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Un poco de historia de los Contadores en México

por Francisco Javier Calleja Bernal


profesor de planta del departamento de contabilidad del ITESM Campus Ciudad de México
fcalleja@itesm.mx

En México, la enseñanza de las cuestiones contables estuvo ligada en su inicio a la Escuela


Superior de Comercio y Administración que se funda en 1845 para hacerse cargo de la
enseñanza superior mercantil. Entonces se hablaba simplemente de un "Tenedor de Libros",
nombre de quien tan sólo llevaba los registros de una empresa, pero que para el medio
mercantil e industrial de esa época era fundamental. A pesar de su modesto inicio esta
institución contó con algunos directores eminentes como Manuel Payno de 1871 a 1876 o
como Joaquín D. Casasús, a principios del siglo pasado.

Se emite un decreto el 5 de diciembre de 1903 que autoriza al ejecutivo a expedir la Ley


para la Enseñanza Comercial en el Distrito Federal y el asunto toma forma el 7 de enero de
1905 en que apareció publicada en el Diario Oficial la "Ley de Enseñanza Comercial", donde
se menciona como carrera a seguir en la Escuela Superior de Comercio y Administración, la
de "Contador de Comercio".

El 25 de mayo de 1.907 Fernando Diez Barroso presentó el primer examen profesional para
obtener el diploma de Contador de Comercio. Durante muchos años se ha considerado esta
fecha como el punto de partida de las actividades de los contadores en nuestro país.

El 11 de septiembre de 1.917 quedó constituída la Asociación de Contadores Titulados. Los


primeros socios fueron: Fernando Díez Barroso, Emilio Bello, José F. León, Luis G. Pastor,
Mario López Llera, Ernesto M. Díaz, J. Agustín Castro, Arnoldo Harmony, Roberto Casas
Alatriste, Luis Montes de Oca, Eduardo Pérez Barreira, Tomás Vilchis, Maximino Anzures y
Santiago Flores. Excepto Ernesto M. Díaz, todos egresados de la Escuela Superior de
Comercio y Administración. A esta misma generación pertenecía Rafael Mancera, que por
alguna razón no fue socio fundador.
Comienza a tomar fuerza la idea de modificar, en México, el nombre de estos profesionales
por el de "Contador Público".

El 6 de octubre de 1.923 la Asociación de Contadores Titulados cambia su nombre por el de


Instituto y adquiere su personalidad jurídica por escritura pública del 19 de febrero de 1.925,
quedando constituído como asociación civil. En esta acta los firmantes son: Maximino
Anzures, Jacinto Avalos, Félix Bárcenas y Gallardo, José Barra, Emilio Bello, José Bravo,
Rodolfo Casas, Roberto Casas Alatriste, Agustín Castro, Armando Cuspinera, Alfredo
Chavero, Hermenegildo Díaz, Fernando Díez Barroso, Gilberto Figueroa, Santiago Flores,
Julio Freyssinier, Arnoldo Harmony, José F. León, Rafael Mancera Ortiz, Luis Montes de Oca,
Fernando Orozco, Luis G. Pastor, David Thierry, Julio Torroella, Tomás Vilchis y Agustín Zea.
Fernando Díez Barroso fue electo presidente honorario vitalicio de la asociación civil, y Luis
Montes de Oca, presidente efectivo.

Aquellos que lean estos renglones y tengan más de cincuenta años, recordarán a algunos de
estos eminentes profesionales, que fueron socios de los despachos más importantes de
México o autores de libros fundamentales para la profesión.

El 20 de diciembre de 1.925, la Secretaría de Educación Pública revalidó el título de Fernando


Diez Barroso al otorgarle el primer título de Contador Público. En 1.926 y 1.929 la misma
dependencia repitió la revalidación con 32 Contadores de Comercio egresados de la Escuela
Superior de Comercio y Administración.

Se consideran como parte de una segunda generación de contadores a Alejandro Hernández


de la Portilla, Andrés Montero y Carlos Robles y formando ya una tercera generación de
contadores estarían Alejandro Prieto, Sealtiel Alatriste, Joaquín Gómez Morfín y Manuel Resa.

Muchas más personas estarán en posibilidad de recordar a estos contadores que, también,
fueron socios de despachos o autores de libros muy importantes.

Por esos años la Escuela Bancaria y Comercial, inicia actividades ofreciendo la carrera de
Contador Privado y más tarde la de Contador Público, teniendo los primeros egresados al
principio de la década de los cuarenta, en una generación excelente a la que pertenecieron
Eduardo Creel y Raúl Niño Álvarez, entre otros.
También la Universidad Nacional Autónoma de México da cabida a la carrera en la entonces
Escuela de Comercio y Administración.

Cuando el ITESM inició sus actividades, en septiembre de 1943, una de sus cuatro divisiones
fue la Escuela de Estudios Contables donde se podía estudiar Contador Público y Contador
Privado.

Contador Privado se convierte, al paso de los años, en una carrera técnica de menor
importancia que la de Contador Público y éstos últimos comienzan a usar la expresión
"Contador Público Titulado", para establecer con mayor claridad esa diferencia.

El 12 de septiembre de 1.955 se cambia el nombre por el actual de Instituto Mexicano de


Contadores Públicos y se inicia la etapa más dinámica de la profesión, extendiéndose su
organización a todo el país, con publicaciones y formalizando todo el desempeño de su
ejercicio.

A principios de los años setenta decide olvidarse la expresión titulado y dejar sólo el nombre
de "Contador Público".

Hace algunos años la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Nacional


Autónoma de México decide cambiar el nombre de la carrera por el de "Licenciado en
Contaduría", aunque muchas instituciones de educación superior conservan el nombre de
Contador Público.

Más recientemente el ITESM lo cambia por el de "Licenciado en Contaduría Pública y


Finanzas", la Universidad Panamericana le da diversas designaciones según la especialización
terminal que el alumno haga y otras universidades hacen ligeras modificaciones al nombre
en la misma línea.

No he pretendido hacer un recuento exhaustivo, sino sólo señalar algunas fechas y


momentos importantes de la Contaduría, que ha tenido cambios de nombre y que ha ido
madurando en los servicios que presta a la sociedad.

""El área de Contabilidad ha permanecido por muchos años dentro de la oferta educativa de
estudios superiores en nuestro país, primero como Contador Público, después como
licenciado en Contaduría.

Lo cierto es que siempre ha existido la necesidad por parte de las empresas, en cualquiera
de sus sectores, de contar con estos profesionistas, pero ¿sabemos realmente lo que
significa ser Contador Público en el México actual?

El mundo globalizado en el que hoy nos encontramos inmersos, nos obliga a un constante
cambio para ser competitivos. Bajo esta misma idea, el Contador Público se ve en la
necesidad imperiosa de reinventarse, y a la vez, seguir siendo una pieza clave en el ámbito
de la contabilidad, las finanzas y la administración. En una palabra, en el ámbito de los
negocios.

Este nuevo perfil del Contador Público redefine a la profesión, haciendo de él un profesionista
que colabora de manera activa en cualquier tipo de organización, logrando una sinergia con
otros colaboradores, tales como: administradores, economistas, abogados, ingenieros o
tecnólogos entre otros, apoyando con sus análisis e interpretaciones en torno de la
información financiera, para lograr una adecuada toma de decisiones que sea oportuna y
certera, dentro de un mercado que cada día es más exigente, y en el cual, lo que importa es
crear un elemento diferenciador que genere ventajas competitivas para la empresa, para sus
empleados y para el producto o servicio que ofrece a sus clientes.

Dado que en realidad un Contador Público es un hombre de negocios, debe entonces


procurar el desarrollo de competencias como son la capacidad de observación, la capacidad
de comunicación, el ser visionario (no sólo para hacer proyecciones, sino también para
prevenir situaciones desfavorables para una organización) y la capacidad de juicio.

Así como poseer habilidades administrativas, habilidades de negociación, de manejo de


grupos, liderazgo que pueda adaptarse a distintas personas y situaciones, cultura general,
creatividad, cooperación y capacidad de trabajo en equipo.

Además de las ya conocidas habilidades matemáticas y estadísticas, conocimientos de


economía, administración y derecho, así como el poder profundizar en las ramas de la
Contabilidad, que por citar algunas se pueden mencionar los costos, la auditoría, el área
fiscal, las finanzas y otras involucradas con la contabilidad administrativa.

Todo esto, aun cuando a simple vista pareciera demasiado, se vuelve indispensable, ya que
además de ser el responsable de proporcionar la información financiera confiable,
transparente, oportuna, relevante, comprensible y comparable de una entidad económica en
relación con el origen de los recursos monetarios y en la aplicación los mismos, debe
elaborar proyecciones financieras que nos señalen adónde quiere llegar la entidad y cómo va
a ir avanzando paso a paso hasta llegar a la visión que se tenía prevista. A esto de debe la
importancia de la información cuantitativa que elabora, ya que ayuda a evaluar y mejorar
cuestiones cualitativas del negocio, como es la administración.

A lo largo del tiempo se han conocido algunos escándalos financieros a nivel nacional e
internacional, en los cuales se han visto involucrados algunos contadores, entre otros
profesionales de los negocios, teniendo que enfrentar serias consecuencias, tales como la
caída de grandes empresas exitosas y bien consolidadas, pero sobre todo un desafortunado
desprestigio de la profesión.

Por esta razón, es importante resaltar que para el contador público de hoy, más que nunca,
cobra especial relevancia el hecho de regir sus acciones y sus decisiones en apego a
principios éticos y mostrando, además, una dispuesta actitud de servicio, demostrando a
cada momento de su desempeño laboral, una irreprochable ética profesional.

Las oportunidades de desarrollarse son infinitas, pues el campo laboral es muy amplio: de
manera independiente como contador, auditor, consultor, investigador y docente, o bien, en
el sector público o privado en áreas fiscales, administrativas, financieras, contables, de
auditoría, planeación financiera, tesorería, presupuestos, crédito y cobranza, control interno,
etcétera.

La proyección profesional dependerá de los intereses personales y la actualización


profesional, además del prestigio que se vaya construyendo.

En conclusión, debe estar dispuesto al cambio, la adaptación y al desarrollo de la


innovación, teniendo siempre en mente la mejora continua para poder responder
así a las necesidades del entorno, manejándose bajo los principios de ética,
servicio y calidad.""

REITERO MI AGRADECIMIENTO A ESTE GRAN FORO FISCAL O COMO DIJERA EL MAESTRO


TIBURON EL MEJOR PUERTO FISCAL. FELICIDADES COMPAÑEROS.

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