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El Cuaderno del Encapuchado

Angel Yamil Ortiz Torres


Es evidente que la vida es continuo crecimiento. De hecho,
el término vida nos implica a su vez muerte. En mi opinión,
nuestro crecimiento se debe al ciclo de vida y muerte a través
del camino. Es decir, si queremos una mejor vida debemos
renunciar a la antigua. Sin embargo, cuando se aproximan los
eventos del posible cambio, una guerra se debate entre su
camino y uno mismo. Sólo se debe impulsar el cambio.

Así, en un antiguo reino, la sombra de un encapuchado se


comenzaba a rumorear. Ahora bien, toda la atención del reino
no se encontraba en los reyes ni en su familia, ni mucho menos
en este encapuchado sino en la leyenda que estaba naciendo.

En este reino, vivía una princesa. No se encontraba


encerrada en un castillo pero secretamente privada de elegir
ese ser que la acompañaría el resto de su vida. Puesto que el
mundo conspira continuamente buscando la unión y
concediendo los sueños de los corazones con valor, las
casualidades la condujeron a conocer un bardo. En
consecuencia, se enamoraron perdidamente el uno del otro.
Nadie puede ignorar el amor ya que quien lo experimenta
descubre parte de su realización y felicidad. Antes bien, está
claro que para amar verdaderamente el mundo pone trabas y
hace parecer imposible. Así pues, su amor no fue aprobado por
los reyes debido a su condición material por lo que la sombra
del encapuchado fue invocada al amanecer. Como el nacimiento
de un día, el encapuchado, la dama, el gnomo y la hada
aparecieron a través de un portal pues su cuaderno los guiaba.
La princesa iba escoltada por guardias a través del
mercado. Visto que jamás se separaban de ella, en lugar de
continuar con sus usuales rondas entre la mercancía de las
tiendas procuró visitar una tienda de campaña casi oculta. Tal
como sugería el aspecto de dicha tienda dentro había una
supuesta gran visionera acabada de llegar al reino. Por lo tanto,
una vez la princesa decidió entrar en la tienda los guardias
decidieron esperarla porque temían de su poder. Entonces una
vez la princesa hubo entrado en la tienda la Dama en su interior
la estaba esperando.
—En primer lugar, vienes a mí huyendo de los guardias así que
demuestras tu descontento con las normas del reino. Por ello,
veo que la casualidad de tu vida te hizo venir a mí buscando una
solución a tu problema— le dijo la Dama.
—Yo sólo he venido a darle la bienvenida al reino— le dijo la
princesa asustada y cortante.
—A mi juicio, está claro que no es una casualidad encontrarnos
ya que podrás lograr lo que tu corazón pide. O sea, en concreto,
eso que atesoras tanto lo podrás obtener.
Por consiguiente, a tales palabras la princesa quedó sorprendida.
Al contrario de todo lo que había escuchado. De modo que la
Dama provocó curiosidad en la princesa.
—Para empezar, ¿cómo puedes darme lo que yo necesito?—le
preguntó la princesa sin comprender.
—No te daré nada, te recordaré lo que tienes.
—A mi parecer entiendo que no sabes nada. Pues bien, es mejor
que me vaya. Además lo que yo necesito no tiene solución.
—Amas algo prohibido. Asimismo he venido hasta aquí.
Aunque no lo creas, ustedes cargan algo muy preciado— dijo la
Dama deteniéndola nuevamente.
A continuación la Dama accedió a escuchar lo que olvidaba
y se sentó frente a la mesa.
—En definitiva, ¿qué es lo que debo recordar?
La dama se sentó frente a la princesa con un rostro maternal.
—En realidad, todo lo que debes saber es amar. El caso es que
todos olvidamos poco a poco que la bondad existe. Nos
aferramos a la verdad presente en esos momentos y olvidamos
que este mundo constantemente cambia. Se te otorgó un regalo.
Protégelo con todas tus fuerzas.
—Desde mi punto de vista nada ha cambiado. Es más, jamás
cambiará.
—Un deseo jamás es imposible. Sólo necesitas esperanza
igualmente sostienes tu fe. Todo el mundo sabe estas realidades
y las olvidan mientras enfrentan la dura vida. Recuérdalo y veras
milagros ocurrir.
Al decir estas palabras, la hada, que se mantenía oculta, salió y
la princesa se asombró al verla. Por otro lado, el bardo se
encontraba sentado frente a una fuente a la plena noche. Se
encontraba desanimado por todo cuando sintió una presencia
cerca de él. Miró a todos lados y vio a un ser encapuchado.
—He venido a cambiar tu historia y convertir tus palabras en
riquezas. Así pues, lograrás obtener lo que el destino ha escrito
en sus caminos—dijo el encapuchado sin dar explicaciones.

El encapuchado se encontraba frente al bardo cuando abrió


su cuaderno y en instantes sus harapos se convirtieron en
riquezas a través de sus palabras. Se hizo entender que sus
riquezas materiales, presenciadas en esos momentos, eran
resultado de su propio interior otorgándole así al bardo su mayor
tesoro: descubrirse a sí mismo. Fue entonces que en cuestión de
tiempo se convirtió en príncipe.
La palabra príncipe significaba más bien aceptación. La
gente de pueblo podían reconocerlo y lo observaban asombrados
a ese aquel deleite de sus poemas. Mas sorpresa aun se llevo la
princesa quien reconoció en instantes a su bardo y en esos
momentos era un príncipe quien determinaba pedirla. Los reyes
lo recibieron con júbilo y eso despertó en él una mirada de
malicia y reto en el príncipe. Una vez habiendo pedido ya a la
princesa y los reyes haber echado vista a los bienes del bardo. El
ahora príncipe, justo antes de salir por las puertas con su amada,
se despojo de sus vestidos finos demostrando entonces sus
harapos de bardo cayendo los reyes en cuenta.

–Apenas conocieron mi rostro para conocerme entonces mas sin


embargo, sigo siendo el mismo bardo que una vez apenas
oyeron.— le dijo el príncipe y ambos salieron del reino.

El Reino Antiguo se conmocionó con la noticia de lo sucedido.


El encapuchado, la dama, el gnomo y la hada se fueron entonces
satisfechos de haber cumplido su misión.

No deberíamos prejuiciarnos con la apenas presencia que


induce temor a lo desconocido y hiere en las mil formas al
mundo con su ambición por impedir algo que carácter natural.
¿Qué logramos prohibiendo el amor o lo que nos induce temor?
Por más que se le corte sus ramas al árbol este producirá
muchas más ramas tornándose más vivo. Devolver la pureza a
la armonía es la misión atada a mi cuaderno, es la esencia de
un gnomo y una hada quienes poseen esperanza con su carácter
fantástico y posible, es la historia y tesoro de un Árbol Eterno
quien protege al Amor, es el convencimiento de una Dama que
si existen los designios de corazón y es la fuerza que ilumina a
este encapuchado en los senderos oscuros y desconocidos por
caminar. Es nuestra compañía por restaurar la armonía que nos
llena de Luz e Inspiración.

Por Angel Yamil Ortiz Torres © 2010 Todos los Derechos


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