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Esta pregunta que da inicio al presente documento supone conocer cuál era entonces
el marco histórico en México de cara al 2000 y posterior a esta fecha; contextualizándolo
en las esferas de la economía, la política y lo social. Para ello, como parte del corpus
histórico, tomaré dos artículos de Carlos Monsiváis: “El fin de la era del PRI”, publicado en
el boletín francés Le Monde Diplomatique y “Los deudos del PRI” publicado en la revista
mexicana Letras Libres. Ambos son un esbozo histórico de este período. Y una entrevista al
ex-presidente Miguel de la Madrid, publicada en el diario español El País.
La Época de La Corte
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representada durante algunos sexenios por el líder sindical, Fidel Velázquez. Éste
conocedor de la política y su manejo tenía como lema “El que se mueve, no sale en la foto”.
La CTM jugó un papel importante en la vida política del país, sería el principal bastión del
PRI, junto a la Central Nacional Campesina (CNC) y la Confederación Nacional de
Organizaciones Populares (CNOP).
Estas organizaciones eran los aparatos caciquiles que en las elecciones constituían
un gran porcentaje del voto duro y que eran decisivos. El sistema político mexicano era de
tipo paternalista, de ahí que la lealtad de los sindicalizados (manejados por sus líderes) se
hiciera expresa al PRI, hasta el punto de contribuir al fraude electoral. Los sistemas
paternalistas “son territorios peligrosos para la organización laboral porque tienden a
corromper al poder sindical (si está presente) y es difícil que éste tenga la capacidad de
liberar a los empleados de la dominación del padrino y de la beneficencia paternalista”.
(Harvey, 1998)
Gramsci creía que el lastre de los sindicatos era que sus reivindicaciones eran
puramente económicas y que el sindicato tenía que ser una instancia de transformación
cultural. Para los sindicatos (CTM, CNC y CNOP), la amenaza de la escasez de trabajo y la
creencia de que “si se movían no salían en la foto” (si ganaba alguien diferente al PRI su
trabajo correría riesgo), eran los fantasmas económicos que asomaban cada seis años. El
miedo, fue un factor que le aseguraba el voto al partido oficialista y la continuidad de su
hegemonía partidista. La dominación, por tanto, no sólo era en términos económicos, sino
también culturales.
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Para Gramsci es la cultura un espacio para neutralizar la alienación de la falsa
conciencia. La cultura fue modificando sus estándares de participación política a través del
voto y manifestaciones. El cambio se hizo paulatinamente, previo a las elecciones del 2000,
cuando comenzó la ruina del sistema político y económico.
El 2 de julio del 2000, Vicente Fox del Partido Acción Nacional (PAN), gana las
elecciones presidenciales. Hecho que tiene como precedente el descrédito de los dos
sexenios anteriores:
El contexto más visible del éxito de Fox es el descrédito de los gobiernos de Carlos
Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo. Salinas, que en 1991 y 1992 convenció de su
modernidad extrema a demasiados gobiernos y sectores políticos en el mundo
entero, conoce la debacle en 1994. Los motivos: el estallido de la rebelión del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (que le llama "usurpador"
recordándole el magno fraude electoral que lo llevó al poder); el asesinato del
candidato del PRI Luis Donaldo Colosio, que indebida o debidamente se le
atribuye; las revelaciones de corrupción a gran escala; el asesinato de su ex cuñado
José Francisco Ruiz Massieu, dirigente del PRI; el encarcelamiento de su
hermano Raúl, acusado de planear el asesinato de Ruiz Massieu y luego condenado
a cincuenta años de cárcel; la decisión gubernamental de enriquecer sin medida
a un puñado de capitalistas. (Monsivais, 2000)
Además de los motivos que Monsiváis menciona para que el PRI perdiera las
elecciones, están también el Hartazgo (con Mayúscula) de los mexicanos de la situación de
empobrecimiento, la incredulidad en la clase política y el surgimiento del Instituto Federal
Electoral1 (IFE), como un organismo confiable; que permitía dar fe del triunfo de la
oposición. “Antes, se tenían esperanzas del triunfo, pero no de su reconocimiento. Con el
IFE se instala la primera certidumbre democrática” (Monsiváis, 2000). Aunado a estos
motivos, fue muy importante el manejo de campaña de la imagen de Vicente Fox. Él
vendría a reencarnar la razón populista del significante vacío de Laclau y la pérdida del
centro (sobre esto abundaré más adelante).
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Sustituyó a la Comisión Federal Electoral.
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Para fundamentar porqué los partidos políticos (en especial el PRI), perdieron
adeptos, tomo la idea de Karatani de cómo la brecha que existe en la relación entre la clase
social y la representación política no es una relación transparente causal y directa. El voto
duro no siempre fue la consecuencia de filiación a los ideales de cierto partido, sino como
mencionaba anteriormente, en el caso de los sindicatos, era más una relación coyuntural por
mejor prestaciones laborales.
Comenzado un nuevo sexenio, Ernesto Zedillo tiene que hacer frente a la crisis que
dejó Salinas y evitar el quiebre de la Banca, para ello, crea el Fondo Bancario de Protección
al Ahorro (FOBAPROA), dejando endedudados a los mexicanos y sus futuras generaciones
en el pago de las carteras vencidas. El descontento de la población creció más cuando se
especuló que los favorecidos de este sistema, eran principalmente grandes empresarios
como Carlos Slim, principal inversionista de la compañía Teléfonos de México (Telmex).
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En 1998 surge Vicente Fox, quien sería la figura que lograba congregar a todas las
expresiones sociales y encarnar la idea de Nación.
Fox tiene lo que se podría llamar "apetito de poder", quiere mandar y se considera el
indicado para "sacar al PRI de (la residencia presidencial) Los Pinos" y “salvar a
México”, así, con esta expresión. Su actitud impresiona por emblematizar la fuerza
y la voluntad de ascenso en un momento de muy abierta decadencia de los sectores
políticos. (Monsiváis, 2000)
El EZLN no fue el único que mostró su descontento por las políticas del gobierno y
lo que sucedía en México. Manifestaciones de indignación y protesta por la matanza de
indígenas tzotziles en Acteal (hechos que se le atribuyeron al propio gobierno); las muertes
sin resolver de mujeres en Ciudad Juárez; un Tratado de Libre Comercio con Estados
Unidos y Canadá que se firmaba en condiciones de inequidad para agricultores,
transportistas y pequeños productores mexicanos; fueron tan sólo algunos de los
acontecimientos en que diversos grupos de la sociedad se vieron directamente afectados.
Esto desembocó en un interés común: sacar al PRI de la Presidencia.
Estas demanas ocurrían en una sociedad que estaba altamente frustrada en todas sus
reivindicaciones, esas demandas particulares se transformaron en el símbolo de una
totalidad mucho más amplia. Y esa totalidad mucho más amplia es el momento
vertical en el cual ciertas formas de representación popular ocupan el centro de la
arena histórica (Laclau, Separata)
Vicente Fox entra a la escena política con un estilo peculiar “desarrolla un estilo
populista de trato y discurso… es candidato declarado a la Presidencia por lo menos desde
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1998 y es intemperante, autoritario y monocorde, pero una de sus características llama
enormemente la atención y le consigue múltiples adhesiones entre las clase medias y entre
mujeres y jóvenes” (Monsiváis, 2000).
Los triunfos del PRI no descansaban exclusivamente en los votos de la base o los
simpatizantes, con largos años de trayectoria desarrollaron un mecanismo fraudulento para
conseguir votos o actas que les dieran la mayoría, ante una Comisión Federal Electoral 2
impasible y maniatada por el gobierno. Sin embargo, el hecho de que anteriormente en
1997, en el Distrito Federal ganara la izquierda, significaba la credibilidad perdida en el
Instituto Federal Electoral (IFE), como organismo regulador y ejecutor del proceso
electoral. Esta confianza, sumado al hartazgo que tenían los mexicanos de la situación
económica, fue tierra fértil para que la derecha gestara a nivel nacional el empleo del voto
útil, creando la esperanza de un gobierno plural y la reivindicación de las demandas: Fox
prometía arreglar el problema de Chiapas en 15 minutos.
“El alborozo que sigue a la derrota del PRI tiene causas diversas que se unifican en
una sola: la urgencia del cambio y la necesidad de la alternancia” (Monsiváis, 2000). La
pluralidad de demandas populares se fueron uniendo en lo que Laclau llama una
cadena equivalencial: “Esto es lo que he llamado la relación horizontal”. El significante
vacío unificó a la totalidad de estas cadenas equivalenciales. El ¡YA BASTA!3 Era
simplemente el significante vacío de justicia.
Existe la posibilidad de que una diferencia, sin dejar de ser particular, asuma la
representación de una totalidad inconmensurable. De esta manera, su cuerpo está
dividió entre la particularidad que ella aún es y la significación más universal de la
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Posteriormente se harían reformas al Código Electoral y cambiara su nombre a
Instituto Federal Electoral (IFE).
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Parte de las frases que popularizó Vicente Fox
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que es portadora… Y dado que esta totalidad o universalidad encarnada es, como
hemos visto, un objeto imposible, la identidad hegemónica pasa a ser algo del orden
del significante vacío, transformando a su propia particularidad en el cuerpo que
encarna una totalidad inalcanzable. (Laclau, 2005)
Hasta ahora podemos decir que el populismo se creó dada la claudicación parcial
de las demandas de la particularidad, destacando la común necesidad de la
alternancia política, lo que equivale a una construcción social que Laclau denomina
lógica de la equivalencia. Sin embargo una vez cumplido el propósito de sacar al PRI de
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Los Pinos, la equivalencia no tenía ya fundamento y las demandas particulares de la
diferencia entraron en tensión en contra del discurso conservadurista y popular de Fox.
Lo que nos muestra lo anterior es que –como dice Laclau- “la equivalencia y la
diferencia son incompatibles entre sí; sin embargo se necesitan la una a la otra como
condiciones necesarias para la construcción de lo social. Lo social no es otra cosa que el
locus de esta tensión insoluble” (Laclau, 2005).
Vicente Fox consiguió que grupos de mujeres, jóvenes y la clase media y alta se
adherieran a su campaña, se autoasume el salvador de México. El vacío de la justicia
social es llenado por la promesa de Fox de sacar al PRI, “éste hombre coincide con la
necesidad de muchos”.
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"El PRI sufrió una gran conmoción al perder la presidencia de la República.
Cuando el presidente era del PRI, estaba también permanentemente controlando el partido.
Al faltar esa figura superior, el PRI ha perdido mucha de su disciplina interna. Está
confuso. Eso explica su división" (Madrid, 2004).
Retornando un poco a los antecedentes o hechos que dierón pie a la caida del PRI,
Monsivaís sostiene que fue el hartazgo los “abusos, corrupciones y represiones, y muy
especialmente de su estructura de impunidad” (Monsiváis, 2000). Esto llevó a la pérdida de
confianza en la autoridad que mantenían, ya no era posible sostenerla con nada. Al no
haber credibilidad y cambiar las reglas del juego que instalaba el Estado, todo se
dispersó. Ese mismo Estado que instaló la ley fue el primero en transgredirla.
Durante los dos últimos sexenios previos a su caída, la cultura electoral paternalista
del PRI comienza a desintegrarse. El sentir de muchos priístas era de desolación: “Entre los
priístas hay un sentimiento de orfandad4" (Monsiváis, 2000). Esta orfandad se explica por
el papel de padre que jugaba el Presidente para todos los priístas, debido a la disciplina a la
que estaban sujetos. “El PRI ha dependido vigorosamente de la obediencia a su última
palabra, el Presidente de la República. Salinas… era perfecto en este sentido. Abusó del
poder a su antojo… humilló a placer a los príistas. No importa. Le eran fieles porque era el
jefe. A su vez Ernesto Zedillo es autoritario, pero distraído… practica el Dedazo pero se
entusiasma con la idea de ser el primer presidente que no lo hace. Y los priístas ante tal
indecisión, asumen el desamparo más triste de todos, el del que deben valerse por sí
mismos en la más tierna senectud” (Monsiváis, 2000). Existía una creencia en el mandato
del otro, se reconocía su autoridad a través del ritual del Dedazo, figura sombólica del
poder.
Es importante resaltar cómo la campaña del PAN en ese período fue también parte
fundamental, no sólo porque se da en un momento en que acontecía la necesidad de la
alternancia política y el descrédito del viejo sistema (la caída del centro), sino porque fue la
primera campaña que encaja en una sociedad mediatizada, sociedad del espectáculo.
El publicista y/o su jefe de imagen de campaña se valió no sólo de la imagen sino también
Ex–presidente Miguel de la Madrid en entrevista con el diario El País.
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Palabras de Manuel Bartlett, político y líder priísta
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de la construcción de un discurso que convertía a Fox en lo que Zizek describe como una
“inversión fetichista” (inversa a la clásica descripción pascalina-marxista), de las
relaciones interpersonales. “Los súbditos creen que tratan a una cierta persona como rey
porque ya es un rey en sí mismo, pero en realidad esa persona sólo es un rey porque los
súbditos la tratan como tal” (Zizek, 2000). Si bien no diría que la imagen de Fox encarnase
la figura del rey, sí tal vez, la del reivindicador.
La campaña de Fox consiste en lo básico en una palabra que resume una actitud:
"¡YA!". ("El ¡YA! es un Mantra que disuelve el Karma negativo de México", afirma
el publicista de Fox). No hace falta más, y el pragmatismo de los ofrecimientos de
foxistas congela o deja pendientes los programas del PAN. Fox es un dogmático que
usa métodos pragmáticos, el PAN es un partido que se aísla en su tradición
(Monsiváis, 2000).
La campaña de Fox, fue toda una parafernalia de recursos mediáticos, slogans cortos
que apuntaban por un lado a llenar el vacío que se había perdido cuando se cae la idea
del padre. La posibilidad de llenar ese vacío lo cubría la promesa de un nuevo sistema.
Él con la promesa de la reivindicación en su discurso populista y mediático, viene a
ocupar el lugar de la Cosa “cualquier objeto puede ocupar el lugar vacío de la Cosa, sólo
puede hacerlo por medio de la ilusión de que siempre estuvo allí, es decir que no lo
pusimos nosotros, sino que lo encontramos como respuesta de lo real… por necesidad
estructural debemos caer víctimas de la ilusión de que el poder de fascinación pertenece al
objeto como tal” (Zizek, 2000).
El discurso ideológico apuntaba a desear que fuese Fox quien llenara la Cosa.
Cuando él en su discurso “se considera el indicado para sacar al PRI de Los Pinos y salvar a
México” (Monsiváis, 2000), representa esta fetichización invertida, pero que además asume
y comparte el deseo del otro. Lo ideológico aquí está en la invisibilización del
anatgonismo. “Fox pertenece a la derecha doctrinaria… Es muy católico, cree en los
derechos educativos del clero, se opone a cualquier forma de despenalización del aborto, es
homófobo y partidario de los cristeros” (Monsiváis, 2000). Ideas que no comparten todos
los mexicanos. No sólo son sus creencias personales o partidarias, sino que la mayor parte
de mexicanos que viven en una situación de pobreza no se han sentido representados por la
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derecha panista, que está integrada mayoritariamente por empresarios, por la clase media
alta y alta del país. Sin embargo, el discurso que elabora oculta el antagonismo que
existe entre las clases. Integra al otro a partir del deseo-causa: “Vamos a sacar al PRI de
los Pinos”.
Como una precisión de lo anterior, no hablo de que las clases más desprotegidas o
que los mexicanos en general negasen o fuesen ciegos al antagonismo. El antagonismo se
ocultaba desde el discurso de campaña. Incluso, el deseo de que Fox ganara las
elecciones no implicaba una adherencia al PAN, el hecho está en que él gana la Presidencia
por mayoría de votos, sin embargo en cuanto a la representación en las Cámaras, el voto
estaba dividido. El PAN no logró obtener la mayoría en el Congreso, como sucedía
anteriormente con el PRI que “salían con el carro lleno”.
Sobre la relación entre el gobierno y el EZLN, quisiera explorar una idea de Zizek
acerca de que “el sermoneo a favor de la tolerancia, el amor al prójimo y cosas por el estilo
son al fin y al cabo estrategias para evitar el encuentro con el prójimo” (Zizek, 2004). En
este sentido, el EZLN figura como un Real que es posible y a la vez traumático. La
caravana que organizara el Subcomandante Marcos hacía el Zócalo de la Ciudad de México
tensionó la relación con Fox que paralizó la liberación de presos índigenas en Chiapas y el
repliegue del Ejército que había iniciado al principio de su gobierno como parte de la
negociación, no tanto por su buena fe y respeto a las demandas de los pueblos indígenas,
sino más bien, para mantenerlos a distancia. “Con la intrución de este Real, la obsesión casi
central de nuestros tiempos es la de cómo mantener la distancia adecuada” (Zizek, 2004)
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las demandas del EZLN sería puramente ideológico, quedaba velado el antagismo real
que surge de la lucha de clases. En palabras de Mouffe: “el “ellos” no es lo opuesto
constitutivo de un “nosotros” concreto, sino el símbolo de aquello que hace imposible
cualquier “nosotros” (Mouffe, 2004).
La base política del PRI estaba enfocada al sector obrero, en el momento en que
aparece Chiapas, se hace presente una pluralidad no reconocida. Para resolver la
emergencia de los antagonismos que se fueron creando dentro de una supuesta
política democrática era necesario crear instituciones que permitieran transformar el
antagonismo en agonismo a través de una democracia moderna que supone “el
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reconocimiento de la dimensión antagónica de lo político, razón por la cual sólo es posible
protegerla y consolidarla si se admite con lucidez que la política consiste siempre en
“domesticar” la hostilidad y en tratar de neutralizar el antagonismo potencial que acompaña
toda construcción de identidades colectivas” (Mouffe, 1999). Debido a las tensiones y la
presión de la opinión pública se llevó a cabo la Consulta Nacional e Internacional por la
Paz y la Democracia y la firma de los acuerdos de la primera de las seis mesas. Estos
compromisos serían conocidos como los Acuerdos de San Andrés (Larráinzar). En éstos, el
gobierno se comprometía a modificar la Constitución para otorgar derechos, incluyendo
autonomía a los Pueblos Indígenas de México. Pero nada de esto cumplió. La propuesta de
ley presentada por la Comisión de Concordia y Pacificación del Congreso de la Unión,
(COCOPA), no recogía en su totalidad los Acuerdos de San Andrés.
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con repercusiones internacionales. Los inversionistas extranjeros y nacionales perdieron la
confianza en el peso mexicano, causando la quiebra de miles de compañías, desempleo y
que muchos deudores se vieran impedidos de pagar sus deudas. El cambio en las políticas
financieras para la desregulación o acumulación flexible inició con Salinas en el 89 y
desembocó en la crisis del 94. El desempleo golpeó fuerte a los mexicanos, la acumulación
flexible trajo además otros cambios, similares a lo que menciona David Harvey: “Los
trabajadores organizados sufrieron menoscabo por la reconstrucción de focos de
acumulación flexible en regiones que carecían de tradiciones industriales previas y por la
importación, a los viejos centros, de las normas y prácticas regresivas instauradas en estas
nuevas áreas. La acumulación flexible parece implicar altos niveles de desempleo
«estructural»… y el retroceso del poder sindical: uno de los pilares políticos del régimen
fordista” (Harvey, 1998).
Ya había mencionado párrafos arriba cómo los sindicalistas (no así sus cúpulas),
vieron tambaleada su lealtad ciega al partido. La entrada al Tratado de Libre Comercio con
Estados Unidos y Canadá suponía prácticas proteccionistas de parte de Estados Unidos y
una competencia desleal en otros campos, al no contar el mexicano con la tecnología de los
vecinos del norte. Por otro lado, los trabajadores que aún continuaban con sus trabajos
también sintieron la incertidumbre del cambio de políticas en el sistema de pensiones.
“Estos regímenes de empleo flexibles no engendran por sí solos mayores insatisfacciones
en el trabajador, ya que la flexibilidad a veces puede ser beneficiosa. Pero los efectos
agregados, considerados desde la óptica de las coberturas de seguros y los derechos de
pensión, así como de los niveles salariales y la seguridad laboral, no parecen ser positivos
para la población trabajadora en su conjunto” (Harvey, 1998).
Debo aclarar que no era mi intención hacer un análisis de los pro y contras de la
acumulación flexible, solamente era puntualizar algunos hechos que ocurrieron desde su
implementación en el mercado laboral y financiero en México y que coadyuvaron al
hartazgo, el encono y la desorientación de los mexicanos hacía el gobierno en turno, por
ende hacía el PRI y su caída en el 2000.
Hasta este momento he expuesto los sucesos históricos que dieron pie a la
alternancia política y cómo cada uno de éstos se encuentran enmarcados en las esferas de lo
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económico, político y social de México. Todos fueron analizados a través de las ventanas
de “las brechas en el mundo contemporáneo entre la clase social y la representación
política, el significante vacío, la caída del centro, el mandato del Otro y la amenaza de lo
Real, lo político y la política en la lógica de los antagonismos y finalmente la acumulación
flexible. Con lo que concluyo es con la idea de Chantal Mouffe acerca de la diferencia y la
alteridad: “Ver la diferencia como la condición de posibilidad para la constitución de la
unidad y la totalidad, y como el elemento que, al mismo tiempo, constituye su límite
esencial, nos obliga a reconocer que la alteridad y la diferencia son irreductibles” (Mouffe,
2004).
Bilbiografia
Monsivais, C. (2000). El fin de la era del PRI. Le Monde, diplomatique. "El Diplo"
, 18, 10-11.
Monsiváis, C. (2000). La era del PRI y sus deudos. Letras Libres , 16-22.
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Slavoj, Z. (2003). El espectro de la ideología. En S. Zizek, Ideología. Un mapa
de la cuestión (págs. 7-42). Buenos Aires: FCE.
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