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Un plus de lectura para la discusión […]

[TENTACIóN DE
MATAR]
Diegho Ramírez

“La imaginación es tan útil... te he matado tantas veces,


mejor que si estuvieras muerto; de estarlo no podría
repetirlo tantas veces”
Anónimo

Aparecen como una interferencia recurrente, en silencio


como secretos, si se explican se siente culpa, se cree que
son pecado, se piensa que condenan ante los ojos de
Dios o de la Gente, vienen sorpresivos pero placenteros, se
intentan calmar, unos los escriben y otros buscan maneras
disfrazadas para evacuarlos, se tratan de un motivo de
[dieghoramirezz@hotmail.com]

vergüenza social, de una estricta confesión cuando lo


dicen a alguien, se pueden acompañar de un sentimiento
de miseria personal y se reconoce que su publicación
moviliza fuertes escarnios, reproches y críticas en general.
Así se escucha que se presentan, las más de las veces: las
ganas de matar, los deseos de destruir e incluso los
pensamientos asesinos.

Unos los experimentan pasando por situaciones de intensa rabia y ansiedad, otros
los reportan cuando parece que su tristeza se desborda en los linderos de una
depresión intrincada y dura, algunos otros sujetos lo han mencionado luego de
experimentar pérdidas e insatisfacciones de diversas clases que los introducen en
“burbujas” de sufrimiento, apego, obstinación, nostalgia y ecos melancólicos que
cuesta distinguir con exactitud.

[Twitter: @DieghoRamirezz] Abril 12 de 2011


Lo que parece común es su fuerza, sus alimentos en la rabia, en el odio que se
dice sentir, en una especie de ganas anulatorias que parecen imponerse una que
otra vez. También les es común sus maneras de manifestación, algo así como la vía
que encuentran para expresarse, hacerse evidentes, ponerse a la vista o publicarse a
través de fantasías, diversas en sus escenas y narraciones, y también como lo
hacen a través de ciertas actuaciones en las que el sujeto sustituye el objeto de su
odio, para decirlo de algún modo, por otro objeto que sí cae bajo su empresa
destructiva o de satisfacción de esas “ganas de matar”.

Sin embargo, no se trata de un nuevo reporte documental, más bien es cierta


confirmación de aquello que es histórico en la existencia humana bajo la forma de
la matanza, dar muerte, asesinar, destruir y específicamente al otro. La tradición oral
y escrita es amplia sobre esto y numerosas son las ilustraciones de esos deseos en
la mitología. Caín enseña, aunque con un deseo consumado, algo de esas “ganas”
al matar a su hermano Abel, Saturno muestra algo similar al devorar a sus hijos e
incluso es posible observarlo en algunas fantasías de Otelo sobre Desdémona poco
antes de asesinarla, y si seguimos en Shakespeare, podemos recordar el deseo de
Laertes de matar a Hamlet involucrándose para ello en la planeación secreta de un
atentado.

Pero en la vida cercana, la próxima o la cotidiana se pueden escuchar relatadas las


fantasías en las que se dibujan esas ganas, deseos, tendencias, pretensiones o
aspiraciones asesinas. Relatos, dichos, expresiones, narraciones e incluso confesiones
sobre eso que se piensa, imagina, fantasea, o incluso, sobre aquello que se sueña
de la muerte del otro y donde quedan atrapadas esas ganas de anulación, digamos
de matanza, de destrucción o reducción, de una especie de destitución del otro a
[dieghoramirezz@hotmail.com]

través de su muerte fantaseada incluso en sólo segundos, tras la mirada, tras la


sonrisa, la cortesía, la contención, el semblante del ánimo amable que puede
forzarse con la intención de hacer retroceder el contenido de lo pensado.

Täd, una mujer joven por ejemplo, cuenta como a modo de secreto, incluyendo un
misterio enigmático y un rodeo dudoso, largo y entre silencios, una de esas
imaginaciones que le parecen ‘raras’ y que ha tenido muchísimas veces, con
diferentes personas y en diferentes tiempos. Se ha asustado, se ha preguntado, se
ha quizás sentido ‘una-rata’ por pensar eso y recurrentemente dice que, siempre que
le pasa, se siente ‘miserable’. Uno de sus relatos es más o menos así:

“Un día me imaginé matando a mi mamá, pensé empujándola por las escaleras y
un día también pensé en ponerle algo en el vaso de agua que se iba a tomar.
También pensé en matar a mi hermana, es que a veces pienso que ella no debería
vivir”

[Twitter: @DieghoRamirezz] Abril 12 de 2011


Ane también piensa algo relacionado con dar muerte, con matar, con planear la
muerte de numerosas personas. Ella dice que ha pensado que por pensar eso es
“rara” y que en algunas oportunidades cuando le contaba eso a su ex novio él
manifestaba sentirse atemorizado, ajeno hacia eso, “extrañado” con ella porque le
parecían inauditos sus deseos. Ella comenta un par así:

“Yo me sentaba en la cafetería de la U y pensaba: ojalá le cayera una


bomba a esto y que esta manada de gente se muriera íntegra”. También
decía: “Un día pensé en cómo haría yo para matar a mi vecina y que nadie
se diera cuenta. Cómo la mataba y la llevaba a un escondite del cuerpo, la
asesinarla y no dejar rastros. Seguro con un veneno que no deje rastros y
matarla”

Nilo, hablando un poco de amor, cuenta de una mujer a la que ama, que es su
pareja “intermitente” y a la que llama el-amor-de-su-vida. Él cree que si le contará a
ella lo que ha pensado e imaginado varias veces lo dejaría de inmediato pensando
que es un “loco” al lado del cual corre muchísimo peligro; sin embargo, también
piensa que es cómico pensar así, que tales fantasías siempre son “chistosas”,
especialmente porque parecen ser disfraces en las fantasías. Él dice algo como esto:

“Yo me he imaginado que ella esta con otro hombre, que yo la pillo, pues,
que la veo como en el terminal con él, ella como que se va a volar y
dizque llega un bus de esos grandes que va entrando y que se sube hasta
la plataforma y la arroya”. Y también: “Una vez me imaginé que estábamos
afuera de una discoteca y que ahí llegaban unos ladrones a robarnos pero
que uno de esos sacaba una pistola y la mataba y yo como que la
[dieghoramirezz@hotmail.com]

arrastraba o la cogía muerta”

Y, por ejemplo, Aldo habla de una problemática social, en una conversación pública
y estando aún sobrio. Se refiere a las personas habitantes de la calle o “indigentes”
diciendo o contando lo que imagina que puede ser una solución para ese problema
de la ciudad. Aunque, luego cuando no estuvo tan sobrio extendió disculpas a las
personas de la mesa por lo que percibió como una imprudencia de su parte. Él se
manifestó así:

“Por ejemplo, cogerlos a todos, reunirlos a todos y darles comida, decirles


que los van a mover de lugar y los llevan a un salón donde puedan
albergarlos a todos y ahí se pueden poner unas cámaras de gas tóxico y
ahogarlos a todos y así nos quitamos ese problema de encima”

[Twitter: @DieghoRamirezz] Abril 12 de 2011


Los dichos transmitidos aterrizan mucho más las ideas del inicio. Finalmente allí se
expone algo, en un grado amplio e importante, de esas ganas, deseos o
aspiraciones de dar muerte a otros imaginando como sería, como pasaría y en qué
condiciones se darían las muertes. Llama la atención que no siempre quien fantasea
es quien mata en su fantasía y la mayoría de las veces aparece más bien como
espectador de esas muertes, quizás, como espectador condescendiente y satisfecho,
pocas veces confuso y desesperado frente a las muertes que observa. Es, del mismo
modo, interesante observar que las fantasías en sí mismas sean una especie de
planeación o programación del asesinato, como si proyectaran en tiempo y espacio
las variables en que se ejecutaría el crimen y puede decirse que esto enseñaría el
carácter escenográfico del fantaseo.

Tienen en común, aunque esto requeriría de plantear más detalles y escuchar


mucho más a los narradores, que el asesinado en la fantasía, el objeto del crimen
exactamente, suele aparecer como alguien que por algo es molesto, odiado, irritante,
pesado, alguien que motiva la rabia y las ganas de matar, alguien que estorba, que
interfiere con el sujeto en un punto específico de sus deseos como siendo también
causal de sus frustraciones. A la vez, esos objetos odiados contra quienes se dirige
la tentación de matar, suelen participar o ser miembros del universo de rivalidades
del sujeto y suelen ser partícipes de competencias, luchas de poder e incursionar en
una especie de confrontación agresiva basada en identificaciones no del todo
sabidas por el sujeto pero así vividas subjetivamente.

Esta tentación de matar, para tratar de enmarcar con ese término lo que algunos
denominan ‘ganas de matar’, puede ser más allá de las identificaciones y
proyecciones una manera enmascarada en que la pulsión mortífera, el Thanatos en
[dieghoramirezz@hotmail.com]

psicoanálisis, se pública. Las fantasías e imaginaciones del sujeto bien pueden ser
esa transfiguración de la pulsión de muerte dirigida al otro con cierto afán de
anulación o muerte. El Odio, como una de las polaridades de la vida anímica, bien
puede emparentarse con el destino pulsional hacia el otro en tanto consiste en
buscar la eliminación del semejante, posiblemente amado.

Sin embargo, esta dinámica presenta un revés que debe ser consentido, un reverso
a manera de un lado contrario, pues la pulsión que parece dirigida al otro como un
sadismo resulta, psíquicamente, siendo un ataque dirigido al propio yo, asunto que
describió Freud en 1915 respectivamente. En el plano del fantaseo, por ejemplo,
puede observarse como ese sadismo pulsional se dirige al orto hasta lograr su
muerte o anulación, su destrucción o exterminación radical no sin ser de una
manera más solapada e invertida la recreación de una muerte de sí mismo, el
sadismo pulsional vuelto hacía la propia persona, algo así como decir: “el deseo de

[Twitter: @DieghoRamirezz] Abril 12 de 2011


muerte al otro simbolizado por las fantasías personales resulta siendo
simultáneamente la simbolización del empuje a la propia exterminación”.

No obstante, al plano del fantaseo se yuxtapone la puesta en acto a la que el


sujeto podría pasar con el fin de realizar o consumar aquellas fantasías asesinas,
por un lado, o suicidas, por el otro. Por lo cual debe tenerse en cuenta que la
fantasía impide de algún modo que el sujeto resuelva o logré traspasar el lindero
que separa su ficción, de la que hemos hablado, con la realidad material donde los
actos tendrían lugar. Esta función de la fantasía es protectora de la pulsión misma
en tanto impide que el sujeto pase al acto homicida, contra el orto, o al acto
suicida, contra sí mismo.

Ahora, si bien las fantasías se prestan para el cumplimiento de esas tentaciones o


empujes irreverentes, como una especie de pulsación bajo esa lógica, hay actos que
también se prestan al sujeto para la expresión, y digamos también exteriorización, y
hasta la publicación, de esos pensamientos, ganas y tentaciones de muerte al otro,
por una parte, a sí mismo, por otra. Ahora bien, la puesta-en-acto del sujeto es de
un espectro amplio y por ello hago sólo referencia a las más simbólicas, las que
creo son metafóricas y en esa medida protectoras del sujeto. Por un lado, esos
actos son realizaciones de esos empujes de muerte al igual que las fantasías, sin
embargo, el cumplimiento en los actos implica la motricidad de hacer, la afectación
del mundo en un punto, la ejecución y la puesta en marcha, no obstante es un
cumplimiento trasfigurado, enmascarado o disfrazado.

Efe nos relata un ejemplo de ello en el marco de una pérdida amorosa que
consistía en un rival masculino que logró conquistar con premura a la mujer a la
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que el también pretendía, hecho que le causó muchísima rabia y “ganas de matar”
al hombre aquel por su triunfo o más bien por causar su fracaso personal. Él nos
dice lo que hizo:

“Tomé las cartas que yo le había escrito a ella, las esculturas con forma
de corazón que yo hice y que colgaba por ahí en la pared, las figuras de
plastilina y otras cosas. Las tiré al piso y también con el puño las
destrozaba rápidamente como en 5 segundos”

Del acto de Efe se desprenden distintos aspectos. Especialmente la destrucción que


hace de objetos relacionados directamente con aquella mujer que ha perdido, la
destrucción es enfurecida, directa, sin querer dejar rastro y al parecer consistente
en matar a través de esos objetos a aquella amada y puede ser también al rival, la
exterminación que se produce es particularmente de objetos y creaciones dedicadas
a ella. Quizás el intento de destituir al otro amado y acabarlo por esa vía, por

[Twitter: @DieghoRamirezz] Abril 12 de 2011


objetos que eran signo de amor, es algo así como intentar dar muerte a los
significantes de aquella experiencia amorosa. Las cartas, los corazones y de más
objetos destruidos sustituyeron a aquella mujer como objeto de amor pero también
como objeto de odio, esos objetos se prestaron, al ser sustitutos, para el acto
aniquilador de matar, para simbolizar ese empuje.

Finalmente, la tentación de matar se cumple por una vía que, aunque de meta
parcial, permite cierto acceso o cumplimiento. Se da muerte, claramente, a ese
objeto de odio o dolor, de amor o rivalidad por medio del fantaseo y también de
ciertos actos. El sujeto tiene entonces la fantasía como un recurso para poner ruta
a esos empujes de asesinato al otro y a sí mismo que configuran las tentaciones
de muerte de las que hablamos. No obstante, luego de pasar por estos rincones de
la reflexión queda la pregunta por el fin que posee el sujeto para matar en su
fantasía al otro, qué mueve esa tentación o qué la engendra, qué le da sentido y la
energía posible para incubarse en el psiquismo humano.

Especialmente, queda el interrogante sobre lo que esas tentaciones de muerte al


otro dicen o expresan de la relación humana a la muerte, qué enseñan de la
posición frente al otro amado, que enseñan de la pulsión devuelta a la persona
propia trabajada por el psicoanálisis. A estos interrogantes, claramente, le siguen
otras discusiones tan amplias que pueden tener espacio para próximos
acercamientos en los cuales, por ejemplo, sea posible dilucidar la función subjetiva
de esa tentación de asesinar o a asesinarse.

Por, Diegho Ramírez.


[dieghoramirezz@hotmail.com]

[Twitter: @DieghoRamirezz] Abril 12 de 2011

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