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¡ARRIBA LOS MALOS POLVOS!

POR DANIEL SAMPER PIZANO


Discurso del doctor Daniel Samper Pizano, presidente vitalicio de la Unión Naciona
l de Malos Polvos, con motivo de los 40 años de la entidad.

MATADOR
Queridos miembr perdón: queridos socios de Unmapol:
Nos hemos reunido en este viejo motel convertido en restaurante de comida japone
sa para celebrar el cuadragésimo aniversario de nuestra organización. Parece mentira
que se cumplan ya cuatro decenios de aquella tarde en que decidimos fundar la p
rimera asociación de normalización sexual, que más tarde se convirtió en la Unión Nacional
de Malos Polvos.
Éramos pocos. Pero éramos valientes. Estábamos decididos, en estos tiempos que premian
la hipocresía sexual, a poner al sexo en su sitio. ¿Dónde queda ese sitio? Ustedes lo
saben muy bien, porque la propia naturaleza nos lo dice en una de las más luminos
as lecciones de ética anatómica: ni tan arriba, ni tan abajo: en el justo medio.
Sí, queridos socios de Unmapol: ni tan arriba que no se te aparte de la cabeza, ni
tan abajo que lo desprecies y pordebajees. Si la naturaleza hubiera querido que
pensáramos todo el día en el sexo, como ocurre con muchos conciudadanos atenazados
por la sociedad de consumo sexual, pueden estar seguros de que lo tendríamos en la
cabeza. Literalmente. Colgaría de la nuca, o hendiría el cráneo en dos. Sobra decir q
ue ello habría obligado a un rediseño absoluto del arte de los sombreros. Pero aun a
sí, las tendencias animales y competitivas del ser humano desequilibrado lo habrían
conducido a nuevas formas de exhibicionismo:
"Mi sombrero es más grande que el tuyo "
"Yo lo tengo tan gordo que necesito cubilete "
"La desvergonzada de su secretaria usa la pañoleta transparente, porque le gusta q
ue le vean la raya "
"Mi novia se depila el pericráneo y eso me excita muchísimo "
Aquel filósofo antiguo según el cual la verdad es equidistante de los extremos estab
a pensando seguramente en la dorada mitad donde se ubica el sexo en nuestro cuer
po. Deberíamos aprender la metáfora y entender que el apetito erótico no puede copar n
uestras preocupaciones y ocupaciones, como sucede con la mayoría de los humanos at
ribulados por la tiranía de la moda y el placer fácil. Pero tampoco puede relegarse
al lugar pecaminoso al que lo destierra la doctrina católica. El celibato, tal com
o lo proclaman los religiosos, equivale a ubicar el sexo en los pies. Es algo an
tinatural y peligroso. Por eso muchos sacerdotes terminan con falsas "sobrinas"
o preguntando por niños inflables en los sex shops.
La "dulce medianía" sexual que defiende Unmapol reposa a mitad de camino entre la
frigidez y el frenesí, y los rechaza a ambos.
Dicen que algunos amantes famosos, como Giacomo Casanova y Catalina la Grande, s
e obligaban a un mínimo de dos actos sexuales por día. Menos mal nunca llegaron a fo
rmar pareja, porque habrían muerto en pleno corto circuito: no se puede abusar de
lo que natura otorga para un uso moderado.
La estupidez humana en materia sexual no tiene límites. Para combatirla, justament
e, nació Unmapol.
Aún recuerdo, aún recordamos, aquella primera mención que hizo de nosotros en su colum
na Alfonso Castillo Gómez. Después vinieron varias más de Klim, mi querido maestro. Co
mo él tuvo la ocurrencia de mencionar mi nombre, recibí incontables llamadas de mis
amigos y amigas que me auguraban un futuro carente de toda actividad amatoria.
"¿Quién va a quererse acostar con un mal polvo confeso?", se burlaban.
"¿A quién le va a interesar una aventura con alguien oficialmente declarado como un
pésimo amante?", preguntaban con sorna.
En fin, ustedes conocen a esta clase de individuos y los sufren a diario; ustede
s saben la mueca de befa que asoma en los labios de quienes se enteran de la Aso
ciación de Malos Polvos. ¡Pobrecitos! Ignoran ellos el imán de la fruta prohibida, el
poderoso atractivo que ejercen lo descalificado, lo reprobable. El solo hecho de
repudiar los estándares artificial y comúnmente aceptados de calidad sexual despier
ta en algunos incontrolable excitación. La curiosidad los tortura. Quieren comprob
arlo, verlo con sus propios ojos, tocarlo con sus propias manos, experimentarlo
en sus propias carnes. Es por eso que nos toca redoblar la voluntad para negarno
s a aceptar sus propuestas y en algunos casos rozar la grosería para expresar un N
O.
Así tiene que ser. Los miemb perdón, los socios de Unmapol no se tienden con el prime
ro que pasa. Somos gente selectiva. Un buen polvo lo puede echar cualquiera en c
ualquier momento, según nos revelan el cine y los libros de memorias: en el ascens
or, en un armario, debajo de una estufa, detrás de las cortinas de un museo
Un mal polvo, en cambio, es algo que merece cuidado y dedicación.
Para empezar, los socios de Unmapol pensamos, al igual que las abejas, los pelícan
os y otras criaturas maravillosas, que el ceremonial del cortejo resulta mucho más
importante que el acto sexual en sí mismo. Conquistar exige gracia, inteligencia,
tacto, capacidad de seducir, encanto. Para echarse encima de un colchón y perpetr
ar un coito canino no hace falta más que un colchón, cinco minutos y un perro.
Los socios de Unmapol partimos de la base de que el sexo es necesario y de que p
uede llegar a ser agradable. Pero nos resistimos a convertirlo en un arte, una r
eligión, un deporte, un concurso, una obsesión o, incluso, una ocupación cotidiana. Lo
desaconsejamos, sobre todo, después de las comidas pesadas.
Creemos, además, que se trata, esencialmente, de una actividad muy poco estética. Po
r los órganos involucrados, por la humedad requerida, por los ruidos emitidos y po
r los movimientos que se acostumbran, el acto sexual es un espectáculo bastante gr
otesco. ¿Se han detenido los amantes del sexo a mirar a la luz del día, con curiosid
ad y sin morbo, las partes del cuerpo comprometidas en la unión de macho y hembra?
¿Los inquietantes colores, las arrugas, las verrugas, los paisajes intestinales,
los palpitantes trozos de carne, las molestas pelambres que pueblan esos órganos? ¿A
ceptan acaso y este punto lo mencionaré una sola vez, por su condición repulsiva los f
astidiosos olores que suelen acompañar la maquinaria carnal del sexo? ¿No entienden
que, además, su fealdad natural aumenta con los años? Hacemos nuestras las palabras
del filósofo Nicolás Gómez Dávila cuando dijo: "Pocas suposiciones más desagradables que l
a de una cópula de cincuentón con cuarentona".
De allí que los socios de Unmapol afirmemos de manera tajante que es aconsejable p
racticar el sexo con la luz apagada y, en algunos casos, apercibidos de antifaz
y mascarilla contra los malos olores. Y con medias, siempre con medias, para evi
tar un resfrío.
No solo es antiestético el acto sexual, sino que suele ser antihigiénico. Por un fat
al error de economía fisiológica, la naturaleza asigna sucias funciones excretoras a
los órganos reproductivos. Digámoslo con claridad: el mismo aparato sirve para hace
r pipí y bebés. Esta doble misión constituye claro atentado contra la higiene y a vece
s contra la salud. Por eso creemos en la necesidad del baño antes, después y aun dur
ante el polvo.
Adicionalmente, el sexo, al destapar nuestra más recóndita intimidad, induce a otras
prácticas de excesiva confianza poco recomendables, como dormir juntos, compartir
ducha o exhibir innecesariamente la desnudez. Se trata de tres operaciones en l
as cuales impera un embarazoso derroche de ruidos, olores, sudores, gorduras, ca
rnes fofas y halitosis, sin mencionar lagañas, pelambres y otras miserias del cuer
po humano.
Los socios de Unmapol repudiamos la creciente confusión entre sexo y gimnasia. El
auge de la trivialidad ha traído también la de los ejercicios. Abundan hoy las técnica
s de puesta a punto del cuerpo; desde el inútil pilates hasta las artes marciales
chinas, desde el mortal trote hasta la musculación deformadora. Personalmente lo c
onsidero una idiotez, pero cada quien pierde el tiempo como quiere. Lo inaceptab
le y esta ya no es una opinión personal sino una posición del gremio es que se contami
ne la sencilla ecuación del acto sexual (limpiar, izar, abrir, penetrar o recibir,
cumplir, extraer, volver a limpiar) en un ballet de gimnasias y posiciones absu
rdas, que en vez de causar placer, son fuente de incomodidad y podrían causar esgu
inces, desgarros, lesiones de meniscos y fracturas.
Queridos socios de Unmapol: este es uno de los puntos en que jamás transigiremos: ¡a
trás la gimnasia, sobre todo la gimnasia atrás!
Somos conscientes, además, de que la ansiedad sexual engaña tanto como la famosa tri
steza que acomete al ser humano al finalizar el acto. Por eso recomendamos que n
adie tome decisiones importantes en ninguno de los dos estados. La ansiedad ha l
levado a muchos incautos a organizar asuetos en el Amazonas con una pareja insop
ortable; transcurridos dos días, sobreviene el arrepentimiento, cuando ya solo pue
den quejarse ante los micos, las babillas y las mapanás. La tristeza postcoital, a
su turno, ha impelido a huir por la ventana o el buitrón de la chimenea a quienes
, apaciguado el polvorín, comprenden que no valían la pena unos minutos de excitación
a cambio de largas horas de padecer a una pareja insoportable.
Dijo Gracián: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno". Hagamos el acto sexual dos ve
ces bueno: hagámoslo breve. Agregó otro sabio que "la repetición mata el gusto y la im
aginación" y un famoso economista habló de la Ley de los Rendimientos Decrecientes,
que se aplica con mágica precisión al sexo. Reafirmemos, pues, nuestra consigna: "Re
petir, nunca; repetir, nunca; repetir, nunca". Nos esperan fuera de la cama much
as cosas maravillosas los libros, el fútbol, el cine, la televisión, internet, los pa
rques, los restaurantes como para perder el tiempo en fatigas vanidosas e innecesa
rias.
Corren malos tiempos para los malos polvos, queridos socios. El mundo no parece
habitado por seres humanos dispuestos a cumplir con un mínimo de placer el mandato
de las hormonas, sino por atletas profesionales de la competencia sexual. Como
si fuera poco, atletas dopados con pastillas, artilugios y brebajes. Hemos trasl
adado a la cama la ansiedad de los concursos y los retos olímpicos: más alto, más rápido
, más fuerte
Sé, queridos socios, que nos azotan vendavales de mala prensa. Dicen que practicam
os el sexo vestidos. Mentira. No conozco al primer socio de Unmapol que copule c
on sombrero o zapatos, y sé, en cambio, de muchos fetichistas que así lo hacen. Aseg
uran que odiamos el sexo. Falso. Nos gusta, como nos gusta, por ejemplo, el ariq
uipe, pero no por esto intentamos comerlo a toda hora, ni untarlo con los dedos,
ni introducirlo por las fosas nasales. Afirman, finalmente, que confesamos nues
tra condición de malos polvos como recurso de distracción para ocultar terribles per
versiones. Es muy fácil: que lo averigüen. Tendrán que ducharse antes y después, apagar
la luz y lavarse los dientes, pero podrán saberlo.
En fin, queridos socios, son cuarenta largos años de incomprensiones y befas. Pero
seguimos imperturbables y cada vez con mayor éxito en nuestra misión. Prueba de ell
o es que somos ya dieciséis socios. Pero muy pronto seremos dieciocho. Pues, hasti
ados de la falsedad reinante, la semana pasada pidieron ingreso a la Unión una fam
osa y hermosa diva que responde a las iniciales de A. G. y un valeroso denunciad
or del gustico a quien solo identificaré como "Su Excelencia".
Señores socios: ¡Moderación e higiene! ¡Viva Unmapol! ¡Arriba los malos polvos!
Nos disponemos a interpretar nuestro himno, así que, por favor, todos parados quier
o decir, todos de pie.
Buenas noches.

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