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“El Siervo de Jehová”

Ps Alex Donnelly

“LA DEBILIDAD DEL SIERVO”

Introducción

Hoy en día, se escucha mucho de ‘poder espiritual’…de ministerios de éxito…Libros enteros son
escritos acerca de experiencias espirituales en el ministerio…se dan informes acerca de ello. Pero
muy pocas personas hablan de la ‘debilidad espiritual’. No se escriben muchos libros con éste
énfasis. Todos queremos hablar de nuestros logros y éxitos, más no de nuestras luchas y fracasos.

Todo esto nos deja con la idea de que el único ministerio que vale la pena tener, es uno de gran
éxito. Eso conlleva a un cambio de nombres. Antes, los pastores estaban contentos con ser
presentados como ‘el siervo de Dios’; ahora quieren ser ‘el ungido’, ‘el apóstol’, etc.

Pero cuando estudiamos los Cánticos del Siervo, en Isaías, notamos algo muy diferente. Aunque
la misión que el Padre le dio fue tremenda (establecer justicia en las naciones), las descripciones
del Mesías, enfatizan Su debilidad.

Esta debilidad se vio en Su humanidad. Como veremos, el Siervo de Jehová demostró el


principio que Pablo establece en 2 Cor 12:9, “mi poder se perfecciona en la debilidad”. O como
dijera Pablo, en 2 Cor 4:7, “Tenemos este tesoro en vasos de barro…”. El Siervo era un ‘vaso de
barro’, y el hecho que lo haya sido nos dice algo muy importante acerca del liderazgo espiritual.

Veamos algunos aspectos de la debilidad del Siervo:

1. La Fragilidad del Siervo (Is 53:2a)

En primer lugar, Isaías describe al Siervo como un “renuevo” (Is 53:2a). La misma palabra se
usa en Job 14:7. El término en hebreo deriva de un verbo que significa, ‘mamar’, y a veces se usa
en el sentido de un bebé que está aun mamando (Gén 21:7; Núm 11:22; 1 Sam 1:23). Sin
embargo, aquí en Is 53:2, la palabra se está usando metafóricamente, como un término tomado de
la agricultura. Significa un brote tierno, que está creciendo sobre el tronco de un árbol que ha
sido cortado. Por lo tanto, la palabra representa debilidad y fragilidad; es una planta aun débil.

Si nos preguntamos, ¿de qué ‘tronco’ se trata?, la respuesta es ‘el tronco de David’ (Is 11:1; Jer
23:5). En al AT, la dinastía de David manifestó tremenda gloria y poder (especialmente en los
días de David y de Salomón). Sin embargo, para cuando nació Cristo, ese ‘tronco’ estaba en muy
mal estado. Uno de los descendientes de David, un hombre llamado José (presentado en la Biblia
como el heredero del trono de David), era nada más que un carpintero, luchando por ganarse la
vida en la ciudad norteña de Nazaret. Que ironía fue, llevar a su esposa a Belén, el pueblo
ancestral de David, y hallar que ni siquiera tenía acceso a un cuartito donde María podría dar a
luz. Humanamente hablando, para Cristo, no fue un buen inicio para una vida, cuya misión era
traer justicia a las naciones.

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En segundo lugar, Isaías expresa la debilidad del Siervo, describiéndolo como la “raíz” de una
planta, y una planta que crece en tierra árida (Is 53:2a). Esta “tierra seca” podría hablar de la
nación de Israel, bajo el yugo romano – materialmente pobre y explotada. Pero es más probable
que hable de una ‘aridez’ espiritual. Cuando Cristo nació, el pueblo de Israel estaba en la
bancarrota espiritual; con líderes espirituales corruptos, y una hipocresía bárbara entre los que se
consideraban los más espirituales de la nación (los fariseos). ¡No fue un contexto muy alentador
en el cual nutrir un ministerio santo, que iba a afectar a las naciones!

En conclusión, Isaías presenta al gran Siervo de Jehová como una plantita – una plantita frágil y
seca, careciendo de fuerza y vitalidad. La impresión que nos da Isaías es de una persona que está
luchando por Su vida. ¡Qué manera de describir al Mesías; al eterno Hijo de Dios! Nació en un
hogar muy humilde…fue criado en una ciudad de muy mala fama (ver Juan 1:46)…trabajó como
carpintero…No había nada en Él que indicara ser era una gran figura. Nadie lo consideró de
mucha importancia, mientras lo veían crecer (ver Juan 1:10-11).

¿Por qué vino al mundo de esta manera? Para ser un fiel Sumo Sacerdote (Heb 4:15).

¿Y qué de nosotros? Veamos lo que Pablo dice en 1 Cor 1:26-29.

2. El Siervo era Poco Atractivo (Is 53:2b)

Dado a Su fragilidad y debilidad, el Siervo era poco atractivo, físicamente hablando.

Isaías destaca tres cosas acerca del Siervo, en Is 53:2b:

i. No había “parecer” en Él. La palabra en hebreo (‘toar’) significa ‘forma’, y se


aplica a la belleza física. Esta palabra se usa de Raquel (Gén 29:17), de José (Gén
39:6), y de David (1 Sam 16:18).

ii. No había “hermosura” en Él. El término en hebreo (‘jadar’) significa ‘gloria’,


‘magnificencia’, ‘majestad’. A David se le otorgó esto, como rey (Sal 21:5), Cristo
la tuvo como Dios, (1 Crón 16:27-29); pero al encarnarse, se despojó de ella (Juan
17:5).

iii. No había belleza en Él. Era “sin atractivo”. En el texto original, la palabra indica
que no había nada que valía la pena mirar en el Siervo de Jehová. La gente
simplemente lo pasaría en la calle, sin mirarlo por segunda vez.

“No había nada en Él de rango o posición, riqueza, poder o grandeza externa; nada que atraiga
a los ojos de los hombres, como brillante o imponente” (Pieper).

“No hubo en Él semblante de un rey, ni majestad, ni apariencia de realeza. Esperaban un rey,


pero se les dio un carpintero” (Culver).

En el Sal 22:6 tenemos una indicación de lo que el Siervo pensaba de Sí mismo, expresada
dramáticamente: “Mas yo soy gusano, y no hombre”. ¡Qué afirmación más increíble del eterno
Hijo de Dios! Se consideraba tan débil, frágil, inconsecuente y menospreciado como un gusano;
¡nada más que un gusano!

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¿Qué de nosotros? ¿Alguna vez nos hemos sentido así? Muchos de nosotros, quizá, luchamos
con una baja autoestima. No pensamos que somos gran cosa. Y en realidad, quizá no hay nada
en nosotros que pueda impresionar a otros, y por eso a veces procuramos de alguna manera
llamar la atención, destacar. Lo hacemos consciente o inconscientemente. Sin embargo, debemos
recordar que seguimos las pisadas de un Hombre que no tuvo nada impresionante en Sí mismo,
nada de belleza o elegancia externa.

¿Por qué hace esto Dios? ¿Por qué llama a tales personas para ser Sus siervos? Debemos
siempre recordar 2 Cor 4:7. Dios obra para que Él reciba la gloria, y no nosotros. Él quiere
cuidarnos de nuestra propia debilidad, y tendencia al orgullo.

3. El Siervo fue “Varón de Dolores” (Is 53:3)

Como si no fuera suficiente lo que ya había dicho para entender la aparente debilidad del Siervo,
Isaías procede a describir al Siervo de Jehová como un “varón de dolores, experimentado en
quebranto”

La primera frase significa, ‘un hombre caracterizado por dolor’. La palabra (‘makob’) significa
‘angustia’. Es la palabra que describe el sufrimiento del pueblo de Israel, en Egipto (Éx 3:7).
¡Era un dolor extremadamente fuerte! El Siervo supo lo que era sufrir dolor. El dolor de la
muerte de un padre, a una temprana edad. También sintió un profundo dolor, al ver el
sufrimiento de otras personas. Le partía el alma pensar en el destino de los pecadores. Cristo
era un hombre muy sensible, y supo mucho de lágrimas y dolor de corazón.

La segunda frase es “experimentado en quebranto”. La palabra en hebreo (‘choliy’) significa


‘enfermedad’, y también, el dolor que acompaña la enfermedad. Nunca leemos que el Señor
Jesús se enfermó. Pero eso no indica que no experimentó esas sensaciones que acompañan la
enfermedad.

¿Por qué fue así? Para identificarse con nosotros, los pecadores, que sí sufrimos enfermedades y
gran dolor (ver Is 53:4 y Heb 2:10, 14-18).

El Siervo de Jehová dejó la Gloria, donde nunca experimentó estas cosas, y vivió por 33 años en
esta tierra, expuesto a toda clase de dolor, sufrimiento y angustia. Él entendió muy bien el
impacto y las consecuencias del pecado. Él lloró ante la tumba de Lázaro, y sufrió mucho al ver
la angustia de una viuda y el temor del padre de una niña que estaba muriendo.

¡Cuántos del los siervos de Dios ha tenido experiencias similares, a lo largo de los años!

Ejemplos…

¿Y qué de nosotros? ¿Sabemos lo que es sufrir? ¿Experimentamos algo de esa profunda


debilidad que muchas veces va acompañada del sufrimiento – cuando nos sentimos desanimados,
impotentes, frustrados y enojados en el ministerio? El Siervo de Jehová experimentó estas
cosas, y debemos estar dispuestos a sufrirlas nosotros también.

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4. El Siervo fue Rechazado por los Hombres (Is 53:3)

Vivimos en un mundo de ‘apariencias’. Eso no es nada nuevo. El mundo del Señor no era tan
diferente. Cada época de la historia sabe algo de esto. Las debilidades del Siervo hicieron que el
mundo le diera las espaldas. Veamos cómo Isaías describe este rechazo, en Is 53:3:

i. Fue “despreciado”. La palabra (‘basaj’) significa ‘menospreciar’. El término se usa


cuando Mical menospreció a David, por danzar ante el arca de Jehová (2 Sam 6:16).
También se usa para los enemigos del pueblo de Dios, en los días de Nehemías (Neh
2:19). ¡Qué impactante, fue la actitud del mundo hacia el Siervo de Jehová!

ii. Fue “desechado”. Es decir, fue abandonado, dejado solo. Nadie quiso andar con Él
(especialmente al final de Su vida). Ver Juan 6:66.

iii. No fue valorado – “no lo estimamos”, dice Isaías. No pusieron valor alguno sobre Él,
a pesar de todo el bien que hizo durante Su vida.

Al considerar al Siervo de esta manera, la gente le dio las espaldas. Se sentían avergonzados de
Él. No querían ser vistos con Él. ¡Increíble! Era el Hijo de Dios; el Rey de reyes, y Señor de
señores. Pero no se hizo de ninguna buena reputación. Tomó la forma más humilde y
despreciada de la existencia humana (Fil 2:7-8). Como un comentarista observa, el Siervo fue
totalmente incomprendido, por Su apariencia tan insignificante.

“Las circunstancias tan humildes del Siervo no atrajeron para nada a una nación que estaba
esperando a un Rey mesiánico, repleto de gloria y de poder militar”

¿Hemos experimentado algo de este rechazo, como siervos de Dios? ¿El rechazo de colegas,
líderes, la iglesia, la esposa, la familia, los amigos, etc.?

Conclusión

¿Por qué Dios permite estas cosas. Por dos razones fundamentales:

i. Para que dependamos constantemente de Él (de Su gracia, y del poder del Espíritu).

ii. Para que le demos a Él toda la gloria. El problema con tener un ministerio exitoso es
que fácilmente se cae en la trampa de no darle a Dios la gloria, sino glorificar la
estrategia usada, al hombre, etc. etc.

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