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La picadura del piojo no es la causante de la infección de tifus por sí sola. Son las heces
que los piojos dejan sobre la piel las que rebosan de bacterias Rickettsia. Cuando el
humano se rasca las picaduras, extiende las heces por la herida, facilitando el acceso de
las bacterias al interior del cuerpo. Por lo tanto, es posible reducir el riesgo de infección
por tifus siguiendo normas de higiene y una correcta desinfección de las picaduras
producidas.
La primera vacuna efectiva contra el tifus fue desarrollada por el parasitólogo polaco
Rudolf Weigl, gracias a la creación de una cepa de piojos especial llamada Pediculus
vestimenti, que era fácil de alimentar. Esta cepa fue el resultado del cruce de especies de
piojos caucásicas y africanas. Weigl también inventó un mecanismo que permitía criar
granjas de piojos con el fin de conseguir suficiente cantidad de bacterias Rickettsia
como para producir la vacuna.
El nombre científico del microbio mortífero del tifus, producido por rickettsias,
es Rickettsia prowazekii, en homenaje al trabajo de dos investigadores que
murieron de tifus mientras lo estudiaban, H. T. Ricketts y S. J. M. Prowazek.