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EL NUEVO MODELO DE ESTADO SOCIAL

Y DEMOCRATICO DE DERECHO

Para empezar hemos de considerar que el modelo de ESTADO SOCIAL Y


DEMOCRÁTICO DE DERECHO, es el resultado de una lucha histórica de más de 4.000
años, remontándonos quizá al código de hammurabi.

Han sido colosales las luchas y millones las vidas sacrificadas, para la consolidación
de uno de los mayores logros en el área el derecho y es la consecución de un modelo de
estado en el que los diferentes órganos del poder tengan como epicentro al hombre mismo,
al ciudadano; se trata de un esquema radicalmente opuesto al propuesto en la antigüedad,
en la edad media y en la edad moderna donde todo giraba en torno a divinidades, imperios,
monarquías y luego a leyes emanadas de un legislador pero con el único propósito de velar
por su estricto cumplimiento sin mirar sus alcances. Hoy concurrimos al gran logro
jurídico y social arriba enunciado, al Estado Social y Democrático de Derecho, producto de
los desarrollos del constitucionalismo de los últimos tiempos.

Pero aterrizando el tema a la lectura que Luigi Ferrajoli nos presenta, hemos de
manifestar nuestro asentimiento cuando el autor expresa en uno de sus apartes que el
funcionamiento de este modelo de estado, no es otro que un “funcionamiento de hecho”,
¿por qué un funcionamiento de hecho?, es un interrogante que puede responderse incluso
con sujeción a principios del derecho como el de legalidad, pues la emergente clase política
responde a los desarrollos constitucionales y legales (entiéndase no sólo mandatos legales,
sino valores y principios que estructura el estado social y democrático) con actuaciones que
vistas a la luz del derecho no representan problema alguno pues como se reseña en la
lectura, con el estado visible coexiste un infra-estado oculto y clandestino desde donde se
mueven todos los hilos, haciendo posible que las distintas actuaciones de quienes ostenta el
poder sean conforme a derecho. A lo anterior debe sumarse el efecto negativo que significa
la perpetuación en el poder del gobernante, quien a fin de cuentas termina impregnando
todas las esferas o ramas del poder, quebrantando así el equilibrio y separación de poderes,
principio sobre el que debe estructurarse todo desarrollo que en el área del derecho y la
política pueda darse. Es desafortunado tener que aceptarlo, pero el estado social y
democrático de derecho al que concurrimos hoy, no parece ser otro que solamente de
“derecho”.

Aunado a lo anterior, tenemos que el ejercicio de la política ha dejado de ser un


enfrentamiento de ideas liberales, conservadoras, de centro o de izquierda; para centrar
todos sus objetivos y propósitos en un individuo, es como si volviésemos a las mejores
épocas del fascismo y del nazismo. La situación que muestra el autor en el caso Italiano es
un perfecto reflejo al caso Colombiano donde se conjugan dos grandes mezquindades:
“intereses económicos e intereses políticos”, éstos dos elementos se conjugan y florecen, no
en el marco de un partido sujeto a una ideología, sino simplemente en un solo hombre que
viene ser el mesías que renovará la política y la manera en que se administra un país.

Lo anterior no será posible si no se crea un culto a la personalidad, basado en un


elaborado discurso donde sólo sobresale lo que el pueblo quiere oír y un excelente manejo
de los medios de comunicación; como bien sabemos, el caso italiano y el colombiano se
asemejan en tanto ambos están siendo dirigiros por empresarios de los medios de
comunicación, o en nuestro caso, de esbirros que sobreponen los intereses nacionales a los
de los grupos empresariales que manejan los medios de comunicación. (véase caso actual:
los emporios de las telecomunicaciones RCN y CARACOL, actuando en conjunto,
lograron que el Consejo de Estado denegara el proceso licitatorio que permitiría al pueblo
colombiano contar con un tercer canal, favoreciéndose enormemente al ser los únicos que
pueden manejar tan lucrativo negocio). Los gobernantes de países en los que se concibe la
política como un medio para favorecer intereses particulares, no pueden sostenerse por su
propias ideas o proyectos, entonces acuden a los medios de comunicación quienes mediante
el estado de opinión crean altos índices de favorabilidad para que los gobernados se sientan
tranquilos y a medida que pasa el tiempo, el sistema democrático va convirtiéndose en un
Cesarismo Democrático.

Leir a.c. (Marzo / 2011)

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