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21 de marzo 2011
Introducción
La universidad ha variado desde sus orígenes hasta nuestros días debido a los
cambios que ha sufrido la sociedad que la alberga. Sus antecedentes se remontan a
la Grecia antigua cuando la curiosidad del ser humano por conocer el mundo
circundante y su papel en la vida la cultura griega desarrolló una concepción de la
educación en la cual se capacitaba tanto a los grupos dirigentes como a los
ciudadanos a través de la academia platónica y del liceo aristotélico. Por tanto, esta
cultura se fincó sobre la idea de que la formación académica entrañaba la unidad y
la universalidad del conocimiento a fin de enaltecer la vida y lograr de esta manera la
dignificación de la humanidad (Mendieta, 1980: 9). Así pues, en la concepción de la
cultura griega la academia y el liceo tenían como principal objetivo la formación de
sabios o filósofos para poder enaltecer y cultivar el espíritu humano.
La esencia de esta institución que surge en la Europa occidental del siglo XII
A principios del siglo XIX, entre fines de los 1700 y principios de los 1800 es
importante resaltar la visión humanista de la universidad bajo la figura de Wilhelm
Von Humboldt, con su ideal humanista y su firme convicción de que el compromiso
del género humano es el perfeccionamiento progresivo de la forma humana ideal.
Para este pensador alemán, lo más importante era el desarrollo de la ciencia, de la
cultura y el arte para enaltecer la vida espiritual de los hombres.
De acuerdo con Javier Mendoza Rojas (1990), las funciones que desarrolla la
universidad son cinco: función cultural e ideológica, función socializadora, función de
selección social, función política y de control social y función económica. En el
presente estudio se recuperan algunas de las funciones planteadas por el autor, sin
embargo se hicieron adecuaciones y se integraron otras funciones. Así se
consideran cinco: la de socialización, la económica, la política, la ideológico-cultural,
y la científico-tecnológica. 3
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Actualmente la razón de ser de la universidad se está utilizando bajo el término misión de la universidad.
Véase IICA, 1997.
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De acuerdo con Javier Mendoza Rojas (1990), las funciones que desarrolla la universidad son cinco: función
cultural e ideológica, función socializadora, función de selección social, función política y de control social
y función económica. En el presente estudio se recuperan algunas de las funciones planteadas por el autor,
sin embargo se hicieron adecuaciones y se integraron otras funciones.
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Esta es la concepción que tienen algunos autores de la universidad como un reflejo de la sociedad en la cual
se encuentra. Es el caso de Bowles y Gintis (1981).
Asimismo, en su proceso de socialización la universidad establece una cadena
que genera movilidad, esto es, proporciona saber que a su vez da poder, prestigio y
posibilidades de ascenso social, otorgando a los individuos que cursan una carrera
universitaria la posibilidad de tener acceso a empleos y mayores oportunidades de
movilidad para ascender en la escala social. 5
Esta formación de los individuos con los diferentes ingredientes sociales, hace
que éstos asimilen a la sociedad y se introduzcan en ella hasta que desarrollen sus
propias representaciones, sus propias imágenes de sí mismos y sus propias
identificaciones de clase social, aspectos cruciales para integrarse en el mercado
laboral. Estos son los intelectuales orgánicos, grupos de individuos que “… emergen
de la exigencia de una función necesaria en el campo de la producción económica”
(Gramsci, 1967, pág. 22). Son aquellos individuos que tienen en la sociedad la
función de intelectuales, a diferencia del homo faber (el forjador) que simboliza el
trabajo manual, los intelectuales son formados, son capacitados para desempeñar
funciones donde el trabajo intelectual sea la esencia de su trabajo. Y se conectan a
todos los grupos sociales, pero especialmente establecen una estrecha y compleja
formación vinculada al grupo social dominante; son los “delegados” del grupo
dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y del
gobierno político (Gramsci, 1998). Estas funciones son de tipo organizativo y de
conexión porque ellos son los empleados de los grupos dominantes que realizan
actividades subalternas en la hegemonía social y en el gobierno político. En este
sentido las relaciones educativas —las relaciones entre administradores y maestros,
maestros y estudiantes, estudiantes y estudiantes y estudiantes y su trabajo— son
una réplica de esa división jerárquica del trabajo (Bowles y Gintis, 1981: 175-176).
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Es característico que en México a los estudios universitarios se les conceda un gran valor en virtud de que
representan una de las mejores garantías para ascender en esa escala de la jerarquía social y ocupacional.
la institución donde, por excelencia, se forma capital humano que pueda atender las
necesidades del desarrollo de las sociedades modernas, industrializadas, basadas
en el principio de la oferta y la demanda en el mercado laboral para contribuir a la
producción y a la productividad.
Desde este punto de vista, se considera que los recursos que se invierten para
un fin educativo contribuyen o reditúan en la conformación y consolidación de uno de
los capitales más famosos y más eficientes: el capital humano. Esto significa el
desarrollo de destrezas, habilidades, capacidades y potencialidades intelectuales de
los individuos para que se incrementen sus conocimientos y con ello tener altos
rendimientos para el desarrollo económico de un país.
Así las cosas, la universidad no escapa a este carácter político implícito en toda
institución social. En un primer nivel, la universidad adquiere un carácter político en
la manera que establece a su interior relaciones de autoridad, de mando-obediencia,
tanto en su estructura de gobierno como en sus relaciones académicas mismas; En
otras palabras, las formas que la universidad adopta para tomar decisiones —
académicas, administrativas y de gobierno — implican ciertas relaciones de poder,
es decir, (desarrollar) políticas.
d) Función ideológico-cultural. Una de las formas que tiene una sociedad para
perpetuarse y reproducirse es mediante la transmisión de conocimientos, principios,
valores, estructuras de pensamiento, ideología y comportamientos acordes con una
determinada visión de la sociedad. Son mecanismos que la sociedad construye y
que conserva a través del tiempo como rasgos de identidad, mismos que se ha
transmiten a través del tiempo de una generación a otra.
Conclusiones
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Los actores exógenos, al igual que los actores endógenos, conforman el Consejo Nacional de Concertación
para la Modernización Tecnológica que se encarga de coordinar las actividades emanadas de las
necesidades del sector productivo.
determinados grupos, que en una sociedad representan a ciertos sectores
sociales y que a través de las acciones pedagógicas se impone un poder
arbitrario que es producto de una arbitrariedad cultural. Es pues, en esta doble
dimensión, por un lado, en el quehacer propiamente pedagógico, y por otro lado,
en las funciones sociales, donde se observan las formas más precisas de violencia
simbólica que reproducen los centros educativos, como un reflejo de la violencia
social evidente y oculta que se vive en las sociedades modernas.
b) Señala la necesidad de comprender más a fondo las formas complejas bajo las
cuales la gente responde a la interacción entre sus propias experiencias vividas y las
estructuras de dominación y opresión. No es suficiente con el análisis de las
relaciones aparentes de la realidad, se requiere de un trabajo de investigación, que
como cualquier trabajo de esta índole es delicado y complejo porque “… demanda
de mucha fineza de análisis y sobriedad intelectual, puesto que es muy fácil dejarse
atraer por las semejanzas exteriores y no ver las semejanzas ocultas y los nexos
necesarios para disimularlos” (Gramsci, 1998, pág. 73).
d) Tiene una función reveladora, que contenga una crítica a la dominación y ofrezca
oportunidades teóricas para la autorreflexión y la lucha en el interés de la
emancipación propia y de la emancipación social.
Bibliografía
Mendieta y Nuñez, Lucio (1980), Ensayo sociológico sobre la Universidad, México,
UNAM.
Burton R., Clark (1983), El sistema de educación superior, México, Nueva Imagen.