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“La polaridad fundamental está en querer vivir y morir, sufrir y gozar, tener éxito y
fracasar, sin llegar a tomar conciencia de lo que está pasando”. Manuel Barroso
La polaridad está presente en toda situación, proceso u organismo vivo: noche – día,
hombre – mujer, espíritu – materia, frío – calor, por mencionar algunas de la
categorías polares existentes en la trama de la vida. El ser humano no escapa a esta
realidad. Nuestra naturaleza abarca innumerables manifestaciones de polaridad:
impulso-inhibición, introvertido-extrovertido, sentimiento-razón. Así por ejemplo en
el plano emocional tenemos la polaridad alegría-tristeza, amor-odio; en el plano
fisiológico observamos la polaridad izquierdo-derecha, sistema nervioso simpático
(catabolismo) - parasimpático (anabolismo).
¿Qué es la polaridad?
El dualismo plantea que la realidad está dividida en dos partes o ámbitos totalmente
distintos e inexorablemente opuestos. Esta visión o paradigma del hombre reduce la
existencia humana a una concepción mecanicista, asimilando el funcionamiento de la
vida humana a la de un reloj. Esta forma dual de ver la realidad es la que da lugar a
la aparición del aspecto insano de la polaridad (polaridad desintegrada), al concebir
al ser humano como un ser dividido en innumerables categorías polares
irremediablemente separadas.
Mapas y polaridades
El hombre con su forma de pensar y visión con que aborda y concibe la realidad,
proyecta su forma de ser y estar en el mundo, percibiéndose como un sistema y, en
consecuencia, abordándose y expresándose como una totalidad integrada o, por el
contrario, percibiéndose y asumiéndose con una naturaleza dual, inevitablemente
irreconciliable, dando lugar a disfuncionalidades polares (polaridades
desintegradas), tanto en el funcionamiento corporal, como conductual y conceptual,
las cuales crea y alimenta cotidianamente. Al respecto Manuel Barroso dice:”La
polaridad no existe sino la hacemos existir”.
Este proceso de alienación de uno de los polos es más probable “sobre todo cuando
se trata de contructos culturales y no de realidades biológicas” (Doris Bersing),
producto de la influencia (creencias y concepciones dualistas) del medio ambiente
socio-cultural en el que nacemos y nos desarrollamos. Muy acertadamente dice
Manuel Barroso que “el mapa ajeno polariza”, refiriéndose al mapa introyectado por
la acción impositiva de otros (padres, escuela, etc.). El mapa introyectado divide a la
persona de forma tal que ésta “comienza a ir en dos direcciones opuestas y
contradictorias: bueno y malo, obediente y rebelde, tierno y duro, agradable y
desagradable, complaciente y tirano” (Manuel Barroso).
Polaridad desintegrada
Pero experimentar crecimiento personal supone integrar las diferentes partes que
conforman el sistema humano y sus opuestos. Cuando un polo está alienado,
excluimos una gama importantes de elecciones y comportamientos potenciales
existentes en nuestra condición y posibilidades como seres humanos. En tal situación
nuestra forma de ser y estar en el mundo es inauténtica, por carecer de uno de los
elementos constituyentes y definitorios de nuestra naturaleza. En este caso la forma
de andar en el mundo es la del control, excluyendo la opción de la libertad:
espontaneidad, autenticidad, congruencia, autonomía. Perdemos además flexibilidad
y adaptabilidad, pues al tener un polo alienado sólo contamos con las opciones que
nos provee el polo identificado y aceptado, pero tenemos vedadas las posibilidades
que potencialmente posee el polo rechazado – alienado. Esta situación nos coloca en
una posición de vulnerabilidad y desventaja en nuestra interrelación con el medio
ambiente.
Bibliografía: