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Muchas personas consideran que el Paracetamol, al no necesitar receta médica, es un medicamento inofensivo,
pero todo medicamento puede tener reacciones adversas.
Hoy os contamos un caso concreto de una paciente, Eva Uhlin, que sufrió una grave reacción alérgica al
Paracetamol, un medicamento muy utilizado para el dolor leve o moderado y casos de fiebre.
Todo comenzó hace 4 años en septiembre de 2005, entonces Eva tenía 15 años, ese día Eva había tenido fiebre
por lo que recomendaron tomar Paracetamol para combatirla, pero en lugar de recuperarse al día siguiente se
levantó con todo su cuerpo lleno de ampollas, el Paracetamol le provocó una necrólisis epidérmica tóxica,
también conocida como el síndrome Lyell, lo que además de las ampollas también aparecieron en su cuerpo
quemaduras y llagas por todo el cuerpo, durante su enfermedad perdió diferentes trozos de piel de su pecho, brazos,
espalda y el estómago.
La Necrólisis epidérmica tóxica, mata a un 40 por ciento de los enfermos que la padecen, además esta
enfermedad, que sólo afecta a uno entre un millón de personas, puede afectar a cualquier persona, de cualquier
edad y sexo, aunque es más frecuente en las mujeres.
Afortunadamente después de varios años de años de tratamiento en el Hospital de la Universidad de Suecia de
Linkoping Eva ha conseguido estar casi completamente recuperada, la piel se ha regenerado de una forma que
muchos dicen que es milagrosa, en la actualidad sólo se tiene que seguir poniendo unas gotas en los ojos para
protegerse de los rayos ultravioletas
CONTRAINDICACIONES:
Excepto bajo circunstancias especiales, esta medicación no debe utilizarse
cuando existan los siguientes problemas clínicos :
Reacción alérgica severa o antecedentes de anafilaxia o angioedema inducido
por ácido acetil salicílico (AAS) y otros AINEs.
Antecedentes de discrasia sanguínea activa.
Depresión de la médula ósea, el Diclofenaco Sódico puede inducir o exacerbar
esta condición.
Poliposis nasal asociado a broncoespasmo.
Alcoholismo activo, o enfermedad hepática o en hepatitis viral (se incrementa
el riesgo de hepatotoxicidad).
Debe evaluarse el riesgo beneficio en las siguientes situaciones :
Reacción alérgica leve, tal como la rinitis alérgica, urticaria o rash dérmico
inducido por ácido acetil salicílico (AAS) u otros AINEs o historia de ella.
Anemia o asma.
Enfermedad inflamatoria o ulcerativa del tracto gastrointestinal superior o bajo,
incluyendo la enfermedad de Crohn, diverticulitis, úlcera péptica o colitis
ulcerativa activa.
En hemofilia u otros problemas de sangrado, incluyendo desórdenes de la
coagulación o de la función plaquetaria.
El diclofenaco Sódico debe de administrarse con cuidado en pacientes que
tienen restricción de esta sal.
En daño de función renal.
En estomatitis.
En pacientes geriátricos hay que tener cuidado, por ser más sensibles a los
efectos renales o hepáticos de los AINEs.
En Porfiria el Diclofenaco Sódico puede precipitar un ataque agudo.
INTERACCIONES MEDICAMENTOSAS:
Con anticoagulantes, heparina o agentes trombolíticos : Diclofenaco Sódico
puede tener riesgo de desencadenar una úlcera gastrointestinal y sangrado.
Se han reportado la disminución del efecto de los agentes antidiabéticos orales
o con insulina, al utilizarse conjuntamente con Diclofenaco Sódico,
condicionando la hiperglicemia.
Una de las preguntas más frecuentes que se plantean las personas que comienzan un tratamiento farmacológico es cómo dar buen uso a
los medicamentos que consumen. La duda es completamente válida, ya que el empleo de estos delicados productos, cuando es
inadecuado o abusivo, puede ser muy peligroso para la salud.
Por ello es de gran utilidad conocer cuáles son las principales indicaciones de los medicamentos, a fin de aprender a utilizarlos de acuerdo
a una automedicación responsable, en el caso de los productos de venta libre, o para seguir las recomendaciones del especialista al pie
de la letra y reportar algún problema en la terapia.
Cada fármaco cuenta con una serie de indicaciones que detallan cuáles son las enfermedades o síntomas que alivian, las dosis
recomendadas para cada edad, el contenido de la fórmula, la presentación del producto y, ante todo, dos parámetros que deben
considerarse para que un tratamiento llegue a buen fin: efectos secundarios y contraindicaciones.
El efecto secundario hace referencia a la acción que posee un medicamento, además de su cualidad curativa, que no es el deseado o
tiene carácter negativo. Un ejemplo conocido nos lo da el ácido acetilsalicílico, que tienen la finalidad de ayudar a eliminar dolor, fiebre e
inflamación, pero que en exceso genera malestar estomacal.
Por su parte, las contraindicaciones hacen referencia a todas aquellas situaciones en las que resulta aconsejable que el paciente no
consuma un fármaco, ya que aumenta el riesgo de sufrir secuelas adversas. En efecto, estado de salud, historia clínica y antecedentes
familiares pueden condicionar la efectividad y conveniencia de un tratamiento.
Analgésicos. Se utilizan para disminuir inflamación, bajar fiebre (temperatura elevada) y dolor músculo-esquelético (en huesos,
articulaciones, músculos) o visceral (en órganos). Las sustancias más comunes son el ácido acetilsalicílico, paracetamol (acetaminofén),
ibuprofeno y naproxeno, aunque algunos más fuertes incluyen químicos que proceden del opio (morfina y codeína).
Efectos secundarios. Paracetamol, ibuprofeno, ácido acetilsalicílico y naproxeno pueden causar diversos trastornos digestivos, ante
todo porque alteran el equilibrio de los ácidos digestivos y favorecen la irritación de las mucosas (tejido que cubre el interior del tracto
digestivo).
• Irritación gástrica o estomacal. La elevación en el nivel de jugos gástricos irrita el interior de este órgano.
• Hemorragias intestinales. sangrado interno ocasionado por lesiones derivadas del aumento de acidez.
• Dolor abdominal. Es malestar generalizado en el vientre, como reflejo de los problemas anteriores.
• Erupciones cutáneas, urticaria, rash. Aparición de granitos en la piel; ocurre en raras ocasiones.
• Mala coagulación. Cuando se usa de manera continua, el ácido acetilsalicílico altera la capacidad de la sangre para detener
hemorragias.
En cuanto a los derivados del opio, que tienen la característica de disminuir la actividad neuronal, podemos mencionar:
• Adicción. Estas sustancias producen sensación de bienestar, por lo que su uso prolongado puede hacer que el paciente
dependa psicológica o físicamente de la sustancia.
• Síndrome de abstinencia. Se relaciona con lo anterior y se refiere a malestares como nerviosismo y ansiedad, que son
manifestaciones del organismo por la falta del medicamento.
• Estreñimiento. Es un problema particular de la codeína, y se debe a que esta sustancia disminuye la movilidad del intestino.
• Embarazo. Todas estas sustancias atraviesan la placenta y llegan al feto, por lo que pueden afectar su crecimiento.
• Lactancia. Es muy probable que estos medicamentos lleguen a la leche materna y, por tanto, al bebé mientras se alimenta.
• Gastritis y úlcera gástrica. Respectivamente, influyen en la inflamación del estómago y la aparición de lesiones en su pared
interna. Se caracterizan por exceso de acidez, de modo que el uso de algunos analgésicos es muy desfavorable.
• Enfermedades hepáticas. Se ha encontrado que muchos analgésicos, como ibuprofeno y paracetamol, pueden generar, en
altas dosis o uso prolongado, problemas en el hígado. Es mejor no consumirlos si hay hepatitis (inflamación de dicho órgano)
• Enfermedades virales. El ácido acetilsalicílico está contraindicado en menores de 15 años que padezcan varicela, rubéola,
influenza y otros padecimientos generados por este tipo de microorganismos, ya que se tiene el riesgo de padecer síndrome de
Reye, que afecta al hígado y cerebro.
• Padecimientos sanguíneos. personas con problemas de coagulación o que se vayan a someter a cirugía deben asesorarse con
un médico para saber si pueden tomar ácido acetilsalicílico.
• Comportamiento adictivo. Pacientes que beben mucho alcohol o que fuman deben ser evaluados antes de emplear
medicamentos con morfina o codeína.
Ansiolíticos. Tienen efecto sedante y se emplean como tranquilizantes o inductores del sueño. El grupo más empleado son las
benzodiazepinas, entre las que se encuentran diazepam, buspirona, ketazolam, lorazepam, midazolam y alprazolam. Requieren receta
médica.
Efectos secundarios. La mayoría surge por la acción de estos medicamentos, que disminuye la actividad del sistema nervioso:
• Constipación. Estreñimiento, generado por baja actividad neuronal, que desencadena baja movilidad intestinal.
• Anorexia. Pérdida de apetito; no confundir con el síndrome que se genera cuando una persona presenta miedo extremo a la
obesidad y deja de alimentarse.
• Adicción. Dependencia física o mental hacia el medicamento (por uso prolongado o dosis elevadas).
Contraindicaciones
• Embarazo y lactancia. Estas sustancias pueden afectar al feto o niño que se alimenta con leche materna.
• Historia de dependencia a drogas u alcohol. Existe riesgo de desarrollar dependencia a estos medicamentos.
• Miastenia gravis. Enfermedad que se caracteriza por generar debilidad muscular progresiva; por sus efectos secundarios, las
benzodiazepinas pueden afectar al paciente.
• Insuficiencia respiratoria. Dificultad para respirar. Al generar debilidad, estos medicamentos pueden empeorar la situación.
• Apnea. Es el cese temporal de la respiración durante el sueño (ronquidos). Ya que los ansiolíticos relajan, una mayor distensión
de los músculos del cuello puede generar asfixia durante el sueño.
• Enfermedades hepáticas. Los fármacos son procesados por el hígado, y dicha labor representa gran esfuerzo para éste
órgano. Por ello, en condiciones como hepatitis (inflamación del hígado) o insuficiencia (incapacidad de éste órgano para cumplir
sus funciones) se desaconseja su empleo.
• Insuficiencia renal. Los medicamentos se eliminan a través de la orina, que filtra el riñón. Cuando éste órgano no funciona
adecuadamente, lo mejor es no utilizar benzodiazepinas o permanecer bajo vigilancia del especialista.
Antiácidos. Se indican para acidez excesiva, gastritis y úlcera, pues neutralizan la generación de jugos digestivos o disminuyen su
secreción. Contienen sustancias que anulan a los ácidos (bicarbonato de sodio e hidróxidos de aluminio y magnesio) o que bloquean su
producción (cimetidina, ranitidina, famotidina).
• Evacuaciones frecuentes. Ambas sustancias tienen ligero efecto laxante, es decir, estimulan la movilidad intestinal.
• Diarrea. Las heces pueden tener consistencia líquida.
• Estreñimiento. En altas dosis el efecto es contrario y genera dificultad para el vaciado intestinal.
• Ictericia. Coloración amarillenta de la piel porque se altera el funcionamiento del hígado y éste no filtra bien la sangre.
Contraindicaciones
• Enfermedades graves del riñón. Los hidróxidos de aluminio y magnesio se desechan por la orina y pueden ocasionar
sobreesfuerzo en riñones que no son saludables.
• Cálculos renales. “Piedritas” que se forman en el riñón y vías urinarias por acumulación de minerales. No se recomienda a
pacientes con este problema el uso de antiácidos con hidróxido de aluminio y magnesio, pues pueden empeorar.
• Úlcera gástrica maligna o cáncer estomacal. Son perforaciones graves del estómago y tumoraciones; cualquier antiácido
sólo enmascararía los síntomas en vez de dar solución.
• Embarazo y lactancia. En algunos casos pueden emplearse estos productos, pero se requiere de aprobación médica.
Antibióticos. Se utilizan en numerosas infecciones bacterianas que afectan a diversos órganos. Las sustancias más empleadas son las
penicilinas (amoxacilina, tetraciclina, ampicilina), aunque también se incluyen sales como trimetoprim y sulfametoxazol.
• Prurito. Comezón.
• Mareos. Vértigo; falsa sensación de movimiento o impresión de que los objetos se mueven o giran.
• Problemas digestivos. Pueden generarse malestar estomacal y diarrea, debido a que estos medicamentos alteran el equilibrio
de la flora intestinal (microorganismos que ayudan en la digestión).
Contraindicaciones
• Embarazo y lactancia. Estas sustancias afectan al feto o niño que se alimenta con leche materna.
• Alergia a los componentes de la fórmula. Los antibióticos pueden generar reacciones adversas muy fuertes. Si el paciente
tiene antecedentes alérgicos debe emplear aquellos medicamentos que apruebe el médico, y siempre bajo vigilancia.
• Infecciones virales. Estos medicamentos sólo actúan contra bacterias y no sirven para infecciones por virus.
• Problemas digestivos. El uso de antibióticos debe ser prudente en quienes presentan enfermedades de este sistema, pues
alteran el equilibrio de la flora gastrointestinal.
• Insuficiencia hepática. Si el hígado no realiza adecuadamente sus funciones, el sulfametoxazol se acumula en la sangre y
puede generar efectos secundarios.
Anticonceptivos hormonales. Son píldoras, inyecciones y parches para la piel cuyas sustancias activas son hormonas femeninas,
estrógenos y progesterona. Inhiben la ovulación y hacen más espeso el moco contenido en el cuello del útero (cervical), al mismo tiempo
que generan cambios en el endometrio para que el óvulo no se implante.
Efectos secundarios. En nuestros días tienen alta eficacia y pocas consecuencias adversas, pero pueden provocar:
• Irregularidades menstruales. El período de sangrado puede atrasarse o adelantarse, además de ser más intenso o escaso.
Contraindicaciones
• Embarazo y lactancia. Su uso en estas etapas está prohibido terminantemente, también cuando hay sospecha de embarazo.
• Cáncer de mama. Es la presencia de un tumor maligno en un seno. Cuando este problema está en curso, las hormonas pueden
estimular a las células anormales o cancerígenas.
• Problemas hepáticos. Hepatitis o tumor de hígado son condiciones que pueden empeorar con estas hormonas.
• Tabaquismo. Mujeres que fuman más de 20 cigarrillos al día (una cajetilla) pueden ser más propensas a padecer cáncer.
Antidepresivos. Se utilizan en pacientes con depresión, siendo más empleados los denominados de tercera generación, como
fluoxetina, fluvoxamina, paroxetina, sertralina, citalopram, trazodona y nefazodona, así como los tricíclicos: amitriptilina, amineptina,
melitraceno, imipramina, clomipramina y lofepramina.
• Cambios de conducta. La persona que los toma requiere de vigilancia médica ya que, en algunos casos, puede motivar a
desestimar la propia vida y atentar contra ella.
• Nerviosismo. Alteración en el sistema nervioso que se manifiesta con inquietud, intranquilidad e irritabilidad.
• Alteración en el ritmo cardiaco. Pueden presentarse palpitaciones irregulares (arritmias) y pulso acelerado.
• Cambios en el apetito. La sensación de hambre puede aumentar o disminuir, ocasionando incremento o pérdida de peso
corporal.
Contraindicaciones
• Embarazo. Hay productos sobre los que no hay pruebas de que atraviesen la placenta y lleguen al feto, pero por precaución se
recomienda el uso de antidepresivos sólo cuando sea estrictamente necesario y bajo prescripción médica.
• Lactancia. Se prohibe su consumo, pues todos estos productos se secretan junto con la leche materna.
• Epilepsia. Es una enfermedad que genera convulsiones y estados de ausencia por problemas en la actividad eléctrica del
cerebro. Se permite, pero bajo estricta vigilancia y dependiendo de cada caso.
• Insuficiencia hepática o renal. Hígado y riñón intervienen en el procesamiento de estos medicamentos, por lo que si existen
problemas en estos órganos se recomienda no utilizarlos.
• Diabetes. Es el incremento de azúcar en sangre por mal aprovechamiento de insulina o nula generación de esta hormona.
Algunos productos incrementan los niveles de glucosa, por lo que su uso debe ser muy controlado.
Antidiarreicos. Controlan las evacuaciones frecuentes y acuosas, (diarrea) las cuales pueden estar acompañadas de dolor, debilidad,
náuseas, vómitos, espasmos abdominales (retortijones), fiebre o pérdida de apetito. Estos fármacos eliminan molestias, dan mayor
consistencia a las deposiciones y detienen la pérdida de agua y nutrientes. Las sustancias activas más frecuentes son caolín, pectina,
subsalicilato de bismuto, furazolidona y nifuroxazida .
Efectos secundarios
• Náuseas, vómito. Deseo de volver el estómago, por la acción de estos productos sobre el sistema digestivo.
• Oscurecimiento de la orina. Se debe a que el organismo desecha las sustancias activas a través de esta vía.
Contraindicaciones
• Insuficiencia renal grave . Se forzaría al riñón y los niveles del medicamento permanecerían demasiado altos.
Antigripales. Utilizados en resfriados que afectan a las vías respiratorias altas (nariz y garganta), ayudan a aliviar congestión nasal,
fiebre, tos, dolor de cabeza y cuerpo cortado. Entre sus principios activos se encuentran analgésicos (paracetamol o iboprufeno) y
sustancias que ayudan a reducir algunas molestias: clorfenamina, pseudoefedrina o loratadina.
Efectos secundarios. Muchos de ellos son compartidos con los de los analgésicos, aunque otros provienen de los antihistamínicos, que
bloquean la acción de la histamina (sustancia que ocasiona estrechamiento de las vías respiratorias ):
• Irritación estomacal, náuseas y hemorragias intestinales. Suceden por la elevación en el nivel de jugos gástricos.
• Taquicardias. Alteraciones en el ritmo cardiaco, también por las sustancias antes mencionadas.
• Hipotensión ortostática. Baja presión sanguínea al ponerse de pie o moverse con brusquedad.
• Ictericia. Coloración amarilla de la piel, a raíz de problemas en el hígado que desencadena el paracetamol.
Contraindicaciones
• Embarazo y lactancia. No es conveniente que mujeres encinta o amamantando consuman estos productos.
• Presión elevada y arritmias. Alteraciones en el funcionamiento cardiaco pueden acentuarse con el uso de antihistamínicos.
• Glaucoma de ángulo agudo. El aumento en la presión del globo ocular, que puede causar daño progresivo a la visión, se
acentúa con algunos antihistamínicos.
• Insomnio. Personas con dificultad para dormir deben consultar a su médico para saber qué producto sería el más conveniente,
pues algunos incluyen estimulantes del sistema nervioso.
• Enfermedades hepáticas. Sobre todo, se debe evitar el consumo de antigripales con paracetamol.
• Hipertrofia prostática. Es el aumento en el tamaño de la próstata (glándula del sistema reproductor masculino) que dificulta
la emisión de orina. Los antihistamínicos pueden empeorar este problema.
• Gastritis y úlcera estomacal. Pacientes con problemas digestivos pueden sentir molestias.
• Usuarios de maquinaria y automovilistas. Algunas fórmulas hacen más lentos los reflejos y afectan la concentración, así
que es mejor consultar a un médico para conocer qué producto es conveniente.
Antihipertensivos. Reducen la tensión arterial cuando ésta supone riesgos para la salud, como infarto cerebral (muerte de tejido
neuronal por falta de suministro de sangre, lo que ocurre porque un vaso sanguíneo se rompe por la presión sanguínea). Logran su
objetivo fundamentalmente de dos maneras: favoreciendo la eliminación de líquidos (diuréticos) o dilatando venas y arterias
(vasodilatadores).
• Deshidratación. Abusar de estos productos genera pérdida notable de agua, debilidad y malestar general.
• Alteración en los niveles de sales. Puede tener muchas consecuencias, como calambres, dolor articular y fatiga muscular.
• Trastornos cardiacos. Es consecuencia de lo anterior, y el principal problema son arritmias (cambios en el ritmo cardiaco).
• Pérdida del apetito sexual. Bajo nivel de sales y agua también repercute negativamente en la vida íntima.
• Cambios en el sentido del gusto. Los alimentos se perciben con “sabor metálico”.
• Inflamación. Rostro, garganta, lengua, labios, ojos, manos, pies, tobillos o piernas pueden lucir hinchados.
• Ictericia. Coloración amarillenta de la piel u ojos que se debe a que los medicamentos modifiquen la función del hígado.
Contraindicaciones
• Enfermedades cardiacas. Cualquier alteración cardiaca supone el riesgo de padecer reacciones secundarias notables. Se
requiere en estos casos de estricta evaluación por parte del especialista.
• Deshidratación. Toda persona con problemas de hidratación debe evitar los diuréticos.
Antihistamínicos. Se utilizan en casos de alergia, como asma, conjuntivitis, rinitis, urticaria y dermatitis. Estos fármacos impiden la
liberación de histamina, sustancia que se genera en las reacciones alérgicas y que da lugar a los síntomas conocidos. Es posible
encontrarlos en antrigripales o productos para evitar mareo.
Efectos secundarios. Los antihistamínicos actúan sobre el sistema nervioso y de ahí sus efectos adversos, aunque los productos más
novedosos generan menos problemas.
• Mala coordinación de movimientos. Los reflejos y los desplazamientos voluntarios se vuelven lentos.
Contraindicaciones
• Embarazo. Sólo en casos específicos el médico solicitará su uso, y por lo regular se tratará de uno de los antihistamínicos más
nuevos (de segunda generación).
• Glaucoma. El daño progresivo de la visión por aumento en la presión intraocular aumenta con el uso de los primeros
antihistamínicos, no así con los de segunda generación.
• Insomnio. Las personas con dificultad para dormir sólo deben emplear los medicamentos más novedosos de este grupo.
• Hipertrofia prostática. Los problemas para orinar que se generan por el crecimiento de la próstata pueden empeorar con
antihistamínicos de primera generación.
• Automovilistas y usuarios de maquinaria. No es recomendable conducir o hacer uso de instrumentos, a fin de evitar
accidentes.
Antiinflamatorios. Bloquean a la enzima ciclooxigenasa, responsable de la inflamación de los tejidos y, por tanto, del dolor que aparece
en ellos. Los más comunes son los conocidos como no esteroideos (AINES), y se emplean en problemas reumáticos, gota y dolor
muscular. Los más comunes son aceclofenaco, butibufeno, diclofenaco, fenilbutazona, ácido acetilsalicílico, ibuprofeno, ketoprofeno,
ketoralaco, naproxeno, piroxicam y salsalato,
Efectos secundarios. Muy similares a los mencionados en el apartado de analgésicos, aunque otros se originan porque algunos de estos
productos se aplican directamente en la piel.
• Eritema. Enrojecimiento de la piel que ocurre con los productos que se aplican directamente sobre una zona dolorida (tópicos),
como piroxicam, bencidamina, salicilato de metilo y diclofenaco. Es reacción adversa a los componentes de la fórmula.
• Prurito, erupción. En casos más severos aparecen comezón y granitos. Se eliminan suspendiendo el uso del producto.
Contraindicaciones
• Embarazo y lactancia. Los que son en crema pueden aplicarse bajo supervisión médica; lo que se ingieren deben evitarse.
• Enfermedades del hígado. Ante todo, se desaconsejan para evitar sobrecargar a este órgano.
• Asma, rinitis. Son reacciones alérgicas que dificultan la respiración. En algunos casos el diclofenaco puede desatar episodios
severos en quienes padecen estas enfermedades.
• Gastritis. Los AINES por vía oral aumentan la acidez estomacal, por lo que no se recomiendan.
Antimicóticos. Sirven para prevenir infecciones ocasionadas por hongos microscópicos que se contraen por contacto directo con una
persona infectada, al compartir ropa, toallas y baños. Requieren supervisión médica, pues el uso incorrecto puede empeorar la
enfermedad. Las sustancias más comunes son clotrimazol, miconazol, ketoconazol, ácido undecilénico de zinc y tolnaftato.
Efectos secundarios
Contraindicaciones
• Embarazo y lactancia. No se aconsejan. Los productos formulados para aplicación vaginal deben emplearse sólo bajo la
supervisión del médico.
Antisépticos. Son soluciones que eliminan o impiden el crecimiento de algunos tipos de bacterias que se encuentran en la piel y en las
membranas mucosas. Algunas de las sustancias más empleadas son alcohol, cloruro de benzalconio y yodo.
Reacciones secundarias. Casi siempre son locales y no graves, pues basta con suspender la aplicación para detenerlas.
Contraindicaciones
• Alergia. Personas que hayan manifestado sensibilidad al yodo u otro componente de la fórmula.
Antitusivos. Aminoran la tos gracias a que poseen sustancias con diversos mecanismos: unas adormecen a las terminaciones nerviosas
de la garganta (codeína) o bloquean directamente el impulso nervioso que genera la tos (dextrometorfano, benzonatato); otros abren las
estructuras pulmonares por donde circula el aire, los bronquios y, por ende, se llaman broncodilatadores (albuterol, teofilina); también
son utilizados en asma (enfermedad alérgica que produce inflamación en los conductos que llevan aire a los pulmones). Los mucolíticos
(clorhidrato de bromhexina, acetilcisteína) disminuyen la generación de moco, en tanto que los expectorantes (bálsamos y esencias de
tolú, eucalipto, gomenol y pino, cloruro amónico, guaifenesina, guayacolato de glicerilo, difenhidramina, bromhexina y ambroxol) facilitan
la salida de las flemas. Pueden contener antihistamínicos.
Efectos secundarios. Pueden variar de un producto a otro, pero los más notables y generales son:
• Constipación. Estreñimiento.
• Depresión nerviosa. Baja actividad del sistema nervioso que se refleja en movimientos lentos, mala coordinación y problemas
para respirar; es consecuencia del uso de altas dosis de dextrometorfano.
• Somnolencia. Se debe a los antihistamínicos que poseen algunos medicamentos de este tipo.
• Adicción. Sucede con las fórmulas que contienen codeína, que es un derivado del opio.
Contraindicaciones. El uso de antitusivos debe ser cuidadoso, tanto por que hay distintos tipos de tos como de productos.
• Tos húmeda. Nunca se recomiendan bloqueadores del impulso para la tos, como dextrometorfano, pues pueden provocar
retención de secreciones.
• Alergia a los componentes de la fórmula . Como en otros medicamentos, si hay antecedentes de reacciones adversas lo
mejor es abstenerse de emplear estos fármacos.
• Embarazo y lactancia . No se recomiendan estos medicamentos porque pueden perjudicar al feto o bebé.
• Tendencia adictiva. Personas con problemas para beber o fumar deben evitar las fórmulas con codeína.
Corticoides. Son otra familia de antiinflamatorios, pero similares a la hormona cortisona que generan las glándulas suprarrenales
(localizadas sobre los riñones). Son muy útiles en problemas por reacciones autoinmunes, es decir, cuando el sistema de defensa del
organismo ataca a sus propios órganos y tejidos. Las principales sustancias que se emplean por vía oral son la prednisona,
metilprednisolona y dexametasona, en tanto que por vía tópica son hidrocortisona, beclometasona, betametasona, metilprednisolona y
triamcinolona.
Efectos secundarios. Debido a que intervienen en el funcionamiento hormonal, pueden ser graves si no se sigue el tratamiento
determinado por el médico (los corticoides por vía tópica también generan problemas, pues al absorberse pasan a la sangre):
• Hemorragia digestiva. Lesiones al interior del esófago, estómago o intestinos que generan sangrados.
• Adelgazamiento de la piel. Es un problema que ocurre, principalmente, por uso continuo en la epidermis.
• Alteración del apetito. Puede aumentar o disminuir, generando cambios de peso corporal.
• Herpes simple ocular. Es la infección de la córnea del ojo por acción de este virus, también responsable de los fuegos labiales.
Como los corticoides disminuyen la acción de defensa del organismo, favorecen que este virus se reproduzca y dañe al ojo.
• Infecciones agudas o crónicas. Al igual que en el caso anterior, el uso de estos productos puede ser contraproducente y
favorecer el ataque de microorganismos invasores.
• Diabetes. La elevación de los niveles de azúcar puede empeorar con estos medicamentos.
• Osteoporosis. También la debilidad de huesos puede acentuarse, así que su uso debe estar estrictamente vigilado.
• Insuficiencia Renal. Estas sustancias también pueden atrofiar la actividad de un riñón que no filtra la sangre eficazmente.
Laxantes. Se utilizan para aliviar el estreñimiento, ya sea porque aumentan el volumen del bolo intestinal (fibra, celulosa) y retienen
agua, o porque estimulan al intestino (sen, senósidos A-B, bisacodilo y psicosulfato sódico).
Efectos secundarios
• Retortijones. Es el dolor abdominal; se presenta con mayor severidad al consumir sen y senósidos A-B.
• Estreñimiento crónico. Cuando se recurre con frecuencia a estos medicamentos, el estreñimiento puede aumentar puesto que
el intestino se acostumbra a estar estimulado por un agente exterior.
Contraindicaciones
• Embarazo y lactancia. Sólo se permite el consumo de fibra, por el bien del bebé.
• Problemas en hígado, riñón o corazón. Las sustancias laxantes pueden forzar el funcionamiento de estos órganos.
• Deshidratación. No se recomienda en personas con mala hidratación, pues puede acentuar alteraciones por falta de líquidos.
Finalmente, le recordamos que otras medidas útiles para un buen tratamiento consisten en no combinar fármacos, pedir cualquier
aclaración al médico si tiene dudas sobre la administración del producto (dosis correcta, cada cuántas horas y durante cuántos días) y,
ante todo, si observa cualquier reacción secundaria debe notificárselo de inmediato al especialista para evitar lamentables
complicaciones.
- Generales:
1- Tratar de reducir siempre al mínimo el número de medicamentos que deben
administrarse.
2- Conocer bien las características de los fármacos que con más frecuencia producen
interacción, en especial aquellos fármacos que más se utilizan.
3- Observar cuidadosamente la acción terapéutica y tóxica, cuando en un tratamiento
se adicionen o se supriman fármacos.
4- Considerar siempre la situación de aquellos órganos cuya enfermedad puede
originar más frecuentemente una interacción (insuficiencia renal e insuficiencia
hepática).
5- Tener en cuenta de forma especial las interacciones que dan origen a situaciones
más graves (hemorragias, convulsiones, arritmias e hipoglucemia).
6- Sustituir el fármaco desencadenante por otro del mismo grupo, pero con menos
potencial interactivo.
- Específicas:
Dipirona. Debe utilizarse en casos severos y cuando otras medidas hayan resultado
ineficaces, o el paciente sea intolerante a otros agentes antipiréticos. Deberá
administrarse durante periodos cortos. Se recomienda estricto control clínico en niños
menores de un año. Uso no recomendado en lactantes menores de 3 meses o niños
con menos de 5 Kg por posible alteración de la función renal.
Dexametasona. Utilizar con cuidados en casos de insuficiencia cardiaca congestiva.
Fenitoína sódica. Los niños son más susceptibles de presentar algunos efectos
adversos (hiperplasia gingival, dimorfismo facial e hipertricosis) y pueden sufrir
además una disminución del rendimiento escolar a largo plazo.
Teofilina. En niños menores de 1 año, especialmente prematuros la depuración es
disminuida y en menores de 3 meses con alteración de la función renal (3,4,6).