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Rescate y Transformación, Mitos de Antaño y Contemporáneos

Una Mirada Joven sobre Santa Cruz de la Sierra*

Dorian Zapata Rioja

La tradición cruceña nos relata la historia de una mujer que “aparecía por acá y allá, siempre sola, a
paso ligero y sutil y no antes de media noche. Vestía de negro riguroso, faldas largas a la moda
antigua, pero talle ajustado en el busto, como para que resaltasen las prominencias pectorales (…)
Cuando encontraba con varón de los comprendidos en su campo de acción, y el tal no resistía a sus
tácitos encantos, ella aceptaba que la acompañase y aun le permitía ciertas liberalidades táctiles”.

La mujer lo conducía a las afueras de lo entonces poblado y allí el “pecador/presunto conquistador” en


“estado de alucinación, creyendo ser introducido en edenes o en acogedoras estancias, lo era en
rincones precisamente contrarios”.

Ya con los rayos del sol, al día siguiente, “el malaventurado recuperaba el conocimiento y ahí estaba la
punzante, pringosa e ignominiosa realidad”, en situación más que embarazosa el afectado se daba
cuenta que “lo que había visto como suntuosa sala no era sino envedijada ramazón llena de espinas,
si es que no matorral de pica-picas (…)” y que si “sobre mullidos colchones y bajo sedeños cobertores
había creído acostarse, se encontraba tirado en un barrial y entre aguas no por cierto perfumadas”.1

Si escuchamos con atención está leyenda, que corresponde al relato popular de antaño “La Viudita”, y
traspolamos algunos elementos de la misma a la Santa Cruz contemporánea, podríamos hacer
algunos paralelismos y también diferencias con algo que me animaré a denominar un “mito/realidad
urbana” que se escucha con frecuencia en nuestro medio.

En la Santa Cruz del siglo XXI existe también el relato popular de una mujer que aparece por acá y
por allá, con vestidos de talle ajustado para que resalten las prominencias de su cuerpo, que también
acepta que la acompañen y permite ciertas liberalidades táctiles y que, en todo caso, seduce con fines
dudosos. Hablo pues no de La Viudita, sino de “La Pildorita” que se ha convertido no solo en titular de
muchos ejemplares de la prensa amarillista y policiaca, sino también que ha llegado a convertirse en
una especie de mito urbano.

La Pildorita, sin embargo, no empuja al “pecador/conquistador” contemporáneo a un matorral con


espinas o aguas nauseabundas como lo hacía La Viudita (aunque tranquilamente lo podría hacer), sino
que más bien sus métodos de mofa y “reprenda” a sus víctimas van más acordes a una sociedad
urbana en ciertos sentidos moderna. En ese plano, la “víctima” es reprendida con un castigo material;
es privado de sus pertenencias, que parecen ser el centro de la vida del individuo que existe en un
hábitat capitalista y “moderno”.

* Publicado en: SEMANARIO UNO; Viernes 25 de Febrero al jueves 3 de Marzo 2011; Número 398; Año 8.
1
Cursivas; SANABRIA Fernández, Hernando; Tradiciones, Leyendas y Casos de Santa Cruz de la Sierra; Décima Segunda
Edición
Al igual que en La Viudita, el hombre de este relato urbano se encuentra en “estado de alucinación”,
tal vez la diferencia la encontramos en que hoy es más común o frecuente escuchar sobre
estupefacientes, narcóticos y somníferos que en la sociedad tradicional cruceña de antaño.2

Claro que los tiempos nos indican diferencias. La Viudita frecuentaba y concluía sus faenas en lugares
a las “afueras de lo poblado” como “Las soledades del Tao, el islerío de la pampa del Lazareto, La Poza
de las Antas y la cerrazón de las riberas del Río Nuevo”. En cambio, la(s) pildorita(s) suelen ser
denunciadas en inmediaciones de las cabañas del río Piraí, el Parque El Arenal, además de locales
ubicados en las zonas del Plan Tres Mil, Villa Primero de Mayo, barrio 4 de Noviembre, entre otros.3

En todo caso, si hacemos una comparación del origen sociológico de mitos y relatos populares como
los dos expuestos en este artículo, tal vez lleguemos a la conclusión de que ambos tienen como fin
ulterior castigar valorativamente, en términos morales y alegóricos, algunas prácticas de una sociedad
que, en muchos sentidos, está enraizada en una cultura machista. Sociedad en que las habilidades de
“pecador-conquistador” y/o mujeriego son muchas veces elevadas y reverenciadas. Y que mediante la
transmisión y socialización de mitos/realidades como los explicados, se intentan visibilizar y/o
denunciar.

Hoy en día se habla mucho sobre como los procesos de modernización, migración, industrialización y
urbanización extensiva parecen ir suprimiendo muchos de los mitos y leyendas de la Santa Cruz
tradicional.4 Es ineludible que Santa Cruz contemporánea ha sufrido cambios estructurales en cuanto a
espacio urbano y crecimiento demográfico. La ciudad ha vivido un proceso muy fuerte de migración
intra-Estado boliviano, así como también de migración extranjera.

De esta manera, se nos presenta una ciudad con un mapa cultural inmenso en pluralidad y
diferencias, donde parecería muy difícil encontrar espacios identitarios comunes. Esto no podría ser de
otra manera. Si miramos a nuestro alrededor, avistaremos que en nuestra ciudad conviven grupos de
pertenencia que están sustentados en identidades más que diversas, como las siguientes.

Identidades desde aquellas adscritas a tradiciones religiosas (católicos, cristianos, musulmanes); a


culturas del Occidente del país (en Santa Cruz se celebran tradiciones festivas de otros departamentos
en plena plaza principal); sectores más ligados a la cultura consumista globalizada (el cruceño de
boulevard5); indígenas urbanos (el pasado 26 de enero se realizó un foro en el Centro Cultural Santa
Cruz denominado “Ser Indígena en la Ciudad”); grupos con lazos a culturas extranjeras (existen cada
vez más restaurantes con temas que rescatan la gastronomía de países extranjeros); grupos de
pertenencia a partir de afinidades artísticas (rock, electrónica, teatro, etc.); agrupaciones que crean
sentido de pertenencia en torno a espacios y momentos específicos de tradición cultural (comparsas
del carnaval); y una larga lista de nunca acabar, si entramos en temas de identidad de género, clase,
generacionales y políticas.

En este crisol de identidades con diversas motivaciones para la autoidentificación de cada individuo
para con su grupo, surge la cuestión de mantener tradiciones de antaño que más bien yo diría, antes
que perderse, sufren (o deberían sufrir) procesos de rescate, cuestionamiento y transformación.
Rescate porque el pasado será siempre constitutivo de nuestra identidad, pero a la vez, la identidad se

2
Lo que no quiere decir que no haya existido antes.
3
Declaraciones de Guido Parada; jefe de la División Propiedades de la Policía Técnica Judicial para nota de El Deber;
22/02/2003; http://www.eldeber.com.bo/anteriores/20030222/seguridad_5.html
4
La llegada del pavimento, la construcción de edificios y los automóviles, como un brochazo, fue anulando los sitios que
inspiraron las historias mitológicas, como la viudita, el carretón de la otra vida, la loca Jarichi, el mojón con cara, la casa con
tres ventanas, la mula gente, el silbaco, el duende, la víbora tronco, el farol de la otra vida, el chivo de doña Ana Alpire, el
hombre tigre y otros más. ESCOBAR N. Roxana; Mitos Eran parte de la Tertulia; El Deber; 24/08/2007;
http://www.eldeber.com.bo/2007/2007-09-24/vernotasantacruz.php?id=070924000151
5
GUZMAN, Carlos; Obertura a Santa Cruz; Ensayo; 2010
trabaja creativamente en el presente, cuestionándola y transformándola con miradas a un futuro
común.

Y parece ser que estamos fallando en la construcción de ese futuro común, debido a versiones
nostálgicas y parciales de lo que es Santa Cruz, porque a la vez no estamos mirando clara y
desprendidamente nuestro presente. Existe, por ejemplo, el debate sobre si debe existir una apertura
del Comité pro Santa Cruz a nuevos sectores de la sociedad cruceña. Algo que, desde mi perspectiva,
no debería ser objeto de debate; sino más bien, una pronta transformación institucional a través de
reformas inmediatas de inclusión amplia y participación real.

Desde muy jóvenes, en la escuela, en la materia de Sociales y en la Universidad, se nos enseña que la
democracia es la mejor forma de gobierno, o por lo menos la mejor forma de organizar la
representatividad de los humanos en un marco institucional. El Comité Cívico suele presentarse como
“el gobierno moral de los cruceños”, representante de los intereses de Santa Cruz; es decir, de todos
los que habitan esta tierra. Estar discutiendo si el Comité debe abrirse o no llega a ser obcecado y a
bordear lo insensato.

Y es que tal vez el problema del “olvido” de algunos mitos y tradiciones no está en la gran diversidad
de identidades, diversidad que existe en toda ciudad bajo procesos de modernización y migración
extensiva, sino más bien en la carencia de instituciones democráticas en un nivel macro; es decir,
espacios abiertos en el que identidades que parecen dispersas y disgregadas, pero que conviven en un
mismo espacio -Santa Cruz de la Sierra- sean escuchadas, dialoguen, debatan, transformen y creen
un proyecto común que deberá ser guía y base de la unión cruceña hacia un futuro común. Hacia ese
futuro próspero, el de Todos.

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