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DE
3) El problema de la tierra;
5) El factor religioso;
6) Regionalismo y centralismo; y
7) El proceso de la literatura.
El último de estos ensayos es el que nos da la dimensión exacta del
pensamiento literario de Mariátegui. Sus conceptos son de condenación a la
literatura, colonial y colonialista. Propugna el nacionalismo, es decir que
nuestra literatura se sustente en el substratum racial y espiritual indígena
con proyecciones al cosmopolitismo, como en el caso de Vallejo. Su estilo
es sobrio y directo.
LOS SIETE ENSAYOS VISTOS POR JORGE BASADRE
Lo que más vale en Mariátegui no son, pues, sus recetas y sus fórmulas,
sino su personalidad integral. Hoy él deber de interpretar está lejos del
“cliché” y del adjetivo convencional que él tanto odiara. No debe olvidarse,
además, que murió a los treinta y cinco años.
(“Historia de la República del Perú”, Octava edición, Tomo 12, pag. 3067 3068).
ARGUMENTO
I.
II
III
IV
VI
VII
El proceso de la literatura: En éste su último ensayo, Mariátegui renuncia
a ser un crítico imparcial: «Declaro sin escrúpulo, que traigo a la exégesis
literaria todas mis pasiones e ideas políticas ...». Desde su punto de vista
analiza la literatura de la Colonia, «de irrenunciable filiación española», en
espíritu y sentimientos, y este colonialismo mental supervive al Virreinato,
dando como resultado una literatura mediocre por falta de raíces propias,
no habiendo podido «eludir la suerte que le imponía su origen». Explica las
razones socio-económicas por qué ha subsistido ese colonialismo literario,
y agrega: «el literato peruano no ha sabido casi nunca sentirse vinculado al
Pueblo». Aunque destaca en Garcilaso, más Inca que conquistador, el
primer destello de "peruanidad", y rescata a Ricardo Palma y a sus
Tradiciones de las pretensiones del colonialismo, pues estas Tradiciones
tienen «política y socialmente una filiación democrática». Hay que esperar
hasta la llegada de González Prada para ver anunciada la posibilidad de una
auténtica literatura peruana. González Prada significa la ruptura con el
virreinato; uno de los últimos reductos del colonialismo intelectual es la
universidad, de allí emerge la «generación futurista». En tales
circunstancias el Movimiento Colónida, encabezado por Valdelomar, surge
como una insurrección, como una actitud antiacadémica reclamando
sinceridad y naturalismo, esa sinceridad que no se encuentra en los versos
de José Santos Chocano por su excesiva egolatría pero que si aparece en los
ensoñados versos de José María Eguren.
Son también analizados por Mariátegui: Mariano Melgar, Magda Portal (a
quien llamó la primera poetisa del Perú), Alberto Guillén, Alberto Hidalgo
y César Vallejo de quien dice es el poeta de una estirpe, de una raza,
creador absoluto, nostálgico pero no retrospectivo. «No añora el imperio
como el pasadismo perricholesco añora el virreinato. Su nostalgia es una
propuesta sentimental o una protesta metafísica. Nostalgia de exilio;
nostalgia de ausencia».
Y, finalmente, analiza las corrientes de su actualidad, en especial la
indigenista, que llena una función histórica en la sociología peruana en
evolución y cuyo más amplio sentido lo lleva a consubstanciarse con «la
reivindicación de lo autóctono», que, no obstante, no paraliza los otros
elementos vitales de la literatura peruana. Y es literatura "indigenista" y no
"indígena" —aclara Mariátegui— porque aún no puede dar una versión
verista del indio, sino que tiene «que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco
puede darnos su propia ánima. Es todavía una literatura de mestizos ...»
Mariátegui confía en la suerte del mestizaje, el que debe ser analizado
como cuestión sociológica, no étnica.
APÉNDICES:
¿De qué fuentes se nutrió Mariátegui para elaborar sus tesis sobre el
potencial socialista de los indígenas andinos, piedra medular de su proyecto
nacional y socialista? En el libro "EL MITO DEL SOCIALISMO
INDÍGENA EN MARIÁTEGUI" del historiador uruguayo Gerardo
Leibner, publicado por la PUCP en 1999, se trató de dilucidar dichas
fuentes.
"El Mito del Socialismo Indígena..." empieza por abordar los contactos
que tuvo con los indígenas andinos. "Las fuentes que mediaron entre
Mariátegui y el campesinado andino, el sector supuestamente más
numeroso en los 20 y, por lo tanto, indispensable en el proyecto de
integración nacional y revolución social que procuraba elaborar, fueron los
entonces pujantes intelectuales “mistis” en los centros urbanos andinos
(Cusco, Puno, Jauja), publicaciones de las primeras instituciones
indigenistas oficiales creadas por Leguía, la experiencia acumulada por
anarco-sindicalistas y por delegados de la Asociación Pro-Indígena en sus
participaciones en conflictos campesinos, y sus propios contactos con los
mensajeros de comunidades que en los 20 participaron de los congresos en
Lima del Comité Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyu, entre otros".
"Aunque soy un escritor muy poco autobiográfico, le daré yo mismo
algunos datos sumarios. Nací el 95. A los 14 años entré de alcanza
rejones en periódico. hast 1919 trabajé en el diarismo, primero en
"La Prensa", luego en "El Tiempo", finalmente en "La Razón". En
este último diario patrocinarnos la reforma universitaria. Desde 1918,
nauseado de política criolla me orienté resueltamente hacia el
socialismo, rompiendo con mis primeros tanteos de literato
inficionado de decadentismo y bizantinismo finiseculares, en pleno
apogeo. De fines de 1919 a mediados de 1923 viajé por Europa.
Residí más de dos años en Italia. donde desposé una mujer y
algunas ideas. Anduve por Francia, Alemania, Austria y otros
países. Mi mujer y mi hijo me impidieron llegar a Rusia. Desde
Europa me concerté con algunos peruanos para la acción socialista.
Mis artículos de esa época señalan estas estaciones de mi
orientación socialista. A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes,
conferencias en la Federación de Estudiantes, en la Universidad
Popular, artículos, etc., expliqué la situación europea e inicíe mi
trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método
marxista. En 1924 estuve, como ya lo he contado, a punto de perder
la vida. Perdí una pierna y me quedé muy delicado. Habría
seguramente ya curado del todo con una existencia reposada. Pero
ni mi pobreza ni mi inquietud espiritual me lo consienten. No he
publicado más libros que el que Ud. conoce. Tengo listos dos y en
proyecto otros dos. He aquí mi vida en pocas palabras. No creo que
valga la pena hacerla notoria; pero no puedo rehusarle los datos
que Ud. me pide. Me olvidaba: soy un autodidacta. Me matriculé
una vez en letras en Lima, pero con el solo interés de seguir el
curso de latín de un agustino erudito. Y en Europa frecuenté
algunos cursos libremente, pero sin decidirme nunca a perder mi
carácter extrauniversitario y tal vez, si hasta antiuniversitario. En
1925 la Federación de Estudiantes me propuso a la Universidad
como catedrático en la materia de mi competencia; pero la mala
voluntad del Rector y, seguramente, mi estado de salud, frustraron
esta iniciativa."
De la carta de fecha 10 de enero de 1927, enviada por José Carlos
Mariátegui al escritor Enrique Espinoza (Samuel Glusberg), director
de la revista La Vida Literaria, editada en Buenos Aires. Se publicó
la carta en su número del mes de mayo de 1930, en homenaje al
recién fallecido Mariátegui.