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Febrero 2011
Surge la ingeniería financiera para dotar al mercado de productos cada vez más complejos hasta el
punto de que los bancos llevan a convertir la deunda en crédito (securities). Esta carrera hacia la
especulación sin límites recuerda al pensamiento del postestructuralismo. Es obvio que “se vende
humo” y que nos encontramos ante situaciones quiméricas (Chimerica). Sin embargo no hay que
perder de vista lo real para un enfoque del crecimiento económico y el desarrollo humano
sostenible.
La transformación de la banca.
En Estados Unidos esto se ha tenido tradicionalmente más claro que en la Europa continental: la
distinción entre la banca minorista y la banca de inversión. Sin embargo, en los últimos años hemos
vivido como, con gran habilidad y codicia los grandes lobbies de presión que representa la banca (el
poder bancario en la sombra del que habla J.E. Stiglitz) han ido logrando introducir “con-fusión”
entre banca al menor y banca de inversión. Así interesaba a los movimientos especulativos. Esto nos
lleva a que se produzca un conflicto de intereses. Los bancos manejan fondos e intereses de sus
clientes en cuanto vendedores de productos financieros. Desde esta realidad también hay un
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Jesús Verdejo Valenzuela
conflicto ético que no ha interesado resolver sino, codiciosamente, potenciar. Es evidente que la
opacidad de los instrumentos financieros es uno de los problemas conducentes a la situación de
crisis económico-financiera que vivimos actualmente.
Por lo tanto dos son los grandes problemas. Por un lado el endeudamiento, cuando el referente es el
dólar (que ya no tiene contravalor oro) y esta moneda se comporta como un producto en sí misma, a
quien le interese tener dólares que los compre al precio que marque el mercado. Por eso China tiene
actualmente unas de las mayores reservas de dólar americano del mundo. Esto nos lleva a que
EE.UU., el país más rico del mundo, sea a su vez el país más endeudado del planeta. El otro gran
problema es, como hemos anticipado, la especulación. Ha habido un desplazamiento de la economía
al juego bursátil.
Peter F. Drucker, en su obra “Las Nuevas Realidades” puso de relieve la importancia de que el
dinero especulativo haya superado al existente en la economía real. Asimismo resaltó el
advenimiento de la Sociedad de la Información y el Conocimiento con “La Era de la
Discontinuidad” (1969). El empleo de las tecnologías de la información y la comunicación de hecho
han tenido el efecto transformador de la economía que hace más de cuarenta años vaticinó.
Susan Strange, en “Capitalismo de Casino” (1986) ya planteó los riesgos de la quiebra del sistema
por causa de la especulación. Así presentaba el sistema financiero occidental como un gran casino
donde se hacen apuestas sin parar. Esto se ha venido produciendo así desde la primera conferencia
cumbre económica de Rambouillet en 1975, donde se estableció el movimiento libre de capitales.
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Jesús Verdejo Valenzuela
Por lo tanto tenemos, por un lado un movimiento desde la inversión leal a la especulativa,
favorecido por una libre circulación de capitales que, con apoyo de los medios tecnológicos
actuales, pueden hacerse millones de transacciones prácticamente en tiempo real desde todos los
puntos del planeta; a modo de gran casino donde se giran apuestas especulativas de productos
financieros opacos y favorecedores, también, de un endeudamiento que, implica serias dudas éticas.
A modo de conclusión.
El endeudamiento indefinido tanto en lo público como en lo privado se ha demostrado como una
carencia de límites. En el actual contexto de crisis económica mundial ésta tiene que ver con el
ludismo especulativo. Los mercados financieros, la bolsa, los derivados... en definitiva el gran
casino donde se juega diariamente y con ello se pierde el sentido de lo personal. El ser humano se
realiza en el proyecto, no en el ludismo instantáneo.
Crecimiento humano y desarrollo humano sostenible no son compatibles con este ludismo
instantaneísta. La postmodernidad decadente de no salir del yo nos imposibilita para ver al otro.
Esta decadencia se plasma en todos los ámbitos: el personal, familiar y, por supuesto, el
empresarial. A nivel micro y macroeconómico. El neologismo recientemente acuñado de
“Chimerica”, para referirse a la relación existente entre las dos principales potencias económicas
mundiales actuales China y América (EE.UU.), es revelador de ese equilibrio inestable. Y en este
contexto, siendo China el principal financiador de EE.UU., parece complicado que la primera
economía mundial pueda hacer planteamientos, en términos reales, de exigencia de respeto y
observancia de los DD.HH. a China, su principal acreedor.
Aquí pensar globalmente y actuar localmente cobra una gran importancia para salir del actual
momento de decadencia. El dejarse engañar, o mantenerse en el engaño, comporta un cierto grado
de responsabilidad. En los años de bonanza económica cualquier persona de a pie se atrevía con
inversiones especulativas, como se ha dicho, basadas en “el ladrillo”. Adquirir viviendas en
construcción para, en el momento de elevar la escritura pública de compraventa, ceder a un tercero
su adquisición con un notable incremento de precio era algo “normal”. La sociedad se había
instalado en la autocomplacencia de la especulación. Cualquier persona podía hacerlo y todo ello
con la complicidad de la banca (otorgando financiación sobre bienes sobre-tasados). Por lo tanto es
responsabilidad de la sociedad en su conjunto quitarse la venda y salir de esta decadencia.
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