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Un TSUNAMI (del japonés TSU: puerto o bahía, NAMI: ola) es una ola o
serie de olas que se producen en una masa de agua al ser empujada
violentamente por una fuerza que la desplaza verticalmente. Este
término fue adoptado en un congreso de 1963.

Terremotos, volcanes, meteoritos, derrumbes costeros o subterráneos e


incluso explosiones de gran magnitud pueden generar un TSUNAMI.

Antiguamente se les llamaba ´marejadasµ, ´maremotosµ u ´ondas


sísmicas marinasµ, pero estos términos han ido quedando obsoletos, ya
que no describen adecuadamente el fenómeno. Los dos primeros
implican movimientos de marea, que es un fenómeno diferente y que
tiene que ver con un desbalance oceánico provocado por la atracción
gravitacional ejercida por los planetas, el sol y especialmente la luna.
Las ondas sísmicas, por otra parte, implican un terremoto y ya vimos q ue
hay varias otras causas de un TSUNAMI.

Un tsunami generalmente no es sentido por las naves en alta mar (las


olas en alta mar son pequeñas) ni puede visualizarse desde la altura de
un avión volando sobre el mar.

Como puede suponerse, los tsunamis pueden ser ocasionados por


terremotos locales o por terremotos ocurridos a distancia. De ambos, los
primeros son los que producen daños más devastadores debido a que
no se alcanza a contar con tiempo suficiente para evacuar la zona
(generalmente se producen entre 10 y 20 minutos después del
terremoto) y a que el terremoto por sí mismo genera terror y caos que
hacen muy difícil organizar una evacuación ordenada.



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Como se mencionaba en el punto anterior, los Terremotos son la gran


causa de tsunamis. Para que un terremoto origine un tsunami el fondo
marino debe ser movido abruptamente en sentido vertical, de modo
que el océano es impulsado fuera de su equilibrio normal. Cuando esta
inmensa masa de agua trata de recuperar su equilibrio, se generan las
olas. El tamaño del tsunami estará determinado por la magnitud de la
deformación vertical del fondo marino. No todos los terremotos generan
tsunamis, sino sólo aquellos de magnitud considerable, que ocurren bajo
el lecho marino y que son capaces de deformarlo.

Si bien cualquier océano puede experimentar un tsunami, es más


frecuente que ocurran en el Océano Pacífico, cuyas márgenes son más
comúnmente asiento de terremotos de magnitudes considerables
(especialmente las costas de Chile y Perú y Japón). Además el tipo de
falla que ocurre entre las placas de Nazca y Sudamericana, llamada de
subducción, esto es que una placa se va deslizando bajo la otra, hacen
más propicia la deformidad del fondo marino y por ende los tsunamis.

A pesar de lo dicho anteriormente, se han reportado tsunamis


devastadores en los Océanos Atlánticos e Índico, así como el Mar
Mediterráneo. Un gran tsunami acompañó los terremotos de Lisboa en
1755, el del Paso de Mona de Puerto Rico en 1918, y e de Grand Banks
de Canadá en 1929.

Las avalanchas, erupciones volcánicas y explosiones submarinas


pueden ocasionar tsunamis que suelen disiparse rápidamente, sin
alcanzar a provocar daños en sus márgenes continentales.

Respecto de los meteoritos, no hay antecedentes confiables acerca de


su ocurrencia, pero la onda expansiva que provocarían al entrar al
océano o el impacto en el fondo marino en caso de caer en zona de
baja profundidad, son factores bastante sustentables como para pensar
en ellos como eventual causa de tsunami, especialmente si se trata de
un meteorito de gran tamaño.


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Las marejadas se producen habitualmente por la acción del viento
sobre la superficie del agua y sus olas tienen una ritmicidad que
usualmente es de 20 segundos y como máximo suelen propagarse unos
150 metros tierra adentro, como observamos en los temporales o
huracanes. De hecho la propagación es limitada por la distancia, de
modo que va perdiendo intensidad al alejarnos del lugar donde el
viento la está generando.

Un TSUNAMI, en cambio, presenta un comportamiento opuesto, ya que


el brusco movimiento del agua desde la profundidad genera un efecto
de ´latigazoµ hacia la superficie que es capaz de lograr olas de
magnitud impensable. Los análisis matemáticos indican que la
velocidad es igual a la raíz cuadrada del producto entre la fuerza de
gravedad (9,8 m/s2) y la profundidad. Para tener una idea tomemos la
profundidad habitual del Océano Pacífico, que es de 4.000 m., nos
daría una ola que podría moverse a 200 m/s, o sea a 700 km/h. Y como
las olas pierden su fuerza en relación inversa a su tamaño, al tener 4.000
m puede viajar a miles de kilómetros de distancia sin perder mucha
fuerza.
Sólo cuando llegan a la costa comienzan a perder velocidad , al
disminuir la profundidad del océano. La altura de las olas, sin embargo,
puede incrementarse hasta superar los 30 metros (lo habitual es una
altura de 6 o 7 m).

Las fallas presentes en las costas del Océano Pacífico donde las
placas tectónicas se introducen bruscamente bajo la placa continental
provocan un fenómeno llamado ´subducciónµ, lo que genera TSUNAMIS
con frecuencia. Derrumbes y erupciones volcánicas submarinas pueden
provocar fenómenos similares.

La energía de los TSUNAMIS se mantiene más o menos constante


durante su desplazamiento, de modo que al llegar a zonas de menor
profundidad, por haber menos agua que desplazar, la velocidad se
incrementa de manera formidable. Un TSUNAMI que mar adentro se
sintió como una ola grande puede, al llegar a la costa, destruir hasta
kilómetros mar adentro. Las turbulencias que produce en el fondo del
mar arrastran rocas y arena que provoca un daño erosivo en la playa
que llegan a alterar la geografía durante muchos años.

Japón, por su ubicación geográfica, es el país más golpeado, por


los TSUNAMIS.

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Si vive en la costa y siente un terremoto lo suficientemente


fuerte para agrietar muros, es posible que dentro de los
a)
veinte minutos siguientes pueda producirse un maremoto o
tsunami.
Si es alertado de la proximidad de un maremoto o tsunami,
b) sitúese en una zona alta de al menos 30 mts. sobre el nivel
del mar en terreno natural.
La mitad de los tsunamis se presentan, primero, como un
recogimiento del mar que deja en seco grandes extensiones
c) del fondo marino. Corra, no se detenga, aléjese a una zona
elevada, el tsunami llegará con una velocidad de más de
100 Km/h.
Si Usted se encuentra en una embarcación, diríjase
rápidamente mar adentro. Un tsunami es destructivo sólo
d) cerca de la costa. De hecho a unos 5.600 mts. mar adentro
o a una altura mayor a 150 mts. sobre el nivel del mar tierra
adentro Ud. puede considerarse seguro.
Tenga siempre presente que un tsunami puede penetrar
e) por ríos, quebradas o marismas, varios kilómetros tierra
adentro, por lo tanto hay que alejarse de éstos.
Un tsunami puede tener diez o más olas destructivas en 12
f) horas; procure tener a mano ropa de abrigo, especialmente
para los niños.
Tenga instruida a su familia sobre la ruta de huida y lugar
g)
de reunión posterior.
Procure tener aparato de radio portátil, que le permita
h)
estar informado, y pilas secas de repuesto.
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Los terremotos, sismos, seísmos, temblores de tierra,... son reajustes de la


corteza terrestre causados por los movimientos de grandes fragmentos.
Por sí mismos, son fenómenos naturales que no afectan demasiado al
hombre. El movimiento de la superficie terrestre que provoca un
terremoto no representa un riesgo, salvo en casos excepcionales, pero sí
nos afectan sus consecuencias, ocasionando catástrofes: caída de
construcciones, incendio de ciudades, avalanchas y tsunamis.

Aunque todos los días se registran una buena cantidad de terremotos


en el mundo, la inmensa mayoría son de poca magnitud. Sin embargo,
se suelen producir dos o tres terremotos de garn magnitud cada año,
con consecuencias imprevisibles.

Un terremoto es el movimiento brusco de la Tierra (con mayúsculas, ya


que nos referimos al planeta), causado por la brusca liberación de
energía acumulada durante un largo tiempo. La corteza de la Tierra
está conformada por una docena de placas de aproximadamente 70
km de grosor, cada una con diferentes características físicas y químicas.
Estas placas ("tectónicas") se están acomodando en un proceso que
lleva millones de años y han ido dando la forma que hoy conocemos a
la superficie de nuestro planeta, originando los continentes y los relieves
geográficos en un proceso que está lejos de completarse.
Habitualmente estos movimientos son lentos e imperceptibles, pero en
algunos casos estas placas chocan entre sí como gigantescos
témpanos de tierra sobre un océano de magma presente en las
profundidades de la Tierra, impidiendo su desplazamiento. Entonces una
placa comienza a desplazarse sobre o bajo la otra originando lentos
cambios en la topografía. Pero si el desplazamiento es dificultado
comienza a acumularse una energí a de tensión que en algún momento
se liberará y una de las placas se moverá bruscamente contra la otra
rompiéndola y liberándose entonces una cantidad variable de energía
que origina el Terremoto.

Las zonas en que las placas ejercen esta fuerza entre ellas se
denominan fallas y son, desde luego,los puntos en que con más
probabilidad se originen fenómenos sísmicos. Sólo el 10% de los
terremotos ocurren alejados de los límites de estas placas.

La actividad subterránea originada por un volcán en proceso de


erupción puede originar un fenómeno similar.

En general se asocia el término terremoto con los movimientos sísmicos


de dimensión considerable, aunque rigurosamente su etimología
significa "movimiento de la Tierra".
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Las placas de la corteza terrestre están
sometidas a tensiones. En la zona de
roce (falla), la tensión es muy alta y, a
veces, supera a la fuerza de sujeción
entre las placas. Entonces, las placas se
mueven violentamente, provocando
ondulaciones y liberando una enorme
cantidad de energía. Este proceso se
llama movimiento sísmico o terremoto.

La intensidad o magnitud de un sismo, en la escala de Richter,


representa la energía liberada y se mide en forma logarítmica, del uno
al nueve. La ciencia que estudia los sismos es la sismología y los
científicos que la practican, sismólogos.

La estadística sobre los sismos a través de la historia es más bien pobre.


Se tiene información de desastres desde hace más de tres mil años,
pero además de ser incompleta, los instrumentos de pre cisión para
registrar sismos datan de principios del siglo XX y la Escala de Richter fue
ideada en 1935.

Un terremoto de gran magnitud puede afectar más la superficie


terrestre si el epifoco u origen del mismo se encuentra a menor
profundidad. La destrucción de ciudades no depende únicamente de
la magnitud del fenómeno, sino también de la distancia a que se
encuentren del mismo, de la constitución geológica del subsuelo y de
otros factores, entre los cuales hay que destacar las técnicas de
construcción empleadas.

Los intentos de predecir cuándo y dónde se producirán los terremotos


han tenido cierto éxito en los últimos años. En la actualidad, China,
Japón, Rusia y Estados Unidos son los países que apoyan más estas
investigaciones. En 1975, sismólogos chinos predijeron el sismo de
magnitud 7,3 de Haicheng, y lograron evacuar a 90.000 residentes sólo
dos días antes de que destruyera el 90% de los edificios de la ciudad.
Una de las pistas que llevaron a esta predicción fue una serie de
temblores de baja intensidad, llamados sacudidas precursoras, que
empezaron a notarse cinco años antes.
Otras pistas potenciales son la inclinación o el pandeo de las superficies
de tierra y los cambios en el campo magnético terrestre, en los niveles
de agua de los pozos e incluso en el comportamiento de los animales.
También hay un nuevo método en estudio basado en la medida del
cambio de las tensiones sobre la corteza terrestre. Basándose en estos
métodos, es posible pronosticar muchos terremotos, aunque estas
predicciones no sean siempre acertadas.

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El estudio de los terremotos ha permitido definir el interior de la Tierra y


distinguir tres capas principales, desde la superficie avanzando en
profundidad, en función de la velocidad de propagación de las ondas
sísmicas. Dichas capas, apreciables en un corte transversal, son: corteza,
manto y núcleo. También la información que nos proporcionan los
meteoritos puede ser de gran utilidad para conocer la composición de
los materiales del interior de la Tierra.

Los métodos de datación sitúan la edad de algunos meteoritos en unos


4500 millones de años coincidente con la edad de la tierra. Se cree que
la composición de muchos meteoritos es idéntica a la de algunas capas
del interior terrestre. (foto arriba: cráter en Arizona por el impacto de un
un meteorito, tiene aproximadamente 1,5 Km. de diámetro, y se cree
que su masa era de 300.000 ton. y viajaba a una velocidad de 60.000
Km/h.)

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Con el nombre de corteza se designa la zona de


la Tierra sólida situada en posición más superficial,
en contacto directo con la atmósfera, la
hidrosfera y la biosfera. La corteza terrestre
presenta dos variedades: corteza oceánica y
corteza continental.

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La corteza oceánica tiene un grosor aproximado


de 10 km; no obstante, esta cifra decrece
notablemente en determinados puntos del
planeta, como en el ×  , en el área central
de las dorsales oceánicas, donde alcanza un valor
prácticamente equivalente a O. En dicha zona, el
magma procedente del manto aflora directamente. En la corteza
oceánica se pueden distinguir diversas capas. Los sedimentos que
forman la primera tienen un espesor situado entre 0 y 4 km; la velocidad
media de propagación de las ondas sísmicas alcanza los 2 km/s.
A continuación se localiza una franja de basaltos metamorfizados que
presentan entre 1,5 y 2 km de grosor; la velocidad de las ondas es en
este punto de 5 km/s. La tercera capa de la corteza oceánica, formada
por gabros metamorfizados, mide aproximadamente 5 km; en ella, la
velocidad media queda comprendida entre 6,7 y 7 km/s. Cabe
mencionar una última parte, donde se registra la máxima velocidad (8
km/s); está constituida por rocas ultra básicas cuyo espesor ronda el
medio kilómetro.

|
× 
  

Con un espesor medio de 35 km, la corteza continental incrementa


notablemente este valor por debajo de grandes formaciones
montañosas, pudiendo alcanzar hasta 60-70 km. Aparece dividida en
dos zonas principales: superior e inferior, diferenciadas por la superficie
de discontinuidad de Conrad. En este plano existe un brusco aumento
de la velocidad de las ondas sísmicas, que, no obstante, no se registra
er~ todos sus puntos. Consecuentemente, puede afirmarse que no hay
una separación nítida entre ambas capas. La corteza superior presenta
una densidad medía de 2,7 kg/dm3 y, en el continente europeo, su
espesor medio se sitúa en algo más de 810 km. Los materiales que la
constituyen son rocas sedimentarias dispuestas sobre rocas volcánicas e
intrusivas graníticas. La corteza inferior contiene rocas metamorfizadas
cuya composición es intermedia (entre granito y. diorita o gabro); su
densidad equivale a 3 kg/dm3.

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En un nivel inmediatamente inferior se sitúa el manto terrestre, que


alcanza una profundidad de 1900 km. La discontinuidad de
Mohorovicic, además de marcar la se paración entre la corteza y el
manto terrestres, define una alteración en la composición de las rocas; si
en la corteza ³especialmente en la franja inferior ³ eran principalmente
basálticas, ahora encontramos rocas mucho más rígidas y densas, las
peridotitas. Hay que hacer notar que la discontinuidad de Mohorovicic
se encuentra a diferente profundidad, dependiendo de que se sitúe
bajo corteza oceánica o continental. El manto se puede subdividir en
manto superior e inferior.
El manto superior se prolonga hasta los 650 o los 700 km de profundidad.
En este punto, la velocidad de las ondas sísmicas se incrementa, al
aumentar la densidad. A su vez, en el manto superior pueden
diferenciarse dos regiones; en la superficial, el incremento de velocidad
es constante con relación a la profundidad, mientras que en la inferior la
velocidad decrece súbitamente. Como resultado de la fusión que
experimentan las peridotitas en esta última capa, su rigidez disminuye
con relación a la capa superior.

El grosor del manto inferior varía entre 650 -700 km ³bajo la


astenosfera³ y 2.900 km ³en la discontinuidad de Gutenberg, que
marca la separación entre el manto y el núcleo ³. En la parte interna de
esta capa, tanto la densidad ³que pasa de .4 kg/dm3 a 6 kg/dm3,
aproximadamente³ como la velocidad aumentan de manera
constante.

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Los principales elementos constitutivos del núcleo terrestre son dos


metales: hierro y níquel. A partir del límite marcado por la discontinuidad
de Gutenberg, la densidad experimenta un súbito aumento, desde 6 a
10 kg/dm3, aproximadamente. Por otra parte, la velocidad de las ondas
sísmicas primarias experimenta un rápido descenso ³se pasa de 13
km/s a 8 km/s³, al tiempo que no se registra propagación de ondas
secundarias hasta profundidades de 5.080 km. En este último punto,
conocido como discontinuidad de Lehmann, la velocidad de las ondas
primarias vuelve a incrementarse, situándose en torno a los 14 km/s en el
centro del globo terrestre.

Existe un núcleo superior y un núcleo inferior; el primero, con ausencia


de ondas secundarias, aparece fundido, mientras que el segundo se
encuentra en estado sólido.

|     





La aplicación de grandes avances tecnológicos al estudio de los


océanos ha permitido, en las últimas décadas, conocer a fondo
aspectos enormemente relevantes de su geología y su morfología.
Como resultado, existen en la actualidad mapas precisos de los fondos
oceánicos. Elementos característicos de la geografía submarina son los
márgenes continentales, las cuencas oceánicas y las dorsales.

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×  
  

La prolongación de los continentes por debajo del nivel del mar


constituye los márgenes continentales, formados por corteza
continental. Se distinguen tres zonas principales: la p lataforma, el talud y
la elevación.

La plataforma continental, una zona que se inclina paulatinamente


hasta llegar al talud, puede no presentarse o, por el contrario, alcanzar
una extensión de cientos de kilómetros. Aparece recubierta por
materiales resultantes de la erosión de la tierra emergida, que han sido
transportados por los cursos fluviales.

En torno a ³200 m aparece el talud, una pendiente horadada por los


denominados cañones submarinos, por los que «viajan» sedimentos
procedentes de la plataforma o bien consecuencia de grandes
desprendimientos submarinos provocados por los terremotos. La
acumulación de sedimentos determina el surgimiento de abanicos, por
la forma que adquiere el depósito, que conforman la elevación
continental, a veces muy extensa pero generalmente con poca
pendiente.

|   

Las cuencas, cuya profundidad puede superar los 4.000 m, están


formadas por corteza oceánica. En ellas pueden individualizarse
diversas formas, desde antiguos volcanes, que hoy son montañas
submarinas, hasta áreas deprimidas de perfil estrecho y alargado, las
denominadas fosas oceánicas, que marcan el punto de contacto entre
las placas litosféricas.

| 
×  
 

Por su parte, las dorsales oceánicas son cadenas montañosas de


considerable longitud ³de hecho, las más largas del planeta³, que se
extienden de forma ininterrumpida por los océanos, a través de unos
80.000 km; su anchura es de 2 .000 km aproximadamente. Están
formadas por crestas de origen volcánico, con una altitud media
aproximada de 2.000 m sobre el fondo. No obstante, en algunos puntos
de la Tierra, por ejemplo en Islandia, pueden llegar a emerger. Las
dorsales, centro de actividad sísmica de notable intensidad, aparecen
cortadas por numerosas fallas de gran tamaño, denominadas fallas
transformantes.


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La franja superior de la superficie terrestre se encuentra dividida en dos


partes:

‡ La litosfera, formada por la corteza y la zona externa del manto


superior, es bastante rígida, presenta aproximadamente 100 km de
espesor y en ella, la velocidad de las ondas sísmicas aumenta
constantemente en función de la profundidad.

‡ La astenosfera es la franja inferior del manto superior, que se


encuentra fundida parcialmente. Se extiende hasta los 400 km, punto en
el que el manto recupera sus características de solidez y rigidez, puesto
que la velocidad de las ondas sufre una nueva alteración muy brusco.

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Al interior de la tierra también se la conoce con el nombre de geosfera,
y si se intenta hacer un estudio directo, solo se puede profundizar un
pocos kilómetros, por lo que son necesarios métodos indirectos. Acá se
presentan los dos modelos que intentan explicar como es la estructura
interior de nuestro planeta.

Está claro que el interior terrestre está formado por varias capas, y en
esto coinciden todos los modelos. Pero las investigaciones sobre el
interior de la Tierra se han centrado en dos aspectos. en la composición
de los materiales que forman las distintas capas del planeta y en el
comportamiento mecánico de dichos materiales (su elasticidad,
plasticidad, el estado físico...)

Por eso, se distinguen dos tipos de modelos que presentan diferentes


capas, aunque coinciden en muchos puntos: el modelo estático y el
modelo dinámico.
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La corteza es la capa externa de la Tierra. Se diferencian dos partes: la


corteza continental, con materiales de composición y edad variada
(pueden superar los 3.800 millones de años) y la corteza oceánica, más
homogénea y formada por rocas relativamente jóvenes desde un punto
de vista geológico.

Por debajo de la corteza se encuentra el manto, mucho más uniforme,


pero con dos sectores de composición ligeramente distinta: el manto
superior, en el que destaca la presencia de olivino, y el superior, con
materiales más densos, como los silicatos.

Por último, la capa más interna es el núcleo, que se caracteriza por su


elevada densidad debido a la presencia de aleaciones de hierro y
níquel en sus materiales. El núcleo interno podría estar formado p or
hierro puro.

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La capa más externa es la litosfera, que comprende la corteza y parte
del manto superior. Es una capa rígida. La litosfera descansa sobre la
astenosfera, que equivale a la parte menos profunda del manto. Es una
capa plástica, en la que la temperatura y la presión alcanzan valores
que permiten que se fundan las rocas en algunos puntos.

A continuación se encuentra la mesosfera, que equivale al resto del


manto. En la zona de contacto con el núcleo se encuentra la región
denominada zona Dµ, en la que se cree que podría haber materiales
fundidos. La capa más interna es la endosfera, que comprende el
núcleo interno y el núcleo externo. Los estudios de propagación de las
ondas sísmicas han puesto de manifiesto que la par te externa de la
endosfera (el núcleo externo) está compuesta por materiales fundidos,
ya que en esa zona se interrumpe la transmisión de algunas de las
ondas.

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