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Había una vez tres hermanas que se querían mucho y siempre jugaban
juntas. Años más tarde, cuando estaban todas felizmente casadas, decidieron
quedarse embarazadas a la vez, para que sus hijos también tuvieran la
posibilidad de crecer juntos. Marcaron un determinado mes y, con pocos días de
diferencia, todas quedaron embarazadas.
Un día, mientras las tres hermanas se habían reunido para hablar, los
futuros bebés descubrieron que se podían comunicar entre ellos mentalmente.
El primer bebé se dirige a los otros y les dice que vayan disfrutando de la vida
todo lo que puedan, ya que: “pronto vamos a crecer, seremos demasiado viejos
para estar en la barriga de nuestras mamas, por lo que un día se abrirá el
agujero que hay bajo nuestros pies, caeremos y moriremos”. Muy triste, el
segundo bebé razona y dice que él ya ha oído a los pollos y a los cerdos de
casa que los humanos los meten en pocilgas muy sucias y frías, los maltratan y
solo les dan de comer para que crezcan, luego los sacrifican y se los comen.
¡Seguramente harán lo mismo con nosotros!
En este momento interviene el tercer bebé que era más optimista y les
dice: “Mirad, desde que nuestras mamás quedaron en cinta, todos las felicitan,
ellas están más felices, se cuidan más, ya no fuman ni beben alcohol. A
nosotros nos han colocado, no solo en un lugar cómodo y caliente, sino que en
su propio cuerpo, muy cerca de sus corazones y nos llevan a cualquier sitio
done ellas van. Por lo tanto, pienso que las personas que nos han creado con
tanto amor, seguramente habrán previsto una vida más allá de esta tripa, que a
lo mejor es hasta más grande y luminosa que la que ahora tenemos”. La
conversación termina con las risas del primer bebé, que le llama ingenuo al
tercero y dice: “Es una pena que esta vida sea tan corta, nadie ha vuelto de
la otra vida para decir las cosas que tu dices”.
Tres meses más tarde nacen dos niñas y un niño preciosos, que
comienzan una nueva vida con mimos, sacrificios y felicidad de sus
progenitores. Todos los que les rodean traen regalos y felicitan a los padres por
estos niños tan sanos y guapos.
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Por lo tanto, esta vida, parece que es una preparación para otra más
grande y completa. Quizá, al igual que el feto crece y luego muere en ese
mundo, nosotros estamos aquí durante unos cuantos años, no sólo para
desarrollar nuestras manos pies u ojos, sino que además para crecer en
Amor, Generosidad, Cooperación, Sabiduría, Perdón..., es decir, no solo
para que crezca nuestra parte animal, sino para que se desarrollen
nuestros valores más humanos, para luego utilizarlos cuando ya no haga
falta este cuerpo físico.
“¿Por qué has de estar triste y acongojado? Esa separación es temporal; ese
alejamiento y esa aflicción solamente se cuentan por días. Le habrás de
encontrar en el Reino de Dios, y habrás de alcanzar eterna unión. La compañía
física es efímera, mas la asociación celestial es eterna”.
”¡Oh Hijo del Supremo! He hecho de la muerte una mensajera de alegría para
ti ¿por qué te afliges? He hecho que la luz resplandezca sobre ti. ¿Por qué te
ocultas de ella?”.
“¡Oh mi Dios! ¡Oh tú perdonador de los pecados, el que confiere los dones, el
que disipa las aflicciones! Verdaderamente, Te suplico que perdones los
pecados de quienes han abandonado su vestidura física y han ascendido al
mundo espiritual”.