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Enero-Julio 1997
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La autora es miembro de la Carrera del Investigador Científico del CONICET, en el Programa de
Investigaciones Económicas sobre Tecnología, Trabajo y Empleo (PIETTE) y Prof.Tit. de Relaciones
Industriales 1 en la Universidad Nacional del Nordeste. Miembro de la Industrial Relations Research
Association (IRRA) y de la Asociación Argentina de Especialistas en Estudios del Trabajo (ASET).
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académicamente poco en esos días porque RR.II. estaba comprometida con los
problemas del mundo real, y no con teorías. Muchos académicos de RR.II. se desempe-
ñaron como árbitros, y la mayoría cotizaron sus contactos con los profesionales
practicantes.
Todo esto cambió con el paso del tiempo; tal vez, porque las RR.II. fueron
demasiado exitosas en sus comienzos. Si tomamos el ejemplo histórico de los EE.UU.
observamos que, a medida que la ola de huelgas de la posguerra cedió, y las relaciones
laborales se estabilizaron, nuestro campo dejó de figurar en los titulares. De a poco, la
original amalgama de esta disciplina se desplomó. La historia laboral comenzó a ser
escrita por los historiadores, no por los economistas. Con los principios más importantes
de la ley laboral estadounidense establecidos, la ley laboral devino en ley de empleo y
prestó poca atención a las relaciones sindicato-patronales. Los economistas laborales
descubrieron la teoría del capital humano y, crecientemente, comenzaron a ignorar a los
sindicatos, o a verlos como imperfecciones del mercado a ser superadas.
Desde su óptica, con la que muchos coincidimos, las RR.II tienen una oportunidad:
y aunque puedan ser restringidamente enfocadas sobre la representación del empleado,
también pueden estar más ampliamente involucradas con todos los aspectos
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(Nota de trad.) En nuestro vocabulario técnico, la expresión anglosajona “union-management relations”
puede ser comprendida como relaciones sindicato-patronales o -más precisamente- como relaciones
laborales.
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Mi conceptualización de las RR.II. las incluye a todas ellas, y en esto coincido con
la visión de Strauss. Todas proveen nuevas perspectivas, las cuales serían sumamente
útiles al profesional practicante y a la sociedad en general.
Analicemos los cinco enfoques que, según este autor, proporcionan un muestreo
asistemático de los nuevos desarrollos en el campo de las RR.II. definido más
ampliamente.
NUEVAS POLÍTICAS
En los EE.UU., la cuna de la disciplina, tal vez lo más importante haya sido un
saludable cuestionamiento del así llamado "sistema del New Deal", el singular conjunto
norteamericano de leyes e instituciones que surgieron durante las décadas de 1930 y
1940, y las que aún todavía moldean, en ese país, las relaciones de trabajo. Éstas
incluyen -por ejemplo- derechos exclusivos de negociación, contratos en términos
largamente detallados, un gran énfasis en la antigüedad del empleado, clasificaciones de
puestos estrictamente definidos, y una tajante distinción entre trabajadores y
administradores.
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“En clase -continúa Strauss-, defiendo este sistema, pero lo estoy encontrando
cada vez más difícil de hacer. Fue diseñado en la década de 1930 para trabajar en una
economía de grandes firmas, producción en masa, un mercado nacional de productos
que no se preocupaba por la competencia extranjera, y puestos de trabajo estables
(sujetos a paros solamente temporales). Ninguna de estas condiciones prevalecen hoy en
día al grado en que lo hicieron antes."
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(Nota de trad.) Entiendo que se menciona como contrato al producto de la negociación colectiva. En tal
caso, el término alude al concepto de contrato colectivo de trabajo.
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algunas partes están tratando de cooperar, aunque más a menudo sea por necesidad
que por convicción. Pero la peor parte del sistema estadounidense, es que provee
protección o representación para sólo el 15% de la fuerza de trabajo. Con esta pauta, es
claramente un fracaso. No disponemos de datos con respecto a la realidad Argentina.
A medida que los sindicatos declinan en los EE.UU., la justicia industrial puede
requerir una confianza creciente en las leyes. Aunque la ley de empleo afecta a más
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gente que la ley sindicato-patronal, ha sido largamente ignorada por los académicos de
RR.II. (aunque les concierne más a los profesionales practicantes). Esta ley se ocupa de
un creciente número de tópicos - desde el acoso sexual, discriminación por edad, y
polígrafos para despidos injustos - pero "...proporciona una mezcla de procedimientos y
remedios así como mucha inconsistencia, inequidad e ineficiencia. Por ejemplo: si Ud. es
un alto ejecutivo despedido por su edad, un jurado puede otorgarle millones en
indemnización; pero si Ud. es un trabajador ordinario despedido por activista sindical, lo
máximo que consigue es que le devuelvan la paga, y usualmente sólo después de una
larga demora. Si las indemnizaciones punitivas son apropiadas para remediar la
discriminación por edad avanzada, ¿por qué no lo son para la discriminación por
activismo sindical?." El campo académico de las RR.II necesita reexaminar críticamente
esta área entera.
Hay muchos otros problemas que son puestos en la mira desde esta perspectiva.
Últimamente, estamos prestando atención al cuidado de la salud en el trabajo. ¿Pero qué
pasa con las jubilaciones? Hay numerosos problemas importantes sobre esto tanto en la
realidad estadounidense que describe Strauss, como aquí en Argentina, sobre este
problema. Las RR.II. necesitan liderar la discusión pública concerniente a estos tópicos;
pero ¿estamos preparados académica y profesionalmente para el conocimiento y la
formación en esta especialidad?.
Desde entonces, las cosas cambiaron. Como todas las disciplinas, las Ciencias
Sociales se volvieron más cuantitativas y teóricas, "...llegó a ser posible labrarse una
carrera como académico en RR.II. sin dejar nunca la computadora de uno, contando
enteramente con datos recolectados por otros". Afortunadamente, hoy en día hay un
resurgir del interés en los estudios de casos en sociología y comportamiento
organizacional. Estoy satisfecha de ver que esto esté ocurriendo también en RR.II. Al
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menos los jóvenes estudiantes hablan con trabajadores reales y administradores reales.
NUEVAS TEORÍAS
Un tercer nuevo desarrollo prometedor es la creciente aceptación de nuevas
teorías. Debemos dar la bienvenida a un conjunto de nuevos conceptos teóricos
derivados de la economía.
Dice Strauss: "...La economía laboral neo-clásica era una importante estructura
analítica cuando recién me gradué. Aunque me aburría hasta la muerte, nos servía bien
en esa época. Hoy en día, tenemos un nuevo campo en la economía de recursos
humanos, que es de muchas maneras más católica en sus intereses y más realista en
sus supuestos que la antigua economía laboral. Usa conceptos tales como salarios de
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Pero la nueva economía laboral está muy orientada hacia lo micro: está
considerablemente interesada en la toma de decisiones individuales, e ignora
ampliamente a los sindicatos. Para una perspectiva más macro tenemos que volvernos
hacia la sociología y al comportamiento organizacional. Aquí los conceptos tales como
institucionalismo y dependencia de recursos nos dan conocimientos y proposiciones
comprobables que las teorías antiguas nunca suministraron. Por ejemplo, un concepto
llamado “institucionalismo” fue usado para explicar la difusión de formas alternativas de
sindicalismo (Conell y Voss,1990).
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(Nota de trad.) Se emplea esta expresión para referirse a un sistema de remuneraciones que basa sus
pagos en el desempeño relativo. Típicamente, el primer premio es muy alto, con primas subsiguientes que
decrecen rápidamente en rangos por debajo del tope. Si cada uno aspira al tope, la productividad en los
rangos más bajos se acrecienta.
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antigua economía nunca pudo explicar porqué los ejecutivos en jefe (CEOs)5 de una
compañía podían pagar salarios tan indignos. Las nuevas teorías lo hacen bastante
sutilmente.
NUEVOS PROBLEMAS
Sumado a las nuevas teorías, hay un creciente interés principalmente en los nuevos
aspectos vinculados al empleo, los cuales han sido largamente ignorados por las RR.II.
en su definición estrecha, pero que son centrales en la perspectiva ampliada. Algunas
personas le dan al estudio de estas cuestiones el título de macroanálisis de recursos
humanos. Strauss prefiere la denominación amplia de relaciones industriales.
Los cursos tradicionales sobre recursos humanos (o Personal) versan sobre tópicos
como aplicación de tests y entrenamiento; y son dictados, en su mayoría, por psicólogos.
Son dirigidos a la perspectiva profesional de los recursos humanos y se refieren a "cómo
hacerlo".
Las RR.II., en su sentido ampliado, hacen un intenso uso de las nuevas teorías
arriba mencionadas. La teoría de la gestión (Agency Theory), por ejemplo, nos ayuda a
analizar las ventajas relativas y desventajas de la pertenencia del empleado y la
subcontratación.
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(Nota de Trad.) La expresión alude a los CEOs : chief executive officers.
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Jack Barbash argumentó por años que la justicia es la incumbencia central de las
relaciones industriales. Recientemente ha habido un torrente de investigación psicológica
sobre lo que es considerado un procedimiento de justicia, especialmente en la relación
de trabajo. Esta línea de investigación es absolutamente pertinente con esta
preocupación. Todavía, sólo una pequeña parte de sus deducciones han sido
presentadas a la comunidad académica del IRRA.
Más aun, el concepto ampliado de las RR.II. también aporta importantes cuestiones
de política pública. Por ejemplo, ¿cómo se dividirían las partidas para otorgar pensiones
y servicios de salud entre empleadores, empleados individuales y sociedad en general?
Hay una variedad de razones por las que la investigación comparativa debería ser
introducida en la corriente principal de las RR.II. :
• Es obvia su importancia en la medida que nos movemos hacia una economía
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globalizada.
• Las RR.II. comparadas nos ayudan a entender nuestro propio sistema, poniendo de
relieve lo que es singular en él.
• La investigación comparativa puede sugerir progresos a nuestro sistema. Alemania y
Japón, por ejemplo, han sido un poco más exitosos que EE.UU. en la introducción de
computadoras en las plantas productivas. En la Argentina podríamos aprender de esas
experiencias. Pero, además, la investigación comparativa debería alertarnos sobre las
dificultades de injertar elementos del sistema de un país al de otro. Una institución que
funciona bien en un país, con su historia particular y sus instituciones propias, puede
no trabajar bien en otros contextos nacionales.6
• Por años, las RR.II. han andado a tientas buscando una teoría, pero una teoría que
explique las condiciones en un solo país no puede ser una verdadera teoría. Para ser
válida, debe poder aplicarse con generalidad. Viendo las diferencias entre países,
procuramos buscar reglas universales uniformes que expliquen esas diferencias.
Strauss opina que la investigación comparativa nos ha dado ya el concepto de
equilibrio puntual. Este sugiere que los sistemas de RR.II. permanecen estables por
largos períodos de tiempo, aún en la etapa de cambio de las condiciones económicas
y políticas hasta que la presión llega a ser demasiado extrema. Entonces, el sistema
cambia rápidamente. Los períodos críticos difieren mucho entre países. Australia tuvo
uno de tales períodos entre 1890-1905. En Francia, tal vez, fue la década de 1960.
Los EE.UU. atravesaron uno en la década de 1930; y puede estar atravesándose uno
ahora.
• Finalmente, la investigación comparativa nos ayuda a comprender la significación
relativa de varios factores tales como tecnología, fluctuaciones económicas, leyes, y
cultura. Por ejemplo, la fuerza del sindicalismo está decayendo en casi todas partes,
pero las diferentes tasas dependen del país. ¿Hasta qué punto esas distinciones se
deben a las diferencias en normas y regulaciones legales, diferencias en la
composición de la fuerza de trabajo, o diferencias en los sistemas de gestión? La
investigación comparada nos ayudará a responder a estas preguntas.
Hasta hace poco, los textos comparados consistían en estudios paralelos de países
individuales, un capítulo para cada país en el total de un libro, y el énfasis estaba puesto
en el nivel nacional y, desde allí arriba, se contempla al resto. La moderna investigación
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Para Latinoamérica, hace ya muchos años, Kliksberg (1974) nos advertía acerca de la introducción de
tecnologías operativas y de gestión, denominando a esta clase de transferencias "transplantes ilegítimos".
Aún, hoy en día se recurre a ello como paliativo generalizado frente a la situación de "estrangulamiento
tecnológico".
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comparativa no procura tanto describir, como explicar diferencias. Más que focalizada en
la cima del sindicalismo nacional, a menudo está orientada hacia el lugar de trabajo o la
industria; por ejemplo, alguna investigación se centra en ocupaciones específicas,
digamos trabajadores portuarios o pintores, examinando como los factores económicos,
legales, y tecnológicos juegan en el contexto de diferentes instituciones nacionales de
RR.II. Son típicos de esta clase de investigación, una serie de estudios comparando
cómo fábricas, en Inglaterra, Francia y Alemania, reaccionan a la introducción de
computadoras en los talleres de trabajo. Otra investigación de utilidad ha comparado la
introducción de equipos de trabajo y círculos de calidad en los EE.UU., Suecia, Japón y
Alemania.
Entre los estudios más útiles están aquellos que comparan pares similares, países
que son parecidos en muchos sentidos y los cuales pueden, al mismo tiempo, haber
tenido sistemas de relaciones industriales fuertemente similares. Ilustrativo de éstos son
EE.UU. y Canadá, Gran Bretaña e Irlanda, Australia y Nueva Zelandia, y Dinamarca y
Noruega.
Algunos de los mejores estudios han comparado historias; por ejemplo, varios han
examinado cómo el cambio tecnológico fue introducido en la industria textil en varios
países alrededor del 1800 y el impacto de esto sobre la sindicalización. Las diferencias
son difíciles de explicar sin profundos análisis de la historia.
CONCLUSIONES
Si bien hace quince años Strauss y Feuille (1978) lamentaban lo que llamaban "la
apatía académica de las relaciones industriales", temerariamente predijeron que un
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nuevo renacimiento estaba por venir. Pudieron haber estado adelantados. Pero ahora,
con los más recientes avances registrados en la visión académica de la disciplina, su
optimismo tiene una nueva justificación.
Para bien o para mal, el mundo empírico de las RR.II. va a atravesar un período de
considerables cambios. Tendencias tecnológicas y demográficas están forzando cambios
en la organización del trabajo y en el modo de supervisión. Aún los empleadores de
empresas no sindicalizadas están comenzando a reconocer que la participación y los
derechos en el trabajo se compensan en términos de eficiencia.
Así que una oportunidad se ha abierto a las RR.II. para extenderse hacia lo que
parecen ser nuevas áreas de estudio, pero las cuales -de hecho- representan nuestra
jurisdicción original. Si las RR.II. no toman esta chance, las lamentables predicciones de
Kaufman se realizarán.
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En parte, comparto este temor de que las modernas RR.II. se interesarán más en la
eficiencia de gestión que en la justicia social. Sin embargo, aunque los sindicatos y la
negociación colectiva puedan no seguir siendo el centro de interés de las RR.II., la
mayoría de las cuestiones que ellas consideran, desde el empleo eventual hasta el acoso
sexual, promueven y vivifican aspectos de ética, justicia y política pública.
En este sentido, creo que ambos nos aferramos a la esperanza de que las RR.II.
nunca olviden los ideales de sus orígenes.
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