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Y DEMOCRATICO DE DERECHO
Han sido colosales las luchas y millones las vidas sacrificadas, para la consolidación
de uno de los mayores logros en el área el derecho y es la consecución de un modelo de
estado en el que los diferentes órganos del poder tengan como epicentro al hombre mismo,
al ciudadano; se trata de un esquema radicalmente opuesto al propuesto en la antigüedad,
en la edad media y en la edad moderna donde todo giraba en torno a divinidades, imperios,
monarquías y luego a leyes emanadas de un legislador pero con el único propósito de velar
por su estricto cumplimiento sin mirar sus alcances. Hoy concurrimos al gran logro
jurídico y social arriba enunciado, al Estado Social y Democrático de Derecho, producto de
los desarrollos del constitucionalismo de los últimos tiempos.
Pero aterrizando el tema a la lectura que Luigi Ferrajoli nos presenta, hemos de
manifestar nuestro asentimiento cuando el autor expresa en uno de sus apartes que el
funcionamiento de este modelo de estado, no es otro que un “funcionamiento de hecho”,
¿por qué un funcionamiento de hecho?, es un interrogante que puede responderse incluso
con sujeción a principios del derecho como el de legalidad, pues la emergente clase política
responde a los desarrollos constitucionales y legales (entiéndase no sólo mandatos legales,
sino valores y principios que estructura el estado social y democrático) con actuaciones que
vistas a la luz del derecho no representan problema alguno pues como se reseña en la
lectura, con el estado visible coexiste un infra-estado oculto y clandestino desde donde se
mueven todos los hilos, haciendo posible que las distintas actuaciones de quienes ostenta el
poder sean conforme a derecho. A lo anterior debe sumarse el efecto negativo que significa
la perpetuación en el poder del gobernante, quien a fin de cuentas termina impregnando
todas las esferas o ramas del poder, quebrantando así el equilibrio y separación de poderes,
principio sobre el que debe estructurarse todo desarrollo que en el área del derecho y la
política pueda darse. Es desafortunado tener que aceptarlo, pero el estado social y
democrático de derecho al que concurrimos hoy, no parece ser otro que solamente de
“derecho”.