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relatos de viajes y mapas sino que también me ofreció una idea de conjunto que a su
vez fue importante a la hora de hacer la selección y constituir una serie textual
(Pigafetta, Falkner, Darwin, Moreno, Hudson). Esto es obvio pero con frecuencia se
suele olvidar que el acceso a las colecciones es un factor determinante en lo que se
investiga y cómo se investiga. La materialidad del trabajo académico es una de esas
realidades que con frecuencia cae en el olvido.
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estado, una desconfianza que en mi lectura de los viajeros patagónicos se vio
estimulada por la relación entre el proceso de formación de la relación entre capital-
estado-nación y la historia del exterminio indígena. No lo digo como una fatalidad sino
como un modelo posible que fue el que terminó por imponerse en la Argentina. Es la
combinación de estado y violencia que aparece en la llamada Conquista del Desierto,
en los bombardeos de la Plaza de Mayo del 54, en los treinta mil desaparecidos de la
última dictadura militar, todos ellos ejemplos de la dominancia de un modelo que asocia
organización nacional y autoritarismo y que han marcado para siempre la cultura
Argentina.
3) Cuándo haces referencia a “la mirada del viajero cambia en el transcurso de cuatro
siglos de literatura de viajes dedicada a la zona”, de alguna manera en esas diferencias
apreciables que sugerís entraría en juego tanto el “habitus” y capital cultural del viajero,
incluyéndose a su vez como marca perceptible, y, también, articulando las lecturas
realizadas ─usufructuando la intertextualidad, digamos ─ en la conformación de la
serie canónica sobre la Patagonia?
Lo que me interesó al leer estas narrativas de viajeros es la evolución de un paradigma
que en su base retiene la idea de la Patagonia como un espacio vacío pero que a su
vez cambia constantemente como un eco de los cambios políticos y económicos que
afectan a la Argentina y que decido mirar a través del ojo de la cerradura de lo que es el
proyecto de construcción del estado nación. La persistencia de ese paradigma se puede
seguir en la intertextualidad de esas narrativas. Por ejemplo en las referencias, veladas
a veces explícitas otras, que un viajero como el Perito Moreno hace a Sarmiento y a
Darwin pero a la vez me interesó mostrar como ese canon cambia con la mirada de
cada viajero: Chatwin recoge y hace propia la narrativa de Hudson pero no se hace
cargo de la crítica que este le hace a Darwin, en la serie hay algo que se retiene y algo
que se pierde, con frecuencia estas narrativas tienen momentos en los que invocan a
sus predecesores para corregirlos o para mejorarlos. La literatura de viaje es, en gran
parte, una cuestión de miradas, de cómo se ve un espacio, en este caso la Patagonia, y
la serie que propongo, Pigafetta, Falkner, Darwin, Moreno, Hudson, es un intento por
exponer a la misma vez qué es lo que tienen en común y lo que cambia. En este
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sentido el canon puede ser interesante como una lectura crítica y no tanto como se lo
ha querido presentar como un fenómeno absoluto y naturalizado a fuerza de repetición,
como cuando Harold Bloom propone la mecánica de la influencia como un mecanismo
fundamentalmente sicológico. Idealmente en el momento en que un canon logra
imponerse comienza el proceso de desplazamiento por otro y ese a su vez por un
tercero. En Geografías me concentré en la representación de paisaje como un espacio
primigenio, como el mito de un territorio vacío, a través de narrativas que se consideran
canónicas. Es posible imaginar otras lecturas como por ejemplo la idea de desarrollo
económico que tantos viajeros invocan y que, como el concepto de espacio o el de
naturaleza, también cambia a lo largo de varios siglos de exploraciones y relevamiento.
El libro propone un recorte pero esos otros ejes son también parte del imaginario
patagónico y por lo tanto susceptibles de organizar otras series.
4) Más que interesante resulta plantear la relación que indicás con respecto a que “la
historia de un país es, entre otras cosas, la historia del desplazamiento de sus fronteras
y de su definición como territorio”. En ese sentido, teniendo en cuenta la conformación
de una literatura nacional como espacio en donde se construye la historia de un
territorio, de una identidad, y para ser más específicos, considerando lo que señalara
García Canclini: “la identidad es un relato que se construye”, los relatos de viaje sobre
la Patagonia, escritos tanto por los viajeros extranjeros como los locales, según la
posición política y socio-cultural que ocupan cada uno de ellos, intentarían determinar la
preeminencia de la hegemonía a la que responden y trabajan?
La cita de García Canclini es un buen punto de partida. Lo que Geografías Imaginarias
trata de contestar es con qué materiales se construye esa identidad. En este sentido la
respuesta es en parte la mezcla de los imaginarios más o menos hegemónicos que los
define como escritores a la hora de hacer sus viajes por la Patagonia tanto como las
circunstancias políticas y materiales con las que se encuentran una vez en el territorio.
Tal como vos lo sugerís en tu pregunta. el imaginario de la Patagonia cambia a través
de las transformaciones económicas y políticas que van redefiniendo el territorio. Menos
seguro es el grado de conciencia que cada uno de ellos tiene de participar de un
proyecto hegemónico. El Moreno de los Apuntes preliminares, por ejemplo, está
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preocupado por la incidencia de lo que él mismo escribe en el proceso legislativo que
habrá de decidir la política de desarrollo económico de la zona o el trazado de la línea
de ferrocarril. Muy diferente es el caso de Chatwin o Hudson que han transformado el
viaje a la Patagonia en una experiencia privada y donde lo político se lee por su
ausencia en el caso de Hudson o por la distancia con la que se lo trata en Chatwin.
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recuperar un espacio “sagrado”. Ambos invocando, de manera diferente, los
mecanismos de la memoria para resignificar la experiencia de ese viaje. En el caso de
Chatwin porque le debe su fascinación por la región a un recuerdo de infancia que viene
a resolverse en este viaje, es decir en la escritura de In Patagonia. Y en Días de Ocio,
de manera más complicada, ya que Hudson es siempre más oblicuo, porque la escritura
del libro muchos años después de haber estado en Patagonia es un ejercicio para
recuperar una experiencia sumamente privada.
Hay algo más. Esa asociación tan fuerte entre Patagonia y la idea de vacío también
abre otras posibilidades como me sucede con el material fotográfico con el que estoy
trabajando en este momento y que espero poder mostrar en Santa Rosa en los
próximos meses. Las fotos que el Perito Moreno mandó a tomar entre 1895 y 1897 son
una excelente manera de retomar el tema de la otredad en la relación a la historia de la
fotografía y de otros imaginarios que, quizás gracias a esa idea de vacío, se
superponen con el de la Patagonia. Después de todo la idea misma de otredad es por
definición maleable y se potencia con la idea del vacío patagónico.
6) Sobre el cierre del texto es muy interesante la referencia que hacés del concepto de
“wilderness” y marcás con exactitud su conocimiento e utilización en diferentes campos
culturales. Bajo esta apreciación se te ocurre interpretar esta diáspora ante la valoración
de la “naturaleza” desde la idea de Walter Benjamín de que “todo documento de historia
es documento de barbarie”.
Creo que los intelectuales que fundaron las colonias de la Nueva Inglaterra usaban el
concepto de “wilderness”, el cual ha sido fundacional para la cultura norteamericana, en
particular dentro del núcleo intelectual que se estableció en la Nueva Inglaterra,
concientes de los problemas contenidos en la idea misma de “wilderness” o naturaleza.
Esas colonias puritanas que se establecieron en las afueras de lo que hoy es Boston
eran capaces a la vez de mirar la naturaleza como una tensión, entre aquello que debía
ser conquistado y a la vez era parte integral del proyecto de relocación. Desde las
narrativas de cautiverio hasta David Henry Thoreau la naturaleza es en cierto sentido
inseparable de la cultura, aun cuando en el cruce cambie la idea de naturaleza y de
cultura.
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7) Escribir el texto fue una tarea de laboratorio? Conocías personalmente la Patagonia?
La investigación te llevó a recorrer esos ámbitos? Sé que estuviste en Río Gallegos y la
Universidad del Comahue (Neuquén) con posteridad a la edición de Geografías
imaginarias; si fue así que impacto y que nuevas perspectivas y desafíos te planteó la
vivencia del territorio denominado Patagonia?
Fue una tarea de archivo pero el haber vivido en varias zonas de la Patagonia, en el
Maitén y en San Martín de los Andes, es una parte inseparable del proyecto. Siempre
es posible pensar que me embarqué en un proyecto como el de Geografías como una
oportunidad de pensar sobre mi propia experiencia en la Patagonia. Pero la escritura
tiene la capacidad de evocar y reconstituir las imágenes de la memoria sin depender del
apéndice autobiográfico. Por otra parte los viajes recientes a Neuquén y a Río Gallegos
me hacen pensar en otros libros, en otros proyectos asociados con la zona. Uno de
esos proyectos es el trabajo que mencioné antes con las primeras fotos que se tomaran
después de la llamada Conquista del Desierto para observar la relación entre esa nueva
tecnología y la larga serie de narradores de viajes y ver si el aura que caracteriza
muchos de los relatos de viajes se mantiene o desaparece en la imagen fotográfica. En
este proyecto, ahora sí, la primera persona aparece de manera explícita, como una
forma de personalizar el ensayo. La presentación del libro en Río Gallegos y los otros
viajes a la zona son también una manera de volver a la Argentina en un momento en
que la Patagonia se ha vuelto, ¿una vez más?, un polo de atención tanto dentro como
fuera del país.