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[TENTACIóN DE
MATAR]
Diegho Ramírez
Unos los experimentan pasando por situaciones de intensa rabia y ansiedad, otros
los reportan cuando parece que su tristeza se desborda en los linderos de una
depresión intrincada y dura, algunos otros sujetos lo han mencionado luego de
experimentar pérdidas e insatisfacciones de diversas clases que los introducen en
“burbujas” de sufrimiento, apego, obstinación, nostalgia y ecos melancólicos que
cuesta distinguir con exactitud.
Täd, una mujer joven por ejemplo, cuenta como a modo de secreto, incluyendo un
misterio enigmático y un rodeo dudoso, largo y entre silencios, una de esas
imaginaciones que le parecen ‘raras’ y que ha tenido muchísimas veces, con
diferentes personas y en diferentes tiempos. Se ha asustado, se ha preguntado, se
ha quizás sentido ‘una-rata’ por pensar eso y recurrentemente dice que, siempre que
le pasa, se siente ‘miserable’. Uno de sus relatos es más o menos así:
“Un día me imaginé matando a mi mamá, pensé empujándola por las escaleras y
un día también pensé en ponerle algo en el vaso de agua que se iba a tomar.
También pensé en matar a mi hermana, es que a veces pienso que ella no debería
vivir”
Nilo, hablando un poco de amor, cuenta de una mujer a la que ama, que es su
pareja “intermitente” y a la que llama el-amor-de-su-vida. Él cree que si le contará a
ella lo que ha pensado e imaginado varias veces lo dejaría de inmediato pensando
que es un “loco” al lado del cual corre muchísimo peligro; sin embargo, también
piensa que es cómico pensar así, que tales fantasías siempre son “chistosas”,
especialmente porque parecen ser disfraces en las fantasías. Él dice algo como esto:
“Yo me he imaginado que ella esta con otro hombre, que yo la pillo, pues,
que la veo como en el terminal con él, ella como que se va a volar y
dizque llega un bus de esos grandes que va entrando y que se sube hasta
la plataforma y la arroya”. Y también: “Una vez me imaginé que estábamos
afuera de una discoteca y que ahí llegaban unos ladrones a robarnos pero
que uno de esos sacaba una pistola y la mataba y yo como que la
[dieghoramirezz@hotmail.com]
Y, por ejemplo, Aldo habla de una problemática social, en una conversación pública
y estando aún sobrio. Se refiere a las personas habitantes de la calle o “indigentes”
diciendo o contando lo que imagina que puede ser una solución para ese problema
de la ciudad. Aunque, luego cuando no estuvo tan sobrio extendió disculpas a las
personas de la mesa por lo que percibió como una imprudencia de su parte. Él se
manifestó así:
Esta tentación de matar, para tratar de enmarcar con ese término lo que algunos
denominan ‘ganas de matar’, puede ser más allá de las identificaciones y
proyecciones una manera enmascarada en que la pulsión mortífera, el Thanatos en
[dieghoramirezz@hotmail.com]
psicoanálisis, se pública. Las fantasías e imaginaciones del sujeto bien pueden ser
esa transfiguración de la pulsión de muerte dirigida al otro con cierto afán de
anulación o muerte. El Odio, como una de las polaridades de la vida anímica, bien
puede emparentarse con el destino pulsional hacia el otro en tanto consiste en
buscar la eliminación del semejante, posiblemente amado.
Sin embargo, esta dinámica presenta un revés que debe ser consentido, un reverso
a manera de un lado contrario, pues la pulsión que parece dirigida al otro como un
sadismo resulta, psíquicamente, siendo un ataque dirigido al propio yo, asunto que
describió Freud en 1915 respectivamente. En el plano del fantaseo, por ejemplo,
puede observarse como ese sadismo pulsional se dirige al orto hasta lograr su
muerte o anulación, su destrucción o exterminación radical no sin ser de una
manera más solapada e invertida la recreación de una muerte de sí mismo, el
sadismo pulsional vuelto hacía la propia persona, algo así como decir: “el deseo de
Efe nos relata un ejemplo de ello en el marco de una pérdida amorosa que
consistía en un rival masculino que logró conquistar con premura a la mujer a la
[dieghoramirezz@hotmail.com]
que el también pretendía, hecho que le causó muchísima rabia y “ganas de matar”
al hombre aquel por su triunfo o más bien por causar su fracaso personal. Él nos
dice lo que hizo:
“Tomé las cartas que yo le había escrito a ella, las esculturas con forma
de corazón que yo hice y que colgaba por ahí en la pared, las figuras de
plastilina y otras cosas. Las tiré al piso y también con el puño las
destrozaba rápidamente como en 5 segundos”
Finalmente, la tentación de matar se cumple por una vía que, aunque de meta
parcial, permite cierto acceso o cumplimiento. Se da muerte, claramente, a ese
objeto de odio o dolor, de amor o rivalidad por medio del fantaseo y también de
ciertos actos. El sujeto tiene entonces la fantasía como un recurso para poner ruta
a esos empujes de asesinato al otro y a sí mismo que configuran las tentaciones
de muerte de las que hablamos. No obstante, luego de pasar por estos rincones de
la reflexión queda la pregunta por el fin que posee el sujeto para matar en su
fantasía al otro, qué mueve esa tentación o qué la engendra, qué le da sentido y la
energía posible para incubarse en el psiquismo humano.