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Presentación
Reduccionismos
Mitos y realidades
Así como en la antigua Atenas, hoy en día no todos los ciudadanos vivimos de
la política ni nos interesamos en ella; pero los ciudadanos atenienses que
regularmente concurrían a la Asamblea, en la plaza pública, tenían la ventaja
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José Woldenberg, “Las fuentes del malestar”, Reforma de 4 de junio de 2009.
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Víctor Alejandro Espinoza Valle es investigador del Colegio de la Frontera Norte, con dos doctorados, uno
en Ciencia Política por la UNAM y otro en Sociología Política por la Universidad Complutense de Madrid.
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Víctor Alejandro Espinoza, “Uno y otro”, La Crónica de Baja California de 4 de junio de 2009.
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El lado oscuro de la democracia liberal. Magros resultados electorales y su impacto en las instituciones.
relativa de discutir los asuntos públicos cara a cara, y decidían in situ, apenas
con alguna influencia de minorías de origen aristocrático que revelarían la
importancia de mecanismos de formación política para poder convencer a los
concurrentes a través de dotes oratorias y argumentativas. La relativamente
escasa participación de los atenienses en los asuntos públicos incluso apenas
pudo ser facilitada desde la época de Solón mediante el aligeramiento de
cargas públicas, el perdón de deudas, la redistribución de las posesiones
territoriales en beneficio de los ciudadanos pobres y el consecuente reacomodo
de la estructura de clases sociales, lo cual precisamente fue clave para
anticipar la época dorada de la democracia griega controlada por la pericia de
estrategas políticos como Pericles.
Fenómeno común
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“Abstencionismo electoral”, Diccionario Electoral, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, en línea.
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Hay países en donde se impone el “voto obligatorio” como una forma de reducir radicalmente la proporción de
abstencionismo electoral. Sin embargo, se considera que dicha coerción vulnera la libertad de sufragio, la cual
admite la posibilidad de su realización en distintos sentidos o su no ejercicio por razones imputables al mismo
sujeto de derechos. Daniel Zovatto es autor de un excelente trabajo comparativo sobre participación electoral,
que incluye una referencia a las disposiciones jurídicas relativas al voto obligatorio en países de América Latina:
“La participación electoral en América Latina: tendencias y perspectivas, 1978-2002”, publicado en Apuntes
Electorales (Revista del Instituto Electoral del Estado de México) núm. 14, 2003, pp. 23-54.
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Los datos para elecciones federales en México son los siguientes, según una
nota periodística publicada a principios de junio de 2009:
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La voz “abstencionismo electoral” muestra diversas facetas de este fenómeno. En primer lugar, “la libertad
de voto implica la posibilidad de la no participación; la abstención es así una actitud cívica o ética, es un
derecho como el de votar”; en segundo lugar, obedece a múltiples factores e intenciones; en tercer lugar, para
cada elección existen circunstancias que dan cuenta de un tipo específico de causas que llevan a los
ciudadanos a votar o abstenerse. Al respecto:
http://www.iidh.ed.cr/comunidades/redelectoral/docs/red_diccionario/abstencionismo.htm
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Véase nota periodística de Francisco Reséndiz, publica en El Universal de 6 de junio de 2009,
http://www.eluniversal.com.mx/notas/vi_603021.html Véase también el diario Milenio de 9 de junio de 2009, p. 06.
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Escrutado 100%
Fuente: http://elecciones.mir.es/resultados2009/99PE/DPE99999TO.ht
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Véanse los datos completos de la elección al parlamento europeo del 4 al 7 de junio de 2009, por país, en
el portal http://www.wahlen2009-ergebnisse.eu/es/luxembourg_es_txt.html
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De la misma manera cabe sostener que, como está diseñado el sistema electoral
mexicano, la propuesta de votar en blanco carece de fundamento
jurídico, no existe norma o figura jurídica sobre el tema, pero se insiste
ideológicamente en que puede configurar una expresión de rechazo genérico a
las instituciones políticas y a quienes son responsable de conducirlas o a quienes
se disputan su conducción, incluyendo a las opciones partidarias de la elección
federal de 2009. Sin lugar a duda, el “voto en blanco” en México no existe
jurídicamente; por tanto, las boletas electorales que pudieran aparecer “en
blanco”, literalmente intocadas, carecerían de consecuencias jurídicas, aunque
sus consecuencias políticas pueden existir o no, y pueden calcularse según la
apreciación de cada actor, incluso si se ignora la cantidad precisa de “votos en
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Precisiones
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Carlos Loret de Mola, “Los huérfanos. El voto en blanco ya es un shock al sistema de partidos”, en El
Universal de 10 de junio de 2009; además, en el periódico Zócalo, Saltillo, Coahuila,
http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/los-huerfanos1/ , y en El Informador (Diario Independiente),
http://www.informador.com.mx/editorial/2009/110003/6/los-huerfanos.htm , misma fecha.
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Luis Carlos Ugalde, “Voto nulo: ¿síntoma o enfermedad?”, diario Milenio, 8 de junio de 2009.
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El IFE difunde en su página de Internet un breve documento analítico del fenómeno del abstencionismo en
México y otros países, con remisión a algunos datos estadísticos. Al respecto
http://www.ife.org.mx/documentos/DECEYEC/vgn_ivestigacion/estudio_sobre_abstencionismo.htm Un
documento similar, pero acotado por su carácter informativo, es el publicado por el Instituto Electoral del
Estado de México, “La importancia del ejercicio del voto y el problema del abstencionismo”, en
http://se.edomexico.gob.mx/cultura_politica/IMPOR%20DEL%20VOTO%20Y
%20ABSTENCIONISMO_BCS_050309.pdf Un trabajo más elaborado sobre el tema corresponde a Bruno
Lutz, “La participación electoral inconclusa: abstencionismo y votación nula en México”, en Revista Mexicana
de Sociología núm. 67, UNAM, México, octubre-diciembre de 2005, pp. 793-826. Además, un libro que
Indicadores, S.C. estaba preparando en 2007 sobre El abstencionismo mexicano: Evolución, causas y
evidencia, tal vez aporte elementos analíticos y estadísticos interesantes (un trabajo de Elías Aguilar García,
sobre “las razones del abstencionismo en las elecciones intermedias en México”, alude a ese libro). Desde
luego, aun a pie de página, es pertinente citar el olvidado punto de acuerdo de la Primera Comisión de
Trabajo de Gobernación, Puntos Constitucionales y de Justicia, del Congreso de la Unión, de fecha 30 de
junio de 2007, por el cual se desechó la solicitud presentada por la Comisión Permanente para que el IFE
realizara un estudio sobre el fenómeno del abstencionismo en México, en elecciones federales y locales. Se
transcribe el punto de acuerdo: “PRIMERO.- Se desecha la proposición con "Punto de Acuerdo por el que la
Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión solicita la IFE elabore un estudio científico sobre las
causas del abstencionismo con el objeto de conocer las causas y revertir el fenómeno", presentada por la
Senadora María Teresa Ortuño Gurza, del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional”. Lo que en
verdad olvidaron los legisladores federales fue el trabajo de 118 páginas elaborado por el IFE uno años atrás,
precisamente sobre el fenómeno bidimensional de la participación electoral y el abstencionismo (Véase
http://www.ife.org.mx/documentos/CFD/anexos/pdf/absten.pdf).
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En contrapartida, conviene citar un trabajo sobre el caso mexicano relativo a la supuesta racionalidad que
orienta a los votantes: Beatriz Magaloni Kerpel, “Elección racional y voto estratégico: algunas aplicaciones
para el caso mexicano”, en Política y Gobierno núm. 2, vol. 1, CIDE, México, segundo semestre de 1994.
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Daniel Zovatto G., “La participación electoral en América Latina: tendencias y perspectivas, 1978-2002”, en
Apuntes Electorales (Revista del Instituto Electoral del Estado de México) núm. 14, México, 2003, p. 29.
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Alternativas
Ahora bien, conforme al diseño del sistema electoral mexicano, sólo los
partidos políticos pueden postular candidatos a cargos de elección popular. Eso
es lo que produjo -entre otras cosas- la reforma legal y constitucional en
materia electoral de finales de 2007 y principios de 2008. Al respecto, dos
dispositivos jurídicos establecen ese “derecho exclusivo” de los partidos:
Del mismo modo, el artículo 218 párrafo 1 del COFIPE, para el ámbito federal:
Artículo 218.
1. Corresponde exclusivamente a los partidos políticos nacionales el
derecho de solicitar el registro de candidatos a cargos de elección
popular.
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Es extraño, pero, por alguna omisión o tal vez por alguna razón que ignoramos,
el legislador federal dejó intocada la figura de “candidatos no registrados” en
la reforma al COFIPE, una verdadera rareza jurídica en el sistema electoral
mexicano, lo cual abre la posibilidad -como en anteriores elecciones federales-
de votar por cualquier ciudadano, siempre que se inscriba su nombre en el
espacio ad hoc. Al respecto citamos los dispositivos jurídicos correspondientes:
Artículo 265 párrafo 1 del COFIPE: “1. Una vez comprobado que el
elector aparece en las listas nominales y que haya exhibido su
credencial para votar con fotografía, el presidente le entregará las
boletas de las elecciones para que libremente y en secreto marque en
la boleta únicamente el cuadro correspondiente al partido político por
el que sufraga, o anote el nombre del candidato no registrado por el
que desea emitir su voto”.
Aun así, no existe regulación alguna que permita distinguir los votos
obtenidos por cada uno de los “candidatos no registrados”, si los
hubiere, puesto que todos ellos van a dar al mismo y único saco de
“candidatos no registrados”. Por ejemplo, para uno de los casos controversiales
en 2006, el de Víctor González Torres (más conocido como “Doctor Simi”, quien
primero pretendió ser registrado como “candidato independiente” al cargo de
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos y luego optó por aprovechar la
opción de “candidato no registrado” propiciada por el COFIPE), se ignora a la
fecha cuántos votos obtuvo dicho personaje.
algunos países europeos. Se añade esta última propuesta porque, por un lado,
se debe evitar la creencia de que las “candidaturas independientes” vienen a
resolver todos los entuertos originados en los partidos políticos y, por otro, es
sano para el funcionamiento de una democracia saber la proporción de
ciudadanos que se manifiestan sin preferencia electoral alguna, a fin de tomar
decisiones apropiadas en la corrección de las instituciones políticas.
3.- Entre votar por obligación cívica -cuales sean las opciones puestas en una
boleta electoral, aunque no estemos convencidos por alguna de ellas- y no
votar, sobre todo en un sistema político y de partidos que pasa por una severa
crisis de credibilidad y de confianza, debe persistir la búsqueda de
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Véase El Universal, 26 de marzo de 2006, “Voto blanco, el hermano menor de la abstención”. Por la
relevancia que tiene la opinión de José Saramago en amplios círculos intelectuales y aun políticos, se cita la
referencia que hace de él José Juan Ávila: «Para Saramago, el voto en blanco es igual de democrático que el
expreso. Si el primero "asusta a los partidos es precisamente por ser democrático", dijo a un periodista.
Incluso lo distanció del abstencionismo: "la diferencia es la misma entre la inteligencia y la estupidez", expuso
en relación con el caso de la Venezuela de Chávez. Saramago, cuya novela cuenta la historia de unas
elecciones municipales en una ciudad sin nombre donde 83% del electorado vota en blanco como protesta
por la descomposición de la democracia, no es el único escritor que ha pugnado por esta "opción"».
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4.- En tanto, nos parece que el IFE debería concentrarse en continuar el trabajo
que por ley le está encomendado, en lugar de pretender entrar en un debate
que lo desbordaría, porque el principio de legalidad rige también la función
electoral: sólo debe hacer lo que la ley le faculta (por ejemplo, promover el voto
y la participación ciudadana en el desarrollo de la jornada electoral). Sería
absurdo -y lamentable- que intentara jugar a tomar en sus manos la discusión
acerca de si es mejor votar o no votar. Esta tarea corresponde, en todo caso, a
los actores involucrados en la política y a los académicos interesados en conocer
los nuevos senderos de la política. Obviamente, los partidos, sus candidatos y
sus promotores directamente comprometidos no se harán el harakiri o seppuku,
y llamarán a votar cuantas veces puedan hacerlo. Cada cual hace su función.
Pero el fundamento último de toda democracia -es decir, la ciudadanía- no
puede quedar atrapado en el frío laberinto del statu quo, por lo que debería
aprovecharse el actual trance para comenzar a repensar el futuro inmediato
de nuestra democracia (o, al menos, a replantear nuestros sueños
demócratas).
Anexo:
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