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Tensiones y alternativas1
El tema central desde el que se convoca a este foro nos plantea una serie de
reflexiones para pensar el sentido que le queremos dar a la interculturalidad
hoy en día. La relación entre interculturalidad, educación y migración,
particularmente en sociedades como las latinoamericanas, nos pone al frente
de un escenario que desborda los marcos teóricos desde los que hemos
pensado hasta ahora la cultura, la multiculturalidad y las relaciones entre
culturas, entre otros asuntos. La segunda mitad del siglo xx marcó en América
Latina la consolidación de los procesos de urbanización, asociados a múltiples
factores; algunos de ellos de orden económico, como la industrialización y la
profundización de las desigualdades sociales que afectaron especialmente a
los productores agrícolas. Otros motivos, menos estudiados hasta ahora, que
podríamos ubicar en orden de lo cultural, asociados a imaginarios de ciudad-
bienestar-progreso, que motivaron la migración individual y colectiva de
amplios contingentes de población en busca de „un futuro mejor‟. En dicho
contexto, la ya discutible homogeneidad de las sociedades locales y regionales
receptoras se vio profundamente afectada. Los ritmos de crecimiento
poblacional de ciudades y zonas de frontera agrícola se incrementaron, no solo
a unos ritmos antes desconocidos, sino con unas consecuencias de
reconfiguración cultural hasta entonces no imaginadas. A pesar de lo discutible
de la afirmación, tanto teórica como empíricamente, lo monocultural se hizo
multicultural.
Sin embargo, a pesar del fuerte impacto que estos procesos tuvieron en las
dinámicas sociales de la región, sus implicaciones solo se hicieron objeto de
estudio hacia la década de los ochenta; allí jugaron un papel fundamental o
fundador, los estudios y propuestas de conceptualización de autores como
García Canclini y Jesús Martín Barbero, por ejemplo. Una de las características
de estos estudios es la centralidad que adquiere entonces el concepto de
„cultura‟ relacionada con lo popular, con los medios masivos de comunicación,
con el consumo cultural y con las industrias productoras del mismo.
Simultáneamente en relación con otros contextos, especialmente en espacios
rurales asociados a los procesos de movilización política de poblaciones
indígenas, la „cultura‟ venía siendo objeto de fuertes debates y
conceptualizaciones. Allí, la cultura fue entendida como (auto)marcador de la
diferencia entre sectores hegemónicos y sectores subordinados y por ende
campo de batalla en el que se libraron gran parte de las luchas por la
construcción de proyectos alternativos a la sociedad dominante.
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Ponencia presentada en el V Foro virtual Latinoamericano “Interculturalidad, migración,
desplazamientos y derechos lingüísticos”, FLAPE, 2005.
* Maestro en Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia-Bogotá, con especialización en
pintura, Magíster en Comunicación y Diseño Cultural de la Universidad del Valle-Santiago de Cali y
Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad Andina Simón Bolívar sede Ecuador-
Quito. Actualmente es docente del Departamento de Estudios Interculturales de la Universidad del Cauca-
Popayán.
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Es en estos espacios que surgen la educación indígena, la educación bilingüe y
la educación intercultural e intercultural bilingüe. De los desarrollos de estas
luchas sociales y por el conocimiento tenemos como resultado una serie de
„nuevas‟ formas de entender y asumir la „cultura‟ y la interculturalidad. Los
proyectos de educación intercultural han sido espacios especialmente fecundos
en la producción de formas alternativas de entender las culturas y la relación
entre culturas. Sin embargo, dado su origen y trayectorias, la multiculturalidad
ha sido con frecuencia entendida y enunciada como sinónimo de plurietnicidad
y por ende la cultura como rasgo o equivalente de lo étnico.
El período denominado “La violencia” entre 1948 y 1957 produjo dos dinámicas
importantes de apreciar: 1) el desplazamiento masivo hacia las urbes y 2)
procesos de colonización hacia el oriente y la amazonía en los llamados
entonces territorios nacionales. Es decir que se combinaron migraciones
campo-ciudad y campo-campo en distintas regiones del país. Las ciudades se
convirtieron en el receptáculo de diversas culturas en su mayoría de
campesinos mestizos que las tiñeron con el tinte del mundo rural. Por otra
parte, las colonizaciones dirigidas por el gobierno o las que se realizaron de
manera espontánea buscaban la ampliación de la frontera agrícola y la
integración de territorios considerados baldíos a la economía nacional, siendo
pobladas por campesinos serranos que se insertaron a ecosistemas diferentes
pero implementando formas tradicionales de cultivo que no se correspondían
con la fragilidad de los suelos amazónicos. Este campesinado interactuó con
las comunidades indígenas de la orinoquia y la amazonía, no siempre con
resultados favorables.
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los fenómenos socio-culturales que se estaban dando en esas apartadas
regiones del país y que daban cuenta de las transformaciones que estaban
acaeciendo como consecuencia del relacionamiento entre indígenas y
campesinos colonos.
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Tal parece que estos interrogantes, ponen en cuestión a una sociedad que se
proclama Constitucionalmente como multicultural y pluriétnica, pero que a su
vez le cuesta mucho abordar y darle salida a las necesidades reales y
concretas que ella misma ha producido.
Pensar hoy en día lo cultural solamente desde lo étnico y creer que lo étnico es
representativo de la interculturalidad, es quedarse en marcos estrechos de
análisis. El panorama cultural se ha ampliado de tal manera que entran en
escena otros actores demandando y reclamando reconocimientos y presencia
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como sujetos de derecho y como actores sociales. Los movimientos gays y de
lesbianas, las opciones religiosas, los jóvenes, los desempleados, las personas
con capacidades diferentes, los seropositivos y las trabajadoras sexuales entre
otros grupos y expresiones sociales, incrementan las dificultades para entender
lo cultural dentro del ya agotado esquema de representación de lo rural-étnico.
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cuestionamiento a las estructuras de poder, 2) el de las formas plurales de
producir el conocimiento y nombrar la realidad y 3) el del compromiso por lograr
minimizar las desigualdades sociales.
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En casos como el colombiano, en la reforma constitucional de 1991 la
participación del movimiento indígena se caracterizó por poner en el debate
nacional el derecho y el respeto a la diferencia cultural. En el Ecuador la
Confederación de pueblos y nacionalidades indígenas-CONAIE llamando a
levantamientos y haciendo presencia en las reformas constitucionales de 1998
reclamó la plurinacionalidad del Estado ecuatoriano. En Bolivia se expidió una
ley que determina la interculturalidad para todo el pueblo. Estos ejemplos dan
cuenta de las dinámicas socio-políticas por el reclamo de derechos.
En otro orden de ideas, el debate también pasa por considerar que la lengua no
es el único ni el más importante referente constitutivo de identidades y eso lleva
a plantearse ¿de qué manera se está configurando las identidades indígenas
en las nuevas generaciones, si en muchos casos son los mismos adultos
quienes han interrumpido el proceso de transmisión de la lengua materna?,
¿que nuevos significantes de identidad se está construyendo mas allá de lo
lingüístico?
Vale la pena considerar también las diversas formas dialectales del español
que se dan regionalmente y que se han constituido como referentes identitarios
tanto para comunidades afrocolombianas como para comunidades campesinas
que se presentan como diferenciadores culturales, pero que no se han tenido
en cuenta en los procesos educativos. Si bien la etnoeducación afrocolombiana
avanza definiendo sus particularidades y la Cátedra de Estudios
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Afrocolombianos es transversal en el sistema educativo, las formas del habla
no han sido suficientemente incorporadas como parte de las configuraciones
identitarias de estos pueblos y comunidades.
Por otro lado, las jergas que los jóvenes urbanos han desarrollado como
formas particulares de comunicación plantean otras dificultades al pensar la
educación intercultural que quizá debe descentrarse del bilingüismo indígena
con que originariamente apareció para considerar aspectos linguísticos que no
se han abordado suficientemente. Podría pensarse, que si comunidades
étnicas reclaman el derecho a su lengua materna, igual puede suceder con las
formas dialectales que hacen diferentes a comunidades afros, campesinas y a
formas urbanas de tratamiento del español. Porque si algo se convierte en un
elemento discriminatorio e incluso de ridiculización para la minorización cuando
campesinos y afros llegan a los centros urbanos, son las formas particulares de
hablar. Una educación intercultural debe abogar por el respeto a estas
manifestaciones de la comunicación social.
Tal parece que el aislamiento cultural –que nunca ha existido- es cada vez
menos posible en nuestras sociedades invadidas relativamente de tecnologías
que propician encuentros y desencuentros culturales. Las generaciones de
jóvenes de cualquier grupo étnico o socio-cultural tiene la posibilidad de
acceder en un momento dado a las posibilidades de intercambio que la realidad
virtual coloca como oferta. Esta nueva naturaleza artificial, va haciendo parte,
en mayor o menos medida en las regiones de nuestros países de la vida de la
gente. ¿Cómo abordar en la educación intercultural el fenómeno
comunicacional? Si bien es cierto que el multiculturalismo es un hecho
concreto, también es cierto que hace parte del mundo virtual que se expande a
pasos agigantados.
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Si como dijimos al comienzo, lo monocultural se hizo multicultural, vale la pena
plantearse como trascender lo multicultural hacia formas de sociedad
interculturales con prácticas que la hagan posible. Los desarrollos en formas
alternativas de educación han sido un elemento fundamental en abrir brecha
para que la interculturalidad pase de ser un discurso o un deber ser, para
convertirse en una opción de vida colectiva, sin embargo nos queda el
interrogante por demás inquietante ¿habrá sido suficiente?
Este foro es uno de los tantos espacios en los que se puede avanzar en las
reflexiones que nos competen, para intentar un mundo “otro” en el que no
solamente “quepan todos los mundos”, sino, también en el que todos los
mundos tengan condiciones diferentes de posibilidad para existir.