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Desde la presidencia, Perón continuó con las políticas sociales que beneficiaron tanto a
la clase trabajadora como al empresariado nacional, sobre todo industrial. Luego del
triunfo electoral disolvió los tres partidos que se habían creado para sostener su
candidatura, Laborista, Unión Cívica Radical Junta Renovadora y el Partido
Independiente, para unificarlos en una sola organización política, llamada primero
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y luego simplemente Peronista o Justicialista. Expandió
enormemente la agremiación de los trabajadores en sindicatos que respondían a la
corriente laborista y ayudó a establecer el predominio de la Confederación General del
Trabajo (CGT) como central unitaria. Cipriano Reyes, quién se negó a aceptar la
disolución del Partido Laborista del que era su presidente, sufrió un atentado contra en
el que resultó asesinado su chofer. Más tarde fue encarcelado acusado de planear el
asesinato de Perón, hasta el fin del gobierno peronista.
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No obstante, el contexto mundial pronto dejó de ser favorable ya que los Estados
Unidos mediante el plan Marshall, comenzó a ubicar sus excedentes agrícolas en
Europa limitando el acceso al mercado de los alimentos argentinos.
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El Ministro de Guerra, General Lucero, pidió parlamentar y leyó una carta en la que
Perón solicitaba la negociación de un acuerdo. La carta no hablaba de renuncia, sí de
renunciamiento, pero la Junta de Generales Superiores del Ejército decidió considerarla
como una renuncia y negociar con los golpistas, mientras miles de peronistas fieles,
encolumnados detrás de la CGT pedían armas para defender a lo que consideraban su
gobierno.
El 20 de septiembre Perón se refugió en la embajada del Paraguay y en la Cañonera que
lo llevó a Asunción y a lo que sería el comienzo de su largo exilio de casi 17 años.
Perón se exilió en España, y desde allí condujo el Movimiento Peronista, que había sido
proscripto por la Revolución Libertadora. Durante los años 60 el peronismo fue
impedido de participar en elecciones bajo ese nombre, y debió recurrir a alianzas con
otras fuerzas, votar en blanco o presentarse bajo otros nombres en los denominados
partidos neoperonistas. Finalmente, el 11 de marzo de 1973 en las elecciones generales,
el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), nucleando al Partido Justicialista, al
Partido Conservador Popular, al Partido Socialista Unificado y a otras fuerzas menores,
ganó con el 49,59 % de los votos llevando como candidato a presidente al Dr. Héctor
José Cámpora, contra el 21,30 % de la Unión Cívica Radical que obtuvo el segundo
lugar.
El tercer gobierno de Perón estuvo signado por permanentes conflictos entre sus
seguidores de izquierda y derecha. Grupos parapoliciales con apoyo estatal (la Alianza
Anticomunista Argentina - AAA - organizada por su ministro de Bienestar Social José
López Rega) persiguieron y mataron a militantes de izquierda. El punto de máxima
tensión en el proceso de marginación y posterior dimisión de Montoneros del
movimiento de Perón se produjo el 1º de mayo de 1974, en ocasión de los festejos por el
Día del Trabajo.
El principal problema que debió enfrentar al asumir la presidencia fue el de una
economía en crisis con hiperinflación. Menem introdujo una serie de reformas
neoliberales: privatizó varias empresas estatales, entre las cuales se hallaban canales
televisivos de aire y las dos mayores empresas del país ²Yacimientos Petrolíferos
Fiscales y Gas del Estado², desreguló la economía; y estableció la libertad de precios.
Durante la gestión de Domingo Cavallo, ministro de Economía de su gobierno, se
estableció la Ley de Convertibilidad cuya aplicación se prolongaría hasta la crisis
argentina de fines de 2001 y comienzos de 2002. El Banco Central de la República
Argentina estaba obligado a respaldar la moneda argentina con sus reservas en una
relación de cambio en la que un dólar estadounidense equivalía a un peso convertible.
De esta forma se restringía la emisión de billetes como medio de financiamiento del
Estado.
Estas medidas lograron una estabilidad económica sin inflación significativa que ofreció
un clima favorable para el surgimiento de inversiones y el ingreso de capitales desde
otros países, produciéndose un marcado crecimiento del PBI. Dicha estabilidad
económica duro hasta 1994, ya que se eliminaron las razones por medio del cual se
producía la "espiral hiperinflacionaria". Durante su gobierno la deuda externa pública se
mantuvo en valores cercanos al 40% del PBI. En 1990 su valor era de 38.7% y en 1999,
año en que finalizó su segundo mandato, era de 42.3%. En los servicios públicos
produjo mejoras de calidad en algunas rubros (luz, telefonía), mientras que en otros el
impacto fue negativo (transportes ferroviarios). Al mismo tiempo, los principales
inconvenientes económicos generados por esta política fueron una disminución de la
competitividad basada en el tipo de cambio y un crecimiento del desempleo.
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La situación con vistas a las elecciones presidenciales se presentaba inestable y sin
liderazgo establecido. Varios líderes del Partido Justicialista aspiraban a la candidatura:
el propio Kirchner, que contaba con pocas fuerzas propias para definir una elección
interna dentro de su partido; el ex-presidente Carlos Menem; y los gobernadores de las
provincias de Córdoba, José Manuel de la Sota, Salta, Juan Carlos Romero, y San Luis,
Adolfo Rodríguez Saá. Este último había tenido un breve interinato como presidente en
diciembre de 2001 y fue quien declaró la cesación de pago de la deuda externa
argentina. Las elecciones internas para definir la candidatura peronista se anunciaron
primero para noviembre de 2002, y luego se postergaron a febrero de 2003.
El entonces presidente Duhalde, figura de peso dentro del justicialismo no sólo por su
condición presidencial sino también por su control hegemónico sobre la estructura
partidaria de la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país, intentó
jugar sus cartas en favor del gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann. Éste, sin
embargo, prefirió no presentar su candidatura; Duhalde trasladó sus preferencias a De la
Sota, con quien tampoco pudo alcanzar un acuerdo estratégico. Así, el 15 de enero de
2003 anunció su apoyo a la precandidatura de Néstor Kirchner. Con este espaldarazo,
Kirchner se situó en una posición mucho más favorable.
Sin embargo, la situación interna del justicialismo no estaba resuelta y si bien el apoyo
de Duhalde era significativo, no garantizaba de por sí que Kirchner resultara el
candidato presidencial. Por otra parte, las fricciones de una elección interna tan cercana
a la elección nacional, prevista para el 27 de abril, podrían provocar un deterioro en las
expectativas del justicialismo de obtener una victoria. Así, el 24 de enero, y con el
argumento de que los tres aspirantes que quedaban en carrera (Kirchner, Rodiguez Saá y
Menem, que había incorporado a Romero como candidato a vicepresidente) presentaban
programas contrapuestos, el congreso del partido justicialista toma una decisión inédita:
suspender la elección interna y permitir a todos los precandidatos el uso de los símbolos
partidarios comunes para presentarse a la elección general. En la práctica, esto
significaba que iban a enfrentarse como si perteneciesen a partidos distintos.
En las elecciones del 27 de abril de 2003, el Frente para la Victoria (de Kirchner)
obtuvo sólo un 22,0% de los votos, resultando superado por Menem (³Alianza Frente
por la Lealtad -UCD), que obtuvo el 24,3%. La legislación electoral argentina prescribe
que si ningún candidato alcanza el 45% de los votos válidos emitidos, los dos más
votados deben disputar una segunda vuelta (ballotage).
La segunda vuelta debía llevarse a cabo el 18 de mayo de 2003. Los sondeos previos
indicaban entre un 60 y 70% de intención de voto para el gobernador de Santa Cruz.
Ello significaba no tanto apoyo explícito a los méritos propios de Kirchner, como
rechazo a la posibilidad de que Menem presidiera nuevamente el país. Sin embargo, el
ballotage no tendría lugar: el 14 de mayo el ex presidente Menem, después de una larga
cadena de rumores y desmentidos, anunció su decisión de renunciar a su candidatura, lo
que automáticamente convirtió a Kirchner en presidente electo. Muchos analistas
señalan que la maniobra de Menem tuvo como propósito evitar una derrota estentórea, y
al mismo tiempo condicionar a Kirchner, que accedió a la presidencia con el nivel más
bajo de votos jamás registrado en la historia argentina. El 25 de mayo de 2003, Néstor
Kirchner prestó ante el Congreso el juramento de ley para convertirse en presidente de
la República hasta 2007.
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En las elecciones realizadas el 28 de octubre de 2007, el sector ortodoxo del Partido
Justicialista, representado por la fórmula Alberto Rodríguez Saá - Héctor Maya, obtuvo
en todo el país menos del 8% del total de los sufragios válidos, mientras que la fórmula
Cristina Fernández de Kirchner - Julio Cobos resultó electa en primera vuelta con el
45,29% de los votos, ratificando que se continuaría con el plan económico que se estaba
implementando desde 2002 y en especial las retenciones a los productos de exportación
con menor valor agregado. Una de las propuestas de campaña de Cristina Fernández fue
dar prioridad al proceso de redistribución de la riqueza que, luego de seis años
continuados de crecimiento a tasas cercanas al 10% anual, había quedado estancado,
con un alto porcentaje de la población (26,9%) aún bajo la línea de pobreza.
Entre las primeras propuestas de Néstor Kirchner como presidente del PJ fue la
desafiliación de la Internacional Demócrata Cristiana, y la incorporación del partido
dentro de la Internacional Socialista la cual tiene como fin enmarcar al PJ dentro de los
partidos Socialistas de América Latina. Hasta la fecha el proyecto sigue en tratativas. 9
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Kirchner renunció a la presidencia del partido luego de las elecciones de 2009, y fue
reemplazado por el gobernador bonaerense Daniel Scioli.