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interiores urbanos, exteriores domésticos

una aproximación al proyecto labores de amor de pablo


adarme:

por jaime cerón

En la IV versión de la Bienal de Venecia de Bogotá, experiencias culturales de otras comunidades.


titulada Arte y Gastronomía, Pablo Adarme El giro de sentido del proyecto se completó
presentó la primera etapa de un proyecto conocido cuando estos ponqués ficticios se exhibieron
genéricamente como, Hogar dulce, dulce hogar. junto a los reales en la panadería Prextopan de
El proyecto partía de una indagación acerca de alto reconocimiento dentro del barrio Venecia.
la manera como la intervención estética sobre De esta forma si una persona acudía a este lugar
las fachadas en este sector de la ciudad, les en busca de un pastel para el festejo de una
permitía a sus habitantes establecer mecanismos fecha importante, se encontraba con estos otros
o principios de distinción social, que parecían ser “emblemas” conmemorativos que resaltaban la
fuertemente característicos de esta comunidad. distinción social reconocible al interior de dicha
El proyecto inicialmente consistió en un registro comunidad. Resulta por lo tanto altamente
fotográfico de fachadas de casas (autorizado por significativo para la pertinencia del proyecto,
sus habitantes o propietarios) que por su coloración, que la comunidad terminara por apropiarse de la
rasgos morfológicos y condiciones ornamentales le obra de Pablo Adarme, al comenzar a encargar
sugirieron la posibilidad de convertirse en simulacros al panadero, la elaboración de pasteles reales
de pasteles, construidos como pequeñas maquetas a a partir del registro fotográfico de sus propias
escala de cada casa. viviendas o las de sus vecinos.

Esta translación de la arquitectura a la repostería, Posteriormente a la Bienal de Venecia, el


involucra el reconocimiento de un conjunto de proyecto Hogar dulce, dulce hogar, ha
concepciones culturales que describen la forma en continuado desarrollándose desde nuevas
que los habitantes de una comunidad encuentran perspectivas y en torno a otros sectores de
principios de afiliación colectiva y se sitúan ante las la ciudad, en donde la configuración de las
LABORES DE AMOR CASAPASTEL # 1 / pintura acrílica sobre madeflex de 12 x 22 x 17 cm, 1 bandeja de plástico de 36 cm de
diámetro y 1 fotografía a color sobre papel de 9 x13 cm / 2001-06.
fachadas de las viviendas refleja significativas situaciones culturales. Tal es el punto de partida

de Labores de amor, una nueva etapa del mencionado proyecto, que aborda la articulación

o convivencia entre dos fachadas de viviendas que por su contigüidad generan formas de

relación social que escenifican representaciones culturales específicas de sus habitantes.


bricolages, residuos culturales, rastros
urbanos y textos fotográficos
Por Jaime Cerón

Uno

Negociar con la realidad de “lo real” es una proeza que suele adquirir proporciones titánicas

cuando sobreviene la precariedad económica. En este sentido, individuos, grupos humanos

y comunidades enteras en el tercer mundo, ven abocada su supervivencia a la posibilidad

de recurrir a estrategias primigenias de transformación de la materialidad de sus contextos

inmediatos ante la ausencia de otros mecanismos o sistemas de transacción simbólica y

económica. Estos sujetos están rescribiendo la propia génesis del pensamiento humano en

relación con el universo concreto de su experiencia cultural que a diferencia de la de los

pueblos primigenios, que hicieron el tránsito de la naturaleza a la cultura, está altamente

saturada de representaciones.

Nuestros antepasados más remotos, colonizaron su entorno natural, con proyecciones,

saberes y destrezas que les permitían intervenir cada vez de forma más sofisticada en aquella

realidad concreta que los precedía. Elaborar un hacha a partir de una tosca piedra, atada con

un junco a un trozo de madera implica generar un instrumento inexistente hasta entonces,

sin perder de vista su vinculo con aquello que ya existía. Muchas de esas actitudes persisten

en nuestros ámbitos domésticos contemporáneos en donde permanentemente recurrimos

a procedimientos intelectuales similares para resolver necesidades primarias. ¿Quién no ha

tomado un refrescante vaso de jugo en un ex-frasco de mermelada? ¿Cuántas veces hemos

colocado lápices o bolígrafos en tazas de café? ¿En que casa de familia no se guardan

puntillas o clavos en antiguos envases de cremas o desodorantes? Los ejemplos posibles de

estos procedimientos son tan amplios y diversos que no tendría sentido intentar delimitarlos.

Ellos sin embargo señalan hasta que punto estamos familiarizados con la paradoja de

que todas las formas de invención, o todos los procesos creativos, se enuncian desde una

intervención sobre situaciones dadas de antemano. Como solían decir los posmodernos: la

originalidad no existe.
BRICOLLAGE – televisormesa / fotografía a color sobre papel / 32 x 26 cm / Ed 30 / 2002-06.
Esta forma de conciencia es muy cercana a la que tuvieron los artistas que dieron forma a la

vanguardia histórica de comienzos del siglo XX en Europa, que necesitaron actuar

sobre o contra un campo, que parecía estar estructurado de antemano, y que no era otra

cosa que “la institución arte”. Estrategias formales como el collage, el readymade, o el

ensamblaje en las primeras vanguardias, o el performance, la instalación, la fotografía y el

video en las segundas, tendrían como denominador común su poder para intervenir sobre

sistemas de valor preexistentes. Incluso, técnicamente hablando, todos esos procedimientos

artísticos involucran la alteración de situaciones dadas de antemano por lo que nos hacen

entender el punto hasta el cual las prácticas artísticas están más abocadas a la intervención

sobre sistemas de signos preexistentes que a la creación propiamente dicha de nuevos signos.

La palabra que el antropólogo francés Levi Strauss aportó para el análisis de este tipo de

procesos intelectuales y principios comunicativos fue la de bricolage, que involucraba a la

vez procedimientos materiales y conceptuales de resignificación y refuncionalización de toda

suerte de hechos y artefactos.

Como lo señala el mismo Strauss:

.....lo propio del bricolage (...), consiste en elaborar conjuntos estructurados, no directamente

con otros conjuntos estructurados, sino utilizando residuos y restos de acontecimientos; odds

and ends, diría un inglés, o, en español, sobras y trozos, testigos fósiles de la historia de un

individuo o de una sociedad. 1

En la segunda mitad del siglo XX, estos procedimientos se fueron reubicando y replanteando

en el arte producido en los contextos europeo, norte y sur americano, cuando se hizo

imperativo un enlace con problemáticas sociales y culturales más amplias, poniendo a los

artistas nuevamente en contraposición con los propios límites formales de sus prácticas.

Los “nuevos” movimientos artísticos que surgieron en los sesenta y los setenta señalan la

importancia de acciones que involucran la apropiación o la intervención en campos culturales

externos al quehacer artístico como estrategia de trabajo. En ellos fueron características

las posturas de señalamiento hacia problemas latentes en los campos sociales, o los de la

sexualidad, así como también fueron constantes las incursiones en las formas de operación
Don Humberto Arboleda
construyó una mesa
de centro de sala,
con la parte trasera
del cuerpo de una
guitarra, simplemente le
incorporó cuatro patas,
y una de ellas era el
diapasón.

Carolina
de los sistemas económicos que rodean o subyacen a las prácticas culturales e incluso las

convenciones políticas que estructuran la experiencia subjetiva.

Dos

El nombre del colectivo Bricolaje, conformado por Pablo Adarme, Sandra Mayorga y Carolina

Salazar alude a esa práctica cultural en dos niveles. Inicialmente, su tarea consiste en realizar

expediciones por diferentes ámbitos de la ciudad, que tienen como fin analizar y documentar

las ingeniosas y elocuentes soluciones que se abren paso dentro de la informalidad laboral

que caracteriza nuestra economía.

Bogotá parece emerger de un sin número de relatos soportados por discursos diversos

e incluso antagónicos que se hacen visibles en las maneras de apropiación del espacio

público. Estas “salidas”, emprendidas por nuestros vendedores ambulantes conjugan relatos

entrecruzados de funciones actuales y pretéritas -de los objetos o materiales utilizados- que

hacen visibles necesidades específicas. En este sentido es común para ellos “improvisar”

la movilidad de sus puestos de servicio a través del ensamblaje de diferentes elementos

provenientes en muchos casos de ambientes domésticos. El proyecto ha involucrado

paulatinamente la revisión de otras prácticas culturales que amplifican las referencias y

desexotizan sus potenciales actores sociales.

Una segunda tarea que lleva a cabo el colectivo Bricolaje, es la resignificación, o bricolización

(si este término es permitido) de esos bricolages “originales” a través de la fotografía. Este

proceso conduce un tipo de realidad socioeconómica y cultural marginalizada hacia el centro

simbólico de otra realidad, hegemónica y formal, el campo del arte y sus instituciones. Por

este motivo está lejos de cualquier forma de estetización metafórica y muy cerca de un

señalamiento metonímico.

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