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PR3S3NTACION.
3n los actuales momentos la revolución bolivariana entra en una nueva fase rumbo al
socialismo. 3l Cmdte Chávez ha planteado acelerar dicho proceso, impulsando diversas
iniciativas político-ideológicas conocidas como los 5 motores de la nueva etapa, las cuales
demandan un inmenso esfuerzo de pedagogía política. 3n este contexto cobra especial
relevancia profundizar el debate y sistematizar las experiencias, en particular aquellas que
apuntan a un cambio en las relaciones de producción, tal como lo hemos definido en el
proceso cogestionario en CVG ±ALCASA.
3n tal sentido, hemos realizado una compilación de materiales ( donde los subrayados son
nuestros ), esta vez referido al papel que juegan los Consejos de Fábricas ( también
denominados como consejos obreros o consejos de trabajadores ) en la construcción del
Socialismo. 3n esta reseña documental, queremos evidenciar algunos antecedentes teóricos e
históricos de la experiencia consejista, con el propósito de superar los peligros de hacer
caricaturas con estos planteamientos o reiterar el expediente burocrático ya conocido
históricamente.
Aquí merece especial mención la reseña que realizamos de la aprobación dada por la
rocuraduría General de la República a las cláusulas que en la Convención Colectiva de la
empresa apuntan a reivindicar los Consejo de Fábrica como concreción de la democracia
obrera.
Nuestro propósito al reseñar dichos autores es mostrar los retos y desafíos que ha enfrentado
la experiencia consejista, recordando el viejo lema: quien no tiene memoria histórica, tiende
a repetir los mismos errores.
De estas lecturas se desprenden variadas enseñanzas que quisiera sugerir como guía
didáctica, especie de clave comprensiva de estos textos:
1.- 3xiste una tensión dialéctica entre sindicato y consejo obrero, la cual suscita fuertes
enfrentamientos y divergencia entre quienes ven este nexo como antagónico.
2.- 3l Consejo de Fábrica es la célula orgánica del 3stado socialista, pero no puede ejercer
esta función sin articularse con lo social ± territorial, leyéndolo en nuestro contexto quiere
decir que no se puede separar de los Consejos Comunales, y más particularmente de nuestra
propuesta del YANAMA-CUMB3.
3.- 3l Consejo de Fábrica no es un apéndice del partido, como frente de masa, sino que debe
preservar su autonomía.
Ë.- Igualmente, no puede reducir su tarea al especto corporativo-economicista, sino que debe
asumir tareas político-culturales. De igual manera, no sólo puede remitirse a los aspectos
productivos, sino también abordar la distribución y el consumo.
5.- 3l consejo de fábrica no puede quedarse aislado a nivel de fábrica en el ámbito local, sino
que debe ampliar su radio de acción hacia el conjunto de la sociedad, desde lo local-regional
hacia lo nacional-internacional.
6.- 3l Consejo de Fábrica está inserto en una determinada alianza de clase que corresponde al
bloque histórico, es decir, se extiende desde los trabajadores del campo y la ciudad, cansando
por el campesinado, capas medias, nuevos movimientos sociales, hasta incluir la diversidad
étnica.
Si por un momento y vinculamos estas observaciones con lo que ha sido la práctica del
movimiento revolucionario venezolano, encontramos que han existido concepciones
generales que resultan ser copias o extrapolaciones de otras experiencias históricas, y por lo
tanto operan como ³abstracciones vacías´, en la medida en que no surgen de un diagnóstico
económico, social, político, de nuestra sociedad.
3ste error de método es corregido en una primera instancia haciendo análisis dialécticos,
donde las abstracciones como: Clase, 3stado, artido, lucha armada, socialismo
revolucionario, dualidad de poderes, etc., T3NGAN UNA D3T3RMINACION HISTORICA
CONCR3TA, o sea, que como ³abstracciones´ sean la síntesis de los elementos económicos,
sociales y políticos que están presentes en nuestra sociedad; en una segunda instancia lo
particular, lo concreto e inmediato debe abordarse en una forma crítica, transformando lo
real, modificando la realidad, así lo empírico encuentra su interpretación y transformación
revolucionaria, esta fusión de los abstracto y lo concreto, programáticamente entonces se
refleja en la vinculación entre la estrategia general y los momentos ³coyunturales´, en el
³puente o vínculo´ que debe existir entre el programa máximo y el programa mínimo. 3n
nuestra experiencia pasada estos elementos estaban separados, por lo cual los bandazos y
desviaciones estaban a la orden del día: ³izquierdismo´ por aferrarnos a consignas sobre la
³guerra´, lucha armada, revolución democrática, liberación, etc. sin conexión con nuestra real
situación histórica; y ³derechismo´ por el oportunismo de adaptarse a la realidad, de tomar la
simple lucha reivindicativa como el único objetivo. De allí que la superación de éstas
desviaciones implique desmontar su soportes metodológicos: las abstracciones vacías y el
empirismo, y en consecuencia ofrecer alternativas que determinen la naturaleza histórica-
concreta de las abstracciones, su piso concreto en nuestra sociedad, y actitud crítica ante los
³datos empíricos´, ante las coyunturas específicas.
Como estas respuestas no vienen dadas de una vez y para siempre, se requiere siempre del
Teniendo una línea estratégica que resulte de un análisis histórico-concreto, éstas sirven
como marco orientador de nuestras acciones cotidianas, para interpretar y transformar
coyunturas particulares. 3n los análisis concretos de cada una coyunturas se requiere
establecer los nexos y vínculos con la estrategia, estos nexos son diversa naturaleza; política,
organizativa, ideológica, militar; éstas es una función de la táctica revolucionaria.
3n el esbozo de línea táctica que hemos propuesto se consignan los aspectos políticos,
organizativos e ideológicos que vinculan la actual coyuntura con la estrategia general, y en
las plataformas de lucha para cada sector o área de la lucha de clase está contemplada la
necesidad de establecer estos nexos, es decir, el puente entre las reivindicaciones inmediatas
y los objetivos estratégicos. 3stas referencias teórico-metodológicas están hechas con el
objeto de facilitar la comprensión y ayudar en la formación de los camaradas que están
implementando la línea táctica en frente de trabajo específicos donde se requiere dar
respuesta concreta a múltiples problemas.
3ste puede ser el caso en el trabajo obrero, donde se requiere una combinación de los
elementos coyunturales con los objetivos estratégicos, tal como el aumento de salario y
demás reivindicaciones, los objetivos de construcción de la hegemonía en la fábrica, la
construcción de las organizaciones autónomas, la toma del poder la gestación de la nueva
sociedad, etc. Veamos cómo se relaciona todo lo anterior con la consigna del Control
Obrero.
2.- Los aspectos que son una injerencia del movimiento obrero en el dominio del capital y
que forman parte del conocimiento y la formación que hacen posible la instauración del
control obrero son:
a. Acceso a los registros contables para establecer los costos en materia prima, salarios,
seguros, cuota de ganancia, etc.
3.- A partir del dominio y conocimiento sobre la empresa el movimiento obrero puede vetar
los despidos, los procesos de racionalización que incrementan la explotación, la
desvalorización del salario real a través de la manipulación de los precios y en consecuencia
proponer la escala móvil de salarios.
Ë.- 3ste tipo de reivindicaciones pone en discusión los fundamentos mismos del capital, lo
cual es inaceptable para la burguesía, traduciéndose en consecuencia en un enfrentamiento
abierto entre dos poderes que cobra fisonomía en la propia fábrica, por lo cual se vinculan
aspectos concretos del proceso productivo, con aspectos atinentes al poder, a la propiedad, a
la intervención estatal.
5.- La dualidad del poder a nivel de fábrica, con sus propias implicaciones políticas,
organizativas, ideológicas, se vincula con la dualidad de poderes en relación al 3stado
burgués y tal como hemos sostenido en otras oportunidades este poder en las fábricas
constituye uno de los cimientos y soportes fundamentales del poder revolucionario.
A CRISIS D3 CAPITA ISMO Y 3 CONTRO OBR3RO
1.- Las innovaciones tecnológicas, que entrañan para el capital monopolista la necesidad de
planificar de manera precisa la amortización del capital fijo, y por otro lado la crisis de
sobreproducción, se plantea como premisa al capital ³la explotación intensiva´ del trabajo,
³su disciplina´ y domesticación, y por ello traza una política de integrar el aparato sindical a
los mecanismos de ³concertación´ ± comisiones tripartitas - donde se ³planifiquen los
salarios´, de tal forma que éstas se convierta en una de las palancas ´anticrisis´, al permitir
una planificación o programación donde los costos salariales están previstos para un largo
período.
2.- La inflación, los despidos, el desmejoramiento de las condiciones de trabajo, permiten que
los obreros comprendan que no está en discusión la ³simple distribución del ingreso´, sino
que se plantea el método como está organizado el trabajo y la producción, es decir, el
problema de las relaciones capitalistas de producción.
3.- 3l Control obrero al proponer el acceso a los registros contables, abolición del secreto
tecnológico y comercial, el derecho al veto en una serie de áreas de la actividad empresarial,
la escala móvil de salario, etc., enfrenta los intentos del capital de ³concretar´ y programar su
propia crisis, manipulando los salarios, explotando más a la clase obrera, o sea, el control
obrero obstaculiza la puesta en práctica de las medidas ³anticrisis´.
D3 CONTRO OBR3RO.
1.p Los estratos más inteligente de la burguesía son perfectamente conscientes del peligro
que implica, para el régimen en su conjunto, esta rebeldía instintiva de los
trabajadores en contra de las relaciones de producción capitalistas. También
comprenden que esta rebeldía amenaza fusionarse con la propaganda, la agitación y la
acción de la vanguardia revolucionaria en favor del control obrero.
2.p or eso se esfuerzan en canalizar y desviar esta rebeldía (con ayuda de la burocracia
sindical) hacia la COLABORACION Y LA NO IMUNACION D3L DOMINIO
D3L CAITAL 3N LA FABRICA. 3ste es el sentido de la propaganda que hoy se
hace en los países capitalistas en torno a la COG3STION, que en nuestro caso
concreto es una consigna que esta impulsando la CTV. Ante que un planteamiento
revolucionario como el CONTORL OBR3RO, que pone en discusión el dominio del
capital, prenda en las masas obreras y ayude a su concientización y organización, el
aparato sindical se adelanta a ofrecer una alternativa de conciliación de clase como la
COG3STION que es impulsada por la propia burguesía cuando toma conciencia del
peligro inminente que significa que el movimiento obrero tenga acceso a los secretos
de la producción y de la explotación.
AS DIF3R3NCIAS 3NTR3 CO3STION Y CONTRO OBR3RO.
La diferencia fundamental entre las ideas de ³participación´ y ³COG3STION´ por una parte,
y el concepto de CONTROL OBR3RO, por otra parte, puede resumirse de la siguiente
manera:
1.p 3l Control obrero rechaza toda responsabilidad por parte de los obreros y sus
organismos autónomos en la gestión capitalista.
2.p 3xige un D3R3CHO A V3TO en toda una serie de dominios que se refieren a su
labor cotidiana en la empresa: cambios de turnos, sobretiempo, higiene industrial,
nombramiento de los capataces, aplicación de nuevos procedimientos y nuevas
tecnologías, etc.
3.p 3l Control obrero rechaza todo tipo de secreto, toda ³apertura´ de los registros
contables ante un puñado de burócratas sindicales y exige por el contrario la mayor, y
más completa difusión posible de todos los secretos que los trabajadores puedan
descubrir no solamente al examinar la contabilidad patronal y las operaciones
bancarias de las empresas, sino también, y sobre todo al confrontar con la realidad
económica que encubren.
Ë.p 3l Control obrero rechaza toda institucionalización, toda idea de convertirse aunque
sea por un periodo transitorio, en una ³parte integrante´ de la forma en que funciona
el sistema, dado que cualquier tipo de integración significaría la degeneración e
instrumento de conciliación entre las clases.
5.p LA COG3STION es un mecanismo de ³colaboración de clase´ que implica que
cuando sectores de la clase obrera aceptan asociarse a la gestión de su FABRICA
ARTICULAR, incluso con paridad de votos y con el señuelo de la ³participación en
los beneficios´ no hacen si no asumir ³los intereses de la empresa´ frente a sus
competidores, es decir, aceptar que la concurrencia capitalista fragmenten y dividan
más a la clase, porque entonces los obreros separados ³por fábricas´ lucharan entre si
para producir más y tendrán que competir con sus hermanos de clase.
La clase obrera no puede aceptar, a riesgo de una capitulación creciente que rápidamente
conduciría a la parálisis, que el principio de la competencia sea llevado al mercado capitalista
y a la sociedad burguesa a la organización y a la conciencia de los obreros a partir de sus
propias iniciativas, reivindicaciones y luchas, como será el caso de la COG3STION.
A N3C3SIDAD D3 UNA SIST3MATICA CAMPAÑA D3 AITACION Y
PROPAANDA 3N TORNO A CONTRO OBR3RO.
Con las plataformas de lucha programa mínimo ± y con una forma de organización propuesta
± Concejo Obrero de Fábrica ± perseguimos modificar la actual correlación de fuerza entre al
capital y el trabajo, hacer que los obreros adquieran confianza en sus propias fuerzas, elevar
su nivel político ± ideológico, ayudarlos a formarse la conciencia de clase, fortalecer su
unidad interna y su organización.
ero para que las masas obreras comprendan el significado de las reivindicaciones inmediata
y la consigna del CONTROL OBR3RO, que es un planteamiento muy reciente aquí en
nuestro medio, se requiere un esfuerzo prolongado y sistemático de allí que no deben
sorprender a nadie las relativas dificultades iniciales que enfrentamos, porque, por un lado los
reformistas y revisionistas ofrecerán resistencia y tratarán de descalificar esta proposición
tildándola de ³anarquista´, ³ultra´, ³radical´, etc., y en su lugar presentarán sus opciones
como la COG3STION,, - etc., por otro lado el neorreformismo que no posee ninguna política
al respecto asumirá una papel de vacilación y duda, cuando no de rechazo a este
planteamiento; pero por otra parte, objetivamente los elementos de crisis económica y la
maduración de importantes sectores de la clase obrera, hacen posible que esta consigna
prenda en estos momentos ,para ellos debemos dedicar un serio esfuerzo por explicar en
diversas formas y a través de diversos mecanismos las implicaciones de esta consigna; sacar
folletos, obleas, pancartas, afiches, organizar círculos de estudio, investigar en torno a su
facetas que es necesario profundizar en realidades específicas, en cada fábrica, en las ramas
industriales buscamos que en los obreros se familiaricen con estas consignas y puedan batirse
por su implementación.
3n el primer Aló residente del año 2007, realizado en el alacio de Miraflores el Domingo
21 de 3nero, el Cmdte Chávez ha planteado unas premisas básicas de la construcción del
socialismo: superar la esclavitud del trabajo asalariado, asumiendo la humanización del
trabajo, instruyendo a los ministros para que incluyan en la Habilitante. una ley que permita
reducir la jornada laboral de los trabajadores para dedicarla a unas horas de estudio semanal.
or otro lado, el proceso de humanización del trabajo en el proceso cogestionario que
venimos desarrollando, se articula con la construcción de la democracia obrera concretada en
los Consejos de Fábrica.
1.- La organización, funcionamiento y acción del Consejo Fábrica se rige conforme a los
principios de corresponsabilidad, cogestión, autogestión, cooperación, solidaridad,
transparencia, rendición de cuentas.
· Asumir la democratización del saber y el pensar con cabeza propia, como requisitos básicos
de la democracia en la fábrica.
3n esa dirección, el cambio gerencial, forma parte de la profilaxis antiburocrática, la cual está
signada por:
e.- Finalmente, podemos indicar que el presupuesto participativo, por todo lo anterior, puede
facilitar la superación de un conjunto de errores y fallas que tradicionalmente están presentes
en la formulación y planificación del presupuesto´ falta de sinergia, escasa coordinación,
poca articulación y pertinencia social de la gestión pública.
3ste mandato también está establecido el Art. 9 de la Ley Orgánica de lanificación, cuando
se refiere a lo que venimos reseñando: ³Se entiende por viabilidad socio ± política, que el
desarrollo de los planes cuenten con la participación y el apoyo de los sectores sociales´.
9.- Reparto equitativo de los excedentes de la producción como esfuerzo colectivo.. Las
formas de distribución del excedente, que no persigue la apropiación individual del trabajo
ajeno o la acumulación de capital, se guía por principios de solidaridad, equidad y
cooperación. 3n tal sentido, en el Consejo de Fábrica los excedentes se reparten en una serie
de fondos:
£p Un fondo de carácter social, dirigido a devolverle a la sociedad en su conjunto, parte
de la riqueza generada por el trabajo colectivo. Con estos aportes se apoyan las 3S,
Cooperativas y Nudes, igualmente las misiones educativas, planes de vivienda y
desarrollo territorial
£p Otro fondo dirigido a cubrir gastos asociados a deudas, compras de equipos y
materias prima.
£p Un tercer fondo para la seguridad social y la remuneración básica de los trabajadores.
£p Y finalmente, un fondo rotatorio para las contingencias.
10.- La contraloría social es ejercida por los trabajadores a través de organismos específicos
creados para tales fines. Se trata de una práctica para realizar la contraloría social en el
manejo de los recursos asignados a la empresa, así como sobre los programas y proyectos de
inversión pública presupuestada. La contraloría social tiene como objetivo: a.-Dar
seguimiento al funcionamiento del Consejo de Fábrica en su conjunto. b.-romover una
práctica permanente de vigilancia y control de la administración en la empresa. c.- 3jercer el
control en la ejecución del plan estratégico de la empresa y los diversos programas y
proyectos.
Proceso Cogestionarío
Mesas de Trabajo
Contraloría Social
- Tiempo de Gestión: Duraran en el ejercicio de sus funciones dos (2) años, pudiendo ser
consultados o revocados en el ejercicio de sus funciones por vía de referéndum consultivo o
revocatorio según sea el caso, al cumplirse la mitad del periodo para el cual fue electo
^ Rendición de Cuentas: Los que resulten electas o electos gerentes deberán rendir cuentas
de su gestión en forma pública, transparente, periódica de acuerdo al programa que haya
presentado para el lapso de ejercicio de sus funciones
Unico: A los efectos de elaborar las normas y procedimiento que regirán la materia, se
nombrara una comisión paritaria en igual número de representantes empresa y trabajadores.
a. una lucha por mejoras de diversa índole sin objetar el poder, es decir, sin vínculos con un
modo diferente de producir/distribuir, y b. combatir por una sociedad diferente sin relacionar
ese fin con las condiciones de vida cotidianas del proletariado.
3s necesario hurgar en la historia para entender el origen de esos dos polos sociales, por
ejemplo, ¿por qué unas personas deben comerciar con su vida para subsistir vendiendo su
fuerza de trabajo a otros?, ¿quién organizó así, tan injustamente, a la sociedad? Hay la
explicación de una "acumulación originaria" (Marx, "3l Capital"), llamada "acumulación
previa" por Adam Smith ("La Riqueza de las Naciones"), y al respecto el primero de los
nombrados explica: "En la historia de la acumulación originaria hacen época todas las
transformaciones que sirven de punto de apoyo a la naciente clase capitalista, y sobre todo
los momentos en que grandes masas de hombres se ven despojados repentina y
violentamente de sus medios de producción para ser lanzadas al mercado como propietarios
libres, y privados de todo medio de vida". 3n ese proceso tuvieron papel preponderante la
violencia, el arrebato y la expropiación, primero de tierras, luego de medios de trabajo
mediante acción directa del 3stado, así que el régimen de la propiedad privada nace
despojando al productor directo y destruyendo la propiedad privada basada en el trabajo, es
decir, garantizando el monopolio de los medios de producción a una clase social específica.
Desde finales del siglo V hasta finales del VIII se desarrolla una etapa de terror que
obliga a la gente al abandono de sus campos de labranza y vivienda a fin de lanzarla al
desvalimiento para luego ser castigada bajo acusación de vagabundaje con cargos como
"delincuentes voluntarios" y tal situación es reforzada mediante bandos y leyes que en
Inglaterra, por ejemplo, comenzaron con 3nrique VIII en 1530. Los castigos eran atroces e
infamantes, como marcar a fuego la letra "S" de esclavo ("slave" en inglés) en la frente o en
el pecho, azotes "hasta que la sangre mane de su cuerpo", derecho de quitarle los hijos al
vagabundo y retenerlos bajo custodia como aprendices, los varones hasta los veinticuatro
años y las mujeres hasta los veinte pudiendo mantenerles encadenados y sujetos con anillos
de hierro por brazos, pies o cuello. Diferentes formas asume la lucha contra el despotismo
político-económico sobre el cual comienza a cimentarse el dominio pero debe tomarse en
cuenta que los trabajadores no se hallaban concentrados en sitios únicos, vale decir talleres
colectivos y fábricas sino que laboraban en sitios dispersos, en aldeas y viviendas rurales.
No existe identidad colectiva y el combate se apronta primero en forma individual y
progresivamente por pequeños grupos. or otra parte, el trabajo manual era dominante y al
comenzar a ser introducido el uso de herramientas y artefactos que potenciaban la producción
ello fue visto como elemento que desmejoraba condiciones de vida pues desplazaba mano de
obra y provocaba reducciones salariales. Se hicieron comunes entonces las destrucciones de
instrumentos y medios de producción, lo que se conoce como "luddismo" por referencia a un
luchador británico llamado Ned Ludd, aun cuando ese método de combate era muy anterior,
por ejemplo la serie de motines de "labourers" ingleses de 1778. Los obreros comienzan a
construir organizaciones como la London Corresponding Society y las llamadas Sociedades
Fraternales en Inglaterra; las Asociaciones de Oficiales del Oficio ("compagnonnages"), los
comités de la Comuna de aris y la Sociedad de Amigos del ueblo en Francia. Los Códigos
enales franceses de 180Ë y 1810 dan continuidad a la tradición represiva que considera a las
coaliciones obreras como delito punible por el 3stado. 3l sindicato aparece como instancia en
las postrimerías de 1800 y se hace fuerte en las primeras décadas de 1900, pleno desarrollo
de la rimera Guerra Mundial, en escenario que permitía prever acciones políticas de gran
envergadura por parte de la clase obrera en la llamada lucha por el poder.
Resulta que los precios del trabajo son mucho más constantes que los de los víveres, casi
siempre en proporción inversa y bajo tales parámetros el proletariado jamás traspasará en
cuanto a calidad de vida los límites impuestos por los dueños de medios de producción, de
los frutos del trabajo obrero y del mercado en el cual éste es comerciado, como resume
Antonio Gramsci´ "« El sindicato organiza a los obreros no como productores sino como
asalariados, es decir, como criaturas del régimen capitalista de propiedad privada, como
vendedores de una mercancía llamada trabajo". 3xperiencia documentada del proceso
definitorio de la clase obrera lo constituye la organización del soviet de etersburgo en 1905,
cuya necesidad objetiva era fundada en:
1. tener una organización que gozara de autoridad indiscutible, que uniera a todos los sectores
expropiados desprovistos de enlace; 2. convertirse en punto de confluencia de todas las
corrientes revolucionarias existentes en el seno del proletariado, y 3. ser capaz de iniciativa
político-militar, de autocontrol efectivo y de capacidad de respuesta inmediata. Ningún
partido podía realizar esas tareas por sí solo ya que sus nexos con el colectivo social no
capitalista eran débiles pues operaban propagandísticamente y desde la clandestinidad. 3l
único vínculo orgánico entre masas proletarias no organizadas es el proceso de producción. Y
era obvio que no se trataba de un problema de técnica organizacional sino de una definición
de la naturaleza de clase de la organización. 3l soviet (traducción rusa del término consejo)
se convirtió así, hasta su desmantelamiento por la regresión estatal, en motor de cambios
efectivos pues constituyó unidad de discusión, legislación y ejecución de las clases obrera y
campesina doquiera se hallaren elementos individuales de ellas, por lo cual existieron soviets
de obreros, campesinos y soldados. Objetivo consejista era conquistar la autonomía de la
clase obrera desde la fábrica misma, donde el productor se ve constreñido por el propietario,
donde la ley es la palabra del patrono, donde toda la complejidad del mundo se reduce a una
realidad cotidiana: la masa de trabajadores crea riqueza y un reducido núcleo social se
apodera de ella. 3l trabajador como individuo no tiene visión de conjunto de los problemas
técnicos, económicos, políticos ni sociales en una situación que es mantenida y profundizada
por la burocracia, la cual nace y se alimenta de la ausencia de conocimiento, competencia,
iniciativa y actividad socio-cultural por parte de los trabajadores, sometidos a rutinas
embrutecedoras impuestas por la división social del trabajo. Rosa Luxemburgo
("¿Qué quiere la Liga 3spartaco?") resumía: "« Debemos actuar en la base; esto es lo que
corresponde al carácter de masa de nuestra revolución, cuyos objetivos apuntan hacia los
fundamentos, hacia las raíces mismas de la constitución social, lo cual corresponde al
carácter de la revolución proletaria actual. Debemos conquistar el poder político no por lo
alto sino por lo bajo «) Es en la base donde cada patrono hace frente a sus esclavos
asalariados. Es en la base donde los órganos ejecutivos de la dominación política de clase
hacen frente a los objetos de ésta dominación. Es en la base donde nosotros debemos
arrancar a los gobernantes, pedazo por pedazo, los instrumentos de su poder para tomarlos
en nuestras manos". Ningún concepto explica mejor a ese "arrancar pedazo por pedazo" que
el de control obrero de la producción, cuyo desarrollo práctico significa oponer un poder dual
a la burguesía como clase, al capitalismo en tanto régimen socio-económico, al 3stado en
cuanto resumen del dominio clasista. Y comienza cuando la clase obrera deja de ser, por
propia decisión, elemento de la economía para convertirse en partícipe de ella; abandona el
papel pasivo de ser un engranaje de la maquinaria y asume la dirección conciente del
mecanismo industrial.
Como acertadamente señalaba Gramsci: "La política es acción permanente y da nacimiento a
organizaciones permanentes en cuanto se identifica con la economía". La primera posguerra
es tiempo de intentos en esa dirección, entre ellos la huelga de trabajadores metalúrgicos
italianos en 1920, la insurgencia del Movimiento de los Delegados de Taller ("shop
stewards") en Inglaterra, los Consejos Obreros en Alemania y, en el continente americano,
los conflictos de trabajadores en Seattle y Winnipeg.
3ra innegable la influencia política ejercida por la revolución bolchevique y posteriormente
vendrían la gran crisis del capitalismo ("crack" de 1929) y la irrupción de la reconcentrada
forma del poder de la burguesía: el fascismo. 3ntre 1936 y 1938 hay repunte de luchas con
huelgas en Francia y la experiencia colectivizadora de Cataluña. Y es importante señalar
también que ante la insurgencia que desbordaba los límites del sindicalismo ("más pan y más
mantequilla" sin problematizar el dominio, criticaba Gramsci), la burguesía desarrolló planes
alternativos para neutralizar la estrategia de su clase antagónica y logró -- en no pocas
oportunidades-- utilizar a los comités de fábrica confiándoles responsabilidades en las
empresas creando situaciones de confrontación entre los propios trabajadores que caían en la
trampa de ocupar fábricas y dirigirlas bajo métodos capitalistas, con lo cual se convertían en
agentes reproductores del régimen que decían combatir. 3l control obrero devenía, bajo tales
circunstancias, en cogestión, una de las formas que el capitalismo utiliza para administrar y
resolver sus crisis.
or ello algunas reglas del Control Obrero son perfectamente claras, por ejemplo: su objetivo
es una regulación planificada de la economía por los propios productores organizados en
instancias que incluyan a personal administrativo y técnico; esas instancias tienen derecho de
fijar límites de producción y de tomar medidas para determinar costos de esa producción;
deben tener acceso a toda información relativa a las unidades productivas, especialmente los
libros de contabilidad, terminando radicalmente con el "secreto" tan celosamente guardado,
que no es otra cosa que manipulación de datos y cifras mediante las cuales el patrono (como
clase social, no solo como individuo) falsifica la realidad y encubre tanto la explotación
como sus efectos. Y es obvia la diferencia con la práctica sindical y con la variante
cogestionaria (o "accionariado") ya que debidamente dirigido y aplicado el control obrero no
es "institucionalizable" por el capitalismo, no acepta ser asimilado a sus estructuras y se
asienta y desarrolla sobre rasgos político-organizativos verdaderamente autonómicos, que por
otra parte son también garantía de verdadero progreso individual basado en mejor experiencia
profesional, efectiva organización de la producción y elevación de la conciencia social de los
trabajadores pues la promoción se asienta en efectiva vinculación con objetivos colectivos.
Superación de lo señalado por Marx ("Manuscritos 3conómico-Filosóficos" de 18Ë8): "Las
únicas ruedas que la 3conomía olítica pone en movimiento son la codicia y la guerra entre
los codiciosos, la competencia." La Segunda Guerra Mundial trae la consecuencia de un
nuevo mapa político, económico y militar del globo con la preeminencia de los 3stados
Unidos. 3n 3uropa los partidos revolucionarios habían sido diezmados por la represión
fascista, especialmente en Italia, prevista por la administración Wilson como "una segunda
Rusia" por su fuerte y combativo movimiento obrero, problema que parcialmente les fue
resuelto por Mussolini, tanto que los líderes sindicales estadounidenses daban la bienvenida
al fascismo como baluarte contra el comunismo en un periódico denominado "American
Federationist", editado por el presidente de la American Federation of Labour (AFL) Samuel
Gompers. 3sa simpatía se mantendrá y fortalecerá luego de la guerra, cuando mediante
operaciones clandestinas CIA-Mafia y el condicionamiento de aplicación del "lan Marshall"
el gobierno estadounidense garantiza la restauración en el poder de la misma clase
representante y beneficiaria del fascismo, tarea en la que la AFL contribuyó para "reforzar las
fuerzas de la libertad y progreso social en todo el mundo", según declaraba su entonces
presidente, George Meany, citado por Noam Chomsky ("3l miedo a la democracia", Grijalbo
Mondadori, 1992) Tomemos en consideración los cambios que se han operado en la sociedad
desde aquellos años, la desaparición de la Unión Soviética como punto de referencia y
eventual apoyo, la existencia de China como "potencia comunista" con un modo de
producción evidentemente capitalista, la heroica supervivencia de Cuba con una Constitución
socialista en lucha cotidiana contra un feroz cerco imperialista y toda la experiencia que la
burguesía, a escala mundial, acumuló para administrar sus inevitables crisis y convertirlas --
por ausencia de proyectos revolucionarios alternativos-- en superación y crecimiento. Las
luchas populares continúan y en muchos lugares el sindicalismo actúa con extremo apego a la
legalidad capitalista, provocando rebeldía en los trabajadores, quienes presionaban por
acciones defensivas del salario y el trabajo y llegan a desencadenar huelgas contra la
voluntad y las instrucciones de la dirigencia. A finales de 19Ë5, en medio de un ambiente de
rebeldía, los dirigentes de la AFL dirigen una carta al presidente Harry Truman, ante quien se
identifican como "jefes responsables" de movimiento obrero y critican a las "huelgas
irregulares y a los ataques subversivos contra la producción esencial".
or esos mismos años se discutía en Inglaterra el establecimiento de una plena democracia
industrial y también del control obrero, sintetizado como poder para obtener información,
para establecer supervisión sobre la actividad de la gerencia, para imponer un veto a las
decisiones arbitrarias y obtener representación, de modo que los trabajadores puedan
desempeñar tales funciones. 3n Bolivia hubo una importante experiencia en 19Ë6, cuando el
sindicato de mineros reivindicó el control obrero en sus Tesis de ulacayo, según las cuales
"los obreros deben controlar la dirección técnica de la empresa, los libros de contabilidad,
intervenir en la designación de empleados y, sobre todo, deben interesarse por hacer
públicos los beneficios que reciben los grandes mineros y los fraudes que realizan cuando se
trata de pagar impuestos al Estado y de contribuir a la caja de seguridad y ahorro obrera".
¿or qué fracasó ese intento? Una de las respuestas obligadas es que el capitalismo superó el
nudo crítico quedando demostrado una vez más que las crisis económicas por sí mismas no
son suficientes para determinar un cambio revolucionario. Otras respuestas deben ser
buscadas por el movimiento obrero organizado en las diferentes versiones que de tales
experiencias existen, muchas de ellas teñidas por los intereses e intenciones de quienes
cuentan la historia. Se habla por ejemplo de políticas arribistas y grupales al interior de los
consejos, lo cual causó su rápida regresión; la influencia del sindicalismo en el gobierno del
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que colaboró en la conversión de la
corporación minera en una caja chica donde se cobraba sin trabajar; de la permanente
influencia de los comandos partidistas en el funcionamiento de las minas; de una exagerada
oferta de trabajo respecto a la capacidad de producción, lo cual devino en política clientelar
que corroía las posibilidades abiertas por la legislación social, toda vez que la fuente
financiera del beneficio era precisamente la producción minera que se derrochaba en
burocracia y politiquería. Y en esa búsqueda de información y razones importa analizar un
documento también emitido por los trabajadores mineros bolivianos:
las Tesis de Colquiri de 1963.
Nuevas y cercanas experiencias de control obrero las tenemos en Argentina, donde los
trabajadores han ocupado fábricas y otros negocios que habían sido cerrados o abandonados
por los patronos, entre ellos Cerámicas Zanon, Textileras Bruckman, Imprenta Chilavert,
Frigorífico Fricader y Clínica Junín de Córdoba. Sobra decir que los "ocupas" han sido y son
objeto de ataques de todo tipo, pero también es importante la movilización social que en
torno a las luchas obreras se manifiesta bajo las duras condiciones de ese país, "fundido"
(Duhalde dixit) por el soplete del capital internacional. Los trabajadores venezolanos tenemos
la oportunidad y el deber de aprender y discutir las experiencias actuales --porque
históricamente resumen el acervo de las luchas en cada país-- y las pretéritas en función de
avanzar evitando repetir viejos errores. Y esto es sumamente importante pues en Venezuela
se ha planteado, desde el seno de importantes sectores laborales, la necesidad de aplicar el
control obrero en aquellas empresas que sean cerradas unilateralmente por los patronos con
fines sediciosos, contra la Constitución y por ende contra el movimiento popular. Creemos
por ejemplo que nuestra principal empresa energética debe ser colocada bajo control directo
de los trabajadores sin caer en el error de convertirla en refugio de "funcionarios" partidistas
o sindicales, pecado que por lo menos aquí no es atribuible al movimiento popular pues tal
fue lo que hizo la burguesía emergente luego de la fraudulenta nacionalización petrolera y
que perfeccionaron los autócratas pedevecos inventando cargos superfluos, asegurando los
puestos de dirección y repartiendo subcontratos entre sus allegados y parientes, utilizando
además las finanzas de DVSA para organizar sus grupos políticos bajo disfraz de
"organizaciones no gubernamentales", uno de cuyos mejores ejemplos lo tenemos en
"rimero Giusti-CIA".
Nos encontramos ante una coyuntura decisiva que a escala planetaria se puede resumir entre
globalización, es decir, desembozado imperialismo, y supervivencia del género humano. Allí
vienen las grandes corporaciones, impersonales pero ubicuas, a por nuestras riquezas
naturales (petróleo, gas, oro, bauxita, maderas, aguas, biodiversidad) en función de expandir
y mantener su dominio. 3s la vieja pero nunca reconocida lucha de clases que en estos
tiempos de conexiones instantáneas, de satélites y de innovaciones electrónicas sigue
generando desencuentros y miserias. De nada han servido la democracia formal (di lo que
quieras pero haz lo que te ordeno), el "desarrollo" y las técnicas para erradicar a la pobreza
que cada vez crece más. La expropiación de trabajo ajeno se intensifica, adopta novísimas
nomenclaturas ["calidad total", "excelencia", "reingeniería de procesos", "outsourcing", "just
in time") y trata de seguir enmascarando bajo sus rimbombantes términos a la realidad de
cada día.
Recordemos a Antón annekoek ("annekoek et les conseils ouvriers", 1969):
"La lucha de clase revolucionaria del proletariado contra la burguesía y sus órganos es
inseparable del control de los trabajadores sobre el aparato de producción y de su extensión
al producto social, por lo que la forma organizativa que une a la clase en su lucha
constituye, simultáneamente, la forma de organización del nuevo proceso de producción".
Los Consejos Obreros y el Control Obrero sobre la producción constituyen desafíos al
dominio capitalista y la decisión o no de asumir ese reto no corresponde a organización,
grupo ni a individualidad alguna, por importante o decidida que pueda ser, sino a los propios
trabajadores afianzados en su conciencia y potenciados por su autonómica organización.
La cogestión puede significar cosas distintas para muchas personas diferentes, pero está claro
que para la clase obrera venezolana la lucha por la cogestión es una lucha por el verdadero
control obrero y la dirección de los trabajadores, y la transformación socialista de la sociedad.
3l desarrollo de la lucha por el control obrero en Venezuela marca la intervención decisiva de
la clase obrera venezolana en la revolución bolivariana.
La cogestión puede significar cosas distintas para muchas personas diferentes, pero está claro
que para la clase obrera venezolana la lucha por la cogestión es una lucha por el verdadero
control obrero y la dirección de los trabajadores, y la transformación socialista de la sociedad.
Las opiniones son encontradas pero podríamos resumir tres líneas de pensamiento. Desde
algunos sectores reformistas o neoreformistas de la dirigencia bolivariana se rechaza la idea
de expropiar a los capitalistas y nacionalizar empresas bajo control obrero. 3ste sector
burocrático y reformista dice defender las cooperativas pero las concibe en el marco del
capitalismo y como embrión de nuevos empresarios. ara ellos cada comunidad o colectivo
debe presentar un proyecto "sustentable" (¿sustentable para quien y en función de qué
criterios?) , el estado dar una primera ayuda y luego desentenderse del asunto, la cooperativa
debe competir en el mercado con las demás cooperativas y con las empresas y
transnacionales ya existentes.
Cooperativas, capitalismo y socialismo
ero en realidad las cooperativas no son más que una forma organizativa que se desarrollará
satisfactoriamente o no en función de las medidas que tome el propio estado para garantizar
su futuro y ,sobre todo, en función de cuáles sean las formas de propiedad que predominen en
la economía. Como ha dicho en más de una ocasión el propio residente, "en el marco del
capitalismo no puede haber solución al problema de a pobreza y el desempleo".
Bajo el capitalismo es inevitable que la riqueza y la propiedad e concentre cada vez en menos
manos. Las cooperativas son una semilla de otra sociedad, pero como ocurre con las semillas
si la planta en un terreno favorable crece si la pones en un entorno hostil muere. 3l
capitalismo es el terreno más hostil posible. Si el estado no nacionaliza las principales fuentes
de riqueza de la economía nacional (bancos, grandes empresas o empresas en crisis) estas
cooperativas sólo pueden tener un destino a corto y medio plazo: competir en el mercado
entre ellas, con las empresas capitalistas nacionales e incluso en muchos casos con las
transnacionales. 3l resultado inevitable de esto es que la mayoría de las cooperativas podrían
arruinarse, que algunas -una minoría exigua- pudieran convertirse en prósperas empresas
capitalistas (igual de explotadoras que cualquier otra) mientras la mayoría pueden verse
arruinadas, lo que significaría un enorme riesgo para el proceso revolucionario ya que las
ilusiones que han despertado las cooperativas entre muchos desempleados podrían
convertirse en decepción y desmoralización.
De todo esto hay ejemplos suficientes. Los defensores de este cooperativismo de derechas,
reaccionario o precapitalista presentan como modelo de cooperativas triunfadoras a la
Volkswagen, una transnacional alemana que explota amillones de trabajadores en todo el
mundo. Cuando los trabajadores de la Seat-Volkswagen en 3spaña se negaron a aceptar
trabajar más horas por menos salario la "cooperativa" les dijo que si no aceptaban cerraría la
empresa y trasladaría sus inversiones a 3slovaquia, en el este de 3uropa, pues allí no hay
sindicatos y trabajan por salarios de hambre. ¿3s esto lo que quieren para Venezuela estos
compatriotas?
Nosotros, desde la CMR, creemos que si se implementan las cooperativas con esta filosofía
vamos hacia el fracaso y se puede crear un grave peligro para la revolución. ara evitarlo, los
marxistas proponemos que las cooperativas se desarrollen en el marco de una economía
estatizada y planificada democráticamente que avance hacia el socialismo y como una parte
integral de esa economía. No todo puede ni debe ser cooperativa. De hecho esta forma d e
propiedad se adapta sobre todo a pequeñas empresas en el sector primario, en la distribución
o en el consumo. 3mpresas como Venepal, CNV y otras empresas en crisis (armalat) o
tomadas en su día por los trabajadores para evitar el cierre (Industrial de erfumes-Cristine
carol) de hecho deberían ser nacionalizadas por el estado y gestionadas por una comisión con
representantes de este y una representación mayoritaria de los propios trabajadores de la
empresa elegibles y revocables en todo momento por la asamblea de trabajadores de la
misma.
3l estado también debería nacionalizar la banca para ofrecer créditos a muy bajo interés a las
empresas nacionalizadas bajo control obrero o a las cooperativas, instaurar el monopolio
estatal del comercio exterior para evitar la competencia salvaje de las transnacionales y
realizar un plan en el que se combinasen los esfuerzos de empresas nacionalizadas
gestionadas por los trabajadores, cooperativas y microempresas con el fin común de
satisfacer todas las necesidades de la sociedad venezolana. 3l propio estado debería estar
controlado democráticamente por los trabajadores y sectores populares a través de
representantes elegibles y revocables en todo momento de asambleas revolucionarias a escala
local, estadal y nacional para garantizar que este plan se hace bajo el control y con la
participación de todos los ciudadanos. De este modo la economía se podría planificar en
función de las necesidades sociales que existen y no de la búsqueda del máximo beneficio
privado y la lucha a muerte por los mercados (como ocurre en el capitalismo).
ero toda la historia demuestra que es imposible una "economía social". La sociedad no es
algo abstracto, es una sociedad dominada por una clase social determinada que es la que tiene
los medios de producción en su poder. La sociedad (y la economía) o es capitalista o es
socialista, 3n una sociedad capitalista como la que aún -por desgracia- tenemos en Venezuela
la economía sólo basarse en la explotación del hombre por el hombre y la búsqueda del
máximo beneficio privado a costa de la miseria de la mayoría. Nuevas formas de propiedad
colectiva o social sólo son posibles en otro tipo de sociedad, la sociedad socialista. 3ntre
ambas se desarrolla una etapa de transición revolucionaria pero los revolucionarios debemos
tener claro en cada momento hacia dónde queremos ir y que el único modo de avanzar en esa
transición es empezando por cambiar las formas de propiedad, pasando de la propiedad
privada de los medios de producción (fabricas, bancos, tierra, etc.), gestionada por cada
propietario o grupo de propietarios en su exclusivo interés, a la propiedad social; es decir,
gestionada por todos democráticamente a través de un nuevo estado de los trabajadores en
interés de todos.
3sto es lo que no entienden ( o no quieren entender) muchos de los defensores de eso que se
ha dado en llamar la "economía social". 3l fracaso del reformismo clásico en el siglo en
todos los países, incluso en los más avanzados, se debió precisamente a que es imposible
cambiar al capitalismo poquito a poco. Como gusta decir el teórico marxista británico, Alan
Woods, "se puede pelar una cebolla capa por capa pero no se puede cazar un tigre pata por
pata".
Seguiremos produciendo material abordando este tema desde una perspectiva genuinamente
marxista. Como primer paso a continuación presentamos un artículo del camarada Luís
rimo, dirigente de la central sindical revolucionaria UNT y de la Corriente Marxista
Revolucionaria (CMR). 3ste artículo analiza el desarrollo histórico de las cooperativas, la
cogestión, autogestión y el control obrero y ofrece un análisis marxista de cuál es la
propuesta que mejor puede contribuir a que la revolución avance y triunfe definitivamente.
3s un artículo escrito hace más de un año, antes de la magnífica lucha que desde agosto están
librando los trabajadores de Venepal, -y antes también de que los artículos sobre la
"economía social" proliferasen en Internet- pero creemos que responde a muchas de estas
ideas y ofrece una magnífica base para quien quiera participar en este debate desde una
perspectiva proletaria revolucionaria.
3l camarada Luís rimo participó también en una Comisión del Ministerio de Trabajo sobre
la economía social y las formas de participación de los trabajadores. A lo largo de esa
experiencia conoció de cerca las principales experiencias de cooperativismo, cogestión y
participación de los trabajadores que se dan en nuestro país, colaboró con los trabajadores
que mantenían sus empresas tomadas y debatió con decenas de trabajadores sobre este tema.
3ste trabajo, además de toda la experiencia acumulada de la clase obrera y del arsenal teórico
siempre vivo del marxismo, se alimenta de esa experiencia de lucha.
3l proceso revolucionario ha llegado a una encrucijada, en donde debe definir cuál será el
proyecto económico que desarrollará la Revolución Bolivariana; es decir cómo transformar
las relaciones de producción capitalistas.
3l debate ha comenzado. or una parte sectores de la alta dirigencia del gobierno y algunos
sectores de los partidos políticos que apoyan la revolución están hablando de un ´royecto de
Capitalismo Nacional´ que desarrollaría una burguesía nacional que junto al 3stado
industrializaría el país. Toda la historia del proceso socioeconómico venezolano ha
demostrado que no existe una burguesía nacional interesada en el desarrollo económico de
nuestra nación. Creemos que es erróneo pensar que se puede construir una burguesía
progresista en la época de mayor concentración de capital del imperialismo. Incluso si fuera
posible dar pasos en ese sentido serían aplastados por el capitalismo internacional, que no
desea ni permitirá un crecimiento autónomo en la región.
or otra parte otros sectores de los partidos políticos, movimientos, organizaciones populares,
sectores sindicales y de trabajadores apuestan a nuevos modos de producción y formas de
gestión en las empresas, verdaderamente revolucionarias, que transformen las relaciones de
producción capitalistas. Tal vez estos sectores del pueblo tengan aún muchas confusiones e
incoherencias, pero tienen una intuición de clase que ha logrado dos grandes victorias: el
levantamiento popular contra el golpe de 3stado del 11 de Abril de 2002 y la derrota del
lock-out petrolero con la toma por parte de los trabajadores de nuestra principal industria
petrolera y su puesta en producción. 3stas tendencias están entrando en un fuerte debate
ideológico y político que terminará definiendo el rumbo de la Revolución Bolivariana.
oseer los medios de producción no es sólo una posesión material o la propiedad jurídica de
la empresa, es además poseer los medios de poder para desarrollar la producción social, de
acuerdo a la participación y decisión tomada democráticamente por todos los trabajadores.
3l problema no es sólo participar, sino bajo qué condiciones se participa, cómo se participa,
es decir cómo se organiza la cooperación de las diferentes instituciones de la sociedad de una
manera democrática.
Los trabajadores se preguntan por qué razón las máquinas y las empresas deben pertenecer a
alguien diferente de aquellos que la ponen en movimiento día a día y por qué la fuerza de
trabajo es rebajada a simple mercancía. 3s entonces que en momentos de crisis coyunturales,
donde exist e un descontento acumulado durante décadas de aspiraciones insatisfechas y
sumadas además al lock-out petrolero de diciembre del 2002 promovido por la burguesía,
cuando los trabajadores pasan instintivamente de una impugnación potencial a una
impugnación efectiva del sistema capitalista. 3l nivel de conciencia cambia; da un salto
cualitativo y buscan modificar y transformar las relaciones sociales de producción.
3ste gran salto de una conciencia corporativa, reivindicativa y una conciencia política, los
trabajadores lo dirigen en un primer momento a las empresas y van directamente contra la
organización del trabajo, las técnicas de producción y la división del trabajo, que forman la
matriz material que reproduce las relaciones jerárquicas en el trabajo y las relaciones de
producción capitalistas. Son, en definitiva, las que permiten la desigualdad social.
Así, los trabajadores venezolanos, en función de la práctica histórica del movimiento obrero
mundial, han desarrollado en este proceso revolucionario las viejas formas de gestión de las
empresas que quedarán como nuevas experiencias para la emancipación de los trabajadores
del mundo.
¿Cuáles son las formas de gestión que han desarrollado los trabajadores históricamente en el
mundo? ¿Cooperativas, cogestión, autogestión o control obrero? ¿Cuáles son las que rompen
con la lógica capitalista? ¿Cuáles sirven en la actual lucha de los trabajadores venezolanos
para la transformación de la sociedad capitalista en una socialista?
Trataremos, en forma resumida de resolver aunque sea parcialmente estas preguntas,
presentando las formas de gestión social mas importantes desarrolladas por los trabajadores;
teniendo en cuenta que existe una continuidad histórica de prácticas gestionarías que
expresan la autoorganización autónoma de los trabajadores en su lucha contra el Capital.
La cooperación se desarrolla con la conformación de la clase obrera en los inicios del siglo
I . La creación de mutuales o de ayuda mutua es anterior al desarrollo de los primeros
sindicatos. Las cooperativas y mutuales respondían a la necesidad de mejorar la calidad de
vida y la solidaridad de todos los asociados, en un tiempo en donde la miseria y la
explotación azotaban a las clases desposeídas.
3l cooperativismo se deslizaría por dos corrientes: una revolucionaria, que se dirige hacia la
superación de la explotación y otra, reformista, que reforzará el sistema capitalista y
permitirá la explotación de trabajadores no asociados a la cooperativa. 3sta última tendencia
se reforzará y potenciará.
3l marxismo revolucionario no descartara la cooperativa como forma de participación
democrática de los trabajadores pero buscara otras formas de gestión obrera que permitan
realmente romper con la lógica capitalista, sirviendo de enseñanza y de avance cualitativo en
la conciencia política y revolucionaria de la clase obrera. 3sa nueva forma de gestión será el
control obrero.
De todo este proceso teórico-práctico del movimiento obrero y del socialismo en la
construcción del cooperativismo, desarrollado durante la primera mitad del siglo I y la
primera década del siglo , podemos concluir con las siguientes reflexiones:
3n el marco de la crisis capitalista, entendemos la creación de cooperativas de producción, ya
que pueden eliminar la contradicción antagónica entre capital y trabajo a lo interno, siempre
que estén dentro de un plan de transformación revolucionario de las relaciones sociales de
producción del capitalismo.
Las cooperativas de consumo, sin negarle su importancia, no es la más adecuada, porque sólo
afecta a la esfera de la circulación y representa un paliativo que ayuda parcialmente en la
distribución de riqueza de los asociados, pero no va a la raíz del problema: La explotación de
la clase obrera.
Las cooperativas no son organizaciones de lucha directa y dan la ilusión de que pueden
resolver la explotación sin lucha de clases y sin expropiar a la burguesía.
3l proceso del movimiento cooperativo ha crecido por tres vertientes. Las cooperativas
obreras que se desarrollan hacia la superación de la explotación e inmersas en la lucha de
clases; las cooperativas burguesas que explotan a trabajadores que trabajan para las
cooperativas en beneficio de los asociados; y las cooperativas reformistas que es aquella que
se beneficia de la división internacional del trabajo, explota a otros obreros reforzando así el
sistema capitalista.
3l control obrero: gestión revolucionaria en la producción
3l control obrero es una propuesta de gestión colectiva en la empresa que tiene su desarrollo
a partir de la primera década del siglo . 3n todo este proceso histórico la clase obrera
comprendió que la contradicción capital±trabajo es antagónica y que la burguesía lo resuelve,
si la clase obrera no lucha por su emancipación, con guerras que destruyan a grandes
contingentes de trabajadores o con su exterminio por efecto de políticas que produzcan un
altísimo desempleo.
3s en este momento que la lucha de los trabajadores rebasa los objetivos inmediatos,
reivindicativos y se plantea la organización de la lucha y la gestión obrera de las empresas,
para reorganizar la producción de acuerdo a sus intereses. 3xiste un cambio cualitativo de la
conciencia en la clase obrera. Se pasa de una conciencia corporativa a una revolucionaria que
impugna todo el sistema capitalista.
odemos extraer de toda la experiencia histórica del desarrollo del control obrero las
siguientes reflexiones:
3l control obrero tiene como objetivo la regulación planificada de la economía por los
trabajadores organizados en diferentes comités que incluyen a los empleados y personal
técnico. Los comités tendrán derecho de fijar límites de producción y tomar medidas para
determinar el costo de esa producción. Tendrán acceso a toda información relativa al proceso
productivo, a los libros de contabilidad de la empresa y las finanzas, a las inversiones, a
como organizar el trabajo de manera democrática y participativa.
Sin embargo, el control obrero, después de tomar el camino del control de la producción, se
extenderá más allá de los límites de las empresas individuales y los trabajadores exigirán
intervenir en las decisiones de cómo organizar el trabajo, las técnicas de producción y cómo
romper la jerarquización en la organización productiva de toda la sociedad.
La estrategia del control obrero debe ser un medio que permita acelerar la lucha de clases en
su conjunto y preparar a la clase obrera para gestionar el gobierno, una vez que tome el poder
político.
La lucha por la estatización bajo control obrero, de las empresas en crisis, cerradas o que
estén ocupadas es la única forma de garantizar la viabilidad de estas empresas, a la vez que
significa un avance para imponer la socialización de la propiedad y del trabajo bajo control
obrero y gestión de los trabajadores, Y es una forma de transición de la lucha revolucionaria
contra el 3stado capitalista.
3l control obrero es una lucha contra el despotismo capitalista a lo interno de la empresa,
pero requiere la articulación de todas las empresas bajo control obrero para trascender y
enfrentar la oposición capitalista que luchara contra su construcción.
La autogestión es una de las formas de lucha de los trabajadores para la construcción de una
sociedad socialista. No es sólo un cambio en la gestión de la empresa sino es la
transformación total de las relaciones sociales de producción capitalista, de manera que los
trabajadores posean los medios de producción y de poder y decidan sobre la gestión,
acumulación y administración de la empresa. 3s la apropiación social de los medios de
decisión y poder por parte de los productores directos.
Las empresas autogestionarías presentan, sin embargo los mismos problemas que las
cooperativas. 3stas empresas aisladas dentro del sistema capitalista son fácil presa de las
grandes empresas privadas y de las trasnacionales. No pueden existir islas de autogestión en
el seno del capitalismo, sometidas a la competencia y a la alta concentración de capitales que
estrangulan a los más débiles.
Las diferentes experiencias demuestran que la falta de planes financieros, que son absorbidos
por la banca y la empresa privada, la colocan en una situación de supervivencia, en el mejor
de los casos, o en la extinción definitiva. Otro problema es como realizar la ³transferencia
tecnológica´ cuando ésta es controlada por el imperialismo y las trasnacionales, precisamente
para subordinar a las empresas en general.
Sin embargo, su perspectiva a futuro en una sociedad socialista las hacen una experiencia
formativa importante para la clase obrera. La autogestión no es un cambio en la gestión de la
empresa, ni un paso transitorio al control obrero en el sistema capitalista, es la transformación
total de las relaciones de producción capitalista y la apropiación de los medios de producción
y decisión; porque la propiedad colectiva será una ficción sino lleva además una gestión y
planificación colectiva y democrática.
La estatización de las empresas ha sido considerada como una reforma de la estructura que
supondría la socialización de la propiedad, es decir un duro golpe a la propiedad privada y al
capitalismo, pero de acuerdo a la práctica histórica esto no ha sido así. La reforma de la
estructura de la propiedad privada a una propiedad estatal no instaura un nuevo modelo
económico, diferente al capitalismo ni siquiera por si misma, al socialismo.
3sto se debe a que el 3stado y sus empresas hay que analizarlas de acuerdo a dos factores que
consideramos, son fundamentales: Las relaciones y los medios de poder, es decir cuáles son
las clases sociales que controlan los poderes públicos y el contexto nacional e internacional
en el que, a pesar de las nacionalizaciones no suprime el mercado mundial y mantiene la
división internacional del trabajo. Además las relaciones que existen a nivel de la división y
de la organización del trabajo a lo interno de las unidades de producción son de carácter
capitalista.
Consideramos que las organizaciones sindicales y la nueva central UNT debe desarrollar una
lataforma olítico-Sindical orientada en tres ejes fundamentales: Una estrategia
sociopolítica y económica, una estrategia de gestión obrera y popular en la producción y una
estrategia para el desarrollo del país.
Implementar, como fase siguiente a la ocupación de la empresa, los trámites necesarios para
la estatización de la empresa ocupada bajo control obrero.
3n las empresas del 3stado, principalmente de transporte, básicas y petroleras, se impulsarán
los Comités de trabajadores que implementarán el control obrero a diferentes niveles,
pudiendo estar combinado con participación mayoritaria de los trabajadores (cogestión). 3sto
permitirá enfrentar el poder de la tecnoburocracia en las empresas del 3stado
Los directores laborales que plantea la actual Ley del Trabajo, deben ser ampliados en forma
paritaria en las Juntas Directivas y Juntas de Accionistas, debiendo ser electos por los
trabajadores y que no sean personal de confianza ni directores. 3stos podrán ser revocados
por los trabajadores. Se creará una Asamblea de Directores Laborales de todas las empresas
del 3stado a fin de articular una política socioeconómica que favorezca la calidad de vida de
los trabajadores e impulsen formas de gestión obrera y popular a nivel nacional.
Los Comités de Trabajadores se articularán en Coordinaciones Regionales de Control Obrero
y estos una Coordinadora Nacional de Control Obrero. 3stos organismos implementaran
políticas nacionales y regionales. ara concluir debemos tener presente que si no se transforma la
propiedad y sí la gestión de la empresa, estaremos enmarcados en el sistema capitalista. Si
transformamos la propiedad y la gestión de la empresa no está en manos de los trabajadores,
estaríamos todavía en la lógica del capitalismo. Sólo revolucionando las relaciones de propiedad y las
formas de gestión en la producción y en la sociedad, estaremos en el desarrollo de un nuevo modo de
producción y a las puertas de la emancipación definitiva del género humano.
Qué tareas debe abordar la UNT?
os cinco ejes para construir el socialismo, los Consejos de Trabajadores y el papel de
la clase obrera
3l segundo punto propuesto por el residente Chávez son las nacionalizaciones de empresas
estratégicas como la CANTV y otras, que consideramos acertada pero también requiere que
los trabajadores y la sociedad participen en el control social y la gestión de esas empresas
nacionalizadas, porque sino estaríamos impulsando un capitalismo de estado en donde un
pequeño sector de la tecno-burocracia seria la que controlaría y se beneficiaria de esas
empresas. 3l residente planteó la nacionalización de todo lo privatizado, eso significa que
SIDOR y otras empresas deberían ser también estatizadas bajo control obrero. También
deben serlo las empresas que se encuentran cerradas, en crisis o tomadas por los trabajadores,
como Sanitarios Maracay, Transportes Caroní, Sel Fex y otras. Otro punto que aun no ha
planteado el gobierno, y debe plantear, es la nacionalización de la banca, que resulta
fundamental para el desarrollo de nuestra atria y la construcción del socialismo.
3l tercer punto propuesto por Chávez tiene que ver con el desarrollo de los Consejos
Comunales como un elemento de participación real del pueblo en las necesidades de la
comunidad, pero además en la construcción de un nuevo estado revolucionario. 3l cuarto
punto, que consideramos muy importante, es acerca de los sueldos de los funcionarios
públicos. No se trata sólo de eliminar la pobreza sino que, además, exista equidad en toda la
sociedad. No es una cuestión de decir una cantidad tope de sueldo que tienen que ganar los
funcionarios públicos, hay que revisar toda la situación salarial de la sociedad venezolana y
plantear propuestas que sean progresivas y que tiendan a resolver la in equidad salarial que
hoy existe. No es un problema que se resuelve de un plumazo. Sin embargo, históricamente
el movimiento obrero y la Comuna de arís han implementado medidas y criterios de esta
naturaleza: 1.) Todo funcionario público no debe ganar más que el sueldo de un obrero
calificado, 2.) La elegibilidad de todos los funcionarios públicos y 3.) La revocabilidad de
todo aquel funcionario que no cumpla con su función.
Aquí, igual que en los Consejos Comunales, hay que tener cuidado con que no estén
tutelados por el 3stado ya que serian fácil presa de la burocracia. Hay que dejar que sean los
trabajadores los que realicen el control político-productivo en cada uno de los Consejos de
Trabajadores. 3stos Consejos de Trabajadores deberían implementarse ya en aquellas
empresas que sean abandonadas o estén a media maquina, así como en las empresas
recuperadas o tomadas por los trabajadores. 3xiste un censo de más de 700 empresas
cerradas que debe ser evaluadas para su toma por los trabajadores. 3n la organización de la
toma de estas empresas y en el desarrollo de los Consejos de Trabajadores la UNT tiene un
papel fundamental que jugar.
Lo expresado por el Ministro del Trabajo es correcto: debe existir control obrero en la
industria de la Alimentación, más aún cuando esta industria ha disminuido sus
establecimientos en un 12,1% desde el 2.001 al 2.005. Sin embargo, este control obrero debe
extenderse al resto de sectores, constituir la política fundamental en el eje estratégico de
gestión obrera y popular y ser implementado por los sindicatos de base y sus trabajadores.
Los Consejos de Trabajadores deben trabajar en cinco direcciones: (1) controlar la
organización jerárquica del trabajo y crear una nueva, democrática y participativa; (2) ejercer
el control en la división de trabajo a nivel de la empresa y en los sectores de la economía; (3)
controlar las finanzas, contabilidad e inversiones de la empresa; (Ë) generar el control sobre
los despidos y cierres de empresas, (5) controlar los medios de decisiones en la empresa y (6)
controlar las ganancias para que parte del excedente sirva para realizar servicios para la
comunidad.
3l residente Chávez ha planteado que para ir hacia el socialismo hay que desmantelar el
actual estado, que definió como burgués, y crear un estado que el llamó comunal porque
debería basarse en organismos de democracia directa como los consejos comunales. Los
Consejos de Trabajadores son ese nuevo instrumento que puede iniciar el desmantelamiento
del viejo aparato burgués. La construcción del socialismo del siglo I pasa por la
transformación de las relaciones sociales de producción capitalistas, es decir las relaciones de
producción, poder y dominación y las relaciones espirituales que se encuentran atravesadas
por la división social del trabajo. Transformar estas relaciones significa que los trabajadores y
el pueblo decidan el destino social y uso de los medios de producción, poder, distribución y
comunicación creando relaciones sociales colectivas y solidarias. ara ello se requiere
construir un nuevo modelo de gestión en la producción: democrática, participativa y
solidaria, un nuevo estado Revolucionario y por último, y no menos importante, crear un
nuevo ser humano: la construcción de una nueva vida cotidiana que reproduzca los nuevos
valores socialistas y colectivos. 3stos aspectos están dialécticamente integrados.
3l papel de la clase obrera es fundamental. Sin ella no habrá revolución posible. 3sto no es
optimismo desaforado ni fatalismo hacia otros sectores revolucionarios. 3s una realidad
socio-histórica. 3s la única clase que puede liberar a las otros sectores y que, destruyendo el
sistema capitalista, se autodestruye a la vez como clase para así acabar definitivamente con la
división de la sociedad en clases sociales, emancipar de la enajenación al hombre y construir
una sola raza: la humana
eon Trotsky
3n los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la
relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al proletariado nacional. 3sto crea
condiciones especiales de poder estatal. 3l gobierno gira entre el capital extranjero y el
nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso
proletariado. 3sto le da al gobierno un carácter bonapartista de índole particular. Se eleva,
por así decirlo, por encima de las clases. 3n realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose
en instrumento del capitalismo extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de
una dictadura policial, o maniobrando con el proletariado, llegando incluso a hacerle
concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a
los capitalistas extranjeros. La actual política [del gobierno mexicano] se ubica en la segunda
alternativa; sus mayores conquistas son la expropiación de los ferrocarriles y de las com-
pañías petroleras.
3stas medidas se encuadran enteramente en los marcos del capitalismo de estado. Sin
embargo, en un país semicolonial, el capitalismo de estado se halla bajo la gran presión del
capital privado extranjero y de sus gobiernos, y no puede mantenerse sin el apoyo activo de
los trabajadores. 3so es lo que explica por qué, sin dejar que el poder real escape de sus
manos, [el gobierno mexicano] trata de darles a las organizaciones obreras una considerable
parte de responsabilidad en la marcha de la producción de las ramas nacionalizadas de la
industria.
¿Cuál debería ser la política del partido obrero en estas circunstancias? Sería un error
desastroso, un completo engaño, afirmar que el camino al socialismo no pasa por la
revolución proletaria, sino por la nacionalización que haga el estado burgués en algunas
ramas de la industria y su transferencia a las organizaciones obreras. ero esta no es la
cuestión. 3l gobierno burgués llevó a cabo por sí mismo la nacionalización y se ha visto
obligado a pedir la participación de los trabajadores en la administración de la industria
nacionalizada. or supuesto, se puede evadir la cuestión aduciendo que, a menos que el
proletariado tome el poder, la participación de los sindicatos en el manejo de las empresas del
capitalismo de estado no puede dar resultados socialistas. Sin embargo, una política tan
negativa de parte del ala revolucionaria no sería comprendida por las masas y reforzaría las
posiciones oportunistas. ara los marxistas no se trata de construir el socialismo con las
manos de la burguesía, sino de utilizar las situaciones que se presentan dentro del capitalismo
de estado y hacer avanzar el movimiento revolucionario de los trabajadores.
La diferencia es, sin duda, que en el gobierno municipal los trabajadores ganan ciertas
posiciones por medio de elecciones democráticas, mientras que en la esfera de la industria
nacionalizada el propio gobierno los invita a hacerse cargo de determinados puestos. ero
esta diferencia tiene un carácter puramente formal. 3n ambos casos, la burguesía se ve
obligada a conceder a los trabajadores ciertas esferas de actividad. Los trabajadores las
utilizan en favor de sus propios intereses.
Sería necio no tener en cuenta los peligros que surgen de una situación en que los sindicatos
desempeñan un papel importante en la industria nacionalizada. 3l riesgo radica en la
conexión de los dirigentes sindicales con el aparato del capitalismo de estado, en la
transformación de los representantes del proletariado en rehenes del estado burgués. ero por
grande que pueda ser este peligro, sólo constituye una parte del peligro general, más
exactamente, de una enfermedad general: la degeneración burguesa de los aparatos sindicales
en la época del imperialismo, no sólo en los viejos centros metropolitanos sino también en los
países coloniales. Los líderes sindicales son, en la abrumadora mayoría de los casos, agentes
políticos de la burguesía y de su estado. 3n la industria nacionalizada pueden volverse, y ya
se están volviendo, sus agentes administrativos directos. Contra esto no hay otra alternativa
que luchar por la independencia del movimiento obrero en general; y en particular por la
formación en los sindicatos de firmes núcleos revolucionarios que, a la vez que defienden la
unidad del movimiento sindical, sean capaces de luchar por una política de clase y una
composición revolucionaria de los organismos directivos.
Otro peligro reside en el hecho de que los bancos y otras empresas capitalistas, de las cuales
depende económicamente una rama determinada de la industria nacionalizada, pueden
utilizar, y sin duda lo harán, métodos especiales de sabotaje para poner obstáculos en el
camino de la administración obrera, desacreditarla y empujarla al desastre. Los dirigentes
reformistas tratarán de evitar el peligro adaptándose servilmente a las exigencias de sus
proveedores capitalistas, en particular de los bancos. Los líderes revolucionarios, en cambio,
del sabotaje bancario extraerán la conclusión de que es necesario expropiar los bancos y
establecer un solo banco nacional, que llevaría la contabilidad de toda la economía. or
supuesto, esta cuestión debe estar indisolublemente ligada a la de la conquista del poder por
la clase trabajadora.
Al contestar a su pregunta debo esforzarme por apuntar aquí, como preludio a un intercambio
de opiniones, algunas consideraciones generales con respecto a la consigna del control
obrero de la producción.
La primera pregunta que surge en relación con esto es la siguiente: ¿podemos presentar el
control obrero de la producción como un régimen estable, por supuesto que no eterno, pero
de una duración bastante larga? ara contestar a esta pregunta es preciso determinar más
claramente la naturaleza de clase de este régimen. 3l control se encuentra en manos de los
trabajadores. 3sto significa que la propiedad y el derecho a enajenarla continúan en manos de
los capitalistas. or lo tanto, el régimen tiene un carácter contradictorio, constituyéndose una
especie de interregno económico.
Los obreros no necesitan el control para fines platónicos, sino para ejercer una influencia
práctica sobre la producción y sobre las operaciones comerciales de los patronos. Sin
embargo, esto no se podrá alcanzar a menos que el control, de una forma u otra, dentro de
ciertos límites, se transforme en gestión directa. 3n forma desarrollada, el control implica,
por consiguiente, una especie de poder económico dual en las fábricas, la banca, las empresas
comerciales, etc.
¿Qué régimen estatal corresponde al control obrero de la producción? 3s obvio que el poder
no está todavía en manos de los trabajadores, pues de otro modo no tendríamos el control
obrero de la producción, sino el control de la producción por el estado obrero como
introducción a un régimen de producción estatal basado en la nacionalización. De lo que
estamos hablando es del control obrero bajo el régimen capitalista, bajo el poder de la
burguesía. 3n cualquier caso, una burguesía que se sienta firmemente asentada en el poder
nunca tolerará la dualidad de poder en sus empresas. 3l control obrero, en consecuencia,
solamente puede ser logrado en las condiciones de un cambio brusco en la correlación de
fuerzas desfavorable a la burguesía por la fuerza, por un proletariado que va camino de
arrancarle el poder, y por tanto también la propiedad de los medios de producción. Así pues,
el régimen de control obrero, un régimen provisional y transitorio por su misma esencia, sólo
puede corresponder al período de las convulsiones del 3stado burgués, de la ofensiva
proletaria y el retroceso de la burguesía, es decir, al período de la revolución proletaria en el
sentido más completo del término.
3sta correspondencia, de todos modos, no debería ser entendida mecánicamente, esto es, no
en el sentido de que la dualidad de poder en las empresas y la dualidad de poder en el 3stado
nazcan en un mismo y solo día. Un régimen avanzado de dualidad de poder, como una de las
etapas altamente probables de la revolución proletaria en todos los países, puede desarrollarse
de forma distinta en distintos países, a partir de elementos diversos. Así, por ejemplo, en
ciertas circunstancias (una crisis económica profunda y persistente, un fuerte grado de
organización de los trabajadores en las empresas, un partido revolucionario relativamente
débil, un 3stado relativamente fuerte manteniendo un fascismo vigoroso en reserva, etcétera)
el control obrero sobre la producción puede ir considerablemente por delante del poder
político dual desarrollado en un país.
Se podrían decir muchas cosas en favor de la idea de que, en el actual ascenso revolucionario,
igualmente, los consejos de fábrica alemanes, al llegar a un cierto estadio, serán capaces de
jugar el papel de los soviets y remplazarlos. ¿3n qué baso esta suposición? 3n el análisis de
las condiciones en que surgieron los soviets en Rusia en febrero-marzo de 1917, y en
Alemania y Austria en noviembre de 1918. 3n los tres sitios, los principales organizadores de
los soviets fueron los mencheviques y socialdemócratas, que se vieron forzados a ello por las
condiciones de la revolución "democrática" en tiempo de guerra. 3n Rusia, los bolcheviques
tuvieron éxito en ganar los soviets a los conciliadores. 3n Alemania no lo lograron, y es por
esto que los soviets desaparecieron.
Hoy, en 1931, la palabra "soviet" suena bastante diferente de como sonaba en 1917-1918.
Hoy es sinónimo de la dictadura de los bolcheviques, y por lo tanto una pesadilla en los
labios de la socialdemocracia. Los socialdemócratas alemanes no sólo no tomarán la
iniciativa en la creación de los soviets por segunda vez, ni se unirán voluntariamente a esta
iniciativa, sino que lucharán contra ella hasta el fin. A los ojos del estado burgués, en especial
de su guardia fascista, el que los comunistas pongan manos a la obra en la creación de soviets
será equivalente a una declaración directa de guerra civil por parte del proletariado, y en
consecuencia podría provocar un choque decisivo antes de que el partido comunista lo juzgue
conveniente.
Todas estas consideraciones nos empujan fuertemente a dudar que se pueda llegar a tener
éxito, antes del levantamiento y la toma de poder en Alemania, en la creación de soviets que
agrupen realmente a la mayoría de los trabajadores. 3n mi opinión, es más probable que los
soviets nazcan al día siguiente de la victoria, pero entonces ya como órganos directos de
poder.
3l problema de los consejos de fábrica es enteramente otro asunto. Éstos existen ya hoy. Los
están construyendo comunistas y socialdemócratas. 3n cierto sentido, los consejos de fábrica
son la realización del frente único de la clase obrera. Ampliarán y profundizarán esta función
con el ascenso de la ola revolucionaria. Su papel crecerá, como lo harán sus incursiones en la
vida de la fábrica, de la ciudad, de las ramas de la industria, de las regiones y, finalmente, de
todo el 3stado. Los congresos provinciales, regionales y nacionales de los consejos de fábrica
pueden servir como base para los órganos que desempeñarán de hecho el papel de los soviets,
esto es, para los órganos de doble poder. Arrastrar a los trabajadores socialdemócratas a este
régimen por medio de los consejos de fábrica será mucho más fácil que llamar a los obreros
directamente a construir los soviets un día determinado y a una hora dada.
3l cuerpo central de los consejos de fábrica de una ciudad puede cumplir ampliamente el
papel del soviet de la ciudad. 3sto pudo observarse en Alemania en 1923. 3xtendiendo sus
funciones, abordando por sí mismos tareas cada vez más audaces y creando sus propios
órganos federales, los consejos de fábrica pueden convertirse en soviets, uniendo
estrechamente a los trabajadores socialdemócratas y comunistas; y pueden servir como base
organizativa de la insurrección. Después de la victoria del proletariado, estos consejos de
fábrica/soviets tendrán naturalmente que separarse en consejos de fábrica propiamente dichos
y soviets, éstos como órganos de la dictadura del proletariado.
Con todo esto no queremos decir que la creación de soviets antes del levantamiento proletario
en Alemania esté completamente excluida de antemano. No es posible prever todas las
variantes concebibles del desarrollo. Si la desmembración del estado burgués viniese mucho
antes de la revolución proletaria, si el fascismo llegase a ser aplastado y hecho añicos o se
quemase antes del alzamiento del proletariado, entonces se podrían crear las condiciones para
la construcción de los soviets como órganos de la lucha por el poder. Desde luego, en ese
caso los comunistas tendrían que percibir la situación a tiempo y lanzar la consigna de los
soviets. Ésta sería la situación más favorable que se pueda imaginar para la insurrección
proletaria. Si cobra cuerpo, tiene que ser utilizada hasta el final. ero contar con ella por
adelantado es casi imposible. Mientras los comunistas tengan que entendérselas con un
3stado burgués todavía lo bastante fuerte, con el ejército de reserva del fascismo a sus
espaldas, el camino que pasa por los consejos de fábrica, en vez de por los soviets, se
presentará como mucho más probable.
Los epígonos han adoptado de una forma puramente mecánica la noción de que el control
obrero de la producción, así como los soviets, solamente puede ser realizado en condiciones
revolucionarias. Si los stalinistas intentasen plasmar sus prejuicios en un sistema definido,
argumentarían probablemente así: el control obrero, como forma de poder económico dual, es
inconcebible sin el poder político dual en el país, que a su vez es inconcebible sin la
oposición de los soviets al poder de la burguesía: en consecuencia -se sentirán inclinados a
concluir los stalinistas- avanzar la consigna del control obrero de la producción es admisible
solo simultáneamente con la consigna de los soviets.
De todo lo que se ha dicho arriba se desprende claramente cuán falsa, esquemática y falta de
vida es semejante construcción. 3n la práctica, se ha transformado en el ultimátum único que
le partido plantea a los trabajadores: yo, el partido, os permitiré luchar por el control obrero
sólo en el caso de que estéis de acuerdo en construir simultáneamente los soviets. ero esto
es precisamente lo que está en cuestión: que estos dos procesos no tienen necesariamente que
desarrollarse paralela y simultáneamente. Bajo la influencia de la crisis, el desempleo y las
manipulaciones rapaces de los capitalistas, la clase obrera puede llegar a estar preparada en
su mayoría para luchar por la abolición del secreto comercial y por el control sobre la banca,
el comercio y la producción antes de haber llegado a entender la necesidad de la conquista
revolucionaria del poder.
¿3s posible avanzar precisamente ahora, de todos modos , la consigna del control obrero?
¿Ha madurado la situación revolucionaria lo bastante para ello? La pregunta es difícil de
contestar desde la barrera. No existe ningún termómetro que permita determinar de forma
inmediata y precisa, la temperatura de la situación revolucionaria. 3s obligatorio determinarla
en la acción, en la lucha, con la ayuda de los más variados instrumentos de medida. Uno de
estos instrumentos, quizás uno de los más importantes en las condiciones existente, es
precisamente la consigna del control obrero de la producción.
or esta razón, dicho sea de paso, la política de la dirección del partido comunista alemán
sobre la cuestión del referéndum tiene un carácter especialmente criminal. A su peor enemigo
no se le habría ocurrido una forma más segura de incitar a los obreros socialdemócratas
contra el partido comunista y detener el desarrollo de la política de frente único
revolucionario.
3ste error debe ser corregido ahora. La consigna del control obrero puede ser
extraordinariamente útil en este aspecto. De todos modos, debe ser abordada correctamente.
Avanzada sin la preparación necesaria, como una orden burocrática, la consigna del control
obrero puede no solamente mostrarse como un disparo de fogueo sino que, más aún, puede
comprometer al partido a los ojos de las masas obreras socavando la confianza en él, incluso
entre los trabajadores que hoy le votan. Antes de lanzar oficialmente esta consigna
fundamental, se debe medir bien la situación y prepararle el camino.
Debemos empezar desde abajo, desde la fábrica, desde el taller. Los problemas del control
obrero deben ser puestos a prueba y adaptados al funcionamiento de ciertas empresas
industriales, bancarias y comerciales típicas. Debemos tomar como punto de partida casos
especialmente claros de especulación, lock-out encubierto, ocultación pérfida de beneficios
destinada a reducir los salarios o exageración mendaz de los costes de producción con el
mismo propósito, etc. 3n una empresa que haya caído víctima de tales maquinaciones, debe
ser a través de los trabajadores comunistas como se sienta el estado de ánimo del resto de las
masas obreras, sobre todo de los obreros socialdemócratas: en qué medida estarían dispuestos
a responder a la exigencia de abolir el secreto comercial y establecer el control obrero de la
producción. Utilizando la ocasión proporcionada por casos individuales particularmente
claros, debemos comenzar estableciendo directamente el problema y continuar con una
propaganda persistente, y medir de este modo la fuerza de resistencia del conservadurismo
socialdemócrata. Ésta sería una de las mejores formas de establecer en qué medida ha
madurado la situación revolucionaria.
eón Trotsky
¿Cómo pudo lograr en tan poco tiempo una posición indiscutible no sólo en la historia del
proletariado ruso sino incluso en la de la revolución rusa?
3l consejo organizaba a las masas, dirigía las huelgas políticas y las manifestaciones, armaba
a los obreros... Otras organizaciones habían hecho lo mismo antes que él, lo hacían al mismo
tiempo y continuarían haciéndolo tras su disolución. ero la diferencia consistía en que el
consejo era, o al menos aspiraba a ser, un órgano de poder. 3l proletariado, y la prensa
reaccionaria, denominaban al consejo "gobierno obrero", y es que de hecho el consejo
representaba realmente un embrión de gobierno revolucionario. 3l consejo ejercía el poder
allí donde ya se encontraba en sus manos y luchaba por él allí donde aún residía en manos del
3stado militar-policiaco. Antes del consejo ya existían organizaciones revolucionarias
proletarias, en su mayor parte socialdemócratas. ero se trataba de organizaciones que
evolucionaban en su seno y cuya lucha tenía como objetivo intentar conquistar influencia
entre las masas. 3l consejo en sí era la organización del proletariado y su objetivo la lucha
por el poder revolucionario.
ero aunque condujo a la victoria diversas huelgas y medió con éxito en diversos conflictos
entre obreros y patronos, no fue porque existiera expresamente para estos cometidos. Al
contrario, allí donde existía un sindicato potente éste se mostraba tan dispuesto como el
consejo para dirigir la lucha sindical; la intervención del consejo sólo tenía importancia en
función de la autoridad universal de que gozaba. Una autoridad que se debía al hecho de
cumplir con sus tareas fundamentales, las tareas de la revolución, que iban mucho más allá de
los límites de cada oficio y de cada ciudad y conferían al proletariado como clase un lugar
entre las primeras filas de combatientes.
3l instrumento principal del consejo fue la huelga política de masas. Una huelga de este tipo
tiene la virtud de desorganizar el poder del 3stado. Y cuanto más grande es la "anarquía" que
produce, más cerca está la huelga de lograr sus objetivos. ero esto sólo es cierto si a esta
anarquía se llega por medios no anarquistas. La clase que día tras día hace funcionar el
aparato de producción y al mismo tiempo la maquinaria del poder, la clase que cesando de
trabajar en bloque no solo paraliza la industria sino todo el aparato estatal, debe estar
suficientemente organizada para no convertirse en la primera víctima de la anarquía que ha
originado. Cuanto en mayor medida estrangula la huelga la organización estatal existente, en
mayor medida debe asumir la organización de la huelga las funciones del 3stado.
II
3l absolutismo dominaba a las masas pero no las dirigía. Creaba de forma mecánico un
marco externo para la actividad de las masas y obligaba a pasar por él a los elementos
díscolos de la nación. 3l ejército era la única masa que dirigía el absolutismo. ero incluso en
él dirigir no era otra cosa que mandar. Amontonando a los elementos que componían el
ejército, el absolutismo anulaba en ellos todo vínculo moral. Lo substituía por la igualdad de
las condiciones físicas y sometía su voluntad a la hipnosis embrutecedora del cuartel. ero
ahora, incluso la dirección de esta masa atomizada e hipnotizada escapa cada vez más de la
influencia del absolutismo.
3l liberalismo, por su parte, carecía de suficiente fuerza entre nosotros para dar órdenes a las
masas y no tenía suficiente iniciativa para guiarlas. Cuando las masas hacían una aparición
pública, y aunque ésta le reforzara directamente, reaccionaba como ante un fenómeno natural
henchido de peligros, como un terremoto o una erupción volcánica.
3l proletariado entró en el terreno de la revolución como una masa autónoma, con una total
independencia política frente al liberalismo burgués.
"3l consejo era la organización de clase de los obreros" -y ahí residía la fuente de su potencia
en la lucha. Sucumbió en el primer periodo de su existencia, no podía ser de otra forma, no
porque las masas urbanas lo abandonasen sino porque generalmente la revolución en las
ciudades está reducida a unos límites. Las razones de su caída hay que buscarlas en la
pasividad del campo y la inercia de los elementos campesinos del ejército. Su posición
política entre la población urbana fue tan sólida como se podía desear.
3l censo de 1897 arrojaba una población "activa" de cerca de 820.000 personas en San
etersburgo de los que unos Ë33.000 eran obreros y empleados domésticos. 3s decir, el
proletariado constituía el 53% de la ciudad. Si hubiéramos incluido a la población no activa
la cifra hubiera sido un poco inferior (50,8%), ya que la mayoría de proletarios carecía de
familia. 3n cualquier caso el proletariado constituía más de la mitad de la población
petersburuesa.
3l consejo de diputados obreros no era el representante oficial del casi medio millón de
personas que formaban la población obrera de la capital. Organizaba a cerca de 200.000, en
la mayoría obreros que trabajaban en la industria, y aunque su influencia política, directa e
indirecta, era muy amplia, sectores importantes del proletariado (obreros de la construcción,
criados, jornaleros, carreteros) quedaron casi por completo fuera de su radio de acción.
Sin embargo no cabe la menor duda de que el consejo expresaba los intereses de esta masa
proletaria "en su conjunto". Si, en las fábricas, existían también elementos reaccionarios todo
el mundo veía como su número disminuía no solo día tras día sino de hora en hora. 3ntre las
masas proletarias de San etersburgo sólo podía haber partidarios del dominio político del
consejo, no enemigos. La única excepción eran los criados privilegiados, los criados de los
lacayos cubiertos de condecoraciones de la alta burocracia, los cocheros de los ministros, de
los especuladores de la Bolsa y de las cocottes, todos conservadores y monárquicos de
profesión.
3ntre la intelectualidad, tan numerosa en San etersburgo, el consejo tenía más amigos que
enemigos. Miles de estudiantes reconocían la dirección política del consejo y apoyaban sus
iniciativas.
¿Quienes se oponían a él? Los representantes del bandolerismo capitalista, los especuladores
de la Bolsa que juegan con el alza de los precios, los patronos, los negociantes y los
exportadores para quienes la huelga representaba pérdidas, los proveedores del hampa de
cuello blanco, la banda del consejo municipal petersburgués, esa mafia de propietarios
inmobiliarios, la alta burocracia, las cocottes mantenidas a costa de los presupuestos del
3stado, los dignatarios, personajes públicos generosamente pagados, los partidarios de
"Novoye Vremya", el departamento de policía, y, en general, todo lo que había de rapaz,
grosero, disipado y condenado a desaparecer. 3ntre el ejército del consejo y sus enemigos
habían también elementos políticamente indiferentes, dubitativos o inseguros. Los sectores
más atrasados de la pequeña burguesía, que aún se mantenían al margen de la política, no
tuvieron tiempo para observar suficientemente al consejo e interesarse por él. ero por la
naturaleza de sus propios intereses se encontraban más próximos al consejo que al antiguo
poder.
Los políticos profesionales que había entre la intelectualidad, los periodistas radicales que no
saben lo que quieren, los demócratas roídos por el escepticismo, proferían gruñidos
condescendientes hacia el consejo, enumeraban sus errores y, en general, dejaban entender
que en el caso de que ellos hubieran estado a la cabeza de esta institución hubieran
conseguido la felicidad eterna para el proletariado. ensemos que la total impotencia de estos
señores les excusa.
III
Cuanto más desmoralizado estaba el gobierno, más fuerte se sentía el consejo. Conforme
aumentaba la desorientación e incapacidad del antiguo poder del 3stado, aumentaba la
atracción del consejo sobre las masas no proletarias.
La huelga política de masas (general) era el principal instrumento con que contaba el consejo.
Uniendo a todos los sectores del proletariado por un vínculo revolucionario directo y
manteniendo la energía de los obreros de todas las empresas gracias a la autoridad y fuerza de
la clase, el consejo podía paralizar toda la vida económica del país. ues aunque los medios
de producción y transporte seguían siendo propiedad privada de los capitalistas, y en parte
del 3stado, y el poder estatal seguía estando en manos de la burocracia, el consejo "disponía"
de los medios de producción y transporte nacionales, al menos en la medida en que se trataba
de "paralizar" la vida económica y política regular. recisamente fue su capacidad,
demostrada con hechos, para organizar la vida económica y sumir en la anarquía los asuntos
oficiales del 3stado lo que hizo del consejo lo que fue. 3n estas condiciones hubiera sido la
más desesperada de las utopias el buscar un medio de hacer coexistir el consejo y el antiguo
gobierno. Y sin embargo, si se quiere resumir el verdadero fondo de todas las objeciones que
se han manifestado contra la táctica del consejo se apreciará que todas parten de una misma y
quimérica idea: tras octubre, y apoyándose en todas las conquistas arrancadas al absolutismo,
el consejo hubiera debido preocuparse por organizar a las masas y abstenerse de cualquier
otra iniciativa agresiva.
Aunque el proletariado tenga derecho a reclamar todo el mérito histórico de la victoria, ello
no impide a su partido apreciar lúcidamente los resultados obtenidos.
No cabe duda alguna que tras el asalto de octubre el absolutismo abandonó la partida. ero
propiamente hablando no había perdido la batalla, solamente había evitado el enfrentamiento.
No hizo tentativa sería alguna para oponer su ejército campesino a las ciudades en rebelión.
Claro que no se abstuvo por razones humanitarias, sino porque había perdido todo rastro de
coraje y el dominio de sí mismo. Los elementos liberales de la burocracia, que esperaban
pacientemente su turno, cobraron ventaja y cuando la huelga empezó a dar muestras de
agotamiento publicaron el manifiesto del 17 de octubre, la abdicación de principios del
absolutismo. ero toda la organización material del poder, la jerarquía funcionarial, la
policía, la justicia, el ejército, seguían siendo como antes propiedad personal de la
monarquía. ¿3n estas condiciones que táctica debía y podía seguir el consejo?
¿Qué podía pues hacer el consejo? ¿Debía fingir que no había previsto la ineluctabilidad del
conflicto? ¿Debía aparentar haber organizado a las masas para festejar un régimen
constitucional? ¿Quién le habría creído? ¡or supuesto que ni el absolutismo ni las masas
obreras!
Mas tarde, el ejemplo de la duma nos demostró cuan mezquina defensa representa una
corrección superficial, una forma vacía de lealtad, en la lucha contra el absolutismo. ara
prestarse a una táctica de hipocresía constitucional hubiera sido preciso que el consejo
hubiera estado hecho de otra pasta. ero incluso en el caso de que hubiera sido así, ¿qué
habría sucedido? Lo mismo que más tarde le sucedió a la duma. 3l consejo no podía hacer
más que "reconocer que el enfrentamiento directo era inevitable" a corto plazo y no disponía
de otra táctica que no fuera el "prepararse para la insurrección".
¿Y en qué podían consistir estos preparativos sino en extender y consolidar los atributos del
consejo que le permitían paralizar el poder del 3stado y constituían su fuerza?
3videntemente, los esfuerzos -inscritos en su naturaleza- que el consejo hacía para consolidar
y extender su poder, aceleraban inevitablemente el conflicto.
3l consejo cuidó -cada vez más- de extender su influencia entre el ejército y el campesinado.
3n noviembre llamó a los obreros a mostrar activamente su solidaridad fraternal con un
ejército que estaba empezando a despertar de su letargo. No haberlo hecho hubiera sido no
preocuparse de acrecentar sus fuerzas. Hacerlo correctamente era ir al encuentro del
conflicto.
¿Hubiera habido, por casualidad, una tercera vía? ¿Acaso hubiera tenido que apelar a la
pretendida "razón de 3stado" del gobierno? ¿Hubiera podido, hubiera debido observar la
frontera que separa los derechos del pueblo de los privilegios de la monarquía y detenerse
ante este límite sagrado? ero, ¿quién hubiera garantizado que la monarquía no traspasaría
ese límite? ¿Quién hubiera sido el encargado de preparar la paz, o al menos un armisticio
provisional, entre los dos adversarios? ¿3l liberalismo? Una se sus comisiones propuso el 18
de octubre al conde Witte, como signo de reconciliación con el pueblo, retirar las tropas de la
ciudad.
"Vale más quedarse sin electricidad ni agua que sin tropas", respondió el ministro.
3s del todo evidente que el gobierno no tenía intención alguna de deponer las armas. ¿Qué
posibilidades tenía pues el consejo? O bien apartarse y dejar todos los asuntos en manos de la
cámara conciliadora, la futura Duma del Imperio -lo que en verdad ansiaba el liberalismo. O
bien tenía que prepararse para defender con las armas en la mano todo lo que había
conquistado en octubre y, si fuera posible, organizar nuevos asaltos. Ciertamente ahora
tenemos la completa evidencia de que la cámara conciliadora se ha convertido en escenario
de un nuevo conflicto revolucionario. or lo tanto, el rol objetivo de la duma no hizo más que
confirmar la justeza de la hipótesis mediante la que el proletariado dedujo su táctica. ero no
es necesario llegar tan lejos. 3s legítimo preguntarse: ¿qué es lo que podía y debía garantizar
la reunión de esta "cámara conciliadora" que no podía conciliar a nadie? ¿Otra vez la razón
de 3stado de la monarquía? ¿O una solemne promesa por su parte? ¿O la palabra de honor
del conde Witte? ¿O las procesiones de la nobleza rural a eterhof por la puerta de servicio?
¿O las advertencias de Mendelssohn? O bien el famoso "curso natural de las cosas" por el
que el liberalismo se descarga de todos su problemas desde que la historia le confía su
solución a su iniciativa, a su energía, a su razón.
IV
Si les damos crédito, el principal fallo del consejo y de los partidos revolucionarios consistió
en agitar mucho y organizar poco. or ello no pudo rechazarse con suficiente fuerza el asalto
contrarrevolucionario. ero nosotros no comprendemos bien qué tipo de organización tienen
en mente estos acusadores.
3l consejo organizaba alrededor de 200.000 obreros. Todas las fábricas tenían su centro
organizativo: el colegio de diputados de la fábrica. Todos los barrios el suyo: la asamblea de
los diputados de distrito. Y, finalmente, el conjunto del proletariado petersburgués tenía el
suyo: el consejo. Se trataba de una vasta organización, libre, influyente y dotada de iniciativa.
Se desplegó simultáneamente una intensa actividad para fundar sindicatos, que aspiraban
vivamente a unirse. Disponían de un órgano coordinador: el buró central de los sindicatos. A
partir de la delegación de las diversas empresas, el consejo mismo asumía la representación
de las organizaciones de ramo. 3n su último período de existencia estaban representados
dieciséis sindicatos.
Naturalmente, se le puede reprochar al consejo el haber organizado tan solo doscientos mil
obreros y no cuatrocientos o quinientos mil. Se les puede reprochar al consejo y a la
socialdemocracia no haber organizado más que dieciséis, y no treinta o cuarenta, sindicatos o
no haber organizado a todo el proletariado en estas uniones. ¡ero hay que tener en cuenta
que para toda esta tarea la historia no concedió mas que "cincuenta días"! La
socialdemocracia hizo mucho, pero no podía hacer milagros.
¿Fue acertado el trabajo de organización interna del partido? ¿No dejó pasar estos cincuenta
días sin aprovecharlos bien? 3n la medida en que se trataba de armar a cientos de miles de
obreros en el plazo más breve posible, el partido no podía hacer nada mejor que empeñar
todas sus fuerzas para organizar y consolidar el consejo. Al fin y al cabo el consejo era
íntegramente "su" trabajo. 3n lo tocante a su propia organización, al partido se le presentaban
dos opciones: la vía conspirativa y la abierta. 3n nuestras filas, nadie con dos dedos de frente
dudaba que el asalto de la contrarrevolución contra las organizaciones obreras abiertas era
inevitable. Sin embargo, en unos momentos en que la vida política de las masas era intensa y
abierta hubiera sido una completa estupidez dirigir toda la organización del partido en la
clandestinidad. ara que el trabajo de agitación prosperase era indispensable que el partido
saliera a la luz pública por medio de secciones y clubes socialdemócratas. ero era evidente
que estas organizaciones sufrirían en diciembre la misma suerte que el consejo de los
diputados obreros, la federación campesina y todas las demás uniones sindicales, con las
federaciones de ferroviarios, correos y telégrafos a la cabeza. Diciembre deriva de octubre
como la conclusión de la hipótesis. 3l resultado de diciembre se explica naturalmente porque
en ese momento del desarrollo revolucionario la reacción era mecánicamente más fuerte que
la revolución. 3l liberalismo, está claro, estima que en todas las circunstancias se debe suplir
la falta de fuerzas con unos pies ligeros. ara él, la táctica realmente valerosa, madura,
reflexiva y adaptada consiste en desertar en el momento decisivo. Claro que puede hacerlo
porque tiene la inmensa ventaja de tener esos pies ligeros, ya que no carga con la confianza
de las masas ni es responsable ante ellas. ero si la socialdemocracia o el consejo hubieran
cedido sin luchar en diciembre, habrían despojado de contenido no sólo la manifestación de
noviembre sino todos los esfuerzos derrochados y la victoria lograda en octubre. Hubiera
significado, junto a la derrota material producto de la relación de fuerzas, la derrota moral
producto de la traición que era la deserción.
Hemos dicho que diciembre era consecuencia directa e inevitable de octubre. Desde este
punto de vista, las divergencias de opinión en la apreciación de la huelga de noviembre y de
la lucha por la jornada de ocho horas tienen una importancia secundaria. Actualmente,
cuando se observa retrospectivamente la actuación del consejo, la lucha por la jornada de
ocho horas suscita cierto número de opiniones divergentes. No se trata cuestionar el hecho de
la huelga de noviembre, pero ciertos socialdemócratas influyentes han puesto en duda su
oportunidad. or nuestra parte afirmamos lo siguiente: si la huelga de noviembre fue un error,
si la instauración de la jornada de ocho horas por la fuerza fue otro mayor -opiniones que no
compartimos en absoluto-, fueron dos errores de menor importancia. No modificaron la
situación política, pues no fueron estos dos errores los que originaron la oposición entre el
poder que se apoya en los soldados y el que lo hace en los obreros. Con o sin errores, el
conflicto de diciembre estaba inscrito ya en esta situación contradictoria. La derrota de
diciembre estaba prefigurada en la correlación de fuerzas. Más al sur, en los países bálticos,
en el Cáucaso, no hubo ni huelga de noviembre ni instauración forzosa de la jornada de ocho
horas. Y sin embargo las cosas sucedieron igual en todas partes y en diciembre se produjo el
conflicto y la derrota.
uesto que no se pueden encontrar las razones de la derrota en la táctica seguida, ¿acaso
estarían en la "composición" del consejo? Se ha dicho que el pecado original del consejo era
su carácter de clase. ara convertirse en órgano de la revolución nacional, se dice, era preciso
que el consejo ampliara su base y estuvieran representadas en él "todas" las capas sociales.
3llo hubiera consolidado la influencia del consejo y reforzado su poder.
La fuerza del consejo provenía del papel que juega el proletariado en la economía capitalista.
La tarea del consejo no consistía en transformarse en una parodia de arlamento, sino en
crear las condiciones del parlamentarismo. Tampoco tenía que organizar la representación
equitativa de los intereses de los diferentes grupos sociales, sino organizar la lucha
revolucionaria del proletariado. Su principal arma era la huelga política de masas, un método
privativo de la clase de los obreros asalariados, del proletariado. La unidad de clase eliminaba
las fricciones internas en el consejo y le confería la capacidad de iniciativa revolucionaria.
¿De qué forma se podía ampliar la composición del consejo? Se hubiera podido admitir a los
representantes de profesiones liberales. Aunque no hubieran aportado nada al consejo
podemos suponer que no le habrían molestado demasiado. 3s inútil añadir que eso no hubiera
cambiado para nada la fisonomía de clase del consejo.
¿Qué otros grupos sociales podrían haber estado representados? ¿3l congreso de loa
"zemstvos"? ¿3l comercio y la industria?
Mientras que, para el consejo, la huelga general era la única condición previa para la
insurrección, donde los elementos no proletarios podían encontrar su sitio junto a los obreros,
y mientras el consejo pedía a todos los grupos revolucionarios que prepararan con él la
huelga directa e inmediatamente, el liberalismo burgués veía en la huelga política, de la que
no podía formar parte activa, un método de lucha que había perdido toda eficacia y exigía la
parte del león en la dirección de una lucha cuyo peso recaía exclusivamente sobre el
proletariado.
¿Qué es lo que podían añadir a la potencia del consejo los representantes del liberalismo y la
democracia burgueses? ¿Cómo hubieran podido enriquecer sus métodos de lucha? Basta con
recordar el papel que jugaron en octubre, en noviembre, en diciembre, o con recordar la
resistencia que opusieron estos elementos a la disolución de su duma, para comprender que el
consejo podía y debía seguir siendo una organización de clase, es decir, una organización de
lucha. Algunos diputados burgueses podían aumentar su importancia "numérica", pero eran
absolutamente incapaces de incrementar su "potencia".
VI
Un plan de este tipo es más fácil de formular que de poner en práctica. ero, si la revolución
debe vencer, el proletariado ruso se verá obligado a seguir precisamente este programa.
Desplegará una actividad revolucionaria como jamás ha visto el mundo. La historia de estos
cincuenta días no será entonces más que una página menor en el gran libro de la lucha y
victoria del proletariado.
Antonio ramsci
3 MOVIMI3NTO TURIN3S D3 OS CONS3OS D3 FABRICA
(Informe enviado al Comité 3jecutivo de la Internacional Comunista en julio de 19 .)
[ulio de 19 , 1^III^19 1; L.0.N.; 176^186]
³ El entusiasmo por los Consejos.
La propaganda por los Consejos de fábrica fue acogida con entusiasmo por las masas; en el
curso de medio año se constituyeron Consejos en todas las fábricas y todos los talleres
metalúrgicos; los comunistas conquistaron la mayoría en el sindicato metalúrgico; el
principio de los Consejos de fábrica y del control de la producción se aprobó y aceptó por la
mayoría del Congreso y por la mayor parte de los sindicatos pertenecientes a la Cámara del
Trabajo.
Cada empresa se subdivide en secciones y cada sección en equipos de oficio: cada equipo
realiza una parte determinada del trabajo; los obreros de cada equipo eligen un obrero con
mandato imperativo y condicionado. La asamblea de los delegados de toda la empresa forma
un Consejo que elige de su seno un comité ejecutivo. La asamblea de los secretarios políticos
de los comités ejecutivos forma el comité central de los Consejos, el cual elige, a su vez, de
su seno, un comité urbano de estudio [21] para la organización de la propaganda, la
elaboración de los planes de trabajo, la aprobación de los proyectos y de las propuestas de las
varias empresas y hasta de los obreros individuales, y, por último, para la dirección de todo el
movimiento.
Algunas tareas de los Consejos de fábrica tienen un carácter estrictamente técnico y hasta
industrial, como, por ejemplo, el control del personal técnico, el despido de empleados que se
muestren enemigos de la clase obrera, la lucha con la dirección por la conquista de derechos
y libertades, el control de la producción de la empresa y de las operaciones financieras.
Los Consejos de fábrica arraigaron pronto. Las masas acogieron gustosas esta forma de
organización comunista, se reunieron en torno de los comités ejecutivos y apoyaron
enérgicamente la lucha contra la autocracia capitalista. Aunque ni los industriales ni la
burocracia sindical quisieron reconocer a los Consejos y sus comités, éstos consiguieron
éxitos notables: echaron a los agentes y espías de los capitalistas, establecieron relaciones con
los empleados y con los técnicos para obtener información financiera e industrial; por lo que
hace a los asuntos de la empresa, concentraron en sus manos el poder disciplinario y
mostraron a las masas desunidas y disgregadas lo que significa la gestión directa de los
obreros en la industria.
3n cabeza del movimiento para la constitución de los Consejos de fábrica se encontraron los
comunistas de la sección socialista y de las organizaciones sindicales; también colaboraron
los anarquistas, que intentaron contraponer su fraseología ampulosa al lenguaje claro y
preciso de los comunistas marxistas.
Las ásperas críticas de los organismos sindicales y de la dirección del artido Socialista
animaron nuevamente a los capitalistas, los cuales no tuvieron ya freno alguno en su lucha
contra el proletariado turinés y contra los Consejos de fábrica. La conferencia de los
industriales celebrada en marzo de 1920 en Milán elaboró un plan de ataque; pero los "tutores
de la clase obrera", las organizaciones económicas y políticas, no se preocuparon por ello.
or todos abandonado, el proletariado turinés se vio obligado a enfrentarse él solo, con sus
solas fuerzas, con el capitalismo de toda la nación y con el poder del 3stado. Turín fue
inundado por un ejército de policías; alrededor de la ciudad se emplazaron cañones y
ametralladoras en los puntos estratégicos. Y una vez dispuesto todo ese aparato militar, los
capitalistas empezaron a provocar al proletariado. 3s verdad que ante esas gravísimas
condiciones de lucha el proletariado vaciló antes de aceptar el reto; pero cuando se vio que el
choque era inevitable, la clase obrera salió valerosamente de sus posiciones de reserva y
quiso reanudar la lucha hasta un final victorioso.
Los metalúrgicos estuvieron en huelga un mes entero, y las demás categorías diez días; la
industria se detuvo en toda la provincia y se paralizaron las comunicaciones. ero el
proletariado turinés quedó aislado del resto de Italia; los órganos centrales no hicieron nada
por ayudarle; no publicaron siquiera un manifiesto para explicar al pueblo italiano la
importancia de la lucha de los trabajadores turineses: el Avanti! se negó incluso a publicar el
manifiesto de la sección turinesa del partido. Los camaradas turineses recibieron de todas
partes los epítetos de anarquistas y aventureros. 3n aquella época tenía que celebrarse en
Turín el Consejo Nacional del artido; pero la reunión se trasladó a Milán, porque una ciudad
"presa de una huelga general" pareció poco adecuada como teatro de discusiones socialistas.
3n esa ocasión se manifestó toda la impotencia de los hombres puestos a dirigir el partido;
mientras la masa obrera defendía valerosamente en Turín los Consejos de fábrica, la primera
organización basada en la democracia obrera, encarnación del poder proletario, en Milán
charlaban de proyectos y métodos teóricos para la formación de los Consejos como forma de
poder político que el proletariado habría de conquistar; se discutía sobre la manera de
organizar conquistas que no se habían conseguido y se abandonaba al proletariado turinés a
su destino, se dejaba a la burguesía la posibilidad de destruir el poder obrero ya conquistado.
Las masas proletarias italianas manifestaron su solidaridad con los compañeros turineses de
varios modos: los ferroviarios de isa, Livorno y Florencia se negaron a transportar las tropas
destinadas a Turín; los trabajadores portuarios y los marineros de Livorno y Génova
sabotearon el movimiento en los puertos; el proletariado de muchas ciudades se lanzó a la
huelga a pesar de las órdenes de los sindicatos en contra de ella.
La huelga general de Turín y del iamonte chocó con el sabotaje y la resistencia de las
organizaciones sindicales y del partido mismo. ero tuvo una gran importancia educativa,
porque demostró que es posible la unión práctica de los obreros y los campesinos, y volvió a
probar la urgente necesidad de luchar contra todo el mecanismo burocrático de las
organizaciones sindicales, que son el apoyo más sólido de la obra oportunista de los
parlamentarios y de los reformistas, tendiente a sofocar todo movimiento revolucionario de
las masas trabajadoras.
Antonio ramsci
3 PRORAMA D3 L¶ORDINE NUOVO
[1 y 8^VIII^19 ; L.O.N.: 16^15]
Cuando, en el mes de abril de 1919, tres, cuatro o cinco personas (de cuyas deliberaciones y
discusiones aún deben de existir, puesto que se redactaron y escribieron en limpio, las actas,
sí, señores míos, nada menos que actas... ¡para la historia!) decidimos empezar la publicación
de esta revista L¶Ordine Nuovo, ninguno de nosotros (o tal vez ninguno...) pensaba en
cambiar la faz del mundo, renovar los cerebros y los corazones de las muchedumbres
humanas, abrir un nuevo ciclo de la historia. Ninguno de nosotros (o tal vez ninguno, porque
alguno hablaba fantasiosamente de tener 6.000 suscriptores en pocos meses) acariciaba
ilusiones rosadas acerca del buen éxito de la empresa. ¿Quiénes éramos? ¿Qué
representábamos? ¿De qué nuevo verbo éramos portadores? ¡Ay! 3l único sentimiento que
nos unía en aquellas reuniones era el provocado por una vaga pasión por una vaga cultura
proletaria: queríamos hacer algo, algo, algo; nos sentíamos angustiados, sin orientación,
sumidos en la ardiente vida de aquellos meses posteriores al armisticio, cuando parecía
inminente el cataclismo de la sociedad italiana. ¡Ay! La única palabra nueva que realmente se
pronunció en aquellas reuniones quedó sofocada. La dijo uno que era un técnico: "Hay que
estudiar la organización de la fábrica como instrumento de producción; debemos dedicar toda
la atención a los sistemas capitalistas de producción y de organización y debemos trabajar
para que la atención de la clase obrera y la del partido se dirijan a ese objeto". Otro, que se
preocupaba por la organización de los hombres, por la historia de los hombres y por la
sicología de la clase obrera, dijo también: "Hay que estudiar lo que ocurre en el seno de las
masas obreras. ¿Hay en Italia, como institución de la clase obrera, algo que pueda
compararse con el Sóviet, que tenga algo de su naturaleza? ¿Algo que nos autorice a afirmar:
el Sóviet es una forma universal, no es una institución rusa, exclusivamente rusa; el Sóviet es
la forma en la cual, en cualquier lugar en que haya proletarios en lucha por conquistar la
autonomía industrial, la clase obrera manifiesta esa voluntad de emanciparse; el Sóviet es la
forma de autogobierno de las masas obreras; existe un germen, una veleidad, una tímida
incoación de gobierno de los Sóviets en Italia, en Turín?" 3ste otro, impresionado por una
pregunta que le había dirigido a quemarropa un camarada polaco --"¿or qué no se ha
celebrado nunca en Italia un congreso de las comisiones internas de fábrica?"--, respondía en
aquellas reuniones y a sus propias preguntas: "Sí, existe en Italia, en Turín, un germen de
gobierno obrero, un germen de Sóviet; es la comisión interna; estudiemos esta institución
obrera, hagamos una encuesta, estudiemos también la fábrica capitalista, pero no como
organización de la producción material, porque para eso necesitaríamos una cultura
especializada que no tenemos; estudiemos la fábrica capitalista como forma necesaria de la
clase obrera, como organismo político, como "territorio nacional del autogobierno obrero".
3sta era la palabra nueva; y fue precisamente rechazada por el camarada Tasca.
¿Qué quería decir el camarada Tasca? Quería que no se empezara ninguna propaganda
directamente entre las masas obreras, quería un acuerdo con los secretarios de las
federaciones y de los sindicatos, quería que se promoviera una asamblea con esos secretarios
y se construyera un plan de acción oficial; de este modo el grupo de L¶Ordine Nuovo habría
quedado reducido a la dimensión de una irresponsable camarilla de presuntuosas pulgas
labradoras [25]. ¿Cuál fue, pues, el programa real de los primeros números de L¶Ordine
Nuovo? Ninguna idea central, ninguna organización íntima del material literario publicado.
¿Qué entendía el camarada Tasca por "cultura", quiero decir, qué entendía concretamente, no
abstractamente? He aquí lo que entendía por "cultura" el camarada Tasca: quería "recordar",
no "pensar", y quería "recordar" cosas muertas, cosas desgastadas, la pacotilla del
pensamiento obrero; quería dar a conocer a la clase obrera, "recordar" a la buena clase obrera
italiana, que es tan atrasada, tan ruda e inculta, recordarle que Louis Blanc ha tenido ideas
acerca de la organización del trabajo y que esas ideas han producido experiencias reales;
"recordar" que 3ugenio Fourniére ha redactado un cuidado ejercicio escolar para servir bien
calentito (o completamente frío) un esquema de 3stado socialista; "recordar" con el espíritu
de Michelet (o con el bueno de Luigi Molinari) la Comuna de arís, sin oler siquiera que los
comunistas rusos, siguiendo las indicaciones de Marx, enlazan el Sóviet, el sistema de los
Sóviets, con la Comuna de arís, sin oler siquiera que las observaciones de Marx acerca del
carácter "industrial" de la Comuna han servido a los comunistas rusos para comprender el
Sóviet, para elaborar la idea del Sóviet, para trazar la línea de acción de su partido, una vez
llegado a partido de gobierno. ¿Qué fue L¶Ordine Nuovo durante sus primeros números? Fue
una antología y nada más que una antología; una revista que igual habría podido nacer en
Nápoles, Caltanisetta o Brindisi: una revista de cultura abstracta, de información abstracta,
con cierta tendencia a publicar cuentecillos horripilantes y xilografías bienintencionadas; eso
fue L¶Ordine Nuovo durante sus primeros números: un desorganismo, el producto de un
intelectualismo mediocre que buscaba a fuerza de traspiés un puerto ideal y una vía de
acción. 3so era L¶Ordine Nuovo tal como se botó al agua a raíz de las reuniones que
celebramos en abril de 1919, reuniones oportunamente registradas en acta y en las cuales el
camarada Tasca rechazó, por no ser conformes a las buenas tradiciones de la morigerada y
pacífica familia socialista italiana, la propuesta de consagrar nuestras energías a "descubrir"
una tradición soviética en la clase obrera italiana, a sacar a la luz el filón del real espíritu
revolucionario italiano; real porque era coincidente con el espíritu universal de la
Internacional obrera, porque era producido por una situación histórica real, porque era
resultado de una elaboración de la clase obrera misma.
[25] or µpulgas labradoras¶ (expresión construida según el dicho del refranero: "aramos, dijo
la pulga, e iba encima del asno") se traduce la frecuente frase gramsciana µmosche
cocchiere¶, literalmente µmoscas cocheras¶, presumiblemente inspirada en alguna tradición
del tipo de la recogida en el refrán castellano, y acaso precisamente en la fábula de La
Fontaine que habla de una mosca cochera ("Le Coche et la Mouche", Fables, livre VII, n°
I ).
II
3l camarada Tasca, lector muy poco atento de L¶Ordine Nuovo, no ha captado nada de ese
desarrollo teórico, el cual, por lo demás, no era más que una traducción, para la realidad
histórica italiana, de las concepciones del camarada Lenin expuestas en algunos escritos que
ha publicado L¶Ordine Nuovo mismo, y de las concepciones del teórico americano de la
asociación sindicalista revolucionaria de los I[ndustrial] W[orkers of the] W[orld], el
marxista Daniel De Leon. 3n efecto: llegado a cierto punto, el camarada Tasca interpreta en
un sentido meramente "comercial" y contable la representación de los complejos económicos
de producción que se expresa con las palabras "arroz", "madera", "azufre", etc.; en otra
ocasión se pregunta qué relaciones ha de haber entre los Consejos; en otro ve en la
concepción proudhoniana del taller destructor del gobierno el origen de la idea desarrollada
en L¶Ordine Nuovo, pese a que en el mismo número del 5 de junio en el que se imprimieron
el articulo El Consejo de fábrica y el comentario al congreso sindical, se reprodujo también
un extracto del escrito sobre la Comuna de arís, en el cual Marx alude explícitamente al
carácter industrial de la sociedad comunista de los productores. 3n esa obra de Marx han
encontrado De Leon y Lenin los motivos fundamentales de sus concepciones, y sobre esos
elementos se hablan preparado y elaborado los artículos de L¶Ordine Nuovo que el camarada
Tasca, repitámoslo, ha mostrado leer muy superficialmente, precisamente por lo que hace al
número en el que se originó la polémica, y sin ninguna comprensión de la sustancia ideal e
histórica.
No quiero repetir para los lectores de esta polémica todos los argumentos ya desarrollados
para exponer la idea de la libertad obrera que se realiza inicialmente en el Consejo de fábrica.
He querido aludir sólo a algunos motivos fundamentales para demostrar como ha ignorado el
camarada Tasca el proceso íntimo de desarrollo del programa de L¶Ordine Nuovo. 3n un
apéndice que seguirá a estos dos breves artículos analizaré algunos puntos de la exposición
de Tasca, porque me parece oportuno aclararlos y demostrar su inconsistencia. ero hay que
aclarar enseguida un punto: a propósito del capital financiero, Tasca escribe que el capital
"alza el vuelo", se separa de la producción y planea. etc. Toda esa confusión de alzar el vuelo
y planear como... papel moneda no tiene relación alguna con el desarrollo de la teoría de los
Consejos de fábrica; lo que nosotros hemos observado es que la persona del capitalista se ha
separado del mundo de la producción, no el capital, aunque éste sea financiero; hemos
observado que la fábrica ha dejado de estar gobernada por la persona del propietario, para
serlo por el banco a través de una burocracia industrial que tiende a desinteresarse de la
producción del mismo modo que el funcionario estatal se desinteresa de la administración
pública. 3se punto de partida nos sirvió para un análisis histórico de las nuevas relaciones
jerárquicas que han ido estableciéndose en la fábrica, y para afirmar el cumplimiento de una
de las condiciones históricas más importantes de la autonomía industrial de la clase obrera,
cuya organización de fábrica tiende a hacerse con el poder de iniciativa en la producción. Lo
del "volar" y "planear" es una fantasía bastante desgraciada del camarada Tasca, el cual,
aunque se refiere a una reseña suya del libro de Arturo Labriola sobre el Capitalismo,
publicada por el Corriere Universitario, con lo que intenta demostrar que se ha "ocupado" de
la cuestión del capital financiero (y obsérvese que Labriola sostiene precisamente una tesis
contraria a la de Hilferding, que ha sido al final la de los bolcheviques), muestra, en cambio,
en los hechos que no ha comprendido absolutamente nada y que ha levantado un frágil
castillo de cartas sobre un cimiento hecho de vagas reminiscencias y palabras vacías.
La polémica ha servido para demostrar que las criticas que dirigí al informe Tasca están muy
fundadas: Tasca tenía una formación muy superficial sobre el problema de los Consejos y
una invencible manía de formular "su" concepción, de iniciar "su" acción, de abrir una 3ra
nueva para el movimiento sindical
¡Camaradas!
La nueva forma que ha tomado la comisión interna en vuestra fábrica con el nombramiento
de los comisarios de sección y las discusiones que han precedido y acompañado esa
transformación no han pasado inadvertidas por el campo obrero y patronal de Turín or una
parte, se disponen a imitaros los obreros de otros establecimientos de la ciudad y de la
provincia; por otra, los propietarios y sus agentes directos, los organizadores de las grandes
empresas industriales, contemplan este movimiento con creciente interés, y se preguntan y os
preguntan cuál será el objetivo al que tiende, cuál el programa que se propone realizar la
clase obrera turinesa.
La masa obrera tiene que prepararse efectivamente para conseguir el pleno dominio de sí
misma, y el primer paso por ese camino consiste en disciplinarse lo más sólidamente en la
fábrica, de modo autónomo, espontáneo y libre. No puede negarse tampoco que la disciplina
que se instaurará con el nuevo sistema llevará a una mejora de la producción; pero eso no es
sino la verificación de una de las tesis del socialismo: cuanto más conciencia de sí mismas
toman las fuerzas productivas humanas, emancipándose de la esclavitud a la que el
capitalismo querría verlas eternamente condenadas, cuanto más se liberan y se organizan
libremente, tanto mejor tiende a ser el modo de su utilización: el hombre trabajará siempre
mejor que el esclavo. Y a los que objetan que de este modo se acaba por colaborar con
nuestros adversarios, con los propietarios de las industrias, contestamos que ése es, por el
contrario, el único modo de hacerles sentir concretamente que el final de su dominio está
cercano, porque la clase obrera concibe ya la posibilidad de decidir por sí misma [16 µfare da
sé': retorsión de la exclamación nacionalista I'Italia fará da sé!], y decidir bien; aun más: la
clase obrera cobra de día en día la certeza, cada vez más clara, de ser la única capaz de salvar
al mundo entero de la ruina y la desolación. or eso toda acción que emprendáis, toda batalla
que se libre bajo vuestra guía, estará iluminada por la luz del objetivo último que está en los
ánimos y en las intenciones de todos vosotros.
or eso tendrán también un grandísimo valor los actos de importancia aparentemente
pequeña en los que se manifieste el mandato que habéis recibido. 3legidos por grupos
obreros en los cuales son todavía numerosos los elementos desorganizados, vuestra primera
preocupación será, sin duda, la de hacer que entren en las filas de la organización; obra, por
otra parte, que os será facilitada por el hecho de que ellos encontrarán en vosotros hombres
siempre dispuestos a defenderlos, a guiarlos y a prepararlos para la vida de la fábrica.
Vosotros les mostraréis con vuestro ejemplo que la fuerza del obrero está toda ella en la
unión y en la solidaridad con sus compañeros.
También os corresponde velar porque se respeten en las secciones las reglas de trabajo fijadas
por los sindicatos de oficio y aceptadas en los convenios, pues en este campo la más pequeña
derogación de los principios establecidos puede a veces constituir una ofensa grave a los
derechos y a la personalidad del obrero, cuyos defensores y custodios rígidos y tenaces seréis.
Y como viviréis vosotros mismos constantemente entre los obreros y en el trabajo, podréis
conocer las modificaciones que vaya siendo necesario introducir en los reglamentos,
modificaciones impuestas por el progreso técnico de la producción y por la conciencia y la
capacidad progresivas de los mismos trabajadores. De este modo irá constituyéndose una
moral de fábrica, primer germen de la verdadera y efectiva legislación del trabajo, o sea, de
las leyes que los productores elaborarán y se darán a sí mismos. 3stamos seguros de que no
se os esconde la importancia de este hecho, que es evidente para todos los obreros que han
comprendido, con rapidez y entusiasmo, el valor y la significación de la obra que os
proponéis hacer: empieza la intervención activa de las fuerzas mismas del trabajo en el
campo técnico y en el de la disciplina.
3n el campo técnico podréis, por una parte, realizar un utilísimo trabajo de información,
recogiendo datos y materiales preciosos para los sindicatos de oficio igual que para las
entidades centrales y directivas de las nuevas organizaciones de fábrica. Curaréis, además, de
que los obreros de la sección consigan capacidad creciente, y eliminaréis los mezquinos
sentimientos de envidia profesional que todavía los tienen divididos y discordes; los
acostumbraréis así para el día en el cual, sin tener ya que trabajar para los patronos, sino para
ellos mismos, necesiten estar unidos y solidarios para aumentar la fuerza del gran ejército
proletario del que son las células primeras. ¿or qué no habríais de poder suscitar en la
misma fábrica adecuadas secciones de instrucción, verdaderas escuelas profesionales en las
que cada obrero, irguiéndose del cansancio que embrutece, pueda abrir la mente al
conocimiento de los procesos de producción y mejorarse a sí mismo?
3s cierto que para hacer todo eso hará falta disciplina, pero la disciplina que pediréis a la
masa obrera será muy distinta de la que el patrono imponía y pretendía basado en el derecho
de propiedad que constituye en sí mismo una posición de privilegio. Vosotros os basaréis en
otro derecho: el del trabajo que, después de haber sido durante siglos instrumento en manos
de sus explotadores, hoy quiere redimiese, dirigirse a sí mismo. Vuestro poder, opuesto al de
los patronos y sus oficiales, representará frente a las fuerzas del pasado las fuerzas libres del
porvenir, que esperan su hora y la preparan, sabiendo que será la hora de la redención de toda
esclavitud.
Y así los órganos centrales que surjan para cada grupo de secciones, para cada grupo de
fábricas, para cada ciudad, para cada región, hasta un supremo Consejo Obrero Nacional,
seguirán organizándose, intensificando la obra de control, de preparación y de ordenación de
la clase entera para fines de conquista y de gobierno.
Sabemos que el camino no será breve ni fácil: surgirán muchas dificultades y se os opondrán,
y para superarlas hará falta poner a contribución mucha habilidad, tal vez también apelar a la
fuerza de la clase organizada, y habrá que estar siempre animados y empujados a la acción
por una gran fe; pero lo que más importa, camaradas, es que los obreros, bajo vuestra guía y
la de los que os imiten, consigan la certeza viva de caminar ya, seguros de la meta, por el
gran camino del porvenir
Antón Pannekoek
. os Consejos de Fabrica
³. a organización de las fábricas
3l hombre, cuando tiene que hacer un trabajo, primero lo concibe en su mente como un plan,
como un designio más o menos consciente. 3sto distingue las acciones del hombre de las
acciones instintivas de los animales. 3sto también vale en principio, respecto de las luchas
comunes, de las acciones revolucionarias de las clases sociales. No enteramente, sin duda;
hay una gran cantidad de impulsos espontáneos no premeditados en sus estallidos de
apasionada revuelta. Los trabajadores en lucha no son un ejército conducido según un plan
netamente concebido de acción por un equipo de líderes capaces. Son una masa de personas
que surgen gradualmente de la sumisión y de la ignorancia y llegan poco a poco a cobrar
conciencia de su explotación, impulsados una y otra vez a luchar en pos de mejores
condiciones de vida, y que desarrollan gradualmente su capacidad. Surgen en sus corazones
nuevos sentimientos, nuevos pensamientos en su cabeza acerca de la manera en que podría y
debería estructurarse el mundo. Nuevos deseos, nuevos ideales, nuevos propósitos llenan su
mente y dirigen su voluntad y acción. Sus propósitos toman gradualmente una forma más
concisa. Al comienzo sólo se trata de la simple lucha por mejores condiciones de trabajo,
pero luego los propósitos se van transformando en la idea de que es necesario reorganizar
fundamentalmente la sociedad. Hace ya varias generaciones que el ideal de un mundo sin
explotación y sin opresión se ha posesionado de la mente de los trabajadores. 3n la actualidad
la concepción de que los trabajadores dominen los medios de producción y dirijan por sí
mismos su trabajo, surge en forma cada vez más intensa en su espíritu.
Cuando los obreros se apoderen de las fábricas para organizar el trabajo surgirá ante ellos una
inmensidad de problemas nuevos y difíciles. ero también dispondrán de una inmensidad de
nuevos poderes. Un nuevo sistema de producción nunca es una estructura artificial que se
implante a voluntad. Surge como un proceso irresistible de la naturaleza, como una
convulsión que conmueve a la sociedad en sus más profundas entrañas, evocando las fuerzas
y pasiones más poderosas del hombre. 3s el resultado de una lucha de clases tenaz y
probablemente larga. Las fuerzas requeridas para la construcción sólo pueden desarrollarse y
crecer plenamente en esta lucha.
¿Cuáles son los fundamentos de la nueva sociedad? Son las fuerzas sociales de la
camaradería y la solidaridad, de la disciplina y el entusiasmo, las fuerzas morales del
sacrificio de sí mismo y la devoción a la comunidad, las fuerzas espirituales del
conocimiento, del valor y la perseverancia, la firme organización que liga a todas estas
fuerzas en una unidad de propósitos, y todo el conjunto es el resultado de la lucha de clases.
No se las puede preparar deliberadamente de antemano. Sus primeros rastros surgen en forma
espontánea en los trabajadores a raíz de su situación de explotación común; y luego crecen
incesantemente a través de las necesidades de la lucha, bajo la influencia de la experiencia y
de la inducción e instrucción mutuas. Deben crecer porque su plenitud trae la victoria y su
deficiencia la derrota. ero aun después de un éxito en la lucha, los intentos de nueva
construcción fracasarán en la medida en que las fuerzas sociales sean insuficientes y en que
los nuevos principios no ocupen enteramente el corazón y la mente de los trabajadores. Y en
este caso, puesto que la humanidad debe vivir, puesto que la producción debe proseguir, otros
poderes, poderes de coerción, fuerzas dominantes y represoras, tomarán en sus manos la
producción. Así, la lucha tendrá que recomenzarse hasta que las fuerzas sociales de la clase
trabajadora hayan alcanzado la altura suficiente como para ser capaces de convertirse en
dueñas de la sociedad y gobernarse a sí mismas.
3l cuerpo dominante en esta organización fabril es todo el conjunto de los trabajadores que
colaboran en ella. Se reúnen para discutir los asuntos y en esas reuniones toman sus
decisiones. Todos los que toman parte en el trabajo participan entonces en la regulación de
las tareas comunes. Todo esto es evidente por sí mismo y normal, y el método parece ser
idéntico al que se siguió cuando bajo el capitalismo grupos o sindicatos de trabajadores
tenían que decidir por votación acerca de los asuntos comunes. ero existen diferencias
esenciales. 3n los sindicatos había virtualmente una división de tareas entre los funcionarios
y los miembros; los funcionarios preparaban e ideaban las propuestas y los miembros
votaban. Con el cuerpo fatigado y la mente agotada los trabajadores tenían que dejar a otros
la concepción de las ideas; sólo en parte o en apariencia manejaban sus propios asuntos. Sin
embargo, en el manejo común de los talleres, los operarios tienen que hacerlo todo por sí
mismos, la concepción, la ideación y también la decisión. La devoción y la emulación
desempeñan no sólo su papel en la tarea laboral de cada uno, sino que son aún más esenciales
en la tarea común de regular el conjunto. 3n primer lugar, porque ésta es la causa común más
importante, que ellos no pueden dejar a otros. 3n segundo lugar, porque trata de las
relaciones mutuas que se establecen en su propio trabajo, tema en el cual todos están
interesados y tienen competencia, y que por lo tanto exige profundas consideraciones por
parte de ellos y una discusión exhaustiva para esclarecerlo. Así, no es sólo el esfuerzo
corporal, sino aún más el esfuerzo mental que cada uno aporta al participar en la regulación
general, lo que constituye el objeto de competencia y apreciación. Además, la discusión debe
asumir un carácter distinto del que tiene en las sociedades y sindicatos bajo el capitalismo,
donde hay siempre diferencias de interés personal. 3n este último caso, cada uno se
preocupa, en su más profunda conciencia, de su propia salvaguardia, y las discusiones tienen
que ajustar y suavizar estas diferencias en la acción común. 3n cambio, en la nueva
comunidad laboral todos los intereses son esencialmente los mismos y todos los
pensamientos se dirigen al propósito común de la organización cooperativa eficaz.
3n las grandes fábricas y plantas los trabajadores son demasiado numerosos como para
reunirlos en una sola asamblea, y su concurrencia simultánea no permitiría una discusión real
y exhaustiva. 3n este caso las decisiones sólo pueden tomarse en dos pasos, mediante la
acción combinada de asambleas de las distintas secciones de la planta, y asambleas de
comités centrales de delegados. Las funciones y la práctica de estos comités no pueden
establecerse con exactitud por adelantado; son enteramente nuevos y constituyen una parte
esencial de la nueva estructura económica. Cuando enfrenten las necesidades prácticas, los
trabajadores desarrollarán la estructura práctica. Sin embargo, parte de su carácter puede
derivarse, en líneas generales, comparándolos con los cuerpos y organizaciones que
conocemos.
3n el viejo mundo capitalista los comités centrales de delegados son una institución bien
conocida. Los tenemos en los parlamentos, en toda clase de cuerpos políticos, y en las juntas
directivas de las sociedades y de los sindicatos. 3stán investidos de autoridad sobre sus
electores, o incluso los gobiernan como dueños suyos. Con tales características, están de
acuerdo con un sistema social en que hay una masa trabajadora de personas explotadas y
mandadas por una minoría dirigente. Ahora, sin embargo, la tarea consiste en construir una
forma de organización para un cuerpo de libres productores que colaboran entre sí y
controlan real y mentalmente su acción productiva común, regulándola como iguales según
su propia voluntad; en una palabra, un sistema social totalmente distinto. También en el
mundo viejo tenemos consejos sindicales que administran los asuntos corrientes después que
los miembros, reunidos a grandes intervalos, fijan la política general. 3stos consejos tienen
por misión tratar bagatelas cotidianas, no cuestiones vitales. Ahora, sin embargo, se trata de
la base y esencia de la vida misma, del trabajo productivo, que ocupan y han ocupado
continuamente la mente de todos como uno de los máximos objetivos de sus pensamientos.
Las nuevas condiciones de trabajo hacen que estos comités de fábrica sean algo totalmente
diferente de cualquier otra cosa que conozcamos en el mundo capitalista. Son cuerpos
centrales pero no gobernantes, y no hay ninguna junta de gobierno. Los delegados que los
constituyen fueron enviados por asambleas seccionales con instrucciones especiales; vuelven
a estas asambleas a informar acerca de la discusión y de su resultado, y después de una mayor
deliberación los mismos delegados, u otros, pueden retornar a la instancia superior con
nuevas instrucciones. De tal manera actúan como vínculos entre el personal de las distintas
secciones. Tampoco hay cuerpos de comités de fábrica formados por expertos que provean
las reglamentaciones directivas para la multitud no experta. or supuesto, serán necesarios
los expertos individualmente o en cuerpos, para que se ocupen de problemas especiales, de
carácter técnico y científico. Sin embargo, los comités de fábrica tienen que encargarse de los
trámites cotidianos, las relaciones mutuas, la reglamentación del trabajo, en que todo el
mundo es experto, y, al mismo tiempo, parte interesada. 3ntre otras cosas, les corresponde
poner en práctica lo que sugieren los expertos especializados. Tampoco son los comités de
fábrica los cuerpos responsables por el buen manejo del conjunto, pues de ese modo todos los
miembros podrían derivar su parte de responsabilidad y descargarla en una colectividad
impersonal. or el contrario, como este manejo incumbe a todos en común, pueden
consignarse a determinadas personas tareas especiales a cumplir con su entera capacidad, con
plena responsabilidad, en tanto cosechan los honores de lo que logren realizar.
Todos los miembros del personal, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, que toman parte en el
trabajo como compañeros en un pie de igualdad, participan también en esta organización de
fábrica, tanto en el trabajo real como en la regulación general. or supuesto, habrá mucha
diferencia en lo que respecta a las tareas personales, más fáciles o difíciles de acuerdo con la
fuerza y capacidades, de carácter distinto según la inclinación y las especiales habilidades de
cada uno. Y, por supuesto, las diferencias en lo que respecta a perspicacia en general servirán
de base para dar preponderancia al consejo de los más inteligentes. Al comienzo, cuando
haya, como herencia del capitalismo, grandes diferencias de educación y formación, la falta
de buenos conocimientos técnicos y generales de las masas se sentirá como una grave
deficiencia. 3ntonces el pequeño número de técnicos y científicos profesionales muy
entrenados deben actuar como líderes técnicos, sin adquirir por ello una posición de mando o
liderazgo social, sin obtener privilegios que no sean la estimación de sus compañeros y la
autoridad moral que siempre se atribuyen a la capacidad y el conocimiento.
3l trabajo es un proceso social. Cada empresa forma parte del cuerpo productivo de la
sociedad. La producción social total se forma por la conexión y colaboración de todas las
empresas. Como las células que constituyen un organismo viviente, las empresas no pueden
existir aisladas y amputadas del cuerpo. Así, la organización del trabajo dentro de la fábrica
es sólo la mitad de la tarea de los obreros. or encima de ella, y como tarea aún más
importante, está la unión de las empresas separadas, su combinación es una organización
social.
Mientras que la organización dentro de la fábrica ya existía bajo el capitalismo y sólo había
que reemplazarla por otra, basada en un nuevo fundamento, la organización social de todos
los talleres en un conjunto es, o fue hasta años recientes, algo enteramente nuevo, sin
precedentes. Tan profundamente nuevo, que durante todo el siglo I el establecimiento de
esta organización, bajo el nombre de socialismo, se consideró como la tarea principal de la
clase trabajadora. 3l capitalismo consistía en una masa no organizada de empresas
independientes -una multitud de empleadores privados separados que avanzan a los codazos,
como dice el programa del artido Laborista-, vinculadas sólo por relaciones azarosas de
mercados y competencia, con el resultado de las bancarrotas, la superproducción y la crisis,
el desempleo y un enorme desperdicio de materiales y mano de obra. ara abolir esta
situación, la clase trabajadora debía conquistar el poder político y utilizarlo para organizar la
industria y la producción. 3ste socialismo de 3stado se consideraba, entonces, como el
primer paso hacia un nuevo desarrollo.
3n los últimos años la situación ha cambiado hasta el punto de que el capitalismo mismo ha
dado un primer paso con las organizaciones dirigidas por el 3stado. Se ve impulsado a ello
no sólo por el simple deseo de aumentar la productividad y los beneficios mediante una
planificación racional de la producción. 3n Rusia hubo la necesidad de remediar el retraso
del desarrollo económico mediante una deliberada y rápida organización de la industria que
realizó el gobierno bolchevique. 3n Alemania se produjo la lucha por el poder mundial, que
impulsó al control estatal de la producción y a la organización estatal de la industria. 3sta
lucha constituía una tarea tan pesada que sólo concentrando en manos del 3stado el poder
sobre todas las fuerzas productivas pudo la clase capitalista alemana tener una posibilidad de
éxito. 3n la organización nacionalsocialista la propiedad y los beneficios -aunque
fuertemente reducidos a raíz de las necesidades estatales- siguen estando en manos de los
capitalistas privados, pero la disposición de los medios de producción, su dirección y manejo
fue asumido por funcionarios oficiales. Mediante una organización eficiente se asegura al
capital y al 3stado que no se deteriore la producción de beneficios. 3sta organización de la
producción en gran escala se funda sobre los mismos principios que la organización dentro de
la fábrica, es decir, sobre las órdenes personales del director general de la sociedad, el líder,
la cabeza del 3stado. Cuando el gobierno toma el control de la industria, la autoridad y la
coerción ocupan el lugar de la anterior libertad de los productores capitalistas. 3l poder
político de los funcionarios oficiales se ve grandemente robustecido por su poder económico,
por su facultad de disponer acerca de los bienes de producción, que constituyen el
fundamento de la sociedad.
Dada la imposibilidad de reunir a los trabajadores de todas las fábricas en una sola asamblea,
el único medio que les queda para expresar su voluntad es la designación de delegados. Ha
llegado a utilizarse en época reciente el nombre de consejos obreros para designar a tales
cuerpos de delegados. Cada grupo o personal que trabaja en colaboración designa los
miembros que en las asambleas del consejo deben expresar su opinión y su deseo. 3stos
tomaron parte activa en las deliberaciones de este grupo y llegaron a primer plano como
defensores capaces de los puntos de vista que suscitaron el apoyo de la mayoría. Ahora se los
envía como portavoces del grupo para confrontar estos puntos de vista con los de otros
grupos, con el fin de llegar a una decisión colectiva. Aunque la capacidad personal de esos
delegados desempeña un papel en lo que respecta a persuadir a los colegas y esclarecer los
problemas, su peso no reside en su fuerza individual, sino en las fuerzas de la comunidad que
los ha delegado. Lo que tiene peso no son las simples opiniones, sino aún más la voluntad y
disposición del grupo a proceder de acuerdo con ellas. Diferentes personas actuarán como
delegados según las diferentes cuestiones que surjan y los problemas que se vayan
presentando.
¿Cómo se medirán las cantidades de trabajo invertido y las cantidades de producto a que cada
uno tiene derecho? 3n una sociedad donde los bienes se producen directamente para el
consumo no hay mercado para intercambiarlos; y ningún valor se establece automáticamente
como expresión del trabajo contenido en ellos, a partir de los procesos de compra y venta. 3n
este caso el trabajo invertido debe expresarse de una manera directa mediante el número de
horas. La administración lleva un libro (registro) de horas de trabajo incluidas en cada pieza o
cantidad de unidades del producto, así como de las horas invertidas por cada uno de los
trabajadores. 3n los promedios respecto de todos los operarios de una fábrica, y finalmente,
de todas las fábricas de la misma categoría, se atenúan las diferencias personales y los
resultados personales se vuelven comparables entre sí.
3n el primer período de transición, cuando hay que reparar muchas devastaciones, el primer
problema consiste en construir el aparato de producción y mantener viva a la gente. 3s muy
posible que el hábito impuesto por la guerra y el hambre, de distribuir sin distinción las
sustancias alimenticias indispensables, continúe simplemente sin modificaciones. 3s muy
probable que en tiempos de reconstrucción, cuando deben emplearse las fuerzas al máximo,
cuando además los nuevos principios morales de trabajo común sólo se están formando
gradualmente, el derecho de consumo se equipare al rendimiento del trabajo. 3l viejo dicho
popular, de que el que no trabaja no debe comer, expresa un sentimiento instintivo de
justicia. 3n este precepto se encuentra no sólo el reconocimiento de que el trabajo es la base
de toda vida humana, sino también la proclamación de que ha terminado la explotación
capitalista y la apropiación de los frutos del trabajo ajeno mediante los títulos de propiedad
de una clase ociosa.
3sto no significa, por supuesto, que se distribuya el producto total entre los productores, de
acuerdo con el tiempo que cada uno dedica. O, expresado de otra manera, que cada trabajador
reciba, en forma de producto, exactamente la cantidad de horas invertidas en el trabajo. Debe
dedicarse una considerable parte del trabajo a la propiedad común, al perfeccionamiento y
ampliación del aparato productivo. Bajo el capitalismo parte de la plusvalía servía a este
propósito; el capitalismo tenía que utilizar parte de su ganancia, acumulada en forma de
nuevo capital, para innovar, ampliar y modernizar su equipo técnico, impulsado en su caso
por la necesidad de no ser superado por sus competidores. Así, el progreso en la técnica
ocurrió en formas de explotación. 3n la nueva forma de producción, este progreso es de
interés común para los trabajadores. Lo más inmediato es que se mantengan vivos, pero
construir las bases de la producción futura es la parte más gloriosa de su tarea. Tendrán que
establecer qué parte del trabajo total se gastará en la fabricación de mejores máquinas y
herramientas más eficientes, en la investigación y la experimentación, para facilitar el trabajo
y mejorar la producción.
Además, parte del tiempo y trabajo total de la sociedad debe gastarse en actividades no
productivas pero necesarias, en administración general, en educación, en servicios médicos.
Los niños y los viejos recibirán su parte del producto sin los correspondientes aportes. Hay
que mantener a las personas incapaces de trabajar; y especialmente en los primeros tiempos
habrá una gran cantidad de desechos humanos dejados por el ex mundo capitalista.
robablemente prevalecerá la regla de que el trabajo productivo es la tarea de la parte más
joven de los adultos; o, en otras palabras, es la tarea de todos durante el período de la vida en
que tanto la tendencia a la actividad vigorosa como la capacidad para ella son máximas.
Mediante el rápido crecimiento de la productividad del trabajo esta parte, o sea el tiempo
necesario para producir todos los bienes que la subsistencia requiere, decrecerá
continuamente, y una parte cada vez mayor de la vida quedará disponible para otros
propósitos y actividades.
Las condiciones serán totalmente distintas cuando los trabajadores sean los dueños de su
trabajo y como libres productores organicen la producción. La administración mediante la
contabilidad y la computación será una tarea especial de ciertas personas, así como el forjar
acero o el hornear pan será tarea especial de otras personas, todas igualmente útiles y
necesarias. Los trabajadores de las oficinas de cómputo no serán sirvientes ni señores. No
serán funcionarios al servicio de los consejos obreros, que tienen que cumplir
obedientemente sus órdenes, sino grupos de trabajadores, que como otros grupos regulan
ellos mismos en forma colectiva su propio trabajo, disponen de sus implementos, cumplen
sus obligaciones como lo hacen todos los grupos, en vinculación continua con las
necesidades del conjunto. Son los expertos que tienen que proporcionar los datos básicos de
las discusiones y las decisiones en las asambleas de los trabajadores y de los consejos. Tienen
que reunir los datos, presentarlos en una forma fácilmente inteligible de tablas, gráficos o
cuadros, de modo que cada trabajador en todo momento tenga una clara imagen del estado de
cosas. Su conocimiento no es una propiedad privada que les da poder; no son un cuerpo con
conocimiento administrativo exclusivo que pueda ejercer por ello una decidida influencia. 3l
producto de su trabajo, la capacidad de percepción numérica requerida para el progreso de la
tarea, está disponible para todos. 3ste conocimiento general es el fundamento de todas las
discusiones y decisiones de los trabajadores y de sus consejos, mediante las cuales se logra la
organización del trabajo.
or primera vez en la historia de la vida económica, en general y en detalle, habrá un libro
abierto puesto ante los ojos de la humanidad. Los fundamentos de la sociedad, que bajo el
capitalismo constituían una enorme masa oculta en las oscuras profundidades, apenas
alumbradas aquí y allá por estadísticas sobre comercio y producción, quedarán a plena luz y
mostrarán su estructura en detalle. Disponemos entonces de una ciencia de la sociedad que
consiste en un conocimiento bien ordenado de hechos, mediante el cual se captan fácilmente
las relaciones causales fundamentales. 3sa ciencia formará la base de la organización social
del trabajo, tal como el conocimiento de los hechos de la naturaleza, condensados a su vez en
relaciones causal es, constituye la base de la organización técnica del trabajo. Como
conocimiento de los hechos simples y comunes de la vida diaria estará disponible para todos
y les permitirá ver de una ojeada y captar de inmediato las necesidades del conjunto, así
como la parte que cada uno ocupa en él. Formará el equipo espiritual mediante el cual los
productores podrán dirigir la producción y controlar su mundo.
7. La organización de consejos
3l sistema social que aquí consideramos podría denominarse como una forma de comunismo,
salvo que ese nombre, por la propaganda del artido Comunista a nivel mundial, se utiliza
para designar un sistema de socialismo de 3stado bajo la dictadura partidaria. ero, ¿qué es
un nombre? Siempre se abusa de los nombres para engañar a las masas, pues los sonidos
familiares les impiden utilizar críticamente su cerebro y reconocer claramente la realidad.
Más conveniente, por lo tanto, que buscar el nombre correcto, será examinar más de cerca las
características principales del sistema constituido por la organización de consejos.
Los consejos obreros son la forma de autogobierno que en tiempos futuros reemplazará a las
formas de gobierno del viejo mundo. or supuesto, no para todo el futuro; ninguna forma de
éstas se crea para la eternidad. Cuando la vida y el trabajo en la comunidad sean un hábito
natural, cuando la humanidad controle enteramente su propia vida, la necesidad cederá el
paso a la libertad y las reglas estrictas de la justicia establecidas con anterioridad se
disolverán en formas de conducta espontánea. Los Consejos Obreros son la forma de
organización durante el período de transición en el cual la clase trabajadora está luchando por
el predominio, está destruyendo al capitalismo y organizando la producción social. ara
conocer su verdadero carácter será conveniente comparados con las formas existentes de
organización y gobierno, tal como están fijadas por la costumbre y resultan evidentes por sí
mismas en la mente del pueblo.
Las comunidades que son demasiado grandes como para reunirse en una sola asamblea
regulan siempre sus asuntos mediante representantes, delegados. Así, los burgueses de las
ciudades medievales libres se gobernaban por consejos de ciudad, y la clase media de todos
los países modernos, siguiendo el ejemplo de Inglaterra, tiene sus parlamentos. Cuando
hablamos de administración de los asuntos por delegados elegidos pensamos siempre en
parlamentos; por ende, tenemos que comparar especialmente con un parlamento a los
consejos obreros para discernir los rasgos predominantes de éstos. 3s razonable pensar que
con las amplias diferencias existentes entre las clases y los propósitos que éstas persiguen,
también sus cuerpos representativos deban ser esencialmente distintos.
La siguiente diferencia salta en seguida a la vista: los consejos obreros se ocupan del trabajo,
tienen que regular la producción, mientras que los parlamentos son cuerpos políticos que
examinan y deciden las leyes y los asuntos estatales. Sin embargo, la política y la economía
no ocupan campos totalmente desvinculados entre sí. Bajo el capitalismo, el 3stado y el
parlamento tomaron las medidas y aprobaron las leyes necesarias para el curso sin tropiezos
de la producción; entre ellas estaban las imprescindibles para asegurar el tráfico y los tratos
comerciales, para proteger el comercio y la industria, los negocios y los viajes en el interior y
el exterior de los países, para la administración de justicia, la acuñación de monedas y la
adopción de pesas y medidas uniformes. Y también su trabajo político, que a primera vista no
se vincula con la actividad económica, se ocupó de las condiciones generales de la sociedad,
de las relaciones entre las diferentes clases, que constituyen el fundamento del sistema de
producción. Así, la política, la actividad de los parlamentos, puede considerarse en un sentido
más amplio como auxiliar de la producción.
3ste carácter se refleja en la práctica de todos los procedimientos. Los consejos no son
políticos, no son gobierno. Son mensajeros, que transmiten e intercambian las opiniones, las
intenciones, la voluntad de los grupos de trabajadores. No, en verdad, como los mensajeros
indiferentes que llevan apáticos las cartas o mensajes de las que ellos mismos no saben nada.
Los mensajeros de los obreros han tomado parte en las discusiones, se destacaron como los
fogosos portavoces que representaban las opiniones predominantes. Así luego, como
delegados del grupo, serán no sólo capaces de defenderlos en la reunión del consejo, sino, al
mismo tiempo, tendrán la suficiente imparcialidad como para ser accesibles a los demás
argumentos y para informar a su grupo acerca de las opiniones que recibieron mayor
adhesión. or lo tanto, ellos serán los órganos del intercambio y la discusión social.
La práctica de los parlamentos es exactamente la contraria. 3n este caso los delegados tienen
que decidir sin pedir instrucciones a sus votantes, sin tener ningún mandato coactivo. Aunque
el miembro del parlamento, para mantener su fidelidad, puede dignarse hablarle y exponerles
su línea de conducta, lo hace como dueño de sus propias acciones. Vota como el honor y la
conciencia se lo dictan, de acuerdo con sus propias opiniones, por supuesto, ya que él es el
experto en política, el especialista en cuestiones legislativas, y no puede dejar que lo dirijan
mediante instrucciones provenientes de personas ignorantes. Su tarea es la producción, los
negocios privados, su tarea es la política, las reglamentaciones generales. Tiene que guiarse
por elevados principios políticos y no debe dejarse influir por el estrecho egoísmo de sus
intereses privados. De esta manera se hizo posible que en el capitalismo democrático los
políticos, elegidos por una mayoría de trabajadores, puedan servir a los intereses de la clase
capitalista.
3n el movimiento laboral también lograron hacer pie los principios del parlamentarismo. 3n
las organizaciones masivas de los sindicatos, o en organizaciones políticas gigantescas tales
como el artido Socialdemócrata alemán, los funcionarios de las juntas directivas, como una
especie de gobierno, tomaron poder sobre los miembros, y sus congresos anuales asumieron
el carácter de parlamentos. Los líderes los llamaban orgullosamente así, parlamentos de
trabajo, para acentuar su importancia; y los observadores críticos señalaron la lucha de
facciones, la demagogia de los líderes y la intriga por detrás del escenario. Como indicios de
la misma degeneración que se observaba en los parlamentos reales. 3n verdad, eran
parlamentos en su carácter fundamental. No en el comienzo, cuando los sindicatos eran
pequeños, y miembros esforzados hacían todo el trabajo por sí mismos, en la mayoría de los
casos gratuitamente. ero con el aumento del número de miembros se produjo la misma
división del trabajo que en la sociedad más amplia. Las masas trabajadoras tuvieron que
prestar toda su atención a sus intereses personales separados, a la manera de conseguir y
conservar su trabajo, que eran los principales contenidos de su vida y de su mente. Sólo de
una manera muy general tuvieron además que decidir mediante el voto acerca de su clase
común y sus intereses de grupo. La práctica de detalle quedó a cargo de los expertos, los
funcionarios sindicales y líderes partidarios, que sabían cómo tratar con los patrones
capitalistas y las secretarías de 3stado. Y sólo una minoría de líderes locales estaba
suficientemente familiarizada con estos intereses generales como para poder asistir con
carácter de delegados a los congresos, donde pese a los mandatos a menudo categóricos,
tenían en la realidad que votar según su propio juicio.
3sto implica una revolución total en la vida espiritual del hombre. 3l hombre aprende a ver la
sociedad, a conocer la comunidad. 3n épocas anteriores, bajo el capitalismo, su visión se
concentraba en la pequeña parte relacionada con su negocio, su trabajo, él mismo y su
familia. 3sto era imperativo para su vida, para su existencia. La sociedad se asomaba por
detrás de su pequeño mundo visible como un fondo oscuro y desconocido. 3l hombre
experimentaba, sin duda, las poderosas fuerzas de ésta, que determinaban el éxito o el fracaso
como resultado de su trabajo; pero guiado por la religión, las veía como la acción de
otencias Supremas sobrenaturales. Ahora, por el contrario, la sociedad está a plena luz,
transparente y cognoscible, la estructura del proceso social del trabajo está expuesta ante los
ojos de los hombres, la vista de éstos se dirige a la totalidad de la producción. 3sto es
imperativo para su vida, para su existencia. La producción social es objeto de reglamentación
consciente. La sociedad es una cosa manejada, manipulada por el hombre, y por lo tanto
comprendida en su carácter esencial. Así, el mundo de los consejos obreros transforma la
mente.
ara el parlamentarismo, para el sistema político del negocio separado, el pueblo era una
multitud de personas separadas, a lo sumo, en la teoría democrática, cada una supuestamente
dotada de los mismos derechos naturales. ara elegir sus delegados se agrupaban de acuerdo
con su residencia. 3n tiempos del pequeño capitalismo podía suponerse que los vecinos que
habitaban en la misma ciudad o aldea tenían una cierta comunidad de intereses. 3n el
capitalismo posterior este supuesto se transformó cada vez más en una ficción sin sentido.
Los artesanos, los dueños de negocios, los capitalistas, los trabajadores que viven en el
mismo barrio de una ciudad, tienen intereses distintos y opuestos, dan habitualmente su voto
a diferentes partidos, y se imponen mayorías que se forman por azar. Aunque la teoría
parlamentaria considera al hombre elegido como representante del electorado, es evidente
que todos estos votantes no constituyen juntos un grupo que lo envía como delegado a
representar sus deseos.
Hace setenta años Marx señaló que entre el dominio del capitalismo y la organización final
de una humanidad libre habría un tiempo de transición en el cual la clase trabajadora sería
dueña de la sociedad, pero la burguesía no habría desaparecido aún. Marx llamaba a este
estado de cosas dictadura del proletariado. 3n esa época esta palabra no tenía aún el sonido
ominoso de los actuales sistemas despóticos, ni se la podía utilizar equívocamente para
designar la dictadura de un partido gobernante, como ocurrió después en Rusia. Significaba
simplemente que el poder dominante sobre la sociedad se transfería de los capitalistas a la
clase trabajadora. Con posterioridad el pueblo, enteramente confinado dentro de las ideas del
parlamentarismo, trataría de materializar esta concepción suprimiendo el derecho de las
clases propietarias a integrar los cuerpos políticos. 3s evidente que al violar, como lo hizo, el
sentimiento instintivo de la igualdad de derechos, entraba en contradicción con la
democracia. Vemos ahora que la organización de consejos pone en práctica lo que Marx
anticipó teóricamente, salvo que en esa época no podía aún imaginarse la forma práctica.
Cuando los productores mismos reglamentan la producción, la ex clase explotadora queda
automáticamente excluida de tomar parte en las decisiones, sin necesidad de que esto se
estipule artificialmente. La concepción de Marx de la dictadura del proletariado resulta ahora
idéntica a la democracia laboral de la organización de consejos.
3sta democracia laboral es totalmente distinta de la democracia política del anterior sistema
social. La así llamada democracia política bajo el capitalismo era una parodia, un sistema
artificioso concebido para enmascarar el real dominio del pueblo por una minoría gobernante.
La organización de consejos es una democracia real, la democracia del trabajo, que hace que
quienes trabajan sean dueños de su trabajo. Bajo la organización de consejos desaparece la
democracia política, porque la política misma desaparece y deja su lugar a la economía
social. La actividad de los consejos, puesta en acción por los trabajadores como órganos de
colaboración, guiada por el permanente estudio y la tensa atención a las circunstancias y
necesidades, abarca todo el campo de la sociedad. Todas las medidas se toman en medio de
constante intercambio, por la deliberación en los consejos y la discusión en los grupos y los
talleres, por acciones en los talleres y decisiones en los consejos. Lo que se hace en tales
condiciones nunca podría ser producto de órdenes venidas de arriba y proclamadas por la
voluntad de un gobierno. rocede de la voluntad común de todas las personas interesadas,
puesto que se funda en la experiencia laboral y el conocimiento de todos, e influye
profundamente en la vida de todos. Las medidas sólo pueden ejecutarse de manera tal que las
masas las pongan en práctica como su propia resolución y voluntad; la coerción externa no
puede imponerlas, simplemente porque le falta esa fuerza. Los consejos no son un gobierno;
ni siquiera los consejos más centrales tienen un carácter gubernamental. 3n efecto, no
disponen de ningún medio para imponer su voluntad sobre las masas; no tienen órgano
alguno de poder. Todo el poder social está en manos de los trabajadores mismos. Cuando se
requiera el uso del poder contra perturbaciones o ataques que afecten al orden existente, éste
procederá de las colectividades de trabajadores de las fábricas y se mantendrá bajo su control.
Los gobiernos eran necesarios, durante todo el período de la civilización hasta la actualidad,
como instrumentos de la clase dominante para mantener oprimidas a las masas explotadas.
3sos gobiernos se arrogaban también funciones administrativas en medida creciente, pero su
carácter principal, como estructuras de poder, estaba determinado por la necesidad de
mantener la dominación de clase. Una vez desvanecida esa necesidad, también desaparecerá
el instrumento. Lo que subsistirá es administración, uno de los muchos tipos de trabajo, la
tarea de clases especiales de trabajadores; lo que vendrá en su lugar, el espíritu vital de la
organización, es la constante deliberación de los trabajadores en el pensamiento común que
sirve a su causa común. Lo que impone el cumplimiento de las decisiones de los consejos es
la autoridad moral de éstos. ero la autoridad moral en tal sociedad tendrá un poder más
imperativo que cualquier orden o medida coercitiva por parte de un gobierno.
Cuando en la época precedente de los gobiernos sobre el pueblo había que conceder poder
político al pueblo y a sus parlamentos, se hacía una separación entre la parte legislativa y
ejecutiva del gobierno, completada a veces con la judicial como tercer poder independiente.
La confección de las leyes era tarea de los parlamentos, pero la aplicación, la ejecución, el
gobierno diario quedaba reservado a un pequeño grupo privilegiado de gobernantes. 3n la
comunidad laboral de la nueva sociedad desaparecerá esta distinción. La decisión y la
realización estarán íntimamente vinculadas. Quienes tienen que hacer el trabajo deben
decidir, y lo que ellos deciden en común ellos mismos tienen que ejecutarlo en común. 3n el
caso de grandes masas, los consejos serán sus órganos de decisión. Cuando la tarea ejecutiva
se confiaba a cuerpos centrales, éstos debían tener el poder de mando, debían ser los
gobiernos. Como la tarea ejecutiva corresponderá a las masas mismas, este carácter estará
ausente en los consejos. Además, de acuerdo con los variados problemas y objetos de
reglamentación y decisión, se delegarán y reunirán diferentes personas en diferentes
combinaciones. 3n el campo de la producción misma, todas las plantas tienen no sólo que
organizar cuidadosamente su propio rango extensivo de actividades, sino también que
vinculado horizontalmente con empresas similares y verticalmente con quienes los proveen
de materiales o utilizan sus productos. 3n la dependencia e intervinculación mutua de las
empresas, en su conjunción con las ramas de la producción, los consejos de discusión y
decisión abarcarán dominios cada vez más amplios, hasta llegar a la organización central que
agrupa a toda la producción. 3n cambio, la organización del consumo, la distribución de
todos los artículos necesarios para el consumidor, requerirá sus propios consejos de
delegados de todas las personas interesadas, y tendrá un carácter más local o regional.
Debe señalarse aquí que la vida cultural, el dominio de las artes y las ciencias, por su
naturaleza misma está tan íntimamente vinculado a la inclinación y el esfuerzo individual,
que sólo la libre iniciativa de las personas no abrumadas por el peso del trabajo incesante
puede asegurar su florecimiento. 3sta verdad no queda refutada por el hecho de que durante
los siglos pasados de la sociedad clasista los príncipes y los gobiernos protegieran y
dirigieran las artes y las ciencias, proponiéndose por supuesto utilizarlas como utensilios para
su gloria y para la preservación de su dominio. Hablando en general, hay una disparidad
fundamental tanto en lo que respecta a las actividades culturales como a todas las otras no
productivas y productivas, entre la organización impuesta desde arriba por un cuerpo
gobernante y la organización lograda mediante la libre colaboración de colegas y camaradas.
La organización centralmente dirigida consiste en una reglamentación lo más uniforme
posible sobre todo el dominio; de otro modo no podría supervisárselo y dirigirlo desde un
centro. 3n el caso de la autor reglamentación realizada por todos los interesados, la iniciativa
de numerosos expertos, todos los cuales escudriñan cuidadosamente su propio trabajo y lo
perfeccionan emulándose, imitándose y consultándose entre sí en constante intercambio, debe
dar por resultado una rica diversidad de modos y medios. Cuando la vida espiritual depende
de las órdenes centrales de un gobierno, debe caer en una obtusa monotonía; cuando la
inspira la libre espontaneidad del impulso humano masivo, debe desplegarse en brillante
variedad. 3l principio de los consejos proporciona la posibilidad de descubrir las formas
apropiadas de organización.
or consiguiente, la organización de consejos teje una matizada red de cuerpos que colaboran
a través de la sociedad regulando su vida y progreso de acuerdo con su propia y libre
iniciativa; y todo lo que se discute y decide en los consejos adquiere su poder real por la
comprensión, la voluntad, la acción de la humanidad trabajadora misma.
Anton Pannekoek
[Las condiciones para la nueva forma de los Consejos Obreros. Oposición entre democracia
proletaria y democracia burguesa.]
Las viejas formas de organización, el sindicato y el partido político, y la nueva forma de los
consejos (soviets), pertenecen a fases diferentes en el desarrollo de la sociedad y tienen
diferentes funciones. Las primeras tienen que afianzar la posición de la clase obrera entre las
otras clases dentro del capitalismo, y pertenecen al periodo de capitalismo expansivo. La
última ha de asegurar la dominación completa de los obreros, para destruir capitalismo y sus
divisiones de clase, y pertenece al periodo del capitalismo en declive. 3n un capitalismo
ascendente y próspero, la organización de consejos es imposible porque los obreros están
completamente ocupados en el mejoramiento de su condición, lo cual es posible en ese
periodo a través de los sindicatos y de la acción política. 3n un capitalismo decadente que
navega en la crisis, estos esfuerzos son inútiles y la fe en ellos sólo puede estorbar el aumento
de la autoactividad de las masas. 3n tales periodos, de elevada tensión y de revuelta creciente
contra la miseria, cuando los movimientos de huelga se propagan por países enteros y
golpean las raíces del poder capitalista, o cuando, siguiendo a guerras o a catástrofes
políticas, la autoridad gubernamental se desmorona y las masas actúan, las viejas formas
organizativas fracasan contra las nuevas formas de autoactividad de las masas.
La democracia primitiva en pueblos pequeños y distritos fue ejercida por la asamblea del
conjunto de los ciudadanos. Con la gran población de los pueblos modernos y países esto es
imposible. Las personas sólo pueden expresar su voluntad escogiendo delegados para algún
cuerpo central que los representa todos. Los delegados para los cuerpos parlamentarios son
libres actuar, decidir, votar, para gobernar mediante su propia opinión con 'honor y
conciencia', tal y como es llamado a menudo en términos solemnes.
Los delegados del consejo, sin embargo, están limitados por mandato; son enviados
simplemente para expresar las opiniones de los grupos obreros que los envían. ueden ser
llamados de regreso y ser reemplazados en cualquier momento. Así, los obreros que les
dieron el mandato mantienen el poder en sus propias manos.
or otro lado, los miembros del parlamento son escogidos por un número fijo de años; sólo
en las votaciones son amos los ciudadanos --en este único día en el que escogen a sus
delegados--. Una vez este día ha pasado, su poder se ha esfumado y los delegados son
independientes, libres para actuar hasta el término de esos años según su propia 'conciencia',
sólo restringidos por el conocimiento de que después de este periodo tienen que encarar a los
votantes nuevamente; pero entonces, cuentan con captar sus votos mediante una ruidosa
campaña electoral, bombardeando a los confusos votantes con eslóganes y frases
demagógicas. De este modo, no son los votantes sino los palamentarios quienes son los amos
reales que deciden la política. Y los votantes ni siquiera envían a personas de su propia
opción como delegados; son presentados ante ellos por los partidos políticos. Y entonces, si
suponemos que las personas pudieran seleccionar y enviar personas de su propia opción,
estas personas no formarían al gobierno; en la democracia parlamentaria el legislativo y los
poderes ejecutivos están separados. 3l gobierno real que domina a las personas está formado
por una burocracia de funcionarios que se mueve tan lejos del voto de las personas que es
prácticamente independiente. Así es como es posible que la dominación capitalista se
mantenga a través del sufragio general y la democracia parlamentaria. 3sto es así por que, en
los países capitalistas dónde la mayoría de las personas pertenece a la clase obrera, esta
democracia no puede llevar a una conquista del poder político. ara la clase obrera, la
democracia parlamentaria es una democracia farsante, considerando que la representación del
consejo es la democracia real: el gobierno directo de los obreros sobre sus propios asuntos.
Los delegados del consejo, por otro lado, son enviados por un grupo homogéneo para
expresar su voluntad común. Los consejos no están sólo hechos de obreros, teniendo
intereses de clase comunes; son un grupo natural, trabajando juntos como el personal de una
fábrica o sección de una planta grande, y están entre sí en íntimo contacto diario, teniendo el
mismo adversario, teniendo que decidir como obreros compañeros sus acciones comunes, en
las que han de actuar de forma unitaria; no sólo en las cuestiones de la huelga y la lucha, sino
también en la nueva organización de la producción. La representación del consejo no se
funda en la agrupación sin sentido de pueblos adyacentes o distritos, sino en los
agrupamientos naturales de los obreros en el proceso de producción, la base real de sociedad.
Sin embargo, no deben confundirse los consejos con la representación corporativa propagada
en los países fascistas. Ésta es una representación de las distintas profesiones u ocupaciones
(amos y obreros combinados), considerados como componentes fijos de la sociedad. 3sta
forma pertenece a una sociedad medieval con clases fijas y gremios, y en su tendencia a
petrificar los grupos de interés es aun peor que el parlamentarismo, donde los nuevos grupos
y los nuevos intereses que ascienden con el desarrollo del capitalismo encuentran pronto su
expresión en el parlamento y el gobierno.
Los adherentes de las viejas formas de organización exaltan la democracia como el único
derecho y forma política justa, como contraria a la dictadura, una forma injusta. 3l marxismo
no conoce nada de derecho abstracto o justicia; explica las formas políticas en que la
humanidad expresa sus pareceres de derecho político como consecuencias de la estructura
económica de la sociedad. 3n la teoría marxiana podemos encontrar también la base de la
diferencia entre la democracia parlamentaria y la organización del consejo. Tal y como la
democracia burguesa y la democracia proletaria, respectivamente, reflejan el carácter
diferente de estas dos clases y sus sistemas económicos.
Lo mismo es también verdad para los obreros, con tal de que ellos sólo piensen en sus
intereses directos. 3n el capitalismo trabajan largas horas, toda su energía se agota en el
proceso de explotación, y la poca capacidad mental y el pensamiento fresco les abandonan.
Ganar su salario es la necesidad más inmediata de su vida; sus intereses políticos, su interés
común en la salvaguarda de sus intereses como asalariados puede ser importante, pero
todavía es secundario. or eso dejan esta parte de sus intereses también a especialistas, a sus
políticos del partido y a sus jefes sindicales. Votando como ciudadanos o afiliados, los
obreros podrán dar algunas instrucciones generales, así como los votantes de la clase media
pueden influir en sus políticos, pero sólo parcialmente, porque su atención principal debe
permanecer concentrada en su trabajo.
Las dos formas de organización no se distinguen en que una se funda en una base tradicional
e ideológica, y la otra en la base productiva material de sociedad. Los dos se fundan sobre la
base material del sistema de producción, una en el sistema decadente del pasado, la otra en el
sistema progresivo del futuro. Ahora mismo estamos en el periodo de transición, el tiempo
del capitalismo avanzado y los comienzos de la revolución proletaria. 3n el capitalismo
avanzado el viejo sistema de producción ha sido ya destruido en sus fundamentos; la extensa
clase de productores independientes ha desaparecido. La parte principal de la producción es
el trabajo colectivo de extensos grupos de obreros; pero el mando y la propiedad han
permanecido en manos privadas. 3ste estado contradictorio es mantenido por los fuertes
coeficientes de poder de los capitalistas, especialmente el poder estatal ejercido por los
gobiernos. La tarea de la revolución proletaria es destruir este poder estatal; su contenido real
es la apropiación de los medios de producción por los obreros. El proceso de la revolución es
una alternación de acciones y derrotas que construyen la organización de la dictadura
proletaria, que al mismo tiempo es la disolución, paso a paso, del poder estatal capitalista.
or lo tanto este es el proceso de reemplazo del sistema de organización del pasado por el
sistema de organización del futuro.
Philippe Bourrinet.
La importancia decisiva de los Consejos Obreros para el Nuevo Movimiento Obrero, nacido
de las ruinas de la rimera Guerra Mundial, se notaba aún antes de la ola revolucionaria de
1917-1921, que permitió crecer a estas organizaciones desde el enorme terremoto proletario
en países tan diferentes como Alemania, Hungría, Austria y Rusia. 3s en este último país
donde aparecieron en 1905 los primeros Consejos Obreros, que bajo esa última forma de
organización semejaban ser la forma final del primer autogobierno de los obreros desde la
Comuna de arís.
Un artido comunista que actúa en el movimiento de los consejos tenía otra finalidad, muy
diferente de la asignada por los partidos bolchevique y socialdemocrático. Haciendo suya de
nuevo la concepción de Rosa Luxemburgo, los teóricos holandeses afirmaron que los
comunistas "planean preparar su propia declinación" (61) en la sociedad comunista.
3l artido comunista podría ser sólo una herramienta de la revolución, aun cuando juega un
papel decisivo en la cristalización de la mentalidad y la actividad revolucionarias del
proletariado:
"3l partido tiene la tarea de propagar por adelantado el conocimiento claro, de modo que
surjan dentro de las masas, en esos momentos, los elementos capaces de saber lo que es
aconsejable hacer y juzgar la situación por sí mismos. Y, durante la revolución, el partido
debe establecer el programa, las consignas y las directivas que las masas, actuando
espontáneamente, reconozcan correctas, porque encuentran allí, de una forma cumplida, su
propio objetivo revolucionario y llegan, gracias a ellas, a ver las cosas más claramente." (62)
La función del partido no era, de este modo, solamente elaborar el programa; su función era
una función activa de propaganda y agitación. Aun cuando las masas obreras se alzen
espontáneamente, el partido no era espontaneista; no podía aceptar ciegamente cualquier
acción espontánea de los obreros. 3l partido no se disolvía en la masa sino en una vanguardia
lúcida y valiente mediante sus consignas y directivas. Sólo en esta acepción el partido dirigía
y "conducía la lucha". 3ste papel de "dirección" no era el de un personal que mandaba a la
clase obrera como a un ejército, la concepción teorizada tanto por el bolchevismo como por
la socialdemocracia. La revolución no era decretada, sino que era "espontáneamente" "la obra
de las masas mismas". Si ciertas acciones del partido podían ser un punto de partida de la
revolución ±"eso no llega sino raramente"± el factor decisivo era el autodesarrollo de la
conciencia de clase que emergía en forma de acciones espontáneas. "Los factores psíquicos
profundamente escondidos en la inconsciencia de las masas" dan una aparente espontaneidad
a la actividad revolucionaria. La función del partido era precisamente "actuar y hablar
siempre para despertar y fortalecer el conciencia de clase de los obreros" (Subrayado por
Gorter). (63)
" Si... nosotros tenemos el deber de permanecer siendo aún durante un tiempo una pequeña
minoría, no es porque apreciemos esta situación con una predilección particular, sino porque
debemos soportarla antes de volvernos más fuertes".
De una manera bastante torpe, Gorter ±al precio de una argumentación paradójica± cae en
unas polémicas vanas contra el 3jecutivo de la Comintern, que juzgaba a la Izquierda
comunista como "sectas":
"¿Una secta, entonces? dirá el Comité ejecutivo... erfectamente, una secta, si usted entiende
por ese término el núcleo inicial de un movimiento que demanda la conquista del mundo".
Siguiendo al KAD, Gorter opuso "el partido de los jefes" al "partido de las masas",
«dialéctica» que annekoek, por otro lado, se negó a adoptar. 3stá claro que toda la Izquierda
comunista se había sobresaltado por la escisión en octubre de 1919, en Heidelberg, donde la
minoría, maniobrando con una dirección del KD que no era representativa, ejerció su
dictadura sobre el partido, y expulsó al final a la mayoría del partido. 3sta jefatura
autodesignada, así pues Levi, Brandler y Clara Zetkin, se opusieron a la voluntad y la
orientación política de las masas obreras del partido. Con "el partido de los jefes", la
Izquierda quería decir el partido que no nutre su democracia interna, sino la dictadura de la
camarilla, de arriba a abajo, adoptando la concepción de Lenin: "una partido de hierro" y
"una disciplina de hierro". "3l partido de las masas" ±y no el partido de masas-, al contrario,
debe construirse "de abajo hacia arriba" por los obreros revolucionarios del partido.
"... nosotros estamos todavía buscando verdaderos jefes, que no busquen dominar a las masas
y no las traicionen, y como durante mucho tiempo no los tendremos, queremos que todo se
haga de abajo a arriba, y por la dictadura de las masas mismas... 3so también vale con
respecto a la disciplina férrea y el centralismo fuerte. Nosotros también los queremos, pero
sólo después de haber encontrado verdaderos jefes, no antes".
De hecho, de una manera intuitiva, Gorter desarrolló una idea que será la del conjunto de la
Izquierda comunista internacional, la italiana incluida, después de la IIª Guerra Mundial. 3n
los partidos revolucionarios, no surgieron más «grandes hombres», como en la IIª y IIIª
Internationales, que tuviesen un peso aplastante hasta el punto de dominar la organización
entera. La organización revolucionaria se volvió más impersonal y más colectiva. Gorter notó
este hecho en 1920, en un país tan desarrollado como Alemania:
"¿No ha notado, camarada Lenin, que no hay «grandes» jefes en Alemania? Todos son
hombres muy ordinarios."
3l triunfo de los Consejos Obreros a una escala mundial requería una completa inversión de
la praxis anterior del proletariado, la socialdemocracia y el bolchevismo incluidos.
ara la Izquierda holandesa, las tácticas del Comintern en Occidente eran demasiado «rusas»
y, así, inaplicables. Las tácticas de Lenín "sólo podrían llevar al proletariado occidental a su
pérdida y a derrotas terribles". Contrariamente a la revolución rusa, que había sido construida
sobre la revuelta de los campesinos pobres, la revolución en Occidente sería más puramente
proletaria. 3l proletariado en los países avanzados no tenía aliados potenciales, ni los
granjeros ni la pequeñaburguesía urbana. Sólo podría contar con su número, su conciencia y
su propia organización. 3l proletariado estaba solo enfrentandose con todas las demás clases.
"Los obreros en 3uropa occidental están completamente solos. ...en suma, sólo una capa muy
reducida de pequeñoburgueses pobres les ayudará. Y esta es económicamente insignificante.
Los obreros tendrán que llevar todo el peso de la Revolución. Aquí está la gran diferencia
con Rusia". (6Ë)
Lo que era evidente sobre el terreno social, todavía era más verdadero a nivel político. Las
fuerzas políticas que representaban las diversas tendencias e intereses de los estratos
burgueses y pequeñoburgueses ya no estaban divididas sino unidas contra el proletariado. 3n
la era del imperialismo, "las diferencias entre clericales y liberales, conservadores y
progresitas, clase alta y pequeñaburguesía, están desapareciendo". 3so fue confirmado por la
guerra imperialista, y más aun por el proceso de la revolución. Al proletariado unido en la
revolución se le enfrentó la unión de todas las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas:
"Unidos contra la revolución y así, de hecho, contra todos los obreros, porque sólo la
revolución puede realmente mejorar la situación de todos los obreros. Contra la revolución
todos los partidos concuerdan en lugar de dividirse".
3l nuevo periodo histórico, el de las guerras y las revoluciones, borró las "diferencias" y
"desacuerdos" entre los partidos burgueses y los socialdemócratas:
"Indudablemente, uno debe decir que estas diferencias entre los socialdemócratas y los
burgueses se redujeron a casi nada durante la guerra y la revolución, y que normalmente
desaparecieron".
3l cambio histórico del periodo modificó profundamente la táctica del proletariado europeo
occidental. 3sta fue simplificada, tendiendo directamente a la toma revolucionaria del poder.
3so no significa que la revolución proletaria será más fácil en occidente que en un país
subdesarrollado, como Rusia. Al contrario, será más difícil: enfrentando un "capitalismo
poderoso", "los esfuerzos requeridos de las masas por la situación todavía mayores que en
Rusia". 3stos factores objetivos (la fuerza económica del capital, la unión de todas las clases
contra el proletariado) pesa poco, sin embargo, en contraste con el retraso de las condiciones
subjetivas de la revolución. La Izquierda holandesa subrayó el enorme peso de la ilusión
democrática en el proletariado. La herencia "democrática" es el factor principal de inercia
dentro del proletariado. 3sta es la diferencia principal con la revolución rusa. annekoek lo
expresó en estos términos:
"3n estos países, el modo burgués de producción, y la cultura ilustrada que está vinculada a
él desde hace siglos, impregnaba en profundidad la manera de sentir y de pensar de las masas
populares."
3l modo proletario de pensar está distorsionado por esta "cultura" cuyas expresiones más
típicas son el individualismo, el sentimiento de adherencia a una "comunidad nacional", la
veneración de fórmulas abstractas como la "democracia". 3l poder de las posiciones
anacrónicas de la Socialdemocracia, la creencia ciega ±revelando una falta de confianza en sí
mismo± del proletariado en "jefes que, durante décadas, habían personificado la lucha, el
objetivo revolucionario", y finalmente, el peso material y moral de las viejas formas de
organización, "gigantescas máquinas creadas por las masas mismas": múltiples factores
negativos que consolidan la "tradición burguesa".
Las tácticas seguidas por el proletariado durante el periodo revolucionario deben adaptarse
necesariamente "a la fase evolutiva alcanzada por el capitalismo". Los métodos y las formas
de lucha cambian, dependiendo de "cada fase" de la evolución capitalista. 3l proletariado
debe así "superar la tradición de las fases precedentes", en primer lugar la sindicalista y la
parlamentaria.
3n La enfermedad infantil del comunismo, Lenin afirmaba que era necesario por todos los
medios, incluso mediante los menos reconocidos, penetrar con fuerza en los sindicatos para
conquistarlos. Los insertó en el mismo plan que el movimiento Zubatovista (65) en 1905, al
que se adherieron los obreros rusos:
"3s incluso necesario... usar -si se necesita- todas las estratagemas, todos los recursos,
recurrir a trampas, disimular, ocultar la verdad, para el único objetivo de penetrar en los
sindicatos, permanecer allí y llevar a cabo a cualquier coste la acción comunista." (66)
"Los sindicatos son utilizados por los jefes y la masa de los miembros como armas contra la
revolución. 3s por su ayuda, su apoyo, a la acción de sus jefes, y en parte también por sus
miembros, que la Revolución ha sido asesinada. Los comunistas ven a sus propios hermanos
acribillados con la ayuda de los sindicatos. Las huelgas en favor de la revolución son rotas.
¿Usted cree, camarada, que es posible que los obreros revolucionarios permanezcan luego en
tales organizaciones?"
Como el 3stado Capitalista, los sindicatos no han que ser conquistados, sino destruidos.
Cualquier idea de reconquistar los sindicatos y transformarlos en cuerpos comunistas no
puede ser sino la peor ilusión reformista -Gorter compara en varias ocasiones a Lenin con
Bernstein-. Desarrollar una oposición en los sindicatos ±de acuerdo con las tácticas de Lenin±
que fuese comunista era un sin sentido, porque "la burocracia puede maniobrar perfectamente
para suprimir una oposición antes de que esta última la amenaze". 3n la asunción absurda de
que la oposición se apropiaría del aparato de dirección echando a los "malos" jefes, lo que
esta haría sería actuar exactamente como esos últimos:
"Reemplace, en los viejos sindicatos, la burocracia anterior por sangre nueva y, en poco
tiempo, usted verá a ésta adquiriendo también el mismo carácter, que lo promoverá, lo
desarrollará, lo desligará de las masas. 3l 99 por 100 de ellos se convertirán en tiranos, al
lado de los burgueses". (68)
3sta forma toma figura sólo en los Consejos Obreros que ascienden en un periodo
revolucionario, o, más exactamente, en las organizaciones de fábrica. Aquéllos superan la
exclusividad de las viejas uniones de gremio y oficio y aparecen como la única forma de
unificación de la clase obrera. Sus representantes (Obleute), contrariamente a los sindicatos,
son constantemente revocables. La Izquierda holandesa, en este punto, sigue el ejemplo ruso,
dónde los Consejos de Fábrica y no los sindicatos llevaron a cabo la revolución. Sin
embargo, ciertas aserciones de la Izquierda holandesa dejan a flote ciertas ambigüedades y
muestran una falta de coherencia**:
¨ seguía siendo "obrerista" y predicaba una forma de "fabriquismo" dónde la fábrica estaba en
el centro de toda la vida social: "la revolución en Occidente no puede organizarse sino sobre
la base de las fábricas y en las fábricas"; no se han aproximado a la formación de
organizaciones territoriales que hiciesen añicos el marco de la fábrica.
Sobre estas cuestiones, la Izquierda holandesa no fue a las raíces del problema del sindicato,
y por tanto a las de la formación de los Consejos Obreros. ¿3ra verdad que el "declive del
capitalismo" ±proclamado por el Comintern± haría imposible reformas duraderas? ¿3ran
éstas ±obtenidas en el siglo I por los reformistas±, todavía posibles desde la guerra?
Organizaciones puramente económicas y reivindicativas podrían abandonar sus objetivos de
clase, bajo la presión del 3stado, y ser llevadas a la colaboración de clases. O, en el mejor de
los caos, desaparecerían, como las Uniones. ¿3ra posible, por último, establecer
organizaciones reivindicativas permanentes? Mucho después, la Izquierda holandesa-alemana
rechazó cualquier posibilidad de una organización reivindicativa permanente.
Mientras rechazaban como negativas las lecciones políticas de las Revoluciones rusa y
alemana, junto a su rechazo finalmente de la necesidad de una organización política -por la
obsesión del sustitucionismo-, los Comunistas de Consejos Holandeses vieron en la futura
revolución en primer lugar una cuestión económica. Los consejos parecían ser más
organizaciones económicas de administración de fábrica que cuerpos de decisión y control
sobre la política económica.
as vías de la revolución proletaria: de los comités de lucha a los Consejos Obreros
Tales núcleos de propaganda, obviamente, formaban "grupos obreros" sin una verdadera
línea que los guiase, aunque defendiendo una opinión en la lucha de la clase. ero, en la
práctica, el GIC parecía confundir los "grupos de opinión", que constituían los "grupos de
trabajo" en la teoría de los holandeses, con estos grupos obreros. A esto siguió, de esta
manera, una confusión desconcertante entre organizaciones obreras y organizaciones
revolucionarias.
ara pasar por encima de esta contradicción, el GIC negó a los "grupos de opinión", así como
a los "núcleos de propaganda", un papel político en las luchas económicas obreras. ara
annekoek, era inútil que estos grupos llevasen a cabo una lucha política para dirigir las
huelgas y las demostraciones de los obreros, contra los otros grupos o partidos, aun cuando
aquéllos actuaban desde el interior, en la fábrica, contra la autoorganización de los obreros.
ara él, la cuestión era evitar la ruptura de la "unidad de la clase" por confrontaciones
políticas inútiles:
"3l Comunismo de Consejos considera a todos los obreros como una unidad de clase, más
allá de las demarcaciones de las organizaciones. No entra en la competición con estas
organizaciones... 3l Comunismo de Consejos no dice a los obreros que son miembros de
partidos y organizaciones: déjalos y ven conmigo". (73)
La cuestión del periodo de transición ±después de la toma del poder por los Consejos
Obreros- hacia el Comunismo siempre fue abordada por los comunistas de consejos alemanes
y holandeses bajo un ángulo estrictamente económico. La degeneración inmediata de la
Revolución rusa después de octubre del 17 y la evolución de la Rusia "soviética" hacia el
capitalismo del 3stado mostró, según la concepción del GIC, la bancarrota de la "política". 3l
factor económico, la administración de la nueva sociedad por los consejos, había sido
demasiado minimizado. La tradición de la "política", en la que la "dictadura del proletariado"
era concebida como una dictadura política sobre el conjunto de la sociedad, había relegado a
un segundo plano las tareas económicas cruciales del proletariado. 3sta idea fue expresada
con particular claridad por el mismo annekoek:
"La tradición significa dominación de la economía por la política... lo que los obreros tienen
que realizar es la dominación de la política por la economía". (76)
3sta visión era exactamente el reverso de la de los grupos revolucionarios de los años treinta,
tal como la Izquierda Comunista italiana, que había abierto la discusión teórica sobre el
periodo de transición (77).
3l texto principal del GIC sobre el periodo de transición, los rincipios fundamentales de
producción y distribución comunista, aborda solamente los problemas económicos de este
periodo.
3l punto de partida del GIC es que el fracaso de la Revolución rusa y la evolución hacia el
capitalismo del 3stado sólo podría explicarse por la ignorancia, sino por la negación, de la
necesidad de transformar la nueva sociedad económicamente. 3sta interpretación errónea era
de sentido común en el conjunto del movimiento obrero. ero, de una manera paradójica, el
GIC reconoció el papel fundamental de la experiencia rusa, permitiendo hacer progresar la
teoría marxista:
"Con respecto a la industria, Rusia intentó construir una estructura económica de acuerdo con
los principios comunistas... y fracasó completamente... 3s en la escuela de la práctica de la
Revolución rusa con la que estamos endeudados para poder progresar, para ser capaces de
apreciar lo que significaba el derecho de tener un aparato de producción, cuando está en las
manos de una dirección central". (80)
Finalmente, para el GIC, los problemas del periodo de transición eran muy simples: los
productores tenían que controlar y distribuir el producto social, de una manera igualitaria
para cada uno de ellos y mediante una autoridad ejercida "de abajo a arriba". 3l proceso del
periodo de transición, desde 1917, no fue puramente político, bajo la forma de la extensión de
la revolución proletaria a todo el mundo, sino económico, por medio de un incremento del
consumo obrero, inmediata e igualitariamente organizado por los Consejos de Fábrica. 3l
único verdadero problema del periodo de transición sería, de acuerdo con el GIC, la relación
entre los productores y sus productos:
"3l proletariado subraya el carácter fundamental de la relación del productor con su producto.
3sto y sólo esto es el problema central de la revolución proletaria."
ero, ¿cómo llegar a una "distribución" igualitaria del producto social? 3sto, obviamente, no
podría surgir de las simples medidas de naturaleza jurídica: la nacionalización, la
"socialización", cualquier forma de nacionalización de la propiedad privada. La solución,
según el GIC, estaba en el cálculo de los costes de producción de las fábricas en términos de
tiempo de trabajo, comparándolo con la cantidad de los bienes sociales creados. or supuesto,
según la productividad respectiva de las fábricas, para el mismo producto las cantidades de
trabajo necesario para su fabricación era desigual. ara resolver este problema, era suficiente
calcular el medio tiempo social de producción de cada producto. La cantidad de trabajo de las
fábricas más productivas, excediendo del promedio social, sería versada en unos Fondos
Comunes; se tendría cuidado de ella para elevar el "nivel" de las fábricas menos productivas.
Simultáneamente, se usaría para introducir el progreso tecnológico necesario para desarrollar
la productividad de las fábricas de una rama dada, para disminuir el medio tiempo de
producción.
Los organización del consumo dependía del mismo principio de contabilidad. La contabilidad
social general, gracias a la documentación estadística establecida por los productores-
consumidores organizados como consejos y cooperativas, calculan los factores de consumo.
Después de deducir ±el reemplazamiento del aparato de producción obsoleto, las mejoras
técnicas, los fondos de seguridad social para los no son aptos para trabajar, las catástrofes
naturales, etc.± habría una distribución igual de las reservas sociales de consumo para cada
consumidor. A las condiciones iguales de producción, aseguradas por el cálculo del tiempo
social medio de trabajo, corresponderían generalmente las condiciones iguales para todos los
consumidores individuales. Gracias a este sistema de contabilidad social, se acabaría con la
ley del valor: los productos no circularían ya en base a su valor de cambio usando el patrón
monetario universal. 3n suma, con la construcción de un centro estadístico y contable
"neutral", no desligado de los consejos, independiente de cualquier grupo de personas o de
cualquier autoridad de naturaleza central, la nueva sociedad escaparía al peligro de la
formación de una burocracia parasitaria, que rapiñaría una parte del producto social.
ero el texto del GIC sufría de un cierto número de debilidades, a las que no escaparon otros
grupos revolucionarios (81).
Así, el GIC se alejó de la visión de Marx sobre el periodo de transición, que distinguió dos
fases: una fase inferior, la del socialismo donde "la administración de los hombres" determina
una política económica "proletaria", en una sociedad todavía dominada por la escasez, y una
fase superior, la del comunismo, donde la sociedad sin clases librada de la ley del valor
disfrutaría de un desarrollo libre de las fuerzas productivas a una escala mundial. ero
incluso en la fase inferior del periodo de transición, dominada aún por la ley del valor y la
existencia de clases reaccionarias, el marxismo puso el acento en que la condición de
cualquier transformación económica socialista descansaba en el triunfo de la revolución
mundial. 3l comienzo de cualquier transformación económica real de la nueva sociedad,
todavía dividida en clases, necesitaba en primer lugar la seguridad política de la
contraposición del proletariado a las otras clases.
La visión "economista" del GIC podría explicarse por una ignorancia del problema del
3stado ±denominado por Marx "semi-3stado"± durante el tiempo de dictadura del
proletariado, al principio del periodo de transición. 3ste "semi-3stado" constituía una
amenaza real para el poder proletario; reagrupando los estratos no proletarios y las anteriores
clases poseedoras. 3n la teoría marxista, era un factor de conservación social: "este poder,
surgido de la sociedad, pero situándose por encima de ella, y alienándose cada vez más de
ella, es el 3stado" (3ngels, 3l origen de la familia, la propiedad privada y el 3stado). (8Ë)
La teoría del GIC sobre el periodo de transición realmente podría parecer bastante cercana a
la teoría anarquista, que niega la existencia de un 3stado y así de una lucha política por la
dominación de la nueva sociedad. 3l papel técnico otorgado por el GIC a los obreros,
responsables de la contabilidad del tiempo medio de trabajo social de la producción, era una
negación implícita de su papel político.
Como en la teoría anarquista, el GIC parecía dar una forma automática y casi natural a la
construcción de una sociedad comunista. 3sta no era el resultado de un proceso
contradictorio y a largo plazo de lucha de clases por la dominación del "semi-3stado", contra
los estratos sociales conservadores, sino el producto de un desarrollo lineal y armonioso, y
casi matemático. La armonía matemática de la contabilidad del tiempo de trabajo era una
garantía de la armonía de la sociedad comunista. 3sta visión no está tan lejos de la de los
utópicos en el siglo I , particularmente el de la "armonía universal" de Fourier (85).
3n segundo lugar, la existencia de una contabilidad "neutra" y del denominado centro técnico
de contabilidad no ofrecía garantías suficientes para la edificación del comunismo. 3ste
"centro" podría, finalmente, tener como objeto sólo la acumulación de las horas de trabajo
social, recortando mientras los requerimientos de consumo y el tiempo disponible de los
productores-consumidores, y también alienándose él mismo más y de la sociedad. "Hasta los
cimientos", si de aquello se deriva que los productores ignoren más y más el control de este
"centro" y la organización social en general, lo que podría convertirse inevitablemente en una
transferencia de las funciones ocupadas por los "cuerpos" dirigentes de los productores a
algunas "autoridades técnicas". La negación de estos peligros potenciales por el GIC no
quedaba sin consecuencias. Los Internacionalistas holandeses podían a partir de esto rechazar
cualquier posibilidad de lucha, aún bajo el comunismo, surgiendo de los productores para la
mejora de sus condiciones de trabajo. arecía que el GIC rehusaba a considerar la posibilidad
de una sociedad donde la lucha por mejores condiciones de trabajo no cesaría, donde "la
distribución del producto social seguiría siendo una distribución antagónica" y donde
finalmente la lucha por la distribución igual de los productos pudiera existir. ¿No era esto
reintroducir la idea de que los productores-consumidores no podrían luchar contra sí mismos,
incluyendo su "centro de contabilidad"?
De hecho, para el GIC el comunismo se asemejaba a una igualdad absoluta entre todos los
productores. 3sto se cumplía al comienzo del periodo de transición (87). Durante el periodo
comunista, ya no había desigualdad natural (física, psíquica) en las esferas de la producción y
del consumo. Sin embargo, una sociedad comunista podría definirse como la verificación de
una "igualdad real en la desigualdad natural" (88).
annekoek, a quien Canne-Meijer había pedido un prólogo al libro de Jan Appel en 1930
(89), era muy cauteloso con la idea de escribir un libro consagrado a las transformaciones
económicas del periodo de transición. 3stimándose a sí mismo "no demasiado familiarizado
con estas cuestiones", le parecía al principio "algo utópico e irreal" deducir un esquema de un
"plan" irreal. Luego, después de haber leído los Grundprinzipien, le pareció que "ganaban
siendo conocidos" (90).
De hecho, la posición de annekoek en estas cuestiones fue expresada, casi 15 años más
tarde en su libro Los Consejos Obreros (19Ë6). No difiere de forma apreciable de las
conclusiones teóricas de los Grundprinzipien, pero sigue siendo más moderado, más
histórico.
3sta concepción de la gestión, determinada por una realidad estadística y no social, envuelve
una organización administrativa de la nueva sociedad, una pura "administración de las cosas"
bajo la forma de oficinas de contabilidad: "Una vez que la producción estaba organizada, la
administración se convierte en una tarea, relativamente simple, de la red de oficinas de
contabilidad, enlazadas entre sí.
Como el GIC, annekoek sólo tiene en cuenta "la fase superior del comunismo". Los
Consejos Obreros, "la organización de la democracia real", la de los obreros, sólo tienen un
papel de decisión al nivel de la producción, pero al nivel político no tienen ninguno. Los
consejos, a causa de que "la política misma desaparece", no ocupan ninguna función
gubernamental del poder. No hay ningún "gobierno de los consejos", como era la consigna
durante el periodo revolucionario (1917-1921):
"Los consejos no son un gobierno; ni aún los consejos más centrales poseen un carácter
gubernamental. No tienen ninguna manera de imponer su voluntad sobre las masas; no tienen
órganos de poder". 3l aspecto del "mantenimiento de la ley y el orden" y del la "violencia de
clase", típicos de cualquier estructura estatal, no podría estar en manos de un poder político
central, sino en las de un poder social descentralizado: "Todo el poder social es puesto en
manos de los obreros mismos. 3n todas partes donde es necesario el ejercicio del poder
contra desórdenes o ataques contra el orden existente, éste emana de las comunidades obreras
en las fábricas y permanece bajo su control".
3sta aserción de "un poder social" de las comunidades obreras muestra que annekoek no
aborda en Los Consejos Obreros la cuestión del 3stado y de las clases sociales -analizados
sin embargo por Marx y 3ngels±. arece, de hecho, que annekoek consideraba la existencia
de un "semi-3stado " en la "fase superior" del comunismo, ejerciendo todavía una forma de
violencia. ¿Si existían todavía "comunidades obreras" y en consecuencia clases ±y no una
sociedad sin clases de productores±, no es esta la admisión de que el 3stado aún
permanecería? ¿Aunque este 3stado, denominado "social", es desplazado de los consejos a
las comunidades, para ser descentralizado, no es eso admitir la existencia de un poder político
de clase? 3nfrentándose a estas cuestiones, annekoek no daba ninguna respuesta precisa.
arecería más bién que este último retrotrae los problemas de una verdadera sociedad
comunista, "sin clases ni 3stado", a los del periodo de transición propiamente, en la "fase
inferior" del comunismo.
· los inícios del periodo de transición del capitalismo al comunismo serán marcados por la
escasez, la carestía de bienes, viendo que la economía arruinada por la guerra civil o por la
crisis económica mundial, o por ambas al mismo tiempo, tendría que ser reconstruida
(annekoek no da detalles precisos sobre eso). La Guerra y/o la escasez podrían jugar un
papel dominante dentro de la economía. La igualdad y la justicia en la distribución de los
bienes de consumo no se fundamentaría en una contabilidad correcta de las horas de trabajo,
sino en el principio constreñido ±pero "moral"± de trabajar obligatoriamente para la
comunidad:
"Al principio del periodo de transición, considerando que debe levantarse una economía
arruinada, el problema esencial consiste en la instalación del aparato de producción y en
asegurar la existencia inmediata de la población. 3s muy posible que bajo estas condiciones
uno continúe distribuyendo los artículos alimentarios de modo uniforme, como siempre se
hace en tiempos de guerra o de hambre, pero es más probable que en esta fase de
reconstrucción, donde todas las fuerzas disponibles deben ocuparse completamente, y donde,
es más, los nuevos principios morales del trabajo común toman forma sólo gradualmente, el
derecho al consumo está ligado a la realización de tareas laborales. 3l viejo dicho popular "el
que no trabaja no come" expresa un sentimiento instintivo de justicia."
3l análisis de annekoek, a la luz de sus breves esbozos teóricos, aparece mucho más nutrido
por las experiencias históricas concretas (la Revolución rusa y el Comunismo de Guerra), y
menos marcado por cualquier forma de "utopismo" igualitario. Con el rechazo de un
"derecho igual" en la distribución de los bienes de consumo, se muestra más cercano al de
Marx en la Crítica del rograma de Gotha. 3ste enseña, de hecho, que una distribución igual
basada en el tiempo de trabajo conllevaba al mismo tiempo nuevas desigualdades, dado que
los productores difieren necesariamente los unos de los otros por sus habilidades laborales
personales y también por su estado familiar y su capacidad física.
Sin embargo, como los Grundprinzipien, Los Consejos Obreros siguen encerrados en
problemas técnicos y contables. 3l punto de vista sigue siendo "economista" ±las cuestiones
complejas del 3stado y de la dominación política de la sociedad de transición por el
proletariado nunca son abordadas, o lo son o muy brevemente. Desde un punto de vista
económico, la cuestión decisiva de si la abundancia de bienes de consumo bajo el comunismo
haría inútil cualquier cálculo del tiempo de trabajo individual es completamente ignorado. De
un modo realmente tan simple, las cuestiones de la perpetuación de las formas monetarias y
de la productividad social son francamente dejadas a un lado.
annekoek insistió con fuerza más en la necesidad de una organización general de la clase
que sobre el proceso de la lucha. De hecho, afirmaba que "la organización es el principio
vital de la clase obrera, la condición de su emancipación" (92). 3sta clara aseveración
mostraba que la concepción del Comunismo del Consejos en este periodo no era la del
anarquismo. A diferencia de esta corriente, annekoek enfatizó que la lucha de la clase es
menos "acción directa" que el despertar del objetivo de la lucha, y que la conciencia precede
a la acción:
"3l desarrollo espiritual es el factor más importante en la apropiación efectiva del poder por
el proletariado. La revolución proletaria no es el producto de una fuerza brutal, física; es una
victoria del espíritu... 3n el principio era la acción. ero la acción no es nada más que el
principio... Cualquier inconsciencia, cualquier ilusión sobre la naturaleza, el objetivo, la
fuerza del adversario, resulta en infortunio y la derrota funda una nueva esclavitud". (93)
"...la huelga salvaje, tal fuego en el prado, se extiende sobre las otras fábricas e incluye masas
cada vez más importantes... la primera tarea a ser desarrollada, la más importante, es hacer
propaganda para intentar extender la huelga."
3sta idea de extender las huelgas salvajes estaba, no obstante, en contradicción con la de
tomar posesión de las fábricas, una idea propagada por annekoek. A annekoek, como a los
militantes de la Spartacusbond, le había marcado mucho el fenómeno de la ocupación de las
fábricas en los años treinta. La ocupación de fábricas había pasado a la historia bajo el
nombre de "huelgas polacas", desde que los mineros polacos en 1931 hubiesen sido los
primeros en aplicar esta táctica. 3sta se había extendido luego por Rumania y Hungría,
después en Bélgica en 1935, y finalmente en Francia en 1936.
3n ese momento, la Izquierda Comunista italiana, alrededor de Bilan, mientras saludaba estas
explosiones de lucha obrera (9Ë), había mostrado que estas ocupaciones conducían al
encarcelamiento de los obreros en las fábricas, lo que correspondía a un curso
contrarrevolucionario hacia la guerra mundial. 3n suma, un curso revolucionario resultaría
primeramente en un movimiento de extensión de la lucha, que culminaría con la aparición
súbita de los Consejos Obreros. La aparición de los consejos no causa necesariamente un
paro de la producción y de la ocupación de las fábricas. Al contrario, en la Revolución rusa,
las fábricas continuaron trabajando, bajo el control de los Consejos de Fábrica; el
movimiento no consistía en una ocupación de fábricas sino en la dominación política y
económica de la producción por los consejos bajo la forma de asambleas generales diarias.
3sta es la razón por la que la transformación de las fábricas del Norte de Italia en "fortalezas"
por los obreros en 1920, que ocuparon los talleres, expresaba un curso revolucionario en
declive.
ara la Izquierda Comunista italiana, era necesario que los obreros rompiesen los lazos que
los ataban a su fábrica, para crear una unidad de clase que excediese el marco estrecho del
lugar de trabajo. Sobre esta cuestión, annekoek y la Spartacusbond estaban atados a las
ideas "fabriquistas" de Gramsci en 1920. Consideraron la lucha dentro de la fábrica como un
objetivo en sí mismo, dado que la tarea de los obreros era la gestión del aparato productivo,
como primera fase antes de la conquista del espacio:
" ...en las ocupaciones de fábricas tiene lugar este futuro que depende de la conciencia clara
de que las fábricas pertenecen a los obreros, de que juntos forman una unidad armoniosa, y
de que la lucha por la libertad se llevará a cabo fuera hasta final en y por las fábricas... aquí
los obreros se sus estrechos lazos con la fábrica... es un aparato productivo que ellos hacen
funcionar, un órgano que sólo se convierte en una parte viva de la sociedad mediante su
trabajo". (95)
"3l comité de huelga incluye delegados de varias fábricas. 3s llamado de este modo "comité
general de huelga"; pero uno puede llamarlo Consejo Obrero." (96)
Al contrario, annekoek subrayó en las Cinco tesis sobre la lucha de clases (19Ë6) que la
huelga salvaje sólo se volvería revolucionaria en la medida en que se convirtiese en "una
lucha contra el poder del 3stado"; en este caso "los comités de huelga deben entonces asumir
funciones generales, políticas y sociales, es decir, el papel de Consejos Obreros". (97)
Fiel al marxismo, annekoek no rechazó el uso de la violencia como medio de la lucha contra
el 3stado ni el concepto de "dictadura del proletariado". ero estos no eran en ningún caso un
objetivo por sí mismos; estaban estrechamente subordinados al objetivo comunista: la
autoemancipación del proletariado, que se vuelve consciente mediante su lucha. Su único
principio de acción era la democracia obrera. La revolución de los consejos no era "una
fuerza brutal y estúpida (que) sólo es capaz de destrucción". "Las revoluciones, al contrario,
son nuevas construcciones resultantes de nuevas formas de organización y pensamiento. Las
revoluciones son periodos constructivos dentro de la evolución de la humanidad". 3sta es la
razón por la que "si la acción armada (jugaba) también un gran papel en la lucha de la clase",
era al servicio de un objetivo: "no para romper craneos, sino para abrir los cerebros" (98). 3n
esta dirección, la dictadura del proletariado no era sino la libertad del proletariado para la
realización de la verdadera democracia de consejos:
annekoek tuvo cuidado de distinguir la dictadura del proletariado de la del 3stado: "Los
consejos no son un gobierno; incluso los consejos más centralizados no son de naturaleza
gubernamental, porque no tienen ningún medio de imponer su propia voluntad a las masas;
no tienen órganos de poder. Todo el poder social pertenece a los obreros mismos."
Así, los Consejos Obreros parecen una estructura autónoma de autorregulación en la base, no
teniendo necesidad de órganos especializados. 3s más, annekoek sostenía la posibilidad de
ejercer el poder descentralizado, mediante el "policentrismo" del poder proletario: "3n esta
dependencia mutua y esta conexión de las fábricas, en sus eslabones con otras ramas de la
producción, los consejos, que discuten y deciden, cubrirán campos de acción cada vez más
amplios; hasta la organización, el consumo y la distribución de todos los bienes necesarios,
requerirán sus propios consejos de representantes de todas las partes interesadas y serán más
bien locales o regionales". (99)
"Durante una huelga salvaje los obreros deciden sobre todo por sí mismos, por medio de
asambleas generales. 3ligen comités de huelga, cuyos miembros son revocables en cualquier
momento. Si el movimiento se propaga en un gran número de fábricas, la unidad de acción se
lleva a cabo gracias a comités ampliados, que reúnen a los delegados de todas las fábricas en
huelga. 3stos delegados no deciden aparte de las bases, y no les imponen su voluntad. Son
utilizados, de forma totalmente simple, como agentes de transmisión, que expresan las
opiniones y los deseos del grupo al que representan, y, recíprocamente, llevan a las reuniones
generales, para la discusión y decisión, la opinión y los argumentos de los otros grupos.
Constantemente revocables, no pueden jugar el papel de dirigentes. Los obreros deben
escoger su camino por sí mismos, decidir por sí mismos sobre el curso a dar a la acción; la
capacidad de decidir y actuar, con sus riesgos y sus responsabilidades, les pertenece. Y
cuando la huelga acaba, los comités desaparecen ". (100)
Si annekoek tiene razón en insistir en el aspecto evolutivo del proceso, no muestra en dónde
existe el verdadero salto histórico en que surge la forma revolucionaria de los consejos,
considerando que los comités de la huelga son todavía sólo potencialmente revolucionarios.
"Los delegados en los consejos están... limitados por su mandato: tienen para la sola misión
de entregar la opinión de los grupos de obreros que les escogieron para representarlos.
Dándose que son constantemente revocables, los obreros que los han elegido preservan todo
el poder".
Los consejos no eran, así, un instrumento del poder del proletariado, sino una asamblea
abstracta:
"Los consejos no controlan; transmiten las opiniones, las intenciones, la voluntad de los
grupos de trabajo."
ero, como muy frecuentemente, en Los Consejos Obreros una aserción está seguida de su
exacta antítesis, por lo que es difícil desvelar un pensamiento coherente. Tanto en el pasaje
citado los Consejos Obreros parecen ineficaces, como tanto más allá son definidos como un
poderoso órgano "que tiene que ocuparse de tareas políticas", donde "lo que se decide... es
puesto en práctica por los obreros". Lo que implica que los consejos "escriben el nuevo
derecho, la nueva ley".
3n tercer lugar, los consejos parecían ser sólo órganos de fábrica, o Consejos de Fábrica. De
esta manera, la extensión territorial y, así, la internacionalización de los consejos, parecía un
problema secundario. ara annekoek, parece que la forma de los consejos no es
propiamente de naturaleza territorial sino una asociación co-ordenada de los diferentes
lugares de producción:
"Sólo los intereses proletarios están allí representados, excluyendo de esta forma la
participación de delegados capitalistas... Los Consejos Obreros son los órganos de la
dictadura del proletariado".
Así, todo viene de las fábricas para volver a las fábricas, en el ejercicio del poder político o
económico. Las fábricas parecían como múltiples "fortalezas" en la realización de la
verdadera asociación de los productores. Uno puede reflexionar hoy a cerca de la validez de
esta visión, teniendo en cuenta el peso decreciente de las fábricas en la vida económica y
social. Desde un punto de vista económico, en un mundo de seis billones de seres humanos,
demasiada centralización mata cualquier iniciativa económica autoregulada, cualquier
espontaneidad de los productores (y consumidores), para llevar a cabo el socialis mo. 3n
ninguna parte se plantea la cuestión de si la base territorial, descentralizada para el ejercicio
del poder, no sería la mejor base de decisión y acción.
or último, la cuestión del antagonismo entre los consejos y el 3stado, que surge de la
revolución, no se encuentra por ninguna parte. Aunque la cuestión había surgido en la
Revolución rusa, annekoek parece considerar implícitamente los consejos como una especie
de 3stado, cuyas tareas serán cada vez en mayor medida económicas, una vez que los obreros
se habrán convertido en los "amos de las fábricas". Los consejos cesan de ser órganos
políticos y "se transforman... en órganos de producción" (100). Bajo este ángulo, es difícil de
ver en que difiere la teoría de los consejos de annekoek de las bolcheviques después de
1918. ermítasenos no olvidar que la transformación de los consejos a partir de marzo de
1918 en órganos de producción para el 3stado se enlazaba con la supresión de cualquier
democracia en las elecciones de los delegados. Los consejos no eran nada más que una
cáscara vacía o "un pueblo de otemkin", un simple apéndice del 3stado que establece el
capitalismo de 3stado. La política del Comunismo de Guerra logró transformar los consejos
en órganos de producción al servicio de las necesidades económicas y militares del 3stado
ruso.
Más de 50 años después de bosquejar los Consejos Obreros, muchas cuestiones concretas
siguen pospuestas, sin resolver:
¨ ¿se encargarán los consejos de todas las tareas económicas de la sociedad, hasta el punto de
convertirse en una corporación, en un 3stado económico?
¨ ¿si la sociedad permanece en la escasez, en qué pueden los Consejos Obreros ser los
órganos de socialización de una sociedad fundada en las naciones, en la economía nacional,
en las antecámaras sociales (las corporaciones y los gremios)?
¨ la revocación de los "delegados" dentro de los consejos: ¿es una garantía contra los partidos
enemigos?. Se plantea todavía la cuestión de la relación entre el 3stado, llamado "proletario"
o "semi-3stado" ±que se suponía que estaba al servicio de todo el pueblo trabajador± y los
Consejos Obreros.
ara formular tales cuestiones media el retorno al punto de partida, tal como ha sido
elaborado por Dietzgen y la izquierda holandesa: el del factor "espiritual", la fuerza
impulsora de la nueva sociedad.
Y, finalmente, qué sobre el lugar de los diferentes partidos que reivindican la revolución de
los consejos. Uno notará que annekoek no niega la existencia de partidos revolucionarias:
estos perdieron sus vieja función jacobinista de aspirar a tomar el poder, como un 3stado
mayor de la guerra social. 3ncarnaron el pensamiento de los obreros organizados en grupos
de trabajo descentralizados:
"(3llos) tienen una función: difundir claridad y conocimiento, estudiar, discutir y formulan
las ideas sociales, y clarificar la mente de las masas por medio de su propaganda. Los
Consejos Obreros son los órganos de la acción práctica y de la lucha de la clase obrera; los
partidos tienen la tarea de ejercer el poder espiritual. Su actividad es esencial para la
autoemancipación de la clase obrera." (102)
Los partidos revolucionarios (los "comunistas de consejos") y los consejos están así
fuertemente ligados entre sí, en el camino estrecho y difícil que conduce de la esclavitud
asalariada a la autoemancipación del conjunto de los explotados y oprimidos.
hilippe Bourrinet.
3l comunismo de consejos
[Introducción]
No puede haber ninguna duda de que esas fuerzas sociales, generalmente conocidas como el
"movimiento obrero" que se elevó durante los últimos cien años y que, cuantitativamente,
alcanzó su expansión máxima poco antes y poco después de la [I] Guerra Mundial, están
ahora definitivamente en declive. Aunque esta situación sea reconocida, alegre o
renuentemente, por la gente interesada en las cuestiones obreras, las explicaciones realistas
de este fenómeno son escasas. Donde el movimiento obrero fue destruído por fuerzas
externas, queda el problema de cómo fue eliminado a pesar de la aparente fortaleza que había
adquirido en su largo período de desarrollo. Donde se desintegró por propio acuerdo, queda
la cuestión de por qué no ha aparecido un nuevo movimiento obrero, dado que las
condiciones sociales que producen tales movimientos existen todavía.
No ha de esperarse un resurgir del viejo movimiento obrero; ese movimiento obrero que
pueda ser considerado nuevo tendrá que destruir los rasgos mismos del viejo movimiento
obrero, que eran considerados su fortaleza. Debe evitar sus éxitos, y no puede aspirar
meramente a una expresión organizativa "mejor que antes"; debe entender todas las
implicaciones de la fase presente del desarrollo capitalista y organizarse de acuerdo con ello;
no debe basar sus formas de acción en las ideas tradicionales, sino en las posibilidades y
necesidades dadas. Volver a los ideales del pasado, bajo las condiciones sociales generales
presentes, significaría sólo una muerte más temprana para el movimiento obrero. No fue
meramente la cobardía de los amos de las organizaciones obreras y de la burocracia obrera
ligada a ellas lo que originó las muchas derrotas sufridas en los conflictos recientes con las
clases dominantes y determinó el resultado de la huelga "general" en Francia; sino, más que
eso, un reconocimiento claro o instintivo de que el movimiento obrero presente no puede
actuar contra las necesidades capitalistas, de que sólo puede, de un modo u otro, servir a los
intereses capitalistas específicos e históricamente determinados.
II
No es posible, además, culpar a la expresión teórica más importante desarrollada hasta ahora
en el movimiento obrero --el marxismo-- de las muchas limitaciones del movimiento obrero y
de su presente destrucción. 3se movimiento obrero que está ahora muriendo tenía muy poco
que ver con el marxismo. Tal crítica del marxismo sólo puede surgir de una falta de todo
conocimiento en lo que respecta a sus contenidos. Tampoco el marxismo fue mal entendido;
fue rechazado tanto por el movimiento obrero como por sus críticos, y nunca fue tomado para
lo que es: ³una guía no dogmática para la indagación científica y la acción
revolucionaria"[2]. 3n ambos casos, tanto por parte de aquéllos que lo adoptaron como una
frase sin significado, como por aquéllos que combatieron incluso esta frase sin significado,
fue utilizado en su lugar como un instrumento para ocultar una práctica que, por un lado,
confirmaba la entereza científica de la ciencia social marxiana, y, por otro lado, estaba
fuertemente opuesta a la correspondiente y perturbadora realidad.
Aunque desarrollado bajo la influencia del marxismo, este movimiento obrero decadente ha
repudiado ahora por completo sus comienzos revolucionarios, incluso donde su adhesión ha
sido meramente nominal, y actúa sobre fundamentos enteramente burgueses. Tan pronto
como se reconoce este hecho, no hay necesidad de buscar las razones del declive del
movimiento obrero en alguna filosofía vagamente elaborada y actualmente despreciada; en
cambio, este declive se convierte en un paralelo completamente evidente del declive del
capitalismo. Ligado a un capitalismo en expansión, totalmente integrado en el conjunto del
tejido social, el viejo movimiento obrero puede solamente estancarse con el capitalismo en
estancamiento, y decaer con el capitalismo decadente. No puede divorciarse de la sociedad
capitalista, a menos que rompa completamente con su propio pasado, lo que es posible
solamente disolviendo las viejas organizaciones --en la medida en que todavía existen--. 3sta
posibilidad, sin embargo, está impedida debido a los intereses establecidos desarrollados en
esas organizaciones. Un renacimiento del movimiento obrero es concebible sólo como una
rebelión de las masas contra "sus" organizaciones. Justamente como las relaciones de
producción, para hablar en términos marxianos, impiden el despliegue ulterior de las fuerzas
productivas de la sociedad, y son responsables del presente declive capitalista, así las
organizaciones obreras de hoy impiden el pleno despliegue de las nuevas fuerzas de la clase
proletaria y sus intentos de nuevas acciones que sirvan a los intereses de clase de los
trabajadores. 3stas tendencias en conflicto entre los intereses de la clase obrera y las
organizaciones obreras predominantes se revelaron con la mayor claridad en 3uropa, donde
el proceso de expansión capitalista se detuvo y la contracción económica fue sentida más
severamente, resultando en formas fascistas de control sobre la población. ero en América
también, donde las fuerzas de la economía capitalista han estado menos exhaustas que en
3uropa, los viejos dirigentes obreros están unidos a los de las organizaciones obreras más
nuevas, aparentemente más progresivas, en el apoyo a la clase capitalista, que se esfuerza por
mantener su sistema incluso después de que su base social e histórica haya desaparecido.
III
Sólo es una paradoja para el observador superficial que el declive del movimiento obrero
europeo fuese acompañado por un nuevo brote de organizaciones obreras en los 3stados
Unidos. 3sta situación indica sólo la tremenda fuerza y reserva que todavía posee el
capitalismo en América. No obstante, también es una expresión de debilidad del capitalismo
americano comparado con el capitalismo más centralizado de los países europeos. Siendo
tanto una ventaja como una desventaja, la situación obrera americana actual ilustra
meramente los intentos de utilizar la ventaja para ayudar a eliminar la desventaja.
La centralización de todos los poderes económicos y políticos posibles en manos del 3stado
(que, debido a la economía decadente, está impelido a participar en luchas internas y externas
más grandes) se encuentra todavía en los 3stados Unidos confrontada por intereses
capitalistas poderosamente individualistas, que temen correctamente ser víctimas de este
mismo proceso. Así surge otra paradoja: que es precisamente la fuerza persistente del capital
privado, capaz de contrarrestar las tendencias capitalistas de 3stado y de luchar contra la
organización del trabajo, la que es, en gran medida, la responsable de la existencia
continuada de estas organizaciones obreras. ues el apoyo indirecto, pero muy poderoso, que
el movimiento obrero ha encontrado en estas políticas gubernamentales que se dirigen contra
los procedimientos capitalistas anárquicos, individuales, en un esfuerzo por salvaguardar la
sociedad presente, servirá inevitablemente sólo al 3stado. 3l 3stado habrá entonces hecho
uso aprovechable de la organización obrera, no la organización obrera del 3stado. Cuanto
más el gobierno sostiene los intereses del trabajo, tanto más los intereses obreros
desaparecen, más estas organizaciones obreras se hacen ellas mismas superfluas. 3l ascenso
del movimiento obrero americano experimentado recientemente no es sino un síntoma velado
de su declive. Como se indicó en la primera convención del CIO celebrada recientemente, los
obreros organizados están completamente subordinados a la dirección sindical más eficiente
y centralizada. De esta completa castración de la iniciativa de los trabajadores dentro de sus
propias organizaciones a la subordinación completa del conjunto de la organización al 3stado
hay sólo un paso. No sólo el capital, como Marx decía, es el que cava su propia tumba;
también las organizaciones obreras, donde no son destruídas desde fuera, se destruyen a sí
mismas. Y se destruyen a sí mismas en el mismo intento por convertirse en fuerzas poderosas
dentro del sistema capitalista. Adoptan entonces los métodos necesarios bajo las condiciones
capitalistas para crecer en importancia, y por eso, a su vez, fortalecen continuamente aquellas
fuerzas que finalmente las "harán suyas". No hay, por lo tanto, ninguna oportunidad de
beneficio a partir de sus esfuerzos, ya que, en último análisis, los poderes reales de la
sociedad deciden lo que permanecerá y lo que será eliminado.
IV
A partir de la posición negativa desarrollada aquí puede verse fácilmente que la actividad
futura de la clase obrera no puede designarse como un "nuevo comienzo", sino meramente
como un comienzo. 3l siglo de lucha de la clase que dejamos detrás de nosotros ³desarrolló
un conocimiento teórico inestimable; encontró galantes palabras revolucionarias en desafío
de la demanda capitalista de ser el sistema social final; despertó a los obreros de la
desesperación de la miseria. ero su lucha efectiva estaba dentro de los límites del
capitalismo; era la acción a través de la mediación de los dirigentes y sólo buscaba poner
amos blandos en el lugar de los duros."[3] La historia previa del movimiento obrero sólo
debe considerarse como un preludio de la acción futura. Aunque no hay duda de que este
preludio ya ha previsto algunas de las implicaciones de la lucha venidera, no obstante sigue
siendo sólo una introducción, no un resumen, de lo que va a seguir.
3l movimiento obrero europeo desapareció con tan poca lucha porque su organización no
tenía perspectiva de avance; sabían o sentían que no había lugar para ellos en un sistema
socialista, y su miedo de que la sociedad de clases desapareciese no era menor que el de otros
grupos privilegiados. Capaces de funcionar sólo bajo condiciones capitalistas, contemplaban
con desagrado el fin del capitalismo; una elección entre dos maneras de morir nunca ha
alentado a nadie. 3l hecho de que tales organizaciones obreras puedan funcionar sólo en el
capitalismo explica también sus conceptos bastante curiosos acerca de lo que constituiría una
sociedad socialista. Su "socialismo" era y es un "socialismo" que se asemeja al capitalismo;
ellos son capitalistas "progresivos" más bien que socialistas. Todas sus teorías, desde la del
"marxista" revisionista Bernstein, a aquellas de un "socialismo de mercado" en boga hoy, son
sólo métodos para lograr la conformidad en el capitalismo.
3llos muestran también que la sola desaparición del capitalista individual no acaba con la
forma capitalista de explotación. Su transformación en un funcionario estatal, o su reemplazo
por cargos estatales, deja todavía intacto el sistema de explotación que es peculiar al
capitalismo. La separación de los obreros de los medios de producción y, con esto, la
dominación de clase, se continúan en Rusia, con el añadido de un aparato explotador
altamente centralizado y unívoco que ahora hace más difícil la lucha de los obreros por sus
objetivos, de modo que Rusia se revela sólo como un desarrollo capitalista modificado
expresado en una nueva terminología. Los intentos de una mayor suficiencia nacional a los
que Rusia fue forzada, como han sido forzados todos los demás países capitalistas, es ahora
celebrado como "la construcción del socialismo en un sólo país". La quiebra de la economía
mundial, que explica y permite el desarrollo forzado del capitalismo de 3stado en Rusia, es
ahora descrita como una "coexistencia de dos sistemas sociales fundamentalmente
diferentes". Sin embargo, el optimismo del movimiento obrero parece incrementarse con
cada derrota que sufre. Cuanto más progresa la diferenciación de clase en Rusia, más la
nueva clase dominante tiene éxito en suprimir la oposición a una explotación creciente y
altamente celebrada; cuanto más Rusia participa en la economía capitalista mundial y se
convierte en un poder imperialista entre los otros, más se considera que el socialismo está
plenamente realizado en ese país. Justo como el movimiento obrero ha sido capaz de ver al
socialismo en marcha en la acumulación capitalista, celebra ahora la marcha hacia el
barbarismo como otros tantos pasos hacia la nueva sociedad.
Como quiera que el viejo movimiento obrero pueda estar dividido por desacuerdos en varios
temas, en la cuestión del socialismo está unido. 3l "cartel general" abstracto de Hilferding, la
admiración de Lenin por el socialismo de guerra y el servicio postal alemanes, la eternización
de Kautsky de la economía del valor-precio-dinero (deseando hacer conscientemente lo que
en el capitalismo se realiza por las ciegas leyes del mercado), el comunismo de guerra de
Trotsky, provisto de los rasgos de la oferta y la demanda, y la economía institucional de
Stalin --todos estos conceptos tienen en su base la continuación de las condiciones de
producción existentes--. 3s una cuestión de hecho que son meros reflejos de lo que
efectivamente está ocurriendo en la sociedad capitalista. De hecho, tal "socialismo" se discute
hoy por famosos economistas burgueses como igou, Hayek, Robbins, Keynes, por
mencionar sólo unos pocos, y ha creado una literatura considerable a la que los socialistas se
vuelven ahora por su material. Además, los economistas burgueses de Marshall a Mitchell, de
los neoclásicos a los modernos institucionalistas, se han interesado ellos mismos por la
cuestión de cómo traer orden al desordenado sistema capitalista, siendo la tendencia de su
pensamiento paralela a la tendencia a una intrusión aun mayor del 3stado en la sociedad
competitiva, un proceso que resulta en "New Deals", "Nacional-Socialismo" y
"Bolchevismo", los diversos nombres para los diferentes grados y variaciones del proceso de
centralización y concentración del sistema capitalista.
Recientemente se ha vuelto casi una moda describir las inconsistencias del movimiento
obrero como una trágica contradicción entre medios y fines. Sin embargo, tal inconsistencia
no existe. 3l socialismo no había sido el deseado "fin" del viejo movimiento obrero; fue
meramente un término empleado para ocultar un objetivo enteramente diferente, que era el
poder político dentro de una sociedad basada en gobernantes y gobernados por una
participación en la plusvalía creada. 3ste fue el fin que determinaba los medios.
3n la sociedad capitalista hay sólo una contradicción aparente entre los medios y los fines,
siendo la disparidad sólo un instrumento para servir a una práctica efectiva que en absoluto
carece de armonía con los deseos involucrados. Se necesita solamente descubrir el fin
efectivo detrás del fin ideológico para despejar la aparente inconsistencia. ara usar un
ejemplo práctico: si se cree que los sindicatos están interesados en las huelgas como un
método de minimizar los beneficios e incrementar los salarios, como ellos sostienen, se
sorprenderá al descubrir que, cuando los sindicatos eran aparentemente más poderosos y
cuando la necesidad de aumentar los salarios era mayor, los sindicatos eran más reacios que
nunca a usar el medio de la huelga en interés de su meta. Los sindicatos se inclinaron a
medios menos apropiados para el fin al que se aspiraba, como el arbitraje y las regulaciones
gubernamentales. 3l hecho es que el incremento salarial bajo todas las condiciones ya no es
el fin de los sindicatos; ellos ya no son lo que eran en sus inicios; su verdadero fin es ahora el
mantenimiento del aparato organizativo bajo todas las condiciones; los nuevos medios son
esas tácticas más apropiadas a esta meta. ero descubrir su carácter cambiado sería alienar a
los obreros de la organización. Así, el mero fin ideológico se convierte en un instrumento
para asegurar el fin real, deviene sólo en el instrumento de una actividad completamente
realista y bien integrada.
No obstante, el problema de los fines y los medios excitó al viejo movimiento obrero
considerablemente, y explica en parte por qué el carácter real de ese movimiento fue
reconocido tan despacio y por qué florecieron las ilusiones acerca de las posibilidades de
reformarlo. 3l esfuerzo más importante por revolucionar el viejo movimiento obrero fue
realizado cuando la revolución rusa de 1905 había interrumpido el negocio cotidiano en que
el movimiento obrero estaba entonces comprometido y la cuestión de un cambio social
efectivo se puso de nuevo al frente. ero, incluso aquí, en esta aparente oposición, el viejo
movimiento obrero reveló su innato carácter capitalista. Los serios esfuerzos de Lenin por
resolver el problema del poder le condujeron directamente de vuelta al campo de los
revolucionarios burgueses. 3sto no sólo era el resultado de las atrasadas condiciones rusas,
sino también del desarrollo teórico del socialismo occidental, que únicamente había
enfatizado el carácter burgués que había heredado de las revoluciones más tempranas. La
naturaleza capitalista del movimiento obrero también aparecía en su teoría económica que,
siguiendo la tendencia de la economía burguesa, veía los problemas de la sociedad cada vez
más como una cuestión de distribución, como un problema de mercado. Incluso el asalto
revolucionario de Rosa Luxemburgo en su Akkumulation Kapitals (La acumulación de
capital) contra los "revisionistas" era todavía un argumento situado dentro del nivel
establecido por sus antagonistas. 3lla, también, dedujo las limitaciones de la sociedad
capitalista principalmente de su incapacidad, a causa de los mercados limitados, de realizar la
plusvalía. No la esfera de la producción, sino la esfera de la circulación parecía de
importancia predominante, determinando la vida y la muerte del capitalismo.
[ VI ]
Lo que queda de este movimiento, hasta donde encontró expresión organizativa permanente,
existe hoy bajo el nombre de Grupos de Comunistas de Consejos. 3llos se consideran
marxistas y con eso, internacionalistas. Reconociendo que todos los problemas de hoy son
problemas internacionales, rehusan pensar en términos nacionalistas, sosteniendo que todas
las consideraciones nacionales especiales sirven sólo a las necesidades competitivas
capitalistas. 3n su propio interés los obreros deben desarrollar las fuerzas de producción más
allá, una condición que presupone un internacionalismo consecuente. Sin embargo, esta
posición no pasa por alto las peculiaridades nacionales y, por consiguiente, no lleva a
esfuerzos de perseguir políticas idénticas en países diferentes. Cada grupo nacional debe
basar sus actividades en una comprensión de su ambiente, sin la interferencia de ningún otro
grupo, aunque se espera que el intercambio de experiencias lleve a actividades coordinadas
dondequiera que sea posible. 3stos grupos son marxistas porque allí no se ha desarrollado
todavía una ciencia social superior a la originada por Marx, y porque los principios
marxianos de indagación científica son aún los más realistas y permiten la incorporación de
nuevas experiencias que crecen a partir del continuo desarrollo capitalista. 3l marxismo no es
concebido como un sistema cerrado, sino como el estado presente de una ciencia social en
desarrollo, capaz de servir como teoría de la lucha de clase práctica de los trabajadores.
Hasta ahora las funciones principales de estas organizaciones consistieron en la crítica. Sin
embargo, esta crítica ya no se dirige contra el capitalismo que existía en los tiempos de Marx.
Incluye una crítica de esa transformación del capitalismo que aparece bajo el nombre de
"socialismo". La crítica y la propaganda son las únicas actividades prácticas posibles hoy, y
su aparente infructosidad sólo refleja una situación aparentemente no revolucionaria. 3l
declive del viejo movimiento obrero, que implica la dificultad e incluso la imposibilidad de
llevar adelante otro nuevo, es una perspectiva lamentable sólo para el viejo movimiento
obrero; no es ni aclamada ni lamentada por los Grupos de Comunistas de Consejos, sino
simplemente reconocida como un hecho. Los últimos reconocen también que la desaparición
del movimiento obrero organizado no cambia nada de la estructura social de clases; que la
lucha de clases debe continuar, y estará forzada a actuar sobre la base de las posibilidades
dadas.
"Una clase en la que los intereses revolucionarios de la sociedad están concentrados, tan
pronto como se ha alzado, encuentra directamente en su propia situación el contenido y el
material de su actividad revolucionaria´ los enemigos a ser abatidos; las medidas dictadas
por las necesidades de la lucha) a ser tomadas; las consecuencias de sus propias acciones
para impulsarla adelante. No se hace preguntas teóricas acerca de su propia tarea."[5]
Ni siquiera una sociedad fascista puede acabar con las luchas de clases --los obreros fascistas
serán forzados a cambiar las relaciones de producción--. Sin embargo, no hay en la realidad
efectiva cosa alguna como una sociedad fascista, justo como no hay tal cosa como una
sociedad democrática. Ambas son sólo fases diferentes de la misma sociedad, ni más
elevadas ni más bajas, sino simplemente diferentes, como resultado de cambios de las fuerzas
de clase dentro de la sociedad capitalista, que tiene su base en un número de contradicciones
económicas.
Los Grupos de Comunistas de Consejos reconocen también que ningún cambio social real es
posible bajo las condiciones presentes, a menos que las fuerzas anticapitalistas se hagan más
fuertes que las procapitalistas, y que es imposible organizar las fuerzas anticapitalistas con tal
fuerza dentro de las relaciones capitalistas. artiendo del análisis de la sociedad actual y de
un estudio de las luchas de clases previas, concluyen que las acciones espontáneas de las
masas insatisfechas crearán, en el proceso de su rebelión, sus propias organizaciones, y que
estas organizaciones, emergiendo de las condiciones sociales, pueden sólo acabar con el
presente orden social. La cuestión de la organización, tal y como se discute hoy, es
considerada como una cuestión superflua, en tanto las empresas, las obras públicas, los
departamentos de beneficencia, los ejércitos de la guerra que viene, son organizaciones
suficientes para permitir la acción de las masas --y organizaciones que no pueden ser
eliminadas, no importa qué carácter pueda asumir la sociedad capitalista--.
Como marco organizativo para la nueva sociedad se propone una organización de consejos
basada en la industria y el proceso productivo, y la adopción del tiempo medio de trabajo
social como medida para la producción, la reproducción y la distribución en tanto se
necesitan medidas para asegurar la igualdad económica a pesar de la división del trabajo
existente. 3sta sociedad, se cree, será capaz de planear su producción de acuerdo con las
necesidades y el goce deseado por la gente.
Los Grupos de Comunistas de Consejos comprenden además, como ya se ha declarado, que
tal sociedad sólo puede funcionar con la participación directa de los obreros en todas las
decisiones necesarias; su concepto del socialismo es irrealizable sobre la base de una
separación entre trabajadores y organizadores. Los Grupos no reclaman estar actuando por
los trabajadores, sino que se consideran ellos mismos como aquellos miembros de la clase
obrera que, por una razón o por otra, han reconocido las tendencias evolutivas hacia el
hundimiento del capitalismo, y que intentan coordinar las actividades presentes de los
obreros para ese fin. Saben que ellos no son más que grupos de propaganda, capaces sólo de
sugerir los cursos necesarios de la acción, incapaces de realizarlos en el "interés de la clase".
3sto, la clase tiene que hacerlo ella misma. Las funciones actuales de los Grupos, aunque
referidas a las perspectivas del futuro, intentan basarse enteramente en las necesidades
presentes de los trabajadores. 3n todas las ocasiones, intentan fomentar la iniciativa propia y
la acción propia (self-iniciative and self-action) de los obreros. Los Grupos participan
dondequiera que sea posible en cualquier acción de la población trabajadora, no proponiendo
un programa separado, sino adoptando el programa de aquellos trabajadores y empeñándose
en incrementar la participación directa de los mismos en todas las decisiones. Demuestran en
la palabra y en el hecho que el movimiento obrero debe fomentar exclusivamente sus propios
intereses; que la sociedad como un todo no puede verdaderamente existir hasta que las clases
sean abolidas; que los trabajadores, considerando nada más que sus intereses específicos y
más inmediatos, deben y han de atacar a todas las otras clases e intereses de la sociedad
explotadora; que no pueden equivocarse mientras tanto hagan lo que les ayuda económica y
socialmente; que esto es posible sólo mientras tanto lo hagan ellos mismos; que deben
comenzar a resolver sus asuntos hoy y así prepararse para resolver los problemas aún más
urgentes del mañana.
[1] Ver: lanificación Económica y lanes del Trabajo (arís: Federación Internacional de
Sindicatos, 1936).
[2] Ver: Karl Marx, por Karl Korsch. Una reafirmación de los principios y contenidos más
importantes de la ciencia social de Marx. (Nueva York, John Wiley, 1938.)
[3] J. Harper [ =Anton annekoek ], ³Observaciones Generales sobre la Cuestión de la
Organización", Living Marxism, noviembre de 1938.
[Ë] La "Izquierda", o sea las organizaciones obreras comunistas, rastrean sus principios más
tempranos a la oposición de izquierda que se desarrollaba en los partidos socialistas y
comunistas antes, durante y brevemente después de la guerra. Sus conceptos del control
obrero directo asumieron importancia real con la llegada de los "soviets" en la revolución
rusa, los delegados de fábrica ( shop stewards ) en Inglaterra durante la guerra, y los
delegados obreros de fábrica en Alemania durante la guerra y los consejos de obreros y
soldados de después de la guerra. 3stos grupos fueron expulsados de la Internacional
Comunista en 1920. 3l folleto de Lenin, "El comunismo de izquierda una enfermedad
infantil" (1920), fue escrito para destruir la influencia de estos grupos en 3uropa occidental.
Paul Mattick
Los Consejos surgieron por primera vez durante la Revolución Rusa de 1905. Según Lenin,
tenían ya la fuerza suficiente para tomar el poder político, aunque, en realidad, se movían aún
dentro de los márgenes de la revolución burguesa. ara Trotsky, los Consejos Obreros
representaban, al contrario de los partidos políticos presentes en la clase obrera, la
organización propia del proletariado. 3l holandés Anton annekoek veía en el movimiento de
los Consejos la autoorganización del proletariado, que le conduciría a su dominio como clase
y a la dirección de la producción. Con el desarrollo de la revolución rusa [de 1905] y con el
fin de los Consejos el interés por esta nueva forma de organización se perdió y la
organización del movimiento obrero estuvo nuevamente a disposición de los partidos
políticos y los sindicatos tradicionales. Más tarde, la revolución rusa de 1917 repropondría la
perspectiva de los Consejos para el movimiento obrero internacional, pero no sólo como
expresión de la organización espontánea de los trabajadores revolucionarios, sino además
como medida necesaria frente a la posición contrarrevolucionaria del movimiento obrero
tradicional.
3l idilio de una posible armonía entre las clases en el curso del desarrollo capitalista, sobre el
que se fundaba el movimiento obrero reformista, se hizo pedazos al chocar con las
contradicciones mismas del capitalismo, que se expresan mediante crisis y guerras. La
ideología revolucionaria, al principio reducida a una minoría radical en el interior del
movimiento obrero, se introdujo entre las grandes masas cuando la miseria de la guerra puso
al desnudo la verdadera naturaleza del capitalismo; y no sólo la del capitalismo, sino también
la de las organizaciones obreras crecidas en su seno. Las organizaciones habían escapado de
las manos de los trabajadores; para ellos existían sólo en la medida en que era necesario
mantener la existencia de su burocracia. uesto que la función de estas organizaciones está
ligada al mantenimiento del capitalismo, no pueden por menos que oponerse a toda lucha real
contra el sistema capitalista. Un movimiento revolucionario necesita, en efecto, formas de
organización que lleven más allá del capitalismo, que den el poder a los obreros sobre sus
organizaciones, organizaciones en las cuales no esté una parte de la clase obrera sino su
totalidad. 3l movimiento de los Consejos fue un primer intento de construir una forma de
organización adecuada a la revolución proletaria.
Si bien el partido bolchevique había llegado al poder con la consigna «Todo el poder a los
Soviets», se atuvo a la concepción socialdemócrata, según la cual la construcción del
socialismo era tarea del 3stado y no de los Consejos. Mientras que en Alemania no se llevaba
a cabo ningún tipo de socialización, el 3stado bolchevique destruyó la propiedad privada
capitalista, pero sin atribuir a los trabajadores ningún derecho a disponer de su producción.
or aquello de que defendían los intereses de los trabajadores, el resultado fue una forma de
capitalismo de 3stado, que dejaba intacta la condición social de los trabajadores y que más
bien continuaba su explotación en beneficio de una nueva clase privilegiada. 3l socialismo no
se podía realizar ni por medio de una reforma del 3stado democrático burgués, ni por medio
del nuevo 3stado bolchevique revolucionario.
Teniendo en cuenta las grandes dificultades con las que se encuentra una posible revolución
proletaria, a primera vista, este escrito que se ocupa en su mayor parte de la unidad de cálculo
y de la contabilidad de la economía comunista, podrá parecer extraño.
artiendo de este hecho, se puede pensar fácilmente que también en el socialismo debe ser
válida la ley del valor, ya que en éste también debe tenerse en cuenta el tiempo de trabajo,
para hacer una economía racional. ero el tiempo de trabajo se transforma en «valor del
tiempo de trabajo» sólo en condiciones capitalistas, en las cuales la necesaria coordinación
social de la producción está sujeta al mercado y a las relaciones de la propiedad privada. Sin
relaciones capitalistas de mercado no existe ninguna ley del valor, aunque aún, y quizá
siempre, sea necesario considerar el tiempo de trabajo para adaptar la producción social a las
necesidades de la sociedad.
Los autores subrayan el hecho de que antes de ellos se había propuesto el tiempo de trabajo
como unidad de cálculo económico. Consideran inaceptable esta propuesta porque se basa
sólo en la producción y no en la distribución, y en eso sigue emparentada con el capitalismo.
Según su punto de vista, el tiempo de trabajo socialmente medio debería valer tanto en la
producción como en la distribución. Aquí, sin embargo, nos encontramos con una dificultad y
debilidad para calcular el tiempo de trabajo, dificultad que Marx también había visto, no
encontrando otra respuesta que la abolición del cálculo fundado sobre el tiempo de trabajo en
la distribución, llevando a cabo el principio comunista «De cada cual según su capacidad, a
cada cual según sus necesidades».
3n su Crítica del rograma de Gotha del artido Socialdemócrata Alemán, Marx aclaró el
hecho de que una distribución proporcional al tiempo de trabajo traería consigo una nueva
desigualdad, ya que los que producen se diferencian por su capacidad de trabajo y por su
situación privada. Algunos trabajan más en el mismo tiempo; unos tienen que mantener una
familia y otros no; por tanto, la igualdad de la distribución según el tiempo de trabajo tiene
como efecto la desigualdad en las condiciones de consumo. Marx escribe: «En efecto, a
igualdad de trabajo prestado y, por tanto, a igualdad de usufructo del fondo social de
consumo, uno obtiene más que otro, uno es más rico que otro, etc... ara evitar esta
situación injusta, la ley debería ser desigual en lugar de igual». Si bien consideraba este
inconveniente como inevitable en la primera fase de la sociedad comunista, no lo consideraba
un principio comunista. Cuando los autores de los rincipios Fundamentales dicen que su
exposición es «sólo la aplicación consecuente del pensamiento marxiano», es verdad sólo en
la medida en que este pensamiento se refiere a una fase del desarrollo socialista, en la cual
reina aún el principio del intercambio de equivalentes, principio que encontrará su fin en el
socialismo.
ara Marx estaba claro que «toda distribución de los medios de consumo es sólo la
consecuencia de la distribución de los medios de producción», y que «cuando los medios de
producción sean propiedad de los mismos trabajadores, se conseguirá una distribución de
los medios de consumo diferente de la actual». Los posibles defectos de una distribución
según el tiempo de trabajo no podían, pues, ser superados con una división entre la
producción y la distribución, ya que el gobierno de la producción por parte de los productores
comprende también su control sobre la distribución, así como la determinación de la
distribución por parte del 3stado -la asignación desde arriba- comprende tambien el control
estatal sobre la producción. Los autores de los rincipios Fundamentales subrayan
justamente que los productores deben tener la más amplia posibilidad de disponer de su
producción, pero que esto exija una distribución según el tiempo de trabajo, es otro problema.
3n los países capitalistas avanzados, o sea, en los países en los que es posible la revolución
socialista, las fuerzas productivas sociales están suficientemente desarrolladas como para
producir medios de consumo en sobreabundancia. Más de la mitad de toda la producción
capitalista y de las actividades improductivas ligadas a ésta (prescindiendo completamente de
las posibilidades de producir que no son explotadas) no tienen seguramente nada que ver con
el consumo humano real, sino que sólo pueden encontrar sentido en la irracional economía de
la sociedad capitalista. Resulta entonces claro que, en condiciones de economía comunista, se
podrán producir tantos bienes de consumo que harán superfluo un cálculo de sus partes
individuales.
3l sistema de consejos no se podrá hacer a menos que se creen instituciones que hagan
posible una supervisión de las necesidades y las posibilidades del conjunto social. Los
conocimientos así obtenidos deben dar lugar a decisiones que no pueden ser tomadas por
cada organización de fábrica. La estructura del sistema de consejos debe ser tal que regule la
producción centralmente, sin por esto condicionar la autonomía de los productores. 3n las
mismas fábricas, además, la ejecución de las decisiones de los trabajadores se dejará a los
Consejos, sin que por esto deba surgir una primacia de los Consejos sobre los trabajadores.
También, desde una óptica más global, en la producción nacional se pueden encontrar
métodos organizativos que coordinen las instituciones por encima de las fábricas, bajo el
control de los productores. ero esta solución de la contradicción centralismo-federalismo,
que es por otra parte auspiciada en los rincipios Fundamentales, no podrá resolverse
simplemente por medio de un «registro del proceso económico en la contabilidad social
general», muy probablemente serán necesarios órganos particulares, integrados en el sistema
de consejos, que se ocupen específicamente de la organización económica.
3n la exposición de los autores, el sistema, una vez implantado, se presenta como suficiente.
or medio del «funcionamiento objetivo de la producción», del control de ésta en relación a
la reproducción, se defienden del ordenamiento que permite la personalización de las
decisiones, como ocurre en el capitalismo de 3stado. 3l nuevo sistema de producción y
distribución garantiza en sí mismo la sociedad comunista, aunque en realidad el
«funcionamiento objetivo de la producción» está siempre garantizado por personas. También
en el capitalismo hay un «funcionamiento objetivo» de la producción, que viene dictado por
la ley del mercado, a la cual todas las personas están sujetas. 3s el sistema quien domina al
hombre. 3sta visión fetichista del sistema encubre la realidad de las relaciones sociales de
explotación del hombre por el hombre. Detrás de las categorías económicas están clases y
personas, y cada vez que el fetichismo del sistema es sobrepasado, vuelve a la luz la lucha
abierta entre clases y personas. Si bien también el comunismo es un sistema social, éste no
actúa por encima de los hombres, sino según los hombres. No tiene una vida propia a la que
las personas deban forzosamente adaptarse; el «funcionamiento objetivo de la producción»
está determinado por personas, pero por personas que forman parte del sistema de consejos.
3stas pequeñas observaciones críticas serán suficientes para indicar que, en los rincipios
Fundamentales, no se nos presenta un programa acabado, sino que se trata de un primer
intento de acercarse al problema de la producción y la distribución comunistas. Y, aunque los
rincipios Fundamentales tratan de un estado social del futuro, constituyen al mismo tiempo
un documento histórico que arroja luz sobre una etapa de las discusiones del pasado. Sus
autores trataban las cuestiones de la socialización de hace más de medio siglo, y algunos de
sus argumentos han perdido actualidad; los rincipios Fundamentales intervienen en la
disputa, entretanto ya superada, entre los teóricos de la economía natural y los representantes
de la economía de mercado, mostrando las posiciones equivocadas de ambos.
3n general, el socialismo no se considera ya como una nueva sociedad, sino como una
variante del capitalismo. Los defensores de la economía de mercado hablan de una economía
de mercado planificada, mientras que los defensores de una economía planificada se sirven
de la economía basada en el mercado. La organización de la producción fundada sobre el
valor de uso no excluye la distribución desigual de los bienes de consumo mediante la
manipulación de los precios. Las «leyes económicas» son consideradas independientes del
tipo de sociedad, y todo lo más se discute ahora sobre qué mezcla de capitalismo y de
socialismo es más «económica».
Hemos recibido de raga las siguientes tesis, aparecidas en el número 20 de «Neue Front».
Han sido publicadas bajo el título «Marxismo revolucionario y revolución socialista» por un
grupo de marxistas revolucionarios «organizados en la social-democracia alemana». He aquí
su concepción de la vía hacia el socialismo. Nuestras críticas se exponen inmediatamente a
continuación.
2. 3sta ruptura radical exige un cambio fundamental en los medios, métodos y objetivos
concretos de la lucha política. Como prueba de su transformación interna y de su aceptación
del marxismo revolucionario, el partido debe abandonar su viejo nombre de artido
Socialista Alemán (SD) y transformarse en un partido marxista revolucionario.
3. Nuestro objetivo es la realización del socialismo sobre la base de una República socialista
alemana de los soviets, bajo la dirección de la dictadura del proletariado. La dictadura
revolucionaria es la etapa de transición necesaria hacia la sociedad socialista. La conquista de
la libertad moral e individual, para todos los que sufren actualmente la opresión fascista,
presupone, pues, la destrucción del sistema capitalista por medio de la dictadura del
proletariado.
8. La burocracia profesional será abolida. Todas las personas que ejerzan una función pública
serán nombradas por los consejos y revocadas en cualquier momento.
9. Con el fin de dar su apoyo a la dictadura revolucionaria, los obreros y los funcionarios se
organizarán en sindicatos de industria.
10. Las imprentas y los periódicos serán requisados. La prensa, la radio y todos los otros
medios de información quedarán bajo la vigilancia y el control de los consejos.
12. Todos los bancos se fundirán en un banco central; lo mismo se hará con todas las
compañías de seguros.
13. Todas las hipotecas sobre fincas serán anuladas. Todas las propiedades que sobrepasen la
superficie necesaria a la existencia o la supervivencia de una familia serán expropiadas sin
indemnización. Se procederá a un nuevo reparto de las tierras en función de las necesidades
de los campesinos pobres y de los obreros agrícolas. Las empresas campesinas serán
reagrupadas en asociaciones. Allí donde existan condiciones, se crearán grandes empresas
agrícolas piloto.
Después del hundimiento total de la política reformista, estas tesis propugnan la vía
«revolucionaria». 3n la tesis número 2, los autores llaman a esto una «ruptura radical» con
la política anterior, reclamando un «cambio fundamental en los medios, los métodos y los
objetivos concretos de la lucha política». 3l objetivo es a continuación presentado (tesis 3)
como «una República Socialista Alemana de los Soviets bajo la dirección de la dictadura del
proletariado».
A primera vista, este programa parece efectivamente en proceso de ruptura total con la vieja
política de la socialdemocracia, ya que las ideas de una «República Socialista Alemana de los
Soviets» y de la «dictadura del proletariado» han sido siempre vehementemente combatidas
por el artido Socialista Alemán (SD). ero, de acuerdo con las tesis siguientes (Ë-7), que
tratan del papel del partido antes y después de la revolución, y donde se dice que los órganos
de la dictadura del proletariado si bien serán los consejos obreros, éstos estarán colocados
bajo la «dirección» del partido, es evidente que una ruptura radical con la política de la
socialdemocracia queda fuera de lugar.
Sería más exacto decir que los autores quieren volver a las fuentes de la política
socialdemócrata y a los viejos conceptos sobre los medios y los fines del socialismo. ues se
ha hecho demasiado evidente que el SD, durante y después de la guerra, ha renunciado a
toda política socialista, y que al escoger la vía del reformismo, ha degenerado en un partido
democrático de reformas. or el hecho mismo de que esta política reformista ha llevado al
fascismo, no tiene sentido hablar de ruptura con ella, ya que ha dejado de existir.
3n sus orígenes, el viejo SD quería realizar el «socialismo», pero pretendía conseguirlo
utilizando las posibilidades legales que aparentemente ofrecía la democracia burguesa. (Una
vez transformado en exclusivamente democrático, el SD rechazó los objetivos del
socialismo y en este sentido la dictadura del proletariado). 3l SD se ha hundido al mismo
tiempo que esta democracia burguesa a la cual estaba indisolublemente unido. Quien quiera
que sea que aún pretenda realizar el socialismo, descubre que tales posibilidades legales no
existen ya y tiene, pues, que intentar llegar a su objetivo por otros medios. Ahora bien, los
medios que estas tesis intentan definir no se diferencian de ningún modo de las concepciones
que se podían encontrar ya en la antigua socialdemocracia (antes de su aburguesamiento).
Las tesis Ë y 7 lo demuestran irrefutablemente. Las concepciones que exponen son ni más ni
menos que las del artido Socialdemócrata Ruso (bolcheviques), que no siguió la vía
democrática del SD alemán.
Reencontramos aquí «al artido Revolucionario consciente del objetivo», «la vanguardia»
que dirige a las masas en las luchas hasta la victoria, que prepara y organiza las acciones de
masas, las huelgas generales y la insurrección armada. Y después de la victoria, es aún bajo
la dirección del partido como los consejos obreros deben funcionar en tanto que órganos
estatales, y los funcionarios y los obreros organizados en sindicatos de industria. Las últimas
dudas que podrían subsistir en relación a quién detentaría el poder real en esta República
socialista soviética son desvanecidas por la tesis 7: «La consolidación del poder recaerá
sobre el proletariado en armas, hasta la formación de un ejército socialista.» 3sto significa
que después de la victoria, los obreros armados, indispensables para el derrocamiento de las
fuerzas del 3stado fascista, deberán entregar las armas y cedérselas a un «ejército socialista»,
dirigido evidentemente por el partido.
De hecho, el ejemplo de la revolución rusa ha demostrado que el ejercicio del poder por el
partido no era en absoluto sinónimo de «dictadura del proletariado»; no se trata tampoco de
una dictadura del proletariado que se efectuaría por intermedio de la dictadura del partido
(para retomar la fórmula de la socialdemocracia rusa), sino más bien de una dictadura sobre
el proletariado. 3n efecto, el 3stado-artido, al transformar la antigua economía capitalista
privada en una economía de 3stado, subordina de nuevo a los obreros, en tanto que
asalariados, a esa dirección estatal.
Las tesis de la 7 a la 17 dejan claro que, en la construcción del socialismo -es decir, en la
organización de la economía por el 3stado-artido- hace falta también seguir el modelo ruso.
3l punto fundamental en esta organización de la economía es la estatización de todos los
medios de producción con el 3stado como único jefe de empresa, bajo el control de los
consejos obreros. Las pequeñas explotaciones agrícolas e individuales conservan una
existencia autónoma (cosa que, con toda evidencia, no es sino una concesión a la coyuntura
del momento).
3l socialismo que los autores tienen en vista revela, pues, que no es más que una economía
estatizada. Asociada a la planificación económica, a la eliminación de la competencia, origen
de las crisis, y del beneficio, y al pleno empleo de las fuerzas productivas, es concebida como
el medio de elevar el nivel de vida de las masas en su conjunto. uesto que la propiedad
privada de los medios de producción se opone a la racionalización de la economía -y además
de ello, en caso de crisis duradera impide todo empleo de las fuerzas productivas- la
abolición de la propiedad privada aparece como el objetivo inmediato. De esto se desprende
la necesidad de concentrar la economía bajo la autoridad central del 3stado. 3n ese estadio,
corresponde a los sabios, a los estadísticos, a los ingenieros, organizar efectivamente la
economía. Concebida de este modo, la construcción de la economía socialista aparece como
un problema organizativo (Lenin), como una generalización y un cumplimiento de la
tendencia ya iniciada por el capitalismo bajo la forma de los "trusts" y de los "cartels". 3l
3stado se transforma en un "trust" titánico que, gracias a su hiperorganización, derriba los
obstáculos que se oponen a una mayor expansión de la producción.
La evolución rusa ha demostrado que una estatización de este tipo de la economía no es otra
cosa que el capitalismo de 3stado. 3l obrero sigue siendo un asalariado, obligado a trabajar a
la fuerza por el 3stado (tesis 11). Trabaja en empresas del 3stado y vende su fuerza de
trabajo al 3stado, que se la paga bajo la forma de salario. De este modo, el 3stado juega el
papel del capitalista privado expropiado. 3s él, a partir de entonces, quien dirige el trabajo
asalariado; es él, en consecuencia, quien dirige y explota a los obreros. La fuerza de trabajo
se transforma en una mercancía, al igual que en el sistema capitalista privado; es evaluada en
relación a un producto ya fabricado (los medios de subsistencia, que el obrero recibe bajo
forma de salario). Se transforma en una mercancía, lo que significa que es colocada al nivel
de una cosa privada de toda voluntad individual. De sujeto, se transforma en objeto. ero
como el obrero no se puede separar de su fuerza de trabajo, pasa lo mismo con él; se
transforma en una cosa, es llevado al nivel de objeto, con el fin de ser utilizado por el
propietario de los medios de producción como un «medio de producción» más. No son
necesarios argumentos suplementarios para establecer que la condición de asalariado, que es
la del obrero en esta economía estatizada, determina igualmente su posición social.
ero el ejemplo ruso no demuestra solamente que el socialismo oficial no es en realidad sino
un capitalismo de 3stado, y que la producción estatizada no es la producción en función de
las necesidades, sino la producción ordinaria de mercancías. Ha revelado igualmente la
formación de un nuevo elemento dirigente que dispone a su voluntad de la propiedad estatal
y llega así a ocupar una posición privilegiada. 3ste elemento tiene todo el interés en ver
crecer el poder del 3stado, puesto que es precisamente éste último quien garantiza su
posición social privilegiada. Como concentra entre sus manos todos los medios materiales y
políticos de la sociedad, es él también quien dirige la orientación del desarrollo posterior.
¡Cómo extrañarse entonces de que luche exclusivamente por acrecentar la propiedad
estatizada y por magnificar el poder del 3stado!
Una vez que la producción social ha tomado la forma de empresa del 3stado, la evolución
social que sigue es determinada por las relaciones de poder así creadas.
Los obreros son desposeídos, cada día, a lo largo del proceso de trabajo, y lo son de hecho
por el 3stado, propietario general, que se apropia de los productos del trabajo. 3l 3stado es el
propietario, el administrador de la riqueza social. 3s él el que organiza y dirige el proceso
social de producción. 3ncarna el poder que determina el reparto individual del producto
social y distribuye las mercancías. ara comprender la especificidad de esta organización
social, basta con imaginar el aparato administrativo de todas las empresas privadas
capitalistas, las compañías bursátiles, los sindicatos, los "trusts", etc., asociados al poder
político del 3stado. 3s así como se presenta el 3stado en tanto empresario único: un
conglomerado de todos los órganos administrativos de la propiedad privada. Ya que, al igual
que la administración del capital privado, que es improductiva y sirve únicamente como
órgano de apropiación de los productos fabricados por el trabajo de los demás, el aparato
burocrático no crea tampoco ningún producto y no tiene por objetivo sino asegurar al 3stado
la producción derivada del trabajo asalariado en las empresas estatizadas.
Cuanto más crece la riqueza social bajo la forma de propiedad de 3stado, más aumenta la
explotación de los obreros asalariados, al igual que su impotencia. 3s también su
pauperización lo que crece y, consecuentemente, la lucha de clases entre obreros y burocracia
de 3stado. ara imponerse en esta lucha, la burocracia no tiene otra salida sino la de extender
el aparato de represión estatal. 3ste se refuerza a medida que se agudiza el antagonismo de
las clases. Cuanto más rico es el 3stado, mayor es la pobreza de los obreros, y más aguda
también la lucha de clases.
Los obreros asalariados no pueden sentirse satisfechos con un tal «socialismo», incluso si
éste les inundase de bienes materiales (cosa que además es muy dudosa). La abolición de la
dominación del capital: éste debe ser el objetivo de su lucha. 3l sentido de su combate es
acabar con las relaciones capitalistas, con el fin de dejar de ser comprados como fuerza de
trabajo y, en tanto que fuerza productiva, colocados al mismo nivel que las máquinas en el
proceso de producción, bajo el mando de nuevos patronos. Deben transformarse a sí mismos
en dueños de su producción, así como de la realizada por las máquinas. Deben apropiarse de
los medios de producción, con el fin de gestionarlos y administrarlos en nombre de la
sociedad, ante la cual son responsables. Deben ser capaces de asumir ellos mismos la
dirección y la organización de la producción, la administración y la distribución de los bienes
productivos, si quieren realizar la unidad de la humanidad en una sociedad sin clases, y evitar
una vuelta al esclavismo.
3sta lucha también tiene como consecuencia iniciar una nueva problemática y abrir nuevas
perspectivas, contrariamente a lo que ocurriría en el caso de los intelectuales. Nuevas
concepciones se van elaborando, en lo que concierne a la regulación de las relaciones
humanas en la producción social; concepciones que, a los ojos de los intelectuales, parecen
incomprensibles y pasan por utópicas o irrealizables. ero estas concepciones se concretaron
ya de una forma potente cuando los alzamientos revolucionarios de los obreros asalariados.
Se expresaron por vez primera a gran escala durante la Comuna de arís, que intentaba
derribar a la autoridad centralizada del 3stado a través de la autoadministración de las
comunas. Fueron ellas las que empujaron a Marx a abandonar la idea (expresada en el
Manifiesto Comunista) según la cual la economía de 3stado llevaría a la desaparición de la
sociedad de clases. Fueron también estas concepciones las que inspiraron los consejos de
obreros y soldados en las revoluciones rusa y alemana en 1917-1923, momento en que
adquirieron frecuentemente una fuerza determinante. Ningún futuro movimiento
revolucionario proletario es concebible sin que esta fuerza juegue un papel creciente y, en
última instancia, preponderante. 3s la autoactividad de las amplias masas trabajadoras lo que
se manifiesta en los consejos obreros. No hay en ello nada de utópico: es la realidad en acto.
Con los consejos obreros, el proletariado ha elaborado la forma organizativa apropiada a la
lucha que desarrolla por su liberación. 3n este sentido, no se trata de ningún modo de una
utopía, de una teoría vacía, cuando estos consejos obreros, en todas partes donde se van
agrupando sobre la base de la producción, en las fábricas, en organizaciones de fábrica,
tienen como objetivo apropiarse de los medios de producción y dirigir la producción. 3s una
exigencia formulada a lo largo de los acontecimientos por amplias masas de trabajadores. Los
intelectuales deberán poner fin a este combate por la fuerza, si quieren imponer su control
sobre la economía de 3stado.
Desde el punto de vista de los consejos obreros, el problema de la organización económica no
se reduce a saber cómo debe ser dirigida la producción, y organizarla lo mejor posible en este
sentido, sino más bien cómo serán reguladas las relaciones entre los seres humanos en
función de la producción. Ya que para los consejos la producción no es ya un proceso
objetivo, en el que el hombre se encuentra separado de su trabajo, y consecuentemente de su
producto, un proceso que se dirige y se calcula como si estuviese compuesto de materias
muertas; para los consejos, la producción se transforma en la función vital de los obreros. La
producción -función vital de los seres humanos en el momento en que todos tengan que
trabajar- es desde ese momento socializada. Se puede, pues, fácilmente imaginar que la
participación de los seres humanos en esta producción pueda, también ella, ser regulada
socialmente sin que sean colocados al mismo nivel que sus instrumentos de trabajo ni
sometidos a la dominación de una clase o de una capa específica. Una vez puesto el problema
en estos términos, la solución parece más bien fácil de encontrar. De hecho, se presenta a sí
misma. 3s el trabajo desarrollado en el dominio de la producción el que servirá de criterio
para determinar las relaciones mutuas entre los hombres. Una vez que se admiten, como
factores determinantes de la regulación de las relaciones sociales, el trabajo desarrollado por
los individuos y su agrupación en las organizaciones de fábrica, ya no hay lugar para ningún
tipo de dirección o de gestión que no participe directamente en el proceso de producción, sino
que se contente con gobernar y apropiarse del producto de los demás.
os consejos obreros
Las tesis demuestran claramente que sus autores no creen en la fuerza creadora del
proletariado. Incluso después de que los consejos obreros hayan probado indiscutiblemente la
realidad de esta fuerza. Antes de 1917, ningún jefe de la socialdemocracia, ni siquiera Lenin,
había admitido la importancia de los consejos obreros, a pesar del papel considerable que
habían jugado en San etersburgo cuando la revolución de 1905. ara que la atención de los
grandes jefes de la socialdemocracia los tomase en cuenta, fue necesario esperar a 1917,
primero en Rusia, después en Alemania y en otras partes, cuando los consejos obreros
revelaron ser la organización de combate del proletariado revolucionario en lucha y, a través
de ellos, las amplias masas obreras ejercieron una influencia determinante en los dominios
político y económico. ero, lejos de considerar a estos consejos como el primer intento
autónomo del proletariado para tomar en sus manos su propio destino, los grandes jefes de la
socialdemocracia no veían en ellos más que un nuevo fenómeno organizativo susceptible de
llevarles a ellos al poder. 3l proletariado, esta fuerza social potente y en continua expansión,
no era a sus ojos sino una fuerza cuantificable, al mismo nivel que las fuerzas productivas de
las empresas -una fuerza que se emplea para llegar a fines concretos y poner en práctica
planes elaborados de antemano-. Tal es la concepción del intelectual que dirige el proceso
capitalista de producción, tal es igualmente su concepción cuando, en tanto que
socialdemócrata, pretende dirigir las fuerzas sociales. ara él, el proletariado no tiene
pensamiento autónomo; piensa y actúa según las directrices de sus jefes. 3s por esta razón
por la que el partido marxista revolucionario (tesis 6) debe tener en sus manos la dirección
antes de lanzar a las fuerzas proletarias a la lucha de acuerdo con los esquemas socialistas. Si
el partido marxista revolucionario está ausente, es simplemente otro partido quien utiliza la
fuerza del proletariado para realizar sus propios planes y designios particulares. 3l problema,
considerado desde este ángulo, no ofrece sino una conclusión: «Sin la dirección del partido,
no hay socialismo». Desde este punto de vista, los consejos obreros aparecen como nuevos
órganos proletarios donde hay que conquistar la dirección; en manos de la dirección del
partido, deben transformarse en instrumentos para influenciar el pensamiento y la práctica de
las masas. 3s en este sentido también como las tesis conciben y definen a los consejos
obreros.
ues bien, en su esfuerzo para apropiarse de la dirección de los consejos obreros, el partido
marxista revolucionario sigue exactamente el camino inverso. Quiere utilizar estos órganos
de voluntad de las masas como un medio para hacer actuar a las masas según la voluntad y
los planes de los «jefes». 3l jefe, sin embargo, no puede ver a las masas sino como un
material con el cual debe trabajar y, en ese contexto, la voluntad autónoma de las masas es un
elemento hostil. Bajo la dirección de un partido, los consejos obreros se encuentran, pues,
privados de su propia fuerza, y si subsisten es exclusivamente por el engaño, o sea,
escondiendo a las masas que se han transformado en instrumentos para los jefes. Tal fue la
suerte de los consejos obreros en Rusia y en Alemania una vez que el primer objetivo, el fin
de la guerra, fue conseguido y que las divergencias surgieron a propósito de la reconstrucción
del orden social -sobre este punto las masas obreras no tenían ya voluntad unificada-. Los
consejos fueron recuperados por las diversas tendencias del partido, perdieron incluso a corto
plazo su influencia sobre las masas obreras y, consecuentemente, su utilidad para la política
del partido de los jefes. 3ntonces desaparecieron. 3s únicamente en los programas de los
partidos «marxistas revolucionarios», que se preparan a tomar la cabeza de los próximos
alzamientos de masas, donde pueden volver a encontrarse como órganos susceptibles de
dirigir a las masas.
Sin embargo, el espíritu que se expresó a través de los consejos obreros revolucionarios no ha
muerto. 3n realidad, el punto fundamental en estas organizaciones consistía en que los
obreros realizaban la coordinación de su fuerza de clase y el desbordamiento de su dispersión
en sindicatos, partidos, tendencias. Cuando los obreros descubren esta unidad en la lucha de
clases cotidiana, cuando dirigen ellos mismos la lucha en órganos formados
espontáneamente, rechazando las viejas organizaciones generadoras de su división interna,
entonces el espíritu de los consejos obreros revolucionarios anima de nuevo a las masas
trabajadoras, y es entonces cuando éstas expresan su voluntad.
3n las luchas actuales, vemos surgir sin cesar formas embrionarias de esta acción de clase,
pero podemos constatar, al mismo tiempo, los intentos, hasta ahora casi siempre victoriosos,
del viejo movimiento obrero para arrancar a los trabajadores la dirección de la lucha y
confiársela a los burócratas de los sindicatos. Así como la economía «comunista», tal como
es concebida por los jefes, debe efectuarse a través de la vía errónea del aparato de 3stado
oficial, de igual modo la dirección de la lucha debe ser retirada a la autoridad de los obreros y
puesta en manos del aparato sindical.
ero el poder de la clase dirigente bajo el capitalismo es tan considerable que sólo el poder de
la clase obrera unida puede derribarlo. De este modo, las relaciones de clase nos muestran
que los trabajadores, para vencer, deben antes triunfar sobre el viejo movimiento obrero,
realizando la unidad en sus consejos, y que el ejercicio por las propias masas del «poder
legislativo y ejecutivo» en la lucha es la condición de la victoria.
3n 1918, en Alemania, la consigna revolucionaria del proletariado era «Todo el poder a los
consejos obreros». 3sta consigna no tiene sentido a no ser que el poder de los consejos sea la
expresión de la voluntad unificada de las amplias masas -de la totalidad de la clase obrera. La
unidad de toda la clase obrera en la voluntad y en la acción, tal es la base sobre la que se
construye el poder de los consejos obreros. ara ello, no es suficiente que las amplias masas,
en situaciones extremas, pongan fin por su propia acción a condiciones que han llegado a ser
insoportables. 3s lo que hicieron en 1918, y esto llevó solamente a acabar con la guerra.
Hay que unir a esto la voluntad determinada de reconstruir a sociedad y de regular las
relaciones humanas en el cuadro de esa nueva sociedad.
Se puede contar sin miedo con el capitalismo para transformar las condiciones materiales en
intolerables. La situación de la clase obrera se hace cada vez más insoportable; el trabajo
asalariado se transforma para millones de individuos en una calamidad, una pesadilla a la que
es imposible escapar. La situación se hace finalmente tan tensa que en las amplias masas
surge la voluntad de poner fin a cualquier precio a estas condiciones intolerables. ero éstas
no pueden acabar sin suprimir al mismo tiempo el régimen salarial. Incluso el socialismo de
3stado de los jefes no soluciona el problema, puesto que conserva el sistema salarial,
reorganizado por el poder de 3stado. 3s por ello por lo que, a la acción acometida bajo el
empuje de la necesidad extrema, hay que añadir la transformación consciente de las
relaciones sociales. La supresión del estado de penuria y la reorganización de las relaciones
sociales no son más que una misma cosa; son las dos caras de una misma acción. ara salir
de esta situación intolerable, las masas obreras, que en tanto que asalariadas se ven reducidas
al empobrecimiento absoluto, no tienen más que una tabla de salvación: tomar posesión ellas
mismas de los medios de producción. ara conseguirlo tienen que, agrupadas en el seno de
los consejos, apropiarse del poder social global, utilizando los medios de producción en
común, o sea, sobre bases comunistas, para satisfacer las necesidades sociales.
a economía comunista
3l poder del consejo o del soviet puso fin al régimen salarial; hizo del obrero el factor
determinante de la producción. Su papel es el de llevar a la clase obrera a la liberación,
transformando a los asalariados en productores libres e iguales. ero estos productores libres
e iguales deben regular sus relaciones mutuas en función de las nuevas condiciones. La
regulación rigurosa de estas relaciones es la única garantía de la igualdad y, por tanto, de la
libertad de los productores: tal es, en último análisis, el fundamento sólido sobre el cual se
construye la sociedad comunista.
3sta regulación de las relaciones no es, sin embargo, otra cosa que la regulación del proceso
de interacción de la sociedad -la regulación de la producción y del consumo; de la
participación del productor individual en la fabricación de bienes y de su consumo de bienes
producidos en común-. Como el trabajo del productor individual representa, al mismo
tiempo, su participación en la producción social de los bienes, resulta necesariamente que ese
trabajo determina también la parte que le corresponde de los bienes producidos. La medida
social que debe regular la relación de los productores entre sí es el trabajo, definido por su
tiempo de actuación: la hora de trabajo. La hora de trabajo individual es particular de cada
productor y no constituye una medida social; puede variar según los casos y se renueva sin
cesar. Se trata, pues, de calcular la hora de trabajo social promedio, la media de todas las
diferentes horas de trabajo, que deben transformarse en el factor de regulación social.
No podemos aquí extendernos más sobre la hora de trabajo social media como fundamento
de la economía socialista. ara este tema, recomendamos la obra titulada «Grundprinzipien
Kommunistischer roduktion und Verteilung» [ rincipios fundamentales de roducción y
Distribución Comunistas], publicada por el Grupo de los Comunistas Internacionales
(Holanda). 3n todo caso, es necesario indicar que, para nosotros, la realización de la
contabilidad en términos de tiempo de trabajo en la sociedad comunista es un objetivo
inmediato y no un problema a considerar «posteriormente».
Como consecuencia, las consignas que reivindicamos inmediatamente para el poder obrero
son las siguientes: los obreros colocan bajo su control directo todas las funciones sociales,
ellos nombran y revocan a todos los funcionarios. Los obreros toman en sus manos la
dirección de la producción social, asociándose en las organizaciones de fábrica y los consejos
obreros. Integran por sí mismos su fábrica en la forma comunista de economía, calculando su
producción a partir del tiempo de trabajo social medio. De este modo, es la sociedad entera la
que entra en el circuito de producción comunista. He aquí lo que puede hacer sobrepasar la
diferencia entre empresas «maduras» para una dirección socializada, y las que aún no lo
están.
René Riesel
"3l gobierno obrero y campesino ha decretado que Kronstadt y los buques rebeldes deben
someterse inmediatamente a la autoridad de la República Soviética.
or tanto, ordeno a todos los que han levantado su mano contra la patria socialista, que
depongan las armas de inmediato. Los recalcitrantes serán desarmados y entregados a las
autoridades soviéticas. Los comisarios y otros representantes del gobierno que se encuentran
detenidos, deben ser liberados en el acto. Sólo quienes se rindan incondicionalmente podrán
contar con un acto de gracia de la República Soviética. Al mismo tiempo, doy órdenes para
preparar la represión y el sometimiento de los amotinados por medio de las armas. Toda la
responsabilidad por los perjuicios que pueda sufrir la población pacífica, recaerá sobre la
cabeza de los amotinados contrarrevolucionarios.
"Lo único que os tenemos que decir es ¡TODO 3L OD3R A LOS SOVI3TS! ¿Quitad
vuestra manos de este poder, vuestras manos teñidas de sangre de los mártires de la libertad
que lucharon contra los guardias blancos, los propietarios y la burguesía!.
Dejando a un lado los rasgos preconsejistas que entusiasmaron a Marx en la Comuna de arís
("la forma política al fin descubierta, bajo la que puede realizarse la emancipación económica
del trabajo") y que mejor que en la Comuna elegida se manifiesta en la organización del
Comité Central de la Guardia Nacional, compuesto por delegados del proletariado parisino, el
primer esbozo de una organización propia del proletariado en un momento revolucionario,
fue el famoso "Consejo de Diputados Obreros" de San etesburgo. Según las cifras dadas por
Trotski en 1905, unos 200.000 obreros enviaron sus delegados al Soviet de San etesburgo,
pero su influencia se extendía mucho más allá de su zona, pues otros muchos Consejos de
Rusia se inspiraban en sus deliberaciones y decisiones; agrupaba directamente a los
trabajadores de más de 150 empresas y además acogía a los representantes de 16 sindicatos
que se habían unido al Consejo. Su primer núcleo se formó el 13 de octubre, pero ya el 17,
instituía por encima de él, un Comité 3jecutivo que, dice Trotski, "le servía de ministerio".
Sobre un total de 562 delegados, el Comité 3jecutivo lo formaban 31 miembros, de los cuales
22 eran realmente obreros delegados por el conjunto de los trabajadores y 9 representaban a
los tres partidos revolucionarios (mencheviques, bolcheviques y social-revolucionarios); sin
embargo los "representantes de los partidos no tenían voto en las deliberaciones". odemos
admitir, pues, que las asambleas de base estaban representadas fielmente por sus delegados
revocables, pero evidentemente, éstos habían abdicado gran parte de su poder y de manera
totalmente parlamentarista a favor de un Comité 3jecutivo en el que los "técnicos" de los
partidos políticos tenían una influencia inmensa
¿Cuál fue el origen de este Soviet?. arece que esta forma de organización fue encontrada por
algunos elementos políticamente instruidos de la base obrera y que pertenecían a alguna
fracción socialista. arece excesiva la afirmación de Trotski al decir que "una de las dos
organizaciones socialdemócratas de etesburgo, tomó la iniciativa de la creación de una
administración autónoma revolucionaria obrera". (Además, de estas "dos organizaciones",
quienes enseguida reconocieron la importancia de esta iniciativa, fueron los mencheviques).
Sin embargo, la huelga de octubre de 1905, se originó, de hecho en Moscú el 19 de
septiembre, cuando los tipógrafos de la empresa Sytin se pusieron en huelga,
fundamentalmente porque querían que los signos de puntuación estuvieran entre los 1000
caracteres que constituían la unidad de pago de su trabajo a destajo. Cincuenta empresas les
siguieron y el 25 de septiembre, las imprentas de Moscú, constituyeron un Consejo. El 3 de
octubre, "la asamblea de diputados obreros de las corporaciones de artes gráficas, de
mecánica, de carpintería, del tabaco y otras, adoptó la resolución de constituir un consejo
(Soviet) general de Moscú" (Trotski, op.cit.) Vemos, pues, que esta forma aparece
espontáneamente al principio del movimiento huelguístico. Y este movimiento que empezó a
enfriarse en los días siguientes, se vivificó de nuevo hasta alcanzar la gran crisis histórica del
7 de octubre, cuando los trabajadores de los ferrocarriles, a partir de Moscú y
espontáneamente, comenzaron a interrumpir el tráfico de trenes.
A pesar de los rasgos francamente avanzados de esta experiencia poco citada (cantidad de
izquierdistas creen que las ocupaciones de fábricas comenzaron en Francia en 1936),
debemos apuntar que comportaba ambigüedades bastante graves, incluso entre sus defensores
y teóricos. or ejemplo, Gramsci en el nºË de Ordine Nuovo (2º año), escribía: "Nosotros
concebimos el Consejo de fábrica como el principio histórico que debe conducir
necesariamente a la fundación de un 3stado Obrero". or su parte, los anarquistas consejistas
estimaban aún el sindicalismo y pretendían que los Consejos le diesen un nuevo impulso.
Con todo, el manifiesto lanzado por los consejistas de Turín, el 27 de marzo de 1920, "a los
obreros y campesinos de toda Italia" por un Congreso General de los Consejos (que no tuvo
lugar), formula algunos puntos esenciales del programa de los Consejos: "La lucha de
conquista se hace con armas de conquista y no de defensa (se refiere a los sindicatos,
organismos de resistencia . . . cristalizados en una forma burocrática" -Nota de la I.S.).
Debemos desarrollar una organización nueva como antagonista directa de los órganos de
gobierno de los patronos; por eso debe surgir espontáneamente en el lugar de trabajo y reunir
a todos los trabajadores porque todos, como productores, estamos sometidos a una autoridad
que nos es extraña y debemos liberamos de ella (...) He aquí el origen de la libertad: el origen
de una formación social que, extendiéndose rápida y universalmente, nos pondrá en trance de
eliminar del terreno económico al explotador y al intermediario y convertirnos en nuestros
propios amos, en amos de nuestras máquinas, de nuestro trabajo, de nuestra vida . . .
La conciencia de lo que el poder de los Consejos es y debe ser, nace en la práctica misma de
ese poder. ero en una fase en que ese poder sea parcial, la conciencia puede ser muy
diferente de lo que piensa tal o cual trabajador miembro de un Consejo, o incluso la totalidad
de un Consejo: la ideología se opone a la verdad en actos que encuentra su terreno en el
sistema de los Consejos. 3sta ideología se manifiesta, no solamente bajo formas de
ideologías hostiles o bajo formas de ideologías sobre los Consejos edificados por fuerzas
políticas que quieren someterlos, sino también bajo la forma de una ideología favorable al
poder de los Consejos que restringe y dosifica la teoría y la praxis total. or último, un puro
consejismo sería también por sí mismo enemigo de la realidad de los Consejos. Tal ideología,
bajo formulaciones más o menos consecuentes, comporta el riesgo de ser vehiculada por
organizaciones revolucionarias que en un principio están orientadas hacia el poder de los
Consejos. 3ste poder, que es en sí mismo la organización de la sociedad revolucionaria y
cuya coherencia está objetivamente definida por las necesidades de esa tarea histórica tomada
como conjunto, no puede, en ningún caso, dejar de lado el problema práctico de las
organizaciones particulares, enemiga del Consejo o más o menos verídicamente
proconsejistas que de todas formas intervendrán en su funcionamiento. 3s necesario que las
masas organizadas en Consejos conozcan y resuelvan este problema. Aquí, la teoría
consejista y la existencia de auténticas organizaciones consejistas, adquiere singular
importancia porque en ellos aparecen ya algunos elementos esenciales que estará en juego en
los Consejos y en su propia interacción con los Consejos.
Toda la historia revolucionaria muestra que la aparición de una ideología consejista juega un
papel no despreciable, en el fracaso de los Consejos. La facilidad con la que la organización
espontánea del proletariado en lucha aseguró sus primeras victorias, frecuentemente anunció
una segunda fase en la que la reconquista se operó desde dentro, en la que el movimiento
prescindió de su realidad por la sombra de su fracaso. 3l consejismo es, en este sentido, la
nueva juventud del viejo mundo.
3l mismo Gramsci no hace sino limpiar a Lenin con un baño de formalidades democráticas:
"Los comisarios de las fábricas son los únicos y verdaderos representantes sociales
(económicos y políticos) de la clase obrera porque son elegidos en sufragio universal por
todos los trabajadores en el lugar mismo del trabajo. 3n los diferentes grados de su jerarquía,
los comisarios representan la unión de todos los trabajadores tal como ésta se realiza en los
organismos de producción (equipo de trabajo, departamento de fábrica, unión de las fábricas
de una industria, unión de organismos de la industria mecánica y agrícola de una provincia,
de una región, de nación, del mundo), siendo los Consejos y el sistema de los Consejos el
poder y la dirección social" (artículo de Ordine Nuevo). Si los Consejos quedan reducidos al
estado de fragmentos económico-sociales que preparan una "futura república soviética", no
cabe duda de que el artido, este "ríncipe de los tiempos modernos" aparece como el
indispensable entramado político, como el dios mecánico preexistente y deseoso de asegurar
su existencia futura: "3l partido comunista es el instrumento y la forma histórica de
liberación interior gracias al cual los obreros, de ejecutantes se transforman en iniciadores, de
masas se transforman en jefes y guías, de brazos se transforman en cerebros y voluntades"
Ordine -Nuovo, 1919). 3l tono cambia pero la cantinela del consejismo es la misma:
Consejos, artido, 3stado. Tratar de los Consejos de manera fragmentaria (poder económico,
poder social, poder político) como lo hace el cretinismo consejista del grupo Revolution
Internationale de Toulouse, es creer que apretando las nalgas a uno lo porculizan a medias.
Únicamente la práctica histórica, en la cual la clase obrera encontrará y realizará todas sus
posibilidades, indicará las formas organizativas concretas del poder de los Consejos. Sin
embargo, corresponde a los revolucionarios la labor de establecer los principios
fundamentales de las organizaciones consejistas que van a nacer en todos los países.
Formulando hipótesis y recordando las exigencias fundamentales del movimiento
revolucionario, este artículo que deberá ser seguido por algunos más, intenta abrir un debate
igualitario y real. Solo excluiremos a aquellos que esquiven este planteamiento en estos
términos, a saber: los que declarándose hoy enemigos de toda forma de organización en
nombre de un espontaneísmo subanarquista, no hacen sino producir las taras y el
confusionismo del antiguo movimiento; místicos de la no-organización, obreros desalentados
al haber estado mezclados durante demasiado tiempo con las sectas trotskistas o estudiantes
prisioneros de su pobre condición que son incapaces de escapar a los sistemas organizativos
bolcheviques. Los situacionistas evidentemente son partidarios de la organización y la
existencia de la organización situacionista lo atestigua. Los que anuncian su acuerdo con
nuestras tesis poniendo un vago espontaneísmo en nuestro haber, simplemente, no saben leer.
recisamente por no serlo todo y por no permitir salvar o ganarlo todo, la organización es
indispensable. Al contrario de lo que decía el carnicero Noske (en Von Kiel bis Kapp) a
propósito de la jornada del 6 de enero de 1919, las masas no fueron dueñas de Berlín ese día
al mediodía, no porque tuvieran "buenos oradores" en lugar de "jefes decididos", sino porque
la forma de organización autónoma de los Consejos de fábrica no había llegado al suficiente
grado de autonomía como para actuar sin "jefes decididos" y sin organización separada que
asegurase unión. 3l ejemplo de Barcelona en mayo del 37 es otra prueba de lo que decimos:
el hecho de que las armas salieran tan pronto en respuesta a la provocación estalinista, pero
también que la orden de rendición lanzada por los ministros anarquistas fuera tan
rápidamente obedecida, habla largo y tendido, tanto sobre las inmensas capacidades de
autonomía de las masas catalanas como de la autonomía que todavía les faltaba para vencer.
Mañana mismo, será el grado de autonomía de los trabajadores lo que decidirá nuestra suerte.
Todo esto llevó a lo que tenía que llevar. Después del aplastamiento de la insurrección de
1921 y de la represión del movimiento, los obreros, desilusionados por el alejamiento del
horizonte revolucionario abandonan en gran número las organizaciones de fábrica que
periclitaron al tiempo que dejaban de ser los órganos de una lucha real. La A.A.U.D. era lo
mismo que el K.A..D. y la A.A.U.D.-3, veía cómo la revolución se alejaba a la misma
velocidad que sus efectivos disminuían. Ya no eran más que organizaciones portadoras de
una ideología consejista, cada vez más separada de la realidad.
Aunque no sea más que para oírles rebuznar, vamos a recordarles a los que aún se obstinan
en la querella marxismo-anarquismo, lo que la C.N.T.-F.A.I. (dejando de lado el peso muerto
de la ideología anarquista, pero con mucha más práctica e imaginación liberadora) se parecía
en sus disposiciones organizativas al marxista K.A..D.-A.A.U.D.. De la misma manera que
el artido Comunista obrero Alemán, la Federación Anarquista Ibérica quiere ser la
organización política de los trabajadores españoles conscientes, mientras que la A.A.U.D. y
la C.N.T. tienen a su cargo la organización de la sociedad futura. Los militantes de la F.A.I.,
élite del proletariado, difunden la idea anarquista entre las masas; la C.N.T. organiza
prácticamente a los trabajadores en sus sindicatos. ero entre las organizaciones alemana y
española hay dos diferencias esenciales, una ideológica, de la que resultará lo que podía
esperarse: la F.A.I. no quiere tomar el poder y se contentará con influenciar la totalidad de la
conducta de la C.N.T.; y la otra es decisiva- la C.N.T. representa realmente a la clase obrera
española. Dos meses antes de la explosión revolucionaria, el congreso cenetista de Zaragoza,
el 1 de mayo de 1.936, adopta uno de los más bellos programas revolucionarios que
organización alguna del pasado haya propuesto, programa que será parcialmente aplicado por
las masas anarcosindicalistas mientras que sus jefes zozobran en el ministerialismo y la
colaboración de clases. Con los chulos de masas García-Oliver, Segundo Blanco, etc. y la
subintelectual Montseny, el movimiento libertario antiestatal, que ya había soportado
Kropotkin, el príncipe anarquista, encontraba al fin la coronación histórica de su absolutismo
ideológico: los anarquistas de gobierno. 3n la última batalla histórica que libró el anarquismo
vería caer sobre sí toda la salsa ideológica que era su ser: 3stado, Libertad, Individuo y otras
especies mayúsculas con que se abanicaban. Y mientras los milicianos, obreros y campesinos
libertarios salvaban su honor y aportaban la mayor contribución práctica al movimiento
proletario de toda la historia; quemaban iglesias, combatían en todos los frentes a la
burguesía, al fascismo y al estalinismo; comenzaban a realizar la sociedad comunista.
3n la actualidad existen organizaciones que simulan no serlo. 3ste hallazgo les permite evitar
ocuparse de la más elemental clasificación de las bases a partir de las que pueden reunir a no
importa quien (con la mágica etiqueta de "trabajador"); no rendir cuentas a sus semimiembros
de la dirección informal que algunos ejercen; decir no importa qué y, sobre todo, condenar
indiscriminadamente, cualquier otra organización posible y cualquier enunciado teórico,
maldito de antemano. Así, el grupo "Informations Correspondance Ouvriéres", escribe en un
reciente boletín (I.C.O. nº 8Ë, agosto 1969): "Los consejos son la transformación de los
comités de huelga bajo la influencia de la situación misma y en respuesta a las necesidades
propias de la lucha, en la dialéctica propia de la lucha. Cualquier otra tentativa para formular
en un momento dado de una lucha la necesidad de crear consejos obreros, denota una
ideología consejista tal como se puede observar bajo formas diversas en algunos sindicatos,
en el .S.U., o en los situacionistas. 3l concepto mismo del Consejo excluye toda ideología".
3stos individuos no saben nada de lo que es ideología, y la suya se distingue únicamente de
otras más elaboradas por su eclecticismo invertebrado. ero han oído campanas (quizá en
Marx, quizá apenas en la I.S.) que tocaban que la ideología era mala cosa y han entendido
que todo trabajo teórico, del cual ellos huyen como de la peste es ideología, lo mismo en los
situacionistas como en el . S. U.. ero Su valiente recurso a la "dialéctica" y al "concepto",
adornos de su vocabulario, no les pone a salvo de una ideología imbécil suficientemente
testimoniada por esta frase. Si contamos en idealistas con el "concepto" de Consejo
solamente, o lo que es más eufórico, con la inactividad práctica de I.C.O. "para excluir toda
ideología", en los Consejos reales, podemos esperar lo peor: ahí está la experiencia histórica
que niega todo optimismo de este género. La superación de la forma primitiva de los
Consejos, no procederá sino de luchas cada vez más conscientes y en pro de una mayor
conciencia. La imagen mecanicista de I.C.O. cuando habla de la perfecta respuesta
automática del comité de huelga a las "necesidades", que hace ver que el Consejo aparecerá
por sí mismo y a su hora, a condición sobre todo de que no se hable del asunto, desprecia
totalmente la experiencia de las revoluciones de nuestro siglo, que señalan que "la situación
por sí misma" tiende más bien a hacer desaparecer los Consejos o su recuperación, que a
hacerlos surgir.
Dejemos esta ideología contemplativo, ersatz degradado de las ciencias naturales que
quisiera observar la aparición de una revolución proletaria como una erupción solar. Se
formarán organizaciones consejistas y deberán de ser todo lo contrario de un estado mayor
que hiciera que los Consejos surgieran por decreto. A pesar de que el movimiento de las
ocupaciones de mayo del 68 abrió un nuevo período de crisis social, que se ha manifestado
aquí y allá, desde Italia a la U.R.S.S., es probable que se tarde bastante en constituir
verdaderas organizaciones consejistas y que se producirán movimientos revolucionarios
importantes ante los cuales estas organizaciones no estén en condiciones de actuar a un nivel
importante. No se debe jugar con la organización consejista lanzando o sosteniendo parodias
prematuras. De lo que no cabe duda es que los Consejos tendrán más oportunidades de
mantenerse como único poder si en ellos se encuentran consejistas conscientes y en posesión
real de la teoría consejista.
3n los movimientos sociales que se produzcan, los consejistas no dejarán que se les elija en
los comités de huelga; su tarea consistirá, por el contrario, en actuar para que todos los
obreros se organicen por la base en asambleas generales que decidirán la conducta a seguir en
la lucha. Hace falta que se empiece a comprender que la absurda reivindicación de un
"comité central de huelga", lanzada por algunos ingenuos durante el movimiento de las
ocupaciones de Mayo del 68, si se hubiera logrado, habría saboteado más rápidamente
todavía, el movimiento hacia la autonomía de las masas, porque casi todos los comités de
huelga estaban controlados por los estalinistas.
Dado que no nos corresponde el forjar un plan que valga para cualquier situación futura, y
que un paso adelante del movimiento real de los Consejos valdrá más que una docena de
programas consejistas, es difícil emitir hipótesis precisas en lo que concierne a la relación de
las organizaciones consejistas con los Consejos en el momento revolucionario. La
organización consejista -que sabe que está separada del proletariado- deberá dejar de existir
en cuanto organización separada en el instante en que quedan abolidas las separaciones,
incluso si la completa libertad de asociación garantizada por el poder de los Consejos deja
sobrevivir diversas organizaciones y partidos enemigos de este poder. Sin embargo, es
discutible que todas las organizaciones consejistas se disuelvan, como quería annekoek,
desde el momento en que los Consejos aparezcan. Los consejistas hablarán como tales en el
interior de los Consejos y no deberán propugnar una disolución ejemplar de sus
organizaciones para luego reunirse al lado y jugar a los grupos de presión sobre la asamblea
general. Así les será más fácil y legítimo el combate y la denuncia de la inevitable presencia
de burócratas, espías y viejos esquiroles que se infiltrarán por todas partes. También será
preciso luchar contra los falsos Consejos o los fundamentalmente reaccionarios (Consejos de
policías), que sin duda, aparecerán, actuando de manera que el poder unificado de los
Consejos no reconozca a estos organismos ni a sus delegados. Al ser exactamente contrario a
sus fines la infiltración en otro tipo de organizaciones y por rechazar toda incoherencia en su
seno, las organizaciones consejistas prohíben la doble pertenencia. Antes hemos dicho que
todos los trabajadores de una fábrica, o al menos los que aceptan las reglas de su juego deben
de formar parte del Consejo, pero en el caso de "aquellos a los que hubo que sacar de la
fábrica con el browing en la mano" (Barth) sólo podremos hallar la solución en su momento.
La organización consejista sólo podrá ser juzgada, en último término, por la coherencia de su
teoría y su acción, por su lucha por la desaparición completa de todo poder exterior a los
Consejos o que intente constituirse fuera de ellos. ara simplificar la cuestión y no tomar en
consideración la ola de pseudoorganizaciones consejistas que estudiantes y gente obsesionada
por el militantismo profesional simularán, digamos que no se puede reconocer como
consejista toda aquella organización que no se componga por lo menos de las dos terceras
partes de obreros. Y como esta proporción puede aparecer como una concesión, nos parece
indispensable corregirla mediante esta regla: se establecería que en toda delegación a
conferencias centrales donde pudieran tomarse decisiones no previstas por mandato
imperativo, los obreros constituirían las 3/Ë del conjunto de participantes. 3n resumen, la
proporción inversa a la que se dio en los primeros congresos del "partido obrero
socialdemócrata de Rusia".
Se sabe que nosotros no tenemos ninguna propensión al obrerismo bajo ninguna forma en
que se conciba éste. Se trata de que los obreros "devengan en dialécticos", del mismo modo
en que lo harán, pero entonces en masa, con el ejercicio del poder de los Consejos porque
son, ahora y siempre, la fuerza central capaz de detener el funcionamiento existente en la
sociedad y la fuerza indispensable para reinventar todas sus bases. Además, aunque la
organización consejista no debe de separarse de otras categorías de asalariados, sobre todo de
los intelectuales, es fundamental que estos últimos vean limitada la importancia sospechosa
que pueden tomar, tanto considerando todos los aspectos de su vida para verificar si son
auténticamente revolucionarios, consejistas como limitando su número de modo que en la
organización sean tan pocos como sea posible.