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ENTREVISTA A PHILIP ZIMBARDO, AUTOR DE "EL EFECTO LUCIFER"

¿POR QUÉ LOS CHICOS "BUENOS" HACEN COSAS MALAS?


por Myriam López Blanco
A finales de los años 40, dos chavales flacos compartieron clase en un Instituto del Bronx, el
James Monroe, de Nueva York. Ambos eran hijos de inmigrantes. Uno de ellos, de judíos de
Europa del Este; el otro, de sicilianos. El judío era "el listo". Su nombre: Stanley Milgram. El
italiano era "el popular". Su nombre: Philip Zimbardo. Ambos se criaron en un gueto donde
muchos de sus amigos acabaron formando parte de bandas callejeras, y coleccionando
expedientes policiales. Y, casualmente, ambos dedicaron su vida a investigar por qué los chicos
buenos hacen cosas malas. Sus experimentos conmocionaron al mundo. Desvelaron que las
personas normales y corrientes son capaces de cometer los actos más crueles. Milgram murió a
los 51 años, a causa de un infarto. Zimbardo dio su última clase magistral en la Universidad de
Stanford hace un par de semanas. KINDSEIN ha entrevistado al doctor Zimbardo con motivo
de la publicación de su último libro: "El Efecto Lucifer", que ya está entre los primeros en la
lista de ventas de The New York Times.
Zimbardo, sin embargo, no había sido siempre el chico más popular de la clase, al contrario.
En las entrevistas suele recordar que en su infancia fue víctima de todo tipo de
discriminaciones, por parecer judío, negro, italiano y portorriqueño. Pero él cree que todo eso
le preparó para ser un psicólogo social.
El año antes de llegar al James Monroe, por ejemplo, lo pasó en un instituto de California
donde los alumnos le evitaban. En cuanto llegaba a una mesa de la cafetería, todos se
levantaban y se marchaban. Después se enteró de que había corrido el rumor de que Zimbardo
era de la mafia, por su origen siciliano y por venir de Nueva York. En el James Monroe, en
cambio, era el más popular. ¿Por qué ese cambio? ¿Qué había pasado? Se preguntaban un día
Zimbardo y Milgram. Ambos estuvieron de acuerdo en que no había dependido de su
disposición sino de la situación. Años más tarde, el experimento de Migram sobre la obediencia
y el de Zimbardo de la Prisión de Stanford demostraron que las situaciones sociales tienen un
poder muy sutil para influir en el comportamiento de las personas, mucho más de lo que las
propias personas somos capaces de imaginar.

En 1971, el Experimento de la Prisión de Stanford mostró que el anonimato, el aburrimiento y


la conformidad pueden inducir el comportamiento sádico en estudiantes que, hasta ese
momento, habían sido "normales".

KINDSEIN: ¿En qué consistió su famoso Experimento de la Prisión de Stanford?

Dr. Zimbardo: Fue mi intento para determinar qué ocurre cuando pones a gente buena en un
lugar malvado: ¿Triunfa la humanidad, o la fuerza de la situación puede acabar dominando
hasta al más bueno de nosotros? Mis estudiantes de Stanford, Craig Haney y Curt Banks, y yo
creamos un ambiente carcelario muy realista, una "mala cesta" en la que colocamos a 24
individuos voluntarios seleccionados entre estudiantes universitarios para un experimento de
dos semanas. Les elegimos de entre 75 voluntarios que pasaron una batería de tests
psicológicos. Tirando una moneda al aire, se decidía quién iba a hacer el papel de preso y quién
el de guarda. Naturalmente, los prisioneros vivían allí día y noche, y los guardas hacían un
turno de 8 horas. Al principio, no pasó nada, pero la segunda mañana los prisioneros se
rebelaron, los guardas frenaron la rebelión y después crearon medidas contra los "prisioneros
peligrosos". Desde ese momento, el abuso, la agresión, e incluso el placer sádico en humillar a
los prisioneros se convirtió en una norma. A las 36 horas, un prisionero tuvo un colapso
emocional y tuvo que ser liberado, y volvió a ocurrir a otros prisioneros en los siguientes cuatro
días.
Chicos buenos y normales se habían corrompido por el poder de su papel y por el soporte
institucional para desempeñarlo que les diferenciaba de sus humildes prisioneros. Se probó
que la "mala cesta" tenía un efecto tóxico en nuestras "manzanas sanas". Nuestro estudio de
dos semanas tuvo que parar antes de tiempo después de sólo seis días porque cada vez estaba
más fuera de control.

KINDSEIN: ¿Cómo acabó el estudio?

Dr. Zimbardo: El quinto día del experimento, una estudiante recién doctorada de Stanford,
Christina Maslach, vio cómo los guardas colocaban bolsas en las cabezas de los prisioneros y les
hacían desfilar con las piernas encadenadas, como zombies, mientras los guardas les gritaban
barbaridades. Maslach salió llorando. Había empezado a salir con ella, y me gritó: «No estoy
segura querer tener algo que ver contigo si esta es la clase de persona que eres. Es horrible lo
que estás haciendo a esos chicos». Esa doble bofetada en la cara fue la catálisis para que me
diera cuenta de que el estudio había funcionado demasiado bien y de que esa poderosa
situación me había corrompido también a mí. Paramos el estudio al día siguiente.
KINDSEIN: ¿De qué trata "El Efecto Lucifer"?
Dr. Zimbardo: En "El Efecto Lucifer" detallo por primera vez la cronología de los
acontecimientos que tuvieron un efecto tan transformador sobre casi todo el mundo que estaba
implicado. Creo que entenderlo nos pone en una mejor posición para apreciar lo que el Efecto
Lucifer significa realmente.
"El Efecto Lucifer" es una celebración de la capacidad infinita de la mente humana para
convertirnos a cualquiera de nosotros en amable o cruel, compasivo o egoísta, creativo o
destructivo, y de hacer que algunos lleguemos a ser villanos y otros a ser héroes. Philip Zimbardo
"El Efecto Lucifer"
Lo que mi investigación, junto con una gran cantidad de estudios psicológicos serios, ha
revelado es el Poder de las Situaciones Sociales para llevar a mucha gente corriente, incluso
buena, tanto niños como adultos, por el camino del mal.
KINDSEIN: Tres décadas después de su experimento en Stanford, han salido a la luz las
imágenes de los abusos a prisioneros iraquíes cometidos en la prisión de Abu Ghraib por
hombres y mujeres de la policía militar de Estados Unidos. Cuéntenos cuál fue su reacción al
verlas.
Dr. Zimbardo: No me sorprendieron en absoluto. Yo había visto su paralelo en el sótano
de Stanford, prisioneros desnudos, cabezas con bolsas, humillación sexual. Era un
comportamiento inexcusable, pero no inexplicable.Paralelismos con Abu Ghraib
Mi sensación de que había similitudes enfermizas entre la prisión de nuestro experimento y
cualquier prisión real en medio de una guerra controvertida. También se mencionó en las
investigaciones de las causas de esta tragedia humana.
KINDSEIN: ¿Por qué eligió ese título para su libro?
Dr. Zimbardo: Lucifer fue el ángel favorito de Dios, fue expulsado del cielo al infierno por
sus pecados de desobediencia, y se convirtió en el Diablo, Satán. Mi libro analiza
transformaciones humanas de gente ordinaria, buena gente que es seducida por una serie de
situaciones para deslizarse por la pendiente resbaladiza de la maldad.

KINDSEIN: Así que no sabemos quiénes somos.


Dr. Zimbardo: ¿Cómo podemos estar seguros de qué haríamos o dejaríamos de hacer en
situaciones nuevas, diferentes de la que hemos encontrado hasta entonces? Desafío las
nociones básicas de QUIÉNES creemos que somos, y lo bien que nos conocemos nosotros
mismos y a otros durante nuestra vida.
¿Y cuál es nuestra capacidad de predecir lo que harían otros a los que creemos conocer bien
cuando la presión de la situación les seduzca hasta el punto de violar principios morales o
legales? Sólo nos conocemos nosotros mismos, a nuestra familia y amigos, a partir de pequeñas
muestras de comportamiento en un número limitado de situaciones, en las que a menudo todos
estamos jugando papeles concretos.

Cuando tenemos la libertad de elegir las situaciones en las que entramos o que evitamos,
normalmente nos dirigimos a las familiares, seguras, cómodas, donde nuestros hábitos
aprendidos nos permiten desenvolvernos bien.

KINDSEIN: ¿Qué ocurre cuando nos empujan a situaciones completamente nuevas?


Dr. Zimbardo: Entonces, los viejos hábitos o las características de nuestra personalidad ya
no funcionan o no son relevantes y somos vulnerables a las fuerzas de la situación, tales como
la dinámica de grupos para conformarnos, la dilución de la responsabilidad de nuestros actos,
la deshumanización de otros, los sentimientos de anonimato y pérdida de necesidad de rendir
cuentas, entre otros. Podemos entonces hacer cosas que nunca hubiésemos imaginado que
pudiéramos hacer sin las influencias sociales de ese momento y lugar.

KINDSEIN: ¿De qué sirve saber que la mayoría de nosotros puede cometer actos tiránicos si
la situación lo propiciase?
Dr. Zimbardo: Entendiendo las causas y los modos en los que la mayor parte de nosotros
podemos acabar en las filas de los malos, también estamos en una mejor disposición para
evitar esas situaciones, minimizar su impacto en nosotros, e incluso enfrentarnos y oponernos
a ellas.

KINDSEIN: ¿Cómo podemos evitarlo?


Dr. Zimbardo: "El Efecto Lucifer" proporciona indicaciones para resistir influencias
externas, no deseadas ni deseables, en nuestro comportamiento, y va más allá hasta describir
cómo esa resistencia al mal puede ser Heroica. Propongo que cada uno de nosotros tiene la
triple posibilidad de: ser pasivo y no hacer nada, volverse malos, o llegar a ser héroes. Yo
admiro a los héroes cotidianos como personas normales que hacen cosas extraordinarias.
Ser un héroe tiene sólo unos cuantos elementos clave: actuar cuando otros son pasivos; ser
menos egocéntrico y estar más preocupado por el bienestar de los demás y estar dispuesto a
hacer un sacrificio personal para ayudar a otra persona, a una causa o a un principio moral.
He empezado a animar a la gente a pensar cómo podemos inspirar la "imaginación heroica"
de nuestros hijos, animar su creencia de que ellos son héroes en espera, pendientes de que
llegue la situación en que otros sean pasivos o se comporten mal, y en las que ellos irán por el
camino menos trillado hacia el acto heroico. Al instilar esos pensamientos en nuestros niños,
aumentará la probabilidad de que se comporten de manera heroica cuando llegue el momento
en una situación determinada. Cuantos más jóvenes estén alimentando esa imaginación
heroica, menos mal existirá en nuestro universo.

KINDSEIN: ¿Hay algún espacio para los niños en El Efecto Lucifer? ¿Cómo es la maldad en
los más pequeños?

Dr. Zimbardo: Los niños no nacen malos, sino con plantillas mentales para hacer cosas
buenas o malas dependiendo de las influencias del entorno, de los contextos de
comportamiento en los que viven, juegan y trabajan. Los niños que crecen en guetos, en zonas
de guerra, en familias maltratadoras, en las calles, o como milicias infantiles secuestradas por
diversas fuerzas rebeldes, viven contextos muy distintos de los niños en entornos privilegiados,
no porque tengan cerebros inferiores o personalidades patológicas, sino por las fuerzas
negativas del entorno que actúan sobre ellos.

Incluso en ambientes menos hostiles, los niños buenos pueden empezar a hacer cosas malas
por su grupo de amigos, que establece las normas para ser aceptados en el círculo mágico.
Algunas veces eso consiste en molestar a otros niños, rechazarlos o incluso acosar a los que se
etiquetan como diferentes, como inferiores; difunden rumores, pueden arruinar la reputación
de otros niños permanentemente.

Una nueva forma de maldad infantil es el "ciberacoso"-- que consiste en poner mensajes en el
web, sitios como My Space o Face Book, difamando a otros niños y niñas como "zorras",
chivatos, homosexuales, etc. Este acoso anónimo envía el mal hacia el mundo sin que los
afectados puedan defenderse. Hace poco, un niño se suicidó por culpa de esos insultos, y
algunos padres han sacado a los niños del colegio y han tenido que enseñarles en casa. En mi
opinión, es una forma de mal que hiere y perjudica a niños inocentes y sus familias, que
deberían prevenir los que tendrían que regular esos sitios, pero también los profesores y
supervisores que deben dejar claro que va a haber tolerancia cero para cualquier tipo de acoso.

KINDSEIN: ¿Cómo debería ser un ambiente escolar para que no aparezca el lado oscuro de
los niños?

Dr. Zimbardo: La mayoría de los niños son buenos la mayor parte del tiempo, es tarea de los
adultos crear entornos vitales en los que jueguen, estudien y trabajen en lo que desarrolle lo
mejor de la naturaleza humana, a la vez que reducen la tentación de deslizarse por la peligrosa
pendiente que lleva hacia las malas acciones.

KINDSEIN: ¿Algún mensaje final, para acabar? ¿Qué vendrá después de "El Efecto Lucifer"?

Dr. Zimbardo: Mi nueva misión en la vida, mi nueva llamada, apareció mientras escribía el
último capítulo de Lucifer. Al volver a pensar sobre el concepto de Hannah Arendt de la
"banalidad del mal" como un tipo de excursión temporal y localmente específica en el terreno
del mal para cualquier persona normal, me di cuenta de que faltaba su contrapunto.

La "banalidad del heroísmo" describe a personas normales que se involucran en acciones


extraordinarias de servicio a la humanidad —en particular, normalmente una situación que
ocurre una vez en la vida. Como esos que hacen cosas monstruosas que parecen
"terroríficamente normales", estos héroes ordinarios parecen "maravillosamente normales".

Mi posición es que la misma situación que puede detonar la "imaginación hostil" en aquellos
que se convierten en agentes del mal puede inspirar la "imaginación heroica" por primera vez
en cualquiera de nosotros.

Mi preocupación es cómo promocionar en nuestros niños esa imaginación heroica, conseguir


que acepten el papel de "héroe a la espera" para una situación que llegará en algún momento de
sus vidas cuando otros siguen sus caminos hacia el mal o hacia la indiferencia y, en lugar de
eso, elijan actuar por otra persona o grupo o ideal sin pensar en su ganancia personal, ni
siquiera el reconocimiento.

Debo creer que crear una generación de esos héroes normales es nuestra mejor defensa contra
el mal, ya sea en el campo de batalla, en las prisiones o en las oficinas centrales de las
empresas.

LA JORNADA 16 DE DICIEMBRE DE 2007- CULTURA

Raquel Huerta-Nava escribió El guerrero del alba

Vicente Guerrero fue un héroe de acción: autora


Arturo García Hernández
Vicente Guerrero fue como un héroe de aventuras, personaje de película de acción, o
de plano superhéroe. Al principio eso fue lo que atrajo a la historiadora Raquel Huerta-
Nava: “Parecía el gato de las siete vidas”. Después se adentró en los mitos y leyendas
que se tejieron alrededor del prócer insurgente. El reto fue descubrir al hombre de
carne y hueso que había detrás.

Así, durante 15 años de investigación y escritura, Huerta-Nava fue conformando la


novela histórica de reciente publicación El guerrero del alba, donde cuenta la vida de
quien, tras la muerte de Hidalgo y de Morelos, se entregó en “cuerpo y alma” a
mantener viva la lucha independentista.

La mañana del 4 de abril de 1782, en la ciudad de Tixtla, el armero Juan Pedro


Guerrero y su segunda esposa, María Saldaña, tuvieron su primer hijo. Siguiendo la
costumbre de la época, lo bautizaron al año siguiente, el 9 de agosto. Lo llamaron
Vicente Ramón Guerrero Saldaña.

El guerrero del alba –publicada por el sello Grijalbo, del consorcio editorial Random
House– se remonta a la infancia del héroe, su ajetreada juventud hasta llegar a los
años de su desempeño como presidente de la República, hecho trascendental para la
consolidación de la independencia.

La mayor dificultad de la autora –también poeta y editora– fue enfrentarse, por un


lado, a la idealización del personaje y, por el otro, a los prejuicios tanto ajenos como
propios hacia él.

–¿Qué considera que aporta su libro al conocimiento de Vicente Guerrero y al de ese


periodo histórico?

–El descubrimiento de quién fue ese personaje. Lo escribí con mucha honestidad. Yo
misma me fui asombrando conforme lo llevaba a cabo. Intenté darle una estructura de
biografía novelada para hacerlo más accesible y aportar un mayor conocimiento. La
historia nos enseña a analizarnos como país, como nación. Estudiar este momento de
México me parece apasionante porque entiende uno de dónde vienen muchas cosas
que suceden actualmente. Pienso que al comprender el origen y los matices de un
fenómeno se pueden hallar soluciones más viables.

–¿Cómo se novela la historia sin traicionarla, sin alterar los hechos?

–Apegándose a lo que los documentos nos dan. Fundamentar todo. Por ejemplo, si se
va a recrear una comida, en una fiesta o en una boda, pues se investiga qué es lo que
se comía en la región en esa época. Si reproduzco una conversación entre Galeana,
Morelos y Guerrero, tengo que hacerlo según lo que conocemos de esos personajes y
su sicología. También es cuestión de aplicar “mucha intuición y sentido común”.

–¿Qué licencias se permitió?

–Básicamente, incorporar mitos y leyendas, creencias populares alrededor de


Guerrero: las noticias falsas sobre su muerte, la gente creía que tenía unas minas de
esmeraldas ocultas en la sierra, de donde sacaba el dinero para financiar el
movimiento. También meto, por ejemplo, un sueño, un delirio que tuvo una vez que
fue gravemente herido.

–¿Entonces fue más un héroe de acción que un ideólogo de la de independencia?

–Más que de acción, fue de resistencia. Lo hirieron varias veces y no se rendía; tantas
veces los derrotaron y no se cansaba. Una y otra vez volvía a armar su ejército.
Obviamente no fue un pensador de primer nivel como Fray Servando Teresa de Mier.
Ni un literato como Joaquín Fernández de Lizardi, o un político, economista e ideólogo
como Lucas Alamán. Fue un militar, con educación media, toda su vida al servicio del
ejército, de las armas, de la insurgencia. Llegó a desarrollar toda una postura
ideológica y política que se percibe en sus manifiestos y en su correspondencia
privada.

–¿Es importante una prosa ágil para escribir novela histórica?

–Pienso que sí, que hay que trabajar con las herramientas de la narrativa, Este libro
tiene una primera versión que resultó ser una cosa muy aburrida. Le di un descanso de
ocho años antes de volverlo a leer. Elegí en la escritura una velocidad acorde con los
tiempos que vivimos, con tanto bombardeo de información, para atraer a los lectores
más jóvenes, que son los más difíciles de conquistar para la lectura.

El jefe insurgente invencible, guerillero sin igual y con un nahual; “la patria es
primero”, le dice a su padre.

Por Juan Pablo García Vallejo


Ecatepec de Morelos de los Más Pobres, Marzo 19.- Ya había comentado en una anterior
colaboración que apareció la biografía novela sobre uno de los próceres de la
Independencia, El guerrero del Alba. La vida de Vicente Guerrero, de la poeta e
historiadora, Raquel Huerta Nava, en una co-edición de la Editorial Grijalbo y Fundación
TV Azteca. Bajo un lente crítico se dedica a mostrarnos el lado humano de este héroe,
no el lado oscuro, propio de los actuales políticos, o petrificado por las decenas de
mentiras de la historia oficial priísta en los libros de texto de primaria, secundaria e
inclusive preparatoria que leen millones de niños y jóvenes. (Amplia la imagen con un clic)
El guerrero del Alba es una biografía novelada que deja a un lado el aspecto
psicologizante de los protoganistas en tal o cual situación de su vida íntima o profesional
para detenerse más en los hechos e indagar hasta el cansancio en los documentos
históricos. Se inicia con una descripción geográfica, económica y social de la región de la
Tierra Caliente donde nace Vicente Guerrero, el Negro, para sus familiares y amigos del
pueblo.
Guerrero se dedicó a las labores productivas en el comercio de las mercancías que
provenían de la famosísima Nao de China, que atravesaban México y muchas de ellas
iban a aparar a los mercados europeos. Era pues un exitoso arriero, al igual que lo fue
José María Morelos antes de entrar al seminario. Este conocimiento geográfico de la
región le sería muy útil en su carrera militar y sus combates contra los ejércitos realistas
que siempre lo andaban acosando.
La poeta e historiadora Nava, alejándose de la historia maquillada, historia
tradicional o historia oficial, dice que la Independencia de México no comenzó en 1810
con el Grito de Dolores como fue enseñado a nuestros abuelos, padres y a nosotros
mismos, sino en Madrid, el 2 de mayo de 1808, cuando las tropas francesas masacraron
a muchos madrileños que se rebelaron contra la invasión francesa. Pero aquí los criollos,
los mestizos y demás castas ya no soportaban la creciente desigualdad social mexicana,
única en todo el mundo diría el sabio Barón Alexander Von Humboldt en 1803-04, cuando
visitó nuestro país del que quedó maravillado.
Vicente Guerrero le entrará a la causa justa, la santa causa de la guerra de
Independencia bajo el mando de Hermengildo Galeana, el brazo derecho del
Generalísimo José María Morelos y Pavón, al que pronto conocerá en persona luego de la
primera gran derrota de la insurgencia en 1811, con la detención y fusilamiento del cura
Hidalgo y los generales revolucionarios Allende, Abasolo, Aldama y Jiménez en el norte
del país.
Sus tempranas victorias militares le hicieron ganar varios ascensos en su carrera militar y
conocerá de cerca la muerte de la que saldrá bien librado en varias ocasiones; es por eso
que la poeta lo llama el fénix de la Independencia porque lo compara con la mítica ave
griega que renacía de sus cenizas. En una ocasión una granada explota cerca de él, en
otra un soldado por nerviosismo le dispara y sólo le da en el labio o en otra ocasión, no
logra prender el cañón y éste le estalla en el pecho y en otra más sale gravemente herido.
(Amplia la imagen con un clic)
Un médico brujo y militar insurgente es quien lo cura y le advierte que no se morirá así
como así; que tiene un deber bastante trascendente, más que cualquier otro mortal. Su
nahual era un águila, “gobernante sagrado”. Guerrero les hace caso a los curanderos no
como el temeroso y superticioso emperador azteca Moctezuma, 300 años antes cuando
prefirió desoír que los conquistadores eran en realidad solo falsos dioses y les entrego
todo, todo.
Esta biografía novela rescata cosas nunca antes dichas de la guerra de la Independencia
como que Morelos mandó fusilar a 500 prisioneros realistas que quería intercambiar por
Leonardo Bravo, padre del General Bravo, o que en todas las acciones militares
insurgentes participaban por igual hombres, guerrilleras y jefas insurgentes.
También relata el rápido desmoronamiento del Congreso de Apatzingán para convertirse
en una Junta Nacional peregrina debido a la persecución y acoso del ejército español:
Junta de Zarate, Junta de Jaujilla, Junta del Balsas, que unía simbólica y políticamente a
todos los jefes insurgentes en una sola causa, la Independencia de México y se
consideraban así mismas como una especie de gobierno nacional.
Porque en esta guerra también hubo pleitos por el poder y muchas traiciones antes que
patriotismo o dar macha atrás e integrarse a las filas realistas. La estrategia militar de
Guerrero fue siempre la guerra de guerrillas; atacar plazas, puntos fijos, pelotones, sin
sufrir grandes pérdidas para parecer más poderosos frente a un ejército que no conocía el
territorio y que se desmoralizaba fácilmente con tantos ataques sorpresas.
Los años del liderazgo militar de Guerrero (1917-1920) son contados con mucha
precisión; siempre perseguido y desbandado su pequeño ejército comienza de nuevo a
reclutar voluntarios, a aprovisionarse de armas y vuelve al ataque. Se crea la leyenda de
que muere en un combate y luego reaparece causando gran desesperación, frustración y
enojo en los comandantes realistas y en los políticos monárquicos de la Ciudad de México
que no saben como acabar con él. Es el insurgente invencible.
Son ya muchos años de guerra y algunos jefes ven la Independencia como una causa
perdida, pero Guerrero sigue firme y está más convencido de su misión trascendental
para con el pueblo de México. Pero la guerra se prolonga y ni los realistas pueden vencer
a los insurgentes y éstos faltos de dinero, armas suficientes y hombres, saben que tomar
la capital del virreinato es casi imposible.
Así que las cosas comienzan a cambiar en sus cabezas y adoptan una actitud más
sensata y clara, no aceptar ningún indulto y conseguir la Independencia de México,
aunque para ello hay que hacer un engaño consensuado, creer que por unos papeles
firmados se logra la autonomía de España pero en realidad no se soluciona la
desigualdad social, ni los privilegios de los nobles, criollos y logias masónicas ambiciosas
de poder sin límites, ni la esclavitud.
Digo que es un engaño consensuado por que el propio Guerrero le ofrece el mando de la
Insurgencia a varios militares realistas sí estos adoptan la bandera insurgente para
terminar con más derramamiento inútil de sangre. Hasta que los criollos urbanos
organizan la conspiración de encontrar ese Libertador de México en la figura del militar
Guadalupe Victoria. Ese escenario de jaloneos y negociaciones continua hasta que el
virrey manda al padre de Guerrero a pedirle la rendición y sucede el diálogo con la
memorable frase: “Padre, yo a usted lo respeto pero la patria es primero. Tendrá que
matarnos a todos antes de que renunciemos a conquistar nuestra libertad.”
También la insumisa poeta-historiadora se encarga de documentar la inexistencia del
famoso Abrazo de Acatempan, entre Guerrero e Iturbide que simboliza la paz entre los
insurgentes y el ejército realista. Y toda la gloria se la llevará Guadalupe Victoria, alguien
que no hizo nada por la Independencia, solo hacerle caso a la Guera Rodríguez de
conseguir la paz para un país ya bastante destrozado y ser primera dama.
México nacerá como un país pobre, endeudado, sin un Congreso plural ni autónomo,
pues no incorporó a los jefes insurgentes sino a nobles, criollos y monárquicos y sin
muchas perspectivas de progreso económico. Y que por desgracia echaban por tierra
todas las esperanzas puestas por Humboldt de que México fuera pronto un país sin gran
desigualdad social. Una lectura muy instructiva.
3

Raquel Huerta-Nava
La autora nos invita a conocer la vida de Vicente Guerrero, Jefe del Ejército del Sur, desde sus
orígenes en Tixtla hasta la consumación de la independencia. Su investigación revela el papel
fundamentalque jugó este personaje para el triunfo ?de la causa independentista

Vicente Guerrero nació en la ciudad de Tixtla, uno de los lugares más habitados y productivos del sur
de la Intendencia de México. La parroquia de su localidad formaba parte de la diócesis de Puebla y en
lo político el subdelegado dependía directamente del virrey. Aquél ejercía la autoridad civil y política
así como la mi litar. Era el jefe de las milicias provinciales de la costa del sur.1

Los miembros de la familia Guerrero pertenecían al gremio de la armería; tenían un negocio, de


arriería. Dos de los hermanos Guerrero, Juan Pedro y Manuel eran arme ros. Otro, Diego se
desempeñaba como mili- ciano en el regimiento de Tixtla y tam bién se dedicaba a la arriería.

Los milicianos de la familia Guerrero estaban bajo las órdenes del capitán Antonio Galeana, de Tecpan,
y de Víctor Bravo, subteniente de milicias, vecino de Chilpancingo; solían reunirse periódicamente
para sus entrenamientos militares de acuerdo con las ordenanzas para las milicias provinciales.

Desde pequeños los Guerrero se familiarizaron con el oficio de la armería, como era natural en las
familias pertenecientes a algún gremio. Su función principal era el cuidado de las armas de fuego, su
mantenimiento y reparación. Por reales disposiciones de 1703 los armeros no podían cobrar un sueldo
por su labor, sin embargo, el cuerpo militar al que estaban adscritos tenía el deber de proporcionarles
las piezas del armamento, así como una gratificación para el cuidado de sus herramientas, además del
carbón necesario para sus labores.

Por lo general las armas se almacenaban en casa de los armeros, quienes tenían la obli gación de
estar presentes en los ejercicios de tiro, revistas de armamento y otros ejercicios de esta índole. Juan
Pedro y Manuel no tenían aún el grado de maestros armeros pa ra el que se necesitaban 20 años en el
oficio; tampoco Diego, quien era aprendiz, en tanto que Esteban, Vicente y José esperaban cum plir la
edad necesaria para registrarse como aprendices.2

Los jóvenes Guerrero, como muchos otros adolescentes de finales del siglo XVIII podían dividir sus
vidas entre el aprendizaje de algún oficio, el manejo de números y el aprendizaje elemental de la
lectura y la escritura. Vicente Guerrero tuvo una educa ción formal que contradice los mitos que sobre
él existen en la historiografía.3

Los hacendados de la región que deseaban vender su producción –como los Bravo o los Galeana– con
frecuencia se asociaron con la familia Guerrero, cuyas recuas llegaban a la Mixteca, a la costa, e
incluso a las ciudades de México y Valladolid.4
l galeón zarpaba de Manila a principios de julio y tras un viaje de siete meses arribaba al puerto de
Acapulco. En el tornaviaje los galeones llevaban un cargamento entero de plata mexicana de real de a
ocho. En pequeñas proporciones se transportaban productos mexicanos como grana cochinilla, jabón y
sombreros de paño.7

La economía del imperio español se vio fuertemente minada por las constantes guerras, el erario se
empobrecía y los ministros comenzaron a cobrar o desamortizar las hipotecas que la Iglesia tenía en
la península, pero esto no era suficiente, decidieron hacer lo mismo con las colonias americanas. La go
ta que derramó el vaso se llamó Real Cédula de Consolidación de Vales Reales y fue expedida el 26 de
diciembre de 1804.

La respuesta fue inmediata, casi todos los grupos de poder e instituciones novohispanas redactaron
protestas llamadas Representaciones. Era indispensable frenar la aplicación de esta medida para
salvaguardar la viabilidad del país.

La Corona no supo ver el peligro de las representaciones. Al mandar ejecutar la Conso lidación,
provocó el inicio de su fin. Incluso los leales dudaron del rey; eran fieles y lo habían demostrado
muchas veces, pero sacri ficar su prosperidad era demasiado. Estaban dispuestos a hacer donativos,
pero no a que dar arruinados. Pronto comenzaron las subas- tas de toda clase de propiedades:
ranchos, haciendas, comercios y ganado de toda clase; los pequeños y medianos propietarios queda
ron arruinados. La Cédula dejó de funcionar el 14 de enero de 1809, pero el mal ya estaba hecho.8
La desafortunada imposición de las representaciones fue una de las consecuencias de la crisis política
española. Tras haberse visto obli gada a ceder a Francia el territorio de la Louisiana, la Corona estaba
debilitada, y con el pretexto de la amenaza inglesa, Napoleón inva dió España y obligó al rey y al
príncipe a fir- mar las Capitulaciones de Bayona. Nombró rey de España a su hermano José
Bonaparte.

Este golpe de Estado provocó el dramático inicio de la Guerra de Independencia española, en todo el
territorio la gente se sublevó y se conformaron Juntas de Gobierno autónomas. En las colonias los
jefes políticos se negaron a obedecer al invasor francés proclamando a Fernando VII como monarca
legítimo. Todos los batallones insurgentes americanos llevaban los colores azul y blanco en sus
banderas.

En Nueva España, el virrey José Joaquín de Iturrigaray se negó a aceptar la autoridad exclusiva de la
Junta de Sevilla, por considerar que las otras juntas peninsulares eran igualmente legítimas. El
Ayuntamiento de
la Ciudad de México propuso, por su parte, la crea ción de una junta mexicana. Los oidores se
alarmaron puesto que el ayuntamiento
era el vocero de los criollos, cuyo principal objetivo era lograr posiciones de dominio en Nueva España
y relegar a los peninsulares. Además, sus anhelos de independencia eran conocidos por todos. La
actitud del virrey provocó la alarma de los europeos, quienes decidieron deponer al virrey y eligieron
co mo jefe del movimiento a Gabriel de Yermo, líder de los comerciantes del Consulado de México y
uno de los hombres más acaudalados y prominentes de Nueva España.
Cuando los insurgentes se lanzan a la revolución ya sabían con quiénes contaban, con cuántos
hombres y en dónde. Sus movi mientos distan de ser producto de la casua- lidad y la inspiración.
Sabían perfectamente que los apoyaban altos funcionarios en la corte virreinal y todos pensaban que
la libertad, la igualdad y la justicia eran el principal valor sobre el que había que forjar la nueva
nación.11

A finales de 1810 José María Morelos comienza el movimiento insurgente en la costa del sur con
intenciones de apoderarse de la plaza de Acapulco, Hermenegildo Galeana y Vicente Guerrero se
suman a la insurgencia en Tecpan en el mes de noviembre.12

El 2 de mayo de 1811 Morelos convocó a una junta de guerra a sus principales oficiales: Les comunicó
la captura de Hidalgo y Allende en Acatita de Baján y juntos decidieron continuar la lucha y
apoderarse de Tixtla. En ese momento le presentaron a Morelos al primer oficial del regimiento, un
joven de aspecto gallardo, trigueño, alto, esbelto, de nariz pronunciadamente aguileña; tenía pómulos
salientes y sus cabellos lisos y negros formaban un crecido tupé sobre la frente. Era un hombre de 28
años. Vestía chaqueta de paño verde oscuro, pantalón de paño negro con agujetas de plata y botas de
montar con ataderos finamente bordados. Una patilla negra y pequeña flan- queaba su boca
ligeramente abultada. Era el capitán de milicias Vicente Guerrero. Mo re los inquirió sobre la población
y situación geográfica de Tixtla y Chilpancingo. Gue rre ro le explicó al Generalísimo todo lo que ne ce
sitaba saber y decidieron el ataque contra ambas poblaciones. De acuerdo con el plan al día siguiente
partieron del campamento de El Veladero; a la vanguardia iba el Regimiento de Guadalupe al mando
de Hermenegildo Galeana, y al frente de la descubierta se encontraba el capitán Vicente Guerrero.
Tras ellos iban los demás jinetes en cuyo centro cabalgaba Morelos envuelto en su poncho blanco,
custodiado por los Bravo y los Ávila.13
En el mes de julio los insurgentes capturaron varias ciudades estratégicas de la Mixteca obteniendo el
control militar de la misma. El 25 de noviembre se apoderaron de Oaxaca. Guerrero es comisionado
para hacerse de los bastiones realistas de toda la costa oaxaqueña hasta Tehuantepec, lo que logró
con éxito en enero de 1813.

Guerrero viajó al norte hasta Ometepec, principal ciudad de la región, a la que entró con sus tropas
sin disparar un solo tiro. La división insurgente permaneció allí en espera de Morelos, quien llegó el 7
de marzo. Tras reorganizar sus fuerzas para su próxima salida a Acapulco Morelos ascendió a
Guerrero a teniente coronel y lo designó comandante del distrito de Ometepec. A su cargo estaban los
asuntos militares, políticos y fiscales de la Cos ta Chica. Mientras Morelos realizaba su cam paña
contra Acapulco, Guerrero se enfrentó a la contrainsurgencia realista.17

Desde el mes de marzo de 1813, Félix María Calleja del Rey era el virrey de la Nueva España y estaba
dispuesto a todo lo que fuera necesario para imponer la paz. La contrainsurgencia organizada por
Calleja en la Costa Chica tuvo éxito, y para el mes de octubre era de nuevo territorio realista. La
prioridad de Calleja era recuperar el control de las rutas comerciales; prácticamente acordo nó el sur
del país con cantones militares que aislaban a los rebeldes del resto del territorio.18

Morelos preparó su ejército para la toma de Valladolid y encargó a Guerrero la división militar para
proteger los valles de Tixtla y Chilpancingo.19 En diciembre Calleja derro tó a Morelos y continuó
hasta recuperar por completo el control de la Intendencia del Sur.

El 29 de enero de 1814, Guerrero escoltó al Congreso hacia Tlacotepec, donde esperaba estar a salvo
de los realistas que domi- naban las montañas. Gabriel de Armijo los atacó en el campamento
insurgente de Chi-chihualco; capturó el carro de equipajes y de víveres de los insurgentes, donde es
taban todos los documentos y archivos del Congre-so, así como la correspondencia perso nal de
Morelos. Armijo volvió a Chilpancingo con este estupendo botín, como premio, Calleja lo ascendió a
coronel completo y jefe militar de la Comandancia del Sur.

Por su parte Morelos ascendió a Guerrero a coronel completo, con la autoridad para conformar un
regimiento, con el nombre de Regimiento de San Fernando, y la comisión de revivir la revolución en la
Mixteca, comenzando por el valle del río Tlapaneco en la Mixteca baja, entre la cuenca del Balsas y el
Mezcala y la Costa Chica.20

A comienzos de diciembre, Guerrero logró reunir una fuerza considerable de voluntarios, armas y
parque capturados al enemigo para iniciar su primera campaña militar. Fortificó el cerro del
Chiquihuite en la Mixteca oaxaqueña y se apoderó de la ciudad de Tlapa. En la cercana Tlalixtaquilla
obtuvo una avasallante victoria sobre los rea listas que los superaban numéricamente. Quedó al frente
de las fuerzas insurgentes de la Mixteca y la Costa Chica.

Una vez que organizó a su ejército, Guerrero pudo al fin cumplir con el encargo de Morelos. Dispuso
una expedición para la Costa Chica, directamente a Ometepec al man do del coronel Juan del Carmen.
Man dó hacer uniformes para el regimiento de San Fernando y trató de equiparse militarmente del
mejor modo posible. Para finales de ma yo contaba con 500 soldados disciplinados.

El Regimiento de San Fernando tuvo su bautizo de fuego al derrotar a las fuerzas del realista La
Madrid, quien cometió el error de subestimarlo. Guerrero planeó tomar el con trol de las rutas
comerciales de la Mixteca para tener así el dominio del territorio.

El 30 de septiembre de 1815 expidió una proclama en Alcozauca dirigida a los habitantes de la zona
bajo su control militar don de manifiesta su subordinación al Congreso y su juramento a la “sabia Cons
titución del verdadero Supremo Gobierno Americano”.21

La ciudad de Tlapa había sido recuperada por los realistas por lo que Guerrero decidió recapturarla y
dispuso el sitio en el mes de octubre, pero no logró su objetivo. Tras reorganizarse, a comienzos de
noviembre de 1815, Guerrero se encontraba sitiando al realista Moya en Tlapa cuando Morelos le
ordenó que se reuniera con él por el rumbo del Mezcala, para recibir y proteger al Con greso en su
marcha a Tehuacán.

El Congreso había planeado bien la continuidad de la guerra. Contaba con grandes fuerzas, de
Guerrero, 700 hombres; de Ses ma, 400; de Tehuacán, mil 600; de Victoria, 500; del norte, 2 mil; de
las cercanías de México, 300, y de su escolta, 400. Con un total de 5 mil 900 efectivos había un plan
para la ocupación de Oaxaca y Coat za coal cos, a fin de establecer comunicación directa con Estados
Unidos y comprar armamento.

Por lo pronto, debían establecer su cuartel general en Tehuacán, donde se hallaba el coronel Manuel
de Mier y Terán. Los miembros del Congreso le dieron el mando de la expedición a José María Morelos
para que los condujese sanos y salvos a su destino.

Cuando el enemigo los acosó, Morelos prefirió poner a salvo al Congreso y fue capturado y fusilado el
22 de diciembre de 1815.22 Al confirmar la noticia de la ejecución de Morelos, Vicente Guerrero animó
a sus partidarios a continuar la lucha; él coordinaba las acciones de los guerrilleros insurgentes en la
región de la Mixteca, la sierra de Jaliaca, Costa Grande y Costa Chica.

En 1816 el movimiento revolucionario se hallaba muy diezmado, con multitud de guerrilleros dispersos
en el territorio, cada uno dominando amplias zonas geográficas. A pesar de que contaban con muchos
partidarios, la escasez de armamento comenzaba a mermarlos. Se lograban fundir cañones pero esto
no era suficiente para sostener una gue rra tan prolongada. El medio principal para obtener el
armamento era el ejército real del que tomaban sus fusiles, pero la constante necesidad de armas en
buen estado hizo que aumentara la demanda por los fusiles estadu nidenses que se compraban a
cuentagotas.23

El virrey Calleja fue sustituido por Apo daca, quien tenía instrucciones de seguir la estrategia del
perdón y no de la fuerza. En los meses de septiembre a noviembre de 1816 se sucedieron varias
victorias realistas que lo llenaron de optimismo. Sus fuerzas se habían apoderado de las islas de
Janitzio en Pátzcuaro y Mezcala en el lago de Chapala, así como de los puntos de Boquilla de Piedra en
Veracruz y la Noria, cerca de Tehuacán. El 7 de noviembre de 1816 los realistas vencieron
simultáneamente a Mier y Terán en Lo- mas de Santa María, a Guadalupe Victoria en Monte Blanco y a
Vicente Guerrero en la cañada de los Naranjos. Saturnino Sa ma niego se apoderó del diario de
operaciones militares de Vicente Guerrero.

Guerrero se recuperó pronto de esta emboscada y obtuvo un triunfo en Piaxtla sobre Samaniego y La
Madrid. Esta acción hizo que Apodaca lanzara una fuerte campaña contra los insurgentes en la Mixteca
y Puebla. Lanzó tres grandes divisiones para tomar Tehuacán desde la Ciudad de México, Puebla y
Oaxaca. Los realistas impidieron las comunicaciones entre Guerrero y Victoria y frustraron el
desembarco de la expedición de Mina en las costas veracruzanas, lo que a la larga será la causa de su
derrota. El fracaso de la expedición de Mina destruyó los planes de los insurgentes; muchos jefes
pensaron que todo estaba perdido y aceptaron el indulto.
Vicente Guerrero se replegó rumbo a la Mixteca para continuar la lucha. Pudo ser en la zona de
Poliutla o bien en las cercanías del pueblo de Jaliaca, lo cierto es que de pronto llegó al campamento
insurgente un anciano solitario en su mula bien aparejada. Juan Pedro Guerrero, padre de Vicente, fue
a verlo por comisión y con salvoconducto del virrey para ofrecerle el indulto. Tras un filial abrazo,
Vicente Gue rre ro pronuncia la famosa frase: “La patria es primero”.24

Al comenzar el sitio de Jonacatlán en 1817, los realistas dieron por muerto a Guerrero al verlo
cubierto con la sangre de Juan del Carmen. El 11 de marzo el virrey Apodaca escribió al ministro de la
Guerra en Madrid contándole este “bello encuentro”. El Venadito se dejó llevar por su ima ginación y
proclamó a los cuatro vientos la muerte de Vicente Guerrero y Juan del Carmen, llegando a elogiarlos
como enemigos muertos: “<...> ambos llegaron a ser celebridades en esta rebelión a causa de sus
logros, el número de guerrillas que estaban a su mando, y la gran extensión de territorio que tenían
subyugada”.25

Después del sitio, Guerrero fue perseguido y atacado en Ixtapa; sorprendido, intentó encender la
mecha de un cañón, pero una explosión lo hirió de gravedad. Du- rante dos semanas fue hostigado
por los rea-listas pero logró escapar, con unos cuantos leales que lo llevaron en andas por las riberas
de los ríos Mezcala y Tlapaneco. Llegó al valle de Huamustitlán, donde fue recibido jubilosamente en
Cualac por sus partidarios, quie nes ya lo daban por muerto. Allí recuperó lentamente sus fuerzas.

En los primeros días de junio, Guerrero decidió que era tiempo de partir en busca de Nicolás Bravo
para enterarse de los pormenores de la guerra.

Con un selecto grupo de leales se dirigió a la Tierra Caliente atravesando Almolonga y por el río
Mezcala llegó a Cacalotepec, donde decidió descansar. Luego fue a la población de Arroyo Grande
(actualmente Arcelia), principal centro comercial de los arrieros terracalen- teños. Luego prosiguió
hacia Poliutla donde le informaron que Bravo se encontraba en Ajuchitlán, a donde se dirigió de
inmediato.

Ambos generales se reunieron brevemen te en junio de 1817. Guerrero escribió a la Junta de Jaujilla,
máxima autoridad de la insurgencia, congratulándose de que se haya adoptado el sistema
republicano. Después de narrar lo sucedido en Jonacatlán solicitó la confirmación de generalísimo de
la insurgencia y la aprobación del Poder Ejecutivo pa ra actuar. Tras su entrevista Bravo y Gue rre ro
marcharon un trecho juntos rumbo a Huetamo. Allí ambos jefes tomaron distinto rumbo, Nicolás Bravo
marchó a ocupar Cóporo, en tanto que Guerrero partió hacia la Mixteca.

Llegó a la Costa Grande en enero de 1818. A principios de febrero organizó una comida en la hacienda
la Lajita para invitar a varios antiguos aliados para que se reanimaran y retomaran las armas
insurgentes ante la tremenda ofensiva realista.

Tras un largo sitio de más de tres meses, el 6 de marzo de 1818 el ejército realista se apoderó del
fuerte de Jaujilla. Esta noticia fue muy impresionante. Jaujilla representaba el centro de mando del
gobierno independiente y su estructura estaba planeada para resistir cualquier ataque, se le
consideraba invencible.

El 12 de marzo, Vicente Guerrero fue elegido por aclamación general en jefe del ejército del Sur, con
la principal misión de garantizar la seguridad de los miembros de la Junta de Zárate. Construyó una
fortificación en el Cerro de Barrabás donde estableció el cuartel general. Con el tiempo ahí se
construyó una fundición de cañones, así como una casa de acuñación de moneda y fábrica de
municiones.

En este lugar se le unieron más patriotas y al saber de la traición de algunos antiguos insurgentes,
Guerrero ordenó que fueran capturados y luego pasados por las armas.

A comienzos de abril, Gabriel de Armijo se dirigió a Zirándaro para reforzar el sitio del Cerro de
Barrabás, iniciado el 28 de marzo.

El 19 de junio Guerrero recibió un comunicado de los sobrevivientes de la junta de Jaujilla y marchó a


reunirse con ellos a la hacienda de San Jerónimo, a la que llegó dos días después. Supo que la Junta
estaba ahora en la hacienda de Zárate, muy cerca de Turicato. Guerrero y su secretario Pita de bían
acudir el día 24 para recibir las órdenes de la Junta.

Sin embargo, los insurgentes fueron avisados por el subdelegado de Coahuayutla que Armijo al frente
de su división se aproximaba por la cañada de Cencenguaro. Tras una junta de guerra, Guerrero
marchó a esta cañada, para estudiar el terreno.
Al día siguiente a las 10 de la mañana apareció Gabriel de Armijo del otro lado del río; al descubrir las
trincheras insurgentes mandó destruirlas. Con el sol de frente, los insurgentes lo observaban. Luego,
marchó una vanguardia de 80 hombres comandados por Ignacio Pineda, tras él unos 500 caballos y
mulas, en seguida la división en cuyo centro iba Armijo, los prisioneros insurgentes y un cargamento
de tabaco y algodón. Cuando la división llegó frente a él, Gue rrero abrió el fuego, pero sólo logró
matar al caballo de Armijo y a varios soldados.

Esta expedición fue llamada de Santiago Zacatula. Apodaca; para premiar el valor de los oficiales y
soldados realistas se les permitió llevar en el brazo izquierdo un escudo con el lema “Por la expedicion
de Zacatula”.26

El 28 de junio Guerrero abandonó el Quirindal y llegó a Churumuco a mediodía. Descansó con su tropa
hasta las cuatro de la tarde, luego marchó hasta la orilla del Balsas donde acamparon. El 29 atravesó
el río dirigiéndose hacia Coahuayutla a donde entró el 1 de julio entre los aplausos y aclamaciones del
subdelegado y los vecinos principales. En la festiva bienvenida le obsequiaron a Gue rrero las
campanas de la iglesia para que las fundiera y fabricara cañones para liberar a la patria. Hubo muchos
voluntarios para ayu dar en lo que hiciera falta.

Poco a poco, la insurgencia renacía de sus cenizas. Los voluntarios de las rancherías llegaban
entusiasmados para ayudar al gran Guerrero. Los oficiales dispersos se concentraron en Coahuayutla.
El 24 de julio en una solemne ceremonia el cura de esa población, acompañado de las principales
autoridades, bendijo los dos cañones para la “santa causa de la libertad”. Guerrero ordenó que se
requisaran en las orillas del Zacatula todas las propiedades útiles de los partidarios de los realistas.
Mandó almacenar la sal, el algodón y otros bienes útiles.

También giró órdenes al capitán José María Rivera, a la zona de Ajuchitlán, así como a los
comandantes del Cerro de Ba rra bás, Velázquez y Anzures, para que se reu nieran con él en el cuartel
general de Coahuayutla. Al oriente estaban protegidos por la sierra, al poniente estaba el mar, hacia
el norte estaba el río Poblano y hacia el sur había un camino muy malo hacia Acapulco.

Sosteniendo la legalidad de la insurrección y ya en contacto con la Junta de Zárate –como se le llamó


a los continuadores de Jaujilla– y con sus principales promotores y cabecillas, Guerrero asumió el
mando mi li tar de la insurgencia.

Informadas de los movimientos del ene mi go, las tropas insurgentes atacaron el cam- pamento de
Armijo en el pueblo de Tamo. Tras un combate que duró dos horas alcanza ron una increíble victoria el
15 de sep tiembre de 1818. Con las armas del enemigo, el general Guerrero pudo organizar un
ejército de mil 800 hombres entrenados y armados.
Con ese ejército, Guerrero convocó a una reunión el 20 de octubre a los sobrevivientes de las juntas
de Jaujilla y Zárate. Reunidos los representantes, juraron mantener el espíritu del Congreso de
Chilpancingo y respetar la Constitución de Apatzingán. Se decidió que la Junta se instalara en la
hacienda de las Balsas, para seguridad y comodidad de sus integrantes. Se conformó la Junta del
Balsas. Pronto los insurgentes recuperaron el dominio militar de la Tierra Caliente.27
En octubre el general Armijo renunció a la Comandancia General del Sur, por “motivos de salud”. En
esas mismas fechas, Agustín de Iturbide fue llamado al palacio virreinal, para recibir el nombramiento
de comandante general del Sur, aunque no parecía muy entusiasmado con la idea, pues la tie rra
caliente había sido funesta con su salud a causa de la disentería.29 Sus instrucciones eran acabar con
los rebeldes, eliminándolos, sobornándolos o convenciéndolos de la inutilidad de la lucha por los
medios que fueran para que se sometieran al gobierno constitucional de España. Los guerrilleros
insurgentes también deseaban la paz y el establecimiento de las leyes pero en un país independiente.

Agustín de Iturbide planeó una campaña militar contra Guerrero, quien estaba internado en la sierra
de Jaliaca. Estableció un campamento en Tetela del Río para tener allí sus abastecimientos; sin
embargo, las esperanzas de aniquilar con rapidez a la insur- gencia se desvanecieron y sus tropas se
vieron en problemas más de una vez ante las fuerzas bien disciplinadas del jefe suriano, que además
gozaban de la ventaja de dominar el terreno. El 28 de diciembre Iturbide sufrió un ataque comandado
por Pedro Ascencio de Alquisiras, cayendo en una emboscada y sufriendo muchas pérdidas.

Poco a poco Iturbide se fue convenciendo que la lucha sería interminable, así que decidió pactar una
tregua benéfica para ambos. Para alcanzarla, utilizó la ayuda del coronel insurgente Juan Bradburn,
hombre que había estado en la fuerzas de Guerrero y que desde el 12 de diciembre, fecha en que se
había acogido al indulto, acompañaba a Iturbide, quien escuchaba sus consejos.

Bradburn, de nacionalidad estadounidense, era uno de los voluntarios que desem- barcaron con Javier
Mina. Tras la derrota de la expedición del navarro, Bradburn continuó combatiendo con los insurgentes
hasta que se unió a las tropas de Vi cente Guerrero en julio de 1819 en Carácuaro. Bradburn relató su
encuentro con Guerrero:

Me recibió con mucho gusto, manifestando lo adicto que es a todos los oficiales que venimos con el
señor Mina. Sus ideas, muy liberales, bello carácter y una ciega adhesión por su patria. Yo soy testigo
de sus tareas y me atrevo a asegurar que no hay ni ha habido otro jefe que trabaje por la patria como
dicho señor. Ver sus hojas de servicio y del modo que les ha hecho la guerra a los enemigos, ni el
gran Morelos. <...> En fin, mi amigo, éste es el jefe que ha de dar la voz de la libertad. Y para grabar
más en nuestros corazones las ideas de la libertad, tuvo a bien este señor el disponer el día 24 de
julio unas exequias en memoria del gran Morelos; habiendo una gran vigilia, misa, oración fúnebre,
sus posas por las calles salva de artillería, sirviendo de duelo el señor general y oficialidad. Y quiso la
suerte que esto fuera en el mismo pueblo donde fue cura.30

Ante la nueva ofensiva de Iturbide, Brad-burn le solicitó el indulto. Iturbide se lo otorgó con
consideraciones especiales dado su prestigio y le pidió que intercediera entre él y Guerrero.31 El 10 de
enero de 1821 Iturbide inició desde Cuaulotitlán correspondencia política con Vicente Guerrero.
Primero le comentó sobre la igualdad de los derechos ciudadanos, de acuerdo con la constitución de
Cádiz. Le pidió el cese de hostilidades a cambio de quedar bajo sus órdenes y con el mismo mando de
las mismas. Le dijo que esperaba el reinado de un infante europeo o quien sea adecuado para la
“completa felicidad de la patria” y que si acaso no se hiciese justicia “yo seré el primero en contribuir
con mi espada, con mi fortuna y con cuanto pueda, a defender nuestros derechos; y lo juro a vd. y a
la faz de todo el mundo, bajo la palabra de honor”. Le sugirió que enviara a un representante a
Chilpancingo, ya sea Nicolás Catalán, Fran cisco Hernández, José Figueroa, Ignacio Pita, o cualquiera
otro individuo de los más allegados a Guerrero y para ello le envió un salvoconducto.

En su respuesta del 20 de enero desde


el Rincón de Santo Domingo (al norte de Co yuca), Guerrero aconseja e invita a Iturbide a que se
incline sin duda alguna por la causa de la independencia. La divisa insurgente
era libertad, independencia o muerte. Es este un extenso documento invaluable para conocer el
pensamiento de Guerrero, una carta determinante donde el caudillo del sur conmina a Iturbide a
decidirse por la independencia de México. En ella le explica la necesidad de la independencia ante la
negativa de España de dar a los americanos la igualdad ciudadana:

¿Qué causa puede justificar el desprecio con que se miran los reclamos de los americanos sobre
innumerables puntos de gobierno, y en particular sobre la falta de representación en las cortes? ¿Qué
beneficio le resulta al pueblo cuando para ser ciudadano se requieren tantas circunstancias, que no
pueden tener la mayor parte de los americanos? <...> La dignidad del hombre es muy grande; pero ni
ésta ni cuanto pertenece a los americanos han sabido respetar los españoles. <...> He aquí declarado
brevemente cuanto puede justificar nuestra causa, y lo que llenará de oprobio a nuestros opresores.
Con clu yamos con que usted equivocadamente ha sido nuestro enemigo, y que no ha perdonado
medios para asegurar nuestra esclavitud; pero si entra en conferencia consigo mismo, conocerá que
siendo americano, ha obrado mal; que su deber le exige lo contrario, que su honor le encamina a
empresas más dignas de su reputación militar, que la patria espera de Ud. mejor acogida, que su
estado le ha puesto en las manos fuerzas capaces de salvarla; y que si nada de esto sucediere, Dios y
los hombres castigarán su indolencia. <...> Sepa Ud. distinguir, y no confunda; defienda sus
verdaderos derechos, y esto le labrará la corona más grande: entienda Ud. que yo no soy el que
quiero dictar leyes, ni pretendo ser tirano de mis semejantes; decídase Ud. por los verdaderos
intereses de la nación, y entonces tendrá la satisfacción de verme militar a sus órdenes, y conocerá un
hombre desprendido de la ambición e interés, que sólo aspira a sustraerse de la opresión, y no a
elevarse sobre las ruinas de sus compatriotas. <...> Compare Ud., que nada me sería más degradante
como el confesarme delincuente, y admitir el perdón que ofrece el gobierno, contra quien he de ser
contrario hasta el último aliento de mi vida; mas no me desdeñaré de ser un subalterno de Ud. en los
términos que digo; asegurándole que no soy menos generoso, y que con el mayor placer entregaría
en sus manos el bastón con que la nación me ha condecorado. <...> Si este sistema fuese aceptado
por Ud., confirmaremos nuestras relaciones; me explayaré algo más, combinaremos planes, y
protegeré de cuantos modos sea posible sus empresas; pero si no se separa del constitucional de
España, no volveré a recibir contestación suya ni verá más letra mía. Le anticipo esta noticia para que
no insista ni me note después de impolítico; porque ni me ha de convencer nunca a que abrace el
partido del rey, sea el que fuere, ni me amedrentan los millares de soldados, con quienes estoy acos
tumbrado a batirme. Obre Ud. como le pa- rezca, que la suerte decidirá, y me será más glorioso morir
en la campaña que rendir la cerviz al tirano. <...> Concluyo con asegurarle, que la nación está para
hacer una explosión general; que pronto se experimentarán sus efectos; y que me será sensible
perezcan en ellos los hombres que como Ud., deben ser sus mejores brazos. He satisfecho al
contenido de la carta de Ud., porque así lo exige mi crianza; y le repito, que todo lo que no sea
concerniente a la total independencia, lo demás lo disputaremos en el campo de batalla.32
El 4 de febrero de 1821 Iturbide envía la siguiente respuesta:

Estimado amigo: No dudo darle a vd. este título, porque la firmeza y el valor son las cualidades
primeras que constituyen el carácter del hombre de bien, y me lisonjeo de darle a vd. en breve un
abrazo que confirme mi expresión. Este deseo, que es vehemente, me hace sentir que no haya
llegado hasta hoy a mis manos la apreciabilísima de vd. de 20 de próximo pasado; y para evitar estas
morosidades como necesarias en la gran distancia, y adelantar el bien con la rapidez que debe ser,
envío a vd. al portador, para que le dé por mí las ideas que sería muy largo de explicar con la pluma;
y en este lugar sólo aseguraré a vd. que dirigiéndonos vd. y yo a un mismo fin, nos resta únicamente
acordar por un plan bien sistemado, los medios que nos deben conducir indubitablemente y por el
camino más corto. Cuando hablemos vd. y yo, se asegurará de mis verdaderos sentimientos <...>.

Agustín de Iturbide envió poco antes otra carta a Juan José Espinosa de los Monteros, para que
redactara el texto final del plan de independencia, junto con los borradores de lo que sería el Plan de
Iguala, tomados de las cartas de Guerrero, para redactar las proclamas que debían hacerse públicas
en la capital al darse la proclamación de la independencia. Esto explicaría las diversas versiones del
plan que tantas confusiones han provocado. La entrevista que conocemos como “abrazo de
Acatempan” entre Iturbide y Guerrero no su- cedió. Por parte del general suriano asistió el coronel
José Figueroa, tesorero del Ejército del Sur, con los pliegos de Guerrero.33

La importancia de la tregua de Aca tempan legitimaba la independencia, pues Guerrero garantizaba


con su persona y su influencia popular la adhesión de todos los partidarios de la insurgencia y del
Congreso revolucionario.

El 18 de febrero de 1821, a las siete de la noche, Iturbide le escribe al virrey:

Tengo la satisfacción de decir a V. E. que D. Vicente Guerrero se ha puesto a mis órdenes, y por
consiguiente a las de V. E., con 1200 hombres armados <...> No habiéndosele podido inspirar a aquel
caudi- llo la confianza necesaria para que se prestase a venir a contestar conmigo, se logró que
viniese el individuo que merece toda la suya; conviene a saber, D. José Figueroa, coronel y tesorero
de su partido, con carta en que se le confirió la facultad y poder convenientes para el arreglo de
condiciones etcétera, y bajo la principal de que no se les tenga por indultados: fue cosa de muy pocas
palabras lo demás <...>34

Posteriormente ambos generales se reunirán en la cercana hacienda de Mazatlán y acordarán las Tres
Garantías y los fundamentos del Plan de Iguala.

Vicente Guerrero: un estudio en el triunfo y la


tragedia (1782-1831)
Vicente Ramón Guerrero Saldaña fue el segundo presidente de México y el primero
que provienen de clases populares las (el popular "clases"), que en español es un
eufemismo para referirse a una persona de trabajo campesino o antecedentes de
clase. Esta circunstancia de nacimiento es importante porque tendría un efecto
decisivo en tanto Guerrero vida y la muerte. Nació en Tixtla, una aldea en la sierra
que le suministre un telón de fondo de Acapulco, que era de origen oscuro y
mestizos de fondo. Su fecha de nacimiento era 10 de agosto 1782.

Cuando la Guerra de Independencia comenzó con famosos grito del padre Hidalgo,
Guerrero trabajaba como armero en su ciudad natal. Se unió a la rebelión en
noviembre de 1810 y se alistó en una división que el líder independentista José
María Morelos había organizado para luchar en el sur.Guerrero se distinguió en la
batalla de Izúcar, en febrero de 1812, y alcanzó el rango de teniente coronel
cuando los insurgentes tomaron Oaxaca en noviembre del mismo año.

A finales de 1815, a raíz de la captura y ejecución de Morelos, Guerrero fue el


único líder rebelde importantes que siguen en libertad. Este fue el período más
oscuro movimiento de independencia, similar a la prueba de Washington en Valley
Forge. Pero Guerrero perseveró y mantuvo viva la rebelión a través de una
prolongada campaña de guerra de guerrillas. Cuando el movimiento comenzó a
revivir, Guerrero ganó victorias en Ajuchitan, Santa Fe, Tetela del Río, Huetamo,
Tlalchapa y Cuautlotitlán, todas las comunidades en esa región del sur que tan
bien conocía.

En 1819 un poco punzante del drama personal se llevó a cabo. Apodaca, el virrey
español, había convencido a su anciano padre de Guerrero para tratar de hablar a
su hijo a rendirse. Entre lágrimas, el viejo envolvió con sus brazos las piernas de su
hijo y le rogó a aceptar los términos del virrey. En cuanto a sus hombres, Guerrero
dijo estas palabras: "Compañeros, este anciano es mi padre. Él ha venido a
ofrecerme recompensas en nombre de los españoles. Siempre he respetado a mi
padre, pero mi país es lo primero." Hoy en día existe una placa en la pared de la
casa de Guerrero en Tixtla que contengan esta cita incorrecta de sus palabras
textuales: "La independencia y la libertad - o la muerte! Mi país viene antes de mi
padre."

A falta de inducir a la rendición Guerrero, Apodaca envió un ejército contra él bajo


el mando de la flamante y oportunista Agustín de Iturbide . Esta fuerza salió de
México el 16 de noviembre de 1820. Guerrero, con sus habilidades tácticas y
conocimiento del terreno, consiguió el mejor de Iturbide en varias
escaramuzas. Entonces Iturbide, fiel a su naturaleza camaleónica, dio un paso que
tendría la repercusión de más amplio alcance. El 10 de enero de 1821, envió una
carta proponiendo Guerrero que los dos unen sus fuerzas y luchar por la
independencia de México bajo lo que él denomina las "tres garantías": que México
debe ser una monarquía constitucional independiente, que las distinciones entre
españoles, criollos, mestizos y los indios se suprima, y que el catolicismo debería
ser la religión del estado.

Con el acuerdo de Guerrero, las Garantías Tres fueron proclamadas en un 21 de


febrero 1821, el manifiesto llamado "Plan de Iguala. Los dos hombres unieron sus
fuerzas en lo que se conoció como el Ejército Trigarante ("Ejército de los Tres
Garantías") y preparado para atacar la ciudad de México.Juan O'Donojú, quien
había sucedido como virrey Apodaca, se dio cuenta de que la situación era
desesperada y accedió a la independencia de México. El 27 de septiembre de
1821, el Ejército Trigarante entró en la capital.

El 21 de mayo de 1822, al jactancioso Iturbide se proclamó emperador Agustín


1. La coronación fue provocada por una forma "espontánea" demostración de
mayo, dirigido por un grupo selecto de sus soldados, que aceptara una corona
imperial. Aunque inicialmente apoyó Guerrero reclamo de Iturbide, a principios de
1823 fue una revuelta contra él. Iturbide era entonces siendo socavados por un
aventurero, incluso más extravagantes, Antonio López de Santa Anna . Santa
Anna, presentándose como un defensor de la libertad republicana, declaró en
contra de Iturbide ya que este último había depuesto el Congreso cuando empezó
su reinado y lo sustituyó por un consejo de asesores escogidos.

Guerrero y Nicolás Bravo, otro líder de la independencia, se unió a Santa Anna y


las fuerzas encabezadas por Guerrero y Bravo derrotaron a las tropas de Iturbide
en Almalonga el 23 de enero de 1823. En marzo, ya que la marea estaba volviendo
en su contra, Iturbide abdicó y salió al exilio europeo.

En este momento una división definitiva entre liberales y conservadores se estaba


desarrollando en la política mexicana. Los liberales eran conocidos como los
federalistas y los conservadores (que estaban a favor no menos sino más gobierno)
como centralistas. Estas facciones se alinearon también con dos alas de la
Masonería, los centralistas a favor del rito escocés y los federalistas del rito
York. Un destacado masón del Rito de York fue ministro norteamericano en
México, Joel R. Poinsett , quien pronto se convirtió en una bestia negra de los
conservadores mexicanos.

Después de la abdicación de Iturbide, México adoptó lo que era entonces la


práctica de EE.UU. de la elección de un presidente y vicepresidente de distintos
partidos. En consecuencia, el presidente elegido en 1824 fue Guadalupe Victoria ,
federalista liberal, y el vice-presidente el general Nicolás Bravo , un centralismo
conservador. Aunque Victoria cumplió su período completo de cuatro años, Bravo
inició una rebelión contra él a finales de 1827. El levantamiento fue derrotado por
Guerrero, Bravo es viejo compañero de armas, y Bravo fue enviado al exilio.

rebelión fracasada Bravo casi destruyó el poder de los centralistas, pero el


antagonismo entre liberales y conservadores sobrevivido como los federalistas se
dividió en dos facciones. En las elecciones de 1928, Guerrero fue la elección de los
liberales, mientras que los conservadores se unieron detrás de General Gómez
Pedraza, un moderado, y el general Anastasio Bustamante, un derechista. Aunque
Gómez Pedraza fue declarado ganador, Guerrero se negó a reconocer los
resultados oficiales de las elecciones. Una revuelta con éxito a su favor fue
organizada por Leonardo Zavala, ex senador por Yucatán que había ganado una
reputación en la capital como periodista radical. Guerrero fue entonces
debidamente "elegidos" y asumió la presidencia el 1 de abril de 1829. Como una
concesión a los conservadores, Bustamante continuó como vice-presidente.

A pesar de Guerrero fue un soldado temible, que estaba fuera de su elemento en la


arena política. El verdadero poder detrás del trono era el ultra-liberal y Zavala, los
conservadores alegaron, el diplomático gringo Poinsett. En julio de 1829, el
ambicioso Santa Anna derrotó a un intento de invasión española de México,
convirtiéndose así en un héroe nacional. Aunque Guerrero era todavía demasiado
popular para convertirse en el principal blanco de los ataques conservadores,
concentraron su fuego contra Zavala y Poinsett. Esta campaña fue un
éxito. Zavala, a quien había designado Guerrero como ministro de guerra, se vio
obligado a dimitir en noviembre de 1829 y Poinsett a abandonar el país. Junto con
Bravo, que había regresado del exilio, Bustamante montado una revuelta contra
Guerrero el 04 de diciembre. El 1 de enero de 1830, Bustamante asumió la
presidencia como el Congreso de Guerrero despojado de sus poderes. De regreso a
su tierra natal en el sur, Guerrero montó una insurrección contra Bustamante.
Aunque las fuerzas de Bustamante sufrió derrotas iniciales, Guerrero fue capturado
a través de un ardid. Ministro Bustamante de Guerra y Marina, José Antonio Facio,
pagó cincuenta mil pesos capitán genovés invitar a Guerrero a bordo de su buque,
entonces anclado en Acapulco. Embarque en el barco, Guerrero fue secuestrado y
llevado a la ciudad de Oaxaca. Allí, tras una farsa de juicio militar, fue ejecutado el
14 de febrero de 1831.

¿Por qué Guerrero tratado tan cruelmente? Otros disidentes, especialmente Nicolás
Bravo a la derecha y Leonardo Zavala a la izquierda, fueron enviados al exilio o
bien le permitió renunciar a sus puestos. Una explicación es proporcionada por Jan
Bazant, profesor de historia en el Colegio de México, uno que pinta una imagen
desagradable de racismo y los prejuicios de clase. Escribe Bazant: "La clave es
provista por que ... Zavala señaló que Guerrero era de sangre mixta y que la
oposición a su presidencia llegó a partir de (élites) ... Esta gente (temido) la
subversión social y racial. A pesar de su pasado revolucionario , el criollo rico Bravo
pertenecía a este "club de caballeros" como lo hizo ...Zavala, a pesar de su
radicalismo ... Guerrero ejecución fue tal vez una advertencia a los hombres
considerados como socialmente y étnicamente no inferiores a atreverse a soñar
con ser presidente. "

LOS MITOS EN LA HISTORIA

Por: Ricardo Infante

Si alguien nos demostró que el mito es fundamental en la historia de los pueblos, ese fue el
aedo Homero, quien utilizando una inmensa cantidad de personajes míticos, inventando
proezas y dándole carácter de épica hazaña a las acciones de Aquiles y Odiseo, logró crear
entre los herederos de la cultura helénica tal fuerza que los guerreros que defendieron a Grecia
contra Persia y las conquistas de Alejandro estuvieron inspiradas en aquella obra que en
realidad no pasó de ser una simple guerra por el control del mercado del bronce y cobre en el
Egeo.

Fue así que una simple guerra de rapiña terminó siendo la primera gran hazaña literaria de la
cultura occidental y del más grande guerrero de la antigüedad: Alejandro el Grande.

Igualmente en la historia de nuestra Independencia tenemos mitos que han contribuido a


generar orgullo y a enriquecer la historia cultural e ideológica de nuestro país. El más notable,
desde luego, es la parcialidad de la virgen de Guadalupe, patrona y guía del espíritu
independentista desde que Hidalgo la incorporara en Atotonilco como generala de los ejércitos
insurgentes, otorgando el papel de protectora de los españoles a la virgen de los Remedios.
Este mito, en el que habría que señalar que la virgen de Guadalupe en ciertos estamentos de la
cultura popular –sobre todo indígena-, tenía su equivalente en la Tonantzin, pero no hay que
olvidar que Guadalupe es una virgen castellana traída por los conquistadores y que por cierto
es venerada en la región en donde naciera Hernán Cortés, de tal suerte que aunque su color
moreno y su reinterpretación pictórica hicieron de ella un baluarte de nuestra idiosincrasia, no
deja de ser una imagen hispánica, habilísimamente incorporada por el primer intelectual e
ideólogo de nuestra Independencia: el cura Miguel Hidalgo.

Por otra parte, tenemos el famoso abrazo de Acatempan, del cual no existe ningún documento
fidedigno o dato testimonial que nos indique que tal acontecimiento sucedió; sin embargo, en la
imaginería y en la historia popular de Guerrero el hecho se consumó posiblemente concebido
por una circunstancia fortuita; es decir, por un encuentro casual que al parecer Iturbide tuvo ya
una vez entrado en correspondencia con el General Guerrero, pero que de ninguna manera fue
acordado, y en el que seguramente tampoco existió el famoso abrazo, no obstante hay relatos
que hablan de este encuentro en donde por cierto Guerrero en forma socarrona le señala a
Iturbide que Pedro Ascencio de Alquisiras ni desmontará su caballo, ni mucho menos se
acercará a conversar con el comandante militar realista, señalando su carácter reacio y
desconfiado. Como sabemos, efectivamente Pedro Ascencio nunca accedió al Plan de Iguala;
es más, el aguerrido tlahuica murió combatiendo a los españoles. Pero todos los libros de
historia oficial se refieren al hecho como si fuera un dato histórico irrefutable.

Otro mito que hasta le fecha divide a los mexicanos es el que presupone que Agustín de
Iturbide fue el verdadero promotor de la Independencia al iniciar una relación epistolar con don
Vicente Guerrero. Habría que señalar que quién inicia el envío de cartas a comandantes
realistas como el Coronel Moya y al comandante Armijo -a la sazón, responsable militar realista
del sur-, es Guerrero, proponiéndoles auspiciar la Independencia y así pasar a la historia como
patriotas. Iturbide se enteró del hecho y utiliza la disposición de Guerrero, sobre todo después
de haber perdido cuatro batallas consecutivas con las tropas insurgentes, entendiendo que él
tampoco podría derrotar a los patriotas del sur. Iturbide nunca pensó realmente en la
Independencia, prueba de ello, es que ni siquiera incorporó a los comandantes del ejército
insurgente a su entrada triunfal a la Ciudad de México y mucho menos les propuso formar un
gobierno que tuviera ese sentido. Iturbide se proclamó emperador, y quienes sí habían luchado
por la Independencia, meses después lo desconocieron y posteriormente fue fusilado en
Padilla. Sin embargo, obviamente quienes se reconocían y se reconocen en el mismo ideario de
Iturbide, es decir, la alta burguesía, los descendientes de la aristocracia española, desde luego
el clero –al que siempre representó-, lo proclaman su gran campeón, recordándolo año con año
en su tumba ubicada en la catedral metropolitana después de un anual tedeum in memoriam de
tan nefasto militar y hombre.

Como vemos nuestra tiene mitos que en la imaginación del mexicano ocupan un espacio
invaluable, porque finalmente todos los seres humanos necesitamos de personajes o
situaciones que consideramos fundamentales, aunque en la realidad los hechos y las personas,
al analizarlos en la frialdad de los datos duros estén revestidos de las mismas características
que el resto de los seres humanos.

Y así, Hidalgo, Morelos, Guerrero, Iturbide, Riaño, Calleja, y el resto de los personajes de
nuestra historia cometían errores, tenían defectos y debilidades, y lo que los hizo grandes, o por
lo menos loables para su causa fue que en los momentos importantes de su vida supieron ser
trascendentes y asumir su papel, pero siempre el mito será más hermoso, tendrá el halo que
deja lo fantástico, que incluso puede llegar a ser gran motor de las naciones. (NotiSur)

COMENTARIOS AL LIBRO DE VICENTE FUENTES DÍAZ: REVALORACIÓN


DE VICENTE GUERRERO, CONSUMADOR DE LA INDEPENDENCIA.

POR MOISÉS ALCARAZ JIMÉNEZ

Con el estilo que lo caracteriza, de lectura ágil y amena, sin tantos vericuetos que conduzcan al
tedio, pero sin demeritar el rigor científico del ensayo y la profundidad de la investigación,
Vicente Fuentes Díaz nos conduce magistralmente con este texto al hombre político que fue
Vicente Guerrero. Alejado del terciopelo de la historia patria y del fervor cívico protocolario que
envuelve a los héroes de bronce, el autor nos pinta de cuerpo entero al prócer suriano que,
además de sus amplios conocimientos del arte de la guerra, fue con su inteligencia política el
verdadero consumador de la independencia.

Vicente Guerrero, dice Fuentes Díaz, no fue sólo el rudo arriero que conduciendo a sus bestias
de carga recorrió la agreste geografía del sur de la Nueva España; tampoco fue el tosco
campirano incapaz de comprender su entorno político y social. El libro comentado es uno de
aquellos que desde su título expresan perfectamente el alcance de su contenido. Fuentes Díaz
revalora perfectamente en esta publicación al hombre de Estado, al ferviente republicano
respetuoso de la ley y de las instituciones políticas que fue Vicente Guerrero.

Por más que grandes historiadores contemporáneos a él contribuyeron a plasmar para la


posteridad una imagen muy sesgada y sumamente parcial del héroe del sur, Fuentes Díaz, con
la calidad del minucioso investigador, llega a lo profundo de nuestra historia para rescatar y
mostrar el verdadero perfil político del jefe insurgente cuya semblanza, en palabras del autor,
estuvo mutilada y semicubierta por más de siglo y medio por la hojarasca de los ditirambos
cívicos.

Vicente Fuentes Díaz expresa en esta investigación su desacuerdo con los historiadores de
mayor renombre de aquella época que inclusive convivieron con Guerrero. Ni Lucas Alamán, ni
Carlos María de Bustamante, ni Lorenzo de Zavala lograron recrear en sus escritos con apego
a la realidad y con fidelidad al hombre de ideas políticas que fue el insurgente suriano, ni
reflejaron con objetividad al actor político fundamental que fue el prócer en la consumación de
nuestra independencia.

Esos historiadores, cuyo prestigio trascendió su tiempo, incurrieron, de acuerdo con nuestro
autor, en vaguedades, omisiones y en una visión reduccionista de lo acontecido, además de
pasar sus escritos por el tamiz de su ideología, como fue el caso de Alamán, ilustre
conservador que llegó a defender las posturas de Agustín de Iturbide. Los estudiosos más
serios de la historia de la independencia de México, y con mayor razón los apologistas de
Iturbide, apoyaron sus investigaciones en esos tres autores y con ello profundizaron la visión
parcial sobre Vicente Guerrero que prevaleció a lo largo del tiempo. Tal fue el caso de Vicente
Rocafuerte, José María Lafragua y los estudiosos de la etapa porfirista, como Francisco Bulnes,
Justo Sierra, Irineo Paz y otros; igualmente se encuentran en la misma situación prestigiados
escritores de la primera mitad del siglo pasado, como José Mancisidor, Luis Chávez Orózco y
Alfonso Teja Zabre.

Afirma el autor de este texto que por más de ciento cincuenta años subsistió sin variación un
mismo esquema sobre la consumación de la independencia, donde se magnifica la presencia
de Agustín de Iturbide y no se valora el verdadero aporte de Vicente Guerrero en la fase crucial
del proceso que dio vida al México libre del yugo monárquico español.

Para llegar a la importante revaloración de Vicente Guerrero, el autor recurre con la agudeza
del apasionado investigador a las fuentes directas de la historia de la independencia. Revisa
con minuciosidad ejemplar documentos escasamente conocidos. Con mirada microscópica
analiza el tejido más fino de la fase culminante de la independencia de México. Disecciona con
el bisturí del galeno las fuentes documentales de nuestro proceso libertario.

Con ello, y debemos de reconocer que también como guerrerense no exento de su fervor a las
tierras del sur y a sus próceres, Fuentes Díaz revalora las cualidades políticas del consumador
de la independencia a quien en el texto, además de describirlo como un experto en las tácticas
de la guerra, lo retrata como un hombre de ideas políticas, conocedor del funcionamiento y las
bondades del sistema republicano de gobierno, respetuoso del marco legal, un liberal del ala
radical preparado para las lides políticas que luchó siempre por hacer de México un país de
instituciones y de ciudadanos libres y en pleno ejercicio de sus derechos.

Por ser un modelo de gobierno representativo y popular, principal aspiración independentista,


Guerrero tuvo siempre el anhelo de instaurar la República en México en contraposición a la
monarquía y todas las expresiones del absolutismo. Es de fundamental relevancia que hasta
1821, dice Fuentes Díaz, ninguno o muy pocos de los jefes insurgentes hablaron de República
o sistema republicano de gobierno, fue Guerrero el primer insurgente que se refirió a esa forma
de gobierno, lo que constituye una muestra más de que el prócer suriano fue un hombre de
amplias cualidades políticas. No fue un ideólogo en el sentido moderno del término, precisa el
autor de este texto, pero tampoco fue un hombre privado de ideas políticas, que las tuvo, muy
claras y justas, agrega el profesor Fuentes Díaz.

Este ensayo va más allá de la anécdota y la narración simple. El autor estudia el contexto con la
visión del historiador moderno que incluye en su investigación el entorno sociopolítico y el
impacto del factor económico en las relaciones de poder. Con la didáctica del buen profesor,
Fuentes Díaz nos conduce por el tiempo en que vivió Guerrero, tiempo que el autor recrea con
singular maestría. Con sus conocimientos sobre teoría política y la experiencia en el ejercicio
del gobierno que Fuentes Díaz adquirió en la praxis política, describe al poco conocido Vicente
Guerrero como hombre de Estado, promotor de la institucionalidad de México e impulsor del
orden social sustentado en el Derecho. Además de estas tres grandes virtudes de Fuentes
Díaz: la del profesor, la del historiador y la del actor político, debemos agregar también la visión
del politólogo que a lo largo de su obra ha tenido este lúcido pensador, lo cual le permite
analizar a la política al nivel de ciencia y a la altura de la inteligencia y del conocimiento
permeados por el rigor metodológico y la sistematización de ideas.

Con esa amplitud de conocimientos y cualidades de investigador profundo, el autor aborda los
importantes acontecimientos que antecedieron a la firma del Plan de Iguala, aspecto medular
de su libro y parte sumamente nebulosa de nuestra historia que los escritores más connotados
de la época se encargaron de enrarecer aún más. Es precisamente en esta fase crucial donde
Vicente Guerrero se muestra como el gran conocedor del arte de la política, como el hábil
político que persuade al adversario para construir acuerdos, para llegar a consensos y pactar la
independencia.

Iturbide fue mandado al sur por la coalición gobernante encabezada sólo formalmente por el
virrey Apodaca para aniquilar a Guerrero, no para tender puentes de entendimiento con la
insurgencia. El propio jefe realista se había fijado como objetivo eliminar al suriano sin
miramiento, dice Fuentes Díaz, y acabar de raíz con el movimiento independentista. Iturbide se
ve obligado a cambiar de planes y revelarse contra el virrey cuando está consciente de la
imposibilidad de derrotar a la insurgencia. Carlos María de Bustamante, cita Fuentes Díaz,
afirma que los soldados leales a Guerrero eran terribles e indomables, a los que Iturbide jamás
pudo derrotar.

Es entonces cuando Iturbide acepta la propuesta de diálogo y el plan de independencia


diseñado mucho antes por Guerrero y que desde años atrás, cuatro años antes, dice José
Francisco Ruiz Massieu en su discurso de Los Pinos, había planteado a los jefes realistas que
antecedieron a Iturbide en las montañas del sur. Para entonces la situación de las fuerzas
insurgentes también era crítica. Lo prolongado de la lucha (más de 10 años combatiendo al
ejército realista), lo encarnizado de las batallas y la escasez de recursos mermaban el ánimo de
la tropa y debilitaban al movimiento. Se hacía necesario hacer un paréntesis y pensar en la
conciliación sin claudicación. La lucha armada, afirma el autor, se había vuelto fatigosa y
rutinaria, había llegado a un punto muerto. Fue entonces cuando ocurre la rebelión liberal en
España contra el absolutismo de Fernando VII que abre a la insurgencia encabezada por
Guerrero nuevas alternativas de lucha.

En la idea de Guerrero este hecho constituyó el modelo a seguir para la Nueva España. Habría
que ver quiénes serían los que podrían encabezar dentro del propio ejército virreinal una
rebelión similar contra el dominio español para lograr un gobierno autónomo para la Nueva
España. Combinar el arte de la guerra con el arte de la política para impulsar aquella idea fue
entonces la esencia de la estrategia independentista del héroe suriano. Guerrero fue el primer
insurgente en concebir esta estrategia, dice Fuentes Díaz, quien agrega que esto hay que
reiterarlo cuantas veces sea necesario. Es el inmenso mérito de Vicente Guerrero.

De la habilidad negociadora de Guerrero en torno al Plan de Iguala, da cuenta Ernesto


Lemoine, que es de los contados historiadores que valora en su justa dimensión la agudeza
política del suriano para construir acuerdos en busca de un gobierno autónomo. En la página 27
de este ensayo, Fuentes Díaz cita a Lemoine cuando dice: “Guerrero no fue en el gran suceso
de 1821, el cándido, blando y desprendido figurante que han simulado docenas de escritores.
Por el contrario, fue un hábil político, agudo y calculador, consciente de lo que hacía y cómo lo
hacía, que se manejó frente a Apodaca e Iturbide con una sagacidad de la que éstos fueron los
primeros sorprendidos”. Para entonces Guerrero ya no era ni el rudo arriero ni el tosco
campirano. Se había convertido en el habilidoso político que le dio la independencia a México.
Lemoine hace otra importante observación sobre Guerrero cuando afirma que el suriano
“sustentaba la tesis no frecuente en los militares afortunados, de que las causas se consolidan
y se ganan, menos en el terreno de las armas que en el de los principios”.

Para algunos historiadores el Plan de Iguala tuvo alcances muy limitados y para otros fue la
reafirmación del viejo régimen, aunque ahora con la autonomía de la monarquía española. En
palabras de Fuentes Díaz, el Plan de Iguala era, en mucho, la contrarrevolución antiliberal, pero
la demanda principal de Guerrero se había cumplido: lograr la independencia, lo cual abría el
camino a nuevas expectativas; por lo pronto, dadas las condiciones del momento y ante un
enemigo todavía muy poderoso, era lo que se podía hacer y lograr como un primer paso hacia
un nuevo sistema de gobierno.

La bondad, la justicia y la equidad distinguieron a Guerrero a lo largo de su vida. Fue un hombre


de indiscutible calidad humana. Su actuar nunca conoció la crueldad ni en los momentos más
álgidos de la guerra. Su grandeza no derivó de algún mandato jurídico ni de algún cargo
administrativo, su liderazgo estuvo sustentado en las virtudes y cualidades extraordinarias que
le reconocían quienes con toda lealtad lucharon junto a él. Jamás se enriqueció y vivió la mayor
parte de su vida menos que en la medianía. Fue un hombre que con la humildad que lo
caracterizó y la fuerte convicción revolucionaria con la que siempre actuó, irradiaba credibilidad
y confianza.

Su enorme patriotismo está exento de toda duda. Se lo reconocían también sus adversarios. En
lo personal creo con firmeza que, efectivamente, para Vicente Guerrero la patria siempre fue
primero. (NotiSur)

Vicente Guerrero: el insurgente que promovió la


Independencia de México

Escrito por Antonio Guerrero Aguilar


jueves, 18 de febrero de 2010
Vicente Ramón Guerrero Saldaña nació en Tixtla,
población del actual estado de Guerrero a principios de agosto de
1782. Fueron sus padres Juan Pedro Guerrero y Guadalupe Saldaña.
Su familia pertenecía a la casta de los mulatos. El día 10 de agosto de
ese año fue llevado a la parroquia en donde fue bautizado. Se sabe
poco acerca de su infancia y de su juventud, excepto que se dedicó a
los trabajos del campo y a la arriería, desde la Costa Grande hasta la
Tierra Caliente entre 1792 y 1810.
El 26 de mayo de 1811 se unió al movimiento de independencia que
promovía en el sur el padre Morelos, quedando a las órdenes de
Hermenegildo Galeana. En 1812 destaca en la batalla de Izúcar en
Puebla y por ello alcanzó el grado de capitán. Luego acompañó a
Morelos en la toma de Oaxaca en donde alcanzó el grado de teniente
coronel y recibió la encomienda de organizar la rebelión en el sur de
Puebla, dedicándose a la fabricación de pólvora, a la fundición de
artillería y preparar a sus tropas.
El 23 de enero de 1814 se encargó de la protección del Congreso
Constituyente y debido a sus campañas militares, fue nombrado
general por el mismo Morelos. En 1815 conduce y resguarda al
Congreso de Chilpancingo a Tehuacán. Después de la muerte del
padre Morelos y de la prisión de losprincipales caudillos surianos,
Guerrero continúa atacando a los realistas. Por ello el virrey de
Apodaca le manda a su papá don Juan Pedro en 1819, para hacer que
deje las armas a cambio de privilegios y riquezas. Temiendo por su
muerte, al ver a Vicente se echó a sus pies y con llanto en los ojos le
pedía que dejara la lucha insurgente. Se dice que Guerrero mandó
llamar a sus principales hombres y les dijo: “este pobre anciano que
ven es mi padre, pero mi patria es primero”.
Entre 1815 y 1820 permanece como guerrillero, oculto entre las
sierra y el territorio inhóspito del sur. En unas veces le toca triunfar,
en otras es derrotado, muchas veces tuvo que huir y vivir
prácticamente a salto de mata. El 5 de noviembre de 1818 derrotó a
un jefe realista llamado Armijo y obtiene un cuantioso botín de guerra
que le permite armar a un ejército para continuar con la lucha
insurgente de Morelos. El 7 de octubre de 1820 entró en
negociaciones con el virrey de Apodaca pero al no llegar a un
acuerdo, le pide a Agustín de Iturbide que marche al territorio sureño
para que lo someta, lo cual no pudo conseguir.
Luego Iturbide participó activamente en la llamada Conjura del Plan
de la Profesa, que ante la amenaza de perder los privilegios que
mantenían los miembros del alto clero y del ejército, mismos que las
reinstaladas Cortes de Cádiz pretendían desaparecer. El 10 de enero
de 1821 Iturbide le escribe a Guerrero para solicitarle su adhesión a
un proyecto de consumación de la guerra de Independencia. Pero no
se dejó convencer y le responde a Iturbide para que juntos luchen por
la Independencia de la Nueva España. Iturbide insiste por medio de
un interlocutor de nombre José Figueroa, quien finalmente convence
a Guerrero para mantener un encuentro con Iturbide. La famosa
entrevista se dio el 14 de marzo de 1821 iniciando con el célebre
abrazo de Acatempan, con el que después pactaron las tres
garantías: Dios, Patria y Libertad y la unión de los insurgentes y de
los realistas. Guerrero reconoce la independencia de México a cambio
de instaurar una monarquía constitutiva con el reconocimiento de la
igualdad entre todos los mexicanos y la declaración de la fe católica
como única religión. Iturbide quedó como jefe del Ejército Trigarante
y luego acude en búsqueda de Juan de O´donojú que venía a tomar
posesión como virrey de la Nueva España, signando con él los
Tratados de Córdoba.
El 27 de septiembre de 1821, Guerrero e Iturbide entraron con sus
ejércitos a la ciudad de México. Luego Iturbide se proclamó
emperador con el beneplácito de Guerrero quien quedó como general
del sur. Pero después se enemistaron, a tal grado de que apoyó el
levantamiento de Antonio López de Santa Anna. En una de las
batallas fue herido de gravedad. En 1823, al ser depuesto Iturbide,
Guerrero forma parte como suplente del Triunvirato que asume el
poder ejecutivo. Se convierte en líder de la logia de rito yorkino y en
1824 perdió las elecciones para llegar a la vicepresidencia de la
república. Entre 1825 y 1826 se retiró a la vida privada para
recuperarse de la herida que sufrió en la acción de Almolonga.
A principios de 1827 fue nombrado presidente del Supremo Tribunal
de Guerra y regresa a la acción con el nombramiento de comandante
general en Veracruz. En 1828 se suma al Plan de la Acordada para
destituir al presidente Manuel Gómez Pedraza.
El congreso lo nombra presidente de México en enero de 1829, cargo
que ocupó hasta diciembre de ese año. Durante su presidencia, le
hace frente a la invasión de Isidro Barradas, padeció las luchas
internas por el poder encabezadas por las logias y abolió la esclavitud
el 16 de septiembre, durante su gestión afrontó graves problemas
como el suscitado por la expulsión de los españoles de México, el
ofrecimiento de Estados Unidos para comprar Texas, a lo cual se
opuso rotundamente y la guerra civil de Yucatán.
En 1830 el congreso lo declara “imposibilitado para gobernar la
República”, por lo que Guerrero se marcha al sur para levantarse en
armas en contra de Anastacio Bustamante.
La guerra se prolongó todo 1830. El gobierno de Anastasio
Bustamante, por medio de su ministro José Antonio Facio, se concertó
con el marino genovés Francisco Picaluga para dar muerte a Guerrero
El 14 de enero de 1831 fue invitado a comer abordo del bergantín El
Colombo, anclado en Acapulco, ahí el marino genovés Francisco
Picaluga lo toma prisionero y lo entregó al capitán Miguel González,
quien condujo a Guerrero a Oaxaca. Un consejo de guerra lo condenó
a muerte. Lo fusilaron en la villa de Cuilapan, la mañana del 14 de
febrero de 1831. En honor de Vicente Guerrero, un Estado de la
República Mexicana ostenta su nombre.
Y así llegó el fin de uno de nuestros héroes más incomprendidos de
nuestra historia. A decir verdad, Guerrero fue un guerrero que luchó
por la insurgencia con humildad y sacrificio. Que después fue un
funcionario público que reconocía sus limitaciones y que no obstante,
llegó a ser presidente de México, un mulato que desapareció la
esclavitud y que le hizo frente a los españoles durante la expedición
fallida de Isidro Barradas. Sinceramente que bien se le puede
considerar como uno de los padres de la independencia de México.
Antonio Guerrero Aguilar

Crónica Citadina
“VICENTE GUERRERO…LA PATRIA ES PRIMERO”
Por Ignacio A. Herrera Muñoz.
La didáctica de la historia de México, debe ser uno de los
objetivos primordiales para enmarcar los festejos del
Bicentenario de la Independencia de México.
En celebraciones patrióticas de centenarios como el nacimiento
de Juárez en 1906 quedaron textos que fueron hechos
especialmente para significar esa efeméride relevante, así como
el centenario de su muerte en 1972; algunos guardamos agendas
que fueron distribuidas donde se manifiesta el ideario de
distinguido indio zapoteca cuya figura se agiganta como la
sierra zapoteca.
Con tanto material histórico de ambas gestas relevantes y la
vida de esos héroes y caudillos deben imprimirse textos
especiales donde se difunda la vida ejemplar y los ideales de
estos próceres; organizar galerías itinerantes donde se exhiban
las fotografías de estos hombres ilustres con una síntesis de su
vida. Me permito hacer mención de la participación de un
célebre insurgente: “Don Vicente Guerrero”, personaje de
relevancia en la lucha independiente; mexicano de férreo valor,
de entrega a sus ideales en alcanzar la independencia del país
que amaba.
Este paladín mexicano nació el 10 de agosto de 1783, en Tixtla,
población que actualmente lleva su nombre. Hijo de Juan Pedro
Guerrero y María Guadalupe Saldaña; su nombre completo fue
Vicente Ramón Guerrero Saldaña. Desde niño se dedicó al
comercio, siendo ya un joven siendo arriero, fue invitado por
los hermanos Galeana, comerciantes también para que se les
uniera a la lucha libertaria que el cura Hidalgo había iniciado
en la parroquia de Dolores.
Así, en el año de 1811 ya figuraba como capitán cuando don José
María Morelos le encargó el mando de la Plaza Izúcar cuyo nombre
es ahora Matamoros.
Guerrero se distinguió como un valiente soldado en las campañas
de los insurgentes. Durante la batalla de Izúcar derrotó al
General Brigadier Ciriaco del Llano El 23 de febrero de 1811,
quien como jefe realista gozaba de una prestigiosa fama. A causa
de la insurgencia se derramó mucha sangre; habiendo muerto todos
los grandes jefes por la patria, Vicente Guerrero quedó
manteniendo la llama de la libertad en el sur.
Se hizo fuerte en las montañas del estado que ahora lleva su
nombre y allá abatió a Iturbide en varios combates. Antes de
derrotar a este temible perseguidor de la insurgencia, había
hecho planes para la independencia de México.
En carta fechada del 17 de agosto de 1820 en su campamento en la
sierra de Xaliaca, le envía una carta el coronel Carlos Moya,
jefe realista, en el sentido de que con tal de que México sea
libre le ofrece sus tropas para tal fin. En el siguiente párrafo
están condensado el pensamiento libertario de Guerrero al
responderle a Moya lo siguiente: “En este concepto, siempre que
usted quisiera abrazar mi partido y trabajar por la libertad
mexicana, no como subalterno mío, sino como mi jefe, sabría yo
ponerle a su disposición cuales quiera número de tropas y armas
para tal efecto, advirtiéndole que las que tengo el honor de
mandar son con alguna mediana disciplina y orden y que estos
soldados andan treinta y cuarenta leguas sin oírlos decir que
tienen hambre o quieren préstamos pues son soldados decididos”.
Así se expresaba el general Guerrero de sus hombres y si Moya no
tuvo visión de lo que el suriano indomable le ofrecía, si la
supo aprovechar un año después cuando se encontraba derrotado,
el futuro Agustín I.
Se dice que Guerrero e Iturbide se encontraron en Acatempan y
allí se dieron un abrazo. Según el historiador Antonio Uroz en
su libro “HOMBRES Y MUJERES DE MÉXICO” editado en 1972 asienta
que es una mentira que otros historiadores fraguaron. La fecha
que se fija para ese encuentro no está de acuerdo con el
derrotero militar que Guerrero seguía. En el archivo General de
la Nación se encuentran documentos que prueban que este famoso
abrazo no existió. Es lógico pensar en Iturbide derrotado ante
Guerrero y éste ofrecerle sus tropas para acabar con la
dependencia de España, la sagacidad de Iturbide y su futuro
político la aceptaron de inmediato. De ese modo, Vicente
Guerrero demostró que: “La Patria es Primero”, pues no puso
condiciones para que sus tropas que fueron siempre leales
participaran en la consumación de la Independencia con esa
acción, tener en sus manos a un enemigo derrotado y darle fuerza
para que figurara como el consumador de la Independencia quedó
constancia ante la historia del valor y amor a México de Vicente
Guerrero.
Fue presidente de la república del primero de diciembre de 1829
al 17 de diciembre de 1830. En su gestión dicta un manifiesto
donde se preocupa por los indios y darle al pueblo instrucción
pública. Defiende la integridad de la nación, debido a que
todos los países poderosos de Europa la querían invadir,
especialmente España, que soñaba con reconquistarla. Gracias al
genio militar y político de Guerrero todo esto se evitó. Fue el
primero en declarar día de fiesta nacional el 15 de septiembre,
para recordar a los iniciadores de nuestra Independencia y no a
los políticos iturbidistas que a toda costa trataban de borrar
la imagen de Hidalgo, Morelos, Allende, los Galeana y tantos
otros insurgentes.
Estaba en el poder el asesino Anastacio Bustamante, cuando
Guerrero fue traicionado por el Genovés capitán del bergantín
EL COLOMBO Francisco Picaluga quien lo invitó a almorzar. Allí
fue apresado por orden de Bustamante y llevado a las costas de
Oaxaca donde fue entregado a los esbirros del gobierno.
Trasladado a la ciudad de Oaxaca y de allí a Terraso Cuilapan
donde fue fusilado el 14 de febrero de 1831.
Ese fue el gran batallador don Vicente Guerrero que un día
cuando el virrey de Nueva España le ofreció el indulto si
aceptaba al régimen colonial y dejaba de combatir, le dijo a sus
soldados: “La patria es primero”.
El nombre de ese prócer mexicano debe significarse en la
celebración del Bicentenario. Aquí en el municipio Othonense
existe una laguna que en su honor lleva su apellido: “Laguna
Guerrero”, escuelas y quizás otros poblados llevan su nombre,
como calles. Su vida al igual que la de todos esos paladines de
la insurgencia ante la sintetización de la didáctica histórica
en las aulas escolares, la niñez y la juventud actual desconocen
los datos de su vida heroica y de sacrificio por la libertad que
ahora disfrutamos. No sería raro que los pobladores de ese
poblado aledaño a Calderitas desconozcan el porque de su nombre,
como en muchos otros casos existen.
IAHM.‐ Chetumal Quintana Roo
Febrero 2010

5
En un artículo publicado en 2007 por el historiador Dr. Jaime del Arenal Fenochio,
nos narra la gran emoción que vivió al descubrir un breve documento inédito en el
poblado de Teloloapan, Guerrero, que fue dirigido por Agustín de Iturbide a Vicente
Guerrero, desde el 26 de noviembre de 1820.
Este documento modifica la creencia de que la primera misiva dirigida por Iturbide a
Guerrero habría sido con fecha del 10 de enero de 1821, misma que se reproduce más
abajo.
Iturbide había aceptado la comandancia del ejército del sur el día 16 de noviembre de
1820, por lo cual el documento encontrado por el Dr. Arenal Fenochio habría sido
enviado a Guerrero apenas 10 días después de haber tomado el cargo y en respuesta
a otro mensaje enviado previamente por Guerrero.
El texto del breve mensaje se reproduce enseguida:

Teloloapan Noviembre 26 de 1820

Sr. Gral. D. Vicente Guerrero,


Exmo. Sr.
Recibí la atenta nota de usted de fecha 22 del presente mes y por ella veo que no está usted dispuesto a deponer las armas
y sí a continuar la campaña que inició el cura Hidalgo.
Ojalá que pasando otros días, uno ú otro quede convencido de la justa causa que nos conduce a batirnos en los campos de
batalla.
A vuelta de correo sabré lo que Vd. piensa sobre el particular.
Dios gue. a Vd. ms. as.
Agustín de Yturbide.
Otro de los temas que trata el Dr. Arenal Fenochio, es el que se refiere al archivo
epistolar de Don Vicente Guerrero que se encuentra en México en muy buenas
condiciones y se denomina "General Guerrero Correspondencia", mismo que
constaba originalmente de 12 tomos, pero actualmente solo existen 11 de ellos en
México. Por desgracia el tomo faltante es el primero. que corresponde a 1821.

Lo que me resultó de especial interés fue saber que el intercambio epistolar entre
Iturbide y Guerrero fue muy intenso y de acuerdo al archivo referido, existen 295
cartas y otros documentos originales, casi todos inéditos, que fueron dirigidos por
Don Agustín de Iturbide para Don Vicente Guerrero.
Esto demostraría el especial cuidado de Iturbide para mantener debidamente
informado a Guerrero de todos y cada uno de los movimientos que realizaba y que
definitivamente nos hacen ver su amplia capacidad de organización. Es evidente que
toda su campaña de difusión y de unificación tuvo una excelente planeación y
meticuloso cuidado de los detalles. Todo esto sorprende, con mayor razón si
consideramos que en aquellos días escribir una carta requería de mucho cuidado y
tiempo invertido y que además los medios de comunicación eran bastante
rudimentarios.

A continuación se transcriben los textos de las dos cartas que son las más conocidas y
al final dos mensajes de Agustín de Iturbide que sirvieron para culminar el encuentro
final en Acatempan.
CARTA DE AGUSTIN DE ITURBIDE DEL 10 DE ENERO DE 1821, ENVIADA DESDE CUAULOTITLAN Y
DIRIGIDA A VICENTE GUERRERO.

Muy señor mió:


Las noticias que ya tenia del buen carácter é intenciones de Vd., y que me ha confirmado
D. Juan Davis Bradburn, y últimamente el teniente coronel D. Francisco Antonio Berdejo,
me estimulan á tomar la pluma en favor de Vd. mismo, y del bien de la patria.

Sin andar con preámbulos que no son del caso, hablaré con la franqueza que es
inseparable de mi carácter ingenuo. Soy interesado como el que mas en el bien de esta
Nueva España, país en que como Vd. sabe he nacido, y debo procurar por todos medios su
felicidad.

Vd. está en el caso de contribuir á ella de un modo muy particular, y es cesando las
hostilidades, y sujetándose con las tropas de su cargo á las órdenes del gobierno; en el
concepto de que yo dejaré á Vd. el mando de su fuerza, y aun le proporcionaré algunos
auxilios para la subsistencia de ella.

Esta medida es en consideración á que habiendo ya marchado nuestros 'representantes al


congreso do la Península, poseídos de las ideas mas grandes de patriotismo y de
liberalidad, manifestarán con energía todo cuanto nos es conveniente; entre otras cosas,
el que todos los hijos del país sin distinción alguna la, entren en el goce de ciudadanos, y
tal vez que; venga á México, ya que no puede ser nuestro soberano el Sr. D. Fernando VII,
su augusto hermano el Sr. D. Carlos, ó D. Francisco de Piula; pero cuando esto no sea,
persuádase Vd. que nada omitirán de cuanto sea conducente á la mas completa felicidad
de nuestra patria. Mas si contra lo que es de esperarse no se nos hiciese justicia, yo seré el
primero, en contribuir con mi espada, con mi fortuna y con cuanto pueda, á defender
nuestros derechos: y lo juro á Vd. y á la faz de todo el mundo, bajo la palabra de honor en
que puede Vd. fiar, porque nunca la he quebrantado ni la quebrantaré jamás.

Dije mies que no espero que se falte á la justicia en el congreso, porque en España reinan
hoy las ideas liberales que conceden á los hombres todos sus derechos; y se asegura en
cartas muy recientes, que Fernando VII el Grande, no ha querido que en las cortes se
decidan reformas de religiones y otros puntos de esta importancia, hasta tanto no lleguen
nuestros representantes, lo que manifiesta con claridad que estos países le merecen á S.
M. el debido aprecio. Ya sabrá vd. también como por los mismos principios han sido
puestos en libertad los principales caudillos del partido de Vd. que se hallaban presos, D.
Ignacio Rayón, D. José Sixto Berduzco, D. Nicolás Bravo & si Vd. quisiese enviar algún
sujeto que merezca su confianza para que hable conmigo y se imponga á fondo de muchas
cosas de las noticias que podré darle, y de mi modo de pensar, puede vd. dirigirle por
Chilpancingo, que si no hubiese llegado yo allí me espere, que no será mucho tiempo lo
que tenga que aguardar: y para que lo verifique libremente y pase mas adelante hasta
encontrarme si gusta, le acompaño el pasaporte adjunto; bien entendido de que aunque
sea D. Nicolás Catalán, D. Francisco Hernández, D. José Figueroa, D. Ignacio Pita, ó
cualquiera otro individuo de los mas allegados á vd., volverá libre á unirse aun cuando no
le acomoden las proposiciones mías.

Supongo que Vd. no inferirá de ninguna manera que esta carta es por otros principios, ni
tiene otro móvil que el que le he manifestado; porque las pequeñas ventajas que Vd. ha
logrado, de que ya tengo noticia, no pueden poner en inquietud mi espíritu, principalmente
cuando tengo tropa sobrada de que disponer, y que si quisiese me vendría más de la
capital; sirviendo á Vd. de prueba de esta verdad, el que una sección ha marchado ya por
Tlacotepec, al mando del teniente coronel D. Francisco Antonio Berdejo, y yo con otra iré
por el camino de Teloloapan dejando todos los puntos fortificados con sobrada fuerza, y
dos secciones sobre D. Pedro Alquisira.

El teniente coronel Berdejo va á tomar el mando que tenia el Sr. Moya, y le he prevenido
que si Vd. entra en contestaciones, suspenda toda operación contra las tropas de Vd. el
tiempo necesario hasta saber su resolución: todo lo que le servirá de gobierno.

Si Vd. oye con imparcialidad mis razones, seguro de que no soy capaz de faltar en lo mas
mínimo, porque esto sería contra mi honor que es la prenda que mas estimo, no dudo que
entrará en el partido que le propongo, pues tiene talento sobrado para persuadirse de la
solidez de estos convencimientos.

El Sr. Dios de los ejércitos me conceda este placer; y vd. entretanto disponga de mi buena
voluntad, seguro de que le complacerá en cuanto sea compatible con su deber, su atento
servidor que le estima y S. M. E.—Agustín de Iturbide.—Sr. D. Vicente Guerrero.

CARTA DE VICENTE GUERRERO A ITURBIDE DONDE ACEPTA LLEGAR A UN ACUERDO PARA PONER FIN
A LA GUERRA DE INDEPENDENCIA [1821]

Sr. D. Agustín de Iturbide.


Muy señor mío:
Hasta esta fecha llegó a mis manos la atenta carta de usted de 10 del corriente, y como en ella me insinúa
que el bien de la patria y el mío le han estimulado a ponérmela, manifestaré los sentimientos que me animan
a sostener mi partido. Como por la referida carta descubrí en usted algunas ideas de liberalidad, voy a
explicar las mías con franqueza, ya que las circunstancias van proporcionando la ilustración de los hombres
y desterrando aquellos tiempos de terror y barbarismo en que fueron envueltos los mejores hijos de este
desgraciado pueblo. Comencemos por demostrar sucintamente los principios de la revolución, los
incidentes que hicieron más justa la guerra, y obligaron a declarar la Independencia.

Todo el mundo sabe que los americanos, cansados de promesas ilusorias, agraviados hasta el extremo, y
violentados por último, de los diferentes Gobiernos de España que levantados entre el tumulto uno de otro,
sólo pensaron en mantenernos sumergidos en la más vergonzosa esclavitud, y privarnos de las acciones
que usaron los de la Península para sistemar su gobierno durante la esclavitud del Rey levantaron el grito de
libertad bajo el nombre de Fernando VII, para sustraerse sólo de la opresión de los mandarines. Se
acercaron nuestros principales caudillos a la capital para reclamar sus derechos ante el virrey Venegas, y el
resultado fue la guerra. Esta nos la hicieron formidable desde sus principios, y las represas nos precisaron a
seguir la crueldad de los españoles. Cuando llegó a maestra noticia la reunión de las Cortes de España,
creímos que calmarían nuestras desgracias en cuanto se nos hiciera justicia.

¡Pero qué vanas fueron nuestras esperanzas! ¡Cuán dolorosos desengaños nos hicieron sentir efectos muy
contrarios a los que nos prometíamos ¿Pero cuándo y en qué tiempo? Cuando agonizaba España, cuando
oprimida hasta el extremo por un enemigo poderoso, es, taba próxima a perderse para siempre, cuando más
necesitaba de nuestros auxilios para su regeneración, entonces... entonces descubren todo el daño y
oprobio con que siempre alimentan a los americanos; entonces declaran su desmesurado orgullo y tiranía;
entonces reprochan con ultraje las humildes y justas representaciones de nuestros Diputados; entonces se
burlan de nosotros y echan el resto a su iniquidad; no se nos concede la igualdad de representación, ni se
quiere dejar de reconocernos con la infame nota de colonos, aún después de haber declarado a las
Américas parte integral de la monarquía. Horroriza una conducta corno ésta tan contraria al derecho natural,
divino y de gentes. ¿Y qué remedio? Igual debe ser a tanto mal. Perdimos la esperanza del último re- curso
que nos quedaba, y estrechados entre la ignominia y la muerte, preferimos ésta y gritarnos: Independencia y
dio eterno a aquella gente dura. Lo declaramos en nuestros periódicos a la faz del mundo; y aunque
desgraciados y que no han correspondido los efectos a los deseos, nos anima una noble resignación y
hemos protestado ante las aras del Dios vivo ofrecer en sacrificio nuestra existencia, o triunfar y dar vida a
nuestros hermanos. En este número está usted comprendido. ¿Y acaso ignora algo de cuanto llevo
expuesto? ¿Cree usted que los que en aquel tiempo en que se trataba de su libertad y decretaron nuestra
esclavitud, nos serán benéficos ahora que la han conseguido y están desembarazados de la guerra? Pues
no hay motivo para persuadirse que ellos son tan humanos. Multitud de recientes pruebas tiene usted a la
vista; y aunque el transcurso de los tiempos le haya hecha olvidar la afrentosa vida de nuestros mayores, no
podrá ser insensible a los acontecimientos de estas últimos días.

Sabe usted que el Rey identifica nuestra causa con la de la Península, porque los estragos de la guerra, en
ambos hemisferios, le dieron a entender la voluntad general del pueblo; pero véase cómo están
compensados los caudillos de ésta y la infamia con que se pretende reducir a los de aquella. Dígase, ¿qué
causa puede justificar el desprecio con que se miran los reclamos de los americanos sobre innumerables
puntos de gobierno, y en particular sobre la falta de representación en las Cortes? ¿Qué beneficio le resulta
al pueblo cuando para ser ciudadano se requieren tantas circunstancias, que no pueden tener la mayor parte
de los americanos? Por último, es muy dilatada esta materia, y yo podría asentar multitud de hechos que no
dejarían lugar a duda; pero no quiero ser tan molesto, porque usted se halla bien penetrado de estas
verdades, y advertido de que cuando todas las naciones del universo están independientes entre sí,
gobernadas por los hijos de cada una, sólo América depende afrentosamente de España, siendo tan digna
de ocupar el mejor lugar en el teatro universal. La dignidad del hombre es muy grande, pero ni ésta ni
cuanto pertenece a los americanos, han sabido respetar los españoles. ¿Y cuál es el honor que nos queda,
dejándonos ultrajar tan escandalosamente? Me avergüenzo al contemplar sobre este punto y declinaré
eternamente contra mis mayores y contemporáneos que sufran tan ominoso yugo.

He aquí demostrado, brevemente, cuanto puede justificar nuestra causa, y lo que llenará de oprobio a
nuestros opresores. Concluyamos con que usted equivocadamente ha sido nuestro enemigo, y que no ha
perdonado medios para asegurar nuestra esclavitud; pero si entra en conferencia consigo mismo, conocerá
que siendo americano, ha obrado mal, que su deber le exige lo contrario, que su honor le encamina a
empresas más dignas de su reputación militar, que la patria espera de usted mejor acogida, que su estado le
ha puesto en las manos fuerzas capaces de salvarla y que si nada de esto sucediera, Dios y los hombres
castigarían su indolencia. Estos a quien usted reputa por enemigos, están distantes de serio, pues que se
sacrifican gustosos por solicitar el bien de usted mismo; y si alguna vez manchan sus espadas en la sangre
de sus hermanos, mas la ignorancia de éstos, la culpa de nuestros antepasados, y la más refinada perfidia
de los hombres, nos han hecho padecer males que no debiéramos, si en nuestra educación varonil nos
hubiesen inspirado el carácter nacional. Usted y todo hombre sensato, lejos de irritarse con mi rústico
discurso, se gloriarían de mi resistencia y sin faltar a la racionalidad, a la sensibilidad de la justicia, no
podrían redargüir a la solidez de mis argumentos, supuesto que no tienen otros principios que la salvación
de la patria, por quien usted se manifiesta interesado. Si inflama a usted, ¿qué pues, hace retardar el
pronunciarse por la más justa de las causas? Sepa usted distinguir y no confunda. defienda sus verdaderos
derechos y esto le labrará la corona más grande; entienda usted: yo no soy el que quiero dictar leyes ni
pretendo ser tirano de mis semejantes; decídase usted por los, verdaderos intereses de la Nación, y
entonces tendrá la satisfacción de verme militar a sus órdenes y conocerá un hombre desprendido de la
ambición e intereses, que sólo aspira a sustraerse de la opresión y no a elevarse sobre la ruina de sus
compatriotas.

Esta es mi decisión y para ello cuento con una regular fuerza disciplinada y valiente, que a su vista huyen
despavoridos cuantos tratan de sojuzgarla; con la opinión general de los pueblos que están decididos a
sacudir el yugo o morir, y con el testimonio de mi propia conciencia, que nada teme, cuando por delante se
le presenta la justicia en su favor.

Compare usted que nada me sería más degradante como el confesarme delincuente y admitir el perdón que
ofrece el Gobierno contra quien he de ser contrario hasta el último aliento de mi vida; mas no me desdeñaré
de ser subalterno de usted en los términos que digo; asegurándole que no soy menos generoso y que con el
mayor Placer entregaría en sus manos el bastón con que la Nación me ha condecorado.

Convencido, pues, de estas terribles verdades, ocúpese usted en beneficio del país donde ha nacido, y no
espere el resultado de los Diputados que marcharon a la Península; porque ni ellos han de alcanzar la gracia
que pretenden, ni nosotros tenemos necesidad de pedir por favor lo que se nos debe de justicia, por cuyo
medio veremos prosperar este fértil suelo y nos eximiremos de los gravámenes que nos causa el enlace con
España.

Si en ésta, como usted me dice, reinan las ideas más liberales que conceden a los hombres todos sus
derechos, nada le cuesta, en ese caso, el dejarnos a nosotros el uso libre de todos los que nos pertenecen,
así corno nos lo usurparon el dilatado tiempo de tres siglos. Si, generosa- mente nos deja emancipar,
entonces diremos que es un Gobierno benigno y liberal; pero si como espero, sucede lo contrario, tenemos
valor para conseguirlo con la espada en la mano, "Soy de sentir que lo expuesto es bastante para que usted
conozca mi resolución y la justicia en que me fundo, sin necesidad de mandar sujeto a discurrir sobre
propuestas ningunas, porque nuestra única divisa es libertad, independencia o muerte.

Si este sistema fuese aceptado por usted confirmaremos nuestras relaciones; me explayaré algo más,
combinaremos planes y protegeré de cuantos modos sea posible sus empresas; pero si no se separa del
constitucional de España, no volveré a recibir contestación suya, ni verá más letra mía. Le anticipo esta
noticia para que no insista ni me note después de impolítico, porque ni me ha de convencer nunca a que
abrace el partido del Rey, sea el que fuere, ni me amedrentan los millares de soldados con quienes estoy
acostumbrado a batirme. Obre usted corno le parezca, que la suerte decidirá, y me será más glorioso morir
en la campaña, que rendir la cerviz al tirano.

Nada es más compatible con su deber que el salvar la patria, ni tiene otra obligación más forzosa. No es
usted de inferior condición que Quiroga ni me persuado que dejará de imitarle osando comprender como éI
lo aconseja. Concluyo con asegurarle que la Nación está para hacer una expulsión general, que pronto se
experimentarán sus efectos y que me será sensible perezcan en ellos, los hombres que como usted, deben
ser sus mejores brazos.

He satisfecho el contenido de la carta de usted, porque así lo exige mi crianza; y le repito que todo lo que no
sea concerniente a la total independencia, lo demás lo disputaremos en el campo de batalla.

Si alguna feliz mudanza me diera el gusto que deseo, nadie me competirá la preferencia de ser su más fiel
amigo y servidor, como lo protesta su atento que su mano besa.
Vicente Guerrero.
Rincón de Santo Domingo, a 20 de enero de 1821.

CARTA DE AGUSTIN DE ITURBIDE DEL 4 DE FEBRERO DE 1821, ENVIADA DESDE TEPECUACUILCO Y


DIRIGIDA A VICENTE GUERRERO.

Estimado amigo:
No dudo darle á Vd. este título, porque la firmeza y el valer son las cualidades primeras que
constituyen el carácter del hombre de bien. y me lisongeo de darle á Vd. en breve un
abrazo que confirme mi espresion. Este deseo que es vehemente, me hace sentir que no
haya llegado hasta hoy á mis manos la apreciabilísima de Vd. de 20 del próximo pasado; y
para evitar estas morosidades como necesarias en la gran distancia, y adelantar el bien con
la rapidez que debe ser, envío á Vd. al portador, para que le dé por mí las ideas que seria
muy largo de esplicar con la pluma; y en este lugar solo aseguraré á Vd. que dirigiéndonos
Vd. y yo á un mismo fin, nos resta únicamente acordar por un plan bien sistemado, los
medios que nos deben conducir indubitablemente y por el camino mas corto. Cuando
hablemos Vd. y yo se asegurará de mis verdaderos sentimientos.
Para facilitar nuestra comunicación me dirigiré luego á Chilpancingo, donde no dudo que
Vd. se servirá acercarse, y que mas haremos sin duda en media hora de conferencia, que
en muchas cartas.

ULTIMA CARTA DE AGUSTIN DE ITURBIDE PREVIA AL ENCUENTRO DE ACATEMPAN.


Amigo querido:
Aunque estoy seguro (decía el señor Iturbide al señor Guerrero) de que vd. no dudará un
momento de la firmeza de mi palabra, porque nunca di motivo para ello, pero el portador
de ésta D. Antonio Mier y Villagomez la garantizará á satisfacción de Vd., por si hubiese
quien intente infundirle la menor desconfianza.
Al haber recibido antes la citada de vd., y á haber estado en comunicación, se habría
evitado el sensibilísimo encuentro que Vd. tuvo con el teniente coronel D. Francisco
Antonio Berdejo el 27 de diciembre, porque la pérdida de una y otra parte lo ha sido como
Vd. escribe á otro intento á dicho gefe, pérdida para nuestro país. Dios permita que haya
sido la última.
Si Vd. ha recibido otra carta que con fecha de 16 le dirigí desde Cunacanotepec,
acompañándole otra de un americano de México cuyo testimonio no debe serle sospechoso
(1), no debe dudar que ninguno en la Nueva España es mas interesado en la felicidad de
ella, ni la desea con mas ardor, que su muy afecto amigo que ansia comprobar con obras
esta verdad, y S. M.
Agustín de Iturbide.—Sr. D. Vicente Guerrero.

[1] El licenciado D. Carlos Maria Bustamante

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