocidad suicida.

—¡No es tan fácil! —gritó


gritó Knox a su vez. Sus manos se agarraban al volante con tal
fuerza que sus nudillos estaban blancos—.
blancos . Venimos desde el centro de la ciudad y
dijiste que los perdiéramos de vista, no que saliéramos de la ciudad.

—Bueno,
Bueno, te lo estoy diciendo ahora. Saca este infierno de la ciudad. Vas a matar a
alguien —remarqué.

—En concreto a nosotros —añadió


—añadió Amanda desde el asiento de atrás. La rubia
Nightwalker estaba sentada al lado de Tristan, quien parecía tomárselo todo con

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calma. Po supuesto, Tristan había estado en situaciones bastante peores conmigo y
había sobrevivido.

—No vamos a matarnos —gruñó Knox cuando tomó otro giro yendo más deprisa de lo
que se consideraría prudente—. Esto es un BMW M3. Es un coche de carreras para los
ricos aburridos. El coche puede con ello.

—No, Knox, dime lo que realmente piensas —refunfuñé. El BMW era mi coche. Había
decidido dejar que condujera él cuando me di cuenta de que los Naturi nos seguían
por el Rivel Walk, sabía que podría necesitar mis manos libres si no teníamos éxito en
perderlos de vista. Saqué mi pistola de la guantera y ojeé la recámara.

—Sabes a qué me refiero. —El Nightwalker me echó un breve vistazo, con la comisura
de su boca levantada en una débil sonrisa.

—Rica y aburrida —repetí secamente.

—¿De verdad estamos teniendo esta discusión ahora? —preguntó Amanda cuando
Knox derrapó en otro giro y se llevó por delante el parachoques de un coche
aparcado.

—¡Knox!

—¡Mira! —gritó él también—. ¡Déjame conducir o hazlo tú!

Pero era demasiado tarde para eso. Los Naturi nos estaban alcanzando con cada
giro. No les importaba a quién golpearan por el camino, la cual era la razón por la que
teníamos que sacarlos de la ciudad.

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Me relajé un poco cuando doblamos en Montgomery Street. La rampa que
conectaba con la Autopista 16 estaba cerca. Al final conseguiríamos salir de la ciudad
y adentrarnos más en campo abierto.

—Mira —dijo Tristan con voz tranquila, llamando mi atención mientras lo miraba por el
espejo retrovisor—. ¿Abandonar la ciudad es la opción más acertada?

Algo de tensión podía haberse reducido drásticamente de mis hombros, pero un nudo
de preocupación todavía me ceñía el estómago. Sabía lo que estaba
preguntándome. Estábamos dejando atrás la relativa seguridad de la ciudad y
potencialmente íbamos a luchar en territorio Naturi poniendo rumbo a campo abierto.
Controlar la naturaleza era su punto fuerte.

Tristan ya había luchado con los Naturi conmigo en los bosques, y la lucha no fue bien.
Casi sale hecho trizas por un Naturi del clan animal, y yo fui empalada por miembros
de los clanes del viento y la tierra. Y esta vez no teníamos a Danaus o a Sadira
alrededor para ayudarnos a salvar nuestros respectivos culos.

—No tenemos elección —admití, frunciendo el ceño hacia él porque podía entender
su miedo—. No tengo la intención de combatir esta guerra delante de los humanos
como quieren los Naturi.

—¿No puedes acorralarlos en un círculo de fuego o algo así? —preguntó Amanda,


moviéndose en la parte de atrás. La Nightwalker estaba ansiosa por llegar a la batalla
porque salir corriendo no era su estilo. Era toda garras y colmillos en cualquier situación,
dejando tras de sí carne destrozada y un reguero de sangre. Eso era lo que la hacía
una buena matona entre los novatos, pero no la Nightwalker más responsable, cuando
no siempre pensaba las cosas a fondo.

—Tengo que ser capaz de ver o sentir lo que quiero rodear con el fuego, y no puedo
sentí a los Naturi —dije, convirtiendo mi ceño fruncido en una mirada de furiosa
frustración.

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—¿Y qué me dices del coche?

—Sólo las partes que puedo ver.

—Entonces los ruedas. Envuelve los neumáticos en fuego. Eso los retrasará.

—Podría funcionar —asentí, bajando la ventanilla con un zumbido eléctrico casi


silencioso—. De todas formas, ¿quién enseñó a los Naturi a conducir de esa manera?
¿O a hacer un puente a un coche1? —murmuré en un aliento, pero en un coche lleno
de Nightwalkers, todos me oyeron.

—Internet está lleno de información sorprendente —dijo Knox sarcásticamente.

—¿Internet? —añadí a mi lista de quejas—. Esas son criaturas del Mundo Antiguo. No
conducen, no hacen puentes a los coches, o navegan por la Web.

Para mi sorpresa, Tristan se rió entre dientes, parándome cuando agarré el marco
exterior de la puerta.

—Hay momentos en lo que suenas verdaderamente anticuada, Mira. ¿Es más extraño
que una Nightwalker de tu edad haciendo todas esas cosas y más?

—¡Cállate, Tristan! —Yo apenas tenía seis siglos. No era tan mayor.

Volviendo mi atención de nuevo a Knox, dije: —Aminora sólo un poco y mantén el


coche estable. —Agarrándome a la parte exterior de la puerta del coche, me deslicé
fuera de la ventana y me senté en el marco. Era un tanto complicado mantener el
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Hacer un puente a un coche: manipular los cables de un coche para arrancarlo sin las llaves.

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equilibrio, pero me hacía más fácil el ver los neumáticos del Ford Mustang rojo
siguiéndonos. Focalizando mis pensamientos, tanto las ruedas delanteras como las
traseras estallaron en llamas. El coche viró un par de veces antes de volcar finalmente
sobre su techo a un lado de la carretera.

Me deslicé de vuelta al coche y agarré mi pistola de donde la había depositado en el


suelo.

—Para por aquí. Tenemos que acabar con esto.

Mis pies se posaron en la parte arenosa de la carretera antes de que Knox se las
arreglara para poner el freno de mano. Quité el seguro de la Browning que ahora era
mi compañía constante e hice una pausa, mirando la pistola, que era idéntica a la
que Danaus me había dado en Venecia. Los Nightwalker no solían llevar pistolas; la
mayoría de nuestros enemigos no se podían matar con una bala, y que los dispararan
sólo servía para cabrearlos. Pero los Naturi se podían matar con una bala bien
disparada, asique ahora yo llevaba conmigo una pistola son importar a donde fuera,
junto con una espada afilada. El resto de mis compañeros no habían cogido el hábito
necesariamente.

¿Tristan? Lo busqué mentalmente.

Tengo una pistola, confirmó sin necesidad de que le preguntara. El joven Nightwalker
había estado conmigo cuando luché contra los Naturi en Inglaterra y de nuevo
cuando los Naturi aparecieron en Venecia. Era plenamente consciente de lo que se
necesitaba para matar a esos resistentes bastardos.

—Knox —lo llamé poniendo de nuevo el seguro a la pistola—. Toma esto. —Ágilmente
le lancé la pistola por encima del coche hasta donde estaba él—. Solamente no me
golpees con tu puntería de mierda. —Yo no era quien para hablar. Todos nosotros
teníamos una puntería pésima. Ninguno de nosotros nos habíamos molestado en
aprender a disparar. Pero entonces, las pistolas no habían existido hace cinco siglos, la
última vez que los Nightwalkers se enfrentaron a los Naturi en una refriega habitual. Los
tiempos cambian y tenemos que aprender a cambiar con ellos.

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Cogiendo un cuchillo de la vaina de mi muñeca, caminé hasta donde el coche se


balanceaba sobre su techo. Tres Naturi habían salido gateando, mientras que un
cuarto estaba todavía detrás del volante, sin moverse. Tenían cortes y estaban
amoratados pero curándose de nuestro pequeño encontronazo. Los Naturi tenían la
habilidad de curarse de cualquier herida casi tan rápidamente como un Nightwalker.
Sin embargo, una bala en la cabeza servía para pararlos. Una bala en el corazón los
ralentizaba el tiempo suficiente para recargar y pegarles otro tiro desde más cerca.

—¿Dónde está Rowe? —pregunté cuando estuve a unas cuantas yardas del Naturi
más cercano.

—Vendrá a por ti, Fire Starter —replicó el Naturi.

Giré el cuchillo en mi mano, permitiendo que la larga hoja plateada capturara la luz
de una farola cercana. —Dime algo que no sepa.

—Te quiere muerta —dijo el Naturi.

De nuevo me encogí de hombros. Rowe había ganado en el Palacio de Knossos


cuando se las arregló para romper el sello que confinaba a los Naturi, pero todavía
tenía que abrir la puerta. Él sabía que yo iba ir detrás de él otra vez con todo lo que
tuviera, así que había estado enviando continuos ataques de escaramuzas menores
en mí camino durante el último mes, intentando agotarme.

Con un giro de cuchillo, lo volví a meter en la funda con mi mano derecha mientras la
izquierda disparaba hacia él y los otros dos Naturi. Explotaron en tres enorme
llamaradas de fuego ardiendo brillantemente en la noche. Los detuve antes incluso de
que hubiera una oportunidad de que la lucha tuviera lugar. No estaba dispuesta a
arriesgar las vidas de mis compañeros por más información. Rowe vendría a por mí o
me encontraría con él en el emplazamiento del siguiente sacrificio.

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Un disparo resonó seguido de otros dos más en una rápida sucesión. Me giré en
redondo, extinguiendo el fuego con un gesto de mi mano. Tristan y Knox se pusieron en
dirección opuesta, sosteniendo sus pistolas con ambas manos y disparando a la media
docena de Naturi que corrían desde el bosque rodeándonos desde todos los flancos.

Habían estado esperando por nosotros para finalmente aparecer fuera de los límites
de la ciudad.

Para mi sorpresa, dos bolas de fuego aparecieron en las manos abiertas de uno de los
Naturi y se las lanzó a Knox y Tristan. Un Naturi del clan de la luz. Mierda. Centrando
toda mi atención en las llamas, capturé las dos bolas de fuego y tiré de ellas hacia mí
antes de extinguirlas completamente. El fuego como modo de ataque ahora había
quedado fuera de la ecuación, desde que los Naturi de la luz podían contrarrestar
todos mis movimientos.

Volviendo a coger mi cuchillo, corrí hacia los Naturi cada vez más cercanos. Los
disparos de las pistolas llenaban la noche cuando Tristan y Knox trataban de igualar el
campo de juego. Cuando cerramos el grupo, el sonido de unas alas llenó el aire. Una
bandada de estorninos2 inundó el cielo nocturno. Me lancé al suelo, con mis brazos
desnudos deslizándose por la áspera y acribillante tierra llena de piedrecitas cuando
intenté escapar de las zarpas de los pájaros. Antes de que pudiera volver a ponerme
de pie, la Naturi de la luz con su pelo dorado y su piel de bronce estaba sobre mí, con
la espada corta tensa. Rodé hacia mi izquierda, y por poco no esquivo la espada
cuando ésta cayó donde yo había estado tan sólo un segundo antes. Creé un muro
de fuego entre nosotras, esperando retrasarla por un segundo para que yo pudiera
levantarme.

La Naturi de la luz barrió el fuego con un movimiento de su mano. Cuando dio un paso
más hacia mí, lancé mi cuchillo hacia ella, hundiéndolo profundamente en su pecho.

Tropezando hacia atrás, la Naturi intentó sacar el cuchillo que sobresalía de su pecho.
Golpeó a ciegas con su espada hacia mí, pero la regateé fácilmente. Con una veloz
patada, desplacé la espada de su débil agarre. Sonreí cuando caminé hacia delante
y tiré de mi cuchillo sacándolo de su pecho. Mi creadora, Sadira, se había asegurado
de que yo fuera una luchadora competente sin mis poderes.

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Estornino: tipo de pájaro.

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El sonido de succión llenó el aire nocturno seguido por su grito de dolor, interrumpido
cuando separé su cabeza de los hombros con un único y limpio golpe.

Ya estaba corriendo para enfrentarme al resto de los Naturi antes de que golpeara el
suelo. Con un cálculo rápido supe que sólo quedaban tres de los seis que habían
atacado. Los pájaros se habían ido, indicando que los Naturi del clan animal habían
sido masacrados.

Por encima de nosotros, las nubes comenzaron a agitarse cuando una inesperada
tormenta se levantó desde el este. El viento daba bandazos y se levantaba, haciendo
volar mi pelo rojo hasta mis ojos. Parece ser que los Naturi restantes eran miembros del
clan del viento. Esto era malo. No puedo parar un relámpago, y ninguno de nosotros
probablemente sobreviviría a esa herida.

—Retroceded —grité—. Retroceded. —Acumulé mis poderes mientras gritaba a los


Nightwalkers. No podría envolver a ningún Naturi con el fuego si estaban cerca de los
Nightwalkers; no habría modo de proteger a los que me importaban una vez que se
encendiera el fuego.

Tristan y Knox vacilaron durante sólo un momento, pero entonces retrocedieron,


corriendo hacia mi coche. Sin embargo, Amanda estaba atrapada por un Naturi que
le hacía cortes, haciéndola retroceder sin parar hacia los bosques y alejarse de la
carretera. Concentrándome, rodeé a los dos Naturi que había estado combatiendo
con Knox y Tristan con el fuego y corrí hacia Amanda.

Fuera del ángulo de mi visión vi otro coche parándose al lado de la carretera detrás
del coche de los Naturi. No necesitaba un público mayor y sólo podía adivinar que
nuestros nuevos amigos eran otros Naturi desde que habíamos camuflado con magia
la zona entera.

Prestando atención a los recién llegados, me dirigí a Tristan telepáticamente mientras


corría hacia el lado de Amanda. Los Naturi del viento con su pelo marrón brillante se

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pararon a unos pies de Amanda y levantaron una mano en el aire como si alcanzaran
para tirar de un trozo de cielo. Amanda los observó, con sus manos temblando de
cansancio y posiblemente de miedo. No tenía ni idea de a qué se enfrentaba. Yo sí y
no era nada bueno. Había visto a Rowe adoptar la misma postura justo antes de que
una tormenta de granizo con relámpagos eléctricos apedreara el suelo.

Afianzando mis pies en el suelo, salté hacia ella, lanzándola al suelo justo antes de que
un rayo chisporroteara la tierra exactamente donde había estado sólo un momento
antes. El dolor crepitó en mi abdomen, pero lo ignoré cuando forcé a Amanda a rodar
varios pies de distancia hasta que alcanzamos un suelo más seguro. Una vez que
estuvo a mi lado, dirigí una bola de fuego hacia el Naturi del viento que acabó
bañado en llamas naranjas y amarillas antes de que pudiera invocar otro rayo.

Con los Naturi quemados hasta ser tostadas ennegrecidas, volví a tumbarme en el
suelo y cerré los ojos con alivio. Los Naturi estaban muertos y nadie había resultado
gravemente herido.

¡Mira! Gritó Tristan telepáticamente al mismo tiempo que se oían más disparos.

Contorsionándome para mirar, enviando una puñalada fría de dolor a través de mi


abdomen, vi a tres Naturi más corriendo hacia nosotros. De alguna manera los había
olvidado en mis cuentas o habían salido corriendo desde los bosques cuando caí al
suelo con Amanda, intentando coger ventaja de un momento vulnerable.

Amanda se puso de rodillas, moviéndose frente a mí en un esfuerzo por protegerme,


pero la agarré del codo y la tiré hacia un lado. No la podía tener bloqueando mi
campo de visión. Alzando una temblorosa y ensangrentada mano, intenté envolverlos
con fuego, pero luché en vano. Cada movimiento de mi cuerpo enviaba una fría
astilla de dolor chirriando a través de mí, haciendo pedazos mi concentración. Los
Naturi estaban ganando terreno, más rápido de lo que podían hacerlo Tristan o Knox.
Con un gruñido, excavé profundo, llegando hasta el dolor pasado, buscando el fuego
que ardía brillante donde se suponía que residía mi alma.

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Los tres Naturi se deslizaron hasta un alto a unos pocos pies de mí. Sus lloriqueos
llenaron el casi silencioso aire de la noche. Dejando caer sus armas descuidadamente
al suelo, se arañaron su piel, que había empezado a ondularse de forma rara.

Fue entonces cuando sentí el contacto familiar de un poder cálido en el aire. Sabía
antes de girar mi cabeza que Danaus estaba allí. Al final, distraída por el dolor y el
miedo, moví mi mano hacia los tres Naturi que se estaban quemando de dentro a
fuera y los rodeé con el fuego. Al instante estaban calcinados bajo nuestros poderes
combinados.

—¡Oh, Dios! ¡Mira! —Jadeó Amanda a mi lado—. Lo siento. No era mi intención…es


sólo que…me abordaste…yo no…

Miré hacia donde estaba ella mirándome con un gesto de horror. La empuñadura de
un cuchillo sobresalía de mi estómago. La sangre empapaba mi camisa y empezaba
a llenar la cintura de mis vaqueros. Eso explicaba el repentino golpe de dolor cuando
había chocado contra Amanda. Me había atravesado a mí misma con el cuchillo que
ella había estado sosteniendo.

—Lógico —refunfuñé cuando lentamente saqué el cuchillo de mi estómago con un


siseo de dolor. Escapé de que un Naturi me hiriera sólo para que me hiriera uno de los
míos. La vergüenza era peor que el dolor en mi estómago cuando mi cuerpo pugnaba
por regenerarse.

Un sonido de pies corriendo me hizo saber que Tristan y Knox se estaban aproximando
rápidamente para asegurarse de que ambas estábamos a salvo. Negándome a
permitir que me vieran herida por la espada de Amanda, me coloqué sentada,
hacienda una mueca por el dolor que me causó.

—¿Estáis todos bien? —preguntó Tristan antes de pararse completamente.

—No era mi intención…

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—Estoy bien —interrumpí rápidamente

—Estás sangrando —rebatió Knox.

—Estoy bien. Sólo es un rasguño. —Si hubiera visto alguno de los…rasguños, que había
tenido en el pasado, se habría desmayado completamente.

—Pero… —intentó continuar Amanda, pero un rugido familiar la cortó.

—Ella está bien —dijo Danaus con una risa burlona cuando extendió su mano hacia mí
para ayudarme a levantarme del suelo. Una sonrisa abyecta de conexión tocó mis
labios cuando me agarré de la muñeca del cazador con mi mano izquierda y me
volvió a poner de pie. A pesar de que era doloroso eso no era nada.

—Id a recoger los cuerpos y meterlos dentro del coche. Necesitamos destruir todas las
pruebas antes de que alguien los encuentre —ordené cuando Amanda recuperó su
cuchillo.

Sólo nos llevó unos cuantos minutos reunir los cuerpos que yo no había calcinado del
todo. El hechizo de camuflaje que habíamos lanzado sobre nosotros durante la lucha,
y el hecho de que fueran las tres de la mañana, nos ayudó a esconder el altercado a
los ojos de los humanos, pero todavía necesitábamos deshacernos de las evidencias
de que los Naturi existían.

Una vez que estuvimos instalados en el coche de Nuevo, rodeé el Ford Mustang con
fuego. Debí de habérmelas apañado para golpear el depósito de la gasolina porque
el coche entero se convirtió en una preciosa bola de fuego. Nos esperamos lo
suficiente para estar seguros de que los cuerpos estaban completamente incinerados
antes de ponernos otra vez en marcha hacia la ciudad, con Danaus siguiéndonos en
el otro coche. Ninguno habíamos comentado todavía nada acerca de su repentina

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
aparición, aunque las preguntas flotaban en el aire como un elefante rosa suspendido
por una caña de pescar.

Knox fue el primero en romper el silencio que pesaba sobre los ocupantes del coche,
utilizando su omnipresente y seco sentido del humor.

—Aunque disfruto de una noche contigo tanto como con la proximidad de los
Nightwalker, deduzco que tienes algo más en mente aparte de jugar con los Naturi.

—¿Podemos por favor no hablar de ellos? —dijo Amanda con una voz temblorosa
desde el asiento trasero. Estaba asombrada por su suave y casi roto tono. Nada la
había puesto nunca tan nerviosa por lo que sabía, pero entonces, esa había sido su
primera confrontación con los Naturi, y apenas sí había sobrevivido. También se las
había arreglado para apuñalar al Guardián del área en la que ella vivía. Amanda no
estaba teniendo su mejor noche.

—No os llamé a los dos para hablar de los Naturi —dije con un suspiro—. Quería
invitaros a los dos a ser parte de mi familia.

Solamente ahora me estaba empezando a cuestionar la sabiduría de aquella


petición.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 2
Traducido por: dani.shawn

Corregido por: Angeles Rangel

E l estudio en mi casa privada era clásico del viejo mundo con los estantes que
llegan hasta el piso cubriendo tres paredes. Las curiosidades iluminadas de los
gabinetes estaban intercaladas, separando lo viejo de lo nuevo. Esta era la
primera casa que mantenía por más que que solo unos cuantos años, y había comenzado
a coleccionar cosas desde que ya no tenía que juntar todo y largarme. Savannah era
mi hogar, y estaba preparada para defenderla.

Inclinándome contra el frente del escritorio, encontré a Tristan mirándome con ojos
oj
encapuchados sentado en una silla de cuero de respaldo alto. Se había convertido en
algo más que confortable viviendo en mis dominios durante los meses pasados, pero
entonces, todavía estábamos lentamente tratando de entender nuestra relación de
Señora e hijo. Yo lo había robado de nuestra creadora, Sadira, en un intento de
proteger su vida. No había hecho planes para ello. Nunca había intentado crear mí
propia familia, especialmente con uno de los hijos que alguna vez perteneció a la
creadora que odio.

Todavía, Tristan me necesitaba. Sadira lo había creado y lo mantuvo débil así nunca
podía escapar de la manera en que yo lo hice. Cuando lo había intentado, Sadira me
había engañado para que se lo devolviera. Sabía lo que era estar bajo su vil y
retorcido control y entendía su necesidad de finalmente ser libre. Mientras estábamos
en Londres, le prometí encontrar una manera de hacerlo, pero nunca esperé
convertirme en su señora como parte del trato.

Una vez que volví a Savannah desde Creta, había estado a punto de liberarlo;
renunciar a mis lazos con él y dejarlo vivir su propia vida como Nightwalker. Pero mi
conciencia no me dejó. Estaba todavía débil, haciéndolo una presa fácil para
cualquier cosa que posara su vista en él. No dejaría que lo mataran al primer
pr minuto

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que lo alejara de mí. Por un siglo Jabari me entrenó para protegerme a mí misma, y me
enseñó lo que era ser un Nightwalker. Podía pasarle algo de ese conocimiento en mi
barrio hasta que descubriera más.

Por ahora, Tristan parecía contento de quedarse. Pero había momentos cuando lo
encontraba viéndome, con una triste mirada en los ojos. Me pregunté si se estaba
quedando por una razón enteramente diferente. ¿Estaba buscando alguna manera
de protegerme?

Danaus seguía allí, sentado en una de las sillas forradas en cuero y de respaldo alto
detrás del escritorio, sus ojos nunca dejaron los míos, como un gato salvaje mirando a
su destinada presa. Los dos, él y Tristan había luchado contra los Naturi a mi lado en
Londres y nuevamente en el Complejo de Themis, Danaus estuvo conmigo cuando el
sello se rompió en Creta. A pesar de que no conocía a Amanda y a Knox desde hace
mucho, sentía una fuerte cercanía para con los dos nuevos habitantes de mi dominios.

Amanda y Knox vagaron lentamente por la habitación, sus pasos sonaban en el


silencio mientras se alejaban de la persiana que habia en el oscuro pasillo. Era la
primera vez que cualquiera de los dos estaba en mi casa fuera de los limites de la
cuidad. Mantenía una casa dentro de la ciudad, la cual era donde yo llevaba a cabo
la mayoría de las reuniones y eventos sociales, pero la casa del exterior era para mi uso
privado. Era también donde pasaba las horas del día. Gabriel, mi guardaespaldas,
estaba familiarizado con la casa, y ahora Tristan, ya que era también su casa.

―Mira, ―murmuró Knox, su mirada vagó por la habitación antes de volver hacia mí ―.
Estoy honrado de que nos hayas traído aquí.

Le sonreí, apreciando sus modales y gestos del Viejo Mundo. Él era solo unos siglos más
viejo y había sido renacido por un viejo Nightwalker llamado Valerio, a quien yo
admiraba y al cual detesté en solo unos meses.

Puedes pagármelo prometiendo que nunca más vas a conducir mi auto dije con una
mueca. Él sonrió de vuelta, sabiendo que no estaba siendo enteramente seria. Él había

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
hecho lo necesario para mantenernos con vida. Y por más que amara a mi auto,
seguía siendo un objeto.

―Estoy suponiendo que estás seria por lo que dijiste en el auto ―dijo Amanda,
girándose curiosa desde un gabinete que tenía una serie de dagas del siglo veinte―,
sobre unir a tu familia.

Asentí una vez, cambiando mi mirada desde Amanda a Knox.

―Entonces, acepta.

―¡NO! ―dije, levantando la mano desde la mesa y manteniéndola abierta y en lo alto


en su dirección, deseando un momento que me permitiera encontrar las palabras
para expresar mis temores y mi gratitud adecuadamente―. Aprecio tu entusiasmo,
Knox, Pero no quiero que ninguno de ustedes acepte o se niegue esta construcción,
particularmente en nombre de la lealtad.

―Sin embargo, esta no es una familia típica ―intervino Tristan, volviendo mí mirada
hacía él. Una perversa sonrisa tiró de las esquinas de mi boca, pero el estaba tratando
de agujerearme, queriendo romper la tensión que habían contraído los músculos de
mis hombros, ahora tensos.

Una familia entre Nightwalkers se disponía cuando el Nightwalker más viejo estaba de
acuerdo en proteger un pequeño rebaño de Nightwalkers. Generalmente, el anciano
crea a los otros, pero no siempre. Vivir en una familia era fuente de seguridad, como
pertenecer a una determinada familia mafiosa. Sin embargo, la vida sin una familia
podía ser brutal en lugar de fatal. Y en muchos casos no se dejaba con vida una vez
que eras aceptado.

―Mi acuerdo con Tristan es diferente a lo que yo les estoy ofreciendo ―empecé,
apoyándome contra el escritorio nuevamente en un intento de continuar en una
postura relajada―. Mi acuerdo con Tristan va a ser siempre diferente debido a las

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
circunstancias. Eso no es asunto de nadie, sino nuestro. Lo mismo va para su futuro aquí
en Savannah.

―No tenemos ningún problema con Tristan ―dijo Amanda encogiéndose de


hombros―. Él es bienvenido aquí. ―No me perdí la inocente sonrisa que le envió antes
de mirar de vuelta hacia mí.

Algo en mi estómago se retorció y mi reflejo fue apretar los dientes. Eso no pasaría. Una
pareja entre Amanda y Tristan no sería buena cosa, ¿verdad? Negué con la cabeza
mentalmente a mi misma y a mis tontos pensamientos. Estaba actuando como una
madre gallina protectora con Tristan. Después de lo que había sucedido con Sadira y
el tribunal del Aquelarre en Venecia, desconfiaba de todo lo susceptible de dañar mis
dominios. Él aún se estaba recuperando de su último trauma, y yo no veía a Amanda
como la mejor influencia o la más sana opción en relación al amor. Pero entonces, tal
cosa era elección de Tristan, no mía

―Nos estamos saliendo del tema ―suspiré tratando de recordar rápidamente cual era,
frotándome el puente de la nariz con los dedos―. El mundo está cambiando, a
medida de lo que se ha visto esta noche, obviamente. El Naturi nos caza ahora
abiertamente. En su mayor parte, me buscan a mí, pero eso no quiere decir que no se
carguen a cualquier Nightwalker que se les atraviese por el camino. Como resultado,
el orden que hemos establecido aquí puede comenzar a desgastarse.

―Al igual que tras el ataque a Dark Room ―dijo Knox. Se apoyó contra una de las
estanterías, cruzando los brazos sobre el amplio pecho. El Nightwalker había estado allí
cuando un par de Naturi y varios licántropos arrasaron a través de un exclusivo club
nocturno en mí búsqueda. Desde entonces, la tensión había ido aumentando entre los
cambiadores y los Nightwalkers.

―Y el Docks* —Danaus agregó solemnemente. Varias personas habían sido asesinadas


en la discoteca (para humanos) esa noche mientras el Naturi trataba de localizar a
Danaus y a mí.

―Sí.

21
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―Pero las cosas han ido mejorando ― contrarrestó Amanda.

―No es suficiente, y las cosas van a empeorar mucho en los meses que vienen ―dije.
Cruzando los brazos bajo el pecho, resistí ante la urgencia de pasearme por la
alfombra persa―. Lo que estoy ofreciendo es la protección de mi nombre, en un
sentido. De manera tácita, ustedes dos han sido mis representantes en la ciudad, pero
uniéndose a mi familia, lo hace más oficial. Si son parte de mi familia, sus acciones son
las mismas que mis acciones. Sus palabras son mis palabras. Pero en el mismo sentido,
si hacen algo en mi nombre que yo no apruebo, les sacaré el corazón. Sin vacilar. Sin
remordimientos. Sin hacer preguntas.

Me pausé y miré a Amanda y a Knox. Los dos parecían encogerse ante mi mirada,
pero no dijeron nada. No esperaba tampoco que cruzaran esa línea, pero entonces,
las palabras debían ser dichas. La advertencia colgó prominosamente en el aire,
aunque sólo para darles la razón de hacer alguna pausa en el medio de algún acto
cuestionable.

―Además de eso, el estar en mi familia no cambia nada más. No tendrán que dormir
en esta casa.

―No es que fuera algo malo ― murmuró Amanda. Traté de deslumbrarla por su
interrupción, pero no cayendo en lo miserable. Mi casa era hermosa, era de antes de
la guerra con tres plantas, con maderas oscuras y escalera de caracol. Era magnífica,
y era una vergüenza que pasara la mitad de las horas del día encerrada en el sótano.

―Tampoco debes contestarme en ningún momento de la manera en que lo acabas


de hacer ―continué.

―Interesante ― contestó Knox, deslizando sus manos dentro de los bolsillos de sus
pantalones azul marino.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Enarqué una ceja en su dirección, desafiándolo a seguir. Había momentos en los que
él me recordaba a su creador, Valerio.

Knox dio un paso alejándose de la estantería y ladeó la cabeza hacia mí, enviando un
mechón de pelo rubio corto justo al frente de un ojo.

―Estás ofreciéndonos todas las ventajas de tener una familia sin los inconvenientes
habituales.

―Sí, lo hago.

―¿Cuál es el truco?

―El Aquelarre ― respondió Tristan en mi lugar.

El Aquelarre. El órgano de gobierno que supervisa a todos los de mi clase estaba


compuesto por cuatro Nightwalkers llamados Ancianos. Ahora, era considerada uno
de ellos, después de un momento de desesperación en Creta. Para empeorar las
cosas, al segundo en que Jabari accedió a mi petición al lugar libre en el Aquelarre, lo
envió telepáticamente a cada Nightwalker en la cercanía de que yo era un miembro
ahora. Se aseguró de que no hubiera manera de poder escapar después de derrotar
a los Naturi esa noche. Bastardo.

―Soy ahora considerada un miembro del aquelarre ―admití, hastiada de decir


aquellas palabras en voz alta, como si cargaran con algún tipo de veneno de acción
lenta―. Hay muchos que tienen problemas aceptando el hecho. Si alguien decide
atacarme y a mi lugar, el primer lugar en el que ellos golpearán será a mi familia. Estar
en mi familia pone sus cabezas como objetivos.

―¿Nada más que por ser un Nightwalker ya te persiguen los Naturi? ― preguntó
Amanda, sentándose en el brazo de la silla de Tristan.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―En ese caso, serán cazados por los Naturi ― respondió Tristan antes que yo—, y por
ahora, están conformes de cazar sólo a Mira. Esta noche nosotros sólo nos metimos en
el camino. Únanse a la familia de Mira y serán señalados por los Nightwalkers
poderosos. Serán perseguidos por dos lados en lugar de uno.

Amanda hizo caso omiso de su advertencia, pero me di cuenta de que su sonrisa era
forzada ya que sus labios no llegaban hasta sus ojos azules. ―Es el riesgo que se toma al
unirse a cualquier familia.

―No del todo, pero similar ―corregí ―. Vayan a casa y piensen en ello. Tristan los llevará
de nuevo a la ciudad. Voy a ir por ustedes en un par de noches para saber las
respuestas.

Ninguno parecía feliz sobre el precipitado despido, pero en este momento no había
nada más que discutir. Ellos estaban recibiendo una opción que Tristan no había
tenido, y me puso muy incómoda. Deseaba poder dar la misma opción para él, pero si
decía que no, sabía que no tendría las fuerzas para dejarlo ir todavía.

―Y Knox, si por alguna razón sabes de Valerio, por favor, trasmítele el menaje de que
necesito hablar con él tan pronto como sea posible. Es una invitación oficial a mis
dominios, por si llega a preguntar.

―No he oído hablar de él desde que lo dejé, mantendré tu mensaje en mente, por si
algo cambia ―Knox salió de la biblioteca seguido de Amanda.

Tristan se empujó fuera de su silla, y se acercó delante de mí mientras yo seguía


apoyada en la mesa. Mis hombros se desplomaron agobiados por demasiadas
preguntas y sensaciones que encontraba inaceptables.

―Eso fue bien ―soltó, llevando a centrar mi mirada sobre su cara.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―No me empujes, Tristan. Nuestro arreglo puede fácilmente cambiar ―Traté de


amenazarlo, pero su sonrisa sólo creció. Ninguno de nosotros creía que fuera a cumplir
mi hueca amenaza.

―No eres Sadira ―murmuró. Me tomó la mano izquierda entre las suyas y frotó la banda
de plata que llevaba en el dedo anular―. Y no les has ofrecido una sentencia de
muerte cubierta de caramelo. Eso es lo mejor ―asentí inexpresivamente con la
cabeza, esperando a que pensara de la misma manera sobre nuestro acuerdo―.
Fuera de aquí.

Sacudí mi mando de la suya y caminé hacia uno de los estantes. Recogí un reloj de
plata grande, de di la vuelta para que la blanca arena se vertiera sobre el recipiente
vacío. El tiempo escapaba de mí. Todavía no había localizado a Rowe. Medio
esperaba que el Naturi apareciera en mi territorio buscando quitarme la cabeza de los
hombros, y una parte de mi se alegró.

Un suspiro pasó por mis labios entreabiertos mientras le daba la vuelta a otro reloj de
arena de mi extensa colección. Danaus…

El cazador y yo dividimos nuestros caminos antes de que yo llegara a Savannah. El voló


conmigo desde Creta, pero descendió en Paris. Sabía que habia regresado a Themis.
No eran los investigadores los que me preocupaban, sino su líder, Ryan, y la mala
información que tenía sobre el tema. Durante nuestro tiempo juntos, sentí como si
Danaus estaba finalmente empezando a entender la verdad sobre los Nightwalkers;
que él había comenzado a entender que éramos más que monstruos chupadores de
sangre como en la mitología.

Estando en mi estudio ahora con el cazador a mi espalda mientras el Naturi acechaba


en mis dominios, me encontré a mi misma agradecida de que estuviera de vuelta en
la ciudad. él era mucho más una bala perdida que el Naturi, pero bajo la mayoría de
las circunstancias teníamos el mismo objetivo… destruir al Naturi. Y juntos éramos una
fuerza insuperable. El Naturi no tenía defensa contra nosotros.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Antes de su llegada, me había sentido completamente indefensa contra los Naturi. No
podía sentirlos de la manera en que lo hacia con humanos y licántropos. No podía
decir si estaban cerca de mi santuario secreto fuera de la ciudad. Sin él en mis
dominios, había empezado a sentir las dos cosas, sola y atrapada.

De mala gana, me volví hacia el cazador después de que se cumpliera más de un


tercio del reloj de arena, arena plateada con negro. Danaus no había cambiado
desde la última vez que lo vi, salvo que su cabello parecía un poco más largo. Tenía la
cara sin edad. Una extraña sonrisa brillaba en su cara, haciéndolo que pareciera tener
unos veinte años, hasta que el ceño fruncido tomó lugar, disolviendo la sonrisa de su
rostro y pareciendo a los fines de los treinta principio de los cuarenta. Tiempo de usar el
rostro de guerrero.

―Tengo miedo de preguntar que te ha traído de nuevo a mis dominios. ¿Listo para
continuar con nuestra danza? ―pregunté, refiriéndome a la promesa de pelear hasta
la muerte que hicimos el primer día que luchamos. Sin embargo, después de todo lo
que había pasado, tenía la sensación de que era algo patético para llevar a cabo.
Sabía sin duda, en efecto, que un día nos encontraríamos en lados opuestos del
campo de batalla.

―Themis me envía ―él respondió. Se movió en su asiento, estirando sus piernas antes de
sentarse al borde con un codo en el brazo de la silla.

―¿Qué quiere Ryan? ―casi gruñí. Sabía que no debía ser tan hostil. Él nos había
ayudado a pelear contra los Naturi en Creta. Él había tratado también de protegernos
cuando los Naturi nos amenazaron en Europa. Pero éste era el mismo hombre que
había incluido a un humano llamado James en la guerra contra los Naturi. Había
arriesgado neciamente la vida de James, y encontraba eso inaceptable. Incluso ni
siquiera ayudó que Ryan fuera un poderoso hechicero, haciéndolo especialmente
peligroso.

―Quería que dejara de ser una amenaza para los buscadores de Themis ―respondió.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Una sonrisa amenazaba con extenderse por mi cara, regresé a mi lugar en el escritorio.
Crucé la rodilla izquierda sobre la derecha mientras deslizaba las manos sobre mi
estómago.

―Danaus, ¿Te has convertido en un pirata? ―Lo tenté ―¿Finalmente te has pasado al
lado oscuro?

―Difícilmente ―replicó con un bufido ―El Naturi me está cazando. Atacaron una casa
segura en Paris, otra en Londres, y dos veces el recinto. Tres de mis cazadores fueron
asesinados a lo largo de unas cuantas búsquedas. ―Su tono bajó un grado y la
frustración llegaba con cada palabra, sus manos levemente se curvaron sobre la silla.

Una parte de mi quería relamerse por la pérdida de sus cazadores, pero no tenía un
corazón tan frío. Ellos debían de haber matado Nightwalkers para tener esa mención,
pero seguían siendo humanos, y ningún humano merecía morir en las manos del
Naturi.

―¿Entonces decidiste atraerlos hacia aquí?

―Parece que ya estaban aquí ― señaló Danaus―. ¿Cómo te encontraron? No


deberían ser capaces de sentirte.

―No creo que puedan. Podría ser que Macaire se enojó con migo y les dijo donde
encontrarme en un momento dado ―me quejé, odiando al Anciano con una fresca
pasión. Macaire había iniciado una negociación con los Naturi, lo que me dejó atada
al Aquelarre en un intento por romper el trato. Sin duda, el Nightwalker no era uno de
mis fans más grandes―. Sobre todo, ha sido cuestión de suerte. ―Terminé con un
encogimiento de hombros―. Tengo que mantener las apariencias en la ciudad,
conducta de trabajo. Los Naturi se están arrastrando por toda mi ciudad. Por lo
general, no les toma mucho tiempo llegar a mi, sin embargo atacan solo a un grupo.

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―Ryan cree que eso cambiaría si Aurora es liberada. ―Danaus se pausó mientras se
sentaba hacia atrás nuevamente―. Parece pensar que los Naturi crecerán en poder si
ella regresa a la tierra.

―Moviéndolos desde las sombras a una completa pesadilla. ―Terminé. Empujándome


lejos del escritorio, me paré en el medio de la habitación, dejando caer los puños a los
costados―. Fantástico. Hay demasiados problemas ahora. No los necesitamos como
una potencia mayor.

―Como es muy peligroso dejar que el Naturi percuta contra Themis, pensé que sería
mejor venir aquí ―dijo Danaus.

―Y dejar que percutan contra Savannah en su lugar. ―Carraspeé―. Puede que no lo


creas, pero mantener a la gente de Savannah con vida es mi trabajo.

―¿Entonces por qué quedarse? Tu presencia aquí les pone en peligro al igual que la
mía.

―Porque no tengo otro lugar al cual ir. ¿Honestamente piensas que cualquier otro
Nightwalker me recibiría en sus dominios con los Naturi sobre mis talones?

―Siempre está Venecia.

Sí, siempre estaba Venecia. El hogar del Aquelarre de los Nightwalkers. Debería ser el
lugar al que los Naturi no deberían ir, pero incluso aquella teoría había sido destruida
recientemente cuando Macaire y Elizabeth eligieron el lado de los Naturi. Venecia
debería protegerme de los Naturi, pero no me protegería de Macaire. Sospechaba
que mi creadora, Sadira, estaba allí también, y ella tampoco me recibiría con los
brazos abiertos.

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―No hay ningún lugar al cual ir ―dije firmemente, deslizándome contra el escritorio
nuevamente y bajando la mirada al suelo―. Esta es mi casa, mi dominio. Los Naturi no
me forzarán a salir de mi hogar.

―Somos más fuertes juntos —dijo Danaus. Que admitiera esa cosa en voz alta me
sorprendió. Pero había una trampa en su plan.

―También lo son los Naturi. ―Mi mirada subió nuevamente a su cara y fruncí el ceño―.
Sus ataques pueden volverse más violentos ahora que estas aquí. Si pueden matarnos
a los dos de una vez, no tendremos forma de cerrar la puerta si es abierta.

―¿Te gustaría que me fuera? ―preguntó, levantándose. Me levanté yo también


alzando una mano para apoyarla contra su pecho pero no fue necesario, él se detuvo
antes de que lo tocara. Su cálida y vibrante energía bailó desde la palma abierta de
mi mano por mi brazo. Era increíble que me las hubiera arreglado para olvidarme de
cómo era entrar en contacto con sus poderes. La cálida energía me enrolló,
rodeándome como un par de pijamas de franela.

―No ―murmuré, bajando mi mano a su lugar. Abrí y cerré la mano, flexionando los
dedos para eliminar el cosquilleo de la energía―. Tienes razón. Somos más poderosos
juntos.

―Pero… ―empezó él.

―No puedes cazar Nightwalkers mientras estas aquí. ―Lancé―. No puedo


preocuparme en proteger a mi especie de los Naturi y de ti. Si causas problemas, voy a
despedazarte y enviarte en paquetes separados de vuelta a Ryan en una bolsa de
cuero.

―Mira…

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
―No es negociable, Danaus. La muerte de Penélope prueba qué no se puede confiar
en ningún Nightwalker como aliado. Tienes que jurarme que no vas a atacar a ningún
Nightwalker.

―¿Y si soy atacado? ―dijo, centrando sus hermosos ojos azules en mí.

―Defiéndete. Voy a advertir a los Nightwalkers de aquí sobre acosarte ―prometí,


volviendo a la silla a mi lado.

―Como en Venecia. ―Su tono sonaba escéptico y su expresión oscura.

―Salimos del problema ilesos y ningún humano fue perjudicado en el proceso. ¿Qué
más pides?

Danaus simplemente me gruñó. Descontento con mi poco entusiasta bienvenida,


regresó a su silla. ¿Qué esperaba? La última vez que estuvo en Savannah, cinco
Nightwalkers habían muerto y trajo la noticia de los Naturi. Su presencia no era
precisamente un buen presagio.

Mi otra preocupación era volverme muy dependiente de su presencia cuando venían


los Naturi. Danaus podía sentir la presencia de los Naturi cerca tan bien como me
sentía a mí. Nos daba una ventaja para destruirlos y luchar contra ellos. Estaba
dispuesta a creer que era por lo cual los dos habíamos sobrevivido tanto como lo
habíamos hecho. Por supuesto, la manipulación del fuego y su habilidad para hervir
sangre también ayudó.

Empujando el frente del escritorio caminé alrededor, dándole la vuelta a uno de los
relojes de arena en el estante más alto antes de sentarme en la silla. Agarré un
lapicero y un cuaderno así podía rápidamente escribir unas direcciones y otras
indicaciones sobre la seguridad que había instalado.

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―Este es un lugar en el que puedes quedarte mientras estás en la ciudad. Solo no lo
arruines. Es mi ciudad–hogar ―dije mientras arrancaba el papel del cuaderno.

Danaus se paró pero no agarró el papel. ―Puedo encontrar un lugar.

―Esto hará más fácil mi tarea de encontrarte ―dije, pasándole un set de llaves que
había agarrado del cajón superior del escritorio―. Escribí también algunas indicaciones
sobre activar y desactivar el sistema de seguridad. Es más seguro que un hotel
―agregué, entregándole el trozo de papel.

Con obvia renuencia, lo tomó. Lo seguí a la puerta principal. El amanecer se acercaba


y necesitaba restablecerme antes del mediodía bajo el tonel rosa. Me sentía
sorprendentemente cómoda con la idea de que Danaus supiera donde paso las horas
del día. Me sentía más a gusto con Amanda y Knox alrededor por un breve período de
tiempo. Por supuesto, Danaus había demostrado una y otra vez que nunca los habría
atacado mientras dormían. Él daba una oportunidad de defenderse a sí mismo. Nos
miramos de reojo en algunos momentos, pero respetaba su profundo sentido del
honor.

El cazador se detuvo en la puerta abierta, se formó una mueca en sus labios mientras
miraba el papel. Pero su preocupación no tenía nada que ver con la residencia que
yo le ofrecía.

¿Que está mal? La pregunta se me escapó mentalmente, viajando en un silencioso


camino que usábamos cada vez con mayor frecuencia. Danaus era el único humano
con el que podía hablar telepáticamente, y era inquietante. Con mi guardaespaldas
Gabriel, podría sentir pensamientos y leer las réplicas, pero Gabriel no podía sentir mis
pensamientos ni leer mis emociones.

Danaus se sobresaltó al inesperado toque de mi mente, pero no me golpeó como


pensé que lo haría. En su lugar respondió silenciosamente, ¿Rowe?

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
El líder de los Naturi no había mostrado su cara todavía en mi dominio, como yo habia
esperado. Había pensado que el Naturi iba a venir directamente después de Creta así
podría reclamar personalmente mi cabeza y regresar de manera segura a su reina–
esposa de vuelta a la tierra.

No todavía.

Él va a venir, Danaus respondió, confirmando dos de mis esperanzas y miedos. Si la


palabra se esparcía y llegaba a Rowe que Danaus y yo estábamos juntos en el mismo
lugar, tenía una pequeña duda de que el Naturi de un ojo dejara pasar la oportunidad
de cazarnos a los dos. Éramos todo lo que se interponía entre él y la puerta abierta.
Después de que los siglos de esperar se terminán, su larga vida estaba ahora en sus
garras. No había manera de que el príncipe Naturi nos permitiera detenerlo
nuevamente.

Déjalo venir. Dijo Danaus. No tuve deseos de dejarlo en mis dominios, pero quería que
esto finalmente se terminara, y cerrar la llave que iba a derrotar a Rowe.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPITULO 3
Traducido por Dham-Love
Dham

Corre
Corregido por angeliitaw

T ristan me encontró después en mi cuarto privado en el nivel más bajo de la casa,


preparándome para la mañana. El amanecer aparecería en menos de una hora,
pero mi mente estaba todavía girando en pensamientos de los Naturi y Danaus.
Todavía no había encontrado ninguna respuesta brillante.

Mientras me ataba el cinturón de mi bata, me giré para mirarlo ahí parado junto a la
puerta, una sonrisa apareció en las comisuras de mis labios. Sólo estaba vistiendo un
par de pantalón de pijama con pequeñas calaveras blancas y huesos cruzados
dispersos a través de ellas. Al parecer tenía inclinación por los pantalones de pijama
de franela sin importar la temporada.

—NoNo pareces muy aliviada de tener a Danaus de vuelta en Savannah —comentó


Tristan—.. Pensé que su presencia te complacería.

Para él, era simple. Con Danaus, seríamos capaces de limpiar a los Naturi de la ciudad.
Y eso era verdad. Sin embargo, nunca olvidé que Danaus era, en primer lugar, un
cazador. Él había matado otros cinco Nightwalker
Nightwalker dentro de mi dominio hace un mes
mientras estaba buscándome. Después él había matado a Penélope, sin previo aviso y
sin ninguna duda.

El área estaba agitada. Los Naturi estaban aquí. Los licántropos estaban afectados
por la presencia de los Naturi. Los Nightwalkers estaban afectados por culpa de los
licántropos y de los Naturi. Agrega al cazador en la mezcla y este barril explotará.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Nos las pudimos haber arreglado sin el cazador —dije, aunque se sintió como una
mentira.

—No deberíamos ‘tener que arreglárnoslas’. Vi lo que tú y Danaus hicieron en Themis.


Destruyeron a esos Naturi. Lo podrían hacer de nuevo —dijo Tristan, dando un paso
hacia la habitación.

Yo todavía no quería pensar en lo que habíamos hecho en Themis. Habíamos


destruido sus almas. Sin importar cuánto odiara a los Naturi, nunca haría una cosa
como esa de nuevo. Matarlos, definitivamente. Torturarlos, posiblemente. Pero destruir
el alma de otra criatura estaba más allá del mal, y ese era un camino por el que no iría
voluntariamente.

—No es así de simple —afirmé—, Danaus es un cazador, ¿Qué lo detendría de matar


Nightwalkers mientras esté en la ciudad? Si los Naturi están matando a Nightwalkers,
¿en verdad crees que a él le importa?

—A él le importas tú —contrarrestó Tristan, para mi sorpresa.

Un aleteo en mi estómago me hizo detenerme. Pero luego recordé que no era por mí
por lo que se preocupaba Danaus, sino por lo que yo podía hacer. Era el arma de la
tríada. Era la única que podría reformar el sello roto y mantener a los Naturi encerrados
en sus jaulas.

—Danaus es como Jabari. Ambos me están manteniendo viva hasta que toda ésta
cosa de los Naturi esté arreglada —gruñí. Apretándome mi traje nuevo, colapsé en
una de las cómodas sillas no muy lejos de la parte inferior de la cama—. Sólo tenemos
que seguir intentándolo como lo hemos hecho. Encontraremos a Rowe. Él me necesita
muerta, así que estoy segura de que el bastardo vendrá a cazarme él mismo muy
pronto.

—Eso no es especialmente tranquilizador, Mira.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Tristan no estaba feliz con mi plan, pero yo tampoco estaba feliz con mi plan. No podía
sentir a los Naturi, así que estaba buscando nuevas maneras para olfatearlos que no
incluyeran vagar por el bosque. A la misma vez, los Naturi no me podían sentir, así que
estaba tratando de mantener un bajo perfil. Sólo estaba tratando de sobrevivir hasta
que Jabari determinara cuándo y dónde ocurriría el siguiente sacrificio. Odiaba la idea
de esperar hasta el último minuto para derrotar a los Naturi cuando tanto estaba en
juego, ¿pero qué opción tenía?

Miré a Tristan mientras seguía parado cerca a la puerta, con sus ojos mirando hacia la
puerta. Había algo más que lo atormentaba y tenía el presentimiento de saber qué
era.

—Adelante, escúpelo —murmuré, sabiendo que estaba buscando problemas.

—Yo… ¿Qué quieres decir? —balbuceó. Sus ojos azules se abrieron con una inocente
sorpresa y yo casi me reí.

—Tienes algo más en tu mente. Puedes decirme o puedes seguir revolcando tu


cerebro en eso. —Pero ambos sabíamos que yo estaba en lo cierto. No leería la mente
de Tristan. Él ser merecía la poca privacidad que pudiera darle. ¿No era suficiente que
yo fuera su amante?

—¿Q…Qué tan libre soy? —preguntó él después de casi un minuto de silencio.

Fruncí el ceño, odiando su pregunta porque odiaba mi respuesta aún más.

—Tan libre como yo te deje ser —repliqué—. Tengo que velar por tus intereses,
asegurarme que estás seguro. Lo siento, Tristan. Desearía poder liberarte, pero no
puedo hacerlo mientras Sadira esté viva. No quiero liberarte hasta que te haya
enseñado como defenderte a ti mismo un poco mejor.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—No estoy pensando en dejarte, Mira—dijo, sonriendo mientras finalmente entró en la
habitación. Se arrodilló delante de la silla en la que yo estaba y puso una mano sobre
mi rodilla derecha—. Los Naturi podrían estar respirándonos en la nuca, pero vivir aquí
ya ha probado ser mejor que estar bajo el pulgar de Sadira. Estaba curioso de si tú me
permitirías involucrarme con alguien.

La presencia de Tristan en mi vida me había recordado que éramos criaturas físicas.


Siempre que él estaba cerca, ponía una mano en mi brazo o en mi hombro. Él no iba a
venir a mí de ninguna manera. El contacto físico era tranquilizador para él, así que lo
permitía tan bien como podía. Desafortunadamente, no había estado cerca con los
de mi clase desde hace

mucho tiempo. Estaba fuera de hábito, y su tacto tenía un efecto tanto relajante
como enervante.

Un gemido se me escapo mientras me cambiaba de posición en mi silla, sacando mis


rodillas lejos de su tacto.

—Por favor no me digas que es Amanda —murmuré mientras me pasaba la mano por
el cabello con frustración.

—¿Qué hay de malo con Amanda? —preguntó.

—Ella es peligrosa, Tristan. Tiene un temperamento violento y te comería vivo. Es el Alfa


entre los novatos.

—¿Entonces por qué la mantienes a tu alrededor si es tan peligrosa?

—Porqué es buena manteniendo a los novatos a raya. Sabe que es mejor que
corriendo que estacando. Yo la estacaría en el sol.

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—Entonces no me dejarás verla —dijo Tristan.

Lo miré por un momento, frunciendo el ceño. Me pregunté brevemente si él la vería sin


decirme nada si le decía que no, y mentalmente sacudí la cabeza. Después de
sobrevivir casi un siglo en las garras de Sadira, no tenía duda que él haría exactamente
lo que yo dijera, inclusive si es lo hiciera miserable. Por supuesto, no tenía duda de que
Sadira hubiera negado su pedido en nombre de protegerlo de una mala influencia

—¿No ha habido nadie más después de Violetta? —pregunté, mi voz era apenas un
susurro. Nunca habíamos hablado sobre su esposa, de cuando él era un humano. Ella
había muerto hace más de un siglo mientras daba a luz. Por supuesto, no teníamos
que hablar de su pasado porque yo ya lo conocía. En el momento en que lo reclamé
como mi propiedad, bebí de su sangre y él de la mía, absorbiendo su esencia y todos
sus recuerdos. Una vez Tristan había estado casado con una hermosa y joven mujer.
Esa vida feliz se había derrumbado cuando ella se murió, permitiéndole a Sadira
moverse con facilidad y proclamarse sobre el debilitado hombre.

—Solo Sadira. Y ahora tú —respondió.

—¿No te gustaría empezar con alguien más…?

—Más como Violetta —respondió él, su voz se hizo fría como el hielo—. No hay nadie
como ella. Nunca la habrá. Eso lo sé. Es algo que siempre me va a perseguir a lo largo
de toda esta larga existencia.

—Estaba pensando en alguien más considerada, más gentil. Alguien más como tú.

Una sonrisa levantó la preocupación y dolor de sus grandes ojos mientras él me


miraba. Tenía el presentimiento que en su interior él estaba jugando conmigo.

—No creo que haya tampoco nadie como yo.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Alcanzándolo, pasé mis dedos por su cabello marrón, alejándolo de donde estaba
empezando a apiñar sus ojos.

—Eso es cierto.

—Si no quieres que la vea, no lo haré —ofreció él.

—No puedo hacer eso. No puedo quitarte toda tu libertad. Puedo no estar feliz con
eso, pero no te puedo detener de ver a Amanda si eso es lo que quieres —dije,
poniendo mi mano de nuevo a mi lado. A pesar de mi mala gana, sabía que Amanda
era una buena persona y podría probar ser una profesora valiosa. Ella sabía cómo
cuidarse a sí misma, y yo secretamente esperaba que le pasara un poco de ese
conocimiento a Tristan.

—¿Podré verla? —preguntó, sin poder ocultar su sorpresa.

—Sí, si ella está dispuesta a ponerse en contacto —me burlé.

Tristan se inclinó hacia adelante y me dio un rápido beso en la frente, su energía corrió
a través de mí en un rápido estallido de energía. No me pude contener de sonreír
también. Después de más de cien años, él estaba por fin consiguiendo su vida de
vuelta. Mi única esperanza era que yo se la estaba dando a tiempo para que los
Naturi se la arrebataran.

Mientras se levantaba, estiró sus brazos sobre su cabeza y parpadeó unas cuantas
veces. La noche estaba dando sus últimos esfuerzos de vida mientras él y yo nos
preparamos para el día. El Nightwalker se recostó en la cama y luego se giró en su
costado para poder verme.

—¿Crees que se unirán a la familia? —preguntó.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Fruncí el ceño, liberando la calidez y felicidad que había llenado la habitación pocos
segundos antes.

—Sí —susurré—, creo que lo harán. —Establecer una familia me beneficiaría, así como
ayudaría a fortalecer el control que tenía sobre los Nightwalkers de la ciudad. Por
supuesto, esto tenía un gran precio. Pondría un objetivo en los pechos tanto de Knox
como de Amanda, y estaba preocupada por mi habilidad para protegerlos del
Aquelarre y de los Naturi.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 4
Traducido por aLeBeNa

Corregido por Sera

D anaus me encontró la siguiente noche estando descalza en mi patio trasero con


fuego arremolinándose al rededor de mí. Un espeso banco de árboles
encerraba mi casa, tapando el espectáculo que estaba dando de la vista de
mis vecinos. Y era un espectáculo. En la última hora había estado conjurando bolas de
llamas y vetas
etas de fuego para que pareciese como si mi cuerpo hubiera atraído a su
propio cometa. Estaba intentando copiar lo que pasó en Creta, pero no tenia éxito.

En el palacio de Knossos el oleaje de poder de la Tierra había sido tan grande que
empujó a mi cuerpo o y lo pude usar para crear fuego. Había sido diferente de mi usual
manipulación de fuego. Antes, el poder venía de dentro de mí, y con el tiempo se
hacía agotador. En Creta, el poder venía de otra fuente - la Tierra.

Necesitaba aprender a aprovechar esta fuente de energía si iba a tener alguna


esperanza de derrotar a los Naturi. Desafortunadamente, no estaba teniendo suerte.

Podía sentir los ojos de Danaus en mí cuando repasé una docena de posturas de artes
marciales diferentes que había aprendido a trav
través
és de los siglos. Luché para encontrar
el centro de paz mientras llamaba a mi habilidad al mismo tiempo. Pero no había paz
dentro del fuego. Era pura energía que brincaba y quemaba, llena de pasión y
emoción apenas controlada.

—SiSi mueves tus manos demasiado


demasiado rápido, apuesto a que podrías escribir tu nombre —
dijo Danaus cuando estaba a unos pocos pasos de mí.

40
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Sonriéndole como una tonta sobre mi hombro, crucé mis brazos sobre mi pecho
mientras mi nombre estallaba vivo, letras parpadeando delante de mí. Se mantuvo
cinco segundos antes de desaparecer por completo.

—Presumida —murmuró, mientras ponía un mechón de pelo tras su oreja cuando el


viento lo movió.

Mi larga falda negra se movía con la brisa y dejé todo fuego que convoqué a oscuras,
y finalmente desapareció, hundiendo el patio en completa oscuridad. Sólo una
pequeña luz se desvió hacia nosotros desde la casa donde Tristan estaba sentado con
su computadora en el segundo piso. La última vez que lo había comprobado, el
Nightwalker estaba investigando el mundo de iTunes con mi tarjeta de crédito.

—¿Practicando? —preguntó Danaus.

—No lo suficiente —dije, mirando mis manos vacías. La frustración me golpeó hasta
que casi estaba apretando mis dientes. No podía hacer esto sola. Necesitaba ayuda—
. ¿Recuerdas lo que pasó en Creta? ¿Cuándo usé mi habilidad?

—Sí, el poder de la Tierra te consumió —Danaus movió su cabeza a un lado para


poder verme, viendo mis pies descalzos por primera vez—. Estas intentando volver a
hacerlo. Mira, no pudiste controlarlo...

—Lo sé, pero tengo que aprender cómo hacerlo. Debe de haber una manera.

—Pensé que habías dicho que los Nightwalkers no podían hacer magia de la Tierra o
incluso el sentir la Tierra porque su lado humano murió.

—Sí, bueno, se supone que los Nightwalkers no pueden controlar el fuego tampoco —
dije, chasqueando los dedos de manera que una lágrima de fuego se suspendió en el
aire por un segundo antes de extinguirla—. Parece que soy la excepción para más de

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una regla. Soy un conducto del poder de la triada, y también puedo ser un conducto
de los poderes de la Tierra. Tengo que aprender a controlar uno de estos. Tanto como
esté vivo Jabari, no veo cómo esto puede ser el poder de la triada, por tanto eso me
deja aprendiendo cómo controlar el poder que recibo de la Tierra.

—¿Estás obteniendo algo ahora?

Sacudí mi cabeza, haciendo que mi cabello rojo cayera sobre mi cara.

—Nada. —Era verdad. No sentía nada. Sólo estaba la fría hierba bajo mis pies. Ni
siquiera estaba el pulso de la vida.

—Tal vez sólo puedes usar el poder cuando está cerca de su altura —dijo Danaus.

Miré fuera del oscuro patio, mirando fijamente a los árboles. Por un momento me
pregunté si había algún Naturi viéndonos, pero el pensamiento se fue muy rápido.
Danaus me lo hubiera dicho. —Si eso es verdad, este poder no me hará mucho bien,
incluso si aprendo a controlarlo. —Comencé a caminar hacia la casa con él a mi lado.

—Podría ayudar cuando vayamos contra los Naturi en el próximo sacrificio.

—¿Alguna palabra de dónde o cuándo podría ser? —pregunté mientras poco a poco
subíamos las escaleras de piedra hacia el patio. Con un movimiento de mi mano,
encendí un puñado de velas fuera para beneficio de Danaus. Su visión casi era tan
buena como la mía, pero me imaginé que se podía sentir un poco más cómodo en el
círculo de luces de las velas.

—Ni una palabra de Themis todavía. Viene el equinoccio de otoño, y nuestra teoría es
que ellos harán el ataque entonces.

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—He pensado mucho —dije con un suspiro y observé la luz de la vela mientras Danaus
escogía una silla frente a mí.

—Si vas a aprender cómo controlar el poder que tomas de la Tierra, vas a necesitar un
maestro —dijo, pensativamente rascándose la barba de varios días de su barbilla.

—Dudo que vaya a encontrar a alguien registrado en las páginas amarillas —dije con
un gesto de desprecio, moviendo una mano por mi cabello para quitármelo de los
ojos.

—Cierto. Necesitas una bruja de la Tierra.

—Hmmmm... Sí, eso sería una gran idea si todas las brujas de la Tierra no estuvieran ya
del lado de los Naturi. Prefiero no tener un maestro que intente matarme a cada paso.

—No todos ellos lo están.

Agarrándome de ambas brazos del diván, me empujé hasta que estuve sentada en el
borde. —Conoces a alguien —anuncié suavemente.

—Sí.

—¿Es una persona asociada con Ryan de alguna forma? —pregunté, temiendo la
respuesta. No quería la cabeza de Themis involucrada en mi entrenamiento, si era del
todo posible.

—No ella está fuera de Themis. La conocí meses atrás cuando estaba buscándote.
Vive al norte de aquí en Charleston.

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—¿Novia? —Pregunté, inclinándome cerca por su respuesta, pero él sólo respiró y
cruzó sus brazos sobre su pecho. —Eso es. El poderoso Danaus no participa en
emociones básicas humanas como el amor o la lujuria. Sólo matas.

—Casi como tú —contestó rápidamente.

—No, yo amé a Michael —susurré mientras empujaba mis pies. Amé a mi


guardaespaldas, y los Naturi me lo robaron—. Algunas veces el vivir es tomar riegos
que no tienen una oportunidad de bola de nieve en el Infierno. Pero con todo, son los
riesgos que valen la pena tomar.

—Yo me arriesgo.

—Lo calculas todo.

—¿Trabajar contigo es un riesgo calculado? —preguntó, arqueando una ceja hacia


mí.

Una sonrisa por fin apareció en mis labios cuando lo miré. Esto era un riesgo calculado,
pero uno que estaba ligeramente a su favor. Los dos odiábamos a los Naturi y los dos
teníamos un sentido del honor arraigado. Aparte de eso había algo que nos impedía
matarlos el uno al otro. —Por favor contacta a la bruja de Tierra por mí. Mira si puede
venir a Savannah. Tengo algunas preguntas que me gustaría hacerle.

—¿Lo quieres? ¿Quieres que la traiga aquí?

—¡No! —Capté la llamarada de pánico de mi temperamento y me aclaré la


garganta—. Llévala a mi casa en la ciudad. Os encontraré cuando ella llegue. Mi casa
secreta de fuera de la ciudad empieza a sentirse significativamente menos secreta de
lo que había sido antes.

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Era casi una hora después antes de que me deshiciera de mi sombra oscura para que
pudiera viajar a mi siguiente reunión sola. Aunque apreciaba la compañía de Danaus
cuando había tantos Naturi rondando, necesitaba cuidarme en este próximo asunto
sola, aunque todavía tenía un presentimiento contradictorio sobre ello.

Merodeé por el cementerio con los tacones de mis botas que hundiéndose en la
suave tierra. La lluvia del verano había sido más pesada de lo normal, dejando a la
Tierra sintiéndose como una esponja húmeda. El cementerio estaba fuera de los límites
de la ciudad, pero juzgando las lápidas, era tan viejo como la mismísima ciudad. Los
ángeles lloraban. Sus caras marcadas por el tiempo y el desgaste. Marcas graves
estaban deterioradas hasta el punto de que sus nombres sólo se podían leer por tacto
ahora. Vagueé por la parte posterior del cementerio y crucé un pequeño puente de
piedra que conducía a una aislada isla en medio de un gran lago.

Con la muerte de mi primer guardaespaldas, había comprado todas las parcelas de la


isla. Aquí, les daría a mis guardianes su lugar de descanso. Al llegar a la isla, me detuve
frente a las lápidas de Thomas y Filip. Tampoco me habían servido de mucho, preferían
tener peleas con criaturas que no tenían ningún negocio que arreglar. No hubo nada
que pudiera hacer para detener sus lamentables muertes.

Y después llegó Michael. El último de mis guardaespaldas en morir. Después de ser


contratado, me refiero a él y mi actual guardaespaldas, Gabriel, como mis ángeles
guardianes. Michael, con su cabello dorado y una dulce sonrisa, cuidó de mí con una
vigilancia inquebrantable. Me protegió durante las horas del día y me siguió en la
oscuridad durante la noche.

Ahora simplemente quería llorar por él. Nunca debí traerlo conmigo a Inglaterra.
Después de que se hizo evidente que los Naturi me estaban cazando en Egipto, debí
mandarlo de regreso a los Estados Unidos donde él y Gabriel estarían a salvo. Pero en
lugar de eso, lo mantuve cerca por mi propio egoísmo. Y el resultado fue su muerte.

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Para empeorarlo, ni siquiera tenía su cuerpo para enterrarlo entre sus camaradas de
armas. Según Ryan, su cuerpo fue robado por los Naturi por alguna extraña razón.

Me arrodillé en la húmeda hierba y corrí mis dedos sobre las letras de sus nombres
grabados en la gruesa losa de mármol. Mi mano se deslizó sobre los bordes mientras
intentaba recordar su sonrisa torcida o la sensación áspera de los pequeños vellos
sobre sus brazos. Gabriel había cuidado todos los acuerdos una vez que regresó a
Estados Unidos, y yo lo visitaba tan frecuentemente como podía. No quería que los
Naturi me vieran aquí. No pelearía con ellos mientras estuviera de pie sobre la tumba
de Michael. Mi ángel merece reposo. Se lo había ganado.

Detrás de mi sonó un zapato por el hormigón del puente que conecta a la orilla de la
isla. Había sentido a Gabriel viniendo, pero estaba siendo cortés haciendo poco ruido
para anunciar su llegada. No quería encontrarme desprevenida con su nuevo
invitado.

Mientras se acercaban, revisé el cementerio para ver que estábamos completamente


solos. Bueno, tan solos como podíamos estar. No podía sentir a los Naturi, y empezaba
a preguntarme si debería haber traído a Danaus a la reunión. Este era un lugar tan
bueno como cualquier otro para una emboscada.

¿Confías en éste? le envié mentalmente a Gabriel. Las inesperadas palabras lo


llevaron a casi tropezar pero se recuperó rápidamente.

Menos que en los otros anteriores a él, pero más que los otros que estaba
considerando. Se esforzó por hacer la oración tan clara en su mente como fuera
posible para poder leerla. Gabriel no era un telépata, pero le enseñé a organizar sus
pensamientos de una manera que fuera fácil leer sus respuestas sin el desorden de
otros pensamientos y emociones.

—Te pedí que no te lamentaras de tus decisiones que te han traído a este punto —
anuncié al aire cuando me giré de la vacía tumba de Michael.

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—Creo que di un paso más allá del punto de lamentación —vino la respuesta de una
suave e uniforme voz que no había oído antes. El acento era Asiático, posiblemente
japonés. No había pasado gran tiempo en la región, por lo que mis conocimientos de
los dialectos y acentos eran pocos.

Quitando toda expresión de mi cara, me volteé para mirar a mi nuevo compañero. Se


puso de pie sobre unos cinco pies y medio de altura, con una complexión delgada, y
un cabello oscuro corto. Su edad era difícil de identificar. Se veía como si estuviera en
mitad de los veinte, pero las imágenes y memorias que pasaban por su mente
hablaban de una vida mucho más vivida. Tenía que estar más cerca a diez años más
mayor, por lo menos.

—Como estoy seguro de que te lo que han dicho, mi nombre es Matsui —dijo, con un
pequeño movimiento de cabeza.

—Sí, Gabriel me dijo que has venido a buscarme y que ya sabes lo que soy —contesté,
manteniendo una cómoda distancia entre nosotros—. ¿Cómo supiste de mí? —
pregunté, sentándome dentro de su mente. No pude leer mucho de sus pensamientos,
pues no entendía mucho del idioma, pero vi la imagen en su cabeza. Sabia de otros
Nightwalkers.

—Eres una leyenda en todo el mundo. Incluso en el clan Soga —contestó.

—¿Un clan de Nightwalkers? —preguntó Gabriel, poniéndose a mi lado.

—Algo parecido a una familia, pero más grande y compleja —dije, doblando mis
brazos sobre mi estómago—. El sistema de honor y política es más... complicado en el
Este, por lo que el Aquelarre ha dejado en gran medida que no se extiendan por el
mundo.

—E incluso en mi pequeña parte de mundo, eres conocida —comentó Matsui.

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—La Parca es conocida por todo el mundo, pero no por eso la busco ¿Por qué has
venido a buscarme? —pregunté.

—Deseo unirme a aquellos que te protegen durante las horas del día. Escuché sobre la
posición de Gabriel un par de años atrás y espero que tal vez necesites otro guardián.
Sirvo en una capacidad similar en el clan de Soga. Estoy graduado en varios tipos de
lucha...

—No estoy interesada en tu habilidad de defenderte a ti o a mí. Si Gabriel no estuviera


convencido de tus habilidades, nunca habrías llegado tan lejos. Quiero saber por qué
dejaste al clan Soga para unirte a mí.

—Los rumores de los Naturi y sus intentos para ser libres llegaron hasta los Nightwalkers
orientales, sin embargo pocos están dispuestos a ayudar —dijo con ceño y agitando
un poco su cabeza—. Sólo tres Nightwalkers que conozco han ido al Aquelarre. He
llegado aquí buscándote. Se dice que derrotaste a los Naturi en el pasado, y deseo
ayudarte a derrotarlos ahora.

—¿El clan Soga sabe que estás aquí? —exigió Gabriel, cambiado su peso de derecha
a izquierda. Podía sentir su ansiedad como ondas gruesas fuera de él. No confiaba en
Matsui.

—Tengo su bendición.

Gabriel me miró y frunció el ceño. En el pasado, habría buscado cuidadosamente a


otros guardaespaldas, seleccionándolos de los retirados de Las Fuerzas Armadas de los
Estados Unidos. Incluso hubiera encontrado guardaespaldas en ex porteros de club
cualificados varios estilos de lucha. Pero hubiera buscado a uno por una razón
específica. Matsui era el primero que venía a buscarlo, y lo puso incómodo.

—Puede que hayas malentendido esta particular posición —expliqué—. Gabriel no


pelea contra los Naturi. Me protege durante el día mientras viajo. Me protege de otros

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humanos que me perjudicarían si me descubrieran. —Era un poco mentira. Gabriel
había peleado contra los Naturi en Inglaterra, pero él nunca debió hacerlo. Nunca
debió estar en esa posición en primer lugar, pero la cagué, resultando en la muerte de
Michael.

—Protegerte mientras te esfuerzas por derrotar a los Naturi sería un honor —dijo con
otro movimiento de cabeza.

Fruncí el ceño. —Todos mis guardaespaldas empiezan y terminan donde tú estás


parado. He enterrado a más de los que puedo contar, todos ellos murieron en alguna
pelea o batalla. Es una vida corta y un final violento.

—Pero es mi vida y mi derecho de vivirla como yo quiera, no importa que tan corta
sea —respondió Matsui, dándome la misma respuesta literal que Gabriel me dio hace
unos años.

Sonreí y Gabriel gruñó, sacudiendo su cabeza a mi lado con una sonrisa reluciente en
sus labios. —Muy bien —agregué con un guiño—. Tienes el trabajo. Por ahora,
obedecerás a Gabriel. Dormirás y comerás cuando y donde él te diga. Y si en algún
momento él piensa que eres una amenaza en mi vida, no dudará en eliminarte. Sin
preguntas.

—Entiendo. Gracias por esta oportunidad. No te defraudaré.

—Adelántate al coche —ordenó Gabriel.

Matsui asintió y fue hacia el puente mientras Gabriel y yo volvíamos a la lápida con el
nombre de Michael en ella.

—Encontré al ángel que estabas buscando, y el escultor de mármol ha empezado a


trabajar en ello —dijo suavemente Gabriel—. Dijo que le llevaría unos pocos meses.

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—Está bien. No tenemos prisa —murmuré, pasando mi mano sobre la mano abierta de
mi ángel.

Gabriel apretó mi mano una vez, su pulgar cepillaba el dorso. —Michael no lamentaría
nada de lo que pasó. No hagas de él tu lamento.

—Él está dormido, Gabriel —susurré, por fin dándole a mi voz la culpabilidad que me
estaba llevando lejos de mí—. Debí ver que eso pasaría. O tal vez lo hice y sólo no
estaba dispuesta a admitirlo hasta que fue demasiado tarde. Estaba perdiendo la
concentración, poniéndose indeciso para no confiar en mí. No deberías haber estado
allí. Ninguno de los dos debió haber estado en Inglaterra.

—Estábamos a tu lado, donde siempre deberíamos estar —dijo firmemente Gabriel.

Un pequeño suspiro se me escapó mientras apretaba su mano para después liberarla.


—Tal vez Matsui durará un poco más que los anteriores. Al menos ha estado con otros
Nightwalkers en el pasado.

—¿Confías en él?

Se me escapó una pequeña risa cuando choqué mi hombro con el suyo. —No del
todo.

—Sólo estaba comprobando. Tenía miedo de que perdieras la cabeza por un


momento.

—No, no confío en él, pero no ha habido uno al que le tengamos confianza desde el
principio.

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—Parece que te estás volviendo más popular. Un Nightwalker japonés ha escuchado
acerca de ti. ¿Voy a estar luchando con algunos guardias con un palo? —bromeó
Gabriel, pero podía decir por su tono que era parcialmente serio.

—El clan Soga envió a Matsui. Él no está aquí porque quiera estarlo —dije moviendo la
cabeza—. Estoy segura que han oído sobre mi. Soy la única Nightwalker existente que
puede manipular el fuego. Aparte tengo 600 años. No sólo han oído sobre mí. Pero
estoy segura que saben que me uní al Aquelarre.

Gabriel dio unos pasos más lejos de mí, sus pesados pasos se hundieron en la suave
tierra. Cruzó sus brazos sobre su fuerte pecho mientras miraba el terreno en el
pensamiento. —No entiendo.

—Creo que es su forma de apoyar detrás del lado oscuro del Aquelarre. Cuando
finalmente el infierno se desate, soy la única que esperan que sobreviva. Matsui es un
emisario, un regalo, de alguna manera.

—¿Y crees que hará un buen trabajo protegiéndote porque se lo han ordenado?

—Lo hará por el honor de esas personas. Tal vez sea mi guardaespaldas, pero siempre
será parte del clan Soga de alguna manera. Matsui hará todo lo que pueda para
protegerme.

—Si estás tan segura que te protegerá, ¿Por qué no confías en él?

—Porque estoy segura que quiere estar aquí ahora, que quiere ser mi guardaespaldas.
Me gusta que mis hombres sean dedicados, inteligentes, bondadosos y de buen
cuerpo. Su corazón todavía no está así.

—Espero que eso cambie rápido...

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—O será una lápida más en mi pequeña isla —terminé, mis ojos se posaron sobre la
lápida por última vez. Todavía había espacio para más.

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CAPÍTULO 5
Traducido por Eli25

Corregido por Virtxu

N icolai estaba en el cement


cementerio.

Me quedé detrás de la isla cuando Gabriel se fue, pensando sobre mis últimos
días con Michael. Aún, cuando comienzo a atravesar el puente de regreso de
la división, al cementerio, sentía la presencia inesperada del licántropo. Me
detuve, mi estómago se anudó. Supuestamente él no debería estar allí.
Supuestamente no estaría en ningún lugar cerca de mí a menos que estuviera de
paso. Con un Naturi invadiendo el área, los licántropos habían acordado dejar la
ciudad y mantener una ancha distancia de los Nightwalkers
Nightwalkers después de que el sol se
ocultara cada noche. Sólo era la manera en que podíamos pensar en proteger ambos
lados. No era un plan perfecto. Hasta el momento, seis Nightwalkers y cuatro hombres
lobo habían sido asesinados en enfrentamientos, incluyendo
incluyendo a uno de los hermanos de
Barrett. El Alfa de la manada de Savannah aún estaba llorando su pérdida.

Lamí mis labios, me giré y me dirigí al oeste, alejándome del lobo, pero Nicolai también
cambió la dirección, dirigiéndose hacia mí. Sí, me estaba buscando.
buscando. Era una ridícula
esperanza, pero tenía que intentarlo.

No sentía a nadie en el cementerio con nosotros. Había una oportunidad de que


Nicolai simplemente hubiera venido a buscarme por alguna cuestión. Nosotros
difícilmente habíamos hablado desde que volví de Creta. Por lo que Barrett me había
dicho, Nicolai aún estaba luchando por encontrar su lugar en la manada local,
aunque se suponía que esto era un arreglo temporal. Pero con Jabari acechando
alrededor y los Naturi respirando en mi cuello, no estaba
estaba segura de cuándo sería
capaz de permitir al licántropo regresar a salvo a su propia vida fuera de Savannah.

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Clavando mis talones, cambié de dirección otra vez y comencé a caminar hacia él.
Lo peor, que los Naturi hubieran conseguido controlar al licántropo y le hubieran
enviado para matarme. Si era todo posible, intentaría patear a Nicolai y matar al
Naturi. Pero mis esperanzas no eran altas considerando que sería numerosamente
superada en número en esta situación. Debería haber traído a Danaus.

Paseé por uno de los sinuosos caminos de grava cuando Nicolai finalmente apareció a
la vista. No había cambiado desde que le vi por última vez, mi Adonis con un feo
pasado. Su dorado pelo rubio rozaba el cuello de su camisa, y su piel parecía
perfectamente bronceada, como si él hubiera sido adorado por el sol. Le mantenía en
Savannah para protegerle de los Naturi y de Jabari, pero sabíamos que sólo estaba
extendiendo su vida un palmo por una cuestión de días.

—Cuanto tiempo sin verte —me dijo cuando paré en medio del camino. Su paso se
hizo más lento hasta ser casi un arrastre pero aún estaba demasiado lejos, con sus
manos metidas en los bolsillos de sus pantalones caqui.

—Sí, bueno, no vi mucho futuro para nosotros —dije, encogiendo un hombro cuando
mis ojos continuaron barriendo el área inmediata, buscando a alguien más que
pudiera estar establecido cerca para una emboscada.

—Es duro competir con el cazador. Está demasiado determinado a tener tí corazón —
replicó Nicolai, parando cuando aún estaba a varias yardas de mí.

Se me escapó un bufido y débilmente sonreí a mi compañía.

—Sobre una pica —repliqué, acabando el pensamiento. Danaus solo estaba


interesado en mí para matarme—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Demandé,
acabando la alegre broma que habíamos forzado para tensar el aire.

—Él solo quiere hablar —murmuró Nicolai.

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—¿Rowe?

—No

—Mierda —siseé, los músculos de mis hombros instantáneamente se tensaron.

—Yo —dijo Jabari débilmente, directamente detrás de mí.

Girando alrededor y agachándome, mi falda voló a mí alrededor, gruñí a Jabari,


exponiendo mis colmillos al Anciano del Aquelarre. Me posicioné entre el licántropo y
el Anciano, lista para atacar. —No puedes tenerle —gruñí.

En Venecia, Jabari había enviado a Nicolai a matarme. Golpeé al hombre lobo


dejándole inconsciente y luego le reclamé como mío en un esfuerzo por proteger a
Nicolai de Jabari y del resto del Aquelarre de los Nightwalkers. De todas formas, tanto
Nicolai como yo sabíamos que no era lo bastante fuerte para protegerle de Jabari si el
Anciano volvía a reclamarle. Mi propia meta había sido extender su vida durante un
poco más.

—Puedo hacerle volver a mí en cualquier momento que elija —dijo Jabari con una
sonrisa. Su pálida toga Egipcia ondeó en la brisa que barría a través de la ciudad esa
noche.

—Nicolai, ¡sal de aquí! —Ordené cuando levanté mi mano derecha y conjuré una bola
de fuego. La luz de las llamas bailarinas trajo un gruñido desde la parte de atrás de la
garganta de Jabari, forzando al Anciano a darse cuenta de que estaba lista para
defender al hombre lobo seriamente. El Nightwalker parecía demasiado alto,
demasiado fuerte, con su piel marrón oscura y los fieros ojos negros. Tenía mi mano
levantada, pero había prometido proteger a Nicolai con mi vida, y estaba preparada
para mantener mi promesa.

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—¡No! No tiene que ser de esta manera —contrarrestó Nicolai. Podía oír sus pasos
acercándose. Le necesitaba fuera de allí, pero no se iría.

Lancé la bola de fuego al Anciano Nightwalker para que aterrizara justo ante sus pies,
forzándole a retroceder un par de pasos. Cuando se movió, me lancé hacia él. Pero él
ya estaba listo. No había sorpresa. Jabari estaba constantemente en mi cabeza, él
sabía mis pensamientos si quería. Agarró mis muñecas justo antes de que mis dedos
pudieran alcanzar su cuello y me tiró a un lado como una bolsa de basura. Mi pie se
deslizó a través del camino, enviando una ráfaga de grava. Al segundo paré de
deslizarme, y me estaba moviendo hacia él otra vez. Giré en una patada giratoria,
esperando que perdiera su equilibrio, pero cogió mi tobillo y lo apartó. Aterricé sobre
mi culo, gruñéndole, preparada para empujar mi pie. Pero no podía.

Jabari levantó una simple mano hacia mí, y no pude moverme más. El Nightwalker
tenía el poder de controlarme físicamente como una marioneta en una cuerda. Él solo
había estado jugando conmigo antes, permitiéndome conseguir levantar mis
esperanzas de que actualmente tuviera una oportunidad para derrotarle. Ahora él
estaba listo para aplastarme.

—No puedes tenerle —gruñí, aún luchando su control sobre mí. Jabari era demasiado
fuerte. Podía sentir su poder deslizándose a través de mi completo armazón,
empapando músculos y tejidos hasta que él fuera parte de mí.

—Puedo hacer que le mates por mí si quisiera —se burló, dando un par de pasos más
cerca hacia donde estaba sentada—. Podría forzarte a arrancar su corazón y
quemarle. —Cuando habló, un aumento de poder barrió a través de mí, enviando una
ola de dolor a través de mi armazón. Al mismo tiempo, una voz en mi cabeza
ordenaba que creara fuego. Intenté luchar, pero no había lucha. Un anillo de fuego
surgió alrededor de Nicolai.

—¡Detenlo! —Grité, luchando contra su deseo. Las llamas retrocedieron, pero no podía
extinguirlas completamente sin importar lo duro que lo intentara. El anillo de fuego se
cerró alrededor de Nicolai hasta que sólo estaba a un par de pasos de él por todos
lados, y aún él no dijo nada. Sabía que ambos estábamos atrapados en los deseos de

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Jabari—. ¡Detenlo, detenlo Jabari! Tú lucha es conmigo. No con él. Deja a Nicolai fuera
de esto.

Una pequeña sonrisa secreta apareció en los labios gruesos del Anciano durante un
momento cuando comenzó a bajarme. Y luego el fuego desapareció, tanto como su
presencia en mi cuerpo.

—No he venido aquí para llevarme a Nicolai —admitió Jabari con un encogimiento de
indiferencia—. Puedo tomarle en cualquier momento, pero por ahora mi interés está
con los Naturi.

—¡Que! Vienes aquí con Nicolai para hablarme sobre los Naturi, ¿sin robarle? —
Demandé, la sorpresa evitaba que me pusiera de pie.

Una malvada sonrisa giró en los labios llenos de Jabari y bailó en sus oscuros ojos. —Sí.
Eres la que comenzó esta lucha. No yo.

—Eres un completo gilipollas, lo sabes —dije bruscamente, poniéndome de pie y


sacudiendo el polvo de mi falda negra—. He estado bajo ataque aquí desde que dejé
Creta y entonces tienes que venir a la ciudad con Nicolai de remolque. No necesito
este tipo de tormento, Jabari. Mis manos ya están llenas.

—Deberías haber vuelto a Venecia como ordené. Hubieras estado protegida de los
Naturi y no tendrías ninguna preocupación —indicó tranquilamente.

—Pero mi gente en Savannah no lo habría estado. Ellos son mi responsabilidad.

—Ahora estás en el Aquelarre. Tu responsabilidad se extiendo más allá de una simple


ciudad para toda nuestra gente.

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Ondeé ambas manos a través de mi pelo y retrocedí un par de pasos de Jabari
frustrada antes de gritar. No habría ganado contra él, en una pelea o en una
discusión. Nunca era suficiente. No quería estar en el Aquelarre, pero había tenido que
tomar un asiento abierto para romper el acuerdo que Macaire hizo con los Naturi.
Macaire hizo un trato en el que los Nightwalkers habrían matado a la reina Naturi,
Aurora, tanto tiempo como los Naturi mataron a Nuestro Señor, deteniéndole de liberar
El Gran Despertar anticipado.

—Además de la necesidad de conducirme a la locura, ¿Qué quieres? —demandé


finalmente cuando tuve mi temperamento bajo control.

—El siguiente sacrificio va a ser en pocos días. Te necesito allí para detenerlo.

—A la caída del equinoccio, ¿verdad?

—Sí.

—¿Sabes la localización?

—Machu Picchu.

Asentí. No estaba sorprendida. Sólo era mi suerte corriendo. Machu Picchu era
también uno de los dos sitios sagrados al sur del ecuador. En Perú a estas alturas del
año, el invierno estaría acabándose, provocando las vacaciones del equinoccio de
primavera. El equinoccio de primavera era un tiempo para renacer y nuevos
comienzos. Perú también estaba a la vista del último gran fallo de la gente de Aurora
para venir a través de la puerta. No había mejor momento ni lugar para que ella
hiciera su gran aparición.

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—¿Hay un plan? —Pregunté, casi asustada de oír la respuesta. El último plan del
Aquelarre había consistido en usarme como cebo en un intento de matar al líder de
los Naturi para derrotarlos.

—Me gustaría que estuvieras allí antes. Cazando a Rowe. Deteniéndole.

—¿Te unirías a nosotros en la caza? ¿Cazador? —Inquirí, sabiendo la respuesta antes


de que la diera.

—Eventualmente.

Cerré mis ojos y sacudí mi cabeza, Danaus y yo estaríamos a los pies de los soldados en
este ataque. Barreríamos a los Naturi y nos encargaríamos del Naturi. Y luego cuando
Rowe estuviera preparado para completar el sacrificio, Jabari aparecería y evitaría
quitar al rey consorte de los Naturi, deteniendo la llegada de Aurora. Al menos, así era
como estaba segura que él lo preveía. Pero luego dudé de si algo de esto había
ocurrido en la manera que Jabari lo había previsto.

—¡Mira! —Gritó Nicolai, causando que mi cabeza se levantara. Lo primero que noté
fue que Jabari se había ido, pero luego, él tenía la habilidad de aparecer y
desaparecer en un lugar con solo desearlo.

—¿Qué ocurre? —Demandé, bruscamente caminando hacia él.

—Los Naturi —dijo, causando que mis pies vinieran en un deslizamiento interrumpido.
Parecía condenada a tener a alguien siempre gritándome esas dos palabras.

Me forcé a dar un paso más cerca de él cuando miré alrededor el cementerio


empapado por la noche. —¿Están aquí?

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—No —dijo él, presionando la palma de su mano derecha contra su sien—. Están
llamándonos.

Solté una maldición, corrí a su lado. Acuné sus mejillas en mis manos cuando él
lentamente cayó sobre sus rodillas. Él apretaba sus dientes mientras la gota de sudor
goteaba de su frente. El latido de su corazón y la respiración acelerada llenaron el aire
de la noche.

—¿Están cerca? —Demandé, inclinando la cabeza del hombre lobo para forzarle a
mirarme.

—N-No... en la ciudad.

—¿Pueden leer tus pensamientos? ¿Me están buscando? —Apenas resistí la urgencia
de darle una pequeña sacudida cuando su atención pareció alejarse de mí.

—No, sólo llamando. Quieren que vengamos a la ciudad... Forsyth Park.

—Escúchame, Nico —murmuré, arrodillándome en el suelo delante de él—. No tienes


que obedecerles. No les perteneces. No son tus maestros. No tienes que ir a ellos.

Él succionó una profunda y limpiadora respiración a través de su nariz y soltó el aire


otra vez a través de sus dientes apretados. Estaba temblando bajo mis manos cuando
el sudor comenzó a cubrir su cuerpo. Estaba luchando como mejor podía, pero si
había algún Naturi cerca, Nicolai no tenía ni una oportunidad para evitarles. Había
visto al Alfa de Savannah sucumbir a la llamada, y sabía que pocos licántropos eran
más fuertes o más testarudos que Barrett.

—Están a millas. Eres más fuerte que ellos —continué, desesperada por librarle de su
canto de sirena. Arrodillada delante de él en el suelo, estaba demasiado cerca ahora

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y él estaba colgando de un hilo. Si ese hilo se rompía, él tendría sus colmillos en mi
garganta antes de que tuviera una oportunidad de moverme.

Nicolai parpadeó y me miró con los ojos de color cobre. Le estaba perdiendo dentro
del animal. Me tragué el miedo que se estaba levantando en la forma de un bulto en
la parte de atrás de mi garganta.

—Quédate conmigo, Nico. Piensa en Venecia —dije, intentando conjurar el recuerdo


puramente humano de él aferrándose cuando luchó a los Naturi.

—¿Venecia...? —Soltó entre los dientes apretados. Cerró sus ojos y tembló—. Los
Nightwalkers están por todas partes. El aire estaba espeso con la sangre. —Su labio
superior se onduló y cogí un destello de su canino derecho cuando comenzó a crecer.

—No, esa parte de Venecia no —dije, recorriendo mis pulgares sobre sus pómulos—.
Quiero decir donde tú y yo estábamos juntos, solos en el hotel. Sin Naturi. Sin
Nightwalkers.

Los ojos de Nicolai se abrieron y observé el cobre retirarse al marrón. Él estaba


volviendo a mí, luchando sus agarres cuando reclamó los recuerdos de nosotros
teniendo sexo seguido de una limitada fuga tanto del Aquelarre como de los Naturi.
Ninguno de nosotros había hablado sobre esa noche desde que ocurrió. De hecho,
después de regresar a Savannah, tuve que salirme de mi camino para evitar a Nicolai,
y no completamente por los Naturi. No había estado bastante segura de lo que decir
después de nuestro breve pero intenso encuentro, particularmente desde la noche
antes de eso, Nicolai había intentado matarme.

—Fuiste maravillosa esa noche —dijo él en voz ronca y baja. Levantó su mano
izquierda y la puso sobre mi muñeca, su pulgar acariciaba el interior de mi brazo.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Me gusta pensar que aún lo soy —repliqué con una sonrisa. Necesitaba humor
aclarado, necesitaba estar segura de que él estaba completamente conmigo antes
de liberar su cara de mi agarre.

—Fuiste una larga, pálida línea de luz blanca —continuó, ignorando mi comentario. Sus
ojos viajaron por mi cara lentamente, como si él de repente me estuviera
reconociendo, antes de que finalmente encontrara mí mirada otra vez—. Me has
evitado.

—Era lo mejor. Los... los Naturi —dije, intentando tragar la última palabra. Sólo le había
apartado de la carrera oscura, no quería perderle otra vez—. Ellos lo estaban
haciendo difícil para todos.

—Ni siquiera llamaste. Enviaste a Gabriel con todos tus mensajes —continuó. La mano
hacía círculos en mi muñeca tensamente, como si él estuviera preparado para
agarrarme por el lugar en el momento que intentara rápidamente apartarla de él—.
Comenzaste a actuar fría y distante mientras aún estábamos en Venecia. Fue por lo
que hizo mi hermana.

Me estremecí con la mención de su hermana, y sé que él lo sintió en mis manos, las


cuales estaban aún acunando su cara. No fue su hermana tanto como él. Mientras en
Venecia, descubrí que Nicolai había venido de acuerdo con Jabari porque su
hermana y otros pocos estaban ayudando a los Naturi. Nicolai cambió lugares con su
hermana cuando Jabari demandó tomar a uno de los traidores como sirviente. Por
supuesto, no descubrí nada de esto hasta después de haber tenido sexo. Creí a Nicolai
cuando él dijo que no ayudaba a los Naturi, pero una parte de mí se preguntaba si él
había trabajado para proteger a su hermana, para mantener lo que ella estaba
haciendo en secreto. Mientras podía comprender si él lo hizo, supe que una parte de
mí nunca lo perdonaría. El resultado fue una frialdad incómoda que sentía alrededor
de Nicolai la cual luchaba para superarme.

—No fue tu hermana —dije en mi tono más razonable—. No tengo dudas de que ella
tuvo que pagar por sus crímenes, y no te haré pagar por ellos también.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Liberé mi agarre de su cara y empujé mi mano libre a través de mi pelo frustrada.
¿Cómo se suponía que tenía que poner esto delicadamente? Sólo fue sexo casual.
Ambos necesitábamos liberar un poco de vapor. Nene, eres genial en la cama, pero
no lo estaba buscando; No buscaba nada más largo. Prefería no herir sus sentimientos,
pero tampoco tenía tiempo para esto.

—Venecia fue genial —comencé débilmente otra vez, interiormente maldiciendo mi


ineptitud. Pensarías que después de vivir seiscientos años, sería mejor en esto.

—Venecia fue alucinante. Pensaba que estábamos genial juntos. También pensé que
desde que me enviaste a tu dominio, querrías continuar lo que comenzamos.

—Nicolai, yo... —comencé, luego paré—. Mi razón principal para enviarte aquí fue que
sería más fácil protegerte desde mi propio dominio. No es que no me gustes, es solo
que... —Mi voz cayó cuando noté las líneas de las esquinas de sus ojos crecer, mientras
una esquina de su boca se levantaba en una sonrisa. Se estaba riendo de mí—. Sólo
estabas jugando conmigo, ¿verdad?

—Totalmente —dijo, su cabeza cayó hacia atrás cuando un ladrido de risa finalmente
se le escapó. Le golpeé en el brazo y luego caí sentada en mitad del camino de
grava del cementerio, riéndome de mí misma. Nicolai se sentó, su hombro aún
ligeramente sacudiéndose cuando liberó mi muñeca—. Estabas tan seria y cagada de
miedo —se rió.

—Gilipollas.

—Mira, cariño, eres genial y aprecio que me trajeras aquí, pero sólo fue sexo —dijo él,
estirando una mano hacia mí.

Golpeé su mano, intentando muy duro no sonreírle. Me sentía como una idiota. —No
bromees con que sólo fue sexo.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—No eres mi tipo. Prefiero salir con mujeres que no pueden matarme con un chasquido
de sus dedos —dijo, agarrando mi mano cuando intenté pegarle por segunda vez—.
Espero que esto signifique que al menos dejarás de evitarme.

Una triste sonrisa al final levantó las esquinas de mi boca cuando miré a mi adorable
compañía; un rayo de luz dorada del sol en un oscuro y deprimente cementerio. Si él
pensaba que le había estado evitando por nuestro breve encuentro, yo no le iba a
disuadir de esa idea cuando la verdad era más oscura.

—No hasta que nos hayamos encargado de los Naturi. Es demasiado peligroso —dije,
dando a su mano un pequeño apretón como si suavizara el golpe de mis palabras. No
era culpa suya que perdiera el control cuando los Naturi estaban cerca. Los Naturi
tenían la natural habilidad de controlar a todos los licántropos cuando estaban cerca.
La única razón por la que Nicolai fue capaz de lucharlo esa noche fue porque ellos
habían estado a varias millas.

—Hablando de eso —dije, de repente recordando lo que había comenzado esta


conversación en primer lugar—, asumo que los Naturi no te están llamando más, desde
que has comenzado esta buena broma.

—Sí, lo dejaron hace un rato —confirmó, poniéndose de pie. Extendió su mano


izquierda hacia mí y me levantó también.

Me limpié el polvo de la parte de atrás de mi falda cuando mi mirada escaneó el área


una vez más. Tanto como podía decir, estábamos completamente solos en el
cementerio. Pero entonces, no podía sentir a los Naturi, ni podía sentir a Jabari.

—¿Sabes lo que ellos quieren?

—Sonaba como una caza de algún tipo en Forsyth Park. No nos querían en forma
humana. Tuve una irresistible urgencia de cambiar y... cazar.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Cazar Nightwalkers —gruñí, mirando el suelo. Cerrando mis ojos, levantando una
mano, buscando en la noche a Tristan. Alguna parte de mí necesitaba saber que el
joven estaba a salvo de los Naturi. No conseguí lo que quería.

¡Mira! Mi nombre me alcanzó como un grito frenético cuando hice contacto con mi
pupilo. ¡Ayuda! Naturi... cambiadores... ¡por todas partes! ¡Corre! Tristan rompió el
contacto, pero no antes de que pudiera coger un destello de una larga fuente blanca
en el centro de Forsyth Park. Tristan no estaba solo. Había otro Nightwalker con él y lo
sentí como Amanda, pero no estaba segura. Ahora sabía que los Naturi habían
convocado a los licántropos a cazar a Tristan y a cualquier otro Nightwalker que
estuviera recientemente en Forsyth Park.

—Tengo que irme. Los Naturi están cazando Nightwalkers en la ciudad. ¡Tristan! —Dije,
girándome hacia donde tenía aparcado mi coche en la entrada del cementerio.

—Ve —dije Nicolai detrás de mí, pero la palabra ya había comenzado a caer cuando
levanté mis faldas mientras comencé a correr.

Tristan estaba en problemas, y yo iba a estar feliz de destrozar todo lo que se atreviera
a ponerle una mano encima a lo que era mío.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 6
Traducido por: ckoniiytthanzaaw!

Corregido por: Angeles Rangel

L a lucha fue por el tiempo que pasé veinte minutos de ida y vuelta a través de la
ciudad desde el cementerio, pero los daños ocasionados me revolvían el
estómago. Apagué el motor del coche a más de una cuadra del Forsyth Park,
como toda la zona había sidsido
o rodeada por destellos de luz azul y roja de los coches de
policía y ambulancias. Me cubrí de las miradas indiscretas y me escabullí entre los
coches de policía y la entrada al área.

Dí un respingo al ver el primer cuerpo. Desnudo, que había sido destripado


destrip antes de
que su cabeza fuera arrancada. Él fue uno de los licántropos con más mala suerte que
respondió a la llamada del Naturi. En el momento de su muerte, su cuerpo había
cambiado, naturalmente de vuelta a su forma humana. Contuve un estremecimiento
cuando una tela blanca fue puesta sobre él y lo empujaron hacia adelante,
adentrándose en el parque.

―¿Tristan? ―comencé é tímidamente. No había intentado contactar con él antes por


temor a distraerlo en un momento crítico. Pero ahora que sabía que el Naturi se había
ido de este lugar, necesitaba oír su dulce voz en mi cabeza.

ó. Su voz mental era débil y filiforme, pero estaba cerca. Seguí el


―Aquí ―susurró.
sentimiento hasta un grupo de trabajadores de la EMT, que estaban arrodillados en
torno a una persona apoyada en contra de un árbol. La corteza sobre sus cabezas
había sido corneada por largas garras, llegando
llegando hasta el interior, de su pálida pulpa.

Su nombre se me escapó con tal alivio que evitó que me detuviese,


―Tristan. —Su
revelándome que los demás podían oírme. Dos de las tres cabezas humanas

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
parecieron sorprendidas al encontrar a alguien desconocido tan cerca de una víctima
lesionada.

―¿Conoce a esta persona? ―Un hombre preguntó, poniéndose de pie.

―Sí, es… mi hermano ―dije vacilando sólo por un latido de corazón. Me parecía que
era demasiado joven para hacerme pasar por su madre, a pesar de que
técnicamente lo era, dentro de la familia―. Deje que lo vea. ―Seguí al comando al
enviarles un empujón mental a los tres trabajadores de la EMT, entonces se pusieron de
pie y dieron un paso lejos de Tristan.

Doblé las rodillas ante él, descubrí que el Nightwalker estaba cubierto en sangre. Su
camisa color azul marino había sido despedazada y grandes parches de gasa blanca
y cinta habían sido puestos en el cuello. Otro parche estaba sobre el muslo de la
pierna izquierda. Solamente por su mirada y la destrucción causada en el parque,
parecía como si él y algunos otros hubieran sido atacados exclusivamente por
licántropos.

―¿Qué pasó? ―Pregunté, agarrando el brazo del trabajador más cercano de la EMT.
Puse a los tres trabajadores bajo mí control mental para alimentar a Tristan en paz.
Apreciaba su licitación, ya que sin duda habían ayudado a detener la pérdida de
sangre, pero tanto él como yo apreciábamos su donación de sangre aún más.

―Estábamos atravesando el parque, en dirección a The Dark Room, cuando el Naturi


nos atacó ―dijo en voz baja, aceptando la muñeca del trabajador del EMT que le
ofrecí―. Había solo dos de ellos, y luego atacaron los cambiadores. Debieron ser al
menos una docena de hombres lobo. No teníamos oportunidad.

―¿Quién es estaba de… nosotros? ―le pregunté, frunció el ceño mientras hundía los
colmillos en la muñeca del hombre, con eficacia tomándolo con su boca llena.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Cuatro de nosotros. Amanda, yo, Kevin y Charles. Pude sentir un leve suspiro cuando la
sangre se agolpó en su garganta. Sería un largo camino acelerar su curación. Nos
dirigíamos a The Dark Room para reunirnos con Knox.

Quédate quieto. Come. Le ordené, presionando mis pies. Tristan se hizo cargo del
control mental de los tres trabajadores de EMT, mientras vagaba por su carne. Los
bancos del parque habían sido destrozados, surcos profundos habían sido cavados en
la tierra donde los cuerpos habían caído. Y cruzando todo con arañazos.

Caminé deprisa a lo largo del parque, en busca de cada cuerpo, cada combatiente
herido. Seis licántropos y un Nightwalker llamado Charles fueron asesinados. Amanda y
Kevin no estaban por ninguna parte. Ni tampoco los dos Naturi que Tristan dijo haber
visto.

Tristan ¿Dónde están Amanda y Kevin? Pregunté concentrándome en mis


pensamientos.

Kevin corrió hasta The Dark Room en busca de ayuda seguido por unos licántropos. Los
Naturi tomaron a Amanda. Había una nota desesperada en su pensamiento. No rogó
para que la encontrara, para que la trajera de vuelta, aunque sé que la solicitud se
movía por su mente. Los dos sabíamos que tenían previsto su modo de llegar a mí.
También era poco probable que el Nightwalker joven sobreviviera al encuentro,
incluso si el Naturi hubiera intentado mantenerla con vida.

Termina de comer, y después toma mi coche y vuelve a casa. Voy a estar en


contacto, lo instruí, tratando de amortiguar la ira hirviendo en mi interior.

Ella iba a unirse a la familia. Planeaba decirlo esta noche, dijo Tristan, sentí como si un
cuchillo penetrara mis entrañas. Sabía que ella lo había planeado,
independientemente del peligro para sí misma. Le había advertido acerca del Naturi y
la amenaza del Aquelarre, pero nunca pensé que el Naturi se rebajaría al secuestro
para llegar a mí. Pensé que sólo servían para matar cualquier cosa que se interpusiera
entre ellos y yo.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Yo... yo la encontraré, me encontré diciéndole, aunque solo hubiera sido para aliviar
un poco el dolor que seguía radiante en él. Tristan realmente quería a Amanda. Le
gustaba su sonrisa y la alegría de encontrarla cada noche y saber que seguía siendo
una Nightwalker.

Y sabía que eventualmente si lo lograba. Tal vez no la encontraría con vida.

Con Tristan retirado, me adentré en los recuerdos de la policía, detectives y personal


de emergencia que habían acudido al lugar. Me hice pasar por detective, dando
órdenes y metiéndome en las mentes cuando era necesario. Fue la masacre más
grande que intenté ocultar en los últimos años bajo la atenta mirada de los humanos.
Estaba desesperadamente tratando de convencer a una horda de personas que un
grupo de adolescentes había sido atacado por una jauría de perros rabiosos. Por
suerte para mí, esos asustados seres humanos estaban dispuestos a creer todo lo que
tuviera más sentido que cosas como Nightwalkers y hombre lobos.

Después de cerca de una hora de trabajo, mis ojos por fin cayeron en un rostro
familiar: Archibald Deacon, médico forense de la ciudad de Savannah y del condado
vecino. Él me ayudaría a cubrir este lío antes de que alguien echara a correr las
pruebas de sangre.

―¿Por qué no estoy sorprendido de encontrarte en medio de esta pesadilla? ―dijo


Archivald, moviendo una mano hasta su cabeza calva mientras entrecerraba los
oscuros ojos color marrón en mí. Me di cuenta que una multa temblaba en sus dedos
cuando bajó la mano. Savannah nunca había visto tanta destrucción antes, no desde
los días de la guerra.

―Yo no era parte de este lío, pero voy a necesitar tu ayuda para limpiarlo.
Necesitamos obtener estos cuerpos antes que los lleven al depósito de cadáveres y así
nadie pueda exigir pruebas ni envíos de los muertos al hospital.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
―Nadie que pertenezca a mi morgue ha enviado a alguien al hospital ―dijo, su cuerpo
grande y redondo parecía inflarse a la noción de cualquier invasión de su dominio de
la muerte―. ¿Qué hay de la policía? ¿La evidencia?

―Ya he ajustado todas las memorias hasta donde fue posible y ya he llamado a
Daniel. Él mantendrá el ojo abierto por mí —respondí. El detective Daniel Crowley
había trabajado conmigo en el pasado para resolver cuestiones pequeñas como
cuestionables muertes de Nightwalkers o de un licántropo que llegan a la policía antes
que a mí o a Barrett. Pero esto era más grande que cualquier cosa de la que se
hubiera ocupado antes, iba a durar la mayor parte de la noche.

Mientras Archie reunía a su equipo e introducía los cuerpos a la morgue lo más rápido
y humanamente posible, terminé con la policía y cualquier curioso que se había
acercado demasiado para mi gusto. No había nada que hacer al respecto con los
equipos de prensa que estaban ubicados algo más lejos del perímetro. Sus cámaras
atrapaban cada bolsa de cadáveres, cada ambulancia y cada vagón con carne
que se alejaba de la escena. Cogí sólo algunos fragmentos de lo que decían los
medios, pero por su tono, no sonaba como si se comprarán completamente la historia
de los policías y los perros rabiosos. Sé que no suena muy creíble, pero fue lo único que
se me ocurrió para poder explicar las marcas de garras y colmillos por todos los
cuerpos.

La salida del sol estaba a solo unas pocas horas cuando llevaron a la morgue el último
cuerpo. Archie consiguió que se establecieran en la sala de exámenes del sótano y
envió a todos sus asistentes a casa prometiéndoles que podrían comenzar a investigar
las pruebas más tarde. Me deslicé en una de las sillas de plástico duro, descansando
los codos en las rodillas y mi cara en las manos. Sentí como si todo mi cuerpo temblara
por el agotamiento. Me había infiltrado y alterado muchas mentes durante toda la
noche, tantos recuerdos habían sido ajustados para que la matanza pareciera borrosa
y cayeran en la duda. Deseé poder hacer que olvidaran todo también.

Seis licántropos y un Nightwalker muertos. Un segundo Nightwalker perdido. Tristan


herido. Sólo por una llamada de Knox podría descubrir si Kevin había llegado a The
Dark Room, pero había dudas si estaría vivo en las próximas horas.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
―Mira, es tarde. Puedes ir a casa. Mantendré las cosas bajo control aquí ―dijo Achie
mientras se sentaba en una silla detrás del escritorio. Suspiró profundamente y luego
comenzó a revolver diferentes conjuntos de documentos. El médico forense iría a
hacer los test de sangre por su cuenta, utilizando sangre humana que había en el
almacén ya que nadie debería descubrir la identidad del vampiro y los licántropos
que estaban bajo su custodia. Tan pronto como fuera posible, los cuerpos entrarían al
horno y serían quemados.

―Desearía poder hacerlo ―murmuré. Todavía tenía una reunión más esa noche, y no
iba a ser bonita. De hecho, él ya estaba allí, y podía sentir su temperamento antes de
siquiera entrar al sótano―. Sería mejor si me dejas aquí un rato.

―Necesito empezar estas pruebas ―argumentó Archie.

Levanté la cabeza y fruncí el ceño en dirección a él. Los dos estábamos agotados y
podía entender sus deseos de empezar lo que iba a ser una larga lista de pruebas
manipuladas sólo para poder proteger la identidad de mi pueblo y los licántropos. Sin
embargo, sabía que él estaría mejor si no estaba aquí.

—Barrett está aquí para identificar las víctimas. Necesitas salir.

―Oh ―susurró, luego se puso de pie. Justo antes de que Archie pudiera escapar, las
puertas dobles se abrieron y Barrett entró en la habitación, su rostro era una máscara
de furia contenida. Y no podía culparlo. Durante el mes pasado, cuatro miembros de
su manada habían sido asesinados por el Naturi, incluyendo uno de los miembros de su
propia familia. Y después de esta masacre, el número había aumentado.

―M-Mira tendrá los nombres ―dijo Archie en voz baja mientras se deslizaba lejos de
Barrett hasta salir por la puerta.

Normalmente, Barrett estaba calmado, como un lobo-ecuánime. Él era un buen líder,


fuerte, firme, protector para su pueblo. Pero las recientes muertes habían destrozado su

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control y gruñía mientras se movía. Yo le había pedido que viniese a la morgue. La
conversación fue breve, simplemente porque sabíamos que sería más larga cuando
llegará.

Barrett pasó mesa por mesa, tirando hacia atrás las sábanas manchadas con sangre
que cubría cada cuerpo. Su puño se apretaba más con cada muerte que se vio
obligado a observar, los ahora ciegos ojos, parecían mirarnos. Un bajo gruñido
retumbó su garganta al llegar al último cuerpo. Me lo esperaba. Era Will, el más joven
de sus tres hermanos y el segundo en morir en estos últimos dos meses.

Permanecí en silencio, observándolo, deseando poder pasar inadvertida mientras


observaba afligido a su hermano muerto y a los otros miembros de su manada. Empujó
ambas manos por su pelo chocolate castaño y contuvo el aliento en un esfuerzo por
recuperar el control de sus emociones. De mala gana, movió la manta y se movió
hacia algún lado.

―Ese no te pertenece ―dije en voz baja, manteniendo una estrecha mirada con él.
Apenas contuve un escalofrío.

―Así que, por fin has perdido a uno tuyo ―gruñó.

―Uno está muerto, otro puede estar muerto, el tercero está gravemente herido y el
otro fue secuestrado y probablemente está siendo torturado mientras hablamos ―le
contesté, odiándome a mi misma por haber entrado en la discusión. Estaba sufriendo
por las muertes que habían plagado a su pueblo recientemente.

―¡Dos de mis hermanos fueron sacrificados en dos meses! Una tercera parte ha sido
maltratada por Nightwalkers. Mi propia madre y hermanas se han visto obligadas a
esconderse en otra ciudad mientras morimos en sus manos. ―Gritó, a punto de perder
los estribos.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
―Ustedes nos atacaron ―dije de manera uniforme. Me hubiera gustado demostrar más
simpatía y compasión, pero tenía mi propio pueblo que proteger. Tenía miedo de decir
algo aquí en un momento de compasión, que sólo atrapara a mi pueblo luego.

―Porque estábamos bajo el control del Naturi.

―¿Y qué esperabas que hiciéramos? ¿Qué nos mataran? ¿Por qué no es su culpa?

―Pensé que debían hacer algo con el Naturi. He hablado con otras manados sobre los
problemas que he tenido. Algunos licántropos han desaparecido, pero el número de
muertos no es comparable.

Me aparté de la mesa y acorté la distancia entre nosotros por unos pocos pies.
―Barrett, están intentando separarnos ―dije suavemente―. Quieren que luchemos
contra nosotros en vez de contra ellos.

―¡Estamos luchando entre nosotros, y mi gente se pierde! Estamos atrapados,


peleando contra ti, peleando contra los Naturi. ¿Por qué? ¿Por qué aquí? ¿Por qué?
―Barrett se detuvo repentinamente mientras me miraba. En ese horrible momento se
dio cuenta de por qué se estaba muriendo su gente. Los Naturi estaban de caza,
utilizando licántropos como carne de cañón. En mis batallas con licántropos, había
evitado la muerte de ellos, pero cada vez era más difícil. Los Naturis crecían
desesperados, lanzando mantos cada vez más grandes hacia nosotros en un intento
de abrumarnos por su volumen.

―Siguen cazándote, ¿verdad? ―Barrett exigió tan alto que raspó mi piel como lija―.
Ellos estaban buscándote en The Dark Room hace dos meses, y tú volviste hace más
de un mes.

―Me necesitan muerta ―admití, cerrando las manos en un puño, odiando decir las
palabras en voz alta―. No puedo detenerlos por abrir las puertas en las que ocuparán
todo su personal libre.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―Pero ¿por qué volver aquí? ¿Por qué no están rodeando a los tuyos? ¿No puede tu

Aquelarre protegerte? ―respondió dando un paso hacia mí.

―No seré desterrada de mi casa por los Naturi ―respondí.

―¡Pero estás matando a mi gente!

―No nos hagas esto, Barrett ―le advertí, sintiéndome arrinconada, aunque todavía
podía moverme―. Hemos trabajado bien juntos unos años. Nuestra gente ha
aprendido a respetarse mutuamente.

Mi única advertencia fue un gruñido de Barrett antes de cruzar la distancia entre


nosotros en un par de pasos largos y rápidos. Me agarró de los dos brazos y siguió
caminando hasta que golpeé la pared de cemento detrás de mí. Las estrellas
golpearon mis ojos cuando mi cabeza chocó contra el muro, antes que la oscuridad
amenazará con atraparme.

―¡Respeto! ¿Por qué no has mostrado un poco más de respeto hacia la gente? Eres
responsable de todas las muertes porque has…

―¿Por qué he hecho qué? ¿Negarme a volver y morir por tí? Mi muerte no detendrá a
los Naturi. No va a salvar a tu madre, a tus hermanas o a tu manada.

―Sería ganar tiempo ―gruñó, con sus ojos marrones tornándose del mismo color que el
cobre líquido.

―¿Para hacer qué? ¿Luchar? ―Los dos sabíamos cuan eficaz sería.

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Sus manos apretadas en mis brazos amenazaban con romperme los huesos antes de
aflojar.

—¿Por qué tuviste que volver? —susurró. Se sentía más frustrado aún. Su gente moría y
era poco lo que podía hacer.

―Esta es mi casa. No tengo otro lugar a donde ir ―admití, sintiendo como si algo me
desgarrara la garganta. Era una verdad que intentaba no encarar. Ya no tenía un
refugio seguro fuera de mi hogar, en Savannah. Dos de los otros tres miembros del
Aquelarre me querían muerta y el tercer miembro quería controlar mi mente y cada
movimiento. Los Naturi seguían cada uno de mis pasos. Tenía más enemigos de los que
quería contar y muy pocos aliados.

―Vete de aquí, Mira. Encuentra otro lugar donde esconderte y que los Naturi tomen
otros condenados por ti. ―Barrett enseñó los dientes, apretó más mis brazos, causando
hematomas en mi pálida piel.

―No me puedes obligar a irme ―dije entre dientes―. Esta es mi casa y mi gente está
aquí. Debo protegerlos.

―Tanto como yo debo proteger a mi pueblo de ti y de los Naturi. Puedes salvar a tu


gente y a ti misma, yéndote de aquí ―argumentó, la ira crecía en su voz, su hermoso
acento sureño hacía chocar las vocales unas con otras.

―No puedo irme aún. Los Naturi tienen a un miembro de mi familia. Y no la dejaré en
sus manos para que la torturen, debo intentar rescatarla. ―Era una misión suicida, pero
debía intentarlo. Le debía eso a Amanda. Le había ofrecido un lugar en mi familia,
dándole mi protección.

―Entonces hazlo sin matar a otro de mi pueblo. Hemos muerto suficientes por ti. ¿Por
qué no intentas deshacerse de los Naturis en vez de huir de ellos?

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―No soy cobarde, si eso quieres decir, hombre lobo. ―Le gruñí, empujándolo lejos de
mí. Barrett se tambaleo unos pasos antes de girar y curvar sus labios para que pudiera
ver sus alargados caninos―. He luchado contra los Naturi más veces de las he
recuerdo. He luchado y sufrido. Mi gente ha muerto por proteger a tu raza y a los
humanos.

—Así que ¿ahora esperas mi gratitud? —exigió con incredulidad.

—No, estoy buscando algo de paciencia.

―Mi paciencia se agotó cuando mis hermanos comenzaron a morir. Encuentra a tu


vampiro perdido. Mata a todos los Naturi. Vete y no regreses. No me importa lo que
tengas que hacer, pero si otro de mi pueblo muere, el Naturi no tendrá que llamarnos
por más tiempo. Será abierta la temporada de caza tuya y de tus Nightwalkers en
Savannah.

Barrett salió de la morgue sin volver a mirarme ni a mí ni a sus hermanos muertos.

Me deslicé por la pared hasta que me senté en el frío suelo. Envolví mis brazos
alrededor de mis piernas dobladas, descansando mi frente en las rodillas. Estaba en lo
cierto. Yo era tan responsable de las muertes como de la presencia del Naturi. No debí
volver. Debí haber encontrado la forma hacer frente a los Naturi mientras esperaba
por el siguiente sacrificio y esperaba por Rowe. Demostraba que tenía miedo al huir al
Aquelarre, serían felices de usarme como cebo para sacar a los Naturi de una vez.

Barrett quería que me fuera, y yo planeaba seguir sus deseos. No tenía más remedio. El
siguiente sacrificio estaba a solo unas noches de distancia. Pero no podía salir de mi
querido Savannah aún. Tenía que encontrar primero a Amanda. Si podía salvarla y
exterminar a los Naturi en sólo una partida rápida, tendría una sensación de paz al irme
de la ciudad. Sin embargo, aún tenía que convencer a Danaus para que me ayudara.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 7
Traducido por Virtxu

Corregido por angeliitaw

U n suspiro se me escapó
apó mientras salía del taxi y me dirigía a The Dark Room. La
salida del sol estaba cada vez más cerca y estaba cansada. Afortunadamente,
esta era mi última parada de la noche, y después podría ir a casa para
descansar un poco.

La cola para entrar en The Dark Room había desaparecido, y el portero Nightwalker
estaba sentado en un taburete negro fuera de la entrada, con un sistema manual de
juego sostenido entre sus dos carnosos puños. The Dark Room se había convertido en
un lugar tranquilo durante el último par de meses. Los licántropos habían dejado de
asistir y los Nightwalkers aparecían menos, temerosos de ser atrapados en el mismo
lugar donde los Naturi aparecieron de repente. Cuando el portero finalmente me vio,
se levantó y empujó el juego en el bolsil
bolsillo
lo trasero de sus vaqueros. Sólo sonreí y le di
una palmada en el hombro mientras entraba.

En la entrada, entre los dos controles a cada lado de la habitación, había una
salpicadura de sangre en el suelo. Seguí el rastro a través de la pista de baile, que
qu
actualmente estaba vacía, hacia una de las habitaciones del fondo. La media
docena de los Nightwalkers en el club estaban instalados en las oscuras cabinas,
susurrando sobre el último ataque Naturi. Antes de dirigirme a la parte trasera, me
detuve para pedir
edir al camarero que limpiara la sangre antes de que se secara. La
sangre derramada no podría haber sido un problema para un grupo de Nightwalkers,
pero prefería no dejar nuestro ADN único por ahí. Había pasado demasiados años
protegiendo nuestros secretos para perderlo todo por un estúpido error.

Apretando los dientes, entré en la habitación donde ya presentía a Knox. Él


permanecía sobre el Nightwalker moribundo con las manos en las caderas y un ceño

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oscuro en los labios. Su camisa negra estaba empapada de sangre y se aferraba a su
tenso cuerpo. También había una mancha de sangre en su pómulo izquierdo.

—No hay nada que podamos hacer —anunció cuando cerré la puerta detrás de mí.
Miré alrededor de la habitación para encontrar otros tres Nightwalkers ahí, alineados
contra la pared. Seis humanos se reagrupaban en el suelo cerca de ellos, con un tono
blanco-enfermizo. Donantes de sangre. Los humanos respiraban con dificultad y sus
latidos eran lentos por la pérdida de sangre.

—Meterlos en los coches —pedí—. Llevarlos al menos a tres hospitales diferentes.


Necesitan sangre. No necesito un montón de seres humanos muriendo también a
causa de este ataque Naturi.

Los Nightwalkers se pusieron en marcha, recogiendo a los seres humanos inconscientes


y llevándolos a través del club mientras volvía mi atención a Knox y al moribundo
Kevin.

—No hay nada que podamos hacer sin algo de ayuda médica de los humanos —
admitió Knox, rascándose la barbilla con una mano ensangrentada—. Su corazón fue
casi arrancado de su pecho. Sus heridas son demasiado profundas y muy numerosas.
No podemos mantener la suficiente sangre en su interior para que él sane.

En otras palabras, Kevin nunca iba a sobrevivir a las horas del día. Cuando saliera el sol,
su alma volaría de su cuerpo mientras la sangre que Knox había luchado para que se
mantuviera en Kevin terminaría saliendo. Cuando el sol se pusiera otra vez, el alma de
Kevin sería incapaz de encontrar su camino de regreso a su cuerpo y él estaría
oficialmente muerto.

No me molesté en preguntar si había alguna otra manera o si Knox lo había intentado


todo. No había ninguna razón para tratar de mantener un flujo constante de donantes
de sangre marchando por la puerta hasta que el sol se asomara por fin en el horizonte.
Tanto Knox como yo habíamos visto las suficientes heridas mortales en nuestras vidas
como para saber cuando el final estaba cerca y la lucha era inútil. Kevin no se movió
del sofá empapado en sangre en dónde le habían puesto. Podía sentir el tenue aleteo

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de su alma dentro de su frágil cuerpo. Su piel se había vuelto ya una sombra fea de
gris bajo la capa de sangre. Toallas habían sido presionadas contra su pecho y el
estómago para disminuir la sangre, pero estaban ya saturadas. No había nada que
pudiéramos hacer más que verlo morir.

Empujando una mano por el pelo en señal de frustración, me paseé lejos del
Nightwalker hacia el lado opuesto de la habitación. La impotencia me recorría,
llenándome de energía nerviosa. No es la primera vez que me preguntaba si mi
regreso a Savannah había sido un error.

Sentándome en una de las sillas colocadas junto a la cama, me incliné hacia adelante
y apoyé los codos en las rodillas. Me quedaría todo el tiempo que pudiera. Mantendría
su visión muerta con Knox. Desafortunadamente, no podíamos dejar el cuerpo de
Kevin alrededor durante las horas diurnas. Si alguien irrumpía en la oscura habitación
mientras estábamos durmiendo y encontraban el cuerpo, todos estaríamos en
problemas de ser descubiertos. Si Kevin no moría en la siguiente hora, tendría que
terminar el trabajo por lo que tendríamos tiempo suficiente para llevar su cadáver a
Archie antes de que saliera el sol. Tendría que matar a Kevin. Era mi responsabilidad.

—No tienes que quedarte —dijo Knox, estableciéndose en la silla a mi lado.

—Es el único lugar que me corresponde esta noche —le murmuré—. Voy a ser la única
que termine esto si es necesario.

—Mencionó a Tristan cuando todavía estaba consciente. Si Tristan estaba con ellos,
creo que deberías estar con él ahora mismo —dijo Knox.

Fruncí el ceño, mirando mis manos manchadas de sangre.

—Tristan no está tan mal herido. Va a sobrevivir a la mañana sin ningún problema. —
Hice una pausa y me lamí los labios, preguntándome cuánto le había dicho Kevin de

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la lucha. Todavía no sabía mucho, pero aquí estaba la potencial pieza del puzle que
Knox ignoraba—. Amanda estaba con ellos también. Fue cogida por los Naturi.

—¿Qué quieres decir con “cogida”? —Preguntó, poniéndose al borde de la silla.

—Me refiero a cogida. Secuestrada. Capturada.

Knox se puso de pie y caminó lejos de la silla hacia el extremo opuesto de la


habitación. Su rabia golpeaba contra mí en esta pequeña habitación, aunque él
nunca dijo una palabra. Era un hombre inteligente. Sabía que Amanda había sido
cogida como cebo para llegar a mí. También sabía que no podía arriesgar mi vida por
un Nightwalker cuando ya tenía que ir al lugar del sacrificio y salvar a todos los
Nightwalkers de la amenaza de los Naturi.

—Me gustaba —dijo al fin al aire, aún dándome la espalda. Se oyó el ruido de la
derrota en su voz—. Siempre fue un poco impulsiva, pero era una buena persona,
seguía las órdenes.

—¡No hables así! —dije bruscamente, dándole un empujón para que me mirara—. Ella
no está muerta todavía. Planeo…

Un golpe seco en la puerta interrumpió mis palabras. Antes de que pudiera decir nada
más, el camarero asomó la cabeza en la habitación.

—Mira, Barrett está aquí para verte.

Sorprendida por la inesperada aparición del licántropo, hice automáticamente una


exploración rápida de la barra para descubrir que no había venido solo. Al menos una
docena de licántropos lo acompañaban.

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Esto no iba a ser agradable.

Con el ceño fruncido tirando de la esquina de mis labios, me levanté y seguí al


camarero a la habitación principal con Knox cerca de mis talones. Los licántropos se
extendían alrededor de la sala, mientras que Barrett estaba en el centro de la pista de
baile. Al parecer, había realizado llamadas telefónicas y él había convocado a la
manada. Nicolai estaba a un lado, un poco incómodo. Tenía la sensación de que
tenía miedo de que él se viera obligado a elegir entre la manada de la que ahora era
parte y entre la deuda que me debía por haberle salvado la vida.

Los Nightwalkers que habían estado en las cabinas estaban de pie y se reunieron en el
lado opuesto de la habitación, pareciendo tan agresivos como los licántropos. Nadie
hablaba. Incluso la música se había apagado, dejando el club nocturno encerrado en
un incómodo silencio.

—Barrett —dije con un gesto de mi cabeza mientras subía a la pista de baile con él.

—Hemos venido a escoltarte de la ciudad —anunció—. Eres la única razón por la que
los Naturi están aquí. Eres la razón por la que mi gente está muriendo. Es hora de que
esto pare.

—No voy a irme.

Mientras decía esas cuatro palabras, un gruñido se levantó de los licántropos que se
alineaban en dos de las paredes, mientras que un silbido a juego se trasladó desde los
Nightwalkers. La tensión en la sala alcanzó niveles aplastantes, dejándonos a todos en
equilibrio sobre el borde de un cuchillo, mientras esperábamos a que alguien se
acobardara en primer lugar.

—¡Paren! —Grité, extendiendo las manos abiertas a ambos lados—. El ir por este
camino también terminará con más muertes, y ninguna de las partes se puede permitir

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perder otra persona. Esta es mi casa, Barrett. Mi gente está aquí y tengo que estar aquí
para protegerlos.

—Que estés aquí está matando a tu pueblo —me ladró.

—Voy a dejar Savannah en un par de días. Tengo un asunto que necesita ser atendido
primero. Una de las mías ha sido secuestrada y tengo que recuperarla —me defendí.
Mis manos cayeron a los costados y apreté los puños—. Cuando me vaya para el
sacrificio, los Naturi me seguirán.

—Eso no es lo suficientemente rápido. Te quiero fuera de la ciudad esta noche y quiero


que nunca más vuelvas —gruñó Barrett.

Una frágil sonrisa levantó mis labios mientras miraba a mi compañero licántropo. Traté
de recordar que había perdido dos hermanos y que estaba apenado. Traté de
recordar que había perdido un tercio de su manada frente a los Naturi. Traté de
recordar que su gente estaba indefensa cuando los Naturi les habían atacado, pero
aún así, él me estaba pidiendo lo imposible.

—Esta es mi casa —declaré calmadamente—. No voy a ser expulsada.

Barrett me gruñó, su labio superior se encrespó con lo que pude ver sus colmillos
saliendo en su lugar. Sus profundos ojos marrones se desplazaron al cobre mientras el
animal dentro de él exigía el control de su cuerpo

—¿De verdad quieres hacer esto? —Le pregunté—. Vas a perder a más de tu
manada, cuando estoy dispuesta a llevarme a los Naturi conmigo en un par de días.

—Pero vas a estar de vuelta y van a seguir detrás de ti hasta que estés muerta. Si es
necesario, vamos a terminar el trabajo para ellos y entregar tu cuerpo.

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¡Mira! Gritó Knox en mi cerebro.

Él no quiere decir eso. Está molesto, contesté rápidamente. Barrett había sonado como
si estuviera del lado de los Naturi, lo cual estaba prohibido entre las razas. Lo conocía
mejor que eso. Él nunca estaría del lado de los Naturi. Sólo estaba buscando una
manera de sacar a los Naturi de su espalda, y la mejor manera de proteger a su
pueblo era deshacerse de mí.

—Si quieres matarme —dije—, entonces pasa a la acción. No incluyas al resto de tu


manada. Han perdido bastante. —Un rumor se acercó a mí alrededor mientras los
licántropos inmediatamente se opusieron al argumento.

—¡Silencio! —gritó Barrett, y la tranquilidad de inmediato se apoderó de la sala.

¡Esto es un suicidio! Me dijo bruscamente Knox. El sol saldrá pronto. Estarás debilitada.

Voy a estar bien.

—Sólo tú y yo —le dije a Barrett—. Muérdeme. Mátame. Y Savannah estará libre de mi


presencia mientras los Naturi caminan por la Tierra.

—¿Y si yo pierdo? —respondió Barrett.

Le sonreí ampliamente, exponiendo mis colmillos.

—Ya pensaré en algo. La clave es que nadie de cualquier lado interfiera pase lo que
pase. ¿De acuerdo?

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—De acuerdo.

Barrett apenas había pronunciado las palabras cuando se abalanzó sobre mí. Su puño
se dirigió inmediatamente a mi corazón, con el objetivo de poner fin a la contienda lo
antes posible. Esquivé el golpe y le di uno de los míos hacia el lado izquierdo de la caja
torácica, rompiéndole dos costillas. Él silbó por el dolor, pero no redujo su actividad. Se
retorció, dándome un puñetazo en la mandíbula lo suficientemente fuerte para voltear
mi cabeza. Aprovechando mi momentánea confusión, fue a por mi rodilla. Aullé de
dolor cuando caí al suelo.

Por primera vez, el miedo venció dentro de mí. Era demasiado lenta, demasiado débil,
y había subestimado gravemente a Barrett y a su necesidad de matarme. Sin
embargo, el dolor rápidamente abrumó el miedo que había florecido brevemente,
despertando al monstruo que estaba en cuclillas detrás de mi alma. Dónde yo había
estado en calma antes, una nueva sed de sangre creció dentro de mi pecho,
iluminando mis ojos lavanda.

Barrett me dio un puñetazo en la cara otra vez, pero le cogí el puño esta vez. Apreté
mis manos, fracturando al menos dos de sus huesos al tiempo que empujaba mis pies y
lo tiraba de vuelta al muro que se alineaba con la pista de baile. Puse la mayor parte
de mi peso en equilibrio sobre la pierna derecha mientras mi rodilla izquierda se curaba
lentamente. Impedido como estaba, me alejé y esperé a que viniera hacia mí otra
vez.

El licántropo se separó de la pared y vino hacia mí con increíble velocidad de su raza,


surgiendo a través del espacio abierto en un borrón. Con mi rodilla herida, no me
aparté fuera de su camino. Bloqueé una sucesión de golpes destinados a la cara, el
estómago, los riñones y las costillas. Nada logró pasar, causando que su frustración
creciera.

El sudor perlaba su frente y sus ojos comenzaron a brillar con una luz cobriza. Estaba
perdiendo el poco control que tenía. Pronto se vería obligado a cambiar, y lo haría
fácilmente. Pero yo no quería ir por ese camino. Me vería obligada a matarlo
entonces, y sabía que su manada necesitaba su liderazgo.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Desafortunadamente, estaba empezando a perder mi propia batalla con el monstruo


dentro de mí. Gruñía y bufaba mientras arañaba su camino hasta mi pecho, y ahora
estaba envuelto en torno a lo que sería mi corazón dentro de mi pecho. Quería la
sangre de Barrett y esta era la única manera de satisfacerle.

Le lancé lejos de mí otra vez, enviándolo al otro lado de la habitación hasta la pared
del fondo. Esta vez se detuvo el tiempo suficiente para romper la pierna de una de las
mesas que rodeaban la pista de baile. Finalmente, tenía un arma que podía usar en mi
contra, una estaca de madera.

Una sonrisa, se formó en mis labios mientras le instaba a atacarme. Si él iba a subir la
apuesta de esa manera, entonces no tenía ningún problema en tomar su sangre. No
parecía que sólo fuera a morderme. Era obvio que quería verme muerta.

Barrett vino balanceándose. Me deslicé fácilmente por debajo de sus golpes, los
cuales estaban destinados a mi cabeza. Tuve la tentación de hacer arder el trozo de
madera pero me resistí. Prometí que iba a mantener esta lucha justa, y el uso de mi
capacidad natural inclinaría la balanza demasiado en mi favor. Se merecía una pelea
justa.

A mí alrededor, podía sentir la noche acabando. Estaba cada vez más débil.
Quedaban menos de dos horas hasta que el sol finalmente saliera. Todos
necesitábamos buscar un santuario pronto o estaríamos a merced de los licántropos,
en quienes yo ya no confiaba. Mi pueblo necesitaba estar seguro, y sabía que sólo yo
podía darles esa de seguridad.

Con un gruñido, me acerqué a Barrett, poco a poco retrocedió hacia la pared.


Blandió la estaca hacia mí, tratando de noquearme. Levanté mi brazo izquierdo
mientras él asestaba un golpe particularmente duro. El trozo de madera se astilló en su
mano, enviando fragmentos volando por la habitación. Tomó la apertura, apuntando
con el trozo de madera restante hacia mi corazón. Pero en el último segundo lo cogí
con mi mano derecha, deteniéndole antes de que pudiera perforar la piel. Con un
giro rápido, de repente estuve de pie detrás de él. El trozo de madera estaba hora

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presionado contra su pecho sobre su corazón. Ambos agarramos la madera, luchando
por el control.

Él era fuerte y rápido, pero yo era siglos más vieja que él.

—¿Te gustaría saber qué se siente al ser estacado? —Le susurré al oído. Su única
respuesta fue un gruñido y la lucha por el control del trozo de madera. Con una oscura
sonrisa, tomé un puñado de su pelo con la mano libre y volví la cabeza hacia atrás. La
sed de sangre me controlaba. Hundí mis colmillos en su garganta, con lo que un grito
salió de sus labios. Su sangre se derramaba por mi garganta, llenándome de una
nueva fuerza, mientras se la robaba.

Alrededor de nosotros pude sentir a los licántropos cerrando filas, metiéndome prisa.
Tenía a su líder en un apretón de muerte. Podría fácilmente drenarle hasta la muerte y
lo sabían. Un anillo de fuego se levantó alrededor de nosotros, manteniendo tanto a
los Nightwalkers como a los licántropos fuera. Por desgracia, el fuego hizo saltar los
sistemas de rociadores contra incendios, que enviaron una gruesa pared de agua.
Pero el fuego nunca se apagó por completo mientras yo bebía de Barrett. Nadie se
movió, convirtiéndose en estatuas de lluvia.

El agua ayudó a aclarar mi mente, y solté a Barrett cuando su agarre sobre la estaca,
finalmente se hizo más débil y su mano cayó sin causar daños a su lado. Se dejó caer
de rodillas delante de mí, sacudiendo lentamente la cabeza mientras trataba de
despejar la niebla y permanecer consciente. Apagué las llamas, pero el agua siguió
cayendo, empapando a todos los ocupantes de la discoteca.

—Esta lucha ha terminado. Podría haberlo matado, pero optó por prescindir de él —
proclamé—. Iros todos, menos tú. —Señalé al hermano de Barrett, Cooper—. Quédate
y ayuda a tu hermano. Tenemos negocios que discutir.

Vi como todo el mundo poco a poco salía de la discoteca. El camarero fue el último
en salir deteniéndose el tiempo suficiente para apagar el sistema de rociadores. Sólo
estábamos Cooper, Barrett, Knox, y yo. El tiempo de la noche se acababa pero
necesitaba saber que las cosas se resolvían entre Barrett y yo antes de irme. Aún había
otras maneras en las que el licántropo podía traicionarnos a mí y a mi especie.

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CAPÍTULO 8
Traducido por: vampirabriin

Corregido por Sera

C ooper puso el brazo de Barrett sobre sus hombros y ayudó a su hermano a entrar
en la habitación de atrás, donde
donde lo colocó sobre una de las pocas sillas. Barrett
parpadeó un par de veces hasta que sus ojos finalmente se centraron en Kevin.
Un bajo jadeo escapó del Nightwalker y lo vi hacer un puño con la mano izquierda.
Estaba luchando para mantener su alma, pero
pero era una batalla que no podía ganar.

—¿Él es del parque? — preguntó Barrett.

—Sí —lele respondí, viniendo a pararme cerca de la cabeza de Kevin. Ojala hubiera
podido aliviar su dolor, ojala pudiera acabar con su vida ahora para aliviarlo de esta
agonía, torturado con el conocimiento de que finalmente se cernía tan cerca. Pero sin
lograrlo. Se merecía esos últimos segundos de su vida, todos necesitábamos cada
segundo que podíamos conseguir.

—NoNo me sentiré culpable por él cuando todavía tengo que enterrar a mi hermano —
dijo Barrett, apretando los dientes mientras miraba hacia mí.

—No
No te lo estoy pidiendo. Quería que vieras que no eres el único con un recuento de
cadáveres.

—Y Y tú eres la única que puede acabar con esto. —Barrett


Barrett trató de empujar sus pies,
pero de inmediato se tambaleó y volvió a sentarse mientras se esforzaba por
permanecer consciente—.. Tú eres la única que ha matado tanto Nightwalkers como
Licántropos.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—Los Naturi los están matando. No yo. Yo estoy tratando de deshacerme de los Naturi
para siempre. ¿Qué estás haciendo para ayudarme en este frente? ¿Qué estás
haciendo para salvar no sólo a tu propio pueblo sino también la vida de los
Nightwalkers y la de los seres humanos?

—Sólo vete, Mira. Sálvanos a todos nosotros tan sólo dejando Savannah —dijo Cooper
con cansancio con un movimiento de su cabeza.

—¿Te irías, Barrett? —le pregunté, atrayendo los oscuros ojos del cambia forma desde
el Nightwalker hacia mí de nuevo—. Si nuestros papeles se invirtieran, ¿te irías?

—Por supuesto.

Le sonreí y le sacudí la cabeza. —Los dos sabemos que eso es mentira. Savannah está
tanto en tu sangre como en la mía. Este es el hogar, el único hogar que cualquiera de
nosotros ha conocido. Harías un levantamiento y lucharías, independientemente de
una posible pérdida de vidas.

—Mira —dijo Knox de pronto. Miré a mi compañero, que estaba apoyado contra la
puerta, con las manos en los bolsillos de los pantalones empapados—. Él se ha ido

Mi mirada saltó de vuelta a Kevin. Hice un análisis rápido de su cuerpo al ver que su
alma lo había dejado por completo a pesar de que todavía nos quedaba más de una
hora antes que el sol finalmente saliera en esta noche de pesadilla. No podía sentir su
alma en la sala con nosotros. Kevin había muerto.

—Llévalo a Archie. Dile que… —comencé, luego me contuve. El juez no era mío para
mandarlo. Él era un amigo que me favorecía para la protección de mi pueblo—.
Pregúntale a Archie si podemos incinerar el cuerpo de inmediato.

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—¿Qué pasa con...? —preguntó, sus ojos se movieron sobre Barrett y Cooper, que
permanecía detrás del hombro de su hermano.

—Estaré bien. Barrett no será lo suficientemente fuerte como para atacarme por otro
par de horas, y Cooper sabe que si toma un sólo paso hacia mí le prenderé fuego.

Knox seguía con el ceño fruncido cuando recogió a Kevin y lo sacó de la habitación,
cerrando la puerta detrás de él.

Me senté en el brazo del sofá y miré a Barrett. Habíamos sido amigos desde que tenía
sólo doce años. Había conocido a su padre, a su abuelo y su bisabuelo. Había
trabajado con cada uno de ellos para mantener fuertes lazos entre los Nightwalker y
licántropos. No estaba dispuesta a perder todo lo que había ganado durante aquellos
años esta noche. Por desgracia, eso significaba poner a mi buen amigo en una
posición muy incómoda.

—Mañana por la noche voy a rescatar a un Nightwalker que ha sido secuestrado. Los
Naturi echarán a todos atrás en un esfuerzo por poner fin a mi vida. Y voy a hacer
cuanto esté a mi alcance para acabar con tantos de ellos como me sea posible. No
mucho después de eso iré a Perú para luchar contra ellos de nuevo, para preservar la
barrera que ha bloqueado la multitud de Naturi del resto del mundo. Cualquier Naturi
restantes en Savannah me seguirán.

—Pero, ¿qué pasa cuando vuelvas? —preguntó Barrett.

Una pequeña risa se me escapó y le sonreí. —Hay una pequeña oportunidad de que
sobreviva a Perú y vuelva a casa de nuevo. Pero si lo hago, es poco probable que los
Naturi me sigan. Me gusta pensar que si vuelvo a Savannah, significa que ganamos y
los Naturi restantes han sido esparcidos al viento. No se atreverían a llevarme de
nuevo.

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Barrett sacudió la cabeza, mirando hacia abajo a sus manos abiertas descansando
entre las rodillas. —Lo siento acerca de esto, Mira. Hemos sido amigos durante mucho
tiempo. Odio que los Naturi lo hayan arruinado entre nosotros.

—Sí, y ese tipo de daño puede que nunca se repare —estuve de acuerdo. Un bulto en
mi garganta creció cuando lo miré fijamente. Se veía tan derrotado, y no había
terminado todavía—. He ganado esta batalla, Barrett. Creo que por lo menos me
debes un favor.

Su cabeza se movió rápidamente hacia arriba y se enderezó en su silla.

—¿Me vas a pedir que me vaya de Savannah?

—Había pensado en ello, pero eso no resuelve mi dilema actual.

—Yo creía que fue por lo que enviaste a ese Gromenko a mí. Obviamente él es el Alfa
de otra manada. Lo quieres para ocuparse de la manada de Savannah.

—Nunca pensé en eso. Nicolai está aquí para su propia protección. No tiene nada
que ver contigo. Es entre yo, Nicolai, y otro Nightwalker. Nunca se extenderá al resto
de la manada.

—Pero tenemos que protegerlo si es atacado — respondió Barrett.

—No, no lo harás, y ambos sabemos que no lo harías. Nunca lo has aceptado, nunca
le diste la bienvenida al redil. Ni tú ni tu gente levantarían un dedo para ayudarlo si lo
necesita. No soy tonta, Barrett. Nicolai es plenamente consciente de que soy la única
que está a sus espaldas.

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Barrett apartó la mirada, la vergüenza salía en hondas fuera de él. Él había creado un
marginado de Nicolai por su propia falta de seguridad.

—Él no debe estar con nosotros.

—Sólo porque así es como queremos que sea. Pero esa es tu elección. No estoy aquí
para decirles cómo hacer funcionar a tu manada, de la misma manera que no me
dicen cómo manejar a los Nightwalkers. Lo que hagas con Nicolai es asunto tuyo, pero
tienes que entender que es mi deber protegerlo contra todas las amenazas.

—Así que está aquí para venir con nosotros. ¿No es suficiente que tengamos a los
Naturi entre nosotros?

—Nicolai sólo vendrá con nosotros si se lo permites —dijo, levantándose a mis pies—.
Además, tenemos otros problemas que discutir. Mi bendición. De ti, tan sólo quiero la
verdad.

Puso el ceño se fruncido y tiró de las comisuras de su boca mientras volvía a moverse
en su silla. —Nunca te he mentido.

—Pero tienes una buena razón para mentirme ahora. Quiero saber la profundidad de
tu traición hacia mí. Qué tan profunda es la traición que tu pueblo hace en contra de
los Nightwalkers.

—¿Traición? —preguntó Cooper, dando un paso hacia mí. Ladeé una ceja hacia él en
alerta, y él dio un paso atrás de nuevo—. Nunca os hemos traicionado ni a ti ni a los
Nightwalkers.

Volví a mirar a Barrett, que me miraba con ojos furiosos. —Esta noche te ofreciste a
entregarme a los Naturi. Todos nos hemos comprometido a no ayudar a los Naturi de
ninguna manera. Parecías más que dispuesto a romper el voto esta noche —dije,

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cruzando los brazos sobre el pecho contra el frío que se arrastraba en mi cuerpo. El
calor que había recibido de su sangre comenzaba a desvanecerse, y la salida del sol
estaba cada vez más cerca. Necesitaría irme pronto si esperaba encontrar refugio
contra el sol.

—Yo, yo, yo no quería decir eso —tartamudeó Barrett, palideciendo fantasmalmente.

—Nunca estaremos voluntariamente del lado de los Naturi — argumentó Cooper. Su


mano derecha descansaba sobre el hombro de su hermano y se la apretó—. No
somos traidores.

—Dime la verdad, Barrett. ¿Me entregarías a mi o cualquier Nightwalker por encima de


un Naturi?

—¡No!

—¿Ordenarías a alguien de tu manada que entregara a un Nightwalker por encima


de un Naturi?

—No.

—¿Entregarías a Nicolai a un Naturi?

—¡No! ¡No! ¡No! Yo no haría nada que pudiera ayudar a los Naturi. No estaría del lado
de ellos no importa qué vaya a pasar. Lo sé, Mira, que ellos son la raíz de nuestros
problemas. No son una solución.

—Los Naturi no son nuestro único problema —dije, dejando escapar parte de mi rabia
hacia Barrett—. El verano pasado les pedí recuperar la evidencia de la base de datos
de la Coalición de la Luz del Día, las pruebas que me pudieran exponer como un

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Nightwalker. Nunca te pregunté sobre eso, pero te lo pregunto ahora. ¿Las pruebas se
recuperaron tal y como solicité?

—Sí, por supuesto.

—¿Fueron destruidas?

Él se quedó callado.

Así que pensé. Yo había temido que su pueblo hubiera descargado la información,
limpiaron la base de datos de la Coalición y conservaron una copia para sí mismos. Un
poco de seguro para un día lluvioso. Bueno, estaba lloviendo ahora y no podía
permitirme el lujo de estar peleando por la Coalición al mismo tiempo que luchaba
contra los Naturi. La Coalición de la Luz del Día era un grupo de humanos los cuales se
encargaban de perseguir y destruir cualquier cosa que no fuera humana. Todos
creíamos que eso incluía a todas las criaturas, pero hasta ahora, su atención se ha
centrado exclusivamente en los Nightwalkers.

—No estás dispuesto a traicionarme a los Naturi, pero no tienes ningún problema en
traicionarme a la Coalición —le gruñí.

Barrett se levantó de un salto y logró mantenerse en pie. —¡No te he traicionado!

—Entonces destruye la evidencia. Estamos en esto juntos, tanto frente a los Naturi
como a la Coalición. Todos hemos prometido estar atentos a los demás contra la
Coalición. ¿Qué he hecho para ganarme esta enemistad?

—Nada. Yo, yo sólo estaba tratando de proteger a mi propia gente. Eres poderosa,
Mira. Eres una fuerza imparable, temida por todos los continentes. ¿Qué pasa si de
repente decides convertir a mi pueblo? ¿Cómo los protegería?

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—¿Así que optaste por la Coalición? ¿Así que viniste esta noche a amenazarme con
entregarme a los Naturi? Hasta ahora no tenía ninguna razón para convertir a los
licántropos. Te entregué a Nicolai, que es importante para mí, porque confiaba en que
lo protegerías.

—Destruiré la evidencia — se apresuró a decir Barrett. Extendió su mano para tomar la


mía, pero di un paso lejos de él, indispuesta a asumir su toque en ese momento.

Desde que tomé de su sangre, había estado en sus pensamientos, leyendo sus
emociones sin su conocimiento. Estaba diciendo la verdad. Estaba aterrorizado de que
informara a las otras manadas de que estaba haciendo tratos tanto con los Naturi
como con la Coalición. Él estaba en la cuerda floja y lo sabía. Nunca había querido
ponerlo en esta posición, sobre todo desde que el Aquelarre ya trató de hacer un trato
con los Naturi. Nuestras manos ciertamente no estaban limpias. Sin embargo, todavía
necesitaba la ayuda de Barrett.

—Te creo —murmuré, deseando poder darle algún otro tipo de seguridad, pero no me
sentía demasiado indulgente en este momento—. Pero tengo una última petición.

—Dila.

—Alguien entre los licántropos ya ha comenzado a tratar con la Coalición.

—¿Estás segura? —preguntó Cooper, su ceño se frunció con confusión.

—Mientras estaba en Londres, me encontré con una bruja y un licántropo que


viajaban con un miembro de la Coalición. Ambos nos atacaron a Tristan y a mí.
Podrían haberse ido, pero no lo hicieron. Han elegido un nuevo bando. Quiero que
investigues lo que está pasando.

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—Veré lo que puedo hacer — estuvo de acuerdo Barrett.

—El licántropo se llamaba Harold Finchley. Quiero saber cuál era su manada. Quiero
saber si hay otros como él. Quiero saber si hemos sido traicionados.

—Lo averiguaré.

—Lo averiguaremos — corrigió Cooper, colocándose junto a su hermano mayor.

—Bien. Encárgate de la Coalición y yo me desharé de los Naturi. Ahora sal de aquí.


Tengo que descansar.

Barrett asintió con la cabeza y dejó que su hermano lo sacara del club nocturno y
salieron a la noche que lentamente llegaba a su fin. Me dejé caer sobre el sofá al
momento en que se encontraban fuera del club, el final de mis fuerzas parecía
drenarse de mi cuerpo. La salida del sol no estaba más que a una hora de distancia.
Tuve el tiempo justo para coger un taxi de vuelta a casa en las afueras de la ciudad.
Había soportado suficiente sangre, dolor y traición por una noche.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 9
Traducido por **Liseth_Johanna18**

Corregido por Virtxu

F ue un par de horas despu


despuésés del atardecer de la siguiente noche que pude hablar
con Danaus. El amanecer había estado demasiado cerca cuando dejé, por fin,
The Dark Room la noche anterior para intentar verlo. Además, aún tenía que
asegurarme que Tristan estaba cómodamente instalado y sanando antes de meterme
en la cama para el alba. Simplemente había muy poco tiempo para controlarlo todo.
El único consuelo que sí encontré antes de sucumbir al amanecer fue que Amanda
estaría sana y salva lejos de las manos de los Naturi durante las horas
horas de luz solar. Ellos
podían tener su cuerpo, pero su mente consiente estaba más allá de su alcance,
haciendo que la tortura no tuviese valor por al menos unas pocas horas.

Pero ellos estaban esperándola cuando se despertó esta noche. La oí gritar en mi


mente cuando me desperté al atardecer. Estirándome con mis poderes, encontré que
Amanda estaba demasiado al sur de la ciudad, por los pantanos. Conecté con su
mente el tiempo suficiente para descubrir que ella estaba en una isla. Por lo que pude
recoger,, rápidamente, de sus pensamientos, estaba dispuesta a apostar que estaba
siendo retenida en Blackbeard Island. Knox y Tristan habían sido enviados primero para
procurarnos un bote. Era mi trabajo convencer a Danaus de venir a la caza.

Sin embargo, de pie en frente del porche fuera de mi casa, con mi mano sobre el
pomo de la puerta, estaba empezando a preguntarme si sería capaz de convencerlo
de acompañarnos en esta loca aventura. Obviamente era una trampa. La meta de
los Naturi era atraparme, y yo estaba caminando directamente a ello porque el cebo
era uno de los míos. El sentido común decía que los Naturi matarían a Amanda o antes
de que llegara o justo cuando pusiera un pie en la isla. Tenía pocas esperanzas de
salvarla, de hecho. El riesgo que estaba tomando
tomando no tenía sentido, y aun así, sentía
que ella era uno de los míos. Le había ofrecido entrar en mi familia y no podía darle la
espalda ahora porque no era conveniente para mis propios planes.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Quitando el seguro de la puerta delantera, di un paseo a través del vestíbulo, pero mis
pasos se detuvieron rápidamente cuando sentí que Danaus no estaba solo. Había una
mujer con él. Mis dientes se apretaron y se formaron puños en mis manos mientras me
forzaba a mi misma a entrar a la sala delantera. Ambos, él y la bonita mujer se pusieron
de pie al mismo tiempo mientras yo entraba a la habitación, su baja conversación
cayó en un silencio total.

―Lo lamento ―pedí disculpas sarcásticamente, con mi oscura mirada al nivel de la del
cazador—. No me di cuenta de que te había dejado suficiente tiempo para salir en
una cita.

Aparentemente, no había explicado debidamente la seriedad de la situación en la


que nos encontrábamos.

―Ella no es una cita. Esta es la hechicera de tierra de la que te hablé ―dijo Danaus—.
Está de acuerdo en ayudarte.

―¡Hola! ―Exclamó la mujer—. Soy Michelle French, pero puedes llamarme sólo Shell, o
Shelly. Así es como me llaman todos mis amigos. Excepto mi padre. Él me llama
Seashell cuando cree que está siendo gracioso.

Era todo lo que podía hacer para detener mi boca de abrirse por completo durante
esa exuberante introducción. Ella era el epitome de la alegría, con aquella actitud
optimista y esa soleada disposición. Incluso su ropa brillaba, una camisa amarillo pálido
y shorts blancos. Estaba dispuesta a apostar que ella había sido una animadora
durante la preparatoria, quizá a lo largo de la universidad.

―Sí. ―Arrastré las palabras mientras alargaba de nuevo mi vista hacia Danaus, que mi
miraba desapasionadamente. Shelly no era el tipo de persona con la que ninguno de
nosotros se asociaba con frecuencia. La mayoría de nuestros encuentros eran con
otras criaturas oscuras que entendían nuestro mundo y cómo giraba alrededor de un
principio básico, el de asesinar o ser asesinado.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―¿Puedo hablar contigo en privado?

―Oh claro ―dijo Shelly con su dulce y animada voz—. Sólo iré a mi habitación, arriba, y
terminaré de desempacar mientras tú y Danaus hablan. ―Con un leve rebote en su
paso, Shelly pasó a mi lado y saltó a las escaleras camino al segundo piso. Esperé que
la puerta de la habitación fuese cerrada antes de abrir la boca.

―¿Has perdido la cabeza? ¿En dónde diablos la conseguiste? ―espeté, pasando


ambas manos por mi cabello.

―Charleston ―respondió Danaus simplemente, alimentando más mi furia cuando se


negó a colaborar.

―¿Así son en Charleston?

―Ser dulce y feliz no es crimen, sabes.

―Lo es en nuestro mundo. ¿Por qué la trajiste aquí?

Danaus se sentó, observándome ir y volver por la habitación, rondando entre el sofá y


la mesa de café.

―Dijiste que necesitas a alguien que te enseñe cómo usar la magia de la tierra. Ella
puede hacerlo.

―¿Es una hechicera de la tierra?

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―Lo es, y una que no se ha aliado con los Naturi. Esa clase de hechicera de la Tierra no
es fácil de encontrar, especialmente cuando sale a relucir tu nombre. Ella está
dispuesta a ayudarte.

Un resoplido se me escapó cuando detuve mi paso para enfrentarme a él, con mis
brazos cruzados sobre el pecho.

―Encuentro difícil de creer que ella sea capaz de ayudarme.

―Y yo encuentro difícil de creer que ella esté dispuesta a hacerlo ―dijo Danaus,
empujando sus pies de nuevo y viniendo a pararse en frente mío—. Fuera de la
Savannah, eres vista como una peste andante. Savannah se ha convertido en una
zona de Guerra y nadie está dispuesto a venir aquí. Pero ella lo estaba, así que yo me
bajaría de ese caballo y le daría una oportunidad.

―Esto no se trata de mi ego, tonto —espeté—. Se trata de ella, siendo asesinada en los
primeros cinco minutos de estar aquí. Es una zona de guerra, y no está equipada para
manejar algo como esto. No quiero preocuparme por andar cuidando de ella cuando
tengo mayores problemas en los que preocuparme.

―¿Que ha sucedido? ―demandó Danaus, listo para dejar de lado nuestra discusión y
volver al negocio de sobrevivir.

―Tristan y otros más fueron atacados anoche por algunos Naturi y licántropos. Mataron
a dos y Amanda fue tomada como rehén. Aún está viva y retenida en una isla por los
pantanos ―expliqué, luego me detuve, mirando lejos de él. No pude mirarlo cuando
continué—. Tengo que salvarla.

―Mira ―murmuró Danaus, pero cuando habló de nuevo, su voz fue dura y firme—. No
puedes hacer esto. Es una trampa.

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―¡Sé que es una trampa! ―exploté, más frustrada con la situación de lo que estaba
con el cazador—. ¿Honestamente piensas que no lo sé? Por supuesto que es una
trampa, pero no les puedo dejar a Amanda. Ella debe estar conmigo. Es un miembro
de mi familia y he jurado protegerla. Tengo que ir tras ella.

―Y si mueres, todos estamos condenados. No seremos capaces de cerrar de nuevo la


puerta entre los dos mundos. Los Naturi escaparán y nos mataran a todos.

―No tengo alternativa ―susurré.

Danaus se apoderó de mis hombros con ambas manos y me dio una pequeña
sacudida, forzando a que mis ojos lo miraran a la cara.

―Tienes una alternativa. Puedes escoger escapar de esto. Tienes que elegir entre salvar
a un Nightwalker o salvar a todos los Nightwalkers.

―Esto es más que salvar a un Nightwalker ―dije, dando un paso atrás, fuera de su
alcance—. Se trata de eliminar a todos los Naturi dentro de mi dominio. Una gran
cantidad de licántropos han sido eliminados por los Naturi en los últimos dos meses.
Han muerto Nightwalkers. Tiene que detenerse. No tengo duda de que se han retirado
a la isla, están esperándome. Podemos matarlos a todos esta noche, limpiar el área
antes de irnos a Machu Picchu.

―¿Machu Picchu?

Me di la vuelta, un fruncimiento empujaba las esquinas de mi boca mientras me


sentaba en la esquina del sofá y Danaus regresaba a su lugar en frente mío.

―Jabari apareció anoche con Nicolai. Los Ancianos dijeron que el próximo sacrificio
debe llevarse a cabo en la noche del equinoccio, y debe ser en Machu Picchu.
Naturalmente, estamos siendo despachados.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―Naturalmente ―gruñó, apoyando los codos en las rodillas.

―Ven conmigo, Danaus. Ayúdame a liberar mi hogar de los malditos Naturi. Barrett y su
manada han perdido suficiente por ellos. Y también mi gente ―dije. Sabía que no era
mi mejor argumento. Danaus sería feliz de ver a todos los de mi clase eliminados, pero
justo ahora nosotros éramos la mejor defensa contra los Naturi, que eran infinitamente
peores que los Nightwalkers. El problema era que no podía hacer esto sin él, y ambos
los sabíamos.

Danaus lanzó lo que sonaba como un infeliz pero afirmativo gruñido. Él no estaba feliz
de dejarme en esta misión suicida para salvar a un Nightwalker cuando ambos
sabíamos que sólo debería escapar. Pero yo no podía. Jabari, Tabor, y Sadira me
salvaron hace años de las garras de los Naturi. Claro, fue porque todos querían
controlarme y usarme como su arma personal, pero yo no sabía eso por ese entonces.
Todo lo que sabía era que alguien venía a salvarme. Amanda se merecía eso ahora, y
yo no estaba a punto de abandonarla. Y tampoco lo estaría Danaus.

―Te ayudaré ―dijo una suave voz desde donde Shelly estaba de pie en la puerta.

―¡No! ¡Por supuesto que no! ―exclamé, levantándome rápidamente.

―Ella podría ser de ayuda ―sugirió Danaus.

―Puedo ser de ayuda ―intervino Shelly antes de que pudiera discutir—. No eres la
única que sabe manipular el fuego. —Con un chasquido de sus dedos una pequeña
bola de fuego bailó sobre su mano. Sin palabras mágicas, sin un meneo especial de la
mano o una pausa para evocar el poder la Tierra. Se limitó a chasquear los dedos y
listo. Quizá había subestimado sus habilidades.

―Habrá muchos Naturi con la única meta de matarte ―dije—. ¿Has peleado contra los
Naturi antes?

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―No, pero he estado en batallas mágicas con otras hechiceras que estaban
destinadas a asesinarme. Sobreviví a esas. Puedo sobrevivir esta ―comentó,
enderezando los hombros e irguiéndose un poco más de lo que estaba antes.

Frunciendo el ceño, miré a Danaus, aún sentado en la silla detrás de mí. Él también
tenía el ceño fruncido, pero no estaba negando su petición de ir. Esto se sentía como
un error, así como el hecho de rescatar a Amanda, y estaba determinada a hacer
eso. Al menos con Shelly acompañándonos, teníamos un guerrero más contra los
numerosos Naturi que esperaban por nosotros. Y yo estaba buscando algo que
equilibrara las posibilidades.

―Ve a ponerte unos jeans. Vamos a arrastrarnos por los pantanos ―dije con una leve
sacudida de la cabeza. Shelly me dedicó una radiante sonrisa antes de correr a las
escaleras. Solo recé por no sobrevivir para lamentar esto.

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CAPÍTULO 10
Traducido por Marie Annabeth

Corregido por Angeles Rangel

U na sola lámpara alumbraba el muelle donde Knox y Tristan nos estaban


esperando. Una lancha sobre las aguas negras flotaba silenciosamente mientras
sus posibles pasajeros se arremolinaban impacientemente
impacientemente alrededor del muelle
de concreto. Tristan estaba demasiado ansioso por ser conducido hacia la noche en
busca de Amanda, mientras que Knox se apoyaba contra un poste, con el rostro
inexpresivo mientras miraba fijamente hacia las aguas que acar
acariciaban
iciaban la orilla.

El viaje en coche hasta el muelle con Danaus y Shelly fue opresivamente silencioso,
cada uno de nosotros perdido en nuestros propios pensamientos mientras nos
preparábamos para la batalla que se alzaba adelante. Las introducciones de Sh Shelly
fueron enérgicas y solemnes cuando nos subimos en el barco.

Knox agarró el timón, dirigiéndonos hacia las aguas oscuras, mientras tomé un punto
de observación, ya que mi visión de la noche era la más fuerte del grupo. Danaus
rondaba cerca a mi lado,, sus poderes pasando a través de mí y hacia afuera a los
pantanos.

―¿Cuántos? ―Le pregunté,


é, con mi voz a la deriva apenas por encima del ruido del
motor.

―Al menos una docena. Algunos se est


están acercando al barco —respondió.
respondió. Miré a mi
compañero y lo encontré
contré removiendo uno de sus cuchillos de la vaina en su cintura.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
―¿Arpías? ―Pregunté, recordando al Clan del Viento Naturi que nos atacó en Venecia
y Creta.

―No, ellos están en el agua.

Me tragué una maldición e instantáneamente regresé mi atención de nuevo a las


aguas aparentemente tranquilas ante nosotros. Aún no nos habíamos enfrentado cara
a cara a un miembro Naturi del agua esperaba pasar toda mi existencia sin
encontrarme con ellos, pero eso no iba a suceder.

Mis pensamientos tropezaron unos con otros mientras luchaba por tener una
advertencia apropiada para la amenaza que se acercaba. Pero no había tiempo.
Una ola inesperada creció azotando por estribor, y Knox giró el timón apenas para
impedirnos zozobrar. Shelly fue arrojada al suelo y Danaus estaba ayudándola a volver
a su asiento. Esto era lo que ellos estaban esperando.

Un chorro de agua fue lanzado hacia todo el barco, golpeando a Danaus en la mitad
del pecho y dejándolo fuera de balance. Traté de agarrarlo, pero cuando lo logré sólo
era el aire vacío. El cazador cayó por la borda de la embarcación al agua oscura,
que al instante se lo tragó.

―¡Apaga el motor! ―Grité un segundo antes de que me zambullera por la borda de la


embarcación. A pesar del aire cálido de la noche, el agua fría mordió
profundamente, robando momentáneamente mi concentración. Pero un segundo
después sentí a Danaus a pocos metros de distancia de mí. El agua no era profunda,
pero era suficiente para que el cazador se ahogase si los Naturi fueran capaces de
retenerlo debajo durante un período prolongado de tiempo.

No podía ver Danaus, pero lo sentía. El único problema era que yo no podía ver ni
sentir a los Naturi que estaban en el agua también.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
¿Danaus? Lo llamé mentalmente, con la esperanza de llegar a él en nuestro único
vínculo telepático mientras nadaba hacia su ubicación.

¡Date prisa! fue su respuesta airada. Iba a quedarse sin aire pronto.

¿Cuántos?

Dos conmigo. Una contigo.

Apenas resistí el impulso de detenerme y mirar por encima del hombro por el Naturi.
Seguí nadando, confiando en que no sería capaz de ver al Naturi hasta que ya
estuviera encima de mí.

Un azote en el agua antes me indicó que estaba cerca de ella, pero cuando extendí
la mano, un par de garras agarraron fuertemente mi espalda. Nadé a mi izquierda,
Con un movimiento giré alrededor del terreno para poder descubrir a mi atacante,
pero el agua estaba demasiado turbia para ver casi nada. Agarrando la hoja de mi
cintura y sosteniéndola entre los dientes, nadé, desesperadamente por alcanzar al
cazador antes de que su suministro de aire se agotara.

Cuando me volví hacia atrás, las garras se deslizaron sobre mí por segunda vez,
rastrillándose a través de mi hombro. Pero estaba lista en este momento. Saqué el
cuchillo de mi boca, alcancé mi brazo derecho detrás de mí, agarrando al Naturi ya
que nadaba a mi lado. Un grito ilegible llenó el agua, lo que indicaba que había
acertado con éxito. Pataleando, me giré para encontrar al Naturi agarrándose a un
lado. La criatura parecía humana a la luz tenue a excepción de lo que parecían ser
manos y pies palmeados, no, esperaba encontrarme exactamente con una sirena
acechando en estas aguas. Las agallas en el cuello se abrían y cerraban con cada
dificultosa respiración. Con el Naturi justo a mi alcance, tuve la oportunidad de utilizar
mi única habilidad. No tenía alguna posibilidad en una pelea bajo el agua. Era
demasiada lenta. La única razón por la que había acertado con éxito fue debido a la
sorpresa, y ese elemento se había ido.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
El Naturi de agua vino de nuevo, las puntas de las garras de sus manos trataron de
alcanzar mi cara en un esfuerzo por arrancarme los ojos. Me esquive de su alcance,
haciendo que consiguiera un puñado de mi cabello. Su puño se apretó en mi pelo,
tirando de mi cabeza hacia atrás. Abrió la boca, revelando hileras de dientes afilados
que podrían haber hecho orgullosa a una piraña. Agarrando mi cuchillo, lo hundí
profundamente en su estómago. De inmediato saqué el cuchillo y lancé mi mano
hacia la herida abierta antes de que el Naturi pudiera liberar su control sobre mi
cabello. Con mis dedos envueltos alrededor de su interior, puse toda mi concentración
en provocar un incendio, quemando cualquier cosa que tocara. El Naturi se sacudió y
pataleó, desesperado por estar libre de mis manos de fuego al arrancar sus órganos
en llamas dentro su cuerpo. Dio un manotazo por una última vez a mi cara mientras
me golpeaba una patada en el estómago, aflojando mi asimiento sobre él. Luego
pataleó un par de metros antes de que finalmente se quedara completamente
inmóvil. Lentamente flotó hacia la superficie.

¡Mira! ¡Se me acaba el aire! El grito de pánico de Danaus vino a mi cabeza.

¡Hierve su sangre! Mandé, nadando de nuevo hacia él.

No puedo.

Hazlo. No te puedo ver. Había pocas posibilidades de ser capaz de combatir con
ambos Naturis antes de que Danaus se desmayara finalmente por la falta de oxígeno.
Se nos estaba acabando el tiempo, y cuanto más esperaba, iba a tener menos fuerza.

Cuando una vez más me acercaba a su posición, hubo una gran conmoción en el
agua. Estaba reacia a atacar, no podía estar segura de cuál de ellos era Danaus pero
podía sentir su poder decreciendo en el agua. Él estaba matando a los dos restantes
Naturi hirviendo su sangre. Nadé más cerca, sólo para que alguien me pateara en las
costillas. Y entonces el agua se quedó completamente inmóvil.

¿Danaus? Pregunté. Todavía lo sentía, pero la sensación se estaba convirtiendo en


débil y desmayada, como si estuviera a la deriva del agua ¡Danaus! Repetí cuando él
no respondió inmediatamente. Di una pataleada con ambos pies, atravesando la

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distancia restante hacia donde lo sentía. El agua estaba demasiado oscura para ver
nada más allá de su forma general.

Aquí. Llegó un susurro a través de mi cerebro. Estaba agotado y sin aire. Agarré su
muñeca, nadé hacia la superficie, arrastrándolo hacia adelante. Cuando salió a la
superficie, tomó una gran bocanada de aire antes de escupir el agua que había
tragado.

―¿Te encuentras bien? ―Le pregunté mientras saludaba a Knox para que viniera con
el bote a recogernos.

Danaus asintió con la cabeza, aún luchando por recuperar el aliento.

―¿Por qué no herviste su sangre de inmediato una vez que caíste al agua? ―Demandé
enojada. Había estado casi muerto, y hubiera sido poco lo que podría haber hecho al
respecto.

―No estaba seguro de si saltarías después de mí... ―dijo sin aliento, aún luchando para
que el aire fuera lo suficiente para sus pulmones―. Sabía que no tendría la fuerza
necesaria para nadar hacia la superficie, si hubiera usado mi habilidad.

Una parte de mí quería darle una patada. ¿Cómo no iba a saltar al agua después de
él? Lo necesitábamos. Ni siquiera había pensado en no entrar al agua después de él.

Knox detuvo la embarcación junto a nosotros mientras que Tristan nos ayudó a salir del
agua. Una brisa cortó el aire, enfriando la ropa que ahora se pegaba a mi cuerpo. Me
detuve a un lado del barco para exprimir mi pelo antes de volver a mi asiento en el
punto de observación.

―¡Tu espalda! ―Shelly se quedó sin aliento cuando pasé caminando.

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―Esta curándose ―dije con un encogimiento de hombros―. Vamos a seguir adelante.

Tomando mi lugar en la parte delantera del bote, continuamos el resto del camino a la
isla sin ser molestados. Knox varó el bote en la orilla arenosa entre otras dos
embarcaciones que habían sido utilizadas por los Naturi y apagó el motor. Miré por
encima del hombro a Danaus para ver que su respiración se había normalizado
definitivamente. Me hubiera gustado darle más tiempo para recuperarse, pero sabía
que los Naturi nunca lo permitirían.

―Vamos ―anuncié, empujando mis pies.

―Están esperando por nosotros ―dijo Danaus, deteniéndome muy cerca.

―No me cabe duda ―murmuré bajo mi respiración cuando salté por la borda del bote.
Mis pies se hundieron en la arena mojada, y los dejé momentáneamente atrapados
Había caminado sólo un par de pasos del bote cuando me di cuenta de que varios
caimanes nos pisaban los talones.

―Shelly, ten cuidado con los caimanes ―ordené a medida que continuaba hacia el
interior de la isla.

―¿Q–Qué es lo que quieres decir? ―Preguntó ella, atracando en la arena detrás de mí.

―Ellos van a atacar por la espalda. Mátalos antes de que tengan la oportunidad de
matarnos. Knox y Tristan te cubrirán ―dije, mis ojos fijos en las figuras que podía ver
saliendo de la línea de árboles.

―Pero…

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
―¡Sólo hazlo! ¡Knox!

―Estoy en ello ―dijo, saltando desde el barco. Cuando dimos un paso en la isla, un
gran chapoteo vino, detrás de nosotros. Me volví para encontrar a una mujer parada
dentro de un géiser de agua. Su piel era de un pálido verde azulado, mientras que su
pelo largo era la sombra de las algas verdes. Para mi sorpresa, salió del agua y hacia
la tierra seca. Alrededor de ella había una gruesa pared de niebla por lo que podría
seguir respirando fuera del agua.

―Sólo vine para obtener lo que me pertenece ―dije, mientras luchaba contra el
impulso de jalar el cuchillo fuera de su funda.

―Contábamos con eso ― respondió la mujer Naturi. Su voz fue distorsionada por la
niebla.

―Hazte y nada lejos. ―Le sonreí para que pudiera ver mis colmillos. Era su última
oportunidad, yo sinceramente no esperaba que aceptara mi oferta. Eso habría sido
demasiado fácil. Estaba simplemente demorándome en el intento de dar a Danaus la
oportunidad de recuperar sus fuerzas.

―No ―dijo la Naturi.

Agarré el cuchillo y metí la mano en mis poderes, listos para encender cualquier cosa
que se moviera, pero el ataque no vino de la parte delantera que había estado
esperando. El sonido de los pájaros llenó repentinamente la noche, como si miles
gritaran a la vez, inmediatamente levantaron el vuelo. Al mismo tiempo, oí el sonido
característico de mandíbulas chocar. Los cocodrilos estaban en marcha.

Encuentra al Clan Animal de los Naturi, ordené a Danaus cuando se adelantó con un
largo cuchillo en una mano, listo para asumir a los Naturi a medida que se acercaban.
Por el momento, se contentaban con quedarse atrás y dejar a los animales bajo su
control hacer el trabajo sucio.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―Es más fácil decirlo que hacerlo ―me gruñó.

Estaba sobre la punta de mi lengua hacer un comentario sarcástico a cambio, pero


no tuve la oportunidad. Una explosión de aves en zambullida desde los árboles nos
bombardearon, con picos y garras dispuestos a rasgar, arrancar y desmenuzar. Con un
gesto de mi mano, una pared de llamas llegó a las aves acuáticas, las plumas ardieron
en un instante. El aire se llenó de una enorme nube de color naranja y llamas amarillas,
seguido por el humo negro. Sus pequeños cuerpos cayeron a plomo en la tierra antes
de que, escucháramos sus gritos perforando el aire.

―¡No! ― gritaba Shelly, giré mis ojos de nuevo a ella. Knox, Tristan, y Shelly estaban
rodeados por un muro bajo de llamas, manteniendo a los cocodrilos en la bahía. Sin
embargo, Tristan y Knox estaban atrapados también, impidiéndoles ayudar en la
batalla. Shelly miraba torturada hacia las aves que morían a mis pies.

―¡Mata a los caimanes y ayúdanos! ―Le grité antes de volver mi atención de nuevo a
los Naturi.

Habían salido de la línea de árboles y se apresuraban a atacarnos. Me moví para


crear un muro de fuego entre nosotros y los Naturi, pero Danaus ya estaba en marcha,
dispuesto a participar. No podía arriesgarme a cortar la capacidad de retirada del
cazador. Con un gruñido, me adelanté y balanceé el cuchillo en la primera Naturi que
se acercaba a mí. Con un nudo apretado en el estómago. Nos superaban en número
y dolorosamente el enemigo estaba demasiado cerca de mí para comenzar fuegos
iluminativos. Necesitaba espacio y tiempo para concentrarme en lo que estaba
haciendo. Si me detenía ahora, allí había una buena probabilidad de que terminara
con un cuchillo en mi espalda.

Danaus y yo redujimos un Naturi tras otro, pero aún así seguían llegando. Shelly logró
mantener los caimanes cerca de mis talones, pero la encontré cercada con Knox y
Tristan a su lado. Rápidamente nos estábamos abrumando.

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Detrás de mí, alguien gritó de dolor. Traté de volver la cabeza para ver quién había
sido herido, pero la distracción me había costado. Un filo cayó en mi pecho, apenas
en el borde de mi corazón. Jadeé, cada musculo se tensionaba de dolor mientras mi
preciosa sangre brotaba de la herida.

Danaus... susurré, tratando de alcanzar al cazador.

―¡Mira! ―Gritó, no lejos de donde yo estaba hundiéndome lentamente en el suelo. El


Naturi sacó el cuchillo de mi pecho mientras me desplomaba sobre mis rodillas. Tomó
un puñado de mi cabello y tiró mi cabeza hacia atrás para que mi cuello quedara
expuesto. Cerrando los ojos me concentré en enviar a la Naturi que me sujetaba en
fuego. Estaba débil y dudaba de que fuera capaz de matarla antes de que me
quitara de la cabeza.

Y entonces los poderes de Danaus se precipitaron hacia mí, llenándome así que no
había escape de la energía que fluía a través de cada vena y quemaba cada
músculo. Grité, el Naturi que me sujetaba explotó en llamas.

Segundos después Danaus estaba arrodillado a mi lado, su mano apretada contra mi


pecho mientras intentaba detener el sangrado. Abrí los ojos para encontrar a la Naturi
dando un par de pasos hacia atrás, nos miraba con ansiedad. Nosotros finalmente les
habíamos tomado por sorpresa, y tomaríamos ventaja de su confusión, si
sobrevivíamos a esta lucha.

Ayúdame a destruirlos, supliqué cuando Danaus empezó a retirar sus poderes de mi


cuerpo. El alivio fue intenso, pero no era lo que quería. Quería ser libre del dolor, pero
quería más liberarme de los Naturi.

No de esta manera, me respondió.

Esa es la única manera, le dije. Puse mi mano sobre la suya, sujetándole conectado a
mí, mi sangre se filtraba a través de nuestros dedos entrelazados. Ellos están matando

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
a mi gente. Están matando a los Licántropos, y pronto será el ser humano. No soy lo
suficientemente fuerte sin ti. No destruiremos sus almas. Ayúdame a terminar esta
noche.

Mira...

Por favor, amigo mío.

El poder explotó por mi cuerpo como un torrente de agua que corría a través de un
estrecho cañón. Mi cuerpo se inclinó hacia adelante bajo la fuerza de la energía de
Danaus que me recorrió. Mi cabeza cayó hacia atrás y cerré los ojos, pero podía sentir,
a todos los Naturi en la zona, al igual que cuando los cazamos en Inglaterra.
Recogiendo la energía, me centré en sus cuerpos con la única intención de prenderles
fuego a todos. Pero no funcionó. Extendí la mano de nuevo, mis manos rodeando su
corazón golpeando desesperadamente, y todavía no podía prenderles fuego.

Lo intenté una y otra vez, golpeando de nuevo con la energía que exigía ser utilizada.
No quería destruir sus almas cómo habíamos hecho en Inglaterra. Tenía que haber otra
manera, pero me faltaba tiempo. La energía que Danaus estaba vertiendo en mi tenía
que utilizarse antes de que me destruyera, o nos destruyera a los dos. Me odié a mí
misma, recogí un manojo de energía que flotaba en cada Naturi y les prendí fuego.

No hubo gritos de dolor. El final llegó y se fue para ellos muy rápido. Con el poder de
Danaus todavía fluyendo a través de mí, extendí la mano más allá de los pantanos y
maté a todos los Naturi dentro de mi dominio. Mi gente estaría a salvo por lo menos
durante unas cuantas noches, y el grupo de Savannah estaría a salvo del alcance de
los Naturi por ahora. Dos docenas de Naturi murieron esa noche, y sentí el toque de
cada alma, cuando se fueron extinguiendo. Dos docenas de nuevas razones para ser
condenada al infierno cuando esta existencia hubiera terminado.

Danaus retiró la mano fuera de mi alcance y me caí de frente en la arena, aterrizando


sobre el estómago. Estaba demasiada cansada, con demasiado dolor, para tratar de
detenerme. El mundo se volvió negro a mí alrededor y di la bienvenida al vacío.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 11
Traducido por Anne Iris Heaven

Corregido por Virtxu

A brí los ojos para encontrar a Knox arrodillado a mi lado, acariciando mi frente con
una mano. Su ropa estaba desgarrada y había una colección de arañazos y
marcas de e mordeduras en su cuerpo, las cuales se curaban lentamente. Miré a mí
alrededor para encontrar a Tristan sentado en la arena cerca de mí, viéndose de la
misma manera. Los dos habían estado luchando con caimanes. Shelly estaba a un
lado, con el rostro pálido
do y surcado de lágrimas. Le temblaban las manos. Yo había
cometido un terrible error al haberla permitido venir.

—¿Te encuentras bien? —preguntó


preguntó Knox, dirigí mi mirada hacia él. Aún tenía que ver a
Danaus, pero podía sentir que estaba cerca, con su ira hirviendo
hirviendo silenciosamente en su
interior.

—He estado mejor —gruñí,


gruñí, incorporándome poco a poco
poco—.. Encontremos a Amanda
y larguémonos de aquí. Voy a necesitar alimentarme esta noche.

Knox me agarró del codo y me ayudó a ponerme de pie. El Nightwalker se mantuvo


mant a
mi lado mientras caminábamos hacia lo profundo de la isla, como si esperara a que
mis rodillas se rindieran. Agradecía su preocupación, pero me ponía al límite. No me
gustaba ser tan débil en torno a otros Nightwalkers, aunque Knox no tratara de
aprovecharse
vecharse de la situación y me apuñalara por la espalda. No era su manera. Casi
me sentía como si estuviera tratando de protegerme de Shelly o Danaus, ya que se
cuidó de mantener su cuerpo entre mi persona y el cazador, mientras que sus ojos
continuamente vagaban
agaban de nuevo hacia la bruja de la tierra a mi otro lado.

113
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Hay alguien allá —gritó Tristan antes de adelantarse, ansioso por finalmente tener a
Amanda en nuestra custodia.

—No es ella —murmuré, con mis cejas juntándose sobre el puente de mi nariz. Podía
ver el color de pelo de la criatura, y no era el rubio brillante de Amanda.

—Es un Naturi —dijo Danaus, y comprendí su sorpresa. Habíamos matado a todos los
Naturi dentro de la región, los habíamos reducido a cenizas grises. Seguros de no haber
dejado uno vivo y de una sola pieza.

Cuando llegamos cerca de la Naturi acurrucada en el suelo, pudimos ver que estaba
cubierta con un domo azul de energía. A su lado, en un hoyo en la tierra estaba
Amanda, acurrucada e inconsciente.

—¿Sigue viva? —preguntó Tristan, listo para saltar en el agujero al momento que le
dijera que era seguro.

—Está dormida —dijo Shelly, su voz era suave y vacilante. La bruja de la tierra se
adelantó y miró hacia abajo a las dos mujeres, tan diferentes como la noche y el día.
Amanda era pálida y rubia, mientras que la otra tenía el pelo oscuro y piel
bronceada—. Esta es una burbuja del sueño. Mantiene a quién esté dentro, en un
profundo y protector sueño.

—¿Por qué un Naturi se mantendría durmiendo con un Nightwalker al cual tienes como
prisionero? —Le pregunté mientras me arrodillaba frente a la Naturi, manteniendo una
distancia segura de la burbuja—. ¿Está la Naturi torturando a Amanda en su sueño?

—No es probable. Las dos están dormidas. Un sueño profundo. Sin pensamientos, sin
sueños. Es como estar muerto.

—Son prisioneras —dijo Danaus de pronto—. Mira sus muñecas.

114
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

La Naturi estaba acurrucada en posición fetal, con las manos apretadas contra el
estómago, pero no había forma de ignorar las bandas de hierro envueltas alrededor
de sus delgadas muñecas o la cadena de conexión que las unía. La criatura dormida
era una prisionera, un enemigo de mi enemigo más oscuro. Una sonrisa se dibujó en
mis labios.

—Eso es interesante —murmuré, sobre todo a mí misma.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó Tristan, Alejándose un paso de Amanda, por


primera vez. La situación se había vuelto más complicada. No era tan simple como
despertar a Amanda. Tenía la sensación de que a fin de tomar a Amanda, había que
deshacerse de la burbuja, lo que significaba despertarlas a las dos.

—No lo he decidido aún —respondí honestamente—. Un Naturi acaba de caer en mi


regazo. ¿Qué debo hacer con él?

—¿Además de acabar con él? —Estalló Tristan—. ¿Ese... ese hechizo está lastimando a
Amanda? —Preguntó, volviendo su atención a Shelly. La bruja se había inclinado para
examinar algunas marcas en el suelo alrededor de la burbuja.

—No, ella está perfectamente a salvo. Simplemente está dormida.

—Un sueño de curación —añadí—. Algo que ella necesita en este momento. No se
sabe cuánto tiempo la torturaron los Naturi antes que pudiéramos llegar a la isla.
Déjala dormir, mientras pueda.

—¿Planeas mantenerla así con el Naturi? — exigió Tristan, dando un paso hacia el
agujero que contenía a Amanda como si planeara saltar dentro y tomarla. Sin
importarle nada el hechizo.

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—No, por supuesto que no. Pero unos pocos minutos más no le harán daño. —Me
levanté y me acerqué hacia Tristan. Tomé su mano y tiré de él a un par de pasos de
distancia—. Tenemos que pensar en esto. Tenemos una interesante oportunidad frente
a nosotros y tenemos que sacar el máximo partido de ella.

—¿Qué quieres decir? —Dijo, deslizando la mano de mi alcance.

—Sí, Mira —dijo Danaus con un siseo—. ¿A que te refieres exactamente?

—Tenemos una prisionera Naturi en nuestras manos. ¿No crees que nos beneficiaria
tratar de obtener alguna información de ella?

—¿No la vas a matar? — gritó Tristan, señalando a la Naturi dormida como si fuera una
serpiente deslizándose hacia ellos en el suelo.

—Por supuesto que la voy a matar, pero todo es cuestión de cuando.

—Es lo mismo. ¿Cuándo tenga la vida de Danaus pendiendo de un hilo? —preguntó


Knox, con lo que me hizo apretar los labios. Yo había estado diciendo durante meses
que iba a matar al cazador, y que aún no se había logrado. Todavía tenía mucho uso
para él. No esperaba que los Naturi fueran a ser tan útiles.

—No del todo —gruñí. Retrocediendo hacia la Naturi, me agaché de forma que
pudiera verla de cerca. Parecía joven, una adolescente en algún lugar entre la edad
de quince y diecisiete años, pero era sólo su apariencia. Los Naturi envejecían
lentamente en todo caso. Ella podía tener siglos de antigüedad y no parecerlo. Sus
ropas estaban sucias y había una herida en su sien. Si bien no había sido tratada tan
mal como Amanda, ella no era una preciosa carga tampoco.

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—Ella podría ser una trampa —dijo Danaus, irrumpiendo mis pensamientos—. Los Naturi
sabían que te interesaría de esta manera y tomaron la oportunidad de que intentaras
obtener alguna información de ella. Ella podría ser nada más que un espía.

Desempolvando mis manos, me levanté y me volví hacia el cazador. Era un ángulo


que no había considerado. Desde luego, no podíamos confiar en ella si nos
tomábamos la molestia de despertarla.

—Es cierto, ¿pero a quien le va a reportar? Matamos a todos los Naturi dentro del área
inmediata. Ella no tiene a nadie a quién informarle, incluso si descubre algo.

—¿Piensas que los Nightwalkers son las únicas criaturas telepáticas? —Replicó—.
Apuesto a que podría hablar con cualquier Naturi que quisiera, sin importar la
distancia.

—¿Y decirles, ¿qué? ¿Dónde me encuentro? Ellos ya saben que Savannah es mi


dominio.

—Vale la pena arriesgarse —dijo Knox, deslizando las manos en los bolsillos de sus
pantalones vaqueros—. Cualquier información que podamos obtener en este
momento sería de gran ayuda.

—¿Esperas que te diga la verdad? —preguntó Tristan.

—No al principio —dijo Knox. Encogió sus anchos hombros, con una sonrisa oscura
levantando una esquina de su boca—. Pero estoy seguro que con suficiente dolor ella
hablará.

—Shelly, despiértalas —dije, dando un paso atrás desde donde Amanda y la Naturi
estaban encerradas en el brillante domo azul de energía.

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La bruja se acercó a la burbuja y se detuvo para mirarme por encima del hombro,
como si cuestionara una vez más si esto era lo que yo realmente quería. Asentí con la
cabeza una vez, incitando a que lo hiciera. Dando una respiración pesada, Shelly
impulsó su pie derecho hacia delante y con la punta de su zapato difuminó el círculo
en la tierra que rodeaba a Amanda y al Naturi femenino. Hubo un pequeño estallido
en el aire a la vez que la burbuja sobre ambas desaparecía por completo.

—¿Eso fue todo? —Le pregunté, sorprendida.

—Por supuesto. Es sólo un hechizo de sueño — respondió ella, retrocediendo ante el


sonido de Amanda empezando a moverse dentro de su agujero en la tierra.

—¿Podrías repetirlo si es necesario?

—Ha pasado un largo tiempo, pero creo que sí.

—Perfecciónalo. Es posible que lo necesitemos —dije, volviendo mi atención a las dos


criaturas a mis pies.

Un gemido escapó de Amanda mientras se despertaba poco a poco y se movía en el


agujero. Mantuve un ojo en la Naturi que aún no se había movido, caminé hasta el
agujero de manera que Amanda pudiera verme. Su hermoso cabello rubio estaba
manchado de tierra y sangre. Sus ropas estaban destrozadas y la piel visible era una
costra de sangre seca. Había caminado por el infierno brevemente y sobrevivido, pero
sólo pensaba levemente acerca de cómo eso la habría cambiado. Mi tiempo con los
Naturi no me había hecho una mejor persona.

—¿Mira? —Susurró con los labios agrietados.

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—Estoy aquí. Los Naturi se han ido —dije, en una suave y baja voz. Ella aún no había
abierto los ojos, pero cuando lo hizo, dejó escapar un gemido herido al verse en lo que
equivalía a una tumba recién cavada. Knox se inclinó, tendiéndole la mano mientras
Tristan la tomaba por el codo, ambos hombres la levantaron lentamente sobre sus pies.
Amanda se tambaleó una vez, y luego tomó una larga aspiración de aire. Había
cogido el aroma de Shelly o el de Danaus, y tenía hambre. Sus ojos azules brillaban
cuando se centraron en la joven bruja y una sonrisa curvó sus labios.

Di un paso adelante y puse una mano en el hombro de Amanda. Un murmullo de


alerta se levantó de la parte posterior de su garganta, pero lo ignoré.

—Amanda, no te puedes alimentar aquí. Knox y Tristan te ayudarán. —Entonces dirigí


mi atención a Knox, quién estaba de pie a su derecha—. Toma el barco y llévala de
vuelta a Savannah. Deja que cace allí. Nosotros tomaremos uno de los otros barcos.

—¿Necesitas ayuda con ...? —Knox señaló con la cabeza hacia el Naturi que aún
yacía en el suelo.

Negué con la cabeza, un ceño fruncido tentando la esquina de mis labios.

—No, vamos a estar bien. Ponte en marcha.

La mujer Naturi finalmente comenzó a agitarse cuando Amanda estaba siendo


ayudada a volver al barco con Tristan y Knox. Ella se puso en una posición sentada, las
esposas tintinearon cuando elevó sus manos para ahuyentarme. Sus ojos verdes
recorrieron la zona, cerniéndose rápidamente en mí, Danaus, y Shelly.

—Todos se han ido. Murieron —confirmé, en lo que pensaba que era mi voz más
amenazante. Debo de haber estado fuera de juego porque en realidad ella suspiró de
alivio—. Y tu quedas con nosotros —seguí, esperando a que el miedo o al menos el
ardiente odio se produjeran.

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—¿Quién eres? —Preguntó con una voz suave que de alguna manera me recordó el
viento—. ¿Podrías ayudarme a quitármelas? —Levantó sus muñecas encadenadas
hacia mí y yo reí.

—Soy un Nightwalker —dijo, provocando que su cara se arrugara.

—Oh, entonces creo que no —murmuró, bajando las manos de vuelta a su regazo.

Me paré frente a la Naturi con mis manos en mis caderas y mis piernas muy abiertas.

—¿Quién eres?

—Mi nombre es Cynnia. ¿Has venido a rescatar al Nightwalker que tenían en su poder?

No hice caso de su pregunta. Pensé que era obvio por qué estábamos allí.

—¿Por qué estás atada? ¿Eres una prisionera?

—Sí.

—¿Por qué? —Repetí entre dientes cuando ella no dijo nada más.

—Me han acusado de ser una traidora —dijo en voz baja, bajando los ojos hacia las
esposas de hierro alrededor de sus delgadas muñecas.

—¡Mira! —espetó Danaus. Comprendí por qué estaba molesto de repente. Sus
palabras me habían dejado inquieta también. Era demasiado conveniente. Un traidor
de Naturi en manos del enemigo. Parecía un sueño hecho realidad, pero se sentía
como una trampa.

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—¡Registra la zona! —Le contesté sin mirarlo por encima del hombro.

—¿Mira? Preguntó la Naturi, levantando su cabeza otra vez—. ¿Mira? Como la Fire
Starter?

—La misma —dije con una sonrisa diabólica. Ella consiguió un buen vistazo a mis
colmillos y se tambaleó hacia atrás un par de pasos, tratando de alejarse de mí, pero
ahora no había a donde ir.

El poder de Danaus barrió la isla y los pantanos circundantes. Me estremecí por dentro,
con mi cuerpo aún adolorido y lastimado por nuestra conexión anterior. No tenía
ninguna prisa por sentir su poder de nuevo.

—No hay Naturis en la zona —respondió Danaus.

—¿Dónde está Rowe? —Exigí, dando un paso más cerca de Cynnia.

—¿Rowe? —Su voz vaciló mientras su mirada se precipitó a mí, luego a Shelly y luego a
Danaus.

—Sí, Rowe. ¿Dónde está el hijo de puta de un solo ojo?

—Yo… no lo sé. Nunca lo conocí —dijo con una sacudida de la cabeza.

Yo estaba sobre ella en un instante. De rodillas a su lado, agarré un pedazo de su


cabello con brusquedad y tiré de su cabeza hacia atrás. Apoyé la hoja del cuchillo en
la larga línea de su garganta, dibujando una gota de sangre que se deslizó por su
cuello.

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—¿Dónde está Rowe? —Gruñí.

—Estoy diciendo la verdad. No lo sé —dijo.

—¡Mira! —dijo Danaus bruscamente, volví mi cabeza para mirar al cazador. Un gruñido
bajo retumbó en el fondo de mi garganta, y mi labio superior se curvó para que
pudiera ver mis colmillos. Era una advertencia—. ¿Y si ella no sabe nada? —preguntó
él, con su mano derecha en el mango de la hoja adjunta a la cintura. Estaba
dispuesto a atacar si él pensaba que yo llevaba las cosas demasiado lejos.

—Entonces se va a morir agónicamente —dije, apretando mis manos en su cabello, lo


que la hizo soltar un pequeño quejido.

—Por favor... No sé nada, —dijo Cynnia—. Acabo de llegar aquí y me dijeron que
planeaban traicionar a mi hermana. He estado en cautiverio por varios días. —Las
palabras fluyeron de ella como un río.

—¿Tu hermana? ¿Quién es tu hermana? —Pregunté, bajando ligeramente el cuchillo.

—Aurora —susurró.

Me puse de pie y di un par de pasos lejos de la Naturi. Al mismo tiempo, Danaus se


adelantó por lo que ahora estaba de pie junto a mí. Yo sospechaba que sus
pensamientos giraban en la distancia, en la misma dirección que la mía. ¿Podría ser
posible? ¿Realmente teníamos a la hermana de la reina de los Naturi? No podíamos
tener tanta suerte, pero mientras mis dudas se acentuaban, no pude superar el hecho
de que ella me resultaba familiar. Y ahora sabía por qué. Se parecía a Aurora. Había
cogido un breve vistazo de Aurora hace siglos, cuando luché contra los Naturi en
Machu Picchu y su temiblemente hermoso rostro había sido grabado en mi cerebro.
Nunca lo olvidaría, y ahora vi arrodillada frente a mí a una versión más joven y
vulnerable de la reina.

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—¿Eres la hermana de Aurora ? —Exigí lentamente, con la necesidad de decir las


palabras en voz alta.

—Sí. —Ella hizo una mueca, posiblemente dándose cuenta de su vulnerabilidad—. Por
favor, amo a mi hermana. Yo nunca haría nada para hacerle daño. Vine aquí en
busca de mi hermano. Esta guerra tiene que parar, y yo pensé que mi hermano sería
capaz de ayudarme.

—¿Quién es tu hermano? —Le pregunté, tragándome una sonrisa. Me sentía como


Alicia deslizándose por el agujero del conejo. Todo parecía demasiado fantástico.

—Su nombre es Nerian, y él tiene el pelo castaño como yo. Él…

—Tenía —interrumpí con frialdad—. Nerian está muerto.

Ella abrió sus ojos verdes hacia mí, su ceño fruncido tiraba de las esquinas de su boca.

—Tú lo mataste, ¿verdad? —Preguntó ella, aunque la pregunta no fue acompañada


por el toque de lágrimas que había estado esperando. De hecho, parecía bastante
tranquila con la noticia.

—Sí —susurré, sonriendo de oreja a oreja. Nerian había sido mi verdugo en Machu
Picchu, mi pesadilla constante. No podía comenzar a expresar el alivio que sentí
limpiando su existencia de la faz del planeta.

Cynnia sacudió la cabeza y volvió a mirar sus manos.

—Nunca lo conocí.

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—Considérate afortunada. Él era un sádico y cruel hijo de puta. Completamente loco.

—Un buen soldado —Añadió Danaus, para mi sorpresa—. Creía en la causa de tu


hermana. Él nunca te hubiera ayudado.

—¿Por qué aquí? ¿Por qué estabas detenida en esta lista? —Exigí, dirigiendo su
atención hacia mí.

—No lo sé. Me trajeron aquí desde el otro lado del océano. Parecían estar siguiendo a
alguien.

—Te estaban siguiendo —dijo Danaus. Miré por encima del hombro para encontrar la
intensa mirada del cazador fija en mi rostro—. Te han seguido desde Europa de regreso
a tu hogar.

Era una teoría interesante.

—¿Por qué? —Murmuré, deslizando mis manos en mis bolsillos traseros mientras
contemplaba a la Naturi una vez más. Ella era una extraña pieza de un rompecabezas
que yo tenía que entender si queríamos a sobrevivir a las noches siguientes.

—Por dos razones posibles —dijo. Danaus avanzó hasta situarse a mi lado, con los
brazos cruzados sobre su fuerte pecho—. Esperaban que la mataras.

—Lo que no estaría fuera de lo común para mí —dije asintiendo con la cabeza. Yo
tendía a matar a los Naturi y preguntar después. Los Naturi estaban mejor quemados
en cenizas, no corriendo y causando problemas—. Y como la hermana de su reina,
esto sin duda podría ser útil para unir a las facciones separadas dentro de los Naturi. La
malvada Nightwalker mata a la inocente y dulce hermana menor de Aurora,

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unificándolos contra un mal común. Por supuesto, eso es asumiendo que ella esté
diciendo la verdad.

La cabeza Cynnia se levantó y su boca se abrió para discutir conmigo, pero las
palabras se detuvieron en su garganta cuando le apunté con mi navaja.

—O esperan que la tomes como rehén y la tortures para sacarle información —


continuó Danaus.

—Eso no estaría fuera de lo común para mí tampoco —admití—. Pero también podrían
contar con que quisiera tener el control de la llamada hermana de Aurora como
moneda de cambio. La llevamos con nosotros, y nos mata a todos en nuestro sueño.

Frunció el ceño y deslicé el cuchillo en la vaina de mi lado mientras miraba fijamente a


la Naturi, contemplando las diferentes opciones frente a mí. Matarla ahora sería liberar
al mundo de una Naturi más. Pero dejándola con vida me daba la oportunidad de
sacarle un poco de información. ¿Y qué mejor fuente de información puedo pedir que
la hermana de Aurora?

Es más, en realidad podría atraer a Rowe a mi lado, a largo plazo. El Naturi había
estado feliz de presentarse en Venecia, cuando parecía que un Naturi estaba en
poder del Aquelarre. Si le llegaba la noticia de que yo estaba sosteniendo a un rehén
Naturi, sobre todo si era la hermana de su reina—esposa, a continuación, por fin podría
venir corriendo. Y poner fin a esta disputa entre los Nightwalker y los Naturi dependía
de que Rowe finalmente se presentara a una muerte prematura.

Podríamos usarla para atraer a Rowe. Empujé la sugerencia en el cerebro de Danaus,


prefiriendo mantener mis planes privados tanto de Shelly como de Cynnia. La bruja de
la tierra se había coloreado de un verde enfermizo cuando puse el cuchillo en la
garganta de la Naturi. No contaba con que ella mantuviera la boca cerrada cuando
se trataba del bienestar de mi nueva cautiva.

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¿Crees que vendrá por ella?

No lo sé. Pero no ha venido por mí, ¿por qué no intentar algo nuevo?

Tenemos que irnos para Perú en breve. Estamos fuera de tiempo.

Fruncí el ceño. Tenía razón, se nos acababa el tiempo. Pero no estaba dispuesta a
desperdiciar esta oportunidad única. Cynnia era el primer Naturi que conocía que no
parecía querer asesinarme inmediatamente o usarme. Tenía que encontrar una
manera de conseguir sacarle un poco de información antes de matarla finalmente.

—¿Aún tienes esa casa? ¿La del sótano? —Pregunté, mirando al cazador con el rabillo
del ojo.

Sacudió la cabeza, el ceño fruncido tiraba de sus labios.

—No. Se quemó.

No me sorprendió. Yo había matado a Nerian en esa casa. Hubiera sido un lugar


perfecto para guardar a Cynnia por un día o dos, pero sospechaba que Danaus había
visto la casa quemándose en un esfuerzo por borrar todas las pruebas de la existencia
tanto de Nerian como la suya.

—Entonces, vamos a llevarla de vuelta a mi casa de la ciudad. Shelly, ¿puedes repetir


el hechizo de sueño que utilizaron?

—¿El… El hechizo del sueño? —Balbuceó, de repente nerviosa. Se retorcía las manos,
con sus ojos clavándose de nosotros, a la Naturi—. Sí, puedo duplicarlo. Es un hechizo
bastante fácil.

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—Es tu noche de suerte. —Me burlé de Cynnia. Agachándome, agarré la cadena que
unía sus esposas y tiré de ella hasta ponerla en pie—. Vas a vivir un poco más. Y cuánto
más tiempo vivas depende de lo útil que resultes ser. Miénteme y desearas que te
hubiera matado ahora.

Mira, no tienes que ser tan cruel. Ella ya está aterrorizada de por sí, me reprendió
Danaus, pisándome los talones.

Me eché a reír. Ni siquiera has empezado a ver mi crueldad.

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CAPÍTULO 12
Traducido por Rihano

Corregido por Sera

D anaus estacionó mi coche y se sentó con las manos aferradas al volante. Me


senté en el asiento tras
trasero
ero con Cynnia, dividiendo mi atención entre mi cautiva y
Danaus, quién estaba más enfadado por minutos. La larga conducción en
silencio le había dado tiempo suficiente para digerir lo que había sucedido en la isla.

—Tenemos que hablar —soltó,


soltó, sin dejar de
de mirar hacia delante. Estaba claro incluso
para Cynnia que me estaba hablando a mí. Levanté la vista y me encontré con su
mirada azul en el espejo retrovisor. Esto no iba a ser agradable. Abrí la boca para
argumentar que todavía necesitaba vigilar a Cynni
Cynniaa cuando espetó—.
espetó ¡Ahora! —No
había forma de evitar esta confrontación.

—Shelly,
Shelly, lleva a Cynnia adentro. Dale algo de comer y beber —indicó
indicó Danaus en una
voz fuerte que no dejaba lugar a discusión, pero eso no me impidió sisear a la parte
posterior de su cabeza. No quería que la Naturi se sintiera como si de repente fuera un
invitado en mi casa cuando en realidad era un prisionero.

Mientras Shelly acompañaba a Cynnia adentro a la comodidad de mi hogar, Danaus


y yo caminamos por la calle hasta uno de los m
muchos
uchos parques pequeños que
salpicaban la ciudad. Por primera vez en más de mes, no miré por encima del hombro,
en busca de un Naturi listo para poner un cuchillo en mi espalda. Por un breve tiempo
se habían ido y mi ciudad estaba a salvo de nuevo. Yo sólo tenía que lidiar con el
enojo de Danaus sobre lo que le había convencido de hacer.

—¡Me mentiste! —gruñó—.. Estabas tan desesperada por convencerme que los
Nightwalkers no son malvados, y me mentiste. Destruiste sus almas.

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—No me culpes de todo. Sabías lo que estaba sucediendo. Pudiste haberlo detenido
en cualquier momento, pero no lo hiciste porque estábamos desesperados —
argumenté, alejándome un par de pasos del cazador. Los dos estábamos todavía
armados. No quería ser la que tirara el primer puñetazo, pero estaría preparada, si se
llegaba a eso.

—Dijiste que no destruiríamos sus almas. ¡El objetivo era matarlos! —despotricó,
caminando lejos de mí y regresando otra vez.

—No quería. Lo intenté. ¿No puedes decirlo? Estabas en mi cerebro. Tenías el poder
para controlarme. ¿No puedes decir que lo intenté? —Una sensación nauseabunda
creció en la boca del estómago mientras repetía en mi cabeza ese breve momento
de aterrorizada indecisión. Me había quedado con la fea decisión de destruir las almas
Naturi o la posibilidad de que Danaus me destruiría si lo combatía. O peor aún, podría
haber retirado sus poderes antes de matar a nuestros oponentes, dejándonos más
débiles y vulnerables.

Pero Danaus estaba en lo cierto al expresar su indignación. La decisión de destruir sus


almas había sido demasiado fácil. Hubo muy poca indecisión por mi parte cuando el
intento de quemar sus corazones falló, y no dudé en que llegarían a Savannah y
matarían a todos aquellos en mi dominio.

—¡Esto tiene que parar! —Proclamó.

—Lo sé —dije con un tono de voz agitado. Cerré mis ojos y tomé una profunda y
temblorosa bocanada de aire—. ¿Pero y qué si hay más que podamos hacer si sólo
aprendemos a controlar esto?

—¿Controlar esto? —Danaus se detuvo en frente y sujetó mis hombros—. ¡No hay
control de esto, Mira! Es una maldición del Infierno. Estoy tratando de salvar mi alma,
no de condenarme más.

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—No vas a ir al Infierno por lo que eres —solté, sacudiendo sus manos de mí y
alejándome de él.

—Demuéstralo.

No podía, pero eso no importaba. Creía que no eras marcado por el Infierno cuando
nacías. Eras marcado por las decisiones que hacías, y habíamos tomado algunas
decisiones realmente malas hasta ahora.

—No tuvimos alternativa —dije en una voz baja y estable, desesperada por
convencerme tanto como estaba tratando de convencerlo—. Si no hubiéramos
hecho lo que hicimos, estaríamos muertos justo ahora. Nadie sería capaz de detener a
Rowe en Machu Picchu dentro de unas pocas noches, y los Naturi estarían caminando
libres una vez más.

—¡No deberíamos haber ido allá en primer lugar! —gritó, apuntando atrás hacia el sur
y las marismas—. Sabíamos que era una trampa y estuvimos cerca de matarnos en el
proceso. Para empeorar las cosas, estamos pavimentando el camino a nuestra propia
sección privada del Infierno con frases convenientes como “no tuvimos alternativa”.

—No me hables de decisiones —grité, parándome sobre la punta de mis pies para así
poder mirarlo claramente a los ojos—. No tenías que ir. No eres la que le había hecho
la promesa a Amanda de protegerla. Yo si, y no iba a abandonarla a los Naturi porque
era conveniente para nuestros planes.

—No me dejaste alternativa. ¡Si te hubiera dejado ir sin mí, habrías conseguido que te
mataran y entonces todos nosotros estaríamos jodidos!

—¡Me niego a arrepentirme de lo que hicimos esta noche! —Le grité, lo último de mi
compostura quebrándose como una cáscara de huevo bajo su bota—. No sabes lo
que es estar en poder de ellos. Noche tras noche, el dolor y la tortura sin fin. Y luego

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nunca saber si alguien va a venir por ti, preguntándote si alguien sabe siquiera cómo
encontrarte. Hasta que ya no estás seguro de por qué aún estás tratando de sobrevivir.

Lágrimas de sangre corrían por mi cara, pero no pude borrarlas. Rabia y viejos
sentimientos de completa impotencia hervían dentro de mí, dejándome apretar mis
agitados puños a mis costados. Me odiaba por haber perdido la compostura frente a
Danaus. Lo odiaba por verme en este momento de debilidad cuando necesitaba ser
siempre fuerte frente a él, delante de todos los demás quienes me buscaban por
alguna clase de dirección en este desastre en movimiento.

Para mi sorpresa, Danaus envolvió sus brazos alrededor mío y me llevó hacia su pecho,
quebrando la última de las paredes que envolvían los recuerdos de mi cautiverio con
los Naturi. En todos los largos años, nunca me había permitido llorar. No cuando Jabari
me salvó en esa lejana montaña o durante los largos siglos que pasaron. Pero ahora
enterré mi rostro en su fuerte pecho y dejé que las lágrimas se deslizaran sin control de
mis ojos cerrados. Abrí los puños y me agarré a sus costados cuando mis piernas ya no
quisieron soportarme debajo del peso de los recuerdos que bailaban a través de mi
mente. Demasiadas noches pasadas por el quirófano con Nerian, demasiados
espacios en blanco en mí mente que en cualquier caso no podía o no quería
recordar— las horribles cosas que me pasaron.

—Los odio —gemí pasado el primer nudo del tamaño de un puño—. Los odio a todos
demasiado. Los odio por lo que me hicieron. Los odio por lo que le están haciendo a
mi gente.

Danaus no dijo nada mientras yo estaba temblando en sus brazos. No tenía que
hacerlo. Había mantenido cautivo a Nerian durante aproximadamente una semana, y
el Naturi había estado feliz de divertirse con historias de todo lo que me había hecho.
El cazador sabía cuánto tiempo había estado cautiva y cómo fui torturada. Sabía más
de mi horrible pasado que cualquier otra criatura viviente en el planeta, había visto las
sombras de las cicatrices talladas en mi espalda. Con Danaus, no había escondite
para mí.

Después de varios minutos por fin salí de su cálido abrazo y caminé unos pocos metros
alejándome de él mientras me enjugaba las lágrimas de mi cara. Podía oler su aroma

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en mí ahora, el olor del mar y el sol. Limpio, claro y pacífico. Algo del peso que había
estado llevando por más de quinientos años finalmente se levantó de mis hombros y la
bola de furia en mi pecho había disminuido un poco.

—¿Qué vas a hacer con ella? —preguntó en voz baja cuando finalmente tuve control
sobre mí otra vez.

Tuve en la punta de la lengua decirle que iba a hacerle lo que ellos me hicieron, pero
no pude pronunciar las palabras porque sabía que no era verdad. La tortura era un
camino oscuro que había dejado detrás de mí hace algunos años. Ahora, cuando
mataba algo, era una acción rápida y despiadada. No había tortura, ciertamente no
cómo lo que soporté. Me gustaba pensar que ya no tenía estómago para eso.

—Tengo planeado ver si ella tiene alguna información útil para darnos y luego voy a
matarla. Nada más —dije, dando la vuelta para encarar al cazador. Sin embargo, no
pude encontrarme completamente con su mirada. Simplemente metí las manos en los
bolsillos y miré fijamente a la acera en frente de mí—. No puedo imaginar que
honestamente pueda ser utilizada como moneda de cambio con los Naturi.

Danaus colocó su mano debajo de mi barbilla, obligándome a levantar la vista para


encontrarme con su penetrante mirada. —¿Y si ella realmente no sabe nada en
absoluto?

—Entonces tendrá una muerte rápida.

—¿Y si ella es lo que dice que es, una traidora de los Naturi?

—Entonces tal vez tengamos algo interesante en nuestras manos —le dije, forzando
una sonrisa en mis labios. Poco a poco di un paso atrás, separando mi barbilla de su
ligero toque—. Vigílala por un rato. Necesito ver algo.

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—¿Regresarás esta noche?

Alcé los ojos al cielo nocturno, atrapando destellos de luz estelar mientras las nubes
oscuras flotaban. Todavía teníamos unas pocas horas hasta el amanecer. —
Sinceramente, no lo sé.

Danaus asintió con la cabeza y se apartó para que yo pudiera pasar junto a él hacia
el coche. Mientras lo alcanzaba, me entregó las llaves, una mirada de preocupación
pasó por sus facciones duras. Se sentía como si algo estuviera pendiente en el aire sin
decir. Yo no sabía qué era lo que quería decirme, pero nunca dijo una palabra
mientras subía la escalera principal y entraba en la casa.

Soltando un suave suspiro, me metí en el coche y conduje rápidamente a mi casa en


las afueras de los límites de la ciudad, donde sabía que Tristan estaría esperándome.
Sólo tenía que tocar brevemente su mente para darme cuenta que la noche no iba
bien para el joven Nightwalker.

Mientras entraba en el garaje, abrí mi mente y seguí el camino de vuelta a él. Estaba
de pie delante de una de las ventanas del segundo piso que daba al patio delantero,
sus emociones una masa de dolor, ira y confusión. El Naturi podría haber tomado sólo
a Amanda, pero ellos había lastimado también a Tristan.

La única luz en la sala entraba por la ventana, dando a su piel pálida un débil
resplandor. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y sus hombros estaban rígidos
mientras la tensión zumbaba a través de todo su cuerpo.

Frunciendo el ceño, miré como la noche caía con el joven Nightwalker en silencio. No
podía dejarlo rumiando fueran cuales fueran lo oscuros pensamientos que le
atormentaban. Desde que llegó a mi dominio, aún no lo había visto realmente feliz.
Sarcástico, amargo, preocupado, y melancólico eran las emociones a las que parecía
estar limitado a pesar de mis esfuerzos para hacer que se sintiera bienvenido. Sin
embargo, era comprensible. Todavía estaba tratando con su nueva posición en
Savannah, así como su pasado con nuestro creador, Sadira. Todos teníamos fantasmas

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que nos atormentaban de alguna manera, y la mayoría no eran tan fáciles de
erradicar.

—¿Cómo está Amanda? —Pregunté, sabiendo que ella era de alguna manera la raíz
de su mal humor.

—No tengo ni idea. Tendrías que preguntárselo a ella o a Knox. —Se negó a mirarme
mientras hablaba.

—¿Qué pasó? —Di un paso más en la habitación, para pararme al lado de la cama
extra grande en la que nunca se había dormido.

—Los Naturi pasaron —gruñó hacia mí—. He pasado de tener a Sadira arruinando mi
vida a tener a los Naturi fastidiando esta existencia demasiado larga.

—¿Qué te dijo? —presioné, temiendo internamente la respuesta.

—No me acercara —dijo. Tristan se dio la vuelta para mirarme, sus ojos azules brillaban
en la oscuridad—. Sólo permite que Knox la ayude; sólo Knox puede tocarla.

—Ella ha pasado por muchas cosas, Tristan. Knox le es familiar —lo halagué, tratando
de calmarlo.

—¡No! Es porque fallé al protegerla de los Naturi y los Cambia-formas. Cuando


atacaron, debería haber sido capaz de manejar la situación y detener a los Naturi.
Pero no pude. Le fallé y fue capturada.

Cogió una delicada bola de nieve del extremo de la mesa cerca de él y la lanzó a
través del cuarto, con el objetivo de aplastarla contra la pared del fondo. Di un rápido
paso a mi izquierda y la atrapé torpemente antes de dejarla caer a salvo en la cama.

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—Sadira me hizo débil —continuó furioso, su mano temblando ante él.

—Aún eres muy joven —le respondí.

—Soy débil para alguien de mi edad. ¡No lo niegues! —dijo, clavando en mí su mirada
furiosa.

—No lo negaré —le respondí con un encogimiento de hombros—. Eres débil para un
Nightwalker de tu edad. Pero eso no es culpa tuya. Eso es lo que Sadira está haciendo.
Quiere mantenerte débil porque conseguí hacerte daño.

Tristan metió las dos manos a través de su cabello marrón y largo hasta los hombros, y
se volvió hacia la ventana. —Soy un inútil —murmuró—. Ella me hizo un inútil.

—¡Ya basta! —Mi voz se quebró por sus hombros como un látigo, lo que le hizo
estremecer—. Eso es una tontería y lo sabes. No eres un inútil. No pierdo mi tiempo con
criaturas inútiles.

—¿Por qué? —dijo con una sacudida de la cabeza mientras se volvía hacia mí—. ¿Por
qué me salvaste de Sadira? Nunca lo he entendido.

—Porque vi en ti el potencial de ser algo grande y quería a esa persona a mi lado —


admití, con una sonrisa arrogante levantando una esquina de mi boca. Pensé que
tenía un gran potencial si finalmente podía escapar del largo alcance de Sadira. Pero
todos resultamos dañados en nuestras propias y únicas maneras. Tristan tenía que
encontrar una manera de utilizar ese daño a su favor.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—¿Qué pasa con Amanda? —preguntó. El brillo se había desvanecido de sus ojos, y
sus hombros caían bajo el peso de sus preocupaciones. La rabia se había ido por
ahora.

—Dale tiempo. Los Naturi están todavía en sus pensamientos —le dije, sentándome en
el borde de la cama.

—¿Y si no me puede perdonar?

Un profundo suspiro se deslizó de mis labios mientras miraba mis manos vacías. Era una
posibilidad. —Si ella te entiende tan poco, entonces no merece tenerte en primer
lugar, y los dos estarán en mejor situación.

—Espero que estés equivocada.

—Yo también, porque si no lo estoy, significa que la he juzgado muy mal.

Tristan miró de nuevo por la ventana, los dedos de su mano derecha apoyados en el
vidrio. El único sonido durante varios minutos fue el suave murmullo del aire
acondicionado bombeando aire frío por toda la casa. Ambos instalados en nuestros
propios pensamientos.

Podía entender por qué Amanda era tan importante para él. Era más que finalmente
conocer a una criatura que estaba interesada en él y en la que él estaba interesado
también. Fue la capacidad de tomar esa decisión de perseguir o alejarse. Era la
emoción de desarrollar lentamente un vínculo emocional con alguien a través del
tiempo. Sadira había dirigido todas sus interacciones, le dijo a quien besar, tocar, y con
quien dormir. Al final, incluso nuestra relación había sido forzada en él. Amanda
representaba su primera elección como individuo en más de un siglo. Podía entender
por qué él no quería perder su oportunidad en eso.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—¿La matarás? —preguntó de pronto, estrellándose en mis pensamientos. Tardé varios
segundos en darme cuenta de que estaba hablando de la Naturi que habíamos
capturado con Amanda.

—No, todavía no —le dije, sacudiendo la cabeza. Descansé mi mano izquierda sobre
el edredón de cama, con mis dedos trazando sin rumbo el patrón.

Tristan se apartó de la ventana, con su ceño fruncido en confusión. —Estás


bromeando, ¿verdad? ¿Cómo puedes no matarla?

—Ella es una fuente potencial de información. Puede ser capaz de decirnos algo
acerca de los planes de los Naturi.

Dando algunos pasos más cerca de mí, se inclinó hacia adelante, apoyando las
manos en el respaldo de una silla que se interponía entre nosotros.

—¿Esperas que te diga la verdad?

—En realidad no. —Admití con un leve encogimiento de hombros.

—Entonces ¿por qué te la llevaste? ¿Por qué arriesgar que los Naturi vengan tras de
ella? —Le sonreí, provocando finalmente una carcajada del joven Nightwalker. —
Cebo.

—Los Naturi no son los únicos que saben cómo poner una trampa —le dije—. Danaus y
yo limpiamos el área de Naturis esta noche. Tenemos un pequeño margen de tiempo
para usarla como cebo para sacar a Rowe o simplemente matarla.

—Lo esperabas, ¿no?

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Mi sonrisa se desvaneció en un ceño fruncido mientras mis ojos volvieron a la colcha


azul y gris. Yo había esperado al Naturi de un solo ojo hacia más de un mes. Esperaba
que estuviera persiguiéndome a cada paso. En su lugar envió a un pequeño ejército a
asolar cada uno de mis momentos de vigilia, destruir a la manada local de hombres
lobos, y disminuir el número de Nightwalkers dentro de mi dominio. En lugar de
atacarme personalmente, estaba tratando de volver a mis aliados en mi contra.
Pronto no tendría ningún refugio seguro dentro de este mundo, y creo que ese era su
objetivo final.

—Rowe no va a venir aquí. No sin un poco de incentivo añadido, como mi nueva


cautiva —le contesté.

—Eso suponiendo que la quiera de vuelta.

—Es cierto —suspiré mientras me levantaba otra vez—. ¿Amanda dijo algo sobre la
Naturi?

—No, no realmente. Preguntó si la ibas a matar. Le dije que sí. ¿Vas a probar que me
equivoco?

—No estaba pensando precisamente en eso. ¿Cómo reaccionó Amanda a las noticias
sobre la inminente desaparición de lo Naturi?

—Ella no lo hizo. Sólo miró fijamente hacia delante. Podría haber asentido con la
cabeza. ¿En qué piensas?

—El Naturi de agua en la isla no era el jefe —dije lentamente, sobre todo pensando en
voz alta—. Ella podría haber ordenado el ataque mientras estábamos en el agua, pero
no estaba gritando órdenes una vez que llegamos a la orilla. Nadie lo hacía.

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—¿Qué estás pensando?

—¿Y si tenemos a su líder?

—¿La Naturi? ¿La que estaba detenida junto con Amanda? ¿Su líder? ¿Estás
pensando que ellos la entregaron? —dijo Tristan, enderezándose desde su posición
inclinada.

—No, estoy pensando que es una espía. Necesito comprobarlo con Danaus y Shelly. Si
hablas con Amanda antes de que regrese, pregúntale si sabe algo sobre el Naturi que
se encontraba detenido con ella —dije, dirigiéndome hacia la puerta.

—¿Qué quieres saber? — preguntó Tristan, siguiéndome fuera de la habitación.

—¿Cómo era tratada? ¿Quién estaba dando las órdenes en la isla?

—Si la veo, le preguntaré —gritó mientras me precipitaba por las escaleras.

A mí alrededor, podía sentir la noche decayendo, mostrando su edad, y mi cansancio


estaba creciendo. Después de la pelea en la isla, necesitaba alimentarme, pero no
había tiempo. Empujé mi hambre creciente y traté de ignorar la fatiga abriéndose
paso en mis miembros. Tenía que regresar a Danaus y Shelly.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 13
Traducido por Silvery

Corregido por Julia107

C uando llegué a la planta baja y giré hacia la puerta de atrás y al garaje, sentí a
alguien subiendo por las escaleras
escaleras principales de la casa. Me detuve en la
cocina, que rara vez había sido usada, y moví la cabeza hacia un lado mientras
mis sentidos indagaban más allá de mi cuerpo. Era Amanda.

Troté a través de la casa y abrí la puerta principal de un tirón, justo cu


cuando ella
levantaba su mano para llamar. Tristan la había sentido también, porque ahora se
encontraba al pie de la curvada escalinata, con sus emociones como una tensa bola
de inquietud.

La joven Nightwalker era la única en el porche que se había puesto ropa limpia, pero
todavía tenía que darse un baño. Su pelo rubio aún estaba sucio y enmarañado
desde su dura hazaña, y la suciedad manchaba sus mejillas, así como sus brazos
desnudos. No había ninguna expresión en su pálida cara, parecía que miraba
fijamente
nte a través de mí como con la mirada vacía.

—Amanda —murmuré,
murmuré, indicándole con la mano para que entrara
entrara—
—. ¿Dónde está
Knox?

Caminó hacia el interior y sacudió ligeramente la cabeza.

—Se
Se ha ido. Le dije que se fuera a casa.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
No podía sentir en ella su abrumadora hambre, así que intuí con seguridad que Knox
se había quedado cerca el tiempo suficiente para ayudarla a alimentarse,
asegurándose de que no cometiera ningún desafortunado error antes de que le
dejara un poco de espacio. Sin embargo, no podía adivinar por qué ella había
decidido mostrarse ante las escaleras de mi puerta tan cerca del amanecer.

—Deberías estar descansando —la regañé, cerrando la puerta detrás de ella.

Amanda frunció el ceño, y pude sentir la primera burbuja de enfado creciendo en su


interior.

—Vine para decirte que acepto tu oferta. Quiero formar parte de tu familia.

Al principio pensé que simplemente se sentía obligada a unirse a mi familia porque yo


había arriesgado mi vida para salvarla, pero había algo oculto en su tono que me hizo
dudar.

—¿Pero…? —dije, provocando que su cabeza chasqueara para mirarme. Arqueé una
ceja mirándola, preguntando—. No quieres hacerlo.

—Ahora soy un objetivo porque me han visto contigo, con Tristan. ¿Por qué no debería
unirme a tu familia cuando es la única manera en la que voy a estar protegida de los
Naturi? —dijo con una voz tan lenta que era casi un gruñido.

—Ella te advirtió de que podrías ser un blanco para los Naturi cuando nos encontramos
anoche —dijo Tristan. Aunque apreciaba su defensa, un “Te lo dije”, no iba a ayudar a
Amanda ahora mismo.

—Anoche, estabas empeñada en unirte a mi familia. Ahora has tenido una prueba de
los Naturi en esta zona, y estás poco segura de lo que quieres —dije, caminando hacia
mi estudio.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—¡Sé lo que quiero! —gritó, perdiendo finalmente su compostura—. No quiero que los
Naturi me toquen nunca más. ¡No tienes ni idea de lo que es que te retengan a la
fuerza! Para ser torturada, desangrada y hostigada mientras esperas una muerte
incluso más dolorosa.

La distancia se acortó entre nosotras en un destello cuando la furia consumió todos mis
pensamientos. Envolviendo mis dedos alrededor de su garganta, la lancé hasta la
barandilla de madera de las escaleras, provocando que la madera se rompiera y
crujiera. Entonces la golpeé ruidosamente contra el suelo de mármol, ganándome un
gemido suyo.

Para mi sorpresa, Tristan caminó hacia nosotras y colocó un pie en su estómago


mientras cerraba su mano derecha en su pelo. Estaba preparándose para agarrarla
para mí para que pudiera continuar golpeándola. El castigo era algo que había
llegado a aprender durante su estancia con Sadira. Estaba preparado para apartar a
un lado cualquier sentimiento que tuviera por Amanda y sujetarla por su lealtad hacia
mí. Tristan eran más fuerte de lo que nadie pudiera llegar a creer.

Combatiendo para conseguir controlar mi enfado, convertí mis manos en puños a


ambos lados.

—Deja que se levante —gruñí a Tristan, y entonces volví mi atención a Amanda—.


Nunca te cuestionarás la profundidad de mi conocimiento de los Naturi. Tengo más
juicio de exactamente todo lo que son capaces.

—No tengo elección —protestó, lo que me hizo gracia. Era una lamentación común.

—Nadie te está forzando a que te unas a mi familia, y preferiría que no lo hicieras


porque te sentiste obligada a hacerlo —dije, con algo de furia y tensión deslizándose
por mi cuerpo.

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—Pero si no lo hago, dejo atrás mi posición en la comunidad. Pierdo tu protección —
argumentó.

— Cierto, pero tu otra opción es abandonar Savannah. —Por el rabillo del ojo vi a
Tristan sobresaltarse, dando un paso a trompicones hacia nosotras como si pudiera
detener mis palabras antes de que llegaran a los oídos de ella—. Vete de aquí y estoy
segura de que los Naturi no te seguirán. No serías la primera en abandonar este lugar a
causa de los Naturi.

—No voy a marcharme —dijo tercamente.

Una sonrisa asomó en la comisura de mis labios. No era la única aferrada a esta
ciudad, un lugar que yo llamaba hogar.

—Ahora tienes que decidir si quieres ser parte de mi familia. ¿Estás dispuesta a servirme
y a obedecerme? ¿Estás dispuesta a enfrentarte a los Naturi de nuevo?

—Quiero unirme a tu familia —dijo, poniéndose otra vez de pie lentamente.

—No te quiero aquí si tu única razón es salvar tu propio pellejo.

—No es sólo eso. Ser de la familia me permitirá proteger a otros de los Naturi —dijo
rápidamente, con sus ojos yendo brevemente hasta Tristan y luego de vuelta a mí.

Una fea sonrisa de satisfacción se retorció en mis labios cuando mis ojos se posaron en
ella.

—Tristan no necesita tu protección. Él es lo suficientemente fuerte como para


enfrentarse a los Naturi. Me ocuparé de ello personalmente. —Sacudí la cabeza y me

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volví dándole la espalda—. He cambiado de idea. No eres la persona que creía que
eras. Retiro mi oferta.

—¡No! —lloró.

—¡Mira, por favor! —gritó Tristan. Me volví para encontrarlo de pie entre Amanda y
yo—. Está pasando por algo terrible. Necesita tiempo para recuperarse. No está
pensando con claridad. Por favor, reconsidéralo. Ella nos pertenece. —El Nightwalker
alcanzó y asió mi mano derecha entre las suyas.

—Entonces debería haber permanecido en su casa y recuperarse de su encuentro en


vez de venir aquí e insultar a nuestra familia —dije secamente.

—Lo siento —murmuró Amanda—. Yo…yo…

—¿Qué Naturi daba las órdenes mientras estabas retenida? —pregunté, cambiando
rápidamente de tema. No quería oír sus disculpas en ese momento. Nos había
insultado tanto a Tristan como a mí, viniendo a mi casa con sus lamentos lloriqueantes
y sus sentimientos del secuestro.

—No…no entiendo —contestó, pasando una mano a través de su pelo para apartarlo
de su cara.

Continué mi trayecto hasta mi estudio, con sus pasos siguiéndome a través del suelo
de mármol y dura madera.

—Si vas a quedarte en esta familia, vas a tener que sernos de uso —dije irritada—.
¿Quién daba las órdenes?

—No estoy segura. Knox dijo que tú mataste a todo el mundo en la isla —dijo.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Miré por encima del hombro para encontrarla inmóvil en la entrada. Donde había
estado ansiosa de explorar y absorber cada pulgada de mí casa la pasada noche,
ahora estaba vacilante de entrar en mi mundo y resistir mi mirada. Me temía de nuevo,
lo cual era algo que yo necesitaba, desde que ya no tenía su absoluta lealtad, como
Tristan.

—Casi —admití—. Los Naturi que estaban prisioneros todavía viven. ¿Ella era una
prisionera cuando llegaste?

—Sí. La golpeaban cada vez que hablaba. Siempre llevaba esposas. Intentaron que
yo bebiera su sangre —explicó rápidamente Amanda.

De pie al lado de mi escritorio, me volví hacia un reloj de arena plateado. Era posible
que lo que Amanda vio haya sido verdad, pero también podía fácilmente haber sido
sólo una actuación. No confío en Cynnia o en mi suerte cuando se trata de los Naturi.
Era demasiado esperar que me las hubiera apañado para poner mis manos en alguien
que pudiera de verdad ayudarme a acercarme a Rowe y en consecuencia a Aurora.

La arena negra se derramaba desde el compartimiento superior de cristal con un


chorro constante, construyendo en el compartimiento inferior un montón invertido. Nos
estábamos quedando sin tiempo. La noche se estaba consumiendo, y yo necesitaba
tomar algunas decisiones acerca de Cynnia antes de que Danaus y yo nos
marcháramos a Perú. Y también necesitaba hacer algunos intentos serios para
aprender algo sobre la magia de la tierra antes de que escalara las ruinas incas.

Al mismo tiempo, sentí como si necesitara poner a Tristan y a Amanda en el buen


camino. ¿Qué pasaba si no volvía de Machu Picchu? Quería saber que Tristan estaría
a salvo y feliz en Savannah, y eso sólo ocurriría si Amanda lo respetaba. Demasiado
que hacer y muy poco tiempo.

Mis dedos iban sin rumbo por la bombilla de cristal del reloj de arena, desando poder
ralentizar esos segundos.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—Quédate aquí, hoy. Tristan encontrará un sitio seguro para ti para que duermas. Yo
tengo unos asuntos por acabar.

—Se está haciendo tarde, Mira —me recordó Tristan—. ¿No puedes esperar hasta
mañana?

—Me estoy quedando sin mañanas —dije con un ceño cuando alcé la mano del reloj
de arena—. Estaré de vuelta antes del amanecer.

—Lo siento de veras, Mira —dijo Amanda, intentando atraer mi mirada hacia ella, pero
me negué a apartar los ojos de la superficie de mi escritorio—. No pretendía insultaros.
Son…son los Naturi. Yo…

—No soy la única con la que deberías disculparte —dije deslizándome silenciosamente
fuera de la habitación, dejando a Tristan y Amanda a solas, para que se enfrentaran
finalmente a la batalla a la que habían sobrevivido de diferentes maneras.

Me había sumergido en la mente de Tristan cuando lo encontré en Forsyth Park,


miraba recreando la batalla con sangriento detalle. Él mismo se mantuvo, matando a
varios de los lobos que lo aplastaban. Lo habían rodeado, separándolo de Amanda
cuando ella estaba apresada por los Naturi. Se había desenvuelto bien, pero no fue
suficiente para salvar a Amanda. Se culpó a sí mismo por su captura cuando había
pocos que habrían sido capaces de salvarla. Ella necesitaba entender que él había
estado allí por ella, que luchó por su rescate cuando el sentido común decía que la
abandonara. Tenía el presentimiento de que esa era su última oportunidad, y les
deseaba suerte.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 14
Traducido por dani.shawn y dham-love
dham

Corregido por Virtxu

E l verano estaba en ya en sus últimos días pero no lo sabrías en Savannah. El aire


seguía caliente y pesado con el olor de las flores y tierra. Era pasada la
medianoche y el tráfico se había reducido hasta el punto de ser casi inexistente.
Estaba segura que los bares a lo largo del río todavía tenían algo de acción. Sin
embargo, me mantuve alejada del zumbido de River Street, volviendo al único lugar
que no pensaba volver a ver esta noche; mi propia casa en la ciudad. Cuando dejé a
Danaus, me había prometido a mí misma que no iba a regresar hasta mañana en la
noche; de que necesitaba más tiempo para relajarme debido a la pelea, para pensar
y convencerme de que el Naturi estaba ahora a mi alcance.

Por el camino entendí que estaba volviendo a mi casa sólo para hablar con Cynnia y
ver que su compañía estaba a salvo. Necesitaba hablar con Shelly. Estando fuera de
la vista, escaneé la casa. Danaus estaba en el recibidor frontal con, quién asumí, era
Cynnia.

Pausándome allí, recorrí mentalmente el espacio


espacio entre mi mente y la de Danaus.
Mientras más nos tocábamos mentalmente, más fácil se volvía. Mientras tanto,
deseaba que no fuera así, no podía negar que la habilidad de comunicarme con él
era muy útil.

¿Está la Naturi contigo? Demandé de repente en su m


mente.

Sí. ¿Qué está mal? Él respondió instantáneamente, como si estuviera esperando mi


toque mental.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Nada, pensé con un leve suspiro. Hablaremos pronto.

No estaba particularmente feliz sobre el acuerdo, pero esta era la mejor opción para
todos los que estábamos involucrados. Hubiera preferido que estuviera cautiva en la
casa que poseía en las afueras de la ciudad, pero era un inconveniente para todos.
Danaus estaría con ella de día como guardián, y yo no podría garantizar su
privacidad. Me recordé a mi misma que éste era un acuerdo extremadamente
temporal.

Shelly, por otro lado, estaba sola en el patio trasero. Deslizándome silenciosamente
atravesé la puerta de hierro, caminé alrededor de la casa para encontrarla sentada
en el suelo con la cara en las manos.

—Vacilé —anunció ella al aire antes de que yo pudiera alcanzarla. No había hecho
ningún sonido todavía.

—Te atragantaste —la corregí, dejando atrás el truco. Quizás algo en la tierra le había
avisado que yo venía. Entré al jardín, parándome a muchos pasos lejos de donde la
bruja estaba sentada.

—Lo siento —murmuró ella, levantando la vista para mirarme. Sus grandes ojos estaban
enrojecidos y su cara estaba ruborizada por llorar. Mi estomago se torció con culpa y
arrepentimiento cuando la miré. Mis instintos me habían dicho que ella no estaba lista
para luchar contra los Naturi, pero dejé mi necesidad de poder tener recursos
humanos superar mi sentido común, y su presencia había puesto en peligro a todos. Si
yo iba a sobrevivir a la batalla que se avecinaba en Machu Pichu, necesitaba ser más
consciente de a quién comprometía a mi equipo y preocuparme menos por los
números. Pero no era la única con una difícil lección que aprender.

—No soy la persona con la que tienes que disculparte. Tu vacilación e inhabilitad para
manejar la situación puso a Tristan y a Knox en serio peligro. Pudieron haber sido
asesinados tratando de protegerte cuando ellos deberían haber estado concentrados
en salvar a Amanda —expliqué.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—Ya lo sé. No pasará de nuevo — afirmó Shelly, limpiando la última de las lágrimas de
su cara. Se giró en el suelo enfrentándome.

—Sé que no pasará. Tu presencia no es requería más aquí —dije firmemente, metiendo
las manos en mis bolsillos delanteros—. Eres libre para volver a Charleston o a dónde
sea que Danaus te sacó.

—¿Qué? No entiendo.

Ella estiró las piernas con lo que pudo ponerse de pie.

—Pero pensé que me necesitabas para enseñarte cómo usar la magia de la tierra.
Todavía puedo ayudarte —sostuvo ella.

—Necesito saber cómo usar la magia de la tierra de manera agresiva, para luchar. No
tengo la impresión de que siquiera puedas hacer eso.

—¡Lo hago!

—Pruébalo —gruñí. En un parpadeo mi mano bajó hacia el cuchillo en la funda de mi


cinturón. Con un movimiento de mi muñeca envié el cuchillo en espiral hacia ella.
Había sido cuidadosa en enviarlo casi un pie delante de ella, pero para sorpresa mía
ella salió hábilmente fuera del camino del cuchillo. Con un movimiento de su mano
tres bolas de fuego fueron disparadas en mi dirección.

—Generalmente un movimiento bueno —dije, elevando la mano para atrapar cada


bola de fuego mientras llegaban a mí—, pero yo soy la Fire Starter. El fuego no me
detiene.

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—Tienes razón, pero esto puede que sí —dijo Shelly entre dientes. Movió su mano
izquierda en otro círculo, pero ningún fuego apareció. Me preparé para producir mi
propia bola de fuego para la pequeña bruja cuando raíces salieron del suelo y se
enroscaron hasta mis rodillas. La planta creció rápidamente con lo que eran como
cuerdas serpenteando desde mis piernas a mis rodillas, manteniéndome pegada al
suelo del patio.

—Un buen comienzo, pero tampoco me detendrá por mucho —dije con una mueca.
El fuego consumió las raíces, y con un pequeño movimiento, estuve libre de nuevo.

Shelly dejó salir un pequeño gruñido de frustración y dio un paso hacia atrás por cada
paso que yo me adelantaba. Cuando el fuego empezó, había cubierto la pista de
batalla de la vista de los vecinos que decidieran mirar por sus ventanas. No quería
perder mi noche borrando la memoria de mis apreciados vecinos porque vieran bolas
de fuego o una planta con vida, arrastrándose a través de mi jardín trasero.

—Es un lindo esfuerzo, pero no está en ti atacar a una persona con las habilidades que
posees —comenté, deteniéndome cuando las dos estuvimos en el centro del jardín—,
tienes que estar preparada para matar la criatura que está tratando de matarte. No
todos tienen ese instinto.

—Estás equivocada —se burló ella.

No tuve la oportunidad de reaccionar. Raíces brotaron del suelo, trepando por mis
brazos y piernas en el parpadeo de un ojo. Mi cuerpo entero fue levantado y mi
espalda pegada al tronco del árbol más cercano. Estrellas explotaron ante mis ojos y
mi visión nadó levemente, destruyendo mi habilidad para concentrarme. Antes de que
pudiera conjurar mentalmente fuego sobre las raíces, sentí un punto presionando
fuerte contra mi pecho justo sobre mi corazón. Bajé la mirada y encontré una rama
con forma de cuchillo apuntando directamente a mi corazón. Una mala palabra de
mi parte, una mueca de dolor y Shelly me hubiera estacado.

—Admítelo — dijo ella con voz enojada—. Te tengo atrapada.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

En lugar de concedérselo como cualquier persona en su sano juicio hubiera hecho,


comencé a reírme. Mi cabeza calló hacia atrás y golpeó el tronco del árbol detrás de
mí mientras más carcajadas salían de mi pecho.

—¡Sí, me has atrapado! ¿Podrías haberlo hecho antes?

—¡Ellos atacaron con animales! Animales útiles. No era su culpa que ellos nos
estuvieran atacando.

—Entonces, tu respuesta es ¿dejarlos que nos maten?

—Creo que deberías buscar otra manera de matar cuando tu enemigo viene a
pelear. ¿Es que no hay otra?

—No. No la hay —dijo una triste voz desde la casa. Las dos miramos para encontrar a
Cynnia parada en la puerta abierta con Danaus en el patio con un gran cuchillo en la
mano–. Mira tiene razón en que no hay otra manera de tratar con los de mi tipo.
Aurora cree que la única manera de salvar la tierra es a través de la exterminación
total de los Nightwalkers y los humanos —continuó ella, cerrando la puerta tras ella
mientras caminaba hacia el patio y se detenía al lado de Danaus.

—¿Qué estás haciendo aquí fuera? —demandé, ignorando el hecho de que estaba
todavía completamente indefensa y absolutamente no en condiciones de dar
órdenes.

—Ella dijo que sintió a alguien usando una gran cantidad de poder de la magia de la
tierra aquí fuera — respondió Danaus antes de que Cynnia pudiera hablar—. Pensé
que sería una buena idea salir a comprobarlo.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Shelly me acaba de humillar.

—¿Puedo quedarme?

En lugar de responder, cerré mis ojos y me concentré en las raíces que estaban
alrededor de mis brazos y piernas y la que presionaba sobre mi pecho. No me gustaba
estar en esta posición. No estaba segura de lo que Cynnia era capaz, pero estaba la
posibilidad de que un solitario pensamiento viniera de ella y me matara. Las raíces
inmediatamente se prendieron fuego a mí alrededor pero ni mis ropas ni mi piel se
quemaron.

Sacudiendo el polvo de las cenizas que quedaron, miré hacia la bruja de la tierra la
cual estaba con las manos juntas frente a ella. Ella tenía el poder que yo necesitaba
en alguien que pudiera manejarse solo ante los Naturi, pero ella parecía tener ausente
el instinto asesino que tenían Danaus o los otros Nightwalkers que me rodeaban. Hubo
un tiempo en mi vida en el que no hubiera visto aquello como algo malo, pero tal y
como estaba ahora, era algo posiblemente fatal. Si ella no estaba preparada para
matar a una criatura que tenía como único objetivo matarla a ella, iría
indudablemente directa a caer muerta, e iba a ser sobre mis hombros.

Sin embargo, si ella sabía lo que era ser golpeada y todavía quería quedarse, podía
solo esperar que ella aprendiera a cuidarse a sí misma antes de que fuera demasiado
tarde. No había mucha protección que yo pudiera ofrecerle.

—¿Mira? —presionó Shelly suavemente.

—Protegerás cuando te diga que protejas y matas cuando te diga que mates. Si
pones en peligro a alguien más de mi gente te mato yo misma —la amenacé. Estaba
a punto de sacarme de quicio.

Caminando hacia la casa, me pausé el final del patio miré a la Naturi.

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—Escuché algunas historias sobre ti —dijo ella cuando se dio cuenta de que la miraba
expectante, queriendo escuchar cualquier pensamiento que estuviera pasando por su
cabeza—. Pensé que eras un mito, una historia de terror que mi hermana Nyx hizo para
asustarme. Nunca esperé que fueras real.

—¿Nyx? ¿Cuántas hermanas tienes? –Demandé, irritada. No estaba exactamente


contenta de descubrir que era un cuento para dormir de los Naturi.

—Dos. Aurora y Nyx.

—Y Nerian era tu hermano —dije en voz tan baja que pareció arrastrarse a través del
espacio que nos separaba.

—Sí —respondió ella con las cejas fruncidas en su joven cara—. Nerian fue el que te
lastimó. Él es la razón por la cual tú nos odias tanto. —Mi mirada automáticamente fue
hacia Danaus, pero Cynnia habló antes de que pudiera liberar la acusación que
quedó colgando de la punta de mi lengua—. Nadie me lo dijo. Puedo oírlo cada vez
que dices su nombre. Solo conozco a otra persona que exprese el mismo odio cuando
habla de otra.

—¿Quién?

—Aurora, cuando habla de ti.

Sonreí a la joven Naturi; mis ojos indudablemente brillaron por la risa contenida. La
reina Naturi no solo sabía quién era yo, sino que también me odiaba. Era un
pensamiento suavemente placentero.

—¿Qué tengo que hacer contigo? —dije en voz alta, pensé que hablaba más para mí
misma.

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—Dejarme libre —sugirió, elevando sus muñecas esposadas. El sonido de las cadenas
me recordó que ella era una Naturi, y que había sido prisionera de los de su propio
tipo. Pero no llamaría a esto una situación “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”,
eso significaba que ella podría proveerme alguna información interesante en un
esfuerzo por prolongar su propia vida.

—¿Por qué estabas esposada y tus poderes retenidos por los de tu propia clase? —
demandé.

—Me llamaron traidora. Dijeron que quería traicionar a nuestra especie por los
humanos y los Nightwalkers —dijo de mala gana. Llevó su mirada a sus manos, donde
sus largos dedos estaban contorneados por las cadenas de metal con dos lazos de
hierro.

—¿Es eso verdad? –preguntó Danaus antes de que yo tuviera la oportunidad.

—¡No! ¡No de esa manera! —sollozó ella, con su cabeza subiendo de nuevo para
mirarme a mí y a él.

—¿Qué es? ¿Cómo llegaste aquí si estabas atrapada del otro lado?

—Aurora descubrió durante los pasados años que las murallas entre los dos mundos
estaban volviéndose finas y débiles. Algo de nuestros guerreros mágicos pudieron
crear un hoyo temporal en la barrera. Pudimos enviar una o dos personas a través de
él, pero no estábamos seguros de que estuvieran llegando aquí —explicó ella.

—Entonces, ¿viniste sola?

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—No, había otro —dijo Cynnia. Se acercó a una silla y se dejó caer al espeso cojín—.
Ella era una hechicera, una poderosa. Confiaba en ella. Pensé que iba a encontrar la
manera de ayudarme, pero todo era una mentira. Ella me llevó con estos Naturi con
los que me encontraste. Ella les dijo que me mataran.

—Pero no lo hicieron —prosiguió Danaus cuando pareció que ella se pausaba.

Cynnia sacudió la cabeza suavemente.

—Tenían miedo de hacerlo, supongo. Soy la hermana de la reina, después de todo.

—Entonces decidieron dejarme el trabajo a mí —dije, cruzando los brazos sobre mi


pecho—. Es una teoría interesante, pero sólo explica como llegaste aquí. Ahora, ¿Por
qué viniste aquí?

—Creo que Aurora está equivocada —susurró ella, asustada como si alguno de su
especie estuviera escuchando.

—¿Sobre qué?

—Esta guerra.

—No te creo. —Gruñí, tomando un paso más cerca de ella.

—Mira — empezó Shelly, pero levanté mi mano, dejando el comentario estancado en


su garganta.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Es muy conveniente. Un Naturi quiere finalizar esta guerra volando a las manos de un
Nightwalker que puede potencialmente destruir sus esperanzas de libertad —dije—. Es
una trampa.

—¿Estás segura? — preguntó Danaus, sorprendiéndome.

—Ella se acerca con lo que yo creo su historia de fuerte dolor, entonces me mata –
argumenté, poniendo mi atención en el cazador, quien estaba ahora a mí lado.

—No puedo ser una trampa porque su plan ya había fallado —dijo Cynnia—. Tú tenías
supuestamente que asesinarme en la isla cuando rescataste a tu amiga.

—Todavía hay tiempo –le recordé, lo que solo hizo que me sonriera.

—Sí, pero si me matas, no puedo ayudarte.

—¿Por qué harías eso?

—¿Además del hecho de que creo que hay una mejor manera de terminar esta
guerra que matando a todos? —preguntó ella, arqueando una ceja hacia mí–. Pienso
que mi hermana está tratando de matarme.

—¿Y yo tengo que ser tu protectora? –pregunté, mi voz saltó por el shock.

—Por supuesto, eres la Fire Starter. Ella no puede vencerte.

Miré hacia Danaus, quién parecía estar luchando por mantener la cara seria, pero no
lo podía culpar. Todo sonaba bastante ridículo, pero era todo lo que tenía para seguir
adelante por el momento.
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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Ceñuda, estaba de repente insegura de que hacer con la Naturi. No la creía, pero
estaba esta persistente pregunta detrás de mi mente. ¿Y si? ¿Qué si era verdad, y yo
tenía el poder de destruir la nación Naturi con su joven princesa y sus esperanzas
ideales de algo más que una guerra?

—Si voy a ayudarte, voy a necesitar algo de tu cooperación —dije lentamente.

—No voy a ayudarte a matar a mi especie. No soy una traidora.

Sonreí y tomé un paso en su dirección.

—Podemos evitar matarlos si es que podemos evitarlos completamente. ¿Cuántos


Naturi hay en mi ciudad?

—No estoy segura — dijo ella, moviendo sus muñecas. Las pulseras de hierro estaban
bloqueando su habilidad para sentir a los suyos.

— No están llegando, y te estás volviendo menos evaluable para mí con cada minuto
que pasa.

Cynnia liberó un pesado suspiro antes de caminar a mí alrededor y llegar al jardín.


Sentándose en el suelo, ella se sacó sus gastadas botas marrones y puso su pie
desnudo sobre el suelo. Sus ojos verdes se cerraron y la frente se surcó debido a la
concentración

—No están por aquí cerca — murmuró ella después de un minuto—. No por una gran
distancia, en el occidente y por el sur, bien profundo, profundo, a

través de un océano.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—¿Danaus? —le pedí, girándome hacia el cazador con esperanza de obtener alguna
confirmación.

—Mi alcance no es tan fuerte como el de ella — dijo él, su voz profunda se acercaba
a un gruñido bajo.

Sin embargo, antes de que terminara de hablar, lo sentí con sus poderes, enviando
una cálida ola de energía que se estrelló contra mí. El tacto de ésta era tranquilizador,
alejando un poco la tensión a lo largo de mi tenso cuerpo.

—No hay Naturis dentro del área inmediata — dijo él finalmente.

—¿Así que qué esperas que yo sea capaz de hacer por ti? —le pregunté a Cynnia,
parándome cerca de ella mientras ella seguía sentada en la hierba—. Déjame
adivinar. Quieres que permita que se abra la puerta para matar a tu hermana. —Era
una historia que yo ya había escuchado antes de otro grupo de Naturis, así como de
Macaire, uno de los tres Ancianos del Aquelarre.

—¡No! ¡Absolutamente no! —Cynnia se levantó extrañamente y dio un paso hacia mí—
. Quiero que la puerta permanezca cerrada. Si ella es forzada a estar en su propio
reino, entonces no puede hacer una guerra aquí.

—Luego Aurora estará atorada en su mundo y tú estarás atorada aquí —dije,


levantándole una ceja.

—Asumiendo que me dejes vivir.

—De ninguna manera —intervino Danaus antes de que pudiera hablar.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Una sonrisa persiguió mis labios mientras vagaba en el patio y me sentaba no muy lejos
de donde Cynnia había estado hacia apenas un momento. Enrosqué mis dedos por la
hierba fresca, un interesante pensamiento rondaba por mi cabeza. Podía sentir la
censura de Danaus antes de que incluso dijera mi primera palabra. El plan
definitivamente tenía unos cuantos defectos.

—Me has encargado con una tarea difícil —dije arrastrando las palabras—. No sólo
debo detener a Rowe y su plan para liberar a tu hermana y la horda de Naturis, sino
también debo protegerte de Rowe y Aurora antes de que tengas la gran idea de
poner un fin pacífico para su pelea. Soy la Fire Starter, no Dios. Estás esperando lo
imposible.

—¿No puedes levantar un ejército?

—Un ejército será levantado para derrotar a Rowe. Ellos no harán nada para proteger
tu escondite.

—¿Entonces qué? ¿Qué quieres de mí? — lloró ella, extendiendo sus dos manos hacia
mí, con las palmas abiertas—. Te estoy ofreciendo una oportunidad de paz. ¿Por qué
estás luchando conmigo?

—No lo estoy haciendo. Estoy siendo realista. He luchado contra Rowe dos veces y a
penas sobreviví a ambos encuentros. Tengo un límite.

Cynnia dio un paso atrás, las cadenas en sus esposas repiquetearon suavemente
mientras ella levantaba una delicada mano sobre su garganta. Sus grandes ojos
verdes nunca se alejaron de mi rostro.

—¿Qué quieres?

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—Enséñame como usar la magia de la tierra —dije con una sonrisa.

La Naturi se rió suavemente y ´dejó caer sus manos de nuevo.

—Eso es imposible. Los Nightwalker no pueden usar magia de la tierra.

Me levanté, de pie a unos cuantos metros de ella. Con un pensamiento, una bola de
fuego floreció entre nosotras. Lentamente hizo círculos alrededor de Cynnia y luego
vino a circular a mí alrededor, formando una figura perfecta de ocho—uniéndonos.

—No debería ser capaz de manipular el fuego, pero puedo. Puedo encerrar a los
Naturi en un mundo separado. Y sólo unas cuantas semanas atrás descubrí que la
energía de la tierra se puede disparar a través de mí como a través de un conducto —
me acerqué, así que la bola de fuego ahora hacia círculos alrededor de nosotras,
manteniendo a los otros a distancia—. Escuché a la gran madre Tierra rugiendo en mi
cabeza, furiosa y poderosa.

Cynnia trató de retroceder, pero la bola de fuego rodeándolas la mantuvo cerca. Ella
me miró, su boca formaba una O perfecta.

—Puedo acceder al poder de la tierra cuando estoy en algún río o laguna, pero no
tengo control sobre esto. Si no aprendo a controlar esto pronto, voy a matar a todos a
mí alrededor, sin importar si somos de la misma clase o no.

—¿Y controlarlo te dará el poder que necesitas para derrotar a Rowe? —preguntó
Cynnia suavemente, frunciendo el ceño de su dulce rostro.

—Rowe quiere liberar a Aurora. Él hará lo que sea para conseguir eso. Por lo que he
visto, él ya ha dominado la sangre mágica para encontrar un significado a su fin. No

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tengo dudas que matará a cualquiera que se interponga en su camino, humano,
Nightwalker, e incluso Naturi.

—¿Él está manejando sangre mágica? —preguntó Cynnia, retrocediendo


inconscientemente. Atrapé bruscamente su brazo y la halé para evitar que se
quemara con el fuego que seguía rodeándonos. Ella no pareció notarlo—. Eso está
prohibido.

—Estoy dispuesta a adivinar que él está desesperado y que en realidad no le importa


lo que está prohibido en este momento.

—Pero si te voy a enseñar la magia de la tierra, tendrás que quitarme esto —dijo,
levantando sus esposas hacia mí de nuevo.

Yo simplemente me reí entre dientes y sacudí mi cabeza.

—Buen intento. No, me enseñaras a través de la tierna Shelly—dije, moviéndome hacia


la bruja de la tierra que estaba revoloteando por el borde del patio, mirando toda la
conversación—. Ella fue contratada para ayudarme con un poco de magia de la
tierra, y ahora ambas vamos a tener un curso rápido de cómo usar la magia de la
tierra, al estilo Naturi. Y si eso no funciona, te mataré.

Cynnia miró a Shelly, quién le lanzó una especie de sonrisa tímida mientras meneaba
sus dedos hacia la Naturi. No había nada intimidante acerca de Shelly, lo que era
desalentador porque yo necesitaba que fuera una figura intimidante ahora mismo. En
lugar de eso ella se acercó como la dulce compañera universitaria que todos aman.

—Yo… yo no sé —balbuceó Cynnia, su miraba se turnaba entre Shelly, yo y el suelo.

—Tienes algo de tiempo para pensarlo. Viajamos a Perú en dos noches. Empezaremos
las lecciones antes de irnos o te mataré en Cuzco.

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Giré mi atención hacia Shelly, la cual me estaba mirando con una mirada aturdida en
su rostro. Ella se acababa de dar cuenta que mi plan no sólo la incluía después de su
gran error en la isla, sino que ahora ella iba a viajar a Perú para ayudarme con los
Naturi. No estaba contenta con el plan hasta ahora, pero esperaba mantenerla tan
lejos de la pelea como pudiera. Necesitaba un tutor, y Cynnia y Shelly tendrían que
serlo.

Con una sacudida de mi mano, el fuego que había estado cercándonos a Cynnia y a
mí desapareció.

—Shelly, lleva a Cynnia adentro y ponla bajo un encanto de sueño. No te vas a


despertar hasta que o Danaus o yo lo digamos.

Miré mientras las dos caminaban por el patio, un nuevo pensamiento empezó a
carcomer mi cerebro cuando le di una mirada al perfil solemne de Cynnia.

—¡Esperen! —Llamé, deteniendo a Cynnia en la puerta—. Tú hermana, Nyx. ¿Está aquí


también?

—¿Nyx? Yo… no creo —respondió ella lentamente. Se detuvo, mordisqueando su


labio inferior pensando antes de hablar de nuevo—. Yo llegué aquí sólo con la
hechicera. Nyx y Aurora no sabían nada acerca de que yo iba a venir aquí. ¿Tú crees
que ella ha venido por mí?

—¿Venía contigo o con Aurora? —preguntó Danaus, deslizando sus manos en los
bolsillos de sus pantalones.

—Aurora — susurró ella—. Mi hermana Nyx es la defensora de nuestra gente. Ella


seguiría a Aurora al fin del mundo para proteger a mi gente y hacer lo que es mejor
para ellos.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—¿Ella se parece a tí?

—¿Por qué? ¿La has visto? —demandó Cynnia, regresando por la escalera hacia mí.

—¿Cómo la puedo haber visto si no sé cómo es? Quiero saber en caso de que me la
encuentre en Perú.

Cynnia se detuvo, frunciendo sus labios. Finalmente suspiró y caminó hacia la puerta
en la casa.

—No, ella no se parece a mí, y para nada a Aurora. Alta y delgada como un sauce,
con una perfecta piel blanca y cabello como de media noche. Sus ojos son gris
pizarra, como el color de las tormentas de nubes.

—¿Y es del clan del viento? ¿Cómo tú?

—Como supiste que yo lo era…

—Por tu coloración y estructura. También fue solo una adivinanza.

—Sí, ambas somos del clan del viento. Aurora es de la luz y Nerian era del clan animal.
— dijo Cynnia firmemente, finalmente irritándose por mis preguntas invasivas—. ¿Algo
más?

—¿Cómo es posible que cuatro hermanos hayáis nacido en tres clanes diferentes? —
Demandó Danaus—. ¿Tenéis todos padres diferentes?

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—¡No! —dijo Cynnia, sus tiernas facciones se torcieron por un momento con rabia—. Mi
papá era del clan de la tierra y mi mamá era del clan de la luz. El clan en el que
nacemos no está determinado por nuestro linaje. Está determinado por la necesidad
de la tierra. Si la Madre Tierra está en necesidad de más miembros del clan del viento,
los siguientes niños nacidos serán del clan del viento y así sucesivamente.

—Es suficiente. Dulces sueños —me burlé.

Danaus y yo nos quedamos parados en silencio afuera de la casa mientras


escuchábamos a Shelly y Cynnia moverse a una de las habitaciones del segundo piso.
Mantuve mi concentración firmemente en Shelly, mi mente se hizo una sombra en sus
pensamientos, los cuales estuvieron corriendo una milla por minuto mientras ella
repasaba lo que le había pasado esa noche. Desde que no podía sentir a los Naturi,
esta era la manera más segura de mantener un ojo en Cynnia mientras Shelly
mantuviera el hechizo. Al mismo tiempo, sabía que Danaus estaba concentrado en
Cynnia, asegurándose que la Naturi no tratará de escaparse.

—¿Tenerlas aquí es una buena idea? —preguntó Danaus luego de que Shelly hubiera
completado su hechizo, golpeando a Cynnia seguramente por un momento.

—Trataremos de mantenerlas a ambas en la ciudad, fuera del Valle Sagrado, Shelly tal
vez pueda enseñarme algunas cosas antes del sacrificio. En este punto, cualquier
conocimiento nuevo me ayudara cuando se trate de manejar el oleaje de energía en
Machu Picchu.

—¿Y la Naturi?

—Un señuelo para Rowe.

—¿En verdad crees que ella te va a enseñar algo? — preguntó él, moviendo una
mano hacia el cabello en su hombro, alejándolo de su rostro. Sus brillantes ojos azules
reflejaban un poco de la luz que venía del interior de la casa, recordándome la

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primera noche que nos conocimos. No había esperado que nuestra asociación durara
tanto.

—No en realidad. Incluso si ella quiere paz para su gente, no se va a arriesgar a hacer
un enemigo más fuerte para ellos de enfrentar.

Danaus dejó caer su mano a su lado y miró las estrellas por un momento. La noche ya
casi estaba terminando. Necesitaba volver a la seguridad de mi casa. Así como
estaba, exhausta y con la sed de sangre royendo mi interior como el fuego del infierno.

—¿La crees? —preguntó Danaus, alejando mis pensamientos de sangre y sueño.

—¿Acerca de querer la paz?

El cazador dio un ligero gruñido que yo tomé por un sí.

—No importa si la creo o no. Nuestro plan está fijado para cuando lleguemos al
sacrificio en Machu Picchu en unas cuantas noches. Detendremos a Rowe.
Detendremos el sacrificio. Y finalmente atamos el sello. Pensamientos de paz y guerra,
no podemos darnos el lujo de debatir esas cosas. Tenemos que detener a Rowe.

—Estoy de acuerdo, pero no respondiste mi pregunta. ¿La crees? — repitió él.

Era mi turno para mirar a las estrellas que estaban parpadeando sobre mí mientras la
luz del día se aproximaba. El amanecer estaba llegando. ¿Creía a Cynnia?

—No, no la creo —murmuré.

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Pero el problema no era que no la creyera. Era que por primera vez en mi vida en
verdad había deseado que la Naturi estuviera diciendo la verdad. Deseaba que ella
quisiera la paz y que estuviera buscando una manera para que los Naturi y los
Nightwalkers coexistieran en este planeta sin la constante lucha. Deseaba que hubiera
una posibilidad. Pero no la había. No mientras criaturas como Rowe y Aurora existieran.
Mientras yo existiera no habría paz entre los Nightwalkers y los Naturi.

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CAPÍTULO 15
Traducido por aLebEna

Corregido por Angeles Rangel

L legué a mi casa en la ciudad la noche siguiente para


para encontrar a Danaus con
varias armas distribuidas en la mesa del café. Estaba comprobando su
equipamiento, el cuál parecía que se había multiplicado desde que llegó de
Savannah. Me detuve en la puerta de entrada con las manos en las caderas,
observando esto… un desafortunado recordatorio de que teníamos que volar a Perú
mañana en la noche.

dije para que se diera cuenta de que había llegado.


—No rayes la mesa —dije

—Están en la cocina —replicó


replicó Danaus, sin siquiera quitar la mirada de la pistola que
limpiaba.

—Las
Las lecciones de magia comienzan esta noche. Empaca tus juguetes. Quiero que
vengas conmigo.

La esquina de sus labios se levantó con una sonrisa mientras que sus ojos se posaban
en mí por primera vez.

No me lo perdería por nada del mundo.


—No

Sacudí la
a cabeza mientras iba de camino a la cocina.

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—Bueno, no es como...do —dije, parando la última sílaba cuando mi mirada recayó
en James, quien estaba sentado en la mesa con Cynnia y Shelly tomando té helado.

El miembro del grupo de Themis saltó de inmediato para levantarse, mientras con la
mano izquierda se arreglaba la corbata. Una tímida sonrisa apareció en sus labios.
James era la última persona que imaginé encontrar en la mesa de mi cocina. Sólo
podía suponer que Ryan el brujo estaba en algo.

—Mira...

—¿Esta Ryan aquí? —pregunté, cortando cruelmente lo que iba a decir.

—No, vine solo.

—Ven conmigo —dije, señalando para que me siguiera por el pasillo para ir a la
oficina, donde cerré la puerta tras él bruscamente. Volteando sobre mis talones,
rápidamente cerré la distancia que nos separaba y me apoderé de él con un abrazo.
Lo sentí tensarse con mi toque pero lo ignoré.

—Estoy tan feliz de verte a salvo. ¿Te has curado completamente de Creta? —
demandé, mis manos descansaban en sus hombros, mientras me separaba la longitud
de los brazos.

—S... sí, estoy bien —dijo, sus ojos brillaron con sorpresa tras sus lentes de oro—. No hubo
complicaciones y me curé rápidamente.

—Ryan es un gran idiota —gruñí, dejando a James lejos mientas iba rítmicamente a mi
escritorio al otro lado de la habitación—. No tenía ningún derecho de llevarte a Creta.
Pudiste ser asesinado.

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—Quería ir —dijo firmemente James, pero solo sacudí la cabeza.

—Ryan sabía lo peligroso que era, y de ninguna manera estabas entrenado para una
situación así. —Caminé detrás lejos del escritorio y me dejé caer en una de las sillas,
señalándole a James que se sentara en la que estaba junto a mí.

—No era sólo por los Naturi —dijo, tomando lentamente el asiento a mi lado—. Debí
haber sido quién te dijera lo de Michael.

Sacudí la cabeza, apretando los puños en mi regazo.

—No eras su guardián. —El recuerdo del cuerpo muerto de Michael empezaba a
molestarme, pero controlé mi temperamento—. Después de todo, no tenías que cuidar
de su cadáver.

—Era mi trabajo el cuidarlos mientras estábamos allí —dijo.

—Estás absuelto —dije con un movimiento de la mano—. Mi principal preocupación


ahora es el Naturi. Es desafortunado, pero como Ryan dijo, Michael está muerto. Ellos
no pueden hacerle daño ahora.

—Gracias Mira —dijo James, enderezando sus gafas por su larga y delgada nariz.

—¿De todos modos que haces aquí? —Exigí, haciendo poco caso a su comentario. No
merecía su agradecimiento… la desaparición no fue su culpa.

—He venido a decirte que la ubicación del próximo sacrificio será Machu Picchu, Perú
—dijo, inclinándose hacia delante con entusiasmo.

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—Eso me han dicho —murmuré, descansando contra la parte superior de la silla
mientras estiraba las piernas y cruzaba los tobillos.

—¿Ya te has enterado? —Dijo suavemente, viéndose positivamente cabizbajo.

—Hace dos noches, Jabari dejó caer las noticias sobre mí.

—Oh.

—Pensó que apreciaría la confirmación de Themis —dije, forzando una sonrisa—. Es


bueno saber que el Aquelarre no me está mintiendo.

—De nada —dijo, aunque todavía se veía un poco decepcionado de no ser el


portador de una noticia tan importante, como había pensado.

—Claro, pudiste haber llamado y darnos esa información ¿Cuál es la otra razón de tu
presencia?

Un rubor apareció en sus mejillas mientras que sus ojos café bajaban hacia sus manos.

—También le traje a Danaus un cambio fresco de ropa así como armas adicionales
que pensé podría necesitar en su viaje a Perú. Ha estado en el viaje por un tiempo
ahora. Pensé que podría necesitar algunos artículos frescos.

Una sonrisa se deslizó por mis labios, pero la oculté antes de que la viera. Mientras
James era un completo investigador para Themis, su papel principal era ser asistente
de Danaus y Ryan, lo que incluía ver sus necesidades aleatorias, como obtener armas,
investigaciones, y hacer arreglos de viajes. James estaba ansioso por ser parte de la
lucha con Danaus, pero su mayor obstáculo era que sólo era un simple humano
jugando con criaturas potentes que iban tras su sangre. Había tantas manera de que

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pudiera ser de utilidad en nuestro mundo, y justo ahora estaba limitado a ser el chico
de los recados.

—Estoy segura de que está agradecido por los nuevos artículos —dije, pasando mi
cabello detrás de la oreja —¿Está Danaus con frecuencia lejos del Complejo de
Themis?

—Pasa más tiempo lejos que en el Complejo. No le gusta estar en un lugar por mucho
tiempo —admitió James, volviendo a sentarse en la silla.

—¿A dónde va?

—Ryan lo tiene generalmente en una misión o en otra —dijo James moviendo los
hombros.

—Pero Danaus no ha sido enviado a matar a muchos Nightwalkers. Si lo hubiera


hecho, me habría enterado de él más pronto de lo que lo hice, y hubiera venido por
mí mucho antes. —Salvo, claro, que Ryan hubiera ocultado mi existencia por muchas
razones… no es que lo hubiera encontrado lógico—. Debe haber un lugar al que vaya
cuando no está en una misión de Themis.

Una sonrisa se elevó en sus labios y sacudió la cabeza mientras se paraba de la silla.

—Si estás intentando obtener un poco de información de Danaus conmigo, no


obtendrás nada interesante. Danaus no habla conmigo. No habla con nadie. Estoy
seguro de que hay mucho tiempo cuando no está en una misión, pero no se a donde
va. Todavía estoy intentando que lleve un celular para poder localizarlo cuando lo
necesite.

Parpadeé y miré fijamente al escritorio que estaba delante de mí. Más allá de él había
una ventana cuadrada, que estaba llena con enormes robles vivos cuyas hojas

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bloqueaban la mayor parte de las farolas. La noche nos rodeaba, y estaba
desperdiciándola intentando sacarle información a James sobre Danaus. No había
más que curiosidad pues estaba dispuesta a apostar que sabía más de Danaus que el
hombre que estaba sentado a mi lado.

—Se está haciendo tarde —anuncié, levantándome con mis poderes. James salto
sobre sus pies, moviéndose lejos de mí temeroso cuando vio la forma deshuesada que
se levantó—. Tenemos que irnos.

—¿Hay alguna forma de que pueda ayudar?

—No iras a Perú —demandé. La vida del hombre ya había sido amenazada y casi se la
quitan en Creta. No lo volvería a arriesgar.

—¡No lo pensaba! —Dijo con una pequeña sonrisa—. Estaba pensando más en la
forma de transporte, armas, alojamientos, etcétera.

—Tengo a alguien que organiza eso —dije sacudiendo la cabeza, me detuve y lo miré,
rascándome la punta de mi barbilla con mi dedo índice—. Como sea, si Themis puede
convencer al gobierno peruano de cerrar las entradas a la montaña, lo apreciaría
enormemente. Prefiero eso así no tengo que preocuparme por los Naturi agarrando un
montón de turistas de camino a las ruinas.

—Veré lo que podemos hacer —dijo, después extendió sus manos hacia mi—. Te
deseo suerte. Espero que tengamos una oportunidad de trabajar juntos otra vez. Siento
que hay una buena posibilidad de que pueda aprender de ti.

Una sonrisa malvada se levantó en mis labios y mis ojos se cerraron cuando toma su
mano con la mía.

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—Podrías sorprenderte de lo que puedo enseñarte, amigo. Que tengas un buen viaje a
casa.

James me siguió a la puerta delantera, pero cuando la abrí, descubrí que tenía a un
nuevo visitante preparándose para tocar. Barrett estaba allí, luciendo algo
demacrado. Si mi corazón aún palpitara en mi pecho, podía haberse parado. El Alfa
de Savannah estaba ante mi puerta, y tenía a un Naturi en mi cocina tomando té. Esto
no era algo fácil de explicar… al menos, no de modo que me pudiera creer.

—¿Barrett? —dije, mi voz saltando con sorpresa. El licántropo no debía de haberme


sorprendido. Debí de haber sentido su llegada, pero había estado tan concentrada en
James y su inesperada presencia que no estuve analizando el área a mí al rededor.

—Necesito hablar contigo —dijo Barrett, asintiéndole al otro hombre, que estaba junto
a mí.

—Por supuesto —dije, después le di un rápido adiós a James antes de entrar a mi


oficina con Barrett. El licántropo parecía oler el aire antes de que lograra cerrar la
puerta y moverme hacia él para tomar una de las sillas.

—¿Que puedo hacer por tí? —pregunté, apoyándome frente al escritorio. Una parte
de mi esperaba que Cynnia y Shelly estuvieran felices en la cocina hasta que pudiera
sacar al hombre lobo de mi casa.

—Los Naturi se fueron de Savannah —dijo, sin poder ocultar su alivio.

—Todos menos uno sí. Se han ido —dije. Si terminaba viendo a Cynnia aquí, no quería
ser atrapada en medio de una mentira, particularmente cuando tan ingeniosamente
lo manipulé la otra noche. Todavía necesitaba que cooperara conmigo.

—¿Tu lo hiciste?

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—Danaus y yo. Sí.

—¿Por qué no lo hicieron antes? —Exigió, su alivio dio paso a la frustración. Entendí su
molestia. Ya había perdido a dos hermanos por los Naturi en los dos últimos meses.

—Por el costo —dije suavemente, mirando mis pies, que estaban cruzados por los
tobillos—. Los atacamos la otra noche para rescatar a Amanda. Fuimos superados en
número y casi nos matan. Un hechizo fue hecho en la desesperación, y arrasó con casi
a todos los Naturi en la región. Es algo que espero no volver a hacer.

Barrett frunció el ceño cuando apartó la vista de mí, hacia la ventana, a la calle, y
más allá. Él sabía que no le daría más información de la que ya tenía. Y de hecho no le
diría al licántropo que estaba arriesgando lo que quedaba de mi alma y la de mi
compañero. No era asunto suyo.

—¿Tienes algo más que decir? —dije, tratando de no sonar como si lo estuviera
echando.

—Ese nombre que me diste, Harold Finchley —dijo Barrett, su mirada oscura volviendo
a mí—, no tenemos ninguna información de un licántropo que exista con ese nombre.

—No debió de haber sido de E.U.A.

—Revise la información en los dos, E.U.A y Europa. No hay información.

—Entonces debió ser un apodo —susurré, hablándome a mí misma.

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—O era alguien que no formaba parte de algún grupo. No confiaba trabajando con
otros.

Miré con el ceño fruncido a Barrett. Podría darle una mejor, y más bonita explicación
de lo que había pasado. Si ese fuera el caso de alguien trabajando sólo, significaba
que no había una gran conspiración contra los Nightwalkers con el Eclipse de Verano.
Eso quería decir que los licántropos no estaban traicionando la promesa que
habíamos hecho de protegernos mutuamente del descubrimiento y extinción.

Por desgracia, la bruja que había estado viajando con el licántropo y el miembro de la
Coalición me hacían preguntarme si los licántropos actuaban solos o eran parte de
algo más grande.

—Mantente buscando información para mí —dije oscureciendo el ceño—. Tengo a


alguien investigando a la bruja.

—¿Hay alguna oportunidad de poder hablar con Finchley? —Exigió Barrett,


arqueándome una ceja.

—No sin un místico —dije sacudiendo la cabeza—. Estaba apurada y no pude esperar
alrededor para cuidarlo o para dejar a alguien cuidándolo con propiedad. Las leyes
son claras. Trabajar con la Coalición es una sentencia de muerte.

—No estoy cuestionando tus actos —dijo Barrett, elevando sus manos para apaciguar
mi declaración ofensiva—. Como sea, todo esto podría ser aclarado más fácil si lo
dejaran vivo.

—Si bueno, pues esto no es una posibilidad entonces. —Un toque en la puerta rompió
mis pensamientos, pasando mi atención a Danaus quién estaba fuera de la oficina.

—¿Qué? —Dije rudamente, creciendo mi ansiedad por que Barrett estaba en mi casa.

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Danaus abrió la puerta y movió la cabeza dentro.

—Necesitamos irnos. Se está haciendo tarde.

—Lo sé. Ya casi terminamos. Prepárate —le dije con un guiño. Apreciaba la política de
prudencia de Danaus. No tenía dudas de que podía sentir mí ansiedad y tomó una
excusa fácil para verme.

Por desgracia, no tuve tiempo. Barrett olfateó largamente cuando se abrió la puerta.
¡Demonios el licántropo y su fuerte sentido del olfato! El hombre lobo dio un gruñido
bajo, y sus ojos se estrecharon cuando se volvió a mirarme.

—El último Naturi ¡Está aquí! —gritó, saltando de su silla. Salió de la habitación, pasando
a Danaus mientras yo lo seguía.

—Sí, el Naturi está aquí —admití, siguiéndolo, agarrando su brazo, pero se soltó de mis
dedos.

Irrumpió en la cocina dónde Shelly y Cynnia seguían sentadas en la mesa. Las dos
mujeres se miraron y se encogieron por la ira que se reflejaba en el rostro de Barrett. El
hombre lobo miró a Cynnia, pero Danaus estuvo allí primero y lo lanzó por la
habitación, donde Barrett se estrelló contra los armarios de madera.

—¡Detente, Barrett! —Grité, poniéndome en medio del licántropo y la Naturi—. La


necesito viva.

—¡Acabas de acusar a mi raza de trabajar con la Coalición, ejecutar a uno de mi


pueblo, y tu escondes a una Naturi! —Gritó, mientras se obligaba a retroceder—. ¿Qué
tan profunda es tu traición?

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—No te he traicionado, Barrett —señalé tras de mí, tomé la cadena que estaba atada
a las esposas de Cynnia y la moví sobre sus pies para que las pudiera ver—. Es una
prisionera. Me ayudará a llegar a Rowe, a acercarme a la gente que puede terminar
todo esto. Si es necesario, me acercará a Aurora.

—¿Por qué esta tan dispuesta a ayudarte? —Preguntó Barrett—. ¿Por qué esta tan
dispuesta a matar a su gente? ¿Cómo puedes confiar en ella?

—No confío en ella, pero por esta vez, no le estoy dando opciones. Tiene que
ayudarme si quiere volver a respirar.

—No confío en ti —dijo por fin, empujándose lejos de donde estaba.

—¿Crees que ayudaré a los Naturi? —Exigí, dejando la cadena de Cynnia—. Después
de todos los Naturi que he matado, después de todo lo que he sobrevivido en sus
manos ¿Crees que le daré la espalda a mi gente? ¿Qué te la daré a ti?

—Sí.

Danaus reaccionó antes que yo. El cazador agarró a Barrett de la camiseta y lo arrojó
contra el refrigerador, golpeándolo tan fuerte que abolló la parte delantera.

—Va a morir en Perú en dos noches por ti —dijo en voz baja con un tono aterrador—.
Ella va a morir por cada inútil que oculta. Va a morir por cada vampiro y hombro lobo
que camina en la tierra porque lo ve como su deber. Mira está dispuesta a hacer lo
que sea para proteger a su gente, incluso si esto significa soportar la presencia de la
Naturi ¿Qué esté dispuesta a hacer tu gente?

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Di un irregular paso con las palabras de Danaus, un extraño sentimiento se torció en mi
pecho donde mi alma debía estar. Una parte de mí siempre supo que era muy
improbable que volviera a Savannah después del último sacrificio en Machu Picchu.
Sabía que debía hacer lo que pudiera para detener a Rowe, incluso si eso significaba
sacrificar mi propia vida. Pero ahora que escuchaba las fuertes palabras era algo
diferente. Parecía que aplastaban la última chispa de esperanza que me quedaba
dentro, mi dejó una sensación de vacío y hueco. Me molestó saber que Danaus era
consciente de que ésta probablemente sería nuestra última batalla juntos.

Soltó a Barrett, y el hombre lobo se deslizó al suelo, con sus rodillas debajo de él, pero
su mirada nunca abandonó mi pálido rostro.

—Yo... yo... yo no sabía.

—Se suponía que no debías saber. Se supone que nadie debe saber —dije, con un
escalofrió—. ¿Crees que quiero caos en mis dominios? Además, hay una pequeña
oportunidad de que pueda sobrevivir a esto. —Estoy segura de que mi pequeña
sonrisa no era muy convincente, pero lo intenté. No quería su pena. Sólo no lo quería
causando problemas mientras estaba intentando derrotar a la nación de los Naturi por
iniciar rumores como que un Nightwalker estaba haciendo gangas con los Naturi. Solo
podía pelear una guerra por el momento.

Caminando hacia Barrett, le tendí una mano, ofreciendo ayudarle para que se
levantara. Él dudo, mirando mi mano fantasmal durante unos segundos antes de
tomarla y permitirme ayudarle.

—Sé que se ve mal, pero hemos sido amigos por muchos años —dije, negándome a
liberar su caliente mano—. Nunca te he traicionado. Y no empezaré ahora que es
cuando más necesito tu amistad. Si las cosas se ponen feas en Perú, hay una pequeña
posibilidad de que todo sea un desastre aquí. Espero que Knox tomes mi lugar de estos
dominios. Me gustaría irme con el conocimiento de que tendré tu palabra.

—Estaré junto con Knox. ¿Pero quién estará contigo?

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—El cazador.

Barrett sacudió la cabeza.

—Eres la única persona que se rodea por el enemigo como forma de protección.
Sobrevive a esto, Mira.

El hombre lobo quitó su mano y silenciosamente salió de la casa, cerrando la puerta


tras él.

Mis rodillas temblaban y quería sucumbir en el suelo. Mis noches estaban contadas
indudablemente y mi vida terminaría con dolor. Y mi compañero más cercano, el
único de quien dependía mi protección, era el hombre que había matado a más
Nightwalkers de los que podría contar. ¿Por qué encontraba muy fácil el
compañerismo con quienes me querían matar? Danaus. Jabari. Incluso vi que tenía
más en común con Ryan, sin contar el hecho de que el brujo ordenó que me mataran.
Muchos años en este mundo con esta pesada carga me cansaron. Sea cual fuera la
razón de que yo misma me rodeara de las personas que ansiaban mi sangre, el
resultado era el mismo al final. Iría a Perú y detendría a Rowe con Danaus a mi lado y
Cynnia en mis talones.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 16
Traducido por eli25

Corregido por angeliitaw

E l coche pasó por la parte salvaje de Georgia la cual estaba dolorosamente


silenciosa. Danaus estaba sentado en el asiento trasero con Cynnia, mientras que
Shelly ocupaba el asiento del pasajero a mi lado. Un par de veces la
perennemente animada bruja tomótomó una respiración para hacer un comentario, pero
pareció que rápidamente soltaba el aire otra vez cuando las palabras continuaban
eludiéndola. Era mejor de esta manera. No necesitaba la cháchara para molestarme
cuando mis pensamientos estaban únicamente e enfocados
nfocados en seguir adelante.

Estábamos aventurándonos fuera del bosque, donde podía estar tan cerca de la
naturaleza como fuera posible, con la esperanza de que alguien fuera capaz de
enseñarme algo sobre la magia de la tierra. En mi mente eso era mi última
últi esperanza
para saltar sobre Rowe y el otro Naturi; era mi única oportunidad de sobrevivir si Aurora
actualmente era liberada de su jaula. Pero por el humor en el coche, estaba
comenzando a tener mis dudas a lo que quería que fuera suficiente para salvarme
salvar a
mí misma y a los de mí alrededor.

Saqué el coche de la autovía y conduje más de una hora a lo largo de una ventosa
carretera rural detrás de otra hasta que sólo hubo árboles y granjas tan lejos como los
ojos pudieran ver. Al final salí a una carretera
carretera polvorienta que parecía excavada en
una arboleda. Una vez el coche estuvo fuera de la carretera y fue poco probable que
llamara la atención de alguien que pudiera conducir al azar por allí, puse el coche en
neutral y apagué el motor.

—Todos fuera. Hemos llegado —anuncié,


anuncié, abriendo mi puerta del coche.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—¿Exactamente dónde estamos? —Dijo Shelly cuando salió del coche y me miró por
encima del capó.

—En medio de la nada, en medio de los bosques —dije, destellándola una sonrisa
lobuna—. Pensé que sería el mejor lugar para practicar en caso de que cualquier cosa
se incendiara o algo peor.

—Buena lógica —murmuró Cynnia detrás de mí cuando cerró su puerta.

El trío de campistas oh-demasiado-felices me siguió más profundamente en los


bosques. Mientras Danaus, Cynnia, y yo teníamos una visión nocturna perfecta, Shelly
no tenía tanta suerte. Ella se quedaba detrás del grupo, tropezando con ramas rotas
mientras luchaba por ver en la espesa oscuridad. Finalmente, Danaus tomó su codo
para que la pudiera guiar a través de los bosques.

Odié la excursión por un estrecho arroyo en el que el agua me llegaba hasta el tobillo
la cual fluía sobre suaves, piedras cubiertas de algas. De pie en medio del arroyo,
intenté ignorar como mis pies se enfriaban cuando el agua fluía sobre mis botas de
cuero mientras levantaba mis brazos sobre mi cabeza. Mis ojos se sentían casi
completamente cerrados concentrados cuando me concentré profundamente
dentro de mí misma. A nuestro alrededor, cinco bolas de fuego parpadearon y se
cernieron por encima de nuestras cabezas, golpeando de vuelta a la oscuridad.

—Este es mi poder, la creación y control de fuego —anuncié a mis compañeros. Mi


fuerte y firme voz pareció hacer eco a través del vacío de los bosques—. He sido
capaz de hacer esto desde que era humana. El poder es alimentado de la energía de
mi alma. Si lo uso demasiado, me canso.

—Y retienes esta habilidad incluso después de tu conversión de humana a Nightwalker


—indicó Cynnia, sentándose en el banco del arroyo, con sus ojos mirando a las bolas
de fuego más cerca de ella.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Retuve mi alma, así que retuve la habilidad. —Descendí mis brazos de vuelta a mis
costados mientras extinguía dos de las cinco bolas de fuego—. Pero entonces, todos
los Nightwalkers están limitados a la magia del alma, o a la sangre mágica como es
comúnmente conocido entre mi especie. Perdemos nuestra conexión a la tierra
cuando renacemos.

—Estoy confusa —dijo Shelly, hablando. Cuidadosamente caminó del banco al borde
del arroyo para quedarse de pie solo a unos pocos pasos de distancia de mí. Sólo
Danaus permaneció más alto en la cuesta, mirándonos a las tres, medio escondido por
las sombras—. Si los Nightwalkers están limitados a la sangre mágica, ¿por qué nos
pediste que te enseñáramos la magia de la tierra? Por tu propia admisión, eso debería
ser imposible.

—Pero entonces es mi única habilidad en ambas formas tanto humana como


Nightwalker —añadí, arqueándola una ceja—. ¿Qué humano ha sabido que podías
crear fuego? Ese es el reino de las brujas y brujos, y solo para los más hábiles. Rompí las
reglas el día que nací.

—Esa lógica no significa que puedas romperlas todas —me dijo Danaus, una sonrisa
llenó su tono.

—Pero ya he roto esta una vez —dije, mi mirada se deslizó desde el cazador a
Cynnia—. Crecí en la isla de Creta, podía sentir la energía de la tierra. La presionaba
contra mi piel, y cuando usaba mi habilidad, me entraba. Podía usar ese poder desde
la tierra para alimentar mi fuego, en lugar de usar la energía de mi alma.

—Asombroso. —Se impresionó ella.

—Sí, pero no podía controlarlo. Era pura energía sin refinar que había encontrado una
salida. No podía detenerla, y no podía empujarla dentro de cualquier otro tipo de
hechizo. Solo había la necesidad de crear fuego.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—¿Sabes algunos otros hechizos? —Inquirió Shelly.

—No.

—Bueno, eso es parte de tu problema —se rió Shelly.

—Pero no estoy lo suficientemente segura de cómo controlo técnicamente el fuego —


comenté—. Me levanté un día y podía hacerlo. Tiempo y práctica han hecho la
habilidad más fuerte y más dinámica, pero no lo comprendo mucho mejor.

—Mira —dijo Cynnia lentamente, alejándose de la orilla del agua y subiendo la cuesta
hacia Danaus—. A riesgo de mi propia vida, me estaba preguntando si considerabas
que quizás, por alguna ligera casualidad, no naciste humana.

—Era humana —dije bruscamente, dando un paso hacia ella.

—Pero como has dicho, los humanos no pueden controlar el fuego como lo haces tú.

Con una onda de mi mano, la última bola de fuego se extinguió, metiéndose en la


total oscuridad de los bosques—. Y si no era humana, ¿Qué crees que era?

—Quizás deberías haber sido una bruja —interpuso rápidamente Shelly.

—Sabemos que tanto brujas como brujos son entrenados; no nacen —dije
brevemente, mi mirada no flaqueó de la Naturi que parecía estar avergonzada cerca
de los pies de Danaus—. No, tienes algo más en mente.

—Lo que estás describiendo en muy similar... a como... los miembros del clan de la luz
manipulaban el fuego —dijo Cynnia vacilantemente.
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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Estuve fuera del agua en un destello, subiendo la colina, pero fui detenida
inmediatamente por el largo cuchillo de Danaus. Se había tambaleado agachado,
cernido sobre Cynnia mientras sostenía el cuchillo sobre mi cuello, acorralándome.
Simplemente había reaccionado a la horrorosa sugerencia, ningún pensamiento real
cruzó mi cerebro. No era una Naturi. No había ninguna parte de mí que tuviera una
veta de Naturi.

—¿Mira? —Inquirió Danaus, su voz firme ayudó a alejar el velo de rabia a un lado. No
tenía dudas de que a él le gustaría que fuera verdad. Eso me dejaría con mi propio
oscuro secreto, tanto como mi querido Danaus y el secreto de sus propios poderes.

—Es imposible.

—Muchas cosas sobre ti son imposibles —dijo él en voz baja—. ¿Por qué esto?

Apretando mis dientes, retrocedí bajando de la colina hasta que estuve en el agua
otra vez, dejando que el sentimiento frío suavizara mi enfado y soltara la tensión que
tarareaba a través de mi cuerpo. Con una onda de ambas manos, las cinco bolas de
fuego aparecieron en el aire. De alguna manera, esta vez eran de alguna forma más
grandes y crujían más alto, como si se adaptaran a mi persistente enfado.

—Si poseyera algo de sangre Naturi dentro de mi sistema, eso habría matado a los
Nightwalkers que he creado —expliqué, comenzando a controlar mis emociones
cuando lógicamente pensé sobre eso—. La sangre Naturi es venenosa, incluso en su
forma más diluida. Además, estás diciendo que es imposible que un Naturi y un
humano tengan un hijo juntos, lo cual no es solo altamente poco probable, es
imposible. Lo más cercano a un Naturi mestizo es un cambia formas, ¿cierto?

—Eso es cierto —admitió Cynnia suavemente, sus ojos cayeron al pasto a sus pies—. La
cosa completa está cerca de lo imposible, pero tienes que admitir que la similitud es
asombrosa.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Asombrosa —gruñí, pateando una roca fuera de mi camino—. Pero imposible.
Conocí a mis padres. Ambos eran humanos.

—Entonces es solo algún tipo de mutación genética —sugirió Shelly, claramente


intentando suavizar algo de la tensión.

Me mordí el labio, agarrando otro comentario insidioso. Ella estaba intentando ser
amable, pero lo hacía sonar como si yo fuera un fenómeno de la naturaleza que no
estaba muy perfeccionado.

—No soy un Naturi. Hacerme una Nightwalker habría matado a mis creadores. —
Sadira, Jabari, y Tabor habrían sido instantáneamente envenenados por mi sangre,
resultando muertos. Nunca habría sido convertida en Nightwalker.

Empujando mis manos en mi pelo, lo aparté de mis ojos cuando volví a mirar a mis
acompañantes otra vez—. Pero estamos fuera del tópico. Mi herencia no tiene nada
que ver con lo que quiero esta noche. Enséñame a usar la magia de la tierra.
Enséñame a controlar la energía que sale de la tierra.

—¿Puedes sentir la energía de la tierra ahora? —Preguntó Cynnia, comenzando a


regresar al banco otra vez ahora que estaba actuando como una criatura racional de
nuevo.

—No.

—Quítate los zapatos —instruyó.

Con un refunfuño, vadeé el banco y me senté en la suave tierra, ignorando el hecho


de que conseguí como asiento el barro en mis pantalones de cuero. Descalza, me

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
estremecí por la frialdad del agua cuando regresé al arroyo. Cerré mis ojos y alargué la
mano con mis sentidos. Podía sentir a Danaus y a Shelly cerca de mí. Podía sentir a
otros humanos a millas de distancia y a Nightwalkers agrupados juntos al este, de
vuelta a mi domino. Pero no había sentimiento de energía similar a lo que había
sentido en Creta. Lo único que fluía debajo de mis pies era la fría agua del arroyo.

—Aún no siento nada —señalé, cerrando mis ojos cuando me concentré más fuerte,
pero sólo había nada donde debería haber energía.

—¿Y si te alimento con algo de energía de la tierra? —Dijo Shelly, causando que mis
ojos se abrieran de golpe.

—¿Cómo?

Ella levantó su pie y chasqueó sus dedos, creando una pequeña bola de fuego justo
sobre la punta de sus dedos. Me iba a lanzar el fuego mí y podría cogerlo. Era similar a
lo que me había ocurrido en Londres con la bruja de la tierra que me había atacado.
En ese momento, había sentido un flujo de energía, pero no podía identificarla o
comprenderla.

—Más grande.

Con una onda de su mano, la bola de fuego creció hasta que fue del tamaño de una
pelota de baloncesto. Asentí y ella me lanzó el fuego. Levanté mi mano derecha, la
cogí luego la dejé fluir por mi cuerpo como una serpiente hasta que el fuego golpeó el
agua y se extinguió. Durante un momento la conexión del fuego y el agua causó un
apagado rugido en mi cabeza. Podía oír el flujo del poder debajo de la superficie de
la tierra. Tensándose a través de mis pies durante un segundo y luego desapareciendo
completamente. Duró un único segundo, pero lo sentí.

—¡Ahí! ¡Lo sentí! Fue débil, pero sentí algo —grité. Saliendo del agua hacia el banco
opuesto, gritando—. ¡Hazlo otra vez!

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Shelly repitió el hechizo y permití al fuego lavar mi marco hasta que fue absorbido por
la tierra. El sentimiento fue más fuerte esta vez, pero solo fue aún un sentimiento. No lo
sentía una parte de eso de alguna manera como lo hice en Creta. Era como si la tierra
fuera indiferente a mi existencia.

—Puedo sentirlo, pero no puedo interceptar el poder por sí mismo. Solo fluye justo para
pasarme.

—¿Debajo de tus pies? —Preguntó Cynnia.

—Sí.

—¿No lo sentiste en el aire? —Inquirió Shelly, arrugando su nariz cuando me miró.

—No.

—Mira, la magia de la tierra se usa para lanzar su poder desde el aire. Solo los más
viejos y más hábiles pueden actualmente lanzarla desde las profundidades de la tierra,
donde es más fuerte y más difícil de manipular —explicó

—Además, sólo los Naturi han sabido lanzar consistentemente su poder directamente
del flujo de la tierra —añadió Cynnia—. El hecho de tú puedas sentirlo significa que
eres sensible a solo los puntos más fuertes del poder. Las posibilidades de que seas
capaz de aprender a usar la magia de la tierra es extremadamente escaso, si no
imposible. A menos que seas un fenómeno, no serás capaz de sentir la magia para
usarla.

Con mis dientes apretados por la frustración, caí pesadamente en el banco opuesto y
miré a mis compañeros. Sí, las similitudes entre mis habilidades y el clan de los Naturi de

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
la luz eran asombrosas, pero eso era todo. No era una Naturi, no tenía ninguna
atadura con los Naturi, además no tenía ningún lazo con la naturaleza. Por alguna
razón, la tierra podía usarme como un arma de destrucción, pero yo no podía usarla a
ella.

—Entonces enséñame un nuevo hechizo —dije en voz baja y cansada.

—Pero no puedes usar la magia de la tierra —comentó Shelly, con su mirada bailando
de mí a Cynnia.

—Vi a un brujo hacer un hechizo de protección. Creó una barrera física entre él y su
asaltante. ¿Puedes enseñarme eso? Si puedo aprender a hacerlo usando la magia de
la sangre, quizás pueda canalizar la magia de la tierra cuando esté en Perú.

Otra vez Shelly miraba a Cynnia, quién encogió un hombro. Ambas mujeres parecían
escépticas pero parecían de acuerdo en intentarlo.

E intentaron hacerlo durante más de cuatro horas. Trabajamos a través de la noche


hasta que estuve temblando de cansancio. Había usado demasiado de la energía de
mi alma para crear esta barrera mágica que era lo bastante fuerte para acabar por
detener la cuchilla de Danaus. Su fuerza nunca era consistente, pero era un comienzo.
Sospechaba que sería más fácil manipularla cuando tuviera un exceso de energía
fluyendo a través de mi marco.

Al final de la tarde, tiré las llaves del coche a Danaus y me senté en el asiento de
pasajeros, intentando ignorar el barro que estaba manchando a través de los asientos
de cuero. Pero la verdad estaba demasiado cansada para importarme. Danaus nos
llevó hacia mi dominio, de vuelta a la protección de mi ciudad y lejos de los oscuros e
indiferentes bosques.

¿Conseguiste lo que querías? Su voz susurró a través de mi cabeza, y mis ojos se


abrieron pesadamente.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

No, pero es un comienzo

Mira...

No soy parte Naturi, Danaus. Ellos nunca hubieran sobrevivido a la transformación,


repliqué, pensando en mis tres queridos creadores y el cuidado que habían tenido en
hacerme con un Nightwalker de Primera Sangre.

La similitud es...

Espeluznante, finalicé. Demasiado espeluznante.

Estaba segura que no era Naturi, que no tenía relación con la raza Naturi. Todavía, por
primera vez en mi completa existencia estaba forzada a preguntarme, ¿realmente
había nacido humana? Desafortunadamente, dudé de que tuviera una oportunidad
para encontrar la respuesta a esa pregunta, ya que volábamos a Perú mañana.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 17
Traducido por ckoniiytthanzaaw! y Virtxu

Corregido por Sera

A l despertar, golpeé mi cabeza, me di un golpe en la rodilla y me aplasté un dedo


del pie, todo al mismo tiempo. Había olvidado que estaba acurrucada en un baúl
y no tendida en una blanda cama de Savannah. Habíamos estado en algún
lugar en el Atlántico cuando finalmente me había acomodado en el baúl antes de
saltar al avión fuera de la ciudad. Odiaba esto antes
antes de incluso subirme. Era estrecho y
la única cerradura estaba en el exterior. Yo prefería mi aleación de metal, a prueba
de fuego, con cerraduras dobles interiores y un forro de seda. Desafortunadamente,
estaba una vez más viajando sin guardaespaldas, y no quería preocuparme de
Danaus tratando de maniobrar el ataúd mientras intentaba vigilar a Shelly y Cynnia al
mismo tiempo. Gabriel se había ofrecido para venir, pero eso significaba traer a Matsui
y yo no estaba dispuesta a dormir teniendo alrededor al n nuevo
uevo guardián. La confianza
llega con el tiempo.

Ahora estaba atascada en un baúl en el que Houdini podía haberse sentido en casa.
Yo, por otra parte, necesitaba salir de esa cosa antes de sufrir un grave caso de
claustrofobia. Moviéndome lo mejor que pu pude
de en el pequeño espacio, puse mi
espalda contra la tapa y la empujé lentamente para ver si estaba cerrada con llave.
Tenía la fuerza para forzar la apertura del baúl de todos modos, pero no el deseo de
romper la cerradura de mi única protección de la luz durante los próximos días.
Afortunadamente, la tapa no ofreció resistencia.

Suspirando mientras me acomodaba, inmediatamente me di un golpe en la cabeza


contra una barra de metal y una plancha de madera. Apenas pude sofocar una serie
de maldiciones que estaban
staban colocadas en la punta de mi lengua, me agaché y froté
mi cabeza mientras echaba un vistazo alrededor. La habitación era totalmente
pequeña, con un techo muy bajo y un par de puertas correderas a centímetros de mi
cara. Las maldiciones se escaparon en
en un áspero suspiro cuando me di cuenta que

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
estaba en un armario. Como si despertar en un baúl no fuera lo suficientemente malo.
No, Danaus me había metido en un armario.

Con los dientes apretados, deslicé las uñas en la grieta entre la puerta y la pared. Sin
embargo, me congelé en el acto de deslizar la puerta abierta cuando oí un pomo de
la puerta girarse en la habitación de al lado. Alguien estaba viniendo y no era Danaus.
El cazador estaba en la habitación y por el sonido de su respiración suave y constante,
dormido en la cama. Abrí la puerta sin hacer ruido, y sonreí al ver que el cuarto estaba
completamente negro, excepto por el eje de luz que la atravesaba cuando el
desconocido entró.

El hombre con el pelo corto y negro parpadeó en la impenetrable oscuridad,


esperando que al menos sus ojos se acostumbraran a la penumbra. Yo no estaba
dispuesta a darle la oportunidad. Precipitándome silenciosamente a través de la
habitación, con mi mano derecha sujeté su cuello y lo golpeé con la pared detrás de
él. Al mismo tiempo, cerré la puerta, hundiendo el cuarto en total oscuridad. Todavía
podía ver con claridad, pero sabía que él no podía ver nada.

—¿Qué estás haciendo aquí? —gruñí.

—Lo... lo siento, llego tarde. —Las palabras se tropezaron, su discurso tenía un acento
que hacía las palabras difíciles de entender—. Tuve problemas para salir del bar.

—¿El bar? ¿De qué hablas? ¿Tarde para qué? ¿Quién eres?

—Déjalo, Mira. —La voz tranquila de Danaus intervino antes que el hombre pudiera
hablar.

Volviendo mi cabeza a la derecha, vi a Danaus de rodillas en la cama, con un cuchillo


en su mano. Ni siquiera lo había oído moverse.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Se estaba colando en la habitación —dije. Mi agarre no había cambiado. Un poco
más fuerte y aplastaría su tráquea.

—Él viene desde Themis.

Si bien no era la información más tranquilizadora, era suficiente para ganar tiempo.
Solté la garganta del hombre, di un paso hacia atrás y girando en la luz del techo
mientras caminaba al lado opuesto de la habitación.

—Mira, este es Eduardo, uno de los pocos contactos de Themis en Sudamérica y el


único situado en Perú —explicó Danaus.

Cuando llegué a la esquina de la habitación me di la vuelta para ver la cara del


hombre. Sabía que no me debía ver muy bien, pero no esperaba la violencia de su
reacción. Eduardo me atacó, pero ya estaba contra la pared de forma que todo lo
que lograra fuera golpearse la parte de atrás de su cabeza. Sus ojos marrones oscuros
se ampliaron y rápidamente intentó liberarse agitando sus brazos. Una cadena de
palabras se le escapó, pero no eran ni en inglés ni en español. Sólo podía suponer que
era quechua o uno de los dialectos usados en las Tierras Altas, pero no podía estar
segura. Lo único que sabía era que esas silenciosas palabras molestaban a los
recuerdos en mi mente de noches pasadas en Machu Picchu, sonando demasiado
parecidas al dialecto de los incas de hace siglos. Habían visto como era torturada por
los Naturi, sus silenciosas conversaciones se remolinaban a mí alrededor.

—¡Ya basta! —Grité, presionando mis palmas contra mis oídos, deseando poder borrar
mis recuerdos—. ¡Cállate! —Cerré los ojos y retrocedí hasta que mi espalda tocó la
pared. Un segundo después mis ojos se abrieron ante el sonido de pasos
amortiguados. Danaus estaba de pie en frente de mí, con una mirada preocupada en
su cara.

—¿Qué está mal? —preguntó cuando quité las manos de mis oídos.

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—¿Por qué está aquí? —dije, ignorando su pregunta. Él no tenía porque saber que
estaba aterrada por viejos fantasmas.

—Tenía que despertarme antes del atardecer —respondió Danaus. Una arruga seguía
cerniéndose en sus labios, y pude ver preocupación en sus ojos. Conocía sus
pensamientos sin necesidad de ahondar en su mente. Se preguntaba si finalmente me
estaba volviendo loca. Y tal vez lo estaba. Ser capaz de contar los minutos finales a tu
muerte tenía que volver un poco loco a cualquier criatura. En cuestión de noches
volvería a estar de pie en la montaña de los Incas, los Naturi a un lado y los Nightwalker
al otro, conmigo en el centro. La única esperanza de los Nightwalker para poner fin a
esta guerra. Mi única queja probablemente era que me matarán en el proceso.

—Envíalo lejos —susurré, dejando caer mis ojos cerrados. No dijimos más palabras. El
único sonido eran los pasos, el ruido de la cerradura y finalmente el golpe de la puerta.
Abriendo los ojos, me aparté de la pared. Danaus se quedó de pie lejos de mí, lo que
me dejaba espacio para caminar hasta la única silla de la habitación.

Sentándome en la silla del colchón hundido con la tela verde y descolorida, dejé a mis
ojos lentamente vagar por la pequeña habitación, mientras él se sentaba en el borde
de la cama. Al lado del armario había un destartalado escritorio que tenía el
presentimiento de que estaba hecho de roble prensado. Había una mesilla al lado de
la cama que dominaba la habitación con largas rayas. Había otra puerta, la cual
supuse que llevaba al baño. El cuarto estaba limpio y ordenado, pero causaba una
sensación de desgastado y cansado, como si hubieran habido demasiados ocupantes
a lo largo de su historia. El recurso del cansancio lo hacía parecer el hecho de que no
hubiese ventanas.

—Te ves como el infierno —anunció Danaus, rompiendo el silencio. Mis ojos se volvieron
hacia su cara y lo encontré frunciendo el ceño.

—Duerme en un baúl dentro de un armario y mira a ver cómo sales luciendo —le
contesté toscamente, sin importarme cuan perra sonaba. Mi mirada calló en mi
camiseta y mis pantalones de cuero, y distraída intenté suavizar las arrugas, pero fue
inútil. Tenía la sensación que desde ahora serían permanentes.

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—Eso no es lo que quería decir —respondió con calma, sin inmutarse por mi tono.
Podía imaginar cómo lucía. Necesitaba alimentarme de nuevo. Me había alimentado
antes de subir al avión en Savannah, pero había un problema con conseguir que el jet
bajara a tierra. Yo me había visto obligada a hacer una serie de llamadas telefónicas
no planeadas para mantener todo en línea mientras intentaba salir, lo que no me dejó
tiempo para alimentarme. Había pasado mucho tiempo desde que me alimenté por
última vez. Tampoco ayudaba que hubiera sido herida en Blackbeard Island,
dejándome una sensación drenada y nerviosa, además de la formación mágica que
tuve la otra noche.

El miedo también tenía sus garras profundamente arraigadas en mi carne. Si estuviera


viva todavía, habría estado hiperventilando mientras mi corazón se aceleraba en mi
pecho. Como si lo estuviera, luché contra el impulso de frotar mis manos en mis rodillas,
pero ya no sudaba. Yo sabía lo que Danaus veía. Estaba fantasmalmente pálida, mis
ojos lavanda estaban bien abiertos con un permanente brillo. Y si miraba lo
suficientemente cerca, vería el ligero temblor en mis dedos.

—Necesito alimentarme —admití haciendo caso omiso a la sensación que era como
un edificio en llamas en mis venas y tirando lejos cualquier pensamiento racional. Con
un suspiro un tanto extravagante, puse mi codo izquierdo en el brazo de la silla y
apoyé mi cabeza—. ¿Dónde estamos?

—Cuzco.

—¿Qué? —mi posición vertical cerniéndose, me tambaleé al borde de la silla. El


repentino movimiento hizo a Danaus ponerse de pie, su mano derecha por instinto
buscando un arma. Di un respingo al movimiento defensivo y me obligué a sentarme
lentamente. O mi estallido anterior o mi aspecto tenía al cazador al borde a pesar de
que nuestra tregua continuaba. O peor aún, él podía sentir mi hambre. Él lo había
admitido cuando estuvimos en Creta juntos, comentando cómo el hambre quemaba
por su mente también cuando estábamos juntos. Los dos estábamos danzando con el
filo del cuchillo, simplemente trabajando juntos porque estábamos desesperados, pero
la confianza era delgada sobre el terreno.

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—Estamos supuestamente al pie de un albergue en las ruinas del Machu Picchu —
seguí mientras él se volvía a sentar en el borde de la cama—. O por lo menos en Aguas
Calientes. Debemos estar cerca de la montaña.

—Suerte que estamos en Cuzco —dijo, con sus cansados hombros relajándose—. El
avión fue redirigido a Lima en el último minuto debido a las tormentas en Cuzco.
Después de un retraso de tres horas, salimos hacia Cuzco. El aterrizaje fue duro debido
a los fuertes vientos. Llevó otra hora llegar al aeropuerto. Para entonces era el
atardecer. Todos los trenes hacia Valle Sagrado iban camino de regreso a Cuzco.

—¿Y nada más iba hacia Machu Picchu?

—Eso era todo.

—¿Qué hay de alquilar un coche y conducir?

—Lo comprobé. El camino solo va hasta Ollantaytambo. Desde allí se toma el tren las
dos últimas horas hasta Aguas Calientes.

—¿Cómo se puede andar por un país como este? —Grité, empujándome fuera de mi
silla. Metí las manos en mi enmarañado pelo mientras me paseaba por la sala. Los
tacones de mis botas hacían sonar todo el piso de madera, enviando el ruido a través
de las paredes, así que ahora estaba segura que nuestros vecinos podían oír mi
creciente ansiedad.

—Mira, tienes los Andes por un lado y la selva amazónica por el otro. Tenemos suerte
de estar aquí —declaró Danaus con paciencia.

Deje mis manos de nuevo a mis lados.

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—Tienes razón. —Había otro problema del cual preocuparse de todos modos—.
¿Dónde están Shelly y Cynnia?

—En la habitación continua —dijo con un movimiento de cabeza.

—¿Algún problema? —le pregunté mientras me dirigía a la puerta con Danaus


siguiéndome cerca tras de mí.

—Ninguno. Ambas están perfectamente educadas. De hecho... —Su voz se


desvaneció antes de que pudiera terminar la frase.

Me detuve en el pasillo junto a él, mi cuerpo bloqueándole de dirigirse a la habitación


de nuestras compañeras.

—¿Qué?

Danaus frunció el ceño y desvió la mirada, la mirada recorriendo la longitud del pasillo
antes de detenerse en un punto situado justo encima de mi hombro.

—No tuve más elección. En un momento tuve que quitarle los grilletes en un intento de
pasar por seguridad. Mi mayor esfuerzo estaba en estar seguro que no encontrarían tu
baúl. Shelly no podía proteger sus mentes con los grilletes de hierro y el baúl.

—¿Así que la liberaste? —Contuve el aliento, luchando por mantener mi voz baja en
un espacio público. Quería sacudirle. ¿Había perdido el juicio? Podría entender en las
circunstancias en que se encontraba, pero él, ¡dejó en libertad a nuestra prisionera!
Luché contra la tentación de meter mis dedos en mi pelo y caminar por el pasillo. En su
lugar me conformé con cerrar mis manos en puños a mis costados y apretar los
dientes.

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—No tuve elección. Ella se comportó bien todo el tiempo. Nos ayudó a ocultarnos.
Pasamos el control de seguridad más rápido gracias a ella.

—Y estoy segura que ella alertó a su propia especie en Cuzco —dije con irritación.

—Posiblemente —admitió Danaus con un encogimiento de hombros mientras sacaba


otra llave de hotel de su bolsillo—. Pero yo creía que eso era lo que queríamos. ¿Un
enfrentamiento con Rowe antes del sacrificio? Si ella los ha alertado de que está en el
país, entonces deberían venir corriendo por ella.

—¿Y lo han hecho?

—Los Naturi están cerca. En la ciudad, pero ninguno ha venido al hotel por lo que he
podido averiguar.

—Tú también estabas dormido.

—Porque no creo que ella les dijera que está aquí.

—¿Por qué?

Llamó una vez a la puerta del hotel antes de insertar la llave. Al girar el picaporte, miró
por encima de su hombro hacia mí, la oscuridad llenaba sus ojos azul profundo.

—Porque ella se ve peor que tú.

Sorprendida por su comentario, sin palabras seguí al cazador por la pequeña


habitación de hotel que era idéntica a la nuestra, con la excepción de una pequeña
ventana en la pared opuesta a la puerta. Shelly se sentaba en la cama con la espalda
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contra el cabecero, una lima de uñas lentamente esculpiendo cada uña en su mano
izquierda. Cynnia se sentaba en el suelo de la esquina, lo más lejos posible de la
ventana y la puerta. Sus brazos estaban envueltos alrededor de sus rodillas dobladas y
sus hombros se veían dolorosamente duros. Los grilletes de hierro, una vez más
adornaban sus muñecas delgadas. Había el menor tintineo de metal en el aire, como
si sus manos estuvieran temblando.

—Sigues aquí —dije con una nota de sorpresa llenando mi voz.

—¿Dónde más podría estar? —Su suave voz era poco más que un susurro del viento. Su
normalmente blanca y perlada piel estaba casi gris ahora y sus ojos verdes brillantes
estaban planos mientras se arrojaban de un extremo de la habitación a la otra.

—Por lo que he oído, podrías haber corrido al encuentro con tu especie. Están
rastreando por todo el lugar como un montón de cucarachas. Podrías haberte reunido
con tu raza.

—¿Con qué propósito? ¿Caer con otro grupo que me quiere muerta? ¿Qué pasa si
Rowe cree en lo que están diciendo de mí? Él me va a matar en el acto. O peor... —
Hizo una pausa, pasando una mano temblorosa a través de su pelo lacio castaño—,
...podría entregarme a Aurora cuando ella aparezca por la puerta.

—Lo primero, Aurora no llegará. ¡Esa puerta se queda cerrada! —dije de pie delante
ella. Cuando estuve al menos a un pie de distancia, me arrodillé y me incliné hacia
adelante apoyándome en los nudillos de mi mano izquierda, haciéndola apretarse
más lejos en la esquina—. Y en segundo lugar, ¿por qué te querrías quedar con un
grupo que planea matarte también?

—Por que al menos tú todavía me necesitas —dijo levantando ligeramente su barbilla.

Retrocedí un poco, pero me mantuve de rodillas delante de ella, el ceño jugando con
las esquinas de mi boca.

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—No bajo el riesgo de mi propia vida —dije—. No tengo razones para protegerte si
para eso arriesgo mi vida, y hasta ahora, me has dado pocos motivos para
mantenerte viva.

—¡Te protegía mientras dormías! —gritó, echándose hacia adelante—. Él sol estaba
alto y esos hombres habrían revisado el baúl que Danaus traía si yo no te hubiera
ocultado.

—¿Por qué hacerlo?

—¿Te refieres a otro aparte del hecho de que Danaus me hubiera sacado el corazón
en el momento si yo revelaba tu ubicación? —dijo torciendo su boca en un feo
gesto—. Te necesito. Necesito tu protección del resto de mi clase. Particularmente de
Rowe. Es compañero de mi hermana. Si ella está intentando matarme, presumo que él
estará feliz de seguir sus órdenes.

Mi sonrisa se extendió lentamente por mi cara, hasta revelar mis blancos colmillos
perfectos.

—Entonces necesitaré más de ti que un simple hechizo de encubrimiento.

Cynnia suspiró y bajó la cabeza de manera que su frente tocaba las rodillas. Su voz
estaba ahogada, pero podía fácilmente descifrar lo que decía.

—Hay docenas de Naturi aquí. Más de un centenar. Ellos están en la ciudad y en las
montañas. Están por todas partes.

—¿Y lo sentiste cuando Danaus te quitó las esposas?

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—Los podía sentir con las esposas puestas. Lo sentí al momento en que mis pies
tocaron el suelo. —Ella levantó la cabeza y encontró mi mirada, revelando sus
cristalinos ojos verdes. Me estaba mirando, pero tenía la sensación de que en realidad
no me veía—. La tierra está saturada de poder aquí. Puedo sentirlo en todas partes. En
la tierra, en el aire, en los animales que se esconden en las sombras y los bosques de los
alrededores. Rowe tiene potencia más que suficiente para abrir la puerta entre dos
mundos. Él tiene el poder de arrancar por completo las paredes y destruir la jaula que
nos mantiene. La montaña llamada Machu Picchu puede ser el pináculo, pero la zona
del valle entero esta rebosante de energía. Los Nightwalkers no tienen posibilidad si
van a afrontar a los Naturi aquí.

Me senté de nuevo sobre mis talones por un momento, mirando a mi cautivo. No se


veía triunfante como esperaba que se viera alguien que estaba profetizando la
aniquilación completa de mi raza cuando intentaramos atrapar a los Naturi. En
cambio se veía triste, casi rota, mientras se sentaba en el suelo, los hombros caídos y
sus ojos casi cerrados mientras las lágrimas brillaban bajo una tenue luz.

—Danaus, ¿aún guardas las imágenes de árboles que me mostraste? —pregunté, sin
levantar la vista de Cynnia. Parecía dispuesta a hablar, y honestamente sentía que me
decía la verdad.

—¿Qué?

Me volví para mirar al cazador, que me observaba con una mirada confusa en su
rostro, con los puños apoyados en las caderas. Parecía como si estuviera preparado
para atacar, pero por el momento no estaba segura de a quién tenía la intención de
proteger—si a mí o a Cynnia.

—Hace meses en el bar, me enseñaste un montón de fotos con símbolos en los árboles.
¿Aún las tienes?

—Sí, en mi mochila —dijo, señalando con el pulgar hacia la sala que estábamos
compartiendo actualmente.

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—Ve por ellas.

Danaus me miró extrañamente durante un instante y luego salió de la habitación a


buscar las fotos. Detrás de mí, oí Shelly deslizarse fuera de la cama y caminar hacia
donde Cynnia y yo seguíamos sentadas en el suelo.

—¿Hay algo que pueda hacer? Después de que llegamos al hotel, Danaus dijo que no
usara un hechizo de sueño sobre Nia.

—¿Nia? —Le pregunté, mirando de nuevo de Cynnia a Shelly, quien me dio una débil
sonrisa, encogiéndose de hombros.

—Es el apodo de la familia —admitió ella, a continuación, dio un suspiro y sacudió la


cabeza un poco—. En realidad, sólo Nyx lo usa. No me importa que Shelly me llame
Nia —continuó Cynnia—. Ella ha sido buena conmigo.

Apreté los dientes y cerré los ojos para no romperme en dos por la irritación. Cynnia era
un prisionero. Me repetía esto, pero parecía como si yo fuera la única que estaba
escuchando este relato. Ella no era un cachorro o un pez de colores que pudiera
mantenerse. No era necesario establecer una amistad con una criatura que en última
instancia, planeaba matar.

—Si no has utilizado un hechizo de sueño, ¿cuál es la magia que puedo sentir en el
aire? —Le pregunté a Shelly cuando estuve segura de poder mantener mi voz
constante y calmada.

—Un hechizo de camuflaje.

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—Entonces no funciona. No tuve problemas para verla cuando entré en la habitación
—dije con el ceño fruncido.

—Es que no es un hechizo de encubrimiento contra los Nightwalkers. Sólo se supone


que funciona con los Naturi —corrigió Shelly—. Es como un tipo especial de glamour.

—Eso no tiene sentido. El glamour no funciona con los Naturi. ¿Y cuando te enteraste
de que un hechizo trabajaba de manera específica contra los Naturi?

—Nia me lo enseñó.

Mi cabeza se giró de nuevo para mirar a la Naturi que continuaba sentada frente a mí,
con una sonrisa tentativa en sus pálidos labios. —Ella necesitaba ayuda —dijo—, y no
puedo confiar en ti por completo para protegerme. Conozco un par de trucos. Si no
puedo utilizarlos, no veo daño alguno en que se los enseñe a Shelly.

No estaba del todo cómoda con la idea de que Cynnia enseñara magia a Shelly
cuando yo no estaba cerca. Pero entonces, realmente no importaba si estaba o no
presente. Yo no sabía suficiente magia como para reconocer si realmente Cynnia le
estaba enseñando a Shelly un hechizo de camuflaje o posiblemente un hechizo de
seguimiento. Para mi disgusto, actualmente tenía que confiar en Cynnia, y eso no me
gustaba.

Danaus eligió ese momento para entrar en la habitación del hotel de nuevo,
ahorrándome de hacer un comentario grosero.

—¿Hay algún Naturi en el hotel o cerca de él? —Exigí tan pronto como cerró la puerta.
Sentí su poder salir corriendo de su cuerpo y llenar la habitación antes de empujarlo
hacia fuera para abarcar toda la estructura. Cerré los ojos y me puse en contacto con
mis propias fuerzas, que conectaban con las suyas de tal manera que subí la energía
fuera del hotel. No podía sentir nada más allá de la dispersión de seres humanos y

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Nightwalkers de la ciudad, pero por ahora lo que necesitaba era la sensación de su
energía caliente para calmar mis nervios crispados.

Necesitas alimentarte, dijo en mi mente mientras nuestros poderes se mezclaban.

Pronto, susurré a su vez, no necesitando el recordatorio.

Se está convirtiendo en una distracción.

Puedo manejarlo.

Tú no eres la única que se está distrayendo.

Una parte de mí quería sonreír ante el recuerdo de que Danaus podía sentir mi hambre
también. Cuanto más fuerte fuera la sed de sangre, más difícil sería para él estar cerca
de mí. Nunca me dijo exactamente cómo le afectaba, pero estaba dispuesta a
apostar que las consecuencias no eran felices. Para mí, esto alimentaba mi lado más
depredador, me hacía más violenta y más dispuesta a asumir riesgos innecesarios. Y
entonces la misma frecuencia de alimentación se convertía en algo sexual con la
pareja adecuada, aunque no era necesario.

Sin la sed de sangre arañando el interior de mi cerebro, la alimentación no era más


emocionante que comer una hamburguesa en un establecimiento normal de comida
rápida. Sin embargo, cuando el mundo ante ti estaba cubierto por una bruma de
sangre, el acto de la alimentación podría ser positivamente orgásmico. Esto
definitivamente me hizo preguntarme acerca de mi querido Danaus.

—Hay algunos Naturi a un par de cuadras, pero es Cynnia la única Naturi que puedo
sentir en el hotel —dijo él finalmente—. Y técnicamente no puedo sentirla.

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—¿Las fotografías? —Le pregunté, mirando por encima del hombro hacia él.

Danaus golpeó el fajo de fotografías en color en mi mano abierta. Los bordes estaban
arrugados y consumidos por el viaje. Hasta ahora, había viajado desde Savannah,
Aswan, Londres, Venecia, Heraklion, y luego de vuelta otra vez a Savannah. Era
increíble que hubieran sobrevivido.

—Danaus, quiero que te lleves a Shelly a encontrar algo de comida para ella y Cynnia.
La Naturi empieza a parecer un poco pálida, y no necesito que muera antes de que
yo esté lista —dije, mi mirada nunca flaqueó de Cynnia mientras ella me miraba.

—No me gusta esto, Mira —dijo él, sin hacer ningún esfuerzo por ocultar su
desaprobación. Podía sentir su preocupación e ira luchando contra mi espalda
mientras estaba parado cerca de mí.

—No esperaba que lo hicieras —dije bruscamente—. Sólo tienes que hacer eso lo más
rápido posible. Prometo no matarla si no estás.

—Mira, por favor, no hables así. Nia ha estado cooperando con todas tus exigencias —
argumentó Shelly—. Tal vez podamos encontrar otra manera.

—Shelly, sal de aquí. Llévate a Danaus contigo. Si quieres estar segura de que Nia sigue
estando segura, entonces te sugiero que no pierdas el tiempo.

Nadie volvió a hablar. Sólo hubo el ruido de dos pares de pisadas y el golpe de la
puerta. Sonreí a Cynnia, la cual me miraba, sin expresión en su rostro cansado.

—Al fin solas —dije.

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—No vas a matarme —anunció Cynnia audazmente, levantando el mentón en un
momento de valentía.

Me reí de ella, echando la cabeza hacia atrás mientras me sentaba en el suelo con las
piernas cruzadas delante de mí. —Por supuesto que te voy a matar al final. Pero por
ahora, pareces estar dispuesta a ayudarme, y si no lo has adivinado todavía, yo tengo
toda la ayuda que pueda obtener para mantener a tu hermana Aurora encerrada en
su propio reino. También voy a coger toda la ayuda que pueda conseguir en contra
de Rowe, así que parece que estamos en el mismo lado.

—Como tú y Danaus. Él es un cazador de Nightwalkers, ¿no?

—Sí, pero hay una diferencia muy notable entre tú y Danaus. —Sonriendo de nuevo,
me incliné hacia delante para apoyar mis codos en las rodillas—. No odio a Danaus
con cada fibra de mi ser. Lo qué suceda entre Danaus y yo todavía está en el aire.
Cuando esto termine, estaría dispuesta a dejarlo ir. ¿A ti? No tanto.

—Entonces, ¿qué puedo hacer para prolongar mi vida? —preguntó Cynnia.

—Echa un vistazo a estos. —Le entregué las fotos de los árboles que Danaus me había
mostrado hace apenas unos meses, las que me hicieron empezar este largo y horrible
viaje. Había doce imágenes diferentes de doce tipos diferentes de árboles. Cada
árbol tenía un símbolo diferente tallado en él. Ni Danaus ni yo habíamos sido capaces
de averiguar lo que significaban, pero ahora por lo menos tenía un Naturi a nuestra
disposición. El misterio finalmente podría ser resuelto.

Cynnia se movió lentamente, cruzando las piernas para que ella pudiera esparcir más
fácilmente las fotos en el suelo delante de ella. Pasó a través de cada una, con los ojos
haciendo una pausa de menos de un segundo en cada símbolo antes de pasar al
siguiente.

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—Árboles —murmuró. Eso había sido muy parecido a mi reacción, pero no esperaba
fuera la de la Naturi. Este era su idioma. Tenía que decir algo.

—Ya había notado que las fotos eran de árboles también —dije entre dientes mientras
luchaba por mantener mi temperamento bajo control—. Tenía la esperanza de que
pudieras iluminarnos sobre lo que significaban los símbolos. —Si no lo hubiera sabido
mejor, habría dicho que ella estaba jugando conmigo.

—No estoy segura.

—¿Qué quieres decir con que no estás segura? ¿Cómo puedes no estar segura? —
Cogí algunas de las fotos y las sacudí ante ella—. Este es tu lenguaje, ¿no? ¿Tú
escritura?

—Sí, pero algunos de ellos son sólo símbolos utilizados en los hechizos. No soy una fuerte
hechicera. Sé lo suficiente para protegerme, es todo lo que me enseñaron.

Y de repente, eso me pareció extraño. ¿Por qué no había visto Aurora que su hermana
menor estaba bien versada en las artes mágicas propias? Cynnia nunca había
intentado atacarnos físicamente, y había cooperado con Danaus durante su única
oportunidad de escapar cuando sus esposas fueron quitadas. ¿El propósito de Aurora
era mantener a su hermana pequeña débil? Era un pensamiento el cual estaba de
dejar que se cocinara por algún tiempo.

Esparciendo las doce imágenes entre nosotras en tres pequeñas y cuidadosas filas,
señalándolas lentamente, di un respiro. Cogí una bocanada de su perfume propio y
único esta vez por el olor rancio de polvo y por algún tipo de producto para la limpieza
del cuarto de baño cercano. Olía a lluvia de primavera y tulipanes amarillos.

—¿Puedes leer todo esto? —pregunté, sintiéndome un poco más tranquila.

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—Sí, algunas de estas son palabras, pero no sé en qué orden va todo esto. —Cogió
una imagen que parecía un árbol de abedul—. Esto significa “abierto”, y esto significa
“bienvenida” —continuó, cogiendo otra foto de lo que parecía ser un tipo de
palmera. Cynnia puso esas dos imágenes a un lado y miró el resto—. Esta aquí se
refiere a un viajero cansado —dijo, dejando a un lado la imagen de la picea azul.

A medida que sacaba fotos de las tres filas, yo las organizaba cuidadosamente ante
ella para que pudiera ver claramente cada uno de ellos. Nada de esto tenía sentido
para mí hasta ahora, pero esperaba que a medida que identificáramos más piezas de
este rompecabezas, una imagen quedaría clara.

—No hay una clara traducción de éste entre nuestros dos idiomas —dijo, cogiendo lo
que parecía un árbol de arce.

—¿Puedes darme algo parecido?

—Tal vez... “camino olvidado”. O “camino escondido”.

Eso no se sentía especialmente tranquilizador, y un nudo se retorció en mi estómago.


Todavía tenía que adivinar lo que los Naturi querían hasta con este surtido de fotos, y
me sentía más ansiosa cuanto más se acercaba la noche del equinoccio y el
sacrificio. Rowe tenía guardado algo especial en su manga.

Con las imágenes reducidas a dos filas de cuatro, me di cuenta que Cynnia había
dejado de cogerlas, tenía el ceño fruncido en concentración mientras miraba cada
una. De vez en cuando ella las reordenaba en un orden determinado y luego sacudía
la cabeza otra vez, como si todo lo que estuviera buscando no se presentara.

—¿Hay algo más aquí que reconozcas?

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Ella suspiró, con los ojos lentamente viajando a las ocho restantes imágenes. Me di
cuenta que su mano temblaba ligeramente cuando llegó a una imagen que estaba
en mi extremo izquierdo. Yo siempre había odiado esa imagen. Era difícil saberlo
debido a la oscuridad de la imagen, pero parecía que el símbolo había sido tallado en
la corteza oscura y gruesa de un árbol de roble, al igual que uno de los cientos de
robles que salpicaban el casco histórico de mi amada Savannah.

—Esto significa “hogar” —dijo, y sacudió la cabeza—. Pero no solo la idea del hogar
como el lugar donde tú vives. Es el hogar en la Tierra... nuestro hogar.

Asintiendo con la cabeza, tomé la foto de ella y la añadí a la pila de las que ella ya
había identificado. —¿Qué pasa con el resto?

—Símbolos mágicos solamente. No palabras, ideas, o frases para mí. Son utilizados
para algún tipo de hechizo.

—¿Hechizo? ¿No un mensaje?

—Dudo que sea un mensaje de cualquier clase a menos que los Naturi de este lado
hayan desarrollado su propio tipo de lenguaje abreviado o con base en los símbolos.
Es posible, pero parece que estos árboles son de todas partes del mundo. Tendrías que
ver la mayoría si no todo el mensaje no tendría sentido para ti. He visto todo y no tiene
sentido para mí —admitió. Cogió una de las imágenes que ella no podía identificar y
negó con la cabeza antes de volver a colocarla en el suelo. —He pensado sobre el
símbolo y lo que parece, y la posible relación con el tipo de árbol en el que se
encuentra, pero sigo sin nada. ¿Por qué algunas palabras son fácilmente identificables
y el resto son una tontería?

—Necesito respuestas, Cynnia, no más preguntas —dije bruscamente apoyando mi


cabeza contra mi mano y colocando el codo en la rodilla derecha.

—Lo siento.

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La fulminé con la mirada, encrespando mi labio hacia arriba para revelar uno de mis
colmillos. Rápidamente levantó las manos esposadas, como si eso me alejara.

—Lo digo en serio. Siento no poderte ayudar con esto. Ayudar con los medios que
tengo para seguir con vida un poco más.

—¿Así que estás dispuesta a vender a tu propia clase sólo para que tú puedas vivir un
poco más de tiempo?

—No —dijo ella rápidamente, y luego frunció el ceño mientras miraba hacia abajo a
las esposas de hierro en las muñecas—. En realidad no. —Ella respiró lentamente y
cerró los ojos, conteniendo las lágrimas que vi de repente salir a la superficie—. No te
he dicho nada que pudiera poner en peligro a mi gente. Han fundido una especie de
hechizo usando símbolos en los árboles, pero no puedo decirte lo que es el hechizo. Fui
honesta más allá de mi conocimiento.

—¿Y si lo hicieras? ¿Y si pudieras identificar el hechizo, me lo dirías? —Le pregunté,


enderezando la espalda mientras la observaba de cerca.

—Yo… no lo sé —respondió Cynnia—. No sé lo que haría. Sí, son mi gente y sé que


debo hacer cuanto esté a mi alcance para protegerlos. Y de acuerdo con nuestras
leyes, eso significa matar a cualquier Nightwalker o humano que entren en contacto
con nosotros. Sin embargo, me han llamado traidora cuando no he hecho nada para
entregarlos. —Ella sacudió la cabeza y una lágrima se deslizó por debajo de su
párpado derecho, rápidamente la secó con un tintineo de cadenas—. Me dejaron
para morir, para ser asesinada por la infame Fire Starter, porque tenían demasiado
miedo de matar a la hermana de su reina. Te dejaron para hacer su trabajo sucio,
seguros de que me darías un sangriento y horrible final.

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—Entonces la pregunta es, ¿por qué protegerlos? —Le pregunté. Era una pregunta
que me tuve que responder en más de una ocasión durante el último par de meses. Y
cada vez que lo hacía, me quedé pensando si yo hubiera cometido un error.

—Porque es lo correcto.

Le sonreí y moví la cabeza. —Y ¿qué es exactamente lo correcto? Esa es la verdad de


porque todo es un desorden. Sinceramente te deseo suerte en averiguar eso. Todavía
estoy buscándolo por mí misma.

Se oyó un golpe en la puerta, y mi mano al instante se dirigió a la navaja a mi lado


aunque ya había presentido la llegada de Danaus por el pasillo, con Shelly
directamente detrás de él.

—Mira, no voy a mentirte —se apresuró a decir Cynnia antes de Danaus pudiera entrar
en la habitación—. Si todo se reduce a contarte algo que delate y hiera a mi gente o
mentirte, simplemente me negaré a decírtelo.

—Y luego te mataría.

—Hay peores razones para morir —dijo ella.

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CAPÍTULO 18
Traducido por Silvery y Virtxu

Corregido por Julia107

D espués de que Shelly y Cynnia se abastecieron con comida, Danaus me siguió


hasta la otra habitación del hotel que ocupábamos. Estaba poco dispuesta a
decir que en realidad la compartíamos. Él tenía la cama y yo, obviamente,
estaba encerrada en un baúl en el armario. Una distribución poco justa, pero
desafortunadamente necesaria.

esito algunas armas ―anuncié


―Necesito ―anuncié después de que cerrara y atrancara la puerta
detrás de mí.

Con un asentimiento, sacó su petate negro de mano de debajo de la cama y lo dejó


caer encima del colchón con un pequeño rebote. Abrió la cremallera y empezó a
clasificar
car los objetos, sacando a relucir un surtido de cuchillos con vainas a juego que
podría sujetar a mi muñeca y tobillo por debajo del pantalón.

―¿A dónde nos dirigimos? ―preguntó


―preguntó cuando me volví a bajar el pantalón sobre la
pierna por encima del último cuchillo.

―Me dirijo a por un poco de comida ―dije, mirándolo.


mirándolo. Danaus frunció el ceño, con sus
dedos jugando nerviosamente con un pequeño cuchillo plateado de lanzamiento
mientras miraba fijamente a la cama.

―Mira, no sé si yo… ―empezó,


―empez pero su voz se desvaneció rápidamente. Yo sabía de lo
que estaba hablando. No estaba seguro de que pudiera acompañarme en una
expedición de caza dado que todavía estaba debatiéndose con la idea de lo que yo

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era. Al mismo tiempo, sentía que tenía que estar a mi lado para intentar mantenerme
con vida.

Sonreí cuando caminé a su lado. Con cuidado cogí el cuchillo de lanzamiento de sus
ágiles dedos y lo coloqué en la cama, más bien en un intento de evitar que se hiriera
accidentalmente en uno de ellos. Danaus me miró, con sus ojos azul oscuro contraídos
con recelo.

―No te estoy invitando ―murmuré―. No quiero preocuparme por intentar mantenerte a


mi lado.

―No he tenido ningún problema en mantenerme contigo, vampira ―dijo mordaz, pero
no había un fuego real detrás de su enojo.

―Hasta ahora, pero tampoco has estado alrededor cuando yo he estado cazando
―bromeé. Alcanzándolo, aparté a un lado un mechón de pelo negro que había caído
hacia su frente y estaba amenazando con obstaculizar su visión. Danaus cogió mi
muñeca y apretó tan fuerte que no sería capaz de liberarme fácilmente.

―Esto no es por tu cacería ―dijo con una voz suave.

―Lo sé.

―Es sobre Rowe cazándote a ti.

―Cuento con ello. Lo quiero fuera esperándome. Él y yo necesitamos hablar otra vez
―dije, contorsionando mi muñeca ligeramente, pero se negó a liberarme, aunque
aflojó su agarre.

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―Y no quiero que te encuentres con él a solas. Podría matarte antes de que dijeras
una sola palabra.

Sacudí la cabeza ante su valoración, aunque apreciaba su inquietud.

―Ése no es el estilo de Rowe. Estaría dispuesta a apostar que me quiere con vida para
ver su triunfo en la montaña de las ruinas de Machu Picchu. Mi único problema es
asegurarme de que no soy presentada como una prisionera, y Cynnia será mi garantía
de que no lo soy. Rowe estará dispuesto a hablar conmigo.

Lentamente Danaus me liberó, con su pulgar masajeando a lo largo de la carne tierna


del interior de mi muñeca, acariciando las venas que tendrían pulso si hubiera estado
todavía viva. El cazador no estaba contento con mi plan, pero iba a dejarme ir sola. Al
menos, diría eso, pero yo no confiaba en que se rezagara en la distancia,
protegiéndome las espaldas. Tenía que mantenerlo ocupado de otra manera.

―Después de alimentarme y encontrarme con Rowe, necesitaré reunirme con todos los
Nightwalkers de la ciudad ―anuncié.

―¿Los autóctonos?

Se me escapó una suave risa y sacudí mi cabeza cuando di un par de pasos para
alejarme del cazador. Cuando lo miré, el fantasma de una sonrisa pasó rápidamente
por mi pálido rostro.

―No hay tal cosa en Sudamérica. Ningún Nightwalker que conozca llama a este
continente hogar. Esto es territorio Naturi. Siempre lo ha sido.

Podía sentir a los Nightwalkers despertándose y empezando a moverse por la ciudad.


Habían estado todos con el Aquelarre con un propósito, lo que explicaba el
abrumador sentimiento de ansiedad. Desafortunadamente, el miedo cambia

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fácilmente a ira y violencia. Necesitaba conseguir refrenar a ese grupo antes de que la
gente empezara a morir.

―Necesitamos ponernos en movimiento ―dijo Danaus, metiendo las manos en los


bolsillos. Luego de su atuendo más informal de Savannah, había vuelto a sus eternos
pantalones negros, pero su camiseta negra parecía nueva.

―¿Conoces algún sitio donde pueda llamar a los Nightwalkers juntos? ¿Algún sitio muy
grande y público?

―Hay un bar a un par de manzanas de aquí llamado Norton Rat’s. Esta justo al lado de
la plaza principal y debería ser lo suficientemente grande. Es donde trabaja Eduardo.

―Bien ―asentí, paseándome hasta el borde de la cama y vuelta―. Dirijámonos allí y


veamos si Eduardo puede ayudarte a conseguir algunas furgonetas o un autobús.
Podemos al menos recorrer parte del camino hasta Machu Picchu esta noche.

―¿Y tú?

―Yo cazaré, me encargaré de mis asuntos con Rowe, y me encontraré contigo en el


bar en menos de una hora ―dije.

―¿Estás segura?

―Ambos sabemos que no me permitirías alimentarme, y debo cazar esta noche. Voy
sola. Puedo manejar a Rowe y lo que quiera que el Naturi decida lanzarme ―dije con
firmeza.

Lo que fuera que planeaba decirme murió en su garganta. Yo sabía que estaba
preocupado. Los Naturi estaban en la ciudad. No podía sentirlos, pero creía a Cynnia

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cuando decía que había más de un centenar. La zona entera estaba plagada de
ellos.

―Estaré bien. Confía en mí, si estoy en apuros, lo sabrás. ―Lancé al cazador una breve
sonrisa perversa llena de colmillos e intimidación. Si tuviera que hacerlo, rodearía la
mitad de la ciudad de fuego para librar la tierra de un puñado de Naturi.

―El bar está al lado de la Plaza de Armas. Tienes que ir a través del Hostal Loreto para
encontrarlo ―explicó Danaus, aceptando finalmente mi decisión. Entonces abandonó
la habitación en silencio. No pregunté cuántos Naturi estaban en la ciudad y él no lo
dijo. Obviamente, pensaba que sería mejor que yo no supiera exactamente cuántos
había cerca.

Una vez que la puerta estuvo cerrada, abrí de un tirón mi bolsa de ropa y descargué su
contenido encima de la cama para ver lo que había pillado con las prisas antes de
salir corriendo de casa para coger con pena mi último vuelo. Quitándome de golpe la
camiseta, me puse una camisa de cuello en V de manga larga que se me ajusto
como una segunda piel antes de ponerme una segunda camisa negra. Mientras que
el otoño sólo estaba empezando a nacer en los Estados Unidos, en Perú todavía eran
los últimos días del invierno, esperando a la llegada oficial de la primavera. El frío no
me molestaría, pero tensaría mis músculos, y necesitaba estar tan ágil como fuera
posible si iba a enfrentarme a Rowe.

Rápidamente me peiné y amontoné el pelo en mi cabeza para mantenerlo alejado


de los ojos. Justo antes de abandonar la habitación me paré enfrente al montón de
ropa que había creado cuando alboroté mi mochila. ¿Por qué ni siquiera me
molestaba en empaquetarlo de nuevo? La batalla en Machu Picchu estaba próxima.
Ya no habría ninguna necesidad de ropa o de preocuparme por lo que llevaría para
regresar a casa. Oh, planeaba volver a luchar contra los Naturi, Jabari, y si tenía que
hacerlo, contra Danaus también. Pero las probabilidades estaban todas en mi contra.

Con un gruñido, me volví en el último segundo y metí toda la ropa de vuelta a la bolsa.
Cosas más raras se han visto. Demonios, los Naturi estaban bailando alrededor del hall
principal del Aquelarre. Quizás podría sobrevivir a este desastre.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Todavía no eran ni las ocho en punto cuando salté a la calle. La noche era joven y yo
estaba hambrienta. Cada instinto de mi cuerpo suplicaba que volviera a caer en mi
estilo típico de caza, acechar lentamente a mi presa. Normalmente, deambularía
entre la multitud de personas que se demoraban en las calles y escucharía sus
pensamientos hasta que algo finalmente captara mi atención, aguardando a tenerlo
a la vista, pero no podía darme ese lujo esta noche. Rowe estaría merodeando con su
grupo, esperando verme, no tenía ninguna duda al respecto. Necesitaba alimentarme
rápidamente y con cuidado esta noche. Mi única preocupación era no pillar a un
Naturi con las prisas y beber su sangre ponzoñosa.

A parte de la pura necesidad, mi “cacería” estuvo centrada en establecerme tan


cómodamente como fuera posible en el oscuro y tenebroso nicho que había entre un
par de altas construcciones de piedra y en llamar mentalmente a un humano tras otro.
Mis únicos requisitos eran que fueran hombres grandes de unos veintitantos o treinta y
pocos años. Necesitaba estar segura de que no se desmayarían por una pequeña
pérdida de sangre. Me alimenté de cuatro hombres diferentes y todos ellos se largaron
sin una marca o un recuerdo de lo sucedido. Por otro lado, me sentí más que un poco
sucia por todo el asunto, pero aparté a un lado mis remordimientos.

Activada otra vez con el “combustible”, me apoyé contra el muro, recorriendo con la
lengua mis colmillos cuando envié a mi última víctima en su feliz camino sin un
recuerdo del encuentro en su cabeza. El viento era más fuerte y estaba azotando la
ciudad, provocando que las banderas ondearan y restallaran con un furioso frenesí.
Los árboles se bamboleaban y las nubes por encima de mí se agitaban y formaban
remolinos en el cielo, escondiendo completamente las estrellas. La tierra parecía
cabreada.

Una vez que hube dejado el hotel y puesto los pies en la calle, al instante sentí el poder
del que Cynnia me había advertido. No era tan fuerte como en el Palacio de Knossos
en Creta, pero estaba allí, latiendo contra mi pecho, intentando encontrar una
entrada al interior de mi cuerpo. Todavía estábamos a muchas millas de las ruinas de
Machu Picchu. No creía que debiera sentir esa energía aquí, pero no había forma de
negar que la madre tierra estaba recargando el poder casi crepitando en el aire
alrededor de mí. Por lo que fuera, tenía el presentimiento de que eso hacía a los Naturi
más peligrosos de lo normal. Tenían un nuevo poder del que alimentarse.

216
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Mientras estaba bebiendo de mis víctimas, había seleccionado un mapa rápido de la


ciudad, descubriendo que estaba a un par de manzanas de la plaza que Danaus
mencionó antes de que yo dejara el hotel. Con eso en mente, ahora caminaba en la
dirección opuesta, hacia una segunda plaza más pequeña. Me alejé de las multitudes
y de donde sentía congregados a la mayoría de los de mi propia especie. Si
finalmente iba a enfrentar a Rowe, necesitaba estar tan aislada como fuera posible.

Y supe al momento que funcionó. Había entrado a la apartada plaza desde el sur, con
mis manos metidas en los bolsillos de mis pantalones de cuero, intentando mantener
mis dedos calientes y ligeros contra el encarnizado viento. Rodeé la acera de
adoquines que conducía hacia el centro del parque con su monumento de piedra a
algún héroe o pueblo olvidado. La hierba muerta y los palitos crujían ligeramente
debajo de las suelas de goma de mis botas, pero me mantuve cerca de las sombras
que creaban los árboles, ofreciendo una visión ensombrecida de mí cuando pasé a
través de la oscuridad.

No sentí a nadie en la zona, Nightwalker o humano. Y naturalmente, no podía sentir a


ningún Naturi de la región. Estaba medio tentada de alcanzar a Danaus a través de la
vasta distancia y ver si él podía escanear el área por mí, pero rápidamente alejé el
impulso. No había necesidad de preocupar más al cazador de lo que ya lo estaba.

Un presentimiento se retorció en la boca de mi estómago, cuando estaba a medio


camino entre la entrada de la plaza y el monumento del centro. Congelándome justo
donde estaba, volví lentamente la cabeza hacia la izquierda y después hacia la
derecha mientras mi mano se deslizaba para agarrar la empuñadura del cuchillo a mi
lado. Hubo un murmullo de tela rozándose, y yo me puse en movimiento en menos de
lo que se tarda en pestañear. Girándome hacia mi izquierda, liberé mi cuchillo con mi
mano derecha y estaba agarrando ya un segundo cuchillo con la izquierda al mismo
tiempo que me daba la vuelta, enfrentándome a cualquier criatura que se las hubiera
arreglado para acercarse furtivamente detrás de mí.

Rowe, el Naturi de un solo ojo, me sonrió, poniendo sus oscuras alas negras pegadas a
su cuerpo mientras blandía un largo cuchillo en su mano derecha. La cuchilla
plateada reflejaba un trocito de luz de las farolas cuando giraba su mano, esperando
a que yo hiciera el próximo movimiento.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―He estado esperándote ―dije, deseando interiormente haber traído algo un poco
más grande que un trío de dagas cortas. Su largo cuchillo iba a hacerme difícil
acercarme para provocar cualquier daño considerable sin ensartarme
completamente a mí misma.

―Me imagino cuánto ―resopló, bajando la espada en tensión―. Caminando sola por
la noche en una ciudad dominada por los Naturi. Tienes que sospechar que estás
completamente rodeada ahora mismo. No tienes manera de salir caminando de aquí
con vida.

Para su evidente sorpresa, coloqué la daga de mi mano izquierda de vuelta a su funda


en mi muslo izquierdo y me volví de espaldas al Naturi, con una sonrisa juguetona en
mis labios. Caminé hacia el monumento que había en el centro de la plaza. Era un
poco más pequeño que una placa en una losa de mármol. No intenté leerla, porque
todos mis sentidos estaban focalizados en el avance del curioso Naturi.

―Caíste mientras estábamos en Knossos y no regresaste ―comenté como si estuviera


en una charla anodina. Apenas podía distinguir sus pasos en el pasillo de piedra
cuando se me acercaba, pero mi sonrisa no vaciló―. Dicen que tuviste que ser
arrastrado. ¿Qué pasó?

―Caí y me golpeé la cabeza con el borde de una piedra rota ―dijo con una voz
extraña. Se detuvo cuando estuvo a unos pocos pasos, de pie casi directamente
enfrente de mí al otro lado del monumento. Su frente estaba surcada de confusión y
sus amplios labios estaban retorcidos con un ceño que parecía hacer más profundas
las cicatrices que atravesaban lo que yo podía recordar que era un rostro atractivo.

Para aumentar su confusión, coloqué con mucho cuidado el cuchillo en la mano


derecha de nuevo en su vaina en mi muñeca y cerré el seguro de manera que no
sería capaz de extraerlo rápidamente. A pesar de que sería una mentira decir que
estaba completamente desarmada, podía decir honestamente que no estaba
sosteniendo ningún arma en ese momento. En respuesta, Rowe ciñó su agarre en el
cuchillo y dio un paso indeciso hacia atrás.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―Estás rodeada, lo sabes ―dijo en voz alta y dura. Cuando hablaba, sus alas se
desintegraban en fina arena negra que se esparcía por el pavimento.

Incliné la cabeza hacia un lado, como si escuchara el viento. Pero en el fondo sabía
que él estaba fanfarroneando. Cada vez que Rowe se había enfrentado a mí, había
estado solo. Sin preocuparse por si estábamos intentando matarnos o sólo queriendo
hablar, siempre habíamos estado solos él y yo. Estaba empezando a pensar que él lo
tenía en mente para triunfar allí donde Nerian había fracasado; quería vencerme
personalmente.

―Quizás en la distancia ―concedí con un encogimiento de hombros cuando metí las


manos en los bolsillos―. Pero en esta plaza, ahora mismo, sólo estamos tú y yo.

―¿A qué estás jugando, Mira? ―dijo secamente, moviendo su espada hacia mí―.
¿Crees de verdad que no te mataré ahora mismo?

―Matarme solucionaría muchos de tus problemas, ¿no? ―me mofé, empezando a


andar alrededor del monumento a mi izquierda. Rowe igualó mis movimientos,
manteniendo la misma distancia entre nosotros―. No estaría por aquí para detenerte
cuando abras la puerta entre los dos mundos. No estaría por aquí para construir otro
sello, manteniendo a Aurora a salvo encerrada lejos. No estaría por aquí para arruinar
nunca más tus brillantes planes. ¡Vaya, apuesto a que serías capaz de de localizar a tu
princesa desaparecida si yo no estuviera por aquí!

Un gruñido surgió de Rowe y rápidamente trató de cerrar la distancia entre nosotros


que había estado tan ansioso de mantener. Me reí mientras di un paso atrás y creé un
círculo de fuego a mí alrededor de unos cinco pies de alto y sólo un par de pies de
ancho. Quería asegurarme de que sólo había espacio suficiente para uno dentro de
ese círculo.

A la vez, la energía que había estado llenando el aire empujó con más fuerza contra
mi piel, tratando de ganar la entrada a mi cuerpo. Por suerte para mí, el poder en el

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
aire no era tan fuerte como lo había sido en Heraklion. Sin embargo, estaba en una
situación peligrosa, más allá de mi acosador Rowe. Si la energía de la tierra entraba en
mi cuerpo como cuando estuvimos en Creta, no tendría manera de detenerlo, no
habría manera de apagar la corriente. Era probable que me matara tan fácilmente
como podría hacerlo Rowe con su cuchillo.

—Da un paso atrás, Rowe —advertí en una voz plana—. He venido aquí a hablar.
Continuemos la charla de manera civilizada, por favor.

—¿Dónde diablos está ella? —Gruñó. La punta de la hoja vaciló al penetrar las llamas
para llegar a centímetros de mi corazón. Me quedé quieta, sonriéndole, desafiándolo
a hundir la hoja en el pecho. Pero estaba haciendo una apuesta peligrosa. Estaba
dispuesta a apostar que Cynnia era más importante para él viva que yo muerta, al
menos por el momento.

—Atrás —repetí.

Rowe gruñó una vez más mientras su espada cortaba las llamas y volvía a su lado,
pero no antes de dejar un pequeño corte en el lado de mi garganta, un recordatorio
de que su paciencia era muy limitada. El Naturi de un solo ojo caminó lejos de mí, con
el cuchillo bien apretado en su puño, despotricando en un idioma que no entendía.

En el parpadeo de la luz del fuego su piel bronceada tomó una tez casi morena,
mientras que sus cicatrices se destacaban como líneas blancas entrecruzadas en un
lado de la cara antes de desaparecer bajo el parche de cuero en el ojo. Tenía el pelo
negro oscuro llegándole por debajo de los hombros, casi ocultando su rostro cuando
se alejó de mí por un segundo y luego caminó de vuelta.

—¿Yo te hice eso? —Pregunté en voz baja, y frenó de forma precipitada y desigual su
paseo. Me miró confundido, hasta que me toqué la mejilla, a semejanza de la suya,
que tenía brutales cicatrices.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—¿Qué? ¿Por qué te importa?

—No lo hace, pero hay tantas cosas que obviamente no recuerdo de ti, y cuando nos
reunimos por última vez, parecías muy ansioso por que recobrara mi memoria. Dime,
¿te hice eso?

—No, no lo hiciste —dijo bruscamente y volvió su cuerpo por lo que claramente sólo
pude ver el lado intachable de su rostro—. ¿Te sorprende encontrar que hay cosas
más peligrosas y malas que tú en este mundo?

—No, realmente estoy aliviada —dije con una media sonrisa.

—¿Dónde está ella? —exigió Rowe, volviendo a nuestra conversación anterior. Parecía
un poco más tranquilo que unos segundos antes.

—En un lugar seguro.

—El único lugar que puede llegar a considerarse seguro, es con su propio pueblo —
dijo, y estaba a punto de continuar cuando me puse a reír. Mi cabeza cayó hacia
atrás y por un momento las llamas parpadearon mientras mi risa rompía mi
concentración.

—Sinceramente dudo de que la pequeña Nia esté segura con su gente —me burlé, a
propósito utilizando su apodo para conducir el cuchillo proverbial aún más profundo
en su estómago—. Sinceramente, me pregunto si estaría a salvo en tus manos, o en las
manos de su querida hermana Nyx. Es ella con quien te vi con la espalda en el Palacio
de Knossos sólo momentos antes de que el sello fuera roto. Una criatura delgada,
cabello moreno, ojos plateados… Nyx la hermana de Cynnia, ¿verdad?

Rowe no dijo nada, pero comenzó a andar otra vez. Sus labios carnosos se fruncieron
en una dura línea implacable de odio mientras él me miraba, buscando una manera

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
de llegar a mí a través de las llamas sin ponerse en riesgo de inmolarse a su mismo.
Sabía que era rápido, pero tenía que contar con que yo era igualmente rápida. Y
además, si me mataba antes de descubrir la ubicación de Cynnia, ¿qué pasaría con
la joven Naturi mientras tanto?

—Ya ves mi dilema, ¿no? —dije, con una amplia sonrisa, amando cada minuto en el
que yo podía dejarle girando en el viento. Hace apenas meses que él me había
atormentado de la misma manera la mayoría de las veces, y ahora el zapato estaba
en el otro pie. Y me encantaba—. Cayó en mis manos muy cuidadosamente. Yo tenía
que matarla cuando la encontré, y sin embargo no lo hice por simple curiosidad. Y
ahora me pregunto, ¿quién está tratando de matar a esta joven Naturi?

—¡Como si te preocuparas por su bienestar! ¡Dámela! —explotó Rowe. Dio un paso


imprudente más cerca las llamas y luego dio la vuelta, con el ritmo de un tigre
enjaulado listo para saltar en cualquier segundo.

—¿O qué? —Me reí un poco histéricamente—. ¿Vas a matarme? ¿A torturarme como
hizo hace años Nerian en esa montaña abandonada? ¿Por qué no debo hacer yo lo
mismo con Cynnia?

—Porque ella es una niña, ¡maldita sea! Ella es sólo una niña —gritó Rowe, cortando a
través de las llamas con el cuchillo golpeando a ninguna parte cerca de mí.

—Así era yo —le corté, luchando de repente contra un pozo de lágrimas que no había
esperado que brotara. Con los dientes apretados, contuve el aliento y fortalecí las
llamas a mí alrededor por lo que chasquearon y crepitaron con enojo entre nosotros—.
Pero, de nuevo, no creo que ella sea la niña que afirmas que es. Creo que la principal
preocupación es que ella es de sangre real, la misma línea de sangre que tu amada
esposa, reina. Y ya has visto cómo trato a la familia real.

Nerian había muerto a mis manos, meses atrás, aunque su muerte hubiera llegado
siglos antes, si no hubiera estado tan preocupada con el sol naciente. El único
hermano de la reina, murió en un sórdido sótano, despedazado, con su garganta en

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
mi mano. Había sido un loco furioso exactamente hasta el final. Tenía la esperanza de
que nunca viera en los ojos de Cynnia la misma luz de locura.

Apretando los dientes ya que el músculo de su mandíbula saltaba y latía, Rowe


enzarzó su largo cuchillo en la vaina de al lado. Abrió los brazos, mostrando que no
había armas en sus manos, pero me limité a reír y sacudir la cabeza.

—Estas tan desarmado como yo en este momento —le provoqué.

—¿Qué quieres de mí?

—Quiero que camines lejos de Machu Picchu. —Rowe negó con la cabeza, pero no le
hice caso y continué—. Aléjate de Machu Picchu y de tus planes para abrir la puerta.
Mi pueblo y yo volveremos a sellar la puerta y no se hablará más de liberar a Aurora.
Suficientes personas se han colado por las paredes debilitándolas. Vamos a dejar de
cazarlos y ustedes dejarán de cazarnos a nosotros. Ambas razas permaneceremos en
silencio.

—¿Y qué pasa con Cynnia? ¿Me la entregarás?

—Me gustaría ponerla en libertad. —Tuve mucho cuidado en el intento de evadir la


pregunta, pero no funcionó.

—¿Me la darás? —Repitió airadamente, dejando caer las manos por los costados.

—Si ahí es donde ella quiere ir, la dejaría ir contigo.

—¿Por qué no iba a querer venir conmigo? ¿Qué le has dicho a ella? ¿Qué mentiras
has estado propagando? —Me encogí de hombros ligeramente y puse mis manos en
mis bolsillos traseros.

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—Ninguna que yo sepa.

—¿Qué le has dicho? —exigió Rowe, una vez más dando un paso más cerca de las
llamas. Aumenté el poder de las llamas y una punzada de dolor pasó a través de mi
sien. Me estaba desgastando, y el poder de la tierra estaba trabajando más duro
ahora para encontrar un camino en mi cuerpo. Tenía que terminar esta conversación
pronto o iban a tener peores cosas de las que preocuparme que un Naturi cabreado,
por poderoso que fuera.

—Le dije que eras un soldado leal a su esposa, reina. Que seguías su camino. Ella me
dijo lo mismo de su hermana Nyx, llamándola la defensora de su pueblo. ¿Algo de eso
era malo?

—No —murmuró Rowe, dando un par de pasos lejos de mí.

—Bueno. Ahora creo que hemos llegado a un entendimiento, o por lo menos, tú y Nyx
tienen mucho de qué hablar durante el próximo par de noches —dije, bajando el
fuego un poco—. Llevaré a Nia a Machu Picchu la noche del equinoccio. Si tú no estás
allí y no hay sacrificio, entonces la pondré en libertad. Ella será libre para encontrar su
propio camino en este mundo, contigo o sin ti, esa es su elección. Si continúas con el
sacrificio, entonces ella va a morir con el resto de los Naturi sobre las ruinas de
montaña.

—¡No puedes hacer eso!

—No me has dejado otra opción.

Rowe metió su mano izquierda por el pelo, empujándolo a un lado de sus ojos mientras
él andaba furiosamente de un lado a otro.

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—No puedo darle la espalda a siglos de trabajo por la vida de una persona.

—No, no puedo imaginarme que esto es lo que quiera Aurora tampoco, pero de
nuevo, después de hablar con Cynnia, estoy empezando a pensar que esto pudo
haber sido una parte de su plan maestro, después de todo. Sólo estoy tratando de
averiguar cómo encaja Nyx en todo esto.

Con un gesto de mi mano, apagué las llamas que nos separaban, sumiendo a la
plazuela de nuevo en la oscuridad total. Rowe me gruñó suavemente, y el silbido de la
hoja cuando salió de su vaina me advirtió de su ataque. Me agaché y saqué mi propia
hoja. El Naturi anotó un golpe en mi brazo derecho mientras yo hacía un corte
superficial en su pecho antes de que ambos volviéramos a separarnos.

Se desplazó varios metros de distancia de mí mientras las alas de su espalda


explotaron, marcándole como un miembro del clan del viento. Con una longitud de al
menos nueve pies de largo, eran absolutamente negras con una textura casi como la
del cuero. Las mantuvo a ambos lados de su cuerpo mientras se preparaba para
emprender el vuelo en el viento que todavía azotaba la ciudad.

—No te molestes en seguirme —le grité, aún apretando fuertemente mi cuchillo—. Voy
a ver a los de mi propia clase. No voy a ver a Nia otra vez hasta la noche del
equinoccio. Y si de pronto desaparezco, Danaus la matará.

Su única respuesta fue un gruñido bajo, y luego abrió sus alas, lo que le permitió
atrapar el viento y que este tirara de él hasta la negra noche por encima de mí. Había
mentido parcialmente. Sólo esperaba que por lo menos creyera la mentira, ya que me
ésta me compraba un poco más de tiempo.

Puse el cuchillo en su vaina, me apoyé en el monumento e inspeccioné el corte a lo


largo de mi brazo, el cual todavía sangraba. Normalmente se habría curado ya, pero
todas las armas de los Naturi contenían un veneno que desaceleraba el proceso de
curación y quemaba como el Infierno.

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—No la hieras —exigió una suave voz desde la oscuridad. Mi cabeza se levantó
rápidamente, y me sorprendí que no hubiera estado a solas con Rowe. Extendiendo mi
brazo, envié cinco bolas de fuego a gran velocidad hacia la oscuridad circundante,
sin importarme quien me estaba viendo, Naturi o humano. Necesitaba ver quién era mi
nuevo compañero.

La Naturi se paró entre dos bolas de fuego que aceleraron al pasar junto a ella. Iba
vestida todavía con la misma suave ropa gris que había visto en el Palacio de Knossos.
Su cabello negro bailaba en el viento y su piel pálida parecía brillar a la luz de una
lámpara. Nyx la hermana de Cynnia.

—Cumplan con mis deseos —le dije—, y prometo que Cynnia será puesta en libertad
sana y salva.

Para mi sorpresa, la mujer asintió con la cabeza y dijo:

—Veré qué puedo hacer. —Luego extendió sus propias alas negras, pero estas eran
diferentes a las de Rowe. Las alas de Nyx no estaban hechas del mismo material de
cuero, sino cubiertas de brillantes plumas negras. Una vez más el viento corrió por el
parque, y entonces ella se había ido al cielo nocturno.

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CAPÍTULO 19
Traducido por **Liseth_Johanna18**

Corregido por Virtxu

L a hemorragia en mi brazo ya se había detenido para cuando llegué a La Plaza


de Armas. Una buena parte de mi manga estaba empapada de sangre,
haciendo que el pequeño corte luciera mucho peor de lo que era en realidad. Si
tenía suerte, Danaus pasaría de largo la pequeña herida. Él no había estado a favor
de que yo viajase sola a través de la ciudad, y la sangre que cubría mi brazo no
sostenía mucho mi posición.
ón.

Estaba teniendo problemas para ignorar la mordedura del viento. Con la ciudad a
más de dos millas del cielo, el aire nocturno había bajado hasta lo más frío. Me
recordé que, aunque era Septiembre, en Perú la tierra estaba poco a poco
acomodándose a los os meses de invierno. Por lo general, el frío no me molestaba,
excepto cuando estaba baja de sangre. La herida infligida me había dejado
necesitando alimentarme. Sin embargo, la mayoría de los turistas estaban ahora
alejados de la noche en sus respectivos hoteles, forzándome a esperar en una oscura
esquina a que algún borracho de un bar local se tropezara y yo pudiese drenarlo para
mantenerme caliente.

La Plaza de Armas era un amplio cuadrado flanqueado por una catedral y otras dos
Iglesias en el noreste, y otra, mas ornamentada, que se elevaba por el sudeste.
Frunciendo el ceño, me vi obligada a cortar entre el cuartero para llegar al Hostal
Loreto. Mientras caminaba, mentalmente me extendí y toqué las mentes de los
Nightwalkers a mí alrededor, enviándole
enviándoless imágenes de mi ruta y llamándolos a mi lado.
Cuando llegué al Loreto, pude sentir a cuarenta vampiros acercándose. Iba a ser
arrinconada.

Por supuesto, esa preocupación se desvió temporalmente cuando pasé por el


vestíbulo y me detuve en la entrada del bar. Fue como si hubiera dejado Perú y

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regresado a los Estados Unidos. Lucía como tantos lugares que había visitado en EE.UU,
con su enorme barra, las mesas atestadas, y las dispersas imágenes de televisión de un
evento deportivo que podía captar su satélite. Sólo podía suponer que el dueño era
un fanático de las motos porque las paredes estaban cubiertas con fotografías,
posters, y otras parafernalias de las motos. Este tema también estaba equilibrado con
los carteles de futbol que también cubrían las paredes. Tal vez no era el tipo de
decoración que encontrarías en una bar Americano, pero lo suficientemente cerca
para hacer una viaje al hogar Yankee.

Después de un rápido escaneo a la sala, localicé a Danaus cerca de la parte trasera


hablando con Eduardo. Escabulléndome entre la multitud, me uní a la pareja. Sin
embargo, Eduardo me echó una mirada y se disculpó antes de salir disparado para la
cocina. Me encogí de hombros mientras me deslizaba en una silla en frente del
cazador.

―Él cree que es capaz de localizar un par de camionetas de turismo ―dijo Danaus—. El
viaje a Ollantaytambo es de aproximadamente dos horas, probablemente más por la
noche.

―¿Cuántos pueden caber en una camioneta?

―Más o menos diez.

―Vamos a necesitar más de dos camionetas ―murmuré, con mis ojos yendo a la deriva
hacia la entrada, donde un flujo constante de Nightwalkers entraba al bar y se dirigía
a nuestra mesa. Ninguno de ellos lucía como un habitante local. No había ninguna
posibilidad de mezclarlos, pero entonces otra vez, yo esperaba tener a todos fuera de
Cuzco antes del amanecer.

Me tragué una maldición y cerré los ojos por un momento cuando Stefan dirigía al
grupo a través de la habitación. Aunque él era más delgado y más bajo que Danaus,
había algo realmente impresionante sobre del vampiro. Él sólo estaba a unos cuantos
años de ser considerado un Anciano, pero no lo podrías decir por la forma en que sus
poderes eran ejercidos contra las paredes y llenaban el aire. Como yo, Stefan había

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sido creado con cuidado y paciencia. Él era uno de Primera Sangre y se llevaba a sí
mismo como si fuese de la realeza. Stefan no tenía ni idea lo que significaba ser
compañero.

Para empeorar las cosas, su aspecto era absolutamente de infarto. En general, todos
los Nightwalkers eran atractivos. Es casi como lo que la evolución ha considerado uno
de los elementos necesarios para nuestra supervivencia, como la piel blanca de una
liebre. ¿De que otra manera podríamos atraer a nuestra presa? Pero la belleza de
Stefan era tan perfecta que era casi aterradora. Por el momento, su cabello marrón
oscuro estaba corto y peinado hacia un lado para que de esa forma colgase
ligeramente sobre su ojo izquierdo, que era de un tono frio y despiadado de gris
pálido.

Y Stefan era tan frio como bello. Yo había dicho que él había inspirado a Oscar Wilde
para escribir su historia de Dorian Gray, excepto que yo pensaba que Dorian tenía más
cualidades para redimirse que Stefan.

Nos habíamos visto sólo un par de veces, y él había sido bastante reacio con respecto
a mí. A sus ojos, éramos de la misma clase de élite. Ambos éramos, también,
sobrevivientes de Machu Picchu, y no es que yo lo recordara estando allí. Por supuesto,
estoy segura de que me las arreglé para destruir cualquier respeto de mala gana que
pudiese tenerme, con mi continua asociación con Danaus.

―Estoy sorprendida ―dije, elevándole una ceja cuando estuvo de pie al lado de
nuestra mesa—. Nunca pensé que te vería en Perú de nuevo.

Con un elegante encogimiento de hombros, dijo:

―He estado en la Antigua ciudad antes. Sé cómo está dispuesta. —Su voz bailó
alrededor de la habitación, melodiosa y seductora al mismo tiempo. Él lo hacía
parecer como si fuésemos a salir para una media noche de caza a través de las calles
de Paris. Yo lo conocía mejor. No había señales de preocupación en sus lánguidos ojos
grises o a lo largo de las comisuras de sus llenos y suaves labios, pero yo lo sabía. Muy

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pocos de los Nightwalkers que visitaron Machu Picchu hace cinco siglos habían
sobrevivido. Estábamos presionando nuestra suerte al regresar.

―Y el Aquelarre ordenó tu aparición ―dije, casi sin inmutarme por la dureza inesperada
que llenó mi tono de voz.

―Hicieron el requerimiento, accedí con gracia —corrigió, con un ligero rastro de


francés en sus palabras. Su tono aán era blando y aburrido, pero algo centelleó
rápidamente en sus ojos. Era muy fácil presionar sus botones, y cedí a regañadientes.
No había tiempo para jugar.

―¿Cual fue exactamente su requerimiento?

Esta vez una sonrisa de genuina sorpresa se levantó en sus labios y brillo en sus
soñolientos ojos. Por un momento parecieron brillar intensamente con alegría.

―Protegerte.

―¿Nada más?

―Específicamente, me han pedido que te proteja a ti, a Sadira, a Jabari y a él, sin
importar nada ―dijo él, su voz se endureció cuando se vio obligado a reconocer
finalmente a Danaus.

―Cómo pensaba ―murmuré. Jabari y Sadira aún tenían que aparecer, y tenía el
presentimiento de que no lo harían hasta el último minuto—. ¿Te importaría
acompañarnos? Parece que tendremos algo de logística que cuadrar.

Con un majestuoso gesto de su cabeza, Stefan se sentó en la silla vacía a mi lado, y


una mujer con el cabello corto y rubio se sentó junto a Danaus. Un tercer Nightwalker

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empujó una silla de una mesa vacía y se sentó al final de la mesa. Me di cuenta de
que los demás Nightwalkers que llenaban el bar habían cogido varias mesas alrededor
del lugar, pero no estaban muy lejos de nuestra localización. No tenía dudas de que
serían capaces de escuchar todo lo que decíamos.

―Este es George ―dijo Stefan, presentando al vampiro al final de la mesa y moviendo


lentamente su mano derecha. El pálido y delgado caballero con la cara delgada y el
pelo color canela giró la cabeza hacía Danaus y yo, recostándose en su silla como si
no tuviese ningún interés en el mundo. Tanto como podía decir, él tenía al menos tres
siglos bajo su cinturón y muy probablemente jamás había visto un miembro de los
Naturi.

―Y esta es Bertha ―continuó Stefan, agitando su mano hacia la alegre y pequeña


vampiro sentada al lado de Danaus.

Mi boca se abrió; no controlaba mis reacciones. Después de un tiempo incluso alguien


de mi edad empezaría a creerse algo de la mística que le hemos promovido a los
humanos. Los vampiros no se llamaban Bertha. Teníamos nombres elegantes y exóticos
que databan de las civilizaciones desaparecidas.

―Lo sé ―dijo la Nightwalker alegremente con una risita cuando por fin logré cerrar la
boca—. Es un nombre horrible. He intentado cambiarlo, pero nada se pega. Puedes
simplemente llamarme Bert o Bertie. Todos me llaman así.

La pequeña rubia tenía amplios y brillantes ojos azules y una adorable nariz de botón.
Sus mejillas eran redondas y con hoyuelos cuando sonreía. No podía haber tenido más
de dieciséis o diecisiete años cuando renació. Alejé mi primera reacción de simpatía
por el sonido de su nombre y esbocé una amplia sonrisa. Imaginé que ella no había
intentado mucho cambiar su nombre. Su disfraz era perfecto. ¿Quién sospecharía que
una rubia de no más de cinco pies de altura, llamada Bertie era una letal
depredadora?

―Es un placer ―dije con un movimiento de la cabeza.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

La sonrisa parpadeo en sus ojos por un momento mientras me evaluaba, ahondando


en mí antes de de que la sonrisa se expandiera en sus labios color cereza. Tenía mi
medida. Dudaba que nos subestimásemos la una a la otra.

―Este es Danaus ―dije, dejando que mis ojos regresaran al sombrío rostro del cazador.
Él no se movió, difícilmente respiró mientras los Nightwalkers le observaban. Cuando
todos fueron presentados y sentados en la mesa, giré mi atención de regreso a Stefan.

―¿Cuántos han llegado?

―Cerca de cuarenta Nightwalkers, con más, prometidos por Jabari. Además, más de
treinta guardianes humanos.

―Genial. Carne de cañón ―gruñí, pero Stefan se quedó desconcertado por la idea.
¿Qué le importaba a él? Los humanos eran fáciles de reemplazar.

―Tenemos que llegar al Santuario de Lodge esta noche ―dije, cruzando mis brazos
sobre mi pecho—. Tan pronto como caiga el sol mañana, debemos estar en la
montaña. No sé cuándo van a hacer el sacrificio, pero cuanto antes saquemos a los
Naturi de la montaña, mejor.

―Una parte de nosotros puede volar ―dijo Bertie. Se sentó con calma hacia adelante,
con los dedos enroscados y apoyados en la mesa.

―¿Cuántos?

―Diez.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
―Eso solo pondría a una pequeña parte en la portería esta noche ―intervino Danaus
con una sombría sacudida de su cabeza—. ¿Queremos arriesgarnos a hacer este viaje
durante el día? Ellos saben que estamos aquí.

Mis inquietos dedos jugaron con el cuchillo y el tenedor que habían sido envueltos en
una servilleta de papel cuando me senté. Desdoblé la servilleta y volví lentamente el
cuchillo entre mis dedos.

―Un viaje a la luz del sol es demasiado arriesgado ―dije solemnemente, una parte de
mi se preguntaba cómo iba Cynnia a manejarlo en el medio de este caos.

―Podríamos duplicarnos o hacer un par de viajes ―respondió Bertie—. Lleva una hora
máximo llegar allí. Podríamos tener a todos los Nightwalkers en la montaña antes del
amanecer.

―Los humanos podrían tomar el primer tren en la mañana ―dijo Danaus, sentándose
hacia adelante para poder apoyar sus antebrazos en la mesa.

―Alcanzarían la portería antes del medio día.

―Dejándonos sin protección en lo profundo del territorio Naturi por más de cinco horas
―dijo George sombríamente.

―No tenemos opción ―dije rápidamente, antes de que pudiese empezar algún
argumento―. Stefan, Bertie, organicen a esos Nightwalkers que pueden volar. Que
todos se dupliquen. Los Nightwalkers van a la portería primero. Los más viejos y luego
los más jóvenes. El primer grupo asegura la entrada.

―Está hecho ―dijo Stefan, y me miró bajo su nariz, dándome una sonrisa—. La portería
había sido cerrada y vaciada debido a las reparaciones.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―Excelente. Danaus y yo llevaremos un pequeño grupo en una camioneta a


Ollantaytambo. Después de que Cuzco haya sido vaciado, un par de Nightwalkers
pueden venir por Danaus y por mí. El último grupo puede tomar el tren de
Ollantaytambo a Aguas Calientes y luego asegurar nuestro equipaje del bus a la
portería en la mañana.

―¿Por qué van a Ollantaytambo? ―demandó Stefan.

―Hay algo que deseo revisar. Sólo está a un par de horas en coche. Para cuando el
último grupo llegue a la portería, ya deberíamos haber terminado y estar listos para
que nos recojan. Además, será una distancia más corta para volar para quién sea que
venga por nosotros ―argumenté. Mis manos se apoderaron de la punta de la mesa
mientras luchaba por mantener mi tono equilibrado. No necesitaba pelear con Stefan.

―Bertha y George verán los preparativos ―dijo con frialdad, retándome a


contradecirlo—. Te acompañaré a ti y al cazador a Ollantaytambo.

―Como desees ―estuve de acuerdo, dándole una brillante sonrisa que lo tomó por
sorpresa—. Selecciona a cuatro humanos que nos acompañen. Los veremos fuera de
este hotel en un par de horas. —Levantándome de la silla, me giré hacia los tres
Nightwalkers que estaban en la mesa conmigo. Nunca levanté la voz, pero sabía que
todos los vampiros en el bar podían oírme—. Todos los bienes deben ser etiquetados y
dejados en la estación de tren antes de salir de la ciudad. Sus guardianes los
descargaran del bus en la mañana.

Con Danaus a mi lado, caminé fuera del bar y a través del hotel hacia la plaza.

El cazador no habló hasta que estuvimos a varios metros del hostal y a salvo de ser
vigilados. Mientras caminábamos hacia el miserable hotel que ocupábamos, junto con
Shelly y Cynnia, me agarró el sangriento brazo y lo levantó entre nosotros.

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―Veo que todo salió bien.

―Sólo estás celoso de que no eres el causante ―me burlé, tirando mi brazo lejos de su
agarre.

―Podrías tener razón. —Me lanzó una de sus escasas medio sonrisas antes de que
desapareciera por completo—. ¿Escucharemos más de nuestro oscuro
acompañante?

―Indudablemente, pero al menos le di a Rowe algo en que pensar. Él sabe que


tenemos a Cynnia. Y también sabe que la mataré si respira si quiera un poco en mi
dirección. Por supuesto, le dije que la mataría si seguía con lo del sacrificio, así que ya
se está enfrentando a un feo dilema.

―¿Cómo vamos a protegerla durante las horas del día una vez que lleguemos a la
entrada? Los Naturi podrían fácilmente llegar al lugar mientras todos los Nightwalkers
están fuera para el recuento. Quemarían a cualquier humano que estuviese
protegiendo a los Nightwalkers. Hablando de eso, ¿cómo vamos a proteger a los
Nightwalkers durante el día? ―Danaus de repente se detuvo y sacudió la cabeza—. No
puedo creer que acabe de usar esas palabras.

Riendo, enrollé mi brazo con el suyo y lo obligué a caminar hacia el hotel.

―Sabía que por fin te decidirías.

―Mira ―dijo con voz baja y en tono de advertencia. Estaba presionando mi suerte.

―Solo bromeaba ―dije, pero me acurruqué un poco más contra él. Él no sólo estaba
irradiando su perfecto calor corporal, sino que sus poderes estallaban a su alrededor
mientras escaneaba la zona constantemente—. ¿Cuántos? ― pregunté cuando
estábamos solo a unos pocos metros del hotel.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―Tres dentro de un bloque. Otra docena está dispersa por toda la ciudad. La mayoría
parece estar lejos de aquí. Hacia el norte, en lo bajo, posiblemente.

―Ellos ya están en Machu Picchu ―confirmé—. Va a ser interesante ver si nos dejan
establecer un puesto avanzado en la entrada. Yace en los pies del refugio Inca.

―¿Cómo vamos a hacer eso exactamente?

―Estoy segura de que no puede ser muy difícil. Quiero decir, tendremos a una
talentosa Naturi y a una hechicera de la Tierra con nosotros. Estoy segura de que entre
ellas dos, deberían ser capaces de descubrir algo que nos mantenga a todos
protegidos.

Danaus dejó de caminar de nuevo y me fulminó con la mirada, menos que paciente
en la espera de una verdadera respuesta. Jadeé pesadamente y lo empujé hasta que
estuvo caminando hacia el hotel por decisión propia.

―Stefan también conoce un par de trucos interesantes ―dije―, aunque yo jamás diría
eso en frente de él. El bastardo ya tiene un ego lo suficientemente grande, y por el
momento, dudo seriamente que sea su persona favorita en el mundo.

―¿Un viejo novio?

Un resoplido impropio de una dama se me escapó antes de que pudiera detenerlo, y


apreté mi mano libre a mi lado. No me gustaba Stefan. No me gustaba su especie. Él
creía que cualquier cosas más débil que él era puesto en esta tierra para su diversión;
lo que incluía tanto a humanos como a Nightwalkers. Los licántropos eran una
tentación, pero desde que tendían a viajar en manadas, era más difícil simplemente
elegir una víctima. Pero eso no ponía su palanca de cambios ocasionales fuera de su
alcance.

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―Difícilmente ―espeté sarcásticamente—. Stefan esta cerca de ser un Anciano. No


tengo duda de que él prácticamente puede saborear esa marca de mil años y lo está
comiendo vivo ahora que me han dado la silla abierta en el Aquelarre, el mismo
puesto que él planeaba reclamar para sí mismo.

―Así que tenemos una nueva razón para no confiar en él ―murmuró Danaus, mirando
hacia mi cara vuelta hacia arriba.

Sonreí a mi compañero, sintiéndome tonta por disfrutar de su calmado momento. Era


uno de los raros momentos en los que no estábamos gritándonos el uno al otro.
Danaus no me estaba maldiciendo por lo que era mientras conspirábamos para
matarnos. Éramos un equipo con una única meta delante de nosotros—detener a los
Naturi de abrir la puerta. Eso me hacía sentir como si fuésemos indetenibles. Sabía que
no era la verdad, pero al menos era un sentimiento reconfortante mientras
caminábamos juntos bajo las frías y oscuras calles adoquinas de Cuzco con los Naturi
rodeándonos.

―Normalmente, estaría de acuerdo contigo, pero por el momento, Stefan va a ser mi


mayor protector. Tiene una orden directa del Aquelarre de protegernos a ti y a mí.
Destruir a uno de nosotros justo ahora no le va a hacer merecedor de ningún punto
con el Aquelarre. Si algo lo va hacer matar, es por no fallar completamente en su
deber.

Danaus paró de caminar y giró su cuerpo para quedar en frente mío. El viento voló
hacia la estrecha calle, golpeando en su espalda antes de fluir a su alrededor y
golpearme en el pecho. Mi cabello a bailó alrededor de mi cara como si hubiera
cobrado vida propia, como las serpientes de Medusa.

―El Aquelarre ―dijo él, y luego se detuvo de nuevo. Elevó ambas manos, cerrándolas
como puños antes de dejarlas caer a sus costados con frustración—. ¿Por qué?
¿Quiero decir, no podría haber otra forma? O podría yo… —Su voz se desvaneció
mientras trataba de poner en palabras el torbellino de sentimientos que estaban en su
interior. Me vi tentada a cerrar los ojos y sólo arrastrarme a lo largo de nuestra conexión

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para tratar de obtener una imagen más clara de lo que estaba sintiendo
exactamente, pero decidí no hacerlo. Había algunas cosas que era mejor mantener
desconocidas.

Poco a poco extendí la mano y la pose sobre su corazón. Su latido era firme y estable,
un latido que yo podría escuchar por siglos, dejándolo calmarme hasta el pacifico
descanso.

―No había otra forma. Unirme al Aquelarre puede haber sido un error, pero estoy
atascada en esto ahora. Encontraré una forma de sacar lo mejor de ello, sin ser una
marioneta de Jabari.

―O un objetivo para Macaire y Elizabeth ―dijo él, posando su mano sobre la mía—.
Prometiste que algún día terminaríamos nuestro baile. Todavía tengo la intención de
matarte, Nightwalker.

Una triste sonrisa vagó a través de mis labios, apoyé la frente en su mano, que seguía
cubriendo la mía.

―¿Con miedo a algo de competencia?

―Parece que la mitad del mundo te quiere muerta.

―Sí, pero sólo cuando termine de salvar su vida ―dije, levantando la cabeza de
nuevo—. En marcha. Necesitamos revisar a las chicas. —Di un paso lejos de él y
empecé a caminar por la calle otra vez, terminando nuestro breve momento.

—¿Por qué vamos a Ollantaytambo? ―inquirió Danaus, de nuevo a mi lado, con sus
manos metidas en los bolsillos. No tenía armas obvias atadas a su cuerpo, pero yo no
tenía duda que él probablemente tenía un buen número de cuchillos. Estaba en la
punta de mi lengua preguntarle cuántos Naturi estaban cerca a nuestra localización,

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pero me tragué las palabras. El cazador ya estaba en el borde, sus ojos escaneando
continuamente el área. Si estuviésemos amenazados, él me lo diría.

―Desde que mencionaste Ollantaytambo, ha estado sonando en mi cabeza. El


nombre sigue rondando en algún recuerdo en la parte trasera de mi cerebro ―dije, sin
molestarme en filtrar la frustración en mi voz.

―¿Qué?

―No lo sé ―suspiré. Un viento helado azotó la ciudad, tirando de mi pelo, de forma que
unos pocos zarcillos bailaron en mi cara. Acomodé un poco de cabello suelto tras mi
oreja, pero se negó a quedarse allí—. He estado en Perú solo una vez, y pensé que sólo
había sido en Machu Picchu. Pero siento como si debiera recordar algo sobre
Ollantaytambo, quizá he estado allí o ellos lo mencionaron. No lo sé, pero quiero
revisarlo.

―¿Entonces este es sólo un viaje de espera mientras los otros son llevados a la portería?
―respondió Danaus.

―Posiblemente ―admití con un encogimiento de hombros—. Consigue la camioneta


con Eduardo. Regresaré al hotel a por nuestras cosas y hablaré con algunos locales.
Tal vez pueda conseguir alguna información de Ollantaytambo.

―Mira… ―empezó él. Podía suponer lo qué iba a decir. Algo acerca del número de
Naturi acechando en Perú, en Cuzco, o en nuestro hotel. Ellos siempre estarían cerca,
pero no pensaba que Rowe fuera tan estúpido. Esperaría en las sombras para el
próximo movimiento. O al menos, no pensaba que Nyx le permitiría arriesgar la vida de
su hermana. A menos que ella de verdad quisiera a Cynnia muerta, y entonces yo
estaba a punto de ser probada realmente mal.

―¿Hay uno detrás de mí? ―pregunté bruscamente antes de que él continuara.

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Danaus elevó la ceja y me dedicó un ceño fruncido.

―No.

―Entonces no quiero saberlo. No me digas en cuanto nos superan en número hasta


que te pregunte.

Con un giro y una media sonrisa, se dirigió hacia el Hostal Loreto para encontrar a
Eduardo. Caminé de vuelta al hotel, con las manos en los bolsillos y la cabeza
agachada contra el viento. No quería decirle que el miedo se retorcía en mi
estomago cada vez que oía esa palabra ―Ollantaytambo.

Había algo que se suponía que debía recordar acerca de ese lugar. Lo mejor que
podía recordar era que había despertado una noche en Machu Picchu después de
estar en España, la noche anterior. No sé cómo había llegado a Machu Picchu y jamás
pregunté. El dolor rápidamente acompañó a la conciencia durante aquellas largas
noches, y los pensamientos mezquinos acerca de cómo había recorrido una larga
distancia fueron insignificantes.

¿Habían hablado los Naturi de Ollantaytambo durante mi encarcelamiento? ¿O aún


peor? ¿Había estado allí pero no podía recordarlo? Tenía que saberlo. Tal vez no tenía
nada que ver con el sacrificio y el hecho de abrir la puerta, pero sabía que jamás
tendría otra oportunidad para averiguarlo.

Si teníamos suerte, nos escabulliríamos y dejaríamos Ollantaytambo sin ser notados y


luego volaríamos a la entrada. Por supuesto, la Señorita Fortuna me había tratado con
frialdad gran parte de los últimos meses. ¿Por qué cambiaría ahora?

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CAPÍTULO 20
Traducido
cido por Marie Annabeth

Corregido por Angeles Rangel

S helly y Cynnia estaban sentadas con las piernas cruzadas sobre la cama jugando
con las cartas cuando entré en la habitación con la llave que había conseguido
de Danaus. A juzgar por la forma en que Shelly
Shelly estaba continuamente mirando
por encima de las cartas de Cynnia, parecía que estaba tratando de enseñarle a la
Naturi como jugar al rummy con resultados mixtos.

Tenemos que cambiarnos de habitación —dije,


—Tenemos dije, cerrando la puerta de golpe tras de
mí. Las
as dos mujeres me miraron con extrañeza, cada una aferrando tensamente las
cartas en sus manos.

¡Vamos! ¡Muévanse! Ellos podrían estar en los alrededores del hotel. —Chasqueé los
—¡Vamos!
dedos cuando no se movieron. Quitando las cartas de las manos de Cynnia, las dejé
caer sobre la cama y agarré las cadenas de hierro que se enlazaban a sus muñecas.
Tropezó detrás de mí cuando la puse de pie, con Shelly siguiéndonos.

—No entiendo —dijo


dijo Shelly—.
Shelly ¿Quiénes están allí?

—Los Naturi — respondió Cynnia antes de que


qu yo lo hiciera.

—¿Dónde está Danaus?

—En una diligencia. —Me


Me detuve al llegar a la puerta y la miré
miré—.. ¿Los has sentido?
¿Están aquí?

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—Mira, con las esposas, no puedo percibir nada con mucha claridad — explicó
Cynnia—. Puedo sentir el poder en el aire, pero no puedo usarlo para percibir
claramente a mi propia especie mientras estoy en el hotel.

—Pero antes dijiste que los habías sentido.

—Fue cuando estaba de pie sobre la tierra en el exterior, mientras estábamos viajando
—argumentó—. Cuando estoy en este hotel con el concreto separándome de la
tierra, no puedo sentir nada más que la energía en el aire.

—Magnífico —gruñí, mi mirada fija barrió por la habitación hasta detenerse en la


primera ventana contra la pared del fondo—. Shelly, quiero que vigiles aquella
ventana hasta que te diga que me puedes seguir. —La bruja asintió con la cabeza, y
me moví de regreso a la puerta con Cynnia a rastras.

Abrí la puerta y rápidamente escondí mi cuchillo con la mano derecha. Mirando por el
pasillo a la izquierda y luego a la derecha, ví que estaba vacío y sentí que la tensión en
mi pecho comenzó a bajar un poco.

—¿Está alguien siguiéndonos? — preguntó Cynnia

—Posiblemente. —Tiré de la puerta abriéndola más y la arrastré por el pasillo conmigo


hasta la siguiente puerta, donde Danaus y yo compartíamos la habitación sin
ventanas—. ¡Shelly, vamos!

—¿Es por eso que estás herida? Fuiste agredida por un Naturi —dijo Cynnia, tratando
de dar un paso atrás de mí, pero sus esposas estaban sujetas fuertemente en mis
manos. Por desgracia, tenía las manos ocupadas para poner la llave en la cerradura.
Yo no estaba dispuesta a soltar el cuchillo tampoco, ya que me sentía más segura con
él en la mano. Frustrada, enterré la punta del cuchillo en el marco de la puerta de

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madera, obteniendo un grito ahogado tanto de Shelly como de Cynnia cuando
pesqué la llave de mi habitación del bolsillo.

Una vez que la puerta estuvo abierta, agarré nuevamente el cuchillo e hice pasar a las
mujeres rápidamente a la habitación. Shelly y Cynnia estaban amontonadas contra la
pared del fondo después de que cerré la puerta y llevé a cabo una búsqueda
exhaustiva en la habitación para asegurarme de que estábamos realmente solas. Este
cuarto me gustaba más porque no había ventana, y solo una entrada, y una única
puerta para defender si alguien me hubiera seguido hasta donde estaba Cynnia.

—¿Qué pasó? — preguntó Shelly cuando finalmente me mostré satisfecha del espacio
que teníamos para nosotras—. Tu brazo está cubierto de sangre seca.

Me senté en el borde de la cama, mientras que Shelly ocupó el único asiento bueno
en la habitación, dejando que Cynnia se hiciera ovillo una vez más en el piso contra la
pared.

—Me encontré con un viejo amigo mío llamado Rowe. Parecía realmente ansioso por
encontrarte, Cynnia.

—¿Te refieres a matarme? —dijo Cynnia, envolviendo los brazos alrededor de una de
sus piernas dobladas, mientras se mantenía lo más derecha posible.

—No sé, pero le dí un ultimátum. Si se aleja de la ceremonia, voy a dejarte libre. Si no,
estarás muerta. Pensé que era lo que ambas queríamos.

—¡No la parte de estar muerta!

—Debe tener una razón para cooperar.

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—¿No podías pensar en algo que sea igualmente persuasivo aparte de terminar con
mi vida?

—No, porque lo digo en serio. No me eres de ninguna utilidad, si no puedo usarte para
detener el sacrificio antes de ser concluido. Eres sólo una Naturi que quiere matar a
Nightwalkers y seres humanos también.

—¡No, eso no es verdad! Sabes que no es verdad. —Argumentó. Se tambaleó hacia


adelante porque estaba sobre sus manos y rodillas delante de mí—. Te puedo ayudar.
No quiero esta guerra. No quiero pelear con los Nightwalkers y estaría feliz de encontrar
una manera de vivir en paz con los humanos.

—Desafortunadamente, no parece que Rowe esté dispuesto a dejar de lado sus


planes sólo por la hermana de la reina. Planea seguir adelante con el sacrificio
mañana por la noche.

—¡No! Mira, por favor, podemos encontrar otra manera. Puedo serte útil — argumentó
Cynnia desesperadamente.

—Estás de suerte, porque otra persona apareció antes de que tuviera la oportunidad
de regresar aquí —dije, consiguiendo una inclinación de su cabeza—. Parece que eres
bastante importante para tu hermana. Lo suficiente para que ella esté dispuesta a
tratar de detener los planes de Rowe en un esfuerzo por salvar tu vida.

—¿Nyx quiere que yo viva? — susurró Cynnia. Se sentó de nuevo, con las lágrimas
resbalando por sus pálidas mejillas—. Tenía miedo de que si estaba aquí, era porque
había sido enviada para matarme también. Pero Nyx quiere que yo viva.

—Así parece —murmuré.

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—¿Tienes un plan? —preguntó Shelly llamando mi atención hacia ella. Había sido una
compañera silenciosa en este viaje, ocupándose de las necesidades de Cynnia
mientras Danaus y yo hacíamos lo que podíamos para los planes de Machu Picchu.
Esperábamos que, pudiera bloquear la magia de los Naturi de la tierra.

—Si nuestra pequeña Nia quiere seguir con vida, entonces parece que deberá
proporcionarnos algún tipo de ayuda, y por extensión, a su hermana Nyx. —Hice una
pausa para asegurarme de que tenía la atención completa de Cynnia. Sus grandes
ojos húmedos estaban fijos en mi cara mientras usaba la manga de su camisa para
limpiarse las lágrimas—. Tenemos que mantener la puerta cerrada.

—Estoy de acuerdo —dijo Cynnia con un asentimiento—. No quiero ver a Aurora


herida, pero no pueden permitirle volver a la tierra.

—Entonces, te necesito para enseñarnos a Shelly y a mi cómo usar la magia de la


tierra.

—Ya sé cómo usar la magia de tierra — argumentó Shelly, moviéndose a la orilla de la


silla.

—Tal vez, pero no a los niveles tan poderosos que están disponibles para ti ahora
mismo —dije con un movimiento de cabeza—. Necesito que seas capaz de ejercer
este poder. El Valle Sagrado se inunda con energía, más de la que experimenté en
Stonehenge o en el Palacio de Knossos. Este lugar es diferente, y necesito que estés
preparada para tomar ventaja de ello.

—Además, los Nightwalkers no pueden usar la magia de tierra — argumentó Cynnia—.


Está en contra de todas las leyes.

Sonreí y salí de la cama caminando hacia ella.

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—Toda ley puede ser quebrantada. Rowe ha estado usando magia de la sangre.
Conozco a un brujo que ha estado usando tanto el derramamiento de sangre como la
magia de tierra. Puedo manipular el fuego, lo que según parece me ha dado algún
tipo de control cuando se trata de usar la magia de tierra. Necesito tú ayuda para
aprender a controlarlo.

—No hay que controlarlo —dijo usando la pared detrás de ella, para ponerse en pie—.
Esta energía está ahí para su uso, pero realmente controlarlo y ejercerlo no es algo en
lo que creemos.

—Mira, Cynnia, yo no estoy de humor para discutir semántica contigo. Quiero que me
enseñes a ser capaz de utilizar este poder que fluye a través de mí. Enséñame a ser
una bruja de tierra, si es necesario hacerlo.

—Esto, no es tan simple, Mira — intervino Shelly.

Volviéndome, me dejé caer en el borde de la cama y puse la cabeza entre las manos
con frustración.

—Es como estar hablando diferentes idiomas, no tenemos tiempo para esto.

Para mi sorpresa, Shelly se adelantó. Dejó la silla y se acercó arrodillándose delante de


mí, tomando mis dos manos entre sus manos afectuosas.

—No estamos tratando de hacer esto difícil, pero es una cuestión de semántica, en
cierto modo. No sé acerca de la magia de sangre, pero la magia de la tierra proviene
de una sola fuente, la vida. El poder en sí tiene su propia conciencia e identidad. No
puedes controlarla porque ella no quiere ser controlada. No la puedes manejar de la
misma manera que empuñas una espada, porque no es una cosa.

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—Entonces, ¿cómo se usa? —Exigí, dándole un ligero apretón de manos para enfatizar
mi desesperación lanzando mi mirada fija de ella a Cynnia—. Puedes lanzar hechizos.
Puedes hacer crecer las plantas. Cambiar el clima. Puedes controlar a los animales.
Todo esto se logra a través de la magia de la tierra. Necesito ser capaz de hacer estas
cosas, o al menos entender cómo se hace. En esta lucha, no es suficiente ser una
Nightwalker avanzada o vieja o incluso ser una Fire Starter. Cuando estoy aquí en el
lugar del sacrificio, soy un peligro para mí y los que me rodean.

Las manos de Shelly de deslizaron de las mías y se sentó sobre los talones delante de
mí, la confusión llenaba su hermoso rostro con sus cabellos rubios deslizándose hacia
abajo alrededor de sus mejillas.

—No entiendo — susurró Cynnia.

—Puedo sentir el poder de la tierra cuando estoy aquí —dije.

—¿Solamente aquí, o cuando estás cerca de una oleada? — preguntó Cynnia


rápidamente, causando que arrugara la frente a causa de sus palabras.

—¿Oleada? — preguntó Shelly, lanzando una mirada fija a la Naturi.

—Este es uno de los sitios sobre la tierra donde la corteza es más delgada. Es donde el
poder fluye desde el dentro de la tierra hacia la superficie. Es probable que estos sean
los lugares donde Rowe ha estado llevando a cabo los sacrificios, ellos le proveerían
del poder que necesita para romper el sello y abrir la puerta.

—Sí, cuando estoy cerca de un oleaje, puedo sentir el poder de la tierra —dije con una
inclinación de cabeza. Enrosqué los dedos juntos, torciéndolos mientras seguía con mi
historia. Esta era la información que yo no estaba segura que estuviera a salvo en
manos de la Naturi, pero por el momento no ví que hubiera mucho de donde elegir.
Habíamos avanzado demasiado sobre esto la noche anterior en el bosque, cuando
me ví obligada a salir de aquel lugar con solamente un débil hechizo de barrera en mi

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bolsillo trasero. Después de caminar alrededor de Cuzco, y sentir el poder en el aire,
sabía que iba a necesitar un plan de ataque más fuerte para sobrevivir al encuentro
en Machu Picchu.

—Esto es más que eso. Puedo sentir el poder de la tierra empujando contra mi piel,
tratando de entrar en mi cuerpo.

—Estoy suponiendo que tú le permites entrar —dijo Shelly, con el ceño fruncido tirando
de las comisuras de sus labios.

—No, no intencionalmente.

—Mira, ¿por qué no? Esto es un regalo maravilloso que te han dado —dijo Shelly,
levantándose sobre sus rodillas con energía renovada—. Es como si la tierra se
estuviera acercando a ti. Esto no es como un bame de brujas de tierra. Tenemos que
extender la mano y aprovechar la energía que podemos encontrar en el aire. Estar
aquí, con el poder tan espeso en el aire, es más fácil para mí ahora, pero para que
venga sobre ustedes la búsqueda... es... es como un honor.

—Pero no puedo sentirlo cuando no estoy en una oleada —contesté.

—Has dicho que no permitirías que el poder entre en tí intencionadamente ¿Pero lo


has hecho en el pasado? — preguntó Cynnia. Ella se había retirado un poco de la
pared y estaba sentada más cerca de mí y de Shelly ahora.

—Cuando creo fuertes oleadas de fuego, el poder de la tierra corre en mi cuerpo ¡No
puedo parar! Me llena, me consume hasta que no parece haber nada dentro de mí a
excepción de este poder. El único modo de deshacerme de ello es crear más fuego,
pero nunca parece ser suficiente.

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—Y nunca lo será —dijo Cynnia con una sacudida triste de su cabeza—. ¿Cuándo
consigues finalmente que se detenga?

—La sangre mágica. Ésta empuja a la magia de la tierra para que salga de mi cuerpo
— dije cuidadosamente, evitando mencionar que Danaus me servía de fuente de
magia de sangre pura, dada su naturaleza Bori—. Quiero el control de esto. Quiero ser
capaz de usar la magia de la tierra que fluye en mi cuerpo, pero también debo poder
ser capaz de apagarla. ¿Puede alguna de ustedes enseñarme eso?

Cynnia vaciló, pero Shelly rápidamente tomó la palabra y puso su mano sobre mi
rodilla.

—Yo puedo.

Miré a Cynnia, que rehusó a encontrarse con mi mirada.

—Tu utilidad es cada vez menor.

—Por favor, comprende mi punto de vista, Mira —dijo, levantando lentamente los ojos
para encontrarse con los míos—. Ya eres toda una leyenda entre mi gente ¿Voy a ser
la responsable de hacer que seas aún más fuerte? ¿Más peligrosa no sólo para mi
pueblo, sino para el mundo entero?

—Y ¿Qué pasa si no lo hacemos? — preguntó Shelly, alzando la voz hacia la joven


Naturi por primera vez—. Tu hermana Aurora podría estar pensando en venir y
matarnos a todos. No siempre estoy de acuerdo con los métodos de Mira, pero por lo
menos en su versión del mundo, hay un lugar para los seres humanos.

—¡Ustedes son comida! — espetó Cynnia. Apretó los puños y trató con movimientos
bruscos de separar las manos, pero las cadenas la mantuvieron atada—. Tú eres
ganado para ellos.

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Shelly se echó hacia atrás, mirándola como si Cynnia la hubiera golpeado


repentinamente. Su boca estaba abierta, pero no le salían las palabras.

—Es verdad, Shelly —dije suavemente. Esta vez puse una mano sobre su hombro. Se
estremeció ante mi toque fresco, pero me negué a mover la mano—. Los Nightwalkers
no pueden existir sin los humanos de los cuales se alimentan, pero esa no es la única
razón procuramos protegerles. Los seres humanos también son nuestros amigos,
nuestros enemigos y nuestros amantes. No importa cuánto tiempo un Nightwalker
existe en las sombras, en algún momento siempre nos encontramos estableciendo
algún tipo de relación con un ser humano. Es donde nosotros comenzamos como
criaturas y es algo de lo que no puede escapar completamente.

—Ellos te han cazado — agregó Cynnia con los dientes apretados.

—Y nosotros les hemos protegido —le dije con calma—. No somos ni villanos ni
salvadores. Simplemente somos una parte de este mundo tanto como los humanos lo
son.

Cynnia se puso de pie y dio un par de pasos hacia mí, con los puños apretados frente
a ella temblando de ira.

—Y nos merecemos un lugar en este mundo tanto como los Nightwalkers.

—Estaré de acuerdo con esto mientras ustedes estén dispuestos a compartirlo con el
resto de las razas. Mírame a los ojos y dime cual es el plan de Aurora.

Cynnia me sostuvo la mirada por un segundo entonces parpadeó y se apartó.

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—Ella no quiere compartir —susurró, con sus esbeltos hombros caídos en derrota—. Ella
nunca compartiría con los humanos.

—Y debido a eso yo no dejaré de luchar contra los Naturi. Dame un gobernante Naturi
que entienda las reglas de convivencia y voy a considerar la posibilidad de bajar mi
espada.

—¿Considerarlo? — preguntó Cynnia, volviéndose hacia mí, con una ceja arqueada
en cuestión.

—Tu hermano y muchos otros son responsables de mucho de lo que nunca seré capaz
de perdonar. No puedo aprender a olvidar tan pronto —dije con voz fría.

—Pensé que tu lema era “perdonar y olvidar.”

—Conozco mis limitaciones. No habrá perdón.

Un suspiro de Shelly llamó mi atención de nuevo hacia la bruja de tierra. Estaba


atrapada entre dos razas en guerra. Su única oportunidad era escoger una carrera
que protegiera su supervivencia, lo que significaba ponerse del lado de los
Nightwalkers. Pero Cynnia tenía razón. Los seres humanos eran poco más que ganado
para nosotros. El ganado vacuno y un poco de violenta diversión, fea cuando el
estado de ánimo nos golpeaba. El menor de los dos males todavía era malo.

—Desde como sea que suene, Mira —Shelly comenzó, alejándose de mi contacto
mantuvo sus ojos en la gastada y descolorida alfombra bajo sus rodillas—. Estás
tratando de actuar como una batería de energía que entra en tí en vez de ser un
conducto.

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—No estoy tratando de hacer nada —admití luchando para no sonar a la defensiva—.
El primer par de que veces sucedió, no estaba tratando de hacerlo. Simplemente
ocurrió contra mi voluntad.

—Entonces la tierra tiene que reconocerte como una toma de corriente debido a tu
capacidad de manipular el fuego —dijo Cynnia hoscamente. Volviendo a su lugar en
el suelo contra la pared, con los brazos envueltos alrededor de sus piernas dobladas—.
Para evitar que esto suceda, puedes simplemente dejar de ir a las diferentes oleadas
de todo el mundo.

—Nia —murmuré con la voz más suave que pude en medio de mi creciente
frustración—. Tengo que evitar que la puerta se abra.

Para mi sorpresa, Cynnia cerró los ojos y una sola lágrima gruesa rodó en su mejilla.

—Lo sé. —También sabía que muchos de su propia gente iban a morir en la batalla de
Machu Picchu mañana en la noche.

—Como estaba diciendo — continuó Shelly, llamando mi atención lejos de los perdidos
y heridos Naturi—. Estás actuando como una batería. Parece que la energía está
yendo a tu cuerpo y tu cuerpo está tratando de almacenar la energía hasta que estés
lista para usarla. Por desgracia, puedes almacenar sola tanta energía que finalmente
te destruirá.

—Podría estar acuerdo con esa apreciación —murmuré. Al menos eso explicaba el
terrible dolor que sentía cada vez que el poder entraba en mi cuerpo, y el alivio que
sentía cuando salía. Cuando usaba mis poderes. También me pregunté si era por esto
que sentía el mismo dolor cuando Danaus o Jabari trataban de manipularme.
¿Simplemente almacenaba su poder dentro de mi cuerpo hasta que finalmente
cumpliera con sus deseos?

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—Necesitas ser un conducto —dijo Shelly—. Tienes que dejar que la energía fluya no
solamente a través de tí, sino que también fluya hacia afuera de nuevo. Cuando
utilizas la magia de la tierra, simplemente estas aprovechando el poder natural que
fluye a través de tí.

—Entonces, ¿cómo lo hago?

En esta cuestión, Shelly mordió un poco el labio inferior y miró por encima del hombro
a Cynnia, quién se encogió de hombros.

—¡Esta es tu oportunidad de demostrarme tu valor, para salvar tu propia vida, y vas a


decir que no! —Grité, saliéndome de la cama y caminando hacia ella.

—No, eso no es lo que quise decir —dijo Cynnia, levantando ambos brazos para
mantenerme lejos de ella—. No tengo idea de cómo enseñarte lo que estás pidiendo.
Se supone que es algo natural. Honestamente, si tuviera la menor idea de lo que
podrías hacer, te lo diría. No quiero considerar cuanta energía puedes contener o el
daño que puede hacer una vez que el poder sea puesto en libertad. Preferiría que te
convirtieses en un conducto como habló Shelly.

Hice una pausa y miré a Shelly, que asentía con la cabeza hacia mí.

—Nunca he oído hablar de este problema —añadió—. Tengo que alcanzar el poder
de la tierra, tirando de él en mí misma, para que fluya naturalmente hacia afuera,
como un río. Cuando fluye completamente, simplemente tengo que recoger lo que
necesito para el hechizo que estoy elaborando.

—Maldita sea —murmuré, caminando de vuelta hacia atrás cayendo de golpe en el


borde de la cama. Metí las dos manos por el pelo, apartándolo de mi cara con
frustración buscando desesperadamente una solución, cualquier tipo de solución, al
problema. No podía evitar el oleaje. De hecho, planeé perseguir y atormentar todos y

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cada uno de ellos hasta que Rowe y su equipo fueran finalmente detenidos y dejados
fuera.

Los pelos de mi nuca de repente comenzaron a sentir un hormigueo, y envié mis


poderes que llamearon fuera de mi cuerpo, corriendo por el hotel como una horda de
fantasmas, hasta que finalmente se asentaron en Danaus. Él se acercaba. Yo estaba
fuera de tiempo por ahora. Teníamos que marcharnos.

—Tal vez me puedas ayudar de otra manera —comencé, mirando a Cynnia—. ¿Qué
puedes decirme acerca de Ollantaytambo?

—Nada —dijo con una sacudida de la cabeza—. Nunca he oído hablar de él.

—Es un lugar en las afueras de Machu Picchu —insistí. Necesitaba cualquier tipo de
información que ella pudiera darme antes de macháramos sobre esta empresa
descabellada—. Creo que hay una especie de antiguo templo inca o alguna
estructura allí. —Una vez más Cynnia sólo negó con la cabeza tristemente hacia mí.

—Solamente conozco ese nombre de Machu Picchu debido a que tú lo usas. No es


nuestro nombre para este lugar. Sólo sé que éste es el último lugar en que intentamos y
casi logramos la apertura de la puerta.

—¿Cómo se llama este lugar?

Cynnia dijo algo en su propia lengua lírica que yo aún no podía ser capaz de
entender, haciéndome mirarle con el ceño fruncido.

—Se traduce más o menos el “Jardín de la Madre”. Es cómo llamamos a la zona del
valle.

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Danaus llamó a la puerta del dormitorio. Ya era hora de ir a Ollantaytambo. No es que
yo realmente quisiera ir a este sitio de antiguas ruinas Incas, pero sentía que tenía que
ir. Había algo llamándome de mi pasado aquí. Una puerta que necesitaba ser abierta
finalmente o firmemente cerrada y cerrada para siempre.

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CAPÍTULO 21
Traducido por Anne
ne Iris Heaven y Rihano

Corregido por Kanon ♪♫♪

S ólo los guardianes humanos hablaron durante el viaje en coche a Ollantaytambo.


Aunque sólo era en voz baja, susurros en trozos rotos de español o italiano. Yo iba
en el asiento delantero junto a Danaus, q quien
uien amablemente se ofreció a
conducir. En la aleatoria intersección, se había detenido, ronco, en silencio y miramos
el mapa que Eduardo nos había dado antes de que continuáramos calladamente.
Stefan se repantigó en el asiento justo detrás de Danaus, tratando
tratando en vano de irritar al
cazador. Si tenía éxito, yo no podría decirlo, pero bien, era Danaus. Por lo que yo
sabía, yo era la única que había logrado alterarlo. Y tenía muchas razones para creer
que él iba a arrancar mi corazón por mis problemas.

La metaa de Stefan también era permanecer lo más lejos posible de Cynnia. No había
ido bien cuando informé al Nightwalker que tanto una bruja de la tierra y un Naturi se
unirían a nosotros en nuestro viaje a Ollantaytambo. Él hubiera estado feliz de arrancar
el corazón
orazón de Cynnia ahí mismo en medio de la acera de la ciudad y dejarla para que
los humanos la encontraran más tarde, pero hábilmente le convencí de lo contrario,
con promesas de poder utilizarla como una pieza de negociación después, en la
batalla de Machu Picchu.

Así que, por ahora, Shelly actuaba como un delgado amortiguador humano, sentada
entre el poderoso y meditabundo Stefan y la demasiado tranquila Cynnia a la vez que
nos dirigíamos cada vez más profundo en el Valle Sagrado por un rayo de luna
desdibujado.
ibujado. Me hubiera gustado preguntarle a cualquiera de las dos mujeres si su
sentido del poder en el aire era cada vez más fuerte, pero yo no quería alertar a
Stefan de cualquiera de estas tonterías de la magia de la tierra todavía. Yo prefería
que el pensara
sara que mantenía una estricta relación captor
captor-cautivo
cautivo con Cynnia. Él no
tenía por qué saber que yo dependía de que me diera algún tipo de orientación a la
hora de controlar, o al menos usar, la magia de la tierra que parecía desesperada por
fluir a través de mi cuerpo.

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Mientras conducíamos cerca de Ollantaytambo, las colinas se levantaron a nuestro


alrededor, borrando la poca luz que las estrellas tenían que ofrecer. Naturalmente, la
luna no estaba por ningún lado. Reducida a una franja delgada de su gran gloria, ella
se mantuvo oculta a la vista, al parecer feliz de dejarnos tantear en la inmensa
oscuridad. Los animales que nos observaron avanzar a lo largo del estrecho y sinuoso
camino, estaban en silencio, envueltos por las rocas y arbustos.

Tras más de dos horas de conducción, tanto las montañas como la extensión de
árboles y arbustos, por fin quedaron atrás, desembocando hacia lo que parecía ser un
pequeño valle. A pesar del hecho de que yo no respiraba, tuve que luchar contra las
ganas de dibujar una inspiración profunda a la vista de Ollantaytambo. La ciudad era
pequeña, con sólo un puñado de calles y algunos hoteles. No era una importante
parada para los turistas. Algunos, harían un viaje de día corto para ver las ruinas en el
borde de la ciudad, pero a continuación, pasarían a Aguas Calientes y Machu Picchu.

A medida que nos deslizamos lentamente por la calle principal, me di cuenta de que
las cuatro personas que habíamos traído se habían quedado en silencio. En la parte
trasera de la camioneta pude distinguir el sonido de la tela y el suave crujir instantáneo
de las fundas de las armas siendo liberadas para que los cuchillos y armas de fuego
pudieran ser rápidamente desenfundados. Antes de salir de la habitación del hotel,
tanto Danaus como yo cargamos las armas de nuevo. Él tenía una espada corta a la
espalda junto con un par de pistolas que en realidad no pude identificar. El cazador
había sido lo suficientemente amable de devolverme el mismo estilo de Glock y
Browning que había utilizado en Creta. No me gustaban las pistolas, pero estaba lo
suficientemente familiarizada con esas dos, que podría manejarlas mejor que
empezando con dos armas totalmente desconocidas. También tenía una espada
corta atada a mi muslo. Tenía la esperanza de evitar el uso de mi poder mientras
estuviéramos aquí, porque ya había demasiada energía en el aire para que me
sintiera cómoda.

Mientras nos dirigíamos a la ciudad, Noté que cada bloque estaba rodeado por altos
muros incas de diseño tradicional. Dentro de las murallas había pequeño grupo de
casitas, y un patio en el centro de todo. Era casi medianoche cuando entramos en el
pueblo, y cada una de las casas estaba cerrada y con las luces apagadas.

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Al final de la calle principal, Danaus detuvo el coche y me miró en busca de dirección.
Ahora que estábamos aquí, yo no quería moverme, no quería hablar. Había sonado
como una buena idea, mientras estaba sentada en un bar lleno de gente en Cuzco
rodeada por los míos. No, eso está mal. Había sonado como una idea horrible cuando
estaba en Cuzco, y ahora que yo estaba sentada aquí en la oscuridad, supe que era
desastrosa.

—¿Qué? —Me pinchó cuando aún me negaba a hablar.

—Las ruinas. —Le contesté en voz baja, orgullosa de no temblar. Por supuesto, yo
todavía estaba luchando para desafiar el poder de muerte que tenía en la manija de
la puerta—. ¿Fuimos seguidos?

No había ninguna razón para decir de quién estaba hablando. Sólo un grupo sería
capaz de seguirnos sin ser detectado por los medios normales. Sólo había un grupo en
este momento por el que cualquiera de nosotros se preocupaba. los Naturi.

—No, pero no están muy lejos —dijo Danaus. Su voz era una profunda calma, aún, un
bálsamo a pesar de las ominosas palabras. Desde que salimos del hotel, se había
producido un latido constante de energía que se derramaba de él mientras buscaba
el área de nuestro enemigo. Las olas implacables inundaban ya a través de mí,
tirándome hacia él. Esas olas me habían protegido y trataban de desgarrarme en el
pasado. Ahora necesitaba su protección no sólo del enemigo que se aproximaba, sino
también de los fantasmas que rondaban mi pasado.

Danaus volvió la estruendosa furgoneta blanca por el camino y se dirigió a corta


distancia de las ruinas. Rodeada de colinas, se podía distinguir a las ruinas
levantándose ante nosotros con las piedras talladas por los hombres desde hace siglos.
El cazador sacó la camioneta en la pequeña playa de grava de estacionamiento a
unos cien metros de la base de la montaña. Por supuesto, la montaña fue un término
relativo considerando que ya eran más de nueve mil pies sobre el nivel del mar. Por lo
visto, la caminata hasta la cima de las ruinas fue menos que un cuarto de milla.

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—Bueno, Mira —empezó Stefan, rompiendo el silencio que apenas había sido
matizado con la respiración áspera de los humanos—. Estamos aquí. ¿Qué es lo que
deseabas ver?

Girando en mi asiento, miré de nuevo a la Naturi acurrucada tan cerca de la puerta


como podía, poniendo la mayor distancia posible entre ella y Stefan.

—¿Cynnia? ¿Hay algo que me puedas decir? —pregunté, haciendo caso omiso del
Nightwalker por el momento.

—Nada. Nunca he estado aquí. No estoy muy segura de por qué se consideraría
importante.

No podía discutir con ella allí. El aire parecía espesarse con energía, como si se tratara
de la humedad en un día caluroso y húmedo. La energía dentro de la zona se había
convertido en una entidad que parecía exigir que se reconociera su presencia. Bueno,
yo estaba a punto de hacerlo.

—Vamos a la parte superior —respondí mordazmente, aguijoneada por el tono


insolente de Stefan. Si el Nightwalker tenía alguna habilidad especial, era su
capacidad de meterse bajo tu piel como una garrapata—. Los humanos se quedarán
aquí y harán guardia de la furgoneta.

—¿Qué? —La voz de Shelly rompió son suavidad la quietud de la camioneta.

—Tú te quedas cerca de Cynnia. No la dejes fuera de tu vista. No la dejes en cualquier


lugar cerca de las ruinas, donde podría ser capaz de escapar de nosotros. —Mandé,
más por el beneficio de Stefan que por el de Shelly. No esperaba que Cynnia
emprendiera una carrera loca por la libertad aquí, no si tenía miedo de la adhesión de
cualquier Naturi que encontrara. Por ahora, ella estaba realmente más segura en mis
manos.

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—¿Estás segura de que puede manejar…

—Ella puede manejarlo —salté, interrumpiendo la pregunta de Stefan.

Sin esperar a cualquier comentario o argumento adicional, abrí la puerta y salí. Tenía
que empezar a moverme. Una multitud de Nightwalkers llegaría en menos de una hora
a buscarnos y nos llevaría de regreso al hotel en la base de las ruinas. Esta sería mi
única oportunidad de ver este lugar. Sin embargo, todos los planes bien establecidos
nunca ocurren sin el tropiezo ocasional.

En el momento en que mi bota tocaba el suelo cubierto de grava, mi rodilla se dobló


debajo de mí. Por suerte, todavía tenía que desenvolver los dedos de todo el
reposabrazos de la puerta, salvándome de caer sobre mi trasero. El peso de mi cuerpo
empujó la puerta completamente abierta, sacándome de la furgoneta. Mi otro pie
tocó el suelo y una onda de choque de energía subió a través de mi cuerpo, tirando
un gemido suave de mi garganta. Yo apreté ambas manos alrededor del brazo y
apoyé mi cabeza contra la puerta, esperando a que la sensación pasara. No pude
conseguir que mis piernas funcionaran. Permanecieron blandas, fideos inútiles debajo
de mí. El dolor me llenaba, en interminables y masivas oleadas mientras el poder de la
tierra castigaba y empujaba mi cuerpo de pies a cabeza.

—¿Qué? —Stefan puso una mano sobre mi hombro, su voz era inquisitiva, pero con la
usual fría indiferencia. Yo no había oído abrirse la puerta lateral cuando el Nightwalker
se apeó de la furgoneta.

—¿No lo sientes? —Me atraganté mientras aflojaba los dientes.

—¿Sentir qué?

La pregunta me sorprendió lo bastante como para forzar mis ojos a abrirse. Torcí mi
cuerpo lo suficiente para mirar por encima de mi hombro y encontrar a Stefan de pie
justo detrás de mí, viéndose perfectamente bien. Entonces levanté la cabeza para ver

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
a Danaus caminar alrededor de la furgoneta. También pareció no estar afectado.
Había tanta energía en el aire que era positivamente sofocante. ¿Cómo podría
cualquiera de los dos hombres conseguir ser completamente ajenos a ella?

—¿Shelly?

—Lo siento, pero no es doloroso —dijo, llegando a estar a mi lado—. Se siente como
una gran cantidad de energía que fluye a través de mí, una especie de pie, como si
estuviera parada en medio de una corriente rápida.

—Es que no corre por ella como debiera —dijo Cynnia mientras caminaba hacia mí—.
Está tratando de empujar a su manera a ella. Incluso con las esposas, puedo sentir la
energía girando alrededor de ella. Mira, inundándola. Quiere entrar.

—¿Qué está pasando? —exigió Stefan sobre el rumor de la conversación y la


contemplación—. ¿De qué energía están hablando?

—La energía de la tierra —murmuré cuando nadie parecía dispuesto a hablar


directamente con él—. Puedo sentirla.

—¿Te va a hacer inútil para nosotros? —continuó él en su menos que alegre y habitual
humor.

—¿Danaus? —Mis ojos se cerraron de nuevo cuando me concentré en sostenerme en


el apoyabrazos. Yo no tenía por qué preocuparme por Stefan y su actitud en ese
momento. Tenía que preocuparme por encontrar la manera de funcionar así. Si
éramos atacados en este momento por los Naturi, sería inútil para el grupo, una
responsabilidad.

Escuché el crujido de la grava bajo los pies de Danaus a la vez que se acercaba más.
Su ancha mano descansó en mi espalda y un gruñido de sorpresa se le escapó. Sacó

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su mano y abrí los ojos para encontrar a los ojos oscuros de mi compañero fijos en mí
en la confusión.

—¿Qué es eso? —gruñó.

—La tierra —susurré—. Levántame. —Mi agarre en la puerta de la camioneta estaba


empezando a debilitarse y no tenía fuerzas para arrastrarme de nuevo en la furgoneta.
Asimismo, no era una opción. Teníamos que llegar a la cima de las ruinas antes de que
llegaran los demás Nightwalkers.

Sin decir una palabra para discutir, el cazador me levantó en sus brazos. Al instante, el
aumento de la energía se había ido. Por un momento mis miembros se sintieron débiles
y temblorosos, hasta que rápidamente se calmaron. Acostando un brazo por sus
hombros, me froté la sien con la palma de la otra mano, tratando de despejar la
niebla de mi cerebro. No tenía ni idea de por qué la energía era tan fuerte allí. Esto no
era el lugar donde se haría el sacrificio con el fin de abrir la puerta. Todos sabíamos
que iba a ser en Machu Picchu. Pero por alguna extraña razón, este lugar era un
torbellino de energía, y yo tenía que saber por qué antes de que continuáramos hasta
el albergue. Si este lugar era de valor para los Naturi, necesitaba saber por qué, antes
de dejarlo atrás.

—Pongámonos en marcha —dije bruscamente, sintiéndome incómoda por dar


órdenes mientras era acunada en brazos de Danaus, pero estaba segura de que lo
logré con mi aplomo habitual—. ¿Cuánto tiempo hasta que los otros lleguen?

—Ya están en camino —dijo Stefan, rígido. Danaus había comenzado a caminar, y el
Nightwalker se vio obligado a tomar algunos trotes para correr parejo—. No puedes
hacer que te cargue hasta la cima.

—No puedo tocar el suelo aquí todavía. Hay demasiada energía en la zona. O bien
Danaus me lleva o nos llevas volando a los dos a la cima —repliqué. No me fiaba de
Stefan. Yo no me pondría por delante de él para que me hiciera volar hacia el
albergue y dejar Danaus ponerse al día en la mañana. No quería separarme del

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cazador. No sino hasta después de que el sacrificio fuera detenido. Él era el único que
sabía que compartía el mismo objetivo: detener a los Naturi.

—No tengo tiempo para estas tonterías —gruñó Stefan, con los ojos de color gris pálido
quemando de frustración.

—¿Por qué estamos aquí? —intervino Danaus sin problemas como si barriera a el
Nightwalker y sus preocupaciones bajo la alfombra—. ¿Qué recuerdas?

—Nada. —Cambié mi mirada de Stefan a la ruta mientras tejíamos nuestro camino por
la montaña. El aire parecía vibrar en nosotros.

—¿Se menciona este lugar? —continuó Danaus.

—No. —Empecé a sacudir la cabeza, pero algo me llamó la atención—. ¡Para! —


Estirándome, toqué una de las grandes piedras que formaban la pared. La piedra gris
con tres líneas rectas. Dos líneas paralelas corriendo, cortaban en diagonal la piedra,
mientras que la tercera línea recortaba en la roca en la dirección contraria, corriendo
por las otras dos líneas. No era un símbolo Naturi, pero definitivamente no era natural.

—Ponme abajo —dije con voz ronca, ya que empujaba contra el pecho de Danaus.
Poco a poco, dejó que mis pies tocaran el suelo. Una vez más el poder surgió en mí,
haciendo que mis piernas se doblaran. Mis rodillas chocaron con el suelo, sacando un
suave grito de mí mientras yo seguía aferrándome a la piedra.

Apretando los dientes, extendí la mano y toqué mentalmente cualquier criatura que
tuviera un alma dentro de la zona inmediata. Si la magia de la tierra iba a empujar un
martillo en contra de mi cuerpo hasta que encontrara una manera de entrar yo iba a
llenar mi cuerpo con la mayor magia de la sangre que pudiera encontrar para
mantenerla fuera. A mí alrededor, yo podía sentir la energía que fluía de Shelly y los
seres humanos establecidos en la furgoneta. Más importante aún, me había
despedido de la conexión entre Danaus y yo. Podía sentir sus emociones tan

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claramente ahora, como si fueran míos. Con poco esfuerzo, yo sabía que iba a ser
capaz de oír sus pensamientos también, pero tuve cuidado de mantener esa puerta
cerrada.

La fuente de poder fluía fresca y suave dentro de mí, ayudándome a luchar contra la
intensa energía que temblaba en mis miembros. El dolor todavía llenaba mis
articulaciones y causaba una sensación pulsátil pesada en mis sienes como dos
energías luchando por el dominio dentro de mi esbelto cuerpo. Pero por el momento,
el dolor no importaba. Finalmente recordé por qué era tan importante en
Ollantaytambo.

—Es su puerta de enlace —anuncié, luchando con mis pies.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Stefan. Acercándose, acunando mi codo con una
mano, ayudando a estabilizarme ahora que yo estaba de pie otra vez.

En lugar de contestarle, me giré para poder ver a Cynnia, que parecía rehuir mi
mirada, moviéndose, para quedar parcialmente oculta detrás de Shelly.

—Se puede viajar a través de la energía, ¿no? —pregunté con voz áspera.

Cynnia asintió con la cabeza hacia mí, su pelo castaño cayendo hacia delante para
ocultar su rostro.

—Es la forma en que podemos ir rápidamente de una parte del globo a otra. Toma
algo de práctica y mucho control, pero la mayoría de los Naturi pueden manejarlo. Por
lo que he oído.

—¿Tu puedes?

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La joven Naturi resopló y se alejó un paso de Shelly.

—Por supuesto que no. Yo no he estado en la tierra tanto tiempo, y nadie se ha


molestado en decirme cómo funciona. Yo probablemente me mataría en el proceso.

—Yo me alejaría de él —advertí—. Odiaríamos perderte.

—Entonces, ¿hay una puerta de enlace aquí? —intervino Danaus, cortando mis
ominosas amenazas. Él realmente tenía un don para arruinar mi diversión.

—Hay grandes flujos de energía a través de la tierra como grandes ríos subterráneos.
Los Naturi pueden montar estos ríos para viajar alrededor del mundo —le expliqué, mi
voz iba ganando fuerza a medida que continuaba el camino. Con una mano
deslizándose a lo largo de la pared de roca en un intento por no perder el equilibrio—.
Pero sólo hay un puñado de aperturas de estos flujos. El más cercano a Machu Picchu
es aquí, en Ollantaytambo. Es por eso que he estado aquí, el razón por la que lo
recuerdo.

—Es su manera de llevar refuerzos a Machu Picchu —dijo Stefan, con su mano
apretando mi codo—. Tenemos que destruirlo.

Una risa amarga se me escapó antes de que yo pudiera contenerla.

—No puedes destruirlo más de lo que puedes detener el amanecer —me burlé—. Es la
vida misma de la tierra y todas las cosas que crecen en ella.

—¿Se puede bloquear la apertura? —exigió Danaus, dirigiendo mis ojos de nuevo a su
cara. Me miró fijamente, sus fríos ojos azules parecían brillar en alguna luz perdida de
las estrellas—. Por lo menos temporalmente. Podemos ganar algo de tiempo.

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—Tal vez. ¿Están aquí? —Mi concentración había estado tan completamente
centrado en la energía que brotaba de la tierra y la apertura que estaba en la cima
de Ollantaytambo que casi se me olvidaba que los Naturi se dirigían allí.

—Todavía no, pero se están acercando.

Mirando por encima de mi hombro, me encontré a Stefan atentamente escuchando


nuestra conversación.

—¿Cuánto tiempo más? —le pregunté.

—Bertha y unos pocos más deberían estar aquí pronto —respondió.

—Entonces tenemos que actuar ahora. No tendremos otra oportunidad en esto —dije,
acelerando un poco mi ritmo. Me temblaban las piernas y era difícil seguir
concentrada en recopilar la energía que necesitaba para defenderme de la magia
de la tierra que estaba intentando desesperadamente abrirse paso en mi cuerpo.

Un sonido suave de frustración escapando de Stefan fue mi única advertencia, y no


estaba ni cerca de darme tiempo suficiente para reaccionar. Envolvió un fuerte brazo
alrededor de mi cintura, me tiró hacia atrás de modo que su pecho presionó contra mi
espalda, y luego estábamos en el aire. Yo envidiaba su capacidad de volar, tener la
libertad para escapar de la aurora cuando él así lo decidía. Y en muchas
circunstancias podría haber dicho algo bueno sobre la sensación del aire frío que
pasaba corriendo por nosotros. Por desgracia, no estaba de humor. Él estaba siendo
un idiota arrogante, y ya tenía suficientes criaturas en mi vida tratando de controlarme.

Al segundo en que mis pies tocaron el suelo traté de meter mi codo en su estómago,
pero no había pensado en la cantidad de poder que me esperaba cuando
llegáramos a la cima de la montaña. Mis piernas inmediatamente se doblaron,
dejándome colgando pesadamente en el brazo de Stefan.

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—¿Es peor aquí? —preguntó.

—Sí —me atraganté mientras luchaba para defenderme del poder que dejaba a mis
rodillas tocando. Extendí la mano hacia todo ser viviente que pudiera encontrar. Mi
mente se extendía hasta la localidad de Ollantaytambo y de su población durmiente.
Su energía se arremolinaba a mi alrededor y nadaba a través de mi cuerpo, sintiendo
que me limpiaba una vez más.

—¿Por qué no puedo sentirlo?

—Porque no has viajado en el flujo —respondí, consiguiendo el control de mis piernas


debajo de mí para que poder alejarme de él. Era una mentira, pero una que se iba a
tragar por ahora. No tenía ni idea de por qué podía sentir la magia de la tierra más
allá del hecho de que yo tenía la habilidad de manipular el fuego. Lamentablemente,
tuve una oscura sospecha de que mi capacidad de manipular el fuego y mi habilidad
para sentir la magia de la tierra tenían poco que ver entre sí. Había algo más que un
día se adelantaría para atormentarme en ese frente, pero por el momento pensé que
la mentira podía hacernos sentir más cómodos.

Stefan lentamente deslizó su mano de mí, como si esperara que me cayera al suelo al
segundo que se apartara.

—El flujo en la tierra es como los Naturi fueron capaces de sacarme de España a
Machu Picchu en un solo día —le expliqué—. Es la única manera en que podrían
haberlo hecho.

No continué explicando que ahora recordaba nuestra llegada a Ollantaytambo.


Vagamente recordaba el sol y mi cuerpo quemándose mientras los Naturi corrían para
encontrar una manera de proteger su premio antes de que fuera reducido a un
montón de ceniza negra. Recordé los gritos y pensar que por fin había descendido al
infierno. Pero no había forma de explicar cómo llegué a estar despierta durante el día,
más allá de la teoría de que era sólo un efecto secundario de la corriente.

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Sin embargo, esas deliciosas contemplaciones fueron dejadas de lado.

—Los Naturi están aquí —anuncié al aire frío de la noche.

—¿Estás segura? —exigió Stefan, con el ceño fruncido. Antes de que pudiera
responder, un único disparo rompió el silencio. Vacilante, la tierra parecía tomar otro
aliento antes de que una lluvia de disparos de un arma automática resonara en el
valle.

—Sí, bastante segura —dije, con sarcasmo impregnado en cada sílaba. Antes de que
la primera bala sonara en la noche, había sentido una perturbación entre los seres
humanos. Sintieron la intranquilidad, como si algo les observara en la oscuridad.
Tirando de su energía, también estaba en sintonía con sus emociones. Había sentido su
miedo pasar al terror al instante cuando se dieron cuenta que se enfrentaban a una
criatura que no podían vencer.

El silencio se había hundido de nuevo. Sin control, yo sabía que las cuatro personas
que habíamos traído con nosotros estaban muertas. Los Naturi acabarían con
cualquier cosa, trazando su camino hacia nosotros. Los humanos eran simplemente un
acto de calentamiento a la masacre que anticipaban en la parte superior de la
montaña a Ollantaytambo.

El sonido de pasos en el borde de la meseta nos puso tanto Stefan y a mi listos para
entrar en acción, pero rápidamente nos relajamos a la vista de Danaus, seguido por
Shelly y Cynnia.

—¿Cuántos? —pregunté con brusquedad.

—Ocho —respondió el cazador, una de sus armas yacía en sus manos. Tiré de la
Browning de la pistolera que llevaba, acunando la pistola firmemente con ambas
manos mientras esperaba que nuestros adversarios llegaran.

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—¿Eso es todo? —Sonaba extrañamente decepcionada por el número. Por supuesto,
después de haber luchado ya con una horda de Londres y otro ejército, mientras
estaba en Creta, yo hubiera pensado que un ejército estaba esperando a destruirme
en Perú.

—Hay más en camino —gruñó, como si me calmara.

—Tú y Stefan bloqueen la puerta de enlace. Yo me encargo de los Naturi —ordené,


mis ojos como dardos pasando del cazador al Nightwalker. Ninguno de los dos parecía
especialmente contento conmigo, pero no discutieron.

—¿Y yo qué? —preguntó Shelly llamando mi atención hacia ella y Cynnia por primera
vez. Se me había olvidado que yo arrastraba a la Naturi y a la bruja de la tierra
conmigo en la pesadilla. Tal vez debería haberlas dejado atrás en Savannah jugando
a las cartas, pero ahora no era el momento para contemplar tales cosas.

—¡Vigila a Cynnia! Ella no debe dejar la cima de la montaña a menos que Danaus o
yo la acompañemos.

—¡No voy a irme de aquí con ellos, ahora! —gritó Cynnia—. Probablemente esos Naturi
pertenecen a Rowe, y yo preferiría no ver a mi cuñado por el momento. No hasta que
al menos uno de nosotros tenga un plan.

—¿La protejo? —preguntó Shelly, llevándome a hacer una pausa en el acto de


volverme hacia Danaus y Stefan. Mis ojos bailaban de la Naturi a la bruja de la tierra,
mi mente era un desorden de pensamientos, ninguno de los cuales tenía sentido en
ese momento, cuando una batalla estaba respirando en nuestra nuca.

—Protéjanse la una a la otra —murmuré.

Cynnia levantó las manos esposadas y yo negué con la cabeza hacia ella.

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—Hay suficiente energía en el aire. Estoy segura de que se te ocurrirá algo.

—¡Hey! —gritó Danaus, por último llevando mi mirada de nuevo a Stefan y a él—.
¿Dónde está esta puerta de enlace de la que has estado hablando? ¿Dónde está la
salida?

—Allá —dijo Cynnia, señalando a sus espaldas. Girando sobre mis talones, seguí a
Cynnia y Shelly a una depresión en la tierra a unos cuantos metros hacia el Oeste.

—Es aquí — confirmó la Naturi.

Danaus y Stefan me miraron, dudando de la veracidad de cualquier cosa que les


dijera uno de los enemigos. Asentí con la cabeza. Era el lugar exacto que yo habría
elegido. La energía era más densa allí. La tierra estaba cubierta de espesa hierba
verde, como si creciera de la tierra más rica y fuera regada todos los días. El resto de la
zona de los alrededores estaba sucia con manchas de pasto y hierbas mezcladas con
piedras grandes. La puerta estaba aquí.

Inmersa en una respiración profunda, centré mis poderes e intenté crear una bola de
fuego que se cerniera sobre la depresión. En cambio conseguí veinte bolas de fuego,
enojadas y crepitantes, diseminadas por la meseta.

—¡Cielos! —murmuré. Había querido decir algo parecido a… ¡Santa mierda! en Griego
antiguo, pero mi boca no estaba funcionando. Me quedé mirando los fuegos
parpadeantes del tamaño de pelotas de baloncesto. No exactamente mis lindas
balizas, por regla general, del tamaño de pelotas de béisbol de luz. Por supuesto,
estaba entre dos fuentes de energía diferentes, y ambas fueron en busca de una
salida. El poder de la tierra había surgido inmediatamente en mi cuerpo, pero era
incapaz de desgarrarme porque yo todavía estaba tirando fuertemente de la energía
del alma en la región. Solo tenía la esperanza de que los Naturi no decidieran acabar
con la aldea cercana para que así ellos llegaran a protegernos.

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Danaus me lanzó una oscura mirada, pero sabiamente mantuvo sus comentarios
sarcásticos para sí mismo. Había estado a mí alrededor lo suficiente los últimos días
para saber que no había tenido la intención de que eso pasara. Me acerqué a él y a
Stefan pero me detuve a varios metros de distancia, no queriendo acercarme más. La
puerta no era más que un círculo oblongo de unos tres pies de diámetro que estaba
ligeramente hundida en la tierra, marcada por la exuberante hierba verde que se
destacaba sobre la roca circundante y la suciedad.

—¿Cómo cerramos la puerta? —preguntó Stefan.

—Tú no —dijo Cynnia, dando un medio paso hacia atrás. Seguí su ejemplo. Pararme
tan cerca del flujo envió una progresiva sensación sobre mi piel, como miles de
hormigas marchando por debajo de mi ropa.

Mantuvo las manos hacia la puerta de entrada, como si las calentara con una
hoguera. No me cabía duda de que ella podía sentir la energía que fluyendo,
atrayéndola, pero hasta ahora ella se estaba comportando.

—Sólo puedes bloquearla de modo que el Naturi no pueda usarla —explicó.

—Tomen algunas de las piedras grandes de las ruinas y apílenlas sobre la abertura.
Hagan una pirámide o algo así. No me importa —grité. Agarré a Cynnia por el hombro
y la aparté de la apertura. No necesitaba preocuparme por ella y una abundante
fuente de poder, incluso si las esposas de hierro se suponían que ahogaban su
habilidad de usar la magia. Sinceramente, dudaba de que el hierro bloqueara
completamente la habilidad, en particular con esta cantidad de energía flotando en
el aire.

—¿Y los Naturi no lo derribarán? —exigió Danaus, con el sarcasmo finalmente saliendo.

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—Estoy seguro de que lo harán, pero espero que no sea antes de la luna nueva —le
gruñí al cazador—. Solo tendrás que traer a algunos de los muchachos de Themis aquí
para protegerlo durante el día.

Danaus abrió la boca para discutir, pero me salvé de tener que escuchar cuando un
dardo Naturi disparado atravesó el aire. Echó la cabeza hacia atrás justo a tiempo
para evitar el veneno en la punta de la mini flecha.

Tres Naturi con ballestas de muñeca llegaron a la cima de la primera meseta,


disparando sus pernos con la esperanza de paralizar a sus víctimas antes de finalmente
dar el golpe de gracia. Esquivé dos flechas dirigidas a mi corazón y descargué la
Browning en los tres antes de que tuvieran la oportunidad de lanzar la siguiente fase de
su ataque.

El Naturi era un desastre, pero todavía respiraba. Mi puntería era patética.

—Tendré que aprender a disparar. —Dejé caer el arma vacía en el suelo con un golpe
seco, saqué la espada corta de la vaina y corrí a su lado. En unos pocos y rápidos
cortes sus cabezas rodaban de sus cuerpos y estaba inmersa en una capa fresca de
sangre.

Un gemido me llamó la atención desde el borde de la meseta. Cynnia estaba detrás


de Shelly, mirando por encima del hombro de la bruja. Sus ojos verdes muy abiertos
brillaban con la luz del fuego. Por un momento algo dentro de mí se sintió en paz.
Finalmente me estaba viendo como el monstruo que realmente era, como la pesadilla
que su pueblo había pintado de mí durante siglos incontables. Bañada en la sangre de
su pueblo, la hoja en una mano y el fuego parpadeante alrededor de mí, yo era la Fire
Starter.

—¡Cuidado! —gritó Shelly.

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Agachándome mientras me volteaba, me las arreglé para bloquear una espada
destinada a entrar en mi espalda. Intercambiamos una serie de golpes de los que
escapé por poco. Finalmente había encontrado mi pelea en un espadachín, pero esa
no era mi mayor preocupación. Mi gran problema era que la lucha de espada le hizo
ganar tiempo a los Naturi para conseguir la meseta. Uno trató de pasar desapercibido
por mí y se adelantó por Danaus y Stefan. Mientras bloqueaba un golpe, saqué un
cuchillo de la cintura y se lo arrojé al segundo Naturi. El cuchillo encontró su espalda,
pero conseguí un corte largo en el estómago mientras fallaba en bloquear el siguiente
movimiento de mi adversario.

—No puedes ganar esta vez, Nightwalker —se burló la Naturi, viniendo hacia mí con
otra ráfaga de golpes que apenas logré bloquear.

Quería hacer algún comentario ingenioso, pero mientras trataba de dar un paso atrás
para evitar otro golpe, mi pie derecho quedó atrapado. Incapaz de mirar hacia
abajo, tiré de él, para encontrar que algo se había envuelto alrededor de ambos
tobillos. Yo estaba atrapada donde estaba. Una Naturi del clan tierra había llegado a
la fiesta.

—¡Lo tengo, Mira! —llamó Shelly desde detrás de mí.

—¡No! Quédate con Cynnia —le grité, tratando de mantener mi enfoque en el cabrón
delante de mí que estaba tratando de cortar mi corazón.

—¿Cynnia? —susurró.

No cuestioné la distracción. Con una puñalada rápida, zambullí la espada corta en su


corazón, atrapándolo por sorpresa. Cayó de rodillas delante de mí, y yo lo aligeré de
su cabeza.

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—¡Mira! —gritó Danaus. Me volví para encontrarle luchando con una Naturi. Tenía la
criatura por las muñecas, luchando por evitar que una daga fuera hundida en su
pecho mientras otro Naturi se acercaba por detrás. Nos estaban sobrepasando.

—¡Lo tengo! —gritó Cynnia, para mi sorpresa. No hubo ninguna advertencia, ninguna
posibilidad de detenerla. Un rayo cayó de lo que había sido un cielo claro sólo unos
momentos antes e inmediatamente incineró a la Naturi furtiva detrás de Danaus. Esto
sorprendió al Naturi que luchaba con el cazador. Se soltó y trató de alejarse unos
pasos, pero no llegó muy lejos. Un segundo rayo cayó, quemando al Naturi hasta las
cenizas en un instante.

Me volví para encontrar a Cynnia sobre sus manos y las rodillas, luchando por respirar.
Corrí y me arrodillé a su lado, con Shelly en el otro lado.

—¿Se encuentran bien? —llamó Danaus, dirigiéndose hacia nosotros.

—Cuidaré de ella. ¡Solo consigue cubrirlo! —grité, rechazándolo. ¡Ocho Naturi, una
mierda! Podrían haber sido sólo ocho Naturi en el área inmediata, pero se habían
tomado el tiempo para despertar a la vida silvestre circundante en su camino a
Ollantaytambo.

Detrás de donde estaba en cuclillas, pude oír una mezcla de gruñidos y el crujir de
piedras pesadas que caían unas sobre otras. La pila se estaba construyendo, pero
necesitaban más tiempo para terminar. También necesitaba que Cynnia se parara si
ella iba a ser capaz de ayudar a defender nuestra posición. Sin embargo, por el
momento en que estaba sobre sus manos y rodillas, lanzando a sus tripas. Shelly se
quedó en silencio, sosteniendo el pelo de Cynnia fuera de su cara mientras que
frotaba una mano suavemente hacia arriba y abajo de su espalda.

—¿Estás herida? —exigí cuando Cynnia finalmente despejaba su respiración,


limpiándose la boca con el dorso de la manga sucia.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Yo… yo los maté —respondió ella con una voz rota—. Maté a mi propio pueblo.

Sabía que era un triste comentario sobre mi propia existencia que mi primer
pensamiento fuera decirle que se acostumbraría, pero prudentemente mantuve mi
boca cerrada por un momento.

Los Nightwalkers hicieron una práctica común de matar a su propia clase. Lo mismo
hicieron los humanos. Pero no todas las razas estaban tan completamente inmersas en
el genocidio como estábamos nosotros.

—Salvaste la vida de Danaus y te lo agradezco —murmuré, lo que la hizo mirarme


finalmente—. ¿Te heriste arrojando ese hechizo?

—Sí —siseó, como si de repente se diera cuenta que tenía que ser un dolor agudo.
Miramos hacia abajo para encontrar que sus muñecas estaban quemadas y llenas de
ampollas, donde las esposas tocaron la carne. El hierro impidió lanzar sus hechizos,
pero al parecer no necesariamente la detenía bajo las condiciones adecuadas. Una
buena cosa para recordar.

Alcé la vista a tiempo para ver a más Naturi llegar a la cima de la meseta. Nuestro
breve descanso había terminado y tenía que volver a la actividad de defender a mis
compatriotas.

—Mantén la cabeza baja y consérvense con vida la una a la otra. Danaus y Stefan
casi están terminando —dije, con la esperanza de que estuviera diciendo la verdad.

Me tambaleé hacia atrás mientras me levantaba. El agotamiento en mis miembros


pesaba sobre mis hombros. Yo seguía tirando de la energía del alma del pueblo y un
poco de Shelly en un esfuerzo por mantener la magia de la tierra entrando en mi
cuerpo, pero estaba convirtiéndose en una batalla perdida. Las bolas de fuego que
mantenía alrededor de la meseta a la luz de la batalla habían crecido en tamaño.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Ellas crujían y estallaban, como si hubieran desarrollado sus propias almas y estuvieran
enojadas.

¿Danaus? ¿Casi has terminado? Le pregunté, llegando mentalmente al único


compañero del que tenía que depender en más maneras de las que yo quería contar.

Pronto.

Podría necesitar tu ayuda.

Ya era hora de dejar la magia la tierra. Estaba cansada de luchar contra esto, y por el
momento, era más potente y más abundante que la magia del alma Estaba aferrada
desesperadamente. Agitando la mano, las grandes bolas de fuego golpearon el suelo
y rodaron por el camino principal hasta las ruinas. Mientras viajaban por el camino,
atrapando a cualquier criatura que adelantaran, me encontré a mí misma
tarareando, El Aprendiz de brujo, como si las bolas de fuego se hubieran convertido en
mi palo de escoba para mandar. Mi cabeza cayó hacia atrás y miré al dosel de
estrellas reaparecer ahora que Cynnia había dejado de lanzar sus hechizos del clima.
La risa brotó en mi pecho mientras escuchaba a los Naturi gritar. Esto casi valió por la
noche de tortura que afronté en sus manos hace siglos. Casi compensaba el hecho de
que yo sabía que iba a ser destruida mañana por la noche, bien por los Naturi o por
Jabari. Casi, pero no del todo.

Me volví para encontrar que la montaña de piedras que los dos hombres habían
construido tenía una base de más de diez pies de ancho y más de ocho pies de alto.
Sólo Stefan podría salir ahora con el montón de rocas en la parte superior, desde
donde podría tomar el aire.

—¿Hay algún Naturi en el área? —llamé, un vacilar se abría paso a través de mi voz
mientras luchaba para contener la energía que se retorcía dentro de mi cuerpo,
buscando una salida. Yo había pensado extinguirlas todas menos dos de las bolas de
fuego con las que Danaus y Stefan estaban trabajando, pero las oscilantes llamas eran
la única forma en que podía mantener el poder de la tierra apaciguado. De lo
contrario, con el tiempo me desgarrarían en pedazos.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Danaus negó con la cabeza mientras se limpiaba la frente con el dorso de la mano,
respirando con dificultad por el esfuerzo. Yo estaba dispuesta a hacer una conjetura
arriesgada de que había tratado de mantenerse a la par con Stefan. Sí, Danaus era
rápido y mitad bori, pero Stefan era un Nightwalker que era casi un Anciano.

—¿Me necesitas? —preguntó, dando un paso hacia mí incluso antes de que


respondiera, pero negué con la cabeza, descartándolo. Tenía que encontrar otra
manera de controlar el poder o me destruiría. No podía confiar en que Danaus o
Jabari estarían siempre cerca para salvar mi culo cuando me encontrara en una
situación que no podía controlar.

Entonces di un paso hacia Cynnia y Shelly, me incliné hacia delante, con los brazos
alrededor mío. La hierba bajo mis pies se rizó y se volvió negra. Era una llama andante,
y necesitaba la ayuda de los Naturi para encontrar una manera para apagarme.

—Ayúdame —jadeé, de rodillas en el suelo delante de ellas—. No puedo detenerlo. El


poder. Está dentro de mí. Corre por mi cerebro.

—Déjalo ir, ves —dijo Shelly, colocando una mano sobre mi hombro, pero rápidamente
se apartó y se tambaleó hacia atrás un paso. Supe que ella debió haber sentido la
carga de energía quemando dentro de mí, buscando una salida. Ella sacudió su mano
y me miró con asombro.

El poder continuaba creciendo dentro de mí, y los árboles que rodeaban la meseta
estallaron en llamas como la yesca seca demasiado cerca al fuego crepitante. Un
círculo de fuego se levantó a nuestro alrededor, alcanzando más de seis pies en el
aire.

—¡Mira! —dijo Danaus, sonando preocupado. Casi no podía sentirlo en la periferia de


mi mente, esperando hasta que no tuvo más remedio que intervenir. En el pasado,
había impulsado sus propios poderes hacia mí, los cuales a su vez expulsaban a los
poderes de la tierra. Pero teniendo en cuenta la energía y el dolor ardiente entonces a

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
través de mí, no estaba segura de que iba a ser lo suficientemente fuerte para
ayudarme a tomar el control de nuevo.

—Tienes que liberar la energía —dijo Cynnia calmadamente—. Tienes que enviarlo de
vuelta fuera de tu cuerpo hacia la tierra.

—¿No crees que he estado tratando de hacer eso? —grité, mi voz rota y fracturada
bajo el peso del dolor cada vez mayor—. Empujo contra la energía con todo lo que
tengo y mi única salida es crear fuego, pero no es suficiente. Tendría que incendiar el
mundo para que finalmente sea suficiente.

—¿Por qué la energía se queda pegada? —preguntó Shelly. Miré hacia arriba para
encontrar su mirada fija en Cynnia, que me estaba frunciendo el ceño.

—Porque ella es una Nightwalker —murmuró la Naturi suavemente. Los golpes de la


energía y el crepitar del fuego hicieron casi imposible para mí escucharla. Pero
entonces no eran sus palabras lo que me desconcertó tanto, fue su tono—. Ella no
tiene una salida para que la magia de la tierra fluya. La magia de fuego, ese pequeña
parte de lo que ella es, parece estar jalando hacia adentro, y no tiene a dónde ir más
que dejarla a través del fuego. Ella necesita una salida para la tierra.

—¿Cómo?

En lugar de contestar, Cynnia se arrodilló ante mí y se inclinó por uno de los cuchillos en
su vaina en mi cintura. Lentamente desabrochó el cinturón de seguridad y colocó una
mano descansando en mi hombro mientras sacaba el cuchillo de su vaina. Encontró
mi mirada, sus ojos muy abiertos nadando en el miedo.

—Por favor, no dejes que me maten —susurró, y luego hundió el puñal en mi corazón.

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Con la misma rapidez, sacó el cuchillo de nuevo y lo dejó caer y a mi al suelo. Golpeé
con un ruido sordo mientras un nuevo dolor irradiaba a través de mi cuerpo entero. El
fuego se extinguió a nuestro alrededor con un repentino zumbido, y ambos Stefan y
Danaus estaban sobre Cynnia en un instante, mientras que Shelly estaba en el fondo
jadeando por aire. Yo estaba en el suelo, sintiendo la sangre fluir de mí y en la hierba
debajo de mi pecho, y con esto, el poder de la tierra, finalmente fluyó de mí.

Volví la cabeza lo suficiente para así no tener hierba pegada en mi boca.

—No lastimen a Cynnia —murmuré, hablando tan fuerte como pude.

Afortunadamente, estaba tratando con criaturas con magnífica audición.

—¡Trató de matarte! —argumentó Stefan, sonando como si estuviera parado en algún


lugar por encima de mí.

—Ella me salvó —le dije, haciendo una mueca mientras Danaus me ayudaba a
colocarme sobre mi espalda. Una herida punzante en el corazón no podía matar a un
Nightwalker, pero podría, definitivamente disminuirnos. Nada menos que la
decapitación o la extracción total del corazón mataría a un Nightwalker. Además de
la inmolación, pero ese destino no era para mí.

Acostada en el regazo de Danaus, cerré los ojos y me centré en las diferentes energías
que ahora podía sentir dentro, alrededor y a través de mí. Allí estaba el alma, o la
llamada energía de la sangre, lo que hizo mi existencia. Estaba fresca y calmante,
llenándome mientras remendaba la herida en mi corazón. Los poderes de Danaus
también fluyeron sobre mí, cauto y preocupado, pero sin buscar la entrada a mi
cuerpo debilitado. Permaneciendo en el exterior, en espera de una invitación, o por lo
menos, de una señal de que yo no estaba sanando como él esperaba.

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Y ahora yo podía sentir el poder de la tierra, cálido y luminoso, fluyendo hacia arriba
desde debajo de mí. La energía pulsaba a mí alrededor y a través de mí como si
tuviera su propio latido del corazón.

El poder parecía fluir de mí tan rápido como había entrado, como si reconociera que
se había metido en una criatura muerta.

—¿Qué? —exigió Stefan en voz fría, trayéndome de regreso hacia el presente y el


dilema que nos ocupaba.

Abrí los ojos para encontrarlo sujetando por el pelo a Cynnia, una hoja de cuchillo
presionando tan cerca de su garganta que un hilo de sangre corría por su cuello. Me
detuve un momento para preguntarme si aún la necesitábamos viva. Había
solucionado mi problema con la magia de la tierra, y tenía la sensación de que Shelly
ahora podría enseñarme a usar esa magia de la tierra. También sospechaba que
mantener viva a Cynnia no me proporcionaría la influencia suficiente sobre Rowe para
detenerlo de llevar a cabo el sacrificio. Por eso, tuve que fiarme de Nyx.

—¡Yo no estaba tratando de matarte! —lloró Cynnia cuando aún tenía que
moverme—. Necesitabas un enlace a la tierra. Los Nightwalkers pierden su conexión
cuando ellos renacen. Su lealtad se basa únicamente en la magia del alma y el bori.

Debajo de mí, sentía flaquear interiormente a Danaus ante la mención del bori, pero
no se movió ni dijo una palabra. El cazador y yo todavía teníamos un par de cosas que
discutir sobre nuestros respectivos orígenes, pero ahora no era el momento.

—Así que, la sangre directamente de mi corazón vertida en la tierra abrió mi conexión


con la tierra de nuevo —dije, dejando que mis ojos se cerraran mientras trataba de
reunir mis fuerzas. La herida no había sido demasiado profunda y en su mayor parte ya
había sanado. Por desgracia, la lucha más temprano, el tira y afloja entre las dos
energías, y la pérdida de sangre, me habían dejado agotada y en necesidad de una

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comida fresca—. Fue una conjetura afortunada —murmuré, la mitad de mi boca
formó una extraña sonrisa.

—No era una suposición —dijo sin aliento.

—Stefan, puedes ponerla en libertad. Ella no me mató —dije con voz cansada. Abrí los
ojos para encontrar Cynnia frotando su cuello, la mano derecha cubierta con mi
sangre.

—No era del todo una conjetura —admitió con una mirada amarga—. Yo sabía que
necesitaba una manera de regresar su sangre a la tierra. Necesitábamos abrir la
puerta de enlace. Solo estaba esperando no matarte en el proceso.

Me atraganté con una risa, lo que me permitió cerrar los ojos. Con un suspiro, recorrí el
área alrededor de mí por hábito, vigilando a todos durante mi estado de debilidad.
Me di cuenta de algo extraño entonces. Sentí moverse a Cynnia, sentí su caminar
alejarse de mí y acercándose a Shelly, poniendo una cómoda distancia entre ella y
Stefan.

Tenía ganas de gritar de alegría y reír como una loca. En lugar de eso tuve que
conformarme con apretar la mano de Danaus y morder mi labio inferior mientras me
colocaba en una posición vertical con los ojos todavía cerrados.

¿Qué? Preguntó en mi cabeza.

No sé de qué estás hablando. Negué, pero las palabras llegaron tan rápido que fue
demasiado vertiginoso.

Estás demasiado malditamente feliz por algo.

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Posiblemente porque aún estoy viva.

No. Dime, o voy a encontrarlo por mi cuenta. Dijo, amenazando con ir hurgando en
mis pensamientos. No estaba segura si realmente tenía la capacidad de hacer tal
cosa, pero en mi estado de debilidad no estaba dispuesta a ponerlo a prueba.

Puedo sentir a Cynnia al lado de Shelly. Admití, deliberadamente frotándome los ojos
cerrados.

Danaus permaneció en silencio durante un par de segundos y luego sus manos


apretaron las mías con sorpresa.

¿Puedes sentirla? ¿Sin mi ayuda? ¿Puedes sentir a alguno de los otros?

No sé. Estoy demasiado cansada y esto puede ser una cosa temporal relacionada con
estas circunstancias específicas.

Entonces abrí los ojos y volví la cabeza para mirar al cazador, con una sonrisa cada
vez mayor en mi cara pálida y teñida de sangre.

Pero ¿no sería maravilloso si pudiera?

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CAPÍTULO 22
Traducido por Silvery

Corregido por Kanon ♪♫♪

Bertha estaba cubierta de sangre cuando llegó a Ollantaytambo unos minutos más
tarde. La Nightwalker parecía pálida con la tenue luz de las estrellas, mientras sus ojos
emitían un intenso azul. Su bonito pelo
pelo rubio estaba manchado con sangre y sus ropas
tenían una variedad de nuevas rasgaduras y descosidos.

—¡Estamos
¡Estamos siendo atacados por los Naturi! Están intentando quitarnos el refugio —gritó
antes de que sus pies tocaran el suelo delante de Stefan. Un segundo
segundo Nightwalker
aterrizó directamente detrás de ella, y tenía peor aspecto. Era fácil suponer que la
batalla por el refugio no estaba yendo bien.

Con la ayuda de Danaus, me puse de pie y caminé hasta donde permanecían los tres
Nightwalkers.

—¿Qué está ocurriendo? —pregunté,


—pregunté, liberando mi agarre de su brazo de manera que
me vi forzada a levantarme por mí misma. Estaba débil, pero necesitaba reunir la poca
fuerza que me quedaba para la lucha que aún teníamos por delante.

—Empezaron
Empezaron a atacando solo unas hora
horass después de que llegáramos al refugio —
explicó Bertha, moviendo rápidamente sus ojos hacia la mancha de sangre en frente
de mi camisa antes de encontrarse de nuevo con mi mirada—.
mirada . Han intentado rodear
el lugar con fuego dos veces y nos las hemos arreglado para detenerlos, pero nos
están debilitando.

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—Tenemos que abandonar el refugio —interfirió el segundo Nightwalker—. El
amanecer está a sólo un par de horas y no tenemos forma de protegerlo durante las
horas del día. Seremos masacrados mientras dormimos.

Eché una mirada a Danaus por un momento, sabiendo que él estaría dispuesto a
defenderme mientras yo dormía. Me había protegido durante el día en el pasado,
pero el noble cazador no era nada en comparación con la horda de Naturi que nos
esperaba. Eso explicaba por qué solamente ocho Naturi habían sido enviados para
observar lo que estábamos haciendo en Ollantaytambo. Su principal preocupación
era destruir el contingente enviado al refugio.

—No podemos retroceder —dije con un movimiento de mano—. Si intentamos


conservar cualquier otro emplazamiento fuera del Valle Sagrado, nunca alcanzaremos
la cima de Machu Picchu a tiempo para detener el sacrificio. Éste es su plan.
Destruirnos o retrasarnos.

—¿No podemos utilizar a ésa de algún modo? —preguntó Stefan con una sacudida
de su cabeza hacia Cynnia. La joven Naturi dio un paso hacia atrás, escondiendo sus
manos manchadas de sangre detrás de su espalda.

—¿Ella es Naturi? —preguntó Bertha. Su labio superior se curvó con la pregunta,


dejando ver un brillo de sus blancos colmillos.

—Ella me pertenece —dije, yendo a plantarme entre Bertha y Cynnia—. Una carta de
intercambio que espero poder usar próximamente.

Al instante Bertha retrocedió instintivamente, dando un paso atrás y levantando sus


manos, indicando que no tenía ningún desacuerdo conmigo.

—Puede que te estés quedando sin tiempo. ¿Podrías estar a tiempo de usar tu carta
de negociación?

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—Creo que ella puede ser útil —dije, asintiendo, luego miré por encima de mi hombro
a Stefan—. Necesito algo de ti para hacer este trabajo.

Una sonrisa cruel se retorció en sus labios e inclinó su cabeza.

—¿Qué deseas de mí, gran Anciana?

Correspondí a su sonrisa e incliné también la cabeza. No quería invocar mi status como


miembro del Aquelarre, pero si así era como Stefan iba a ponerse en marcha,
representaría mi papel.

—Necesito que pongas una Marca en el refugio como último recurso.

Stefan se tambaleó dando un paso atrás, con sus manos convertidas en puños a
ambos lados. Bertha también jadeó, pero yo no estaba sorprendida al ver que el otro
Nightwalker no reaccionó. Era demasiado joven para saber lo que era una Marca. Yo
no había oído de alguna puesta en varios siglos.

—Mira, yo…

—Sé que sabes cómo hacerlo, Stefan. Estudié bajo la mirada de Jabari y seguí al
Aquelarre durante siglos. Puedo nombrar a cada Nightwalker que puede realizar una
Marca. Lo haría yo misma, pero sólo sé los mecanismos. En realidad nunca he hecho
ninguna. Tú sí, con éxito.

Su dura mandíbula estaba apretada con fuerza, lo cual hacía que su rostro pareciera
esculpido en piedra.

—¿Cómo último recurso? —preguntó al final.

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—Tengo un par de trucos más bajo la manga —dije, lanzándole una sonrisa abyecta—.
Pero necesitamos empezar. Nos estamos quedando sin noche, y todo debe estar
establecido antes de que salga el sol.

—Entonces vámonos fuera —proclamó, barriendo un fuerte brazo por debajo de mis
piernas cuando me recogió en sus brazos.

—¡No sin Danaus! —grité, pero ya estábamos yendo por los aires. Intenté retorcerme en
el agarre de Stefan pero me sostenía demasiado fuertemente y la posición era
complicada.

—No te preocupes —me reprochó, burlándose de mi inquietud—. Bertha verá que el


cazador llegue al refugio a salvo.

—¿Y Shelly y Cynnia?

—Todos llegarán a salvo solo unos segundos detrás de nosotros —dijo calmadamente
cuando atravesó a toda velocidad el cielo nocturno.

El aire era frío. El viento azotaba nuestras ropas y se deslizaba por mi pelo cuando
cruzamos la vasta distancia negra hacia el refugio que estaba ya bajo asedio.

—Me sorprende que quieres a los otros cerca si planeas una Marca —dijo Stefan
después de un momento de silencio—. Parece que cuidas de ellos. O como mínimo,
parece que quieres que permanezcan vivos un poco más de tiempo.

—¿Se deben tomar precauciones para que no resulten heridos? —dije cuando ceñí
mis brazos más fuertemente alrededor de su cuello y me arrebujé contra su enorme

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cuerpo en un intento de evitar algo de viento—. Es un riego, pero no tenemos elección
en este asunto.

—Hay quien dice que tienes la misma opinión de tu lugar en el Aquelarre —dijo, con su
acento francés volviéndose más evidente cuando su enfado borbotó hasta la
superficie—. Que no tuviste elección en ese asunto.

Le bufé, trazando su oscura mirada plateada hasta mi cara.

—No lo quería. Aún no lo quiero. Hice lo que pensé que tenía que hacer en ese
momento para proteger a nuestra gente. Si pudiera pasarte la silla a ti ahora mismo, lo
haría, pero no puedo. Jabari no lo permitiría nunca.

—La palabra era que tú y Jabari estabais… separados —dijo después de una pausa
prolongada, como si estuviera buscando la palabra correcta para describir mi actual
aborrecimiento por el Anciano.

—Estamos… separados, a pesar de que el Nightwalker ha encontrado un nuevo uso


para mí, como miembro del Aquelarre. Y ahí permanezco todavía, en el Aquelarre,
hasta que alguien me mate o… —me paré, dejando la frase flotando en el aire detrás
de nosotros.

—¿O…? —insistió Stefan, con sus manos apretándome. Yo tenía la respuesta.


Necesitaba saber cómo de desesperado estaba por conseguir el sitio en el Aquelarre.

—O mate a Jabari —terminé.

—Ahhh… así que esa es la manera en que sopla el viento —rió Stefan entre dientes,
soltando su agarre.

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—¿No estás para nada sorprendido? —pregunté. La guerra entre Jabari y Macaire
parecía haber durado siglos. Al menos, había existido durante el tiempo que yo había
sido una Nightwalker. Y al final, quizás yo era la causa de la grieta entre Macaire y
Jabari. Pero sea por la razón que sea, la guerra sólo terminaría cuando uno de los dos
Nightwalkers estuviera muerto. Mi única meta cuando la guerra llegara al Aquelarre
era evitar que se convirtiera en una víctima de la guerra, como Tabor, el Nightwalker
cuyo sitio ahora ocupaba yo.

Nuestra conversación terminó cuando nos acercamos al refugio en la oscuridad. Los


fuegos titilaban alrededor del edificio y en lo que parecían ser jardines que buscaban
la gran ciudad inca. El Refugio Santuario habría sido un delicado oasis en medio del
exuberante paisaje que nos rodeaba, pero en cuestión de unas pocas horas, teníamos
que reducirlo a un mero campo de batalla.

—¡Déjame caer aquí! —ordené cuando volamos cerca de la fachada del edificio.

Stefan obedeció al instante cuando dos Naturi con alas de mariposa fueron como un
rayo hacia él, con espadas preparadas. No necesitaba sus manos ocupadas conmigo.

Cuando caí, rápidamente cogí mi espada corta y mi pequeño cuchillo,


permitiéndome acuchillar al primer Naturi que encontré mientras golpeaba el suelo.
Había matado dos Naturi más cuando sentí a Danaus a mi lado. No estábamos
ganando esta batalla. Los Naturi eran demasiado y demasiado fuertes. El poder de la
tierra los estaba haciendo más rápidos, más difíciles de matar de lo que yo recordaba.
Necesitábamos un truco nuevo si finalmente íbamos a terminar esto.

—¿Dónde está Cynnia? —pregunté a Danaus cuando esquivé un golpe repentino que
aspiraba a rebanar mi cabeza.

—Shelly la está llevando adentro.

—Ve a alcanzarla. Necesito hablar con Rowe.

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Danaus no dijo nada, pero desapareció por mi lado, y fue asombrosamente


reemplazado por Stefan.

—¡Rowe! —grité cuando despaché al último Naturi que me atacaba. Colocando mi


mano en el enorme pecho de Stefan, lo obligué a dar un paso atrás. Un segundo más
tarde un anillo de fuego emanaba alrededor del refugio, cortando a través del jardín e
iluminando el área de gravilla del aparcamiento. El poder vino más fácilmente de lo
que había esperado. La energía del alma y la tierra fluía a través de mí de forma
constante ahora, provocando que el fuego ardiera más abrasador y más radiante de
lo que nunca lo había hecho. Los Naturi atrapados dentro del anillo fueron
rápidamente masacrados por los de mi especie, pero también lo fueron los pocos
Nightwalkers atrapados por afuera de las llamas.

—¡Exijo hablar con Rowe! —volví a gritar. Mi voz sonó clara en el frío aire de la montaña
ahora que el sonido de la batalla había cesado.

—Aquí mismo —anunció el Naturi de un solo ojo cuando caminó hacia delante de la
multitud de los Naturi que permanecían en pie justo por detrás del límite de las llamas.
El fuego no mantendría a raya a aquellos del clan del viento, puesto que podían volar
fácilmente por encima de las llamas de cinco pies de alto, pero entonces, eso era
solamente una tregua provisional de tal manera que los dos bandos pudieran hacer
algunas advertencias antes de regresar al trabajo.

—Creía que sugerí que tú no deberías traerte a tu gente a Machu Picchu —dije,
maldiciendo interiormente a Danaus y su lentitud.

—La puerta se abrirá —dijo Rowe—. Y estaremos contentos de acabar contigo esta
noche si lo prefieres. ¿No creerás que este pequeño fuego nos mantendrá alejados,
verdad? —Cuando hablaba, dos Naturi con el pelo rubio pálido se adelantaron y
levantaron las manos. Las llamas alrededor del refugio vacilaron y crecieron
lentamente, amenazando con apagarse completamente.

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Con un gruñido, llegué al interior, cogiendo más energía de la tierra dentro de mi
cuerpo, reduciendo la velocidad de su fluir de vuelta a la tierra. Las llamas brillaron de
nuevo, alcanzando otra vez su altura anterior, y luego fueron más altas. Podía sentir a
las dos Naturi del clan de la luz combatiéndome, empujando contra las llamaradas,
pugnando por extinguirlas.

Mis ojos se cerraron con fuerza y excavé más hondo de lo que lo había hecho antes. El
poder de la tierra se inflaba en mi interior, combinándose con mi habilidad natural
para manipular el fuego. Focalizando toda mi atención, dejé caer las llamas alrededor
del refugio durante un único segundo. Al mismo tiempo, moví mis manos hacia las dos
Naturi rubias. Las mujeres, con sus delgados y ágiles cuerpos y sus ojos almendrados,
ardieron en llamas instantáneamente, provocando que Rowe gritara y saltara
alejándose de ellas.

Al segundo siguiente, las llamas rodeaban el refugio rugiendo de nuevo. Me las había
apañado para coger a las dos Naturi por sorpresa, cuando esperaban que hubiera
gastando toda mi energía en mantener mi defensa, no en atacar. Esperaba que Rowe
no estuviera dispuesto a sacrificar a más miembros del clan de la luz, porque dudaba
que fuera capaz de hacerlos caer en el mismo truco otra vez. Ahora yo era más fuerte,
pero no lo suficiente como para continuar enfrentándome a múltiples Naturi del clan
de la luz.

—Este fuego os mantendrá afuera por ahora —dije con una siniestra sonrisa—. Envíame
a tu clan de la luz, y los quemaré como cizaña seca.

—¡Os estáis quedando sin tiempo! —argumentó Rowe, decidiendo cambiar sus
tácticas cuando se dio cuenta de que un asalto directo no funcionaría ahora que yo
tenía una habilidad completamente nueva—. Pronto saldrá el sol.

—Cierto —dije asintiendo, y entonces puse mi mano detrás de mí, agarrando


fuertemente a Cynnia cuando Danaus la trajo hacia delante—. Y te estás asegurando
de que será el último amanecer que vea la hermana de Aurora.

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Sacudí con fuerza a Cynnia hacia delante de tal modo que estuviera a mi lado, con la
luz del fuego bailando en sus rasgos esculpidos y en su pálida piel. Estaba salpicada
con sangre y sus ropas estaban sucias y raídas.

—¡Nia! —oí que gritaba una mujer.

Entonces Nyx empujó a través de la multitud hasta ponerse al lado de Rowe, con sus
ojos muy abiertos y asustados.

—¡Nyx! —lloró Cynnia, con un paso tambaleante hacia delante. A duras penas la
agarré por un mechó de pelo y la mantuve cerca de mí.

—Ofrezco un canje —dije—. Tú te alejas del sacrificio y yo dejo a la pequeña Nia libre.

—¡Qué! —me gritó Rowe con frustración. La mano que sujetaba la espada tembló con
su furia, pero no dijo nada más. No tenía duda de que Nyx había estado
presionándolo para dar con una forma de liberar a Cynnia, y supe su plan en el
segundo en que sus ojos se deslizaron hacia el cielo. Planeaba simplemente
esperarnos fuera y cogerla.

Danaus caminó a mi lado, con un arma en cada mano, listo para retomar el ataque,
pero también sabía que no habría otro ataque hasta que el sol saliera. Y entonces
estarían él y Shelly sólo contra el ejército de Naturi. Los Naturi rebanarían a cada
Nightwalker hasta que estuviéramos todos muertos, y entonces liberarían a su
caprichosa princesa.

No tenemos elección. Sus palabras danzaron a través de mi cerebro como una brisa
fría, cogiéndome por sorpresa. Pensé que tendría que convencerlo de ello. Pensé que
tendría que suplicar e implorar al cazador para usar nuestros poderes para destruir a
los Naturi que esperaban para matarnos a todos.

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También matará a Cynnia, me encontré diciéndome a mí misma antes de que pudiera
parar el pensamiento. Había empezado a acostumbrarme a tenerla alrededor. Había
salvado mi vida esa tarde cuando me apuñaló en el pecho. Había empezado a
pensar que posiblemente la pondría en libertad y le permitiría vivir el resto de su
solitaria vida en paz con algunos otros de su gente.

—Lleva a Cynnia de nuevo a dentro —dijo Danaus, mirando por encima de su hombro.

Shelly dirigió a la temblorosa Cynnia lejos.

—No quiero volver a hacerlo otra vez —admitió Danaus al final. En ambas manos,
todavía agarraba las espadas, listo físicamente para atacar a sus enemigos si yo
reducía las llamas tanto como una pulgada.

Si los destruimos ahora, no habrá sacrificio. Ninguna puerta que cerrar de nuevo.

Danaus dejó caer el cuchillo de su mano izquierda y agarró mi brazo. Por el rabillo del
ojo vi a Stefan dar un amenazador paso hacia adelante, moviéndose para ponerse
entre el cazador y yo. Un movimiento de mi mano lo mantuvo a distancia, pero sólo
por poco. Mantendría su palabra de protegernos tanto a Danaus como a mí, pero eso
no significaba que no pudiera ponerse un poco borde con el cazador.

Algo más que las palabras de Danaus vibró a través de mi cabeza. Podía sentir su
horror y su repulsión hacia el pensamiento de lo que había ocurrido de vuelta en
Blackbeard Island. Habíamos estado desesperados. Acorralados en una esquina,
rodeados por los Naturi, él y yo habíamos estado de acuerdo en hacer un último
esfuerzo con nuestros poderes. Había cogido mi mano con la suya, mientras impulsaba
sus poderes hacia mi cuerpo, blandiéndome como si fuera un arma del Infierno. En
Themis, fue un accidente. No nos dimos cuenta de que lo que éramos capaces. A
pesar de todo, en la isla, atrapados y atemorizados, sabíamos lo que estábamos
haciendo cuando los matamos a todos. Sentimos cada alma siendo aplastada en una
fría y desolada nada. Destruimos sus almas.

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No. Yo tampoco quiero esto, Admití con suavidad, dejando caer mi cabeza hasta que
sólo pude ver su pecho.

Nunca más.

Podemos hacer esto. Presioné. Todavía estaba convencida de que había otra manera
de usa la conexión entre nosotros. Tenía que haberla. Tenía que haber un modo de
usa ese poder más allá de la mera destrucción de almas. Respecto al control.
Teníamos eso.

Mira…

Pude sentir que empezaba a vacilar. Sabía que esta era nuestra mejor y única
oportunidad de sobrevivir al día. Teníamos que hacer esto. Si los parábamos por la
noche, no habría marcha a Machu Picchu mañana por la noche.

Danaus liberó mi brazo pero no dio un paso atrás cuando continuó mirándome. No me
quería en su cabeza cuando valoraba lo que yo había dicho. Podía preocuparse
menos si Jabari o cualquier miembro del Aquelarre intentaba matarme una vez que yo
completara la tarea que me habían ofrecido. Claro, probablemente querría tener el
honor de rebanarme la cabeza, pero la muerte era la muerte para él. Pero me
gustaba pensar que él también se daba cuenta de que nuestra mejor oportunidad de
derrotar a los Naturi era atacándolos ahora, no intentando armar una ofensiva en
Machu Picchu.

—Vayamos despacio —dijo Danaus finalmente.

—En eso no hay discusión —dije, tratando de no sonar demasiado aliviada.

—Sólo los Naturi de Perú —continuó.

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Intenté no reírme con su tono. Era a su conciencia a quien estaba intentando


apaciguar.

—Tú eres el del asiento del conductor. Yo sólo soy el arma —repliqué, sin resentimiento
resbalando entre mis palabras.

—Mira, ¿qué pasa aquí? ¿Qué estás planeando? —intervino de repente Stefan. Había
olvidado que el Nightwalker estaba todavía allí de pie. Pero ahora mismo no
importaba. Él no importaba. Sólo estaban Danaus y los Naturi.

—Vamos a deshacernos de los Naturi —murmuré, levantando mi mano hasta que


revoloteó por encima de Danaus y de mí.

Respirando profundamente, Danaus enrolló sus largos dedos alrededor de mí. Por un
momento sólo estuvo su calidez. La fuerza de su mano agarrándome era
tranquilizadora, reconfortante de una manera intensa que no había sentido durante
mucho. Durante esos pocos segundos, el mundo y todas sus amenazas se largaron
porque había alguien dispuesto a mantenerse en pie conmigo.

Y entonces grité. El dolor era insoportable, quemando más deslumbrador que el fuego
que me rodeaba, más reluciente que el sol que yo ahora sólo estaba comenzando a
recordar. Mi espalda se arqueó y mis piernas temblaron cuando los músculos y los
huesos se astillaron y explotaron dentro de mí. Podía sentir el poder de Danaus, pero el
poder de la tierra estaba combatiéndolo a su vez. Ambos estaban excavando
profundamente en mi interior, luchando por dominar. No estaba apuntando hacia las
etéreas almas de los Naturi que nos rodeaban. Sólo estaba el blanco y cegador dolor.

¡Apunta! Ordenó Danaus, pero casi no pude oírlo por encima del rugido de mi cabeza.

Me alargué, podía ver a los Naturi estallando en llamas delante de mí como habíamos
planeado. La energía estaba creciendo demasiado intensamente. Separé mi mano

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de Danaus y caí de rodillas. Las estrellas bailaban delante de mis ojos y luché para
permanecer consciente. Las llamas delante de mí se hicieron más abrasadoras,
volviéndose de un aterrador azul sombrío. La energía que fluía dentro de mí tenía que
salir adonde fuera.

—¿Qué pasó? —preguntó, arrodillándose delante de mí. Toscamente agarró mis


hombros y me obligó a encontrarme con su intensa mirada—. Siento algo diferente. no
estoy bajo control. Algo dentro de ti está combatiéndome. ¿Cynnia te hizo esto? —
susurró esto último, pero no tenía ninguna duda de que Stefan lo había oído.

—Nuestra última oportunidad fracasó —murmuré, después incliné la cabeza para mirar
a Stefan, que estaba de pie detrás de mí—. Tenemos que alcanzar nuestro último
recurso.

—La Marca.

Alcé la mano hacia él.

—Te ayudaré.

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CAPITULO 23
Traducid por dani.shawn
Traducido

Corregido por Virtxu

L os largos dedos de Stefan se deslizaron entre los míos en una lenta caricia antes
de empujarme sobre mis pies. El siguió sosteniendo mi mano en silencio un
segundo más antes de liberarme.

—Las
Las preparaciones neces
necesitan ser hechas —dijo él—.. El perímetro necesita ser
revisado. El…

—Será tratado —le le corté de repente, plenamente consciente de que todo debía
realizarse en un período muy corto de tiempo
tiempo—.. Danaus, ve y busca a Shelly. Dile que
aplique en Cynnia otro hec
hechizo
hizo de sueño. Es la única forma de protegerla.

El cazador pareció vacilar y no le culpé. Los Naturi eran persistentes más allá de la
barrera de llamas azules, el sol amenazaba con aparecer pronto y yo tenía que tratar
un conjuro extraño con un Nightwal
Nightwalker
ker al que no le tenía mucha simpatía. Pero
finalmente Danaus desapareció en el interior del albergue para buscar a la bruja de la
tierra y a la princesa Naturi. Hecho.

Girando hacia mi izquierda, dejé los dedos de mi mano derecha bailar a través de las
llamas
lamas como si yo estuviera alejándolas de caer en el agua. Al mismo tiempo, Stefan
tomó mi mano izquierda en su mano como si estuviéramos paseando alrededor del
perímetro cercado por las llamas. Los luchadores Naturi nos pasaron al completar
nuestra caminata.ta. Si alguien se acercaba demasiado a nosotros, el fuego entre
nosotros reflejaría y alejaría al adversario hasta que se alejaran.

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Mientras caminábamos, pisoteamos las frágiles orquídeas y helechos que llenaban el
área del jardín. Caminamos por todas las partes que el fuego había tocado, y nuestro
poder individual de la magia especial de nuestra sangre llenaba el aire mientras
establecíamos un perímetro que esperábamos que el Naturi no fuera capaz de cruzar
cuando el sol finalmente apareciera por el horizonte.

—Te has dado cuenta de lo que esto implica, ¿no? —preguntó Stefan al acercarnos a
nuestro punto de partida.

—El hechizo dejará una marca en mi alma —dije con un movimiento de mi cabeza.

—Una mancha que todos los bori verán —dijo él en voz siniestra.

Le lancé la sonrisa que él estaba tratando tan difícilmente de ganar con su dramático
tono. El hechizo que estábamos intentando era básicamente llamado Soul Sucker
[succionador de almas]. Había sido creado centenares de años atrás por Nightwalkers
que protegían sus horas de día de cualquier Naturi que pasara. Cualquier criatura
moviéndose sin el hechizo por el perímetro tendría la energía de su alma drenada de
su cuerpo hasta que muriera. El hechizo crecía en poder por sí mismo—mientras más
almas absorbiera, más fuerte se volvía. En este caso, estábamos contando con ello,
considerando que teníamos una numerosa cantidad de Naturi esperando para atacar
en el momento en el que el sol saliera.

El hechizo había adquirido también el nombre de Mancha cuando todavía había bori
en el planeta. Mientras más eran asesinados por el hechizo, mientras más almas eran
drenadas, la oscuridad que la mancha dejaba en tu propia alma, te hacía ante los
ojos de los bori muertos un poderoso Nightwalker. Estaba también la teoría de que el
creador del hechizo se convirtió en un depósito de energía de las almas, algo que el
bori no solo ansía, sino que sobrevive de ello.

Cuando el bori reinaba en la tierra, la Mancha era un hechizo de último recurso. Era
lanzado cuando estabas completamente desesperado, aterrado de ser descubierto
durante las horas del día. Porque aunuqe te protegía durante el día, durante la noche
podrías encontrarte bajo la oscura mirada de los bori, y eso era algo que ningún

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Nightwalker quería. Nadie quería ser presentado ante su creador y a la correa que
ellos tenían.

Pero entonces, había pasado mucho tiempo desde la última vez que había sido
utilizado. Detuvimos su uso cuando los dos, bori y Naturi fueron encerrados y pudimos
encontrar otras maneras más adecuadas y seguras de protegernos a nosotros mismos
durante las horas del día. Había un peligro con el hechizo de la Mancha—no era
particular a las almas que atacaba. Atacaba a cualquier cosa que pasara cerca del
perímetro sin él—Naturi, bori, o humano.

Ahora, cuando cerramos el perímetro, Bertha se alejó un paso, con George colgando
justo al lado de su hombro.

—Ellos dicen que estas realizando un hechizo Sould Sucker —dijo ella, sus ojos bajaron
hasta nuestras manos unidas por un segundo.

—Es la única manera de protegernos durante el día. No podemos irnos de aquí en este
momento. La salida del sol es en menos de una hora.

—¿Qué si ellos incendian el lugar? —preguntó George.

—Tengo algo para eso también —dije, atrapando un vislumbre de Shelly saliendo del
frente del la casa, con Danaus siguiéndola tras ella—. ¿Puedo dejarte preparando? —
Pregunté, mirando a Stefan—. Tengo unas cuantas cosas que necesito arreglar.

—No entiendo que es lo que vas a hacer con ellos —dijo Stefan, soltando mi mano—.
¿Estrujarlos a los dos y rezar que se queden quietos hasta el amanecer?

—No del todo —me burlé, y luego caminé hacia la casa donde los demás esperaban.
La tensión en el aire se sentía por momentos. El sol se acercaba, y todos los
Nightwalkers podíamos sentir la muerte cercana de la noche. Naturalmente, los que

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sobrevivían al ataque inicial del Naturi habían comenzado a vagar cerca del
albergue, ya que ofrece cobertura de los rayos del sol, incluso si era una trampa mortal
para sí mismos.

Al mismo tiempo, los Naturi había empujado sus líneas sobre Rowe, quien estaba varias
yardas lejos de las llamas azules. Sus ojos nunca se alejaron de mí mientras me movía
en la gran área cerrada. Me pregunté si él sabía lo que yo estaba planeando. ¿Había
visto alguna vez un hechizo Soul Sucker? Incluso si lo había hecho, ¿estaba dispuesto a
lanzar a todos los Naturi contra nosotros con esperanzas de matarnos cuando éramos
más vulnerables? Esperaba que no. El tipo de poder creado por el hechizo, sin duda,
brillaba como un faro para algo oscuro y tenebroso que estuviera en la tierra.

Shelly estaba pálida y temblando en el frío aire de la noche cuando finalmente llegue
a su lado. Los Nightwalkers que pasaban miraban a la bruja de la tierra con ojos
entrecerrados y hambrientos. Había sido una larga noche, una larga batalla, y ella
representaba una rápida, cálida cena.

—Cynnia está segura durmiendo en el sótano —dijo Shelly—, pensé que sería mejor si
era colocada lo más posible a nuestro alcance.

Yo le lancé una sonrisa forzada, y asentí con la cabeza, resistiendo la tentación de


acariciar a la bruja en el hombro. Entre la lucha en Ollantaytambo y ahora la zona de
guerra que rodeaba al Santuario, yo estaba dispuesta a apostar que ella estaba
sobrecargada.

—Bueno, no te preocupes, tu trabajo está casi terminado. Solo necesitas completar un


par de tareas más.

—¿Y entonces qué? —demandó, dando un paso atrás, así ella estaba parcialmente
oculta tras la descomunal figura de Danaus.

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—Entonces te vas a dormir. Sólo duerme. Ha sido una larga noche y te has ganado un
poco de sueño —dije tranquilamente. Mi voz se hundió en tono hipnótico, e incorporé
la idea de dormir en lo más profundo de su cerebro. Sabía que tendría que recalcar
sobre esta llamada más tarde en la noche.

—Oh. —La palabra se le escapó en voz baja, pero me di cuenta de que todavía no se
había movido detrás de Danaus.

—Necesito que hagas un hechizo de protección para todo el Santuario. Necesito que
te asegures de que no se queme —dije—. Estoy suponiendo que conozcas un hechizo
para eso.

—Por supuesto. —Shelly se acercó de nuevo, con el mentón más arriba por la idea de
que ella podría no estar familiarizada con uno de los más básicos hechizos. Se trata
simplemente de unas simples palabras mágicas y un símbolo escrito en cenizas sobre el
lugar que uno desea proteger. Era tan básico que hasta yo sabría cómo llevarlo a
cabo. Todos los Nightwalkers lo sabían. El hechizo no permitiría que la estructura se
quemara.

—Bueno, revisa todo el lugar de arriba abajo. Haz que algunos pocos Nightwalkers te
ayuden. Necesitamos esto hecho lo más rápido posible —dije, alzando la voz un poco
para que los oídos de los Nightwalkers a pocos metros pudieran escucharme—. No te
preocupes, nadie te tocará, ni mucho menos.

Ahora había lanzado la promesa al aire con un toque de amenaza.

Shelly se movió nerviosamente y asintió con la cabeza hacia mí, dio media vuelta y
volvió a entrar en la penumbra de la casa.

—¿Será suficiente? —preguntó Danaus, después de un minuto en silencio fuera de la


casa—. ¿Los hechizos en los que estás trabajando?

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—El hechizo del fuego les disuadirá de acercarse, creo sinceramente que si no, será
nuestro último recurso —dije poco a poco. El ligero crecimiento ya estaba en mi, y de
repente me encontré a mí misma anhelando mi cama de nuevo en Savannah—. Su
primer objetivo será tratar de recuperar a Cynnia viva, lo que significa ir más allá del
hechizo que Stefan y yo estamos creando.

—¿La Mancha? —Dijo.

Asentí con la cabeza, luego le hice señas para que me siguiera al albergue.

—El hechizo succiona las almas hasta llegar a agotar la energía de cualquier criatura
que entra en el perímetro que Stefan y yo hemos creado. Cuando salga el sol, el fuego
se apaga, pero el perímetro marcado no.

—¿Va a ser capaz de manejar a muchos Naturi? —preguntó, detrás mío mientras lo
llevaba al sótano.

—Lo hará. Crece en poder con cada uno que mata. Después de un tiempo Rowe se
dará cuenta y dejará de enviar Naturi. Me imagino que el tendrá alguna solución para
entonces, pero será difícil que trate de quemar el perímetro de la tierra ahora que
tenemos a Shelly ayudándonos.

Me pausé frente a Cynnia, quién yacía enrollada en posición fetal en el frío piso de
concreto. Shelly había esbozado un circulo a su alrededor y hecho los símbolos
apropiados en tiza azul. Acompañado de una cúpula azul sobre la Naturi,
protegiéndola, manteniéndola sin moverse hasta que finalmente la liberáramos.

—No pensé que los Nightwalkers fueran usuarios mágicos —dijo Danaus, estando a mi
lado.

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—Comúnmente no lo somos. Tenemos suficientes habilidades especiales como
velocidad, fuerza, y visión nocturna para mantenernos delante de nuestros enemigos.
Sin embargo, encontramos interesante aprender algo de defensa mágica. Muchos de
nosotros sabemos cómo protegernos a nosotros mismos de ser prendidos fuego
durante el día o quizás construir una barrera como la que Shelly y Cynnia hicieron la
noche pasada. No nos importa aprender magia si es usada para atacar. Porque la
magia drena nuestras almas. Nos debilita. La magia defensiva es menos absorbente
de sostener que un hechizo ofensivo. Además, ¿no crees que un Nightwalker tenga
demasiada ventaja en una pelea?

—No contra un brujo.

—Y ese es el por qué nosotros no nos enfrentamos mucho con brujas y brujos —dije
con una sonrisa mientras miraba hacia él.

—¿Dónde me quieres? — preguntó Danaus, posando su mano derecha pesadamente


sobre el mango del cuchillo enganchado en si cinturón. Él estaba listo para eliminar a
cualquiera de los Naturi que él creyera pudiera atravesar el Hechizo Soul Sucker.
Dónde él fallaba es en darse cuenta que ellos no lo harían. Era imposible. Oh, los
primeros pocos minutos podrían en realidad pasar el límite del perímetro y dar algunos
pasos, pero seriamente dudaba que alguno en realidad pudiera entrar.
Particularmente después de que los primeros cinco o seis que murieran, con las almas
succionadas de sus cuerpos.

Tomé aire profundamente y lo liberé lentamente. Con mi mano derecha, indiqué a un


espacio vacío en el suelo no muy lejos de donde Cynnia estaba durmiendo.

—Necesito que estés justo ahí —dije lentamente, temiendo de cada palabra que
dejaba mis labios.

—¿Quieres que proteja a la Naturi? —Su frente se frunció—. ¿Va Shelly a estar aquí
abajo también? ¿Lo estarás tú?

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—Sí, Shelly estará aquí abajo contigo. La mayoría de nosotros va a estar hacinado aquí
abajo, me imagino —dije. Mi mirada se precipitó lejos de Danaus por un momento y
lamí mis labios. Tenía solo que decirlo.

—Danaus, el hechizo no discrimina entre Naturi y humano. Va a atacar a cualquier


cosa que se mueva —expliqué, mirando hacia el hombre que no confiaba en mi
clase, y yo todavía estaba pidiéndole un último momento de confianza—. Quiero que
Shelly te ponga un hechizo al igual que a Cynnia.

La cara de Danaus se retorció con horror y rabia.

— ¡NO! ¡Absolutamente no! —gritó, alejándose de mí. El sonido de sus botas


golpeando el piso de concreto rebotó en las paredes, llenando la habitación con su
enojo—. ¡Tiene que haber otra manera! ¡No voy a ser útil durante el día!

—Bienvenido a mi mundo —dije con un matiz de amargura—. No he sido útil durante el


día por más de seis siglos y todavía sigo viva. Te estoy pidiendo solo un día.

—¡No soy un vampiro! —Gruñó hacia mí. Él destrabó el seguro del cuchillo que había
estado sosteniendo y sacó el cuchillo. Yo estaba agradecida de que estábamos solos
aquí abajo, o esto podría convertirse en algo mucho más feo—. He sido un cazador
toda mi existencia. No voy a yacer lado a lado con mi enemigo mientras los Naturi
vienen a asesinarnos a todos.

Estaba en la punta de mi lengua decirle que había sido un cazador por tanto tiempo,
pero eso era para otra pelea y para otro momento.

—No tenemos opción.

—¡Esa es tu respuesta para todo! —Él dio un paso acercándose a mí con el cuchillo en
alto, pero no me moví. No iba a hacer nada que le diera a él la pelea que estaba

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buscando—. Estamos atrapados. Estamos rodeados. Los Naturi nos tienen vencidos y
revueltos. Combinemos nuestros poderes y destruyamos sus almas —me gritó.

—Bueno, entonces deberíamos estar felices de que tenemos una alternativa esta vez
—dije parada con calma—. Este hechizo sólo los matará. Sus almas quedan libres para
pasar al más allá al momento en que el hechizo se termine. Para mi entendimiento, no
es una muerte muy dolorosa tampoco. Es solo una forma de dormir de la que no
despiertas más.

—¡Oh! Que bien. La muerte humana — chasqueó él sarcásticamente.

—¿Tienes alguna otra alternativa? —gruñí, finalmente alcanzando el final de mi


paciencia.

—Tratamos de matarlos a nuestro modo y no funcionó. Quizás obtengas lo que deseas,


y quizás nunca funcione después de lo que Cynnia me hizo. Todavía no lo sé. Todo lo
que sé es que para el momento en el que el sol se asome por el horizonte, todos los
Naturi esperando justo atrás del fuego van a entrar inundando el lugar con el simple
objetivo de asesinar a cada Nightwalker que esté en este lugar. Tú eres una experta
con la espada y una guerrera sin adversario alguno, pero no puedes ir contra todos
esos Naturi. No voy a ser útil durante el día.

—Te protegeremos de los Naturi —dije, finalmente tomando un paso más cerca de él.

—No soy completamente humano. Tú sabes eso. Quizás el hechizo no me afecte —


contrarrestó de pronto. Era un punto de vista en el que yo ya había pensado y no me
gustó. Allí había algo más que podía pasar por su pasado bori sobre el cual yo no
estaba muy emocionada. Ponerlo a dormir era la solución más segura.

—Eres lo suficiente humano —suspiré pesadamente—. Sólo significa que pueda llegar a
tardar unos minutos más en matarte, y mientras más te muevas, más rápido trabajará
el hechizo. Todo se reduce a esto, Danaus. O dejas que Shelly te ponga a dormir así

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puedes estar y ser protegido aquí, o escapas del perímetro, que está rodeado por los
Naturi. Tus oportunidades de sobrevivir son más altas aquí.

—No seré útil. —Volvió a repetir, pero algo del veneno había dejado su tono.

Cerré la distancia entre nosotros y deposité mi mano sobre la de él que todavía


apretaba con fuerza el cuchillo. Cuando lo toqué, pude sentir miedo irradiando de él,
similar al terror que yo había sentido los primeros minutos de la primera noche que
pasé como Nightwalker. No ser útil durante el día, a la merced de cualquier cosa que
tropezara contigo mientras dormías.

—Todos estaremos protegidos de los Naturi.

—¿Y qué cuando anochezca? —inquirió, su agarre en el cuchillo de alguna manera se


fue perdiendo bajo mi mano.

—Entonces te despertarás —le aseguré.

—No es cómo si tú fueras a hacerlo. Voy a estar atrapado por el hechizo. Alguien
tendrá que despertarme.

—¡Nadie te tocará! —gruñí de repente, finalmente dándome cuenta del origen del
problema. No era solo que él temiera estar rodeado de Naturi mientras estaba
dormido durante el día, sino que él tenía miedo de ser inútil contra el enemigo
Nightwalker cuando se despertara la noche siguiente. Extendí la mano y cubrí su cara
con mis dos manos frías, y enhebré mis dedos por su negro y grueso pelo—. Nadie va a
tocarte. Lo juro. Tú me perteneces a mí y solo a mí. Yo seré de los primeros en
despertarme y voy a despertarte a ti. Ningún Nightwalker o Naturi te tocará, lo
prometo.

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Mientras hablaba una necesidad oscura, y primitiva fue levantándose en mí.
Necesitaba ponerlo debajo de mí y tomar algo de sangre de su cuello. Necesitaba
sentir su sangre a través de mis venas, haciéndolo a él mío. Necesitaba que todos los
Nightwalkers en el mundo se dieran cuenta de que nadie debería posar una mano en
el cazador. Él era mío.

Mordiendo el interior de mis mejillas lo suficiente para sentir sangre, liberé mi agarre y
me separé unos pasos de él. Metí mi mano en mi pelo y respiré fuerte por la nariz,
empujando estos sentimientos bien profundo en mi interior. Danaus no necesitaba
conocer sobre estos deseos. Era algo de los Nightwalkers—esta extraña necesidad de
poseer y controlar. Pero él no me pertenecía; no como un amigo de todas formas. Él
era solo mi enemigo en suspenso.

—¿Dejarás que Shelly te ponga a dormir con el conjuro? —pregunté cundo mis
emociones volvieron a estar bajo control.

—Lo haces sonar como si tuviera alguna otra opción en esta situación —dijo
calmadamente.

Le sonreí.

—La tienes. Puedes estar de acuerdo en hacer esto calmadamente. O podemos


pelear hasta que patee tu inocente trasero inconsciente y entonces Shelly termine el
hechizo.

—Pero el sol está cerca. Sólo hay tiempo para una cosa.

—Por favor, Danaus, no cometas suicidio por miedo. De esto se trata todo. De que vas
a morir porque tuviste miedo de dormir por unas horas.

—Voy a ser inútil.

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—Pero protegido.

Después de un momento de tenso silencio mientras giraba el cuchillo en una mano,


supe que él estaba cerca de tomar una decisión, a pesar de que yo no estaba
completamente segura de que fuera a gustarme.

—Hazlo —soltó bruscamente, sorprendiéndome. Pensé que él iba a forzarme a dejarlo


inconsciente.

—¿Me necesitas ahora? — preguntó Shelly, entrando lentamente en la habitación.

—Sí —murmuré, mirando de nuevo a Danaus—, necesito otro hechizo para dormir.

Nadie habló mientras Danaus desplazaba el cuchillo en su cinturón y se sentaba en el


concreto al lado de Cynnia. Cruzó los brazos sobre su pecho y estiró las piernas frente
a él. Su oscura mirada azul nunca me dejó mientras yo estaba parada frente a él. Mi
atención se había dividido en mirar al cazador y controlar a Shelly mientras ésta
sacaba la tiza azul y dibujaba un círculo alrededor del cazador. Estaba delineado con
un grupo de símbolos que yo no entendí y que probablemente nunca lo haría.

—Estarás a salvo —dije, justo antes de que Shelly murmurara la última palabra del
hechizo. Los brillantes ojos azules de Danaus se cerraron y su cabeza bajó y su barbilla
tocó contra su pecho. Su respiración seguía constante, y pude sentir una profunda paz
sobre él. Una parte de mí quería acercarse a él y empujar hacia atrás lo mechones de
pelo que caían a través de su cara, pero no podía romper el hechizo. Algo en mi
interior dolía al verlo así, vulnerable al mundo, vulnerable a mí mundo.

—¿Qué es lo que quieres que haga ahora? — preguntó Shelly, atrapando mi atención
lejos del cazador. Ella nerviosamente giró la tiza en su mano, esperando por el
siguiente hechizo que iba a realizar. La punta de sus dedos eran una mezcla de negro
y pálido azul de la ceniza y tiza que ella había usado alrededor de la casa para
protegernos mientras dormíamos durante las horas del día.

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—Supongo que no puedes usar el mismo hechizo sobre tu misma —dije con un gruñido.
Ella sacudió la cabeza y guardó la tiza en un bolsillo de sus rotos y sucios jeans—. Y no
hay suficiente tiempo para que me lo enseñes a hacer apropiadamente.

—¿Qué harás conmigo?

Suspiré. Sabía que pasaría esto, pero sólo teníamos una opción. Me sentía mal
poniéndola en esta peligrosa situación considerando todo lo que ella había hecho
para protegernos, pero era todo lo que podía pensar.

—Tienes que dormir durante el día con los otros —dije. Cuando ella abrió la boca para
posiblemente quejarse de lo que tenía planeado decir a continuación, levanté mi
mano—. Tienes que dormir el día entero sin moverte o puedes morir. Es el por qué has
puesto a dormir a Danaus y a Cynnia con hechizos para dormir. Necesito que hagas lo
mismo en tí, es la única manera. Lo único que puedo lograr es hipnotizarte.

—¿Por qué no hiciste eso con Danaus? —preguntó alejándose un paso.

—Porque dudo seriamente de que hubiera funcionado en Danaus —dije, sin


mencionar la parte de que no debería beber su sangre. Puede que quiera marcarlo,
pero sus raíces bori significaba que era mejor evitar su sangre sobre todo. Por supuesto,
era muy poco probable que el cazador me permitiera beber de él de todas formas.

Shelly tomó otro paso atrás para resguardarse, levantando una mano para advertirme.

—¿Cómo sé que no intentarás de asesinarme? Te fallé en la isla. Tu gente pudo haber


sido asesinada por mi culpa. No he sido lo suficientemente útil como debería serlo. Soy
una carga. Esta podría ser tu oportunidad de terminar conmigo. —Llegó lo más lejos
que pudo de mí.

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Yo jugué paso a paso, finalmente agarrando su estirada mano con la mía. Sus dedos
temblaron en mi agarre.

— Si te quisiera muerta, te hubiera dejado viva para que alimentes el hechizo que
Stefan y yo estamos creando. Hubiera usado tu vida para salvarnos a todos. Pero en su
lugar, estoy tratando de mantenerte con vida porque voy a necesitar tu ayuda para
proteger a Cynnia lo mejor que podamos mañana en la noche. No estoy tratando de
matarte.

—Oh —susurró—. ¿Dolerá?

—No sentirás ni recordarás nada, lo prometo.

Antes de que ella pudiera darme cualquier argumento más, la empujé en mis brazos al
mismo tiempo que entraba en su mente con un simple y rápido empuje. Ella había
dejado sus pensamientos con una puerta semi-abierta para mí en su confusión y
miedo, haciéndome fácil de entrar en ella. Mientras mis colmillos se hundían en su
pecho, yo ya estaba enviando a través de su cuerpo sensaciones de seguridad y paz.
Le envié imágenes estando en casa en su propia cama, cubierta en una suave y
cálida manta.

Shelly se encorvó contra mí y suspiró suavemente mientras su sangre bajaba por mi


tórax en maravillosas olas. Había necesitado alimentarme nuevamente antes de
completar el hechizo con Stefan.

Tomé todo lo que me atrevía. Necesitaba que ella estuviera despierta después de que
pasara el día, ayudándola a mantenerse en el profundo estado hipnótico al que yo
estaba por inducirla. Sin embargo, no la necesitaba tan débil para que no funcionara
apropiadamente la noche siguiente.

Duerme profundo, Shelly. Te ordeno que duermas profundo este día, repetí en su
cerebro, excavando con el pensamiento dentro de su mente para que fuera la única

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cosa en el lugar. Dormirás todo el día hasta que el sol se oculte en el horizonte. Te
quedarás dormida hasta que te ordene lo contrario. No te moverás. No te agitarás. No
soñarás. Dormirás hasta que te ordene lo contrario.

Cicatricé rápidamente la herida del cuello y la arrastré en mis brazos hasta donde
yacían Cynnia y Danaus. Alrededor de ellos, cajas con suplementos del hotel de
diferentes tipos se alzaban, ocultándolos de la vista, protegiéndolos. Era lo mejor que
podía hacer por ahora. Antes de que la noche acabara, debería unirme a ellos en
este lindo nicho y ofrecer mi cuerpo como protección contra los Naturi.

Rejuvenecida por la sangre de Shelly, subí las escaleras para encontrar a Stefan
esperando apoyado en el borde del final de las escaleras de la casa. La pared de
llamas azules estaba comenzando a parpadear y a reducirse en algunos lugares. La
noche estaba pronta a acabar, y mi agarre en la sangre y la magia terrestre estaban
decayendo. Necesitábamos terminar la Mancha si íbamos a ser capaces de
completarlo completamente.

—¿Te has ocupado de tus pequeños? — preguntó Stefan cínicamente.

—Ya me ocupé. ¿Han metido George y Bertha a todos dentro?

—Todo el mundo ha sido colocado.

— ¿Qué hay sobre los humanos? — demandé, recordando de repente los guardianes
humanos que supuestamente estarían llegando por la mañana. Si venían a la casa,
serían asesinados justo como los Naturi.

—He alcanzado a algunos de ellos telepáticamente —comentó Stefan sin ganas con
un movimiento de indiferencia de su mano—. Han sido mandados a quedarse en
Aguas Calientes hasta que el sol se oculte. Tienes supuesto esparcir la palabra al resto
de los humanos.

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Estaba sorprendida que se hubiera molestado, pero entonces estaba dispuesta a
suponer que él tenía a uno o dos humanos dentro del grupo con los que era parcial.
Como el viejo dicho dice, buena ayuda es difícil de encontrar. Y encontrar a un
humano en el que puedes confiar para que te cuide durante las horas del día tomaba
más de unos años de entrenamiento.

—Hagamos esto —dije, extendiendo mi mano hacia él.

Stefan me sonrió mientras tomaba mi mano y me dirigía al espacio abierto justo frente
a la casa.

—Haces que esto suene muy horrible. ¿Honestamente tienes miedo de La Mancha en
tu alma?

—Nunca esperamos que el Naturi caminara sobre la tierra nuevamente —dije cuando
nos detuvimos—. ¿No te has preguntado si también está el bori? No tengo deseos de
convertirme en un faro para ese tipo de criatura.

Stefan giró la cara hacia mí y tomó mi otra mano en la suya.

— Sí, yo diría que atraerías más la atención de lo que ya haces.

No había nada por decir después de eso. Él tenía razón. Ya era un faro para cada
oscura o patética criatura que salía por la noche. No necesitaba atraer más la
atención de nada más, mucho menos del bori.

Una criatura que parecía más mito que realidad, el bori eran los guardianes de las
almas. Ellos obtenían sus poderes de cualquier cosa que tenía alma, y considerando el
número de humanos que ahora ocupaba la tierra, cualquier bori restante sería
extremadamente poderoso. Mientras los licántropos tenían un dudoso honor de ser
creados por los Naturi, de acuerdo a la leyenda, cualquier Nightwalker que no estaba
en negación total, era plenamente consciente de que los Nightwalkers fueron creados
por el bori como un tipo de sirviente. Nos liberamos a nosotros mismos de nuestros

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maestros siglos atrás con la ayuda de los licántropos, y no estábamos apurados por
volver a ese tipo de servidumbre. El bori debía permanecer encerrado, pero el Naturi
ya había probado que ese tipo de cosas (estar encerrado) era un tipo de acuerdo
temporal. Yo no tenía deseos de tener la Mancha en mi alma llamándolos para que el
bori volviera. Tenía suficientes maestros tirando de mis cuerdas ya.

Con nuestras manos unidas, cerré mis ojos y abrí mi mente así podría escuchar
fácilmente los pensamientos de Stefan. Podía sentir su preocupación y su profunda
frustración de ser forzado a protegerme cuando más bien debería asesinarme por mi
asiento en el Aquelarre. Podía también sentir su confusión sobre Danaus, su curiosidad
sobre por qué él estaba y sobre mi fascinación en el cazador.

No había palabras para el hechizo. No se necesitaban. Después de que los dos nos
relajamos y abrimos nuestras mentes, los zarcillos de nuestras mentes eran libres para
vagar y fundirse. La energía rozó entre medio de nosotros y cubrió el área desde una
punta a la otra, rodeándonos por completo. En unísono, señalamos con nuestras
respiraciones la fría noche, dibujando nuestras almas de nuevo a nuestros cuerpos,
creando el primer paso del hechizo. Cualquier cosa con alma debería tener la energía
inmediatamente drenada de su cuerpo si daba un paso fuera del perímetro marcado.
Stefan y yo liberamos lentamente la respiración, formando una burbuja invisible
alrededor de nuestros cuerpos. Así, la energía debería ser almacenada hasta que la
liberáramos la noche siguiente—las almas serían liberadas para ir a sus respectivas
vidas siguientes.

Fruncí el ceño mientras lentamente abría mis ojos para encontrarme con la mirada de
Stefan. Él estaba con las cejas fruncidas también porque sintió la misma cosa que yo.
Cuando empezamos el hechizo, nuestras almas se habían mezclado, y cuando
empujamos nuestras almas nuevamente a nuestros cuerpos no se habían separado
completamente como esperábamos. Todavía podía sentir el frío toque de su alma en
mi cuerpo, y no tenía dudas de que él sentía lo mismo también.

—Es como fuego quemando dentro de mi pecho —susurró él mientras me miraba.

—Y ahora tengo un cubo de hielo dentro —respondí.

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—Interesante.

—¿Causará esto problemas con la Mancha?

Stefan sacudió su cabeza mientras volvíamos a la casa, nuestras dos manos todavía
unidas.

— Espero que haga el hechizo más fuerte. Nunca he hecho el hechizo Soul Sucking
con otro. No había esperado… esto.

Me pausé camino a la puerta y miré hacia atrás a las llamas azules que nos rodeaban.
Con un parpadeo de mis ojos y una sonrisa, el fuego murió al pasar la puerta y cerré la
puerta con un golpe de mi pie. El hechizo estaba completo. Déjalos venir.

Stefan y yo continuamos con nuestras manos unidas hasta que llegamos al sótano. Allí,
nuestros dedos se deslizaron aparte lentamente liberando la burbuja invisible, entonces
estaba atrapada en la casa en relativa seguridad en el sótano. Pude sentir su
presencia llenando el aire, pero no había nada más que indicara que estaba allí.

Con mi enfoque alejado del hechizo, vacilé en mis pies y me tambaleé hacia atrás en
los brazos de otro Nightwalker. El sótano estaba lleno de cuerpos. Podía sentir unos
pocos en el piso superior, suponiendo que ellos habían preferido encontrar escondite
en un ropero o una oscura habitación o en la bañera de un baño sin ventanas. Pero la
mayoría estaba en el sótano con Stefan y yo. Si el fuego empezaba, teníamos la
esperanza de que nos alcanzaría los últimos, dándonos el mayor tiempo posible.

El cansancio empezaba a tomar su número de víctimas en mí y en todos los demás.


Los Nightwalkers alrededor de mi estaban sentados en el suelo, en medio de la tierra y
el polvo. Se enrollaron como gatos y se escondieron entre las pilas de cajas. No vi
donde se había sentado Stefan mientras me acercaba a la esquina que parecía ser
evitada por el resto de los Nightwalkers—la esquina donde estaban Danaus, Cynnia y

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Shelly. Me senté en el suelo directamente frente a Danaus. Con mi espalda contra la
pared y mis rodillas cruzadas, lo miré a él, esperando a que el sol finalmente
apareciera.

Podía sentir un tirón en mi alma desde la burbuja en el centro de la habitación. Los


Naturi estaban cerca de nosotros, probando el perímetro quemado en el suelo por el
fuego. Dudaba de que pudieran cruzar la línea después de que el sol apareciera
oficialmente, llegando el momento seguro para ellos. Mientras mis ojos se cerraban,
una cansada sonrisa se formó en las comisuras de mi boca. Por un momento me
pregunté si Rowe les ordenaría a éstos tratar de aventurarse a la casa para rescatar a
su princesa perdida. Honestamente no podía decidir si deseaba que lo hiciera.

Entonces nada más importaba. El sol había salido por el horizonte y yo no estaba más.
Al último segundo, sentí un tirón en mi alma indicándome que el hechizo estaba
finalizado. Los Naturi estaban viniendo, y no había nada más que pudiera hacer para
protegerme a mí misma y a Danaus.

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CAPÍTULO 24
Traducid por aLeBeNa
Traducido

Corregido por Virtxu

Me desperté con un fresco grito apretado en mi pecho. Irguiéndome, tomé una


profunda respiración con mis pulmones vacios, preparándome para sacar el grito.
Cuando mi boca se abrió, un par de brazos largos y fuertes me rrodearon,
odearon,
empujándome a un gran pecho. Parpadeando, luché sólo por un momento antes de
que el olor a hojas muertas entrara en mi nariz. Abrí mis ojos para encontrarme a Stefan
sosteniéndome. Nunca antes había notado que me recordaba la caída.

—¿Estás bien? —Preguntó,


Preguntó, liberándome lentamente de su agarre cuando finalmente
dejé de luchar y relajé la tensión de mis brazos.

Asentí, frotando mi frente con mi palma mientras él se movía lejos de mí. Cuando
desperté, escuché el sonido de docena de voces gritando, llorando
llorando terror y dolor.
Ahora que estaba completamente despierta, me di cuenta que eran las almas de los
muertos, atrapados en la burbuja de almas que estaba vinculada a mi alma.

—¿Puedes
¿Puedes decirme cuantos murieron? —Pregunté,
Pregunté, sentándome contra la pared. Mis
Mi
pensamientos parecían desenfocados y había un extraño zumbido en mi cabeza,
como si algo intentara invadir mis pensamientos pero no pudiera encontrar la forma de
abrir la puerta.

—No,
No, pero fueron muchos —dijo
dijo Stefan, sacudiendo su cabeza. Parecía estar sufriendo
la misma distracción mental que yo tenía. Miré al rededor para ver que ninguno de los
Nightwalkers del sótano se movía, aún.

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Poniendo mi mano sobre la pared, me empujé lentamente hacia mis pies

—Vamos a abrir esta burbuja de almas y liberarlas luego podremos volver a proteger la
puerta.

—De acuerdo. —Stefan se levantó y caminó a la burbuja casi invisible que colgaba en
el aire, una niebla blanca se arremolinó y nadó de forma ovalada en el centro del
sótano; las almas de los muertos.

Tomando un profundo respiro, fuimos y pusimos una mano sobre la sensible burbuja,
como si un gato rascara los muebles. Hubo un audible pup, una brisa fresca se posó en
el sótano mientras que las almas por fin eran libres. Las sentí empujarse al rededor de
mí, llevándose con ellos la cólera y el temor, y un poco de, alivio.

La energía quemaba en mi pecho, llenándome tanto que todos los dolores anteriores,
el hambre, y la fatiga fueron arrastrados. Miré hacia arriba para encontrar los ojos
azules de Stefan brillando con luz. Su cabeza cayó hacia atrás mientras tomaba el
poder que venía de las almas de los muertos. Se deleitaba con el poder, mientras que
yo sólo sentía un temblor de miedo. Mientras que la energía me llenaba, se sentía
como si una marca se hubiera tatuado permanentemente mi alma, una marca
llamando a los bori para venir a buscarme. Stefan creía que los bori no eran una
amenaza, pero yo lo sabía mejor.

Con el rabillo del ojo, vi el domo azul que cubría a Danaus, pero nada más. Algo
malvado enlazaba mi estomago mientras me acercaba al cazador poco a poco. Él
no se había movido ni una pulgada desde el momento en que el hechizo de sueño se
apoderó de él. Todavía estaba dormido. Pero algo estaba mal.

—¿Están todos despiertos? —Pregunté, mirando por encima de mi hombro a Stefan


mientras seguía frente al cazador.

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—Sí ¿Por qué?

—Tienen que ir arriba o afuera. Revisa el área. Para ver si hay algún Naturi con vida. Ve
que tan lejos llegaron antes de que la Marca los reclamara. Despertaré a estos tres.

—¿Por qué...?

—¡Sólo hazlo! —Grité, incluyendo a todos en la vecindad, tanto como a Stefan, sin
importarme lo irracional que sonaba—. ¡Asegura el área!

Hubo un leve sonido de movimiento cuando los Nightwalkers se apresuraron a hacer


mis órdenes. Podía no haber sido muy amable con los de mi especie, pero era un
miembro del Aquelarre y una asesina capaz. Podían seguirme y obedecerme por
miedo.

Esperé hasta que estuve totalmente sola en el sótano antes de forzarme a mí misma a
caminar hacia donde estaba Danaus dormido contra la pared. Cuando ya había
hecho parte del camino, tuve miedo de que no hubiera sobrevivido al día, que el
hechizo de sueño no hubiera sido suficiente para mantenerlo a salvo de la Marca.
Ahora tenía miedo de despertarlo, temerosa de ver como la Marca había afectado la
parte bori de su alma.

Con la punta de mi zapato, empujé la línea azul que rodeaba al cazador, haciendo
estallar la burbuja azul que lo había protegido en el día. Por un momento pensé que
todo estaría bien. Danaus hizo una respiración lenta, llenando completamente sus
pulmones con el aire que lo despertaba de su sueño.

—Hora de levantarse, dormilón —me forcé a decirlo con una voz alegre, esperando
ansiosamente para ver que todo estaba bien de verdad.

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Pero no lo estaba. Su segunda respiración no fue totalmente un suspiro. Había
captado el olor de algo y ahora estaba olfateándolo. De repente, la cabeza del
cazador se paralizó y sus ojos azules brillaban en la oscuridad. Nunca habían brillado
antes. Me retiré unos cuantos pasos, lejos de él, pero fue demasiado tarde.

Apretando las dos manos contra la pared, se lanzó contra mí. Nunca lo vi ponerse de
pie. Con un parpadeo estaba cruzando la habitación, una enorme mano envolvía mi
garganta mientras que la otra me sostenía del pecho contra la pared.

—Puedo olerlos —gruñó en voz baja, con voz áspera. Poco a poco bajó la cabeza
hasta que su nariz estuvo cerca de mis pechos—. Has estado matando Naturis.
Montones y montones de Naturis.

—Danaus... —Traté de gritar, pero su mano todavía apretaba mi garganta, lo que me


hacía difícil hablar.

—También has matado humanos —Continuó. Levantó la cara para mirarme de nuevo.
No reconocí su mirada, como si no me estuviera viendo, y no creía que de verdad
fuera eso. El bori dentro de Danaus estaba atraído por la Marca que brillaba dentro de
mi alma—. Llámalos de nuevo para mí antes de que se alejen mucho.

Apretó la mano con más fuerza contra mi pecho, y pude sentir la energía a través de
mí, tirando de todas las almas que habían escapado de la burbuja y habían regresado
a mi cuerpo. Regresando a Danaus y el bori que poseía en su alma.

Un grito subió por mi garganta cuando agarré sus manos que apretaban mi pecho,
pero él no se movió. Las almas regresaron a mí, una tras otra, y entraron a Danaus,
donde la energía oscura se reunió y creció.

—¡Stefan! —Grité con mi voz y con mi mente. Me empujé y traté de quitar a Danaus,
pero de pronto el cazador era más fuerte que yo. Él no se movió de donde me tenía
clavada en la pared. Estaba fuera de control y hambriento del poder liberado.

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Nunca escuché a Stefan, pero de repente estaba a mi lado. Él hizo que Danaus me
soltara, lanzándolo al otro lado de la pequeña habitación, el gran pie del cazador rozo
la cabeza de Shelly. La bruja de la Tierra aún no se movía, y esperaba que se quedara
de esa manera hasta que Danaus se calmara, si eso era posible.

—¿Qué está pasando? —Exigió Stefan, pero ningún otro comentario pudo ser
rápidamente dicho bajo el gruñido que emanaba Danaus.

—Tú también has estado matando Naturis —dijo, con una sonrisa maléfica alzándose
en la comisura de sus labios. Nunca había visto esa mirada en la hermosa cara del
cazador, y me envió un escalofrió por la espina dorsal ¿Qué había desatado?—. Mis
pequeños, han hecho un buen trabajo, pero necesitamos mandar a las almas de
nuevo a mí.

—¡Danaus, tienes que luchar con esto!

—¿Luchar con qué? ¿Qué está pasando? —Exigió Stefan, su mirada iba de mi al
cazador como dardos.

No tuve tiempo de responder, no sabía que palabras usar incluso si pudiera responder.
Danaus atacó de nuevo, extendiendo sus manos a mi pecho y al de Stefan. La
sensación de que algo me tiraba otra vez, y podía sentir a las almas de los muertos
correr por mi espalda y fuera de mi pecho, yendo hacia Danaus. A través de nuestra
conexión, pude sentir el poder creciendo en él, la oscuridad se propagaba a través de
su bella alma como una enfermedad.

Con un gruñido, aparté su mano y lo empujé contra la pared. Stefan se unió a mi


cuando fue obvio que no podría mantener al cazador en su lugar. Danaus me apuñó,
contra mi mandíbula, de manera que me tiró al suelo como una muñeca de trapo.
Stefan esquivó el primer golpe, pero el segundo fue a dar a su estómago, lo que hizo al
Nightwalker caer de rodillas ante el cazador.

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—¿Mira? —Gruñó Stefan.

—No es mi culpa —grité, levantándome lentamente. Mis rodillas temblaban mientras la


energía continuaba pasando a través de mí, quitándome el equilibrio—. Es el resultado
de la Marca.

—¡La Marca no me afecta! —gritó Stefan, empujándose sobre sus pies también. Los
dos atacamos a Danaus al mismo tiempo, llevándolo a la pared nuevamente,
sujetando la cabeza con sus brazos—. No debería afectarlo a menos...

No miré a Stefan. No podía. No tenía duda de que brillaría el horror en sus ojos azules.
Ahora sabía que de alguna manera Danaus estaba unido a los bori y que yo lo sabía
mucho antes de lanzar el hechizo.

Por ahora, ignoré al Nightwalker y puse toda mi atención en el cazador, luchando ante
mí.

¡Danaus! ¡Escúchame! ¡Tienes que pelear con esto! Grité en su cerebro, ya que no
tenia forma de llegar a él con mi voz.

¿Mira? Su voz llegó desde la distancia, sonaba confundido.

Danaus, el demonio está controlando tu cuerpo. Está destruyendo almas. Tienes que
detenerlo.

¿Mira? ¿Donde estas? No puedo encontrarte

—¡No puedes tenerlo de regreso! —me gritó Danaus. Liberó uno de sus brazos y
envolvió su mano en mi cuello. Sus dedos estaban increíblemente apretados en mi
garganta, tanto, que estaba segura de que mi cuello podría separarse pronto.

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Sigue el sonido de mi voz, ignora al bori controlándote. Sígueme, Danaus, sálvate.


Sálvanos.

Hubo un gran estruendo que pareció sacudir las cajas cuando el bori, Danaus, y yo
gritamos como si estuviéramos destrozados. Danaus estaba apretado en la pared,
mientras que Stefan y yo fuimos lanzados al otro lado. El cazador se dejó caer sentado,
mientras yo caía con mis manos y rodillas, manando sangre entre mis manos en una
alberca y con la última de las almas deslizándose fuera de mí a los otros. Stefan cayó a
mi lado, su mano temblorosa apoyada en mi hombro. El hecho había dejado más de
la Marca en su alma. Había servido como portal para que el bori tomara las almas
muertas para energía.

Limpiando mi boca con el dorso de mi mano, miré hacia arriba para encontrar a
Stefan juntándose conmigo apuntando la espalda de Danaus. El cazador estaba
pálido y horrorizado mientras su mente trataba de entender todo lo que acababa de
pasar entre nosotros.

—Mantente a distancia —dije con voz áspera, rasposa, por donde mi garganta había
sido aplastada por las grandes manos de Danaus.

—¿Cómo hizo eso? —Exigió Stefan, no vacilaba de donde tenía agarrado a Danaus.

—Fue un accidente. Una confusión con el hechizo de sueño. —Me apresuré a mentir—.
Ahora todo está bien.

—Yo también sentí a las almas, Mira —señaló Stefan. Me tomó del codo, o, al menos
tiró de mí para levantarme—. Nuestras almas están marcadas por un hechizo. Ahora y
para siempre. Sentí la fuerza de las almas también. Ellos fueron llamados.

Quité un poco de cabello de mi cara, ignorando que estaban algo húmedos por la
sangre que había vomitado.

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—Una parte del alma de Danaus debieron de estancarse con otras mientras salían con
el hechizo. Algo en el hechizo de sueño debió de salir mal. Ahora todo está bien.

—¡Nada está bien! —gritó Stefan, pareciendo débil bajo el peso de su rabia. No quería
que él estuviera gritando nada de lo que pudiera ser oído por los persistentes
Nightwalkers en los pisos de arriba—. Él es un...

—¡No, no lo es! —le grité de regreso, desesperada por no tener al bori por el aire y
causando pánico.

Con tantos Nightwalkers, no había manera de poder proteger a Danaus. Además,


todavía teníamos que atacar a los Naturi esta noche. No podía desperdiciar mi
energía en su lucha mientras otra pelea me esperaba.

—No lo es —repetí, bajando la voz—. Algo está dentro de su alma. Reaccionó a la


Marca. Tenía la esperanza de que no fuera así, pero estaba equivocada. Tenía esto
bajo control hasta ahora. La mayor parte de Danaus aún es humana.

—¿Que nos has traído? —susurró Stefan, la punta de su espada temblaba mientras
contemplaba a Danaus, quién se quedó tirado en el suelo—. Nuestro mayor enemigo
está sentado delante de mí y quieres que crea que todo está bien.

—No está intentando controlarnos. No intenta usarnos como mascotas.

—¡No, sólo nos quiere muertos! —gritó Stefan cuando perdió el control.

—Pero esta noche, él está dispuesto a arriesgar su vida por salvarnos de los Naturi.
Todavía lo necesitamos vivo.

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—Sólo esperemos que él recuerde que nos necesita vivos para protegerlo —dijo el
Nightwalker con los dientes apretados.

Stefan le dio una larga mirada a mi cuello que estaba sin duda rojo y amoratado
donde el cazador me había agarrado, después volvió a mirar a Danaus. Lentamente
puso su espada a distancia mientras le soltaba el codo.

—Si no supiera mejor, diría que un bori llamó a esas almas de regreso. Pero claro, sabes
que tal cosa es imposible —dijo, después se fue pisoteando las escaleras de piedra,
dejándome sola con un Danaus sacudido.

—Sólo sigue respirando —dije—. Todo estará bien.

Era una mentira. Incluso tal vez la más grande que he dicho jamás. Stefan ahora sabía
que Danaus era en parte bori. Si el Nightwalker no respondió inmediatamente
corriendo al Aquelarre con las interesantes nuevas noticias, entonces estaba segura de
que lo mantendría sobre mi cabeza por el resto de mi existencia. Lo cual, con los Naturi
al acecho en Machu Pichu, no iba a ser particularmente larga.

Si el Aquelarre descubría la verdad de lo que pasaba en Perú, estaría tan frita como el
sol. No sólo sería la gran Fire Stater andando al rededor de la hermana menor de
Aurora como una especie de prisionera/cómplice sino que también estaba
protegiendo a un bori. O tal vez sólo manteniéndolo como mascota mientras
conspiraba para derrocar al Aquelarre. Sí, podía escuchar esas palabras exactas
dejando los labios de Stefan tan pronto como pudiera conseguir una audiencia con el
Aquelarre. Estaba frita y me lo merecía. Estaba trabajando con boris y Naturis. Una raza
que quería matarnos a todos, la otra sólo quería gobernarnos como un humano
manteniendo un gato o un perro. Ninguna de esas existencias eran aceptables. Y el
Aquelarre iba a tener mi cabeza cuando se enteraran.

—Mira...

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—No podemos hablar aquí, Danaus. O ahora. El sol se ha puesto y los Naturi estarán
preparando el sacrificio. Tenemos que llegar a la cima de Machu Pichu.

¡Lo sabías! Las dos palabras acusatorias resonaron en mi mente, deteniéndome al ir a


terminar el hechizo de Cynnia.

¿Saber lo que pasaría? ¿Que me atacarías? No, te puedo decir honestamente que no
tenía ni idea de lo que iba a pasar. Le dije de regreso. Antes de que pudiera continuar,
borré la línea de tiza bajo la bota, haciendo que el pequeño domo de energía al
rededor de Cynnia explotara con un pop. La Naturi se estiró y bostezó mientras dirigía
mi atención a la bruja.

Una parte de mí se tensó cuando me arrodillé junto a ella y levanté su brazo. La había
sentido viva antes de que Danaus me atacara, así que sabía que había sobrevivido a
la noche, pero no estaba completamente segura de que forma estaría. Pasando mis
dedos encontré su pulso fuerte y constante.

—Shelly, es hora de levantarse. El sol se ha puesto. Es de noche. Es hora de que te


levantes —repetí, resistiéndome a la urgencia de chasquear mis dedos como un mago
barato. Pero no puedo decir que no estuve más que aliviada de encontrarla
agitándose inmediatamente. La hipnosis había funcionado.

Ignorando la mirada oscura de Danaus, rápidamente puse ayudé a levantarse a Shelly


y Cynnia. Teníamos que volver a movernos. Necesitábamos un plan.

—Shelly, lleva a Cynnia arriba. Investiga la cocina y mira si puedes encontrar algo para
comer —dije, dándoles un empujón hacia las escaleras.

Quitando algo de cabello de mi cara, me giré para seguirlas, pero Danaus entró en mi
camino. Su gran cuerpo bloqueó mi camino a través de las cajas, y siguió caminando
hacia mí hasta que estuve pegada a la pared.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—No soy un demonio —dijo en voz baja.

Le fruncí el ceño, acercándome por fin para descansar mis hombros en la pared.
Haríamos esto ahora. No teníamos tiempo, pero Danaus merecía una respuesta a lo
que él era, y había estado ocultándole cosas.

En Venecia el cazador me había dicho que su madre había sido una bruja. Mientras
estaba embarazada de él había hecho un trato con un demonio para tener más
poder en un esfuerzo por vengarse. Durante toda su vida, Danaus había pensado que
su alma estaba atada a un demonio, pero no se había molestado en quitarle su fuerza
porque no pensaba que tuviera suficiente información. Y porque era una cobarde.

—No eres un demonio —repetí. Mordiéndome el labio inferior, miré hacia su pecho, a
cualquier lugar menos a su feroz mirada—. Hasta donde yo sé, no hay tal cosa como
un demonio. Hay un bori, como sea. Años atrás jugaban con humanos para tener
acceso a sus almas, a su energía. Son la fuente de los ángeles y la mitología antigua
de los demonios.

—Entonces, soy parte...

Un grito surgió en el aire, deteniendo las palabras en su garganta. Nos volvimos y


corrimos por el sótano. Danaus llegó a las escaleras antes que yo y subió, conmigo
siguiéndole a los talones. Encontramos a Cynnia de pie en la parte superior de las
escaleras, sus temblorosas manos cubriendo su cara mientras veía un Naturi tirado en
el suelo que conducía al sótano. Había estado muy cerca. Demasiado cerca.
Tomando a Cynnia por los hombros, la atraje rápidamente por la casa hasta llegar a la
cocina hasta la parte posterior. No había cuerpos por el acero inoxidable, por lo que
me sentí segura dejándola allí por ahora, con Shelly vigilándola.

—Demasiada muerte. Demasiados cuerpos —seguía repitiendo. Esas palabras me


obsesionaron mientras seguía caminando por la sala. Conté a más de dos docenas en
el santuario y otra docena en el jardín delantero y el jardín trasero. Rowe había
obligado a cerca de cuarenta Naturis a morir en un intento de matarme y liberar a
Cynnia antes de rendirse.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Quedándome fuera, miré hacia arriba, a la cima. Estaba ennegrecida y humeaba


ligeramente, pero los hechizos de protección de Shelly habían ayudado.
Sorprendentemente, todos habíamos sobrevivido al día, y era hora de hacer planes
para la noche. Empezaba a creer que sobrevivir a esto había sido la parte fácil.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 25

Traducido por ckoniiytthanzaww

Corregido por Julia107

El hedor de la carne
rne quemada de la funeraria entró a la habitación deslizándose a
través de la ventana.

Los Naturi se habían tomado el tiempo para rasgar tres seres humanos y remover parte
de sus órganos. Otra cosecha. Rowe había demostrado en más de una ocasión que él
era apto para realizar magia de sangre, magia para la cual se requerían partes del
cuerpo de personas vivas. Apreté los dientes, echando hacía atrás mi ira. Tenía la
sensación de que habían matado a los seres humanos simplemente para demostrar
que podían, que no podía protegerlos sin importar cuanto lo intentara.

Cuando despertamos, los Naturi se habían retirado a Machu Picchu. Esta noche era
nuestro turno de atacar su fortaleza y acabar con sus planes.

Al lado mío, Danaus dejó caer su bolsa de armas so sobre


bre la cama con un rebote que
hizo sonar los muebles. Uno de los humanos, Stefan, había sido lo suficientemente
concienzudo de agarrar las bolsas que trajo consigo. Mi pequeña bolsa de ropa había
desaparecido, pero no me preocupaba. Tenía un poco de ropa, lentes de sol, mi
cepillo de dientes y mi cepillo para el cabello, eran fáciles de reemplazar, asumiendo
que sobreviviría las próximas horas en el Machu Picchu.

—Seguimos
Seguimos adelante con el plan original —anunció
anunció Danaus en la silenciosa
habitación. Miré por encima de mi hombro al cazador y lo encontré haciendo un
rápido inventario de lo que iba a llevar
llevar—.. Vamos a la parte superior de Machu Picchu
y detendremos a los Naturi de que abran la puerta.

327
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Una frágil sonrisa erró a través de mis labios, mientras me daba la vuelta e inclinaba mi
hombro contra el frío vidrio de la ventana para ver la noche creciente por el rabillo de
mi ojo. Las noches en Perú eran más cortas cuando se trataba de captar la oscuridad
del invierno para que florezca en primavera. Esta noche era el equinoccio de
primavera, aquí al sur del Ecuador en Perú. Un tiempo de nuevos comienzos. De vuelta
en mi casa en Savannah era la primera noche de otoño, un momento para terminar y
acelerar la decadencia. De cualquier modo, era el momento para que Aurora
volviera. Esta noche planeaba entrar por la puerta, triunfal, dejando que el cambio de
estaciones marcara el comienzo de su reinado en la tierra.

Parecía tristemente irónico que el salvador del hombre sería la misma cosa que había
llenado sus pesadillas durante siglos. Pero incluso ese giro interesante del destino no
aligeraba mi estado de ánimo. No había ligereza esta noche, sólo quería que por fin
todo estuviera hecho.

—Y luego volveremos al negocio de matarnos el uno al otro —dije, dándole una


divertida mirada a Danaus, intentado acabar con el miedo.

Una tortuosa media sonrisa se elevó en sus labios mientras me lanzaba la funda del
arma que originalmente me dio meses atrás cuando volábamos desde Londres a
Venecia.

—Como Dios manda — murmuró él.

Durante los minutos siguientes mis dedos se deslizaban nerviosamente sobre las diversas
correas y hebillas, comprobando si la funda se me ceñía con fuerza a los hombros y mi
espada, y no se resbalaba mientras me movía. Hice esos mismos ajustes una y otra vez.
Me mantuve paseándome por la habitación un poco estrecha, dominada por una
cama doble, un vestido desvencijado, y por par de sillas gastadas, de respaldo alto.
Después de la opulencia de nuestra suit en el Hotel Cipriani, la pequeña habitación
parecía poco lujosa, con sus paredes color naranja quemado y alfombras
desgastadas. Sin embargo era más que suficiente para nuestras necesidades breves y
sencillas.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Cynnia se sentó en el suelo en una esquina, con sus muñecas esposadas apoyadas en
sus rodillas dobladas, mientras se movía lentamente adelante y atrás. El ver a sus
hermanos muertos la había dejado muda después de su grito inicial en la parte
superior de las escaleras del sótano. Shelly en silencio se sentó en el borde de la cama.
El dedo índice mantuvo el rastreo de un infinito edredón. Estábamos todos perdidos en
nuestros oscuros pensamientos en estas horas finales.

Un golpe inesperado de la puerta me hizo saltar. No había estado esperando a nadie.


Fue bueno no haber estado sosteniendo la espada. Probablemente hubiera perdido
un dedo. Asentí con la cabeza a Danaus y él se levantó del borde de la cama donde
estaba sentado para abrir la puerta.

Stefan entró en la habitación mientras jugueteaba con la Browning, evitando


cuidadosamente la mirada de Danaus. El guapo Nightwalker llevaba puestos unos
vaqueros y un suéter negro de cuello de tortuga contra el frío, como si pudiera
molestarle.

—Veo que finalmente juntaste a tu gente —se burló—. Estamos dispuestos a salir ahora.

Miré a Danaus, quien miraba la parte posterior de Stefan.

—¿Cuántos Naturis? —pregunté. Podía sentirlos vagamente, pero todavía necesitaba


perfeccionar las habilidades que Danaus obviamente había transformado en fino arte.

Stefan rápidamente se volvió y miró al cazador, esperando su respuesta.

Danaus continúo mirando al vampiro, pero pude sentir sus amplios poderes fuera de la
habitación, apartando a los Stefan como si fueran una visita no bienvenida. Stefan no
se movió, si siquiera se inmutó. ¿Era yo el único Nightwalker que sentía los poderes de
Danaus? No quería saber que tan profunda era esta conexión entre nosotros, pero
sabía que nada bueno saldría de ella.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Casi cincuenta —respondió, con voz distante.

—No está mal — dijo Stefan, impasible ante el número.

—Eso sin contar las dos docenas de licántropos que han convocado en la montaña —
añadí, dejándome caer en una de las dos sillas de alto respaldo.

—¿Estás preocupada por los hombres lobo? —La risa bailaba entre sus palabras
mientras arqueaba una ceja oscura hacía mi.

—En Londres enviaron a viento y tierra al clan Naturi —dije—. Ellos estarán preparados
cuando empecemos a subir las montañas en ruinas. Enviando a los licántropos para
divertirse, obligándonos a matar a nuestros propios aliados.

—¿Lo estamos enfrentando ahora? —preguntó Stefan.

Miré a Danaus, pero él negó con la cabeza.

—No puedo decir qué clan. Es sólo una banda de Naturis reunidos en la montaña.

Con los ojos fijos en la descolorida alfombra, busqué frenéticamente en mi memoria.


Me había pasado siglos estudiando el folklore y el mito dictado, en busca de un
núcleo de verdad en todas las tonterías. La valiosa información que había encontrado
en los diarios conservados por Jabari, y algunos de los antiguos cuentos no sólo
provenían de los pocos Nightwalker que afrontaron a Naturis y sobrevivieron, sino
también información de los propios Naturis. Aparentemente, alguna vez fuimos aliados
de las criaturas de la tierra.

—No sé lo que vamos a ver —dije—. Por lo que he podido reunir, Aurora es un miembro
del clan de la luz, mientras que su consorte, Rowe, es un miembro del clan del viento.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Entonces, asumiría que la mayoría de los Naturis en la montaña deben ser de los
clanes de la luz y del viento.

Me volteé y miré a Cynnia, quién seguía mirando al espacio vacío, ajena a cualquier
persona en la habitación. Me arrodillé delante de ella y agarré su hombro izquierdo,
dándole una sacudida fuerte.

—Cynnia —dije—. ¿Qué nos espera en la montaña? —exigí.

Su mirada fija y desenfocada finalmente se trasladó a mi rostro, sus ojos me analizaron


por un segundo, antes de reconocerme finalmente. Su labio superior se curvó hacia mí
con disgusto y sacudió su hombro fuera de mis manos.

—¿Por qué debo ayudarte? Tú los mataste. Tú mataste a mi gente

—¿Qué otra opción tenía? —gruñí—. Ellos iban a venir durante las horas diurnas y
masacrarían hasta el último de nosotros. Era lo único que podía hacer para
protegernos, para protegerte. ¿No eras tú quien decía que eras una traidora y que
planeaban matarte? ¿No salvé tu vida?

—Pero, ¿por qué tenían que morir tantos? —preguntó, con lágrimas resbalando por su
rostro—. ¿No podían hacerlo de otra manera? ¿No podían, por lo menos, alertarlos?

—¿Qué? ¿El perímetro de la llama azul no era suficiente para alertarlos que se
quedaran fuera de la cabaña? Sí, Cynnia, puse una trampa mortal para salvar
nuestras vidas. Pero Rowe es quien envió un Naturi tras otro a la trampa. Él siguió
enviándolos incluso cuando se hizo evidente que era una trampa. Y cuando hubo
terminado, decidió matar a siete turistas inocentes porque él podía. ¡Mató a los
humanos para desquitarse!

—Pero…

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—¡No! —le grité. Apoyé mis dos manos contra la pared para que no pudiera escapar
de mí—. No hay peros. Sí, soy una asesina de Naturis. Mataré a cuantos Naturis hagan
falta, para proteger lo que es mío, pero lo que pasó ese día, eso fue elección de
Rowe. Culpa a él por sacrificar la vida de su pueblo.

Shelly se movió nerviosamente, desviando mi atención de la Naturi temblando delante


de mí.

—¿Por qué sacrificaría a tantos? —preguntó.

Una sonrisa erró a través de mis labios, me pasé la lengua por mis colmillos mientras
miraba a Danaus y a Stefan.

—Porque estaba desesperado —dije, lentamente empujando mis pies. Stefan asintió
con la cabeza, apartando las manos de los bolsillos delanteros de su pantalón.

—Debemos empezar a movernos. Es posible que hayan comenzado.

—De acuerdo —dije, asintiendo con la cabeza—. ¿Te acuerdas de cómo encontrar la
otra entrada al camino del Inca?

—Sí.

—Lleva a la mitad de los Nightwalkers y humanos hasta el camino del Inca.

—¿Y dónde estarás tú? —demandó, dando un paso hacia mí.

—Danaus y yo llevaremos la otra mitad hasta la entrada de turistas —repliqué.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—Mi tarea es protegerte a ti. Eso es todo. —Stefan se irguió algo más mientras hablaba,
mirando por encima de mi hombro. Si pensaba que su presencia física lograría
intimidarme, se equivocaba gravemente.

—Debemos atacar por los dos lados —contesté—. Su objetivo será demorarnos hasta
que puedan abrir la puerta y recibir refuerzos. Tomarás tu grupo hasta la entrada del
camino del inca a la entrada principal. A partir de ahí, al este nos encontraremos fuera
del templo del cóndor. Se usaba para hacer sacrificios humanos. —Suprimí un
escalofrío cuando recuerdos de seres humanos poco a poco muriendo en un bloque,
mientras su sangre era capturada, nadaron en medio de mi mente.

—¿Cuándo abrirán la compuerta?

—No sé —admití con los dientes apretados—. Mi conjetura es que, o bien estarán allí,
en la Plaza Sagrada, o en la Plaza Principal. He explorado la zona lo mejor que he
podido. Tienen más de una docena de personas repartidas por la ciudad, así que no
puedo estar segura.

—Me quedaré contigo —dijo Stefan moviendo su cabeza.

Me aparté de Cynnia cerrando la distancia entre nosotros. Detrás de Stefan, justo por
encima de su hombro derecho, pude ver a Danaus tomando posición, pero no sabía si
él se movería hasta que le dijera.

De pie tan cerca de Stefan, era fácil encontrarme con su mirada, pero él no era un
tipo que diera marcha atrás tampoco. Los dos estábamos demasiado acostumbrados
a hacerlo a nuestro modo.

—Eres el mayor aquí —dije—, y el único que conoce la ciudad, y a los Naturi. Necesito
a alguien inteligente para liderar el grupo. —Me miró en silencio, cuidadosamente
sopesando mis palabras. Era verdad. No podía pensar en otro que nos llevará al otro

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lado de la montaña. Stefan no me gustaba, pero no tenía problemas pasando a
través de Naturis—. Si los atacamos por las dos partes, se obligarán a dividir su pueblo
en tres partes con el fin de tenernos a nosotros dentro y aún así, cuidar el sitio secreto.
Seremos capaces de destruir a más de ellos.

Me sonrió un poco.

—Puedo ver que todos estaban confiados que abrirías esto. Dar órdenes es algo
natural tuyo.

—Nunca quise un puesto en el Aquelarre —gruñí. Pero era tarde para eso. Yo era un
miembro del Aquelarre, y fue entonces cuando comencé a recordar algo de antes de
morir. Pero después, de nuevo, mi cerebro se concentró en sobrevivir 24 horas para
volver a Savannah.

—Bueno —dijo sonriendo lo suficientemente amplio como para mostrar sus colmillos.
Eso era lo que pensaba. Stefan siempre tenía ganas de hacer la marca de los mil años.
Había puesto su mira en el puesto vacío de Tabor y no tenía reparos en tomar mi sitio si
caigo en la lucha contra los Naturis.

Me reí entre dientes y le di la espalda, vagando hasta mi silla. Me paré junto a ella con
mi mano izquierda lánguidamente apoyada en su respaldo.

—Vas a ser un excelente Anciano. —La sonrisa instantáneamente cayó de los labios de
Stefan mientras intentaba averiguar si me estaba burlando de él.

—Mira. —Danaus trajo de vuelta mis pensamientos. Miré al cazador y asintió con la
cabeza bruscamente. No hablar más. No más estancamiento, con la esperanza de un
milagro de último minuto.

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—Nos vamos —me sorprendí. Mi voz sonó firme y fuerte, incluso confiada. Era una
mejor mentirosa de lo que pensaba. Tal vez sería una buena Anciana también.

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CAPÍTULO 26
Traducido por Eli25

Corregido por Kanon


Ka ♪♫♪

E ra el verano de 1468 cuando vi las piedras blanco-gris


blanco gris de Machu Picchu, más de
sesenta años antes de que los Incas casi fueran exterminados por los
conquistadores españoles. Los Incas solo habían acabado de construir su ciudad
en el cielo con más dee cuarenta hileras de escalones para subir dentro de la montaña
y numerosos edificios con el tejado de paja. Las enormes piedras estaban
perfectamente cortadas y situadas juntas como un intrincado puzzle designado
primero para los dioses y luego para el ho
hombre.
mbre. Arriba casi en las nubes, los Incas se
congregaban en las barridas de las grandes montañas, a adorar al sol, y a rendir
homenaje a la luna.

Sin embargo, ese año, el emperador Inca Pachacuti ansiosamente observó los fuertes
seres que de repente habíahabían n descendido a su retirada montaña. Su pelo marrón, piel
dorada, y alucinantes poderes rápidamente les marcaron como grandes niños de su
dios del sol, Viracocha, Pachacuti estaba más que feliz por servir las necesidades de
los hijos del sol, incluso si eso significaba sacrificios humanos. Pero estos grandes seres
también le habían dejado en una posición incómoda. Ellos tomaron cautiva a una hija
de la luna. Mientras los niños del sol no hacían nada por acomodarse en Machu
Picchu, la hija de la luna fue enca
encadenada
denada y sus ojos eran tapados siempre.

Durante el día, me mantenía oculta en una cueva profunda y húmeda que


conectaba con el Templo de la Luna al lado de la montaña, escondida de la vista y
de los rayos del sol que tan lejos alcanzaban. Y cuando me despertaba
despertaba cada noche,
volvía corriendo a la roca funeraria donde fui torturada hasta que el amanecer
amenazaba una vez más.

Ahora, después de cinco siglos más, me encontraba a mí misma una vez más de pie
en la sombra del Machu Picchu, y estaba aterrada. El h
hospedaje
ospedaje el Santuario era el

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
único hotel en una distancia de paseo de las ruinas Incas. Muchos turistas viajaban
desde Aguas Calientes después de hacer una larga caminata desde Cuzco. El
gobierno había limitado todo desarrollo en el área inmediata en un intento de
preservar la región y su historia. Pero estaba segura de que todo cambiaría pronto. Se
estaba convirtiendo en un punto caliente de turistas, y la ciudad estaba buscando
maneras de tomar ventaja del creciente interés.

Stefan y yo tomamos caminos separados cuando entramos en el camino. Sentí un


único momento de duda cuando mi pie tocó el suelo fuera del hospedaje, pero no
había poder esperando robar dentro de mi marco. Cynnia me había dado un sentido
del equilibrio entre los varios poderes en el aire. La tierra aún hormigueaba, vibraba, y
rugía con energía, pero no estaba atrapada más tiempo dentro de mi marco. La
energía de la tierra pulsaba a través de mi cuerpo, causando que mis huesos dolieran
y un dolor en la parte de atrás de mi cabeza pulsaba, pero no estaba ni cerca del
dolor que había experimentado antes en el Palacio de Knossos o en el vuelo a
Ollantaytambo.

Cuando Stefan se dirigió por la antigua senda del sur, sentí una buena porción de la
horda de Nightwalkers siguiéndole, a lo largo de sus guardianes humanos. Esos que
seguían observando tensos y en silencio desde las sombras. No estaban preocupados
por estar cerca de Danaus o Cynnia. Para su disgusto, Shelly había sido dejada atrás
en el hospedaje con instrucciones de dirigirse directamente de vuelta a Cuzco a la
hora de luz y luego a los Estados Unidos sin mirar atrás. Ella había hecho un buen
trabajo vigilando a Cynnia mientras Danaus y yo estábamos afuera ocupados, pero no
era capaz de enfrentar la batalla que venía. A pesar de sus protestas, mi conciencia
simplemente no lo permitiría. Y supe que Danaus tampoco lo permitiría.

Cuando caminé a través de la entrada de los turistas, tiré de la Browing y la Glock de


sus lugares de descanso debajo de mis brazos, deseando actualmente poder agarrar
la espada aún apretada a mi espalda. Su frío peso se sentía sorprendentemente bien
en mis manos. Las pistolas podrían carecer de estilo y finura, pero aún eran una fuerza
mortal. Con ellas, recuperaría el control de mi vida con una bala a tiempo.

La senda que subía el lado de la montaña era estrecha, forzándonos a caminar en fila
india. Tomé el liderazgo, seguida directamente de Cynnia y Danaus, quien agarraba
una cimitarra en una mano y un espada corta en la otra. También llevaba una

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
pequeña pistola enfundada en la espalda, mientras un surtido de cuchillas estaban
apretadas a su cuerpo. Su energía zumbaba y apenas podía controlarla. Quería
persuadirle en secreto de regresar, pero me mordí la lengua. Normalmente, la calidez
de su energía era suave, pero esta noche era solo un recuerdo de cómo mi noche
acabaría, abrigada en sus poderes cuando intentaran desgarrarme. Traer, persuadir,
marcha atrás.

Procedimos lentamente a subir la senda. El único sonido en el frío aire de la noche era
el crujido de la grava debajo de nuestros pies. Levanté la mirada al cielo negro y fruncí
el ceño. Sin el brillo de la luna sobre mí. Nunca me di cuenta de cuan solitaria la noche
se convertía sin ella allí, lanzando su suave y plateada luz. La región estaba negra
como la boca del lobo excepto por un débil brillo de antorchas que venían desde la
cima de la montaña. Había una agitación de magia hormigueando en el aire, pero no
lo suficiente para indicar que los Naturi habían comenzado el hechizo.

Danaus de repente agarró mi hombro, desequilibrándome. Él estaba de pie muy


tranquilo, sus cejas surcadas en concentración. Mirando detrás de él, encontré a los
otros Nightwalkers observándole intensamente también.

—¿Naturi? —Pregunté, mis ojos lentamente barrieron a nuestro alrededor. Habíamos


entrado en los sectores inferiores de agricultura. Había unas series de mesetas que una
vez habían sido usadas para plantar maíz y otras verduras para los habitantes de
Machu Picchu. Pequeña vegetación crecía allí ahora, profunda y espesa como
sombras.

—No, pero...

—Lo sé —dije. También podía sentirlos. Se acercaban.

Como si fuera una indicación, los primeros lobos levantaron su voz en una canción,
aullando al cielo sin luna. Los hombres lobo pronto se unieron a coro con sus hermanos
y hermanas, sus tristes llantos llenaron el aire. No me permití el lujo de escanear para
ver si Alex estaba entre ellos. Si ella estaba allí, sabía que lo sentiría un segundo antes
de matarla.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Rápidamente devolví mis pistolas a sus fundas, y saqué mi espada. Las balas no
estaban cubiertas de plata. Sin eso, disparar solo sería enfadarles. Al mismo tiempo, las
sombras embestían, convergiendo en mi pequeña armada.

—¿Qué? —Dijo Cynnia nerviosamente, de pie cerca de mi espalda cuando continué


girando, buscando a mis atacantes acercándose.

—¿Puedes controlarlos? ¿Puedes detenerlos? —Demandé.

—Soy un Naturi del viento —me dijo bruscamente, agarrando mi camisa cuando una
sombra cambió cerca de mi derecha—. No puedo controlar animales.

—¿Ni siquiera un poco?

—Ni eso.

—¡No voy a protegerte en la subida completa de la montaña si no puedes mostrar un


poco de tus recursos!

Gruñidos de ambos lados retumbaron en el silencio y luego comenzó. Una sombra


saltó hacia mí, pero lo esquivé, barriendo mi espada cuando me moví. Golpeé su
costado, ganando un grito afilado cuando golpeé el duro suelo. Cuando intentó
ponerse a cuatro patas, corté hacia abajo, decapitándolo.

Giré, rajando a un lobo mexicano con pelo gris y rojo. Sus afilados colmillos y fuertes
mandíbulas estaban apuntando a mi garganta. Cayendo a mis rodillas, agarré la
camisa de Cynnia y la puse en el suelo también. El lobo me sobrepasaba, aterrizando
al otro lado de la senda en un desparrame de polvo y grava. Rápidamente giró e hizo
otra carrera hacia mí. Intenté esquivarle otra vez, pero mi pie cogió el cuerpo del lobo
que había matado momentos antes, atrapándome. La criatura sujetó mi pie con sus
dientes y casi me tiró al suelo. Girando, sumergí mi espada a través de sus costillas y sus

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
pulmones. Con una ayuda, me liberé, tirando un trozo de carne con los dientes.
Intentaba volver así que podía curarse de la herida que le había infligido, pero ya
estaba allí, cortando su cabeza.

El corte en mi brazo aún latía, pero se estaba curando. El flujo de sangre estaba
parando y se secaría pronto. No tenía porque preocuparme. No podía contraer la
licantropía. Los vampiros eran inmunes a la enfermedad. Desafortunadamente, el olor
de mi sangre en el aire atraería a más lobos. Caminé un poco hacia arriba del camino,
tirando de Cynnia cuando avancé, intentando poner un poco de distancia entre
Danaus y yo. El camino era demasiado estrecho para permitir a los lobos rodearnos,
pero también mantenía a los Nightwalkers atrapados. Nuestra lucha estaba dificultada
cuando luchábamos para no herir a nuestros aliados.

Los gritos y los disparos llenaban el aire. Muchos de los humanos habían estado
equipados con anteojos de visión nocturna y armas automáticas. La ráfaga de balas
fueron frenando a los lobos un poco, forzándoles a curar. El segundo extra permitió a
los vampiros cargarse a los licántropos más fácilmente, pero al final los humanos
estaban siendo hechos pedazos. Ellos nunca deberían haber venido. Como los
licántropos, sólo eran una distracción.

Con un gruñido, destripé a un lobo que embistió contra mi garganta, sus entrañas se
desparramaron en el suelo. Aulló una vez de dolor antes de cortarle la cabeza. Detrás
de mí hubo un roce de energía. Tirada en el suelo de repente, giré del camino un par
de pies, arrastrando a una aturdida Cynnia conmigo como mejor pude.
Manteniéndola a salvo detrás de mí, estaba de pie con la espada lista. El lobo que se
había lanzado a mi espalda aterrizó en el punto donde había estado de pie hace un
momento. Gruñó e iba a embestir cuando Danaus condujo su espada corta a través
del cuello de la criatura, cortando su columna y desgarrando su garganta.

—Fin del espectáculo —dije, con mis manos ensangrentadas aún tensamente
agarrando mi espada.

—Se acercan —dijo él. Con un movimiento brusco, tiró su cuchilla libre, y el cuerpo del
lobo cayó en un montón sin vida en el suelo. Por la mañana la montaña estaría
cubierta de cuerpos humanos desnudos. Una parte de mí deseaba vivir para ver el

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
siguiente día solo para poder oír como nuestro masivo público de relaciones de grupo
largaba con esto.

—¡Vamos! —Grité. Mi grupo estaba acabando con el último par de lobos. Una docena
de licántropos fueron enviados y todos habían muerto. Perdí a varios humanos
también. Varios de los sobrevivientes también serían peludos en la siguiente luna.
Estaba comenzando a creer que esta montaña llevaba algún tipo de maldición con
ella. Había un precio extraído cada vez que alguien ponía un pie en su tierra
santificada.

—¿Dónde está el otro grupo? —Preguntó Danaus, caminando sobre un lobo muerto
cuando subió la colina.

Comencé a caminar otra vez, mientras mi mente se extendía para encontrar a Stefan.
Su ira me golpeó primero, causándome un traspié. Su grupo estaba en medio de una
batalla. Stefan sintió mi presencia y envió una palabra antes de empujar sus
pensamientos. Cuartel. Salté por encima de su gente. Muchos de los humanos estaban
muertos y sentí solo una ligera dispersión de licántropos, pero aún había algo mal.

—¡Arriba! —Grité, corriendo al subir el camino mientras aún estaba claro—. El grupo de
Stefan no está muy lejos del cuartel. Algo extraño está pasando. Los Nightwalkers
siguen pensando en rocas y montaña comiéndoles —dije sobre mi hombro hacia
Danaus.

—Es el clan de la tierra —intervino Cynnia. Corría a mi lado, de pie a mi izquierda para
que fuera más fácil para mí protegerla—. Tienen la habilidad de mover grandes rocas,
o deslizar la tierra abierta y luego cerrarla otra vez alrededor de sus víctimas.

Tuvimos que correr. Mientras Stefan estaba encontrando algunos problemas


interesantes, él estaba más arriba de la montaña que yo. Él iba a alcanzar la Puerta
Principal antes de que estuviera en posición de encontrarle. Si los Naturi iban a
conducir el hechizo hacia el Templo del Cóndor, Stefan necesitaría más ayuda si él
quería sobrevivir.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Iba a preguntar lo que ellos iban a enviarnos cuando sentí algo agitándose en el aire.
Sin preguntarlo, agarré el brazo de Cynnia y la empujé al suelo conmigo. Fue el mismo
sentimiento que tuve momentos antes de ver a las harpies en Creta. Un cambio en el
aire, el sentimiento de que algo estaba por aterrizar sobre tu cabeza. Con un gruñido,
liberé a Cynnia y giré sobre mi espalda. Alcancé la Browning con mi mano derecha y
estaba levantándome cuando paré. No eran harpies. Era peor.

Sobre la cabeza, con un equipo de alas grises masivas, estaba una criatura que
parecía un gorila más que un hombre. Su cara era larga y delgada, con una amplia
nariz y colmillos que sobresalían debajo de su gordo labio inferior. En sus brazos
agarraba a una mujer delicada con pelo azul fluyendo. Sus manos pequeñas y frágiles
descansaban contra la piel de guijarro de sus brazos y pecho.

—Cynnia, ¿qué demonios es esa cosa? —Demandé, mi objetivo ajustado para tomar
a ambos en pleno vuelo a la criatura y a su pequeño tesoro.

—¿En tu lenguaje? Un guardián del aire —replicó ella, pareciendo retroceder


lentamente de mí.

—¿Algo en particular que debería saber?

—Son asesinos.

Manteniendo mi espalda presionada contra el suelo, disparé al guardián del aire


cuando descendió a través del aire. Para ser algo tan largo, fue asombrosamente
rápido, pero aún me las arreglé para disparar a las alas.

Intenté sentarme para conseguir un mejor ángulo en mi siguiente disparo cuando un


árbol erupcionó desde el suelo y golpeó en mi pecho, tirándome de golpe contra la
tierra. Parpadeé contra las estrellas que explotaron contra mis ojos. La raíz se tensó a mi
alrededor, casi rompiendo mis costillas. Me empujé contra mis vínculos terrestres, pero

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
esas raíces estaban controladas por magia, haciéndolas más fuertes. Otra raíz saltó
cerca de mi pie desde la tierra y agarró mi tobillo, clavándome al suelo. La Naturi del
clan de la tierra rió desde la cuna del abrazo del guardián del aire mientras se
sostenían en el aire a pocos pies sobre mi cabeza. Luché para cortar a través de mis
vínculos con mi espada, pero el progreso era lento. En un momento mis brazos se
romperían bajo la presión y estaría indefensa.

—Ven, hermana pequeña —dijo la Naturi del clan de la tierra con una onda de su
mano hacia Cynnia—. Nos perteneces.

—¿Por qué? ¿Para que puedas matarme como lo intentaron los otros? —dijo
bruscamente Cynnia, arrastrándose lejos de donde estaba tumbada atada al suelo
con un montón de raíces.

—¿Prefieres estar al lado de los Nightwalkers? —Jadeó la Naturi. Ella apretó sus dientes
y ondeó su mano hacia la senda de la montaña—. Bueno entonces, creo que no te
dejaré otra elección excepto la de unirte a nosotros.

Bajo la línea oí a un Nightwalker gritar segundos antes de que su existencia se


apagara. De lo que podía decir, muchos de mi especie estaban siendo atados con las
raíces y luego estacados. Un aumento del pánico llenó mi pecho cuando liberé mis
armas. Estaban sin uso desde que no podía levantar mis brazos. Con mis palmas
abiertas, conjuré una onda de fuego que cubrió la longitud de mi cuerpo, mordiendo
las raíces que me sujetaban. La Naturi del clan de la tierra sobre mí chilló frustrada e
intentó aplastarme con las raíces, pero ya estaban comenzando a debilitarse. Con mi
vínculo despedazado, envié una bola de fuego gritando a través del aire. El guardián
del aire giró e intentó escapar, pero las llamas le sepultaron a él y a la Naturi de la
tierra en un instante. Su dura piel se derritió, su carne crepitó y estalló en el cielo de la
noche antes de que él, finalmente perdiera la habilidad de volar y cayera de vuelta al
suelo.

Tirando de mis vínculos, las raíces golpearon bruscamente y se rompieron. De pie otra
vez, levanté mis manos y encendí a otros guardianes del aire que pude ver en el aire
sobre mí. Cynnia se levantó también y convocó una tormenta, trayendo un aumento

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del aire que mantenía a los guardianes luchando para quedarse cerca de donde
estaban localizados en el lado de la montaña.

—Con esos puños de hierro, no puedo hacer más —argumento ella, levantando sus
manos hacia mí.

—Traicióname ahora y te destruyo —dije bruscamente. Con un gruñido, aparté los


vínculos de cada puño de hierro hasta que cayeron al suelo con un ruido. Recé para
no lamentar esto, pero necesitaba todo el poder del fuego que pudiera. Ella podía
haber ido con su especie pero se había quedado conmigo.

A mi lado, Cynnia lanzó un profundo suspiro cuando levantó sus brazos libremente
hacia el aire. Las nubes negras giraron a nuestro alrededor mientras en acercamiento
de la bruja les daba cuerpo. Tomé un paso hacia atrás y puse una mano sobre su
hombro, cautelosa por lo que ella estaba haciendo. En un destello de un ojo dos
disparos se iluminaron golpeando en la tierra, hundiéndose a través de dos guardianes
del aire que quedaban antes de que tuvieran oportunidad de escapar.

A lo largo de la senda, los Nightwalkers se estaban liberando y poniéndose de pie.


Desafortunadamente, los humanos habían sido rápidamente eliminados y rotos bajo el
apretón de las raíces. Yo también había perdido a cinco Nightwalkers. Más de la mitad
de mi armada ahora no estaba, y aún teníamos que alcanzar las ruinas de la
montaña. Esperaba que Stefan estuviera haciéndolo mejor.

Frunciendo el ceño, estreché mis ojos escaneando el área conservada con sombras
bailando proyectadas por las últimas ramas ardiendo. Danaus había desaparecido de
la vista cuando los guardianes del aire aparecieron. Un escalofrío recorrió mi columna.
Su nombre estaba en mis labios cuando finalmente le señalé sentado en el suelo, su
espalda presionando contra la pared de piedra de la montaña. Cuando caminé
hacia él, un fuerte resolló de su respiración se pudo oír sobre los fuegos
chisporroteantes. Enfundé mis armas, me arrodillé al lado del cazador. Su garganta
estaba abierta y sangrando. Una de las raíces se había enroscado alrededor de su
cuello y cerró su entrada de aire.

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—¿Está curando? —Pregunté. Él intentó decir sí, pero la palabra nunca salió de su
garganta. Levanté mi mano, deteniéndole de intentarlo otra vez—. Solo asiente o
sacude tu cabeza. —Él asintió una vez, sacando una afilada respiración. Podía sentir el
pánico comenzando a crecer en su pecho. No era suficiente aire, no por un gran
punto. Su cuerpo estaba curando, pero demasiado lento, y pronto estaría sofocado.

—¿Duele algo más? —Demandé. Danaus sacudió su cabeza—. Esperaremos —


anuncié, arrodillándome en el suelo delante de él.

—¿Qué? ¡Déjale! —dijo bruscamente uno de los otros Nightwalkers observando nuestra
conversación. Era joven y no tenía concepto de lo que enfrentaría en las ruinas de
Machu Picchu.

—Es uno de los pocos entre nosotros que puede sentir a los Naturi. No voy sin él —dije
tranquilamente.

—Es un cazador —comentó sarcásticamente el Nightwalker. Sus piernas con


pantalones estaban abrazadas por amplias partes, como si él fuera a saltar sobre
Danaus.

—Y por el momento tiene más valor para mí que él esté parpadeando que tú y tu
irritante lloriqueo. Si estás ansioso por moverte, toma a otro y explora. —El vampiro me
miró un par de segundos antes de hacer una señal a otro para acompañarle arriba
del camino.

Arrodillada delante del cazador, me encontré con que él estaba parpadeando


rápidamente, desesperadamente tratando de permanecer consciente contra la
oscuridad creciente. Él se desmayaría pronto si no hacia algo. Yo ahora podía dominar
los poderes tanto de la tierra como del alma, pero carecía de la habilidad para sanar
el cuerpo humano. Sin embargo, tenía algunos trucos reservados. Ningún que le
gustase, sin embargo.

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Me moví para quedar directamente delante de él con sus rodillas a cada lado de mis
caderas. Él intentó cambiar y poner algo más de distancia entre nosotros, pero puse
una mano en su hombro, sujetándole tranquila.

—Te puedo ayudar —murmuré, intentando mantener mi voz suave y reconfortante—.


Pero tienes que confiar en mí.

El ceño fruncido de Danaus se hizo más profundo y sus ojos se estrecharon. Creo que él
me habría dicho que me fuera al infierno si pudiera, pero en lugar de eso extrajo otra
harapienta y fracturada respiración. Se le estaba acabando el tiempo.

Colocando mi mano izquierda contra el lado de su cara, presioné mi pulgar contra su


sien. Capturé su muñeca izquierda con mi mano libre y la coloqué contra mi lado para
que él cogiera mi caja torácica. Sujeté su mano allí porque sabía que él trataría de
apartarse cuando averiguara lo que pensaba hacer.

Cerrando mis ojos, relajé la tensión de mis hombros y mentalmente extendí la mano
con mi mente. Dejé rozar mis pensamientos ligeramente contra los pensamientos de
Danaus como una advertencia. Él se alejó de mí, hincando sus talones en el polvo
cuando intentó desesperadamente alejarse, pero le agarré tensamente.

—No —dijo con voz áspera.

Relájate, Danaus. No usé mi voz, sino que envié las palabras yendo a la deriva a través
de su mente. Si no hubiera estado tan débil, nunca habría podido hacer esto. Cuando
habíamos hablado telepáticamente en el pasado, enviábamos una rápida dispersión
de palabras mutuamente. Nuestra presencia dentro de otras mentes era un mínimo
absoluto, en un esfuerzo para darle a la otra persona una pequeña privacidad. En el
peor de los casos, recibíamos un destello de emoción mutuo, pero más pequeña. Pero
ahora era diferente. Estaba dentro de su mente.

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¡Sal de mi cabeza! Él estaba lívido, pero sobre eso tenía miedo. Su miedo a mí y lo que
estaba haciendo era demasiado espeso para sentirlo como avanzaba lentamente a
través de un pantano de Florida. Ninguno de nosotros se había atrevido a aventurarse
tan profundo, a lugares donde podríamos oír pensamientos y caminar a través de
viejos recuerdos y secretos profundamente escondidos.

Tienes que dejarme ayudarte.

¡Fuera! Pude sentir las paredes lanzadas hacia arriba a mi alrededor mientras él trató
de poner barreras defensivas. Estaba usando toda su fuerza para oponerse a mí, y
nada dejaba atrás para continuar el proceso de curación. Sólo estaba empeorando
las cosas.

Mordiendo una maldición, forcé más profundo en su mente, derribando sus paredes.
Antes de que él pudiera levantarlas para oponerse a mí, frené sus pensamientos,
enviando una niebla espesa a través de su mente.

Calma. Quédate tranquilo. Piensa sólo en curarte. Las palabras entraron en su cerebro
como un susurro. Él estaba intentando relajarse, pero el ardor en sus pulmones
aumentaba.

Mira. Mi nombre llegó suavemente, débil y demasiado frágil. Él extendió la mano,


aterrado y con dolor. No puedo respirar.

No lo necesitas. Estoy respirando por ti. Cuando envié el pensamiento a través de su


mente, tomé una larga y profunda respiración. Su mano me agarró el costado
tensamente durante un momento y luego se relajó. Todo era una mentira, una ilusión
que tejía en su mente. No podía respirar por él, pero en el momento que él lo creyó
podía y su pánico decreció, dejando a su cuerpo completar el proceso de sanación.
El miedo y el pánico se apaciguaron y toda su energía fue redirigida de intentar
protegerse de mí y los otros Nightwalkers a sanar la herida en su garganta.

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Por un breve período de tiempo creé una ilusión de seguridad para mentalizarle de
acurrucarse dentro. Al mismo tiempo, abrí la puerta a mi mente y poderes, intentando
empujar la energía que podía en su cuerpo. No estaba segura de que la energía
fluyera así, pero tenía que intentarlo. Estaba dispuesta a darle cada onza de energía
que pudiera liberar, para que su cuerpo pudiera curarse antes de que finalmente se
asfixiara.

Nos quedamos así durante otros diez segundos. Envié pensamientos suaves,
tranquilizadores ondeando a través de su cerebro con cada aliento profundo. Pero sus
pensamientos aumentaban más oscuros cuando la falta de oxígeno constantemente
robaba su conciencia. Cuando supe que no podía esperar más tiempo, liberé mi
agarre mental de él.

Respira, Danaus.

Su primer aliento rudo destrozó el silencio prístino de la noche. Con ambas manos
agarrando mis costados, me tiró hacia delante para que él pudiera apoyar su frente
contra mi esternón. Mi cuerpo se había convertido en su ancla para la realidad, y me
agarraba firmemente lo suficientemente fuerte para crear moratones.

Dejé de respirar y distraídamente corrí mi mano derecha sobre su pelo, alisándolo


cuando su respiración lentamente se compensó.

Perra.

Tropecé con ese el último pensamiento cuando me liberé de su mente.

—También fue bueno para mí —dije en una voz ronca antes de retirar mis dedos de su
pelo y presionar un beso en la parte superior de su cabeza. Estaba sentada sobre mis
talones cuando sus manos se deslizaron de mis costados. Él descansó contra la ladera
de la montaña, inclinando su cabeza hacia atrás para que pudiera respirar más
fácilmente.

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Podía entender los miedos de Danaus, pero nunca había intentado forzar mi camino
en sus recuerdos, sus secretos, hasta ahora, cuando le había controlado, obligándole
a creer en una ilusión que le podía haber matado. Su ira comenzó a retroceder, pero
su miedo era todavía algo tangible entre nosotros. En su momento de debilidad fui
capaz de entrar en su mente, lo cuál no había sido capaz de hacer bajo
circunstancias normales. Lo que es más, el camino directo que habíamos cortado
entre nuestras dos mentes ahora era más fuerte que antes. Fácilmente podríamos
deslizarnos dentro de los pensamientos mutuos ahora, algo que sabía que ninguno
quería.

Pero por un breve momento en el tiempo no tuvo importancia. Esta noche otra vez me
esgrimía con una espada en su mano. Yo brevemente había violado su mente, pero
pagaría ese desaire como su esclava. Nosotros dos estábamos unidos: vampiro y
cazador; monstruo y demonio.

—Tenemos que irnos —susurró Danaus.

—Pronto. Recobra el aliento. Jabari estaría severamente desilusionado si no llegaras


vivo a las ruinas. —El cazador aspiró un aliento profundo, llenando sus pulmones. Él se
estableció una profunda respiración, llenado sus pulmones. Se estremeció contra el
dolor, pero estaba respirando otra vez.

—¿Dónde está Stefan? —Preguntó Danaus en una voz ronca, poniéndose de pie.
Permanecí sentada otro momento mientras localizaba a la otra manada de vampiros.
Eran fáciles de divisar, considerando que recientemente estaba luchando contra un
grupo de Naturi. La energía y la violencia en el aire aumentaban.

—Acaban de pasar a través de la Puerta Principal. Casi estamos en la cima —dije,


poniéndome de pie.

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CAPÍTULO 27
Traducido por Silvery y Virtxu

Corregido por Kanon ♪♫♪

C ontinuamos subiendo la montaña


montaña en silencio. La tensión se enrollaba en mi
estómago cuando esperaba al siguiente control de carretera, la siguiente horda
de Naturi esperando para coger mi cabeza. Necesitábamos abrirnos paso a
puñetazos y finalmente coronar la cima en las nubes. Necesitábamos
acabar con este juego.
Necesitábamos finalmente

Hicimos un alto cuando llegamos al giro final de la carretera. Los dos Nightwalkers que
había enviando delante estaban con sus espaldas presionadas contra la ladera de la
montaña. El llorón casi estaba doblado sobre
sobre sí mismo, con los brazos cruzados y
apretados en su estómago.

―¿Qué paso? ―pregunté.é. La Browning estaba en mi mano izquierda, mientras que mi


mano derecha estaba agarrada alrededor de la empuñadura de la espada. Mis
piernas estaban separadas cuando escudriñé
escudriñé la zona, esperando el próximo ataque.

El otro Nightwalker sostuvo una flecha con dos dedos.

―En cuanto doblamos la esquina, llenaron el cielo.

―Te curarás ―murmuré é mientras entornaba los ojos alrededor del muro de piedra y
hacia la colina. La luz del fuego era más brillante en la entrada de la ciudad, pero
todavía no podía ver a nadie. Una estrecha escalinata iba a lo largo de la pared
principal rodeando la ciudad, dirigiéndose hacia la cima que sostenía la garita del
guardia. Stefan estaba todaví
todavíaa por encima de nosotros, pero cerca. Teníamos que

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tener cuidado con el ejército de Naturi en la entrada antes de que él y su banda
tropezaran con ellos―. ¿Cuántos?

―Quince ―respondió Danaus rápidamente.

―¿Conocen algún buen truco?

―No.

―Pero yo sí ―dijo Jabari cuando salió del aire para permanecer a mi lado. Sadira se
mantenía en sus brazos, mirando desorientada. Su piel estaba negra y deformada, y su
fino pelo negro únicamente estaba empezando a volver a crecer. Mi creadora y yo
habíamos tenido un… desacuerdo mientras yo estaba visitando Venecia hace un par
de meses. El resultado la había bañado en llamas, momentáneamente. Siendo del
todo honesta, había sido un accidente, pero sabía que no existía ningún Nightwalker
que me creyera.

Sadira llevaba largas prendas anchas, escondiendo su horrenda apariencia. Otros


vampiros se acobardaban y hacían muecas al mirarla. Comprensiblemente, ella se
negaba a mirarme, permaneciendo acurrucada contra el Anciano.

―Nos han calado ―dije volviendo a mirar a Jabari―. Quince Naturi con flechas. El clan
Naturi de la tierra y los guardianes del aire están acechando por toda la montaña,
dándonos más ración de problemas.

―Yo pararé las flechas. Sólo necesitamos un señuelo ―me sonrió Jabari, mostrando sus
blancos dientes a la débil luz. Ninguno de los otros Nightwalkers serían adecuados para
esta tarea, pero me quería a mí.

Fruncí el ceño y sacudí la cabeza.

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―Sí, yo también lo creo ―me volví hacia Danaus y le pasé mi Glock y mi Browning. Era
mejor tirador que yo en cualquier caso―. No falles. Sabré si me das a propósito.

―No me atrevería ―replicó, con su áspera voz cargada de sarcasmo. Yo debía de


parecer nerviosa porque rara vez bromeaba.

―Espera. Estoy segura de que también les encantaría esculpir “Patéame” en mi


espalda ―advertí, forzando una sonrisa burlona en mis labios.

―¿Qué? ―dijo Cynnia, agarrándome del brazo cuando me preparaba para salir a
campo descubierto―. No me gusta nada esto.

―¿Sabes que están planeando? ―pregunté, levantando mi cabeza hacia un lado


mientras esperaba su respuesta.

Meneó la cabeza y se mordió el labio inferior.

―No lo sé, pero esto parece malo.

―Ya sé que es malo, pero confío en que Jabari me necesita con vida por ahora ―dije
con una mueca de desprecio mientras levantaba la vista hacia el Anciano.

Esgrimiendo mi espada, caminé rodeando la curva y hasta el medio de la carretera.


Me quedé de pie esperando, pero no pasó nada. Agarrando fuertemente la
empuñadura con mi mano derecha, caminé con pesadez, con mi mano izquierda
bañada en llamas danzantes. No era posible convertirse en un blanco más visible. No
sabía cuál era el plan de Jabari, pero no confiaba en que el Anciano me mantuviera
completamente sana y salva. Me necesitaba con vida, pero eso dejaba una gran
área de matices grises del tipo de condiciones en las que me podía dejar. Para

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dulcificar el trato, contaba con un cazador de vampiros para guardarme las espaldas;
uno que estaba demasiado contento conmigo por el momento. La única que de
hecho parecía preocupada por mi seguridad era la Naturi. Si sobrevivía a esto, iba a
prestar más atención al tipo de compañías con las que me juntaba.

A medio camino la primera flecha surcó a través del aire directo hacia mí. Se arqueó
en lo alto del cielo nocturno y la esquivé con facilidad, agazapándome. Cuando lo
hice, otras diez flechas llenaron el cielo, moviéndose directa y rápidamente hacia mi
nueva posición. Estaban lo suficientemente esparcidas como para que intentara
sortearlas, al menos una o dos me herirían. Me encogí, con los músculos tensados
cuando esperé el impacto, escuchando a Danaus disparando a los Naturi que habían
quedado a la vista.

Mentalmente alcancé el hechizo barrera que Cynnia y Shelly habían intentado


enseñarme en los bosques, pero mi mente estaba en blanco. No podía recordar las
palabras clave, y la energía se negaba a venir hasta mis dedos. Cuando las flechas
con las puntas envenenadas se acercaron, regulé el flujo.

―¡No! ―oí gritar a Cynnia. Me contorsioné a tiempo para ver un borrón blanco que se
dirigió hacia mí. Estaba atrapada entre las flechas chillando hacia mí y algo pequeño
y blanco. Levantando mi espada hacia la mancha blanca, me eché hacia atrás,
preparada para coger varias flechas por mi lado y a la espalda. Fue sólo un suspiro
más tarde que sentí a Cynnia envolverme con sus estilizados brazos y me empujó lejos
antes de que algo más nos atrapara a las dos. Miré alrededor para encontrar que un
par de perfectas alas blancas habían brotado de la espalda de Cynnia y estaban
ahora envolviéndonos a ambas en un intento de protegernos de las flechas.

Sorprendentemente, las flechas nunca nos tocaron. Rebotaron en una barrera invisible
a pulgadas delante de nosotros y cayeron inofensivamente al suelo. Pude sentir más
que oír la risa de Jabari. Había disfrutado de mí y del pánico momentáneo de Cynnia.

¡Qué dulce! Una Naturi protegiéndote. ¿Cómo lo lograste? Preguntó, mientras su voz se
deslizaba en mi cerebro.

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Le prometí que no iba a permitir que su hermana viniera esta noche a través de la
puerta. Contesté en un tono igualmente dulce.

¿Hermana?

Sí, ella es la hermana menor de Aurora. Una princesa real. Una mercancía valiosa.

Estás llena de sorpresas, mi flor del desierto. Ronroneó de cerca Jabari.

Por el momento, le volvía a caer en gracia. Cynnia era realmente un objeto de valor, y
mientras siguiera usándola, no sería la voz cantante en las ruinas de la montaña. Este lo
sería Jabari —el titiritero―. Cualquier promesa que le hice a la joven Naturi era nula y
sin valor ahora que estaba controlada.

Con un gruñido, me alejé de Cynnia, reanudando mi viaje a la montaña. Los Naturi


siguieron disparando flechas, pero ninguna me tocó. A cambio, envié varias bolas de
fuego delante de mí. Danaus logró coger a unos pocos Naturi, y yo rematé al resto
con una mezcla embriagadora de fuego y acero.

De rodillas en la entrada a la ciudad, esperé a que mis fuerzas volvieran mientras


Danaus y los otros se apresuraron a subir la montaña para unirse a mí. Al mismo tiempo,
Stefan apareció desde el oeste. Su grupo había sido maltratado y miserablemente
reducido a ocho. Estaba lívido por casi ser derrotado por los Naturi, pero aún así logró
hacer una fría reverencia al Anciano.

—Tenemos que seguir moviéndonos —anunció Jabari.

—¿Dónde será la celebración de la ceremonia? —pregunté, aún sin ponerme en pie.


Miraba fijamente hacia delante a las paredes de piedra que se cerraban en torno a

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mí. Estaba en la ciudad de nuevo. Un temblor de pánico corrió gritando a través de
mí, apretando cada músculo de mi cuerpo.

—Los humanos han sido reunidos en la Plaza Principal —respondió Jabari—. Vamos a
terminar esto —dijo Danaus, extendiendo su mano hacia mí. Aparté la vista de ella, mi
cuerpo se estremeció. La radiación de energía caliente de su cuerpo, hizo que mi piel
se pusiera de gallina. Acabar esto también significaba aplastarme. En Venecia, había
sentido lo que era tener tanto los poderes de Jabari como los de Danaus dentro de mí,
luchando por el control. Eso casi me hizo pedazos. No podía imaginar el dolor que me
esperaba cuando la tríada completa pusiera sus poderes a través de mi cuerpo.

Volví la cabeza para encontrar Jabari ofreciéndome la mano a mí también.

—No voy a dejar que te dañen otra vez.

Tenía en la punta de la lengua que era el daño que él me pudiera causar mi


preocupación. En lugar de eso me puse en pie sin ayuda y pasé junto a ellos.

—Al diablo con vosotros dos —gruñí. Con mi espada en la mano, caminé por la calle
principal hacia la plaza. Jabari estaba en lo cierto. Podía sentir a todos los humanos
reunidos en la plaza principal. Nos encontramos con sólo una ligera resistencia en el
camino, la cual fue remitida rápidamente.

En el borde de la plaza hice un alto. La noche había sido postergada por decenas de
antorchas, recordándome la escena dispuesta delante de mí en el Palacio de Knossos.
Los Naturi se habían retirado del centro de la gran plaza para guardar el sacrificio. Un
profundo presentimiento se metió en mis huesos y molestó a mis pensamientos. Hace
cinco siglos se había necesitado sólo un sacrificio, una hermosa joven con el pelo largo
y negro. Ella había sido una de las hijas del emperador, y ahora jugaba un papel
protagonista en mis recurrentes pesadillas.

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Esta noche, había trece personas de pie en el centro de la plaza cubierta de hierba,
una mezcla de lugareños y turistas. Estaban dispuestos en un círculo con la espalda
hacia el interior del círculo. La mano izquierda de cada persona estaba atada a la
mano derecha de la otra, manteniendo el círculo cerrado. Sus sollozos amortiguados y
voces suplicando rebotaban en las paredes de piedra que los rodeaban y volaban
por el fresco aire de la montaña. No sentía ninguna oleada de compasión por ellos. Su
final llegaría rápido. Todo lo que se necesitaba eran sus corazones y algo de su sangre,
los ingredientes básicos para cualquier hechizo poderoso.

Flexioné nerviosamente la mano izquierda vacía a mi lado, llevando los ojos del círculo
de humanos a Jabari. Tenía el ceño fruncido. Había algo en esta pequeña escena
que le molestaba también. Tenía la esperanza de que fuera sólo yo.

—Es diferente —dije. Él no respondió, pero sus poderes se incrementaron un poco,


golpeando contra mi carne—. La vez anterior tuvieron sólo un sacrificio, una mujer. Esta
vez son trece los seres humanos. ¿Por qué?

—Tienen la esperanza de convocar más poder esta vez —dijo Stefan, acercándose
detrás de mí—. Nosotros los derrotamos una vez. Tienen la esperanza de evitar una
humillación más.

Casi sonaba lógico para mí. Más sangre equivalía más poder, pero ¿por qué usaban
trece? ¿Por qué no dos o cinco? Sin duda eso sería más que suficiente. Trece. El
número golpeaba alrededor en mi cerebro, burlándose de alguna respuesta que
estaba un poco más allá de mi alcance. El número es significativo. Desde un punto de
vista mágico, el doce era un número clave, pero esto refiriéndose a hechizos de un
aquelarre de brujas, no de sacrificios. Es más, mi chequeo anterior reveló que ninguno
de los seres humanos era un usuario de magia.

—Esto está mal —murmuré, volviéndome a mirar a Cynnia, que colgaba por atrás. Sus
alas de paloma blanca se habían envuelto alrededor de su cuerpo, pero ahora
estaban empezando a disiparse como granos de arena que caían de sus hombros—.
¿Sabes lo que está pasando?

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—Yo… no sé —balbuceó, retorciéndose las manos—. Nunca he visto realmente la
ceremonia de apertura de la puerta. Nunca habría esperado que fueran necesarios
tantos humanos.

—¿De verdad esperas que te diga la verdad? ¿Qué traicione a su pueblo? —me
gruñó Stefan, dando un paso más cerca, por lo que estaba casi de pie entre yo y la
Naturi.

—¡Ella nos ha ayudado hasta aquí! ¡Ella quiere lo mismo que nosotros, su hermana la
había enjaulado! Estoy dispuesta a tomar cualquier ayuda que pueda obtener en este
momento. —Volviéndome a mirar por encima a Jabari, le hice señas con la cabeza
hacia la plaza que se extendía ante nosotros—. Se nos ha agotado el tiempo. Es hora
de actuar.

—Mira —retumbó Jabari en voz baja, en tono de advertencia.

Me detuve en el acto de pisar la plaza cuando los Naturi se trasladaron frente a cada
uno de los seres humanos, con espadas cortas en la mano. Los gritos y los chillidos
alcanzaron un tono febril. Levanté mis manos sobre mi cabeza, abiertas y hacia fuera,
hacia la noche, pero no pasó nada. ¿Verdaderamente había llegado a esta
encrucijada una vez más? Hace apenas unos meses que había estado en Stonehenge
y una mujer se puso delante de mí. Los Naturi la iban a sacar su corazón para romper
el sello que los unía. La maté para detener el sacrificio. En Creta, yo estaba dispuesta a
hacer lo mismo a tres seres humanos inocentes, pero había sido demasiado tarde.
Ahora me quedé en el borde de la plaza, con la vida de trece seres humanos
inocentes temblando ante mí, con las manos manchadas de sangre.

—¿Qué? —dijo Danaus, llevando mis ojos de nuevo a su cara. Los dos sabíamos que
no había salvación para los humanos. Estaban muertos ya sea por el sacrificio o por
una flecha perdida mientras luchábamos—. Hazlo rápidamente.

Con un grito de frustración, llamé a la energía hacia mí, tocando sólo la energía de la
sangre que había usado durante la mayor parte de mi vida. No quería el fuego que
venía de la energía de la tierra que había adquirido recientemente. Si iba a matar a

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estas personas, sería con mis propias capacidades y con los harapientos restos de mi
alma.

El fuego corrió alrededor de todas las personas, girando a su alrededor por un


momento. Ocurrió tan de repente que sus gritos fueron silenciados inmediatamente.
Pude imaginar fácilmente su terrorífica mirada puesta en las llamas amarillas y
naranjas. Quería cerrar los ojos. No importa qué tan calientes estuvieran las llamas, no
había manera de que pudiera hacer una muerte rápida, misericordiosa. Ellos sufren en
sus últimos minutos y no conocen o no entienden que sus muertes van salvar a la raza
humana.

Gruñendo de dolor y frustración, moví mis manos, con la intención de cerrar el círculo
de fuego alrededor de ellos para que se consumieran los trece seres humanos, pero las
llamas no se movieron. Puse más fuerza, vertiendo toda mi energía en las llamas que
crepitaban y se quebraban, pero no se movieron. Sin embargo, seis Naturi con
abundante cabello rubio dieron un paso adelante desde las sombras. Agitaron sus
manos al unísono y las llamas desaparecieron como si nunca las hubiera creado.
Estaba sobrepasada.

Desesperada, me encontraba dispuesta a llamar a ambas, a la tierra y a la energía del


alma que fluía dentro de mí, para finalizar este empate, pero dudaba que fuera capaz
de detener a seis Naturi del clan de la luz a la vez. No era tan fuerte. Y, además,
estábamos fuera de plazo.

En el momento en que las llamas desaparecieron, trece Naturi entraron en posición


ante los humanos con las espadas en sus manos. Me volví a Jabari, desesperada por
cualquier tipo de sugerencia. Habíamos llegado demasiado tarde, demasiado poco
preparados, y también diezmados. Habíamos fracasado.

El aumento de la energía se disparó hacia fuera del círculo, golpeando en mi espalda.


Me tropecé por su fuerza, chocando con Jabari, que tomó un par de pasos hacia
atrás. Miré a mí alrededor para encontrar a varios Nightwalkers tirados en el suelo.

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Al volver de nuevo a la plaza, me encontré a los Naturi trinchando los corazones de los
humanos. Apilándolos cuidadosamente a unos metros de distancia, mientras que
varios de los otros cantaban sobre ellos en su lengua dulce y musical. Como el último
corazón fue colocado en la pila de sangre, una luz blanca flotó en el aire cerca de los
corazones. Parecía como si alguien hubiera hecho un agujero en el aire y ahora tiraba
para separar las partes. La puerta había sido abierta.

—Proteger a la tríada —gritó Jabari. Él estaba listo para actuar. Entramos en la plaza
como un grupo. Varios Naturi saltaron lejos de los cadáveres y atacaron, pero los
Nightwalkers mantuvimos un muro de protección alrededor de nosotros.

—¿Qué hacemos? —Exigí, sosteniendo la espada tan fuerte que mi mano empezó a
doler.

—Haz lo que te digamos —dijo Jabari, de pie justo detrás de mí. Sadira se posicionó en
mi hombro izquierdo, mientras que Danaus estaba a mi derecha. Estaba a punto de
comentar que ninguno de ellos estaba lo suficiente cerca para tocarme, pero pronto
descubrí que eso no tenía importancia.

Los poderes de Jabari me alcanzaron primero, golpeando contra mi columna


vertebral como un mazazo. Mi cuerpo se sacudió y oí el ruido de mi espada contra
unas piedras en el suelo. El poder de Sadira vino como un barrido a través de mí,
llenando mi cuerpo. Con su energía llegaron sus emociones, nadando a través de mi
cerebro. Me estaba ahogando en su ira y miedo.

Podía sentir su sentimiento de traición y su incertidumbre. Danaus pronto se unió a los


Nightwalkers en mi cerebro, sacando un grito de mi pecho. Con el cazador encontré
una inmensa sensación de paz y confianza. Creía en lo que estábamos haciendo.
Traté de aferrarme a la sensación de paz, pero pronto fue arrastrada por la ira de
Jabari. Él estaba luchando por el control, enviando más energía fluyendo a través de
mis extremidades. Dejé caer los brazos y la cabeza hacia atrás. Mis rodillas trataron de
doblarse debajo de mí, pero yo me quedé de pie, crucificada en el aire.

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Y entonces sólo había luz. Estaba bañada en esta hermosa luz, blanca, más brillante
que el fuego, más brillante que el sol. La puerta al reino Naturi.

Cierra la puerta.

La voz en mi cabeza era Jabari. Sadira estaba allí, pero no la oía. Danaus también
estaba en la corriente, silencioso y fuerte. Mentalmente me acerqué a tocar la puerta,
pero al segundo en que lo hice, esta se astilló. Los fragmentos saltaron a través del
espacio, formando trece ejes separados de luz cegadora. Todo hizo clic en ese
momento. Los doce símbolos tallados en los árboles en todo el mundo habían sido
marcadores para las puertas, con la decimotercera siendo la principal en Machu
Picchu. Necesitaban trece seres humanos para abrir trece puertas separadas.

Cierra la puerta. Me ordenó Jabari de nuevo.

Extendí mi enfoque y lo intenté, pero sólo conseguí otro grito desgarrador de mi


cuerpo.

—No puedo —lloré, mi voz estaba cortada y se hizo añicos—. Demasiadas.

¿Demasiadas qué? Exigió Jabari, su ira y frustración me envío otra onda de choque de
poder a través de mi ser. Yo ya no podía sentir mi cuerpo. No había más que dolor,
como si todo en mí estuviera hecho de esto en lugar de huesos y tendones.

—Puertas. Trece puertas —lloriqueé.

—Céntrate —gritó.

Grité de nuevo cuando con su poder desapareció todo pensamiento. Ahora sólo
había luz y dolor. En algún lugar de la luz, vi algo moverse. Rogué que fuera la muerte.

360
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
No me importaban los seres humanos. Ni los Naturi, ni mi especie. Sólo quería que el
dolor terminase.

—Mira —dijo Danaus suavemente.

Parecía cerca. Podía sentir su serenidad, y luchaba por agarrarme a ella.


Cuidadosamente colocó sus dos manos en mi cintura, tirando de mí de nuevo en mi
cuerpo. Volví a gritar ya que el contacto causó un breve pico en el poder que estaba
enviando a través de mí, pero pronto se igualó de nuevo.

—¿Puedes oírme?

—Por favor, parar —le rogué. Estaba llorando, pero no podía sentir las lágrimas.

—Pronto. Debemos cerrar las puertas —dijo. Sonaba tan paciente, como si no se
estuviera cansando por la cantidad asombrosa de energía que estaba gastando.
Lentamente deslizó las manos a mi lado hasta que descansaron sobre mis hombros. Su
calor se ajustó a mí alrededor en un capullo protector, y me aferré a ese consuelo.

—No puedo. Son demasiadas.

—¿Puedes cerrar sólo una? —preguntó. Con un cuidado increíble, metió las manos a
lo largo de mis brazos y ensartó los dedos con los míos, juntando las manos—. Sólo
cierra una puerta. —Sus labios rozaron ligeramente contra mi oído mientras hablaba.

Mentalmente haciendo a un lado todos lo demás, elegí una puerta y puse las dos
costuras juntas. Un sollozo salió de mi garganta cuando la puerta se cerró, y sentí a
Danaus dar a mis manos un apretón tranquilizador. Nos movimos lentamente de una
puerta a otra y tiré de ellas juntas, como uniendo pedazos de tela. Estábamos en la
última puerta cuando la energía en mi cuerpo disminuyó considerablemente. Si bien
mi primera reacción fue de alivio, sabía que algo andaba mal. Ya no podía sentir a

361
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Sadira. Era como si hubiera desaparecido por completo. El vacío fue más profundo
que si acabara de cortar la conexión, pero no podía aferrarme a la idea. Esta volaba
lejos como un trozo de papel callejero atrapado en una brisa, y mi foco regresó al
dolor cegador que aún latía por todo mi cuerpo.

—Cierra la puerta —me impulsó Danaus cuando me detuve.

—No puedo.

—Sí, puedes. Eres más fuerte que Sadira. Siempre lo has sido. Cierra la puerta. —Su voz
había adquirido una nueva urgencia. Se nos estaba acabando el tiempo. Extendí la
mano con lo último de fuerza que pude reunir y tiré de la puerta cerrándola.

La luz blanca desapareció y mi visión se eliminó lentamente. Aurora estaba allí de pie
por primera vez en más de cinco siglos. Parecía una diosa del sol, con su larga
cabellera dorada y su perfectamente bronceada piel, su túnica blanca real bailaba
sobre ella en el viento. Al mirarme una sonrisa maliciosa creció en su perfecto rostro.
Ella me conocía; sabía quién era yo y lo que había hecho.

Aún cargada por los poderes de Danaus y Jabari, podía sentir la ira y el miedo de los
Naturi mientras se amontonaron alrededor de su reina. Sólo había un par de docenas
de ellos, un número mucho menor de lo que había esperado. Nos superaban en
número. Pero había cerrado sus puertas y derrotado a más de una veintena de ellos.
Me negué a creer que la raza Naturi entera hubiera sido capaz de correr libremente
en el tiempo que me llevó el cerrar las puertas. La mayoría aún tenía que estar
atrapada en el otro lado. Pero entonces, dudaba que Aurora se preocupara por los
que se habían quedado atrás.

Ella era libre.

362
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 28
Traducido por Virtxu

Corregido por Kanon ♪♫♪

El pensamiento consciente se filtró nuevamente dentro de mi lento cerebro, seguido


por el dolor. Mi cuerpo dolía más allá de lo que creía, forzando un gemido entre mis
dientes apretados. De mala gana abrí los ojos, un poco sorprendida de encontrarme
todavía aquí. Me tendí en el suelo con una colección de rocas cavando en mi
espalda. A mi alrededor, la piedra blanca-gris
blanca gris se levantó, lo que indicaba que todavía
estaba en la Plaza Principal. El cielo empezaba a aclarar desde su aterciopelo negro
sin fin a un pizarra gris oscuro. El amanecer se acercaba.

Poco a poco, volví la cabeza, mis ojos cayeron por primera vez en el cuerpo sin vida
de Sadira. Estaba mirando ciegamente hacia el cielo, una flecha sobresalía de su
pecho. Alguien se la había clavado en un golpe de suerte, atravesándole el corazón.
Había muerto rápidamente. Cuando volví la cabeza hacia atrás en sentido contrario,
sentí una punta extremadamente afilado en la mejilla. Mis ojos siguieron la misma
dirección para encontrar de pie a Rowe sobre mí, con mi espada apuntando hacia
mí, con la punta pinchando mi piel. No es sorprendente que una amplia sonrisa
apareciera en la cara de Rowe. ¿Y por qué no? Pensó que había ganado. Pero no
estaba dispuesta a abandonar por el momento. No mientras todavía tuviera el poder
de moverme.

—Hace
Hace tiempo que no nos vemos —dije dije con voz grave y baja. Mi garganta estaba
todavía dolorida por los gritos que había dado antes. Mientras hablaba, con la
esperanza de mantener a Rowe distraído, me puse en contacto con mis poderes.
p
Danaus estaba cerca —aún aún con vida
vida—.. Jabari estaba también muy cerca, para mi
sorpresa. El Anciano Nightwalker podría haber desaparecido y reaparecido en la
relativa seguridad de Venecia y el Aquelarre en el momento en que la marea se volvió
contra nosotros. Se había quedado, pero no garantizaba que fuera a estar allí por
mucho tiempo.

363
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—Sí, ha sido demasiado largo, pequeña princesa —ronroneó Rowe—. Lo siento, no


pude ir a tu pequeño dominio, pero tenía asuntos más urgentes que necesitaban de
mi atención. Pero no tiene mayor importancia. Te tengo ahora.

—Vamos a ver si tienes la capacidad para mantenerme —dije, devolviéndole la


sonrisa. Poniendo las manos vacías en el suelo a cada lado de mí, me empujé
lentamente sentándome. Todo mi cuerpo gritó en protesta por el movimiento, dando
un gemido antes de que pudiera detenerlo. Rowe siguió de cerca mi cuello con la
espada, listo para cortar mi cabeza en un instante si me movía demasiado rápido.

—¿Qué vas a hacer con ella?

Era una voz familiar, y miré hacia arriba para encontrar a Cynnia de pie unos metros
detrás de Rowe. Sus hermosas alas blancas estaban una vez más desplegadas,
parcialmente tendidas a su espalda como si se dispusiera a tomar vuelo. Creo que fue
una actitud ansiosa por su parte. El caballo negro que había apostado como ganador
no había venido, y ahora se encontraba de pie con su propia gente —una vez más
con su destino en la cuerda floja—, al igual que el mío.

—Su Majestad desea verla —contestó Rowe.

—Y ¿qué vas a hacer conmigo? —preguntó Cynnia.

—Me imagino que Su Majestad deseará hablar contigo también —dijo Rowe,
negándose a quitar su mirada de mí a la joven Naturi. Vi como Nyx en silencio se
acercaba a nosotros, frunciendo el ceño en su cara.

—No hay nada por lo que preocuparse, Nia —dijo Nyx con calma, poniendo las manos
en las alas de su hermana. Aplicó una presión suave, como si la obligara a relajar su
postura—. Todos sabemos que el Nightwalker te secuestró, forzándote a volverte
contra los de tu propia clase. Aurora lo entenderá.

364
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Una sonrisa oscura se me pasó por los labios cuando Cynnia finalmente miró hacia
abajo para encontrarse con mi mirada. Sabía que los dos estábamos pensando lo
mismo: ¿Compraría Aurora esa historia? Particularmente, no quedaba alguna duda en
el aire, no era como si Aurora en realidad quisiera que su hermana viviera en primer
lugar.

A medida que hablábamos, caminábamos a un gran contingente de más Naturi con


sus armas desenfundadas. Debió de haber habido algo extraño en su postura porque
Nyx trasladó a Cynnia detrás de ella mientras su mano derecha se posó sobre la
empuñadura de su espada. Al mismo tiempo, la sonrisa de Rowe se volvió un ceño
oscuro. Estaba dispuesta a apostar que esta no era la invitación que esperaban recibir
de Aurora.

—La reina te verá a tí y a los Nightwalkers ahora —dijo el Naturi principal, apuntando
con su espada corta a nuestro grupo.

—Tú y los Nightwalkers —me reí en voz baja alrededor de un gruñido de dolor mientras
fui tirada a mis pies—. ¿Cómo se siente al ser incluido entre la chusma? —me burlé de
Rowe.

El Naturi no dijo nada mientras aumentó la presión sobre su espada y caminó


lentamente hacia la zona iluminada donde Aurora había elegido para ocupar el
Tribunal, al menos por ahora.

Las ruinas de Machu Picchu ahora se llenaban con Naturi, sus ballestas y espadas
formaban una fila. Se quedaban en las paredes y se apoyaban en los edificios, con sus
ojos constantemente mirando a los pocos Nightwalkers que seguían atrapados dentro
de la ciudad. No tenía oportunidad de cogerlos a todos, pero entonces no era
necesario. Sólo necesitaba matar a Aurora.

Detrás de mí, pude oír a Danaus poniéndose lentamente en pie, un gruñido de dolor se
le escapó. Estábamos todos en baja forma después de gastar tanta energía en cerrar

365
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
las puertas. No sabía muy bien cómo íbamos a lanzar un ataque contra la reina de los
Naturi.

¡Danaus! Llamé, llegando mentalmente a él mientras marchábamos a través del


campo hacia Aurora. ¿Te quedan fuerzas para seguir empujando dentro de mí?

Algo, tal vez. Pero no lo suficiente para matarlos a todos. Me contestó. Incluso sus
pensamientos venían hacia mí harapientos y cansados.

Volví mis pensamientos a Jabari y me acerqué al Anciano. ¿Te quedan fuerzas?

Lo suficiente para asestar un último golpe a Aurora, admitió. Sólo tendremos un golpe,
¿tienes un plan?

Todavía no, admití lamentablemente. Deseaba tenerlo. Algún gran plan que no sólo
acabara con Aurora, sino con todos los Naturi que se encontraban alrededor de
nosotros con sus armas listas para poner fin a nuestras vidas. No quería matar sólo al
líder de los Naturi, quería poner fin a esta guerra para siempre para que yo pudiera
volver a mi dominio y no tener que mirar sobre mi hombro en busca de un Naturi
esperando para matarme.

Finalmente llegamos a Aurora, que estaba sentada en un muro bajo en el borde de la


Plaza Principal. Los restos de los seres humanos que habían sido utilizados para el
sacrificio estaban ahora en una enorme hoguera de masacre que alumbraba la
ciudad antigua. Las llamas danzaban en el viento, enviando sombras arremolinadas, a
lo largo de la zona como viejos fantasmas despertados de sus siglos de descanso.

La reina de los Naturi brillaba como un faro blanco de energía en la noche. Una parte
de mí se preguntaba cómo había pensado alguna vez que podría derrotar a algo que
es obviamente tan poderoso, pero aplasté el pensamiento antes de que pudiera
formarse plenamente dentro de mi cabeza. Había entrado en el Aquelarre, tratado de
destruir a tres de los Nightwalkers más poderosos de toda la existencia. Yo podría ir en

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
contra de la reina de los Naturi, especialmente con la ayuda de Danaus y Jabari.
Podría terminar esto. Tenía que hacerlo.

Ante mí, Cynnia, Rowe, y Nyx se inclinaron de rodillas ante su reina, mientras que yo
simplemente sonreí. Como era de esperar, uno de los Naturi armados me golpeó en la
parte de atrás de la cabeza con la palma de su espada y luego en la parte de atrás,
haciéndome caer de rodillas. Luego mantuvo el filo de la espada contra mi cuello, lo
que me mantuvo en una posición de rodillas. No iba a estar de buena gana de rodillas
ante Aurora, no cuando ni siquiera lo hacía ante los gobernantes de mi propia
especie.

—¿Dónde está Rowe? —reclamó Aurora de inmediato. Su voz era suave y sin embargo
firme, la voz de una criatura acostumbrada a salirse con la suya.

A mi lado, Rowe envainó la espada y sin problemas y se puso en pie.

—Aquí mi señora —dijo. Él abrió los brazos hacia ella y dio un paso adelante, en espera
de la bienvenida a su héroe.

—No —gritó Aurora, retrocediendo desde donde estaba sentada. Levantó una mano
como para detenerlo de inmediato si trataba de dar otro paso hacia ella—. No puede
ser. Mi amor es un hombre guapo de pelo rubio y ojos claros y verdes.

—Soy Rowe —dijo con firmeza. Sus manos abiertas se apretaron en puños y se
quedaron tiesas a los costados—. Soy el que ha dedicado los últimos cinco siglos para
asegurar su libertad.

—¿Que te ha ocurrido? ¿Los Nightwalkers te destruyeron? —Exigió. Su rostro estaba


vuelto todavía a un lado como si ella apenas pudiera soportar mirarlo. Algo se retorció
en mis entrañas por el Naturi que estaba allí bajo la mirada horrorizada de su esposa-
reina. ¿Había dedicado toda su existencia al único deseo de liberarla y ésta era la
bienvenida que recibía?

367
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—La magia de sangre me hizo de la manera que soy. —Las palabras salieron con los
dientes apretados. Miré hacia arriba para encontrar los músculos de los antebrazos
tensos por la rabia—. La magia de sangre me ha marcado y oscurecido el pelo por lo
que es del color de la noche. Se ha robado mis ojos verdes y los reemplazó con unos
negros. La magia de sangre me hizo la criatura que está humildemente ante ti, porque
dominar la magia de la sangre era la única manera de ponerte en libertad.

—¡Te has contaminado a ti mismo! —Gritó, señalándole con un tembloroso dedo—.


Has pasado de nuestro camino y abrazado la tierra para aprender la magia que ha
sustentado al bori y a los Nightwalkers a través de los años. Has vuelto la espalda a
nuestra raza.

—Nunca —gritó, dando un paso hacia ella. Al mismo tiempo, los guardias a cada lado
de Aurora dieron un paso adelante, las espadas señalaban el pecho de Rowe—. La
magia de la Tierra nunca habría sido capaz de romper el sello y abrir la puerta. El
hechizo original fue tejido con la magia de la sangre, y tenía que ser desecho con la
magia de la sangre. No tuve más remedio.

—Siempre hay una elección, y tú tomaste una pobre aliándote con aquellos que son
nuestros enemigos.

—¡He sacrificado todo lo que soy por ti! —Gritó, su voz sonó dura por las montañas
hasta que retumbó en mi pecho hundido.

—Te damos gracias por nuestra libertad, pero ya no eres uno de nosotros. —Hubo un
escalofrío ante la voz de Aurora, un tono implacable que dijo que nada la haría
cambiar de opinión—. Debido a tu sacrificio, te dejaré vivir, pero debes salir de aquí.
Dejarnos. Estás desterrado para siempre de nuestra especie.

Desterrado. Desterrado de su especie para siempre. Rowe se quedó de pie, incapaz


de moverse, apenas respirando mientras escuchaba esta frase que le había impuesto
después de todo lo que había hecho por ella.

368
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—Guardias, sacarlo de mi vista en este mismo instante —dijo Aurora con un gesto de su
mano mientras se movía para sentarse al frente de la pared de nuevo.

Rowe no dijo nada cuando varios guardias se adelantaron y se lo llevaron. Lo miré por
encima del hombro mientras era llevado al otro lado de la plaza y luego a la entrada
principal hacia Machu Picchu. Tuve la sensación de que lo llevarían fuera de la propia
montaña.

Una gran burbuja de risa se levantó dentro de mí y fue lo único que podía hacerme
para tragar de nuevo. Aurora se había apartado de su más grande defensor debido a
sus marcas y su aspecto oscuro. Ella lo había rechazado porque él había entrado
demasiado profundamente en el lado oscuro de la magia por ella. Y al hacerlo, había
perdido a su más firme defensor. Mi principal preocupación en matar a Aurora no
había sido la horda de Naturi que la rodeaban, sino conseguir pasar a Rowe. Ella había
completado esa tarea para mí rápidamente de una sola vez, y estaba ansiosa por ver
qué más llevaría a cabo por mí.

Manteniendo la misma voz fría, Aurora cambió su mirada a Cynnia y a Nyx. Al parecer,
los pobres Nightwalkers estábamos por debajo en este momento, y por ahora, estaba
contenta de que siguiera siendo así. Cuanto más tiempo reprendiera a su propia
gente, más tiempo tenía para recuperarme.

—Rowe no es el único que me decepcionó, por lo que entiendo —dijo lentamente


arrastrando las palabras—. Defender a nuestro pueblo. —Aurora se puso en pie y tomó
un par de pasos hacia donde Nyx permanecía de rodillas—. Fuiste enviada para
asegurar a nuestra querida hermana y protegerla de los Nightwalkers, y sin embargo
he oído que ha pasado todo su tiempo aquí en la tierra como un prisionero de la Fire
Starter.

—Traté de encontrarla, pero no pude —dijo la Naturi de cabello oscuro—. La Fire


Starter debió haber encontrado una manera de mantenerla oculta de mi. No pude
encontrarla como deseabas —admitió, a continuación, alargó la mano y tomó la

369
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
mano de Cynnia en la suya, una sonrisa frágil se formó en las comisuras de sus labios
rojos—. Pero ella está a salvo. Está de vuelta en casa y a salvo con nosotras.

Vi que Cynnia apretó las manos de su hermana entre las suyas mientras las lágrimas se
deslizaban en silencio por sus mejillas. Hubo alivio en su expresión. Sabía que al final
Cynnia había empezado a preguntarse si su querida hermana Nyx era parte del
complot para matarla también, pero parecía que Nyx simplemente estaba tratando
de protegerla.

—Fallaste —gruñó Aurora—. Tu trabajo como defensor de nuestro pueblo es


responsabilizarte de todos, especialmente de la familia real. En primer lugar, Cynnia fue
sacada de su casa y traída a la tierra, y luego estuvo presa de un Nightwalker. Su
existencia dependía de la simple premisa de que nosotras la protegiéramos y
fracasaste, un niño que nunca tuvo la intención de vivir.

—Lo hice lo mejor que pude. No sé cómo se las arregló para llegar a la Tierra. He
buscado por todas partes a Cynnia. Daría mi vida por ella —sostuvo Nyx, cayendo a
sus pies.

—Y por lo que sé —dijo Aurora con una amplia sonrisa—. No protegiste a la joven
princesa, por lo que tu castigo es la muerte.

—¡Aurora! —gritó Cynnia.

—¡No puedes hacer esto! No te he fallado —argumentó Nyx, con la mano derecha
flotando cerca de la empuñadura de su espada como si ella se estuviera preparando
para ser atacada en cualquier momento. Esta Naturi era un luchador nato, y no
estaba dispuesta a permanecer tranquilamente en la noche como su hermana mayor
quería.

¡Mira! ¿Qué está pasando? Exigió de pronto Danaus a mis espaldas.

370
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Aurora está limpiando la casa, le contesté. No creo que ella confiara en los que la
rodeaban, y ahora que tiene previsto comenzar un nuevo reinado de poder aquí en la
tierra, quiere estar rodeada únicamente por los que puede confiar.

En cuanto volví mis pensamientos a Jabari, repetí mi suposición por la situación, y le


pregunté: ¿Esto no la dejará vulnerable?

Posiblemente, me respondió pacientemente. Sólo si ella no tiene sustitutos ya elegidos.


He visto hacer esto una vez antes. Un nuevo Señor de Nightwalkers asume el control y
destruye al Aquelarre existente, reemplazándolo con miembros en los que sólo él
puede confiar como una forma de solidificar su poder. Aurora tiene dos hermanas más
jóvenes, que pueden reclamar el trono, y ella no quiere preocuparse por la línea de
sucesión.

Para mi sorpresa, Cynnia habló, con voz fría, implacable, pasando cerca de su
hermana en la autoridad.

—Puedes detener la farsa si este es el gran plan que has urdido para acabar con Nyx y
conmigo.

Nyx se volvió para mirar a Cynnia, que se ponía de pie con facilidad.

—La mayor confesora de Aurora, Harrow dijo que ella sabía que yo quería ir a la tierra
y detener la guerra que Aurora tenía previsto llevar a cabo —le dijo Cynnia a Nyx—.
Ella fingió ponerse de mi lado y del de mis deseos, por lo que ella fue la única que me
llevó a través de la barrera a la tierra. Una vez allí, trató de matarme, nombrándome
traidor a la corona. —En cuanto alzó su cabeza para mirar a Aurora, vi el destello de
una sonrisa oscura que provocó un escalofrío en la espalda—. Ella admitió que había
sido tu plan matarme aquí y culpar a los Nightwalkers. Ella me lo contó todo mientras la
mataba lentamente.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Aurora no dijo nada mientras regresaba a su asiento en la pared, sus guardias se
cerraron en torno a ella. Cynnia dio un paso más cerca de su hermana. Su postura
parecía más recta, con los hombros más rígidos de lo que recordaba. Mirándola
ahora, me di cuenta que había sido engañada por la pequeña Naturi.

—Nyx no me encontró porque no quería ser encontrada —se burló—. No tenía ni idea
de qué Naturi enviarías y me marcaría como un traidor, o cual podría tratar de
matarme. ¿Tu demasiado confiando consorte Rowe? ¿Mi amada propia hermana
Nyx? ¿Lo harían ellos por ti? Así que me escondí. —Cynnia se volvió y enfocó en mí una
sonrisa maliciosa. En verdad, tenía que devolverle la sonrisa. Vi su plan ahora y era
brillante. Se había escondido en los brazos de su enemigo, sabiendo que iba a
mantenerla con vida mientras ella demostrara su utilidad. Y como hermana de la reina,
¿cómo no podía ser de utilidad?

—Bravo —murmuré con un movimiento de mi cabeza. Cynnia reconoció mi


comentario con una leve inclinación de cabeza antes de volver a su hermana la reina.

—¡Silencio! —gritó Aurora con voz temblorosa. No estaba segura si estaba


hablándome a mí o a su propia hermana. Su hermoso rostro estaba enrojecido y las
manos se cerraban en puños sobre el regazo—. Eres una traidora a la corona.

—No soy una traidora porque quiero algo distinto a la guerra sin fin con los humanos y
los Nightwalkers que tú has planeado. No es traición a la patria el querer la paz —dijo
Cynnia de vuelta.

—No se puede vivir en paz con los humanos —gritó Aurora, tambaleándose hacia
adelante sobre sus pies—. Están destruyendo la tierra y yo soy su protectora. He vuelto,
y ahora volveré a la tarea de limpiar la tierra de toda vida humana para que la Gran
Madre pueda volver a florecer.

—Estás equivocada —dijo Cynnia, rebosante de confianza en esas dos palabras—. La


tierra se ha recuperado con una nueva amante que la protege. Tu reinado ha
terminado.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—¡Pequeña bruja confabuladora! ¡Nunca me sucederás como reina de los Naturi! —


rugió Aurora.

—Sí, lo haré —dijo con calma Cynnia y luego se volvió a mirarme directamente a mí—.
Después de que la protectora de la tierra te destruya. —Fue entonces que me di
cuenta que estaba hablando de mí, la nueva protectora de la tierra.

—Nyx, si deseas salvar a Cynnia, agárrala ahora. —Fue la única advertencia que
estaba dispuesta a dar. Cynnia me había utilizado, pero por ahora parece que
habíamos tenido un objetivo común. Por esa razón, yo estaba dispuesta a mantenerla
con vida, pero mi enfoque estaba en la destrucción total de Aurora.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 29
Traducido por **Liseth_Johanna18**

Corregido por Virtxu

P or primera vez, Aurora encontró mi mirada. En ese momento, vi todo el odio por lo
que supe que ella me culpaba por la caza de los Naturi, su fallo al escapar
durante cinco largos siglos, y ahora la pérdida de sus hermanas y su consorte. Yo
era la raíz de todos sus problemas—la
problemas Fire Starter.

Pero la expresión duró menos de un segundo antes de que su rostro quedase limpio de
toda emoción. No importaba.
portaba. Yo lo había visto, y había traído una gran sonrisa a mi
cara. Quería que ella me odiara. Quería que me odiara con la misma virulencia sin
sentido con la que yo odiaba a su clase.

―¿Ella
¿Ella es la nueva protectora de la Tierra? ¿La Fire Starter? ¿Una Nightwalker?
―demandó ó Aurora, moviendo su mano hacia mí—.
mí . Eso es imposible. Los Nightwalkers
no tienen ningún vínculo con la Tierra.

―Y aun asíí ella puede controlar el Fuego ―contó


ó Cynnia rápidamente.

―¡Eso
¡Eso es todo lo que puede controlar! ―espetó Aurora, su temperamento se desvió un
poco antes de que pudiera controlarlo. Observándola, estaba empezando a ver
similitudes entre ella y su hermano menor Nerian. Ambos tenían una locura por sí
mismos, una necesidad apremiante de controlarlo todo…. las situaciones
situacione y las
personas.

374
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
―Sé que ella puede hacer más ―respondió Cynnia, cada vez más tranquila a medida
que su hermana se hacía más irracional y desesperada—. Puede oír a la Tierra hablar.
¿Cuánto tiempo ha pasado desde que La Gran Madre habló contigo?

¿De qué está hablando ella, Mira? Demandó Jabari mentalmente con una voz un
poco demasiado dulce que me hizo encogerme. Una parte de mí simplemente no
quería sobrevivir a lo que venía así no tendría que responder a las preguntas que se
arremolinaban alrededor del cerebro del Anciano.

¿Somos nosotros tres los únicos que quedan vivos? Inquirí, obviamente evadiendo su
pregunta.

No, hay muchos más, pero estamos rodeados e inmovilizados. No podemos esperar
llevarlos directamente.

Yo había sabido eso incluso antes de que Jabari enviara esas pocas palabras a través
de mi cerebro. No podíamos llevarlos directamente. Arrodillándome como estaba,
cerré los ojos y me incliné con mi mano derecha para deslizar los dedos a través del
frío césped. Bajo mi mano pude sentir el pulso profundo de la tierra golpeando a través
de la tierra y en el aire circundante. El hechizo que Rowe usó para abrir las puertas no
había utilizado toda la energía en el área, como en las antiguas localizaciones de los
sacrificios. De hecho, se sentía como si el poder estuviese creciendo cada vez más
fuertemente mientras más me sentaba allí. Una vez más, presionó contra mi piel y
demandó que lo notara, como un gato que quiere afecto.

Frunciendo el ceño, abrí mis ojos de nuevo para encontrar a Aurora observándome de
cerca. Se dio cuenta de que algo estaba pasando, y yo le devolví la sonrisa. Deseaba
tener más tiempo para experimentar con este nuevo poder, pero simplemente no
habría tiempo para convertirme en una experta en magia de la Tierra. La Fire Starter
iba a tener que hacerlo.

―¿Puedes oírla? ―pregunté, ladeando mi cabeza hacia un lado como si escuchara


una voz susurrante—. Está enfadada. Y quiero decir regiamente enfadada.

375
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

―¡Por supuesto que está enfadada! ―gritó Aurora, dando un paso hacia mí por
primera vez. Los guardias le siguieron al lado, mientras el que tenia la espada
presionada contra la parte trasera de mi cabeza pasó el borde de su arma en la parte
trasera de mi cuello, como cavando allí. Estábamos todos en equilibrio sobre un
cuchillo, y yo estaba a punto de despistarnos.

―Ya no está buscando un gran protector, Aurora ―murmuré, presionando la palma


derecha contra la Tierra. Cerré los ojos al mismo tiempo que presionaba mi mano
izquierda contra mi pecho, sobre la herida que Cynnia había hecho justo la otra
noche, esencialmente cerrando el paso a través de mi cuerpo, forzando a la energía
a brotar dentro de mí—. Está buscando un ejecutor. Un arma. Y eso es lo que hago
mejor.

¡Saquen a todos de aquí! Fue la única advertencia que tuve tiempo de enviar a
Danaus y Jabari.

Rodando sobre mi costado, fuera del alcance del Naturi que había estado
custodiándome, inmediatamente le prendí fuego. La llama anaranjada y amarilla lo
envolvió. Balanceó su espada ciegamente en mi dirección dos veces antes de caer
muerto. Intenté crear más fuego, pero Aurora estuvo allí en un instante, alejándolos de
nuevo. Frustrada, recogí la espada del Naturi caído determinada a derrotar a mis
oponentes uno por uno. Pero éramos superados en número cincuenta a uno.

¡Danaus, necesito tu energía! Le grité mientras era rodeada por cuatro Naturi, cada
uno intentando decidir quién me atacaría primero.

No funcionó la última vez, combatió él, sonando tan acosado como yo.

Empuja la energía de la Tierra fuera de mí primero. Justo como en Creta.

376
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
El primer Naturi atacó, y yo desvié el golpe mientras esquivaba el segundo. Lo reduje
en un tercio, cortándolo en el estómago, logrando conseguir que retrocediera un
paso.

Y luego eso me golpeó. La cálida energía de la Tierra fue purgada de mi cuerpo en


una creciente, seguida por la propia energía rompe huesos de Danaus. Caí sobre mis
rodillas de nuevo mientras el dolor se arremolinaba a través de mi cuerpo en una
alarmante velocidad. Grité, dejando caer la espalda de mis lánguidos dedos. No
había tiempo para pensar o concentrarse. Podía sentir el bori en Danaus, reconocerlo
después de nuestro anterior encuentro, y estaba hambriento. Su poder me consumió y
luego volvió a través del campo. Observé mientras los cuatro Naturi a mi alrededor
eran instantáneamente reducidos a cenizas mientras destruíamos sus almas en un
parpadeo. Girándome, localicé a Danaus y a Jabari a varios metros de mí, rodeados
de Naturi. Un segundo después esos Naturi también desaparecían en un puff de gris y
blanca ceniza.

―¡Mátenlos! ¡Mátenlos a todos! ―gritó Aurora a los Naturi que nos rodeaban.

―No! ―gritó Cynnia al mismo tiempo. Ella trató de correr hacia mí, pero Nyx sostuvo sus
brazos, trayéndola de regreso—. ¡No se supone que sea de esta forma! ¡No se suponía
que nos destruyeran a todos!

Sabía lo que quería decir. Ella había esperado que yo destruyera a Aurora y al resto de
la nación Naturi que la siguiera. No había esperado que aniquilara a tantos de los de
su clase para conseguir a su querida hermana.

Y para ser sincera, sabía que estaba perdiendo el tiempo y la energía de Danaus
matando a aquellos Naturi a nuestro alrededor. Aurora era mi meta. Siempre lo había
sido. Reuniendo la mayor cantidad de energía del cazador que pude, giré mi atención
a la reina, quien estaba de pie con la espalda contra el muro, rodeada por una pared
de Naturi. Su hermosa cara se retorcía con rabia mientras gritaba órdenes a su gente
para que me mataran. Aunque después del pantallazo de poder que Danaus y yo
habíamos mostrado, ahora se acercaban a nosotros dudosos.

377
Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
Dejé a mis ojos entrecerrarse y mis sentidos extenderse para encontrar el alma de la
reina de los Naturi. No era difícil de encontrar. Era un gran faro de luz en el centro de
toda la oscuridad que llenaba el valle. Las almas de los otros Naturi eran solo delgados
jirones de humo en comparación con la luz que emanaba de ella. Con la energía de
Danaus envuelta dentro de mí, ataqué al faro de luz. Pero nada sucedió. Vertí todo lo
que tenía para triturar su alma, incinerarla desde adentro hacia afuera, pero ni siquiera
se abolló un poco.

Detrás de mí, escuché a Danaus gritar, y al mismo tiempo su energía me dejó. Delante
de mí, la risa de Aurora sonó a través de la montaña. Ella sabía que no podía matarla
mientras hubiese asesinado a tantos de su propia clase. Ella era pura energía de la
Tierra y no podía ser asesinada por algo que era mitad bori y mitad lo que sea que yo
era ahora.

―¡Mátala, Mira! ―gruñó Jabari detrás de mí—. Eres el arma del Aquelarre. ¡Te ordeno
que la mates!

―¿Matarme? No puedes tocarme, pequeña Nightwalker ―se mofó Aurora—. Soy la


reina de los Naturi, protectora de Tierra. No puedes dañarme.

Empujándome sobre mis pies, me balanceé una vez y elevé la cabeza para ver a la
mujer con el cabello dorado que sería el castigo de mi gente. Mentalmente me
extendí hacia Danaus pero ya no pude sentirlo. Una onda de dolor se situó en mi
pecho y la rabia hirvió en mis venas. El bori que tenía a mi disposición para su
destrucción ya no estaba. Tenía que recurrir al otro poder que tenía en la yema de los
dedos y rezar que fuera suficiente para destruirla. Tal vez Cynnia estaba en lo correcto,
que había sido elegida por la Tierra para ser su más nueva arma—reemplazando a
Aurora. Solo podía esperar eso.

Esbozando una respiración profunda, me extendí hacia la energía de la tierra que


sentía girando a mi alrededor, empujando contra mi piel y enroscando sus dedos en mi
pelo. La empujé dentro de mi cuerpo, permitiéndole llenar los lugares donde la
energía de Danaus había estado una vez. Se impulsó hacia dentro y mentalmente
cerró el hoyo que Cynnia había dejado en mi pecho, sosteniendo la energía dentro de
mí de forma que llenaba mis células y se vertía en la médula de mis huesos. La energía

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
me llenó hasta que mi alma estuvo gritando y el monstruo que acechaba dentro de
mí, gritó por el dolor. Sentí como si estuviese suicidándome con la cegadora luz del sol.

Con un barrido de mi mano, los Naturi que rodeaban a Aurora explotaron en un rugido
de llamas como un conjunto de velas Romanas. La reina gritó con frustración y
sorpresa. Podía sentirla ejerciendo su propia energía para correrlos, pero yo no lo
permitiría. Empujé más energía hacia el interior de mi cuerpo y rodeé a Aurora y a mí
misma con una pared de llamas azules como las que tenía en la entrada del
Santuario, estableciendo un perímetro. Las llamas alcanzaron más de diez pies en el
aire y la separaron del resto de su gente. A mí alrededor, podía sentir a Aurora y a los
otros miembros del clan de la Luz luchando por alejar las llamas, pero yo estaba
enviando la energía directamente desde la tierra, abasteciéndola con su rabia. Las
llamas nunca se agitaron.

―¡No me tocarás! ―gritó Aurora cuando lentamente cerré la distancia entre nosotras.
Ella estaba de pie, recta y erguida, con su espalda presionada contra la pared
cercana, sosteniendo la barbilla en alto—. No puedes quemarme.

Arriba, los Naturi del viento habían ido a los cielos y estaban tratando de volar sobre las
llamas, pero los detuve con una nueva agitación de la mano. Sus alas de plumas y de
piel al instante ardieron en llamas, enviándolos en caída hacia la tierra. Nadie iba a
salvar a Aurora.

Dentro de mí, podía sentir la energía de la Tierra acoplándose, preparándose para un


golpe final contra la reina de los Naturi. Sonreí, preguntándome si tal vez la Tierra la
quería tan muerta como yo. Aunque, al mismo tiempo, pude sentir la energía
alzándose dentro de Aurora. Ella estaba lista para protegerse a sí misma.

Una sonrisa se dibujo en mis labios, exponiendo mis blancos colmillos en la


parpadeante luz de las llamas. Cerré la distancia entre nosotras en un parpadeo,
hundiendo la daga que había sacado de mi costado en lo profundo de su estomago.
Ella había estado esperando un ataque mágico, dejándola completamente
vulneraba a un ataque físico. Pero entonces, yo siempre había sido un poco más
práctica. Quería sentir su cálida carne en mis manos, su sangre fluyendo sobre mis
manos mientras, lentamente, empujaba la daga desde su estomago hacia su corazón.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Aurora gimió sin aliento, su boca se abrió en un silencioso sollozo mientras sus ojos se
ampliaban con el dolor rasgando a través de su frágil cuerpo. El poder que yo había
sentido creciendo dentro de ella se disipó.

―Matarte se siente como matar a tu hermano ―me burlé—. Hay la misma mirada de
sorpresa en vuestras caras.

Antes de que pudiera alcanzar su corazón, un enorme dolor punzante se hundió en mi


espalda, perforando mi corazón desde atrás. Mi atención había estado en Aurora por
completo y había bajado la guardia. Alguien había logrado atravesar las llamas y me
había apuñalado por la espalda.

―Libérala y no cortaré tu corazón, pequeña princesa ―gruñó una voz demasiado


familiar. Rowe había regresado.

Solté la empuñadura de la daga y coloqué la mano derecha a mi lado, lejos de


Aurora, que ahora se deslizaba por la pared. La sangre empapó sus ropas de color
blanco puro, y su rostro fue cambiando rápidamente a un tono gris enfermizo. Ella
estaba perdiendo sangre muy rápido, pero yo sabía cómo tan rápido podía sanar un
Naturi con la ayuda oportuna.

―Ella te desterró ―dije en tono áspero, mientras Rowe seguía sosteniendo el cuchillo en
mi espalda, con su mano izquierda agarrando con firmeza mi hombro izquierdo para
que no pudiera moverme—. Te abandonó después de lo que hiciste. ¿No crees que se
merece esto?

―Ella era mi reina ―lanzó él, girando el cuchillo de forma que gritase de dolor.

―Te dio la espalda. No merece tu lealtad.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
―Algunas veces la lealtad es todo lo que tienes ―dijo justo antes de arrastrar el cuchillo
fuera de mi espalda de nuevo. Me empujó hacia delante con unos cuantos
tropezones. Me giré y caí sobre mis rodillas con la intención de lanzarle una bola de
fuego, pero Rowe ya se había dirigido al aire en un torrente de viento. Sus enormes
alas blancas fueron lanzadas a lo ancho como un raptor gigante partiendo hacia el
cielo cubierto de nubes negras que estaba sobre su cabeza.

Arrodillándome en el suelo, disminuí las llamas azules que nos habían rodeado a Aurora
y a mí. Estaba lista para morir. Ya no tenía fuerzas para luchar. La energía proveniente
de la tierra aún revoleteaba a través de mí, pero no podía sanar la herida en mi
espalda. La sangre estaba saliendo a borbotones de mi cuerpo, debilitándome cada
segundo que pasaba. Estaba empezando a creer que esta arma al fin había
alcanzado el final de su utilidad.

Para mi sorpresa, mientras las llamas se desvanecían, descubrí que una gran horda de
Naturi no esperaban por mí. De hecho, sólo unos pocos estaban ahí. Una cantidad de
cuerpos indicaba que algunos habían sido asesinados en batalla, pero la mayoría solo
habían desaparecido.

A unos pocos pies de distancia estaban de pie Jabari y Nyx. Ambos de sus cuerpos
estaban llenos de tensión, pero ninguno estaba preparado para atacar. Por la esquina
del ojo, vi a unos Naturi acumularse al lado de Aurora y levantarla gentilmente. La
cargaron hacia la entrada de Machu Picchu—el acceso más cercano a la maleza
que lo rodeaba y al corazón de la naturaleza.

―¿Donde? ―susurré, mirando alrededor de las ahora, aparentemente vacías, ruinas.

―Cynnia ha guiado a muchos de los de nuestra clase fuera de este lugar de muerte
―respondió Nyx, sus ojos se movieron lentamente de Jabari a su lado y luego hacia
mí—. Las cosas están cambiando. Algunos están dispuestos a aceptarla como la
próxima reina.

―Aurora no está muerta. Por lo menos no todavía. Aún podría sobrevivir… ―dije, yendo
a la deriva. Era la segunda vez en toda mi vida que había fallado en matar a un Naturi

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
en esta montaña. Hace cinco siglos había dejado a Nerian destripado aquí,
asumiendo que él jamás sobreviviría a las heridas. Él me probó que estaba
equivocada. Y ahora, no había podido cortar el corazón de Aurora antes de que
Rowe me atacara.

―Sí, aun podría sobrevivir ―dijo Nyx con una inclinación de cabeza. Su voz era suave y
tranquilizadora como el arroyo de un bosque corriendo a través de las piedras
resbaladizas—. Y algunos la seguirán.

―¿Y a donde nos lleva eso? ―demandó Jabari.

Para mi sorpresa, una media sonrisa torció las comisuras de su boca mientras miraba
de mí a Jabari.

―A la espera.

―¿A la espera? ―jadeé. Me limpié un poco de sangre de la barbilla. Mi cuerpo no


estaba sanando. Estaba muriendo lentamente en esta miserable montaña.

―Si Aurora sobrevive, habrá dos partes. Los Naturi tendrán mayores problemas por los
cuales preocuparse que los Nightwalkers y los humanos. No seréis nuestra principal
preocupación, por ahora ―dijo Nyx. Retrocedió unos pasos lejos de Jabari y dobló
hacia adelante un par de alas con rica piel blanca que crecieron fuera de su espalda
en cuestión de segundos.

―¿Y qué con lo que dijo Cynnia? ¿Acerca de mí, siendo la nueva protectora de la
Tierra? ―grité antes de que ella pudiese irse por los aires.

Una iluminada sonrisa salió de Nyx y ella sacudió la cabeza.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
―Pensé que esa era una buena táctica. Golpeando lo suficiente el miedo de Aurora.
¿No caíste en esa tontería, o sí?

―Era algo que considerar ―admití.

Nyx sonrió lentamente de nuevo.

―¿Una Nightwalker como protectora de la Tierra? Que pensamiento más gracioso.

―Toma mi consejo ―dije, apoyándome sobre mi mano derecha—. Termina con Aurora
y ahórrate el problema.

Nyx me lanzó de nuevo su enigmática media sonrisa y sacudió la cabeza una vez.

―Soy la defensora de nuestra gente. No el arma de la Tierra.

Y luego abrió las alas, capturando el viento que se arremolinaba a través de la


montaña, conduciéndola lejos de aquí. Dejándome sola con Jabari y mi inminente
muerte.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

CAPÍTULO 30
Traducido por Virtxu

Corregido por Julia107

J abari poco a poco se volvió hacia mí, con una expresión sombría en su hermoso
rostro. Forcé una débil risa a salir de mi boca entreabierta mientras se acercaba.
No me podía imaginar lo que estaba pensando en ese moment momento, pero estaba a
punto de averiguarlo. La herida en mi espalda estaba empezando a cicatrizar
lentamente y el diluvio de sangre estaba disminuyendo. Sobreviviría al apuñalamiento
mientras no sufriera ninguna lesión más de mi amado Jabari durante los próximo
próximos
minutos. Pero tenía mis dudas.

—Protector de la tierra —murmuró


murmuró pensativo, rascándose la barbilla mientras me
miraba.

—Pensamientos
Pensamientos de fantasía de una Naturi desesperada —dije,
dije, tratando de quitarle
fácilmente importancia al título. Había sido algo que
que Cynnia hizo con el fin de
atemorizar a su hermana. También me dio la confianza para sacar tanta energía
como pudiera de la tierra para atacar a Aurora y casi ganar—.
ganar . Ella necesitaba a
alguien para matar a su hermana. Yo era su mejor opción en ese momento.
moment Cynnia
habría dicho cualquier cosa para poner un poco de miedo en los ojos de su hermana.

Sí, pero tu despliegue de poder plantea algunas preguntas interesantes —dijo


—Sí,
Jabari—.. Nunca te he visto controlar tanto fuego a la vez, y tan hábilmente. Uno
podría
odría pensar que por fin has conseguido dominar tu habilidad. Es aún más interesante
que te las arreglaras para incinerar a los Naturi que podrían haberte atacado desde
arriba. ¿Alguna vez los miraste o pudiste sentirlos por tu cuenta?

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Jabari, todo esto es nuevo para mí —dije rápidamente. Llevé la mano derecha libre
a través de mi pelo, tratando de moverlo de delante de mis ojos, pero el dolor cortó a
través de mi cuerpo con el movimiento. Mi cuerpo aún se estaba recuperando—. No
estoy segura de lo que puedo hacer.

El Anciano levantó su mano sobre mi cabeza y me tiró a mis pies al instante, como una
marioneta en un juego de cuerdas. Yo flotaba en el aire, mi cuerpo temblaba con su
potencia de bombeo a través de él. Un nuevo dolor sacudió mi cuerpo, y fue lo único
que podía hacer para tragar de nuevo un gemido. Estaba agotada. Con la energía
que fluía a través de Jabari a mi cuerpo, no había manera de que pudiera coger el
poder de la tierra incluso para defenderme. Era uno u otro. Los dos no podían coexistir
dentro de mi sistema.

—¿Qué? —le dije bruscamente, levantando la cabeza para que finalmente pudiera
mirarlo a los ojos—. ¿Tenías miedo que hubieras perdido la capacidad de
controlarme? ¡No, no soy tan afortunada! Sigo siendo un títere en una cuerda para ti.

—¿Y este poder de la tierra puedes manejarlo ahora? —preguntó, casi con cortesía.

Negué con la cabeza. —Sólo en circunstancias especiales, como cuando realizan un


sacrificio. Necesito que haya una gran cantidad de energía en la tierra para que
pueda acceder a ella. Tampoco puedo manejarla cuando un miembro de la tríada
está tratando de controlarme. La magia de la tierra y la magia de la sangre
simplemente no se mezclan.

—Hmmm... —dijo en voz baja, ladeando la cabeza hacia un lado mientras me miraba.
Estaba harapienta con la ropa rasgada, manchada de sangre. Mi piel estaba cubierta
de sangre y suciedad, mientras que mi pelo estaba arrastrado por el viento y
enmarañado. No me parecía a alguien que había derrotado a Aurora y a la gran
horda de Naturis. ¿Finalmente había sobrevivido a mi utilidad? ¿O todavía
encontrarían alguna tarea sucia para que yo hiciera poniendo mi vida y las vidas de
los otros que me rodeaban en peligro?

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker
—Supongo que es una suerte para ti que la tríada ya no exista. —Bajó la mano y me
desplomé en el suelo como un montón de basura. Le vi alejarse un par de pies y luego
desaparecer por completo. Me di cuenta entonces que el cielo se había aclarado
con una pálida sombra de gris. El alba estaba llegando.

Me tendí en la fresca hierba, a la espera de que saliera el sol. No podía sentir a otros
Nightwalkers en la región. Pero no importaba. En ese momento estaba lista para la
muerte. Había hecho mi gran hazaña y había cerrado las puertas y, si era muy
afortunada, había matado a Aurora. Ya me había ganado el cielo o el infierno, si es
que existía, eso ya no parecía importante. Sólo quería dormir, preferiblemente para
siempre.

—Levántate, Mira —me ordenó una voz dolorosamente familiar.

Traté de sonreír, pero ésta salió torcida, ya que sólo pude reunir la fuerza necesaria
para levantar una esquina de mi boca.

—Vete, Danaus. No estoy de humor para matarte —murmuré, renunciando a tratar de


abrir los ojos. Pude sentirlo cerca de mí, de pie a unos metros de distancia.

—El sol va a salir pronto —me recordó, sin necesidad.

No hice caso de su declaración. ¿Por qué decir lo obvio? Jabari me había dejado a la
combustión nuclear del sol. No sería tan malo. Estaría dormida antes de salir el sol. No
sentiría nada. No era una de las peores maneras de morir. Debería saberlo, ya que mi
propia clase me infligió un gran número de ellas.

—Pensé que estabas muerto —dije, cuando por fin pude hablar por el nudo que había
crecido en la parte posterior de mi garganta. Cuando su presencia desapareció de
repente, mientras yo luchaba contra los Naturi, sólo podía suponer lo peor, que había
sido asesinado. No había tiempo para echar una mirada alrededor para buscarle, no
había tiempo para volver atrás y comprobar su pulso.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—Fuera de combate —dijo. Sacudió la cabeza al entrar a la vista, de pie sobre mí,
mientras yo yacía en la hierba—. Creo que Jabari realmente me protegió un par de
veces —admitió.

—Supongo que todavía le eres de uso —le dije ominosamente, empujando mis ojos a
abrirse para que pudiera mirar hacia el cazador.

—Estoy seguro de que tendrá un uso para los dos hasta que se haya asegurado su
control total del Aquelarre —dijo Danaus con el ceño fruncido—. Ahora, levántate.

Mis ojos se cerraron mientras pensaba en el mundo que aún tenía por delante de mí.
Seguía siendo el títere de Jabari y Danaus. Era un miembro del Aquelarre de los
Nightwalker, sobre el cual no tenía dudas de que tanto Macaire como Elizabeth me
querían muerta. Los Naturi andaban sueltos, sin importar si ellos nos querían muertos o
no en este momento exacto. Ah, y todavía estaba el plan de Nuestro Señor de
acelerar el Gran Despertar a este próximo año, mostrando a todo el mundo que los
Nightwalkers y los licántropos realmente existían, creando una gran guerra entre las
distintas razas.

Me sentía agobiada, como si todo el mundo estuviera descansando en mi pecho. No


tenía ningún deseo de moverme, sin ganas de seguir adelante, para luchar y
arriesgarme a morir. Estaba cansada. Ya estaba hecha.

—Vete, Danaus, por favor —murmuré con un suspiro suave.

—No puedes renunciar. Los Naturi están sueltos —dijo. Le oí arrodillándose a mi lado en
la hierba, su voz sonaba más cerca.

Agotada, me obligué a abrir mis ojos para mirar al cazador. Su rostro estaba
demacrado y sus ojos estaban cansados, pero de alguna manera encontró la energía
para seguir moviéndose.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

—Vuelve a Themis. Dile a Ryan. Dile todo —dije. El brujo tenía que saber todo antes de
que fuera demasiado tarde. Ryan sería capaz de advertir a todos acerca de la fuga
de Aurora y del resto de los Naturi. Había que decirle al brujo acerca de Nuestro Señor
y de los planes para el Gran Despertar. No quería una guerra, pero los licántropos y
todos los demás no podían estar distraídos cuando finalmente los Naturi dejaran de
luchar entre sí y decidieran que había llegado el momento para atacar a las otras
razas, una vez más.

Con un gruñido suave, Danaus me puso en sus fuertes brazos y se levantó. Grité en voz
baja por el repentino movimiento y apreté los ojos cerrados de nuevo. No sé cuánto
tiempo me llevó, el tiempo parecía escaparse mientras luchaba para mantenerme
consciente. El albergue estaba muy lejos para llegar antes del amanecer. Sólo cuando
de pronto el aire se convirtió en un frío glacial y ya oscurecía una vez más, me di
cuenta que me había llevado al Templo de la Luna. Estaba en un acantilado en el
lado de la montaña que se alzaba al lado de Machu Picchu, con cuevas alcanzando
profundamente en sus entrañas. Aquí estaría a salvo del alcance de los rayos del sol.

Danaus me tendió en el suelo y luego se sentó, dando un gran suspiro. Abrí los ojos,
pero tenía problemas para ver su rostro en la oscuridad. Deslicé la mano por su brazo y
tomé su mano, apretándola ligeramente. No había amenaza de ningún poder que
desprendiera mi carne de mis huesos, sólo su piel caliente presionando contra la mía.

—Nuestras batallas no han terminado —murmuró—. Pero tendrás que tomar un vale.
No estoy dispuesto a matarte ahora mismo.

Me entraron ganas de reír. El muy cabrón hizo una de sus bromas y yo no tenía fuerzas
ni para reír. Lo mejor que podía hacer era perder el conocimiento otra vez,
sosteniendo su mano.

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EPÍLOGO
Traducido por Rihano

Corregido por Julia107

L a música gritaba desde la pista de baile,


baile, palpitante contra las paredes con sus
bajos profundos, bailarines en movimiento que ansiaban olvidar sus corazones
rotos y vidas decepcionantes. Me quedé mirando a la gente vestida de negro
llenando The Dark Room. El poco iluminado club de baile estaba
estaba lleno, pero eso no era
sorprendente para un viernes por la noche. Yo había venido aquí para olvidar lo que
había ocurrido entre las piedras blancas y grises de Machu Picchu. Pero no estaba
teniendo mucha suerte. Los recuerdos parecían acechar en cada rincón de mi
cerebro. Un dolor fantasmal se había desarrollado
desarrollado constante en mi espalda donde me
apuñaló Rowe, a pesar de que la herida había sanado, dejando sólo una pálida línea
blanca que coincidía con la olvidada de mi pecho hecha por Cynnia.

Hace dos meses me había despertado en las cuevas relacionadas con co el Templo de la
Luna sola y adolorida, pero aún con vida. Un mudo testimonio de mi propia suerte.
Tropezando por la montaña, había regresado a Cuzco y tomado un avión privado de
vuelta a mi amada Savannah. El mundo se estremeció y lamentó la pérdida de tantas t
vidas en el sitio histórico, pero los motores de las relaciones públicas ya estaban
agitándose. Un grupo de insurgentes políticos fueron culpados por las muertes, tanto
en Machu Picchu como en Ollantaytambo, y cualquier prueba discutible, como los
cuerpos
erpos calcinados de los Naturi, fue barrido rápidamente bajo la alfombra. Las
preguntas se seguían haciendo e Internet zumbaba con la especulación, pero nuestro
secreto estaba a salvo por ahora.

Sin embargo, incluso ahora, la seguridad colgaba peligrosamente


peligrosamente cerca de la
destrucción. Mientras las puertas habían sido cerradas entre nuestro mundo y el de los
Naturi, muchos se habían deslizado a través de ellas y aún estaban al acecho en las
sombras. Aurora estaba en nuestro mundo. Sabía que ella no estaba m muerta, no
importaba lo mucho que quería que así fuera. Su gente había encontrado una
manera de curar la herida. Me maldije a mí misma y a mi propia debilidad. Debería

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haber hecho caso omiso a Rowe y terminado el trabajo. Debería haber cortado el
corazón de Aurora, dejando que Rowe cortara el mío. Pero fui débil.

La reina de los Naturi aún no había actuado, pero sabía que era sólo cuestión de
tiempo antes de que ella formulara un nuevo plan de ataque. Ella tenía su propio
modo para lidiar con el momento. Pero yo no tenía ninguna duda de que estaba en la
parte superior de su lista de tareas pendientes. Me desperté sobresaltada todas las
noches, casi esperando encontrar a un Naturi parado sobre mi cama con una estaca
en la mano.

Por ahora, mi única preocupación era mantenerme viva y a mi recién formada familia.
Tristan permanecía taciturno y abatido por la muerte de Sadira. Estaba acostumbrado
a jugar el papel del criado cariñoso. Yo no quería a nadie bajo los pies y no
necesitaba un sirviente. Pero le dejé quedarse. Algo en su mirada me recordó a
Michael, cuyo cuerpo aún no se había encontrado. No podía imaginar quien lo había
tomado, y una parte de mí estaba esperando verlo aparecer de repente,
groseramente mutilado y descompuesto. No importaba. No pude salvar a mi ángel,
pero podía tratar de enseñarle a Tristan formas para salvarse. Tendría que ser
suficiente.

Amanda y Knox habían reanudado su vida en Savannah con pocos cambios, a pesar
de que parecía que me cuidaban un poco más de cerca que antes. Todos parecían
más prudentes ahora que los Naturi estaban escondidos en nuestro mundo. Nadie
parecía estar dispuesto a cazar solo, y nuestra relación con los cambia formas estaba
irremediablemente rota y hecha pedazos.

La canción en la pista cambió a algo suave... más bajo, más melancólico. Exploré la
multitud. No estaba de humor para cazar y no necesitaba particularmente
alimentarme. Por extraño que parezca, me estaba aburriendo. Había extrañado mi
ciudad, pero ahora que estaba aquí, me sentía inquieta. Me encerraba lejos del resto
de los de mi especie como Tristan en un intento de estar sola, pero ahora sentía un
afán por estar de nuevo en marcha. Demasiadas cosas habían quedado sin respuesta
después de Machu Picchu, y me veía obligada a esperar por que otros actuaran. Una
parte de mí deseaba ver a Danaus entrar por la puerta, frunciendo el ceño en su rostro
moreno, con noticias de que algo horrible había sucedido. Pero incluso él desapareció
después de Machu Picchu.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Un nuevo vacío había crecido en mi pecho cuando pensaba en él. El mundo se había
vuelto más frío en su ausencia. De alguna manera me había acostumbrado a la
pincelada caliente de energía que emanaba de él, la sensación de sus pensamientos
y emociones posicionados en las afueras de mi mente.

Con un suspiro en mis labios, estaba a punto de salir de The Dark Room a buscar un
lugar más tranquilo para pasar la noche, cuando sentí que alguien vagamente familiar
entraba en el club de baile. Tristan entró por la puerta y visualmente revisé el poco
iluminado club, pero él no era el que había despertado mi atención. Hice una pausa y
olfateé el aire, capturando la débil insinuación de una colonia que no había olido en
mucho tiempo. Poco a poco, levanté mis pies de donde descansaban sobre una silla y
los coloqué en el suelo mientras me sentaba. Mis ojos inmediatamente cayeron en un
rostro delgado que puso una sonrisa en mis labios. James Parker se acercó pasando a
un hombre con un gran tatuaje y con el pelo morado, su mano nerviosamente alisaba
la corbata azul oscuro y rojo. Las gafas con montura dorada del investigador Themis
brillaban a la pálida luz llena de humo.

Mi lengua golpeó a través de mis dientes y sonreí, los colmillos deslizándose más allá de
mis labios. Danaus nunca habría enviado al investigador Themis a mi dominio. Habría
venido él mismo si quería algo. Sin embargo, Ryan el brujo de cabellos blancos podría
estar interesado en jugar, y él sería el más propenso a enviar un emisario a buscarme.

Tal vez mi noche estuviera mejorando, después de todo.

Fin del libro

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Biografía del Autor

Jocelynn Drake

L a mayor de tres niños, jocelynn creció y sigue residiendo en Cincinnati, la región


del Ohio.

Ella comenzó a escribir cuando ella tenía 12 años, pasando todo un verano
rescribiendo la historia de Robín Hood en los restos aporreados de un cuaderno.

Mientras la vida ha traído muchos cambios y sorpresas, el amor de escritura y una


historia buena ha sido una constante. Cuando no está escribiendo, ella puede ser
encontrada con su nariz enterrada en un libro bueno, que vaga por los bosques con su
cámara cradled de manera protectora contra su cuerpo, viajando a ubicaciones
interesantes, o relajándose con su familia, quien también ha permanecido en el área
Cincinnati

Saga Dark Days

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

Pray for dawn

Oremos por la salvación ... Ruega por la luz del día ...

El asesinato se ha retirado Mira de las sombras y de nuevo


en el mundo de los vivos ...

manejo del Coven


A medida que el ejecutor de fuego -manejo
Nightwalker
walker lucha con los fantasmas destruir la mente de su oscuro pasado, el
asesinato de la hija de un senador en Savannah amenaza con exponer su clase a la
luz brillante del día. El amanecer del caos ha llegado. El Naturi se han liberado de su
prisión eterna para alimentarse de los indefensos e incrédulos de una Tierra sin
preparación.

Mira y Danaus vampiro y el vampiro asesino - deben unirse para impedir la aniquilación
de sus carreras por separado. Pero para Danaus el reto se intensifica , pues también
debe e luchar contra la codicia bori que su alma. Y Mira, la Nightwalker que debe
proteger - cuyo poder es la última esperanza de la Tierra - es rápidamente perdiendo
la razón.

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Jocelynn Drake Saga dark days dawnbreaker

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