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Pragmalingüística
“La realización de un enunciado es,
La deixis en efecto, un acontecimiento
histórico: algo que no existía antes
de que se hablara, adquiere
existencia, para dejar de existir
después de que se deja de hablar.
Llamo enunciación a esa aparición
momentánea”. (O. Ducrot, “El decir
y lo dicho”).
Todas las lenguas naturales tienen como una de sus características esenciales la referencialidad.
La teoría de la enunciación ha considerado que los elementos del lenguaje sólo se cargan se
sentido en la situación específica en que se realiza un intercambio comunicativo; por tanto, la
transmisión de la información del mundo necesita expresiones ligadas de alguna manera a las
“cosas” sobre las que se pretende hablar.
Entre los mecanismos que permiten que se correspondan ciertas unidades lingüísticas con ciertos
elementos de la realidad extralingüística, juega un papel fundamental la deixis, por su función
actualizadora del discurso, al que relaciona con la situación de comunicación.
La deíxis es vista como una «figura de enunciación» (Benveniste y Todorov,entre otros). Cuando
el lenguaje es hablado ocurre en un lugar, tiempo y con unas personas específicas. Los artificios
que ligan la expresión con su contexto espacio-tempo-actorial están recogidos bajo el término
deíxis . La contextualidad es no sólo una de las más fundamentales características de las lenguas
naturales –en contraste con los lenguajes formales–; es también uno de los eslabones centrales
entre lenguaje, percepción y cognición: lo que es significado cuando algo es expresado depende de
la forma lingüística de la expresión, de los rasgos de la situación según su percepción por el
hablante y oyente (incluyendo expresiones anteriores), y del conocimiento general compartido por
ellos ; es decir, depende de la interrelación entre texto y modelos cognitivos idealizados.
Entonces el discurso depende en gran medida del conocimiento del contexto: dónde y cuándo se
profiere un eneunciado, y por quién. Estas tres dimensiones son tradicionalmente conocidas como
el centro deíctico de todos los hechos linguisticos, sin las que ninguna expresión lingüística puede
ser correctamente interpretada.
Esto le da un carácter egocéntrico al acto linguistico, en el sentido que hay una organización de los
elementos de anclaje en torno a un centro (deíctico)
El centro social es la posición y rango sociales del hablante, a cuyo respecto la posición o rango
de los destinatarios o referentes son relativos.
Igual para el que escucha y su campo (Tú…….ahí, tuyo, ese), y para la no persona y su campo
(él…….allí, suyo, aquél)
Esa relación existente entre interlocutores, tiempo, espacio y la realidad es expresada mediante
categorías llamadas indiciales de campo. Los indicios son elementos lingüísticos enunciativos que
constituyen categorías enteras dentro del sistema de la lengua y que remiten de una manera u otra
a las instancias del discurso, es decir, a las personas, al momento del enunciado y a la situación en
que se ha producido este enunciado.
Los deícticos, pues, son unidades lingüísticas cuyo funcionamiento semántico-referencial implica
una consideración del papel que tienen en el proceso de enunciación los actantes del enunciado, la
situación espacio-temporal. Lo que varía con la situación es el referente de una unidad deíctica, no
su significado, el cual permanece constante de un empleo a otro (Bühler, 1979: 99 y ss.). La deixis
será vista como una señal que coloca en el espacio y en el tiempo una sustancia semántica (F.
Marcos Marín, 1980). Es decir, los rasgos definitorios de la deixis son la señalización y la
actualización, pudiendo hacer la indicación hacia el espacio, el tiempo o la persona, elementos
componentes de la enunciación. Esta función lingüística, por tanto, relaciona el enunciado con las
circunstancias en que es emitido con la situación comunicativa en que se produce.
Clasificacion:
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Bühler distinguió tres tipos de deixis: demostratio ad oculos, anáfora y deixis de la fantasía
(Deixis am Phantasma).
1. Deixis ad oculos es la deixis efectuada en el campo mostrativo en la situación del
enunciado, como un tipo de referencia exofórica. Con los pronombres personales se
señalan el emisor: la primera persona y el receptor: la segunda persona. Con otros
pronombres se efectúan diversos señalamientos al contexto espacio-temporal
creado por el acto de hablar y la participación de su emisor (acá / allá, este, acá,
ahora, mío / tuyo, etc.).
Dicto este prólogo en una de mis patrias, Ginebra. (J. L. Borges).
Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro. (A. Bioy Casares).
El sistema personal se completa con la remisión a situaciones objetivas que quedan fuera
del campo de las personas de diálogo (yo-tú): es el dominio de la tercera persona, la que
no es ni el emisor ni el receptor (él):
Bueno, que no he hecho las presentaciones. Aquí, mi señora. Aquí, él. (Miguel Delibes).
El modo de significar:
Son aptos para realizar deixis referencial (ad oculos o exofórica) y deixis sintáctica (textual
o anafórica) los pronombres relacionados con el acto del coloquio, que incluyen la
referencia al hablante. Pueden efectuar sólo deixis sintáctica los que no incluyen esta
referencia (= pronombres relacionados con el hilo del discurso). Se explica el polo negativo
de la escala deíctica (ausencia de deixis), porque los pronombres que sólo realizan deixis
sintáctica pueden funcionar también sin efectuarla (su referencia es exofórica), y en este
caso se comportan, como las palabras no pronominales, únicamente con sus rasgos
semánticos.
[Kovacci, Ofelia: El comentario gramatical. Teoría y práctica II. Madrid: Arco / Libros, 1992,
pp. 173-175]
Otra clasificación:
Deixis personal
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La literatura revisada conviene en señalar que "[] la deixis personal supone una indicación hacia los
propios interlocutores: el hablante, el oyente, o un tercero que no sea ni uno ni otro" (Carbonero
Cano ).
Como se puede apreciar, nos referimos a los demostrativos de acuerdo a las tres
categorías antes contempladas, dependiendo de si ellas aluden a formas cuya significación
está en relación con la situación del emisor-receptor-audiencia y la misma es percibida
como cercana, -lejana o +lejana.
Deixis social
Clase de deixis que codifica la relación social existente entre el hablante y el oyente o
algún referente. La alternancia tú/usted del español sería un caso de deixis social. Algunos
autores ponen en entredicho que la denominada ‘deixis social’ sea realmente un tipo de
deixis.
Bajo deixis social Fillmore agrupa aquellos elementos que describen las relaciones
sociales entre los interlocutores que sirven para determinar las elecciones de ciertos
registros tales como el grado de respeto o intimidad, distanciamiento o insulto, etc.
Las formas de deixis social que se analizarán están contenidas en el siguiente esquema.
Las mismas se agrupan en tres categorías, a saber:
1a) formal: donde se adscriben formas que revelen una relación formal entre los
interlocutores. Se incluyen pronombres, partículas evaluativas discursivas y formas de
tratamiento de cortesía y tratamiento tales como señor/a, don/doña, títulos profesionales o
que expresen jerarquía, etc.
2a) informal: donde se adscriben formas que revelen una relación informal entre los
interlocutores. Esto supone una mayor proximidad y afinidad entre ellos. Un tratamiento
entre iguales. Se incluyen pronombres, partículas evaluativas discursivas y formas de
cortesía y tratamiento más relajadas.
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3a) informal /dialectal: donde se adscriben las mismas formas de la categoría anterior pero
que poseen una marca dialectal regional.
Categorías 1a 2a 3a
Significación (formal) (informal) (informal/dialectal)
Formas - Ud. - tú - vos
- ¿ve? - ¿ves? - ¿veis?
- formas de - formas de - formas de tratamiento
cortesía y tratamiento dialectal:"muchacha/o","mijito/a","primo",
tratamiento informal etc.
Deixis temporal
Clase de deixis que sitúa lo expresado en un enunciado en relación con el momento en el
que tiene lugar el acto comunicativo. Se incluyen en este tipo de deixis en español, por
ejemplo, adverbios como ahora, entonces, hoy o mañana y la conjugación verbal de
tiempo.
Deixis textual o discursiva
Uso de un deíctico dentro de un enunciado para referirse a una expresión lingüística o a
alguna porción del discurso en el que se inserta dicho enunciado. Por ejemplo, el
demostrativo neutro eso en la oración Eso que acabas de decir está mal dicho en español
tiene un uso deíctico textual o discursivo ya que hace referencia a una parte del discurso
en el que está incluido el enunciado que introduce.»
[Eguren, Luis / Fernández Soriano, Olga: La terminología gramatical. Madrid: Gredos,
2006, p. 65]
Actividades:
1. Elabore un esquema (cuadro, mapa, etc) en el que pueda ubicar la tipología de la deixis.
Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla
cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los
personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una
cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles.
Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante
posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso
a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los
protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse
desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en
el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los
ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida
disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento,
fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el
amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus
besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta,
protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo
latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se
sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante
como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario
destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante
tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una
mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña.
Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla
correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la
bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El
mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre
galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una
escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta
del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo
verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
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