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El fascismo es uno de los conceptos más importantes con el que hoy día se
consigue la manipulación de la conciencia en los países de cultura europea.
La percepción de la historia del estado soviético se enfrenta a la gran
influencia de la amplia campaña ideológica, realizada en los últimos 20
años, afirmando su semejanza fundamental con el estado fascista surgido
en Alemania en 1933, y liquidado como resultado de su derrota en la
Segunda Guerra Mundial.
Dejemos aparte las estimaciones emocionales sobre las que no tiene sentido
debatir (tipo “Stalin es peor que Hitler” o, “que pena que no nos hayan
ganado los alemanes”), aunque tras su pasión teatral están ocultos cálculos
fríos. De las razones lógicas a favor de equiparar las estatalidades soviética
y fascista, sirven algunos rasgos semejantes, como las técnicas utilizadas
para la legitimación del orden político, la comunicación entre el estado y el
partido, o las medidas represivas. Claro que se puede comparar
características externas como los resultados de estos 2 grandes proyectos.
Incluso se puede estudiar la cuestión más especializada – comparando
aquellos traumas que causaron a la sociedad el fascismo y el comunismo,
como 2 radicales proyectos mesiánicos bajo la tensión extrema de los
recursos físicos y espirituales. No obstante, sin revelar los rasgos medulares
de estos fenómenos, es imposible recibir ningún conocimiento histórico
digno de crédito, sin hablar de los conocimientos para el entendimiento del
momento actual y para prever lo futuro.
Sería muy bueno olvidar, como Stepashin, esta página terrible y trágica de
la historia, pero no nos dejan hacerlo. Y si el fantasma del fascismo ronda
Europa, tendremos que conocerlo más íntimamente. Lo conocemos de
vista, pero ahora está bajo una máscara. Hay que saber que tiene en su
cabeza y en su corazón.
La segunda razón consiste en que hoy día los ideólogos del neoliberalismo
activamente deforman la imagen real del fascismo, expurgándolo de la
esencia y acentuando los rasgos superficiales para que se pueda etiquetar
con este sello a cualquier sociedad que no quiere abrirse ante el Occidente.
En cuanto Rusia trate de “concentrarse” lo van a chantajear con este sello.
En forma suave esto ya ha tenido lugar durante la presidencia de V.Putin,
pero el motor de esta campaña todavía ha marchado en vacío y su
intensidad puede multiplicarse.
Una larga lista de “índices” del fascismo puede ser pegada a los comunistas
igual que a todas las demás corrientes políticas y filosóficas que entran en
conflicto con la élite actual del Occidente. Si supiéramos con que cuidado
iban borrando de la conciencia social los conocimientos sobre la médula
del fascismo, podríamos darnos cuenta de lo que iba forjándose como un
arma importante de la guerra fría. Entonces no nos asombraría que sin ton
ni son se dedicaran a llamarnos fascistas. Y no hay que enojarse con
Burbulis y Kasparov – no fueron ellos quienes lo inventaron. Es que a
ellos solo les dieron a leer materiales didácticos, pero igual los estaban
leyendo y siguen haciéndolo pero tartamudeando.
Nada de esto sucedió donde Cristo dio las tres voces y tampoco en la
Babilonia antigua, sino a la vista de todos. Todos los datos para la
investigación están accesibles, no obstante comprendemos mejor los
asuntos de Babilonia que la manera de pensar de los fascistas. Un tabú, un
secreto esta impuesto al conocimiento sobre esta enfermedad de Europa y
nadie se ha atrevido a cuestionarlo. Eso es todavía más asombroso ya que
por más de medio siglo nos machacan el cerebro con la amenaza del
neofascismo. Podía pensarse que los sociólogos de todos los países
deberían dar clara determinación del fascismo para que pudiéramos
identificar la amenaza, ver al enemigo, sacar a la luz a los neofascistas de
cualquier tipo, incluso a los enmascarados sin esvástica y sin cabeza
rapada. Mientras tanto, al parecer adrede, fue creada la imagen
carnavalesca del neofascista como una persona marginada y obtusa que se
distrae golpeando a los mendigos y extranjeros.
De vez en cuando toca escuchar que al parecer no hay nada que estudiar en
esa porquería. Pues no había nada, excepto un montón de mentiras,
hipnosis colectiva, y un grupo de maníacos criminales. Según ellos, los
Kukryniksi [un grupo de caricaturistas soviéticos] nos han explicado todo.
Pero apenas se araña la superficie y resulta que la verdad es lo contrario –
una de las causas del silencio es que el fenómeno del fascismo es
complicado (como una larga lista de otras enfermedades de la cultura; por
ejemplo el terrorismo). No está al alcance del marxismo vulgar para el cual
toda la vida de la sociedad se reduce a la lucha de las clases y al desarrollo
de las fuerzas productivas. Tampoco está al alcance del liberalismo vulgar
y mecanicista. La URSS, al igual que el Occidente, no dio a luz a su propio
Dostoevski.
Sin embargo no se puede explicar el silencio solo con esto, ya que no están
escritas las obras que pudieran ser un primer, y aunque sea un simplificado,
aproximamiento al problema. El argumento de que los europeos no quieren
remover su propia mierda (he escuchado eso también) no me parece
convincente. Con respecto a otras historias negras suyas, ellos no muestran
tal asepsia. Remueven y remueven muy apasionadamente. Es sorprendente
que todos los intelectuales de hoy se proclamen como antifascistas, y esta
mierda, “como si no fuera suya”.
Es probable que por la “tentación del fascismo” hayan pasado mucho más
intelectuales de Occidente de lo que solemos pensar nosotros. Y este uñero
inflamado será descubierto, no por la esvástica y por algunos crímenes
sanguinarios, sino justamente por el análisis de su esencia. Es extraño que
no quieran el análisis y a la vez no escatimen las descripciones de las
ignominias sanguinarias. L.Luks nota: “No las masas, sino los
representantes de la élite cultural en Europa fueron los primeros en
cuestionar los valores fundamentales de la cultura europea. En 1939 Georgi
Fedotov escribió, que el golpe más duro sobre el humanismo europeo fue
hecho no por la rebelión de las masas, sino por el motín de la élite
intelectual.”
¿No fue acaso por eso que llegaron a ser escandalosos los recién publicados
diarios del filósofo-antifascista Sartre? Él reconoció en ellos que “estaban
agregando el fascismo en su filosofía y en sus obras literarias, como
agregan la pulgarada de sal en un pastel para que parezca más dulce”. Pero
son confesiones-alusiones de los cuales no se puede sacar mucho.
Observamos la erosión constante de la noción y la ampliación de su esfera
de aplicación. Así, a Saddam Husein lo llamaban fascista sin dar razones
ningunas excepto que él fue “un canalla sanguinario” y no dejó a la
democracia establecerse en Irak, cuando allí todos soñaban solo con ella.
¿En qué consiste lo distinto de la imagen del mundo soviético? Ante todo,
en que Rusia no vivió la Reforma, y la cultura rusa asimiló la imagen
científica del mundo, sin la demolición de su intrínseco modo de sentir el
mundo (aunque esto fue muy difícil, como lo describen los filósofos rusos
de los principios del siglo XX). Entonces, en la cultura rusa no penetró
aquel pesimismo profundo, que caracterizaba a los filósofos antecesores del
fascismo (Schopenhauer, Nietzsche, Spengler). El modelo del mundo de
Newton dentro de la cultura rusa se llevó bien con la sensación cósmica
campestre - estas cosas se encontraban en la conciencia en “estantes
diferentes”. Ni a los rusos, ni a otros pueblos de la URSS, había que seducir
con el holismo y el anti mecanicismo en forma de ideología. Por eso al
estado soviético no le hacía falta recurrir a la anti-Ilustración y a la anti
ciencia. En cambio, la ciencia fue puesta en los fundamentos de la
ideología estatal de la URSS. Los bolcheviques en las cárceles estudiaban
el libro de V.I.Lenin sobre la crisis en la física – ¡es incluso ridículo
imaginarse a los fascistas en tal situación! (Con frecuencia se señala que
Lenin, en “Materialismo y empiriocriticismo” no tenía razón en tal o cual
cosa. Claro que se equivocaba, pero ¡no se trata de sus errores en
absoluto! Lo principal fue que esta era la corriente política que se creía
obligada a pensar en la dialéctica de la Naturaleza y en la crisis de la
imagen del mundo newtoniana).
La cultura rusa no perdió la conciencia cíclica del tiempo – ello venía tanto
de la vida campestre, como de la ortodoxia. El comunismo lo reflejó en su
comprensión mesiánica de la historia, pero esto no fue un retroceso del
racionalismo, y andaba con él paralelamente. Con este “retorno a las
fuentes”, el ciclo de la historia fue dirigido a un ideal absolutamente
diferente del de los fascistas – hacía la superación de la alienación en la
hermandad total de las personas (comuna ideal), cuando en ese mismo
momento, los fascistas se dirigían hacía la esclavitud de la Roma Antigua,
a la felicidad de la raza de los elegidos. Como los ideólogos antisoviéticos
de los tiempos de Perestroika no tocaron este asunto, no pudieron negar el
hecho de que el modo soviético de sentir el mundo fue alegre. Creíamos en
el Bien.
El periodista sorprendido:
Desde fines de los años 20, el fascismo hizo de los razonables alemanes un
pueblo absolutamente nuevo, abnegado y fanático. Este pueblo de la
Alemania fascista poseía cualidades que no tenía aquel “material” del cual
fue creado.
Así, para los alemanes durante los años 20 del siglo XX, los principales
“otros” fueron los ingleses, que se percibían como principales ganadores de
la Primera Guerra Mundial. Durante los años 30 en primer lugar
aparecieron los judíos, de los cuales la propaganda fascista hizo los
culpables de todos los problemas nacionales, y los eslavos (ante todo, los
rusos), a los cuales se pretendía convertir en el “proletariado exterior” del
nacional-socialismo alemán.
Por eso los liberales modernos, que siguen a Hobbes, están a corta distancia
del fascismo (aunque hoy les causa disgusto sus métodos bruscos), cuando
los comunistas no. A propósito, para los liberales es muy fácil ir hacia la
derecha. Un notable teórico de la economía de mercado, Irving Kristol
dice: “Un neoconservador es un liberal engañado”. La concepción actual de
un “billón dorado” es una típica concepción racista, solo que su fascismo
ahora no tiene carácter nacional, sino global. En vez de la raza de los arios
ahora tratan de crear una raza de la “civilizada” gente rica.
Así es la esencia de aquel “nacionalismo” y “socialismo” que unieron en el
fascismo. Pero esto es solo el esqueleto. El va a cubrirse por los rasgos
reales, cuando veamos, como se tratan en el fascismo la personalidad y el
estado, el hombre y la naturaleza. De esta manera empezaremos a sentir el
fascismo no simplemente como un proyecto político rabioso y cruel, que
nos hizo tanto daño, sino como una profunda y incluso trágica enfermedad
de toda la civilización occidental, que no está curada y amenaza de
manifestarse en nuevas formas.
El socialismo: régimen social. Las definiciones del fascismo, que usan los
ideólogos, giran solo en el plano social y político, y nosotros vemos solo
los resultados “exteriores”. El fascismo queda dentro de una “caja negra”,
de la cual salen volando cosas extrañas y terribles. Pero nosotros no las
podemos predecir, no podemos distinguir el fascismo oculto. Y al revés, en
el mismo saco con el fascismo nosotros metemos fenómenos en principio
diferentes de él. Por ejemplo llaman fascistas a los dictadores
latinoamericanos. Pero el mulato Batista y el hacendado Somoza no son
ningunos fascistas, sino simplemente reyezuelos sanguinarios, caciques.
Además no todo fascista tiene la posibilidad de formar un régimen fascista.
Sin embargo, empecemos por el ambiente social.
Le dicen:
Y.A.: Así es. Y ahora surge la cuestión: ¿qué debe hacer el jefe? –
¿obedecer, reunirse con esta mayoría, seguirla, o debe encontrar en sí la
valentía, audacia y el riesgo para intervenir en contra? O por lo menos, no
seguir el mismo rumbo.
¿Pues cuales métodos usaban los fascistas? Ante todo, ellos de una manera
nueva, usaron el idioma. Ellos crearon una palabra cuya fuerza no estaba en
el contenido informativo, sino en la influencia sugestiva, en sugestión a
través del manejo del subconsciente. Apareció una clase especial de
palabras-símbolos, conjuros. Hitler escribió en “Mein Kampf”: “Fuerza,
que puso en movimiento grandes corrientes históricas en el campo político
o religioso, desde tiempo inmemorable fue solamente el poder mágico de la
palabra pronunciada. La gran masa de la gente siempre obedece al poder de
la palabra”. Mussolini también expresó una idea semejante: “Las palabras
tienen enorme fuerza mágica”.
Voy a dar un ejemplo del uso refinado de las imágenes visuales, con el fin
de manipular la conciencia, descubierto por los fascistas. Ellos fueron los
primeros en aplicar el uso de los mapas geográficos para la elaboración
ideológica de la población a amplia escala. Es que el mapa como modo de
“reducción” y unión de la información heterogénea tiene una eficacia no
simplemente grande, casi mística, sino además tiene una virtud, que todavía
no se puede ser explicada por completo. El mapa “entra en diálogo” con el
hombre. Como un cuadro de un pintor talentoso sobre el cual el espectador
“reflexiona”, completando este cuadro con su conocimiento y sentimiento,
haciéndose coautor del pintor. El mapa moviliza las capas de
conocimientos no aparentes del hombre que trabaja con él. (Estos
conocimientos no aparentes y no formalizados por sus reservas superan sus
conocimientos conscientes expresados en palabras y números). Al mismo
tiempo, el mapa moviliza el subconsciente, las orientaciones y los
prejuicios irracionales que radican en ella – hay que solo con destreza
empujar al hombre al camino necesario de trabajo, de pensamiento, y
sentimiento. Como un espejo mágico enturbiado y agrietado, el mapa
descubre los rasgos nuevos y más nuevos de la imagen a medida que el
hombre se fija en él. Con esto hay enormes posibilidades de crear en la
imaginación del hombre, justo aquella imagen necesaria para los ideólogos.
El mapa no es reflejo de una realidad visible, como por ejemplo un cuadro
de aerofotografía. Es la expresión visual de un concepto de la realidad,
elaborado según tal o cual teoría, tal o cual ideología.
Con respecto a la URSS, esta línea sigue siendo actual. Así, por ejemplo,
en el aniversario de la Victoria (2005) L.Radzijovski “agradeció” al
Ejército Rojo por la salvación de los judíos: “En memoria de la guerra se
quedó el fuego eterno y la cuestión eterna: ¿quien fue fascista y quien fue
antifascista? En realidad la cuestión es eterna, pero ella se agudiza, claro,
para el 9 de mayo... Por supuesto, me acuerdo de ello. Y estoy agradecido
por la salvación..., por la “vida otorgada”. Estoy agradecido al Ejército
Rojo y a la URSS, aun sabiendo cuan repugnante fue ella como estado.
Estoy agradecido a los soldados y me da igual quiénes eran ellos y como
trataban a los judíos, aunque fueran antisemitas. Estoy agradecido, aunque
duro me es decirlo – sí, a Stalin. Este antisemita, aunque sin quererlo,
salvó al pueblo judío... Pero acordándome del gran mérito de Stalin, yo no
puedo negar lo obvio – lo que él fue, un “fascista habitual” y creó un
régimen totalmente fascista”.
Dov Kontorer, historiador israelí, escribe hoy que en una parte poderosa de
los intelectuales soviéticos se dio un movimiento que defendía la
“posibilidad de una mejor encarnación de las ideas comunistas que en la
historia real” (él llama a esta posibilidad como “trotskista”). Kontorer cita
al director Mijail Romm, que el 26 de febrero de 1963 dio un discurso ante
los hombres de ciencia, teatro, y arte ( texto en samizdat* 1963).
realizada bajo Stalin”. Pues los que hoy van a leer “La Guerra y la paz” o
van a escuchar la obertura “1812”, que tengan cuidado de hacerlo en
público.
¡Con el tema del antisemitismo estatal e inclusive del fascismo “de Estado”
muy fácilmente se construye el odio a la victoria sobre el fascismo! Ya este
solo enlace esquizofrénico destruyó la conciencia de los intelectuales rusos,
que en primer lugar se encontraban en el campo de influencia de esta
campaña, y desde ellos, se promueven las rupturas dolorosas que andan por
el tejido de la conciencia de las masas. V.Grossman dijo que el asunto de
nuestra guerra no tenía razón. Él fue escritor, pero en este camino, hasta los
ideólogos con insignias de académicos se veían obligados a pergeñar. Así,
subido a un pedestal, el historiador y filósofo M.Hefter escribió: “de la
responsabilidad y de la perniciosidad de la alianza militar entre Hitler y
Stalin, de la cual orgánicamente se derivaron... las posibilidades de la
exterminación de los hombres, declaradas por el Holocausto”.
Ya pasea
La svástika del Estado.
...
Presidentes
¿Pero qué tiene que ver esto con los datos? Aquí se trata justamente de las
provocaciones. Hoy un periodista instiga a un joven al asesinato de los del
Cáucaso, y mañana, con el mismo fervor, él va a demandar la pena de
muerte para estos jóvenes “fascistas rusos”, y pasado mañana va a echar la
culpa del fascismo al propio poder que condena a estos jóvenes a una “pena
demasiado liviana”.