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EL ALMA Y

LAS
FORMAS.
G. LUKACS
ELISA MARIA ULLOA
04 DE MARZO 2011

El alma y las formas. Allí, Lukács confrontó problemas que formaban parte del
horizonte intelectual de la época, de ese momento inmediatamente anterior al estallido
de una guerra que iba a romper decisivamente con las ilusiones del detestado mundo
burgués. En primer término, Lukács y su generación luchaban por sustituír el paradigma
neokantiano, filosóficamente dominante, y acceder a otro que hiciese posible la
superación de la dualidad sujeto-objeto. En segundo lugar, intentaban dar respuesta a lo
que percibían como la “tragedia” de la cultura de la modernidad, y recobrar un sentido
auéntico para la existencia individual y la cultura en general. Por último, se planteaban
el tema de cómo salvar la brecha entre la “razón”, la “lógica”, y las “formas”, de un
lado, y la “vida” de otro, es decir, de hallar respuesta a la interrogante sobre si la vida
puede ser “formada” y la autenticidad conquistada, y cómo reincorporar al individuo a
un ámbito cultural compartido.16 Sustentando su análisis en las categorías de “alma”,
“formas”, “vida”, “autenticidad”, y “cultura”, Lukács abordó el tema de la tragedia
cultural del mundo burgués, generador de un espacio inhumano objetivador y
enajenante, que tergiversa los medios en fines y drena las energías vitales del alma
creadora. Según Lukács:

“La existencia burguesa es una mera máscara y es negativa como toda máscara; es sólo
lo contrario de algo, que cobra sentido por la energía del no que pronuncia. La
existencia burguesa significa únicamente una negación de todo aquello que es hermoso,
de todo aquello que parece digno de deseo, de todo aquello que ansía los instintos
vitales. La existencia burguesa no posee valor alguno en sí misma. Porque una vida
vivida en tal marco y de esta forma sólo cobra valor por las obras surgidas de ella

En este primer esfuerzo por definir un claro rumbo conceptual y existencial,


Lukács proclamó una doctrina de salvación a través del arte. El mundo exterior
es hostil, el artista es un ser problemático y el arte queda como principio
ordenador de la vida. La respuesta a los dilemas de esa existencia disonante y
conflictiva se encuentra en el dominio neoplatónico de las “formas”, de una
utopía espiritual vista como solución a las contradicciones sociales. Para el
Lukács de El alma y las formas, dice Raddatz, “La vida no es nada, la obra lo
es todo, la vida es puro azar y la obra es necesidad misma”
El alma y las formas es el más “nietzscheano” de los libros juveniles de Lukács.
Tanto por su temática, centrada en el individuo trágico y la posibilidad de su
existencia auténtica, como por su estilo ensayístico y en ocasiones aforístico, la
obra pone de manifiesto, de la manera más acabada, una de las tendencias
predominantes del pensamiento lukacsiano en su primera etapa: la tendencia
“existencialista” influída por Kierkegaard y Nietzsche. 19 Paralelamente a ésta, el
hegelianismo de Lukács madura en ese tiempo, y apunta hacia una
reconciliación entre el individuo y su entorno, y la salvación del hombre no
mediante el escape hacia un universo puramente atemporal, de formas
espirituales, sino mediante la consideración de la situación histórica específica,
cuya crisis podría ser tal vez solucionada al insurgir un nuevo tipo de sociedad
y de cultura. Tanto en su Historia evolutiva del drama moderno de 1912, como
en la Teoría de la novela, escrita durante la guerra, y publicada en 1920,
Lukács focaliza sociohistóricamente la crisis de la modernidad, y da los
primeros pasos para lograr la superación de la dualidad sujeto-objeto a través
de la categoría de totalidad concreta, llevando por tanto su indagación más allá
de los límites de la problemática metafísica del individuo trágico, de ese
individuo aislado y fundamentalmente desvinculado de su entorno social.

La novela es la epopeya de una época para la cual no esta ya sensiblemente dada la


totalidad extensiva de la vida, una época para la cual la inmanencia del sentido a la vida
se ha hecho problema pero que, sin embargo, conserva el espíritu que busca totalidad ,
el temple de totalidad.

La novela surge de la epopeya que es poema épico muy extenso que narra hechos


legendarios o históricos, de gran importancia para un pueblo o nación. Se suele centrar
en la historia de un individuo concreto, y con frecuencia aparecen en ella elementos
sobrenaturales.

El verso trágico es duro y afilado, aisla y produce distancia. Reviste a los héroes con
toda la profundidad de su soledad formalmente innata, y no permite que surjan entre
ellos mas relaciones que las de la lucha y el exterminio

La tragedia: obra dramática cuyos protagonistas suelen ser personajes heroicos que son


sometidos a grandes tensiones. Normalmente, los hechos desembocan en un fracaso y,
muy habitualmente, en la muerte. La finalidad de estas obras es hacer que el espectador
reflexione.

El verso dramático desenmascara toda trivialidad de la invención trágica, posee un filo y


un peso específicos ante los cuales no consigue sostenerse nada que sea meramente
vivo, que es lo mismo que dramáticamente trivial: el temple y el espíritu triviales se
descoyuntan inevitablemente en la tensión de pesos entre la lengua y el contenido.

Pues para la esfera de la vida, para la épica, lo trivial es el peso, así como para la
tragedia lo era la ligereza.

Solo la prosa puede entonces abarcar con intensidad igual el sufrimiento y el laurel, la
lucha y la coronación, el camino y la consagración; solo su libre flexibilidad y su
vincule sin ritmos encuentran con igual fuerza las cadenas y la libertad, la gravedad
dada y la ligereza conquistada del mundo que ahora ya irradia inmanentemente con el
sentido descubierto.

En el mundo de la distancia todo verso épico se hace lirica.

La epopeya configura una totalidad vital por si misma conclusa; la novela intenta
descubrir y construir configuradoramente la oculta totalidad de la vida.

La epopeya es mundo puramente infantil en el cual la violación de las firmes normas


recibidas acarrea necesariamente venganza, la cual, hasta el infinito, tiene a su vez que
ser vengada; o bien es teodicea completa, por la cual crimen o castigo descansan, como
pesos iguales y homogéneos, en la balanza del juicio final.

Solo la sustancia tiene existencia para la poesía, y solo sustancias que sean homogéneas
en lo mas intimo pueden entrar en la pugnaz unión de las composiciones compositivas
entre si. La lirica puede ignorar el hacerse fenómeno de la primera naturaleza, y
producir con la fuerza constitutiva de ese ignorar una proteica mitología de la
subjetividad sustancial.

Para ella lo único que existe es el gran instante, y en este se ha hecho eterna la unidad
significativa de la naturaleza y el alma, o su separación también dotada de sentido, la
necesaria y aceptada soledad del alma.

Esos instantes no son constitutivos sino de la lirica; y solo para ella determinan la
forma; solo enla lirica ese destello repentino de la sustancia convierte en repentina la
legibilidad de arcaicos alfabetos perdidos; solo en la lirica el sujeto portador de esa
vivencia llega a ser portador exclusivo del sentido, única realidad verdadera.

La primera naturaleza, la naturaleza como sistema de leyes para el conocimiento puro y


la naturaleza como consoladora para el sentimiento puro, no es mas que la objetivación
histórico-filosofica de la alienación o extrañación entre el hombre y sus formaciones.

La naturaleza de las leyes y la naturaleza de los estados de animo nacen del mismo lugar
del alma; presuponen la imposibilidad de una sustancia conseguiida y con sentido, la
imposibilidad de que el sujeto constitutivo encuentre un adecuado objeto constitutivo.

El sujeto real, disuelve, en la vivencia de la naturaleza, el entero mundo externo en


estados de animo, y se convierte el mismo en un estado así causa de la indefectible
equiparación esencial del sujeto contemplativo con su objeto.

El individuo épico, el héroe de la novela , nace de aquella extrañeza respecto del mundo
externo.

El héroe de la epopeya no es nunca un individuo.


La composición de la novela es una fusión paradójica de elementos heterogéneos y
discretos en una organicidad repetidamente denunciada, recusada.

La necesidad d ereflexion es la melancolía profunda d etoda novela autentica y grande.

La novela es la epopeya del mundo abandonado por los dioses; la psicología del héroe
novelesoc es lo demonico; la objetividad de la novela es la madura comprensión viril de
que el sentido no consigue penetrar nunca totalmente la realidad, pero que esta, sin el, se
descompondría en la nada de la esenciabilidad; todo eso significa exactamente lo
mismo.

La novela es la forma de la aventura, del valor propio de la inferioridad; su contenido es


la historia del alma que parte para conocerse, que busca las aventuras para ser probada
en ellas, para hallar sosteniendose en ellas, su propia esenciabilidad.

Por eso la ironia es la objetividad de la novela.

György Lukács, concebía la creación literaria como un eficaz vehículo de conocimiento


cuando es capaz de reflejar la realidad del mundo al margen del sujeto: las estructuras
económicas y sociales, las diferencias de clase y la manipulación del medio natural por
parte del hombre.

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