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Desde su triunfo en la guerra civil, Franco gobernó España, hasta su muerte, en 1975.
Lo hizo de modo dictatorial, sobre un país arruinado que poco a poco fue recuperándose
hasta alcanzar un notable desarrollo económico a partir de la década de los 60. Sin
alterar su naturaleza autoritaria, el régimen franquista procuró adaptarse a los
acontecimientos internacionales con el objetivo de conseguir el reconocimiento de las
demás naciones y su propia estabilidad interior. En un contexto de mayor bienestar
social, creció la movilización popular en demanda de libertades, mientras que el
régimen no ofrecía otra respuesta que el endurecimiento de su política represiva. El
franquismo se desmoronaba a medida que la vida de su fundador se extinguía.
El gran apoyo del régimen lo constituían las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Orden
Público. El Ejército controlaba las fuerzas de seguridad (Policía Armada y Guardia
Civil) a las que suministraba su oficialidad al tiempo que estaba presente en la
Administración pública. La influencia política de los militares fue decisiva en todos los
gobiernos de Franco, en las instituciones del Estado y en el Movimiento, sin olvidar la
jurisdicción sobre delitos políticos.
Por otra parte, la dictadura basó su sistema político en la estricta prohibición de los
partidos unida a una brutal represión contra los que habían apoyado a la República. Sólo
se permitió la FET de las JONS, que vino a denominarse Movimiento Nacional. Sin
embargo, Franco no sólo se sirvió de la Falange, sino que buscó a sus colaboradores
entre grupos ideológicos o corporativos conocidos como las “familias”del régimen.
La primera de ellas la constituían los propios falangistas. Muerto Jose Antonio Primo
de Rivera, ahora los falangistas se hallaban integrados en el partido único bajo el
liderazgo absoluto de Franco. Su principal función fue el control de la vida social y
económica del país a través de diversas instituciones del régimen: el Frente de
Juventudes, la Sección Femenina, la Organización Sindical y el SEU. La Falange jugó
un rol importante en los primeros momentos de la dictadura, sin embargo tras la derrota
de las potencias fascista en la Segunda Guerra Mundial, pasó a tener un papel más
secundario.
Los militares formaban otra de sus familias. Fueron colaboradores directos de Franco
tras la guerra, entre ellos Carrero Blanco, quien permaneció más tiempo junto al
dictador. Otros sin embargo, se distanciaron y acabaron separados del poder. En todo
caso, los militares nunca formaron un grupo de presión, ya que Franco cuidó siempre de
mantenerlos subordinados a su persona.
También los monárquicos (los carlistas tuvieron un papel secundario) integraron otra
de las familias. Pese a que Franco se negó a ceder la jefatura del Estado a Don Juan de
Borbón, muchos monárquicos colaboraron con la dictadura, ocupando puestos clave,
especialmente en el cuerpo diplomático.
En realidad, todas estas familias no dejaban de ser ficticias. Franco elegía a sus
colaboradores al margen de etiquetas, evitando siempre que nadie acaparase demasiado
poder y mostrase criterios propios.
Finalmente, a mediados de los 60 con la Ley Orgánica del Estado (1966) el régimen
trató de responder al desarrollo material del país con un simulacro de actualización del
entramado legislativo. Esta ley introdujo algunas novedades funcionales como la
separación de los cargo de Jefe del Estado y Presidente del Gobierno, aunque no fue
efectiva hasta 1973.
Es posible dividir al Régimen Franquista en una serie de etapas ya que, influido por
los condicionamientos externos, experimentó una evolución. El primer período abarca
desde el final de la guerra civil en 1939 hasta 1959, fecha coincidente con el Plan de
Estabilización iniciado por el gobierno. Los primeros años están marcados por el
hambre y la represión política. Ésta última vino impuesta por la Ley de
Responsabilidades Políticas y significó para muchos el destierro, la ejecución o la
cárcel. Sin contar con el exilio. También se procedió a una “depuración” de la
administración pública, en la que todos los puestos fueron cubiertos por personas afines
al régimen.